¿CUÁNTO MIDE TU AMOR? - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

¿CUÁNTO MIDE TU AMOR?

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INTRODUCCIÓN

El apóstol Juan y su hermano fueron catalogados por Jesús, cuando anduvieron con Él, como los hijos del trueno. ¡Eran un terremoto! Ellos fueron los que le dijeron a Jesús: “¿Señor, quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma?” Pero, cuando Juan llegó a cierta edad, se transformó y fue conocido como el apóstol del amor. Si lees las cartas de Juan te sorprenderá al ver que habla del amor, del derecho, del revés y de todos lados. 1ª Juan 4:7 dice: “Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios”. Se ve que el apóstol Juan disfrutaba este tema. En otras palabras, señala que disfrutemos del amor porque el amor es de Dios. Y continúa diciendo: “…Todo aquel que ama, es nacido de Dios…” Quien ama, es nacido de Dios.

Hay una frase de un poeta libanés, Khalil Gibran, que dice algo así como: “Grita al mundo y al cielo que Dios es nuestro Padre y que todos somos hermanos”. Hoy, por la palabra de Dios te digo que El no es Padre de muchos y no es verdad que todos somos hermanos. Todos somos criaturas de Dios, pero quien ama, ese es hijo de Dios. Recordemos: “Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor”. Esto es un principio.

¿Por qué la Biblia dice que quien ama es nacido de Dios? Nosotros conocemos el nacimiento biológico. Mi papá me engendró y mi mamá concibió una naturaleza de vida biológica, carnal y pecaminosa, pero eso no me hace hijo de Dios sino hijo de Joaquín Márquez y Vicenta Santamaría. La Biblia señala que quien ama es nacido de Dios, se trata de otro nacimiento y tiene que ver con una nueva vida, la cual reciben aquellos que gozan de una relación con Dios. No entran en relación con Dios necesariamente quienes asisten a la iglesia, los que ofrendan o cantan. Tú puedes saber mucho de Biblia pero no ser un hijo de Dios. Puedes cantar muy lindo o dar ofrendas generosas pero no necesariamente eres hijo de Dios, porque el hacer esas cosas no son la evidencia fundamental de que eres su hijo o hija. Un hijo del diablo puede tener una conciencia que le lleva a ofrendar. Pero la Biblia dice que el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. Si quieres saber si eres hijo de Dios, primero debes revisar cuánto amor tienes.

            UN NUEVO NACIMIENTO

Este pasaje de 1ª de Juan hace alusión a un nuevo nacimiento que tiene que ver con un engendramiento, o sea que somos engendrados por Dios. Según nuestra naturaleza humana somos engendrados primero por nuestros padres, pero, cuando vinimos al evangelio y creímos en Cristo Jesús, Dios nos ha engendrado y ha puesto en nosotros una naturaleza superior a la que tenemos cuando nacemos. Si comparamos, la naturaleza humana es una clase de vida superior a la de los monos. ¿Crees esto o le crees a Darwin?

¿Por qué es una clase de vida superior? Porque los monos engendran monos y los seres humanos engendran seres humanos. Es fácil ver la diferencia entre una y otra clase de vida. Si ladra, nació de una perra; si dice cuac, proviene de la clase de vida de los patos, y si habla, es un ser humano. Por ende, si ama es un hijo de Dios y no sólo es un hijo de Dios sino que conoce al Señor. ¡Quien no ama, no conoce a Dios! Si no puede mirar a los ojos de alguna persona, si tiene resentimientos, rencores y amarguras contra alguien, está dominado por un nivel de vida inferior a la vida espiritual que Dios le da al creyente. Porque así como hay una diferencia entre el ser humano y los monos, también la hay entre el Espíritu que Dios le da a los que creen en Él y el espíritu que gobierna en este mundo, que son demonios como la duda, incredulidad, resentimiento, venganza, etc. Si a ti te domina algo de eso, entonces tú no amas sino que estás sujeto a un poder inferior y no al poder de Dios. Quien ha sido engendrado por Dios y ha nacido de nuevo, ama. En Estados Unidos se habla de esta clase de personas despectivamente llamándolos los “Born again” o “Nacidos de nuevo”. Nos tildan de gente retrógrada, cerrada, no abierta; nos tildan de conservadores, o sea, gente que se aferra a ideas viejas, como por ejemplo, la del matrimonio entre un hombre y una mujer.

