GOZO EN NUESTRA LABOR - Misión Vida para las Naciones

Av. 8 de octubre 2335

Montevideo

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MENSAJES DEL CIELO

GOZO EN NUESTRA LABOR

INTRODUCCIÓN

 

Yo tengo la gran bendición de disfrutar lo que hago, pero la pregunta es esta: ¿Tú tienes esa bendición? ¿Eres feliz con lo que haces? ¿Te sientes realizado? ¿Sientes que estás cumpliendo la tarea que Dios te ha encomendado que hagas? ¿O eres de los que dicen, “y bueno de algo hay que trabajar” o “me estoy preparando para que en el futuro me salga algo que me satisfaga”? Y así se te van los años, preparándote y preparándote… conozco algunos que se han preparado más de 50 años y luego se preguntan: ¿Qué hice con mi vida? ¿Valió la pena hacer lo que hice? ¡Debes hacerte esa pregunta ahora! ¿Vale la pena lo que estoy haciendo? ¿Me dignifica, me hace sentir realizado, me hace sentir feliz?

Es muy importante que los creyentes nos hagamos esa pregunta. ¿Cuál es tu tarea? ¿Te sientes bendecido y realizado con lo que haces? Si no es así, hay un problema espiritual serio en tu vida. Dios no te ha dado la carga de trabajar para que tengas que andar con la cara larga por causa del trabajo. Lo primero que vamos a aclarar es que el trabajo no es ninguna maldición; hay quienes consideran el trabajo como un problema serio y creen que Dios le dio al hombre la maldición de tener que trabajar por haber pecado: “porque Adán pecó, ahora todos tenemos que trabajar”. ¡No es así! Porque si fuera así, entonces Dios también sería pecador porque Jesús dijo: “…mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo” (Juan 5:17).

También he encontrado mucha gente que trabaja mucho, pero lo triste es que no encuentra satisfacción en lo que hace, por tanto, viven oprimidos, el trabajo les resulta una carga y no una bendición. Asimismo he visto otros que han perdido el ánimo de trabajar y han llegado a la conclusión de que es mejor que la  vida pase y pase… y no se han preocupado más de encontrar una tarea que les resulte satisfactoria. Otros he visto que se jactan de no trabajar; por ejemplo, hay personas que reciben una herencia y dicen, “¡para qué voy a trabajar si ya trabajó mi padre!” Así que viven la vida gastando la herencia que han recibido, o embaucando a alguien, y entonces aparecen esos dichos que denigran el trabajo, como por ejemplo: “Si el trabajo es salud, que trabajen los enfermos”; “si el trabajo da frutos, que trabajen los árboles”; “si me dan ganas de trabajar, me acuesto hasta que se me pasen las ganas”. Ahora, dime algún dicho que honre el trabajo…: “el trabajo dignifica” eso lo dijo Carlos Marx. Igualmente, creo que hay más dichos que denigran el trabajo. En el ánimo de la gente está la idea de que el trabajo es una carga, una opresión y si no presta atención a esa frase tan conocida: “mañana es lunes, amo el sábado y el domingo”. ¡Como que el sábado y el domingo son días de liberación en tanto que el lunes es un día de esclavitud!

 

 

DIOS SE DELEITA EN LO QUE HACE

 

