MI HERENCIA: LA BENDICIÓN DE ABRAHAM - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

MI HERENCIA: LA BENDICIÓN DE ABRAHAM

INTRODUCCIÓN

En la historia de Génesis vemos que Dios toma a un hombre que no tiene historia y que no es famoso, para hacer algo grande con él. Jesús eligió como discípulos a doce hombres que tampoco tenían historia y no vinieron de un lugar importante; ellos eran conocidos como gente del vulgo sin letras, es decir, gente común y corriente. El Señor no necesita gente especial para hacer la obra que Él quiere hacer; lo que verdaderamente le importa, es el corazón de esa gente. Quien pone la sabiduría, la gracia y el poder es Dios, por lo tanto el Señor no depende de tu cara para hacer su obra. Dios llamó a Abraham y le dijo: “Haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición”.  Este hombre no tenía historia y no era una persona importante pero Dios toma a esa persona y decide hacer algo importante. No es que somos importantes sino que el Señor nos hace importantes y quiere hacer contigo lo que hizo con Abraham.

¿Quieres ser bendecido? ¿Quieres ser bendecida? A Dios no le sirve que sólo quieras ser bendecido o bendecida, no le alcanza con eso, es muy poca cosa para Él que seas bendecido. He conocido empresarios importantes y muy bendecidos que han acumulado mucho dinero, ellos han querido dejarles su legado a los hijos pero esa herencia fue un desastre y terminó destruyendo la familia. No es suficiente la bendición porque al final esa bendición puede transformarse en una terrible maldición. Un empresario de Brasil dueño de la fábrica de árboles de navidad y de adornos más grande del país, contaba con una flota de camiones que cubría muchos lugares de Brasil; este empresario se llenó de dinero y cuando cumplió setenta años de edad no sabía qué hacer con la fábrica y con su dinero. Tenía un hijo gay que se fue a vivir a Nueva York, al que le importó un bledo la fábrica o lo que hacía su padre. ¡Es importante que seas bendecido y bendecida pero lo más importante es que seas bendición! Cuando Dios te bendice no sólo quiere que seas bendecido; su anhelo es que seas una bendición, lo que significa que las personas que te rodean serán afectadas positivamente con la bendición que tú tienes. ¡No sirve de nada que seas bendecido si no eres bendición!

LA HISTORIA DE ABRAHAM

“Haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición”, le dijo Dios a Abraham. De verdad el nombre de Abraham es reconocido en todo el mundo y él dejó un legado de bendición. Los descendientes de Abraham conforman hoy el estado de Israel, una nación bendecida. Hace poco estuvimos recorriendo Israel y hemos venido enamorados de lo que está aconteciendo en esa nación. Ellos son capaces de venderle tecnología a todo el mundo por ejemplo, todos los celulares cuentan con tecnología israelí. Venden desde las cosas más sencillas a las más sofisticadas. Hay países alrededor de Israel que tienen cien veces más superficie, si no es más; son países grandes en la región que cuentan con palmeras y dátiles pero el exportador más grande de dátiles en el mundo es Israel. Un judío me declaró: “Dios nos ha bendecido con la nada. Al no darnos nada, nos ha obligado a usar la inteligencia”. Ellos han aprendido a sembrar palmeras en el desierto. Yo nunca me imaginaría plantando bananos en Israel. ¡Ni se me ocurriría! Los bananos crecen en climas cálidos y húmedos con mucha vegetación. ¡Ellos han plantado bananos en el desierto! ¡Es impresionante! Han adquirido la capacidad de hacer que maduren por etapas así no se les echan a perder. En otros países las bananas maduran todas a la vez por lo que se llena el mercado de esta fruta hasta que te salen hasta por las orejas. Como se satura el mercado hay que venderlas baratas, pero los israelitas han aprendido cómo hacer para hacerlas madurar por etapas y no todas juntas por lo que no saturan nunca el mercado ni su precio se reduce. Lo que he visto en Israel es increíble.

