TESORO DESPRECIADO - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

TESORO DESPRECIADO

INTRODUCCIÓN

Quiero hablarte acerca de un Dios despreciado, un Dios que creó el cielo y la tierra y también nuestras vidas. Un Dios que preparó un jardín precioso en el cual puso a Adán, pero lo que sucedió andando el tiempo, fue que quedó demostrado que el hombre es muy desagradecido con Él. El hombre prefiere llenarse de afanes, ansiedades y preocupaciones pretendiendo resolver su vida por sí mismo y en ese esfuerzo se olvida que hay un Dios sustentador, un Padre que es el mejor Padre que existe y no hay otro como Él. Y como señala el preámbulo de la Constitución Argentina: “Fuente de toda razón y justicia”, Dios es la fuente de la sabiduría y de la inteligencia.

Hay personas que buscan a Dios solamente cuando llegan a un punto de quebranto tal que no encuentran salida, por ejemplo, cuando hay desavenencias en el matrimonio, aunque hay quienes en vez de buscar en Dios la gracia, la fuerza y sabiduría para salvar su familia consideran que lo mejor es terminar con la relación. ¡El hombre toma muchas decisiones ignorando a Dios!

Los primeros en ignorar al Señor fueron Adán y Eva; ellos gozaban de una relación personal y una comunión extraordinaria con Dios. ¡Todos los días se encontraban con el Señor! Ellos habían sido creados sin pecado por lo tanto Dios tenía libertad de acercarse a ellos y hablarles, lo mismo Adán y Eva. ¡No había ni una sola barrera! ¡Ellos podían ver a Dios cara a cara y hablar con Él porque no había pecado! Al no haber pecado Dios tiene ocasión de entrar dentro de nosotros porque nos ha creado como su casa. ¡Tú eres casa de Dios! ¡Eres templo de Dios! Pero el pecado rompió esa relación. Dios nos creó a su imagen y semejanza, y éramos lo más precioso de su creación. No hizo el Señor a los ángeles y arcángeles a su imagen y semejanza ni a ninguna otra criatura. Dios es el creador de lo que la Biblia llama “El ejército de Jehová”. Millones y millones de ángeles fueron creados con distintos propósitos, pero cuando creó al hombre y a la mujer los formó a su imagen y semejanza y nadie tenía con Dios, mayor comunión que éstos. ¿Y qué hizo el hombre? No tuvo en cuenta a Dios, desestimó su palabra y su consejo.

Génesis 2: 16 y 17 dice: “Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”. Pero hubo otra voz, la misma que tentó a Jesús en el desierto, la voz de satanás, que le habló a la mujer: “¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis”. Pero satanás le dijo que Dios los había engañado y que si ellos probaban del fruto de ese árbol serían como Dios y no lo iban a necesitar más. Le pareció bien a Eva lo que había escuchado, que no necesitaría a Dios y hoy en día hay gente que cree que no lo necesita, pero se van al infierno sin Él; se casan sin Dios, se divorcian sin Él y hacen negocios sin buscar su consejo.

Yo digo que el ser más despreciado en el mundo es Dios. Creo que el hombre ha reemplazado a Dios por el “yo”, y dicen: “Yo hago lo que quiero”, “yo hago lo que me parece”, “yo hago lo que siento y a mí nadie me va a decir lo que tengo que hacer” o “…me pareció bien y lo hice”. Dios deja de ser Dios y el hombre lo reemplaza.

De ese Dios aprendemos cosas maravillosas; es el mismo que en el Antiguo Testamento nos dice: “Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia”. Aunque una mujer se olvide del hijo que dio a luz, Dios te dice: “Yo no me olvidaré de ti. Te tengo esculpida y te tengo esculpido en la palma de mi mano”. Aunque el hombre ignore a Dios, sin embargo el Señor no ignora al hombre; sabe que sin Él no eres nada y yo tampoco. El Señor sabe que si te abandona te espera una condenación eterna y una soledad, una angustia profunda y un vacío existencial profundo. Dios sabe que si te llega a abandonar estarías perdido, por eso no te dejará nunca. Dios te ama y sigue enseñándote a ser como Él es. El Salmo 17:7 dice que Dios muestra sus maravillosas misericordias. El Señor nunca te va a rechazar, nunca te va a odiar y siempre que tú te acerques a Él amándole, buscándole, deseándole, sin importar lo que hayas hecho, Dios te va a recoger con grandes misericordias. ¡He visto gente odiar a Dios pero nunca he visto al Señor odiar a la gente! ¡He visto gente que ignora a Dios pero también he visto que Dios no ignora a nadie! Donde hay una persona quebrantada ahí está Dios; donde hay una persona desesperada y triste ahí está Dios, pero Él sufrió el desprecio de su pueblo. En Juan capítulo 1:11 dice lo siguiente: “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron”.

