TESORO EN VASOS DE BARRO - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

TESORO EN VASOS DE BARRO

INTRODUCCION

Gedeón había juntado unos treinta y dos mil soldados para ir a pelear contra el enemigo, pero Dios le dijo que eran demasiados, y le dejó solamente trescientos hombres. Dios no gana las batallas con una gran multitud sino con personas escogidas. El Señor hace su obra con valientes y gente de fe. Dios necesita gente que se ponga en sus manos y haga su obra, y tomará a aquellos que estén dispuestos a jugar en la cancha.

Muchas personas me dan consejos, diría que me matan a bibliazos, mas yo compartí en las redes, que hay muchos que son expertos en Biblia pero no son expertos en amor. El Señor busca gente llena de su amor; su conquista es la conquista del amor. Nos dice Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Es porque amó, que Él vino a morir en la cruz del calvario por nosotros. La cruz es la consecuencia o el resultado del amor de Dios; la redención del hombre es la consecuencia del amor de Dios por la humanidad. ¡El Señor está enlistando gente para transformar al mundo!

Hay una enseñanza que quiero reiterarte con ciertos matices, y es el hecho de que el hombre fue creado por Dios a su imagen y semejanza, es una creación muy especial. El Señor ordenó que las aguas produjeran y éstas así lo hicieron, también ordenó que produzca la tierra y así fue, pero a la hora de crear al hombre, dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”. Y tomó Dios polvo de la tierra y lo formó, sopló en él aliento de vida y éste vino a ser una vasija de barro con aliento de vida, un cacharro de barro con alma, con mente, voluntad y emociones.

Lo más singular es que hizo de nosotros una vasija o vaso, palabra que utiliza la Biblia con una connotación especial. Las vasijas que se utilizaban en los tiempos bíblicos no eran como los vasos que usamos hoy en día; eran de cerámica. La vasija además, se hace con un propósito y es que sirva para ser llenada de líquido; eran muy usadas en la antigüedad para guardar el aceite, el vino y el agua y Jesús siempre enseñaba usando ejemplos de la vida cotidiana. En la Biblia es muy común ver pasajes que señalan que nosotros somos vasos de barro, eso ya lo hemos visto aunque quiero enfatizar que somos vasijas de barro, o sea, hemos sido creados con el propósito de ser llenos y de que Dios habite en nosotros.

VASIJAS CON PROPÓSITO

Una vasija contiene algún fluido especial sea vino, aceite o agua; la vasija llamada ser humano está hecha para que Dios habite en ella. La Biblia señala que Dios no habita en templos hechos por manos humanas sino que nosotros somos templo de Dios. Cada uno de nosotros somos un lugar en el que el Señor quiere habitar. Entendamos que generalmente se espera que lo que está dentro de la vasija valga mucho más que ésta, si no es así, mejor vendamos las vasijas vacías y no pongamos nada que no sea de valor en ellas. La vasija ha sido diseñada para ser llena.

Si vemos el pasaje de la Biblia que hace referencia a las bodas de Canaán, allí había seis vasijas y en cada una de ellas cabían dos o tres cántaros. Un cántaro tiene aproximadamente treinta y nueve litros o sea que en cada vasija habían ciento diecisiete litros aproximadamente, multiplicado por las seis vasijas daban muchos litros de vino. Hagamos otras cuentas; Jesús no hizo vino de tetrabrik o de cajitas de cartón, sino que hizo del mejor. Yo creo que no hay en el mundo un bodeguero que haya hecho un vino tan bueno como el que hizo Jesús. Cuando el Señor hace algo lo hace bien, es más, lo que Él hace es lo mejor, tanto es así que el maestresala lo probó, lo elogió y preguntó: “¿Por qué han dejado el mejor vino para el final?” El vino que había dentro de esas vasijas no era de lo mejor sino el mejor. Averiguando cuánto vale el vino más caro del mundo descubrimos que una botella cuesta veinte mil euros, supongamos que contiene un litro, o sea que, el vino que había en una sola vasija, ciento diecisiete litros, multiplicado por veinte mil, nos da como resultado dos millones trescientos cuarenta mil euros. Eso es una vasija, la suma total de las vasijas nos da dieciséis millones de euros. Así corroboramos que lo que hay dentro de la vasija vale más que esta misma. También hicimos cálculos acerca del aceite más caro del mundo; un litro cuesta unos mil trescientos veinte euros; una vasija de ciento diecisiete litros, conteniendo el aceite de oliva más caro del mundo, costaría ciento cincuenta y cuatro mil cuatrocientos cuarenta euros. ¡Es dinero!

