LA VERDAD DE DIOS TE HACE LIBRE - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

LA VERDAD DE DIOS TE HACE LIBRE

INTRODUCCIÓN

Leemos en Efesios 2:1: “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados”. Hay dos clases de muertos; hay muertos que están en el cementerio y hay muertos que caminan. El pecador vive en una condición de muerto; para Dios está muerto y no existe conexión o relación con Dios. Está en un estado de muerte o condenación. Es como una flor que fue cortada del árbol y aún tiene perfume, se la ve lozana y está fuerte pero ya no fluye más la savia. Toda persona que ha pecado ha entrado en un estado de muerte, por eso la Biblia dice: “…no hay justo ni aun uno. No hay quien entienda. No hay quien busque a Dios… No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” (Romanos 3). Por eso fue necesario que Dios estableciera un proyecto de salvación, para alcanzar a esos muertos, y por eso decimos que cuando tenemos un encuentro con Jesús y nuestros pecados son perdonados, revivimos o renacemos; se le llama en el evangelio, el nuevo nacimiento. Es decir, se sale de ese estado de muerte o de oscuridad, y se entra en la dimensión del reino de Dios, o la dimensión del Espíritu.

Dice la palabra de Dios en 2ª de Corintios 2:15 y 16: “Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?” Lo que quiere decir el apóstol Pablo es que hay gente que tiene olor de muerte y hay gente que tiene olor de vida. Los que somos de Cristo tenemos olor de vida para los que se salvan y para los que se pierden olor de muerte. O sea, los que se pierden, ven la vida y dicen: “¿Esta porquería qué es?” No entienden, resisten, rechazan, y no consideran buen olor el olor del evangelio y los cristianos llevamos el olor de Cristo.

¿PIENSAS COMO DIOS?

Si no pensamos como Dios, somos enemigos de Dios. Esto es un principio bíblico y la idea es que para pertenecer al reino de Dios hay que estar de acuerdo con Él. Para pertenecer al reino de los cielos debemos pensar como Dios piensa. Hay algunos que escuchan el evangelio y les da asco, nos dicen locos y raros. Ese es el olor de muerte para los muertos, pero para otros que están expectantes de Dios, y a veces ni siquiera están expectantes, tienen contacto con nosotros quienes tenemos la vida encima, y para ellos tenemos un olor o algo que les atrae, y les gusta que les hablemos. Y es que el creyente da fruto de vida. ¡El creyente entrega vida! El creyente tiene esperanza y quien habla con él puede palpar esa esperanza. Sin esperanza, la vida es complicada ya que ésta es un complemento de la fe que te ayuda a esperar con confianza. Entonces, si hablas con un creyente que está lleno de vida y la esperanza que imparte es un soplo que te toca, te hace bien y te da vida. El creyente tiene fe e imparte esa fe. Lo que tiene éste de vida, según Jesús, es como una fuente de agua viva que sale del creyente y salpica a los que están alrededor. Los que tienen vida, tienen el perfume de Dios. Algunos son rechazados precisamente por tener ese perfume. Para Dios, nosotros somos grato olor de Cristo para los que se salvan y para los que se pierden. Para unos es olor de muerte y para otros, olor de vida.

“Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados”. El poder de Dios se manifiesta, no en que da muerte. Las victorias en el mundo se conquistan matando gente. ¿A quiénes se le da gloria y se les hace un monumento? A los caudillos que han matado más gente. Tiene más honor en la tierra aquel que ha matado mucha gente y se le llama padre de la patria. En Argentina, a José de San Martín le dedicaron una poesía que reza: “Padre nuestro que estás en el bronce…” Se honra a alguien que ya está muerto y no tiene poder para la vida.

Pero la Biblia dice que Cristo nos dio a nosotros vida cuando estábamos muertos. El poder de Cristo se manifiesta, no por el hecho de ganar una victoria por el afán de matar, sino que, celebramos en Jesús, el poder y la victoria sobre la muerte. El poder de Cristo tiene que ver con resurrección, mas el poder del hombre tiene que ver con muerte. Ellos ganaron cuando mataron, pero Cristo ganó cuando se levantó de la tumba, y Él levanta a los muertos. ¿En qué consiste el estado de vida y el estado de muerte? Hay pensamientos de vida y hay pensamientos de muerte; los pensamientos de vida son de Dios y los de muerte son del hombre.

“Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia” (Efesios 2:1 y 2). En otro tiempo, nosotros, los que hemos creído, andábamos en un camino de muerte siguiendo la corriente del mundo, pero ya no voy más tras la corriente del mundo, ahora voy contra ésta que es conforme al príncipe de la potestad del aire, este es satanás, quien está impulsando ideologías y pensamientos que tienen que ver con el pecado y la muerte, que son rebelión y desobediencia contra Dios. Nosotros que anduvimos así éramos hijos de desobediencia.

Hay cierta dirección en la vida que si la seguimos, lo hacemos en virtud de la corriente que genera satanás, el príncipe de la potestad del aire, y los pensamientos y deseos que genera esa corriente del mundo es desobediencia y rebelión contra Dios. ¿Qué hace Dios con el creyente cuando éste está muerto en sus pecados? Dios le habla para que resucite. Le envía el mensaje del evangelio, que es un mensaje de poder de Dios para salvación de aquel que cree. La persona escucha el mensaje de Dios y se produce en ella un arrepentimiento, cuya raíz proviene del griego y significa metanoia, o sea, cambio de pensamiento o cambio de mentalidad. Lo que yo pienso o siento, me lleva en determinada dirección, y cuando Dios habla, el Espíritu Santo obra en esa persona que está sensible a la palabra de Dios y se produce el arrepentimiento, o sea, un cambio de mentalidad que me hace girar ciento ochenta grados. Por eso decimos que alguien se convirtió. Convertirse es un término de la jerga militar, es estar en una dirección y cuando el jefe grita “conversión”, el soldado voltea ciento ochenta grados. Es una mentalidad nueva que te acerca hacia Dios y produce una inserción de la mentalidad de Dios en tu mente.

Todo tiene que ver con la verdad o la mentira, con las tinieblas o la luz. Todo lo que proviene de Dios es luz y es verdad. Por lo tanto, para salir del camino de muerte, o para permanecer en el camino de vida, es necesario permanecer en la palabra de Dios, es algo así como asimilar la palabra de Dios y aferrarse a ella. Hay muchas cosas que tú recibes sin cuestionar. Cuando tu mamá te sirve la comida no piensas si tiene veneno. Hay muchas cosas que recibimos automáticamente, y en el mundo hay un sinnúmero de opiniones, pensamientos, corrientes y modas que sin darte cuenta recibes espontáneamente y las incorporas.

Hoy quiero decirte que en la iglesia como afuera hoy en día hay olor de muerte porque las personas no piensan conforme a lo que piensa Dios, sino que piensan conforme a la corriente de este mundo que genera el príncipe de la potestad del aire, o sea, satanás, y que produce oscuridad y muerte. Una jovencita de catorce años que se crió en la iglesia y cuyos padres son cristianos y sirven a Dios, le confesó a su mamá que no le gustaban los hombres sino las mujeres. La madre quedó muy sorprendida al ver que la hija tenía un pensamiento que no proviene de lo que le han enseñado. Ella comenzó a escuchar en el liceo un mensaje distinto al que le habían enseñado de Dios, es más, me dio una tarjeta de un hombre que se puso nombre de mujer, el cual le dijo que quería hablar conmigo. La joven me preguntó: “¿Estás dispuesto a hablar con esa mujer?” “Sí, estoy dispuesto a hablar con ese hombre”, le respondí. Hoy en día, si no estás de acuerdo con la corriente de este mundo te tildan de homófobo, de retrógrado, y de que incitamos al odio, etc. ¡Pero yo no puedo negar la verdad!

Tienes que decidir si recibes la verdad de Dios, si te afirmas en esa verdad y caminas en ella. En estos tiempos me quieren obligar a decir que el color es negro cuando en realidad es blanco. Quieren que yo acepte lo que otros creen y piensan, esa es la corriente del mundo. Pero yo tengo muy metido en mi cabeza y en mi corazón que Dios creó al hombre, hombre, y a la mujer mujer. ¡La Biblia dice que Dios creó al hombre y a la mujer y se terminó la discusión! Yo debo decidir si me aferro o no a lo que Dios piensa, y quien no abraza lo que Dios piensa, entonces piensa en enemistad y en desobediencia contra Dios.