                EL IGNORADO DE TODOS LOS TIEMPOS

En el Antiguo Testamento el actor principal ha sido Dios el Padre; el segundo actor principal en la tierra ha sido Jesús el Hijo y Él también fue ignorado. Cuando Jesús vino en la primera navidad no hubo mucha gente que supiera o entendiera que se había cumplido el tiempo de las escrituras y profecías que hablaban acerca del nacimiento del Señor. La mayor parte de la población lo ignoró rotundamente. Algunos pastores recibieron revelación por parte de ángeles que se presentaron ante ellos y alabaron a Dios por el nacimiento de Aquel que venía a cumplir el propósito de Dios en la etapa del Mesías aquí en la tierra. Hasta el día de hoy el pueblo de Israel sigue esperando al Mesías y aunque Él viene pronto sin embargo ya vino. Alguno que otro recibió luz y revelación, entonces proclamaron: “¡Este es el Mesías! ¡Este es aquel de quien habló Moisés y los profetas!” La profecía de Isaías dijo del Señor setecientos cincuenta años AC: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz”. ¿Y qué pasó con Jesús? Se fue a vivir a Nazaret donde había una población que no era muy religiosa, entonces la gente decía: “De Nazaret no puede venir nada bueno”. No encontraron en Jesús al Hijo de Dios sino a un carpintero; encontraron en Él al hijo de María, a un endemoniado que echaba demonios por el poder de beelzebú. Cuando José y María buscaban un lugar donde posar dice la Biblia que no había lugar para ellos en el mesón. Me llama mucho la atención cuando la Biblia expresa que no había lugar para ellos y me suena a que sí había lugar, pero no para ellos. Había lugar pero no para gente humilde como José y María. Es más, satanás sabía muy bien quién era ese niño, porque Herodes mandó a matar a los niños menores de dos años de la aldea de Belén pero sin embargo Dios lo guardó porque era aquel que había descendido del cielo para manifestar el gran amor de Dios al mundo. El Señor fue muy ignorado y rechazado. ¡No fue amado! Por eso puedo decirte que en la tierra el ser más ignorado y rechazado es Dios.

Todas las mañanas leo noticias internacionales y veo que Dios no sale en los titulares, en cambio se habla de Putin, Obama, la primer ministro de Alemania y ahora se escucha de Macri. Dios no es noticia pero, ¡gloria a su nombre! Porque es noticia para aquellos que le dijeron: “Señor, ven a reinar en mi corazón”. ¡Es noticia porque Dios los transformó y algo tremendo pasó en sus vidas! ¡Vivían en oscuridad y en derrota! ¡Vivían en maldición, atados a violencia y pobreza extrema! ¡Vivían atados a la droga, al alcohol y a la prostitución, llenos de odio! Pero cuando Cristo vino, cuando dejaron de ignorarlo, Dios se manifestó a sus vidas. Este Jesús que vino a Belén nos enseñó cosas que a nosotros ni se nos ocurriría. ¿Qué hacías tú cuando eras chiquito y te enojabas con un niño de tu misma edad? Lo agredías, y a medida que fuiste creciendo comenzaste a pagar mal por mal, entonces al que te hería, si lo podías dañar lo hacías y si no sabías qué hacer lo odiabas en silencio, guardando amargura y resentimiento dentro de tu corazón, tanto que a veces te angustias por la impotencia de no saber cómo lidiar con el tema.

Jesús es quien nos enseña en Lucas 6:27: “Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen…” Qué lindo, pero no te sale hacer eso. Hay muchos que se dicen cristianos, que tienen una Biblia en su casa y no saben cómo amar a su cónyuge o a sus hijos, y Jesús nos enseña cómo amar al enemigo. “Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian”. ¿Está difícil no? Hay cristianos que se resisten a perdonar a su cónyuge y dicen: “No quiero perdonar”, “no puedo perdonar”, “Dios, ¿qué me estás pidiendo?”, “¡es imposible perdonar después de lo que me hizo!” ¡Le haces la cruz a tu esposo o a tu esposa pero no son ellos tus enemigos! Jesús nos enseña cosas como éstas porque así es la esencia de Dios, Él es misericordioso y hace salir el sol sobre buenos y malos, también les da provisión tanto a uno como a otro porque cuida su creación. No hay asesino que haya dejado de comer por haber asesinado. La mano de Dios está para proteger a todos aquellos que invocan el nombre del Señor.

