LA UNCIÓN Y SU PROPÓSITO - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

LA UNCIÓN Y SU PROPÓSITO

INTRODUCCIÓN

Hoy conocerás qué es la unción; algunos dicen que la unción es el Espíritu Santo, pero se trata de dos términos que son totalmente diferentes uno de otro, porque sería como decir que el cuerpo es el espíritu, pero no es así. No se sabe bien qué es la unción, pero parece ser que tenemos un termostato para medirla, cuando por ejemplo sentimos algo lindo, decimos que la alabanza está ungida, en cambio, otro día no sentimos nada y decimos que no había mucha unción. Algunos dicen que la unción es algo que te llega, que te toca. “¡Qué lindo estuvo el culto hoy!” Y se van como pisando nubes, pero en la calle les ladra un perro, entonces comienzan a proferir cierta clase de insultos  y se les cae toda la unción al piso.

Parece que la unción es algo que se pone y se saca, pero la verdad es que la unción no es algo que te pones y te sacas. Dios ungió a Saúl como rey y así quedó, lo mismo sucedió con David; se hayan portado bien o mal han sido ungidos para ser reyes, esto significa que fueron elegidos y escogidos, y han sido revestidos de una posición. La unción entonces, es aquello que Dios te da a ti para que funciones dentro de sus planes; es la posición que el Señor te da.

ANTIGUEDAD: PERSONAS ESPECÍFICAS ERAN UNGIDAS

En la antigüedad se ungían a los sacerdotes, a los profetas y a los reyes, sólo a esas tres clases de personas. Cualquier otra persona no era ungida, porque los oficios de Dios eran precisamente esos y se les ungía a esas personas con el aceite de la santa unción, fórmula que encontramos en el libro de Éxodo capítulo 30, que lo hacía un aceite único. Ese aceite no se podía usar para otra cosa más que lo que tenía que ver con la unción de Dios sobre determinadas personas. No se podía hacer como nosotros hoy en día cuando ungimos a los hermanos de la iglesia y lo hacemos a veces con aceite de maíz o algún otro baratito. Dios le había dado a Moisés la fórmula para hacer ese aceite especial, porque la unción que se le daba a un sacerdote era única y nadie podía cuestionarla, quitarla o reemplazarla.

Leemos en Levítico 8: 10 al 12: “Y tomó Moisés el aceite de la unción y ungió el tabernáculo y todas las cosas que estaban en él, y las santificó. Y roció de él sobre el altar siete veces, y ungió el altar y todos sus utensilios, y la fuente y su base, para santificarlos. Y derramó del aceite de la unción sobre la cabeza de Aarón, y lo ungió para santificarlo”.  Vemos aquí que se ungían cosas; Moisés ungió todo el tabernáculo o sea el templo que se construyó en medio del desierto por mandato de Dios, hecho con telas, y todas las cosas que estaban en él, y las santificó. La unción tiene relación directa con la santificación; cuando se ungía a alguien que sería rey significaba que esa persona era santificada, y santificar significa apartar. La noción que se tiene de un santo es de una persona con cara bondadosa, las manos juntas a la altura del pecho y una aureola sobre la cabeza, pero eso no expresa santidad. Santificar es apartar para una función determinada; cuando se aparta algo o a alguien y se santifica, ese algo o ese alguien va a llevar a cabo solamente la función que se le asigna.

Un rey no podía ser sacerdote; el cuchillo que se usaba en el tabernáculo para sacrificar a los animales no se podía usar para otra cosa porque había sido apartado para el servicio de Dios, había sido ungido, santificado o consagrado con un propósito. Del mismo modo, los cristianos somos seres apartados para vivir la vida que Dios ha predestinado para nosotros y funcionar dentro del propósito que Él tiene para cada uno; o sea que el cristiano está ungido para servir dentro de la función que Dios le tiene asignada, y éste puede pero no debe funcionar en alguna otra cosa que no sea el oficio que el Señor le ha dado.