Quien ama, es fácil de entender que es hijo de Dios. Ahora, si te molesta la gente, algún pariente, la iglesia o algún pastor, entonces el amor no está prevaleciendo en ti; el amor no se está manifestando. Permíteme decirte que tengo derecho a dudar si eres hijo de Dios o no, porque el que ama es nacido de Dios; es de una naturaleza superior y poderosa que responde al Espíritu del Padre. Y la manifestación espiritual que se produce en nosotros no es de una naturaleza benigna cualquiera, ¡es la naturaleza de Dios! Porque Él es nuestro Padre y nos engendra con la vida espiritual según su naturaleza.

Así que el amor que yo tengo o el que debo tener si es que soy cristiano, es un tipo de amor que proviene de la naturaleza espiritual de Dios. ¡No es cualquier amor!

En una oportunidad, un religioso fue a hablar con Jesús de noche porque no quería que se enterara nadie que estaba dialogando con el Señor, ya que el hacerlo era como hablar con una persona retrógrada; es más, algunos decían que Jesús echaba fuera los demonios por beelzebú, príncipe de los demonios: 2Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él” (Juan 3:2). Y el Señor le respondió: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. El religioso entró en confusión porque no comía un huevo si la gallina lo ponía en día sábado; pasó toda su vida cumpliendo normas y reglas, tratando de ser bueno, pero el Señor le dejó en claro que nada de eso le servía y lo que necesitaba era nacer de nuevo. Porque cuando uno nace de nuevo recibe de Dios el Padre, una naturaleza poderosa.

“4Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?” (Juan 3:4) ¡Nicodemo no entendió nada! El pensaba que se refería a nacer de nuevo del vientre de una mujer o de la naturaleza humana, pero Jesús le explicó: 6Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” (Juan 3:6). El Señor dijo claramente que era necesario un nuevo nacimiento pero no de la carne sino del espíritu. De la manera que llevamos en nosotros la naturaleza pecaminosa heredada de nuestros progenitores, hemos sido engendrados por ellos con una naturaleza impotente y débil al pecado, también Dios nos ha engendrado y nos ha dado una naturaleza espiritual y poderosa; nos ha dado un nuevo nacimiento o nueva vida, lo que nos transforma en personas que no pueden odiar, que no pueden tener resentimientos, a quienes la amargura y la tristeza no pueden dominar. ¡Porque la vida de poder que Dios nos ha dado supera el poder de esa vida inferior demoníaca!

            AMOR: EL ARMA DE DIOS   

El que ama ha subido a un nivel superior y tiene un poder extraordinario. ¡Las circunstancias no pueden doblegarlo! Hay personas que son acusadas de algo y se vienen abajo. Continuamente hablo con mujeres que me dicen: “¡Mi marido me ha dicho que no sirvo para nada!” Y yo le pregunto: “¿Y tú no sirves para nada?” “¡No pastor! Yo me levanto cada mañana, limpio, compro, hago la comida, le lavo la ropa”. “¿Y entonces, por qué lloras y te angustias?” Quien tiene una naturaleza superior y de amor, ve cómo el hombre habla pavadas y le pide a Dios que lo ayude y lo perdone. ¡No te puede amargar!

Recuerdo una mujer, que me confesó estar cambiando, pero la bronca reaparecía cuando veía a su suegra –que vive en el fondo- pasando por su casa, porque hablaba mal de ella. Si tienes la naturaleza espiritual de Dios y su amor, miras a tu suegra y dices: “¡Pobre, algún día va a cambiar! ¡Yo creo que Dios la va a tocar!” ¡No puede amargarte! Porque la naturaleza que tienes es mayor. De ahí que la gente te mira y exclaman: “¡Cómo aguanta! Si a mi me dijeran lo que le han dicho yo reaccionaría de otra manera y lo pondría cien metros bajo tierra”. Tú ya no te fijas en lo que te hacen o dicen porque es una cuestión de Dios, y quien tiene amor, tiene fe y esperanza; el que tiene amor cree. El amor todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo  soporta. ¡No se viene abajo!

Algunas madres sufren porque sus hijos están siendo dominados por el diablo. No tendrías que amargarte si tienes esa naturaleza superior, la que Dios te ha dado; tú tendrías fe y esperanza, entonces le dirías a tu hijo: “Hijo, mira todo lo que estás haciendo pero yo te voy a ver predicando”.

El mundo está perdido, y el método o arma de Dios para conquistar al mundo es el amor. “16Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). ¡Este es un evento extraordinario! Señala 1ª Juan 4:9: “9En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él”. En esto se mostró el amor de Dios, en que Él envió a su Hijo Jesucristo, el unigénito de Dios.

En la Biblia, cuando se habla de Jesucristo como el Hijo de Dios, se utiliza el término unigénito; “uni” que significa uno y “génito” que significa genes, o sea el “único engendrado”, o “el único con los genes del padre”. ¡Uno y nada más!

