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COMPRA LA VERDAD Y no la vendas

INTRODUCCIÓN

Hemos llegado a un punto en la historia de la humanidad en que hay una confusión tan grande entre los políticos, los gobernantes, los predicadores, los maestros y profesores, etc. Ha llegado un tiempo de anarquía en que ya no se sabe qué es el bien y qué es el mal. No se sabe qué es la mentira y qué es la verdad, tampoco se le da importancia a esto porque vivimos, no de la verdad, no de la mentira, sino de lo que sentimos. Claro que cuando vivimos de lo que sentimos, vivimos en la mentira porque el hombre no tiene luz propia si Cristo no alumbra su corazón. La verdad que hay adentro del hombre es mentira, y el dueño de la verdad es Dios.

¿Por qué digo esto? He tenido una charla con una chica adolescente que asistió a la iglesia desde muy pequeña. Pero, por allá, cuando cumplió los doce años le dijo a su mamá: “Mamá, a mí me gustan las mujeres más que los hombres”. En ese momento la madre no le dio mucha importancia al asunto, habló con ella al respecto, pero pasado el tiempo, cuando cumplió quince años, la chica que conoció la Biblia, dijo: “Esto es lo que yo siento. Esta es mi verdad”. Los padres que son líderes en la iglesia estaban muy afligidos. La jovencita agregó: “A mí no me van a cambiar, me tienen que respetar. Dios me ama así como soy y yo amo a Dios”. Luego me enteré que con algunas amigas de la iglesia tocaron el tema y yo pensé que ya tenía ese asunto instaurado en la iglesia y me enojé, entonces le mandé un mensaje bastante duro y a ella le dolió mucho que la tratara como lo hice.

Yo digo que no tengo problemas que alguien quiera ejercer sus derechos de sentirse hombre o mujer, de querer ser homosexual, etc. Si quiere ejercer su derecho no necesita ninguna ley para eso. Así como yo no necesito una ley para ser heterosexual y para tener relaciones con mi esposa. Eso le dije a la jovencita que abandonó la ley de Dios y me respondió: “Para empezar, yo no creo que exista una verdad absoluta. Todas las verdades son relativas”. Esto no es nuevo, yo lo escuché cuando estaba en la secundaria. Va ganando terreno esta idea de que la verdad va cambiando con el tiempo y con las culturas, lo que es verdad para una cultura no lo es para la otra, y relativizaron la verdad. Entonces llegamos al punto en que la verdad es tan relativa, que una mujer inventó la sologamia. Se miró al espejo y dijo: “¡Qué linda que sos! Me quiero casar contigo”. Y se casó con ella misma.

Otra mujer que vive en Europa tiene un perro tan amoroso que se casó con él. ¡A dónde vamos a ir a parar así! Ya he contado acerca de un hombre de cincuenta y dos años que se transformó en una niña de seis años. El hombre estaba casado, y tenía hijos, entonces, decidió vivir lo que él declara, su vida verdadera, y abandonó a su esposa y a sus hijos para volver a ser niño.

¿Dónde estará la verdad? ¿Qué es la verdad? ¿A dónde va la locura de este mundo en el que estamos viviendo?

LA VERDAD ES ABSOLUTA

Que la gente piense que la verdad es relativa, no es lo peor; lo peor es que el estado lo quiera imponer en la enseñanza. Para ellos tú puedes crear tu propia verdad; tú eres lo que sientes y puedes percibirte como lo que quieras. ¡Eso es el culto a la ridiculez! En la Revolución Francesa, se le hacía culto a la razón. Se separó la iglesia del estado y se creyó en la razón, entonces dijeron: la razón es la que tiene la verdad y es la que nos ilumina. Los que usaban la lógica y los razonamientos eran cultos y estudiados, o tenían títulos importantes y se les llamaba iluminados. ¿De dónde venía la luz según ellos? De la razón. Si aquello fue el culto a la razón, lo que está sucediendo hoy en día es el culto a la estupidez. Y si no estás de acuerdo con esto eres una persona que promueve el odio; eres una persona intolerante. Si te percibes varón, pero yo te digo que eres mujer, me puedes denunciar por intolerante porque no puedo ver lo que la persona ve.

Ahora, esto no cambia la verdad; la verdad existe. Lo que pasa es que el mundo que ha desechado a Dios corre detrás de la mentira. La verdad y la mentira no son poca cosa. La verdad es luz y la mentira es oscuridad. Quien camina en el engaño no termina bien; no así quien camina en la verdad. La Biblia señala que Dios se viste con vestiduras de luz “El que se cubre de luz como de vestidura” (Salmo 104:2). Fuera de Él hay oscuridad. Todos conocemos ese dicho que dice que “en la noche todos los gatos son pardos”. Pero no son pardos, parecen que lo fueran porque la oscuridad siempre distorsiona la percepción, no te deja ver bien.

Recuerdo que cuando estábamos construyendo en Monte Beraca, convencí a algunos albañiles para que trabajaran conmigo de noche. Terminaba la jornada y yo me iba a levantar una pared de ladrillos en una de las cabañas, y allá venían los albañiles y me preguntaban qué iba a hacer. Yo les decía que iba a trabajar un rato más ya que quería levantar una pared. “¡A estas horas, pastor!” me decían. El tiempo apremiaba. “¿Usted solo lo va a hacer?” Y yo respondí: “Y bueno, si no tengo otra ayuda…” Entonces se me sumaron dos o tres, colocamos unas luces y comenzamos a trabajar de noche por varias horas yéndonos a dormir muy tarde. Cuando volvimos a la mañana, temprano, miramos lo que habíamos hecho y comenzamos a ver los desperfectos que tenía la pared. Y uno de los albañiles me dijo: “Lo que se hace de noche se ve de día”. ¡Qué épocas aquellas! La luz te mostrará la verdad, y la oscuridad sólo te mostrará apariencia.

En cuanto a la verdad, hasta el diccionario está confundido; cuando fui a buscar el significado de la palabra verdad, según el diccionario, la verdad es un concepto de difícil definición. Esta definición está basada en el supuesto de que Dios no tiene nada que ver con la verdad; entonces, si Dios no existe, ¿dónde está la verdad? ¿Quién puede decir: esto está bien o esto está mal? Si Dios no existe, la verdad tampoco existe. Todos pensamos cada uno a nuestra manera y dice la Biblia en Jeremías 17:5: “Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová”. En el mismo pasaje la Biblia nos enseña que no podemos confiar en nuestro corazón, según dice Jeremías: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” La Biblia dice que tenemos que abandonar los caminos de nuestro corazón y los pensamientos de nuestra mente y tenemos que abrazar los caminos y los pensamientos de Dios.

Por ahí, se quiere enderezar la definición del diccionario acerca de qué es la verdad y dice que la verdad es opuesta a la falsedad, el error y la mentira. Ahora, si Dios no existe, ¿qué es la falsedad? ¿Qué es el error y la mentira? Porque si no hay metro patrón para la verdad ni para la mentira, si no sabemos bien qué es la verdad porque según el diccionario es un concepto de difícil definición, ¿cómo nos vamos a oponer a la mentira, si ésta se reconoce porque es opuesta a la verdad? Si es difícil saber qué es la verdad, entonces es difícil saber qué es la mentira. Cuando uno tiene luz no comete errores; cuando tiene la mente y el corazón alumbrados por Dios, hace las cosas bien porque el bien está en Dios y Él sabe qué es lo correcto y lo incorrecto para tu vida.

Un hombre creyente se casó con una mujer en Haití, y la mujer lo dejó al mes de casados, yéndose con el amigo de su esposo. Los jóvenes que no tienen temor de Dios y tampoco lo buscan se dejen llevar por lo que ven y lo que sienten. Entonces se ponen de novios o se casan y se dan cuenta a los meses o a los años que la persona con la que conviven no es de Dios. Ya a esa altura posiblemente está embarazada o ya ha tenido hijos. Mujeres que después de tener hijos se dan cuenta que el marido le fue infiel todo el tiempo. ¿Entiendes lo que es vivir en oscuridad? Yo no creo que Dios permita que una persona que está cerca de Él le suceda algo de eso. Muchas veces les hemos dicho a un joven o a una jovencita que no se involucrara porque la persona no le convenía, y se ponen mal. Le he dicho a una chica que ese joven que le gusta se ha acostado con varias mujeres, pero ella insistió que él le había dicho a ella que la amaba y lo que siente por ella es distinto a lo que sentía por las otras. No conoce la verdad o no la acepta; no recibe la verdad en su corazón y cuando quiere acordar el hombre sigue siendo como antes, un sinvergüenza.

Varios jóvenes me han venido a decir que al final yo tenía razón. Y vaya este ejemplo para cualquier área de la vida; en lo económico, en lo laboral, en las relaciones familiares, etc. Si no conoces la verdad no sabes cómo actuar, o, mejor dicho, actúas y hablas, y metes la pata, como se dice, hasta el cuadril. Hablas desde la oscuridad y no estás entendiendo, no estás conociendo la esencia del bien y el éxito que es la verdad.

¿QUÉ ES LA VERDAD?

Cuando llevaron a Jesús ante el gobernador romano, Pilato. La gente gritaba: “¡Crucifícalo!” Pilato, hablando con Jesús, le termina preguntando: “¿Y qué es la verdad?” En el imperio romano ya se utilizaba el concepto moderno de la “conveniencia política” y Pilato estaba tratando de ver qué era lo que más le convenía hacer. Hablando con Jesús, se dio cuenta que era muy sensato y no había nada malo en Él. La conclusión que sacó es que Jesús no era digno de muerte. Leemos en Juan 18:38: “Y cuando hubo dicho esto, salió otra vez a los judíos, y les dijo: Yo no hallo en él ningún delito”. Después de hablar con Jesús, Pilato llega a la conclusión de que no debe ser condenado, sale al pueblo y declara que no hallaba en Jesús ningún delito. ¿Pero lo salvó? ¡No! Me imagino la escena: Pilato se reunió con sus colaboradores y les preguntó cómo andaban las encuestas, porque necesitaba la opinión y el respaldo político de los religiosos judíos. La conclusión a la que llegó fue que Jesús no había cometido delito pero lo más conveniente desde el punto de vista político era hacerles caso a los religiosos de la época. Entonces hizo algo que todos conocemos; fue y se lavó las manos, y dijo: “Inocente soy yo de la sangre de este justo”. Y después de haber dicho esto firmó la sentencia para que mataran a Jesús.

Hoy en día tomamos decisiones por conveniencia política, por ejemplo: no predicamos el evangelio para no tener problemas. O cerramos los hogares Beraca porque nos acusan de esclavizar a los jóvenes, etc. ¡No cerraremos los hogares Beraca! ¿Y si nos llevan presos? ¡Que nos lleven presos! No somos Pilato, Dios nos ha dado una orden: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. El Señor nos dice en su palabra que tenemos que velar por el pobre y por el débil.

Leemos en Juan 18:37: “Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz”.

La jovencita con la que hablé me había dicho que no creía en verdades absolutas y yo le aseveré que Dios es absoluto, que su palabra es absoluta e inamovible. La Biblia afirma que el cielo ya tierra pasarán, pero sus palabras no pasarán. Jesús no cambia con la temperatura ni con las circunstancias. Las leyes que Él ha establecido, la verdad que ha establecido son inamovibles. ¡La verdad no cambia! El blanco es blanco. Desde Adán y Eva se estableció que el matrimonio es entre un hombre y una mujer, y desde entonces está determinado que el blanco es blanco, y esto es absoluto. El negro es negro; un niño es niño y una niña es niña. ¿Por qué hablo de esto? Porque la mentira está llevando al mundo a un desastre mayúsculo. ¿Cómo podemos pensar que la niña que nació quiera con tres añitos ser un nene? ¡Ya no le podemos poner ni el nombre! La Comisión de Población del Senado de la República ha estado estudiando un proyecto de ley por el cual se le concede el derecho a los menores que deseen cambiar su identidad sexual, o sea, si quisieran ser trasngénero, si nace niña, pero quiere ser niño o viceversa; el estado le costeará la operación para que puedan hacer como deseen. El estado se arrogará el derecho de hacerlo con o sin el consentimiento de los padres porque señala que es el derecho de los menores y los padres no tienen que meterse. ¡Se está destruyendo la patria potestad! Se está vulnerando el derecho de los padres a elegir la clase de educación que quieren para sus hijos. Por eso hoy te hablo de la verdad y de la mentira. ¡El estado se está arrogando el derecho de mutilar a nuestros niños de por vida! No es que después le hacen otra operación y los dejan como estaban. Una vez que operan al niño no podrá funcionar más como hombre. Pero tampoco la niña podrá funcionar como una mujer.

Estas cosas están sucediendo delante de nuestras narices porque se niega la verdad. Cuando nace una niña, ésta tiene cromosomas femeninos y por más que se la opere y se le pongan hormonas masculinas, los cromosomas de esa niña seguirán siendo femeninos; o sea que esa niña va a vivir una contradicción toda su vida. Es difícil, cuesta explicarlo, y lamento si es crudo lo que digo, pero si le ponen un pedazo de carne, no creas que ese pedazo de carne va a tener una erección. ¡Es muy lamentable! No te hacen gratis una dentadura, pero sí, van a mutilar a nuestros niños gratis.

“¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!” (Isaías 5:20). Es que sin Dios se trastornan los sentidos; es que cuando dejas a Dios de lado la verdad se pierde y tomas decisiones en oscuridad. Tú crees que todos los gatos son pardos, pero cuando aparece la luz te darás cuenta que no es así. Sófocles, filósofo griego dijo lo siguiente: “La verdad puede más que la razón”. Este hombre descubrió que la verdad es absoluta e inamovible, y que la razón sucumbía. Si hace mucho calor cambia tu estado de ánimo y no piensas ni razonas con claridad. Si aumenta mucho la humedad te pones fastidioso y contestas mal. Si estás conversando con alguien con quien te gusta estar te sientes bárbaro, pero llega tu suegra y te cambia el estado de ánimo. Cambia el estado de ánimo, cambia la lógica, cambia la razón. La razón no sirve como metro patrón, y los sentimientos menos. Ahora siento de una manera, al rato siento de otra. En cada encuentro que se lleva a cabo en Monte Beraca, conozco gente que antes me detestaba y decían de mí que yo era un chanta y le robaba la plata a la gente. ¿Por qué? Porque lo sentían; porque escucharon que otros decían de mí y sacaron la conclusión de que es verdad. Ahora me ven y me abrazan y me piden perdón porque hablaron mal de mí, a lo que les pregunto si ahora me aman y dicen que sí. “¿Por qué me amas?” les pregunto. “Porque ahora lo conozco” es la respuesta. Y yo le digo a esas personas: “Tú no me conoces”. Es que sólo Dios me conoce bien.

¡Lo que yo siento no es la verdad! Primero tenemos que llegar a la conclusión de que la verdad existe. Un niño es un niño. ¿Tan difícil es? Una niña es una niña. ¿En virtud de qué yo puedo asegurar que tal cosa es cierta? En virtud de la fe que tengo en la palabra de Dios. Sófocles dijo que la verdad vence a la razón y Cristo dijo: “Yo soy la verdad”. Por lo tanto, Cristo vence el mal y la oscuridad. Jesús le dijo a Pilato: “Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad” (Juan 18:37). Y Juan 1:1 dice: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”. Verbo proviene del griego “logo”, que significa palabra; pero se traduce verbo porque logo vendría siendo palabra muerta, en cambio, verbo conlleva una acción. La verdad de Dios, la verdad eterna de Dios se hizo carne y caminó entre nosotros. Por eso, decir que la palabra de Dios es la verdad es lo mismo que decir que Cristo es la verdad. ¡Cristo es la verdad encarnada de Dios! Y Él dijo: “Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar” (Juan 12:49).

Las palabras de Cristo son las palabras del Padre. Proverbios 23:23 dice: “Compra la verdad, y no la vendas”. Tienes que leer la Biblia porque si no lo haces te estás perdiendo la verdad. Jesús declaró: “Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz”. Con Cristo no hay medias tintas y no lo vas a conformar diciéndole: “Yo te amo”. Le vas a demostrar que lo amas abrazando su verdad.

El Señor también dijo: “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca” (Mateo 7:24 y 25). ¿De qué habla aquí? ¡De sus palabras! Sus palabras te dan firmeza y seguridad porque la verdad siempre es verdad y la mentira siempre es mentira.

A la luz se le puede medir la velocidad y la energía; se le mide los lúmenes, o sea que se mide el flujo luminoso. La luz es algo real, pero a la oscuridad no se le puede medir nada porque la oscuridad no existe. La oscuridad se manifiesta por la ausencia de la luz, pero si enciendes un pequeño fosforo, la más densa oscuridad será atravesada por esa luz. Cuando yo hice el servicio militar, nos decían que cuando estuviéramos de guardia en la noche, no podíamos encender fuego ni fumar porque el fueguito que sale del cigarro se podía ver a un kilómetro de distancia. Por más densa que sea la oscuridad, la más pequeña luz la atraviesa. Porque la verdad es y la mentira no es. Sin embargo, la mentira se empeña en hacernos creer que es la verdad y para eso tiene que trastocar la verdad, para que la verdad parezca mentira y viceversa. Pero la verdad seguirá siendo la verdad siempre. ¡La verdad siempre va a alumbrar!

BUSCA LA VERDAD Y AFÉRRATE A ELLA

Compra la verdad y no la vendas. ¿Cómo hacemos para comprar la verdad? Cristo dijo cómo es que llega la luz a nosotros; los discípulos estaban tristes porque Jesús les había dicho que Él iba a morir en manos de inicuos, que lo iban a juzgar y a crucificar, y les declaró: “Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí” (Juan 15:26). Notemos que cuando se refiere al Espíritu, habla en singular, y no es que hay muchos espíritus, sino que hay solo un Espíritu de verdad. El Señor declaró que el Espíritu de verdad dará testimonio acerca de Él y Cristo es la verdad. Aquel que ama a Dios y se apega a Él, aquel que ama su palabra conoce la verdad. Yo humildemente te digo que soy un hombre seguro, predico con certeza porque amo la verdad. Yo no predico según mi parecer ni lo que siento, yo me he aferrado a la palabra de Dios. He tenido que atravesar circunstancias muy difíciles y muchas veces me acerqué a Dios llorando y clamando, diciéndole: “¡Dios no te entiendo! ¡Te tengo miedo!” Una vez llorando, leí en el Salmo 119:141: “Pequeño soy yo, y desechado, mas no me he olvidado de tus mandamientos”. Me lamentaba porque había perdido muchas cosas que amaba y no entendía que, precisamente, Dios quería que dejara de amar esas cosas para amarlo a Él. Yo no entendía, estaba en oscuridad. Hoy soy un hombre seguro y es porque he decidido confiar en la palabra de Dios.

La palabra de Dios es la espada del Espíritu. ¡Debes leerla! La verdad no está en la última película de Netflix, no está en los noticieros o en la prensa, ni en las opiniones de la gente; la verdad está en la Biblia. La palabra de Dios es la verdad; la palabra de Dios es el Espíritu, y el Espíritu es la verdad, y es enviado del cielo a nosotros para revelarnos a Cristo. Es feo sentir que nadie te valora, es feo sentir que no te aman; qué feo es sentir que ni tu propio pastor te puede dar lo que necesitas. Ha fallecido el padre de una de nuestras pastoras y yo le dije que no podía consolarla, aunque la amaba con todo el corazón, pero le pedía al Dios del cielo que la consolara porque Él es Consolador de su vida. ¡Cómo quisiera yo poder consolar, pero no soy yo! ¡Es Él!

En el encuentro había un matrimonio, en un momento, cuyo esposo estaba decidido a irse. ¿Cuál era el problema? La esposa es celosa. Ella le recriminaba que miraba a otras mujeres y él quería convencerla que no era así. Mientras yo estaba predicando, el hombre la acariciaba, la besaba, y la verdad es que me desconcentraban. En el momento en que estábamos imponiendo las manos sobre las personas para que recibieran el Espíritu Santo, el hombre estaba con las dos manos levantadas, pero de repente bajaba una mano y la besaba. Estaba más ocupado en besarla que en recibir la llenura del Espíritu Santo. La mujer era celosa y él la besaba para demostrarle que la amaba sólo a ella. Uno no deja de ser celoso porque te den besos. ¡Esa no es la verdad! La verdad es que cuando Dios viene a tu vida te hace libre del espíritu de celos o de cualquier otro espíritu.

A veces hacemos cosas para ayudar a la gente, que no sirven. En cambio, el Espíritu Santo sí sabe qué hacer. Él sabrá que hará con nuestra pastora que perdió a su papá. Ella en un año perdió a una hermana, a otro familiar que no recuerdo y a su papá. Dios sabrá qué hacer con nuestra hermana. Nosotros la bendecimos, pero el poder está en la palabra de Dios que dice así: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios” (2ª de Corintios 1: 3 y 4). Yo te puedo consolar a través del Espíritu Santo con la consolación que Dios me ha dado a mí. Yo no te predico sólo lo que he leído de la Biblia; yo predico lo que la palabra de Dios ha hecho en mí. Es mi experiencia, por eso te lo digo con certeza. ¡La palabra de Dios te afirma en la vida! Muchos cristianos se consuelan con pastillas, otros con alcohol. ¡En la palabra de Dios está todo lo que tú necesitas para caminar confiado, con certeza, con seguridad y con libertad!

CONCLUSIÓN

Leemos en Juan 16:13 y 14: “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir, El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber”. Tu relación con Dios es tu relación con el Espíritu Santo. Él toma de Cristo y te lo hace saber. El esposo que estaba con sus manos levantadas pero pendiente de su esposa, no estaba buscando que el Espíritu Santo lo llenara; estaba besando a su esposa para que ella se convenciera de que la amaba. La oscuridad te lleva a hacer cosas que no vienen del Espíritu Santo.

Los pensamientos y los sentimientos te turban. Estás en una situación en que no sabes qué hacer con tu vida. Tú necesitas abrazar a Dios y pedirle que te llene con su Espíritu Santo. Él es el Espíritu de verdad que te guía a toda verdad. Te sientes impotente porque no ha podido resolver alguna situación, ya has golpeado todas las puertas y no has encontrado la solución. Cristo fabrica puertas, el Señor es carpintero. ¡Cristo abre puertas donde no las hay! Él sabe lo que hay que hacer. Dios hace todo de la nada, de lo poco hace mucho. Tu problema no es resolver tu problema; tú debes resolver tu relación con Dios. Que tus circunstancias no te desvíen la mirada que debe estar puesta en Dios y no en el problema. ¡Déjale al Señor tus cargas ahora! Acércate a Dios con tu angustia y con tu dolor. Dile al Señor: “Perdóname por vivir tan afanado, tan ansioso y tan lleno de temores”. Ese gran problema que estás atravesando no es un gran impedimento para Dios, entrégaselo porque en sus manos ese problema no es nada. Deja de afligirte y comienza a confiar y a esperar en Él.

“Padre querido, quita la culpa, la carga y la opresión de las vidas. ¡Llena con tu presencia, Espíritu Santo! Toma los dolores, las enfermedades y las preocupaciones, querido Jesús. Envía tu Espíritu ahora sobre cada vida. Espíritu Santo, tú que tomas de Jesús, haznos saber la verdad”.

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INTRODUCCIÓN

Dios ha inquietado mi corazón y tengo la necesidad de parte del Señor de comunicarle a la iglesia con toda crudeza y certidumbre una advertencia, y se trata de que aquellos que no estén arraigados en la palabra de Dios serán zarandeados, caerán, y muchos se perderán, y no te servirán de nada los diezmos y las ofrendas que has puesto o si has asistido a la iglesia. El sustento de tu vida eterna es la palabra de Dios. Dijo el apóstol Pablo: “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría…” (Colosenses 3:16). Así dice la Biblia en Hebreos 4:12: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”. Al decir que es viva, se complementa con lo que dijo el apóstol Pablo al referirse a que la palabra de Dios more, o sea, viva en abundancia en nosotros. Dios requiere templos vivos, y esos somos nosotros, pero también requiere ese lugar vivo para hacer morar ahí su palabra viva.

¡ADVERTENCIA!

El mundo será terriblemente sacudido y muchos que no conocen bien la palabra de Dios o aquellos que tienen miedo y no se aferran a la palabra de Dios, serán perseguidos y matados. Muchos se perderán. Porque el ancla de la vida es la palabra de Dios. Leemos en Juan 3:31: “El que de arriba viene, es sobre todos; el que es de la tierra, es terrenal, y cosas terrenales habla; el que viene del cielo, es sobre todos”. Aquí queda claro que Jesús viene de arriba, y este versículo también nos sugiere que hay quienes vienen de abajo. Aquí el Señor hace una diferencia entre la naturaleza que Él tiene y la naturaleza que tenemos nosotros los terrenales. Hay una diferencia de sustancia, hay una diferencia en la naturaleza de lo que el Señor es y lo que nosotros somos; y también hace un énfasis en cuanto a lo que habla el que viene de arriba y lo que habla el terrenal. Si yo dijese: “Sea la luz” nada sucede; ahora, Dios dijo: “Sea la luz” y surgió la luz. Todo estaba oscuro, desierto, vacío y en caos; no había nada de luz, ni siquiera un resplandor. No había sol, luna ni estrellas, tampoco había lumbre. Mas Dios dijo: “Sea la luz” y fue la luz.

Yo puedo decir lo mismo que dice Dios y no pasa nada, pero si el Señor habla, suceden cosas extraordinarias. La palabra puede ser la misma, pero, una cosa es si esa palabra sale de la boca de Dios y otra si sale de nuestra boca. La raíz de las palabras terrenales está en el corazón de los hombres y la raíz de las palabras celestiales está en el corazón de Dios. Jesús, refiriéndose a sí mismo dijo: “Y lo que vio y oyó, esto testifica; y nadie recibe su testimonio” (Juan 3:32). El Señor dice aquí que Él no habla por su cuenta, sino que habla lo que ve y oye de arriba, del Padre. El gran poder de Jesús radica en que Él habla lo que el Padre habla. Jesús dijo: “El que me ama, mi palabra guardará…El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió” (Juan 14:23-24). Hay una diferencia abismal en cuanto a la sustancia y al poder de la palabra de Dios.

Por eso dije que el Señor ha inquietado mi corazón porque los que se sustenten en palabras terrenales, serán abatidos en el tiempo que viene. Aquellos que se sustentan en palabras terrenales no cumplen la voluntad de Dios y no hacen su obra. Pero Dios hace cosas extraordinarias con aquellos que creen en Cristo Jesús. Dice la palabra de Dios en Juan 1: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”. Aquí se une el hombre a Dios y comienza a disfrutar de una naturaleza que no tenía, y del poder que opera en la palabra de Dios que sale de la boca del hombre.

Muchos se sustentan en su orgullo; son brabucones y bocones porque son creídos; en cambio, hay muchos que son bravos porque tienen fe en Dios y cuentan con su poder. Tienen el respaldo de Dios y no el del brazo terrenal y humano. Jesús lo dice de una y de otra manera, así lo leemos en Juan 3:34 al 36: “Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues Dios no da el Espíritu por medida. El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él”.

LA PALABRA DE DIOS DA VIDA ETERNA

¿Qué se necesita para creer? Se necesita oír. O sea que oigo la palabra de Dios y creo. Creer en la palabra de Dios que nos da vida eterna. La palabra es eterna y la sustancia también. Jesús declaró: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”. Todo existe por la palabra de Dios. Leemos en Hebreos 11:3: “Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía”. La palabra de Dios produjo el firmamento y todo el universo. Todo lo que se ve fue hecho de lo que no se veía; el universo fue creado y se sustenta por la palabra de Dios. ¿Qué es más importante, el universo o la palabra de Dios? ¡La palabra de Dios! Dijo el Señor: “Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento” (Isaías 65:17). Está dicho en la palabra de Dios que hay un límite en cuanto a la existencia del planeta y del universo. En el libro de Apocalipsis capítulo 21, nos dice Juan: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más”. Por lo tanto, el universo, que funciona de una manera tan extraordinaria va a desaparecer. No sólo lo dicen Isaías y Juan, también lo dicen los científicos, uno de ellos es Stephen Hawking quien declaró que en seiscientos años la tierra se convertirá en una enorme bola de fuego. O sea que la ciencia tiene bien claro que tanto la tierra como el universo van a desaparecer. ¡Chocolate por la noticia! Esto lo declaró Juan hace dos mil años atrás e Isaías setecientos años antes. Y aparece Jesús hace dos mil años, y dice: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”. No se trata de un poema o algo alegórico; el Señor afirma que el cielo y la tierra pasarán, pero la palabra que les dio existencia al cielo y a la tierra no pasará. ¡La palabra de Dios es más firme que el universo!

Lamentablemente suenan tantas campanas en el mundo que nos marean y confunden, y hay muchos creyentes así. Hoy en día las personas no saben si son hombres o mujeres. Yo sí sé porque sigo aferrado a la palabra de Dios. A mí no me enseñan los enseñadores de esta tierra; a mí me enseña y me sustenta la palabra de Dios. Vienen tiempos en que seremos perseguidos e iremos a la cárcel porque nos acusan de que nos levantamos contra los derechos humanos. Por eso les digo a los cristianos que se afirmen en la palabra de Dios. Cuando venga la tempestad no habrá nada más firme que la palabra de Dios y nada te dará más paz que su palabra. No habrá nada que te pueda librar más que la palabra de Dios. Su palabra es su brazo, es su poder. Cuando Dios habla, cosas tremendas suceden.

¿Por qué Jesús sanaba a los enfermos y resucitaba muertos? Si un hombre común se parase ante la tumba de Lázaro y gritara: “Sal fuera”, esa sería una palabra terrenal. Pero Jesús se para ante la tumba y dice: “Lázaro ven fuera”, y el muerto de cuatro días, con olor nauseabundo, se levanta y sale afuera. ¡Esto es el poder de la palabra de Dios! ¿Cuál es la clave? Jesús no hablaba sus propias palabras, sino que hablaba lo que había visto y oído del Padre. El que viene del cielo es celestial y cosas celestiales habla; y manifiesta el gran poder de Dios a través de su palabra. El diablo está generando miedo en cuanto a confiar en la palabra de Dios; el diablo genera confusión porque enseña como verdades las mentiras del infierno, pero yo sé que habrá un remanente que se sostendrá en la palabra de Dios. Y yo soy uno que pertenece a ese remanente. El cielo y la tierra pasarán pero yo no pasaré porque mi sustento y mi comida es la palabra de Dios.