Abraham dejó un legado. Dios le dijo: “Haré de ti una nación grande…” A mí me tiene sorprendido cómo una nación con tan poca cantidad de habitantes, nueve millones, más o menos, tiene un desarrollo impresionante. Estados Unidos tiene más de trescientos millones, China e India unos mil quinientos millones, Brasil, ciento sesenta millones, más o menos. Pero Israel tiene nueve millones de habitantes y su economía está entre las primeras del mundo. Ellos les venden tecnología de seguridad a los países más importantes. ¡Es un país bendecido! Casi todos los días arrojan misiles sobre Israel y en estos últimos días la nueva modalidad es producir incendios, así aconteció días atrás, que habían focos de incendio en Israel y se suponía que eran provocados por terroristas, cincuenta focos en diferentes partes del país.

En esa nación hace mucho que no llueve, es muy seco, a esto se le agrega el viento y los terroristas comenzaron a armar incendios; en cuestión de dos días había ciento veinte focos y esto fue en aumento. El primer ministro pidió a las naciones que les ayudaran a mitigar los incendios y gracias a Dios, países como España, Turquía, Rusia y Francia enviaron aviones grandes para colaborar. Hubieron miles de evacuados porque los incendios afectaron las ciudades, entonces le escribí a un amigo que vive en Israel preocupado por la situación y él me respondió: “Amigo Jorge, no te hagas problema, ya están los doscientos veinte focos apagados”.  Ni con los ataques que reciben dejan de ser una nación de gente feliz y bendecida. Hemos estado ahí y no parece que están en guerra, y de continuo están recibiendo ataques. ¡Israel es una nación bendecida porque Dios la guarda!

Dios le dijo a Abraham: “Haré de ti una nación grande”. ¡No la pueden aplastar! Le dijo más: “Te bendeciré y serás bendición”. Abraham es una bendición para su descendencia hasta el día de hoy. Te hablo de un hombre que tuvo contacto con Dios hace cuatro mil años atrás pero las consecuencias de esa relación con Dios nos siguen hasta hoy. Israel es una nación sumamente bendecida y guardada por Dios porque el Señor se agradó de un hombre que le creyó a Él. La Biblia dice que Abraham le creyó a Dios y le fue contado por justicia; las promesas que el Señor le dio a Abraham se concretan por el hecho de que él creyó, caminó y obró por esas promesas.

Una promesa que no conozco, no la puedo reclamar, por ejemplo, si alguien recibe una herencia pero nunca se enteró de ello, esa bendición se pierde. El creyente debe conocer la palabra de Dios, debe conocer sus promesas y creerlas, entonces le sucederá como a Abraham. Dios te da sus promesas y las cumple; tu parte es creer en esas promesas que el Señor te ha hecho. Leemos en Gálatas 3:29: “Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa”. Esto significa: las promesas que Dios le dio a Abraham también son para mí. Si tú eres de Cristo entonces eres del linaje de Abraham por lo tanto eres heredero o heredera de las promesas de Abraham.

MI HISTORIA

Dios me tomo a mí y me hizo pastor, pero yo de pastor no tenía nada ni quería tenerlo, y eso no dependía de mi cara. Dios me quería pastor y por cuanto me escogió, me tomó y me hizo tal como Él quería. Mis planes personales eran egoístas, yo quería bendición para mí, pero Dios quería que yo fuera bendición para muchos. Hoy, después de muchos años de haberle creído al Señor y haberle dicho que sí, he visto su promesa cumplirse. Mira que yo de consejero no tenía nada, menos de misericordioso; yo era cristiano porque me había criado en la iglesia y creía en la palabra de Dios, pero no me importaba mucho el sufrimiento de la gente. Mi pensamiento era que si la gente oraba, Dios la ayudaría pero que no me embromaran a mí. Y después de muchos años veo las maravillas que Dios ha hecho conmigo y con mi familia.

