EL ANHELO QUE TRANSFORMA TU VIDA - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

EL ANHELO QUE TRANSFORMA TU VIDA

Leemos en Santiago 4:5: “¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente?”

¿Por qué los cristianos se debilitan y pierden la fe? ¿Por qué en algún tiempo eran fuertes frente a determinadas debilidades o pecados y ahora están débiles? ¿Por qué, creyentes que tenían fuerza e ímpetu, que tenían fuego para orar, ahora no lo tienen? Personas que habían sido liberadas del poder de la droga y del alcohol, vuelven a reincidir en ello. Cristianos que habían sido liberados y perdonados del poder del adulterio vuelven a adulterar y pierden las fuerzas para congregarse. En un tiempo, el Espíritu de Dios estaba sobre ellos y no sólo fueron perdonados sino también liberados.

Señala la Biblia en 1ª Juan 1:9: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”.

El poder en la vida cristiana tiene que ver, no con lo que uno sabe de Biblia sino con la relación que una persona tiene con Dios. Y Él se relaciona con nosotros a través de su Espíritu Santo, quien muchas veces es ignorado, pero el que hace la obra de Dios en nosotros y en la tierra, es el Espíritu Santo. Cuando Dios quiere hacer algo envía su Espíritu Santo; cuando la tierra estaba desordenada y vacía, y había caos, el Espíritu Santo se movía sobre la faz de las aguas. Cuando había que hacer una obra como la que hizo Sansón, el Espíritu Santo vino sobre él. Jesús dijo: “El Espíritu de Dios está sobre mi, por cuanto me ha ungido, me ha enviado…” Así que es la unción de Dios, es su presencia la que trae poder a la vida del creyente. La unción de Dios es su presencia poderosa y tangible en la vida de un creyente. Pero nosotros no sabemos acerca de la unción de Dios por lo tanto no la anhelamos mucho, ni oramos tanto por recibirla. ¡Pedimos más por la comida o por un buen empleo que por la unción de Dios!

Hay cosas en la Biblia que tienen muchísimo valor pero que nosotros, al no entenderlas tanto, no valoramos ni anhelamos tenerlas. Muchos creyentes están esperando que Dios haga algo en sus vidas y no saben o no entienden que es Dios quien está esperando que la persona dé pasos hacia Él y haga algo para mejorar su relación con Él. Santiago 4:5 señala que el Espíritu que Él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente.

Hemos filmado un programa de televisión en el que una chica nos contó que no había conocido bien el amor de su familia, ni siquiera el de su padre quien había abusado de ella, ¡tuvo una vida muy complicada! Se crió con una mujer que pensaba era su mamá pero no, sino que era una amante del padre. La joven no conocía a su verdadera madre. Ella siempre ha visto a su padre con varias mujeres y eso la llevó a odiar a los hombres; no creía en el amor ni en el matrimonio y tampoco confiaba en ninguno de ellos. Así que desde el comienzo de su adolescencia estaba dispuesta a serle infiel a cuanto hombre pasara por su vida. Entonces conoció a un muchacho a los diecisiete años de edad y como no sabía nada de amor ni de ser amada, le era infiel aunque le tenía celos si lo veía con otra, lo quería para ella sola. La joven comenzó a provocarle celos, se vestía provocativa y andaba con otros hombres. El muchacho se enojaba por lo que hacía y la maltrataba pero ella se conformaba ya que su pensamiento era que si él se ponía celoso y la hería, era porque la amaba. ¡Era una infeliz! Él le hacía la vida imposible pero ella se consolaba pensando que si él actuaba así era porque la amaba, entonces siempre trataba de provocarle celos. ¡Vivía un caos porque aunque él se ponía celoso, también la engañaba! La joven no entendía acerca del amor…