Quiero meditar en algunos conceptos que están en Génesis capítulo 1; no me cabe ninguna duda que Dios el padre se deleita y se goza en lo que hace; dice el versículo 3 y 4 del capítulo 1:3Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. 4Y vio Dios que la luz era buena”; yo no se si a ustedes les pasa lo que a mi me sucede: Cuando hago un trabajo y le meto todas las fuerzas, luego lo empiezo a mirar con satisfacción, porque a uno le da contentamiento el trabajo que hace, es más, ¡le doy gracias a Dios por él! Hasta un abrazo bien dado causa tremenda satisfacción; cuanta gente me ha dicho, “pastor yo nunca me voy a olvidar del abrazo que usted me dio, ¡nadie me abrazó como usted!” Entonces a Dios le pasa algo similar, porque el primer día hizo la luz y dijo: “Uy, qué bueno”. Día por día Dios fue creando diferentes cosas, y luego, cuando contempló lo que hizo, dijo: “¡qué bueno!” El versículo 31 dice: Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto”. Veo enla Biblia a un Dios que observa la tarea de sus manos y se satisface con ella. Y Él ha hecho al hombre a su imagen y a su semejanza por tanto su anhelo es que te deleites en lo que realizas. ¡Dios anhela que encuentres satisfacción y placer en lo que haces! El anhela que te perfecciones en lo que haces, que llegues a sentir que eres útil con ello. Hay algunos que trabajan por un sueldo y no les interesa tanto el trabajo ni lo que producen sino que están esperando la paga. ¡Para ellos es más importante la paga que el trabajo que realizan! Esas personas no pueden encontrar satisfacción en el trabajo porque están buscando placer no en lo que están haciendo sino en el dinero que perciben. “Cuando cobre me voy a comprar una coca-cola, o iré al cine”. ¡A la gente le gusta el dinero pero no el trabajo! Trabajan por dinero, como si éste le fuera a dar satisfacción, pero lamentablemente hay algunos que alcanzan mucho dinero, se llenan de riquezas, trabajan arduamente para amontonar bienes, pero aún así no encuentran satisfacción. Así que el gozo no está en el dinero que uno recibe por causa del trabajo que hace.

El libro de Eclesiastés lo escribió el rey Salomón, quien hizo muchas cosas y al final escribió: por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu” (Eclesiastés 2:17). Este libro refiere a todas las viñas que plantó, a todos los siervos que tuvo y a todas las obras que hizo, mas lo único que encontró es que el todo del hombre era el poder disfrutar de la labor de sus manos. La clave no es el trabajo, sino el poder disfrutar del trabajo. Eclesiastés 5:18 dice: “18He aquí, pues, el bien que yo he visto: que lo bueno es comer y beber, y gozar uno del bien de todo su trabajo con que se fatiga debajo del sol, todos los días de su vida que Dios le ha dado; porque esta es su parte”. Aquí Salomón está diciendo que su parte es poder disfrutar del fruto del trabajo con que se fatiga debajo del sol, todos los días de su vida que Dios le ha dado, porque esta es su parte. ¡Esta es tu parte! La mejor parte para el hombre no es la paga sino la capacidad de disfrutar de lo que hace. Ahora, mira lo que dice el versículo 19: “Asimismo, a todo hombre a quien Dios da riquezas y bienes, y le da también facultad para que coma de ellas, y tome su parte, y goce de su trabajo, esto es don de Dios”. ¡Esto es don de Dios!

Veamos lo que dice Eclesiastés 6:1-2: 1Hay un mal que he visto debajo del cielo, y muy común entre los hombres: 2El del hombre a quien Dios da riquezas y bienes y honra, y nada le falta de todo lo que su alma desea; pero Dios no le da facultad de disfrutar de ello, sino que lo disfrutan los extraños. Esto es vanidad, y mal doloroso”. A mi me ha tocado, por ejemplo, disfrutar de algunas casas  muy lindas que no son mías, me han invitado por ejemplo a pasar un fin de semana o a comer un asado en alguna cabaña con mis pastores, donde hay caballos, piscina, etc, y entonces le digo a Dios: “Señor gracias por esta casa que me has dado. ¡No es mía pero la disfruto!” No he pagado para usarla pero me la hace disfrutar, es más, hasta me pagan el asado. Y el dueño de esa casa se lleva a las patadas con su esposa, no se aguantan entre ellos… él duerme en un extremo de la cama y ella en el otro. Tienen todo lo que anhelan, poseen bienes, dinero y pueden ir a donde quieren pero Dios no les ha dado la facultad de poder disfrutar de las riquezas que son el fruto de su trabajo. Cuántos he conocido que al llegar a la edad de querer dejar sus tareas a sus hijos, éstos no han aprendido a luchar, y ven con tristeza como ellos destruyen en mil pedazos lo que les ha costado toda una vida construir. Dicen, “yo he trabajado mucho y le ha dado a cada hijo una parte, ahora me toca descansar” ¡Y Dios querido! Tienen que salir corriendo detrás de la empresa, porque los hijos no pagaron los impuestos, se endeudaron, o le vendieron en tres pesos una máquina que le había costado 10 pesos. Y ven como se les viene abajo lo que habían hecho con tanto sacrificio; pareciera que no le han dado a sus hijos una empresa sino una caja grande de cañitas voladoras y en cuestión de tres o cuatros años destruyen lo que costó tanto levantar. Cuando han llegado a ese punto, en vez de poder disfrutar del trabajo, están entrando en amargura, en frustración, en impotencia, porque no tienen la facultad de disfrutar lo que hacen.