El profeta Samuel ungió a Saúl como rey, pero él se portó mal desobedeciendo y pecando; cuando lo ungieron como rey descendió sobre él, el Espíritu Santo y cuando hubo pecado el Espíritu de Dios se apartó de él. El Espíritu Santo puede venir, contristarse y apartarse pero siempre sigue sobre la persona la unción, y seguía pesando sobre Saúl el hecho de que Dios lo había escogido para ser rey. Todos los días de su vida ha cargado con eso porque fue elegido para ser rey y honrar a Dios pero cuando decidió honrarse a sí mismo haciendo lo que le pareció o quiso, el Espíritu Santo ya no lo llenaba aunque siguió portando esa unción. La Biblia señala que el Espíritu Santo vino sobre David cuando fue ungido, y ese día, el Espíritu Santo se apartó de Saúl. Cuando David tuvo oportunidad de matar a Saúl, y el Espíritu Santo ya se había alejado de él; David dijo que no iba a quitarle la vida al ungido de Jehová. El Espíritu Santo puede operar más o menos en tu vida pero la demanda de la unción que está sobre ti te pesará toda la vida y tendrás que rendirle cuentas a Dios por esa unción que Él ha derramado sobre ti. Tal vez digas: “¡Menos mal que yo no soy ungido!” Quiero decirte que Dios unge a todo el que llama a su reino.

Señalé que en la antigüedad sólo se ungían a los reyes, a los sacerdotes y a los profetas; solamente David operó como rey y sacerdote, y no pecó, no le fue asignado pecado. David es figura de Jesucristo y Jesús es Rey de reyes y Señor de señores; es el Cristo o ungido, el Mesías y opera como profeta, sacerdote y rey. Él ha sido ungido por Dios y todas las cosas han sido puestas debajo de sus pies. Jesús opera bajo la unción de Rey de todos los reyes y Señor de todos los señores, los sacerdotes y no sacerdotes, los profetas y los no profetas, aun sobre los demonios. La palabra Cristo proviene del griego significa ungido, la palabra Mesías proviene del hebreo y también significa ungido. Cuando decimos Jesucristo nos referimos a Jesús el Ungido. Ungidos había muchos pero Cristo es El Ungido; o sea, desde Génesis 3:15 cuando Dios le dice a la serpiente: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”. Desde ese entonces en adelante, todo el pueblo de Dios, todos los que aman a Dios están esperando la venida del Mesías, el Ungido de Dios. Digamos que hay muchos libros, pero la Biblia es El Libro y a Israel se le llama el pueblo del Libro. No puede haber confusión, cuando nos referimos al Mesías sabemos de quién estamos hablando porque hay solo un Mesías. Si decimos Cristo, no es un ungido más sino el Ungido por excelencia.

HOY: TODOS SUS HIJOS SOMOS UNGIDOS

La Biblia dice que somos un pueblo escogido y real sacerdocio, nosotros los que hemos sido rescatados por Cristo y a quienes el Señor ha limpiado de pecado. No había sacerdotes reales por lo que significa que hemos sido llamados a ser reyes y sacerdotes. David fue ungido y ofició como rey y sacerdote; Cristo fue ungido y fue profeta, sacerdote y rey, y el pueblo del Señor es un pueblo de reyes y sacerdotes y no se puede tener estas cualidades sin primero ser ungidos.

Leemos en Levítico 8: 10 al 12: “Y tomó Moisés el aceite de la unción y ungió el tabernáculo y todas las cosas que estaban en él, y las santificó. Y roció de él sobre el altar siete veces, y ungió el altar y todos sus utensilios, y la fuente y su base, para santificarlos. Y derramó del aceite de la unción sobre la cabeza de Aarón, y lo ungió para santificarlo”. Se puede decir que santificar aquí también significa apartar; la santificación es apartamiento, o sea que funciona para lo que Dios ha diseñado y preparado. La unción opera si yo respondo a esa unción que sería la tarea, la función y el rango que Dios me ha dado; si eso está, el Espíritu Santo, su llenura, su autoridad y poder están, porque a Dios le interesa esas personas que responden a la unción que Él les ha dado.

