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EL AMOR y SU PODER

INTRODUCCION

Quiero hablarte del amor eterno. A veces, los cristianos no disfrutamos la vida cristiana porque no hemos conocido en plenitud el amor de Dios, y no conocer el amor de Dios nos provoca ciertos temores, ansiedades y soledades; no conocer el amor de Dios nos provoca cierta impotencia. No conocer el amor de Dios abre puertas para que algunos espíritus resentidos habiten en nosotros, lo que hace que no podamos olvidar que nos miraron mal, que nos trataron mal y nos hirieron; también hace que no podamos superar la ausencia de esa mamá o de ese papá que nunca nos amó. ¡El amor sana las heridas! El deseo de Dios que yo te manifiesto hoy es que tú seas lleno de su amor. Que el amor de Dios te inunde para que seas sanado, para que seas sanada.

Es importante que conozcamos el amor y lo disfrutemos. El amor le da dirección a nuestros pensamientos; le da dirección cierta a nuestras decisiones y a todo lo que hacemos. Cuando no hay amor, entonces hay incertidumbre, pero el amor nos guía a hacer lo que debemos hacer. Digamos que el amor nos direcciona. Cuando yo era soltero, servía en la iglesia y siempre me preguntaba con cuál mujer de la iglesia me casaría, y había muchas para elegir. Estaba desorientado, así que, miraba una y pensaba si sería esa, miraba otra y lo mismo. ¿Cuándo sé yo que amo? Yo no conocía el amor, y les preguntaba a algunos qué se siente cuando uno ama. Yo quería saber para no equivocarme, pero no encontré ni uno que me dijera bien qué se siente cuando uno ama de verdad. Aunque aprendí algo muy interesante. Si te caes a una piscina te mojas, y yo te pregunto, ¿te mojaste? “Acaso no ves que me mojé” me dirás. Del mismo modo, cuando tú estás lleno de amor, sabes que estás mojado de amor; cuando estás lleno de amor se te acaban las dudas porque tienes certeza. No como esos que van probando con una y con otra, tanteando, para saber con cuál de todas se quedará.

En la iglesia yo tenía para elegir, pero un día cruzamos la mirada con Marta; al principio no me había dado cuenta, pero comencé a fijarme cada vez más en ella. Marta vivía al lado de mi casa, como la canción de Palito Ortega que dice: “Al lado, justo al lado, vive, la que me tiene enamorado, ilusionado, trastornado, yo la tengo de vecina y está viviendo justo al lado”. Yo tenía tantas ganas de verla, y como éramos vecinos comencé a espiarla cuando salía a clase de piano, cuando se iba al liceo; de pronto me di cuenta que cada día me daban más ganas de verla y dije: “¿Qué me está pasando?” Y como he contado en varias oportunidades, me sucedió que cuando estaba tomando la sopa, de repente veía su rostro en la sopa. Otras veces estaba estudiando y entre las ecuaciones y las letras aparecía el rostro de Marta. Un día me digo: “Jorge, ¿no te has dado cuenta? ¡Estás enamorado!” ¡Había descubierto qué es lo que se siente cuando uno ama!

Cuando yo aún no sabía que ella era la mujer de Dios para mí, siempre pensaba en el día que me le declarara a una mujer, qué le diría. Cuando me enamoré de Marta sentía la necesidad de decirle que la amaba sin tantos rodeos porque ya se me salía por los poros. El día que me enamoré de Marta me di cuenta que ella era la mujer para mí y ya no tenía que buscar más. El amor direccionó mi vida hacia una sola mujer, porque el amor te lleva en la dirección correcta. Y así como sucede con el tema del amor entre un hombre y una mujer, sucede en muchos ámbitos de la vida. ¿Tienes que darle de comer a todos los mendigos que ves, que están padeciendo hambre? ¡No! El amor te va a direccionar a quienes tú les tienes que brindar ayuda. Y si no hay amor no le darás de comer a ningún mendigo y no serás movido a misericordia; más bien comentarás o darás tu opinión acerca del asunto, pero no será amor porque para que salga amor debes estar lleno de él.