LA PALABRA DE DIOS ES TU PAN

Dijo Jesús: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4). El pan es el sustento de la vida terrenal y biológica; hay un pan el cual no te ayudará a ir más allá del cementerio. Pero necesitas nacer de nuevo para escuchar la palabra de Dios, para creer en Jesucristo, para que tengas vida eterna. Primero es lo terrenal y animal, después es lo celestial. Tienes que nacer de la carne, ser sustentado en la carne, pero mientras vives en la carne tienes que recibir el alimento espiritual ya que no sólo de pan vivirá el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. La palabra de Dios sí te sustentará más allá del cementerio porque tiene y da vida eterna.

Hay dos alimentos, el pan que alimenta tu cuerpo biológico que no dura mucho tiempo, pero en ese lapso escucharás palabra de Dios la cual te da vida eterna y te sustenta por la eternidad. Jesús decía: “Aquel que oye mis palabras…” Y sabemos que esas palabras no eran suyas sino del Padre. “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca” (Mateo 7:24 y 25). ¡La casa que está sustentada en la palabra de Dios no cae!

Hay un matrimonio que se lleva mal y estamos tratando de ayudar ya que se acusan uno al otro, que no tiene sustento porque pretenden sustentarse de argumentos. Ella le dice a él lo que tendría que hacer y él hace lo mismo con ella, pero las palabras terrenales sólo producen caos. ¡Ese matrimonio necesita ser sustentado por la palabra de Dios! Ellos no leen la Biblia; ellos discuten. No oran, sólo discuten. Las palabras terrenales sólo producen resultados terrenales. El resultado terrenal de un matrimonio que se lleva mal se llama separación y divorcio. Pero cuando un matrimonio, y este ejemplo lo podemos llevar a otro orden de cosas de la vida, cuando se apoya en la palabra de Dios y ambos la buscan para sustentarse, esa palabra de Dios mantiene firme la familia, porque quien edifica su casa sobre la roca, y la roca es la palabra de Dios, no sufrirá pérdidas. Cualquiera que oye y pone por obra la palabra de Dios, al estar sustentado en esa palabra, su matrimonio no se rompe. ¡Nada ni nadie puede contra lo que Dios establece con su palabra!

Lo que hoy te predico lo hago en fe, creyendo que Dios me ha puesto para predicar y no hablo palabra de Jorge Márquez, sino que predico palabra de Dios. ¿Cuál es ese problema tan grave que tienes que no lo pueda solucionar la palabra de Dios? Dijo Jesús: “Mis palabras son espíritu y son vida” (Juan 6:63). El Espíritu vive, no muere. Si las palabras de Dios penetran en tu corazón tú tienes vida, y junto con la vida tienes gozo y paz. “Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia” dijo Jesús. ¿Cómo opera el Señor para que tengas vida abundante? Habla. Él predica y tú crees o no, te aferras o no. Es mentira que Dios no te quiere bendecir. Juan 3:16 dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. ¡De tal manera amó Dios al mundo! Tú perteneces al mundo, eres parte del grupo de seres que Dios ama profundamente, tanto, que envió a su Hijo para que todo aquel que en Él cree no se pierda sino que tenga vida eterna.

Jesucristo es la palabra encarnada de Dios, así dice Juan 1:1: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”. Se utiliza la palabra verbo porque denota acción, y como dije, la palabra de Dios es palabra viva. Así que este versículo se podría parafrasear de la siguiente manera: “En el principio era la palabra viva, y la palabra viva era con Dios, y la palabra viva era Dios”. Y agregó el apóstol Juan que esa palabra descendió y se hizo hombre y vimos su gloria, gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. ¡La palabra de Dios es verdad! Aunque digamos lo mismo que Dios, no podremos decir verdad si lo que hablamos no proviene de Dios. Es que podrás decir lo mismo que Dios, pero lo sacas de tu corazón y eso no le sirve al Señor. Sólo lo que viene de Dios produce la obra de Dios.

El Señor nos ha hecho partícipes de su palabra. Nosotros podemos decir como Jesús, que las palabras que hablamos no son nuestras sino que vienen del Padre cuando realmente son del Padre. Dios da su palabra para un momento dado, para una circunstancia dada, en un lugar dado. No andes por ahí hablando sandeces, ponle freno a tu lengua y no hables lo que no proviene de Dios. Habla lo que el Señor quiere que digas y así harás las obras de Dios. Jesús dijo: “El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre” (Juan 14:12). Para que tú puedas creer, primero tienes que escuchar palabra de Dios. En el momento que crees las palabras de Dios, tienes esas palabras en tu corazón y haces las obras de Dios.

LA PALABRA DE DIOS ES TU LUZ

Dios no sólo quiere salvarte y perdonarte los pecados para hacerte sentir bien; Dios quiere usarte para que alumbres donde hay oscuridad. La Biblia señala que en los postreros tiempos los entendidos brillarán como el sol. Isaías 60 dice: “Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti”. ¿De dónde viene tu luz? ¡De la palabra de Dios! Hay alguien que entendía bien lo que te estoy diciendo. Dice el salmista en el Salmo 119: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino”. Es la palabra de Dios la que te alumbra en cuanto a lo que debes o no debes hacer. Llegará el tiempo en que te arrepentirás de lo que dijiste porque entenderás que no debiste haberlo dicho, o de no haber hablado cuando debías haberlo hecho. Viene el tiempo en que Dios te dará certeza y pondrá firmeza en tu corazón; hablarás y no retrocederás porque sabes que lo que dices no es tuyo sino de Dios. ¡Dios no se ha dejado sin testimonio! Él nos ha dado testimonio de su poder a través de su palabra.

Vienen tiempos en que los cristianos sabrán y entenderán que los pensamientos que tienen no provienen de Dios y los desecharán. “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55: 7 al 9). Dijo el salmista: “En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti” (Salmo 119:11).Tú guardas la palabra de Dios, y dejas de pecar. Conocer la palabra de Dios alumbra el pensamiento, el entendimiento y la razón. ¡Bendita sea la palabra de Dios! Si te estás preguntando qué hacer, yo te digo que busques la voluntad de Dios. Hay algo que el Señor te quiere decir, que va a encaminar tu vida. Que la voluntad de Dios sea el sustento de tus decisiones. La palabra de Dios te guiará a hacer su voluntad. ¡Lee la Biblia y ora!

A la edad de diecisiete años yo era maestro de la escuela bíblica, y llegó un momento en que el Señor me quebrantó y me mostró que yo enseñaba la Biblia conforme a lo que mi corazón me guiaba; me mostró que yo no era espiritual y que lo que enseñaba no era lo que Él quería. Puedes enseñar la Biblia y no estar guiando al pueblo de Dios a hacer su voluntad. Yo tenía un versículo bíblico para todo, pero tanto me quebrantó Dios que empecé a ver que lo que yo enseñaba no tenía poder porque no era soplado por el Espíritu Santo. De pronto leí en la palabra de Dios: “Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación” (Santiago 3:1). Yo quería ser maestro, a la gente le gustaba escuchar cuando les enseñaba la palabra de Dios; pero a partir de ese momento desistí y no quise enseñar más porque el temor de Dios cayó sobre mí. Yo no estaba ungido por el Espíritu de Dios para enseñar. Hasta que fui lleno del Espíritu Santo y tuve un nuevo entendimiento acerca de la palabra de Dios y entendí que no cualquiera puede enseñarla porque quien lo haga tiene que estar encendido y tiene que ser lámpara de Dios o recibirá mayor condenación.

CONCLUSIÓN

Tú has nacido para mostrar la gloria de Dios, y tu boca debe hablar palabra de Dios. Entonces, esa palabra producirá las obras de Dios a través de tu boca. Comenzarás a declarar cosas y esas cosas sucederán. Haber hablado no siendo guiado por el Espíritu Santo ha sido causa de pecado en tu vida; haber enseñado la Biblia no por el Espíritu Santo sino por lo que hay en tu corazón es pecado. Debes decidir hoy no hacer nada que no esté sustentado en su palabra. ¡Pídele que te llene y que te transforme! Tú no eres tu dueño, tú no eres tu dueña; Cristo nos ha comprado con su sangre para que seamos suyos y hagamos su voluntad. Haciendo la voluntad de Dios, tu vida es bendecida y la paz del Señor te acompaña.

Haz un pacto de con Dios y dile que vas a respetar su palabra, que cuando Él te hable tú creerás y harás conforme a su voluntad. Si aún no has tomado en serio la palabra de Dios y obras conforme a lo que dicta tu corazón, eres una persona religiosa y no te salvará que cantes al Señor, no te salvará que ofrendes y diezmes ni que seas miembro de ninguna iglesia, porque la salvación viene de Cristo y Él es la palabra encarnada de Dios. Ponte a cuentas con Dios y pídele perdón porque has hablado livianamente. Pídele que haga una nueva obra en ti y que tu vida sea alumbrada por su Espíritu Santo. Desempolva tu Biblia, comienza a amar la palabra de Dios, a valorarla y a aplicarla a tu vida. Lee la palabra de Dios para saber qué hacer y no esperes a que el pastor te diga que hacer. ¡No vivas de la unción prestada! El Señor quiere que su palabra abunde en tu corazón y que tengas el poder de decidir por su Espíritu y por su palabra. El Señor no quiere que tengas dependencia humana, sino que dependas totalmente de su Espíritu para que digas y hagas conforme a lo que Él quiere.

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INTRODUCCION

Quiero hablarte hoy acerca de la perseverancia. Ésta es una virtud que viene sobre los creyentes que esperan en Dios y los lleva a la victoria. Muchos no llegan a la victoria porque no son perseverantes. La perseverancia es una gracia que Dios derrama sobre los creyentes para que estén firmes en la fe y en la palabra que Él les ha dado. Quiero decirte algo muy importante y haré énfasis en esto hasta la venida de Cristo; los que van a caer en los próximos tiempos son aquellos que no se afirman en la palabra de Dios.

Tú necesitas sustentarte en la palabra de Dios y no moverte de ella. Las circunstancias, satanás y sus demonios vienen con ímpetu para hacerte dudar de la palabra que Dios te ha dado o para que te olvides de ella, pero tú tienes que perseverar en la palabra de Dios que es la espada del Espíritu. Con la palabra de Dios tú combates; no con ideas, razonamientos o emociones. Por lo tanto, es necesario estar firmes en la palabra de Dios. ¡Tienes que leer la Biblia! No puedes correr el riesgo de enfriarte o debilitarte porque la palabra de Dios ha dejado de ser importante en tu vida. Demuestra que tu fe en la palabra de Dios es firme. Estamos acostumbrados a depender de nuestros estados de ánimo.

PERSEVERANCIA Vs. INTELIGENCIA

Se está estudiando un concepto que tiene que ver con el hecho de que la perseverancia vence a la inteligencia. No son los inteligentes los que conquistan las victorias sino los perseverantes. Hay un concepto que se refiere a la inteligencia emocional. Ya a las empresas no les interesa conocer el coeficiente intelectual de los aspirantes. Antes este era un requisito importante, pero fueron descubriendo que tener mucha inteligencia no significa tener capacidad para relacionarse en el trabajo con sus compañeros, con el jefe, o con su cónyuge. Hay muchos que son inteligentes pero no saben cómo manejarse en algunas situaciones de la vida y son manejados por las emociones. Por eso se habla de inteligencia emocional. Ahora, las empresas ponen énfasis en los test que miden habilidades y aspectos de la personalidad que influirán en la futura adaptación a la empresa y al rendimiento. Los empleadores al hacer preguntas al aspirante ven qué capacidad tiene éste para relacionarse ya que el relacionamiento es muy importante. ¿A qué apuntan con esto de la inteligencia emocional? A que no te dominen las emociones. Digamos que las emociones irrumpen en nosotros y van más allá de la racionalidad. La persona no quiso matar, pero lo hizo y no sabe por qué.

Lo que trato de hacerte entender es que las emociones deben ser dirigidas y controladas. Se está estudiando cómo hacer para educar las emociones, y la Biblia señala que Dios nos ha dado a nosotros espíritu de poder, de amor y de dominio propio. Se trata de un estado de ánimo proporcionado y guiado por el Espíritu Santo.

Un matrimonio tuvo una hija que nació descerebrada, o sea, sin capacidad cerebral, y vivió más de doce años. Ellos no se lamentaban por lo que les tocó vivir, porque para ellos su hija era un tesoro. En una oportunidad, viajando en un tren, un barco chocó contra el puente por dónde éste estaba pasando, entonces el tren se sacudió y cayó al agua comenzando a hundirse. Los padres desesperados lograron romper una ventanilla y salvar a su hija, pero ellos murieron. Era una niña en silla de ruedas que no se podía manejar por sus propios medios, ¿era más importante salvarla a ella o que los padres siguieran viviendo? Aquí tenemos un ejemplo de racionalidad versus amor. La razón dice que hubiera sido mejor que los padres vivieran; la vida de la niña no era tan importante. No obstante, lo que prevaleció en los padres no fue la razón sino el amor.

Hay ciertas cosas que operan en nosotros y nos llevan a reaccionar para bien o para mal, fuera de nuestra razón o intelecto. Eso es lo que han descubierto. Y la Biblia señala que Dios nos ha dado un espíritu de poder, de amor y de dominio propio. Cuando los estados de ánimo o la inteligencia emocional operan repentinamente no nos da tiempo a pensar, por lo tanto, las emociones tienen que estar sujetas. Se habla de la educación de los sentimientos, pero según la Biblia hablamos del poder del Espíritu Santo operando en la vida del creyente. La idea es que tenemos que perseverar en esos sentimientos y emociones que son de Dios, porque satanás siempre va a crear argumentos o circunstancias para que nos salgamos de juicio. Aristóteles sugirió que tenemos derecho a enfurecernos contra alguien. “Todos podemos enfurecernos contra alguna persona. El problema es si nos enfurecemos con la persona correcta, en la medida correcta, por la circunstancia correcta, en el momento correcto. Eso es difícil”. La Biblia dice así: “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo” (Efesios 4:26). Puedes airarte con alguien, pero no debe dominarte la ira. El Espíritu Santo quiere obrar con poder y amor en nosotros, y darnos dominio propio para que caminemos por la vida tomando las decisiones correctas y no impulsados por sentimientos repentinos.

Acerca de la perseverancia, dijo Jesús que el sembrador salió a sembrar su semilla. Cuando yo era chico, veía a los sembradores arrojar semillas al viento. Hoy en día las semillas se comercializan envasadas por miles, son transgénicas y no permiten la siembra con semillas orgánicas. Entonces tienes que colocarlas en el surco una por una, aunque antes se arrojaban las semillas sobre la tierra y eran un montón. El sembrador entonces salió a sembrar, y una parte cayó en el camino, otra en el pedregal, otra entre espinos y otra en buena tierra. Y dice Lucas 8:15: “Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia”. La tierra en este caso representa el corazón del hombre. Hay corazones como la tierra con espinas, como pedregales, o como el camino en el cual la semilla es hollada y en donde vienen las aves y se la comen. Pero hay corazones buenos, y la semilla que se siembra es la palabra de Dios. Los que retienen la palabra son los que perseveran en ella y se afirman. Jesús dijo: “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca” (Lucas 6:24 y 25). Lo que le da firmeza a tu vida, a tu matrimonio, a tu familia, tu trabajo y tu economía, es que retengas la palabra de Dios en tu corazón.

En uno de los hogares de Beraca plantaron unos plantines de tomates en un invernáculo, pero en tres días no vamos a ver tomates aún. La persona que no es perseverante es impaciente. “Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia”. El fruto está ligado a la perseverancia y ésta implica esperar con fe, plantarse en la fe, y saber que Dios va a obrar. Entonces no me voy a desesperar porque si lo hago, entonces no soy perseverante; si me angustio menos. No soy perseverante si se me va la boca diciendo que Dios no me escucha, Dios se demora, etc. El perseverante vive seguro y sabe que Dios va a obrar; no se apresura porque hay un tiempo de sembrar y un tiempo de cosechar. Entonces, los corazones buenos dan fruto con perseverancia. Son los que perseveran los que logran las victorias por lo que la inteligencia es vencida por la perseverancia.

Cuando estudiaba en la secundaria, había cuatro alumnos que eran los mejores, y entre ellos estaba yo. Tres éramos amigos y a veces nos decíamos que no íbamos a estudiar para matemáticas por ejemplo y que los ejercicios lo íbamos a sacar en la prueba. Nos desafiábamos a nosotros mismos; éramos inteligentes. Y a nosotros nos gustaba disfrutar la vida, queríamos divertirnos, entonces yo estudiaba muy tarde a la noche. Al otro día, cuando la profesora preguntaba acerca de lo que había estudiado en cuestión, yo levantaba la mano. Aprovechábamos a estudiar en los recreos con mis otros dos amigos. Pero había uno que cada vez que lo invitábamos a salir para divertirnos se negaba porque tenía que estudiar. ¡Qué plomo!” le decíamos. “¡Otra vez vas a estudiar!” Supongamos que era viernes y el lunes teníamos prueba, entonces lo invitábamos para ver algún partido el fin de semana, pero no había caso. “El traga” se la pasaba estudiando. Y nosotros lo despreciábamos porque él nunca disfrutaba de la vida, porque tenía que estudiar. Pero tengo que decirte que nosotros, los tres amigos inteligentes, apenas lográbamos un siete o un siete con cincuenta en calificación y con siete se exoneraba la materia. Y si teníamos seis con setenta y cinco íbamos a llorarle a los profesores: “Me faltan veinticinco centésimos. ¡Póngamelo!” Y ellos accedían. ¡Así fuimos sacando las materias! Yo rendí exámenes unas cuatro veces en todo el período de secundaria, y salíamos aprobados, pero con siete cincuenta como máximo. Ahora, el abanderado era “el burro” que estudiaba mucho y se sacaba nueve y diez. Y ese era el puntaje más alto. Así que todos los años pasaba con nota alta. ¡El perseverante le ganó a los inteligentes!

INTELIGENCIA EMOCIONAL

El perseverante es más inteligente que el inteligente. Me refiero a la inteligencia emocional que nos lleva a ser disciplinados y a perseverar en lo que queremos alcanzar. Yo aprendí de perseverancia cuando me enamoré de Marta. Para los que no saben, ella no se quería casar conmigo y decía que yo era un negro ruliento. Y me sucedió que en mi desesperación por su negativa, yo le preguntaba a Dios por qué tenía que estar viviendo eso, y por qué no me contestaba y me daba una palabra. Yo me compré todos los libros que hablaban acerca de la oración y me los leí todos. Así que yo puedo aseverar que la aflicción produce victoria. No logró Marta arrebatarme la victoria. Yo aprendí a perseverar. Le hablé una, dos, tres veces, hasta que me cansé y la cansé a ella. Pero entonces yo iba a Dios y le decía: “Señor, qué hago? ¡Yo la amo!” Y le pedía al Señor una palabra, y un día, estando yo desesperado agarré la Biblia la abrí y señalé un pasaje: Mateo 21:22: “Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”. “¡Guau!” exclamé. Lo leí y lo volví a leer varias veces. ¡Dios me había hablado! Me volvió la esperanza. Ahí mismo me arrodillé y comencé a orar: “Señor, te pido que me des a Marta”.

Yo creí a la palabra de Dios. Al día siguiente esperaba encontrarla a ver si me miraba, si me hacía una guiñada, lo que fuere. Pero ni una sonrisa. ¡Nada! Ni me registraba. Y ella me había dejado bien claro que conmigo no se iba a casar. Un día su hermano me ve y me dice: “Marta se va a casar en diciembre con el otro”. Enseguida me pregunté qué había salido mal. Pensaba si realmente Dios me había hablado. Me arrodillé al lado de mi cama y llorando dije: “Dios, ¿qué pasó? Tú me dijiste que todo lo que yo te pidiera en oración creyendo lo iba a recibir. ¡Por favor háblame!” Llegó un momento que abría la Biblia y sistemáticamente me salía Mateo 21:22. La cerraba y cuando la abría de nuevo, ahí estaba el pasaje de Mateo 21:22: “Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”. Otra vez me volvía el alma al cuerpo. “Señor, te reclamo que me des a Marta. Yo me afirmo en esta palabra…” A los días volvía el hermano y me decía: “Marta se ha comprado la heladera”. O sea que ya tenía fecha para casarse, tenía cocina, heladera, ¡todo! Y yo sólo tenía ese versículo bíblico. Pero no había nada que me mostrara que algo estaba sucediendo porque las evidencias eran todas contrarias a la fe y a la perseverancia. Yo me enojaba y me daban ganas de aventar la Biblia, de ir y decirle que no la quería más, etc. ¡Ella vivía al lado de mi casa! ¡Por favor! Yo sabía a qué hora salía a estudiar piano y me sentaba un rato antes en la vereda, para verla. Pensaba que me iba a saludar, pero ella pasaba tiesa.

Yo aprendí que, o te aferras a la palabra de Dios o pierdes. Pasados los dos años viene el esposo de la hermana y me invita a salir con ellos y me dijo que también iba Marta, pero me fui a casa y le dije a Dios: “Yo no quiero salir con Marta. Sólo quiero que me quites este amor por ella. Quiero odiarla. Tampoco quiero ser necio porque tú me dijiste que todo lo que pidiera en oración, creyendo lo recibiría. Así que voy a salir con ellos y le voy a hablar por última vez”. Así que me le aproximé y le dije: “Por última vez te voy a preguntar si te queres casar conmigo”. Y ella me dice: “Sí!” Se había peleado con el otro y yo no sabía nada. ¿Dónde quedaron la cocina y la heladera? En la casa de Marta. ¿Con qué cocina y con qué heladera equipamos nuestra casa cuando nos casamos? Con la que se había comprado para casarse con el otro. Ahí aprendí a perseverar en la palabra de Dios. Eso me sirvió cuando comencé mi pastorado en Uruguay ya que muchas cosas sugerían que yo iba a fracasar, pero me aferré a las promesas de Dios y perseveré por veintiséis años predicando el evangelio, y Dios me ha sacado adelante. Yo no recuerdo en todo este tiempo haberle dicho a Dios: “No tengo ganas de predicar. No lo voy a hacer”. Yo sigo sembrando a ver si alguna palabra cae en buena tierra.

Los que no perseveran se apartan del camino y se quedan; los que no perseveran no conquistan las promesas. Viene a mi memoria el caso de una mujer que estuvo orando por su esposo por años. Ella me decía que él era muy duro, que reñía del evangelio y la maltrataba, pero no le importaba porque había creído e iba a orar hasta que la piedra se ablandara. La mujer me hablaba con tanta fe que me maravillaba. Pasaron algunos años y me dijo: “Mi marido no va a cambiar. Es más duro que una piedra”. Le reconvení que había orado mucho por el esposo y tal vez llegó el momento en que él se iba a entregar a Cristo, pero ella había desistido. “Que se busque otra, yo me voy a separar. No quiero saber más nada con él”. Le dije que estaba arrojando a la basura diez años de haber perseverado en oración. “No importa, ya estoy cansada y fastidiada. Se me fue el amor” me dijo. Le informó al esposo que lo iba a dejar, pero él le insistía llorando que no lo hiciera. ¡Y lo dejó! El esposo vino llorando a la iglesia y me preguntaba qué hacer porque la esposa lo estaba abandonando. Yo le dije que debía entregarse a Cristo y accedió, y en su desesperación hizo una oración pidiéndole perdón a Dios por haber sido tan duro con esposa. Estaba feliz y se sentía en paz. Yo llamé a la mujer, le conté lo sucedido y la felicité. Pero ella me respondió: “¡Que se busque otra!” Esa mujer casi venció. Le faltó perseverar un poquito más. Aquellos que dicen que ya no aguantan más, no sean como esa mujer que casi venció. Ella terminó separándose de su esposo y arrojó a la basura diez años de oración.

La perseverancia no entiende de razones. La perseverancia está ligada a la fe y la fe no retrocede. La perseverancia te ayuda en la fe para que alcances la victoria a su tiempo. El fruto tiene un tiempo. Quien no es perseverante, es impaciente, entonces se acelera, se enoja con Dios, con el pastor y con la vida. Y este tipo de actitudes demuestran que no hay paciencia ni perseverancia y sin esta virtud no se alanza la salvación del alma. Los que creemos, somos pacientes y perseverantes hasta la muerte. Dijo Jesús: “Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mateo 24:13).

Recuerdo un hombre que me dijo, se sentía mal; él reconocía que le había sido infiel a la esposa, pero hubo un tiempo en que fue fiel, aunque en ese tiempo no era feliz y no tenía victoria, entonces fue infiel. Después volvió a serle fiel pero no veía avances en su vida así que decidió ser infiel nuevamente. Hay quienes se sienten con derechos habidos porque fueron fieles por un tiempo. Quiero decirte que Dios conoce tu vida y tu corazón; el Señor conoce tu futuro y sabe que vas a caer. Yo le dije a ese hombre: “¿Te crees que Dios es tonto y que te va a bendecir así porque sí porque fuiste fiel un tiempito?” ¡Hay que ser fiel y perseverante toda la vida!

Dios premia la perseverancia. Había un rey que reinó en Jerusalén, su nombre era Uzías; este rey fue coronado a los dieciséis años de edad. Era muy jovencito, pero gracias a Dios había un sacerdote que lo guiaba. Leemos en 2ª de Crónicas 26:5: “Y persistió en buscar a Dios en los días de Zacarías, entendido en visiones de Dios; y en estos días en que buscó a Jehová, él le prosperó”.  Queda claro aquí que ésto le sucedió en los días de Zacarías porque en otro tiempo no buscó a Dios y en los días en que buscó a Dios, señala la Biblia que el Señor lo bendijo grandemente. “salió y peleó contra los filisteos, y rompió el muro de Gat, y el muro de Jabnia, y el muro de Asdod; y edificó ciudades en Asdod, y en la tierra de los filisteos. Dios le dio ayuda contra los filisteos…se divulgó su fama hasta la frontera de Egipto; porque se había hecho altamente poderoso. Edificó también Uzías torres en Jerusalén…Asimismo edificó torres en el desierto, y abrió muchas cisternas…” En ese tiempo en que persistió en buscar a Dios, el Señor lo bendijo. “E hizo en Jerusalén máquinas inventadas por ingenieros, para que estuviesen en las torres y en los baluartes, para arrojar saetas y grandes piedras. Y su fama se extendió lejos, porque fue ayudado maravillosamente, hasta hacerse poderoso”. Y aquí viene la clave: “Mas cuando ya era fuerte, su corazón se enalteció para su ruina; porque se rebeló contra Jehová su Dios, entrando en el templo de Jehová para quemar incienso en el altar del incienso” (2ª de Crónicas 26:16).

Cuando se sintió fuerte creyó que podía hacer lo que se le daba la gana, pero lo que necesitaba era persistir en buscar a Dios y ser humilde. El incienso se quemaba en el altar del incienso y sólo los sacerdotes hacían este trabajo por orden de Dios. Dice la Biblia que su corazón se enalteció para su ruina. Y desde ese momento le empezó a ir mal. La perseverancia es algo que Dios ama hasta el fin de tus días. No se trata de perseverar por un tiempo y después Dios tiene que aguantarte todo lo que se te antoja. Tienes que perseverar en buscar a Dios todos los días de tu vida. El apóstol Pablo les dijo a los gálatas: “No nos cansemos de hacer el bien porque a su tiempo segaremos si no desmayamos” (Gálatas 6:9).

La perseverancia vence la inteligencia. Muchas personas que no son tan inteligentes si perseveran en Dios, serán gobernados por su Espíritu. Mi abuelo murió ya hace más de cincuenta años y puedo decir que aún está cosechando por su perseverancia. La perseverancia te da victoria para el mal o para el bien, todo depende en qué perseveras. Una hermana de la iglesia, una colaboradora muy fiel y eficaz que trabajaba con gozo, tenía un esposo incrédulo y ella creía y declaraba que él se iba a convertir. Un día se encontró con un compañero de la secundaria y fueron a tomar algo y a recordar viejos tiempos. Ella estaba encantada, me contó que le habló del evangelio. Pasados los días, este amigo la invitó otra vez a tomar algo, y así una tercera vez, entonces le advertí del asunto. Y ella me dijo: “Si, no sé qué pretende este hombre. Yo soy cristiana, sirvo a Dios y soy una mujer consagrada al Señor. Y él me habla cosas con doble sentido. ¡Está loco! Yo soy de Dios. No sé qué espera de mí. Él no es mi tipo. Es gordo, petizo y bigotudo. No sé qué se cree.”

Un día vino llorando porque se había acostado con el gordo, petizo y bigotudo. Ese hombre persistió y perseveró hasta que lo logró; él logró debilitar el alma de la mujer. Recordemos la historia de Sansón; la Biblia dice que por causa de que Dalila lo presionaba cada día con sus palabras y lo importunaba, su alma fue reducida a mortal angustia. Una y otra vez la mujer lo importunaba para que le contara el secreto de su fuerza hasta que lo debilitó.

CONCLUSIÓN

¿Sabes tú cuáles son los sentimientos que gobiernan tu vida? Hay sentimientos de odio, de amargura y de tristeza que irrumpen en el alma y te llevan a tomar decisiones, pero esos estados de ánimo te apartan de la autoridad del Espíritu Santo quien te da dominio propio y la capacidad de resistir esos sentimientos.

Las personas que estudian acerca de la inteligencia emocional hablan de educar las emociones, y yo no me refiero a eso ya que la Biblia dice que lo que es nacido de la carne, carne es y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. Necesitamos educarnos en amar a Dios, en buscarlo y someternos al Espíritu Santo, porque nuestras fuerzas no radican en nuestra educación o inteligencia, nuestras fuerzas y nuestra victoria están en el poder del Espíritu Santo que obra en la vida de los creyentes que temen a Dios y guardan sus mandamientos.

Había una viuda y un juez injusto, y este hombre no temía a Dios ni respetaba a hombre alguno pero la viuda era una mujer perseverante. Todos los días iba al juez y le decía: “Hazme justicia de mi adversario. “Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia” (Lucas 18). Y Jesús enseñó por medio de esta parábola: “¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles?” Se refirió aquí a que debemos orar siempre y no desmayar.

La perseverancia es en la palabra, en amar a Dios y en orar. Yo estoy seguro que hay personas que comienzan algo y nunca lo terminan; se casan y se divorcian porque el matrimonio no era lo que esperaba, entre otras cosas más. Y eso no te hace una persona de victoria sino de derrota. La perseverancia es dada por Dios para tener victoria. Quien le da al creyente la inteligencia emocional es el Espíritu Santo; Él es quien te guía a toda verdad. El Espíritu Santo es un Espíritu de poder, de amor y de dominio propio. Su presencia en tu vida hace que no seas una persona variable que hoy está bien y mañana está mal, hoy estás arriba y mañana estas abajo. Y eso son tus estados de ánimo que te dominan pero no vienen del Espíritu Santo. Tus emociones te gobiernan, mas Dios quiere que te gobierne el fruto del Espíritu Santo que es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, templanza, mansedumbre, bondad y fe. ¡Eso es lo que Dios quiere hacer prevalecer en tu vida!

