EL ÚNICO Y MÁS GRANDE RECURSO - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

EL ÚNICO Y MÁS GRANDE RECURSO

INTRODUCCIÓN

Quiero hablarte acerca de algo que hace mucho daño a cristianos y a no cristianos; los creyentes no se han dado cuenta de la manera en que determinadas cosas golpean y demuelen su fe y los transforman en personas débiles y fracasadas, las transformen en gente que no tiene fuerzas ni iniciativa alguna y no cree en la victoria: Me refiero al temor.

Este es un poder espiritual que paraliza a las personas, que las transforma en cobardes e impide que puedan enfrentar determinadas circunstancias. Los cristianos creemos que las circunstancias que vienen a nuestras vidas son un ejercicio que nos impulsa a salir adelante y a vencer; creemos que después de cada dificultad salimos fortalecidos, estamos más crecidos y maduros, y que a través de las pruebas aprendemos cosas nuevas que quedan grabadas en nosotros y son elementos que nos llevan a ser victoriosos en nuevas circunstancias.

Las personas que no logran atravesar las dificultades se quedan paralizadas en el tiempo y comienzan a comer y a beber el fracaso, y tienen falta de idoneidad para enfrentar las cosas que les depara la vida. Las personas que tienen temores dejan de ejercitarse, por ende dejan de crecer y madurar. Los temores son una fuerza negativa y operan como una especie de fe negativa que no viene de Dios sino del infierno: Tienes fe de que algo malo te va a suceder, sientes miedo de enfermarte o que tu hijo se enferme de algo malo; sientes miedo a la hora de emprender una relación sentimental porque ya has sufrido y crees que los hombres te van a lastimar, entonces decides juntarte a un hombre pero te abstienes de amarlo. El temor produce desconfianza, inseguridad, angustia y falta de iniciativa. Si vives atemorizado o atemorizada no digas que tienes fe en Dios; si ante alguna circunstancia te angustias, no digas que tienes fe en Dios. Si ante una circunstancia declaras: “Esto no lo puedo enfrentar”, o “esto es más de lo que puedo soportar”, o como dicen los jóvenes: “esto me puede”, si como muchos, dices que ya no aguantas más, has determinado un decreto contra ti: ¡Has decretado que tienes límites que no podrás sobrepasar!

El apóstol Pablo, ante los problemas declaró: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). Con Él puedo enfrentar cualquier circunstancia y no se trata de que el apóstol Pablo fuera orgulloso o soberbio sino que había conocido el poder de Dios sobre su vida y sabía que era más grande y más poderoso que todos los problemas que pudiera enfrentar. ¡Pablo no confiaba en él sino en Dios!

UTILIZA LOS RECURSOS DE DIOS

Es importante que el creyente confíe en sí mismo pero no que lo haga ausente a la seguridad o a la certeza de que Dios está con él. Lo más importante que tiene un cristiano es la presencia del Espíritu de Dios en su corazón y no ha surgido ninguna fuerza en el universo que pueda doblegar la fuerza del Espíritu Santo, es más, no ha habido circunstancia o poder que haya vencido a Dios. Tú puedes declarar como el apóstol Pablo que todo lo puedes en Cristo que te fortalece, no porque confías en ti sino porque confías en el poder de Jesús que lo levantó de entre los muertos. El Señor venció la muerte, que fue el poder más importante que tenía satanás; él tenía las llaves del abismo y de la muerte, pero Cristo le arrebató esas llaves venciendo con poder.

Hay cosas que tenemos en nuestro armario de recursos a las que echamos mano a veces, como algún medicamento para calmar alguna dolencia; en nuestro diario vivir tenemos un armario con recursos para enfrentar circunstancias y hay armas que no son buenas, porque las armas que no son de Dios, no son buenas. Reitero, si las armas que usas no son de Dios, no son buenas. Por ejemplo, con mi esposa cumplimos treinta y nueve años de casados y hemos enfrentado juntos muchas adversidades pero en nuestro armario de recursos no contamos con un arma que diga “divorcio”. Muchos creen que pueden poner fin a un problema matrimonial con el divorcio pero ni Marta ni yo tenemos en nuestro armario la alternativa “divorcio” y jamás se nos cruzó por la mente semejante planteo, y eso que hemos tenido muchos problemas como cualquier matrimonio, pero nunca echamos mano a un recurso que no es de Dios. La Biblia dice que Dios abomina el divorcio o la disolución del matrimonio. Por lo tanto, con mi esposa hemos solucionado nuestros conflictos con otras armas pero el divorcio no está en nuestra lista.

