TUS PALABRAS TIENEN PODER - Misión Vida para las Naciones

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TUS PALABRAS TIENEN PODER

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INTRODUCCIÓN

Leemos en el Salmo 45: 1 y 2: “Rebosa mi corazón palabra buena; Dirijo al rey mi canto; Mi lengua es pluma de escribiente muy ligero. (Y el rey responde) Eres el más hermoso de los hijos de los hombres; La gracia se derramó en tus labios; Por tanto, Dios te ha bendecido para siempre”. Aquí habla de “palabra buena”; al parecer hay palabras buenas y malas. Señala la Biblia que hay palabras que sanan y otras que son maldición y enferman. Leí que en una guerra, un médico visitaba todas las mañanas a sus pacientes y les decía a cada uno: “Buen día, ¿cómo está? Saque la lengua”. Él no esperaba la respuesta de la persona, más bien era un formalismo, simplemente le interesaba verles la lengua. El enfermo tal vez le decía que se sentía mejor o que estaba mal, pero al médico eso no era lo que le importaba porque sólo quería verles la lengua, y así observaba cómo estaba evolucionando la enfermedad.

Notemos lo que dice el Salmo: “Rebosa mi corazón palabra buena”. La Biblia dice que de la abundancia del corazón habla la boca así que debemos cuidar el corazón y la boca porque al cuidarla le ponemos límites al corazón y viceversa. Lo cierto es que este pasaje nos habla de palabra buena y de que la lengua es pluma de escribiente ligero, es decir que bendice, y si de tu corazón no rebosan palabras de bien, hoy Dios quiere hacer un milagro en tu vida.

TU CORAZÓN: DEPÓSITO DE BENDICIÓN O MALDICIÓN

En el campamento de jóvenes que tuvo lugar en Beraca, los chicos recibieron palabra buena a la mañana, a la tarde y a la noche cada día durante una semana y yo veía cómo una radiación los estaba sometiendo a una lluvia de bendición que los motivaba a ser buenos.

Nosotros tenemos un conducto entre la oreja y el corazón por medio del cual pasan las palabras que entran por el oído y van al corazón y funciona como un depósito; en algunos casos como depósito de basura y en otros de bendición. Para que no nos faltara agua, ya que la entrada de suministro que tenemos en Monte Beraca no alcanza para abastecer a dos mil personas, cada año hemos estado construyendo unas cisternas bajo tierra que funcionan como depósito, así como ocurre con el corazón. Ahora, si no cuidamos el agua que está en esos depósitos, se puede contaminar, porque si entra luz por ejemplo, aparecen bichitos que hacen que el agua entre en un proceso de descomposición y es bien sabido que en Uruguay el agua está contaminada, por lo que al abrir el grifo salen unas especies de larvas. Con esto quiero decir que si cuidamos el depósito habrá bendición porque el agua es bendición.

¡Cómo apreciamos este bien cuando estamos en Beraca! Tanto los acampantes como los que estamos colaborando en el campamento, tomamos agua, por lo cual ésta tiene que ser potable. Una de las cosas que hacemos para purificar el agua y así frenar todo proceso orgánico de contaminación es diluirle cloro. ¡Yo digo que algunas personas debieran beber cloro por causa de lo que hablan! La Biblia dice que la lengua es un miembro pequeño del cuerpo pero se jacta de grandes cosas y es inflamada desde el infierno. La boca es un incendio que quema bosques muy grandes pero ese fuego es provocado desde el mismo infierno.

El rey afirma que el escritor del Salmo realmente tiene palabra buena que sana y entonces contesta Dios: “Eres el más hermoso de los hijos de los hombres; La gracia se derramó en tus labios; Por tanto, Dios te ha bendecido para siempre”. Dios, a las personas que tienen palabras buenas las mira como personas hermosas, independientemente de que sea rubio, morocho, de tez negra; para el Señor no es hermoso aquel que es de buen parecer sino quien tiene una lengua que pronuncia palabras buenas.

