LA TIERRA ES NUESTRA HERENCIA - Misión Vida para las Naciones

Av. 8 de octubre 2335

Montevideo

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MENSAJES DEL CIELO

LA TIERRA ES NUESTRA HERENCIA

Quiero preguntarte si tú piensas pasar la eternidad en el cielo. Si tu respuesta es sí, perdóname que dude que vayas a pasar en el cielo. De eso se trata el tema que hoy quiero compartir contigo; yo creo que nuestro lugar no es el cielo, creo que hemos leído mal la Biblia y creo también que nuestro lugar es la tierra. Quiero profundizar más en el tema; cuando Jesús vino a la tierra y empezó su ministerio, dice la Biblia que comenzó a predicar el evangelio del reino diciendo: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17). El problema de Dios con nosotros no es establecer el reino de los cielos en el cielo sino aquí en la tierra. El lugar que Dios quiere recuperar no es el cielo sino la tierra y a nosotros nos enseñó a orar: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mateo 6:10). La voluntad de Dios es que el reino de los cielos venga aquí y que así como se hace su voluntad en el cielo, también se haga en la tierra. Dios nos mantiene en la tierra porque tiene un propósito, Él nos ha creado porque tiene un propósito. Debemos entender cuál es la idea original o la intención de Dios al crear a los hombres; sabemos que Cristo ha venido a ser la cabeza del reino y que es el Señor del reino. Jesús les dijo a sus discípulos, un grupo pequeño de gente: “No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino” (Lucas 12:32). La pregunta es: ¿El Señor quiere darnos el reino en el cielo o el reino de la tierra?

¿Tú has leído en la Biblia que en el cielo hay calles de oro y mar de cristal? No pudiste haberlo leído en la Biblia, y si te han enseñado eso, te enseñaron mal. Yo te diré en qué contexto se habla en la Biblia de las calles de oro y el mar de cristal; Juan dijo en el capítulo 21 del libro de Apocalipsis: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva…vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén descender del cielo”; a continuación, en el capítulo 21 describe la nueva Jerusalén y dice que la gloria de Dios viene con ella, dice también que ya no había mar (el que conocemos) en esa ciudad que se establecía aquí en la tierra, sino que había un mar de cristal. Alguno preguntó: Pero Jesús dijo que iba a preparar morada para nosotros, esto se encuentra en San Juan 14:2; parece ser que la morada que Jesús prepara para nosotros está en el cielo, pero esa morada bajará del cielo a la tierra, la tierra actual será desecha y el cielo que vemos también será desecho: ¡Dios hará un cielo nuevo y una tierra nueva! No se refiere a los cielos de la creación invisible sino al cielo del cosmos visible. Están los cielos de Dios, los cielos de la creación invisible de Dios y está el cielo que nosotros vemos, es decir, hay un cielo invisible y uno visible. Parece ser, y lo vamos a ver, que esas moradas que Jesús está preparando en el cielo van a venir a parar aquí a la nueva tierra. Apocalipsis capítulo 21 describe la santa ciudad, Jerusalén, la morada de Dios; dice que no habrá noche, que será de día continuamente, no habrá sol ni luna en esa nueva creación, y dice que la nueva Jerusalén será alumbrada por la gloria de Dios y del Cordero; esta ciudad tiene un muro que mide 144 codos de altura, de longitud y de ancho, tiene tres puertas hacia el norte, tres hacia el sur, tres hacia el este y tres hacia el oeste, como fundamento cuenta con doce cimientos especiales adornados con piedras preciosas, y las puertas que son de perlas preciosas siempre estarán abiertas porque no habrá noche. Dice también Apocalipsis capítulo 21 que irán las naciones de la tierra a entregar sus productos a Jerusalén, que será la capital del planeta Tierra, y que la calle de la nueva Jerusalén es de oro transparente, cristalino. ¿A ti te parece que eso es el cielo? ¡Nosotros heredaremos la tierra, no el cielo!

