SU ESPÍRITU ALUMBRA TUS TINIEBLAS - Misión Vida para las Naciones

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SU ESPÍRITU ALUMBRA TUS TINIEBLAS

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INTRODUCCIÓN

Quiero hablarte acerca del proceso que sufre una persona antes de encontrarse con Cristo y qué es lo que sucede después de ese encuentro.

El ser humano tiene ciertos elementos que utiliza para discernir la verdad, para tomar decisiones y hacer lo que hace, que son los razonamientos, las ideas, los pensamientos, la lógica y por otro lado están las emociones. Las dos cosas que mueven el alma del hombre son las emociones y los razonamientos. Lo que sucede con la persona, es que al haber pecado, su alma queda atrofiada o bajo oscuridad para entender la realidad, o sea que queda en tinieblas, de tal manera que lo que ve, percibe u oye lo entiende en función de cómo actúa su intelecto y sus sentimientos. Cuando el hombre peca, sus sentimientos y sus razonamientos quedan distorsionados y cuando ve la verdad, lo hace desde la perspectiva de su alma y emociones; frente a una misma circunstancia las personas reaccionan de diferente manera y tienen distintos sentimientos. Digamos que la razón del hombre no es como un metro patrón que puedes aplicar en diferentes lados; la razón y las emociones varían de persona a persona, de tal manera que frente a una misma situación cada uno toma diferentes caminos porque cada uno ve de acuerdo al grado de contaminación que tiene su alma. ¡El pecado introduce en tinieblas al alma! Por lo que es necesaria otra luz que no sea la razón y los sentimientos, y la única luz verdadera, proviene de Dios.

HOMBRE ESPIRITUAL Vs HOMBRE CARNAL

El proceso de regeneración del ser humano y de salvación del hombre consiste en el hecho de traerlo bajo la autoridad del Espíritu Santo. El incrédulo toma decisiones y hace lo que hace, basado en sus razonamientos y sentimientos pero el hijo de Dios cuenta con su luz y con su verdad que viene por revelación del Espíritu Santo a nuestro espíritu. ¡El alma debe someterse al espíritu! En el hombre natural, el alma somete al espíritu y en el proceso espiritual el espíritu somete al alma; entonces, una cosa son las emociones y las razones fundamentadas en el pasado y en la experiencia de lo que uno vivió, escuchó, vio o estudió en la universidad. Hay una gran diferencia entre esto último y la luz que viene cuando Dios alumbra y te muestra su perspectiva acerca de una circunstancia.

Muchas veces el creyente tiene una mezcla y no discierne bien lo que proviene del alma y del espíritu. El hombre espiritual discierne y entiende las cosas así como Dios lo hace; en cambio el hombre carnal a veces la pega y a veces no; digamos que el hombre carnal es una lotería. Jesús dijo: “Lo que es nacido de la carne, carne es y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”. Hay pensamientos y sentimientos que son nacidos del Espíritu, por otro lado, hay pensamientos y sentimientos que son nacidos de la carne y ambas cosas tienen distinta naturaleza.

¿Cómo hace una persona para llegar a ser espiritual o cómo hace Dios para atraer a las personas, sacarlas del mundo natural y colocarlas en la dimensión de lo sobrenatural o espiritual? El problema más grande del hombre es el pecado; el pecado oscurece la razón y los sentimientos. Una persona dijo que no quería hablar conmigo porque me tenía miedo y yo quiero decirte que el miedo no es de Dios. No es que yo te meto miedo sino que el miedo te domina; el miedo es un sentimiento. Algo provoca temor sobre las personas, porque donde reina y gobierna el Espíritu Santo no hay temor y la Biblia señala que el perfecto amor echa fuera el temor. El hombre espiritual no tiene esos sentimientos de temor o más bien, cuando vienen esos sentimientos hacia él, los rechaza porque el amor de Dios y la fe en el Señor son las armas que lo mantienen libre de temor.