La jovencita me mostró algunas cosas que había escrito y decía: “Yo estoy de acuerdo con el matrimonio igualitario porque todas las personas tienen derecho a ser lo que sienten o les parece”. Yo le dije que no todo lo que uno siente o le parece es verdad. Una noche me puse un pijama rayado para dormir y puse en las redes: “Soy una cebra, y el que no esté de acuerdo conmigo es un retrógrado”. La mentalidad de hoy es que tenemos que estar de acuerdo con lo que las personas hacen, piensan y dicen; debemos respetarlas. Y sí, yo las respeto, pero no me pueden obligar a creer lo que no se puede creer. Si yo sé que una persona es hombre, ni el gobierno, ni el estado, ni nadie me puede prohibir decirle señor y no tratarlo como mujer porque no voy a obedecer al engaño ni a la mentira. Yo creo en la verdad objetiva, y ésta es algo que se puede ver, tocar, analizar y medir. Si tú tienes cromosomas XX, entonces eres una mujer por más que te pongas hormonas y te dejes crecer la barba. Para la biología, esa persona seguirá siendo una mujer siempre y todas sus células y sus órganos serán femeninos. La verdad es objetiva, no es un capricho, no es una idea social o sicológica, no es una ideología.

“…en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás” (Efesios 2: 2y 3). La carne no es sólo huesos, músculos y órganos, sino que también es el alma del hombre que está inclinada a deseos pecaminosos. Cuando nos movemos conforme a nuestros deseos no cumplimos los deseos de Dios. En otro tiempo andábamos haciendo los deseos de nuestra carne y los deseos de nuestros pensamientos.

¿CUÁL ES LA FUENTE DE TUS DECISIONES?

Hay dos fuentes para tomar decisiones, una es la que yo siento o deseo y la otra es lo que yo pienso. Cuando hago conforme a lo que pienso, no obro conforme a los pensamientos de Dios, o hago conforme a mis deseos; éstas son las dos fuentes, una es anímica sentimental y la otra es intelectual. Una fuente es afectiva, sentimental: Es aquello que quiero hacer porque lo deseo, porque se me canta o me parece; y la otra fuente es intelectual: Tengo una lógica muy difícil de controvertir, es más, hasta lo cuestiono a Dios, por qué permite eso o aquello o por qué se le ocurre que las cosas sean así. ¿Por qué Dios hizo la tierra redonda y no cuadrada? ¡Porque se le dio la gana! ¡Él es Dios! En este mundo se ha tergiversado todo. Dios es soberano, es sobre todo, es único, es Señor. ¡Él es así! ¡Él es Dios! Por lo tanto, inventó que lloviera de arriba hacia abajo y no de abajo para arriba, te guste o no te guste. “¿Por qué Dios me hizo mujer?” ¡Porque así lo decidió Él! Él es Dios y soberano. “¡Mejor hubiera sido que me haga hombre!” Eso no cambia la cosa; Dios es Dios y es soberano.

Cuando los discípulos le pidieron a Jesús que les enseñara a orar, el Señor les dijo: “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”. Los que creemos en Él debemos sacrificar nuestra voluntad y pedirle a Dios que se haga su voluntad y no la nuestra. Alguno preguntará por qué. ¡Porque Él es Dios y es soberano! Dios estableció las leyes y creó todo. ¡Dios es Dios! El hombre dice: “A partir de ahora, democracia”. El hombre puede pensar como se le dé la gana y decide que el soberano no es Dios sino el pueblo, y que el gobierno no es de Dios sino del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Entonces, el ser humano cambia, da vuelta el pensamiento y cree que ha hecho gran cosa. Y en las naciones andamos que no sabemos qué hacer con la soberanía que tenemos encima. Para la democracia tú eres soberano, tu voto decide. ¡Qué poderoso eres! La idea de cuestionar a Dios y hacer una lógica que vaya contra su lógica hace que el ser humano se pierda de la verdad y entre en un estado de oscuridad y no entienda ni siquiera lo que razona.

En un evento con el profeta T.B Joshua, pasa una pareja adelante; el profeta le pregunta al hombre cuál es su problema y éste dice: “Es que en mi casa, mi señora es el esposo y yo la mujer. Yo hago la comida y la limpieza, y ella me golpea. Además, ella está casada con un espíritu muy grande, yo lo he visto, y hasta tiene relacione sexuales con ese espíritu”. ¡Contó cada cosa! ¡Un caos! Cuando el hombre se aleja de Dios pierde el norte. ¡No sabe para dónde va! La esposa del hombre confesó todo y dijo que era cierto lo que él contaba. T.B Joshua les dice que no se hagan más problema porque Dios arreglaría todo, les dijo también que su matrimonio era de Dios y el diablo era un intruso. Luego de tres reuniones, vuelve el matrimonio y el hombre dijo que todo había cambiado, él es el hombre de la casa y ahora su esposa lo trata con cariño.