Mi pregunta es: ¿En cual de todos estos ejemplos te colocas? Quiero decirte que tu Dios quiere que vivas feliz, ¡pero ya ahora con lo que haces! No que seas feliz dentro de diez años, porque te puede pasar como el de la parábola de la Biblia, que toda la vida acumuló granos en los graneros y cuando los tuvo llenos, dijo: 19Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. 20Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?” (Lucas 12:19-20). ¡He visto ricos vivir como pobres! Una vez me presentaron una mujer que me dio ganas de darle una limosna, yo estaba con otra señora justamente negociando el alquiler de un local y le digo: “mira esa viejita, pobrecita, qué doblada”. Estaba toda encorvada, mal vestida y me responde esta señora: “Pobre viejita, ella es la dueña del local que queremos alquilar y también es la dueña de toda esta cuadra”. ¡Y la viejita andaba como una pordiosera harapienta! ¡Qué triste! También me vino a la memoria el caso de una persona que está por morir, que no tiene descendientes y posee muchos bienes pero no tiene a quien dejárselos, ¡menos mal que tiene al Estado!

EL HACER LA VOLUNTAD DE DIOS NOS TRAE SATISFACCIÓN

 

Así quela Bibliahabla de esa facultad que solamente la da Dios, de poder disfrutar de lo que haces. Solamente Él puede hacer posible eso; si no te gozas en lo que haces, si lo que realizas no es productivo ni de bendición para ti ni para los que te rodean yo te pido que te detengas y te preguntes si estás haciendo la voluntad de Dios o no. ¿Crees que Dios es caprichoso, que a uno le da la facultad de disfrutar de lo que gana y a otro no? Te contestaré la pregunta: Aquel a quien Dios no le da la facultad de disfrutar de lo que hace, es aquel que no hace su voluntad. Tú puedes estar haciendo algo que no te da nada de rédito económico, quizás peor, ¡te quita rédito! Sin embargo, si sabes que esa es la voluntad de Dios para tu vida, eres feliz.

Yo he podido ver que las personas que no se disponen a ser de bendición, entran a arrugarse y a secarse…a muchas personas les he tenido que decir: “Mira, lo que a ti te pasa es que te estás encerrado en ti misma”.

¡Benditos aquellos que encuentran placer en perder una hora con un drogadicto, o con alguien que no tiene un peso! ¡Tanta gente dice que la iglesia está para sacarle el dinero a la gente! Pero nosotros tenemos un placer enorme en sentarnos con un borracho que no tiene un peso, ni para comprarse los remedios y se los tenemos que comprar nosotros, sin embargo tenemos el gozo de gastar tiempo en predicarle el evangelio y decirle que Cristo lo ama.

