LA JUSTICIA PROVIENE DEL AMOR - Misión Vida para las Naciones

Av. 8 de octubre 2335

Montevideo

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MENSAJES DEL CIELO

LA JUSTICIA PROVIENE DEL AMOR

De la palabra de Dios hemos aprendido a ser buenos esposos e hijos, de ella hemos aprendido la prudencia, el alejarnos del mal, el tomar decisiones prudentes y sabias, y relacionarnos con el prójimo. ¡Nosotros queremos que la palabra de Dios se conozca en todo el mundo! Ahora Dios nos va a hablar a través de su palabra en el Salmo 82: 1 al 8: 1 Dios está en la reunión de los dioses; En medio de los dioses juzga. 2 ¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente, Y aceptaréis las personas de los impíos? 3 Defended al débil y al huérfano; Haced justicia al afligido y al menesteroso. 4 Librad al afligido y al necesitado; Libradlo de mano de los impíos. 5 No saben, no entienden, Andan en tinieblas; Tiemblan todos los cimientos de la tierra. 6 Yo dije: Vosotros sois dioses, Y todos vosotros hijos del Altísimo; 7 Pero como hombres moriréis, Y como cualquiera de los príncipes caeréis. 8 Levántate, oh Dios, juzga la tierra; Porque tú heredarás todas las naciones”.

El lenguaje de este Salmo nos parece un poco extraño; en él se describe a Dios en una reunión de dioses a quienes juzga y amonesta diciéndoles: “¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente y aceptaréis las personas de los impíos? Defended al débil y al huérfano; haced justicia al afligido y al menesteroso. Librad al afligido y al necesitado; libradlo de la mano de los impíos.” ¿Quiénes son esos dioses a los que Dios amonesta? ¡Somos nosotros! Veamos lo que dice Juan 10: 34 al 36: 34Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois? 35Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada), 36¿al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy?” En un momento los judíos tomaron piedras para apedrear a Jesús porque se autodenominaba hijo de Dios. Jesús dice precisamente que Dios llamó dioses a aquellos a quienes vino su palabra, dicho de otra manera, Jesús señala: “Si Dios llamó dioses a quienes vino su palabra; ¿por qué se preocupan tanto porque yo digo: Soy hijo de Dios?” ¡Ahora podremos entender por qué Dios nos llama dioses! Como sabemos, Él nos hizo a su imagen y semejanza, o sea que nos puso en la tierra para que seamos señores por eso cuando creó al hombre dijo: “Señoree”, (es decir, que “sea señor”), le dio potestades semejantes a las que Él tiene en toda su creación y le ordenó que sojuzgue. Dios es juez supremo de toda la creación, sin embargo le dijo al hombre que debía sojuzgar la tierra y señorear en ella.

FUIMOS CREADOS A SEMEJANZA DE DIOS

En una oportunidad cuando Moisés le dijo a Dios: “Señor, no me mandes a mi, porque soy tartamudo, manda a otro”, Dios le respondió: “Llama a tu hermano Aarón que habla bien, y tú serás a él por dios y Aarón será para ti como profeta, así que yo te diré a ti, tú le dirás a Aarón y él le dirá al faraón”.

Dios ha hecho al hombre a su imagen y semejanza, esto significa que lo hizo a semejanza de su propósito, de su señorío y de su capacidad de juzgar, de tal manera que todo el mundo está bajo la autoridad del hombre. Cuando te preguntan: ¿Por qué Dios ha permitido que tiren una bomba en Hiroshima y Nagasaki? Tienes que responder: “No le preguntes a Dios, pregúntale al hombre por qué tiraron una bomba. Y cuando dicen: ¿Por qué Dios permite que haya pobres en la tierra? ¡También pregúntale al hombre!” Hasta donde yo se, Dios demanda que nos hagamos cargo de los pobres, que los defendamos; no es Dios el responsable, somos nosotros los que tenemos que hacer misericordia al débil y a los quebrantados y defenderlos. ¡Es responsabilidad del hombre! Dios lo puso para sojuzgar, para señorear en la tierra, por lo tanto el hombre es como Dios en la tierra. Tanto es así, que habiendo sido tomada la tierra por un poder extraño (las fuerzas de las tinieblas) Dios, de acuerdo a las reglas que había establecido, no podía tomar (porque contravenía su propia palabra) el mando del planeta Tierra porque le había encargado ese asunto al hombre. Por eso Jesucristo se encarnó, se hizo hombre, vino y enfrentó a satanás y a las fuerzas de las tinieblas, no como Dios sino como hombre. Dios se hizo hombre porque éste es el que tiene la autoridad en el planeta Tierra y Jesús que hizo la voluntad de Dios tomó entonces el señorío de la tierra y lo quiere compartir con nosotros. ¡Jesús derrotó a las fuerzas extrañas siendo hombre!