Tú puedes pensar lo que se te dé la gana, pero no significa que lo que piensas es la verdad, o que es correcto, ni que tienes luz por causa de tus pensamientos. No es que hay que ser tan extremista en cuanto a la manera de ver las cosas y en la manera de pensar porque muchas veces, simplemente, estamos en contra de Dios porque no aceptamos algo que Él quiere. Por ejemplo, cuando dices que te gusta alguien y nadie te va a hacer cambiar de parecer, porque lo quieres, o la quieres, y no te importa si es no es la voluntad de Dios. Los que viven confiados y en paz, los que tienen esperanza y fe, se han alineado a la voluntad de Dios. La palabra de Dios es su pensamiento y su voluntad. ¿Qué, Dios no me va a permitir ser homosexual? Dios te dio libre albedrío y puedes pensar y hacer lo que se te dé la gana, pero tienes que saber que hay una mentalidad que va acorde a Dios y una que va en su contra, y toda mentalidad que va contra Dios será juzgada y condenada por Él. Dios te ha dejado su palabra, su voluntad y pensamiento para que te alinees a Él y tengas vida, paz y salud. Sin importar que el hombre considere que Dios no es soberano, Dios es soberano. La condición de Dios no cambia por causa de lo que piensas o sientes. ¡Tú no vas a torcer a Dios ni a sus leyes! Y lo que quiere Dios es que te arrepientas de tu manera de pensar y la cambies, porque sus caminos son más altos que tus caminos y sus pensamientos más altos que tus pensamientos.

La jovencita de catorce años que mencioné, dice estar de acuerdo con el matrimonio igualitario porque las personas tienen derecho a hacer lo que se les dé la gana, y yo la escuchaba. También decía que no estaba de acuerdo con el aborto, pero había casos en los que sí estaba de acuerdo. Yo le pregunté si eso que ella decía venía del Espíritu Santo o era producto de sus pensamientos y venía de su corazón a lo que me respondió que no sabía. Es esencial saber que lo que piensas o sientes viene de parte de Dios o no. ¿Crees que porque tu argumento o tu lógica son extraordinarios, Dios se pondrá de acuerdo contigo? La salvación es para aquellos que creen en Dios porque los que creen en Él aceptan cómo Dios ve las cosas o como piensa. Por ejemplo, la Biblia dice que los que se echan con hombres no entrarán en el reino de los cielos y serán condenados. Tú no puedes cambiar la mentalidad de Dios y si te enojas con Él, pierdes. Por eso la salvación es para los humildes, quienes agachan la cabeza y acatan lo que Dios dice. Los soberbios cuestionan, ¿por qué tiene que ser así? Te aconsejo que te hagas amigo de Dios ya que te va a ir mucho mejor.

La palabra de Dios es el alimento de nuestro espíritu; así como hay vitaminas, proteínas y minerales para el cuerpo, sin la palabra de Dios al espíritu del hombre le faltan nutrientes. El pensamiento de Dios es el alimento de tu espíritu, cuando tu alma se somete al poder del Espíritu Santo, tu espíritu se fortalece y tu comunión con el Señor gobierna tu vida y Dios es soberano, entonces ya no te importa tanto cómo piensas tú sino cómo piensa Dios. Pero la jovencita de catorce años me preguntó: “¿Entonces para qué Dios nos dio mente?” Nuestra mente es muy chatita, sin embargo Dios nos dio una mente extraordinaria para poder aprehender o tomar la mentalidad de Dios.

Dios tiene propósito, Él te deja hacer lo que quieras, pero te dice: “Mira que yo te voy a juzgar y voy a condenar. A algunos les voy a dar salvación y a otros los voy a condenar eternamente”. Cuando piensas algo, cuando emites una opinión, cuando deseas o sientes algo, o cuando simpatizas con alguna idea debes tener en cuenta si eso es de Dios o es de la carne y Jesús dijo que lo que es nacido de la carne, carne es, y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No importa qué tan lógico o convincente seas, o qué tan caprichoso o caprichosa te pongas; delante de Dios cuenta solamente lo que proviene del Espíritu. Y lo que proviene del Espíritu es su soberana voluntad. Y te voy a decir más, esa comida espiritual es Cristo. Dice el libro de Juan 1:1: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”. Jesucristo se encarnó, Él es la palabra de Dios encarnada y quien acepta la voluntad de Dios acepta a Jesucristo gobernando en su corazón. Y esto es sólo para los humildes. El humilde se acerca a la cruz y se niega a sí mismo para poder alcanzar la luz de Dios. Como hizo Jesús porque Él se negó a sí mismo, no era que le gustaba tener que padecer; no era su deseo ni la lógica de Cristo. Ir a la cruz era la voluntad de Dios. Y Él declaró: “Yo he venido no para hacer mi voluntad sino la voluntad de mi Padre”. Hay muchas personas que se creen más que Cristo y dicen: “A mí nadie me va a cambiar mi manera de ser y de pensar”. Dios quiere cambiar tu manera de pensar para que seas su aliado, de lo contrario te constituyes en su enemigo. Si tú piensas distinto a Dios, eres su enemigo; tú resistes la dirección del Espíritu Santo.

