MEDICINA APTA PARA TODA ENFERMEDAD - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

MEDICINA APTA PARA TODA ENFERMEDAD

Leemos en Mateo 15:29 al 31: 29Pasó Jesús de allí y vino junto al mar de Galilea; y subiendo al monte, se sentó allí. 30Y se le acercó mucha gente que traía consigo a cojos, ciegos, mudos, mancos, y otros muchos enfermos; y los pusieron a los pies de Jesús, y los sanó; 31de manera que la multitud se maravillaba, viendo a los mudos hablar, a los mancos sanados, a los cojos andar, y a los ciegos ver; y glorificaban al Dios de Israel”.

Me llama la atención este pasaje que señala aquello que la gente traía consigo: Los enfermos. Estos se constituyen en una carga para la sociedad, al punto que los gobernantes hablan en estos términos: “La carga de salud pública”, “Esto es un problema de salud pública”. El cigarrillo es una carga para la sociedad, altera el presupuesto nacional, no alcanzan los hospitales; el sida, el cáncer, hasta el aborto señalan que es un problema de salud pública: ¡Ahora tienen que crear lugares específicos, especiales para el aborto! De modo que la enfermedad se transforma en una tremenda carga para el estado, para la sociedad y nos preguntamos: ¿Por qué tenemos que estar pagando impuestos para que el dinero se gaste en la gente fumadora, a la que se le da el derecho de hacer lo que quiera? ¡Pero se nos están cargando a nosotros las enfermedades de las que luego son víctimas! ¿Por qué los que estamos contra el aborto tenemos que subvencionar con nuestros impuestos a las mujeres que quieren abortar? Pero no solamente eso, los enfermos se constituyen en una carga para la familia, para los que no están enfermos; los enfermos se debilitan, no pueden caminar, entonces tiene que haber alguien que se eche al hombro la carga del que está convaleciente.

Viene a mi memoria el caso de una mujer soltera que tiene varios hermanos, tiene a su mamá enferma y ella es la única que la atiende, que le compra los medicamentos. Al final esta mujer está resentida con sus hermanos y con su madre, tanto es así que no la quiere ni ver y quiere internarla en un geriátrico. ¡Aunque ella dice que la ama también señala que no puede más con esa carga! Una persona que tiene la carga de un enfermo puede herirse en el corazón, puede ofenderse, molestarse, sentirse impotente frente a la situación, y todo eso le impide trabajar bien, disfrutar, estar gozoso. ¡La enfermedad es un grave problema para la sociedad!

Pero, la enfermedad del cuerpo es simplemente un paralelo, una sombra de lo que es la enfermedad del alma, del corazón. La misma carga para la sociedad son, por ejemplo, las personas vagas; pega el grito el muchacho desde la cama, son las once de la mañana y todavía no se levanta: “¡Mamá! ¿Ya está lista la comida? ¡Mira que se me hace tarde para dormir la siesta!” Algunos son vagos porque se han enamorado de su condición, les gusta ser así, lo disfrutan y te dicen: “No, a mí no me van a hacer trabajar”. Ahí surgen algunos dichos, por ejemplo: “Si el trabajo es salud que trabajen los enfermos”.

La vagancia no es una enfermedad física, es un resultado de una enfermedad del alma; hay también otras situaciones: las personas que están en amargura, es decir, que tienen la cabeza saturada con su amargura, no se pueden concentrar, no pueden poner su cabeza en lo que tienen que hacer. Las personas que tienen resentimientos no funcionan, y se transforman en una carga para la sociedad. ¿Cuántas personas van a trabajar todos los días y tienen heridas tremendas en el corazón? Tienen resentimientos y no están bien para tratar con sus compañeros, se pelean con el esposo o la esposa y al otro día se desquitan con sus compañeros de trabajo. ¡Este tipo de cosas hace que la sociedad no funcione bien! Ahora, cuando Jesús dice: 18 El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; 19 A predicar el año agradable del Señor” (Lucas 4:18 y 19), lo que está queriendo señalar, es que no sólo sana las heridas de las personas, sino que también sana la sociedad, porque si una persona deja de tener dolor en el alma, esa persona que es tocada por Jesús deja de ser una carga y comienza a ser, no alguien que es cargado sino uno de los que carga a otro para llevarlo a Jesús. ¡Se necesita gente que pueda traer a otros a Jesús! Dice la Biblia que le traían cojos, mancos, ciegos, sordos y Él los sanó. Jesús sana toda clase de dolencias, Él es el médico del espíritu, del alma y del cuerpo. ¡Es el más grande especialista!