Dios es Dios justo, Él no sobrepasa su palabra, Él es inmutable. “El cielo y la tierra pasarán pero mis palabras no pasarán” dice la Biblia en Mateo 24:35. Por lo tanto, lo que Él ha dicho lo respeta, Él se autolimita cuando habla. ¡Él, que todo lo puede, se ha limitado por su palabra! ¡Lo que te ha prometido, Él lo cumplirá y no retrocederá, lo hará porque es Dios y no miente!

Su palabra es de suma importancia, aunque el mundo entero está luchando contra sus principios; el hombre pretende que las verdades son mutables pero la Biblia dice que la verdad es inmutable. El mundo dice que la verdad va cambiando y evolucionando pero Dios dice que lo que está bien, siempre estará bien, y lo que está mal, siempre lo estará. ¡No cambia, no muda! ¡Tenemos un Dios confiable! No tenemos un Dios que, un día al despertarnos cambió las normas o las leyes; sus leyes son inmutables. ¡No cambian! Dios es Dios justo dice la Biblia, y ama la justicia, por lo tanto, todo lo que hace lo hace bajo normas, bajo un sistema jurídico, todo lo hace bajo derecho. Él establece normas y las cosas se rigen de acuerdo a esas normas. Hay leyes físicas y químicas, y los planetas y las sustancias se rigen por sus leyes inmutables. ¡Dios es confiable! Los científicos, siempre que mezclan dos sustancias conocidas, ya saben lo que resulta, lo hacen confiadamente porque saben. Posiblemente cuando no las conocían bien, esas sustancias combinadas explotaron, pero ahora ya han aprendido que mezclar determinadas sustancias provoca una explosión.

¿Alguna vez te has caído para arriba? ¡No! Porque la ley de la gravedad siempre funciona para abajo. ¡Dios es confiable! ¡Sus leyes son inmutables! Y de la misma manera que hay leyes naturales y físicas hay leyes espirituales y morales que no deben ser traspasadas. Entonces, Dios, habiendo dado leyes se constituye en juez y juzga; se junta en una reunión con los dioses, aquellos que ya conocen cuál es su palabra, cuál es su ley, y les pregunta: “¿Por qué ustedes no hacen lo que yo les he pedido que hagan?” En su justicia, Dios prevé que el débil debe ser protegido, que el hambriento debe ser socorrido, que el huérfano no tiene que vivir como tal porque los que lo rodean lo tienen que cubrir y ser padres, la viuda no debe estar desprotegida según la ley de la justicia de Dios. Él abarcó todas sus leyes en una sola, llamada “la ley del amor”, la cual tiene dos mandamientos, el primero es: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente” y el segundo es: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Jesús dijo que el que cumple con esa ley, la ley del amor, entonces ha cumplido con todas las otras leyes existentes. ¡Qué importante es esto! La justicia es una cuando uno está bajo la autoridad y el poder del amor y es otra cuando está fuera del territorio del amor. A nosotros nos parece justo tomar alguna determinación y explicar por qué lo hicimos, pero lo único que hay que preguntar es si la determinación que tomamos respecto de algo provino del amor o de otro lado.