Reconoce delante de Dios que tus estados de ánimo te gobiernan, pídele perdón y dile que te bendiga. Que su Espíritu Santo te guie y en lugar de ser una persona variable, seas firme y perseverante.

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INTRODUCCION

Los creyentes luchan por ser mejores cristianos, pero la realidad es que no tienen que luchar por ser mejores sino por tener una mejor relación con Dios, porque no hay nadie que pueda perfeccionar su carne o su calidad de cristiano. No hay nadie que pueda mejorar su naturaleza pecaminosa o su estado de iniquidad. El término iniquidad significa maldad. O sea, aunque no cometamos pecado, de todas formas, dentro de nosotros gobierna la iniquidad que produce el pecado. Nuestra naturaleza nos mantiene como personas rebeldes a los designios de Dios. Y aunque nuestra carne pretende ser mejor, en realidad, la iniquidad gobierna nuestras vidas. Está el pecado y la iniquidad; la iniquidad es la maldad que nos lleva a pecar.

Hay cosas que necesitamos aclarar acerca de esto porque según el catolicismo y el judaísmo se entiende que debemos cumplir con la ley de Dios, con los diez mandamientos, que tenemos que obedecer las leyes de Dios para que el Señor nos apruebe o para que esté contento con nosotros. Pero en realidad somos un fracaso. Resulta que la ley no tiene poder para librarnos del pecado ni de la condenación del pecado; la ley tiene poder para señalar nuestro error y condenarnos. La ley demuestra que nosotros hemos fracasado, porque por mucho que procuremos ser mejores no podemos serlo, por lo tanto, no podemos apoyarnos en el cumplimiento de la ley o en las buenas obras que hacemos, porque nunca será suficiente. Y esto está muy claro en el Nuevo Testamento, aunque algunos señalan que en el Antiguo Testamento no era así, pero hoy veremos que en el Antiguo Testamento también era así.

La Biblia dice que Abraham creyó a Dios y le fue contado por justicia. No le fue contado por justicia el hecho de que hacía cosas buenas sino por el hecho de haberle creído a Dios. Este es un concepto que se restaura o se alumbra al comienzo de la Reforma Protestante, hace quinientos años atrás. Nuestra idea es que si logramos pesar en una balanza más obras buenas que malas tenemos entrada libre al cielo y no es así porque necesitamos el perdón de todos nuestros pecados y no iremos al cielo haciendo buenas obras. A Dios no lo alegramos haciendo buenas obras sino creyéndole y buscando una buena comunión con Él; y Él se encarga de que nosotros hagamos obras buenas. O sea que Dios produce sus frutos en nosotros. Nosotros no podemos producir los frutos del Señor. Yo no puedo mejorar mi vida para agradar a Dios; yo tengo que agradar a Dios con mi corazón y Él hace su obra en mí.

LA SALVACIÓN POR GRACIA EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

En el Antiguo Testamento está muy claro, y me baso para ello en el Salmo 103. El rey David, tenía una relación con Dios tal, que le alumbró la mente. Yo he predicado que los que no le agradecen a Dios, los que no le alaban al Señor, se envanecen en sus razonamientos. Así dice Romanos 1:21: “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido”.

El apegarnos a Dios de todo corazón hace que nuestra mente funcione bien. Debemos entender la obra de Dios y que toda la gloria le pertenece a al Señor porque Él ha hecho todo para que seamos perdonados y librados. A Dios le corresponde toda la gloria y la honra. El rey David dijo: “Bienaventurado el varón a quien tú no le imputas pecado” (Salmos 32). Esto es una gran revelación porque hay millones de cristianos en el mundo que están tratando de hacer obras para justificar sus pecados, para justificar que son buenos delante de Dios. Y este pasaje señala que es una decisión de Dios no imputarle pecado a alguien y no es porque esa persona no tenga pecados sino porque el Señor lo declara justo; y lo declara justo no por la obra que hace esa persona sino por la obra de Cristo en la cruz del calvario. La obra de Cristo es imputada al creyente y el rey David había llegado a entender estas cosas.

Él buscaba a Dios con todo su corazón y lo alababa. Era un hombre que agradecía al Señor y entonces, luz venía a su corazón. El Salmo 103 dice así: “Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios”. Nosotros tenemos acceso a la gloria, no por los beneficios de quienes somos o lo que hacemos, sino en virtud de los beneficios de Dios hacia nosotros. El rey David ordenaba a su alma a bendecir al Señor y a no olvidarse de ninguno de sus beneficios. A continuación leemos en el Salmo 103, desde el versículo 3 en adelante: “Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias; el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias; el que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila”. David obligaba a su alma a reconocer que Dios es el que perdona, el que sana, el que rescata y corona de favores y misericordias, y el que sacia de bien su boca. La bendición es obra de Dios y no nuestra. 

Dice el Salmo 103:6: “Jehová es el que hace justicia…” No es el hombre el que hace justicia. Tú no haces justicia. ¡Dios hace justicia! O sea que Dios hace una obra de justicia a nuestro favor porque nosotros somos injustos. “Jehová es el que hace justicia y derecho a todos los que padecen violencia. Sus caminos notificó a Moisés, y a los hijos de Israel sus obras. Misericordioso y clemente es Jehová; lento para la ira, y grande en misericordia. No contenderá para siempre, ni para siempre guardará el enojo”.

Y a continuación viene una revelación que debemos tener en cuenta y dice así en el Salmo 103:10: “No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados”. La ley dice: “El alma que pecare, esa morirá” (Éxodo 18: 20). No sugiere si el pecado es grande, si es chiquito, si es mucho o poco; el pecado mata. La ley marca el pecado; la ley marca el fracaso y la condenación. Pero dice el Salmo 103 que Dios no se atuvo a ese principio de justicia, sino que Él no hizo con nosotros de acuerdo a nuestras iniquidades. No nos pagó lo que merecíamos. En otras palabras, juzgando desde la óptica de la ley Dios fue injusto porque nos tenía que haber condenado. Pero no hizo con nosotros conforme a nuestras iniquidades ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados. Queda claro que en el Antiguo Testamento también opera la gracia, también están la fe, el amor y la misericordia de Dios.

Quiero que te quede claro que la salvación está basada, no en lo que ésta puede lograr sino en lo que Dios obra en virtud de su amor y su misericordia. No le presentes a Dios tus buenas obras porque apestan. El profeta Isaías dijo: “…todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento” (Isaías 64:6). No te presentes delante de Dios tratando de mostrar tus méritos porque el mérito lo tiene Él. Dios no nos ha pagado conforme a nuestros pecados y no ha he hecho con nosotros conforme a nuestras maldades. El Señor es bueno y misericordioso y es el Todopoderoso. ¿Quién obrará el bien en ti? ¡Dios! Él hará el bien a través de ti de tal manera que el Señor se lleve toda la gloria.

Dice el Salmo 103:11: “Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, engrandeció su misericordia sobre los que le temen”. ¡La obra de Dios es magnífica! El amor de Dios por nosotros es grande. Nosotros estábamos perdidos, no habíamos cumplido la ley; habíamos fracasado y estábamos llenos de iniquidades y pecado. Hasta nuestras mejores obras tienen mal olor, pero señala la palabra de Dios que la misericordia de Dios se agrandó hasta los cielos. A eso le llamamos gracia.

La gracia es uno de los fundamentos doctrinales de la reforma de Lutero. Dios no necesita que le añadas un poco de virtud de tu parte o que le agregues esfuerzo. Las buenas obras que produces tienen que ser irremisiblemente fruto del Espíritu Santo en tu vida. De tal manera que no tienes por qué esforzarte ni de qué enorgullecerte. Si tuviéramos que ser perdonados por el esfuerzo que hacemos por ser buenos, no necesitaríamos la misericordia y la gracia de Dios, y no sería su gloria sino la nuestra.

No necesitamos algo más que lo que dice la palabra de Dios: Lo que dice su palabra, es suficiente para mi perdón y mi salvación.

LA SALVACIÓN POR GRACIA EN EL NUEVO TESTAMENTO

¿Cómo lo dice en Nuevo Testamento? Leemos en Efesios 2: 4 al 8: “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos) y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios”.

Alguno dirá que es salvo porque creyó y se jacta de eso, mas el apóstol Pablo dice que la fe no es tuya sino de Dios. No hay nada que tengas que Dios no te haya dado. Si hay algo digno o bueno en ti, te lo dio Dios. No podemos argumentar a nuestro favor porque somos condenados; condenados de quienes Cristo, tiene misericordia y ama. Romanos 3:21 dice así: “Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas”.

La ley te condena y te demuestra que eres irrecuperable. La justicia de Dios es por medio de la fe. Quien rechaza el amor y la misericordia de Jesucristo va a tener que rendir cuentas por la ley; irá al juicio y se encontrará con que la ley lo condena; pero quien se toma de la justicia de Dios por medio de la fe, no rendirá cuentas por la ley sino por la obra de Jesús. Tú ni siquiera podías pagar tu rescate con tu vida porque tu sangre estaba contaminada por el pecado, pero Cristo se presentó delante de Dios con su sangre preciosa y perfecta. El Señor le declaró al Padre que quería morir en tu lugar. Romanos dice que nosotros somos declarados justos.

Supongamos la siguiente escena: está el juez, tú que eres el reo, está el abogado que es Cristo, también el fiscal que es satanás, quien te acusa. Tú, que eres culpable te presentas delante de Dios, pero a ti te cubre la sangre de Cristo, y cuando Dios te ve, ve la sangre de su Hijo y te declara justo, como si nunca hubieses cometido pecado alguno, y esto es porque te abrazaste a la obra de Cristo. Ésta es la justicia de Dios revelada por medio de la fe en Jesucristo. Los que somos de la fe de Jesús tenemos asignado a nosotros ese plan perfecto de la justicia de Dios por medio de la fe. “…siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús… a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre…con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús” (Romanos 3:24,25 y 26). Él es el justo y no tú. ¿Dónde, pues, está la jactancia? ¿Quién se puede jactar de ser un gran creyente y tener mucha fe? La fe, tampoco la has generado tú; Dios te la ha regalado. “¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe”. (Romanos 3:27)

Estas cosas son el ABC del evangelio, sin embargo, hay muchos a los que esto no les queda claro. Todavía te esfuerzas por no fumar, como si la carne tuviera poder sobre el pucho. Te esfuerzas todavía por no mentir, como si la carne tuviera poder para auto justificarse y auto disciplinarse. Sigues esforzándote como lo hacen muchos para mejorarte, para presentarte delante de Dios. Algunos ni siquiera asisten a la iglesia porque están mal, así que van a esperar a estar mejor para ir a la iglesia. ¡Si la iglesia es el hospital de los reverendos pecadores! Cuando estás enfermo vas al hospital; cuando tienes una dolencia acudes al médico y no esperas a estar mejor para consultar. Tienes que asistir a la casa de Dios. No busques auto perfeccionarte; busca tu comunión con Dios.

Aquellos que se aburren de servir a Dios o les resulta pesado, es porque están tratando con sus fuerzas de hacer la obra de Dios y al Señor eso le desagrada. Jesús dijo: “Vengan a mi todos los que están trabajados y cargados que yo los haré descansar. Lleven mi yugo sobre ustedes que es ligero y mi carga que es fácil de llevar”. Quien sirve a Dios en el Espíritu no se cansa, no se aburre ni se oprime; tampoco se debilita. Bendito sea Dios que me ha permitido servirle por veintiséis años predicando y nunca me he sentido debilitado; he estado débil físicamente pero fuerte en la fe. Muchos dejan el arado porque se sienten agobiados, pero yo te digo que nunca hay que dejar el arado. Lo que debes hacer es buscar a Dios con todo tu corazón.

“Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán” (Isaías 40:29 al 31). No necesitas una dosis de descanso; estás necesitando una dosis del Espíritu Santo. En todos los años que llevo sirviendo a Dios nunca se me ocurrió decir que no quería predicar más. Le doy gracias a Dios que a pesar de todo tengo fuerzas para predicar el evangelio. Dios le da fuerzas al que en Él cree. ¿Es Dios tu Dios o eres tú tu dios? ¿Él te mandará a hacer algo y no te dará el equipamiento para la tarea que te envía a hacer? Tu gran problema es que quieres justificarte a ti mismo o a ti misma; tu gran problema es querer demostrar que eres un buen cristiano sin acudir a Dios. Hay cristianos que buscan otras cosas que hacer porque se aburren de lo que venían haciendo; o quieren servir en aquello que les gusta más. Te tiene que gustar hacer la voluntad de Dios sea cual sea, quieras o no quieras. Tienes que abrirle tu corazón a Dios y pedirle que haga la obra que Él tiene para hacer contigo.

CONCLUSIÓN

Mi abuelo Felipe tuvo la certeza de que se tenía que venir a América y lo contó en su historia. Él nunca volvió a su ciudad natal en Montalbano, Italia. Sus hijos tampoco volvieron, pero nosotros, sus descendientes, fuimos a predicar al pueblo de mi abuelo. Tal vez, él hubiera querido volver a vivir en Montalbano, o abrir una obra para predicar el evangelio, pero Dios lo quería en América. Hace veintiséis años que Dios me mandó a predicar a Uruguay. Algunos decían que vine a juntar dinero de la gente para después volverme a la Argentina. Yo le decía a Dios que estaba aquí porque Él me había mandado y muchos me trataban de sinvergüenza. Y doy gracias a Dios que me dio las fuerzas para permanecer donde Él me puso. No estoy aburrido de predicar ni de atender gente deprimida o rebelde. Yo estoy haciendo la obra de Dios. Él, por su Espíritu Santo, me ha renovado y me ha fortalecido. ¡El evangelio no aburre! ¡El evangelio renueva! El evangelio es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree. Dios tiene obra del Espíritu para que tú hagas. Tienes que decidir hoy si renuncias o no a lo que más te gusta y quieres; tienes que decidir hoy si renuncias o no a los bienes que te retienen. ¿Qué es más importante? ¿Tu voluntad o la voluntad de Dios? ¡Tienes que decidir! La gracia opera para que tú seas libre de la tiranía de tus planes, y de la iniquidad, para hacerte libre de tus pecados y esclavo del reino del Espíritu de Dios.

El Señor bendiga y renueve tu vida en esta hora. ¡Acércate a Dios! No quieras agradar a Dios o al hombre. Ama al Señor profundamente y si hoy tienes que hacer un pacto con Él pídele que te llene con su Espíritu Santo. La vida cristiana no es una cultura moral, estética, ni ética; la vida cristiana es la que fluye de Dios. Dios va a sanar tus emociones y tus pensamientos. El Señor anhela llenarte, pero no puede llenar algo que está lleno de otra cosa.

Vacíate de ti mismo y dile al Señor: “Padre, renuncio a mí, renuncio a todo lo que me ata, renuncio a todo lo que soy y a todo lo que tengo para servirte a ti, en el nombre de Jesús, amén”.

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INTRODUCCIÓN

Leemos en Génesis 1: 1 al 3: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz”. Estos versículos tienen una connotación cósmica y astronómica en el mundo de lo visible, extraordinaria, pero también tienen una connotación en el mundo espiritual extraordinaria porque donde se mueve el Espíritu de Dios, se hace la luz. Si tu mente está en tinieblas y el Espíritu de Dios comienza a moverse en tu mente, se va la oscuridad y entra la luz en tu vida, lo cual significa que comienzas a ver y a entender claramente aquello que Dios te quiere mostrar.

El problema más grande que tenemos es que no sabemos bien qué es lo que Dios quiere, qué es lo que va a hacer y lo que nos demanda; eso es estar en oscuridad. Si dices que no sabes qué es lo que Dios quiere de ti, que estás esperando conocer la voluntad de Dios, o no entiendes por qué hiciste bien tal cosa pero te fue mal, si te parece que Dios no te escucha o no te tiene en cuenta, si no te importa mucho lo que Dios quiere, aunque sabes muy bien lo que tú quieres y te gusta, entonces tu mente está en tinieblas.

Si se mueve el Espíritu Santo, se hace la luz, y lo que no veías o entendías comienza a verse y entenderse. Lo que quiero enfatizar es que desde el primer momento que Dios creó el planeta Tierra, el Espíritu Santo se movió para poner orden, para traer bendición y luz. Muchas veces no somos conscientes de que nada de lo que ha ocurrido en el mundo en toda la historia de la humanidad, en cinco mil años más o menos en que fue creado el planeta Tierra según la Biblia, aunque la ciencia dice que la tierra existe hace millones de años, pero no es así, en toda la historia de la humanidad, el actor principal en el mundo ha sido el Espíritu Santo. Nada ha sucedido que esté ausente a su conocimiento, ni en tu familia, ni en los gobiernos o naciones; si han ocurrido guerras, el Espíritu Santo ya lo sabía de antemano, si han ocurrido rupturas matrimoniales que llegaron al divorcio, si ha habido dolor, ya el Espíritu Santo lo sabía de antemano. No hay cosas que estén escondidas a los ojos del Espíritu Santo. El rey David dijo: “¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú. Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba Y habitare en el extremo del mar. Aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra” (Salmos 139). No hay lugar en el que tú te puedas esconder de la presencia de Dios, no hay acontecimientos que el Señor no conozca.

EL ESPÍRITU SANTO: ACTOR PRINCIPAL EN LA TIERRA

El actor principal de la Trinidad en la tierra, es el Espíritu Santo. Y la palabra de Dios es la espada del Espíritu, o sea, Dios trata contigo a través de su palabra. El Espíritu Santo se mueve; pero Dios trata con los seres humanos a través de su palabra y el Espíritu Santo usa su palabra. Esto significa que debemos amar profundamente la palabra de Dios, debemos tenerla en cuenta y valorarla. Debemos saber que cuando tratamos con la palabra de Dios, tratamos con Él. Señala la Biblia que la palabra de Dios se hizo carne y vivió entre nosotros. Dijo Juan como parafraseando Génesis 1:1: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios… Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”.  (Juan 1:1 y 14) También dijo Juan: “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas” (Juan 3:19).

Nosotros somos personas que, aunque no entendemos mucho, amamos la luz y deseamos conocer la voluntad de Dios. Anhelemos que el Espíritu Santo se mueva en nuestras vidas. Desde el principio, Dios quiso unir en una sola familia, en un solo cuerpo, a todos aquellos que le buscan, que le temen y lo respetan. Adán y Eva tuvieron dos hijos, Caín y Abel; y Caín mató a Abel que era bueno, éste le había dado a Dios una ofrenda de acuerdo al corazón de Dios, y el Señor amó a Abel y lo bendijo porque le agradó su corazón y le complació la ofrenda que él le había ofrecido. Pero no le agradó la ofrenda de Caín, entonces éste mató a su hermano. Y dice la Biblia que Dios le dio a Adán otro hijo llamado Set en sustitución de Abel.

Hay confusión en cuanto a la interpretación de algunos pasajes de Génesis en el Antiguo Testamento porque señala la Biblia en Génesis 6: “Aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, que viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas…y también después que se llegaron los hijos de Dios a las hijas de los hombres, y les engendraron hijos…” Algunos enseñan que eran demonios que copularon con las mujeres, pero quiero decirte que los demonios no tienen semen. Los demonios y los ángeles no tienen sexo. Leemos en Mateo 22: “Aquel día vinieron a él los saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron, diciendo: Maestro, Moisés dijo: Si alguno muriere sin hijos, su hermano se casará con su mujer, y levantará descendencia a su hermano. Hubo, pues, entre nosotros siete hermanos; el primero se casó, y murió; y no teniendo descendencia, dejó su mujer a su hermano. De la misma manera también el segundo, y el tercero, hasta el séptimo. Y después de todos murió también la mujer. En la resurrección, pues, ¿de cuál de los siete será ella mujer, ya que todos la tuvieron? Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios. Porque en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo”. Ya no te vas a tentar más en el cielo.

A la descendencia de Set, se la llamaba “los hijos de Dios”, mas la descendencia de Caín era la descendencia de un perverso. Recordemos lo que dijo Dios: “…porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen” (Deuteronomio 5:9).

Estaba pues, la descendencia de Caín y la de Set. Creo que lo más cercano al texto bíblico que recién leímos, es poder entender que a los hijos de Set le gustaron las hijas de los descendientes de Caín, y tuvieron hijos. Claro que había gigantes, pero no era gente buena, no eran de Dios. Uno de ellos era Nimrod, cuyo reinado comenzó en Babel, donde se edificó la torre de Babel con la intención de llegar al cielo, y donde Dios confundió las lenguas de toda la tierra, por eso el nombre Babel. Ni las naves espaciales con toda la tecnología pudieron encontrar el cielo después de tantos años de atravesar el espacio. ¡La ceguera del hombre! Querían hacer una torre y llegar al cielo, lo mismo que quiso hacer satanás cuando dijo: “Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo” (Isaías 14: 13 y 14).

El Espíritu Santo ha estado guiando la historia de la humanidad. Hay una descendencia de bendición. Llegado el tiempo, Dios habló con Abraham. Éste era un hombre que buscaba a Dios y lo llegó a amar profundamente, y el Señor llamó a Abraham, “mi amigo”. A él le dijo: “Yo estaré con tu descendencia”. A ese Abraham le dijo: “Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos. En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz” (Génesis 22:16-18).

Así que la descendencia de los malvados ha creado idolatría, ha estado haciendo brujerías, inventando dioses, haciendo sacrificios humanos y de animales, entre otras perversidades más. Y se ha levantado en el mundo una generación de gente que odia a Dios y odia a sus hijos. Pero el Espíritu Santo nunca se ha dejado sin testimonio, y siempre ha habido hijos de Dios, personas que aman a Dios y lo adoran. ¡Ya quisiera encontrar satanás uno que lo adore como los hijos de Dios adoran al Señor! Satanás tiene seguidores, no porque lo aman sino porque él los aterroriza y promete que los destruirá si no lo obedecen y lo adoran. Jamás satanás podrá ser amado como es amado Dios por sus hijos y nunca será adorado como es adorado Dios por sus hijos. La Biblia dice que Dios busca adoradores que le adoren en espíritu y en verdad, no de la boca para afuera. Dios no necesita grandes cantantes sino adoradores que le adoren en espíritu y en verdad. No necesitas ser un genio de la música para adorar a Dios porque según la Biblia, el Señor ha perfeccionado la alabanza en la boca de los niños y de los que maman. Dios busca personas que le adoren en espíritu y en verdad, o sea que el Espíritu también está en la adoración. El Espíritu Santo se mueve en la adoración y en todos los detalles de nuestra existencia, de los que amamos a Dios, de los que lo valoramos y buscamos su voluntad. El Espíritu Santo está guiando la historia de la humanidad, y Él tiene una historia que escribir con cada uno de nosotros que comienza antes que lleguemos al mundo y continúa después que morimos. Porque los tratos de Dios son con familias que continúan después que los padres se van, familias que viven en el planeta y son la continuidad de personas que ya fallecieron.

EL ESPÍRITU SANTO: ACTOR PRINCIPAL EN MI VIDA

Me admira poder ver cómo el Espíritu Santo ha obrado en mi vida. Yo tenía un proyecto de vida, un enfoque y un propósito, pero no eran planes de Dios, y un día me tomó el Espíritu Santo y desbarató todos mis planes; cambió mi corazón y mis pensamientos, y trajo luz a mi existencia. Es necesario saber quiénes somos y para qué vinimos al mundo. Hay quienes aún están en oscuridad y no saben ni siquiera por qué están en Misión Vida, no saben si son de Dios o no. Un joven me dijo que se bautizó hace un tiempo pero no está seguro si es salvo o no, si ha sido perdonado o no. No está seguro si el bautismo con el que se bautizó sirve o no sirve. ¡Está en tinieblas!

Pero el Espíritu de Dios se mueve sobre la faz de tus tinieblas. ¿Para qué? Para traer vida. Todavía no había vida en la tierra, pero el Espíritu de Dios se movía. Algunas traducciones de este versículo de Génesis 1:1 señalan que el Espíritu de Dios “revoloteaba”. La idea es que el Espíritu Santo, como la gallina o cualquier ave, aleteaba sobre la faz de las aguas. Comenzaron entonces a aparecer los peces, los animales terrestres, comenzó a surgir la vegetación, etc. Eso es obra de Dios y quien lleva a cabo la obra del Padre es el Espíritu Santo.

“No se vayan de Jerusalén, esperen a ser revestidos del poder del Espíritu Santo”, les dijo Jesús a sus discípulos. Un creyente es productivo y fructífero cuando el Espíritu Santo obra en su vida. Si aún no has sido bautizado con el Espíritu Santo y quieres servir a Dios, mejor quédate quieto y espera porque la obra que tienes que hacer es la de Dios y no la tuya. El que se tiene que mover es el Espíritu Santo y no tú, porque el poder lo tiene Él y no tú. Tus conocimientos no alcanzan porque el Espíritu Santo tiene revelación para ti cada día. ¡Dios te alumbra cada día! Tú no tienes que decir que ya sabes qué hacer porque no sabes nada; tú necesitas cada día la guianza del Espíritu Santo. Cada día debes creer que Él te está ayudando a tomar decisiones. Algunos se meten en caminos que no conocen y no entienden que no están haciendo la voluntad de Dios y se estrellan contra la pared. Después se lamentan: “Dios, ¿dónde estabas cuando me sucedió esto? ¿Por qué me soltaste?” Mas el Señor te dice que has sido tú que tomaste ese camino por tu cuenta. La obra que debes hacer es la obra del Espíritu Santo, eso es lo importante. Tú tienes que poner tu vida en las manos del Espíritu Santo y ser lleno del fruto del Espíritu Santo. Entonces, la obra que surgirá no será tuya sino de Él. La Biblia dice que lo que es nacido de la carne, carne es y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.

Hoy en día suceden cosas terribles. Leí acerca de un hombre que se hizo una operación para parecer perro porque siente que es un perro. ¡Qué impresionante lo que está sucediendo en la cabeza de las personas! Hasta hace poco, para llevar un animal en un avión, éste debía ir en la bodega en una jaula, pero hubieron personas que se quejaban porque los animales viajaban mal y se estresaban. Entonces surgieron leyes que señalan que los perros pueden viajar con sus dueños en el avión. Y que no te toque viajar diez horas con un chihuahua ladrando. En un vuelo, una mujer se puso mal porque no quería viajar al lado de un perro, ¿y a quién bajaron? ¡A la mujer! “Señora si usted no quiere viajar con un perro, bájese…” ¡La bajan del avión tratándola peor que un animal! Ama a tu perro como a ti mismo. ¡El hombre sin Dios está haciendo tremendas barbaridades!

Ha sido noticia un hombre de cincuenta y tantos años, casado, con tres hijos, que decidió que era una niña de seis años de edad. Y quieren que nosotros aceptemos esas cosas con respeto; quieren que cambiemos la verdad por la mentira. El hombre está desquiciado sin la luz del Espíritu Santo. La mente ha entrado en tinieblas, de tal manera que le quieren enseñar a nuestros hijos perversidades sexuales y a eso le llaman libertad y derechos. Seguro que si el Espíritu Santo te alumbra no vas a pensar así. Estarás agradecido a Dios por lo que Él ha hecho de ti. Dios te ha hecho hombre y tiene un propósito contigo como hombre; Dios te ha hecho mujer y tiene un propósito contigo como mujer. ¡Ama lo que Dios ha hecho y valóralo! ¡No deseches lo que Dios ha hecho! La humanidad necesita la dirección del Espíritu Santo. No por leer muchas veces la palabra de Dios ya sabes lo que tienes que hacer; es que con el Espíritu de Dios, la palabra del Señor se enciende dentro de tu corazón y produce las decisiones que debe tomar el creyente, y éste es obediente y acata la dirección del Espíritu Santo. No vayas por el mundo como si Dios te hubiese abandonado y tuvieses que tomar decisiones forzadas. ¡Tienes que tomar decisiones inspiradas! ¡Busca a Dios en cada decisión de tu vida! Si te vas a casar, tu matrimonio será fuerte y no tendrás que divorciarte. No es culpa de Dios que la gente se divorcia, es culpa del hombre que anda en oscuridad.