DIOS ES AMOR

La Biblia dice que Dios es amor, por lo tanto, si estás lleno de Dios, entonces estás lleno de amor. Una evidencia de la presencia de Dios en tu vida es el amor que tienes. Una joven se apartó por ocho años de la iglesia porque se había enojado con una persona. Cuando no hay amor aparecen malestares, enojos, resentimientos. Le pregunté cómo le había ido y me respondió que hizo de todo y que había vivido perdidamente. Se había enojado por la injusticia de alguien y como no había amor en su corazón se enfrió y se fue de la iglesia. Y esto le sucede a mucha gente. No dejes pasar este día sin pedirle a Dios que te bautice con un bautismo de amor; pídele que te inunde y que todos los que se fijen en ti vean que estás empapado de amor. El amor no dejará que prevalezca el resentimiento dentro tuyo porque la misericordia emanará de adentro hacia afuera como un manantial. Verás a las personas y no las juzgarás por lo que dicen o hacen, sino que las amarás como Dios ama.

Una madre juzga a su hijo movida por el amor que tiene adentro y con ese amor lo corrige por lo que ha hecho. Una madre es capaz de ir a visitar a su hijo que ha cometido crimen a la cárcel y tratarlo como su hijito querido. Entonces intercede ante el juez por su hijo y pide ayuda porque lo ama, y aunque tiene más hijos, sin embargo, se le estremece las entrañas por ese que cayó. El amor logra cosas tremendas.

Leemos en Efesios 3: 14 en adelante: “Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu”. Para poder amar hay que ser fuerte y quien no sea fuerte no puede amar. Y sigue diciendo Efesios: “…para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor…”

Pablo oraba para que sean fortalecidos en su ser interior de manera que Cristo viva en ellos para que sean arraigados y cimentados en el amor. Aquí se relaciona la presencia de Cristo y el amor en la vida del creyente. El apóstol Pablo oraba entonces: “para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios”.

¿Qué significa la palabra plenitud? Significa la totalidad de Dios en nosotros. El apóstol Pablo no habla de cosas ideales, sino que se refiere a cosas ciertísimas; por lo que, si Cristo habita con poder en nuestros corazones, entonces estamos arraigados en el amor, y cimentados en ese amor de Dios que es muy ancho, muy alto y muy profundo. Nosotros conocemos ese amor y ese amor hace que habite en nosotros la plenitud de Dios. ¿Dónde habita Dios? ¿Dónde habita la plenitud de Dios? Donde Cristo reina. Y si el Señor reina, reina su amor en nosotros. No es cuestión de preguntar cuál es la voluntad de Dios. Si tú estás lleno de Dios, su amor te va a guiar a hacer su voluntad. La voluntad de Dios la vas a conocer cuando conozcas el amor de Dios, ese amor que el Señor quiere derramar hoy sobre ti. Dios no quiere enseñarte el amor, Él quiere empaparte con su amor, y así nunca más dirás que no sabes lo que es amar.

Por muchos años me angustié por personas que me miraban con mala cara. Yo terminaba cansado todos los días de predicar y ministrar a las personas, ayudando al que podía, y muchos me juzgaban y me decían que me faltaba amor, entonces yo me perseguía y oraba: “Señor, ¿qué me falta? ¿Por qué me juzgan? ¿Qué estoy haciendo mal?” Y llegó un punto en que me di cuenta que me querían hacer creer que yo no tenía amor, pero sí tengo amor. Mi esposa tiene amor y sé que me ama porque me ha soportado muchos años. Aunque todos los años es lo mismo, llevo veintinueve años siendo acusado de toda clase de males, pero no me van a convencer de que yo no tengo amor. ¡Yo estoy lleno del amor de Dios! ¡Tengo pasión por predicar de Dios! Sé que el amor de Dios transforma las vidas.

Dos adolescentes de diecisiete años han hablado conmigo y las dos me dijeron que me ven como un papá. Yo les pregunté cómo les había ido con su papá y no me contaron nada bueno; y a mí, ellas me veían como un papá. Una de las jovencitas me dijo que se acercó a mí porque sentía confianza y que nunca había podido confiar en su padre como para contarle sus vivencias. Entonces me contó que viendo una película con un chico se agarraron a los besos y aunque no llegó a más se sentía muy mal porque le falló a Dios y me pidió que la ayudara. La otra también me dijo que se había alejado de Dios y de la iglesia, esa que se había enojado con alguien y se apartó. Entonces me dijo: “Yo quiero que usted me ayude. Quiero que sea mi papá”. Y yo la abracé. Hay abrazos que son sanadores. Cuando hay amor, un abrazo bien intencionado destruye las fortalezas más impenetrables, y digo bien intencionado porque hay abrazos que no son convenientes. Nunca olvido una mujer que se me acercó desesperada porque había descubierto que su esposo adulteraba con varias mujeres. Y me dijo: “¡Veinte años he estado acostándome con un demonio! Él me engañaba y yo lavándole la ropa y haciéndole de comer todos los días. ¡Es un desgraciado!” Yo le pregunté si nunca se había dado cuenta que algo andaba mal en su matrimonio, porque el amor te da entendimiento.