EL EVANGELIO ES PODER

“El Espíritu del Señor está sobre mi, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón”; si todos los días tienes peleas en tu casa, hay gritos, insultos, temes que tu marido te esté engañando, entonces hay heridas, hay quebranto de corazón. Si todos los días estás con el “Ahhh” en la boca porque te preguntas dónde andará tu hijo que se droga, o qué le pasó a tu hija, hay opresión en tu corazón y la Biblia dice que Jesús fue ungido para darle libertad a los cautivos y para sanar a los quebrantados de corazón; o sea que no solamente sana el cuerpo sino también las cosas del corazón. ¡Él es la mejor medicina! Cuando te duele la cabeza enseguida buscas alguna pastilla para tomar, sin ponerte a pensar: ¿Con quién estás enojado, con quién te peleaste, qué estas pensando estos últimos diez días que te tiene tan turbado? ¡Resulta que te duele la cabeza y crees que se arregla con alguna pastilla cuando en realidad tienes que revisar tu corazón, tus sentimientos! El evangelio es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; en la Biblia la palabra “salvación” y “sanidad” son un mismo término, si Dios te salva también te sana y viceversa. La palabra “sanidad” nos ayuda a entender el término “salvación” y viceversa.

Nosotros le tememos a las enfermedades del cuerpo más que a las de la mente, creemos que tener resentimiento, odio o amargura no es nada, creemos que estar frustrado o triste no es nada pero sí tenemos miedo a que nos venga una esquizofrenia, una bipolaridad, ¡ahí si ya sería una enfermedad! He conocido a varios que se resienten conmigo porque no les gustó algo que hice o dije, se enojan y se van y yo sigo predicando feliz; por ahí me entero a los diez años que se alejó del evangelio y que la hija se le fue a la droga… ¡Me entero a los diez años lo qué le ha costado el resentimiento! Digamos que el resentimiento es un venenito que funciona no sólo con el pastor, también con tu suegra, con tu esposo, con los compañeros de trabajo, el veneno está adentro. No puedes decir: “¡Me envenené con lo que dijo el pastor en el púlpito!” ¡No! Tú ya tienes venenito, lo que hago yo cuando hablo es que te lo saco a luz. A los diez años viene la persona diciendo que se le fue el marido, que se quedó sola con los hijos, que la hija más grande se fue de la casa. ¡Ah, pero si es sólo un resentimiento no es nada! El problema sería la esquizofrenia, pero: ¿Cuánto te ha costado un resentimiento?

Jesús dijo: “Me ha ungido el Señor y me ha enviado…” Lo que más me gusta de todo esto, es que sanar estas dolencias del alma es sanar a la sociedad. Yo digo que cuando la sociedad es sanada de las enfermedades físicas y de los dolores del alma, de las enfermedades del corazón, la sociedad es más próspera. El evangelio ha logrado que yo le tenga miedo a la mentira por ejemplo, yo no me escudo en la mentira. El evangelio me motivó a ser un buen esposo, a ser un mejor padre, me motivó a ser mejor con las ovejas. En un tiempo yo quería poner un frigorífico de ovejas, entonces decía: “Señor, ¿las mato o que hago?” El evangelio me llevó a tener una mejor relación con las ovejas, con las personas. ¡Cuánto me ha ayudado el evangelio! ¡Cuánto me ha bendecido! Ha bendecido a mis hijas, yo las veo y digo: ¡Gloria a Dios! ¡Esto es por causa del evangelio! Veo que viene alguien y dice: “Se me fue al mundo por causa de haberme alejado del evangelio”. ¡Es tan sencillo! ¡Yo no quiero robar! No necesito hacerlo. Ahora, imagínate un mundo en el que nadie quiera robar: ¡Qué lindo! Nos ha llamado una mujer por teléfono diciéndonos que en una semana la han asaltado dos veces, nos contó que duerme abrazada de la Biblia, ¡mira si los ladrones se convirtieran a Cristo! ¡Imagínate que como Zaqueo los ladrones devolvieran cuadriplicado lo que han robado! ¡Qué mundo sería este! Que no hubiera gente resentida sino que perdonaran las ofensas, que no hubiera gente mareada por los sentimientos: “Yo me casé con esta mujer, tuve tres hijos pero ahora me gusta aquella. La dejo a ésta, me voy con aquella, cuando estoy con la otra extraño a ésta”. ¡Imagínate que todo eso se termine!