La tierra estaba desordenada y vacía, y el caos y la oscuridad reinaban sobre el planeta, pero el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Yo he visto al Espíritu Santo moverse en mis generaciones. Mi abuelo murió ya hace más de cincuenta años y yo estoy viendo cómo el Espíritu de Dios se ha movido desde que nació mi abuelo. O sea, una historia de ciento veinte años dirigida por el Espíritu de Dios. Él escribió una historia con la que nosotros, sus descendientes hemos hecho un libro que se titula: La historia de un hombre feliz. Su vida no fue siempre color de rosas y tampoco le llovía el dinero; mi abuelo atravesó toda clase de adversidades, pero escribió sesenta días antes de morir lo que nosotros plasmamos en un libro, y dice así: “No tengas miedo lector. Si caminas con Cristo, todo va a ayudar a bien”. Lo lindo del Espíritu Santo, no es que te toca atravesar situaciones mejores que otras personas, sino que Él atraviesa esas circunstancias adversas contigo. Y Él genera en ti paz y esperanza. El Señor está contigo en todo momento. Y aunque andes en valle de sombra de muerte no temerás mal alguno porque el Señor estará contigo. Mi abuelo ha dejado en nosotros sus descendientes, un legado de fe. He contado su historia en varias oportunidades, pero tal vez haya quienes no la conozcan:

Mi abuelo vino a Argentina a los dieciséis años, y allí conoció el evangelio. Él era un muchacho mundano; le gustaban los bailes y las mujeres. Se había venido con un hermano, y un día sábado buscaban donde divertirse, entonces pasaron por un lugar donde escucharon mucho ruido y pensaron que era un baile y entraron; resultó ser una iglesia. En esa iglesia no habían santos ni vírgenes, no habían velas ni se hablaba en latín; esa era una iglesia cristiana evangélica. Mi abuelo pensó: “¡En dónde me he metido!” Pero a la semana siguiente volvió, pensaba que la gente de ahí eran unos locos, pero volvió a la siguiente semana. Y siguió asistiendo; así por un año. Y en ese tiempo no le había entregado su corazón a Jesús; pero llegado el año pasó al frente y le entregó su vida a Jesús. El poder de Dios se apoderó de mi abuelo, él salió de allí con una paz extraordinaria y una alegría de tener el evangelio. Fue por dos años más a esa iglesia. En ese tiempo era un creyente feliz porque Cristo había perdonado sus pecados y le había cambiado su manera de pensar. Entonces decidió ir a Italia a predicarle el evangelio a su familia, pero llegó allá y fue rechazado por sus parientes que era católicos apostólicos romanos. En aquel tiempo los evangélicos eran herejes, los odiaban, les arrojaban piedras, los desterraban y desheredaban. Ninguno de sus parientes quiso escuchar el evangelio, en cambio, su padre le insistía que debía casarse. Cuenta en su historia que había muchas chicas lindas, pero no había ninguna que creyera en el evangelio. Allá en Italia y habiendo cumplido dieciocho años de edad, lo llaman para alistarse en el ejército porque en la primera guerra mundial, Italia peleó contra Austria. En el momento en que preparaba los bolsos para irse al ejército, su mamá le pidió a una joven que trabajaba haciendo los quehaceres en su casa, que le ayudara a su hijo Felipe a preparar las cosas. Mientras preparaban las valijas, mi abuelo le predicaba el evangelio a la joven y ella sólo escuchaba, pero no decía nada. En un momento le dijo: “Te he predicado el evangelio durante todo el día y no me has dicho nada. Dime qué piensas de lo que te he hablado”. Y ella le respondió: “Digo que dichosa la mujer que se case con usted”. Mi abuelo tragó saliva y pensó: “¡Esta es la mujer con la que me tengo que casar!” Pensaba en declarársele, pero enseguida recordó que se iba a la guerra y si lo mataban, ella iba a sufrir así que mejor iba a esperar para hacerlo. Si volvía con vida le pediría matrimonio. Mi abuelo fue a la guerra y allí padeció muchas enfermedades y vivió muchas dificultades. Resultó que cayó una bomba en el lugar donde estaba el pelotón al que mi abuelo pertenecía, matando a todos. Cuando llegaron los soldados a sacar los cuerpos para enterrarlos en una fosa común, iban arrojando allí uno por uno y cuando agarraron a mi abuelo, éste se quejó e inmediatamente un soldado gritó: “¡Este está vivo!” Lo mandaron entonces al hospital donde estuvo tres meses. Ahí estaba el Espíritu Santo con mi abuelo. Él cuenta que estuvo tres meses en el hospital, pero se sentía feliz porque Dios estaba con él y lo había salvado. Cuenta que tuvo oportunidad de predicarles a los doctores y enfermeras; hasta el comandante del ejército le pidió que le hablara del evangelio.

Yo miro cómo el Espíritu Santo se ha movido en las generaciones de mi abuelo. Yo vengo de ese abuelo moribundo, que estuvo a punto de ser enterrado vivo en una fosa común, pero no murió porque Dios tenía planes con él. El Espíritu Santo escribió una historia que se tenía que cumplir. Porque tendría una descendencia bendita en la tierra y entre otras cosas, yo tenía que ser pastor y predicarte acerca de esto que te estoy predicando. Casi casi muere mi abuelo; casi casi yo no existo. Casi casi mi esposa no tiene este precioso esposo. Pero Dios domina sobre “los casi” y el Espíritu Santo se mueve en la historia.

Estando mi abuelo en la guerra, su hermano mayor le escribió una carta en la que decía: “Quiero que me digas qué opinas de María porque le he propuesto casamiento. Otra cosa, yo sé que estuviste en América y tienes dinero. Papá está muy pobre y yo no tengo para pagar el casamiento. Quisiera saber si puedes ayudarme con la fiesta”. Mi abuelo otra vez tragó saliva porque la tal María era la mujer a la que le había predicado el evangelio y tenía toda la ilusión de que se casaría con ella. Aun conociendo el evangelio, una vocecita le susurraba: “Decile que esa María es peligrosa. Decile que no es una mujer de confiar”. Pero el evangelio había cautivado su corazón y le dijo que María era una muy buena mujer y podía casarse con ella, y que no se hiciera problema que le daría el dinero para la boda. Llegó el día del casamiento y mi abuelo consiguió franco en el ejército para asistir a la celebración y cuando llegó, ese mismo día de la boda, el hermano se enfermó. Era habitual que la gente se enfermara de alguna peste en ese entonces. Ese día el hermano cayó enfermo y murió, nunca consumó el matrimonio. Mi abuelo no dijo nada y volvió al ejército; cuando terminó la guerra, volvió y se casó con María. Y de ese matrimonio nacieron mis tíos y mi mamá Vicenta. Mi abuelo se había alegrado con el evangelio y estaba feliz con Dios.

Cuando volvió a América tenía muchos paisanos a los que les predicó, porque mi abuelo había tomado muy en serio el evangelio. Otra de las cosas que le sucedió fue que cuando ya estaban por partir en barco para América, mi abuelo, su esposa y cuatro hijos, no los dejaron subir porque sus hijos no tenían el certificado de bautismo que expedía la iglesia católica. Así que no pudieron viajar y perdieron el barco. Ese barco zarpó hacia América y en el océano Atlántico, frente a Brasil se hundió y murieron todos. ¡Otra vez se salvó mi abuelo! Finalmente pudo viajar con su familia a América donde tuvo dos hijos más, y uno de ellos fue mi mamá doña Vicenta Santamaría. Sesenta días antes de morir, mi abuelo escribió “La historia de un hombre feliz”.

Él realmente vivió situaciones difíciles. Su hijo mayor emitió cheques sin fondo para comprarse cosas. Mi abuelo cayó preso por estafa y fue su hijo el que había cometido la falta. Sufrió toda clase de vicisitudes, pero de todas maneras decía: “Dios está conmigo”. Y seguía predicando el evangelio. Para él, una vida feliz no tenía nada que ver con circunstancias placenteras; vivir una vida feliz significaba haber conocido a Dios, recibir el perdón de sus pecados y tener la seguridad de una vida eterna. Una vida feliz era creer que su descendencia era bendita. En la historia que escribió señala que no tenía miedo de morir porque había puesto a toda su descendencia en las manos de Dios y sabía bien en las manos de quién estaban sus hijos.

Del mismo modo que el Espíritu Santo se movía sobre la faz de las aguas, yo lo he visto moverse sobre mi familia. Han pasado más de ciento veinte años desde que nació mi abuelo; han pasado más de cincuenta años desde que murió y todos sus descendientes creemos que tenemos un legado que vino de nuestro abuelo y hemos heredado la fe que él nos dio. Y la fe que habitó en mi abuelo, habita ahora en mí y yo confieso que mi descendencia es bendita en la tierra. Y no sólo tengo una descendencia de sangre sino también espiritual. Yo tengo hijos espirituales y declaro que todos ellos son benditos.

Yo terminé creyendo como mi abuelo creía. Él heredó la fe de Abraham y yo también. Yo creo en la Biblia; SOLA SCRIPTURA. La espada del Espíritu es la palabra de Dios. La verdad y la autoridad es la palabra de Dios. La verdad no entiende de opiniones, de perspectivas, de sensaciones ni de ideologías. La verdad es soberana y reina sobre toda especulación humana. No necesitas conocer muchas cosas: Conocer la verdad es suficiente. La verdad es Cristo. Cuando tú conoces la verdad, no necesitas conocer otras cosas. Hoy en día hay métodos tecnológicos para contar los billetes de dólar y ver si son falsos, pero hace un tiempo atrás, entrenaban a los cajeros para esta tarea y los tenían por muchos días contando billetes verdaderos. Al cabo de un tiempo intercalaban algunos billetes falsos entre los verdaderos. Entonces, cuando los cajeros iban contando, de pronto notaban y tocaban uno que no era igual. Cuando tú conoces lo verdadero ya no necesitas experimentar con lo falso. La palabra de Dios es suficiente. SOLA SCRIPTURA. Y la palabra de Dios es la espada del Espíritu. El Espíritu Santo usará la palabra de Dios para defenderte, para guardarte, para aconsejarte, para alumbrarte, y para llenarte de gloria y de poder. Jesús dijo: “las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (Juan 6:63). La palabra de Dios es poder porque el Espíritu de Dios está involucrado con esa palabra.

En el pueblito donde nació mi abuelo nadie sabe quién era él. Pero con algunos familiares, descendientes de mi abuelo, viajaremos a Italia, más precisamente a un pueblo llamado Montalbano Elicona que tiene unos tres mil habitantes y unas novecientas casas. Nuestra intención es llevar el evangelio a la ciudad de mi abuelo, entregar a cada familia el libro que cuenta su historia y contarles quién fue él. La gente no sabe quién fue mi abuelo, pero él marcó nuestras vidas; él fue un hombre lleno de fe y de gracia que salió de la ciudad de Montalbano. Y nosotros queremos que esa gente conozca que somos una descendencia bendecida. Yo creo que pertenezco a una descendencia bendecida, y Dios dice en su palabra: “…yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y que hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos” (Éxodo 20:5-6).

Tengo en mi corazón la expectativa de que Europa será visitada por Dios y será bendecida. Hay un pastor allá en Italia que se enamoró de nuestro proyecto respecto a la historia de mi abuelo y nos ha estado esperando con ansias. Nosotros vamos con cierto conocimiento de lo que vamos a hacer, pero no tenemos el conocimiento cabal de lo que va a hacer el Espíritu Santo. Sabemos que Dios abrirá puertas de bendición porque el Espíritu Santo se mueve sobre mi vida y en cada descendiente de mi abuelo Felipe.

CONCLUSIÓN

El Espíritu Santo ya tiene escrita una historia contigo como la que ha escrito para mi abuelo y para mí. La fe se hereda. El apóstol Pablo le dijo a Timoteo: “…trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también” (2ª Timoteo 1:5). La fe se transfiere de padres a hijos y la familia de sangre es importante, pero es más importante la familia espiritual. Un día Jesús estaba predicando y le dijeron: “He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y te quieren hablar. Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre” (Mateo 12:47 al 50).

Todas las bendiciones de Dios son para aquellos que creen y el regalo más grande de Dios para aquellos que han creído, es el derramamiento del Espíritu Santo sobre su vida. Porque donde revolotea el Espíritu Santo hay luz y se engendra vida. No se trata de saber mucha teología o mucha doctrina. Los doce discípulos de Jesús tenían tres años caminando con el Señor y no eran grandes teólogos; eran gente del vulgo y sin letras. Pero Dios no está restringido a lo que tú sabes sino a tu decisión de ser lleno de Él o no ser lleno. Dios a los que llama, adiestra. No es por tu preparación que el Señor te llama, sino que te llama y te prepara. Dios derramará su Espíritu Santo sobre tu vida para que tengas su luz, su gloria, su revelación, su conocimiento y su poder.

Si no conoces la dirección del Espíritu Santo para tu vida, si le estás anteponiendo a Dios algunos planes que tienes y lo condicionas, es tiempo de liberar el poder del Espíritu Santo sobre tu vida y renunciar a cualquier cosa que te estorba para hacer la voluntad de Dios.

“Muévete Espíritu Santo, así como hiciste sobre la faz de las aguas, hazlo en el corazón de los creyentes hoy, te lo pedimos en el nombre de Jesús, amén”.

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INTRODUCCIÓN

El temor apareció en el mundo por primera vez cuando Adán y Eva pecaron. Dios no hizo al hombre para que tenga temor ni para que viva en temor, es más, Dios ordena a sus hijos, a sus siervos, que no teman. El temor maldice, paraliza, enferma, angustia. Hay ciertos argumentos científicos que señalan que cuando uno tiene temor, los músculos se tensan, cuando tienes miedo se produce adrenalina, la cual al circular por tu organismo y al llegar al corazón, causa como reacción que la frecuencia cardiaca aumente. Se abren los ojos para que uno pueda actuar más enfocadamente y poner atención a aquello que voy a enfrentar. ¿Pero qué pasa si por causa del temor creo que soy un fracaso, que me va a suceder lo mismo de siempre porque me quemé con leche, entonces veo una vaca y lloro? Hay un temor que te sirve para ser prudente. La primera vez que hice un huevo frito, calenté bien el aceite, tomé un huevo, lo rompí en el borde de la sartén, levanté los brazos y lo lancé al aceite; cayó el huevo y me salpicó aceite caliente en la cara, así que yo, cada vez que veo una sartén lloro. Ahí apareció el temor prudente y aprendí a hacer huevo frito más delicadamente, tipo bailarín de ballet.

El diablo quiere que peques por defecto o por exceso; que no hagas la voluntad de Dios, o que te conformes con hacer sólo la mitad, y que Dios se aguante. Te retiene para que no hagas lo que Dios quiere. Pero si ve que estás empeñado en hacerlo te empuja a sentir miedo desatando poderes espirituales de maldad que generan temores en el corazón del hombre. El temor es mucho más que un sentimiento y una sensación; es verdad, es lo que uno siente, pero lo sentimos cuando opera dentro de nosotros un poder espiritual o un espíritu de temor.

En el mundo espiritual no hay vacíos; si tu ser está lleno de Dios, no hay lugar para el temor, no hay lugar para la angustia ni para la ansiedad. Hay poderes espirituales que empujan para entrar dentro de tu vida y producir efectos negativos llevándote a deshonrar a Dios. En este caso, si tienes temores, estás deshonrando a Dios, porque el temor no demuestra que tienes fe en Él y no demuestra que tienes esperanza y confianza. El Señor quiere que seas libre de temores es por eso que va a quebrantar el poder espiritual del temor en tu vida y va a desatarte en esta hora.

EL TEMOR ES ENEMISTAD CON DIOS

Los temores te hacen daño y no permiten que la gloria de Dios se vea en tu vida. Los temores producen reacciones en ti que son enemistad contra Dios. El diablo pone toda clase de pensamientos, como por ejemplo, el pensamiento que te hace declarar: “Dios no se acuerda de mi”. Cuando tú declaras esto no lo haces en función de alguna verdad bíblica que estás creyendo sino que es una sensación tuya, o una idea que te metió satanás en la cabeza. Seguro que una persona que piensa que Dios no se acuerda de ella tiene alguna angustia o temor, seguro que está desencajado o desencajada en alguna circunstancia. El diablo quiere robarte la fe, ya que si lo logra, te roba la bendición de Dios. Y la bendición que Dios tiene para ti es en función de la fe que tienes en Él. Entonces el diablo quiere quitarte la fe y para ello trata de infundirte temor y éste se levanta contra la fe, la opaca y debilita. Dios nos ordena que no tengamos temor y nos dice en su palabra que el que teme no ha sido perfeccionado en el amor, o sea que no conoce bien el amor porque el amor de Dios sobre nosotros produce confianza, fe y esperanza. ¿Qué miedo va a tener un bebé en los brazos de su papá o de su mamá? Tendrá temor su papá y su mamá, pero la criatura no tiene temor. Saber que tengo a Dios de mi lado genera confianza; me arrojo al vacío sin importarme nada porque sé que Él está conmigo.

Una verdad bíblica dice que los cielos de los cielos no pueden contener a Dios según expresa el rey Salomón en 2ª Crónicas 6:18. ¿A dónde habrá un lugar donde Dios no esté? El rey David dijo: “Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra” (Salmo 139: 8 al 10). “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento” (Salmo 23:4). Y Jesús prometió: “…he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mateo 28). ¿En qué estás creyendo? es la pregunta. ¿Estás creyendo en la palabra de Dios? Tú dices: “¡Yo siento que estoy solo! Quien se siente solo tiene miedo. No siente que está en las manos de Dios, tampoco siente que Dios está con él o con ella.

Hay cosas que pensamos y aseveramos que lo único que demuestran es que no tenemos fe ni confianza en Dios. De eso se aprovecha el espíritu de temor para entrar en tu corazón y en tu mente generando más temor, por lo que, a más temor, menos fe. Leemos en Génesis que Dios hizo un jardín donde puso al hombre a quien le dio libre albedrío. A veces nos preguntamos para qué Dios le dio libre albedrío al hombre, hubiera sido mejor hacer marionetas a las que podía manejar con hilos, así hacen su voluntad. Pero en ese caso, no seríamos a imagen y semejanza de Dios. El libre albedrío es la libertad que Dios le ha dado al hombre de decidir en contra de Él o a favor de Él, de estar de acuerdo con Él o disentir con Él. Hubo uno de quien Dios dijo: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo contentamiento”. O sea, era el Hijo que lo ponía contento. ¿Por qué el Padre dijo esto de Jesús? Porque ya había quedado demostrado que Él vino a hacer la voluntad del Padre. Cuando Jesús tenía doce años de edad, José y María, sus padres, le recriminaron: “¿Por qué nos has hecho esto? Entonces él les dijo: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?” Se había quedado discutiendo con unos doctores de la ley. Desde muy chico, Jesús tuvo conciencia de que el propósito de su existencia era hacer la voluntad de Dios, por eso declaró: “Yo no he venido a hacer mi voluntad sino la voluntad de mi Padre”. O: “Estas palabras que oyen de mí no son mías sino de mi Padre que está en los cielos”. También dijo: “Yo tengo una comida que comer…Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra”. Con un hijo así, ¿qué padre no estaría orgulloso? Estar en la voluntad de Dios es tenerlo contento al Señor. Por eso a Jesús le fue dado un honor que no se le ha dado a ningún otro hombre; se le dio un nombre que es sobre todo nombre porque fue el que más contentó el corazón del Padre, y Dios le dio toda honra y un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

Con Adán no fue así. Dios plantó un jardín con un árbol en el medio y como le dio libre albedrío al hombre le dijo: “De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”. Le dio libre albedrío, pero le advirtió cómo le iba a ir si no hacía su voluntad y cómo le iría si la hacía. Pero la serpiente sedujo a Eva; “…la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” Dios le impidió a Adán comer del árbol de la vida porque había comido del árbol de la ciencia del bien y del mal. “Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre”. Dios cumplió su palabra, cuando le dijo que el día que comieran del árbol de la ciencia del bien y del mal ciertamente morirían, entonces les impidió comer del árbol de la vida.

Lo importante es saber qué es lo que pasó en el corazón del Adán y en el de Eva cuando ellos decidieron desobedecer y no le dieron complacencia a Dios. Leemos en Génesis 3:8: “Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto”. Cuando hay una relación de amor en el noviazgo o en el matrimonio, los amados quieren encontrarse y estar juntos. El amor produce intimidad y comunión. Quienes se aman sólo con mirarse ya saben que quiere el uno y el otro.

Hace unos años atrás fui a la ciudad de Artigas, al norte del país y oré por un hombre; y en estos días por motivos de un evento evangelístico volví a ir, entonces se me acercó ese hombre y me dijo que la oración que hice por él surtió efecto. Entonces me contó que antes predicaba el evangelio y tenía una unción tremenda por lo que le imponía las manos a las personas y éstas caían llenas del poder de Dios. Pero un día le fue infiel a su esposa. De esto pasaron unos cuatro años. Me dijo que le pidió perdón a Dios y se sintió perdonado, pero no sabía que era lo que le pasaba porque la unción que tenía no ha vuelto. Claro, cuando hay pecado, hay enemistad con Dios. Tú le pides perdón a Dios y Él te perdona, pero ha ofendido a su esposa y se acuesta todos los días con ella. Y él me preguntaba qué debía hacer para que volviera la unción y el poder de Dios sobre su vida. Sucede que se cortan relaciones, el pecado corta la comunión con las personas y con Dios. Cuando se corta la comunión con Dios uno siente miedo. Yo le pregunté si le había contado a su esposa acerca del hecho y muy asustado me dijo que no porque se destruía la familia. ¡Ese hombre tiene temor! La esposa es su amada pero hay una barrera.

EL ORIGEN DEL TEMOR

Antes de pecar, Adán y Eva percibían la presencia de Dios en el jardín y disfrutaban con el Señor. Era una bendición estar delante de Dios. Era tremendo escuchar su voz y tener una comunión tan íntima con el Señor. Ahora, cuando ellos desobedecieron, haciendo uso de su libre albedrío, escucharon la voz de Dios en el jardín y por primera vez en su vida les sucedió algo que nunca habían hecho, corrieron a esconderse detrás de los árboles del huerto huyendo de la presencia de Dios. David decía: “¿Dónde huiré de tu presencia?” ¿A dónde me puedo esconder de la presencia de Dios? Me puedo esconder del pastor, de mi cónyuge o de mi jefe, pero no me puedo esconder de Dios. ¿Por qué en vez de correr a la presencia de Dios, huyeron a esconderse detrás de unos árboles? Señala la Biblia que se cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales. “Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí”. Primera vez que apareció el miedo en el mundo, fruto de la ruptura de la intimidad y de la comunión con Dios generado por la desobediencia. El temor aparece cuando la comunión con Dios se rompe, por lo que si yo tengo temor entonces algo anda mal con mi comunión y mi relación con Dios. En el mundo espiritual no hay vacíos; cuando el Espíritu Santo no llena una vida, viene otro poder espiritual y se mete en ese lugar. No es la presencia de Dios la que genera temor, es otra presencia que no es la de Dios. La presencia del Espíritu Santo genera gozo, esperanza y fe, no me siento abandonado sino bendecido. Sé que Dios está conmigo y no me voy a esconder de Él; voy a buscar su rostro. ¡Voy a acercarme al Señor! ¡Limpio o sucio no tengo a donde huir de su presencia!

¿Cómo te diste cuenta que estabas desnudo? No sé. ¿Y por qué tuviste temor? ¿Comiste del árbol que yo te dije que no comieras? ¡Ahhh sí! Pero eso fue por culpa de la mujer que me diste. Le echó la culpa a Dios porque, ¿quién hizo a la mujer? Cuando le dices a Dios: “Esto es culpa de la mujer que me diste”, en otras palabras le quieres decir: “Tú eres responsable”. “Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí”. ¿De quién era la culpa? ¿Quién hizo a la serpiente? ¡Dios! ¡El culpable de todo era Dios! Ellos deciden desobedecer, el Espíritu de Dios se alejó de ellos, sintieron miedo de Dios y a la hora de dar cuentas por lo que hicieron y pedirle perdón al Señor, decidieron esconderse, huyendo de su presencia y culpándolo a Él.

¿Con qué piensas taparte? ¿Cuáles son las excusas que le vas a poner a Dios? Descubrimos que el temor aparece cuando la comunión con Dios se quiebra. Si eres cristiano y tienes temor, algo mal anda en tu vida, y el Señor quiere librarte hoy de las ataduras inmundas y de la maldición de temor. Nadie puede hacerse libre a sí mismo después que ha pecado. Y el Señor te dice: “Yo soy tu Dios. Yo soy el que te ama. Yo soy el que te ha creado. Yo soy tu libertador”. Tú tienes que acercarte a Él y decirle: “Vengo a ti Señor. No tengo otro a quien ir. Está bien, he pecado, he roto mi relación y mi comunión contigo, pero, ¿a quién voy a ir Dios? ¿Le voy a pedir al diablo que me desate? Él no desata a nadie. Yo vengo a ti Señor porque eres el único que puede perdonarme, librarme y romper mis ataduras”.

Puedes inventar cualquier otra historia, como que tienes miedo porque tu padre le pegaba a tu madre, etc. El miedo puede entrar por cualquier rendija, pero no puede ser el dios de tu vida, no puedes permitirle que gobierne tu vida. ¡Hoy se tiene que ir! Hay gente que ha tenido un padre malo y cuando me ven a mí, enojado, me dicen que le recuerdo a su padre. ¡Tu padre te golpeaba pero yo nunca lo hice! Puedes usar las excusas que quieras, pero debes saber que hay temor en tu vida, si le tienes miedo a la mirada de alguien o sientes algún temor de cualquier clase; temor a la muerte, a la enfermedad, al fracaso, a no ser reconocido, o sientes pánico. A veces el temor entra en una circunstancia.

Dios me libró a mí de un temor que me entró cuando era chico. Habíamos ido con mis padres y hermanos a un cine que quedaba a una cuadra de mi casa. En ese tiempo daban tres películas. A mis padres les gustaba una película española musicales donde las mujeres bailaban. La segunda película se llamaba, “La mancha voraz”. Terminó la película española, muy linda, y mi mamá se quería ir pero mi papá le dijo que esperara, que iban a ver un poco de la segunda película. “¡Le va a ser mal a los chicos!” dice mi mamá. Yo estaba lo más bien pero la escuché hablar así y eso captó mi atención. Al rato le vuelve a insistir a mi padre: “Joaquín, no quiero que los chicos se queden más tiempo”. Yo me preguntaba qué iba a pasar. Mi papá con voz firme dijo: “¡Nos quedamos acá!” Empieza la película y un hombre ve que cae algo del cielo, entonces va a ver. Toma un palo y pincha una especie de pelotita, levanta el palito y una cosa viscosa comienza a bajar por él. El hombre sacude el palito, pero esa cosa viscosa le agarra la mano, se la quiere sacar de encima pero no puede, y esa mancha comenzó a comerlo. La pelotita chiquita había crecido mucho. Otra persona se acercó luego a ver qué era esa pelota y le sucedió lo mismo que con el primer hombre. Y la mancha ya era más grande. Al ver eso mi madre pegó un grito: “¡Joaquín vámonos!” Mi padre se levantó y nos fuimos del cine. Hasta el día de hoy no me he olvidado de la mancha voraz. Ese día me entraron temores; el temor de mi mamá y el que me dio ver esa película me sacudió. Oré por un muchacho que me dijo que de noche veía películas de terror. Si quieres experimentar miedo, mira películas de terror cuando todo está en silencio y oscuro, a altas horas de la madruga. El joven me dijo que no podía dormir en paz. ¡El temor encuentra una rendija y entra! Uno habilita la entrada del temor y éste se queda.

El temor exige obediencia. Si Dios te manda a hacer algo y tienes temor, terminarás obedeciendo al temor y no a Dios. Y usarás excusas; por ejemplo, Dios te manda a predicar a otra nación y tu madre te dice: “Ya estoy vieja, no estarás pensando dejarme. La Biblia dice que debes honrar a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra”. Te mete un temor usando un versículo bíblico y tú dices: “Yo sé que tengo un llamado, sé que Dios quiere que vaya, pero le pido que deje que entierre a mis muertos”. Así le dijo una persona a Jesús y ¿qué le respondió el Señor?: “Deja que los muertos entierren a sus muertos y tú ven y sígueme”. Uno tiene temor de fallarle a Dios porque Él dijo que debemos honrar a nuestro padre y a nuestra madre, pero se olvidan que por encima de ellos hay un Dios que hay que honrar en primer lugar. Si Dios te mandó a predicar el evangelio lejos, pon en sus manos tu familia y tus bienes y obedece al Señor. Dios no quiere que vivas en temor y no quiere que uses la Biblia para excusarte. Los discípulos que fueron azotados por predicar el evangelio, fueron intimados y les dijeron que no predicaran más en el nombre de Jesús. “Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5:29). El Dios que dijo que debíamos someternos a toda autoridad porque toda autoridad es puesta por Él, es el mismo que dice: “La autoridad máxima soy yo y ustedes me tienen que obedecer”.

CONCLUSIÓN

Cuando llegas al punto de jugarte la vida por Dios o de que dejarás cualquier cosa por amor al Señor y por disfrutar de la comunión con Él, cuando llegas a ese punto, el temor te abandona y la presencia de Dios te cubre. Quiero decirte que en ningún momento estás solo o sola porque Dios está en todos lados, así que no tienes derecho a decir que Dios te ha abandonado. Dios tiene oídos y oye, entonces no tengo derecho a decir que Él no me escucha. Mi problema es mi relación con Dios. Donde comienza mi relación con Él, se rompe mi relación con el temor. Y el temor causa problemas sicológicos como ansiedades y afanes; también produce enfermedades en el organismo, y Dios te quiere libre. La presencia de Dios en tu vida quita el temor y pone paz, gozo, fe y esperanza. Dios me ha consolado y yo he consolado a muchos con el pasaje bíblico que se encuentra en Isaías 54:14 cuando Dios le dice a Jerusalén: “Con justicia serás adornada; estarás lejos de opresión, porque no temerás, y de temor, porque no se acercará a ti”. El temor genera opresión y Dios te dice que estarás lejos de opresión porque no temerás. Si Dios se acerca a ti, el temor no puede acercase. El salmista decía: “En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado” (Salmo 4:8). “Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado” (Salmo 27:3). O crees a la palabra de Dios o en el cuco.

Tú creías que era algo normal de la vida tener temor a la muerte, a la tuya o a la de un ser querido, pero acabas de descubrir que no es normal ya que el creyente tiene que estar aferrado a la vida y saltar de alegría por la fe en el Autor de la vida. ¿Qué temores te asaltan? Una abuelita me dijo que tenía miedo porque está muy sola, y otra, mayor que ella, dice que ella no está sola, aunque vive sola, porque el Señor está con ella. ¡El temor te impide darle la gloria a Dios! El temor te mata. Tú no puedes alabar al Señor cuando tienes temores. Tienes miedo a quedarte sin trabajo, a que tu cónyuge te deje; tienes miedo al futuro, a la tribulación, al fin del mundo. Yo estoy deseando que llegue el fin del mundo, pero he visto cristianos que tienen miedo. Los temores no honran a Dios, no demuestran esperanza y fe en el Señor. Dios quiere romper hoy las ataduras del temor en tu vida. El Espíritu Santo te dice: “¡Anhelo tanto ocupar el lugar de ese temor! Dame tu temor. Dame tu vida”.

¿Tienes temor a la muerte? Dice la Biblia que hay personas que están sujetas el temor de la muerte. El diablo te seduce hacia la muerte mas Cristo te seduce hacia la vida. Yo proclamo vida sobre las personas que sienten temor a la muerte, en el nombre de Jesús. “Espíritu de muerte te ordeno que sueltes las vidas. Espíritu de depresión suelta las vidas, en el nombre de Jesús te lo ordeno. En tu nombre Jesús imparto vida. Tú libertas a los cautivos del temor Señor, para tu gloria, amén”.

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INTRODUCCIÓN

En la Biblia hay enseñanzas que tienen que ver con árboles, como podemos leer por ejemplo en el Salmo 1: “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará”.

Dios quiere hablarte acerca de lo que quiere hacer contigo y quiere que seas como un árbol plantado junto a corrientes de agua. Un árbol grande y frondoso ofrece sus ramas a las aves de cielo para que hagan sus nidos, da sus frutos a las personas y su sombra a los que están cansados; además da flores. Los arboles han sido creados por Dios para bendecirnos. Lo que caracteriza a un árbol frondoso y grande es que no piensa en sí mismo y todo lo que hace es para los demás.