Lo mismo sucede con la vergüenza, otro sentimiento que no es de Dios; ésta es una forma de temor que te deshabilita o impide hacer determinadas cosas. El hecho que marcó lo que yo te estoy planteando sucedió en el Edén, cuando el hombre vivía en libertad, feliz, lleno de paz y de amor;  la presencia de Dios estaba en el jardín del Edén por lo que Adán y Eva disfrutaban de su presencia.  A lo largo de mi carrera pastoral he conocido muchas personas que le tienen miedo a Dios. Todo funcionaba bien pero a causa de la desobediencia o por causa del pecado, porque puede ser desobediencia, rebelión, mentira, engaño, adulterio, aunque en el caso de Adán y Eva fue desobediencia ya que desobedecieron a Dios comiendo del fruto que no tenían que comer e inmediatamente sus razonamientos y sentimientos cambiaron. El pecado genera sentimientos y pensamientos que responden a su dominio. Después de que Adán y Eva desobedecieron y pecaron, al sentir la presencia de Dios en el Edén tuvieron miedo y se escondieron. Ellos nunca habían sentido miedo hasta ese momento, nunca se habían escondido de Dios, al contrario, siempre corrían a su encuentro y era un placer para ellos dialogar con el Señor pero ahora sentían miedo. ¿Entiendes que el pecado cambia los sentimientos y los pensamientos? Dice la Biblia en Génesis 3: “Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí”. Se escondió excusándose que estaba desnudo pero siempre habían estado desnudos y no sentían vergüenza, entonces se cubrieron con hojas de higuera, no vaya a ser que Dios vea algo pero  lo ve todo.

¿Y qué hace el Señor? Atrae a las personas por medio de la predicación de la palabra. Este mensaje llega a ti porque Dios te ama y quiere hablarte y Él atrae a las personas con lazos de amor. El Señor hace cosas increíbles con tal de alcanzarte; mueve voluntades para atraerte y para colocar su palabra en tu corazón, así podrás tener luz y entender. Cuando llega la palabra de Dios a tu vida, también llega la verdad y esa verdad es conocimiento puro y perfecto. ¡La verdad es revelación de Dios! Una persona puede estar en oscuridad por causa de su pecado pero Dios opera de tal manera que con su palabra comienza a mover su voluntad y sus emociones, entonces esa persona se interesa por las cosas de Dios y no es que sea espiritual porque ninguna persona es espiritual, sólo después de haber sido tocada y transformada por el Señor, porque antes de eso es carnal. La palabra de Dios comienza a despertar algo en su espíritu y esa persona comienza a entender la verdad de Dios y se da cuenta que lo que entendía antes estaba mal y lo que pensaba estaba mal; antes le echabas la culpa a tus padres, a Dios y a las circunstancias, y la pura verdad es que tú no tenías luz para tomar decisiones y lo que hacías no era correcto. Te metiste con el hombre equivocado, con la mujer equivocada; te metiste en el negocio equivocado, comiste lo que no tenías que comer, bebiste lo que no debías beber. Te drogaste buscando satisfacción pero la droga te arruinó la vida. Cometiste pecado y quedaste embarazada y para tapar tu pecado abortaste, cometiendo el peor de los crímenes. ¡El aborto es el peor de los crímenes! Ni yo, ni Dios te acusa, pero sí el Señor te está trayendo a memoria la verdad. ¿Por qué digo que el aborto es el peor de los crímenes? Porque se combate a los criminales pero no se combate a la inocencia. Se combate a un ladrón o a un asesino pero no se lucha por el hijo de las entrañas, quitándole el derecho a vivir, algunas veces porque estorba y eso es un mal sentimiento. La mujer cree que ese hijo le va a arruinar la vida o tiene que tapar ese error a los ojos de la familia o de la sociedad. El hombre siempre trata de tapar su pecado y miente acerca de su verdadera situación.

Quienes asisten a los encuentros se encuentran en la disyuntiva de si confiesan o no sus pecados y es que hay una fuerza que les dice que no lo hagan porque su imagen se va a derrumbar, saldrá avergonzada y ya nadie la querrá o piensa que lo van a echar de la iglesia, entre otras cosas. Lo que pasa es que el diablo está desesperado porque los cristianos se guarden sus pecados y es que la única manera en que satanás puede dominar a un creyente es logrando que éste tenga bien escondidos sus pecados. La mentira es el ingrediente más importante de todo otro pecado; quien roba miente, quien adultera miente, etc. Por lo tanto el pecado tiene que quedar bien taponado o justificado con mentiras. Por ejemplo cuando dicen: “Lo hice por culpa de…” Mas Dios quiere que de una vez por todas dejes salir el pecado que hay dentro de ti. El método de Dios para perdonar es atrayéndote a través de su palabra hacia el hecho de que tengas luz acerca de tu pecado porque es ese pecado lo que te mantiene en oscuridad y lejos de una buena relación con Dios. El Espíritu lucha para que confieses tu pecado pero el demonio lucha para que te lo calles. El método de Dios es entonces hablarte y atraerte, mostrarte y convencerte acerca de tu pecado y espera que tú te arrepientas y lo confieses.