Mi hija mayor recientemente cumplió años de casada y fuimos a celebrarlo en un centro comercial pero no entramos por la puerta principal sino por la parte de un supermercado y llevábamos bolsos; entonces se nos acercó un guardia de seguridad y nos dijo que debíamos dejar los bolsos en los lockers. Yo le dije que íbamos a pasar por ahí hacia la parte del shopping, entonces el hombre me mira y exclama: “¡Pastor Márquez, Dios lo bendiga! Yo no voy a la iglesia pero lo conozco y quiero decirle que usted ha bendecido mi vida. Yo lo escucho todas las noches por la radio”. Nos despedimos del hombre y seguimos caminando, y a unos veinte o treinta metros salió una mujer que atendía un quiosco y gritó: “¡Pastor Márquez! ¿Cómo le va? ¡Dios lo bendiga! Hace mucho que no voy a la iglesia, pero usted ha bendecido mucho mi vida”. Mi esposa y yo nos quedamos un rato conversando con la mujer y terminamos orando por ella y bendiciéndola. Desde que habíamos ingresado al centro comercial, en un rato nos encontramos con tres personas que nos conocían y nos saludaron. Cuántas personas como ellas hay que ni siquiera asisten a la iglesia pero han recibido bendición, y yo me alegro mucho. No es por mi linda cara, por mi inteligencia ni porque tenga misericordia, pero Dios ha hecho de mí una bendición. ¡He bendecido a miles de personas! ¡Cuántos matrimonios, cuántos drogadictos, cuántas personas tristes y amargadas he bendecido! Yo me glorío en el Señor por ello. Y el Señor quiere hacer esto contigo. Si tú eres de Cristo perteneces al linaje de Abraham y eres bendito, eres bendita porque Dios ya lo declaró hace cuatro mil años por lo tanto debes creer que Dios ha hecho de ti una bendición para el mundo. Si no lo sabías, ya lo sabes hoy y si no lo creías, es tiempo de que lo hagas. ¡Tú te tienes que transformar en la bendición que el Señor ha determinado que seas! Tu vida cobra valor y sentido cuando decides ser aquello que Dios pensó para ti. El Señor nunca bendice a nadie que no sirva para bendecir a otros. Él no te va bendecir para que esa bendición se te pudra adentro y no la impartas, es más, la bendición no sirve si no bendice a otros. Tal vez te regalaron algún dulce o conserva en un frasquito y tú lo guardaste; de pronto te das cuenta que han pasado meses y años y no has abierto ese frasco que terminó por vencerse, por lo que ya no sirve para nada. Ese producto era una bendición cuando te lo regalaron, pero estuvo mucho tiempo guardado y dejó de ser una bendición. ¡Mira tu vida, no seas que te estés pudriendo! ¡Que la bendición que Dios ha puesto dentro de ti no se eche a perder! Tú has sido llamado para ser bendecido y para ser bendición, y para que Dios haga de ti una nación grande.

¡Así es el Señor! Él toma a alguien que no tiene historia, que no tiene méritos ni antecedentes importantes y lo transforma en una bendición. La Biblia está llena de estos ejemplos. Hombres que no podían creer que Dios los iba a usar como sucedió con Moisés. El Señor escogió un tartamudo para ir a hablar con faraón y cuando Moisés comenzó a excusarse de que era tartamudo para hacer semejante obra, Dios le afirmó que Él le dio la boca por lo tanto iría ante faraón a hablarle las palabras que le daría para que hablase. La palabra de Dios es muy poderosa y genera lo que el Señor está declarando que sucederá. Cuando Dios envía su palabra a tu corazón, envía bendición, tú debes compartirla y no dejar que se te pudra adentro. La palabra de Dios tiene poder suficiente para producir aquello que el Señor ha dicho. Cuando Dios dijo: “Sea la luz”, no sólo lo dijo sino que hizo surgir la luz. Si Dios hoy te habla contra ese espíritu de amargura que te aqueja, esa palabra tiene poder para hacer desaparecer la amargura de tu vida y sin importar cuánto tiempo hace que ese sentimiento está en tu corazón, desaparece al instante en el nombre de Jesús. Si hay en tu corazón impotencia o tristeza que no has podido superar en años, y has hecho fuerza para no sentirte así por lo que trataste de distraerte con muchas cosas para salir de eso, el Señor te dice: “Yo quito hoy tu tristeza y te hago libre”. La palabra de Dios tiene poder para arrancar de raíz toda tristeza, toda amargura, inseguridad e impotencia.