EL AMOR TE DIRECCIONA

Al comienzo te dije que hablaría del amor eterno. Jeremías es catalogado como el profeta llorón, y él escribió el libro de las lamentaciones de Jeremías. Todo el libro es un lamento; tanto el libro de Jeremías como el de Lamentaciones. A él le tocó vivir cuando Dios juzgó a Israel y esta nación fue llevada cautiva; y Jeremías fue uno de los esclavos. A él le había tocado hablarle al pueblo de parte de Dios, pero el pueblo no lo escuchaba; pensaba Jeremías, que cada vez que hablaba, se armaba lio, entonces dijo: “Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí. Porque cuantas veces hablo, doy voces, grito: Violencia y destrucción; porque la palabra de Jehová me ha sido para afrenta y escarnio cada día. Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude…Maldito el día en que nací; el día en que mi madre me dio a luz no sea bendito. Maldito el hombre que dio nuevas a mi padre, diciendo: Hijo varón te ha nacido, haciéndole alegrarse así mucho…porque no me mató en el vientre, y mi madre me hubiera sido mi sepulcro, y su vientre embarazado para siempre. ¿Para qué salí del vientre? ¿Para ver trabajo y dolor, y que mis días se gastasen en afrenta?” (Jeremías 20).

Jeremías llegó a detestar el haber nacido. En medio de la prueba quiso levantarse contra Dios, pero no pudo porque el amor de Dios lo venció. Ese amor hoy quiere cambiar tu dirección y quiere bendecirte. A Jeremías le tocó decirle al pueblo que por setenta años iban a ser esclavos y así fue. Y su tierra, Samaria, fue desolada. Setenta años de desolación, de dolor, de destrucción. Pero Dios toma a Jeremías y le hace escribir y pregonar: “En aquel tiempo, dice Jehová, yo seré por Dios a todas las familias de Israel, y ellas me serán a mí por pueblo. Así ha dicho Jehová: El pueblo que escapó de la espada halló gracia en el desierto, cuando Israel iba en busca de reposo”. (Jeremías 31: 1 y 2)

Sientes soledad, impotencia, amargura y tristeza, mas Dios hoy te dice: No te hagas problema, yo le hablo a la gente en el desierto. Hoy termina el desierto para ti. Hoy se acaba el dolor, hoy se acaba el resentimiento y la frustración. Hoy nace la esperanza”.

Entonces dijo Jeremías: “Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia” (Jeremías 31:3). Dios te dice: “Tú que te haces el bueno, quiero decirte que te amo tanto, que te estoy prolongando mi misericordia. Porque te he amado con amor eterno. Mi amor no depende de tus malas decisiones; no depende de tus malos caminos, ni de tul mal genio, ni de tus pecados. Mi amor por ti es eterno, no importa lo que hagas. ¡Te amaré siempre!”

Me duele cuando los cristianos dicen que sienten que Dios no los ama, que no se acuerda de ellos y no responde a sus oraciones. Yo te digo que Dios nunca se olvidó de ti. Recuerdo cuando Danilo Montero contaba que se quiso alejar de Dios y en un momento cuando se encontraba en un boliche sintió la presencia de Dios y le dijo: “Déjame pecar tranquilo, Ya no me persigas”. Dios está ahí, cuando estás cometiendo pecado, se duele, pero te ama con amor eterno.

Así dice Jeremías: “Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia. Aún te edificaré, y serás edificada, oh virgen de Israel; todavía serás adornada con tus panderos, y saldrás en alegres danzas”. Le llama virgen a una nación prostituida, idólatra, que se había postrado delante de otros dioses. Aprovecho para aclarar que hay chicas y chicos que han prometido guardarse para el día en que Dios les dé su esposo y esposa, pero no han cumplido su promesa a Dios y el diablo te condena más aún. También oramos por mujeres que se han prostituido y le hemos pedido a Dios que las limpie y purifique de tal modo como si nunca hubieran tenido contacto sexual. Oro para que Dios limpie a las mujeres y hombres que han ensuciado sus vidas con el pecado sexual, y sean bendecidos en esta hora y libres en el nombre de Jesús. Tal vez tu padre o tu padrastro te ha abusado, mas hoy Dios puede limpiarte y restaurarte de modo que ya no te sientas inmundo o inmunda. ¡Su amor por ti es eterno!

