EL PACTO SUPREMO - Misión Vida para las Naciones

Av. 8 de octubre 2335

Montevideo

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MENSAJES DEL CIELO

EL PACTO SUPREMO

INTRODUCCIÓN

Quiero hablarte acerca de conceptos que debemos entender bien y mantener firmes en nuestras vidas; uno de ellos es que el matrimonio no es un proyecto entre dos personas, sino que es un proyecto de Dios. Por lo tanto no existe eso de que ibas pasando, la miraste, entonces vino un angelito y quedaste flechado; esas son cosas que tienen que ver con el folklore del enamoramiento, del noviazgo y del matrimonio pero es Dios el que está en el asunto del matrimonio desde que naces hasta que mueres. Es el Señor el que guía tu vida, sólo que tú tienes que dejar que Él vaya al volante. Dios forma los matrimonios, por ejemplo, lleva a una persona a otro país y allí se enamora; así sucedió con una de las jóvenes que está ayudando en el hogar de niños en Haití: Vanny se fue de Uruguay a servir en esa nación y allá Dios la casó con un hombre de color. En mi caso fue distinto, ya que Marta, mi esposa, vivía al lado de mi casa, así que yo jugaba a la pelota con mis hermanos y la arrojaba para la casa del vecino, entonces me asomaba y gritaba: “Marta, ¿puedo pasar? ¡Quiero sacar la pelota!” Lo cierto es que fue Dios quien intervino, y no cupido. Yo vivía al lado de la casa de Marta y me crié con ella y nunca me había percatado de lo linda que era y un día dije: “¡Uuuuuuuuuu!”

Dios diseñó al hombre y a la mujer, los dos tienen distintos diseños, no sé si estás al tanto del asunto. Debemos tener en cuenta que cuando existe un diseño, existe también inteligencia, por lo que donde hay diseño hay inteligencia; yo no creo que un vaso haya sido pensado por la casualidad sino lo hicieron con un fin y es el de contener líquidos. Alguien lo pensó y alguien lo diseñó y siempre, detrás de un diseño hay inteligencia. En el caso del hombre, la inteligencia es de Dios y no de la madre naturaleza ni del azar; yo no creo que el azar sea tan inteligente para formar un hombre tan bien formado y tan lindo como yo, tampoco creo que haya creado una mujer tan linda como mi esposa. Como yo soy inteligente, no puedo creer que de la nada surgió un ser humano como yo, pero eso es lo que se enseña en las escuelas y universidades para justificar el hecho de que Dios no existe, que provenimos de la materia, que somos fruto de la casualidad o del azar. El azar hizo a una mujer, que vino a existir en el mismo tiempo en que existía un hombre, que también hizo el azar para que ellos se juntaran y tuvieran hijos. ¡Esto es difícil de creer!

Dije que hay diseño y hay inteligencia y si hay diseño e inteligencia entonces hay propósito, porque si tú encuentras algo que no tiene forma ni se sabe para qué es, tal vez lo haya hecho la casualidad, en cambio un tenedor por ejemplo, fue hecho con un propósito, alguien pensó que a la vaca había que pincharla. El tenedor es fruto de un diseño inteligente y el propósito de éste no es tomar sopa sino pinchar los alimentos sólidos y llevarlos a la boca. ¡Todo diseño tiene propósito!

TODO DISEÑO TIENE PROPÓSITO

Cuando Dios hizo al hombre y a la mujer, los hizo con un propósito, y cuando los unió en una relación llamada matrimonio también fue con un propósito; no es una unión casual ni un proyecto entre un hombre y una mujer sino que es un proyecto de Dios, por lo tanto hay propósito y los proyectos de Dios son trascendentes. El Señor no creó a los hombres y a las mujeres y los puso en el mundo para luego observar a ver qué hacían sino que Él tiene proyectos con la humanidad; su plan era poblar el planeta Tierra y rescatarlos para formar una familia, para darles vida eterna y que esas personas poblaran el reino de Dios y reinaran juntamente con Él.