EL ESPIRITU SANTO ENGENDRA NUEVA VIDA

¡Lo más importante que puede sucederte es que la sangre de Cristo te limpie de todo pecado! Cuando una persona llega al punto de venir con su pecado delante de Dios y le pide perdón, Él que es un Dios grande en perdonar, misericordioso y piadoso lo limpia, y en ese instante, el poder espiritual del pecado suelta tu vida y ya no te puede subyugar porque pierde su poder. ¡La muerte pierde su poder porque el pecado es muerte! Jesucristo declaró que el que hace pecado es esclavo del pecado porque éste esclaviza a las personas. No es que tú tienes pecado sino que el pecado te tiene a ti.

Surgen muchos sentimientos cuando hay pecado y te pregunto: ¿Tienes sentimientos o los sentimientos te tienen a ti? Tienes amargura, angustias, tristezas y no te puedes librar de ello; tú tienes odio desde tu perspectiva, te han herido de tal manera que dices: “Es difícil perdonar. No puedo perdonar, no quiero…” El día que el Espíritu Santo llene tu vida, no podrás no perdonar. ¡La fuerza del perdón brotará de tu interior! ¡El amor emanará de ti! El día que el Espíritu Santo llega a tu vida, tus sentimientos, emociones y pensamientos cambian. Antes odiabas a tu padre porque abusó de ti pero ahora que el Espíritu Santo está en tu vida, tú dices: “Pobre papá, se va a ir al infierno. ¡Tengo que orar por él! Papá te perdono y te bendigo”. ¡Sale solo de adentro porque no es poder humano, es poder divino lo que fluye de adentro! ¡No es difícil, es fácil! No perdones con la carne porque no sirve para nada, como los cónyuges que se perdonan y después cuando surge una pela sacan a relucir todo de nuevo. Dios te dice que no te acuerdes de las cosas pasadas porque Él quiere hacer algo nuevo. 2ª Corintios 5:17 dice: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. ¿En virtud de qué una persona se vuelve espiritual? Aunque uno no se vuelve espiritual sino que es el Espíritu de Dios el que nos hace espirituales. ¿Pero en función de qué? En virtud de que, en el mismo momento en que tus pecados son perdonados y quedas limpio, Dios te declara santificado, justo y puro como si nunca hubieras cometido ninguna falta. En ese instante el Espíritu Santo engendra una nueva vida espiritual dentro de ti. ¡Es vida nueva! Jesús le dijo a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”.

Para ser espiritual, para pensar como Dios piensa y sentir de la manera que el Señor siente las personas necesitan tener vida espiritual. Tu padre y tu madre te han legado una herencia natural pecaminosa y contaminada y tú tienes la naturaleza de ellos. Nunca una mujer dio a luz un caballo; cada persona hereda el género, o la naturaleza que tiene su papá y su mamá, por lo tanto ésta es humana y terrenal. Pero el que es nacido de Dios tiene una naturaleza divina, es la naturaleza de su Espíritu viviendo en la naturaleza corrompida del hombre; naturaleza perdonada, limpiada y santificada. Comienza entonces una nueva existencia para aquel que cree. El evangelio es sencillo, no te esfuerces en cambiar, dale tu corazón al Señor y Él cambiará todo. ¿Cuánto podrás mejorar tu carne? ¿Podrás consagrarla para que se vuelva espiritual? ¡No! ¡No te esfuerces en querer cambiarla por tus propios medios! Tienes que aprender a diferenciar estas dos naturalezas, conocerlas e inclinarte por la naturaleza divina. A esto se le llama negarse a sí mismo e ir a la cruz. El alma es el centro del yo, mas Cristo te dice: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”. ¡Niega tu yo y sométete al Señor! Jesús no pide que hagas algo que Él no hizo, ya que se hizo hombre negándose a sí mismo, sometiéndose a la voluntad del Padre la cual era la cruz. Aunque el Señor se arrodilló y gimiendo oró: “Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”. En otras palabras, Jesús le dijo al Padre: “Yo te pido que no me lleves a la cruz, tú debes tener otro plan”. Pero Dios no tenía otro plan, entonces Jesús se rindió a la voluntad del Padre. El Señor se negó a sí mismo por eso Dios lo exaltó, porque fue obediente hasta la muerte y muerte de cruz.