Entonces Dios le dijo a su pueblo: “Aún te edificaré, y serás edificada, oh virgen de Israel; todavía serás adornada con tus panderos, y saldrás en alegres danzas”. Tú que creías que tu dolor sería eterno y nunca más ibas a poder alegrarte. ¡Tu Dios es eterno y su amor por ti es eterno! Tú creías que tu herida nunca más se iba a sanar, pero yo te digo que el amor eterno de Dios es el remedio más poderoso que hay para esas heridas que parecen eternas. Ningún dolor, ninguna herida es eterna; pero el amor de Dios sí lo es. Dijo el Señor: “Entonces la virgen se alegrará en la danza, los jóvenes y los viejos juntamente; y cambiaré su lloro en gozo, y los consolaré, y los alegraré de su dolor” (Jeremías 31:13). Yo he tenido heridas de esas que pareciera que nunca iban a dejar de doler. Un día le dije a Dios: “Señor, aunque tú cambiares todas las cosas, este dolor que siento no se me va a ir nunca. No lo vas a poder sanar”. Pero la Biblia dice que Dios hace la herida y Dios la cura. Ese dolor que creía me iba a marcar para toda la vida, se fue. ¡Dios me sanó! Porque el amor de Dios sana las heridas. No tuviste papá, pero Dios se revela como tu papá. Tu mamá te despreció, sin embargo, Dios te dice: “En mis manos te tengo esculpida”. “¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti” (Isaías 49: 15).

¡Dios nunca se va a olvidar de ti! ¡Nunca va a desechar lo que ha creado! “Así ha dicho Jehová: Reprime del llanto tu voz, y de las lágrimas tus ojos; porque salario hay para tu trabajo, dice Jehová, y volverán de la tierra del enemigo” (Jeremías 31:16). Volverás de la tierra de la amargura, de la soledad, de la impotencia y del dolor. ¡Dios te va a librar hoy de tu cautividad porque con amor eterno te ha amado! ¡No llorarás más lo que has vivido! El Espíritu de Dios es un Espíritu consolador. A veces nos resistimos a ser consolados, queremos retener el dolor; sin embargo, cuando llega la presencia de Dios ese dolor se va. Tú tienes que romper con las ataduras del dolor y de los recuerdos de lo que te han hecho o te han dicho y que te atan. Tienes que dejar que Dios toque tu vida hoy.

Dice el Señor en Jeremías 31: 25: “Porque satisfaré al alma cansada, y saciaré a toda alma entristecida”. El cansancio del alma es el fruto del fracaso. Hay personas que ya no quieren fracasar más, son como esos que se quemaron con leche y cada vez que ven una vaca lloran. El alma se frustra y se cansa, mas Dios quiere renovarte el corazón, quiere renovar en ti la esperanza. El desierto quiere debilitar las fuerzas, el corazón y la fe. El desierto es lo que has vivido; por ejemplo, tu cónyuge que te rechazó y te abandonó o que te ha dicho palabras hirientes. El resultado es amargura, confusión, falta de dirección. Dios quiere cambiar esa situación y te dice: “Yo soy tu Padre, el que sana tus heridas, el que satisface tu alma cansada y alimenta con pan del cielo tu corazón entristecido. No pienses más en tu fracaso. Yo no soy un Dios que fracasa. Yo soy tu Dios, el Dios de la victoria”.

CONCLUSIÓN

Viene a mi memoria una mujer que tiene cinco hijos; tres de un hombre y dos de otro. El hombre último con el que estuvo abusó de los tres hijos que no eran de él y de un hijo propio. ¡Cuatro hijos abusados! El hijo mayor, de quince años, cuando tenía seis años le contó a su madre que el hombre abusaba de él, pero ella no lo tomó en cuenta. La mujer había vivido una vida tan dura que tenía miedo quedar desprotegida y no quiso ver lo que el hijo le decía, y no le creyó. Por no perder el techo y la comida para sus hijos. Su hijo vivió repetidas veces ese calvario hasta los quince años sin que nadie le creyera. Imagínate el dolor de ese hijo. Un psicólogo dijo que él usaba esa historia para separar a la madre de su esposo porque no quería al padrastro, entonces inventó una historia. Pero cuando se descubrió que ese hombre violó a su hermanita de siete años y a otro de sus hermanos, le creyeron. ¡Qué dolor! Esa madre, de pronto se dio cuenta que ha sido muy mala con sus hijos y no los cuidó como debía, prefiriendo al hombre que le daba sustento, y tapándose los ojos para no ver la realidad.