Estuve leyendo la historia de una niña que se crió en un hogar que para ella era perfecto, tenía a su papá, a su mamá, no le faltaba nada; cuando cumplió once años, algo pasó entre sus padres, además de que los dos estaban enfermos, un día la madre decidió irse de Nueva York, a Florida. La niña no entendía nada y se preguntaba: ¿Y con quién me quedo yo? Se fue con su madre a Florida. Esta niña comenzó a decir: “Si los grandes no saben tomar decisiones, ¿qué voy a hacer yo de mi vida?” Entonces empieza a turbarse. Pasan unos años y quiere irse con el padre pero la cosa con él está peor así que vuelve con su madre y al regresar ella ya tenía otro hombre. ¡No tenía cabida en esa nueva relación de su madre!

Yo me espanto porque alguno viene y me dice: “Le presento a mi esposa”; cuando comenzamos a hablar me doy cuenta que no es la esposa, se la encontró y se la llevó a vivir con él. Otros son más sinceros; hay un hermano que conozco hace años y hace poco en la vereda de la iglesia me dijo: “¡Hola apóstol! Le quiero presentar a mi compañera” y tenían una nena. Este hombre le dice a la mujer: “Este es mi pastor”. Yo pensaba: “¡Uyy, que no le diga que soy su pastor!” Uno no sabe si está tratando con un matrimonio o con una pareja que se formó así nomás. Después que se juntaron piensan: ¿Estaremos bien delante de Dios o no? ¡Primero se juntan y después piensan! La frase famosa: “Pienso, luego existo” la dan vuelta y dicen: “Existo, luego pienso”.

Todas estas cosas hacen que los niños se sientan torpes para estudiar, no repuntan en la escuela, miran a los adultos y dicen: ¿Qué mundo es este al que yo vine? Esta joven volvió a Florida y se encontró con que ya no tenía cabida en la vida de la madre, ¡ya no tenía ni padre ni madre! Así que s fue nuevamente a Nueva York. Con dieciocho años se juntó con un hombre que tenía el doble de su edad, este hombre se drogaba y ella comenzó a hacer lo mismo, también la golpeaba. Cuenta ella que un día la golpeó tan fuerte que le rompió el tímpano, pero llorando le decía al hombre: “¡No me dejes!” Prefería que le pegue pero no quedarse sola. ¡Sí, es así, tan triste como te lo cuento! Ella misma escribió: “¡Que me hagan cualquier cosa pero no quiero quedarme sola! ¡Qué duro! Agrega: “Empecé a desear que alguien me quiera y me cuide, entonces dejé este y me fui con otro; también dejé otro y me fui con otro mas buscando que alguien me ame.” De esa manera cayó en un lugar donde había personas que se inyectaban droga usando una misma jeringa. ¡Cuando se entregó a Cristo se enteró que tenía VIH! Se fue a vivir con un hombre, en un segundo piso sobre una florería, al lado de una iglesia. Esa iglesia tenía un coro y cada vez que había culto ella se escuchaba todas las canciones y pensaba: ¡Pero qué manga de locos! Cuenta que cuando pasaba por la vereda había gente haciendo cola para entrar a ese lugar  y las veía tan felices que le daba bronca; odiaba a esa gente porque eran felices. Pero el evangelio llegó a su vida y también la salvación; dejó la droga, hoy está feliz, y forma parte del coro de la iglesia que tanto odiaba, nada más y nada menos que el coro de la iglesia de Brooklyn.