                DIOS QUIERE HABITAR EN TI

Dice Jesús en Lucas 6:32: “Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman”. ¿Tú te consideras una persona buena? Los malos aman a quienes les aman. Tú dices: “Yo amo al que me ama”. Entonces no tienes misericordia sino más bien un amor egoísta porque te gusta que “me” amen. “Yo me siento bien con esa persona y me agrada porque me invita a cenar”. ¡Eso es un amor egoísta! Jesús dijo que los malos les retribuyen a aquellos que les dan y aman a los que le aman y si ellos hacen lo mismo que los malos, no hay mérito alguno y no pasan de ser malos porque no hacen nada mejor que ellos. ¿Tú puedes hacer algo mejor que lo que hacen los malos? ¿Amas a tus enemigos? ¿Estás dispuesto o dispuesta a dar tu vida por ellos? O eres de los que oran: “Juzga tú, Señor y que pague por lo que me hizo”. ¡Jesús vino a mostrarnos cómo es Dios! Jesús es Emanuel, Dios con nosotros. Cuando ese niño vino al mundo lo hizo para demostrarnos que un ser humano puede amar como Dios y ser misericordioso como Él. ¡De Jesús hemos aprendido el bien! Lucas 6:32 en adelante dice: “Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo. Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto. Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos. Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso”. ¡Dios es benigno con los ingratos y con los malos! ¡Hay gente que lo ignora y viven como si no necesitaran a Dios en sus vidas pero lo buscan sólo cuando las papas queman!

En la primera etapa de la historia de la humanidad, Dios el Padre es quien se muestra amoroso, misericordioso y paciente, y es quien nos dice: “Con amor eterno te he amado”. Él es el Dios que ha tenido suma paciencia con su pueblo Israel. Después, Dios se manifestó en una segunda etapa a través de Jesucristo, quien vino al mundo, y murió en una cruz por ti y por mí. Jesús vino a mostrar en carne el poder de Dios sobre la vida de los seres humanos. ¡El Señor fue ungido como Dios quiere ungirte hoy a ti! Jesús quiere que habite su Espíritu en ti como habitó en Él, para que seas misericordioso con los malos, para que ames a tus enemigos, para que le prestes cuando te pide sin esperar nada a cambio, para que ames sin esperar ser amado, sin esperar reconocimiento o sea amar sin cobrar nada. ¡Eso es lo que aprendimos de Jesús! Una cosa es aprender con la cabeza y otra es aprender con el corazón.

Algunos estarán de acuerdo conmigo de que esta enseñanza es buena pero no todos las llevan a la práctica; de hecho hay creyentes que esperan bendición de Dios pero no quieren o no pueden perdonar, ni olvidan lo que les han hecho. Prefieren vivir con sus amarguras, sus odios y resentimientos y esas cosas enferman el alma y el cuerpo. Para amar al enemigo no sólo hay que aprender con la cabeza sino que también se necesita el poder de Dios para perdonar de corazón lo que te han hecho. ¡Necesitas que el Espíritu de Dios viva dentro de ti! Jesús dijo: “Yo me voy, pero no los dejaré huérfanos”. Por lo que el tercero en intervenir en la historia de la humanidad, en la última etapa de ésta, es el Espíritu Santo y a esa etapa se le llama “los postreros tiempos”.

Desde que el Señor se fue, hasta su segunda venida, el actor principal es el Espíritu Santo y sin Él no puedes amar, no puedes conocer a Dios; sin el Espíritu Santo vives en oscuridad y por más que te creas sabio e inteligente, si Él no llena tu corazón, tú no puedes hacer nada. Jesús declaró: “Sin mí nada podréis hacer”. Tú quieres amar pero no puedes, quieres ser bueno y te es imposible; no quieres mentir pero lo haces, te niegas a adulterar pero adulteras, quieres ser libre de las adicciones pero no puedes. ¡Lo que necesitas es venir a Dios y permitir que su Espíritu Santo te llene! El ignorado en esta última etapa de la historia de la humanidad es el Espíritu Santo. En la primera etapa, el Padre fue ignorado. En el Antiguo Testamento podemos ver que Él se quejaba porque le hablaba a un pueblo duro de corazón que no le quería oír. A Jesús lo crucificaron, pero Él pudo amar a sus enemigos y eso lo demostró estando clavado en la cruz cuando oró: “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”. Y cuando el Señor se fue, les dijo a sus discípulos que les enviaría al Espíritu Santo. Claro que para ser llenos del Espíritu Santo debemos ser como Adán y Eva antes de que pecaran. No creas que Él se va a meter en tu vida así nomás. Tú tienes que estar limpio, intachable y santo, y para ello debes ser limpiado con la sangre preciosa de Jesús porque lo único que hace posible que seas sin mancha delante de Dios es la sangre de su Hijo.

Cuando vienes a Cristo y le pides que te perdone y te limpie, Él hace como con Adán antes de que éste pecara; Jesús perdona tu pecado, te limpia de toda maldad y destruye toda herencia de maldición en tu vida, sólo así estarás en condición de recibir el Espíritu Santo, quien te dará el poder para perdonar. Él te da el poder para enfrentar el pecado; te da luz para entender y conocer la verdad y para no ignorar a Dios. El pecado más grande de la humanidad ha sido y es ignorar a Dios. Los mismos que buscaban a Jesús para que los sanara o les diera pan fueron los que gritaban: “¡Crucifícale!” ¡Su propio pueblo lo desconoció!