Cuando prediqué este mensaje del amor de Cristo, ellos estaban presentes. Les hablé uno por uno a esos niños del amor de Dios; el más grande lloraba desconsolado. Le pregunté si podía perdonar a su mamá. El joven sacó de adentro todo su dolor, entonces, después de orar me dijo: “Dios me ha dado la mejor madre del mundo”. ¡El amor de Dios y su misericordia se apoderaron del corazón de ese chico! De pronto la mujer comenzó a llorar con gritos desgarradores al descubrir lo que ella había permitido que sucediera en su propia casa. Oramos, y luego ella les pidió a sus hijos que la perdonaran. Los niños ponían sus manos sobre su mamá y la abrazaban. Cuando terminamos de orar, la mujer me dijo: “¡Tengo una paz que no se puede explicar!”

No te estoy dando teorías. ¡El poder del amor de Dios es maravilloso! Dicho sea de paso, hicimos la denuncia del caso que es lo que corresponde. Cuando un hecho de estos no se denuncia, el violador tiene libertad para seguir violando a otros. No se trata de no amar, se trata de amar y hacer justicia. No hay amor sin justicia. La justicia más grande es el amor. No creas que, porque es el abuelo, el papá o el tío no hay que denunciarlo. Son demonios inmundos que se apoderan de la mente y el corazón de esas personas y tienen que ser frenados por la ley, sin olvidar el amor y la misericordia. Lo cierto es que al final fue una fiesta, cinco niños llorando de gratitud y alegría, y una madre aliviada porque sus hijos la habían perdonado, porque Dios la había perdonado. ¡El amor de Dios es real! Dios hoy puede llenarte de su amor y de su presencia.

Si estás necesitando que el amor de Dios llene tu vida para poder olvidar, perdonar y enfrentar la vida y para tener fuerzas para hacer lo bueno y lo que corresponde, este es el momento de regresar a Él. Tú que necesitas la guía de Dios para saber cuál es su voluntad, y ahora sabes que es el amor de Dios que te guía correctamente, entrégale a Dios tu carga, tu historia, tus frustraciones y déjate llenar con su amor. Su amor sana tus heridas y restaura tu vida. Aunque nadie te haya amado, Él te ama con amor eterno.

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EL AMOR y SU PODER

Quiero hablarte de un problema que enfrentamos como sociedad en la actualidad; están pululando una cantidad de derechos y libertades que se les otorgan a las personas y hasta pareciera que se declaran tal vez para quedar bien con la gente o para conseguir más votos en tiempos de elecciones. Sucede así con el derecho que se les da a las personas para plantar marihuana o el derecho de drogarse. Los diputados y senadores discuten y algunos señalan que no se les puede quitar el derecho a usar su cuerpo como quieran; entonces, hay toda una generación de adolescentes y de jóvenes que pretenden votar a estos diputados. Estarán buscando votos, pero no hay justicia, ¡están haciendo planteamientos ridículos!

Hay un proyecto de ley que quieren aprobar el cual señala que cada persona puede tener ocho plantitas de marihuana en la casa; por ejemplo, yo no fumo, pero le voy a permitir al vecino a cultivar ocho plantitas en mi casa. Como el estado está tan bien organizado, seguro que inmediatamente van a hacer algo para controlar que cada persona tenga solamente ocho y no nueve en su casa. ¡El lío que se le va a armar al que tenga nueve! ¡El estado le va a caer encima por tener una de más! ¿Crees eso? ¡No!

Pero hay una onda de libertades cada vez mayores y esto no ha comenzado ahora sino antes dela RevoluciónFrancesa.Hubo un hombre llamado Adam Weishaupt que hablaba del derecho de los hombres a no estar oprimidos con los principios divinos o religiosos; él proclamó que cada hombre es rey de sí mismo, en otras palabras, cada hombre se manda a sí mismo y hace lo que se le da la gana. Y desde aquel entonces hasta hoy, esta idea se viene incrementando y junto con ello, la propagación de diferentes tipos de libertades. Amamos la libertad pero no entendemos bien qué es libertad. (más…)

