POEMA DE AMOR - Misión Vida para las Naciones

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POEMA DE AMOR

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INTRODUCCIÓN

El capítulo 54 del libro de Isaías es un poema de amor de Dios hacia Jerusalén, la cual había sido destruida y los hijos de Israel fueron llevados cautivos a Babilonia. Nabucodonosor fue el causante de la destrucción de la ciudad y el templo. Israel había recibido su merecido juicio por haber ignorado a Dios, por haber cometido injusticias delante del Señor y haberse olvidado de Él. La ira e indignación de Dios llevan al juicio, que permite que Nabucodonosor destruya la ciudad de Jerusalén, ciudad que tenía posiblemente el templo más importante y valioso en el mundo de aquel entonces, la ciudad y el templo que Dios había elegido para poner allí su nombre y su trono en su segunda venida.

Hay mucho dolor, el pueblo está cautivo, pero en medio del sufrimiento y la cautividad, Dios le dice a su pueblo: “Porque tu marido es tu Hacedor; Jehová de los ejércitos es su nombre; y tu Redentor, el Santo de Israel; Dios de toda la tierra será llamado”. Aquí Dios le dice: “Yo soy el que te entregó en cautividad, pero soy tu Redentor”. El que redime es el que rescata, el que paga el precio del rescate. Por eso digo que esto es como una especie de poema de amor de Dios por Jerusalén. El Señor permite a veces que caigamos en su juicio o en situaciones conflictivas grandes por causa de nuestra falta de amor hacia Él y a sus cosas. Hay sólo dos motivos para que la ira de Dios venga y tienen que ver con violar su voluntad y afrentar su propósito; esos dos motivos se refieren a las dos leyes que ya conocemos.

AMARÁS A JEHOVÁ TU DIOS

Una de ella es: “…Amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas…A Jehová tu Dios temerás, y a él solo servirás…” (Deuteronomio 6: 5 y 13).

No servirás a otros dioses; este es el primer motivo por el cual Dios acusó a Israel de idolatría, esto significa, la búsqueda de otros poderes, de otros dioses y de protección fuera de Dios y se traduce en la Biblia como adulterio o infidelidad a Dios. En este sentido, hay cristianos que no tienen mucho cuidado, ya que se puede transformar en idolatría cualquier cosa que ame más y ponga en primer lugar.

Una mujer me comentó que se casó con un hombre incrédulo, el cual le fue infiel, por lo que su matrimonio resultó un desastre. Ella amaba a Dios pero amaba profundamente a su esposo y comenzó a alejarse del Señor. Su esposo recapacitó, le pidió perdón y ella lo perdonó pero a todo esto dejó de asistir a la iglesia y sufría porque le iba muy mal en su matrimonio, entonces me confesó que había puesto en primer lugar a su esposo antes que a Dios. ¡Eso se llama idolatría! Si tú pones en primer lugar cualquier cosa que te impida amar y servir a Dios con todo tu corazón, es idolatría. Tal vez confías en que una cintita colorada te protege contra la envidia. Si yo fuera Dios, te diría: “Vienes a buscar mi favor y confías en una cinta colorada. ¿Me comparas con una cinta colorada? ¡Anda que te cure Lola y te ayude la cinta colorada!”

Nosotros no nos damos cuenta que ofendemos a Dios. Por ahí hay una iglesia que le vende a sus fieles, jabones, les dicen que pongan un vaso de agua arriba del televisor, les venden astillas de la cruz de Cristo y agua del Jordán entre otras cosas; y la gente se prostituye creyendo que esas cosas les va a hacer bien; creen que el jabón los limpia pero es la sangre de Cristo la que te puede limpiar y nada más. Una mujer se había endurecido contra Dios y se apartó de la iglesia, ella no conseguía empleo pero justo le había salido para trabajar en una empresa en la que la gente llama por teléfono a unas líneas especiales para consultar el tarot. Esa mujer atendía el teléfono y tenía una lista de respuestas predeterminadas para las consultas que la gente le hacía. El anuncio decía que marcando un determinado número hablas con un mentalista o algo así pero esa persona no estaba sino que atendía la mujer que era una empleada y usaba una lista de respuestas que le habían dado y que ella daba a la gente. Esa mujer cristiana, aunque se había apartado, engañaba a las personas; lo peor es que cuando entró en razón y se arrepintió volviendo al camino del Señor, me contó que era mucha la cantidad de creyentes que consultaban esas porquerías. ¡Eso es idolatría!