Cuando no cuentas con las armas de Dios surgen otras armas que te dan soluciones que no vienen de Dios, pero las soluciones que no vienen de Dios, no sirven. En este tiempo, la iglesia y yo estamos atravesando circunstancias adversas; Uruguay está sufriendo una persecución religiosa. Hemos salido en los periódicos y en los programas de televisión, lo cierto es que le están pegando a muchas iglesias. ¡Nos están persiguiendo por causa de nuestra fe! Yo vengo a ser “el cuco” o “el viejo de la bolsa” y se han dicho muchas cosas acerca de mí y de mi iglesia; lo cierto es que la angustia y la impotencia han golpeado a la puerta de mi corazón pero yo no tengo en mi armario la idea de que “esto me puede” porque yo no cuento con esa arma ya que no hay nada que me pueda a mí porque yo soy de Cristo. ¡La Biblia declara que soy más que vencedor por medio de Aquel que me amó! (Romanos 8:37). Date cuenta cuáles son las armas que sirven… ¡Las que sirven están en la palabra de Dios! Si la Biblia señala que todo lo puedo en Cristo que me fortalece yo tengo que echar mano de esa arma.

El cristiano que usa la palabra de Dios, opera con ella, que es la espada del Espíritu, y señala la Biblia que la palabra de Dios es más cortante que toda espada de doble filo y penetra hasta partir el alma y el espíritu. ¡No hay arma más poderosa que la palabra de Dios!

Yo que estoy atravesando muchas dificultades, busco en la palabra de Dios y me encuentro con el Salmo 37: 32 y 33: “Acecha el impío al justo, y procura matarlo. Jehová no lo dejará en sus manos, ni lo condenará cuando le juzgaren”. Otra versión declara: “Acecha el malvado al justo, y procura matarlo. Jehová no lo abandonará en sus manos, ni tolerará que sea condenado en el juicio”.

Por un lado escucho voces que me dicen que me van a comer crudo; algunos hermanos y amigos me dicen: “¡Cuidate! Me he enterado que te van a comer”. Ellos me ayudan con eso a tener miedo. Lo que me produce temor no viene de Dios ya que todo lo que viene de Él nos da fuerza y aliento; tú no debes tener miedo de tus circunstancias sino que debes tener temor de Dios y cuidar tu relación con Él. Si haces eso, los problemas que estás atravesando estarán en las manos de Dios y el Señor te ayudará. Dios declaró que no dejará que seas condenado en el juicio y tampoco te va a abandonar en sus manos. ¡El Señor no te dejará en manos del malvado! ¡Él no te va a abandonar! ¡Créelo!

La palabra de Dios tiene poder; cuando el Señor dijo: “Sea la luz”, su palabra fue pronunciada y se hizo la luz. Dios le dijo a Moisés que extendiera su vara sobre el Mar Rojo y le ordenara que se abra. ¡La palabra de Dios es poder! Moisés obedeció a Dios, extendió su vara, le dijo al mar que se abriera y éste se abrió. Tu recurso más importante es creer en la palabra de Dios y alimentarte de ella. Si desconfías de la palabra de Dios, continuarás con tu angustia y tu temor pero si atesoras la palabra que el Señor te dio y declaras que Él no te abandonará en las manos de los malvados, así será. Leemos en el Salmo 37:39: “Pero la salvación de los justos es de Jehová, y Él es su fortaleza en el tiempo de la angustia”. Alimentarte todos los días te mantiene fortalecido y aseguras que tu cuerpo reciba vitaminas y proteínas y que tus defensas estén altas; la vida espiritual se alimenta con la palabra de Dios y la palabra de Dios debe ser tu comida de cada día.

Como señala el Salmo 37, tu salvación no es un mérito tuyo sino que viene de Dios ya que el Señor es el responsable de tu salvación. Confiar es no temer, es no sentirte angustiado; confiar es luchar contra el temor y la ansiedad, y ¿cómo se lucha? ¡Creyendo en la palabra de Dios! El Señor habla y no miente. Dice el Salmo 37:3: “Confía en Jehová, y haz el bien; y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad”. Según el diccionario, “apacentar” es alimentar con pastos o con enseñanzas espirituales; apacentar la grey de Dios es darle de comer alimento espiritual. ¿Y cuál es ese alimento? ¡La verdad! Tú confías en el Señor y haces el bien, entonces habitarás en la tierra y serás fortalecido y renovado con la verdad. La verdad no está en los sabios ni en la vuelta de la esquina; la verdad está en la palabra de Dios. Dijo Jesús: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida”.

