DIOS QUIERE DARTE SU IDENTIDAD - Misión Vida para las Naciones

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Montevideo

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MENSAJES DEL CIELO

DIOS QUIERE DARTE SU IDENTIDAD

 

INTRODUCCIÓN

La lección de hoy está basada en Oseas 11:1-2: 1Cuando Israel era muchacho, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo. 2Cuanto más yo los llamaba, tanto más se alejaban de mí; a los baales sacrificaban, y a los ídolos ofrecían sahumerios”.

Este pasaje dela Bibliahabla de un tema importantísimo: De la identidad de Dios con su pueblo. A su pueblo Dios le llama “mi hijo”. Esa identidad está fundamentada y basada en la naturaleza que Dios le da a su pueblo, es decir, a su hijo; está fundamentada y basada en la realidad de que su pueblo es hijo de Dios, y que Dios es Padre de su hijo, que es su pueblo.

Las heridas más grandes que afectan a la sociedad, y que yo puedo ver en el corazón de la gente, son las que tienen origen en la falta de identidad o falta de relación una afectiva entre padres e hijos o viceversa. Los dolores más grandes que sufren los hijos, tienen que ver con las heridas causadas por la falta o ausencia de los padres, y por  la indiferencia o el rechazo que reciben de ellos. Y el dolor más grande de los padres, es provocado por las heridas que le causan sus hijos. Siempre las personas más cercanas a nosotros son las que nos producen las heridas más grandes. O sea, las relaciones más íntimas o las que debieran ser más íntimas, son las que producen las heridas más grandes. Siempre la herida es más grande es la provocada por un esposo o una esposa, que la producida por un vecino o un pariente lejano. ¡Las relaciones correctas le dan a la persona fundamento y estabilidad! De la misma manera, el hombre sin esa identidad y esa relación con Dios, de padre a hijo, es una persona descarriada y herida que vaga por el mundo sin tener claro el sentido de su existencia.

 

EL HOMBRE SIN DIOS ESTÁ VACÍO

 

Cuando predicamos el evangelio, y mencionamos la palabra “Jesús”, hay personas que sienten una especie de vibración interna, porque la identidad que tenemos con Dios como padre es algo que ha sido gestado desde la eternidad. Estados Unidos, Rusia, y otros países, fabrican y envían al espacio algunas maquinarias que dan vueltas alrededor de la tierra y se insertan en los satélites que hay en orbita. Hay una perfección en los trabajos, que aunque el viaje es larguísimo y aunque nadie vaya guiando nada, esos elementos que van en esos trasbordadores encajan perfectamente en el lugar que se les ha asignado. Aunque los satélites llevan muchos años flotando en el espacio y aunque los elementos hayan sido fabricados en otra fábrica distinta a la que fabricó el satélite, las cosas están hechas de tal manera que encajan el uno con el otro (en mecánica se llama hermanar los dos elementos). De la misma manera el hombre y la mujer funcionan por causa de entrar en una hermandad, o sea por hermanarse con Dios, con Cristo, y con aquellos que le pertenecen.

Hablé con una mujer que me dijo, que ella siempre escuchaba la radio y  tenía sintonizada su estación preferida, pero no sabía cómo, un día comenzó a escucharme y pensaba que era un cura. La mujer decía: “¡Qué cura más piola el que está hablando!” Al otro día me escucha de nuevo y cuando finaliza el mensaje, el locutor dice que la prédica que estaba al aire era el master número tanto del pastor Márquez. ¡La mujer estaba asombrada de que no era un cura, sino un pastor! Pero ya no pudo dejar de sintonizar nuestra emisora. Algo pasó en esa mujer, como cuando un muchacho ve a una chica y se queda magnetizado. De la misma manera sucede cuando predicamos acerca de Jesús; algo comienza a palpitar dentro del alma de aquellos que han sido predestinados, llamados, escogidos desde antes de la fundación del mundo.

Leí hace un tiempo, que en las pirámides de Egipto descubrieron tumbas de faraones en las que también había armas de guerra, agua, granos, comida, etc.; los egipcios creían en la resurrección a su manera o en la reencarnación, de modo que dejaban todo pronto para cuando el faraón se levante de la tumba. Hace cuatro mil años o un poco menos colocaron a esos faraones dentro de sus tumbas, y hace tan sólo unas décadas atrás descubrieron esas tumbas, quiénes eran esos faraones y encontraron también las armas y los granos intactos. Entonces, ¡o esos faraones no se levantaron nunca o se levantaron sin hambre! Se hizo luego un experimento con esas semillas encontradas, las cuales fueron sembradas, ¡y nacieron! Es que están hechas para germinar… ¡Todavía había vida en esas semillas!