Ahora, el Espíritu Santo es el último gran desconocido e ignorado de la humanidad. Dios siempre quiso habitar con el hombre y en el hombre. El siempre anheló llenarte de gloria y de poder. Si yo he avanzado en la vida no fue por mi inteligencia sino porque el Espíritu Santo me ha hecho sabio. Si yo he logrado algo en mi vida no fue porque soy fuerte sino porque Dios me ha fortalecido a través de su Espíritu Santo y no porque tengo mucha luz sino porque Él me ha alumbrado y guiado a toda verdad.

                CONCLUSIÓN

Cuando llega fin de año, no es importante hacer buenos planes ni que te propongas con tus fuerzas cambiar de actitud, como por ejemplo no mentir más. Recuerda que eres débil y un pobre pecador necesitado del perdón de Dios y del poder del Espíritu Santo. Al llegar fin de año, muchos hacen planes y planifican cosas que nunca llegan a hacer. Se proponen no insultar más y en tiempo de las fiestas de Navidad y Fin de año, toman un poco y comienzan a insultar, también se proponen no tomar más y el primero de enero amanecen alcoholizados. Otros dicen que nunca se van a olvidar de Dios y lo dejan de lado en el momento de tomar decisiones. En el mundo no hay nadie más rechazado e ignorado que Dios el Padre, que Jesús  quien es la segunda persona de la trinidad y que el Espíritu Santo y los tres son uno solo. El Dios del cielo que nos habló en la antigüedad a través de sus profetas y vimos su gloria a través de ellos como sucedió con Elías que invocó al Dios del cielo e hizo descender fuego. Jesús que levantó muertos y sanó enfermos es el más grande testimonio de Dios en la tierra, y los discípulos de Jesús que hicieron los mismos milagros que Él hizo porque el mismo Espíritu que estaba en Jesús descendió sobre ellos en Pentecostés, también son testimonio de Dios aquí en la tierra. Es el Espíritu que te dice hoy: “Si no me ignoras yo haré que tu vida sea una vida sobrenatural. Si me dejas y no me ignoras yo voy a solucionar tus problemas matrimoniales y tu escases. Si no me ignoras haré de ti una persona fructífera y de bien; yo te daré luz, te bendeciré y serás de bendición. ¡Tú descendencia será bendita! ¡Dame tu vida! ¡Ábreme tu corazón y no me ignores más! ¡No tomes decisiones por tu cuenta! ¡Consúltame a mí y yo te guiaré!” El Señor te dice: “Hijo mío, hija mía, dame tu corazón”.

La Biblia dice que el Espíritu Santo nos anhela celosamente. ¡Dios desea llenarte con su Espíritu Santo! ¡Te sorprenderás de los cambios que el Señor producirá en ti! No esperes un año nuevo para ser lleno, anhela ser lleno ahora mismo. Dile: “Señor yo no seré uno más que te ignore sino que a partir de hoy te buscaré todos los días de mi vida. En mis decisiones estarás presente. Limpia mi corazón y cúbreme con tu sangre preciosa Jesús. Quiero ser como Adán antes de su caída que podía dialogar contigo cara a cara. ¡Yo quiero Dios, tener comunión contigo! Perdona mis pecados y lávame con tu sangre Señor. ¡Te necesito!”

Le has fallado a Dios muchas veces porque has confiado en ti, aun tienes miedo de consagrarte porque temes seguir fallándole y es que has dependido de ti toda tu vida y no de Él. No has puesto tu fe en Dios y nunca has abierto tu corazón ni has permitido que la sangre de Jesús te limpie de todo pecado. Hoy es el día del derramamiento de la gracia de Dios y del poder de su Espíritu Santo. ¡Deja atrás el tiempo de la impotencia! La excusa de que no puedes perdonar o no puedes olvidar se terminará cuando Cristo te llene; eso de que tienes una herida en tu corazón, ¡olvídate!, porque Jesús limpiará todo. Acércate a Dios con un corazón humillado y dile: “Señor, te abro mi corazón. Muchas veces he intentado ser una buena persona pero con mis fuerzas no he podido. Límpiame y lávame con tu sangre Jesús, cubre mis pecados; ven sobre mi, Espíritu Santo, lléname. No quiero hacer el cristianismo a mi modo sino que tú me guíes y abras mis ojos. ¡Dame entendimiento, Padre! Señor Jesús, este es el día que tú has destinado para cambiar mi vida y transformarme. Ya no te ignoraré más; el mundo te ha ignorado pero yo clamaré al Dios de mi vida todos los días de mi existencia, en el nombre de Jesús, amén”.

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