SÉ COMO LA PALMERA

Proverbios 11:30 dice así: “El fruto del justo es árbol de vida, y el que gana almas es sabio”. El que gana almas se comporta como un árbol que bendice y da vida. ¿Y quién es ese? El justo. Podríamos dividir a las personas en dos grupos; están los que dan y están los que piden. Están los que viven del evangelio y los que viven para el evangelio. También están los maduros y los inmaduros, y yo no tengo problemas con éstos últimos siempre y cuando sean niños. No nos molesta tanto que un niño haga travesuras porque es niño. No nos tiene que poner mal que sea inmaduro porque es niño y es de esperar que los niños sean inmaduros.

En el último viaje que hicimos a Israel hemos visto varios árboles endebles y raquíticos, y no sé para qué los cuidan tanto, pero hacen tanta falta los árboles. Vimos en el desierto de En-gadi por ejemplo, árboles flaquitos, que si te llegas a agarrar de ellos los rompes; pero éstos son regados y fertilizados constantemente por medio de un sistema de goteo ya que para los israelitas los árboles son muy importantes el hecho de tener vegetación en el desierto. Ellos han entendido que los árboles son una tremenda bendición y llevan ya cuarenta y un millón de árboles plantados desde el año mil novecientos nueve. Y esto está cambiando el sistema ecológico de Israel. En esa nación predominan los desiertos, pero los árboles son portadores de bendición.

Uno de los árboles que bendice Israel es el que produce dátiles. También hemos visto palmeras en lugares desérticos. Uno no puede creer cómo una palmera puede subsistir en un lugar donde sólo hay sequedad y sol, y nos han dicho que la palmera representa a Israel. Cuando visitamos Meguido, observamos un Tel, como conocemos la ciudad de Tel Aviv, que es una especie de montaña formada con la superposición de distintas culturas que han sido destruidas y se han vuelto a construir. En Meguido han excavado y han encontrado veinticinco culturas que surgieron una tras otra por miles de años. Sobre ese Tel que es pura piedra, que es tierra dura y seca, en la que no hay sitio donde cobijarse a la sombra, sin embargo, ahí, están las palmeras.

Salmo 92:12 dice: “El justo florecerá como la palmera; crecerá como cedro en el Líbano”. Yo me preguntaba cómo sería esto, y entendí que la palmera echa raíces muy profundas, buscando agua, así encuentran aguas amargas que otros árboles no soportan o por las que no sobreviven. Las palmeras toman esas aguas amargas que en realidad son aguas minerales con altísimos contenidos de sales y que son muy duras para que el ser humano beba porque lo enfermaría. Entonces, la palmera toma de esas aguas amargas y produce dátiles. Cuando la Biblia habla de la tierra que produce leche y miel, se refiere a la miel que produce el dátil, fruto de la palmera. Se extrae del dátil un néctar muy consumido en Israel y es el producto dulce de las aguas amargas. La Biblia señala que así es Israel, y así es el justo; el justo florecerá como la palmera. Éste vive de amarguras, pero produce dulzura; vive de quebrantos y adversidades, pero produce bendición. ¡Esa es la capacidad del creyente! ¡Ese es el tipo de árbol que Dios quiere hacer de ti!

El buen árbol, el justo, produce fruto abundante y da vida. El árbol que no es maduro, que no proviene de la justicia por decirlo así, es el árbol que piensa en sí mismo, no está dando sino recibiendo. Es el tipo de personas que está pendiente si lo llaman o no, si lo buscan o no; y si no lo hacen piensa que en la iglesia no hay amor, que nadie se acuerda de él. Ese tipo de persona resulta ser inmadura. Las actitudes de un niño inmaduro nos causan gracia; pero si un grande es inmaduro nos causa problemas. Si a los cuarenta años te sigues orinando ya no causa gracia, y nosotros no sabemos qué hacer con esa clase de personas. No sabemos qué hacer con una persona grande que sigue pensando en sí misma y espera de los demás, espera del gobierno o de la sociedad.

El árbol maduro da fruto y les da lugar a las aves del cielo para que hagan nido. El creyente que Dios quiere formar es el creyente que da vida. Un creyente que tiene esperanza siembra esperanza, y la esperanza es vida; un creyente que tiene fe, siembra fe y la fe es vida. Un creyente que tiene paz siembra paz. ¡Qué lindo es poder hablarle e infundirle paz a una persona turbada! El creyente maduro está capacitado para darle paz al que carece paz. ¡Dios quiere hacer de nosotros personas de bendición!

Como iglesia hemos donado unos mil árboles a una ONG llamada Keren Kayemet LeIsrael (KKL), parte de los cuales hemos plantado en Israel en este último viaje que hicimos. Esta organización hizo una ceremonia en reconocimiento por la donación de esos árboles. Hemos prometido que del dinero que entre para el campamento juvenil de Beraca del próximo año apartaríamos para comprar otros mil árboles más y donarlos a esta ONG. Después de haber plantado esos árboles nos llevaron a un lugar cerca de allí debajo de muchos árboles donde corría una brisa muy linda, nos sirvieron una mesa con frutas y bebidas, donde también se ofreció la ceremonia. Ese es un bosque que inauguró el ex presidente de Uruguay, Luis Alberto Lacalle en el año 1992. ¡Qué diferencia estar en el desierto y después ingresar a esa zona de bosques! ¡Un bosque es una bendición! Plantar árboles es bendecir al mundo y Dios nos ha plantado a los cristianos, personas justas, para que seamos de bendición, como el árbol que da sombra y da fruto.

SÉ ARBOL DE JUSTICIA

Tal vez estás cansado o cansada de estar siempre esperando que te den algo, de mendigar que alguien haga algo por ti, en lugar de ser como un árbol grande y frondoso que bendice a los demás. Hubo un tiempo en que yo pensaba en mí mismo, tenía mis propios planes, pero un día Dios me transformó e hizo que yo ya no produzca para mí sino para los demás.

Estábamos orando en el último encuentro que tuvo lugar en Monte Beraca para que las personas sean llenas por el Espíritu Santo, pero hay quienes no están preparados para ello porque hay algo en su vida que se los impide. Yo le impuse las manos a una jovencita, pero ella estaba tiesa y no recibía nada. Al finalizar me puse a conversar con la joven y me contó que no conocía a su papá y eso la entristecía mucho. Antes de orar por las personas para que reciban el bautismo del Espíritu Santo les advertí que no pensaran en nada, sólo en ser llenos del Espíritu de Dios. El Señor no te va a dar aquello que no quieres recibir y si tienes otros pensamientos en tu cabeza que ocupan un lugar prioritario entonces le das a entender a Dios que no quieres ser lleno de su Espíritu. La jovencita no podía anhelar la llenura porque su anhelo era tener un papá que le diera afecto. Yo le hice ver a ella que Dios es nuestro verdadero Padre y a veces estás deseando un abrazo de ese padre que no te amó, que no te dio ni siquiera el apellido, de un padre que estaba más interesado en él que en su hijo o en su hija. Por más que desees eso no puedes cambiar la naturaleza de la otra persona, pero sí puedes cambiar tu actitud. Si tu padre te rechazó tú no serás como él. Tú te vas a aferrar a tu verdadero Padre que es Dios. Cuando tienes un encuentro con tu Padre del cielo, su Espíritu viene sobre ti y tú llegas a ser una madre o un padre como Él. Dios quiere impartir su Espíritu de paternidad sobre ti. El árbol se comporta como un padre que provee bendición, cobijo y frutos.

El Espíritu del Padre es el mismo que se manifiesta en los hijos. Cuenta la Biblia que Jesús llegó a Nazaret y se le dio el libro del profeta Isaías, y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: “El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel…” (Isaías 61:1). El Espíritu que hay en el Padre es el Espíritu que unge al Hijo para que sea un árbol de bendición. Y continúa diciendo Isaías: “…a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya”.

Dios hoy te llama a ti, árbol de justicia. En poco tiempo viajaré a Italia con varios parientes, entre ellos mis hermanos y primos; y por este motivo he diseñado un árbol genealógico. Puedo ver en esto que la bendición de mi abuelo continúa a través de sus descendientes y me hace feliz saber que el espíritu que se movió en la vida de mi abuelo, y lo que él tenía en su corazón que era predicar el evangelio y ser de bendición, también tocó nuestras vidas. Mi abuelo, después de haberse convertido a Cristo fue a Italia a predicarle a sus parientes y amigos, pero no fue bien recibido; fue despreciado a tal punto que decidió irse de Italia y tomar otros rumbos porque quería criar a sus hijos en el evangelio. Y el poder de Dios que se movió en la vida de mi abuelo hace hoy, que veinte de sus descendientes, después de más de cien años, vayamos a su pueblo natal a bendecir esa tierra que no lo recibió. Yo tengo grandes expectativas acerca de esto. Hemos pedido al intendente que nos permita hacer un acto especial donde presentaremos el libro que habla de la historia de mi abuelo y donde honraremos su memoria.

Piensa que un árbol tiene generaciones. En nuestro viaje a Israel, estuvimos en el Monte de los Olivos y los expertos nos dijeron que algunos de los árboles de olivo tienen unos mil ochocientos años. Los buenos árboles trasmiten bendición por generaciones. Dios quiere hacer de ti un árbol fuerte y tu bendición continuará a través de generaciones. Yo voy a Italia con un legado que recibí de mi abuelo. Una persona inmadura, para llegar a ser un árbol de justicia necesita la unción del Espíritu Santo; necesita ser saciado con el néctar de Dios. Debe aprender a ser feliz y tener contentamiento cualquiera sea la circunstancia porque no es la circunstancia lo que determina su felicidad, la que le puede generar paz o alegrar su corazón, sino que es la presencia de Dios en su vida. El Señor quiere producir hoy un cambio en tu vida. Dice la Biblia que el Espíritu Santo nos anhela celosamente. Ser llenos del Espíritu Santo es ser saciados con toda la bendición de Dios, con su néctar, con su sabia. ¡Benditos los que anhelan la llenura y la presencia del Espíritu Santo! “Yo te voy a hacer madurar”, dice el Señor. “La gente vendrá a ti para recibir de mi”.

He sido muy bendecido en mi viaje a Israel porque he tomado conciencia de lo importante que es tener árboles y he entendido que somos plantíos de Jehová. ¡Somos árboles del Señor! ¿Qué recibe de ti la gente que te rodea? ¿Ellos se acercan a un palo seco o a un árbol frondoso? Hay quienes se sienten fracasados, sienten que no tienen para dar, es más ellos están muy necesitados. Pero nosotros hemos sido saciados, cualquiera sea nuestra circunstancia, el temor no puede amedrentarnos porque el Señor está con nosotros; la soledad no nos abatirá porque el Señor está con nosotros. De nuestro interior brotan ríos de agua de vida y dijo Jesús que ese río de agua viva es el Espíritu que tienen aquellos que creen en Él. Deja de pensar que un mejor trabajo o un mejor sueldo te hará feliz; deja de creer que tu cónyuge te hará feliz porque muchos pusieron sus expectativas en su cónyuge pensando que los harían felices y sin embargo no lo son. Hay personas que viven insatisfechas y siguen esperando algo, pero lo que necesita su alma es la presencia de Dios.

CONCLUSIÓN

Leemos en Salmo 104:16: “Se llenan de savia los árboles de Jehová, los cedros del Líbano que él plantó”. La savia produce ramas, hojas, flores y fruto. Y Dios me dijo: “Se llenan de savia los árboles que yo he plantado en Uruguay. Plantío de Jehová serán llamados”. Dios está esperando que sus plantas bendigan el planeta. No te canses buscando satisfacción para tu alma; ábrele tu corazón a Dios. Si te sientes seco o seca, si te sientes fracasado y débil necesitas tomar una decisión. Una vez tuve que tomar una decisión y le dije a Dios que se haga su voluntad en mi vida. El Señor obró y destruyó todo lo que no servía y puso lo que Él quería. Me asombra hasta el día de hoy el hecho de que yo sea pastor. Nunca me imaginé que en mi hubiese sabia para ser pastor. Y aquellos que hemos sido plantados por Dios somos personas llenas de su savia. ¡Dios no te ha llamado para ser mendigo sino para ser una fuente de bendición!

Si te sientes débil, sin fuerzas, si todavía te disgustas porque no te prestan atención, porque no te reconocen como debieran, deja eso de lado y acércate a Dios para ser saciado por Él. Ya no importarán más tus circunstancias. El Señor reemplaza toda circunstancia y a toda persona que te ha faltado, sea quien sea. ¡Dios quiere llenar tu vacío! Serás un árbol cuyas ramas se extienden hacia el cielo.

Me gustó una frase de un discurso que ofreció en Argentina el primer ministro de Israel que dice así: “Israel es como un árbol antiguo que ha echado raíces profundas y sus ramas se extienden hacia el cielo”. Cuando escuché eso me maraville porque esa frase tiene un sentido bíblico y es que Dios ha declarado: “Sobre tus muros, oh Jerusalén, he puesto guardas; todo el día y toda la noche no callarán jamás. Los que os acordáis de Jehová, no reposéis, ni le deis tregua, hasta que restablezca a Jerusalén, y la ponga por alabanza en la tierra” (Isaías 62: 6 y 7). ¡Y lo está haciendo!

Yo siempre pensé en bendecir a Israel para ser bendecido, pero de pronto comencé a demandarle al pueblo judío que bendiga a las naciones porque la Biblia dice que Israel ha sido puesto para luz de las naciones. Y me animé a decirles a unos embajadores israelitas: “Ustedes nos recuerdan esa frase que dice bendeciré a los que te bendijeren y maldeciré a los que te maldigan, mas yo quiero recordarles que Dios les dijo a ustedes, te bendeciré y serás bendición. Así que les reclamo que ustedes sean de bendición para nosotros”. Y después escuché al primer ministro israelí decir que países árabes buscan amistad con Israel. Un problema importante de los países árabes es que no tienen agua e Israel ha desarrollado la mejor tecnología del mundo que lo abastece de agua. Jordania está entre los cinco países más secos del mundo, prácticamente es un desierto. Estuvimos en el lugar donde Moisés hizo salir agua de la roca y hasta el día de hoy sigue emanando agua de esa fuente en Jordania. Una de las causas por las que Jordania está en paz con Israel es porque éste le abastece de tecnología para el riego. Israel ha comenzado a ser bien vista por muchas naciones. Gracias a la tecnología israelí ahora no podemos librarnos de multas por causa de las cámaras que clocaron en las calles. Hay una gran cantidad de cosas con las que Israel colabora con las naciones y así como declaró el primer ministro de esa nación, Israel es como un árbol antiguo que tiene raíces muy profundas cuyas ramas se extienden hacia el cielo.

Dios ha hecho de Israel una bendición para el mundo, pero quiere hacer de ti también una bendición. Que eches raíces profundas y te rías del sequedal porque sabes dónde buscar aguas y extender tus ramas hacia otros. Y si te está faltando fuerzas para bendecir, es hora de que acudas al Señor. Si te sientes seco y débil, si te faltan palabras y te cuesta todo, quieres pero no puedes, acércate a Dios para recibir de Él. ¡Recibe la llenura del Espíritu Santo!

¡Toca las vidas, Señor! Derrámate sobre nosotros y haz de nosotros, árboles que den sombra y cobijo, árboles que den fruto y bendigan a otros. Repite esta oración y di: “Seré un árbol de bendición, el Espíritu Santo llenará mi vida. Lo creo, lo confieso, en el nombre de Jesús, amén”.

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INTRODUCCIÓN

La Biblia habla de los dones espirituales, que son los dones del Espíritu Santo. Estos son capacidades o habilidades de Dios dadas al creyente, por eso es un don y no es algo que se consigue o aprende, sino que se recibe. Un don es un regalo. También dice la Biblia que hay diversidad de ministerios y de operaciones, aunque en esta oportunidad estamos hablando de la diversidad de dones espirituales. Hay nueve dones espirituales que se diferencian de los dones naturales o habilidades naturales, ya que las tiene cualquiera. Pero los dones espirituales los tienen los hijos de Dios, engendrados por el Espíritu Santo. Somos aquellos que hemos creído en Cristo y tenemos la naturaleza divina, engendrados por el Espíritu Santo como nuevas criaturas espirituales.

Los tres primeros dones son de revelación, o sea que son manifestaciones; los tres siguientes son dones de poder o sea que muestran el poder de Dios y hoy hablaré acerca del último don que forma parte de los dones de poder, el hacer milagros, y los dones vocales. A estos últimos les llamamos así porque operan mediante la vocalización, o sea, traen un mensaje.

DONES DE PODER: Don de Hacer Milagros

Uno de los dones de poder es el don de milagros y dice la palabra de Dios en 1ª de Corintios 12:10: “A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas”.

Aquí notaremos una diferencia con todos los demás dones a los que se refiere la Biblia como la palabra de sabiduría, palabra de ciencia, discernimiento de espíritus; respecto a los milagros, la Biblia utiliza el verbo hacer. El don de hacer milagros sucede por hacer algo. Quien demuestre el poder de Dios por medio de milagros va a tener que esmerarse en hacer algo, porque se constituye en un colaborador de Dios en la producción de ese milagro. No está mal decir que los cristianos hacen milagros ya que actúa el poder de Dios en ellos, y Dios opera en sociedad con el hombre. En realidad, siempre opera Dios con el hombre y el hombre con Dios. No nos escandalizamos cuando un cristiano hace milagros porque entendemos que no tiene ningún poder intrínseco para hacer ese milagro que es fruto del Espíritu Santo; lo que sucede es que es un hijo de Dios y el Señor actúa en sociedad con sus hijos. De una forma especial, la persona que tiene el don espiritual de hacer milagros, toma acción para que esos milagros sucedan. ¿Qué es un milagro? Es un hecho no explicable por las leyes naturales, y que se atribuye a intervención sobrenatural de origen divino. Los científicos ateos han tratado de muchas maneras de demostrar que hay una explicación científica para un milagro y le han buscado alguna connotación científica como por ejemplo, una onda electromagnética. Imagínate si en los sucesos del Antiguo Testamento se sabía algo de ondas magnéticas.

Dice un pasaje de la Biblia que una persona que tocó el arca del pacto cayó como muerta. Y a mí hace mucho tiempo atrás me gustaba leer libros de ovnis; uno de los libros que leí, señalaba que adentro del arca había una especie de bobina que provocaba choques eléctricos… En otro libro que leí señalaba que cuando se abrió el Mar Rojo fue por obra de un extraterrestre, pero que el pueblo en realidad cruzó por una especie de charco. Yo me iba convenciendo de esas cosas que leía, pero una noche, estaba en mi cama leyendo acerca de esto y noté que en ese charco se ahogaron todos los soldados del ejército de faraón. ¡Fue grande el milagro del Mar Rojo!

Un milagro es un portento, es algo que sucede y que no tiene una explicación racional, por las leyes naturales, sino que se necesita la intervención sobrenatural de origen divino. ¿En qué se fundamentan los milagros? Por supuesto que en afirmaciones bíblicas. Por ejemplo, leemos en Jeremías 32:17: “¡Oh Señor Jehová! he aquí que tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido, ni hay nada que sea difícil para ti”. El que cree en Dios vive sus manifestaciones y el Señor no se va a manifestar a los incrédulos. Si yo creo en su palabra entonces no le pongo trabas a los milagros.

La Biblia dice que Dios hizo todo lo que se ve de lo que no se veía. Dios dijo: “Sea la luz” Y fue la luz. El fundamento bíblico para creer en milagros es que para Dios todas las cosas son posibles. Y el Señor responde en Jeremías 27:27: “He aquí que yo soy Jehová, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea difícil para mí?”. Es necesario que el que se acerca a Dios lo haga con fe, no dudando nada. Parece una cosa sencilla, pero es una verdad que tiene que calar hasta lo profundo de tu corazón y hacer que penetres en esa dimensión donde lo imposible se hace posible y esa es la dimensión de Dios. Cuando yo me dejo impactar por la palabra de Dios y ésta entra en mi corazón, entro en la dimensión de Dios, donde sucede lo que para el hombre o para la razón es imposible.

Los milagros no operan en la dimensión de la razón; los milagros operan en la dimensión de lo imposible. Vimos dos versículos que hacen referencia que para Dios no hay nada difícil; ahora veremos algo muy loco. Se le acercó un padre desesperado pidiendo a Jesús un milagro. “Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible” (Mateo 9:23). Dios te incluye a ti también dentro de la dimensión de lo imposible. “E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad” (Mateo 9:24). ¡Pídele a Dios que te ayude a entrar en esa dimensión! Dile que ya no quieres ser incrédulo porque quien tiene incredulidad se levanta contra Dios y resiste su obra. Dios quiere obrar una sanidad y el incrédulo lo detiene. Debemos transformarnos en una iglesia que le abra las puertas a los milagros de Dios, que no solamente crea que para Dios todas las cosas son posibles, sino que comience a hacer posible lo imposible porque cree que lo que Dios ha dicho, eso se hará. ¿Qué detiene entonces el don de hacer milagros? ¡La incredulidad!

De todas maneras, los milagros no surgen de la iniciativa humana; no es que se te ocurre a ti que suceda algo sobrenatural, sino que se le ocurre a Dios. Los milagros no tienen iniciativa en el poder o la imaginación del hombre. Los milagros tienen origen en la mente de Dios. Muchas personas se ilusionaron con algo y como no sucedió como ellos querían se desencantaron de Dios, entonces dijeron: “Yo tengo fe y Dios lo va a hacer”. Pero no sucedió y declararon: “Yo oré con fe pero Dios me falló”. Lo que sucede es que no sabemos discernir entre la fe y la ilusión, o entre la fe y la imaginación. A veces nos ilusionamos y la ilusión es una distorsión de la percepción vinculada a los sentidos. Por ejemplo, ves una laguna en un desierto y corres a refrescarte, pero te zambulles en la arena. Eso es una ilusión óptica, y así como existe la ilusión óptica también está la ilusión espiritual. Si no funcionó eso que te ilusionaba es porque no tenías fe porque la fe es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve. ¡La fe no falla!

Cuando sucede un milagro no es porque Dios sigue al hombre sino porque éste sigue a Dios. Cuando a un creyente se le ocurre un milagro y lo hace es porque ya tenía en su corazón algo que Dios había pensado. Un creyente busca la voluntad de Dios y no la propia, por lo tanto, desear hacer la voluntad de Dios es la actitud correcta; lo contrario es andar buscando que Dios haga lo que yo quiero. Jesús nunca hizo un milagro fruto de su voluntad, nunca dijo algo que se le ocurrió a Él. El Señor afirmó varias veces: “Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió” (Juan 6:38).

¡Jesús buscaba hacer la voluntad de Dios! Cuando se encuentra con un niño muerto, hijo único de una viuda; cuando ve a la mujer llorando, para la procesión y resucita al niño, no es que a Él se le ocurrió hacerlo porque Jesús siempre anduvo buscando la voluntad de Dios. Jesús ha descendido a la tierra a hacer la voluntad de Dios y el creyente está siendo enseñado por el Señor para anhelar la voluntad de Dios y declarar: “Venga a nosotros tu reino y hágase tu voluntad”. Jesús descendió del cielo; esto es para a aquellos que dicen que Jesús no es Dios. Dime, ¿algún hombre ha descendido del cielo? Yo desciendo de mis padres, uno español y otro italiano, pero Cristo declaró: “Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió”. Esto es fundamental si vas a producir milagros y Dios quiere que lo hagas. Dios te dice hoy: “Tú puedes hacer milagros en mi nombre y mostrar mi gloria. ¡Tú puedes mostrar al mundo quien soy yo! Abre tu corazón y asóciate conmigo porque necesito gente que muestre mi gloria en la tierra”. Los milagros son iniciativa de Dios y el hombre que está abierto a esas iniciativas hace milagros. ¿Por qué no hay más milagros en la iglesia? Porque no hay expectativas de milagros. ¡Cuántas veces el último recurso es Dios! Cuántas veces has ido al médico para que te sane, o has buscado a alguien que te ayude; has probado todo, y cuando terminaste derrotado, buscaste a Dios. Y el Señor te dice: “Eso estaba esperando, que me buscaras a mí”.

El hombre que está abierto a milagros se encuentra a la expectativa de que Dios quiere hacer milagros. Si tu cabeza está llena de afanes, de ansiedades, de tus propias ideas, no ves la posibilidad de milagros porque tienes tu cabeza demasiado ocupada en muchas cosas y “tu disco duro” está lleno. Entonces no tienes expectativas de ver un milagro para hacerlo en el nombre de Jesús. Espero que a partir de hoy recibamos una gracia especial para vivir en la expectativa de aquello que Dios quiere. No es que Dios hace pocos milagros; el asunto es, cuánta gente hay que cree en milagros.

Otro problema es que cuando la mente es racional, o sea que razona mucho, le cierra la puerta a los milagros. La mente racional se niega a aceptar lo que no entiende. Primero quiere entender. ¿Cómo va a entender la mente que hay un hombre que le falta una pierna y Dios quiere ponerle una nueva? La mente imagina cómo se puede lograr y piensa que es difícil. La mente se levanta contra la fe y contra los milagros. La racionalidad del hombre es uno de los impedimentos más grandes. La razón es la fuente de la incredulidad. Yo no estoy en contra de la razón. Nosotros tenemos un intelecto, pero lo importante no es lo que desarrollamos en cuanto a ideas humanas sino qué capacidad tenemos de entender los pensamientos de Dios; me refiero a la capacidad de razonar con los razonamientos de Dios y de pensar con los pensamientos de Dios.

. El Señor quiere que sus pensamientos sean los nuestros; Él quiere que nos arrepintamos de nuestros pensamientos y éstos van unidos a la razón. “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55: 7 al 9).

Jesús declaraba cosas sencillas que nosotros repetimos y están en nuestra cabeza, pero tienen que bajar a nuestro corazón. Jesús les dijo a sus discípulos: “…porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible”. Algunos comienzan a racionalizarlo y dicen que la montaña puede significar una dificultad que no se puede remover. Y yo creo que la montaña puede ser cualquier cosa y además una montaña. Para que sucedan milagros, entonces, intervienen dos elementos que son la iniciativa de Dios y la fe. La fe es un don de Dios. Todos los dones espirituales operan a través de la fe; y ninguno opera sin ella. O sea que la fe es imprescindible. Dios tiene en mente algo y porque el hombre es el administrador en la tierra, Dios pone en el corazón de los que le aman y le buscan, sus proyectos, para que éstos los lleven a cabo, y les da fe para que crean.

Cuando el hombre tiene la fe de Dios, entonces puede ordenar que suceda en la tierra aquello que Dios ya planificó que suceda desde el cielo. Esto es una sociedad entre Dios y el hombre. Por eso, Jesús dijo que debíamos renunciar a nuestra voluntad, que teníamos que renunciar a nosotros mismos, tomar nuestra cruz cada día y seguirle a Él. Cambio mi voluntad por la suya; cambio mi fe natural por la fe que el Señor me da. La fe penetra lo insondable de Dios, mas la razón no, ya que ésta se opone a la fe. Lo insondable es aquello que no se puede medir, lo que no se puede ver ni demostrar. La fe es la sustancia de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve. Dios dijo: “Produzca la tierra árboles”. Y como todo fue hecho por fe, por la palabra de Dios, los árboles aparecieron conforme el sentir del corazón de Dios, de la nada. Cuando Dios ordenó que la tierra produzca, sucedió que se produjo aquello que se hizo visible de lo que era invisible. No había una semilla para que naciera un árbol; apareció porque la fe de Dios era la sustancia del árbol.

Unos científicos ateos han declarado que no se necesita a Dios porque todo surgió a partir del Big Bang. Dicen que primero no había nada, pero había un puntito y eso significa algo, ya no es nada. Entonces había un puntito donde se concentraba toda la energía de todo el universo, y ese punto era tan chiquitito que no tenía masa, pero a su vez contenía toda la masa del universo; no tenía energía, pero a su vez contenía toda la energía del universo. Y según ellos, de ahí surgió una explosión. Cuando toda la vida hemos enseñado que de la nada no puede salir nada, entonces algo había que tener y eso era el puntito. Con tal de negar a Dios se inventan cualquier cosa. La razón se opone a la fe. En vez de creer en Dios, la razón prefiere creer en un puntito.

Veamos algunos ejemplos bíblicos: Dios le dijo a Moisés: “…golpearás la peña, y saldrán de ella aguas, y beberá el pueblo. Y Moisés lo hizo así en presencia de los ancianos de Israel” (Éxodo 17:6). ¡La Biblia está llena de milagros! En Israel hay un desierto en donde hay un pozo de agua amarga, en Mara, y el pueblo al ver que las aguas eran amargas murmuró contra Moisés. “Y Moisés clamó a Jehová, y Jehová le mostró un árbol; y lo echó en las aguas, y las aguas se endulzaron…” (Éxodo 15:25) También caía maná del cielo todos los días para que el pueblo comiera en el desierto. El trato de Dios con el hombre es un trato de milagros. Es una pena que hoy en día sucedan pocos milagros en la vida de los creyentes.

“Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite” (2ª Reyes 4). Éste es el caso de una viuda que no tenía nada y los acreedores querían llevarse a sus hijos como siervos y pidió ayuda a Eliseo. Cualquier cosa que tengas le sirve a Dios para hacer un milagro. Si de la nada hizo todo, ¿cómo no va a poder hacer que surja aceite en una vasija? La razón atenta contra la fe. Le dijo el profeta a la mujer: “Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas. Entra luego, y enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas las vasijas, y cuando una esté llena, ponla aparte. Y se fue la mujer, y cerró la puerta encerrándose ella y sus hijos; y ellos le traían las vasijas, y ella echaba del aceite. Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otras vasijas. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite”. Cuando no hubo una vasija más, se terminó el milagro. Estas cosas que están escritas en la Biblia, para algunos son estupideces históricas, pero para nosotros son motivos de fe.

Dios le dijo a Moisés: “…te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel. Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel? … ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua… Entonces Moisés respondió diciendo: He aquí que ellos no me creerán, ni oirán mi voz; porque dirán: No te ha aparecido Jehová. Y Jehová dijo: ¿Qué es eso que tienes en tu mano? Y él respondió: Una vara. Él le dijo: Échala en tierra. Y él la echó en tierra, y se hizo una culebra; y Moisés huía de ella. Entonces dijo Jehová a Moisés: Extiende tu mano, y tómala por la cola. Y él extendió su mano, y la tomó, y se volvió vara en su mano” (Éxodo 3y4).

Cualquier cosa que tengas en tu mano le sirve a Dios para hacer milagros. No digas, yo no soy nada, yo no soy nadie; no digas que no puedes porque Dios nunca ha contado con tus fuerzas, con tu capacidad o tu poder.