 LA TIERRA ES NUESTRO LUGAR, NO EL CIELO

Quiero decirte que el cielo no es nuestro lugar, sino que la tierra es nuestra herencia y la Biblia está llena de referencias acerca de esto. Toda la vida hemos creído que íbamos a pasar la eternidad en el cielo y ahora viene el apóstol Márquez a decirnos que no, pero trataremos de entender más sobre el tema; cuando Dios creó los cielos y la tierra, vemos que el término “cielos” está en plural, la Biblia nos deja claro que Dios creó todo un universo invisible y que luego de haberlo creado creó un universo visible y Él es el Señor de todo lo invisible y de todo lo que se ve. La Biblia nos enseña que Dios creó lo que se ve de lo que no se veía. Esto suena muy interesante; el físico y matemático Albert Einstein descubrió que la energía y la materia en esencia son la misma cosa, la energía no se ve y la materia sí se puede ver; esta es una verdad demostrada científicamente, la energía se transforma en materia y viceversa: De lo que no se veía, Dios hizo lo que se ve. El principio de la bomba atómica tiene que ver con esto; la materia es materia, pero si se libera la energía que está encerrada dentro del átomo de ésta, se transforma en energía. Einstein descubrió esto y los que vinieron después de él aprovecharon para hacer terrible bomba. El hombre ha logrado transformar la materia en energía y también ha logrado transformar la energía en materia. La Biblia dice claramente que Dios hizo las cosas que no se ven de las que no se veían, por lo tanto lo primero que hizo fue lo que no se veía y después de ello hizo lo que se ve. Antes de hacer todas estas cosas: ¿Dónde estaba Dios? Él no podía ser Rey y Señor de nada porque estaba en la nada. Ahí estaba Dios parado en la nada y tenía ganas de ser Rey y Señor, y para poder serlo tenía que crear un dominio sobre el cual gobernar. Todo lo invisible y visible fue creado por Dios y le pertenece. ¡Todo lo creó para ser el Señor de todas las cosas!

Cuando yo era chiquito, hacía castillos de arena en la playa; antes de construirlo era todo arena, pero cuando lo hacía le ponía defensas para que el agua no rompiera mi dominio, pero por ahí venía una ola y me lo derribaba, o alguno de mis hermanos me lo echaba abajo. Antes que construyera mi castillo no había nada y no me interesaba quien pisaba el lugar, pero una vez que lo construí, el lugar era mío, y cuando me lo pisaban me daba mucha bronca, porque yo lo hice, era mío y el otro no tenía derecho a pisoteármelo. Del mismo modo, Dios que es Espíritu, vino a ser Rey Soberano de todo lo invisible, y cuando creó la tierra pensó: ¿Ahora qué hacemos con lo visible? Entonces dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree…” (Génesis 1:26). Dios lo hizo a imagen y semejanza suya para que sea señor y domine como Él. ¿Entiendes que eres importante para Dios? Dios quiso colonizar el planeta Tierra; puso en él plantas, animales, hizo el mar, y decidió crear alguien como Él, por tanto creó al hombre y lo puso sobre todo lo que ha creado visible, y para que sea como Dios, lo creó a imagen y semejanza suya. La diferencia entre Dios y el hombre es que Dios es invisible y opera en una creación invisible y el hombre es visible y opera en una creación visible. Pero el hombre viene a ser el gobernante que recibe autoridad delegada de Dios y no tiene que traicionarlo; el hombre no tiene que entregarle a Satanás el dominio que Dios le ha dado a él, pero esto es justamente lo que sucedió.

El reino de los cielos funcionaba adecuadamente aquí en la tierra antes de que Adán pecara; el hombre podía hacer todo lo que quería, nada de lo que hacía era pecado, sólo era pecado si comía de un fruto que Dios les había ordenado que no comiera, ya que Él le señaló a Adán que tenía que estar en contacto con Él, y le enseñaría el bien y el mal. Dios le dijo: “Lo que no te permito es que comas del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal” pero vino Satanás y le preguntó a Eva: “¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?… No moriréis;sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (Génesis 3:1-5). ¡Qué lamentable! Eva ya era como Dios, tenía total y absoluto dominio, y tenía total libertad; ninguna cosa que hiciese sería pecado, sólo era pecado el hecho de desobedecer a Dios cuando Él les dijo que no tenían que comer de ese fruto. Satanás hizo todo lo que pudo para que Eva le creyera a él y no a Dios, y lo logró, le confundió la cabeza; Eva se olvidó que había sido creada a imagen y semejanza de Dios y que ella tenía la autoridad junto con Adán. ¿Quién tenía más autoridad: Adán o Eva? Después que Adán y Eva pecaron, Dios le dijo a la mujer: “…tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti…” (Génesis 3:16). Dios puso a la mujer bajo la autoridad del hombre después que hubieron pecado; antes de ello, ambos representaban el reino de Dios igualitariamente, como una unidad.