El título que tiene el Salmo 51 es: “Arrepentimiento y plegaria pidiendo purificación”. Lo más importante es que después de haber escuchado la palabra de Dios venga sobre ti convicción de pecado, o sea, que no te resistas a la voz del Espíritu Santo. Leemos entonces en el Salmo 51: “Al músico principal. Salmo de David, cuando después que se llegó a Betsabé, vino a él Natán el profeta”.

Este Salmo, David lo escribió en un evento muy significativo de su vida. En la época en que los reyes iban a la guerra, David mandó a su general al frente del ejército y él se quedó a descansar en el palacio. Eso es ocio, o sea, un tiempo mal empleado; se quedó a ver televisión o chateando. David estaba en el terrado del palacio a la hora de la siesta y no sabía qué hacer y aunque tenía que estar en la guerra se quedó, entonces salió a pasear y de pronto vio a una mujer bañándose desnuda; la miró, la codició y le preguntó a sus siervos quién era ella, ellos le respondieron que era la esposa de Urías su siervo que estaba en la guerra, entonces David tomó a la mujer, se acostó con ella y ésta quedó embarazada. El proceso es así: “Yo lo hago pero nadie tiene que enterarse y si nadie sabe nada, todo estará bien”. Ahora había que arreglar el asunto, entonces el rey manda a llamar a Urías que estaba en el campo de batalla, lo invita a cenar y a beber hasta embriagarlo, y luego lo manda a su casa para que duerma con su mujer; pero Urías no lo hizo, porque decía: “El arca e Israel y Judá están bajo tiendas, y mi señor Joab, y los siervos de mi señor, en el campo; ¿y había yo de entrar en mi casa para comer y beber, y a dormir con mi mujer? Por vida tuya, y por vida de tu alma, que yo no haré tal cosa”. Dice la Biblia que no descendió a su casa sino que se quedó a dormir con los siervos del rey. David quería endosarle el hijo que él había engendrado con Betsabé y debía asegurarse que Urías se acostara con su mujer pero los siervos le dieron parte de que ni la tocó. Dos veces lo invitó al palacio y las dos veces se negó a ir a su casa a dormir con su esposa. Cuando David vio que no podía doblegar la fidelidad de este hombre, escribe una carta al capitán del ejército, la cual envía por mano de Urías, y le dice: “Poned a Urías al frente, en lo más recio de la batalla, y retiraos de él, para que sea herido y muera.” Llegó a oídos del rey que Urías había muerto, entonces David suspiró porque muerto el perro, se acabó la rabia. “Oyendo la mujer de Urías que su marido Urías era muerto, hizo duelo por su marido. Y pasado el luto, envió David y la trajo a su casa; y fue ella su mujer, y le dio a luz un hijo. Más esto que David había hecho, fue desagradable ante los ojos de Jehová” (2ª Samuel 11: 26 y 27).

CONCLUSIÓN

Cuando uno peca, trata de que nadie se entere y que no se conozca su pecado, entonces miente y engaña empeorando la cosa. Pero el pecado no se diluye con el tiempo; el pecado se diluye sólo con la sangre preciosa de Cristo. Alguno declarará que lo que hizo lo hizo cuando fue joven, quiero decirte que ese pecado que cometiste cuando fuiste joven echó raíces y es un cáncer diseminado dentro tuyo que contamina tu cuerpo, tu mente y las emociones, y lo único que puede limpiarlo es la sangre de Cristo.

Leemos en 2ª Samuel 12: 1 al 5: “Jehová envió a Natán a David; y viniendo a él, le dijo: Había dos hombres en una ciudad, el uno rico, y el otro pobre. El rico tenía numerosas ovejas y vacas; pero el pobre no tenía más que una sola corderita, que él había comprado y criado, y que había crecido con él y con sus hijos juntamente, comiendo de su bocado y bebiendo de su vaso, y durmiendo en su seno; y la tenía como a una hija. Y vino uno de camino al hombre rico; y éste no quiso tomar de sus ovejas y de sus vacas, para guisar para el caminante que había venido a él, sino que tomó la oveja de aquel hombre pobre, y la preparó para aquel que había venido a él. Entonces se encendió el furor de David en gran manera contra aquel hombre, y dijo a Natán: Vive Jehová, que el que tal hizo es digno de muerte…Entonces dijo Natán a David: Tú eres aquel hombre”.