Había cinco mil hombres, sin contar a las mujeres y niños que seguían a Jesús. Y El Señor preguntó: “¿De dónde compraremos pan para que coman éstos?” Y uno de sus discípulos respondió: “Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos?” (Juan 6). Recuerdo una vez que estábamos haciendo de comer en Monte Beraca para unas cincuenta personas, pero ese día había llegado más gente, en total éramos como ciento cincuenta. Entonces yo voy a la cocina, veo la olla y le pido a Dios: “¡Señor multiplica!” ¡Resultó que comieron todos los que estaban allí y sobró! Dice la Biblia en Mateo 14: 19 y 20: “Entonces mandó a la gente recostarse sobre la hierba; y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los discípulos, y los discípulos a la multitud. Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, doce cestas llenas”. ¡Los milagros existen! Pero hay algo que detiene los milagros: “Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos” (Mateo 13:58). La incredulidad es el freno que impide que suceda un milagro. Cuando dices que le has pedido a Dios pero Él no lo hizo, estás expresando incredulidad. Pídele perdón a Dios porque has orado sin fe y ha habido incredulidad en tu corazón. Si no ocurrió el milagro es porque te faltó fe. No elijas echarle la culpa a Dios y creer que Él es sordo. ¡Dios no es sordo! ¡El Señor no puede actuar donde hay incredulidad!

La racionalidad humana facilita la incredulidad. Pero la Biblia dice que nosotros tenemos la mente de Cristo. Tú elijes cada día con qué mente vas a funcionar. Entonces, la racionalidad de la mente humana no se abre al poder de Dios ni a la producción de milagros. Lo que hace la mente humana es generar incredulidad. Pero el que tiene la mente de Cristo hace las cosas que el Señor hace y dice lo que Él dice. Dijo Jesús: “Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán” (Marcos 16: 17y 18).

DONES VOCALES: Don de Profecía

Ahora veremos el don de profecía que es un don muy controversial. Veremos con el don de profecía también el don de lenguas y de interpretación de lenguas. Leemos en 1ª de Corintios 12:10: “A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas”.

¿Qué dice el diccionario acerca de la palabra profecía? Que es una predicción hecha por inspiración divina o sobrenatural. ¿Qué es una predicción? Es algo que se dice previamente, o sea que se dice antes de que suceda. Hay otros que toman una acepción más racional de lo que es la profecía y dicen que es un mensaje de parte de Dios. También es un mensaje de parte de Dios, pero en cualquier parte del mundo la gente expresa lo que dice el diccionario acerca de la profecía. Es una predicción, o algo que se anuncia antes de que suceda. Son mensajes de parte de Dios en los que el Señor anuncia algo que va a hacer.

Toda la Biblia está llena de profecías. A esos que dicen que ya pasó el tiempo de las profecías no les creas. Dice la Biblia en 1ª de Corintios 13: “El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará… Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor”. Las profecías no se acabaron sino que se acabarán; también se acabarán las lenguas y la ciencia. Si se acabó la ciencia, entonces también se acabó la profecía. Habla de cosas que van a suceder cuando se establezca el reino de Dios en la tierra. ¿Qué van a profetizar cuando Dios ya esté aquí viviendo con nosotros? El amor permanecerá, ¿pero qué lengua vamos a necesitar si habrá una sola lengua?

Cuando hablamos de profecía, nos referimos a la inspiración divina; cuando hablamos de adivinación, nos referimos a las predicciones satánicas, a las prácticas adivinatorias y Dios prohíbe tales prácticas. No vayas a tirarte las cartas, no acudas al vidente porque el Señor detesta esas prácticas. La profecía de Dios es perfecta y se cumple, y Él sabe más que nadie lo que va a suceder. Si quieres saber acerca de algo que va a suceder, pregúntale a Dios. Y si Él no te lo quiere decir no vayas a que te lo digan los brujos porque te va a ir mal. La profecía entonces, es una predicción de origen divino y la adivinación es de origen satánico. La adivinación significa que puede ser como que no, como cuando tienes una margarita y le quitas los pétalos de a uno, balbuceando me quiere mucho, poquito y nada. La adivinación es un azar, puede ser como no. ¡No ofendas a Dios buscando conocimiento futuro a través de la adivinación!

Nunca la profecía fue traída por voluntad humana: “…porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”. Así dice 2ª de Pedro 1:21. Esto se condice con la definición del diccionario. ¡Aquí hay un grave peligro! Todos aquellos que profetizaron, los que nombra la palabra de Dios, fueron inspirados por Dios. Ahora, hay una tentación muy grande por el hecho de profetizar. Muchos sacan pecho y declaran: “¡Así dice el Señor!” Hablar de parte de Dios puede ser una tentación satánica. ¡Declarar eso es cosa seria! No puedes manipular a la gente diciéndoles: “¡Así dice el Señor!” ¡No puedes usar el nombre del Señor en vano! Es uno de los diez mandamientos: “No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano” (Éxodo 20:7). ¡No uses a Dios! ¡Si tienes palabra de Dios habla palabra de Dios y si no, cállate la boca!

Hay personas que se han acelerado por causa de la profecía y andan buscando gloria y admiración; y entonces, la profecía, en muchas iglesias, incluida Misión Vida, como que se ha apocado por los temores que generan las desviaciones del verdadero don profético. Pero la profecía no se ha acabado y el don de profecía tampoco. Si eres una persona temerosa de Dios, ora al Señor y pídele que te muestre el mensaje que tiene Él para la iglesia. “El profeta que tuviere un sueño, cuente el sueño; y aquel a quien fuere mi palabra, cuente mi palabra verdadera. ¿Qué tiene que ver la paja con el trigo? dice Jehová” (Jeremías 23:28). Hay gente de Dios que sólo ha tenido dos o tres sueños de Dios en toda su vida. Pero hay otros que todos los días tienen sueños y se sienten tocados por Dios. Yo también sueño sueños, pero tengo que entender que es bien de Dios para que yo lo pueda declarar. Entonces Dios te dice: “¿Soñaste un sueño? Anda y decile a todo el mundo que soñaste pero no digas que yo te di ese sueño. Aquel que tenga palabra mía, dígala, pero no confunda la paja con el trigo”. Es muy importante discernir. El cernidor separa la paja del trigo, el viento se lleva la paja, y el trigo que es más pesado queda en el cernidor. “…porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero” (Isaías 46:9y10).

Dios siempre anuncia lo que va a suceder y no hace nada sin primero anunciarlo. Hay quienes declararon que se terminaría el mundo en tal y tal fecha; también un profeta declaró que en el año 1988 venía Cristo. El mundo está lleno de falsos profetas, pero eso no significa que ya las profecías y los profetas no existen. Hay profecías que son personales, o sea que son cosas que se cumplirán dentro de un día, de meses, o dentro del período de mi vida. Muchos me han dado profecías a mí como a otros hermanos de la iglesia, cosas específicas, y nosotros creemos en las profecías. Dios anuncia las cosas antes que sucedan. Cuando yo tenía quince años de edad mi pastor, Roberto Passo, me dijo que yo sería pastor; yo me reí y pensé que estaba loco. No di por cierto que este hombre estuviera acertado de que yo iba a ser pastor. En mis planes estaba el ser arquitecto y un empresario exitoso; quería hacer la voluntad de Dios, pero como yo había estipulado. Y un hombre que no era muy racional me miró y me dijo: “Vas a ser pastor”. Es algo precioso, porque Dios te anuncia algo que va a suceder antes que suceda, para que cuando suceda, sepas que Dios habló.

“Yo, el que despierta la palabra de su siervo, y cumple el consejo de sus mensajeros” (Isaías 44:26). Dios despierta la palabra profética que está dormida. ¡La hace vivir! En un momento dijo que el pueblo de Israel iba a ser dispersado por todas las naciones de la tierra y serían odiados, perseguidos y matados. ¡Todo eso sucedió! Y también declaró que al final los traería a su tierra, que los iba a afirmar y nadie los iba a poder mover. Esa palabra se despertó en el año 1948 y se escribió dos mil años antes. Jesús habló del tiempo de los gentiles, que cuando se terminara ese tiempo, Israel volvería a su tierra y sería plantado allí. Isaías 44 dice que Dios cumple el consejo de sus siervos. Sus siervos han hablado y esa palabra se puede cumplir en un día, un mes, un año o más, o cientos de años después; pero si la profecía es de Dios se va a cumplir. ¿Qué hace Dios? Despierta la palabra profética. Dios había llevado cautivo al pueblo de Israel a Babilonia y les dijo a sus profetas que serían setenta años de cautiverio y después los volvería a traer a su tierra. Al cumplirse los setenta años, a Daniel le entró unas ganas de orar: “…hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho impíamente, y hemos sido rebeldes, y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus ordenanzas. No hemos obedecido a tus siervos los profetas, que en tu nombre hablaron a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra” (Daniel 9: 5y6). Y Dios le mostró lo que iba a hacer; le mostró la profecía de las setenta semanas de Daniel, y le dijo con precisión cuándo comenzaría ese tiempo y cuando iba a terminar.

Pablo le escribe a su hijo espiritual: “Este mandamiento, hijo Timoteo, te encargo, para que conforme a las profecías que se hicieron antes en cuanto a ti, milites por ellas la buena milicia, manteniendo la fe y buena conciencia” (1ª Timoteo 1). Es necesario que haya fe para que la profecía se cumpla y es necesario militar en la palabra de la profecía. Yo tengo un pecado que quiero confesar; como no quiero ser más de lo que debo ser, no le he prestado mucha atención a las profecías que me han dado. Algunas se han ido cumpliendo, otras las he olvidado, no he militado en la palabra que se me ha dado. Una de las maneras de que funcionen las profecías es recibirlas con fe y militar sobre esa palabra. Tienes que mantenerte con fe en la palabra que te ha sido dada. Y vuelve a decirle el apóstol Pablo a Timoteo: “No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio. Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos”. Dios le dio a Timoteo un ministerio y Pablo lo exhortó a que no lo descuidara y a que se ocupara de hacer conforme a la palabra que Dios le ha dado. ¿Alguna vez te habló Dios a ti? ¡Mantente firme en lo que el Señor te ha dicho! Si Dios te ha dicho que serás un predicador, así será. Pero me duele ver predicadores trabajando de carpinteros o albañiles porque no han terminado de creer la profecía que Dios les ha dado. Hay mucha gente que anda haciendo cualquier cosa menos lo que se le profetizó.

Vigencia de la profecía: Si la profecía tenía que dejar de ser, ¿cuándo tenía que dejar de ser? Porque Pablo le dijo a Timoteo: “No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio. Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas”. Algunos dicen que cuando ya dejaron de existir los discípulos se terminó todo. ¡No es así! Los dones son dones dados por el Espíritu Santo a la iglesia. La profecía existe antes que existiera la iglesia y cuando surge la iglesia aparecen los dones espirituales dados a ésta. Así que la profecía, o cualquier otro don espiritual mencionado en la Biblia, está vigente hasta que el reino de Dios venga a la tierra.

En Roma, Pablo estaba terminando su ministerio y le habla a la iglesia de Roma acerca de los dones del Espíritu Santo, según la gracia que nos ha sido dada, y si tienes el don de la profecía, úsalo conforme a la medida de fe que Dios te ha dado. La vigencia del ministerio profético y del don de profecía no se ha acabado.

La Biblia está llena de milagros. Hoy delante de nuestros ojos se están cumpliendo las profecías que Dios habló. Una de ellas es que está profetizado que va a entrar agua dulce en el Mar Muerto, que tiene diez veces más sal que cualquier mar. Allí no hay vida ni se puede navegar. En nuestro último viaje a Israel nos han mostrado algunos pozos de agua dulce que se abrieron solos, alrededor del Mar Muerto, y ya están habiendo peces en sus costas. En YouTube encontrarás muchas profecías que se están cumpliendo en la actualidad. Apocalipsis anuncia que el Rio Tigris se va a secar para que pasen los ejércitos que van a luchar contra Dios en el Armagedón. “El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates; y el agua de éste se secó, para que estuviese preparado el camino a los reyes del oriente” (Apocalipsis 16:12).

DONES VOCALES: Género de Lenguas e Interpretación de Lenguas

Los dos últimos dones a ver son el de género de lenguas e interpretación de lenguas. Leemos en 1ª de Corintos 12:10: “A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas”. En el capítulo 12 de Corintios se habla de dones del Espíritu Santo y el capítulo 13 habla del amor, señalando que el amor es más importante que todos los dones. O sea, todos los dones son importantes pero si se usan sin amor, entonces no sirven de nada. Y el capítulo 14 de 1ª de Corintios habla acerca de la profecía, de las lenguas e interpretación de lenguas. Todos los demás dones del espíritu han funcionado en el Antiguo Testamento, pero en el Nuevo Testamento aparecieron el don de lenguas y el de interpretación de lenguas. Son dones nuevos dados a la iglesia.

Una de las manifestaciones de Espíritu Santo sobre los creyentes es el hablar en lenguas que no conocen. Hay todo un misterio en el uso de estos dones, y por alguna causa Dios los ha dado. Hacemos una diferencia entre aquel que ministra diversos géneros de lenguas y aquellos que hablan lenguas como una señal de Dios. Las lenguas según el capítulo 13 de 1ª de Corintios pueden ser humanas o angélicas. Puede ser que Dios te dé hablar lenguas humanas o idiomas humanos que tú no conoces, que no has estudiado y no entiendes, y puede que hables lenguas de ángeles. Pero los géneros de lenguas tienen que ver con la habilidad de Dios de ministrar a través de lenguas especiales. “Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios” (1ª de Corintios 14:2). Por eso, el apóstol Pablo restringe el uso de las lenguas en las reuniones donde están las personas, porque dice que quien habla en lenguas le habla a Dios y no a los hombres. Todos los demás dones son para bien de los otros, mas el don de lenguas es personal entre Dios y yo. “Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios”. El que habla en lenguas, habla misterios. Dios usa la lengua del creyente para que éste ore en el lenguaje que el Espíritu Santo le ha dado, de tal manera que Dios pueda hacer en la tierra lo que el hombre autoriza porque el Señor necesita que el hombre se ponga en sociedad con Él. El hombre presta le lengua para que el Espíritu le demande cosas que son misterios. A veces pedimos con nuestro entendimiento y nuestra oración puede estar contaminada con deseos personales; pero el misterio del Espíritu Santo no está contaminado.

Mucha gente se siente amedrentada porque el diablo le hace sentir que las lenguas que habla son satánicas y no vienen de Dios, entonces se restringen y tienen miedo de hablar en lenguas. Pero si eres un creyente que ama a Dios y tienes lenguas, esas lenguas son de Dios y tienes que usarlas. ¡Tienes que orar en lenguas! “Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación. El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a la iglesia” (1ª de Corintios 14: 3 y 4).

Hay una gran diferencia entre los demás dones y el don de lenguas. “Así que, quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas, pero más que profetizaseis; porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia reciba edificación”. Aquí aparece la interpretación de lenguas. El apóstol Pablo dice: “…pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida. Si, pues, toda la iglesia se reúne en un solo lugar, y todos hablan en lenguas, y entran indoctos o incrédulos, ¿no dirán que estáis locos?” Por eso el apóstol Pablo prefiere que profeticen porque quien lo hace bendice a la iglesia, le da crecimiento y la edifica. Ahora, si tú tienes lenguas y las interpretas, entonces estás dando profecía, porque la interpretación de lenguas es equivalente a la profecía y estás bendiciendo a la iglesia. “Ahora pues, hermanos, si yo voy a vosotros hablando en lenguas, ¿qué os aprovechará, si no os hablare con revelación, o con ciencia, o con profecía, o con doctrina?” (1ª de Corintios 14:6). Si yo opero con los otros dones entonces estoy bendiciendo a la iglesia. Si viniera hablando en lenguas, todos se quedarían mirando pensando cuándo voy a terminar. “Así que, las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos; pero la profecía, no a los incrédulos, sino a los creyentes” (1ª de Corintios 14:22). Si yo no tengo que hablar en lenguas delante de los creyentes, ¿cómo es que el hablar en lenguas es señal a los no creyentes? Es que en el uso de las lenguas con su interpretación, la persona incrédula es edificada; Dios le trae revelación a esa persona. Las lenguas son una señal para los incrédulos, pero las profecías son una señal a los creyentes. Dijo el apóstol Pablo: “Pero si yo ignoro el valor de las palabras, seré como extranjero para el que habla, y el que habla será como extranjero para mí. Así también vosotros; pues que anheláis dones espirituales, procurad abundar en ellos para edificación de la iglesia”.

CONCLUSIÓN

¡Anhela tener los dones de Dios para bendecir a los hermanos! Demasiados creyentes viven ignorando el operar de los dones espirituales, pero esto no debe seguir así. ¿Qué son los dones? Son manifestaciones que certifican que el Espíritu Santo está en tu vida. Se tiene que caer la venda de los ojos de los cristianos. Demasiados cristianos operan en un nivel natural.

“Señor, quiero pedirte que manifiestes en tus hijos los dones sobrenaturales de profecía, de milagros, de género de lenguas e interpretación de lenguas. La iglesia necesita manifestar tus virtudes, Dios. Tu iglesia necesita vivir feliz y confiada de que tu Espíritu Santo se está manifestando. Tus hijos necesitamos mostrar tu gloria Padre. Espíritu Santo, pon en nosotros tu fuego y los anhelos del cielo. Muéstranos tus dones; derrama tus dones sobre la iglesia. Derrama tu gracia Señor, te lo pedimos en el nombre bendito de Jesús. Tuyo es el poder Dios, tuya es la gloria y la honra, amén”.

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INTRODUCCIÓN

Los dones del Espíritu Santo son capacidades especiales otorgadas por el Espíritu de Dios a los hijos de Dios. Todo aquel que es hijo de Dios tiene dones sobrenaturales, como cualquier persona que nace de una mujer tiene dones naturales.

1ª de Corintios 12 nos habla acerca de operaciones del Espíritu Santo que tienen que ver con diversidad de dones, de ministerios y operaciones. Y lo que trataremos hoy tiene que ver con la diversidad de dones. En cuanto a la diversidad de ministerios, haciendo un repaso rápido, éstos también son dones ministeriales: los apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros. Hay otros dones ministeriales que tienen que ver con la administración, o sea, tienen que ver con otros servicios en la iglesia y son dones del ministerio. Y con el tiempo han aparecido otros ministerios; nosotros en la iglesia tenemos un ministerio que se llama Pro-mujer, cuya tarea consiste en predicarle el evangelio a mujeres que ejercen la prostitución, ayudarlas, a ellas y a su familia. También tenemos un ministerio que se dedica a actuar en el espacio de la política para llevar el evangelio, la luz, la verdad, y dar entendimiento a las mentes que están cegadas en el mundo de la política. Durante décadas se nos ha dicho que la política es un territorio de satanás donde los cristianos no tenemos que meternos. ¡Cómo nos han embromado! Resulta que Dios le dio autoridad al hombre y lo puso al frente del planeta Tierra. ¡Qué oportunidad que tuvo Adán! Porque ahora hay 7500 millones de habitantes en el mundo, pero cuando no había nadie más que él, Adán era el dueño el mundo.

Es importante que entendamos que aquellos que hemos sido engendrados por el Espíritu Santo, hemos sido engendrados de Dios y por eso se nos dio la potestad o el derecho de ser hechos hijos de Dios, los cuales no son engendrados por voluntad de carne y sangre sino por voluntad del Espíritu Santo. Debemos tener bien clara la identidad que nos corresponde. Ahora que se dice que hay 118 identidades de género reconocidas por la ONU, nosotros tenemos una identidad y un solo género: ¡Hijos del Dios Altísimo! Tenemos la ciudadanía del reino de los cielos, y no podemos estar viviendo como que si no existiera la dimensión de los hijos de Dios, la dimensión sobrenatural. En el envase de carne y hueso en el que nos encontramos hay una identidad divina.

                DONES DE REVELACIÓN: Palabra de Ciencia

Retomando el tema de los dones espirituales mencionados en 1ª de Corintios 12, decimos que son nueve y los hemos separado en grupos de tres. Recordemos que hay dones de revelación que son: palabra de sabiduría, palabra de ciencia y discernimiento de espíritus. En un segundo grupo están los dones de poder que son: don de fe, dones de sanidades y don de milagros. Y por último tenemos los dones vocales, significa que son hablados, como: el don de profecía, el don o género de lenguas e interpretación de lenguas.

En el primer grupo de dones espirituales hemos estado viendo el don de la palabra de sabiduría que ya mencioné en la primera parte de este estudio de los dones espirituales. Hoy veremos el don de palabra de ciencia del primer grupo; o sea, palabra de conocimiento. Dije anteriormente que había una diferencia entre sabiduría y conocimiento; tú puedes tener muchos conocimientos pero no ser sabio. Tener mucho conocimiento no significa ser sabio porque ser sabio es una habilidad especial a la hora de tomar decisiones o relacionar conocimientos. Tú puedes tener pocos conocimientos y ser muy sabio. Por supuesto que si tienes más conocimiento puedes ser más sabio. Dije también que hay una sabiduría natural y un conocimiento natural; es el conocimiento que se adquiere mediante el intelecto con el estudio. No despreciamos el conocimiento que uno puede adquirir en la universidad como las ciencias, la filosofía, etc. Lamentablemente son territorios que están muy contaminados por demonios y hay cristianos a los que les cuesta moverse en ese territorio como nos ha costado movernos en el ámbito de la política.

Hay un conocimiento que es natural y se logra con esfuerzo y movilizando el intelecto. Pero hay un conocimiento que es revelado. Uno de los dones del Espíritu Santo es la palabra de ciencia. Se trata de una iluminación repentina del Espíritu Santo, un conocimiento que viene por revelación y no por esfuerzo intelectual. Esto lo encontramos en 1ª de Corintios 12:8: “Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu”. El apóstol Pablo oraba para que el Señor nos dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de Él. (Efesios 1:17) No se trata de un conocimiento que se adquiere leyendo libros; es un conocimiento que viene a través del Espíritu Santo y en todo el primer capítulo del libro de Efesios, vemos que el apóstol Pablo oraba para que la iglesia comprenda y entienda la gloria de Dios, el conocimiento que le corresponde, etc. Y pedía a Dios que les dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de Él. O sea que reciban un conocimiento que no tiene que ver con ciencias naturales o humanas. “No ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento…” (Efesios 1:16-18).

O sea que es una revelación que termina imprimiéndose en nuestro intelecto o afectando nuestro entendimiento. Lo que estudiamos de los libros afecta nuestro entendimiento, esto es conocimiento natural; pero ahora, Pablo oraba para que reciban espíritu de sabiduría y de conocimiento del Señor que alumbra o entra también en el entendimiento. Hay dos fuentes que mueven el intelecto, la natural y la sobrenatural. Si no tengo revelación o conocimiento no entiendo cuál es la esperanza a la que hemos sido llamados, ni las riquezas de su gloria, ni la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, así como expresa Efesios 1.

La manifestación gloriosa que podemos contemplar acerca de la gloria y del poder de Dios, y de la esperanza que tenemos, y de las cosas que están por venir, vienen a través del conocimiento revelado. Hay cosas que el mundo no las puede recibir, tampoco las puede ver ni entender; y el mundo considera que esas cosas son locuras, pero Dios nos las ha revelado a nosotros por su Espíritu Santo. Puede manifestarse la palabra de conocimiento como una impresión, como un pensamiento, visión o voz audible. La Biblia muchas veces narra que algún siervo de Dios vio una visión y entendió; recibió un conocimiento. En una oportunidad el apóstol Pablo quería ir a predicar a determinado lugar y el Espíritu Santo lo estorbó y no lo dejó ir. Entonces tuvo una visión de un varón macedonio que le dijo: “Pasa a ayudarnos a Macedonia” Y él entendió. Aquí no interviene la razón, porque si te pones a razonar empiezas a cuestionar: “¿Qué habrá sido? ¿Por qué será el macedonio?” Esa visión que tuvo el apóstol Pablo lo convenció que tenía que pasar a esas tierras a predicar el evangelio.

Así que la palabra de conocimiento se puede dar como una impresión o como un pensamiento; a veces es una visión o una voz audible. Dios les habló a Elías y a Moisés y ellos respondieron. ¿Cómo les habló? Audiblemente. También puede hablar de una manera no audible porque Dios habla al espíritu. Una persona puede decir que escuchó a Dios dentro de él, no fue audible, y esa persona no puede explicar cómo es que escuchó a Dios en su interior, pero lo escuchó. El conocimiento adquirido es natural y requiere esfuerzo intelectual; es ese conocimiento que yo adquiero. Sin embargo, tenemos el otro conocimiento revelado que es sobrenatural y se recibe como una intuición espiritual y podemos decir también que es una manifestación.

Dice la Biblia en 1ª de Corintios 12 que a cada uno le es dada manifestación para provecho. Esto significa que se le es dada revelación porque los dones del Espíritu Santo tienen cosas que vienen por revelación; son manifestación del cielo en la tierra. Según el diccionario, la palabra intuición significa conocer, comprender o percibir algo de manera clara e inmediata sin la intervención de la razón. No sabemos cómo o por qué, pero nosotros solemos intuir. Ahora, hay una intuición que es del alma humana o natural, pero está la intuición del Espíritu, es una percepción. En el caso del Espíritu Santo, la intuición es una revelación. Es algo que se llega a conocer y a comprender o percibir de manera clara e inmediata sin intervención de la razón. Cuando tienes una intuición del Espíritu no lo puedes explicar, porque no interviene la razón, y te preguntan cómo es que lo sabes, a lo que tú dices que no sabes cómo lo sabes, pero lo sabes. Pueden decirte que es una locura, pero tú sabes que sabes porque lo sabes. No queda claro esto porque a la razón no le gusta.

Un discípulo encontró a Natanael y le dijo: “Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret”. Se lo traen a Jesús y dice el libro de Juan 1:47: “Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño”. Jesús no lo conocía y tampoco le habían hablado de él; en este caso está operando la palabra de ciencia, o sea que estamos frente a un conocimiento que la persona lo sabe inmediatamente. A veces tenemos cierta intuición respecto de una persona lo que le causa una impresión positiva o negativa. Esto de la intuición tiene que ver con ciertas cuestiones almáticas, como la duda, la sospecha o como en el caso de las mujeres, el sexto sentido. Hablamos aquí de intuición natural. Mas lo que ocurrió a Jesús con Natanael es intuición del Espíritu.

En otra oportunidad Dios mandó a Samuel a ungir a un hijo de Isaí, entonces éste le trae a todos sus hijos; le presenta al primero y Samuel dijo: “De cierto delante de Jehová está su ungido. “Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón”. Esta no era una cuestión de Samuel sino de Dios. El alma lucha por competir con una intuición de Dios. Nosotros necesitamos tener comunión con Dios para tener la certeza de que es el Señor que nos está alumbrando. Samuel se creyó que el más grande era el escogido, pero Dios no tenía elegido al más grande sino al más pequeño, a David. Nosotros le escapamos a este tema de la intuición, o sea, un conocimiento que viene espontáneo.

“Le dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi”. Aquí el Señor pronunció otra palabra de conocimiento. Jesús en su espíritu estaba viendo a Natanael y sabía bien quién era él. Y Natanael responde con otra palabra de ciencia: “Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel”. ¿Quién le dijo o de dónde dedujo lo que declaró? En la razón esto no cabe. Me vio debajo de la higuera. ¡Ahhh si me vio debajo de la higuera es el Hijo de Dios! ¿Qué tiene que ver con la razón esto? Revelación; así opera el Espíritu Santo.

Yo trabajé unos años como telefonista en el Club 700 y ocurrió que el predicador, en un programa que se trasmitía en Estados Unidos estaba diciendo: “En este momento veo que Dios está sanando a una mujer de tal y tal enfermedad (que no recuerdo), y no sé por qué siento olor a crema de cacao”. Esa mujer enferma estaba en la cocina de su casa escuchando el programa, medio dispersa, y cuando el siervo de Dios dice esas palabras, ella que tenía esa enfermedad que él nombró, no lo relacionó con su vida, pero estaba batiendo esa crema que emanaba el olor al que el predicador se refería. Cuando dijo que la sanidad tenía que ver con ese olor específico, la mujer saltó y dijo: “¡Soy yo! ¡Estoy sana!” ¡Y se sanó! La palabra de ciencia es muy útil; es una revelación de Dios que te saca de la razón y te introduce en la luz de algo que el Señor está haciendo o quiere hacer.

Jesús les preguntó a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que soy yo? Ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, que algún profeta de los antiguos ha resucitado”. Éstas eran respuestas de la razón. Ellos veían lo que Jesús hacía y pensaban quién podría ser. Y Jesús les dijo: “¿Y vosotros, quién decís que soy? Entonces respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. No había nada racional que pudiese acercarse a la idea de que Jesús era alguien totalmente distinto a lo que la gente pensaba. De pronto irrumpe la luz y entra el conocimiento de Dios en la mente de Pedro lo que lo lleva a semejante confesión. “Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos” (Mateo 16:17). El conocimiento natural viene de carne y sangre, viene del alma; mas el conocimiento sobrenatural viene del Espíritu Santo. ¿Cómo hago para distinguir entre la revelación del Espíritu Santo y la revelación de la carne y de la sangre? No es algo difícil para los que tienen comunión íntima con Dios. ¿Pero cómo hago? ¡Camina con Dios! ¡Ama a Dios! ¿Pero si me equivoco? Si te equivocas es que no estás caminando con Dios. Por eso, la palabra de Dios en muchos es un conocimiento natural. Para muchos, los conocimientos bíblicos que tienen es racional o del alma. Pero para aquellos que buscan a Dios es muy natural que el Señor se manifieste por medio del olor de una crema de cacao.