Tú tienes que asegurarte que amas a Dios y que nada te alejará de su camino; que no te aleje un novio o una novia, ni un empleo, ni siquiera eso que le has pedido al Señor pero que Él no te dio. ¡Que nada te aleje de Dios! El Señor conoce tu corazón mejor que nadie y sabe que si te niega algo por un tiempo, tú te enojarás y perderás tu amistad con Él aún antes de que eso suceda. El Señor te conoce desde que naciste y hasta que te mueras, Él conoce todos tus días, tus dichos y tus pensamientos. El salmista declaró: “Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda” (Salmo 139:4). A esas personas que dicen que le han pedido a Dios pero Él no les contestó yo les digo que el Señor no les dio nada porque conoce su corazón falluto.

La idolatría es la adoración a falsos dioses. Una mujer que dio su testimonio para nuestro programa de televisión contó que toda su vida había dependido de la adivinación para tomar decisiones; eso lo había aprendido de su madre ya que la llevaba desde pequeña a ciertos lugares, entonces de grande ya iba sola a que le tiraran las cartas, los buzios, a que le leyeran la borra de café, etc. Esta mujer no salía de su casa sin consultar el horóscopo y no uno solo sino varios, como el chino, el maya, los signos del zodiaco, etc. ¡Consultaba a los astros para que la guiaran! Entonces ella ordenaba su vida de acuerdo a lo que le salía en el horóscopo o en lo que le decían los adivinos. Un día comenzó una relación con un hombre y quería saber si debía casarse con él o no, entonces fue a que le tiraran las cartas y le dijeron que se casaría con ese hombre pero su matrimonio iba a durar poco y eso la condicionó; salió de ahí decidida a casarse pero también a que su matrimonio en algún momento se terminaría. Se casó, ella reconoce que ese hombre era muy bueno pero cada vez que discutían pensaba en lo que le habían dicho. La mujer estaba condicionada por lo que le salió en las cartas y por las palabras de la adivina; cada vez que había una discusión pensaba que se terminaba todo hasta que le comenzó a decir al esposo que en cualquier momento se iban a separar. Su matrimonio duró cuatro años, ella se divorció y entonces le dio la razón a la que le había tirado las cartas. ¿Entiendes el grado de estupidez? ¡Ella misma había condicionado su conducta por haber creído en lo que una adivina le dijo! Yo le pregunté si su esposo era malo pero me dijo que era muy bueno, le pregunté también qué pensaba su familia y sus amistades al respecto y me respondió que se preguntaban por qué iba a dejar al flaco que era tan bueno. El hombre era bueno pero las cartas habían declarado que su matrimonio tenía que durar poco. ¡Esto es una práctica infame! Y no le tiraban las cartas gratis; cada vez que iba, pagaba una buena suma de dinero, pero ella vivía en un grado de ansiedad, de temor e inseguridad que no podía dar un paso si no recibía dirección de las cartas o el horóscopo.