Mi madre tuvo cinco hijos varones y yo soy el primero, el primogénito, o sea, el primer hijo engendrado o con los genes de Joaquín Márquez. Pero cuando se habla de Jesús, se dice de Él que es el unigénito Hijo del Padre. Un ser único, especial e irrepetible; el único que Dios engendró en una mujer, por lo cual, ese Santo ser que nació fue un hombre, por cuanto nació de mujer. En el óvulo de María Dios puso su semen, puso sus genes, entonces María concibió y trajo al mundo un hombre único cuyo padre es Dios, quien lo había engendrado. Jesús tenía los genes de Dios y los genes del ser humano.

Jesucristo no es un ángel, no es Dios manifestado de alguna manera especial. Algunos enseñan que Él no sufrió nada en la cruz del calvario, que los clavos no le dolieron ya que era una manifestación de Dios. Enseñan que lo veían pero en realidad no era un ser humano. Pero la verdad es que Dios nos amó tanto que mandó a alguien como nosotros que nos represente delante del Padre. Fue tanto el amor que sentía que vino al mundo para vivir lo que nosotros vivimos y sufrir las injusticias que nosotros sufrimos. ¿Qué sucedió? Todas esas injusticias que he hecho y nos han cometido, Jesús decidió pagar por cada una de ellas. ¡Qué amor nos tiene Dios! Cristo hombre sufrió el mismo tipo de injusticia que nosotros pero Él era único, era especial y no había pecado en Él, entonces no había razón para que Jesús sufriera esas injusticias. La única razón por la que Él soportó todo, fue su gran amor por nosotros.

            QUIEN AMA, ES HIJO DE DIOS

El que ama es nacido de Dios. Ahora, el Padre envió a su Hijo Unigénito al mundo para que vivamos por Él. Jesús vino para darnos su vida, para que la clase de vida que operó en él, estando aquí en el mundo, siendo un ser humano, también opere en nosotros. Jesús venció el oprobio, los insultos que le profirieron, la bronca y el odio que le tenían. ¡Jesús no pecó! Y decidió morir para que nosotros tengamos la misma victoria y la clase de vida que Él tuvo.

Tú aprenderás dos cosas importantes, la primera es que si amas, esa es la mejor evidencia que demuestra que eres un hijo de Dios. Y la otra se encuentra en el capítulo 5 versículo 1 de 1ª de Juan: 1Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él”.

Entonces, todo aquel que ama es nacido de Dios; y por otra parte, todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios. Si tú amas pero no crees que Jesús sea el Cristo, entonces tú no amas nada y eres un mentiroso. Porque es necesario que creas en Jesucristo para poder amar. Si dices que crees que Jesús es el Cristo pero no amas, eres un mentiroso, tampoco has creído en Él. Éstas son dos condiciones que te llevan a ti a la plena certeza de que realmente eres un hijo o una hija de Dios.

La palabra “Cristo” proviene del griego y significa “Ungido”. Desde el Génesis hasta el Apocalipsis Jesucristo es el “Ungido de Dios”. Hasta el nacimiento de Jesús, todos los profetas profetizaron, desde el Pentateuco a Malaquías acerca del Mesías; éste es otro término que proviene del hebreo y significa también Ungido. Cuando declaramos que Jesús es el Cristo, afirmamos que es el Mesías y el Ungido de Dios. ¡El único Hijo de Dios, el Unigénito de Dios!

Ahora, se habla de Jesús como el Primogénito entre muchos hermanos pero en otro sentido. Porque la Biblia dice que el que ama es nacido de Dios, o sea que el Padre nos ha engendrado a nosotros pero no con el mismo método de engendramiento con que engendró a Jesús, porque Dios fecundó al Señor en el vientre de María, pero a nosotros nos engendra en el espíritu, en el corazón, porque ya tenemos un nacimiento biológico, pero Jesús no había sido engendrado biológicamente, mas cuando llegó su hora de venir al mundo, el Padre lo engendró en el vientre de María biológicamente. Yo ya he sido engendrado por mis padres pero me faltaba el otro engendramiento, el espiritual.

Entonces, en un sentido es el primogénito, el único, irremplazable e irrepetible y en el otro sentido es el primero entre muchos hermanos. Es decir, nosotros somos considerados hermanos de Jesús, engendrados por el mismo Padre.