Del mismo modo, hay un vacío existencial en las personas, que solo puede ser llenado por Dios; muchos lo quieren llenar y no saben con qué. Las personas buscan satisfacer ese vacío existencial que tiene dentro y no conocen que es Dios el único que lo puede llenar. Pero cuando reciben un mensaje como éste o cuando escuchan la palabra Jesús, sucede algo dentro de esa persona, es como el agua, que activa la vida que está dentro de la semilla. Dios tiene una relación con su pueblo, que los ateos y los humanistas no pueden entender y que algunos llaman energía pero nosotros sabemos bien que proviene del Espíritu de Dios. ¡El pueblo de Dios es “su hijo”!

Oseas 1:1 dice: 1Cuando Israel era muchacho, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo”. Egipto significa “esclavitud”; este versículo habla de sacar de la esclavitud a su hijo, es decir, a su pueblo. Israel se sentía débil, creía que nunca podría ser liberado; faraón era lo más poderoso que conocía, pero estaba equivocado, ¡no sabía que tenía un Dios que lo amaba! Pero un día el pueblo se enteró, vino el padre y dijo: “¡Este es mi hijo!” ¡Y así como fue con el pueblo de Israel, es con nosotros!

Éxodo 1:1-6 dice: 1Estos son los nombres de los hijos de Israel que entraron en Egipto con Jacob; cada uno entró con su familia: 2Rubén, Simeón, Leví, Judá, 3Isacar, Zabulón, Benjamín, 4Dan, Neftalí, Gad y Aser. 5Todas las personas que le nacieron a Jacob fueron setenta. Y José estaba en Egipto. 6Y murió José, y todos sus hermanos, y toda aquella generación”. El libro de éxodo comienza relatando que el tiempo en que Israel entró en Egipto, no era un pueblo, por lo tanto no era un hijo, sino que entró una sola persona llamada José (gobernador de Egipto) quien fue hijo de Jacob. Detrás de él entró una familia, y allí dentro se gestó un pueblo.

Ese pueblo se engendró y se desarrolló dentro de Egipto, es decir, en la esclavitud. No conocieron la libertad, nacieron esclavos. Del mismo modo, el hombre nace pecador, porque se gesta en el vientre de una mujer pecadora. ¡No conoce la libertad cuando nace! El ser humano nace en un territorio, que es el mundo, donde el que gobierna es satanás, el príncipe de la potestad del aire, según dice la palabra de Dios.

Dice la Bibliaque los hijos de Israel comenzaron a crecer en Egipto y los egipcios dijeron: “Seamos inteligentes con ellos”. ¡Y comenzaron a oprimirlos! Por lo tanto, los que iban naciendo, no conocieron lo que era la libertad, ¡nacían esclavos! No obstante, Éxodo 1:12 dice: Pero cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban y crecían, de manera que los egipcios temían a los hijos de Israel.” Los que son de Dios, aún antes de conocer la verdadera libertad, tienen dentro el ADN de Dios. He escuchado a algunos creyentes decir que cuando han ido a los curanderos o brujos, estos no les han podido hacer nada porque veían en ellos algo especial, como una protección o una cobertura, aunque en esos momentos no eran cristianos o estaban alejados de Dios. Si tú eres de Cristo, eres un escogido. ¡Dios te salió al encuentro cuando estabas en esclavitud! Estabas en esclavitud, pero tenías una fuerza que no sabías de dónde salía; muchos dicen que Dios había estado siempre con ellos aunque no le conocían. Otros han dicho que cuando escucharon la radio o fueron a la iglesia, al recibir el mensaje de poder del evangelio, sintieron como que habían encontrado algo que habían esperado o deseado toda la vida. ¡Les estoy hablando de la identidad! Mi hijo es mi hijo en cualquier lado donde esté, va a ser amado cualquiera sea la circunstancia que atraviese, no importa lo que suceda. ¡Esa es la condición de padre! Cuántas madres hay que se les conmueven las entrañas cuando su hijo va a la cárcel, y aunque no tienen dinero para ir a visitarlo, igual se van a pie tres o diez kilómetros; no importa que su hijo sea un criminal o haya sido procesado por algo muy malo, esa madre va y besa a su hijo. ¡Así es el amor de Dios! El mensaje más importante que existe sobre la faz de la tierra es: ¡Dios te ama! Cuando un niño nace, lo que más necesita es el calor de la madre y de su familia. Hoy en día no falta quien piensa que no hace falta eso, y que la familia puede ser cualquier cosa. Pero no hay nada más poderoso que el amor de un padre o el de una madre. En un hospital, se hicieron experimentos con la finalidad de conocer acerca de la importancia de las relaciones afectivas; probaron con un primer grupo conformado con niños abandonados, a quienes les dieron la mema sin tocarlos, sin hablarles, sin mostrarles afecto; esos niños perdieron las ganas de comer y comenzaron a secarse poco a poco. A un segundo grupo de niños, se les dieron todos los cuidados, pero con amor; les cantaron, les arrullaron y esos niños comenzaron a recibir vida. “No solo de pan vivirá el hombre”, dice la Biblia, y este experimento así lo confirma. Hablo todos los días con personas que desean morirse; no les sirve de nada el pan si ellos se quieren morir igual, porque la comida que comen no les produce vida. ¡Lo que ellos necesitan es vida! Necesitan algo que viene del mundo espiritual y les libere de la esclavitud.