Un día llegaron de México unos amigos que le propusieron irse con ellos a trabajar allá ya que tenían pensado abrir un negocio y la invitaron a la mujer. Ella tenía un buen trabajo y dinero ahorrado para comprarse una casa pero ante la duda acerca de ese viaje consultó un adivino para saber si tenía que viajar a México o no y esa persona le dijo que no solamente iba a ir a México sino que también iba a encontrar allá al amor de su vida. La mujer dijo: “¡Ya está, me lo dijo la adivina!” Sus amigos la llamaron para decirle que no había salido el negocio porque faltaban asuntos que arreglar y le dijeron que no viajara todavía y que le avisarían cuando estuviera todo listo, pero ella ya había pedido seis meses de licencia en su trabajo, sacó el dinero que tenía ahorrado y como las cartas le habían dado el visto bueno y la habilitaron, se fue a México a vivir con sus amigos. Allí pasó seis meses, pero lo único que logró fue gastarse todos sus ahorros y para colmo no encontró al amor de su vida, entonces se volvió con una mano atrás y otra adelante. ¡Menos mal que no perdió su trabajo aquí! Yo le pregunté: “¿Te has dado cuenta lo estúpido que es confiar en la adivinación?” Pero ella me respondió: “No, no, la mentalidad es así: si usted va a un adivino y esa adivinación sale mal, el tonto es el adivino pero no la adivinación, entonces me tengo que buscar otra persona que acierte”. No le echaba la culpa a la adivinación sino que creía que el adivino no servía y como siempre hay alguien que te dice: “Sabes que conozco a alguien que te puede ayudar”. Y la persona va de adivino en adivino a ver cuál es el que mejor acierta.

Dios no usa la adivinación, Él usa la revelación. Esta mujer vivía de la idolatría y de confiar en cosas que no debía. A veces los cristianos endiosan a sus pastores y pierden su relación con Dios. ¡Tú debes tener una relación genuina con el Señor! El pastor está para ayudarte y aconsejarte pero no reemplaza a Dios.

Una joven asistía a una iglesia en la que se sentía segura y la iglesia se vino abajo pero ese era el único lugar donde había encontrado seguridad, entonces se vino a nuestra iglesia en donde se sentía insegura. ¿En quién confiaba la joven? ¿En Dios o en la iglesia? Su fortaleza no estaba en Dios. Quiero decir con esto que hay cristianos que endiosan la iglesia. ¡Cuidado con la idolatría! Hay cristianos que confían más en la palabra de un médico que en lo que Dios dice, y eso también es idolatría. No te desanimes cuando el doctor te diga que ya no hay nada que hacer, porque todavía la palabra de Dios sigue declarando que el Señor es tu sanador. ¡Él es que sana todas tus dolencias! Tu fe en Dios produce esperanza y confianza. Hasta la muerte seguiré confesando que mi confianza no está en los médicos y no estoy en contra de ellos pero ellos hablan de lo que saben y han aprendido en la universidad y no conocen el poder de la palabra de Dios. La Biblia declara en el Salmo 103 que Dios es el que sana todas tus dolencias. Ni siquiera un cáncer terminal tiene que hacer que tu ánimo decaiga, tu confianza tiene que estar puesta en la palabra de Dios. Quien realmente ama a Dios y confía en Él cree lo que el Señor dice y se aferra a su palabra.

Israel había sido llevado cautivo por causa de dos detallitos y acabamos de ver. Dije que nosotros violamos la justicia de Dios cuando trasgredimos uno de sus mandamientos y sus mandamientos son dos, en los cuales se resumen todos los mandamientos. Acabamos de ver lo que es violar uno de ellos, “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón”, Él tiene que ser el primero en nuestras vidas sí o sí. La mujer que he mencionado anteriormente me dijo que ella había sido infiel a Dios por amor a su marido lo que provocó que se enfriara y se apartara de la congregación, pero al final su marido le falló y se fue con otra aunque volvió arrepentido y ella lo perdonó pero ya había perdido su relación con Dios.

AMARÁS A TU PRÓJIMO

Veamos el mandamiento número dos; la ira de Dios se manifiesta porque dice, el pueblo todo y los gobernantes del pueblo no han hecho justicia. ¿Qué es para Dios hacer justicia? Es cuidar de la viuda, del huérfano, del pobre y el desamparado; que al que tiene sed le demos de beber, que al hambriento le demos de comer y a aquel que necesita ser cubierto lo cubramos de su desnudez. Eso es amar al prójimo y hacer justicia. ¡No es muy complicado! Dios no te manda a amar a los que te aman, el Señor te manda a amar a todos; te manda a amar a los que te desagradan y orar por tus enemigos. Es más, dice la Biblia en Romanos 12:20: “Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber…” Porque el mandamiento de Dios es amar por sobre todas las cosas, amar por sobre uno mismo, al prójimo.