Vienen circunstancias que quieren angustiarte y debilitarte, de modo que termines declarando que no puedes más. ¡Yo no voy a declarar tal cosa! Voy a decir: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. ¡Soy más que vencedor por medio de Aquel que me amó! El diablo quiere que desconfíes, así encontrará una brecha para debilitarte y derrotarte. ¡Confía en Dios y créele a su palabra!

Leemos en el Salmo 23:5: “Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando”. De este versículo aprendí que a Dios le importa un bledo lo que está sucediendo a tu alrededor; no hace caso de tus angustiadores ni de las angustias. Él te dice: “No mires a tus angustiadores, mira la mesa que te estoy sirviendo”. Muchos son los cristianos que no ven la mesa que Dios les está sirviendo porque están asustados por causa de los angustiadores. ¡Tú estás en la mesa de Dios y el Señor te está dando de comer! No mires a tu alrededor, mira la mesa que Dios te está sirviendo y quédate tranquilo. El Señor te va a agasajar, a Él no le importa qué rango de demonio te está atacando. Dios te dice: “¡Yo soy tu cuidador!”

DESECHA LOS RECURSOS QUE NO PROVIENEN DE DIOS

Estuve ayudando a un hermano muy amado que dejó de mirar el plato; no viene al caso contar lo que él está viviendo pero lo cierto es que una persona que según él tendría que estar presa amenazó con matarlo y este hermano se turbó. Entonces dijo: “Dios, ¿no vas a hacer justicia?” Y después pensó: “Si la justicia no hace justicia, entonces la voy a hacer yo”. Entonces tomó un revolver y decidió que antes de que esa persona lo mate, él lo mataría primero. ¡Un cristiano!

Hay herramientas que tú no puedes tener en tu armario. O te ayuda Dios o te vas al diablo. Es importante que te concentres en esto que Dios te está enseñando. ¡No mires a los costados! ¡Mira que el Señor está contigo! El rey David estaba siendo perseguido, en el salmo 23, él no estaba tocando un arpa debajo de un árbol al lado de un arroyo tratando de escribir una poesía. “Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará…” El rey David estaba siendo perseguido, pero aun así escribió: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tú vara y tu cayado me infundirán aliento. Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores…” Como él estaba absorto mirando la clase de Dios que tenía y lo que el Señor le estaba ofreciendo, pudo declarar: “… unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando”. Estaba feliz y gozoso sin importar que le haya tocado atravesar el valle de sombra de muerte. Por eso, David pudo confesar que su copa estaba rebosando, porque estaba lleno del Espíritu Santo. ¡Qué importa lo que me está pasando, lo que importa es que Dios está sobre mí!

El hermano que mencioné me dijo: “¿Qué quiere que yo haga? ¡Póngase en mi lugar! Tengo esposa e hijos y no se van a quedar solos”. Yo le dije que tenía bien claro que había un montón de demonios que lo querían comer crudo y verlo muerto pero yo conozco un versículo de la Biblia que dice así: “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen y los defiende”. (Salmo 34:7) ¿Está presente este versículo en tu vida? ¿Te comiste ese plato o lo vas a desechar? ¡Hay mil demonios merodeando pero el ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen y los defiende! Si logras enfocarte en la palabra de Dios, te olvidarás de todos los demonios; yo sé que el diablo es malo y feo y le gusta matar a la gente pero si el Señor está contigo no importa qué tan grande sean las circunstancias que tengas que atravesar y cuán fieros sean los demonios, porque Dios te va a defender.

Si pudieras creer lo que te digo hoy, y esto no viene de mi corazón sino que viene de Dios para ti; recibe esta palabra que es tu alimento y no te faltarán fuerzas sino que tendrás paz y las herramientas que no sirven, esas que están en tu mente y en tu corazón caerán al suelo y te quedará solamente la espada del Espíritu que es la palabra de Dios.