¿Quieres tener unción? ¿Quieres sentir esa cosquillita o ese fueguito? Te preguntarás cuál es tu función y yo te digo que tu función es la de Cristo; la unción de Jesús es la misma del cristiano. Está Cristo en primer lugar y el cristiano en el segundo.

Se dice que hay vida en todos lados, supuestamente la NASA ha entablado conversación con un ser del futuro y esto está en YouTube. Un hombre le pregunta al supuesto ser del futuro quién es, y se puede ver en ese video a un ser horrible, yo no sé cómo la evolución puede llevar a un ser humano a ser tan feo. ¡Es un pedazo de piedra con ojos! Ese ser declara que es un ser humano evolucionado, que viene del futuro. La NASA entabla conversación con un ser que no tiene naso. ¡Andan más perdidos que Adán en el día de la madre!

En los tres versículos que señalamos del capítulo 8 de Levítico la palabra santificación aparece tres veces. O sea, la santificación o el apartamiento del creyente para la función que Dios le ha asignado, es importante. Jesús estaba en la sinagoga en Nazaret, su ciudad, un día sábado, y el ministro de la sinagoga le da a leer la lectura que correspondía a ese día sábado de ese año y se trataba de las profecías del profeta Isaías que se habían escrito setecientos años antes de Cristo y hablaban del Mesías, entonces leemos las declaraciones de Jesús en Lucas 4:18: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos”. Jesús declaró que el Espíritu del Señor estaba sobre Él por cuanto lo ha ungido y le ha indicado cuál es la tarea por la cual ha venido al mundo. Vino a dar buenas nuevas a los pobres, a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos y a poner en libertad a los oprimidos. ¡Esta es la función de la unción que está sobre la cabeza de Cristo! Cuando David fue ungido, tenía que ser rey y debía contar con un ejército y con carros de guerra; pero viene Cristo y es ungido, pero la unción que vino sobre Él no era para poseer carros ni ejércitos, no era para tener una linda casa o una cuatro por cuatro; no era para vivir cómodamente y tranquilo como desean muchos cristianos, salir de trabajar temprano, llegar a la casa y tomar mate. Ellos no quieren que los embromen mucho, todo lo que piden es una vida tranquila y que los demonios hagan lo que se les de la gana en el mundo porque es una persona de paz y no quiere problemas.

Algunos creyentes giles expresan lo que ellos quieren y desean, o sea, quieren servir a Dios pero a su modo y de manera que su carne se sienta cómoda y satisfecha. ¡Quieren servir a Dios pero no quieren ir a la cruz y no quieren negarse a sí mismos! ¡La unción a Jesús le costó la cruz y la unción que hay sobre ti es la misma que hay sobre el Señor! Si eres cristiano has sido ungido y si quieres saber para qué te ha ungido Dios, te digo que te ungió para dar buenas nuevas a los pobres, para sanar a los quebrantados de corazón, para pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos y para poner en libertad a los oprimidos.

¿Conoces la voluntad de Dios para tu vida? “¿Cómo puedo hacer para conocer la voluntad de Dios? Estoy esperando que el Señor me muestre su voluntad”, dicen algunos. Lucas 4:18 te muestra cuál es la voluntad de Dios para que hagas. ¡Ya no podrás decir que no sabes cuál es la voluntad de Dios para tu vida! “Es que en esta iglesia no me tienen en cuenta y no se han dado cuenta quién soy yo”… Si en la iglesia no se han dado cuenta quién eres tú, sal a la calle a ver dónde hay un quebrantado de corazón, donde hay un pobre a quien consolar o alguno que necesite ser liberado de las fauces del enemigo. ¡Ve y hazlo porque Dios te ha ungido para eso!