Dios se constituye en tu protector cuando tú te constituyes en protector de tu prójimo. Entras en un estado de protección divino cuando tomas en serio el segundo mandamiento. El Señor permitió que Nabucodonosor destruya Israel, su pueblo escogido y el templo donde Él ha puesto su nombre porque el pueblo había practicado la idolatría y no le había obedecido en cuanto amar al prójimo. La justicia no tiene otro objetivo más que hacerle bien al prójimo. Si yo no le hago bien al prójimo, directamente estoy en contra de la ley de Dios y su ira viene sobre mí. Tú dirás: “¿Por tan poca cosa?” ¿Te parece poca cosa violar los dos mandamientos más importantes de Dios, lo que nos ha legado? Si cumplimos, Él nos promete que nos irá bien, nos bendecirá, nos multiplicará, bendecirá nuestra descendencia, visitará la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación pero hará misericordia a millares de los que le aman y guardan sus mandamientos. ¡No es tan complicado!

No obstante quiero hablarte acerca de la misericordia de Dios. A ese pueblo que ha violado su ley, le dice: “No temas, pues no serás confundida; y no te avergüences, porque no serás afrentada, sino que te olvidarás de la vergüenza de tu juventud, y de la afrenta de tu viudez no tendrás más memoria” (Isaías 54:4). Cuando te alejaste de Dios quedaste viuda y sin esposo pero no temas porque yo sigo siendo tu esposo. Tú me diste carta de divorcio pero aún soy tu esposo y tendré misericordia de ti. Continúa diciendo Isaías 54: “Porque tu marido es tu Hacedor; Jehová de los ejércitos es su nombre; y tu Redentor, el Santo de Israel; Dios de toda la tierra será llamado. Porque como a mujer abandonada y triste de espíritu te llamó Jehová, y como a la esposa de la juventud que es repudiada, dijo el Dios tuyo. Por un breve momento te abandoné, pero te recogeré con grandes misericordias. Con un poco de ira escondí mi rostro de ti por un momento; pero con misericordia eterna tendré compasión de ti, dijo Jehová tú Redentor”.

El castigo de Dios tiene un propósito redentor; no significa que ha cortado contigo sino que cuando has caído en el quebranto, en esa condición, tu corazón se “amansa”. En el quebranto se amansa el corazón del hombre y Dios dice: “Cuando esté quebrantado, me va a escuchar”. Dios puede extender su gracia y su misericordia cuando la persona está humillada. “Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios”, declaró el salmista en el Salmo 51:17. O sea que hay un propósito redentor y mientras Israel está en la cautividad sufriendo, Dios le escribe una carta de amor diciéndole: “Yo te voy a buscar y te voy a restaurar”. El problema es que hay personas que creen que ya no tienen chance con Dios porque le han fallado mucho y no podrán alcanzar su favor nunca. Y es que no hay nadie que pueda alcanzar el favor de Dios. Pero es su favor el que te está alcanzando a ti en esta hora. ¡Es el Señor que te habla! No es que tu accedes a la misericordia de Dios sino que su misericordia viene a ti en donde estés y lo que más le gusta al Señor es rescatar al que peor esté. Dijo Jesús: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10). ¡Jesús vino a rescatar lo vil y menospreciado! “Por un breve momento te abandoné, pero te recogeré con grandes misericordias. Con un poco de ira escondí mi rostro de ti por un momento; pero con misericordia eterna tendré compasión de ti, dijo Jehová tu Redentor”. El Señor te lo dice a ti en esta hora. “Porque los montes se moverán, y los collados temblarán, pero no se apartará de ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz se quebrantará, dijo Jehová, el que tiene misericordia de ti”.  