El matrimonio no es la imposición de la religión ni de la sociedad; el matrimonio es un proyecto con propósito de Dios para bendición del mundo y el Señor pensó el matrimonio para que las generaciones a través de éstos fuesen bendecidas, seguras, llenas de esperanza, felices y animadas.

Dios no quiso poner una carga opresora sobre el hombre y la mujer sino que quiso bendecir al mundo, porque su deseo fue que no haya hijos rechazados o no deseados. El Señor siempre quiso que los hombres amaran a las mujeres y que éstas los amen a ellos y deseen tener hijos, y que usen sus diseños tanto de mujer y de hombre para ser los mejores padres y las mejores madres. Para que el plan saliera bien, Dios puso virtudes en el hombre y en la mujer, y les dio a cada uno ciertas cosas que el otro no tiene y desea. La mujer desea tener a su lado un hombre que la cuide, que la ame y la proteja, ella necesita apoyarse en él; la mujer de Dios quiere y necesita ser la ayuda idónea del hombre y luchar junto a él por los proyectos de Dios.

Dice Génesis 2.24: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”. Dios creó a la mujer del costado del hombre; cuando Dios sacó la costilla de Adán sacó algo de él e hizo una mujer y se la presentó al hombre, por lo que Adán declaró: “Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne…” Ya no serían dos sino una sola carne, esto es, unidos en todo lo que tiene que ver con lo natural, unidos en cuerpo, en alma y espíritu. Dios no hizo a la mujer para que ésta sea competencia del hombre. Cuando la mujer se harta del hombre o se desencanta de él, quiere independencia, quiere ser ella y que el hombre no se meta en su vida, de ahí surge el matriarcado, es decir, el gobierno de la mujer en el hogar, donde la mujer lleva los pantalones y el marido no existe. Hay mujeres que dicen que no necesitan un hombre para tener hijos, ellas se eligen a la carta el semen de cualquiera y tienen los hijos que quieren porque se saben manejar solas y no necesitan de nadie. ¡Esas mujeres son una costilla autogestionante!

Cuando el hombre no entiende qué es él es para la mujer, cuando no entiende para qué fue creado en relación a la mujer, se cree el macho, de ahí surge el machismo, esto es cuando el hombre se cree superior a la mujer y ésta tiene que obedecerlo y someterse porque él es el hombre. Cuando éste piensa que es superior se produce un desbalance moral; si para él la mujer es inferior no le tiene que rendir cuentas a ella porque es el macho, entonces se puede acostar con cualquiera, en cambio su mujer no. En el mundo hay muchos hombres que destrozaron sus hogares porque se creyeron que podían adulterar cuanto quisieran.

En un encuentro de matrimonios en el que estuvimos ministrando, una mujer le confesó a su esposo que le había sido infiel en el tiempo en que estuvieron separados; la separación fue provocada por él ya que se drogaba además de ser muy mujeriego. En ese tiempo en el que estuvieron separados y en que él no quería saber nada de su esposa, aunque ella lo buscaba porque quería reconciliarse, viendo que era imposible, sucedió que la mujer se encontró con un ex novio y se acostó con él. El marido se enteró de esto en el encuentro en el que participaron, y se fue muy enojado. Cuando el hombre se cree superior, acepta para él normas morales que no acepta para la mujer.

Dije que cuando la mujer se cree superior al hombre surge lo que llamamos el matriarcado y cuando es el hombre que se cree superior surge del machismo; todo esto son distorsiones del plan de Dios. La Biblia nos enseña que el matrimonio es un prototipo o un reflejo en la tierra de lo que sería la relación espiritual que existe entre Cristo y la iglesia, también nos enseña que Jesús es la cabeza de la iglesia y la ama de tal modo que se entrega, dando su vida por ella, la cuida y la sustenta, así debe ser el varón. La iglesia se sujeta y ama a Cristo y le es fiel; eso es lo que el matrimonio está llamado a ser, un reflejo de la unión entre Jesucristo y la iglesia. El Señor está enamorado de su amada y la iglesia es la unión en un solo cuerpo de todos aquellos que han sido limpiados por la sangre preciosa de Jesucristo y tienen vida juntamente con Él; Jesús ya les ha dado vida y están unidos desde aquí abajo y por toda la eternidad.