Una mujer estaba enferma y llevaba doce años padeciendo una pérdida de sangre; ella estaba totalmente debilitada. Había puesto su esperanza en los médicos y se gastó todo lo que tenía en tratamientos, pero no mejoraba sino que le iba peor. Perdió las fuerzas por causa de la anemia. Pero escuchó que Jesús andaba por ahí y de pronto dijo: “Si tocare tan solamente su manto, seré salva”. La mujer tuvo una intuición o conocimiento; ella tenía que tocar el manto de Jesús. ¿Cuántas personas estaban tocando el manto de Jesús? ¡Muchas! La Biblia dice que lo apretaban a Jesús, pero ella tuvo revelación; tuvo palabra de conocimiento. ¿Qué tenía que hacer ella? Tocar aunque sea el borde del manto. Obedeció al conocimiento que recibió del Espíritu Santo. Debo aclarar que todos los dones funcionan por la fe. La mujer tiene el conocimiento y tiene que poner su fe en acción porque el conocimiento por sí solo no te lleva a nada. Tú tienes que tomar decisiones en función del conocimiento. Ella entonces toca el manto de Jesús y enseguida la fuente de su sangre se secó y sintió en su cuerpo que estaba sana de aquel azote. Jesús preguntó: “¿Quién me tocó?” Y otra vez sus discípulos salen con un conocimiento natural no revelado, ellos le dijeron: “Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado?” Pero Jesús sabía lo que estaba diciendo porque poder había salido de Él. El Señor detectó que algo había pasado porque la mujer había tocado su manto con fe y la fe no era de ella sino de Dios. La mujer traía fe de Dios y tocó a Jesús con esa fe. El Señor no estaba con sus sentidos puestos en ella, o no intuía que ella se iba a presentar en el lugar, pero Jesús sintió que virtud salió de Él, esto es poder. Entonces insistía en que alguien lo había tocado, pero que lo había hecho de una manera diferente al resto; no lo ha hecho descuidadamente sino que lo ha tocado con manos de fe.

DONES DE REVELACIÓN: Discernimiento de Espíritus

Todos los dones requieren fe. Y ahora estudiaremos un poco el don de discernimiento de espíritus. Leemos en 1ª de Corintios 12:10: “A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas”. Discernir es distinguir, separar, juzgar, comparar, cernir, cribar. En todos los casos, cernir es cribar, o sea, mover la cosa para separar o dividir lo que sirve de lo que no sirve. Entonces, el discernimiento es dividir con el cernidor, o saber separar; está el discernimiento espiritual y también el natural. Viene a mi memoria un hermano, que cuando era adolescente, buscó una mujer para tener sexo y contrató una, a la que llevó a determinado lugar. Cuando se estaba desvistiendo se dio cuenta que la mujer que él había contratado no era mujer. ¡Le falló el discernimiento! Cuando estaba lejos de Dios andaba buscando cómo satisfacer sus deseos y nos declaró: “Así debuté yo sexualmente. Ya que estaba ahí, ¿qué iba a hacer?” ¡Pobrecito! En el mundo natural no todo lo que brilla es oro. Tener discernimiento espiritual es esencial. Nosotros tenemos una tendencia a obedecer a nuestra intuición o a nuestra codicia; tendemos a hacer lo que nos parece. Cuando actuamos así nos falla el discernimiento. Para colmo sigues discerniendo mal, porque dices: “Me casé y mi mujer me falló. No era lo que yo creía”. ¡El hombre se equivocó y encima la culpa la tiene la mujer!

Siempre cuento de un hombre que se me acercó hace muchos años y me dijo que era un evangelista porque predicaba y la gente se entregaba a Cristo; él anhelaba ser parte del liderazgo de la iglesia y me pedía una oportunidad para predicar. Había algo que no me convencía, así que continué hablando con él e indagando acerca de su vida. Al final le pregunté si estaba casado a lo que me dijo que sí. Pero seguí conversando, y cuando terminé de hablar con él, resultó que había tenido, con la actual, diez mujeres. “¡Estás loco! ¿Qué has hecho?” le dije. Y me respondió el muy descarado: “¡Es que me salieron todas malas!” Esto, en el mundo natural es entendible porque uno se pregunta si a estas alturas hay mujeres buenas. Mas en el mundo espiritual no fallas. Si tienes buen discernimiento encontrarás la mujer que Dios tiene para ti y te sirve para toda la vida.

Leemos en Lucas 13: “Enseñaba Jesús en una sinagoga en el día de reposo; y había allí una mujer que desde hacía dieciocho años tenía espíritu de enfermedad, y andaba encorvada, y en ninguna manera se podía enderezar. Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: Mujer, eres libre de tu enfermedad”. Jesús estaba enseñando y cuando ve a la mujer se compadece de ella y la sana. Aquí se produce un conflicto; los encargados de la religión se enojan porque Jesús la sana y lo hace en día de reposo cuando no se pueden hacer sanidades. “Pero el principal de la sinagoga, enojado de que Jesús hubiese sanado en el día de reposo, dijo a la gente: Seis días hay en que se debe trabajar; en éstos, pues, venid y sed sanados, y no en día de reposo. Entonces el Señor le respondió y dijo: Hipócrita, cada uno de vosotros ¿no desata en el día de reposo su buey o su asno del pesebre y lo lleva a beber? Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta ligadura en el día de reposo?” Hoy en día, si le hacen una radiografía a la mujer le dirían que tiene un pinzamiento en tal vértebra, que tiene una desviación en su columna; pero Jesús le sacó una radiografía y vio que satanás estaba doblándola. ¡Eso es discernimiento de espíritus! En el lugar que menos piensas hay demonios. Alguno dirá: “Hay personas que ven demonios por todos lados”. Sí, hay personas que tienen miedo y ven demonios por todos lados, y están los que no ven demonios en ningún lado. Pero el que tiene discernimiento sabe dónde están esos espíritus. Según este pasaje de la Biblia la mujer tenía un espíritu de enfermedad. Hay quienes aseguran que la enfermedad es orgánica, y yo te digo que detrás de todas las enfermedades hay demonios. Jesús tenía bien claro que el problema que tenía la mujer era que por dieciocho años satanás la había encorvado. Y con la sola palabra Jesús la desató.

Dijo Jesús en Marcos 7:18: “¿También vosotros estáis así sin entendimiento? ¿No entendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar…” El Señor les dijo a sus discípulos: “Ustedes tampoco están entendiendo”. Significa que no estaban discerniendo. El problema que se había planteado es que los discípulos de Jesús estaban comiendo sin haberse lavado las manos y había ciertas costumbres, reglamentos o cultura que decía que si alguien comía con las manos sucias contaminaba su cuerpo. Claro que hay que lavarse las manos antes de comer, pero había un falso concepto religioso de contaminación, como que si no te lavabas las manos entrarían malos espíritus a tu vida. Entonces le recriminaban acerca de esto a Jesús. Nos dice Marcos 7:14 al 16: “Y llamando a sí a toda la multitud, les dijo: Oídme todos, y entended: Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar; pero lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre. Si alguno tiene oídos para oír, oiga”. Jesús declaró estas palabras y los dejó a todos atónitos preguntándose qué quiso decir. “Cuando se alejó de la multitud y entró en casa, le preguntaron sus discípulos sobre la parábola. Él les dijo: “¿También vosotros estáis así sin entendimiento? ¿No entendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar, porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale a la letrina? Esto decía, haciendo limpios todos los alimentos”.

Lo que tiene que ver con comida va al vientre y sale a la letrina; eso no contamina al hombre. ¿Por qué? Porque entra por la boca y pasa por el sistema digestivo al vientre y de ahí a la letrina. No entra al corazón. Entonces dijo que lo que sale del corazón es lo que contamina al hombre. Los discípulos no tenían entendimiento o discernimiento acerca de todo esto. A veces queremos entender las cosas de Dios, pero no responden a la razón sino a la iluminación, a la revelación o la manifestación del don de discernimiento del Espíritu Santo. A la hora de liberar a un endemoniado es importante saber qué demonio se está moviendo porque los demonios responden al rango que tienen. No es lo mismo un sargento que un teniente; cuando no sabes identificar a un demonio, por ejemplo, demonio de adulterio o de odio, no te das cuenta o no entiendes contra qué estás peleando. Cuando ves que alguien es violento, puede ser que la persona solo manifieste miedo. La persona puede aparentar tener un demonio violento, pero tal vez esté en un lugar que no conoce y comienza a turbarse, pero todo lo que necesita es un abrazo.

Nuestra lucha no es contra sangre y carne sino contra poderes espirituales de maldad y para ello el discernimiento es esencial. Jesús hizo distinción entre lo que entra en el vientre y lo que entra en el corazón porque Él tiene discernimiento y entendimiento. Dice la palabra de Dios en 1ª de Timoteo 4:1: “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios”. Estamos viviendo un tiempo muy difícil, en el que hay tantas ofertas espirituales y surgen nuevas prácticas espirituales, de modo que si tú careces de discernimiento te pierdes. Esto no te lo digo para amedrentarte sino para que te aferres al Señor porque el que está ligado a Dios no tiene temor de nada.

Yo, muy en el fondo soy bueno. Uno de mis pastores me dijo: “Hay algunos que no se animan a hablarte. Les cuesta o sienten miedo de hablar contigo”. La idea es que yo causo miedo. Yo le dije que en el temor no falta pecado. Cuando alguien tiene algo que esconder, cuando no obedeció o siente deseos de hacer su propia voluntad y no lo que se le dijo, entonces, se genera cierto temor y el diablo lo enreda más, entonces me ven y sienten terror de acercarse a mí. En cambio, hay muchos que no sienten miedo de hablar conmigo, entonces se me acercan hasta para decirme cualquier nimiedad.

Uno no quiere hablar conmigo porque me ve muy ocupado y no quiere molestarme, pero aparece otro sinvergüenza, y todos los días que me ve, se pone a hablar conmigo. ¡No tiene miedo! No logro entender a veces si es uno que mete miedo o el otro es el que tiene cola de paja. Es necesario en este sentido, el discernimiento. ¡Señor hazme ver y entender lo que no veo ni entiendo! Había una joven que me quería, yo era un padre para ella. ¡Era un deleite estar conmigo! Una de las cosas más complicada en la iglesia, posiblemente la más satánica y diabólica está en la cabina de sonido. Desde que comencé el pastorado tengo una lucha constante con el sonido y con los sonidistas que meten la pata, y me provoca enojo. Entonces tenían miedo cuando me enojaba; y a más miedo, más metida de pata. Un día se me acerca la chica y me dijo que quería trabajar en el sonido. Yo la miré y le dije: “¡Estás loca!” “Me gusta mucho. Yo quiero hacer el sonido” “¿Pero has visto los gritos que les pego a los sonidistas? ¿No has visto lo difícil que es el sonido? ¿No tenes miedo?” “No, no te tengo miedo” me respondió. Había una confianza tal que a ella no le importaba. “¿Qué vas a hacer cuando yo te grite?” le dije. A lo que me responde: “Yo te doy un beso y un abrazo”.

A veces entendemos exactamente al revés lo que está pasando en nuestra vida. Personas que han tenido problemas con sus padres, que son la primera autoridad con la que tienen trato, después, en toda su vida les cuesta tratar con una autoridad. A esos que no se me acercan porque me tienen miedo, les pregunto si han tenido problemas con su padre o alguna otra autoridad en su vida y me responden que sí, por lo que les digo que entonces me están comparando con su padre o esa autoridad que le falló. ¡Es imprescindible tener discernimiento en todas las áreas de la vida!

“Pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal” (Hebreos 5:14). El discernimiento es para separar el bien del mal, lo que es del alma y del espíritu. Y el Espíritu Santo nos guía a toda verdad, dijo Jesús. El Espíritu Santo nos muestra el bien, alumbra el bien. Nosotros elegimos el bien no porque somos capos o tenemos grades razonamientos sino porque el Espíritu Santo nos alumbra el bien, la verdad. ¡Vamos bien porque Él es la luz! Hoy en día se utiliza mucho el término “tolerancia” y los cristianos no somos tolerantes sino amantes. Nosotros no toleramos; nosotros amamos. La tolerancia te impide, te bloquea y te oscurece el discernimiento. Se está implementando la tolerancia como una nueva cultura para aceptar todo lo que la gente piensa, dice o practica. Algunos con orgullo manifiestan que son tolerantes. ¿Qué es la tolerancia? Es una actitud que te lleva a aceptar lo bueno y lo malo de una persona sin entender si es bueno o malo. Y no importa si es bueno o malo porque yo soy una persona tolerante. Nosotros amamos a las personas, pero discernimos entre el bien y el mal y no aceptamos la tolerancia porque ésta le ha dado lugar a las decisiones políticamente correctas. ¿Qué es esto? Es tomar decisiones que convienen en determinado momento sin importar si es bueno o malo. Entonces se degenera el conocimiento del bien y del mal. Las decisiones políticamente correctas no te ayudan al discernimiento, sino que te nublan el entendimiento y la visión. La tolerancia es otro concepto que no tiene nada que ver con el amor, más bien es un intento de amar sin importar lo correcto o lo incorrecto.

Discernir es también juzgar. Un juez tiene que analizar todos los detalles; esto es en lo natural. En lo espiritual es luz y revelación. El espiritual, dijo el apóstol Pablo, juzga todas las cosas y él no es juzgado de nadie. Discernir es separar lo que está bien y lo que está mal; lo que es ajustado a derecho y lo que no. El Espíritu Santo es nuestro aliado en este sentido; Él nos quiere guiar para juzgar si algo está bien o está mal.

DONES DE PODER: Don de fe

Entramos a ver ahora los tres dones de poder. El primero es el don de fe. Leemos en 1ª de Corintios 12:9: “…a otro, fe por el mismo Espíritu”. Hay fe natural, hay fe salvadora, hay fe para milagros, hay fe para sanidades, pero hay don de fe. Le llamamos fe salvadora a la fe que me hace alcanzar el perdón de los pecados. Es una fe única y específica. ¿Cómo sé que una vez que abracé el evangelio y acepté a Jesús en mi vida y Él perdonó mis pecados, ahora tengo vida eterna? Yo lo sé, no sé cómo pero lo sé. Yo sé que Cristo me ha perdonado mis pecados. ¿Cómo haces para saber que tienes vida eterna? Yo lo sé porque tengo esa fe que me llevó a la salvación. Muchos creyentes han alcanzado el perdón, la salvación y la vida eterna por la fe, pero no tienen fe ni para hacer un huevo frito o para hacer algo riesgoso. Digamos que la fe para la salvación es específica, pero hay otra forma de fe, por ejemplo, la fe que tienen algunos empresarios para encarar negocios que es una fe natural. La fe salvadora es sobrenatural; Cristo le entrega la fe al creyente, éste la recibe, la cree, es perdonado, tiene vida eterna, se va al cielo. ¿Cómo sabe? Lo sabe. “¡Si a Dios no se le puede ver! ¿Cómo lo puedes creer?” Yo lo sé porque he creído. La fe no responde a la razón. Para el mundo la fe es locura.

Hay una fe natural que es la que utilizan los empresarios para los negocios y les va bien, y si les llega a ir mal aprenden de ello y lo emplearán en otra oportunidad, pero siempre van hacia adelante. En cambio, hay otros que tienen fe para creer que a ellos no les sale nada. Le preguntas por qué no lo hace y te responden que no se animan, falló tantas veces que no quiere intentar nuevamente. Son esos que dicen: “El día que yo tenga una fábrica de sombreros los niños nacerán sin cabeza”. Hay algunos que tienen fe para hacer milagros.

Yo dije que todos los dones necesitan fe, pero el don de fe desata la visión de Dios respecto a planes específicos de parte del Señor. Cosas tremendas que deben suceder en ese momento, en años o siglos más adelante. Vino una revelación, el profeta lo declaró y va a suceder, aunque sea después de dos mil años, pero la fe fue desatada y es poder de Dios. La fe es la que llevó a muchos profetas a escribir acerca de cosas que no entendían pero que nosotros conoceríamos más tarde. Esto es don de fe.

Dios tiene planes portentosos que revela a algunas personas para que éstas ejerzan fe. ¿Y por qué tienen que suceder así las cosas? ¿No sería mejor si Dios hiciera que sucediera sin avisar? Dice la Biblia que Dios es el único que avisa de antemano lo que va a suceder para que cuando suceda le demos la gloria a Él. Y cuando Dios dice que va a pasar algo, tiene que haber personas que tengan el oído preparado para escuchar y crean lo que el Señor dice que va a hacer. ¿Por qué? Porque Dios opera en el mundo, en sociedad con el ser humano. Dios no hace nada si primero no se lo revela, a sus siervos los profetas. El Señor no hace nada sin primero advertir al mundo. Dios castiga al mundo porque éste ha sido advertido, pero no le ha hecho caso.

El Señor siempre revela a través de la fe, cosas trascendentales que van a suceder. El don de fe revela algo extraordinario que Dios hará, puede suceder inmediatamente o un siglo después, pero sucederá. “Por la fe José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus huesos” (Hebreos 11:22). José fue gobernador de Egipto, le fue bien, vivía en un palacio, se casó con una egipcia, tuvo hijos, era importante, tenía dinero. No tenía ni por qué pensar en volver a la tierra de Canaán, tampoco tendría por qué hacerse problema de que su descendencia volviera allá. Pero José tuvo revelación y tuvo fe para creer en lo que iba a suceder. Los hebreos estaban bien en Egipto mientras José vivía. “Y José dijo a sus hermanos: Yo voy a morir; mas Dios ciertamente os visitará, y os hará subir de esta tierra a la tierra que juró a Abraham, a Isaac y a Jacob. E hizo jurar José a los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os visitará, y haréis llevar de aquí mis huesos” (Génesis 50: 24 y 25). Murió José y pasaron cuatrocientos treinta años… Esto también lo encontramos en la carta a los hebreos acerca de los héroes de la fe. Por la fe José dio un mandato acerca de sus huesos para que cuatrocientos treinta años después los descendientes de Abraham tomaran esos huesos y se los llevaran a la tierra prometida.

Cuando el hombre ya no tiene salida, cuando ya no tiene más nada que hacer, cuando el único recurso que le queda es Dios, ¿te ha pasado que has probado de todo y todo te falló?, cuando ya no hay más puertas suspiras: “¡Ah Dios mío!” Y el Señor dice: “¡Por fin se le ocurrió pensar en mí!” Los hebreos habían salido de Egipto, mas el faraón se había arrepentido de haberlos dejado salir y mandó un ejército entero a perseguirlos. Ellos caminaron y caminaron hasta que llegaron al Mar Rojo, y quedaron encerrados entre el ejército de faraón y el mar. En ese momento Dios le dijo a Moisés: “¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen. Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, y entren los hijos de Israel por en medio del mar, en seco”. Moisés no lo razonó; él tuvo fe. Yo puedo tener alguna intuición o escuchar una voz audible, pero Dios lo hace de una manera en la que te convences que tienes que actuar sólo por la fe. Y cuando Moisés creyó, porque es cuando crees que suceden las cosas de la fe, cuando levantó la vara y ordenó que se abra el mar, señala la Biblia que el Señor trajo un viento recio del oriente que dividió las aguas y el pueblo pasó toda la noche con sus pies en seco hacia la otra orilla por el Mar Rojo.

Fe para eventos extraordinarios que están en el calendario de Dios. No tenía que ocurrir un día antes ni un día después sino en el momento exacto. Dios tiene un tiempo para cada cosa y cada cosa va a suceder en el tiempo de Dios, y si tú no crees, Él hará que otro crea, pero lo que el Señor quiere se hará. ¡El consejo de Dios prevalecerá! “Y Moisés dijo al pueblo: No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis” (Éxodo 14:13). ¡Esa es la fe de Moisés! Aún no le había ordenado Dios que levantara la vara y no sabía qué era lo que iba a pasar, pero sabía por la fe que los egipcios que estaban mirando nunca más los verían.

Leemos en Isaías 45:11: “Así dice Jehová, el Santo de Israel, y su Formador: Preguntadme de las cosas por venir; mandadme acerca de mis hijos, y acerca de la obra de mis manos”. Podría haber dicho: Ordenadme. Pero Dios está diciendo: “Necesito que me manden y me ordenen acerca de las cosas de mis hijos y de las obras de mis manos. Necesito que ustedes den la orden en la tierra para que yo pueda hacer lo que quiero hacer desde el cielo”. ¡La fe manda al cielo! Whatchman Nee dice en uno de sus libros: “La tierra manda al cielo”. ¿Cómo es eso? Esto sucede por medio de la fe. La fe no es capricho del hombre sino un instrumento de Dios. Leemos en Josué 10:12: “Entonces Josué habló a Jehová el día en que Jehová entregó al amorreo delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de los israelitas: Sol, detente en Gabaón; y tú, luna, en el valle de Ajalón. Y el sol se detuvo y la luna se paró”. Josué estaba librando una batalla y no quería que se ocultara el sol. Es medio difícil de entender porque le dijo a Jehová: “Sol, detente en Gabaón; y tú, luna, en el valle de Ajalón. Nunca antes, ni después ha habido un día como aquel. Fue el día en el que el Señor obedeció la orden de un ser humano”. Así lo traduce la Nueva Versión Internacional.

¡Dios obedeció la orden de un ser humano! ¿Cómo es que sucede esto? Número uno: Dios es el Autor de la fe, le da el planeta Tierra al ser humano, lo pone al hombre como la corona de la creación; lo pone por sobre toda la creación, el hombre hace las cosas mal, peca, pierde dominio, pierde el respaldo de Dios y satanás toma la autoridad. Dios nunca le delegó la autoridad a satanás; Dios sigue tratando con una generación de seres humanos, con un linaje de seres humanos que van a obedecer su voz y harán lo que Él quiere. ¿Cómo logra Dios que el ser humano haga lo que Él quiere? Porque no se mete en el planeta a hacer cosas porque ya le delegó la autoridad para ello al hombre, y necesita que éste ordene las cosas que tienen que suceder. ¡Dios tiene planes en el planeta Tierra! ¡Dios es el Autor de la fe! Y le da la fe al ser humano para que éste de la orden en la tierra de lo que Él quiere hacer desde el cielo.

En primer lugar, Dios es el Autor de la fe; segundo, Él le otorga la fe al hombre, tercero, el hombre ejerce autoridad con la fe que Dios le ha dado, entonces, Dios responde a la fe. ¿Crees que a veces responde que no, y otras veces que sí? Si la fe es de Dios y el Autor de la fe es Él, y si lo que tú tienes es fe, Dios nunca dice que no. Porque si no, se estaría contradiciendo a sí mismo. ¡Quítate de la cabeza eso de que oraste con fe, pero no sucedió! Si no sucedió es porque no oraste con fe. Si la fe es de Dios, el Señor manda la fe para que se haga en la tierra lo que Él quiere hacer desde el cielo. Si Dios quiere que algo suceda, entonces el Señor te da fe, para que, ejerciendo esa fe, suceda lo que quieres que suceda. ¿Cómo te va a dar fe para que pidas que suceda algo y eso no sucede? ¡Dios responde a la fe! ¿Por qué? ¡Porque Él mismo la da! Lo que sucede es que nosotros confundimos la fe con la pavada y encima que confundes la fe con la pavada, te enojas con Dios porque no te da lo que has pedido.

¿Qué es la fe? Es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve. Otra traducción de la Biblia señala que fe es la sustancia de lo que no se ve. Supongamos que quieres un auto. ¿Qué es la fe? La chapa del auto que tú quieres, las llantas, el motor, etc. “Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe” (Hebreos 11:7). Nunca había llovido en la tierra y Dios le mandó a construir un arca. “¿Qué es un arca Dios?” “Es un bote grande, grande que va a flotar”. “¿Va a flotar?” “Si, porque va a caer mucha agua”. “¿De dónde?” Nunca antes había caído agua en la tierra. Entonces Noé con temor construyó el arca porque creyó en cosas que no veía.

“Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba” (Hebreos 11:8). Una de las características de la fe es que vuelve loca a la razón. La razón quiere saber y la fe se conforma con la seguridad que Dios le da. “Pastor, ore por mi hijo que está en la droga. Todos los días le pido a Dios por él, pero no se convierte. Dios no me escucha”. ¿Y si Dios no te escucha para qué oras? Si la mujer creyera que su hijo va a ser libre de la droga no estaría angustiada. El que cree tiene una seguridad que va más allá de lo que ven los ojos. ¡Señor dame esto! No quiero vivir por lo que ven mis ojos. ¡Dame el don de fe, Señor! Yo quiero producir en la tierra, por la fe, aquello que tú tienes planeado y quieres hacer.

DONES DE PODER: Dones de sanidades

Hablamos que a unos se les ha dado dones de sanidades por el mismo Espíritu y éste es el único don que está en plural.

“Y se le acercó mucha gente que traía consigo a cojos, ciegos, mudos, mancos, y otros muchos enfermos; y los pusieron a los pies de Jesús, y los sanó” (Marcos 15:30). Ten en cuenta esto que es muy importante: Lo que Jesús deshace no lo produce. Cuántas personas enfermas declaran que están así porque es la voluntad de Dios. Métete esto en la cabeza: ¡No es la voluntad de Dios que estés enfermo! La Biblia señala que Jesús vino a deshacer las obras del diablo; o sea, cuando Jesús sanó a la gente deshizo las obras del diablo. Jesús destruye toda obra del enemigo pero Él no te pone una enfermedad para mostrar después cómo la sana. Dios es un Dios de gracia, de gloria y de misericordia.

El Señor quiere tu sanidad y ha provisto a las personas de dones para que sanen a los enfermos. ¡Tienes que ser sano! ¡Tienes que desarrollar el don de sanidad! Dios ha derramado dones de sanidades en las personas para que sanen a los enfermos como Cristo lo hacía. La enfermedad es obra de satanás. ¡Nunca más digas que estás enfermo o enferma por la voluntad de Dios! Y las sanidades operan como todos los dones, mediante la fe. Pablo vio a un hombre que estaba postrado y en sus ojos pudo percibir que tenía fe para ser sano (Hechos 14:9). El que tiene fe obtiene la sanidad. Pablo, cuando vio que el hombre tenía fe para ser sano le dijo a gran voz: “¡Levántate derecho sobre tus pies!” y el hombre se levantó y anduvo.

En otra oportunidad, cuatro hombres llevaron a su amigo paralítico ante Jesús y al ver la fe de ellos el Señor hizo el milagro (Marcos 2:5). Siempre opera la fe, en un caso era la fe del hombre paralítico y en el otro la fe de los amigos del que estaba postrado.

¡Lo que detiene las sanidades es la falta de fe! Dice Mateo 13:58: “Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos”. No se trata de que Jesús no tiene ganas de hacer milagros ni de sanar, pero encontró una ciudad sometida a la incredulidad y dice la palabra de Dios que allí no pudo hacer milagros. Dios no hace milagros donde hay incredulidad; la incredulidad es enemistad contra Dios. Es hacerse enemigo de Dios, es negar y resistir su obra. La incredulidad puede frenar los milagros y la sanidad de las personas.

Los dones son el equipamiento de Dios para que el creyente pueda desenvolverse en la identidad que Dios le ha dado y esa es la identidad de hijos de Dios.

“Señor, te necesitamos a ti más que a los conocimientos recibidos. Espíritu Santo te anhelamos, estamos a la expectativa de aquello que tú quieres hacer en nosotros. Tal vez hay cosas que no hemos entendido bien, pero nos rendimos a ti, queremos tus dones para hacer aquí en la tierra lo que tú quieres hacer desde el cielo, en el nombre de Jesús, amén”.

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INTRODUCCIÓN

Estamos viviendo días en los que necesitamos una sabiduría especial y un discernimiento especial, y tendremos que clamar a Dios con lenguas que no conocemos. Vamos a necesitar hacer uso y ejercicio de los dones de Dios, porque se avecinan tiempos difíciles. Si eres carnal, los dones espirituales no operan en tu vida, y si eres espiritual no puedes moverte sin los dones del Espíritu Santo. Los que no son de Cristo tienen la naturaleza carnal; nosotros tenemos una naturaleza carnal y otra espiritual. Dios es Espíritu y sus hijos son espirituales, engendrados por el Espíritu Santo, por lo tanto, tenemos una naturaleza espiritual. Jesús le dijo a Nicodemo: “Te es necesario nacer de nuevo”. ¿Cómo es eso de nacer de nuevo y volver al vientre de nuestra madre? Mas Jesús no se refería al nacimiento natural sino al nacimiento del espíritu.

Los que somos de Cristo debemos tener la certeza de que realmente hemos nacido a una nueva vida espiritual y en virtud de ello, tenemos una nueva naturaleza, por lo cual, somos llamados hijos de Dios. No somos engendrados de ningún espíritu de ángel, arcángel, querubín o serafín; somos engendrados por el Espíritu de Dios, así que nacemos como hijos de Dios. Al pastor Cash Luna lo tildan de endemoniado porque dijo que como fuimos engendrados por Dios, somos “Jehová Jr”. Entonces comenzaron a decir que es un hereje, que está endemoniado y es un falso profeta, pero resulta que éste término no es otra cosa más que, “hijo de Dios”. Se estila que cuando se le pone el mismo nombre del padre al hijo, nos referimos al hijo como Jr. No hay nada de disparatado o endemoniado en creer que tengo la naturaleza de Dios y en virtud de esa naturaleza es que se me da el título. ¡Nos ha sido dada la potestad de ser hechos hijos de Dios! Y si Dios es Jehová, ¿qué problema hay que me digan “Jehová Jr.”? ¡Ya lo condenaron al infierno al pobre hombre!

Dije que tenemos dos naturalezas; una es la de la carne, la naturaleza caída y pecaminosa que es la que Cristo quiere tener crucificada. Y por causa de esa naturaleza recibimos dones naturales, o sea, habilidades o capacidades. Algunos le llaman talento. ¿Qué son los dones naturales? Son las habilidades que tenemos y desarrollamos como seres humanos, aunque no seamos cristianos. Podríamos mencionar el arte, la pintura, la música, etc. Los dones naturales y los espirituales son de Dios, no hay tal cosa como que los dones son del diablo. También están los dones sobrenaturales. La iglesia tiene que prepararse para operar en el nivel de los dones sobrenaturales. La vida espiritual es sobrenatural. ¿Qué significa sobrenatural? Vas más alto. Si hay poderes naturales extraordinarios, tenemos que entender que los dones del Espíritu Santo son sobrenaturales y extraordinarios.

Veamos en 1ª de Corintios 12:1 lo que el apóstol Pablo les dice a los corintios: “No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales”. Quien ignora la existencia de los dones del Espíritu Santo, ignora la vida espiritual; quien ignora los dones espirituales desconoce acerca de lo que Dios quiere hacer, entonces no puede hacer la obra del Señor.

Si bien Dios usa los dones naturales y los dones sobrenaturales; los primeros se mueven en un nivel natural pero la guerra que nosotros tenemos es sobrenatural. Nuestros enemigos son sobrenaturales; lo que hace satanás y sus demonios es sobrenatural, por lo tanto, necesitamos operar en el nivel de lo sobrenatural.

NO IGNOREMOS LOS DONES ESPIRITUALES

El primer grave problema entonces es la ignorancia. Tal vez ignoramos porque no estamos bien informados, y cuando no estamos bien informados, pecamos, mas hoy dejaremos atrás el pecado de la ignorancia. Dice Romanos 10:14: “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?” ¿Cómo van a creer en Cristo? ¿Cómo van a ser perdonados los pecados si no hay quien les hable? Cuando alguien ignora el amor de Dios y el perdón de sus pecados, cuando ignora que puede tener acceso a la vida eterna, entonces está fuera del conocimiento del gran poder de Dios. El milagro más grande de todos es que tus pecados sean perdonados, que seas engendrado por el Espíritu Santo y tengas vida eterna. ¡Dios no quiere que te quedes sin la vida eterna!