Yo soy uno que alcanzó con creces los deseos de su alma, quise ser arquitecto y lo fui. Mi corazón estaba puesto en los edificios y en las construcciones, ¡yo se lo que es lograr los anhelos de mi corazón! pero también se lo que es que Dios no me dé la facultad de disfrutar. Seguro me dirás: ¿Qué tiene de malo la arquitectura? No tiene absolutamente nada de malo, salvo que Dios no quiera que seas arquitecto y quiera que hagas otra tarea.

A mi me alegran los colaboradores que hacen las cosas de acuerdo a la visión y al propósito que Dios me ha dado; esos son mis amigos; yo he tenido algunos que han llegado a la iglesia, han sido colaboradores fuertes y fervientes pero han venido a usarnos de trampolín para hacer su propio ministerio. Hay gente que viene por sus propios planes, pero mira lo que dice este pasaje que leímos: “Asimismo, a todo hombre a quien Dios da riquezas y bienes, y le da también facultad para que coma de ellas, y tome su parte, y goce de su trabajo, esto es don de Dios”. ¡Toma tu parte! Dios te da una paga y te permite que tomes tu parte de las riquezas que Él te da, porque no todo lo que te da es tuyo. El proyecto de Dios es bendecirte, multiplicarte, que fructifiques, ¡ese es el deseo de Dios para tu vida! Y aún quiere darte más sobreabundantemente de lo que necesitas, porque anhela que tomes tu parte y además que compartas con los demás.

¡Dios te quiere dar satisfacción en las tareas de tus manos! Que no vivas corriendo y oprimido por la comida que vas a comer y por el vestido que vas a vestir porque eso no es el todo del hombre. Yo soy una persona que experimentó esto de conseguir todo lo que mi alma deseaba; yo quise tocar el órgano, y toqué el órgano, quise dirigir el coro de la iglesia, y lo hice, quise ser presidente de evangelismo de la iglesia y también lo fui, quise ser diácono y fui diácono, quise jugar al volley ball y jugué, fui a campeonatos interprovinciales, canté en coros universitarios, en el Lincoln Center de Nueva York, en el Kennedy Center de Washington, he cantado en Dallas Texas, en México, en Brasil y en Chile, pero hoy miro para atrás y digo: ¡Cuánta vanidad! Todo eso servía para que yo sacara muchas fotos, trajera muchos folletos y le mostrara a todo el mundo lo bárbaro que era yo. Yo encontraba una satisfacción que no tenía asidero, que no tenía raíces en Dios.

No es la búsqueda del placer lo que te traer placer verdadero, sí te trae alguna satisfacción momentánea pero después deja raíces de amargura, de depresión, de angustia. ¿Sabes cuál es la clave de todo? Jesucristo, cuando eligió ir a la cruz, escogió hacer la voluntad de su Padre. ¿Realmente quieres encontrar satisfacción en lo que haces? ¡Dios le da el poder de disfrutar de su trabajo a todo aquel que hace su voluntad! He conocido personas que han encontrado esta facultad de disfrutar en las situaciones más increíbles; en primer lugar, Jesús colgado en la cruz del calvario la soportó gozoso al pensar en la cosecha que venía después de su muerte, también ocurrió lo mismo con la madre Teresa de Calcuta y los misioneros que fueron a predicar el evangelio a indígenas que luego los mataron…

Los primeros cristianos eran obligados a renunciar a su fe en Jesucristo; les decían, “reniega de Cristo y te concedemos la vida”. Pero con firmeza contestaban, “¿por qué voy a dejar hoy a mi salvador, si ha caminado conmigo todos estos años?” ¡Y morían cantando himnos bajo las llamas de las piras del Imperio Romano!

Dios tiene poder para hacerte gozar en las circunstancias más difíciles. ¡Qué hermoso el día que supe que no era arquitecto, sino pastor! Ese día perdí mis planes y mis ilusiones pero entré en los planes y en las ilusiones de Dios, encontré los planes y la voluntad agradable y perfecta de Dios.