Entonces Dios dijo: “Vamos a colonizar la tierra y les ordeno: Multiplíquense, fructifiquen, llenen la tierra y señoreen sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre las bestias y las plantas”. Dios no les ordenó que se enseñorearan del hombre, en su lista no figuraban los hombres, sino de las plantas, los peces y todo el resto de la creación. La palabra “hombre” proviene de una raíz hebrea, que es plural y no tiene sexo, no es ni masculino ni femenino, es genérico. Dios le dio al hombre dominio e hizo que sea señor de todo lo visible y Adán además de perder la pureza y la santidad, perdió el reino. El problema de Dios no es recuperar el reino del cielo porque ya es de Él, el problema es recuperar el reino en la tierra. Ahora, quiero que sepas que Dios tiene un propósito, una idea original y ¡Él nunca cambia de parecer!; Dios es inmutable, esto quiere decir que Él no muda, no se mueve sino que sigue con sus planes. Todavía Dios tiene el mismo propósito, el plan sigue siendo el mismo, Dios quiere que el hombre reine y gobierne en la tierra. Dios no muda y en Él no hay sombra de variación, así que el fracaso de Adán no le hizo cambiar de planes, sino que decidió levantar de todas maneras una nación de reyes. Por eso es que Él es Rey de reyes y Señor de señores, y está levantando reyes y señores. ¡Dios no ha creado hombres para que sean súbditos sino para que sean reyes! Tampoco ha creado hombres para que sean reyes de otros hombres, sino que sean reyes de los peces, de las aves, del mundo mineral, del mundo animal y de los vegetales. ¡El hombre perdió el dominio! Éste tenía total y absoluto dominio, pero como traicionó a Dios, el reino del cielo desconectó la información con Adán, no le mandó más información y entonces Adán quedó despistado. Imagínate si un representante de Estados Unidos en Rusia le entrega información de su país a los rusos, ¿crees que es un pecadito de desobediencia nada más? Es un pecado de traición a la patria y lo de Adán fue un pecado de traición al reino de los cielos. Satanás le dijo a Adán: “Yo te puedo arreglar algo para que puedas ser dios y señor sin la necesidad del Dios del cielo”. ¡Pero Adán ya era señor! ¡Qué idiotez se mandó! Y ahora acá todos nosotros pecando igual que Adán.

En Génesis 3:15 Dios le promete a la serpiente lo siguiente: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.”  (Génesis 3:15). En otras palabras le dice: “Va a haber un hombre que te aplastará y conquistará nuevamente el reino”. ¿Por qué Jesús le dice a sus seguidores: “No temáis, manada pequeña porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino”? Porque el reino nos fue quitado y cayó bajo poder extraño, pero el propósito de Dios con el hombre sigue siendo el mismo. El propósito de Dios es que habiendo creado al hombre a su imagen y semejanza, no cejará en su intento de que el hombre gobierne en la tierra. ¿Y qué es lo que hace Dios para que el hombre gobierne en la tierra? Como Él es invisible y decretó que el territorio del hombre era la tierra, para poder conquistar el reino nuevamente, Dios se hace hombre y en esa condición se introduce en la tierra: Con un cuerpo de carne y hueso visible, tangible, se hace como uno de nosotros.

Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza…” (Génesis 1:26). “Hagamos”, verbo hacer; este verbo denota la creación de algo mediante elementos ya creados. El hombre fue hecho por Dios con elementos que ya Él había creado, dice la Biblia que tomó polvo de la tierra y formó al hombre, pero no termina ahí porque Génesis 1:27 continúa diciendo: “Y creó Dios al hombre a su imagen…” Vemos que aquí hay otro verbo: “crear”; este señala la creación de algo sin elementos previamente creados; el Espíritu de Dios es increado y Él nos impartió su Espíritu de tal manera que somos “hechos” y también “creados”. Es decir que Dios hizo al ser humano visible, tangible, de carne y hueso, de elementos no creados o increados, es decir del Espíritu de Dios y de elementos visibles, ya creados por Dios, es decir el polvo de la tierra.