Una joven está resentida, está herida y tiene odio porque su papá abusó de ella cuando era niña; esta hija no soporta al padre, no lo puede ni ver, está esperando que se muera. Esta joven tiene a su papá con cáncer en el hospital y dice: “Lo voy a ir a ver y me voy a hacer cargo para que me vea hasta el ultimo día de su existencia y se acuerde de lo que me ha hecho”. Desde cierto punto de vista, eso es justicia, que su padre sufra en carne propia lo que ha hecho, pero no es la justicia que proviene del amor. Cuando esta joven recibe a Jesucristo en su corazón, cuando recibe el amor de Dios mira a su padre desde otra perspectiva y piensa: “¡Es mi papá, se va a ir al infierno!” Entonces ora por él para que Dios lo toque, lo perdone y lo salve. ¡La justicia es muy distinta según desde qué perspectiva se aplica!

Muchas mujeres me dicen: “Mi esposo me golpeaba, ¡yo con él no vuelvo ni a palos!” ¡Claro! Desde el punto de vista del resentimiento, del odio, del temor, está bien no volver nunca más con ese hombre que te golpea, pero desde el punto de vista del amor el camino a optar debe ser otro; la justicia de Dios se basa y se fundamenta en el amor. Desde la perspectiva del amor la mujer dice: “¡Es mi esposo, quiero que Dios lo toque!”

LA JUSTICIA DE DIOS

¡Los cristianos hemos aprendido a no cumplir con la ley de Dios! Nos hemos vuelto hipócritas porque decimos que creemos en Dios pero no nos ponemos en el lugar de Dios ni hacemos las cosas como Él quiere. Cuando Dios creó al hombre a su imagen y semejanza y le dijo que debía señorear y sojuzgar, fue para que el hombre se porte como Dios se porta, para que el hombre fuese como Dios es y tenga el corazón que Dios tiene. ¡Hemos aprendido a ser terribles hipócritas! Decimos que somos de Cristo pero no amamos, estamos resentidos con algunos parientes, no podemos mirar a los ojos a algunas personas, no somos capaces de pedir perdón ni de perdonar, no nos sacude un débil, un huérfano. ¡Somos hipócritas! Asistimos al templo pero no movemos un dedo por llevar el evangelio, no movemos un dedo por extender el reino de los cielos. ¡Es lamentable que los cristianos pongan las mismas excusas que cualquier hijo del diablo! Amor es una predisposición extraordinaria a sufrir para lograr el bien de otro, pero la hipocresía nos ha llevado a creer que la lascivia es amor y nos amamos a nosotros mismos, no queremos sufrir nosotros sino que el otro sufra; queremos estar bien nosotros mismos. ¡Es triste lo que sucede! ¡El mundo está necesitando amor! Si el mundo tuviese más amor, habría menos drogadictos, habría menos criminales en las calles. Muchos cristianos están tan temerosos con los drogadictos y los delincuentes porque les van a asaltar, entonces hay algunos que me dicen: “Pastor yo no voy a la iglesia porque en mi barrio hay muchos drogadictos y no quiero salir de noche, les tengo miedo por eso me encierro con llave”. He conocido varios cristianos así, pero también conozco abuelas cristianas con setenta años que les llevan alimento a los drogadictos de la esquina, les oran y los bendicen en el nombre de Jesús. ¡Hay cristianos hipócritas y hay cristianos que aman! ¡Son peligrosísimas estas personas pero no te defiendas tú, defiéndelos a ellos! ¡Ámalos! Cuando ellos reciben amor, su corazón comienza a cambiar, comienza a cambiar su perspectiva también. ¡El mundo necesita amor!