Hemos filmado un programa de televisión donde una joven cuenta su testimonio y ella nos dice que fue abusada cuando tenía siete años y desde entonces se volvió adicta al sexo. Siendo tan pequeña, a los doce años ya se prostituía, pero también, años antes, había comenzado a drogarse. ¡Su vida era un espanto! Ella no conocía a Dios pero sabía que no era correcto lo que hacía y había hecho mucho mal. Había estado con tantos hombres y llegó a pensar que no era digna de que nadie la ame. Quedó embarazada pero se practicó un aborto y siguió su vida alocada drogándose cada día y entregándose a cualquiera por unos pesos para poder comprar droga. Un día fue a una boca de droga y le dijo al que estaba a la puerta que tenía sólo unas monedas y no le alcanzaba para comprarla y le pidió que hablara con su jefe para que le vendiera igual. El jefe que la estaba observando desde adentro le preguntó si quería salir con él, y ella le respondió: “Si hay droga salgo contigo”. Comenzaron una relación con ese hombre y compartieron muchos años de adicciones y locuras. El muchacho no le contó que años atrás había conocido el evangelio y que estuvo viviendo en los hogares de Beraca pero que luego se fue de allí y se dedicó a comercializar droga. Ella lo supo cuando les tocó enfrentar una crisis tan grande en la que no veían salida, entonces el joven le contó acerca de su experiencia en el hogar y la invitó a ir con él a pedir ayuda. La muchacha había quedado embarazada y se drogó hasta dos días antes del parto; los médicos le aconsejaron que abortara porque su hijo iba a nacer con problemas, pero el muchacho no quería que abortara y resultó que la criatura nació en perfectas condiciones. Ellos, con el deseo de ser buenos padres y que a su hijo no le vaya mal se acercaron a nosotros, entonces el hombre se fue a vivir a un hogar y ella con su hijito a otro que quedaba a quinientos kilómetros. Él comenzó a cambiar, se involucró en el evangelio y creció como líder en el hogar donde estaba, pero ella no se adaptó y volvió a sus andanzas. La meta era que los dos iban a cambiar de vida y que iban a poder criar a su hijo que estaba siendo cuidado por unos parientes. La muchacha se fue pero volvió al hogar y nos contó que su vida fue peor que antes, tanto, que llegó a asquearse de ella misma; cuando regresó la recibimos movidos a misericordia.

Hubo una época en la que yo creía que el que le fallaba a Dios no merecía nada porque había pisoteado la sangre de Cristo y ya no iba a poder servir; yo era muy justiciero, pero vi cómo Dios levantó a cada uno de pastor cuando habían caído una y otra vez y me di cuenta que Dios es más bueno que yo. Descubrí que el Señor era mucho más misericordioso de lo que yo creía y que no podía sentenciar a nadie diciéndole que estaba maldito y que ya no había esperanza para esa persona. ¿Quién puede declarar semejante cosa cuando el Espíritu Santo anda en la búsqueda de aquel que está quebrantado y arrepentido para levantarlo y bendecirlo? La joven se fue tres veces pero volvió, y a la última vez volvió desesperanzada. Su anhelo era que Dios la ayudara pero no tenía esperanza de ser una buena cristiana, sierva de Dios. En cambio, el muchacho ya era líder de la iglesia y había unas cuantas chicas poniéndole el ojo, pero ella seguía creyendo que no tenía oportunidad con él. Si bien ella comenzó a afirmarse en el evangelio y a madurar, en el medio estaba el nene que supuestamente se iba a quedar con el papá. La joven comenzó a mirar otro muchacho que estuviera a su altura, porque al papá de su hijo lo veía inalcanzable.

Cuando viajé a donde ella estaba le pregunté si amaba a ese joven y me dijo que creía que sí, le volví a preguntar en qué iba a quedar la relación con el papá de su hijo a lo que me respondió: “Yo he fallado tantas veces y he hecho todo mal y no creo que él sea para mí; aunque también creo que no lo amo porque si lo amara no le hubiera hecho todo lo que le hice”. Yo seguí hablando con ella hasta que me confesó que lo amaba, pero no se sentía digna de ser su esposa porque él era un siervo de Dios y a ella le faltaba mucho. Yo le dije que no había mejor madre para su hijo que ella y no había mejor padre que ese muchacho y le prometí que la iba a respaldar y creía que Dios la iba a levantar. Ella suspiró… Cuando le pregunté al muchacho qué pasaba en su corazón con respecto a la joven, me dijo: “No sé qué hacer porque yo quiero una sierva de Dios y creo que con ella no va la cosa, pero que sea lo que Dios quiera”. “¿La amas?” le pregunté. “La verdad es que sí la amo”. Él comenzó a orar por ella y la joven oraba por él.