¡Hemos sido creados por Dios para ser invencibles! Algunos dirán que soy un soberbio al declarar esto, pero no es así; Dios nos ha hecho victoriosos y no somos por nosotros, sino por la presencia del Señor en nuestras vidas. ¿Está la presencia de tu Dios en tu vida? He atendido a una mamá con dos hijos que no sabía por qué motivo quiso suicidarse tomando toda clase de pastillas. Su papá, que va poco a visitarla, decidió ir a verla y la encontró tirada en el piso. Ella tenía una profunda tristeza… Comer bien espiritualmente hablando, te quita la tristeza y la depresión, y te quita las ganas de suicidarte. Ella dijo que era muy amada y que amaba a sus hijos pero no entendía por qué decidió quitarse la vida. Me contó que ayudaba mucho a todo el mundo pero se sentía vacía. Entonces le pregunté: “¿Así pretendías ayudar a tus padres y a tus hijos?” Ella inclinó la cabeza y se puso a llorar… ¿Cómo puede decir que ama cuando le va a quitar a quienes la aman, su propia vida? La mujer le entregó su corazón a Jesús y después que oramos tenía en su rostro una sonrisa muy hermosa. Le pidió perdón a Dios y ella sintió que el Señor la ha perdonado, ahora tenía paz porque Cristo había entrado en su corazón.

Fíjate que Cristo es el verbo o la palabra de Dios encarnada. Juan capítulo 1 dice así: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”. Jesús dijo: “Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo”. (Juan 6:49 al 51) Esa palabra encarnada de la que habla Juan es Cristo y Él es la palabra de Dios encarnada, o sea hecha carne. Es difícil de entender pero en resumidas cuentas, Cristo es la palabra de Dios que descendió al mundo y Él declaró que era el verdadero pan. O sea que todo lo que Jesús dice es tu verdadero alimento. En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”. La palabra que salió de la boca de Dios fue: “Sea la luz”, y fue la luz. El poder de Dios reside en su palabra; lo que el Señor dice genera planetas, sistemas solares, etc; lo que Él dice sostiene el planeta Tierra en la nada. ¡Lo que Dios dice es verdad y poder! ¡Y Cristo es la palabra de Dios encarnada en el mundo!

CONCLUSIÓN

Lo que Dios hoy te ha dicho viene de Jesucristo; si puedes encarnar esto en ti, si puedes procesar esto y que no quede sólo en tu mente sino que lo atesores en tu corazón. Tal vez te sientes débil ante los problemas y crees que ya no puedes seguir; sientes que eres un fracaso, pero Dios te dice que Él no te ha creado para el fracaso. El Señor te ha creado a su imagen y semejanza y ha puesto en ti su Espíritu, y te ha dado su palabra que es la que te sustenta cada día.

No eches mano a los argumentos que te dictan las circunstancias, más bien echa mano a la palabra de Dios. Tal vez estás cansado o cansada, tal vez has probado el polvo y te has convencido de tus fracasos. Estás listo o lista para “colgar la toalla” y no quieres volver a intentar porque ya has intentado varias veces y en todas has fracasado, y has hecho tuyo ese ese refrán que dice que “el que se quema con leche ve la vaca y llora”. Has probado el desánimo y el fracaso porque no has contado con las armas de Dios pero el Señor te dice: “Mi palabra te hará más fuerte que tus circunstancias. Mi poder se perfeccionará en tu debilidad. Tú dependes de mí. Tu causa ya no es tuya; tu causa es ahora mi causa. Dame tu causa y yo te voy a sustentar y te voy a defender. No te fijes en cuán grande es tu problema o qué tan grandes son los demonios que se mueven para destruirte a ti y a tu familia. ¡Yo estoy contigo! Muchos te han fallado pero yo nunca te voy a fallar. Entrégame tu cansancio, tu fracaso, entrégame tu soledad y tu debilidad. Deja que yo entre a tu vida y te llene con mi Espíritu. Nadie ha podido vencer a mi Espíritu Santo y quiero dártelo como un regalo a ti”.

Dile: “Señor, yo recibo esta palabra que es mi comida y mi bebida. No echaré mano a otras armas ni argumentos. Si tú me has dicho que me amas, entonces me amas; si has dicho que me cuidas, así lo haces. Yo confío y espero en ti y aunque las circunstancias me digan lo contrario, yo creeré lo que tú me digas. Señor, he pecado porque he estado con mi mirada puesta en las circunstancias y no me he alimentado de tu palabra; he pecado porque dejé que el temor, la angustia y la impotencia se apoderaran de mí. Mas yo quiero tomarme del Espíritu de victoria que tú tienes para darme en esta hora, en el nombre de Jesús, amén”.

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