Hoy Dios te está hablando y sucederá que bendición entrará a tu vida, pero tienes que asegurarte que esa bendición no será agua estancada. Jesús dijo que de nuestro interior brotarían ríos de agua viva. En la medida que tú das bendición recibes bendición, ese es el trato con Dios. A Dios no le sirves bendecido sino como bendición. ¡Es muy poca cosa que seas bendecido! He visto cómo mucha gente se jacta de la bendición que tiene y me pregunto si con tanta bendición serán de bendición para los demás. Dios, que ama al hombre, está dispuesto a bendecirlo y necesita hombres y mujeres bendecidos pero dispuestos también a bendecir. ¡El Señor lo va a hacer hoy contigo! Te puedo hablar de Moisés, de Josué, de David y de tantos otros siervos de Dios de la Biblia que no tenían un gran currículum pero fueron bendecidos y de bendición para su pueblo. El gobierno de Israel me ha invitado a su nación y para ello me pidieron que mandara mi currículum pero con lo único que cuento es con lo que Dios ha hecho conmigo. Soy pastor de una iglesia grande y bendecida; una iglesia que llenará la nación de la gloria de Dios.

LA HISTORIA DE GEDEÓN

El libro de Jueces capítulo 6 habla acerca de una situación que vivía Israel y era que los madianitas dominaron por siete años al pueblo. Jueces 6:1 dice así: “Los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová; y Jehová los entregó en mano de Madián por siete años. Y la mano de Madián prevaleció contra Israel. Y los hijos de Israel, por causa de los madianitas, se hicieron cuevas en los montes, y cavernas, y lugares fortificados. Pues sucedía que cuando Israel había sembrado, subían los madianitas y amalecitas y los hijos del oriente contra ellos; subían y los atacaban. Y acampando contra ellos destruían los frutos de la tierra, hasta llegar a Gaza; y no dejaban qué comer en Israel, ni ovejas, ni bueyes, ni asnos”.

Cuando no hay bendición en tu casa, se te rompe alguna cosa, cuando por fin lo arreglas se rompe otra cosa que también arreglas, pero después cae un hijo enfermo, cuando se sana, tu marido te deja y se va. Cuando no hay bendición de Dios todo se destruye, pero cuando cuentas con su bendición, todas las cosas ayudan a bien. No hay nada malo que venga contra ti, que Dios no pueda usar para bien en tu vida. La aflicción que vivía el pueblo de Israel los llevó a clamar a Jehová. Ellos se habían alejado de Dios y edificaron muchos altares a dioses extraños de distintas naciones. Las naciones tienen dioses para distintas funciones, por lo que si eres un marino conviene que tengas a la diosa del mar, y también está el dios de la montaña, del fuego, de la guerra, etc. Cuando una mujer quiere conquistar a un hombre va a un curandero el que invoca al dios que hace trabajo de endulzamiento para que esa persona se enamore de ella, pero el curandero ni siquiera le pregunta si ese hombre es soltero o casado entonces le pide algunos productos para hacer el trabajo como por ejemplo la miel así le hace el trabajo de endulzamiento para que el día en que ese hombre mire a la mujer, quede prendado. Las personas echan mano a distintos dioses de acuerdo a sus necesidades; Israel había caído en ese engaño, cuando Dios les había ordenado: “A tu Dios amarás y a Él solo servirás”. ¡El Señor es el Dios de tu vida! Es Dios de tu economía, de tu matrimonio, de tu familia, de tu ciudad, etc. ¡El Dios nuestro fue quien creó todas las cosas! “En su aflicción clamaron a Jehová”, señala la Biblia. Así fue que el Señor levantó a un hombre que libraría al pueblo de las manos de los madianitas. El pueblo de Israel estaba temeroso y preocupado, lo que los llevó a esconderse en cuevas y también escondían el trigo que cosechaban porque los madianitas que eran miles, llegaban con gran cantidad de camellos y devastaban la tierra. Así, dice la Biblia, empobrecía Israel.

Leemos en Jueces 6:11 al 14: 11 Y vino el ángel de Jehová, y se sentó debajo de la encina que está en Ofra, la cual era de Joás abiezerita; y su hijo Gedeón estaba sacudiendo el trigo en el lagar, para esconderlo de los madianitas. 12 Y el ángel de Jehová se le apareció, y le dijo: Jehová está contigo, varón esforzado y valiente. 13 Y Gedeón le respondió: Ah, señor mío, si Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Y dónde están todas sus maravillas, que nuestros padres nos han contado, diciendo: ¿No nos sacó Jehová de Egipto? Y ahora Jehová nos ha desamparado, y nos ha entregado en mano de los madianitas. 14 Y mirándole Jehová, le dijo: Ve con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo?”