Hay un celo y es el de Dios, éste es un celo santo, no es como el que nosotros conocemos. El celo de los hombres es destructivo. Pero, el Espíritu Santo que Él ha hecho morar en nosotros, nos anhela celosamente. Esto nos da la evidencia de que si no hay una relación fuerte con Dios, si no hay una unción poderosa en nosotros, no es porque Él no nos anhele. Muchos le piden al Señor que los toquen y se ponen mal porque Él no lo hace, quieren sentir su presencia pero no la sienten, o piensan que hicieron algo malo por lo que no merecen que Dios haga algo en sus vidas. Dios nunca piensa en no querernos y no anhelarnos, así que, si crees en la palabra de Dios, quédate tranquilo que el Espíritu Santo te anhela. ¡Tienes que creerlo! ¡Si no sucede algo en mi vida no es porque Dios no me anhele! ¡El problema no está en Dios sino en nosotros! No hay tal cosa como que yo lo anhele a Dios pero Él permanezca pasivo; sí hay un inconveniente, y es que la presencia de Dios y su unción sobre las personas, si bien es por gracia y gratuito, no la derramará sobre quien no lo valora. ¡Dios quiere que tengamos un anhelo santo por Él!

            ¿CUÁL ES TU ANHELO Y TU MOTIVACIÓN?

Dios se basa en nuestros anhelos; supongamos que sientes el deseo de tener una pelota de fútbol y se la pides a Dios incesantemente; si ese es tu anhelo, la vas a tener. Le pides una casita y te la da. Dios responde a nuestros pedidos, pero nuestras peticiones no significan que recibiremos lo mejor que Él tiene para nosotros. Mejor que la pelota de fútbol y la casita es la presencia poderosa de Dios en nuestras vidas, pero no la valoramos ni anhelamos tanto o la pedimos pero lo hacemos mal. ¡Muchos quieren sentir la presencia de Dios pero no saben ni para qué la quieren! Otros piensan que si Dios los llena van a sentir una cosquillita o un calorcito ¡y se terminó! ¡Ya están conformes con eso! Si no sabemos bien qué es la unción y para qué es, es lo mismo que no tener un anhelo santo por Dios.

Jesús dijo: “El Espíritu del Señor está sobre mi por cuanto…me ha enviado”. La unción de Dios tiene un propósito y éste es, revestir al creyente de su poder y su gracia para vivir la vida cristiana y para hacer sus obras. El objetivo de la unción de Dios no es que sientas una cosquillita o calorcito sino recubrirte, revestirte y equiparte para que tengas una vida de poder. En los encuentros que se realizan en Monte Beraca, la unción se mueve más que en la misma iglesia y te reitero, Dios responde a nuestros anhelos. Cuando alguien asiste a un encuentro, va sabiendo que no es para que Dios le regale una heladera o un novio sino para tener un encuentro con Él. No se trata de que asistas a un encuentro porque Dios te va a abrir puertas para que puedas lograr alguna cosa sino para que te encuentres con Dios mismo; eso para Él ya es muy significativo. Otra cosa significativa es que quienes van a un encuentro toman la decisión de dejar de lado sus actividades para buscar a Dios, entonces, la motivación para ir a un encuentro es muy distinta a la que la persona tiene para asistir a la iglesia. Unos asisten a la iglesia porque tienen algún pariente enfermo, otros porque alegan que van porque hay que ir, otros dicen que siempre se congregan por ejemplo, los sábados. ¿Cuál es tu motivación? ¡Dios conoce tus motivaciones!