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EL AMOR y SU PODER

INTRODUCCIÓN

Recientemente fui a Córdoba (Argentina) en oportunidad del casamiento de un sobrino que vivió varios meses en nuestro hogar; pudimos conocer a la novia y nos deleitamos con mi esposa en ello. Los veíamos en los quehaceres de la fiesta, tomados de la mano, amándose, tan unidos, tan compañeros, vimos un amor tan maravilloso en esa pareja, que Dios me inspiró para hablar del amor. El amor es una gran necesidad que tiene todo ser humano. Las naciones se preocupan por reglamentar lo que es justo, hacen leyes para que éste haga aquello y lo otro, y para controlar determinada cosa… ¡Cada ley implica tomos de letras, de gente que habla y habla! Una vez que la Cámara de Diputados vota, la ley pasa a la Cámara de Senadores, quienes vuelven a hablar y hablar, si éstos no están de acuerdo con alguna frase, la ley vuelve a los Diputados. ¿Con qué propósito se promulgan las leyes? ¡Para que tengamos un país mejor! Todo el año el Parlamento las anuncia, no obstante, cuando no hay amor; no hay ley ni reglamento que alcance para solucionar la vida de una persona o un país.

             EL AMOR AL PRÓJIMO

Pensemos en dos personas que se casaron y no se llevan bien, de modo que para mejorar la convivencia, deciden hacer un reglamento. La esposa indica en el mismo: “No dejar la ropa tirada en el piso, no roncar a la noche”, y el marido también acota sus exigencias: “Me tienes cansado de comer la comida sin sal…” Se escriben un cuaderno cada uno y aseguran que si ambos cumplen, todo irá mejor en su matrimonio. ¡Cuando no hay amor se ponen reglas!

Pero el apóstol Pablo dice en Romanos 13:8: “…el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. Cuando hay amor, la mujer le dice al marido: “Me dejaste de nuevo los zapatos tirados, pero está bien, no importa, ¡te amo tanto que no me importa!” Cuando hay amor las cosas marchan de otra manera. El amor en la vida, es como el aceite en el auto; si el motor tiene aceite, éste puede andar kilómetros sin ningún problema, pero si no tiene, ¡no puede andar ni cinco minutos!

Leamos 1º Juan 4:7: 7Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. 8El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor”. Tenemos pues, dos problemas: Primero, cuánto amamos a Dios y segundo, cuánto amamos al prójimo. El capítulo 2 de la misma carta del apóstol Juan, desde el versículo 9 al 11 dice: 9El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas. 10El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo. 11Pero el que aborrece a su hermano está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos”.

      El amor es el que hace que una persona pueda ver bien las cosas o no. La Biblia dice que quien no ama, está en tinieblas y no sabe a dónde va. El tener entendimiento o luz, o el saber qué decisión tomar o a dónde ir, no tiene que ver con haber leído mucho la Biblia o haber ido muchos años a la iglesia, ¡tiene que ver con si posees amor o no! Hay una relación íntima entre el amor y la luz. ¿A quién Dios le revela conocimiento? Dice el Apóstol Pablo en 1ª Corintios 2:9: “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman”.  El que le ama, ve, en tanto que quien no le ama, no ve. Hay una relación tan íntima entre estos dos mandamientos, que el apóstol Juan afirma que quien dice que está en comunión con Dios pero está enemistado con su hermano, miente y no conoce a Dios. ¡Cuidado! Mucha gente pide consejos: “¿Qué hago? ¿Me caso con ella o no? ¿Me voy a Estados Unidos o no?” Cuando uno vive en incertidumbre es porque no tiene luz y cuando no tiene luz es porque no tiene amor. Muchos me han dicho: “Pastor, ¡hice 21 días de ayuno y Dios no me dijo nada…! Le pedí revelación a Dios y no me contestó”. Pero, ¿qué dice Dios acerca del ayuno? Leamos Isaías 58:5-11: 5¿Es tal el ayuno que yo escogí, que de día aflija el hombre su alma, que incline su cabeza como junco, y haga cama de cilicio y de ceniza? ¿Llamaréis esto ayuno, y día agradable a Jehová? 6¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? 7¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano? 8Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia. 9Entonces invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí. Si quitares de en medio de ti el yugo, el dedo amenazador, y el hablar vanidad; 10y si dieres tu pan al hambriento, y saciares al alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el mediodía. 11Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan”.

¡Aquí Dios está hablando de amor al prójimo…! Tienes que perdonar a tu esposa, a tu suegra, a tu hijo. Ya no te estoy hablando de tu prójimo sino de tu hermano. Qué triste que Dios tenga que llegar a hablarnos así del amor a nuestro hermano. ¿A dónde apunta la Biblia? Nuestras relaciones con nuestros hermanos en Cristo son las que andan mal y las que nos ponen ciegos. La luz de Dios tiene que ver con la actitud que tenemos con el hermano, con el hambriento, con el sediento.