Este cálculo es al precio de hoy aunque me llama la atención que vale más caro el vino que el aceite. El vino representa la sangre de Cristo; representa el valor que el Señor pagó por nuestra salvación y Dios nos ha hecho como vasijas para que habite en nosotros algo muy importante y mucho más caro que el vino.

Leemos en 2ª Corintios 4: 6 y 7: “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros”.

Recordemos que en el libro de Génesis nos dice que al principio, el universo era un caos, estaba todo oscuro, y Dios dijo: “Sea la luz y fue la luz”. El Dios que ordenó que brillara la luz en medio de la oscuridad, sacó luz de las tinieblas y comenzaron a vislumbrarse los colores, los paisajes y toda la belleza que el Señor había creado. Pero ahora compara ese hecho y dice que Él mismo resplandeció en nuestros corazones. ¡El Señor alumbró nuestros corazones! Jesús declaró: “Yo soy la luz del mundo”.

Cuando el hombre desconoce a Dios y vive en pecado, su corazón está en oscuridad. Recuerdo que cuando era chico y me enseñaron acerca de esto, me mostraban un corazón negro y cuando la sangre de Cristo me limpiaba, el corazón se tornaba blanco. El corazón estaba en oscuridad y no es que resplandeció la luz del sol, la de la luna o de las estrellas, es Él mismo que resplandeció en nuestros corazones. Adentro de la vasija, el Señor alumbró y dice la Biblia: “…para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo”.

Hemos nacido para ser una vasija de barro y el apóstol Pablo declaró: “Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros”. Si tú brillas, es por la excelencia de la presencia de Dios en tu vida, aunque sigues siendo un cacharro de barro. ¡La gloria de Dios está en ti! Más caro que el vino y el aceite es Dios mismo viviendo y alumbrando para iluminarnos en el conocimiento de su gloria. El Señor quiere llenarlo todo y hacer crecer su reino. ¡No van a frenar el crecimiento del reino de Dios! En dos mil años no han podido parar el evangelio. La revolución más grande que ha habido en el mundo no ha sido mérito de un ejército o de las armas ni de filosofías humanas, tampoco se produjo por la religión; la revolución más grande del mundo ha sido originada por el poder de la sangre de Jesús y su mensaje. El Señor no ha venido a instaurar una religión sino una relación. ¡Él en nosotros! Dios Padre no viene en persona, Cristo no viene en persona; viene el Espíritu Santo a habitar dentro de nosotros y ese tesoro lo tenemos en vaso de barro. Yo soy el vaso de barro, y Él, el tesoro que está adentro de la vasija. ¡Alabo a Dios por este conocimiento!