El hombre fracasó pero Dios tenía un plan. Podemos leer en Mateo 25:34 cuando Dios aparta los cabritos a la izquierda y las ovejas a la derecha y dice Jesús: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo” (Mateo 25:34). ¿Tú crees que habíamos perdido el reino? ¡No lo hemos perdido! Porque ese reino está determinado desde antes de la creación del mundo para que sea del hombre. ¡Dios te ha creado con esa idea, Él te ha creado con ese propósito! No has sido creado para que seas un súbdito sino un príncipe y por cuanto Dios te ha dado su naturaleza, esto es a los que han creído en Cristo Jesús, porque los que no han creído perdieron esa naturaleza divina, ya que el que peca muere, su espíritu queda desconectado del Espíritu de Dios y deja de fluir la energía del cielo sobre la persona. Pero los que han creído en Cristo Jesús, Dios los ha regenerado y los ha vivificado, o sea, ha vuelto a dar vida al espíritu del hombre.

El hombre perdió el reino de Dios en la tierra y Dios recuperó su reino en la tierra cuando Cristo murió en la cruz del calvario y resucitó demostrando que tenía poder sobre la muerte, y dijo: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra”  (Mateo 28:18) por lo tanto lo más importante para nosotros es, qué pasará con la tierra y qué tengo que ver yo con ella. Hay gente que dice: “¿Y si Dios es justo por qué mueren los niños, por qué hay tanta hambre y tanta peste en la tierra?” Eso no hay que preguntárselo a Dios, porque: ¿Quién es el rey de la tierra? ¡El hombre! Entonces hay que preguntárselo a él: Señor hombre, ¿por qué hay tanta peste? ¿Por qué, hombre, permites las bombas? ¿Por qué tantos terremotos y tsunamis? Hay que preguntarle al hombre por qué arroja tanta basura al aire. Hoy, el hombre sigue siendo el rey, aunque es un rey estúpido. Dios lo puso para que domine a los animales y en la médula de sus huesos está ese mandato, podemos verlo cuando hay personas que pretenden dominar por ejemplo a los caimanes, al meter su mano o su cabeza en sus fauces. He comentado anteriormente que el hombre subió al Monte Everest porque tiene un deseo de dominio. La fuerza más grande del hombre es el anhelo de dominar sus circunstancias, quiere dominar la enfermedad, la depresión, quiere dominar a los animales y por sobre todo el planeta porque tiene ese mandato de Dios metido en los huesos. ¡Pero el hombre también quiere matar criaturas y abortar niños! Aún así está trayendo más niños a la tierra porque Dios le ha dado el mandato de que llene la tierra, que fructifique y se multiplique. El asunto es, que en vez de dominar, el hombre es un dominado. Dios le dio al hombre dominio sobre todas las plantas y fíjate cómo una hoja de coca domina al hombre, mira cómo la plantita de marihuana lo domina. Uno de nuestros pastores en el tiempo en que se drogaba, antes de conocer a Jesús, había llevado a su casa una plantita de marihuana, y la mamá le preguntó: “¿Qué trajiste Andrés?” Él le respondió: “¡Es una plantita que da una flor tan linda!” ¡La engañaba! Y ella le regaba la plantita y se la cuidaba… ¡Él era esclavo de la marihuana! ¿Cómo puede ser que el tabaco domine al hombre si Dios hizo al hombre para que domine las plantas?

¿Qué harías si te pongo una víbora cascabel delante de ti y te digo: Hermano, no te hagas problemas, el Señor dijo que somos un pueblo de reyes y sacerdotes? ¿Qué harías? ¡Un bicho que se arrastra le provoca miedo al ser humano! ¡Has perdido el dominio! ¡Ojo! Dios puso al hombre, no para que sea señor del hombre. A Dios le molesta muchísimo cualquiera que quiere dominar al hombre. El hombre no debe gobernar al hombre, en la lista que Dios le dio a Adán están los peces, las aves, las plantas, los animales que se arrastran, los reptiles y todas las bestias del campo; sobre esos Dios le dio dominio al hombre, pero no sobre el ser humano.