Leemos en Efesios 2: 3 y 4: “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)”. No eres salvo por ser lindo, nadie se salva porque tiene una gran lógica y nadie podrá sorprender a Dios con su manera de pensar. Nadie le podrá exponer una razón o alguna lógica que turbe a Dios. ¿Tú crees que lo vas a turbar con algún razonamiento tuyo? ¿Crees que podrás discutir con Él? La salvación no es para los inteligentes ni para los rebeldes; la salvación es para los que se humillan delante de Dios. Esos alcanzarán el perdón de sus pecados, y eliminado el pecado, será eliminada la muerte y la condenación eterna. ¡Ya no tendrás más olor de muerte sino olor de vida! No te creas vivo o viva si eres rebelde; no te creas que estás más cerca de Dios porque tus razonamientos son válidos. Tú estarás más cerca simplemente si te humillas delante de Él.

“El profeta que tuviere un sueño, cuente el sueño; y aquel a quien fuere mi palabra, cuente mi palabra verdadera. ¿Qué tiene que ver la paja con el trigo? dice Jehová” (Jeremías 23:28). ¡Si no es palabra de Dios no digas, palabra de Dios es ésta! Si tienes palabra de Dios, entonces dí, es palabra de Dios. ¡No confundas la verdad de Dios con el sentimiento del hombre! Es por eso que Dios dice: “¿Qué tiene que ver la paja con el trigo?” ¡Lo que es Dios es eterno y es poderoso! ¡Lo que es de Dios es luz! ¡Lo que no es de Dios no sirve! Si es palabra de Dios aférrate, si no es palabra de Dios deséchala; tú no sigues la corriente de este mundo. ¡Tú sigues la corriente del Espíritu! En la palabra de Dios hay poder y eternidad. El evangelio es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree. Muchas personas están enfermas y ni saben que están así por pensar como piensan; no saben lo que sienten. Creen que es justo lo que sienten o que son sabios por lo que piensan.

Viene al altar una mujer que siempre pasa para que oremos por ella, entonces le pregunté que le sucedía y me dijo que estaba muy dolorida de la espalda entre otras dolencias, y mirándola a los ojos le pregunté a quién odiaba. Ella me negaba que sentía odio por alguien, sin embargo, le digo: “Tu enfermedad tiene que ver con el odio que albergas en tu corazón. ¿A quién odias?” “A mi marido” me responde. Tú no tienes derecho a odiar porque te pones en contra a Dios. Tu odio es enemistad contra Dios. No importa lo malo o perverso que sea tu esposo, es su problema con Dios; tú arregla tus cuentas con el Señor y perdona a quien tengas que perdonar. Dios quiere que tu vida esté limpia para que su bendición te alcance. ¿Crees que tienes derecho a tener resentimiento con alguien? ¿O tienes que amar a los pecadores? Porque Cristo murió por todos, aun por los peores y eso es verdadero amor; dar la vida por alguien que no se lo merece y dar la vida por alguien que ha hecho todo mal, eso es ser de Cristo.

CONCLUSIÓN

Dios hoy va a sanar tu corazón, tus pensamientos y tus emociones y al sanar tus emociones sanará también tus enfermedades. ¡Sé libre en esta hora! Algunos dicen que piensan bien o que hacen bien pero les va mal; si yo pienso bien entonces hago bien y me va bien. Ahora, eso de que hago todo bien pero me va mal y Dios es injusto, es una mentalidad ridícula del infierno. Si todo te va mal, algo estás pensando mal y algo estás haciendo mal. ¡Tienes que arrepentirte delante de Dios! Hoy el Señor quiere darte vida y poner en ti, perfume de vida. Si estás arrepentido de tu manera de ser y de pensar, si estás arrepentida de tu actitud dura frente a Dios y a la vida, la unción de Dios desciende sobre ti para quebrantar los yugos del mal.

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