La sociedad entera está llena de gente con dolencias, y por eso la sociedad está mal. ¡Pero el que sana el corazón y pone buenos anhelos, el que llena de amor el corazón es Dios! Tenemos por ejemplo un ministro de economía que no tiene a Cristo, que no conoce el evangelio por lo tanto no tiene el corazón sano ni su mente liberada para tomar decisiones correctas, entonces debemos orar por él. Está también el ministro de desarrollo social que no tiene el evangelio, no tiene el amor de Dios, y no tiene la cabeza bien puesta, entonces tenemos que orar por él. Debemos orar por el presidente, más allá de sus filosofías o inclinaciones políticas porque dice la Biblia que tenemos que orar por nuestras autoridades para que tengamos tiempos de paz, y el que puede ayudar y alumbrar es Cristo, es el evangelio. ¡Jesucristo es la luz del mundo!

Yo he predicado que la mejor motivación es el amor, que no se puede hablar de justicia si no hay amor, solamente la presencia de Dios sobre el ministro de economía, de cultura, de desarrollo social, etc. hará que se tomen decisiones fundamentadas en el amor, en la verdadera justicia. Jesús no sana solamente la enfermedad del cuerpo de determinada persona, el evangelio es la sanidad que las naciones necesitan; por eso el Señor dice: “Id y predicad el evangelio a toda criatura”. Quien es mudo para esto, es decir, aquel que no predica, forma parte del grupo de los que son carga para la sociedad. Si tú enmudeces eres carga para el reino de los cielos y necesitas ser tocado por Dios y el poder del evangelio debe venir a tu vida, entonces abrirás tu boca porque tendrás plena conciencia del grande y poderoso remedio que es el evangelio para tu sociedad. ¿Tú tienes el evangelio como el gran remedio de Dios para la humanidad? ¿Te cayó la ficha o todavía no te cae? ¿O todavía estás atado en tus resentimientos, tus amarguras, en tus tristezas o depresiones?

CONCLUSIÓN

Si estás enfermo Jesús te puede sanar, si no estás enfermo por favor ayuda a traer a algún enfermo a venir Jesús. ¿De qué lado estás? ¿Reconoces que tienes alguna enfermedad en el alma? ¿Reconoces que de alguna manera algún sentimiento, alguna opresión está ahí en tu corazón llenando un espacio que no debe llenar? ¡Porque todo el espacio lo debe llenar Jesús! ¿Tienes fe, crees que en esta hora Jesús puede tocarte? Quiero orar en este momento: “¡Sana Jesús! Sana nuestras afecciones físicas, sana nuestras afecciones afectivas, libéranos de nuestras cautividades. Libera Jesús, cubre con tu sangre. ¡Echamos fuera todo poder del infierno! ¡Echamos fuera los demonios en la mente, en el cuerpo, en el nombre de Jesús! ¡Sean destruidas las fortalezas del infierno! ¡Diablo no tienes derecho! Proclamo que el evangelio es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree. ¡Glorifícate Jesús! ¡Sean sanas las personas, ahora, en el nombre de Jesús! ¡Sean benditas, en el nombre de Jesús! ¡Sean libres, ahora, en el nombre de Jesús! ¡Toda opresión sale en el nombre de Jesús! ¡Todo resentimiento sale, ahora, en el nombre de Jesús! ¡La impotencia, la tristeza sale, ahora, en el nombre de Jesús! ¡El espíritu de culpabilidad sale, ahora, en el nombre de Jesús! Te adoramos Jesús, gracias Señor, bendice a tu pueblo Rey. Proclamamos libertad a los cautivos en tu nombre Jesús, amén”.

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