Esto nos lleva a preguntarnos qué es el amor. Necesitamos definirlo; hay varias formas de amar, por ejemplo, encerrarse en un cuarto y orar: “Señor, bendice a todos mis hermanos”. Quienes actúan así, tergiversan el mandamiento de Dios de ocuparnos de nuestro prójimo, ¡y lo mandan a Él! Es Dios quien te pide que le des pan al hambriento, pero nosotros nos ponemos religiosos y al bendecir la comida decimos: “Gracias por esta comida, de tu mano la hemos recibido, bendícela y acuérdate de los que no tienen. Envíales Dios mío”. ¡Y te comes la comida! Resulta que él te mandó darle pan a los hambrientos y tú en una oración, lo mandas a él.

            ¿QUÉ ES EL AMOR? 

Tenemos que “hilar fino” para entender qué es el amor porque generalmente se confunde con un sentimiento. No obstante, el amor no es algo que hay que sentirlo, es algo que debo hacer, ¡es un mandamiento, no un sentimiento! Algunos se confunden y dicen: “Pastor, no lo siento, antes lo sentía pero ahora no. Si Dios quiere que ame a mi esposa, que me lo haga sentir”. ¡Y otra vez la culpa la tiene Dios porque no nos envía el sentimiento correcto! Imagínate que vemos gente hambrienta en la calle y le decimos a Dios: “Toca Dios, mueve tu mano de amor y de poder”; bajo una falsa caridad, estamos desobedeciendo a Dios. Lo primero que tenemos que saber hoy, es que el amor tiene que ver con obras. ¡No hay amor si no hay hechos! El amor no es un sentimiento sino un mandamiento que tiene que ver con cosas que tengo que hacer. Asimismo hay otros que afirman: “Estoy bien con Dios; no estoy peleado con nadie, en la iglesia saludo a todos mis hermanos”. “¡Hola hermano! ¿Cómo estás?” Está muerto de hambre pero seguro te responderá: “¡Estoy bien!” En cinco minutos, al terminar la reunión, saludamos a uno que tenia un problema matrimonial, a otro que estaba sin trabajo y a un tercero que estaba enfermo y angustiado, pero, ¡nos llevamos bien con todos! No obstante, ellos siguen con sus mismos problemas… Imagínense a Dios, tomándose el pecho y diciendo: “¡Cuánto amamos a esta gente que está allí en la tierra! Por favor, Gabriel, ve a decirles que los amamos tremendamente…” entonces leeríamos en Juan 3:16: “De tal manera amó Dios al mundo, que mandó al ángel Gabriel, a decirnos cuánto nos ama” ¡El no hizo eso! ¡Nos amó con hechos! Dios dice: “Si me amas tanto, ¿por qué no le das a tu prójimo lo que necesita?” Dice la Biblia que Dios dividirá las ovejas de las cabras y pondrá a las ovejas a la derecha y las cabras a la izquierda. ¿Y cuál será la característica de las ovejas? 35Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; 36estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí” (Mateo 25:35-36) ¿En qué Dios ve que le amamos? ¡En lo que hacemos! Si alguien ayuda a alguna de mis hijas, yo, que soy el padre, quedaré eternamente agradecido. ¡Necesitamos amarnos más! ¿Por qué? Porque necesitamos luz; quien no ama, está en tinieblas, ellas le han cegado los ojos y no ve ni entiende. Quien no ama puede hacer terribles discursos y oraciones pero está ciego y no puede ayudar a otros ni ayudarse a sí mismo. Es cierto que todos deseamos que Dios nos hable más directo, por ejemplo, que te diga: “Hijo mío, cásate con Juana”. Ya no tendrías más dudas, ¡te casarías con Juana inmediatamente! Pero para tener comunión con Dios, necesitamos amarlo; la comunión produce intimidad, es decir, el amor produce intimidad. Cuando uno ama a Dios, está intimando con Él. Conocimiento es intimidad con Dios, es poder decir: “Sé lo que él quiere, estuve hablando con él y me mostró lo que anhela de mi vida”.