Los hombres debemos aspirar a ser con nuestras esposas como Cristo es con la iglesia. Dios decidió que por la unión del hombre y la mujer sean un solo cuerpo, lo cual significa que no hay separación y que esa unión es para siempre hasta que la muerte los separe, y estableció que la relación entre el hombre y la mujer debe ser una relación de pacto así como Cristo estableció una relación de pacto con la iglesia. Al celebrar la Santa Cena, cuando Jesús levantó la copa de vino y la bendijo, dijo: “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por vosotros”. (Lucas 22:20) Jesucristo se comprometió con nosotros mediante un pacto y quiero hablarte acerca de la importancia del compromiso y de lo que nosotros declaramos con nuestra boca ya que cuando un hombre y una mujer hacen un pacto hablan con su boca y prometen mutuamente amarse en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza y ser fieles el uno al otro hasta que la muerte los separe.

Hay algo muy importante a resaltar en un pacto; la Biblia dice en 2ª Timoteo 2:13: “Si somos infieles, él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo”. El amor de Dios con nosotros es un pacto unilateral ya que el Señor se compromete conmigo a ser fiel aunque yo le sea infiel. Cuando existe un verdadero pacto entre un hombre y una mujer no es un contrato entre dos personas sino una unión de dos personas que unilateralmente se prometen amor y fidelidad en cualquier circunstancia. El amor no cobra, sino que da; entonces la mujer promete al hombre amarlo pase lo que pase, aunque él le sea infiel y aunque no cumpla lo que promete y el hombre declara exactamente lo mismo. No depende de cómo se comporte mi cónyuge ni de lo que haga, porque yo he decidido delante de Dios amarlo.

El matrimonio no es un contrato ya que en éstos hay clausulas, por ejemplo, está especificado que si tú pagas tienes derecho a recibir lo que se estipuló pero si no lo haces entonces te cobran multa; en definitiva, un contrato se trata de que si tú cumples con tu parte yo también cumplo con la mía pero si no haces lo que prometiste yo soy libre de no cumplir lo que te he prometido; esto, pues, es muy diferente a un pacto. El pacto matrimonial es como el que Dios tiene con la iglesia; Él nos amó con amor eterno y no lo hizo porque somos buenos, a mí no me amó porque soy bueno ya que no lo soy ni me amó porque soy justo, Dios me amó desde la eternidad con amor eterno porque es su condición y su fidelidad es inamovible. Al hablar de fidelidad entendemos que hablamos de algo que no existe en el corazón del hombre, sólo existe en el corazón de Dios y en quien el Señor ha puesto el poder y la capacidad de ser fiel.

El matrimonio es la unión de personas que han entendido que Dios es el autor del verdadero matrimonio ya que hoy en día vemos unión entre dos hombres, dos mujeres, etc. Yo me refiero al que diseñó el Dios inteligente; el Señor pensó en la unidad entre el hombre y la mujer para cumplir sus proyectos eternos. Yo tomo muy en serio las uniones matrimoniales y me siento un héroe cada vez que caso a una pareja; está tan vapuleado el matrimonio y tan complicado, que aquellos que luchamos por el matrimonio que Dios estableció realmente somos héroes.

