DIOS QUIERE ALUMBRAR TUS TINIEBLAS (Mensaje del Pastor Aldo Fernández) - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

DIOS QUIERE ALUMBRAR TUS TINIEBLAS (Mensaje del Pastor Aldo Fernández)

 

INTRODUCCIÓN

 

Hoy, a dos días de mi partida a Portugal, estoy sensible pero no débil; se que no debo estarlo porque el reino de Dios no es para débiles, así lo he aprendido y lo he tomado de ejemplo de mi mentor, el apóstol Jorge Márquez.

Ya las primeras semanas en que el apóstol estaba saliendo por CX 14 “Radio El Espectador” de la ciudad de Montevideo, yo estaba en sintonía y en abril de 1991 hice mi primer viaje expedicionario a Montevideo. Luego, en el correr del año estuve en algunos encuentros y actividades en el interior con el apóstol y ya en el año 92 confirmado por una palabra de ciencia, también dada al apóstol a través de la radio, me radiqué en la ciudad de Montevideo.

En el año 93 Dios me puso con mi querido amigo y compañero el Pastor Andrés, a trabajar en la zona de Los Bulevares; en el año 94, después de una disciplina de 40 días, Dios me sacó de la cárcel para estar como encargado de obra en el anexo de la ciudad de Las Piedras. Hubo una especie de refundación de una obra que había empezado con muchos bríos, que tuvo un tropiezo muy serio y el Señor puso fe en el apóstol para confiarme a mí y a mi esposa el ir a trabajar a Las Piedras. ¡Era de Dios! Con el tiempo nos fuimos dando cuenta que simplemente obedecíamos como cualquier orden.

Dios me ha formado en este ministerio, todo lo que he aprendido en estos años lo he asimilado aquí y todo lo que Dios ha hecho en mi vida, la obra de santificación, de consagración, el estar dedicado completamente a la obra de Dios, lo hizo acá. No hay nada que pueda decir Dios no lo ha hecho en esta congregación, entonces, ¿cómo no estar sensible? ¡Sí que lo estoy! ¡Y aún estoy poniéndole freno a mis emociones, no sea que tomen el control o minen mi ánimo! No me afecta estar sensible, no solo están mis pastores, mis mentores, sino que están mis amigos más entrañables en la congregación y mis consiervos; Dios sabe que estoy diciendo verdad en Él, pero eso no debe impedir aquello por lo cual Dios me ha llamado y precisamente he estado escribiendo en esta tarde, en los ratitos que he tenido, algunas meditaciones que han de servir a aquellos que forman parte de la generación de relevo, es decir, aquellos que van a ocupar los lugares que vamos dejando los que iniciamos otra etapa dentro del ministerio. Porque cada uno de nosotros cumplimos etapas. Con el pastor Andrés comenzamos en la radio, en las cárceles, atendiendo los teléfonos y haciendo las cosas a veces más insignificantes y rutinarias, llevando una valija de casettes y obedeciendo las órdenes del apóstol, a veces tan raras… ¿no? Ahora uno se acuerda con alegría por haber obedecido en esas cosas. Lo cierto que no nacimos en el púlpito sino que hemos cumplido un proceso desde el comienzo de la obra aquí en Montevideo, por eso comparto mis vivencias, porque seguramente muchas de las cosas que estás pasando ahora, en algún momento yo las pasé. ¿Estás débil? ¡Yo también estuve débil! ¿Estás muy débil? ¡Yo también estuve muy débil! ¿Estás confundido? ¡También he estado confundido! ¿No has podido comprender a tu pastor? También hubo veces en que yo no pude comprender a mi pastor… ¿Estás cansado? ¡También he estado muy cansado! ¿Parece que tu barca ya se hunde? ¡También la mía! ¿Has estado quebrantado como un parabrisas cuando se hace añicos y queda un montoncito de cosas pequeñitas, que sientes que estás destrozado? ¡También he vivido eso! ¿Haces cosas rutinarias y no ves nada para adelante? ¡Yo también! ¿Estuviste cuando comenzaron las células? ¡También yo! Pero mira que yo estuve cuando estaban en el Princess… ¡También estuve en el Princess! Ahhh, yo me acuerdo de aquella época, cuando andábamos en las calles, de una plaza a otra… ¡y también estuve allí…! ¿Cómo no estar sensible? ¡Pero hay que tragar saliva, apretar los dientes y caminar sobres las aguas!