David sabía lo que era la presencia del Espíritu Santo en su vida porque cuando fue ungido como rey, desde ese día, el Espíritu de Jehová vino sobre él; así dice la palabra de Dios. También señala que el Espíritu de Jehová, ese mismo día se retiró de Saúl. Algo estaba andando mal en la vida de David, él estaba tapando su pecado pero en el fondo, sus huesos estaban abatidos y sabía que había hecho mal. David creía que nada se sabía, pero delante de los ojos de Dios nada está oculto. En ese momento en que fue confrontado, David entró en el proceso del arrepentimiento. El arrepentimiento es una convicción profunda que te lleva a entender que cada pecado es un atentado contra Dios; no es sólo contra una persona, por sobre todo es contra Dios porque lo ofendemos y necesitamos su perdón.  Ahí fue cuando David escribió el Salmo 51: “Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos; Para que seas reconocido justo en tu palabra, y tenido por puro en tu juicio. He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre. He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo…” ¡Tú no quieres la mentira y el engaño, Señor! ¡Tú no quieres que tape mi pecado! Me has revelado la verdad y yo tengo que venir a ti a confesarte mi pecado y pedirte perdón. Algo estaba mal y yo no lo vi ni entendía, Padre. Supuse que no veías nada y escondí el asunto creyendo que estaba todo bien pero tú amas la verdad y no la mentira, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría. En lo secreto, en el corazón, el lugar donde el alma se tiene que humillar y el espíritu tiene que prevalecer; pero el alma no quiere que se sepa, no quiere pasar vergüenza ni quedar en ridículo. Mas Dios te habla hoy para que te humilles. El alma quiere mejorar pero Dios no quiere eso sino que se humille y se someta a la voluntad del Espíritu Santo. Nadie puede librarse de sus pecados pero Jesús limpia nuestros pecados y nos libra de toda maldad.

David oró: “Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve”. El proceso es: cometo pecado, trato de taparlo porque tengo miedo a que se sepa, pero viene el Espíritu Santo y me convence de pecado, entonces me arrepiento y confieso, pido perdón y soy limpiado. Si Dios me limpia, seré más blanco que la nieve.

Continúa diciendo el Salmo 51: “Hazme oír gozo y alegría, y se recrearán los huesos que has abatido. Esconde tu rostro de mis pecados, y borra todas mis maldades. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu”. David sabía que con el Espíritu Santo era victorioso, sabía que su mirada era limpia, que sus razonamientos, sus sentimientos y emociones eran correctos por eso le pidió a Dios: “Señor, no quites de mi tu Santo Espíritu”. Perdoname Padre, hazme blanco como la nieve; alégrame y sana mis huesos. No me eches de delante de ti ni quites de mí, tu Santo Espíritu. Es que el hombre sin el Espíritu de Dios es polvo del infierno, no tiene eternidad, no conoce la verdad y no puede agradar a Dios. ¡No hay manera en que puedas agradar a Dios sino es por el Espíritu Santo! Lo que alegra el corazón de Dios es lo que haces bajo la dirección del Espíritu Santo, no por lo que piensas o sientes. El Señor quiere cambiar tu vida; Él necesita personas llenas de su Espíritu porque tiene proyectos eternos para el mundo. Dios está extendiendo su reino sobre la tierra y no les ha dado a los ángeles esa tarea sino a los hombres y mujeres que se ponen en sus manos.

Tus pecados detienen la obra de Dios en tu vida y en el planeta. ¡Estás frenando la obra de Dios! ¡No pelees más contra Él ni le resistas! Ven a Dios para que tus pecados sean perdonados y limpiados, permite que su Espíritu alumbre tu existencia.

“Trae arrepentimiento genuino sobre las vidas, Señor. Obra con poder en cada corazón y llena con tu Espíritu Santo las vidas, te lo pido en el nombre de Jesús, amén”.

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