El mundo entero está contaminado por las palabras, como por ejemplo lo que declaran los políticos, ¡y hablan bastante! Cuando veo en las noticias las declaraciones de los políticos, me pregunto cuál de todos tendrá la razón porque según ellos, todos la tienen. Yo le digo a mi yerno que es diputado de alguien que habló bien y él me dice que todo lo que dice es mentira y me explica bien cómo es el asunto. Están los políticos, los filósofos enseñando filosofía y hubo un filósofo llamado Freud que redujo toda la vida a una observación meramente sexual; éste señaló que todo lo que hace un bebé tiene que ver con los deseos sexuales. Después nos enteramos de algunos filósofos que realmente estaban endemoniados y se les estudia con tanta pasión en las universidades. Alguno me tratará de ignorante por lo que digo, pero no lo soy porque creo en la verdad. ¡Yo creo en la palabra de Dios y no en la palabra del hombre! Yo he visto literalmente cuando varios jóvenes escuchaban palabra de bendición en el campamento y eran ayudados a confesar sus pecados para pedirle perdón a Dios. ¡Ocurrieron cosas maravillosas! Los corazones fueron sanados, los pecados limpiados y en ellos ha entrado un deseo de pureza y de santidad y se fueron todos los malos deseos que habían en sus vidas. También había chicos que estaban detrás de las chicas, ¡parecían idiotas! Y a esos teníamos que vigilarlos muy bien.

Dije anteriormente que tenemos un conducto que va desde el oído al corazón, pero hay algunos que se hicieron un bypass, o sea que lo que escuchan les entra por un oído y les sale por el otro. Cuando lo que predicamos que Dios dice, entra por el oído pero no va al corazón, esa palabra no produce ningún efecto favorable. En cambio hay algunos que tienen avidez por Dios y lo buscan de corazón, entonces, las palabras producen un efecto extraordinario en ellos. Dios ha sembrado buena semilla, y ésta es la palabra que Él ha enviado al mundo para sanidad de las naciones, para sanidad de las relaciones matrimoniales, de la angustia, de la soledad y de la opresión que viven muchas personas. ¡Dios tiene la palabra correcta para ese problema específico! ¡El Señor tiene palabras que sanan! Jesús dijo: “Mis palabras son espíritu y son vida”. Las palabras no son meramente sonidos; las palabras tienen espíritu y tienen intensión. Aun cuando dices la verdad, tú puedes decir algo que es verdad pero con mala intensión; lo puedes decir con mal espíritu aunque la verdadera verdad siempre se dice con buen espíritu. Puedes decirle a una chica: “Adiós morocha linda”, o “adiós negra jetona”. Las dos cosas son verdad pero con una se sentirá linda y con la otra frase se sentirá ofendida. La verdad puede causar efectos diferentes dependiendo de quién lo diga y cómo lo diga.

¿Qué hay en tu corazón? ¡Dios quiere hoy sanarlo! Tu corazón puede estar herido lleno de basura y eso es lo que sale por tu boca. Hay palabras que te han dicho cuando eras un niño o una niña que formaron una especie de cáncer en tu vida y han levantado paredes de defensa para impedir que te sigan hiriendo o has albergado en tu corazón enojo y amargura; y el infierno que le mete leña a la lengua te incita para que contestes de acuerdo a lo que hay en tu corazón. Sucede así con los esposos que se pelean y se lanzan palabras ofensivas en respuesta a lo que el otro le dice, entonces terminan los dos heridos decididos a separarse porque así no pueden vivir más juntos. ¡Se han estado hiriendo con sus palabras!

La lengua es un arma más poderosa que la energía atómica; esta energía no todas las naciones la tienen, pero lengua, toda la población mundial la tiene y hace mucho daño. Una mujer le dice al hombre: ¿Qué te habré visto para casarme contigo? ¡Me hubiera casado con fulano de tal! ¿Cómo sanas eso? Todos tenemos padres, menos Adán y Eva, ellos no tenían los problemas como las parejas actuales por eso no se peleaban entre ellos; y cuando un hombre y una mujer se casan, comienzan los reclamos: “¡Sos igual a tu madre! Resulta que tanto él como ella salieron de su madre. ¡Tendrían que estar agradecidos! ¡Qué suegra que tengo! ¡Qué hijo, qué hija me dio!” Pero no; la ve fea y mala a la suegra y después le dice a su cónyuge: “¡Sos igual que tu madre! ¡No te aguanto! ¡Me voy a comer a la casa de mi madre que cocina mejor!

Las heridas que hace la lengua no sanan fácilmente porque cuando te dicen algo que te produce amargura, éste sentimiento es un pecado que dejaste entrar en tu corazón, una especie de tumor que te estorba, a menos que alguien venga con una buena palabra que te sane, y las buenas palabras sólo tienen origen en Dios.