 

PERLAS PARA TU CORAZÓN

 

Hay algunas pequeñas frases que quiero compartir contigo. ¡Ojalá queden escritas en las tablas de tu corazón! Quizás te ayuden como a mí me han ayudado, en los tiempos difíciles y en los tiempos de muchas alegrías, porque no solamente he pasado tiempos de aflicción, de cansancio sino de mucho gozo. He estado en la honra y en la deshonra también, quizás por eso puedo comprender el corazón de muchos, cuando han venido a mí con esas luchas, por ahí Dios me preparó para que otros pueden seguir adelante y no bajen los brazos, porque no estás aquí por casualidad, ¡Dios te ha puesto donde estás! No te muevas del lugar que Dios te ha puesto, porque el lugar a donde quieres ir, y que tú eliges, es peor. ¡El lugar que Dios te ha dado es el mejor!

¿Se acuerdan cuando el Señor le abrió la vista al ciego Bartimeo? Juan 9:39 dice: Para juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados”. Hay algunos que creen que ven y están ciegos, y hay otros que literalmente están ciegos y reconocen que lo están, pero para el Señor no es problema porque Él abre los ojos a los ciegos. ¡El problema es para aquellos que creen que ven y son ciegos! Hay dos problemas: Uno es la ceguera y el otro es no reconocer que soy ciego. ¡Los que dicen que son ciegos terminaran cegados pero los que reconocen su ceguera tendrán visión espiritual! Me gusta la definición de John Maxwell sobre visión: “es ver una imagen, un cuadro de lo que Dios hará en ese lugar donde hay vacío y necesidad hoy”. ¡Es un cuadro perfecto de la realidad que Dios nos dará en el mañana! ¡Es una realidad según Dios! Y se nos encomienda a nosotros, por el poder de la fe, establecer la realidad de Dios sobre la realidad humana; ésta es vacía, seca, desértica y de mucha necesidad pero la realidad de Dios suple esas necesidades y abre fuentes de aguas en el desierto, llena lo vacío y hace la luz en las tinieblas. ¡La visión de Dios te permite ver su realidad por anticipado, aunque con tus ojos naturales veas una realidad totalmente opuesta y desanimante! El Señor ha venido para darnos visión espiritual y esa visión tiene que ver contigo, el primer ciego y el primer necesitado, una visión de cómo te ve Él, y qué hará a través tuyo; primero, la visión de lo que tú vas a ser, y segundo lo que vas a hacer en beneficio de otro, una misma visión en dos partes. Pedro, la realidad dice que tú eres pescador mal oliente pero tú eres la luz del mundo. Allí tenemos la visión del Señor, un cuadro, una imagen de lo que Pedro es según Dios, y la realidad humana que golpea fuerte, de lo que Pedro es ahora. Pero el Señor lo veía por la visión de Dios. ¿Me veo yo como la visión del mundo? ¿Te ves así? Si no te ves así, clama al Señor como Bartimeo, “¡Ten misericordia de mí!” “¿Qué quieres que te haga?” “Señor, ¡que recobre la vista!” No me puedo ver de otra manera que como un alcohólico, un golpeador, un vicioso, no me puedo dejar de ver con las miserias de mis obras, estás en ceguera, ¡pero aún así el Señor te ve de otra manera! ¡A mí me costó verme como Dios me veía! ¿Puedes verte como el Señor te ve? ¿Habrás sanado en tu corazón uno de los grandes problemas que hay en la iglesia, la baja autoestima, que es raíz del orgullo, de los celos, de envidias y de cosas semejantes? La primer visión que el Señor quiere poner en ti, es la visión de cómo Él te ve, de lo que tú vas a hacer como persona; una de las cosas que he aprendido es que el Señor no solamente me ve a mí salvo, sino que en esa visión yo me veo manifestando al Hijo de Dios en nuestro cuerpo mortal, porque hemos sido predestinados para ser hechos semejantes a la misma imagen del hijo del Dios vivo. En otras palabras, nos ha mantenido aquí en la tierra para ser salvos y para manifestar en nuestro cuerpo mortal las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable y anunciar sus virtudes.