¿Por qué la Trinidad? ¿Por qué se dice que Dios es uno solo y que son tres a la misma vez? ¡Son tres pero son uno! ¡No hay explicación! El amor produce unidad; Jesús confesaba que el Padre lo amaba aunque aquí en la tierra lo escupían y lo apedreaban. Él no le achacaba al Padre los problemas que le sucedían, como muchos hacen: “Si Dios existe, ¿por qué me pasa esto o aquello?” Jesús sabía que el Padre le amaba; eran los hombres los que no le amaban. El amor trae unidad, hace que dos sean uno. “…dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:24). Los bisabuelos de la novia que casé, eran de Yugoslavia y los bisabuelos del novio eran de España, tradiciones tan dispares unas de otras, se juntaron. ¿Qué es lo que hace que dos personas, que se han criado de manera tan distinta, puedan congeniar, llevarse bien y sean uno? ¡El amor! Cuando hay amor no hay problemas, con amor “se aguanta a pan y cebolla”. Se produce una unidad tal, que ya no son dos familias, dos culturas sino una sola persona, con una misma mente, un mismo corazón, un mismo sentimiento. Venimos al matrimonio no para mantener nuestra individualidad, no para recibir, sino para dar y ser una sola cosa. También es el amor el que transforma cientos de personas de distintas culturas, en un solo cuerpo, que es la iglesia de Cristo. El que ama a Dios es uno con Dios y Dios es uno con él. Cuando entramos en el cuerpo de Cristo, ya no tenemos identidad sino que formamos parte de otra identidad, la de Cristo, somos uno con El, somos sangre de su sangre, carne de su carne y hueso de sus huesos. Supongamos que estoy comiendo una zanahoria y mientras la estoy masticando, ella me dice: “¡Soy una zanahoria! ¡Nunca dejaré de ser una zanahoria!” Y dentro del estómago comienzan a funcionar los jugos gástricos… y la zanahoria sigue diciendo: “¡No voy a perder mi identidad…!” Pero no obstante, deja de ser zanahoria para ser parte de Jorge Márquez. ¡Me la comí y perdió toda la identidad! Vino a formar parte de mi ser, de mi cuerpo, la zanahoria es una conmigo y yo uno con la zanahoria. Cuando vienes a Cristo y le amas, pierdes la identidad, ya no eres tú, formas parte del cuerpo de Cristo y ya no somos varios separados sino uno sólo que es el cuerpo de Cristo. El amor produce unidad. ¡Cuánto necesitamos de esto! ¡Quiero aprender a amar! El amor hace que la ovejita le dé de comer a quien le hace falta la comida y vista al enfermo, en tanto que la cabra dice: “¡Falté tres domingos a la iglesia y no me vinieron a visitar!” El amor de Dios es tal que hace que Cristo muera en la cruz del calvario por ti aunque tú no le recibas.

       CONCLUSIÓN

Amor no es llevarse bien con todos, amor es servir a todos, amor es darle a quien necesita, es hacerme uno con él. Amar al prójimo como a mí mismo, es preocuparme tanto de él como de mí. El que ama a su hermano tiene acceso a la luz de Dios, de lo contrario, está ciego. Estar en luz o en tinieblas tiene que ver con el mayor o menor grado de amor que tengo al prójimo. El que aborrece no está en luz, no puede acercarse a Dios, el que repudia no está actuando por medio de SU amor. Si no vas a la casa de alguien por algún problema, no estás amando, si has decidido no relacionarte con alguien, estás en falta, si has decidido no saludar a alguien, estás pecando, el amor y la luz de Dios no están en ti y no puedes decir que conoces a Dios. Si reconoces que tienes algo dentro que te impide amar bien, haz esta oración ahora mismo:       “Padre te pido perdón por mis pecados, ¡mi corazón se ha endurecido! Te quiero amar, quiero responder con amor aunque no me amen, quiero comprender aunque no me comprendan, quiero dar aunque no me den. Quiero ser uno contigo, con mis hermanos, quiero formar parte de tu cuerpo, ser hueso de tus huesos, sangre de tu sangre, carne de tu carne. En el nombre de Jesús hago esta oración, amén”.

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EL AMOR y SU PODER

 INTRODUCCIÓN

 Vamos a leer 1º de Juan 4:16: Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él”. ¡Cuánta sabiduría hay en este pasaje bíblico!

El mundo es un mundo que está sumamente necesitado de amor; esta lucha, de si legalizamos el aborto o no, tiene que ver con el amor. Hoy hablaremos acerca del amor de Dios, un amor totalmente distinto al amor humano, un amor que es totalmente distinto al amor humano, un amor capaz de transformar tu vida radicalmente.

             ¿QUIÉN ES TU MODELO?

Recientemente hubo una gran convocatoria de Washington. Organizaciones abortistas han reclutado estrellas de Hollywood para hacer una gran manifestación. (más…)