Hubieron imperios que pretendieron frenar el evangelio, que quisieron detener esta revolución; el primer imperio que se levantó contra el cristianismo fue el romano con todo su poder, con toda su gloria, su orgullo y la capacidad de su ejército; habiendo aplastado naciones en el mundo y todos los ejércitos que se les enfrentaron, sin embargo Roma no pudo vencer al cristianismo. ¡No pudo pararlo! Llevaban a los cristianos al circo romano donde ellos eran el espectáculo ya que los ponían en el medio y los quemaban vivos. Para los romanos era un espectáculo ver cómo los leones devoraban a los cristianos que eran colocados en la arena. La gente enardecida, aplaudía y gritaba. ¡Muy lamentable! Alcoholizadas, las personas pedían más, entonces tomaban a los cristianos y los crucificaban en las cruces, en los caminos. Ellos se escondían en catacumbas, túneles que había debajo de la ciudad, y que se fueron formando porque cuando necesitaban arena cavaban y la sacaban de allí, por lo que la ciudad de Roma, debajo, parecía un queso gruyere lleno de túneles. Una vez que se entraba ahí no se sabía cómo salir. Quien no conocía bien esas catacumbas moría allí adentro y ahí se escondían los cristianos. Cuando tenían que salir porque necesitaban algo, los detectaban enseguida ya que de tanto estar a oscuras su tez se tornaba blanca, entonces los metían en la cárcel y los azotaban. No obstante los creyentes predicaban el evangelio; los que tenían que huir, se iban a otras ciudades y allí también predicaban el evangelio.

DIOS QUIERE PONER SU GLORIA EN TI

En el Antiguo Testamento había un profeta, Habacuc, que se quejaba a Dios por tanta injusticia y porque el mal prosperaba y el Señor le respondió: “Escribe la visión, y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella….Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar” (Habacuc 2:2 y 14). Hoy estoy predicando acerca de esta profecía de Habacuc y te digo que el Señor mismo vendrá y llenará con su gloria las naciones así como las aguas cubren el mar. ¡Yo creo en lo que Dios dijo! No ha habido evolución política, filosófica ni ninguna otra en el mundo que haya logrado hacer lo que hizo la revolución de Cristo. ¿Y a qué se debe esa revolución? A que Cristo fue la primera vasija de barro en ser llena de la presencia del Padre. No sabemos bien qué pasó durante los treinta años de vida del Señor, los evangelios dicen muy poco acerca de sus vivencias ya que no fue muy trascendente, pero al llegar a la edad de treinta años comenzó su ministerio cuando fue al Rio Jordán para ser bautizado por Juan el bautista, y declara la palabra de Dios que cuando Él salió del agua, el Espíritu de Dios descendió corporalmente sobre el Señor como paloma y fue lleno de la presencia de Dios. A partir de ese momento comenzó su ministerio y en tres años sucedió lo que no sucedió en treinta, y eso que aconteció en tres años perduró en el tiempo. Por motivo de lo que aconteció en esos tres años de ministerio de Jesús, se escribieron cuatro evangelios y después de ello se escribieron los Hechos de los apóstoles, porque ellos continuaron haciendo la obra de Jesús. El Señor fue lleno del poder y de la gloria del Padre, comenzó a predicar el evangelio del reino, las buenas noticias de Dios, sanó a los enfermos, levantó muertos y al momento de ir a la cruz encomendó a sus discípulos a que vayan a todas las naciones para que cuenten lo que Él les había dicho. Y el evangelio se sigue predicando en el mundo aun después de dos mil años. ¿Cómo puede ser esto? La gloria que había en Jesús llenó el corazón de sus discípulos y la que había en ellos llenó la vida de muchos otros, y el evangelio comenzó a avanzar por todos lados y, ¿cuál es el misterio de este milagro? Es que esa gloria de Dios fue puesta en cacharros de barro.

Fui recientemente a una estancia ubicada en el interior del país y el estanciero de ese lugar había construido una capilla en donde colocó una inscripción que decía que entre los oficios, el más antiguo era el del alfarero, que el primer alfarero fue Dios y el primer cacharro fue el hombre. Había dentro del corazón de Dios un proyecto maravilloso y era usar ese cacharro de barro, el hombre que fue hecho del polvo de la tierra. Todo lo que comemos proviene de la tierra, tiene las mismas sustancias y minerales que tiene la tierra. ¡Somos tierra! Y esto es mucho más profundo que decir que somos polvo y al polvo volveremos; somos polvo creado con una inteligencia y sabiduría extraordinaria, pero aun así somos vasos de barro. Y lo importante no es lo que se ve sino lo que Dios pone adentro. El cacharro no vale tanto ya que éste quedará en el cementerio. La vasija es sólo un envase de barro, lo importante es lo que el Señor ha puesto en nosotros y lo que Él nos ha dado es una relación profunda con su Espíritu Santo. De tal manera su Espíritu obra en nosotros que hablamos como Cristo porque el Señor fue ungido con ese Espíritu y nosotros también, así que cuando hablamos no lo hacemos con nuestras palabras sino con las suyas y cuando obramos no hacemos lo que se nos viene en gana, no hacemos obras de hombres sino las obras de Dios. ¡Hablamos y hacemos y pensamos como Cristo! No pensamos como se nos da la gana sino que el Espíritu de Dios que ha sido manifestado en nosotros los creyentes nos inspira.