¡Visión espiritual! Si tus ojos no se abren y no reconocen la necesidad de que sean abiertos, (no puedes tomar un remedio si no reconoces que estás enfermo), y mientras camines ciego acerca de cómo Dios te ve, vas a responsabilizar a otros de las cosas que te ocurren mal, vas a pelearte aquí y allá y te vas a sentir frustrado. Yo me sentía muy desalentado al verme como era, pero qué bueno es tener fe para creer la visión celestial. ¡Seamos pacientes, porque Dios ha comenzado una obra y será fiel en perfeccionarla hasta el día de Cristo! ¡No te desalientes ni te desanimes! Yo me tomaba de la mano del acusador e iba a la presencia de Dios a acusar a Aldo, hasta que un día, nunca me voy a olvidar, dijo el Espíritu Santo a mi espíritu: “Poco es para mí que tú seas mi siervo, cosa ligera. ¡Así yo te veo! ¿Me crees?” La visión pues, tiene dos partes: Una visión y que se abran tus ojos y te veas como tú eres para con Dios, y hacia dónde te va encaminando Él; porque después te das cuenta que todo lo que te ocurre no es por casualidad sino que ha sido perfectamente diagramado para ir en esa dirección que Él tiene para contigo, ¡única! Si se pueden abrir tus ojos y puedes verte como Dios te ve y puedes ver un cuadro de aquí a un tiempo, no le ofrecerías resistencia al trato de Dios y le drías: “sigue Dios, sigue pasando esa lima, sigue pasando esa lija, ¡no pares! ¡Duele, pero no pares! ¡Sigue quitando lo que sobra y poniendo lo que falta! ¡Quiero verme como tú me has visto desde antes que le mundo fuese! ¡Señor, que mis ojos no se cierren, que cada vez lo vea más claro!”

La voluntad de Dios es agradable y perfecta pero no siempre es cómoda. El está tratando en la visión que ha planificado para ti, si pudieras verte como Dios te ve, no te sentirías afanado por nada, solamente te preocuparía que Dios termine pronto, para ser aquello que El ha diseñado para ti, porque en la visión que Dios tiene para ti no te ve solo, no te ve abandonado, no tiene planificada la derrota sino que te ve completo, próspero, ungido, lleno de honra, lleno de gracia y de poder. Esta es la promesa: Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista”. (Marcos 10:51).

 

 

DIOS QUIERE DARNOS SU VISIÓN

 

El Señor quiere que reconozcamos qué es lo que realmente necesitamos. Hay veces que queremos que Dios nos cambie el medio ambiente y el hábitat en que vivimos, pero Él quiere cambiarnos a nosotros mismos, como dice el adagio popular: “si quieres que el mundo cambie, deja que Dios comience por ti”.

Y hay una segunda manifestación de esa visión, que es lo que Dios tiene para hacer a través tuyo en favor de otros, en favor de una ciudad, de una nación, o de un continente. Todo lo que Dios hace pasa por el vientre humano, aún el hijo de la gloria, el hijo del Dios viviente, el Mesías nació del vientre de una mujer. Todo plan de salvación, el salvador, el jefe, tuvo que pasar por un vientre humano; por tanto en la visión de lo que Dios va hacer, en el plan que Dios tiene para suplir lo desordenado y vacío tiene que pasar por concebirse primeramente en ti para que después lo veas.

Dice la Biblia: “habló Jehová a Abraham…”, “vino palabra de Jehová en visión”; la visión y la palabra están íntimamente ligadas, Dios fecunda nuestro corazón con su palabra y nos da la visión. Me acuerdo de los cuentos que me contaba mi abuelo; me contaba de un chanchito que vivía con otro chanchito, uno se llamaba “Negro” y el otro se llamaba “Trutrú”… él me hablaba y yo tenía un cuadro perfecto de Trutrú y de Negrito. ¡Así es Dios! Él habla en la quietud, en el silbido apacible, en el silencio, no en el terremoto, no en el fuego, que son manifestaciones de Dios, hablan en sí mismas de su poder y magnificencia pero su voz no está en ellas. Dios habla en la intimidad y en el silbido apacible y no solo te dice lo que va a ser de ti sino lo que va a hacer a través de ti.