Hechos 10: 38 dice así: “…cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él”. La unción de Jesús determinó la función que realizó y la unción del Señor sobre tu vida determina la función que debes realizar. ¡No vuelvas a preguntar cuál es la voluntad de Dios para tu vida! Tú tienes que vivir para bendecir a aquellos que están lejos de Dios, lejos de la verdad, en oscuridad, enfermos y trastornados. En 2ª de Corintios 1:21 leemos: “Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios”.  Yo soy el pastor de la iglesia Misión Vida para las Naciones porque Dios me dio esa tarea. Yo soy apóstol. ¿Por qué? Por lo que señala este versículo que dice: “Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios”.  A mí no me ungió la iglesia ni un pastor, a mí me ungió el Señor y Él es el que me confirma delante de la congregación.  Yo sé para qué fui ungido y cuál es mi función. ¡Hay de mí si no cumplo con la misión que me fue encomendada! ¡Voy a seguir trabajando hasta el último día de mi vida!

En la época de Jesús no existía la jubilación así que me van a tener que aguantar por mucho tiempo. Escuché a un pastor decir en un programa que emite la cadena de Enlace que no hay apóstoles, que los apóstoles eran doce y con Pablo fueron trece. Yo no voy a dejar de ser apóstol porque un pastor renombrado declaró que no hay apóstoles. Dios me ha dado esa identidad y me ha ungido con esa función; si yo dudara de eso es como dudar que soy hombre y te aseguro que soy bien hombre. Las personas pueden pensar de mí lo que quieran pero “ni me va ni me viene” porque yo sé bien quién soy en Cristo. El Señor me ha ungido para una función de apóstol y el que me confirma delante de todos es Cristo y el que me ungió es Dios. No hace falta buscar en qué instituto estudié para ejercer el apostolado, porque quien levanta a sus siervos y los forma, y el que equipa a sus siervos aunque éstos sean burros es Dios y si el Señor te llama harás cosas tremendas.

Quiero terminar diciendo que la unción es la investidura de santificación, autoridad y poder que Dios les da a los cristianos para que cumplan la función que Él les ha asignado. Si no sé cuál es mi unción, no tendré autoridad ni poder. Yo me paro delante de la congregación con toda autoridad para darle palabra en el nombre de Jesús porque yo sé para qué he sido ungido; yo no titubeo ni dudo acerca de lo que debo hacer porque sé quién me ha investido. Dios quiere que tengas esa certeza en tu corazón, que eres su ungido, su ungida, y que el Señor tiene un plan específico contigo. El fin de este discurso es: ¿Vives para los fines de Dios o no? Cuando vives ansioso o ansiosa planificando tu vida sin pensar que el Señor te ha llamado con un propósito que debes cumplir, estás pecando, pero Dios hará contigo lo que ha prometido. ¡Busca primero el reino de Dios y su justicia y todas las demás cosas te vendrán por añadidura!

Yo creía que iba a ejercer la arquitectura y me gustaba mi profesión pero resultó que Dios me había apartado desde el vientre de mi madre para ser apóstol. Un día mi pastor me informó que debía viajar y quería que yo predicara el domingo siguiente. Me lo avisó con bastante anticipación y accedí; yo quería predicar pero no quería ser pastor porque no me veía como tal. Entonces me preparé, escribí el mensaje que iba a predicar y me recorría de un lado a otro el predio del fondo de mi casa, que medía unos treinta metros de largo y quince de ancho, tratando de memorizar lo que escribí y así hice por varios días antes de ese domingo. Yo tenía unos veinticinco minutos para predicar y escribí un repertorio que durara ese tiempo. Cuando llegó el día, me paré frente a la congregación, puse los apuntes que me había aprendido de memoria sobre el atril, miré a las personas, miré los apuntes y las palabras se empezaron a mover, ¡se me armó una sopa de letras! Pero comencé a predicar; hablé, hablé, hablé y cuando terminé, me bajé, y cuando miré el reloj habían pasado sólo cinco minutos. ¡Yo decía que no sería pastor porque no tenía palabras! Cuando Dios llamó a Moisés para encomendarle la tarea de liberar a su pueblo y le dijo que debía presentarse delante del faraón, Éxodo 4 nos dice: “Moisés respondió a Dios: “¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?… ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua…envía, te ruego, por medio del que debes envía. Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿O quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová? Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar”.