Viene a mi memoria una mujer que asistió recientemente a uno de los encuentros. Comenzó a tener hambre por Dios y empezó a buscarlo; ella tenía una vida bastante infeliz, como cualquier hijo del diablo, le veías su cara pero no tenía brillo, no tenía el gozo del Señor, ni fe, ni esperanza, era una cristiana del montón. ¿Qué hacen los cristianos? Van a la iglesia. ¡Qué bárbaro! ¿Es contagioso eso de ir a la iglesia, no? Es bueno ir, y aunque ella era una buena persona no tenía una vida motivada de la que pudieras decir: “¡Guau! ¿Qué tiene esa mujer?” Era como cualquier hijo de vecino, con los mismos problemas. La mujer nunca dejó a sus hijas participar de los campamentos Beraca porque tenía miedo de que les pasara algo. No pensaba que al ir al campamento Dios las iba a tocar sino que les podía suceder algo malo. ¡Mira lo que genera el temor en la vida del creyente! Ella anhelaba una vida más feliz, significativa, trascendente, entonces Dios comenzó a obrar; un día soñó que era una niña y se manoseaba con una prima, se despertó angustiada, preguntándose por qué había soñado semejante cosa hasta que se acordó que cuando era niña estaba jugando a la mamá y al papá con su prima y se comenzaron a tocar una a la otra. ¡Ella tuvo esa experiencia, pero se había olvidado de ella! Ahora, tiene hijas y siente miedo de mandarlas al campamento y no sabe por qué, pero en la búsqueda de Dios decide ir a un encuentro y allí el Señor le revela lo que sucedió en su niñez. Ella no se acordaba de lo que pasó cuando era niña ni relacionó lo que soñó con su prima con el hecho de no dejar a sus hijas ir al campamento, pero asiste al encuentro y Dios le revela que el miedo que sentía era que a sus hijas les sucediera lo mismo que le pasó a ella. Quiero que te des cuenta que en esos detalles se muestra el poder de Dios, Él saca a la luz lo más recóndito, lo más escondido, algo que a simple vista no es nada: ¡Lo que vivió no fue una violación sino un juego de niños que afectó toda su vida! Todo eso salió a luz porque la unción de Dios opera en los encuentros que se realizan en Monte Beraca.

Cuando hay gente que busca a Dios no le queda otra, Él se manifiesta y si te viene un anhelo santo de Dios se juntan el anhelo del Espíritu Santo, ya que Él te anhela celosamente, con tus deseos y la presencia de Dios viene a tu vida. Dios no le dará unción, poder o presencia a alguien que no lo anhela. Me preguntarás: ¿Y cómo hago para tener anhelos? ¡Dios te está hablando en esta hora para que comiences a tener anhelos por Él! Comenzarás a pedirle menos pavadas y te enfocarás en las cosas importantes. Dios tiene cosas muy importantes para darte pero, ¿para qué te va a dar su Espíritu Santo si a ti no te importa? Tú quieres que Dios te arregle alguna deuda, quieres que te solucione problemas triviales pero, ¿qué de anhelar al Espíritu de Dios? ¡Ah, ni sabía que había que anhelarlo!

Ahora, la mujer sabía que iba a un encuentro con Dios, ella no fue a pedir pavadas sino que sabía que necesitaba una mejor relación con Él y entonces el Señor le mostró de dónde provenían sus temores. Ella descubre eso y aprende que el temor es un pecado, éste actúa como un dios, el temor ata y debilita, y no te deja tomar decisiones. Cuando una persona tiene temor no hace lo que ella quisiera sino lo que el temor le predica; lo que éste no le permite no lo hace y ella se dio cuenta que estuvo atada a sus temores, le pidió perdón a Dios y el temor se fue de su vida. ¡Fue libre! ¡Le ha cambiado la cara, ahora está feliz!

¡La unción actúa sobrenaturalmente! ¡Ningún médico le iba a poder quitar de adentro ese temor! ¿Quién iba a revelar eso? Dios trajo luz sobre algo que estaba muy oculto y escondido. ¡La unción de Dios se mueve poderosamente!

Muchos quieren tener la unción de Dios, la presencia del Espíritu Santo para servir a Dios y tocar a otras personas. “¡Señor, yo quiero servirte, lléname de tu presencia! ¡Quiero tocar a las personas y que caigan reventados al piso por la unción poderosa!” Pero lo más importante que Dios quiere, es transformarte a ti. Lo más importante que quiere la unción, no es que tú transformes a otras personas sino que ésta te transforme a ti. No nos damos cuenta que al primero que Dios anhela es a nosotros. “Yo no estoy bien pero quiero impactar, no estoy bien pero quiero poder. “¡Dame poder Dios mío! Yo quiero que se vea en mí, tu gloria”. “¡Para que se vea en ti mi gloria, dice el Señor, primero te tengo que transformar a ti!” ¡Tienes que tener anhelos de ser transformado por Dios! Cuando tú le dices: “Tócame Señor”, debes entender bien qué es lo que le estás pidiendo porque Él piensa en un tipo de toque y tú piensas en otro. ¡Dios te quiere matar! Él quiere destruir toda carnalidad en ti y toda iniciativa humana. Cristo dijo que lo que es nacido de la carne, carne es y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. Entonces, para poder usarte te tiene que transformar, tiene que anular toda iniciativa tuya para que prosperen sus iniciativas en tu vida. Antes de que tú toques a otros con el poder de Dios, Él tiene que reventarte a ti, tiene que poder meter la mano y ahí comienza el dolor de la carne porque a ésta no le gusta si no es ella la que gobierna, y lo que Dios quiere es tocarte. ¡Muchos quieren tener poder para tocar y trasformar a otros, quieren tener dones pero no se dan cuenta que, lo primero que Dios quiere hacer es tocarlos primero a ellos! ¡Dios quiere tocarte primero a ti!