Este muchacho en poco tiempo será levantado como pastor y próximamente se van a casar. No hace muchos días le pregunté a la joven: “¿Qué pensas de todo esto?” Y ella me dijo: “¡Que la misericordia de Dios es muy grande!” Ella dijo para el programa de televisión: “Yo no valía nada. Cientos de hombres han pasado por mí pero el evangelio me trajo esperanza y el Señor perdonó mis pecados”. ¡Hoy es una mujer de Dios, como si nunca hubiera vivido lo que vivió! La misericordia de Dios hace posible esas cosas que ni te imaginas que pudieran suceder. ¿Puede una persona mala transformarse en una persona buena? ¡Claro que sí! Es el amor de Dios y su misericordia lo que atrae a un gran pecador a los brazos de Cristo y aquel que se pone en los brazos del Señor es transformado. El que está en Cristo es una nueva criatura, las cosas viejas pasaron y he aquí todas son hechas nuevas. ¿Qué te impide creer que el favor de Dios está extendido sobre ti hoy? ¿Qué es lo que te hace dudar que Dios te ama y te quiere usar? Hasta puede ser la opinión de algún pastor. Hablé con una mujer a la que una pastora prácticamente la maldijo y le echó de la iglesia por haber confesado que le gustaba un joven católico. A veces, los líderes de la iglesia tenemos poca misericordia de algunas personas y los pastores nos encontramos faltos de misericordia pero estamos aprendiendo de Dios a ser misericordiosos como lo es Él. La mujer vino a refugiarse a nuestra iglesia y a pesar de que le caemos bien, ella siente una gran culpa porque creyó lo que esa pastora le dijo. Ella ni se había puesto de novia con ese joven católico y mucho menos se había acostado con él porque decía que amaba a Dios y no lo iba a cambiar por nadie. Muchas veces hay falta de misericordia en los púlpitos y en los hogares, cuando un padre o una madre les dice a su hijo: “¡Estúpido, eres un inútil! ¡Nunca vas a llegar a nada!” ¡Padres faltos de misericordia!

CONCLUSIÓN

Todos queremos el favor y la misericordia de Dios y yo te voy a dar una clave. Jesús dijo: “Bienaventurados los misericordiosos; porque ellos alcanzarán misericordia” (Mateo 5:7). La misericordia de Dios es para aquellos que aman al prójimo. Tú no estás desahuciado de parte de Dios. Al finalizar el culto salí a la calle y me estaba esperando un hombre que me dijo: “¿Se acuerda de mí? Vengo a despedirme porque ya no tengo solución. Perdí las esperanzas; llevo muchos años y no he cambiado, sigo siendo el mismo”. Lo peor que puedes hacer si eres como esa persona, es dejar de creer en Dios. ¿A dónde vas ir? ¿Dónde encontrarás paz y bendición? ¿En qué lugar hallarás misericordia?

¡Tú necesitas la misericordia de Dios! ¿Reconoces que no le has puesto en primer lugar? Decide hoy ponerlo en primer lugar antes que todas las cosas. Dile: “Yo te he fallado pero creo en tu misericordia y en tu gran amor por mí. Sé que nadie merece misericordia pero creo que está extendida para los que te hemos fallado Señor. ¡Yo te necesito Dios! Perdona mis pecados y mi maldad; vuelve mi corazón hacia ti Dios”.

“Oro que tu Espíritu Santo toque las vidas que han sido marcadas por ti, Padre para ser alcanzados con tu misericordia en este día. Al que no puede creer, quítale la inseguridad y dale fe y esperanza. Dios del cielo, glorifica tu nombre y llena el vacío que hay en los corazones. Sopla tu Espíritu, convence ahora los corazones de quienes han pecado y a quienes el diablo les ha hecho creer que ya no hay esperanza en ti. Dale vida al que está muerto y esperanza al que está perdido te lo pido en el nombre de Jesús, amén”.

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