 LA TIERRA MANDA AL CIELO

 El Salmo 115:16 dice: “Los cielos son los cielos de Jehová; Y ha dado la tierra a los hijos de los hombres”. ¡Me parece que tu lugar no es el cielo sino la tierra! El hombre es gobernador del planeta Tierra, es rey por mandato divino; el propósito de Dios nunca deja de ser, por eso Jesús le dijo a sus discípulos: “…todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo” (Mateo 18:18) El hombre administra en el planeta y Dios no se mete, sólo lo hace en función de la relación que tiene con la gente que habita en la tierra y que se pone de acuerdo con Él, si no es así, lo deja al hombre que siga su camino. Watchman Nee, autor de varios libros, lo llama a esto: “La tierra manda al cielo”. Antes de que Dios haga algo aquí en la tierra, alguien tiene que orar; Marcos 11:23 dice: “Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho”. Entonces cuando yo ato algo en el nombre de Jesús, queda atado y cuando desato algo, queda desatado porque Dios le ha dado la autoridad el hombre. Como Dios vio que no había ni siquiera uno que hiciese el bien decidió hacerse hombre porque Él no podía interferir en el gobierno del hombre a menos que se hiciera como nosotros; Él se hizo carne y dice la Biblia que no se avergüenza de llamarnos hermanos, porque Jesús es nuestro hermano mayor y ha declarado que compartirá con nosotros su reino y que su herencia es nuestra herencia. Porque el motivo por el cual el bajó al planeta Tierra no era solamente recuperar el reino sino también cumplir con el propósito de Dios, al poner al hombre en la tierra y decirle que dominara y señoreara sobre todas las cosas. La primera intención de declaración de Dios respecto del planeta Tierra y de la creación del hombre fue la siguiente: “…señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra” (Génesis 1:26) ¡Esta es la intención de Dios! ¿Tú crees que Él cambió de parecer? ¿Crees que Dios dijo: Bueno, como el hombre ha sido un inservible en la tierra lo voy a poner en el cielo? ¡No! Él dijo: ¡Te voy a lavar, te voy a santificar y te voy a poner a gobernar donde te mandé! Mateo 5:5 dice: “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad”. ¡Vamos a heredar la tierra! ¡Jesús vino a conquistar la tierra! ¡Algo grande va a suceder con el planeta Tierra! Isaías 60:21 también dice: “Y tu pueblo, todos ellos serán justos, para siempre heredarán la tierra; renuevos de mi plantío, obra de mis manos, para glorificarme”. ¡Serás rey para siempre, para la gloria de Dios!

En la escuela dominical me decían que íbamos a ir al cielo, donde hay calles de oro y toda la vida lo repetí como loro, pero ahora vengo a descubrir que no es así, sino que es aquí en la tierra, en la nueva Jerusalén donde estaremos. ¡Por favor no me juzgues! Yo he predicado que nos íbamos a ir al cielo y que allá habría calles de oro, pero hoy tengo que decirte que me arrepiento de haber predicado eso, porque ahora que leo bien, Apocalipsis 21:1 dice: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva”. Yo leía esto y pensaba en el cielo y no en la tierra, pero este pasaje dice: Un cielo y una tierra. La palabra de Dios es muy específica, no se refiere a una nueva creación en los cielos de Dios, sino a un cielo y a una tierra, o sea el cosmos visible. ¿Qué fue contaminado por el pecado? El cosmos, el universo visible. Sigue diciendo Apocalipsis 21:1 “Vi un cielo y una tierra nueva; porque el primer cielo (sigue en singular) y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más”. Ya no habrá mar, aunque hoy existe, o sea que habrá una tierra nueva que no tiene mar. Apocalipsis 21:2 sigue diciendo: “Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo de Dios…” La santa ciudad desciende a la tierra, y viene del cielo de Dios. Pastor, pero Jesús dijo que ha ido a preparar morada para nosotros. ¡Si, y según este pasaje la está bajando!