Con mi esposa nos fuimos al interior del país a oficiar un matrimonio y nos regresamos enseguida ya que comenzaba en Monte Beraca un encuentro para matrimonios, pero al llegar a la ceremonia les dije a los novios que estaba ahí porque consideraba que el casamiento era un acto sublime ya que donde hay un hombre y una mujer que quieren invitar a Dios a que selle ese pacto es algo maravilloso. Creo que estamos haciendo historia en un país con altos índices de divorcio, más que casamientos, esto es porque la infidelidad es el fruto del corazón del hombre. En la ceremonia de la que participé, el juez de paz dijo a los novios entre otras cosas que se debían fidelidad uno al otro. Yo quedé impresionado porque el estado no enseña de fidelidad, más bien apoya el hecho de que las personas pueden tener relaciones con quien quiera, donde quieran sin que nadie le pueda recriminar, ni siquiera el cónyuge. Según el estado tú puedes acostarte con el vecino a sabiendas de tu esposo porque eso forma parte del derecho al placer sexual de las personas. Así que por un lado te permiten esas prácticas y por otro te dicen que los contrayentes de deben fidelidad mutua. El estado les pide a las personas una virtud que sólo Dios tiene y que existe en un matrimonio, siempre y cuando Dios sea el primero en esa unión. Si Dios es primero en el matrimonio, entonces habrá fidelidad; en cambio, las personas que rechazan y repudian al Señor y se alejan de Él son propensas a infidelidades y divorcios porque salen de la dimensión de la gloria y del poder de Dios.

El Señor exige que tu “sí” sea sí y que tu “no” sea no y no quiere que uses la conveniencia luego de haber empeñado tu palabra. Algunos se casan prometiendo amar a su cónyuge en la salud, en la enfermedad, en la riqueza y la pobreza, etc. Pero al tiempo se lamentan: “¿Qué te habré visto para casarme contigo? Debí haber estado ebrio para haber aceptado”.

Conocí una pareja que estuvo siete años de novios porque querían estar seguros de que se amaban antes de tomar la decisión de casarse; siete años fornicando sin ningún compromiso aparente, para asegurarse de que a la hora del matrimonio todo iba a funcionar bien, pero se casaron y a los tres meses se separaron. ¡La fidelidad no surge del corazón del hombre, sino del corazón de Dios! Cuando un matrimonio busca a Dios con todo su corazón, el Señor resiste los poderes del mal que quieren destruir su proyecto. El matrimonio de Dios está diseñado y pensado por Él desde el Edén; el matrimonio civil del estado es una invención de éste que surgió muchos siglos después. Es infinitamente superior y más importante el casamiento religioso o aquel que se lleva a cabo ante Dios, que el matrimonio civil. Los jueces dicen que es el único matrimonio que reconoce el estado de la República Oriental del Uruguay y no reconoce otro y hay muchas contradicciones al respecto.

Como Dios ama al hombre y desea que las generaciones que nacen sean bendecidas, quiere matrimonios bendecidos, quiere esposos que amen a sus esposas y esposas que amen a sus maridos y que tengan un pacto de fidelidad entre ellos, sustentados en la gracia y el poder de Dios.

Malaquías 2:13 dice así: “Y esta otra vez haréis cubrir el altar de Jehová de lágrimas, de llanto, y de clamor; así que no miraré más a la ofrenda, para aceptarla con gusto de vuestra mano. Mas diréis: ¿Por qué? Porque Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto”. Dios no está obligado a aceptar tu ofrenda, si ésta no le agrada, porque Él ve tu corazón. En estos versículos, la Biblia te enseña que si eres desleal con tu esposa, el Señor no recibirá con agrado tus ofrendas. Yo fui áspero con mi esposa en un tiempo, pero leí en el Nuevo Testamento que no debíamos ser ásperos con nuestras esposas y que debíamos vivir con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso frágil y como coherederas de la gracia de la vida para que nuestras oraciones no sean estorbadas, y yo quería la bendición de Dios. Para que el Señor me escuchara yo tenía que dejar de ser áspero con mi esposa y no era fácil para mí porque muchas cosas que ella hacía o decía me desagradaban, entonces me enojaba, pero cuando entré en razón de que mis oraciones iban a ser estorbadas, decidí tratarla bien. Yo le decía con cariño: “¡Hola, mi amor!” Y lo miraba a Dios como diciéndole: “¿Viste como la trato no?” No te digo que cambié de un momento a otro pero desde ese tiempo hasta hoy he ido mejorando en mi trato con mi esposa. Hoy en día vivo agradecido por ella, lo que antes me molestaba de Marta, ahora me causa gracia. Dios puede transformar tu corazón y tu mirada y llevarte a aceptar a una persona así como es, y aun así amarla igual. Mi esposa se siente bendecida y cuando yo la bendigo y la trato bien ella me bendice, entonces al ser bendecido por ella, la re contra bendigo y ella en respuesta me re contra bendice y así vivimos bendecidos.