TU CORAZÓN: FUENTE DE VIDA

Una persona que tiene buena relación con Dios también se relaciona bien con la gente, no se hiere fácil y cuida de no herir con su boca. Aunque a veces ni eso da resultado, porque hay personas que están tan heridas y por más que brindes una buena palabra no les alcanza. He conversado con una mujer que todo lo que ella hablaba era negativo, por lo que yo pensé: “¡Esta mujer tiene una raíz de amargura!” Por ahí se me cruzó una frase: “¡Esta vieja es una amargada!” Pero cuidé mi corazón y mi boca y no se lo dije. Mientras la mujer hablaba y vomitaba amargura yo le pedía a Dios que me diera qué decirle porque quería decirle algo prudente y no la quería herir. Tal vez te ha pasado que no has querido herir a alguien y quisiste hablarle lo más suave posible pero la persona está herida y lo va a tomar mal igual. Cuando pude, le dije: “Hermana, quiero orar por ti. Yo creo que tienes una raíz de amargura y quiero que Dios te bendiga”. Después me enteré por otras personas lo que ella les comentó, y fue que yo le dije que era una vieja amargada, ¡y se fue de la iglesia! A algunos no les puedes ni siquiera indicar qué es lo que tienen mal en su corazón. Dice Proverbios 4:23: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida”. ¡Guarda tu corazón porque de él sale la vida! Proverbios 18:21 señala: “La muerte y la vida están en poder de la lengua…” Tú puedes arruinar a tu hijo o a tu hija con tu lengua; después no te enojes con la maestra, con tu cónyuge y el resto del mundo porque tú has estado hiriendo a tus hijos con palabras duras. Hay adolescentes y jóvenes que vienen a nosotros en busca de un abrazo y cuando lo reciben es como un bálsamo para sus vidas. Ellos en sus casas reciben golpes y duras palabras. ¡Dios sane tu corazón!  En el campamento he visto a jóvenes que entran con determinada actitud y salen transformados literalmente en otras personas porque la palabra de Dios ha estado aplicándose a sus vidas de continuo por varios días, a la mañana, a la tarde y a la noche. También sucede en los campamentos de niños. Muchas madres nos dicen: “¿Qué le han hecho a mi hijo que está más servicial y me trata bien?” ¡En una semana de campamento pueden suceder cosas extraordinarias si las palabras que se les entrega a las personas son de vida! No se necesita mucho tiempo, es suficiente que la persona sea expuesta a la palabra de Dios. Es como la suciedad, tú estás mugriento, abres la ducha, te enjabonas y la mugre se va. ¡Te pones bajo la ducha de la palabra de Dios y la suciedad de tu vida sale!

Si tienes por costumbre herir a la gente, y no se trata sólo de que hieres a las personas sino que tu alma está herida, tu corazón está infectado. ¡No tienes paz! Necesitas que Dios obre en tu vida. Proverbios 13:3 dice así: “El que guarda su boca guarda su alma; mas el que mucho abre sus labios tendrá calamidad”. ¡Tu corazón necesita de continuo la palabra de Dios! En una oportunidad Jesús le dijo a sus discípulos: “Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado” (Juan 15:3). ¡La palabra de Dios limpia! Señala la Biblia en Proverbios 15:4: “La lengua apacible es árbol de vida; Mas la perversidad de ella es quebrantamiento de espíritu”. Hay personas que toman pastillas para la depresión, pastillas para dormir y otras para despertarse, a quienes les exponemos la verdad de Dios y les decimos: “El Señor te ama, Él está del lado de los que te defienden y quiere sanar tus heridas. Dios te ama y yo también porque Él está en mi”. Les das unas palmadas en la espalda y a la persona angustiada le sale una sonrisa. He visto mucha gente salir de esta atadura de tomar pastillas para la depresión y no era una sola por día sino que tomaban varias, pero les comenzamos a hablar del amor de Dios, les exponemos su palabra y el corazón comienza a sanar. Descubren que hay gente de Dios, que realmente ama y no dicen como el tango: “El mundo fue y será una porquería…” ¡Todo el mundo no! ¡Yo no lo soy!  Una jovencita me dijo: “¡Todo el mundo me mira y habla de mí! ¡Todos me señalan!” ¡No, no! Hay una parte del mundo que es una porquería pero por otra parte están los creyentes en Dios. ¡Los que aman a Dios y aman a la gente!