Bueno, hay cristianos y hay cristianoides… Recuerdo cuando vino a hablar conmigo uno del segundo grupo y me dijo: “Pastor yo soy creyente, hace mucho que no asisto a la iglesia, la verdad es que hace varios años que nos apartamos con mi esposa. ¡Pero nunca hemos dejado a Cristo, eh! Sabe que gracias a Dios con un poco de dinero nos construimos una casita en un asentamiento, es un lugar precioso, en una esquina. ¡Pero el barrio está lleno de drogadictos y todos se vienen a la esquina de mi casa y no podemos dormir de noche! Sabe que tengo tres hijas chicas y tengo miedo que les suceda algo. Estos chicos se quedan toda la noche, hacen una fogata, toman e insultan y yo no quiero esta vida para mis hijas, no quiero que se críen en este ambiente. Entonces yo dije: ¡Me voy a hacer amigo de ellos!” No es que le fue a predicar el evangelio ni que tenía interés en ellos, su problema eran: ¡Su casita, sus hijitas y su esposa! Siguió diciéndome: “Me voy a hacer amigo de ellos a ver si los convenzo para que no hagan todo este batifondo en mi casa y que se vayan a otro lado”. Entonces, se hizo amigo de los jóvenes y ellos le dijeron que no se haga problemas, que van a tener cuidado. Él los trató bien y los chicos hicieron igual, pero se siguieron drogando, emborrachándose, insultando y gritando en la esquina. Entonces este hombre dijo: ¿Qué hago? Decidió ir a hablar con los padres de los chicos y se quejó: “¿Usted no ve que su hijo está haciendo tal y tal cosa en la esquina de mi casa? ¡Haga algo!” Los padres se enojaron con él y lo echaron. Has visto que los padres de los drogadictos, encima que tienen un hijo que se droga no quieren que nadie les diga nada, ellos ya no saben qué hacer, igual que el cristiano que no sabía qué hacer. Este hombre había intentado hacerse amigo de ellos, intentó hablar con los padres sin lograr nada, entonces acudió a la policía. Éstos fueron una sola vez y no fueron más como suele suceder. El hombre cristiano había construido una verja de madera alrededor de su casa, y los chicos en represalia, le quemaron la verja y siguieron insultando y pataleando. ¡No era que él tenía un interés genuino por esos chicos sino que sólo estaba interesado en defender su familia, y lo suyo propio!

Cuando uno es egoísta, no mira las circunstancias desde la perspectiva de la justicia de Dios. ¡Sólo el amor es justicia para Dios! ¡Si estás en amor, lo que haces está bien y es justo, y Dios lo premia! ¡Si no estás en amor no intentes nada porque lo que hagas no servirá para nada! Porque si yo tuviese fe de tal manera que trasladase los montes  y no tengo amor, nada soy y si tuviese todas las profecías y no tengo amor, nada soy. Y si diese mis bienes para repartir a los pobres pero no tengo amor, de nada sirve. Y aun si entregase mi cuerpo pero no tengo amor, nada soy, porque nada sirve sin amor. Sin amor la justicia no tiene contenido o el contenido que tiene no es justo. ¡¿Te vas dando cuenta que te falta amor?!

Vienen a mi memoria las ocasiones en que algún hermano me trae a las doce de la noche un drogadicto, para que yo me ponga contento, entonces yo le digo: “No, a esta hora no, llevátelo a tu casa”. ¡A mi casa! ¿Y mi familia, y mis hijos, y si me roba? Pero, ¿cuál era la obra de bien que estabas por hacer trayéndomelo a las doce de la noche, después que terminé de predicar agotado? ¿Dónde está tu amor? ¿Dónde están tus obras?

Uno de los problemas que tiene el Estado al tratar de establecer justicia, es que él, como organización social, no tiene amor. El Estado uruguayo no está haciendo nada por los drogadictos; toco el tema de los drogadictos pero me refiero también a todos los débiles y quebrantados. En la escuela laica, gratuita y obligatoria no te enseñan el amor porque éste es un asunto espiritual y religioso. ¿Acaso te enseñaron algo acerca del amor en la primaria o la secundaria? La Biblia dice que Dios es amor, así que para enseñarte amor, tendrían que enseñarte de Dios. El amor suena muy religioso y el estado laico y secular de eso no sabe ni entiende; el estado laico pretende establecer valores venidos de la razón y del hombre. ¡Pero el amor no sale del hombre, sino de Dios! Quien pretenda amar deberá tener a Cristo en el corazón o no tendrá amor, tendrá alguna cosa que se le parezca pero no será amor, porque, para tener amor hay que tener a Dios en el corazón.