Éxodo 2:23-25 dice: 23Aconteció que después de muchos días murió el rey de Egipto, y los hijos de Israel gemían a causa de la servidumbre, y clamaron; y subió a Dios el clamor de ellos con motivo de su servidumbre. 24Y oyó Dios el gemido de ellos, y se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob. 25Y miró Dios a los hijos de Israel, y los reconoció Dios”. ¡Cuántos hijos conocemos que durante años han esperado ser reconocidos por sus padres, que desean y hacen de todo por agradar a su papá o a su mamá, pero no hay forma… ¡no los reconocen! Un chico me decía: “Ninguna una cosa buena me decía mi mamá, así que mi papá la dejó. Ella ahora me grita y me dice, ¡vos tenés los genes de tu padre!”. ¡Descarga en su hijo toda la bronca que le tiene a su esposo! Nunca me voy a olvidar hace unos años, cuando fui al baño de la iglesia, donde un hombre como de sesenta años me detiene y me dice: “Pastor, no aguanto más, me siento asfixiado, me siento oprimido y ya no doy más. Todo lo que he hecho en mi vida es tratar de agradar a mi padre, quería demostrarle que yo era alguien, que yo podía, pero a mi padre nunca le importó nada de lo que yo hice”. El hombre era casado, tenía hijos y nietos, sin embargo estaba tremendamente oprimido porque había gastado su vida tratando de hacer cosas para que su padre lo apruebe. Hay padres que no reconocen a sus hijos, y eso provoca en ellos dolores y heridas tremendas, mas Dios no es así: ¡Dios vio al pueblo de Israel y lo reconoció! ¿Que reconoció Dios? Que eran de la descendencia de su amigo Abraham. El no necesita hacer un análisis de ADN para reconocer a las personas. Dios me ha permitido traerte este mensaje para que te sientas reconocido por El, para que entiendas que a través de esta palabra, te envía una señal a ti, que no te sientes identificado con El. Una cosa es creer en Dios y otra cosa es saber que soy parte de El, que mi sangre es su sangre y que mi ADN es su ADN. Ahora que Dios te da esta palabra y te envía una señal, puedes identificarte con El y entender que tu lugar está con el resto de los hijos de Dios.

Nadie puede entender que después de tres mil años de dispersión, el pueblo judío pudo conservar su lengua, sus  costumbres y sus creencias sin tener un territorio. Cuántas etnias se han perdido, se han mezclado, y no se sabe más de ellos, pero el pueblo descendiente de Abraham está total y absolutamente identificado. Algunos de ellos no se llevan bien, se declaran ateos o agnósticos  pero saben que son descendientes de Abraham, no pueden ignorar su genética o su identidad. Muchos fueron los años de su dispersión, entre ellos podemos nombrar los 70 años de esclavitud en Babilonia, luego con los griegos, con los medos-persas, con los asirios; fueron deportados una y otra vez, pero mientras más los oprimían, más fuertes se hacían. También Hitler los persiguió y mató seis millones de judíos pero todas esas vicisitudes no lograron hacer del pueblo de Dios un pueblo débil. Dicela Bibliaque cuando estaban en Egipto, cuanto más los oprimían, más fuertes se hacían. Hay algo de Dios dentro de ti que te hace resistir, que te hace ser fuerte aunque tú todavía no has recibido ese mensaje de identificación. Pero ahora sientes que perteneces a ese pueblo y que no eres como dicen, que todos somos hijos de Dios; no es que somos hermanos por haber sido creados por Dios, sino que somos hermanos aquellos que hemos adoptado la identidad de Dios, por haber recibido de Cristo, la sustancia, la naturaleza divina.