“La lengua apacible es árbol de vida; mas la perversidad de ella es quebrantamiento de espíritu” (Proverbios 15:4). ¡Más vale no escuchar a ciertas personas! Hay un dicho que reza así: “A palabras húmedas oídos impermeables”. Nosotros tenemos la capacidad de decidir qué cosa dejamos entrar en nuestro corazón; somos personas selectivas y no escuchamos todo lo que se dice por ahí. Así como hay quienes son selectivos en otras cosas, por ejemplo, un gordito que le gusta comer; ésta va caminando y pasa una mujer que sacude la existencia a cualquiera, pero él ni se fija en la mujer sino en la vidriera donde hay comida. Los ladrones tienen una mirada selectiva, ellos no miran todo lo que pasa alrededor sino a esa persona que camina descuidada. Nuestro oído es parecido, hay gente que tiene ganas de juntar bronca y andan tratando de oír lo que no conviene, pero como quieren llenar el corazón de basura, inclusive mal interpretarán algo que les dijiste porque esas personas desean alimentar el fuego de la maldad que hay en sus corazones.

Si este mundo se va a sanar, será por causa de gente que tiene el corazón limpiado por Jesús. Hay personas que me dicen que no dan más, que ya no pueden estar en sus casas porque no soportan lo que el cónyuge les dice todos los días. Dos cosas te quiere dar Dios hoy: Primero, habilidad para no escuchar eso que no te conviene; te quiere dar oídos impermeables; y segundo, sobre toda cosa guardada tienes que guardar tu corazón y tienes que saber elegir qué cosas dejarás entrar en él porque no puedes dejar entrar cualquier cosa. Si tu marido te dice algo destructivo, tú desconectas el oído y no dejas que eso entre a tu corazón porque te producirá amargura. Tienes que ser como el pato; éste segrega una especie de aceite con la que se acicala y eso le permite impermeabilizar las plumas por lo que al entrar en contacto con el agua cuando llueve por ejemplo, ésta resbala, así que al pato todo le resbala. ¡Dios te quiere dar la habilidad de que te resbale eso que te dicen, que entiendes o disciernes que te lo dicen con veneno! Las palabras tienen dos fuentes; Jesús dijo: “… las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (Juan 6:63). ¡No son solamente palabras! ¡Hay espíritu en las palabras! Hay sólo dos orígenes para las palabras: El cielo o el infierno. Vienen de Dios para traer sanidad y bendición, y del infierno para traer enfermedad, muerte y división. A veces careces de paz y no te das cuenta; estás angustiada y no sabes explicar por qué estás así y resulta que no te has dado cuenta que dejaste entrar en tu corazón eso que te hace mal. Dios te quiere dar oídos que sepan filtrar lo que escuchan. Cuando estoy predicando puedo ver en los ojos de la gente si reciben lo que digo como venido de Dios porque se les ve hambre en la mirada. ¡Está entrando espíritu en su corazón! Si yo te hablo de parte de Dios, espíritu entra por tus oídos, sana tu corazón y te dan ganas de ser una buena persona.

Dios también quiere limpiar tu corazón para que haya solamente palabra del Espíritu Santo, adentro. ¡La revolución que se produce en tu corazón cuando entra palabra del espíritu y dentro del él hay palabra del infierno que produce enojo e ira! ¡Tu corazón entra en cortocircuito! Normalmente aquella palabra que entró y produjo ira, amargura y angustia esa palabra tiene mal espíritu y provoca reacciones dentro de ti, entonces hablas y sale un mal espíritu por tu boca. Pero la palabra de Dios, cuando entra a tu vida, produce limpieza, liberación y bendición.

La muerte y la vida están en el poder de la lengua. Juan Diego, hijo del pastor Cash Luna, el primer día en que predicó en el campamento de jóvenes oró para que se sanaran ciertas enfermedades y al otro día, algunas personas le dijeron que se habían sanado. Eso no fueron solamente palabras. Dios nos ha dado a los cristianos que estamos apegados a Él, que hablemos su palabra y así como Jesús declaró: “Las palabras que oyen de mí son espíritu y son vida” yo también puedo decirte que las palabras que recibes de mí son espíritu y son vida. No peco de orgulloso si te digo que el mismo espíritu que ungió a Jesús me ungió también a mí. ¡Es el mismo Espíritu y la misma unción! Las palabras que yo hablo están en la Biblia y son palabras de Jesús. Tú puedes ser igual y transformarte en una tremenda bendición para el mundo. Ojala entres en un estado de conciencia, de cuán importantes son las palabras que emites y que cuando hablas, espíritu sale de tu boca porque la palabra que Dios envía, nunca vuelve vacía.