¿Realmente anhelas un toque poderoso del Espíritu Santo en tu vida? “Señor, aunque yo nunca pueda hacer nada más por ti y por la gente, que tú puedas hacer lo que quieres en mi. Que tú te salgas con la tuya en aquello que quieres para mí”.

            MÁS QUE SABER, NECESITAS LA PRESENCIA DE DIOS

Más importante que saber es tener. Tú puedes saber mucha Biblia, mucha teología, puedes saber muchos versículos de memoria, pero si la unción de Dios no está en ti eres un pobre infeliz, eres una persona débil porque lo que se necesita es presencia de Dios.

Lo que la gente necesita de ti no es lo que sabes de la Biblia, ellos deben ser tocados con la presencia de Dios. Cuando pones tus manos sobre las personas éstas deben ser tocadas por Dios, así que no es lo que sabes sino lo que tienes. No es que tengas el poder sino que el poder te tenga a ti. No es que tengas al Espíritu Santo sino que Él te tenga a ti. No es que tú tengas la gloria sino que la gloria te tenga a ti. En eso consiste ser reventados por Dios, en eso consiste estar muertos, haberme negado a mi mismo, haber ido a la cruz, en que Cristo me tenga a mí. No que yo tenga la unción sino que la unción me tenga a mi, no que sea un instrumento mío sino que yo sea un instrumento de la unción.

Hechos 1:7 y 8: 7Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; 8pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”.

Hay cosas que tú no las tienes que saber, pero lo que necesitas es recibir el poder del Espíritu Santo. La Biblia no dice “tendréis poder” sino “recibiréis”. ¡Hay una diferencia en que yo reciba poder y que lo tenga! Yo no tengo poder, yo recibo poder. ¡La unción de Dios me da poder! El problema de Dios es que tiene demasiados creyentes débiles que no reciben poder, y el Espíritu Santo que Él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente, entonces dice la Biblia, recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo y me seréis testigos. ¿Qué es un testigo? No es alguien que vio en este contexto bíblico sino alguien que presenta evidencias. Un testigo veraz es alguien que puede demostrar algo, entonces, recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo y me seréis testigos, o sea que presentarás a la gente pruebas.

¿Cuáles son las pruebas de la unción? ¿Cuáles son las pruebas del poder que recibimos por causa de la unción? Las pruebas son, que los demonios huyen, las enfermedades huyen y la gente se entrega a Cristo. Las personas se entregan a Jesús por la unción, por el poder y la presencia del Espíritu de Dios en ti, no porque hablas bonito. Cuando la unción de Dios está sobre ti sucede que la gente se convierte, cuando la unción no opera sobre ti, no se convierte ni el loro. ¡No se convierte nadie! ¡Si no hay unción en tu vida, no hay evidencias, no eres testigo, no sanas ni liberas a nadie y no conviertes a nadie!