Dijo Jesús: “…delante de gobernadores y de reyes os llevarán por causa de mí, para testimonio a ellos. Pero cuando os trajeren para entregaros, no os preocupéis por lo que habéis de decir, ni lo penséis, sino lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo” (Mateo 13). Más que gente adoctrinada, Dios necesita personas llenas del Espíritu Santo. Hay mucha gente experta en Biblia pero que no practica el amor, y para Dios lo más importante es amar.

 Al ver a las personas que participaron del encuentro, expectantes, escuchando el evangelio, me examinaba a mí mismo y oré: “Señor, si tú hiciste grandes cosas conmigo, ¿qué no harías con diez o con cientos? Tú puedes levantar a alguien que haga diez veces más de lo que yo he hecho, que esté dispuesto a abrir su corazón”. Yo les dije a los que participaron del encuentro que ellos eran hijos espirituales míos y no estaría celoso o envidioso si ellos anhelaban hacer más que lo que yo he hecho hasta ahora. Un padre no debe sentir celos de que su hijo sea mejor que él porque los hijos no están compitiendo sino que son la prolongación de su vida, son su alegría y su orgullo.

Jesús fue lleno del Espíritu Santo y dice Mateo capítulo 4:1: “Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo”. El Señor fue ungido por el Espíritu Santo y llevado al desierto para ser tentado y satanás en persona lo tentó y lo puso “contra las cuerdas”. Jesús, después de ayunar cuarenta días y cuarenta noches sintió hambre. “Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan”.

Si el Señor convertía esas piedras en pan y Él podía hacer lo que quisiera ya que el poder del Padre estaba sobre el Señor, pero si hacía caso a lo que el diablo le decía, entonces lo estaba obedeciendo a él, pero Jesús vino a obedecer sólo a su Padre. La conveniencia no es el camino más corto, no es lo más fácil sino la obediencia a la voluntad del Padre y a su palabra. El Señor fue probado y salió vencedor en todo porque la unción del Espíritu Santo estaba sobre Él. ¡No seas un perdedor! Clama hoy al Señor que el poder de su Espíritu Santo llene tu vida. Tú eres una vasija de barro y no vales nada sin Dios, no hay valor más grande que puedas tener y que el Señor te pueda dar. Pídele que su presencia se manifieste en ti y ya no titubees a la hora de hacer o hablar. Que estés ungido de tal manera que el poder, la gloria y las palabras de Dios fluyan en ti y que hagas la obra de Dios y no las tuyas. Que la gente diga acerca de ti que lo que haces o dices no proviene de ti y se pregunten qué tienes de especial.