Una mujer me dijo que su esposo es una piedra y no le entra nada, pero yo le respondí que cuando ella le da palabra de Dios pareciera que no le entra nada, pero entra. El hombre está endurecido y se hace el malo pero cuando Dios habla, le pega duro y aunque por fuera es frio, por dentro recibe esa palabra que no lo deja dormir. Tú tienes que creer que cuando hablas das a la gente palabra de Dios y espíritu sale de ti. Jesús declaró: “El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él…” (Juan 7:38-39). ¡El Espíritu sale por tu boca! ¡En las palabras se mueve el espíritu que abunda en tu corazón! ¡De la abundancia del corazón habla tu boca! Si todo lo que ves y lo que hablas es negativo es porque estás siendo influenciado por un espíritu negativo. Cuando dejas entrar cosas que no tienes que dejar entrar, tienes pecado adentro y a las cosas hay que llamarlas por su nombre; el resentimiento, la amargura, la tristeza, el rechazo son pecados y Dios te dio un cloro emblanquecedor tremendo llamado la sangre preciosa de Jesucristo. No se trata sólo de que contaminas al otro, sino que te contaminas a ti también. ¡Estás generando veneno dentro de tu corazón! El diablo encontró un conducto por donde insistir y llenar tu corazón con algún mal espíritu que no proviene de Dios.

CONCLUSIÓN

Pídele al Señor que te limpie con su sangre y te haga libre de esos espíritus del infierno. Las palabras de satanás son muerte y cada vez que él logra meter una palabra de mentira adentro de tu corazón, en realidad está metiendo muerte, pero Jesús te dice: “Deja que en tu corazón entren mis palabras que son espíritu y son vida”. ¡Dios quiere darte vida! Hay muchas personas que caminan pero están muertas; hay mujeres que se pintan muy bonito así como hay hombres que se visten elegantes pero están muertos y Jesús declaró: “Deja que los muertos entierren a sus muertos; pero tú ve, y anuncia el reino de Dios” (Lucas 9:60).

¡En las palabras de Cristo hay vida! ¡El Señor infunde aliento y da vida! Y cuando el Señor te limpia ya no hay palabras venenosas dentro de tu corazón, por lo tanto no podrás herir a nadie, sólo bendecir. Dios quiere limpiar tu corazón y tú debes guardarlo porque de ahí sale la vida; y también te quiere dar la habilidad y la capacidad de no escuchar lo que no te conviene. Yo me mantengo en paz porque no dependo de lo que me dice la gente, de lo que opina o piense de mí. Dios me ha dicho quién soy; yo sé quién soy en Cristo y estoy seguro de mi origen y de mi propósito en la vida. No me va a amargar la gente que me dice una sarta de cosas. Yo, a palabras húmedas, oídos impermeables. Cuando termino el día pongo mi cabeza en la almohada y me duermo en paz. Algunos no pueden dormir por lo que le dijeron en el día. ¡Están envenenados!

Dios quiere limpiar tu corazón; hoy te da una gran oportunidad. Quizás estás haciendo un gran esfuerzo en hacerles creer a los demás que eres bueno pero sabes que tienes basura adentro y el Espíritu Santo te lo hizo saber. Él te dice: “Sabes que tienes resentimiento y amargura; sabes que no soportas a la gente. Si cuando ves a alguien te vienen ganas de decirle alguna grosería, necesitas que yo limpie tu corazón”. Hay algunos que logran controlar su lengua pero sube del corazón hasta la boca y vuelve a bajar; y sube y baja, herrumbrando toda la cañería. ¡Necesitas que Dios limpie tu corazón! El Señor te hace ver que no es tanto lo que dicen o piensan de ti,  sino que adentro tienes una especie de imán que atrae lo malo y estás siempre predispuesto a enojarte y a ofenderte. ¿Reconoces que tu corazón tiene suciedad y cuando sale algo de adentro está contaminado? Dios por excelencia, es el dador de vida. ¿Hay muerte dentro de tu corazón aunque por fuera sonríes y respiras? ¡Hoy Dios va a hacer algo nuevo en tu corazón!

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