No se trata de ser cristiano para pasarla bien, vivir en paz y no tener tantos problemas. ¡Vas a tener problemas! Recibiréis poder no significa que ya lo tienes; el poder viene por causa de una relación con el Espíritu Santo, así que lo que sabes de la Biblia no tiene nada que ver con lo que Dios necesita que tengas. No digo que no hay que saber, hay que conocer la palabra de Dios, pero si sabes mucho de Biblia y no tienes esa relación que el Espíritu Santo anhela tener contigo, entonces no tienes poder para nada, no convences a nadie. No te salen palabras ni poder, ¡no pasa nada! Entonces no puedes ser lo que Dios anhela de ti. Cuando Él ve que no hay en ti lo que quiere, se produce una frustración, se contrista el Espíritu de Dios porque Él te anhela celosamente. El Espíritu Santo no quiere un templo en el planeta Tierra, Él quiere vidas; no quiere un parque de diversiones, el anhelo de Dios son las vidas. ¡Te quiere a ti! El Espíritu Santo no quiere un auto de carrera ni un avión, no le motiva nada de lo que nos motiva a nosotros, nada de eso admira a Dios. ¡El Señor anhela celosamente a las personas! ¡El Espíritu Santo te anhela a ti! ¡Dios no anhela tanto que tengas un mejor empleo sino que te anhela a ti! ¡Él no quiere ni oro ni plata, Dios te anhela a ti!

Hay muchas cosas que anhela la gente como salir de vacaciones, pero al Espíritu Santo le importa un bledo todo eso, su mayor anhelo son las personas. ¡Qué grandioso que habiendo un universo tan vasto y habiendo tanto en este planeta, el Espíritu Santo no anhele una ballena, un delfín o un elefante sino que nos anhela a nosotros los seres humanos celosamente! La gran obra de Dios en la tierra será hecha con la gente que su Espíritu conquiste por su anhelo celoso. Que Dios me anhele de tal manera, me hace sentir bien. ¡Qué hermoso es saber que Dios me anhela! No tengo que buscarlo tanto, tengo que creerle; no tengo que pensar por qué no me toca, tengo que creerle que me anhela celosamente. ¡Sólo falta que tú lo anheles!

Anhelar un toque no es anhelar al Espíritu Santo, anhelar un fueguito o caer al piso no es anhelarlo.

¡Señor te anhelo, te busco, te necesito; Señor, me alegra ser tu hijo! ¡Señor amado, te anhela mi alma, tengo deseos de ti! ¡Lléname de tu presencia! Esto no es para incrédulos sino para creyentes. El Espíritu Santo que ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente, o sea que ya está el Espíritu, ya eres creyente, pero su Espíritu Santo anhela tenerte. Él nos dice: “¡Lo que yo podría hacer contigo si me dieras el lugar que quiero tener en tu vida!”

Es más importante tener la unción que saber tanto. Entiende que yo no digo que no hay que saber, hay que conocer la Biblia pero el conocimiento de la palabra de Dios no te trae la unción sino el anhelo por Dios. ¡No se trata de conocimiento sino de relación! El verdadero conocimiento de Dios no tiene que ver con lo que yo aprendí de la Biblia sino que es un conocimiento íntimo, espiritual, que viene por causa de anhelarlo.

            CONCLUSIÓN

¡Toca nuestras vidas, Señor! ¡Provoca un anhelo santo de ti en nosotros!

La vida cristiana es una vida sobrenatural y las obras que ésta produce son sobrenaturales; los poderes que enfrenta la vida cristiana son sobrenaturales. ¡Todo es sobrenatural! Yo te pregunto: ¿Tú vives una vida sobrenatural? Nada de eso se manifiesta por el solo hecho de asistir a la iglesia o porque me sepa muchos versículos bíblicos, eso viene por la presencia poderosa, por la unción poderosa del Espíritu Santo en mi vida.

Yo anhelo que el Espíritu Santo me llene más, yo quiero su unción, se que si estoy más lleno de Él, las vidas serán tocadas. Tú puedes conocer que Dios es poderoso  pero no experimentar ese poder, o sea que, saber no es recibir poder.