Partimos del punto en que todos somos ciegos, y si no reconoces que eres ciego, ¡hazte ciego en esta hora para recibir la vista! Una cosa es ser salvo y otra cosa es ver a Cristo y ver la visión de Dios. Ser salvo es aceptar lo que Cristo ha hecho por ti, verle a Él es entrar en su presencia y contemplarle.

El día que le conozcas, pondrá en ti una pasión para que otros le conozcan, como pasó con Andrés, el hermano de Pedro, como le pasó a todos los que se le cayeron las vendas de sus ojos y pudieron verle como Él es.

Tengo que decirte algo en esta hora: No nos damos cuenta que la mayoría estamos ciegos; muchos ciegos había en el tiempo de Bartimeo pero se documenta que Bartimeo vio. Me impacta esa palabra que dice: “…y sanaba a los que necesitaban ser curados” (Lucas 9:11). ¡Qué extraño! En nuestras iglesias la mayoría de la gente no ve, mientras no tienes la visión de Dios. No inventes una visión ni la imites, no seas místico, sé espiritual y práctico, pragmático. ¡No inventes visiones! No nades tras la imaginaciones de tu corazón ni imites la visión de otros; hay algunos que imitan pero Dios nunca les mandó meterse en la visión que Él tiene para otros; lo que le funciona a otro, porque Dios lo llamó y le dio esa visión, no lo imites; mientras no tienes visión, sirve al hombre de Dios que sí tiene la visión de Dios. ¡Es un privilegio que te da Dios para que aprendas, te capacites y siembres para cuando Dios por su gracia y por tu fe te dé la visión para tu vida. Sigue al hombre que tiene la bendición de una visión de Dios.

Uzías era rey pero el tiempo en que fue prosperado fue cuando estuvo al lado de Zacarías, entendido en las visiones de Dios; tú no te das cuenta pero es un privilegio que Dios te da, es la voluntad agradable y perfecta (no siempre es cómoda), ¡sírvele, capacítate y aprende! Yo le agradezco a Dios por estar al lado del Apóstol y a la pastora Marta, todo lo que he aprendido, ha sido porque he estado al lado de ellos; en sus aciertos y en sus errores. Todos aprendemos de nuestros errores; tenemos que aprender de los nuestros y aún de los errores de los demás y especialmente de los que son pioneros, que tienen que pagar el precio. Cuando estés al lado del hombre de la visión de Dios, sírvele con alegría y como para el Señor, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de tu fe. Hazlo con amor y nunca te sentirás defraudado del hombre de Dios sino honrado; no le juzgues ni le condenes, es más fácil esa posición porque no eres molestado por lo que Dios te está exigiendo. El día que Jesucristo te encomiende a ti una visión, tendrás que dar cuenta a Dios de ella.

Tú no estás en su lugar, yo aprendí mucho a comprender y a entender en parte… es muy fácil ponerse en el lugar de Dios y juzgar y condenar, recuerda, “no juzguéis y no seréis juzgados”. ¡Espera la visión que se tarda! Porque la visión se tarda, dice Habacuc, pero espérala, porque es la prueba de tu lealtad a Dios y porque es la señal de que aún no estás preparado para recibirla. Espera el tiempo de Dios para tu vida. ¡No salgas! ¡Deja que sea Dios quien te saque! Y ocúpate de que tu corazón sea agradable delante de Él cada día, porque la visión tiene que ver mucho con el corazón. ¡El recibir la visión de Dios tiene que ver con el corazón! “Bienaventurados los de limpio corazón, ¿por qué? …porque ellos verán a Dios, tendrán visión espiritual.