Yo he dicho en otra oportunidad que la iglesia en este momento está atravesando por un sacudimiento y está siendo limpiada, y hay gente que se asusta de esto, mas yo hoy te hablo bajo el poder y la unción del Espíritu Santo, depende de ti si lo crees o no. Yo creo que cuando Dios está por manifestar un gran avivamiento el diablo moviliza su ejército para promover un gran sacudón. Gedeón juntó treinta y tres mil soldados para ir a la guerra y Dios le dijo que eran demasiados, no sea que después se jacten y digan que la guerra la vencieron ellos por el gran ejército que eran. Con menos gente el Señor podía trabajar, gente valiente que se pusiera en sus manos. Gedeón entonces, redujo su ejército de treinta y dos mil a diez mil y estaba medio temeroso porque el ejército opositor era numeroso pero Dios le dijo que aún eran muchos y ordenó a Gedeón que llevara al pueblo a las aguas. “Entonces llevó el pueblo a las aguas; y Jehová dijo a Gedeón: Cualquiera que lamiere las aguas con su lengua como lame el perro, a aquél pondrás aparte; asimismo a cualquiera que se doblare sobre sus rodillas para beber. Y fue el número de los que lamieron llevando el agua con la mano a su boca, trescientos hombres; y todo el resto del pueblo se dobló sobre sus rodillas para beber las aguas” (Jueces 7).

El Señor le dijo que iba a usar a quienes tomaran agua como lo hacen los perros. Nueve mil setecientos hombres tomaron agua como cualquier persona normal pero sólo trescientos lo hicieron como Dios dijo y esos eran suficientes para el Señor. ¡Con esos hombres libró una guerra increíble! Dios dividió a esos trescientos en grupos y los colocó alrededor de la ciudad que iban a invadir de noche y usó cántaros o vasijas con fuego adentro. ¡El Señor quiere usar vasijas con fuego adentro! Los hombres habían puesto unas teas encendidas dentro de las vasijas y dada la orden, rompieron las vasijas y el fuego se vio por todas partes, entonces los del ejército enemigo se espantaron y ese día hubo gran victoria sin empuñar una sola arma.

CONCLUSIÓN

Dios no usará a los temerosos, la Biblia señala que los cobardes no entrarán en el reino de los cielos. El Señor necesita gente valiente y valiente es aquel que es ungido con la unción de Dios, porque el poder del Señor viene sobre la persona de tal forma, que ésta  enfrenta las circunstancias y sale vencedora. Dios quiere llenar a mujeres y hombre con su gloria; Él quiere poner su riqueza en cacharros de barro. ¿Será éste el día en que dejes que te llene? Tú no ves en tu vida la gloria y el poder de Dios, tus palabras no son palabras de poder ni crees lo que dices. Pídele al Señor que te llene y haga contigo como hizo con Cristo. La única manera que las obras sean eternas es que Dios las haga. Jesús predicó el evangelio del reino por tres años y fue suficiente, el fuego se encendió y hasta hoy no ha parado. ¡Ese fuego está en mí! Tú necesitas ese fuego, si eres de esos que titubean a la hora de obedecer a Dios, si le pones excusas porque tienes otros planes o porque estás cansado. ¿Será este el día en que dejes que Dios haga contigo lo que se propuso cuando te trajo a la tierra?

“Padre, oro por tu pueblo para que sea bendecido y descienda tu gloria sobre ellos. Tú has mandado esta palabra y este desafío. Tú no harás la obra con gente que se cree inteligente y sabia en su propia sabiduría o que cuenta con sus propias fuerzas. Harás una obra poderosa con gente ungida y llena de tu gloria. Queremos tener una riqueza más grande que el vino en nuestras vasijas, Señor, queremos tu gloria. Haz lo que has dicho en tu palabra, que tú alumbraste en la oscuridad de nuestros corazones para mostrarnos la gloria de Jesús. Sopla tu Espíritu Santo sobre tu pueblo y bendice, Dios. Limpia con tu sangre y destruye los pensamientos y  las estructuras mentales que se oponen; destruye las maldiciones heredadas que se oponen, también los trabajos de hechicería. Padre, glorifica tu nombre y muestra tu poder en las naciones. ¡Queremos ver tu gloria en Uruguay y en el mundo, Señor! Nadie detendrá el evangelio, sino que crecerá y tu gloria cubrirá la tierra así como las aguas cubren el mar. Atrae a ti a tus escogidos, Padre, te lo pido en el nombre de Jesús y manifiesta tu presencia sobre ellos. Llénalos con tu Espíritu Santo, te lo pido en el nombre de Jesús, amén”. 

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