Sigamos leyendo Apocalipsis 21:3: “Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios”. “El tabernáculo de Dios” es la gloria de Dios. Seguimos leyendo en Apocalipsis 21:5: “Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas”. Dios hace un cielo nuevo y una tierra nueva, no se refiere a los cielos invisibles. Continuamos leyendo Apocalipsis 21:6 al 8: 6Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. 7El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. 8Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda”. ¡Qué lindo! En ese reino el hombre no es súbdito sino hijo, no se sienta en la mesa de los esclavos ni de los siervos, se sienta en el palacio del Padre en su mesa, porque en ese reino el hombre es príncipe, es hijo de Dios. Entonces, como somos sus hijos y Él es el Rey, nosotros somos reyes.

Apocalipsis 21:9 y 10 sigue diciendo: 9Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero. 10Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios,…” Luego describe cómo estaba hecha la ciudad; en esa descripción podemos apreciar que la calle de la ciudad es de oro. Veamos Apocalipsis 21:22 al 26: 22Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero. 23La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera. 24Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella. 25Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche. 26Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella”.

¿Todavía sigues pensando que el lugar donde pasarás la eternidad es en el cielo? Alguno dirá: ¿Pero las bodas del cordero no serán en el cielo? ¡Sí! ¿Pero, no es que Cristo nos vendrá a buscar en las nubes y nos llevará al cielo? ¡Claro que sí! Es como quien va a una fiesta de boda pero después vuelve a su casa. Y Cristo vendrá con sus santos montando en un caballo blanco con una espada en su boca, y con el aliento de su boca destruirá a todos sus enemigos; pondrá en Jerusalén la capital del reino y regirá con vara de hierro a las naciones. Durante mil años Satanás será atado y en ese período Cristo reinará en el planeta Tierra y ahí estaremos resucitados, transformados y glorificados, todos aquellos que hemos creído en Cristo Jesús como nuestro Señor. Y después de los mil años, Satanás será desatado y volverá a engañar a las naciones, entonces vendrá el juicio final y vendrán, cielo nuevo y tierra nueva y una nueva Jerusalén.

Yo he enseñado que hay una confrontación cósmica en la ciudad de Jerusalén en este momento, las naciones opinan acerca de Jerusalén y qué es lo que pueden hacer o no los judíos con ella. El problema no es entre judíos y árabes sino entre el reino de los cielos y el de las tinieblas. Escucharás a los palestinos decir que no tiene sentido ninguna negociación de paz si Jerusalén no es capital de ellos. Los musulmanes son descendientes de Ismael el hijo de la carne de Abraham, y no el de la promesa. Y los judíos dicen que Jerusalén es la capital eterna e indivisible de Israel y señalan que no hay negociación de paz si ellos tienen que transar que Jerusalén sea también la capital de los palestinos.

¡La locura y chifladura de Satanás! Él tampoco puede gobernar en la tierra si no tiene hombres y mujeres que le respondan a él, porque Dios hizo una creación visible para que los que son creados tangibles sean los que reinen, entonces Satanás tomará a un hombre, lo ungirá, le dará todo el poder y toda su autoridad y le ordenará que se siente en el lugar santo en el templo de Jerusalén y demandará que todo el mundo lo adore, diciéndole que él es dios, ¡y así lo adorarán! Entonces el anticristo se sentará en Jerusalén, pero Dios ha declarado que el Monte de Sion es su trono y ha declarado que Jerusalén es la ciudad que Él ha elegido para poner allí su nombre. ¿Podrá el anticristo sentarse en ese lugar? Claro que se sentará, la Biblia lo dice, pero vendrá Cristo y lo sacará de un plumazo. Dice la Biblia que la bestia y el falso profeta son atados y echados en el lago de fuego y azufre; cuando comiencen a caer las pestes y las maldiciones de la ira de Dios y suenen las trompetas de Dios y comiencen a ser derramadas las copas de la ira postrera del Señor, ¡El espanto que le agarrará a todo el mundo, a los príncipes de la tierra, a los ejércitos! ¡Aún el anticristo temblará! Le pedirán a las montañas que caigan sobre ellos porque el día de la ira del que está en el trono y del Cordero ha llegado. ¡Sí, habrá gobierno mundial! ¡Sí, vendrá el anticristo y se sentará en Jerusalén! Pero Cristo lo destruirá y pondrá su trono en Jerusalén. ¿Entiendes que la lucha es por la tierra? Tendremos un nuevo cuerpo glorificado, una nueva tierra glorificada y una nueva Jerusalén, que será la capital del mundo. Y los que somos de Cristo reinaremos en él, ¡esa es nuestra herencia!