EL PACTO CON LOS GABAONITAS

Leemos en 2ª Samuel 21: “Hubo hambre en los días de David por tres años consecutivos. Y David consultó a Jehová, y Jehová le dijo: Es por causa de Saúl, y por aquella casa de sangre, por cuanto mató a los gabaonitas”. Los gabaonitas eran una especie de remanente de los amorreos, eran un pueblo que quedó de la conquista de Israel en la época de Josué, cuando Dios le dijo que le daría la tierra prometida y le ordena que destruya las ciudades de los amorreos, a sus dioses y a sus moradores, hombres y mujeres porque les entregaría la tierra a ellos ya que el Señor estaba hastiado de los amorreos por causa de sus fornicaciones, de su idolatría y crímenes. Entonces Josué salió a conquistar la tierra y la orden fue que no debía quedar nadie vivo, mas los gabaonitas viendo todo lo que había sucedido, armaron un plan para hacer alianza con el pueblo de Israel y en Josué 9 leemos: “Mas los moradores de Gabaón, cuando oyeron lo que Josué había hecho a Jericó y a Hai, usaron de astucia; pues fueron y se fingieron embajadores, y tomaron sacos viejos sobre sus asnos, y cueros viejos de vino, rotos y remendados, y zapatos viejos y recosidos en sus pies, con vestidos viejos sobre sí; y todo el pan que traían para el camino era seco y mohoso. Y vinieron a Josué al campamento en Gilgal, y le dijeron a él y a los de Israel: Nosotros venimos de tierra muy lejana; haced, pues, ahora alianza con nosotros…Y ellos respondieron: Tus siervos han venido de tierra muy lejana, por causa del nombre de Jehová tu Dios; porque hemos oído su fama, y todo lo que hizo en Egipto, y todo lo que hizo a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán… Por lo cual nuestros ancianos y todos los moradores de nuestra tierra nos dijeron: Tomad en vuestras manos provisión para el camino, e id al encuentro de ellos, y decidles: Nosotros somos vuestros siervos; haced ahora alianza con nosotros. Este nuestro pan lo tomamos caliente de nuestras casas para el camino el día que salimos para venir a vosotros; y helo aquí ahora ya seco y mohoso. Estos cueros de vino también los llenamos nuevos; helos aquí ya rotos; también estos nuestros vestidos y nuestros zapatos están ya viejos a causa de lo muy largo del camino. Y los hombres de Israel tomaron de las provisiones de ellos, y no consultaron a Jehová. Y Josué hizo paz con ellos, y celebró con ellos alianza concediéndoles la vida; y también lo juraron los príncipes de la congregación. Pasados tres días después que hicieron alianza con ellos, oyeron que eran sus vecinos, y que habitaban en medio de ellos. Mas todos los príncipes respondieron a toda la congregación: Nosotros les hemos jurado por Jehová Dios de Israel; por tanto, ahora no les podemos tocar”.

A Josué y a los príncipes del pueblo les había parecido veraz lo que les habían contado los gabaonitas y accedieron a hacer alianza con ellos pero no consultaron a Jehová para ver qué debían hacer. Una vez que sale la palabra de tu boca, Dios quiere que seas fiel a lo que has dicho, por eso dice la Biblia que vamos a dar cuenta de toda palabra ociosa que salga de nuestros labios. No podrás justificarte delante del Señor en ese día, que no sabías lo que estabas diciendo. ¡Dios tiene en cuenta y anotada cada palabra ociosa que sale de nuestra boca! Entonces Jesús dijo: “No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies…Pero sea vuestro hablar: Sí, sí y vuestro no, no…” Dios detesta que habiendo hecho un pacto, no lo cumplas.