En el estado laico se utilizan términos distintos a la palabra “amor”, como por ejemplo, “solidaridad” o “tolerancia”. ¿Te imaginas diciéndole a tu hijo, “¡Hijo, voy a ser solidario contigo!”? ¿Necesitan solidaridad los chicos, o amor? ¡La solidaridad no le da valor a nadie! Ninguna persona se siente animada con la solidaridad, nadie se siente más protegido, nadie se siente lleno con la solidaridad. ¡Lo único que llena el corazón del hombre es el amor! ¡Con lo único que el hombre se siente valorado es con el amor! Yo no quiero que mi esposa sea solidaria conmigo; si ella tiene un sándwich, como es solidaria conmigo lo corta a la mitad y me convida. Pero eso a mí no me sirve: ¡Yo quiero que me ame! ¡Entonces me dará todo el sándwich! ¡A mí no me hace bien la solidaridad! ¡Me hace bien un sándwich entero, y encima que me dé un beso y me diga: ¡Mi amor, comételo todo!

Los cónyuges necesitan amor, no solidaridad, los hijos, los chicos de la calle, los abuelos necesitan amor. Si hubiera más amor en este mundo habría menos gente matando en las calles por un poco de droga. Otra frase que acuñaron los masones es la palabra “tolerancia”. Vas y le das un abrazo a tu hijo y le dices: “¡Te tolero Juancito!” Alguien me da un abrazo y me dice: “¡Lo tolero apóstol!” No me llena, no me agrega nada que me toleren. ¡Yo quiero que me amen! ¿Quién se siente valorado porque lo toleran? ¡Es que el mundo es muy escaso y Dios es amoroso! ¡Dios hace que abunde todo cuando abunda el amor! El amor no es un sentimiento, como te darás cuenta, el amor es la sustancia fundamental y legal del sistema jurídico de Dios. ¡Quién ama ha cumplido con toda la ley de Dios! ¡Dios es justo y ama la justicia! ¡No hay justicia sin amor! No puedes establecer justicia si no estás amando, no puedes juzgar las cosas si no estás amando, solamente la perspectiva que te da el amor es la perspectiva correcta que agrada a Dios y es la perspectiva justa. La calle está llena de gente que necesita amor, en los hogares hay hijos que necesitan amor más que unas lindas zapatillas, hay hijos que necesitan amor más que una cuota de un colegio privado. Hay padres que se pavonean porque les pagan un colegio privado a sus hijos pero no tienen tiempo para estar con ellos. ¡Esos hijos los odian porque les pagan el colegio pero no les dan amor! ¡Y los padres creen que con pagarle el colegio les han dado el amor que necesitan! ¡El amor es mucho más que dar dinero! El amor es compartir tiempo bien invertido, no que te vayas a ver un partido de fútbol con tu hijo y que solamente hables de fútbol. Termina el partido y tu hijo no recibió nada de ti. ¡Tiempo bien invertido!

La sociedad necesita gente que ame. El Estado invierte cantidades impresionantes de dinero en cosas que no aprovechan. Estuve hablando con un diputado que está en la Comisión de Drogas de la Cámara de Diputados; él estuvo averiguando qué estructura tiene el Estado para socorrer a los drogadictos y resulta que con la Junta Nacional de Drogas más las Juntas Departamentales y todos lo profesionales que hay, siquiatras, sicólogos, funcionarios públicos y trabajadores sociales, el Estado cuenta con 98 camas para atender a los drogadictos en todo el país, cuando éstos se cuentan por decenas de miles. Yo no le voy a hacer cargo al Estado de la situación de estos chicos, éste no tiene a Cristo pero yo sí lo tengo. La Ong Esalcu con la cual la iglesia trabaja en conjunto, tiene 650 camas y esta organización no atiende a un chico por quince días o un mes sino que lo atiende uno, dos, tres años, lo que sea necesario hasta que se sane su corazón. El promedio de tiempo en que el Estado tiene a un drogadicto en algún lugar como “El portal amarillo” es de un mes: ¡Pero nadie sale de la droga en un mes! El problema más sencillo es salir de la droga, en tanto que el problema más difícil de tratar son las ataduras del corazón, los dolores del alma y eso lleva meses de trato, de amor, hasta que la persona comienza a respirar nuevamente y comienza a creer en el mundo, en las personas y en el amor, puede ver que un matrimonio vale la pena y que la familia vale la pena, que lo que había visto no sirvió pero ahora cree que vale la pena amar y ser amado. El chico no necesita ver dos veces a la semana a algún sicólogo o siquiatra, necesita una familia que se juegue por él y viva con él allí adentro, alguien que arriesgue su vida y la de sus propios hijos con estos sinvergüenzas y que éstos vean que el amor existe, es real y que Dios también es real.