 CONCLUSIÓN

Quiero reiterarte tres pasajes bíblicos que ya compartí contigo:

Isaías 60:21: “Y tu pueblo, todos ellos serán justos, para siempre heredarán la tierra; renuevos de mi plantío, obra de mis manos, para glorificarme”.

Mateo 5:5: “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad”.

Lucas 12:32: “No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino”. ¡Gloria a Dios! Yo se que esto que estoy enseñando va a provocar revuelo, es que toda la vida nos han dicho y hemos enseñado que íbamos al cielo a caminar por las calles de oro. Pero, muéstrame un versículo que diga que las calles de oro están en el cielo. El gran propósito de Dios está definido en Génesis y continúa en Apocalipsis; y se establece el reino de Dios que es su gran propósito. Todo el que cree y es hijo se sentará en la mesa del Padre, todo el que quede en la tierra será rey. No se como hará Dios, porque no nos da dominio sobre el hombre sino sobre las cosas creadas, lo cierto es que Él hará una obra extraordinaria con nosotros. Creo que Dios nos va a ir poniendo en el corazón de aquí en más, el deseo de que en la tierra ocurra lo que Él ha profetizado que sucederá. Ya no tendrás más deseos de irte de la tierra sino que tendrás deseos de que suceda lo que Dios ha establecido. Creo que a partir de ahora orarás más el Padre nuestro: 9Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. 10Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”. (Mateo 6:9 y 10)

¿Pero es que no vamos a ir al cielo pastor? Claro que sí, vamos a ir a dar una vueltita pero regresaremos a dormir a casa, creo que vamos a tener la capacidad de poder apreciar la creación invisible, pero será gloriosa la creación visible. Caminaremos por calles de oro y habrá un mar de cristal, yo no se si podremos esquiar en ese mar porque Dios no me lo ha revelado. Pero la pregunta es: ¿Estarás ahí o no? El problema fue cuando Adán quiso hacer de las suyas, por eso no puede entrar al cielo nadie que sea independiente y ande diciendo: “A mí me parece que…”, “lo que yo quiero es…”, “lo que yo siento es…”, etc.” ¡El que entra será porque ama y anhela la voluntad de Dios! Yo pregunto: ¿En tu vida se hace la voluntad de Dios o es que tienes que renunciar a tus planes, a tu voluntad para que el reino de Dios se establezca en primer lugar en tu corazón? Si el reino de Dios no viene a tu corazón no serás participe de estas cosas. ¿Estás seguro que has renunciado a tus planes para que en tu vida se haga la voluntad de Dios? Si hoy quieres renunciar a tus planes y a tus deseos, si hay algo que le reprochas a Dios, que retienes y no quieres que te lo quite, tienes que arrepentirte, porque lo que importa no es tu voluntad sino la de Dios. Arrepentirte significa cambiar tu manera de ver y de pensar. ¿El Espíritu Santo está golpeando la puerta de tu corazón? ¿Te dice el Señor en esta hora: tienes que entregarme tu vida? Tienes que decirle: “Señor, quiero que se haga tu voluntad en mi vida y que se pierdan todos mis planes, que sean desbaratados, porque yo no quiero perder el reino”.

Quiero ayudarte a hacer una oración pero tienes que hacerla de corazón, con fe, con certeza. Dile a Dios: “Señor, hoy rindo a tus pies todos mis planes, mi vida, todo lo que soy y todo lo que tengo; no te voy a negar nada, quiero que seas mi Señor, te lo suplico. Perdóname todos mis pecados, perdona mi desobediencia, tómame en tus manos. Cúbreme con tu sangre, yo recibo hoy el reino de Dios en mi vida; hoy te recibo a ti Señor, que eres el Señor del reino. Venga tu reino a mi vida, venga tu Espíritu y tu presencia a mi vida, te lo pido en el nombre de Jesús y te doy gracias Señor, amén”.

 

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