Dice en Éxodo capítulo 2  “oyó Dios… y se acordó”; después dice “miró Dios… y los reconoció”. Dios tomó la iniciativa y dijo: “Voy a bajar y voy a liberar a mi pueblo de la esclavitud”. La historia del pueblo de Israel, es la historia del creyente; el trato de Dios con el pueblo de Israel, es el mismo trato que El tiene con el creyente. Cuando el cristiano es liberado por Dios, no sale a la tierra prometida, sino que sale derecho al desierto. ¿Te ha pasado que te sentís como en un desierto? Cuánta gente dice que al llegar a Cristo, todo les va peor. ¡Es que Dios te está llevando a la tierra prometida! No hay cosa más linda que entender y reconocer que Dios me miró y se acordó de mí, que me llamó para que yo me identifique como su hijo. ¡El ya se ha identificado como padre desde la eternidad! He sabido de hombres que tienen hijos por todos lados, se alardean de que son terribles machos y sus hijos andan en terribles desiertos. Conocí una chica que por muchos años ha tenido la esperaza de que su papá le dé el apellido mas nunca se lo dio. ¡Pero Dios te quiere dar su apellido! ¡El quiere ofrecerte su paternidad! Lo más importante que necesita el hombre es paternidad. Si no la encuentra, se siente falto de identidad, se siente seco, vacío, en un desierto y camina y camina, pero no le encuentra sentido a su vida.

Veo a diario personas en la iglesia que están esperando un abrazo. Uno de los pastores del ministerio me ha contado que habló con una mujer que ha tenido miles de hombres, se ha prostituido para darle de comer a sus hijos y para comer ella. Un día escuchó el mensaje del evangelio y después se acercó al pastor quien la abrazó. La mujer se largó a llorar desconsoladamente y le dijo: “Pastor, es la primera vez que alguien me abraza sin ningún interés”. ¡Sintió que ese abrazo era distinto a cualquier otro abrazo!

 

CONCLUSIÓN

 

¿Has sentido el abrazo de Dios o tienes una religión? ¿Estás abrazando una religión o estás teniendo una relación con Dios? ¿Tienes una historia cristiana  o caminas con Dios? ¡Disfruta de esa identidad de hijo de Dios! Tú puedes expresar esa alegría de caminar con Dios a diario; no sólo que El te bendiga en tu empresa o en tu trabajo sino que desde que te levantas hasta que te acuestas puedes disfrutar de tu comunión con Dios, porque El es tu padre. Más importante que todas las cosas que puedas recibir de Dios es que puedas disfrutar de tu relación con El. Lo importante no es que tengas una esposa sino que puedas disfrutar con ella. ¡Hay gente que tiene que reconocer a Dios como su Padre! ¡Hay gente que tiene que abrirle su corazón a Dios! Algunos le tienen miedo porque han tenido problemas graves con sus padres y no saben cómo acercarse a Dios. Cuando entiendas y recibas el amor de Dios y sepas que El te ha mirado desde lejos, ha escuchado tus gemidos, se ha acercado y ha inclinado su oído hacia ti, te ha mirado y te ha reconocido, ¡ese será el mejor día de tu vida! Si por las noches no puedes dormir, si aún lloras en soledad, todavía estás en Egipto. Pero hoy Dios se ha acercado a ti y te dice: “Yo soy tu Padre y tu eres mi hijo”. ¡Recibe vida de Dios, en el nombre de Jesús! ¡No eres cualquiera, eres hijo! Lo que más necesitas no es trabajo, no es dinero, lo que más necesitas no es el reconocimiento de tu padre, o de tu esposo sino saber que Dios te reconoce, que se ha acercado a ti en esta hora y te dice: “¡Eres mi hijo! Con amor eterno te he amado, por tanto te prolongué mi misericordia”. Es inútil que te afanes por tener una vida cristiana mejor, es inútil que corras, que participes de actividades de la iglesia, que ofrendes, si no puedes disfrutar de tu relación con Dios. Si esta palabra ha tocado tu corazón, haz esta oración ahora mismo:

“Padre querido, reconozco que he vivido lejos de ti, sin reconocerte como Padre; pero hoy he escuchado tu voz llamándome y reconociéndome como tu hijo. ¡Limpia mi corazón! ¡Perdona mis pecados! Decido desde hoy caminar de acuerdo a tus planes y propósitos. En el nombre de Jesús hago esta oración, amén”.

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