Cuando el pueblo de Israel se dio cuenta que había metido la pata ya no había vuelta atrás porque sabían que Dios les iba a demandar que cumpliesen el juramento que habían hecho. Pasaron de esto más de cuatrocientos años, ese fue el período de los jueces, después de ellos vino el período de los reyes y entonces llega el primer rey, Saúl; y cuenta la Biblia que éste, por celo a favor de los israelitas mató a casi todos los gabaonitas. Según lo que nos relata 2ª de Samuel, quinientos años después de esto, hubo hambre en Israel y David le pregunta a Dios, y el Señor le dijo: “Es por causa de Saúl, y por aquella casa de sangre, por cuanto mató a los gabaonitas”. Uno se pregunta por qué no sucedió eso en el tiempo de Saúl y ocurrió cuando David estaba reinando; porque Dios es Dios de las generaciones y cuando hay maldad en el corazón de las personas, la maldición puede que le llegue ahora, mañana o pasado mucho tiempo. Si eres fiel a tu esposa o a tu esposo, si tu si es si y tu no es no, Dios te bendecirá a ti y después de ti a tus generaciones. “…Porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos”, dice el Señor. ¡Yo sé que mis generaciones serán benditas! Yo no estoy trabajando sólo para recibir bendiciones en esta tierra, los que me siguen también recibirán bendiciones; tengo muchos hijos espirituales y ellos van a recibir bendición por haber recibido la palabra que les he predicado.

2ª de Samuel 21:2 y 3 dice así: “Entonces el rey llamó a los gabaonitas, y les habló. (Los gabaonitas no eran de los hijos de Israel, sino del resto de los amorreos, a los cuales los hijos de Israel habían hecho juramento; pero Saúl había procurado matarlos en su celo por los hijos de Israel y de Judá.) Dijo, pues, David a los gabaonitas: ¿Qué haré por vosotros, o qué satisfacción os daré, para que bendigáis la heredad de Jehová?” La heredad de Jehová eran los israelitas, ellos eran los bendecidos. Dios le había dicho a Josué que los conquistara y destruyera porque Él estaría con Josué. El pueblo de Israel contaba con el respaldo de Dios pero resulta que ahora había una hambruna tremenda en la nación y tenían que ir a los gabaonitas para saber qué es lo que ellos querían a cambio de que los perdonen y bendigan. ¿Qué tenían que perdonar los gabaonitas a los israelitas? Tenían que perdonarlos porque faltaron al pacto que habían hecho con ellos. En lugar de ir los gabaonitas a pedirles su bendición a los israelitas fue todo lo contrario, porque hubo un pacto que no se cumplió. 2ª Samuel 21: 4al 6 nos dice: “Y los gabaonitas le respondieron: No tenemos nosotros querella sobre plata ni sobre oro con Saúl y con su casa; ni queremos que muera hombre de Israel. Y él les dijo: Lo que vosotros dijereis, haré. Ellos respondieron al rey: De aquel hombre que nos destruyó, y que maquinó contra nosotros para exterminarnos sin dejar nada de nosotros en todo el territorio de Israel, dénsenos siete varones de sus hijos, para que los ahorquemos delante de Jehová en Gabaa de Saúl, el escogido de Jehová. Y el rey dijo: Yo los daré”.

Dios demandó que el pacto sea cumplido y Él te va a demandar a ti lo que le has prometido a tu cónyuge delante de su presencia. En el caso de los matrimonios, Dios va a exigir que se cumpla con fidelidad el pacto y sabemos que esto no será posible si no es con el poder de Dios. Algunas mujeres dirán: “¡Es muy difícil lo que me está pidiendo Dios porque a este hombre no lo aguanto más!” Tendrías que haberte dado cuenta antes de abrir tu boca; tú te comprometiste con tus palabras que ibas a amar a tu esposa y le ibas a ser fiel. “Ah pero ya no puedo serle fiel. ¿Quién la aguanta a mi mujer?” La fidelidad no viene de tu corazón ni de tu voluntad sino de tu relación con Dios. El Señor es fiel y obrará en ti para que tú seas fiel.