Si ladra es perro, si hace cuac es pato y si ama es engendrado por Dios. Si cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios y ha sido engendrado por Él. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios y guardamos sus mandamientos, y 1ª Juan 5:1 declara: “…y todo aquel que ama al que engendró…” O sea, todo aquel que ama a Dios, el que engendró, ama también al que ha sido engendrado. Entiende que no puedes creer en Dios y rechazar a Jesús. Es como si una mujer diera a luz y quienes la van a visitar le expresan a ella todo su cariño y la felicitan pero desprecian a su hijo. ¿Cómo se vería eso? El que ama al que engendró, ama al engendrado. Si amo a ese papá o a esa mamá, también amo a sus hijos. Yo amo a hijos que no son míos porque amo a sus padres.

Hablé recientemente con una joven que estaba atravesando una crisis; ella me contó que su madre la traía a la iglesia cuando era chica pero después se apartó y nunca más vino. Recuerdo que con mi señora hemos tratado varias veces con la mamá de esa chica y al saber que era hija de esa mujer a quien amamos y hemos ministrado varias veces, para mí esta niña que yo no conocía y se acercó a hablar conmigo, es una chica especial. Porque el que ama al que engendró, ama al engendrado. Podemos decir también que quien ama al que engendró, ama al apóstol Márquez. ¿Por qué? Porque el apóstol Márquez ha sido engendrado por Dios y es su hijo; y el que ama al que engendró, ama al que ha sido engendrado. Si no es así el amor de Dios no está en ti ni se manifiesta en ti, entonces tú no eres hijo o hija de Dios, porque los hijos de Dios aman al Padre y aman a los que han sido engendrados por Él. Cuando me refiero que tienes que amar al apóstol Márquez, me refiero que tienes que amar a quien tienes al lado. El que ama a su hermano ha conocido a Dios. El que no ama a su hermano puede hablar de teología, de doctrina, puede haber ido al seminario y tener colgados en la pared muchos certificados de teología pero esa persona no sirve. ¡El amor prevalece! Y la señal de que eres un hijo o una hija de Dios es que lo amas a Él y has creído que Jesús es el Cristo.

            CONCLUSIÓN

Leemos en 1ª Juan 4:1 y 2: 1Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. 2En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios;”

Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, o sea que se encarnó, se hizo hombre, es de Dios. El Ungido de Dios vino al mundo y se hizo como uno de nosotros. La persona que cree eso tiene el Espíritu de Dios. Y yo te pregunto, ¿lo crees? ¿Lo puedes confesar? 3y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo” (1ª Juan 4:3). El espíritu del anticristo quiere hacerles creer a las personas que Dios no vino a nuestro rescate. Si Jesús fue solamente un hombre y no Dios, quien nos rescató fue sólo un hombre. Si Cristo era sólo Dios, Él vino a rescatarnos pero nunca conoció nuestros sufrimientos, nuestras tentaciones; nunca vivió en su carne nuestras angustias. Dice la Biblia que Jesús llevó en la cruz nuestros pecados, nuestras angustias y soledades. Él cargó todas nuestras maldiciones. Jesús era hombre y era Dios. ¡Jesús, tú me has amado primero y yo te amo! Sé que la señal de que verdaderamente yo soy un hijo de Dios es que amo a mis hermanos. Porque te amo a ti Señor, los amo, y nada me va a separar de ellos. Nada de lo que me digan o hagan me separará de mis hermanos. Yo estoy por encima de todo eso; estoy por encima de la lengua venenosa de aquellos que arremeten contra mí. ¡Tú eres mi refugio, mi escudo y mi fortaleza Señor! No vienen contra mí sino contra ti. ¡Yo soy tu hijo! Y tú cuidas a los tuyos, Señor. ¡Soy feliz!

Tal vez tienes alguna basura obstruyendo la cañería del amor. ¿Reconoces que hay personas que detestas y no quieres ver? ¿Tú eres de esos que declaras que es muy difícil perdonar lo que te hicieron? Yo te pregunto: ¿Eres hijo de Dios? ¿Eres hija de Dios? Si es así, tú no tienes problema en perdonar y bendecir. ES algo que sale solo, que sale de la naturaleza de aquellos a quienes ha engendrado.

“Derrama tu presencia y tu amor, engendra vida, Señor. Hay personas que han sido atraídas a la iglesia pero no han conocido el amor de Dios, no han llegado a amar ni a perdonar; no han llegado a la regeneración, al nuevo nacimiento. Que sea derramado tu Espíritu sobre cada persona, Dios mío. ¡Rompe las cadenas y las ataduras del infierno! Abrimos el corazón para que tú saques fuera todo espíritu que domina las vidas, y que no es el Espíritu Santo. Limpia los pecados Dios mío, corta el dominio del infierno en la mente y en el corazón. Libera de toda cautividad Señor, engendra hijos e hijas con tu naturaleza Dios mío, te lo pido en el nombre de Jesús, amén”.   

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