No te vayas del lugar en donde Dios te ha puesto; si tú eliges otro lugar será peor; quizás elijas un lugar más cómodo, pero al cabo del tiempo te habrás estancado espiritualmente. ¿Días opacos, tristes, rutinarios y que no vemos nada? ¡Los hemos pasado! ¿Por qué? ¡Porque nos falta visión! No tenemos un cuadro de qué es lo que Dios quiere de nosotros y para qué nos ha capacitado y cuáles son los detalles de las cosas que hay que hacer. ¡Darle una obra a alguien que no tiene visión es darle un plano al que no es albañil…! En esos días en que eres probado en tu lealtad a Dios y en tu servicio, días opacos, grises, rutinarios, de hacer cosas como desenterrar maldiciones de cementerios o estar enterrado en el barro arreglando las riendas de una torre, ¡no se que te va a tocar a ti! Pero en esas circunstancias, mira a Jesús, no podrás atravesar esos días si miras las circunstancias que te rodean… ¡Mira a Jesús, no mires los detalles! Él está haciendo una obra en ti. Si estás contando todos los pormenores de la realidad humana, si estás desanimado y frustrado, no estás mirando a Jesús porque quien mira su rostro siempre tiene su consuelo.

Hay veces que te falta visión porque estás en la oscuridad y a veces la oscuridad es porque estás en pecado, en el pozo cenagoso, y obviamente, Dios no te empujó para que cayeras, te metiste tú. El Señor está en el negocio de pescarte de ese pozo, pero estás con falta de visión ahí abajo y el barro te llega hasta el cuello… hay veces que estás y no sabes qué hacer con tu vida, no puedes ya organizar nada porque parece que todo estuviera perdido, tienes un sentido de desánimo, de pérdida, hay falta de visión y hay oscuridad, y si no, pregúntale a Sansón: La visión espiritual se pierde por la desobediencia y la falta de lealtad a Dios pero también muchas veces la falta de visión viene porque Dios pone sobre ti la sombra de su mano y andas sin ver nada. Si te está pasando eso, si estás haciendo la voluntad de Dios y no estás en pecado y tienes ya una visión de Dios en tu corazón, es ya un óvulo fecundado, pero no ves nada, no le pidas a Dios que prenda la luz, Él puede haber puesto su mano sobre ti. ¡A mí me sucedieron las tres cosas! La oscuridad por mis pecados, la oscuridad por falta de visión y también la oscuridad por la sombra de la mano de Dios. Así le pasó a Abraham: “vete de tu tierra y de tu parentela a la tierra que te mostraré…” porque no la ves. A mi me tocó mucho el pasaje que está en Mateo 10:27: “lo que te digo en tinieblas dilo en la luz”. ¿Y cómo es eso? Hay veces que las tinieblas son síntoma de que no debes hablar sino callarte. No hables, no organices, no digas, ¡solamente escucha! Muchas veces Dios habla en tinieblas, mejor, no sea cosa que si estás con la luz prendida te pongas a hablar, a contarme todas las cosas que yo ya veo, por eso dice el Señor: “Mejor te apago la luz para que no veas nada, así me escuchas, ¡voy a hablar a tu oído! Óyelo en tinieblas y yo después prendo la luz y luego, échate a correr y sé mi parlante”. Hay veces que las tinieblas tienen que ver con el deseo que Dios tiene de que le escuchemos.

 

CONCLUSIÓN

 

¡Buena falta nos hace escuchar a Dios y no nuestros propios corazones! Pero cuando Dios te da una visión porque le te habla, entonces ahí sí sale a la luz. Recuerda de esperar el tiempo de Dios, y cuando recibas su visión, no hagas como José que se la contó a todo el mundo; al único que se la tendría que haber contado es a su papá, pero se la contó a su padre y también la puso en el noticiero televisivo, ¡y se armó el problema! Yo he compartido mi visión, la he hablado a solas, en la intimidad con mi pastor, ni aún la compartí con el pastor Andrés, que es mi amigo; es cuestión de principios que tiene la palabra de Dios, tienes que hablarla con tu pastor, con tu líder. ¡Él va a orar por ti! Recuerda que cuando María se halló concebida de Jesús, de la visión de Dios, ¿a dónde corrió? ¡Corrió a Zacarías y a Elizabeth! ¿Y quién era Zacarías? ¡El sacerdote! Ponte bajo la bendición de tus pastores y ellos van a orar y a interceder por ti. Me acuerdo que cuando le conté al apóstol acerca de mi visión, me dijo: “bueno, oremos y que Dios nos muestre”. El comenzó a mirar acá y a llamar allá, a uno y otro, hasta que este año me dijo: “No te quedes más, ¡corre!” Recuerda el último paso: Dios te da la visión y tienes que ir a tus sacerdotes. ¡Dios te bendiga!

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