 

 

CONCLUSIÓN

 

Que en esta hora tu puedas hacer un pacto con Dios y decirle: “El hacer tu voluntad me ha agradado”. No se cuánto tenga que pagar, no se cuánto tenga que hacer, pero yo quiero morir sabiendo que estoy haciendo tu voluntad. No se si tengo que dejar mi trabajo, o mi sangre en esta tierra por amarte, pero sé Señor que yo quiero morir haciendo tu voluntad. ¡Quiero que me des esa facultad de disfrutar de mi trabajo, de recibir lo que tu me das y tomar mi parte, porque eso es el todo de mi vida! Quiero que tú me orientes y me guíes al cumplimiento de tu voluntad.

¡La voluntad de Dios es el boleto a la felicidad y a la realización! El salmista, en el Salmo 40:8 profetizó acerca de Jesucristo diciendo: “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, Y tu ley está en medio de mi corazón”.

Donde quieras que estés, Dios tiene un propósito contigo; no importa si eres grande o pequeño, no importa si has fracasado mucho o poco, Él tiene un plan para ti y un propósito con tu vida. Dios va a hacer que tú encuentres satisfacción en tu tarea, Él te bendecirá y lo que hagas te causará placer, te causará alegría. ¡Encontrarás alegría cuando estés haciendo la voluntad de Dios! Sea mucha o sea poca la paga, tú serás feliz y ese gozo que viene del Señor no te lo podrá quitar nada, ni el hambre, ni la desnudez, ni la persecución. Serás más que vencedor en todas las cosas por medio de Jesucristo. ¡Hay un Dios que tiene la capacidad de darte gozo en medio de la dificultad!

Me viene a la memoria un pastor de Rumania, Richard Wurmbrand que fue echado a la cárcel por predicar el evangelio; estaba ya como en un estado de sopor, no tenía fuerzas ni siquiera para levantar los dedos de los pies, y podía ver como entraban las ratas y le comían sus dedos, pero decía: “Estas ratas son mi iglesia, son mi pueblo. Gracias por enviarme estas amigas, estoy tan solo, tan solo…” Dios lo sacó de la cárcel y lo llevó por todo el mundo a dar testimonio de la tiranía y del odio del comunismo a Cristo. ¡El comunismo es ateísmo concentrado, es odio concentrado a Dios y a su palabra! ¡Pero Dios consuela! ¡El te hace cantar en medio de la tribulación como el apóstol Pablo cantaba en la cárcel después de haber sido azotado y puesto en el cepo!

Yo te pregunto: ¿Tú realmente quieres gozarte de lo que haces? Al apóstol Pablo lo apedrearon por haber predicado en una ciudad y lo dejaron como muerto… creían que estaba muerto pero al otro día se levantó y dice la Bibliaque entró con gozo a otra ciudad a predicar el evangelio. Decía el apóstol Pablo: “¡Ay de mí si no anunciare el evangelio!” (1ª Corintios 9:16). Hay un gozo que no tiene nada que ver con  la sonrisa que te muestre la gente, es el gozo que Dios le da aquellos que hacen su voluntad.

Quiero que todos aquellos que anhelen esta bendición hagan una oración en esta hora:

“Señor, quiero vivir bajo la bendición de la facultad que tú le das a los que hacen tu voluntad. Que no me olvide de este mensaje, de esta palabra, que cuando vengan los problemas, esté aferrado a tu voluntad Señor. ¡He decidido y quiero hacer tu voluntad! ¡Hágase en mí tu voluntad! ¡Imprime en mí tu voluntad! ¡Escribe en mi corazón tu propósito! Renuncio a mi voluntad para recibir la tuya, renuncio al gozo de encontrar placer en mis proyectos, para conocer el gozo de vivir en tu voluntad. Espíritu Santo, ven a mi, guíame, muéstrame tu voluntad, que ande yo en tu voluntad. En el nombre de Jesús hago esta oración, amén”.

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