Dios escoge, forma y equipa a los cristianos para que los cristianos cumplan con los fines de Dios. No pidas unción si no te interesa o no sabes qué es lo que Dios quiere de ti; no quieras poseer mucha sabiduría, gracia y poder si a ti no te interesa cumplir la función de la unción que Dios ha opuesto sobre ti. No hay nadie que se llame cristiano que no esté ungido y que no tenga un llamado y el llamado es claro, vuelve a leer Lucas 4:18: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos”.

CONCLUSIÓN

Tú has sido ungido y tengo una mala noticia para ti y es que si no estás consciente de eso o no te interesa, estás frito, pero la buena noticia es que si te interesa cumplir con la función que Dios te ha asignado entonces estás ungido y eso significa que Dios garantiza que tendrás victoria en todo. La tarea que el Señor te encomendó no es sencilla, hay que arremeter contra los poderes de las tinieblas porque tu lucha es contra demonios, contra los poderes de maldad en las regiones celestes y tu misión es despojar a los demonios de la autoridad y el poder que tienen sobre la vida de las personas. Tú tienes que sanar enfermos, liberar a los cautivos, darle palabra de gracia al cansado y levantar al caído; tú tienes que hacer sonreír al que está triste. ¡Uruguay y las naciones verán la gloria de Dios porque se levantará una iglesia ungida, consagrada y apartada para Dios!

Entiende que eres un ungido y una ungida y que no es elección tuya estar en esa posición, porque es una elección de Dios. Lo que necesitas para cumplir con la misión de la unción para la cual has sido designado, es que tienes que santificarte y apartarte, y tienes que anhelar la llenura del Espíritu Santo. La llenura del Espíritu Santo no es la unción sino el equipamiento de Dios para poder cumplir la misión de la unción y tu misión no son esos planes personales por los cuales te desvelas sino que tu función más trascendente es llevar las buenas noticias a los pobres, a sanar a los quebrantados de corazón y pregonar libertad a los cautivos.

Si hoy le abres tu corazón a Dios el Señor te llenará con ese fuego que necesitas para hacer su obra. Yo no podría hacer mi tarea de pastor si no tuviese ese fuego que me impulsa a ayudar a los necesitados. Entiende que las personas son dignas delante de Dios aunque vivan tirados en una plaza, ellos son fruto del amor de Dios y merecedores de su gracia porque de tal manera amó Dios al mundo y eso incluye al miserable de la calle. Jesús no andaba haciendo planes; Él andaba obrando sanidades y liberando cautivos, cumpliendo con el plan de Dios. Si te propones hacer la voluntad del Padre, el Señor te llenará hoy con la presencia, el poder y la autoridad del Espíritu Santo que es el equipamiento que Dios te da para que puedas cumplir tu función. Será un placer para Dios llenarte con el fuego, con el poder y la autoridad del Espíritu Santo. ¡Ese es su deseo! No es el Señor el que frena tu llenura sino que eres tú, porque pones tus planes y deseos antes que la misión que te encomendó y no quieres someterte y ser obediente.

Toma la decisión de negarte a ti mismo y abraza la misión y el propósito del Señor. ¡Abraza la unción que está sobre ti y pídele a Dios que te llene con su Espíritu Santo en esta hora!

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