Aquí está la clave. No te elige por tu linda cara, tú no sirves, no tienes dinero, no conoces gente importante y no cuentas con un ejército; tú no tienes fuerzas y no sabes cómo hacer pero aquí la clave está en la frase: “Yo te envío”. La clave es que Dios te escogió, eso hizo con Moisés; él le dijo a Dios: “Manda al que tengas que mandar, yo no sirvo para esto”. “Yo te he escogido a ti”. No importa lo que sabes sino lo que Dios sabe; no se trata si puedes hacerlo porque lo importante es que Dios puede. Tú tienes que tener un corazón dispuesto para hacer lo que Dios quiere de ti; Él tiene los recursos que se necesitan para hacer de ti lo que quiere que seas. Dios no ve lo que ve el hombre. Gedeón era muy temeroso y cobarde. Estaba tratando de limpiar el trigo para después esconderlo, antes de que llegaran los madianitas. Era un israelita más que tenía temores, porque los madianitas eran muchos y ellos pocos. Mas Dios habla conforme a lo que Él quiere de la persona. Dios tomó a un adolescente de un campo de Belén que cuidaba ovejas y le dijo: “Tú eres rey de Israel”. ¿Quién puede ver a un rey en un pequeño pastor de ovejas? No es lo que tú ves; lo que importa es lo que Dios ve. Tal vez tú no puedes, pero lo que importa es que Dios puede. El Señor no te escogió porque eres bueno o porque oras mucho; Dios te escogió porque Él es Dios y puede hacer contigo lo que nadie se imagina.

Sucedió que Gedeón comenzó a creerle a Dios aunque le parecía demasiado exagerado lo que Dios le estaba declarando de él: “Hombre esforzado y valiente”. Gedeón sabía que de esforzado no tenía mucho y menos de valiente pero esa era la visión que Dios tenía de él. Leamos nuevamente Jueces 6: 13 y 14: 13 Y Gedeón le respondió: Ah, señor mío, si Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Y dónde están todas sus maravillas, que nuestros padres nos han contado, diciendo: ¿No nos sacó Jehová de Egipto? Y ahora Jehová nos ha desamparado, y nos ha entregado en mano de los madianitas. 14 Y mirándole Jehová, le dijo: Ve con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo?”

Con éstas tus fuerzas tú destruirás a los madianitas y lo harás porque te mando yo. Sólo si Dios te manda, el equipamiento lo pone Él porque quiere que seas una bendición. Gedeón no sabía si estaba despierto o soñando entonces quería una prueba. Jueces 6: 36 al 40 dice: 36 Y Gedeón dijo a Dios: Si has de salvar a Israel por mi mano, como has dicho, 37 he aquí que yo pondré un vellón de lana en la era; y si el rocío estuviere en el vellón solamente, quedando seca toda la otra tierra, entonces entenderé que salvarás a Israel por mi mano, como lo has dicho. 38 Y aconteció así, pues cuando se levantó de mañana, exprimió el vellón y sacó de él el rocío, un tazón lleno de agua. 39 Mas Gedeón dijo a Dios: No se encienda tu ira contra mí, si aún hablare esta vez; solamente probaré ahora otra vez con el vellón. Te ruego que solamente el vellón quede seco, y el rocío sobre la tierra. 40 Y aquella noche lo hizo Dios así; sólo el vellón quedó seco, y en toda la tierra hubo rocío”.

Después de esto se dio cuenta que verdaderamente el Señor lo había escogido para salvar al pueblo, pero antes, Dios lo manda a destruir un altar a Baal que tenía su padre y Gedeón aún estaba temeroso: 25 Aconteció que la misma noche le dijo Jehová: Toma un toro del hato de tu padre, el segundo toro de siete años, y derriba el altar de Baal que tu padre tiene, y corta también la imagen de Asera que está junto a él; 26 y edifica altar a Jehová tu Dios en la cumbre de este peñasco en lugar conveniente; y tomando el segundo toro, sacrifícalo en holocausto con la madera de la imagen de Asera que habrás cortado. 27 Entonces Gedeón tomó diez hombres de sus siervos, e hizo como Jehová le dijo. Mas temiendo hacerlo de día, por la familia de su padre y por los hombres de la ciudad, lo hizo de noche” (Jueces 6:25 al 27).