Un matrimonio es una relación entre tres personas no dos, es el esposo, la esposa y Dios en el medio; Dios en la cama, en la cocina y en todos lados. Lleva esto también a otros ámbitos de tu vida. ¿En qué te has comprometido en tu trabajo? ¿Qué fue lo que le prometiste a tus amigos? No te desdigas, no seas como los que no tienen Dios porque tú tienes Dios y debes cumplir con las palabras que has hablado. “Pastor, pero es difícil” ¡Claro que es difícil! Si no fuera así entonces no necesitarías a Dios, pero la prueba de que caminas con Dios es que aun en las situaciones más difíciles y complicadas cumples con lo que prometiste porque estás confiando en el Dios que te acompaña, que te respalda, te sustenta, te cubre, te defiende y te bendice. Claro que para poder disfrutar de una vida y un matrimonio bendecido tienes que amar a Dios con todo tu corazón y establecer un pacto con Él. Sucederán muchas cosas que no entiendes y te preguntarás por qué Dios permitió eso y el Señor te responderá: “Prometiste amarme pase lo que pase y confiar en mí en todo tiempo”.  Confío en ti Señor, en las tinieblas y en la luz, en la enfermedad y en la guerra, donde sea que me encuentre confío en ti. Te amo, Señor. Yo he hecho un pacto contigo y nunca te voy a reprochar nada. Y Dios ha hecho un pacto conmigo y me ha dicho: “Nunca te voy a reprochar nada, te voy a amar”.

CONCLUSIÒN

Cuando pienso que Dios me amó y no le importó cómo era yo, me maravillo por lo grande de su amor porque no dependió de que si yo lo merecía o no y cuanto más vil era yo, más me amaba el Señor. El vínculo que tenemos con Dios nos ayuda en el vínculo con nuestro prójimo; no amamos a las personas porque nos gustan, porque son lindas y buenas, las amamos porque el amor de Dios está en nosotros y las valoramos porque Dios las valora. El Señor te ayude a mejorar tu relación con Él, con tu cónyuge y con tus hijos. Nosotros no sabemos ser fieles, hemos postergado a nuestros hijos por algún afán de la vida.

El hombre que casé me dijo que le gustaba tanto su profesión y que ésta le demandaba tanto que él podría trabajar diez o doce horas diarias y aun los fines de semana, y por eso fue que perdió su primer matrimonio porque no supo cuidar a su esposa e hijos. Lo que sucede es que si uno valora más otras cosas que a Dios se le desacomodan todos los valores en le vida. No es más tu trabajo que tu esposa, no es más tus ganas de salir a cazar o tu deporte que tu esposa; tu casa y todo lo que puedas conquistar no son más que tú esposa porque el valor más grande que tienes es ella misma. ¡El valor más grande que tienes es tu esposo, mujer! Quien entiende esto, entiende que el valor más grande por sobre todas las cosas es Dios. Sólo entenderás el valor de las cosas cuando entiendas el valor de Dios.

Si le fuiste infiel a tu cónyuge, si fuiste infiel a la hora de cumplir un contrato o una promesa dile a Dios: “Señor, no te valoré a ti y he perdido tanto, me he enfriado y ni siquiera sé cómo pasó. Me enojé con alguien y guardé ese enojo y eso endureció mi corazón entonces dejé de congregarme y de orar. Hoy recibo tu palabra Señor, y entiendo que tengo que temblar a tu palabra, que tengo que valorarla y creerla. Padre, lo que tú me enseñas hoy es de mucho valor y puede repercutir en bendición o en maldición para toda mi vida y después de mi existencia aquí en la tierra. Líbrame de mis maldades, Señor. Ayúdame a cumplir mis pactos y líbrame de tomar livianamente lo que sale de mi boca, te lo pido en el nombre de Jesús, amén”.

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