Asistió a unos de nuestros encuentros, una mujer que no podía sonreír, estaba llena de odio, muy resentida y con deseos de venganza. Unos menores, en un ajuste de cuentas, mataron a su esposo, y desde ese entonces ha vivido amargada, envenenada, odiando a esos menores que han matado a su esposo. Sabemos que esos pequeños infractores cometen algún delito, los encierran por un tiempito pero salen de nuevo. La mujer masticaba la injusticia sin saber qué hacer, así se iba enfermando, hasta que un día decide asistir a un encuentro dispuesta a buscar a Dios. Mi señora le hizo ver que el odio que ella tenía la iba a consumir y necesitaba pedirle a Dios que la ayudara a perdonar a esos niños, entonces el consuelo divino vendría sobre su vida. La mujer le preguntó: “¿Qué es el consuelo?” ¡No sabía lo que era eso! Pasaba noches sin poder dormir, vivía mal, hasta la comida le caía mal porque sus estados de ánimo la estaban enfermando, pero va al encuentro buscando a Dios. En oración, allí la mujer le pide perdón a Dios por su odio y perdona a esos chicos que asesinaron a su esposo. ¡Cuando finalizó, comenzó a reír! ¡El consuelo de Dios vino sobre ella! ¡Su rostro le había cambiado! ¡Sólo la unción produce esas cosas!

La gente no puede salir de su amargura, pero quiero decirte que la unción destruye ese sentimiento. La gente dice: “Yo no puedo dejar de odiar por lo que me hicieron”. Pero cuando la unción se hace presente, destruye el odio y trae paz a las vidas.

En las películas te venden la idea de que el día que te vengues tendrás paz. Termina la película y el héroe que achuró a ochocientos, sale sacando pecho. ¡Eso sólo pasa en las películas! Pretenden enseñarnos que matando, vengando y odiando se hace justicia. ¡Eso no es hacer justicia sino que acarrea más amargura y tristezas! ¡Pero el amor de Dios sí, transforma las vidas! La unción puede hacer cosas que ni te imaginas. Muchos creen que están bien, alegan que son cristianos, que van seguido a la iglesia, ofrendan, diezman, ¡pero están mal! ¡Hay cosas que no sabes y que Dios quiere sacar a luz! Tus anhelos por Dios harán que te unas al anhelo del Espíritu Santo y el Señor alumbrará tu existencia, alumbrará tu camino. Noto que hay creyentes que no saben ni para qué están en el mundo. Para mí es doloroso estar predicando y ver gente que se levanta y se va igual que como vino. Pero cuando comiences a anhelar la presencia de Dios en tu vida, cuando anheles al Espíritu Santo, entonces recibirás poder. Dios alumbrará tu existencia, alumbrará tu entendimiento y esas cosas que están ahí y no sabes cómo resolverlas, en un instante Él las resolverá. Señala la Biblia que la unción deshace los yugos. El yugo que tenía esa mujer, que el infierno le puso cuando esos chicos mataron a su esposo fue deshecho por la unción del Espíritu Santo. ¡No está más! ¿Y qué hay ahora? ¡Hay paz y gozo! ¡Una mujer que antes estaba llena de odio ahora puede sonreír!

¿No vale la pena aspirar a una vida así? ¿A qué aspiras tú? ¿No tienes aspiraciones santas? ¿No quieres ver su gloria, recibir su poder y su presencia?

Dile a Dios entonces: “Señor, dame ese anhelo santo de ti. Perdóname porque he anhelado y te he pedido tantas cosas, y cuando no me lo has dado me he amargado, hasta me enojé contigo cuando no recibí lo que quería. Dame Señor lo que tú quieras, dame eso que tienes para mi. Si tu Espíritu Santo me anhela celosamente quiero eso que quieres para mí. ¡Quiero la unción, el poder, la presencia, la gloria! Tócame en esta hora Dios, úngeme, sopla sobre mí, te lo pido en el nombre de Jesús. ¡Lléname de tu presencia! ¡Te anhelo Señor! Te deseo, te necesito, dame más de ti, Señor. No quiero otra cosa, quiero más de ti, Señor. Te entrego mis anhelos, cambio cualquier proyecto mío por tu presencia, cambio todos mis planes por los tuyos, Señor. ¡Entrego todo por ti, Señor! ¡Tú eres la perla de gran precio que yo necesito, Señor! Te necesito a ti más que a nada en la vida. He gastado mi vida, mis esfuerzos y mi dinero en mis proyectos, líbrame hoy Señor, te entrego mi vida, cambio todo por tu presencia. ¡Tócame, lléname de ti y permanece en mí, Señor! Espíritu Santo quiero que tu unción venga sobre mí y permanezca, te lo pido en el nombre de Jesús, amén”.

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