Gedeón obedeció a Dios pero hizo lo que le encomendó de noche para que nadie se diera cuenta, ¡pero todos se dieron cuenta y lo querían matar! Mas el Dios que le dijo que él iba a vencer a los madianitas mantuvo su palabra y no iba a permitir que lo mataran porque lo había escogido para destruir a sus enemigos. Gedeón mandó a llamar a gente de todas las tribus de Israel y congregó treinta y dos mil hombres para la guerra, gente sin experiencia en guerra y sin armas. Treinta y dos mil hombres para enfrentar a un ejército de ciento veinte mil soldados. Gedeón se habrá preguntado: ¿Qué hago con treinta y dos mil hombres contra un ejército de ciento veinte mil? Sigamos leyendo Jueces 7:2 y 3: “2 Y Jehová dijo a Gedeón: El pueblo que está contigo es mucho para que yo entregue a los madianitas en su mano, no sea que se alabe Israel contra mí, diciendo: Mi mano me ha salvado. Ahora, pues, haz pregonar en oídos del pueblo, diciendo: Quien tema y se estremezca, madrugue y devuélvase desde el monte de Galaad. Y se devolvieron de los del pueblo veintidós mil, y quedaron diez mil”. Veintidós mil tuvieron miedo y temblaban y se volvieron a sus casas. ¡Mira los valientes de Israel! Quedaron diez mil. Me imagino a Gedeón preguntándose: “¿Qué hago con diez mil frente a un ejército de ciento veinte mil además de los miles de camellos que tienen? Para Dios es indistinto si eres lindo o eres feo, lo que importa es que Él esté en el asunto. Si tú eres de Cristo, eres del linaje de Abraham entonces eres heredero de sus promesas. ¡Dios quiere hacer de ti una gran bendición para el mundo! “Te bendeciré y serás bendición”. Es mucho más importante ser bendición que ser bendecido, pero no puedes ser bendición si primero no eres bendecido.

Habló nuevamente Dios con Gedeón. Y Jehová dijo a Gedeón: Aún es mucho el pueblo; llévalos a las aguas, y allí te los probaré; y del que yo te diga: Vaya éste contigo, irá contigo; mas de cualquiera que yo te diga: Este no vaya contigo, el tal no irá. Entonces llevó el pueblo a las aguas; y Jehová dijo a Gedeón: Cualquiera que lamiere las aguas con su lengua como lame el perro, a aquél pondrás aparte; asimismo a cualquiera que se doblare sobre sus rodillas para beber. Y fue el número de los que lamieron llevando el agua con la mano a su boca, trescientos hombres; y todo el resto del pueblo se dobló sobre sus rodillas para beber las aguas” (Jueces 7: 4 al 6). Gedeón pensó: “Tendré que luchar con esos nueve mil trescientos”. Pero Dios le contesta: “No, con los nueve mil trescientos no, con los trescientos enfrentarás al ejército madianita”. ¡Dios puede! El Señor saca recursos donde tú ni te imaginas.

16 Y repartiendo los trescientos hombres en tres escuadrones, dio a todos ellos trompetas en sus manos, y cántaros vacíos con teas ardiendo dentro de los cántaros. 17 Y les dijo: Miradme a mí, y haced como hago yo; he aquí que cuando yo llegue al extremo del campamento, haréis vosotros como hago yo. 18 Yo tocaré la trompeta, y todos los que estarán conmigo; y vosotros tocaréis entonces las trompetas alrededor de todo el campamento, y diréis: ¡Por Jehová y por Gedeón! 19 Llegaron, pues, Gedeón y los cien hombres que llevaba consigo, al extremo del campamento, al principio de la guardia de la medianoche, cuando acababan de renovar los centinelas; y tocaron las trompetas, y quebraron los cántaros que llevaban en sus manos. 20 Y los tres escuadrones tocaron las trompetas, y quebrando los cántaros tomaron en la mano izquierda las teas, y en la derecha las trompetas con que tocaban, y gritaron: ¡Por la espada de Jehová y de Gedeón! 21 Y se estuvieron firmes cada uno en su puesto en derredor del campamento; entonces todo el ejército echó a correr dando gritos y huyendo. 22 Y los trescientos tocaban las trompetas; y Jehová puso la espada de cada uno contra su compañero en todo el campamento…” (Jueces 7: 16 al 22)