CONCLUSIÓN

Dios se reúne con los dioses y les recrimina: “¿Hasta cuándo van a ser injustos? ¿Hasta cuándo no se van a ocupar de los débiles y quebrantados? Si ustedes no hacen mi justicia, la que proviene del amor, serán condenados como cualquier otro hombre, pero si ustedes aman, van a morir como dioses, seguirán reinando conmigo después de la muerte, yo les daré vida eterna”. ¿Te estás dando cuenta que te falta amor?

Hablo con cristianos y me espanto cuando me dicen: “Yo, yo y yo”, “Pero eso no es lo que yo quiero”, “Eso no es lo que a mí me gusta”, “A mí nadie me va a obligar a hacer lo que no quiero”. Los miro y me pregunto: ¿Y estos se llaman cristianos? ¡Creen que Dios está obligado a ser buenos con ellos y a darles lo que quieren y pretenden! “¡Ah, pero no me diga que Dios quiere eso! ¡Ah no, yo no!”

¿Tú creías que esto de hacer justicia con los pobres y con los huérfanos es tarea sólo de los pastores? Dios no les llama dioses sólo a los pastores sino también a los que les ha llegado su palabra. Lamento decirte que en este día te ha llegado la palabra de Dios. ¡Estás frito! Algunos creyentes están para sentarse y oír, son oidores, no han entendido que no es para los oidores de la palabra sino para los hacedores y que no entrarán al reino de los cielos esos que dicen: “Señor, Señor” y no hacen la voluntad de Dios. ¿Tú estás seguro que vas a entrar? ¡Tienes que tomar en serio a Dios! Él es cosa seria, es lo más serio que hay en el universo. ¡Dios es grande y temible! Él debe ser lo primero en tu vida, no dejes que te convenzan tus estados de ánimo y tus argumentos. Si estás lleno de amor, estás exento de todo lo que acabo de decir. Si te conmueve tu prójimo y estás haciendo lo que debes hacer por los huérfanos, los débiles y fracasados, por las viudas quedate tranquilo y di: “Eso a mí no me toca”, pero si no, ¡tiembla! ¡Morirás como hombre y no serás como Dios!

Si hay algo serio para Dios es su reino, su voluntad y Él ha encerrado todo en el amor. En el amor se cumple su perfecta voluntad, quien está lleno de amor, está lleno de los deseos de Dios, tiene la perspectiva de Dios frente a los problemas referentes al trato con las personas. Alguno estará diciendo: “Parece que voy a tener que amar. Voy a tener que hacer fuerza para amar”. No tienes que hacer fuerza para amar ni te lo tienes que proponer porque el amor no proviene del corazón del hombre sino del corazón de Dios. ¡El amor proviene de Dios! Así es que tienes que tener a Dios reinando en tu corazón; si tienes a Dios tienes el amor en ti, si no lo tienes entonces el amor no opera. No te convenzas que porque tienes una Biblia o asistes a la iglesia los domingos eres cristiano; no es para los domingueros, sino para los que obedecen la palabra de Dios, para los que tiemblan a su palabra. ¡Él se manifestará a los que tiemblan a su palabra!