Una trompeta es suficiente para un ejército, pero Gedeón contaba con trescientas, una por cada hombre. Habían trescientos hombres que no tenían espada ni lanzas, tampoco caballos, pero tenían trompeta. De pronto, todos al unísono tocan las trompetas, rompen las vasijas y se pueden ver trescientas antorchas encendidas de un lado y de otro; uno creería que hay un ejército terrible pero eran sólo los que tocaban las trompetas. Se levantaron los soldados madianitas y comenzaron a matarse entre ellos.

CONCLUSIÓN

Te bendeciré, engrandeceré tu nombre, serás una gran nación, serás bendición. La parte que más me ha tocado es: “serás bendición”. Yo veo la bendición que es Abraham hasta el día de hoy, el legado que le ha dejado a su descendencia; veo lo que dice el apóstol Pablo en Gálatas 3 que si soy de Cristo, soy descendiente de Abraham y son mías las promesas. Señala la Biblia que la promesa de Dios a Abraham no fue para sus simientes sino para una sola que fue el más importante, Jesucristo. La bendición reposó sobre Jesús. Parecía un fracaso la cruz, la muerte de Jesús y su sangre derramada, pero desde la perspectiva de Dios era la victoria más grande que ha acontecido en el mundo. ¡Cristo resucitó! Dios tiene recursos que no tienen los hombres. ¡Yo soy descendiente de Abraham! ¡Yo soy una bendición! ¿Tú eres bendición?

Muchas personas declaran que no están preparados para predicar, quieren esperar un poco más y hacer un curso o algo así. Yo te voy a dar una clave: Si tú no das lo que ya tienes, Dios no enviará más bendición sobre ti. Tienes que dar de lo que tienes; no importa si es poco, tú dalo y el Señor te dará más a ti. Tienes que creer que Dios te transformará en una bendición. ¡Que no se te pudra la bendición adentro!

Viene a mi memoria un hombre que no tiene brazos y piernas, su nombre es Nick Vujicik; él quiso suicidarse por causa de su condición y vivía deprimido hasta que creyó que Dios tenía un propósito con él. Este hombre se casó, tiene hijos, recorre las naciones dándole aliento a quien no tiene aliento. ¡Dios puede! ¡No mires tu condición! Sólo oye la palabra de Dios. El Señor te ha hablado y te quiere bendecir. Que tu existencia no sea sin sentido e infructuosa como la vida de cualquier vecino. Que tu vida produzca las grandezas de Dios. Cuando Dios dice que te bendecirá y te usará, Él tiene poder para que te muevas en su poder. ¡El Señor cuenta con los recursos que necesitas para ser quien Él quiere que seas!

Dile a Dios: “Señor, estoy dispuesto. He creído que lo que has hecho con Abraham harás conmigo; también puedes hacer conmigo lo que has hecho con Gedeón. Tú sacaste un rey de detrás de unas ovejas en unos campos perdidos de Belén. ¡Tú eres grande y poderoso! Yo no soy nadie, pero tú me has mirado Señor, tú me has escogido. Di la palabra que tienes para darme, Dios. Yo soy bendición y voy a impartir bendición. Me has dado tu palabra y la he creído. Yo no seré una bendición, ya soy una bendición, tú lo has determinado así, desde el mismo instante que pronunciaste bendición sobre Abraham también diste bendición a su descendencia y yo sé que soy descendiente de Abraham porque soy de Cristo; yo sé que mi herencia es la misma de Abraham. Te doy gracias, Señor. El mundo verá lo que tú eres capaz de hacer con una persona como yo. Hoy estoy seguro, estoy segura que soy una bendición para mi familia, para mis amigos, para mi barrio y para todos los que me rodean. Yo soy una bendición para mi nación. El mundo verá tu gloria. Gracias Dios, amén”.

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