“Quiero aprender”, dicen algunos. “¿Ustedes tienen algún curso para aprender?” ¡Esto me lo dijo una mujer que conoce el evangelio pero hace años está en concubinato! Ella me agregó: “Yo necesito una iglesia donde den cursos porque quiero crecer”. Le dije: ¡Estás pecando, estás en adulterio! “Bueno sí, pero…” ¿Tú quieres hacer cursitos? ¡No hagas ningún curso más! Mientras más estudias de la Biblia, más te condenas. Vé y cumple lo que la Biblia dice y que ya sabes, y después aprende otro poquito. ¡No quieras aprender tanto! Respóndele a Dios en lo que ya sabes que Él te ha demandado.

Me ha conmovido esta semana, un chico de diecinueve años de edad, quien al finalizar el culto se sentó a mi lado; no sabía cómo hablarme, le temblaban las manos, se quedaba trabado al intentar hablar: “Lo que le quería decir es que si usted quiere ser mi papá…” cuando me dijo eso se le llenaron los ojos de lágrimas. ¡Qué necesidad de padre! Y agregó: “Yo estuve orando a Dios y Él me dijo: anda y dale un abrazo al apóstol Márquez”. Lo abracé fuerte, para mí es una experiencia maravillosa. ¡Necesitaba un padre! Me dijo que nunca nadie lo había valorado y nunca se había sentido amado. Yo lo abracé y más lloraba, entonces le dije: “Vos estás autorizado a interrumpirme donde yo esté, yo voy a ser tu papá y podés venir a saludarme y a hablar conmigo aunque esté ocupado”. ¡Cuánto amor necesita el mundo! ¿Tú tienes amor? No es algo que tú puedas generar, lo genera Dios en ti y quiere llenarte en esta hora.

Hay personas que se dicen cristianas pero saben que no piensan mucho en el otro, que están escasos de amor. Quiero ayudarles a hacer una oración a aquellos que nunca le han entregado su corazón a Jesús; hoy debes pedirle a Dios que llene tu vida y te perdone porque te has dado cuenta que tu justicia no llega a ningún lado, que tus explicaciones te acusan porque nunca has juzgado desde la perspectiva del amor, dile: “Jesús, necesito que entres en mi corazón, he hecho lo que he hecho porque me parecía, ¡pero nunca fui movido por tu amor, por tu presencia! Señor, te necesito, no quiero vivir más sin ti. ¡Perdona mis pecados! Entra en mi vida, toma el señorío de mi existencia. ¡Lléname de ti y lléname de amor! ¡Que tu sangre preciosa me cubra y me limpie! ¡Te recibo en mi corazón! Recibo el perdón, recibo tu gracia y declaro que el diablo y los poderes del infierno no tienen más derechos en mi mente, en mi voluntad, en mis emociones. Tú tienes, Señor del cielo, todos los derechos sobre mi vida, sobre mi existencia, sobre mi presente, mi pasado y mi futuro. Gracias Señor, amén”.

Quiero hacer también una oración con aquellos que reconocen que no tienen la medida del amor de Dios en sus vidas, los que han descubierto que se llaman cristianos pero son egoístas, reconocen que tienen resentimientos y rencores. Aquellos a los que el Espíritu Santo les ha marcado hoy que ellos se creen buenos pero no lo son, aquellos que creían que eran justos pero se han dado cuenta que la medida de justicia que tienen no es la medida de Dios. Te invito a hacer una oración sincera en esta hora, en el nombre de Jesús, vamos a pedirle al Señor que Él llene nuestra existencia, que no se quede afuera por causa de nuestros resentimientos, rencores o amarguras: “Señor, no te quedes afuera, quita Dios todo lo que te estorba para obrar, quita Señor toda injusticia de nosotros, te lo pedimos en el nombre de Jesús. Hoy hago esta oración para pedirte que me perdones y me llenes. ¡Quiero tener ese amor! Quiero ser lleno de ese amor, quiero esa presencia tuya que hace que no me importe lo que me hayan dicho o hecho. Reina tú en mi corazón, que no me justifique más y no ponga más excusas para no amar, te lo pido en el nombre de Jesús. ¡Gracias Señor, amén!

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