Es necesario pues, aprender y meditar acerca de los dones del Espíritu Santo para estar informados. Por otro lado, podemos estar mal informados; por ejemplo, se dice que los dones de sanidad existieron en el tiempo de Jesús porque hacía falta mostrar el poder de Dios como testimonio ya que no se conocía la ciencia como se conoce hoy y tampoco había tecnología. Y dicen que Dios ha remplazado los dones de sanidades por la medicina, por la tecnología y los médicos se han especializado. Pero se muere la gente cada día en los hospitales, las personas se contaminan en los hospitales, y los médicos no saben qué hacer porque cada día aparecen nuevas enfermedades. Hoy en día, un estado gripal puede llevar a la muerte. La medicina se ha encargado de crear antibióticos que han fortalecido el virus que ocasiona la gripe. Por lo tanto, hoy en día es necesario estar bien informados. Y te digo que la mano de Dios nunca será remplazada por la tecnología, por los remedios ni por el poder humano. No estamos en contra de la medicina, de ninguna manera. No rechazamos ningún don y conocimiento natural, pero Dios hace cosas sobrenaturales. Y cuando los médicos le dicen a alguien que ya no se puede hacer nada, aparece Dios y te dice: “Levántate y anda”. Y por el poder sobrenatural de Dios la persona se sana.

Otra forma de ignorancia es no considerar relevante los dones del Espíritu Santo. Sé que existen y son sobrenaturales, pero yo vivo en un nivel natural y no tengo suficiente conciencia de la necesidad por lo que opero en un nivel natural con los problemas que tengo. Sin embargo, está el don sobrenatural de discernimiento de espíritus que me permite distinguir entre lo que veo y lo que realmente afecta mi circunstancia. Con ese don yo puedo entender que poderes espirituales se mueven detrás de una circunstancia determinada y ya no la enfrento de acuerdo a lo que ven mis ojos sino por lo que discierne mi espíritu.

1ª de Corintios 12: 4 dice: “Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo”. Los dones son habilidades y capacidades del Espíritu que operan en el creyente. Ahora, los dones naturales son de la persona, están en el alma de la persona, pero los dones sobrenaturales son regalo del Espíritu Santo. Un árbol de pera da peras, una chancha tiene chanchitos; eso es natural. Supongamos que me cuelgan en el árbol de navidad un reloj de oro 18 quilates. ¿Es natural que el árbol de navidad produzca un reloj? Alguien lo colocó allí. Los dones espirituales son un regalo, en cambio los dones naturales son innatos, Dios nos los ha dado y son maravillosos pero algunos los tienen muy escondidos. Los dones naturales son extraordinarios y no los despreciamos. ¡Son habilidades preciosas! Ningún animal cuenta con las habilidades que tienen los seres humanos. Ahora, los dones espirituales son del Espíritu y dados por Él.

DIVERSIDAD DE MINISTERIOS: DONES MINISTERIALES

Dice Pablo a los corintios acerca de los que Dios nos da: “Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo”. No debemos confundir los dones espirituales con los ministerios; aunque estos son dones o regalos de Dios, son profesiones humanas, por ejemplo, yo soy apóstol, o sea que mi ministerio es apostólico. Están los que tienen el ministerio de evangelizar, o sea que son evangelistas. Dios hace a alguien pastor, a otro evangelista, a otro apóstol, maestro o profeta. Dios lo desarrolla para que ejerza el pastorado, para que sea evangelista, etc. ¿Cuál es el don o regalo? Yo soy el don, el evangelista es el don, o el maestro, etc. Los dones ministeriales son personas dadas por Dios a la iglesia, a la ciudad y a la nación. Menciono esto para que conozcamos la diferencia que hay entre una cosa y otra.

DIVERSIDAD DE OPERACIONES

Después está la diversidad de operaciones y señala el apóstol Pablo que todo lo hace uno y el mismo Espíritu, pero ahora nos vamos a enfocar en los dones espirituales. ¿Qué son las diversidades de operaciones? Son las diferentes maneras en que Dios opera, de acuerdo a la persona que se trata. Por ejemplo, no he encontrado en ningún lado un evangelista que haga lo que hace Anacondia, y sus hijos espirituales hacen lo mismo que él. Tienen un modo de operar o una capacidad específica y especial. Yo he llevado un discípulo de Anacondia a la ciudad de Haití y se ha fastidiado porque no teníamos lo que ellos están acostumbrados a usar, como, por ejemplo, camilleros, carpa para liberación de endemoniados, un equipo que trabaje en el área de liberación y otras cosas más. Vemos entonces que hay diversas maneras de operar. Hubo oportunidades en que Jesús le ponía la mano en la cabeza a un enfermo y éste se sanaba, en otra oportunidad le metió los dedos en la oreja a un sordo y escupiendo tocó su lengua. En otra oportunidad, con la saliva hizo barro y se lo untó a un ciego en los ojos. ¿Por qué hizo eso Jesús? Se lo debe haber indicado el Espíritu Santo, porque todo lo hace uno y el mismo Espíritu Santo. Misión Vida para las Naciones no es como otras iglesias, nosotros tenemos una forma de operar especial; otras iglesias son tan especiales como Misión Vida, pero tienen otra manera de operar. El problema se presenta cuando veo lo que hace el otro y creo que lo que él hace no es de Dios, entonces surgen las divisiones porque algunos creen que Dios opera solo como se los reveló a ellos.

Continúa diciendo el apóstol Pablo: “Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho” (1ª de Corintios 12:7) Los dones se manifiestan, o sea que se dejan ver, se dan a conocer. ¿Y qué es eso de que le es dada a cada uno? ¿Crees que hay cristianos que no tienen ninguna manifestación del Espíritu Santo? Tu hijo, aunque sea en la vuelta de la oreja, tiene algo que ver contigo y en nosotros se manifiesta que somos hijos de Dios a través del poder del Espíritu Santo que opera por medio de los dones. Significa que no hay un solo hijo de Dios que no tenga alguna manifestación del Espíritu, más bien, cada uno de nosotros tenemos al menos una manifestación haciendo referencia a los dones espirituales. Todos tenemos alguna manifestación para provecho de la iglesia, para el bien de todos.

DIVERSIDAD DE DONES: DONES ESPIRITUALES

Volviendo a los dones espirituales, nos dice 1ª de Corintios: “Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo… Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas” (1ª de Corintios 12: 4, 8 al 10). Aquí dice que a uno le dio palabras de sabiduría, y a otro le dio otra cosa y a otro le dio otra cosa, para que nadie se crea que las sabe todas. Nadie se crea que es más importante, o que se las sabe todas, o que tiene todo porque quien tiene todo, todo, todo, es Dios.

La multiforme sabiduría de Dios ha sido derramada en la iglesia, pero nadie tiene todo para que nadie se crea nada. El Espíritu Santo da los dones a las personas de tal manera que yo necesito del otro porque de otra forma no estamos completos. Así lo dice el apóstol Pablo en 1ª de Corintios 12: “Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato?” Cada miembro del cuerpo cumple una función específica y necesita de los otros miembros. Los miembros son muchos, mas el cuerpo es uno. Por eso es que una persona tiene un don, otra persona tiene otro don, etc. Y el poder magnífico de Dios se manifiesta a través de la iglesia y no de uno solo. ¿Dónde está Dios? ¡En toda la iglesia! En la suma de los miembros del cuerpo de Cristo.

“Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas” (1° Corintios 12:28). Estos son dones ministeriales. No quiero perder la oportunidad de lanzar un chiste: ¿A quiénes les da Dios don de lenguas? Sencillo, ¡a las mujeres!

Los dones son gratuitos, no se compran ni se ganan; los dones espirituales se practican y se desarrollan como cualquier otro don natural. Había un tal Simón que cuando vio el poder que operaba en uno de los apóstoles quiso comprar ese don. Los dones espirituales son sobrenaturales; esto significa, son muy poderosos, más poderosos que lo que manifiestan los demonios y que todo poder de satanás. Un solo don espiritual puede destruir un plan de décadas o de siglos de satanás, como sucedió el día que fue crucificado Jesús; el diablo creía que iba ganando, pero perdió por goleada. Una sola operación del Espíritu Santo destruye los planes del infierno. Los dones del Espíritu no se compran ni se ganan, pero se deben desarrollar. Son como los dones naturales en el sentido de que se deben desarrollar.

Hubo un tiempo en el que estudiaba piano entonces el profesor me dio unas cuantas melodías para practicar en la semana, pero yo no lo hice. Un día antes de la clase de piano comencé a practicar rapidito, pero se me trancaban los dedos. Llegó la próxima clase de piano y el maestro me pidió que tocara. ¡Cómo traspiré! Cuando finalicé, me dijo: “Márquez, usted no practicó como le dije, no?” Y yo le puse miles de excusas. Además de tocar piano, yo quería cantar en el coro universitario y ser de la selección de vóley; a todo eso tocaba el teclado en la iglesia y ejercía como maestro de escuela dominical, y, además, había muchos “además”. Entonces, yo quería sacar la lección de taquito, pero a la tercera vez que el maestro me llamó la atención, dije la verdad. Entonces me dijo que si yo quería ser un buen pianista debía practicar ochos horas diarias, de lo contrario, si no me comprometía en practicar ocho horas diarias, que no le hiciera perder tiempo. Ese día desistí de ser concertista de piano. Me di cuenta que no tenía corazón para practicar ocho horas diarias con todo lo que hacía. Así que abandoné la carrera.

Tanto los dones naturales como los dones espirituales se practican y se perfeccionan. Tal vez no te has dado cuenta que hay algo dentro tuyo que gime por ver personas sanadas. Tú no te has animado porque esperas que alguien te confirme que tienes don de sanidades. Dios te dio pies cuando naciste, pero tuviste que aprender a caminar, también te dio manos; cuando eras bebé agarrabas la cuchara y te la metías en la oreja, te ensuciabas de comida, pero al final aprendiste a comer. Los dones naturales y los dones espirituales se deben desarrollar. Si crees que tienes algún don sobrenatural, practícalo. Ahora, si no crees que lo tengas no eres hijo o hija de Dios porque todo aquel que es hijo de Dios tiene dones espirituales, al menos uno. ¿Quieres tener todos los dones espirituales? ¡No puede ser porque no eres Dios! Confórmate con algunos, pero todos no los puedes tener, porque todos los tiene Dios.

Nuestra guerra es sobrenatural. Dice la palabra de Dios en 2ª de Corintios 2:4: “Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas”. Nuestra guerra no es contra personas sino contra poderes espirituales de maldad en las regiones celestes. ¡Tenemos que vencer en el mundo invisible o espiritual! No creas que sabes mucho porque le dijiste algo a alguien y lo dejaste callado porque eso es meramente una discusión carnal, mas tú tienes que ganar tus batallas primeramente en el mundo espiritual. Porque nuestra lucha no es contra carne ni sangre sino contra poderes espirituales de maldad en las regiones celestes. Nuestra guerra dije, es sobrenatural, también lo son nuestros enemigos, y nuestros dones son sobrenaturales. ¿No te da ganas de descubrir qué dones tienes? Dios necesita gente que manifieste el poder de los dones del Espíritu Santo, y no es por ti sino por el reino de los cielos. No es para que saques pecho sino para que se manifieste la gloria de Dios en tu casa, tu barrio y tu nación, y para que la gente sea transformada.

Dios nos pide que hagamos su obra que es sobrenatural y nos ha dado a nosotros el privilegio de hacerla por medio del poder del Espíritu Santo. Jesús dijo: “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará…” (Juan 14:12). El Señor nos dio el privilegio de ser partícipes de su obra y ha puesto en nuestras manos el hacerla, y su obra es sobrenatural. ¡La obra de Dios manifiesta su gloria! Y cuando nosotros hacemos algo por el poder del Espíritu Santo, por algún don sobrenatural, no se despierta alabanza y gloria para mí, sino para Dios. Las obras que hacen los cristianos no son para felicitarlos por sus hazañas porque no son hechas por el poder del creyente. Cuando un cristiano hace la obra de Dios, naturalmente surge darle la gloria a Dios.

Los dones deben ser usados, deben ser perfeccionados y manifestados. Si no se manifiestan los dones es porque están ocultos o atrofiados y todos queremos ver la gloria de Dios a través de los dones que el Señor te ha dado. La gloria que Dios ha puesto en otra persona es distinta a la que tú tienes y en todos podemos ver la gloria del Señor en distintas dimensiones y con distintas características. ¡Dios te ha dado a ti manifestación para provecho de muchos!

DONES DE REVELACIÓN

En 1ª de Corintios 12 el apóstol Pablo enumera los dones espirituales que en total son nueve. El primero es palabra de sabiduría. Si tú tienes sabiduría y no se manifiesta es porque ese don está atrofiado. ¿Cómo se manifiesta la sabiduría? A través de la palabra de sabiduría. Tanto el don de palabra de sabiduría como el de palabra de ciencia y palabra de discernimiento son dones de revelación. ¿Qué significa? Que Dios lo manifiesta o lo revela en el corazón y en el intelecto del creyente. Hay sabiduría natural y ésta se adquiere con mucho esfuerzo mediante el estudio, por ejemplo. Pero aquí no nos referimos a la sabiduría natural sino de sabiduría espiritual, la cual es revelada; o sea que se manifiesta y no requiere que seamos estudiosos de doctrina o teología porque aquel que cuenta con la sabiduría de Dios, esa sabiduría se enciende en el corazón del creyente. Jesús dijo: “Mas cuando os entreguen, no os preocupéis por cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado lo que habéis de hablar. Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros” (Mateo 10:19 y 20). Si tienes que presentarte delante de alguna autoridad no te pongas ansioso; si tienes que rendir cuentas delante de los demás respecto de tu fe, deja que el Espíritu Santo fluya.

La sabiduría del Espíritu es revelada. Por otro lado está el don de la palabra de ciencia; y ciencia significa conocimiento; y la gente confunde conocimiento con sabiduría. Hay gente que tiene mucho conocimiento, pero son necios porque carecen de sabiduría; ellos no saben qué hacer con esos conocimientos que tienen. En tanto hay quienes no tienen mucho conocimiento, pero son personas sabias con el poco conocimiento que tienen. Dicho de alguna manera, el conocimiento es la acumulación de datos. Conozco muchas cosas, pero tengo que saber qué hacer con eso que conozco. Muchos no saben cómo usar el conocimiento que tienen ni en qué momento hacerlo. A veces haces algo antes de tiempo y te arrepientes luego, pero otras veces lo haces después de tiempo y ya es tarde. Ahí es donde falla la sabiduría. Sabías lo que tenías que decir pero no lo hiciste en el momento preciso.

¿Has escuchado alguna vez la palabra gnosis? Eso significa conocimiento, o sea que el término conocimiento viene de la raíz gnosis. El tercer don espiritual de revelación, es el de discernimiento de espíritus. El verbo discernir está formado por el prefijo dis, que significa separación y el verbo cernere, que significa cernir o separar. Discernir también tiene una raíz que significa juzgar, y éste término significa separar lo que está bien de lo que está mal. Y discernimiento de espíritus significa zarandearlos y separar lo que es de Dios y lo que no es; es saber que aquello que parece que es de Dios en realidad no lo es porque lo discierno por el Espíritu Santo.

Una joven me escribió contándome que se subió a un taxi y el taxista le dijo que tiraba las cartas, le preguntó el nombre, entonces le declaró cosas que estaba viviendo. La chica estaba maravillada porque el hombre sabía todo lo que había vivido. Entonces yo le contesto que esos son espíritus de demonios, y ella me cuestiona: “¿Por qué tiene que ser de demonios?” Para mi es sencillamente espíritu de adivinación. Me comentó también que habían convenido con el taxista que la llevaría los días que ella va a la iglesia. Yo le dije que no vaya con él y volvió a cuestionar: “¿Por qué? ¡Contigo no se puede hablar!” Yo entiendo, pero ella no. Sería mucho más sencilla tu vida si supieras discernir, o sea, dividir lo que es de Dios de lo que no es, percibir lo que viene del infierno y lo que es del cielo. ¿Qué se está moviendo detrás de una circunstancia? ¿Es de Dios o no lo es? Este trabajo que me ha salido en el prostíbulo, ¿es de Dios o no es de Dios?

DONES DE PODER

En el segundo grupo encontramos tres dones de poder: Don de fe, dones de sanidades y don de milagros. Éstos se manifiestan no tanto por revelación sino por poder del Espíritu Santo. Jesús declaró: “…si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible” (Mateo 17:20). Hay una fe que es natural, por ejemplo, hay empresarios que tienen fe en lo que hacen y eso no es fe sobrenatural sino natural. Pero está la fe sobrenatural. Vemos en 1ª de Corintios 12 que se mencionan los dones de sanidades y notemos que está en plural. Es que hay muchas enfermedades y hay muchos dones del Espíritu Santo para sanar diversidad de enfermedades. Hay un predicador, Pablo Rocco, que por su mano el Espíritu Santo sana a muchos, pero tiene algo particular, por ejemplo, él va en un auto con alguien y dice que Dios hace milagros extraordinarios colocando muelas en la boca de la gente y no hace falta que ore; entonces le dice a la persona que va con él que se fijara, y ésta nota que tiene muelas nuevas. Hay personas que tienen una habilidad especial de parte de Dios para sanar determinado tipo de padecimientos, lo cual, no significa que no podemos tener varios dones de sanidades y que el Espíritu Santo pueda sanar a través del creyente que tiene esos dones. Otro don de poder es el de hacer milagros. Cuando Moisés extendió la vara sobre el Mar Rojo, éste se abrió. Hay milagros de sanidades y hay milagros de otra especie. Hay diversidad de dones, pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere. Tal vez tienes muchas deudas, y hay algunos que son expertos en meterse en deudas, pero no saben cómo salir de ellas. Muchos se endeudan pidiendo préstamos para pagar otras cuentas que tienen; y saldan esas deudas, pero se ven metidos en otra. Hay quienes oran por las personas endeudadas y piden a Dios que salde la deuda, y cuando van a ver la cuenta del banco o de la tarjeta de crédito resulta que ya no deben nada. Y el Espíritu Santo me hace sentir que deudas serán canceladas y descubrirás a la hora de pagar que no hay más deuda. Pero no te conformes con recibir un milagro; debes ser lleno del poder del Espíritu Santo para hacer milagros y manifestar la gracia, el amor y el poder de Dios.

DONES VOCALES

En el tercer grupo de dones dados por el Espíritu están los dones vocales; esto significa que se declaran, o se hablan, por ejemplo, el don de profecía. Es dar mensaje de parte de Dios anunciando lo que el Señor hará. La profecía es un don que Dios le da a algunas personas y éstos anuncian eventos futuros acerca de lo que Dios va a hacer. Satanás no tiene el don de profecía sino de lengua larga; tiene el don de adivinación, él adivina. Pero el profeta que habla de parte de Dios, lo que dice sucederá. Está el don de lenguas que reciben los creyentes como señal cuando son llenos del Espíritu Santo, y comienzan a hablar en lenguas que no entienden ni conocen. Eso no es precisamente el don de lenguas, sino que hay algo más que son los géneros de lenguas. Hay personas habilitadas por Dios para habar en distintas lenguas, sean humanas o angélicas. Hay lenguas de hombres y hay lenguas de ángeles. Cuando uno ora en lenguas está haciendo una oración perfecta. Al orar con el intelecto se nos mezclan cosas que nosotros deseamos con cosas que Dios desea, pero cuando oramos en lenguas, solamente oramos lo que el Espíritu nos da y esa es una oración perfecta. Tienes que ser lleno hoy del poder de Dios de los distintos géneros de lenguas. Porque todo lo que Dios quiere hacer en el mundo, lo hará en sociedad con el ser humano porque Él le ha dado al ser humano autoridad sobre el planeta Tierra. Dios mandó al hombre a llenar la tierra y a sojuzgarla, así que el Señor no hará nada si no lo anuncia a través de profetas o lo manifiesta a través de sus hijos.

Por otro lado está el don de interpretación de lenguas; alguien puede estar hablando algún género de lenguas que nadie entiende, pero tú lo entiendes, o lo hablas tú y lo entiende otro que te escucha y entonces traduce lo que dices porque entiende perfectamente aunque no estudió esa lengua y no la conoce. No hay ningún instituto en el mundo que enseñe lengua de ángeles. Puede haber alguien que hable lenguas angelicales, un idioma que nadie entiende, y hay otro que interpreta lo que dice porque le fue dado ese don. Ha ocurrido que ha habido gente que nunca habló hebreo, pero ora en ese idioma y alguien que conoce el hebreo interpreta lo que dice. Los dones de profecía, de lenguas e interpretación de lenguas son dones vocales porque se declaran con la boca. El don de interpretación de lenguas es equivalente al don de profecía. El profeta habla en un lenguaje que todos entienden; ahora, hay otro que está profetizando en lenguas que nadie entiende, pero hay alguien que interpreta lo que dice y eso que declara se transforma en una profecía porque es un mensaje entregado por Dios a la congregación.

DONES DE REVELACIÓN: Palabra de Sabiduría

Vimos entonces, tres grupos de dones de tres; unos son de revelación, otros de poder y por último los vocales. Volvamos a ver la palabra de sabiduría. En el hebreo, siempre que se numeran cosas como 1, 2, 3 implica que hay un orden, que existe una jerarquía. Por ejemplo, tal como señala 1ª de Corintios 12:28: “Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas”. Lo primero aquí son los apóstoles, segundo, profetas, tercero, evangelistas; o sea que hay un orden. Sabiduría está en el primer lugar, por lo tanto, este es el don más importante. No todos los dones son iguales en importancia.

En 1ª de Corintios 12:31 el apóstol Pablo dice: “Procurad, pues, los dones mejores”. Si hay dones que son mejores, hay otros que no son tan mejores. Esto significa varias cosas, número uno: uno puede desear o aspirar a determinados dones. Algunos aspiran a algún don que el Espíritu Santo le ha marcado. Volviendo al don de sanidad, hay personas que anhelan sanar enfermos. Ahí no está eligiendo el mejor, sino que siente con el sentir que da el Espíritu. Si tú deseas sanar enfermos, da por hecho que el Espíritu Santo te está impulsando. ¡Comienza a orar por los enfermos! Pero existe la posibilidad de que también puedo aspirar a los mejores dones y pedírselo a Dios. Ahora, todos debiéramos pedir sabiduría, y llegamos a la conclusión que la palabra de sabiduría es la más importante. Y vamos a encontrar razones en la Biblia para deducir que la sabiduría es muy importante.

Leemos en Ezequiel 28:12: “Hijo de hombre, levanta endechas sobre el rey de Tiro, y dile: Así ha dicho Jehová el Señor: Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura”. Si lees todo el texto bíblico notarás que aquí se establece un paralelo entre el rey de Tiro y satanás. Éste ser fue creado por Dios y le fue dada una belleza sin igual; también se le otorgó una sabiduría extraordinaria. ¡Cuidado que la sabiduría te puede echar a perder también! Acuérdate del rey Salomón. Tener un don no es garantía de que permaneces en santidad y pureza delante de Dios. Puedes tener mucha sabiduría, pero tienes que cuidarte de amar a Dios por sobre todas las cosas y no amar el don más que al dador del don. ¡Tienes que vivir enamorado y enamorada de Dios! Ya sabemos en qué terminó todo, a satanás no le sirvió de nada la hermosura ni la sabiduría; y algo parecido le ocurrió al rey Salomón. Se pervirtió deseando cosas que no eran convenientes. Satanás es derrotado con sabiduría revelada.

Dice la Biblia que los dones y el llamado de Dios son irrevocables, o sea que, satanás permanece en la belleza que le fue dada y en la sabiduría que le fue dada. Para hacer caer a las personas es muy sabio. Pero Dios previó que su sabiduría sobrepasa muy por encima la sabiduría del diablo. Hay quienes se hacen los guapos con satanás y le dicen: “¿Qué te crees?” Satanás se jacta de grandes cosas, él fue creado y le fue dada sabiduría que no le ha servido de nada porque Dios lo avergüenza con la sabiduría que tiene y que les da a los creyentes. Con lo cual, potencialmente, un creyente es más sabio que satanás, si lo que tiene es el don de sabiduría, palabra de sabiduría y revelación de sabiduría. Tú no tienes que tenerle miedo al diablo, si tienes que tener temor de Dios y no ofenderlo al punto que decida no darte más nada. Entonces, sin el respaldo del poder de Dios vas a querer enfrentar a satanás en el poder natural del hombre, mas tú necesitas enfrentarlo en el poder de Dios; y él tiene que ser enfrentado con sabiduría revelada. Por eso ese es el don más importante.

Dice el libro de Proverbios 4:7: “Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia”. Yo le pido a Dios mucha sabiduría; la anhelo con toda mi alma porque sé que con sabiduría voy a resolver muchas cosas que he estado esperando que Dios haga, pero el Señor me dijo que no lo iba a hacer porque yo necesito sabiduría. El Señor me dijo que si me da sabiduría iba a tener todo lo demás. Cuando a uno le falta sabiduría se vuelve cabezón, testarudo, cabeza dura; uno se vuelve insistente en determinados argumentos ante la impotencia de no querer aceptar que lo que le falta es sabiduría para enfrentar determinadas situaciones de la vida. La sabiduría opera en el área del intelecto; o sea, en el área de los pensamientos. Cuando una persona es sabia, se nota en los resultados de lo que dice y hace.

Salomón había sido ungido rey, era un joven inexperto, pero se dedicó a buscar a Dios. “Y aquella noche apareció Dios a Salomón y le dijo: Pídeme lo que quieras que yo te dé” (2ª de Crónicas 1:7). Una madre diría: “Dios mío, dame a mí la enfermedad de mi hijo pero que él se sane” ¿Qué le pedirías a Dios si Él te preguntara que quieres? Reinhard Bonnke, un evangelista que ha ganado millones de personas para Cristo en África, cuando comenzó su ministerio, alquilaba un lugar para predicar y cada mes le faltaba dinero para pagar el alquiler. Y él, todos los meses apartaba un tiempo para orar y ayunar, entonces se encerraba y oraba: “¡Dios mío dame el dinero para el alquiler! Qué no avergüence tu nombre y que yo no sea avergonzado. ¡Padre, manda el dinero!” Él esperaba que llegaran ofrendas de otros países porque en África, ¿quién iba a ofrendar? Era una carga, una guerra y una opresión para Reinhard Bonnke cada mes que tenía que pagar el alquiler porque no le alcanzaba el dinero. Y un día Dios le habló y le dijo: “Reinhard, ¿qué quieres que yo te dé?” ¿Qué te pido? Pensó, y enseguida le vino a la mente lo del alquiler, pero se quedó callado. Dios le volvió a insistir: “¿Qué quieres que te dé?” Y en un golpe de luz, Reinhard Bonnke le dijo al Señor: “Dame un millón de personas para ti”. Eso alegró el corazón a Dios porque estaba pidiendo lo que el Señor quería que pidiera.

Cuando Dios le preguntó a Salomón qué quería que le diera, él respondió: “Dame ahora sabiduría y ciencia, para presentarme delante de este pueblo; porque ¿quién podrá gobernar a este tu pueblo tan grande?” Fíjate que lo que pidió Salomón son los primeros dos dones sobrenaturales, sabiduría y ciencia. ¿Qué pidió? ¡Los dones más importantes! Mira que Salomón necesitaba un lindo palacio, tenía que construir el templo con todo lo que su padre David le había preparado. Salomón necesitaba muchas cosas como caballos, carros, derrotar a sus enemigos; pero pensó bien qué era lo que le iba a pedir a Dios y su respuesta agradó al Señor. Salomón reconoció que el pueblo le pertenecía a Dios y ya que él iba a gobernar al pueblo de Dios, necesitaba sabiduría y ciencia para hacerlo. “Y dijo Dios a Salomón: Por cuanto hubo esto en tu corazón, y no pediste riquezas, bienes o gloria, ni la vida de los que te quieren mal, ni pediste muchos días, sino que has pedido para ti sabiduría y ciencia para gobernar a mi pueblo, sobre el cual te he puesto por rey, sabiduría y ciencia te son dadas; y también te daré riquezas, bienes y gloria, como nunca tuvieron los reyes que han sido antes de ti, ni tendrán los que vengan después de ti” (2ª de Crónicas 10 al 12).

CONCLUSIÓN

Quien le pida a Dios sabiduría y ciencia alegrará su corazón. ¡Cuántas pavadas le pides a Dios! “Señor, dame otro trabajo porque mi jefe me tiene cansado…” “¡Dame un aumento de salario Dios!” ¿Alguna vez se te ocurrió pedirle a Dios que te dé sabiduría y ciencia para saber qué es lo que tienes que hacer? Sabiduría es entender las decisiones que debo tomar con los conocimientos que tengo. Salomón pidió ciencia, o sea, conocimiento. Señor, dame sabiduría para poder usar correctamente los conocimientos que tengo y dame más conocimiento para tener más habilidad para ser sabio. La conclusión es ésta: Tú puedes tener bienes, riquezas y gloria, pero si no tienes sabiduría, eres tonto porque perderás todo. El hombre que carece de sabiduría pierde lo que tiene. ¡No alcanza la gloria ni los bienes ni las riquezas! Tal vez lo recibiste por herencia, pero lo pierdes todo por falta de sabiduría. Quizás pides tener más dinero, pero Dios te dice: “No me pidas más dinero. Pídeme sabiduría”. Quizás le pides gloria, mas el Señor te dice: “No me pidas gloria porque con la sabiduría vas a adquirir todo lo demás”.

Yo me lamento al ver que hay personas que llevan años y años sin poder adquirir riquezas y no logran prosperar. ¿Qué les está faltando? ¡Sabiduría! Algunos no ven negocio en ningún lado, pero otro encuentra una piedra y piensa qué negocio podría hacer con ella. ¡Cómo Dios no me dio a mí, inventar el spinner! ¡El que inventó esa estupidez está forrado en dinero! Dile a Dios: ¡Señor dame sabiduría! Donde hay sabiduría surgen las ideas; y donde hay ideas hay más dinero que en las minas de oro.

“Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría, y que obtiene la inteligencia. Porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata, y sus frutos más que el oro fino” (Proverbios 3:13 y 14). Quien tiene sabiduría no necesita andar pidiendo prestado. ¡No eres sabio pidiendo dinero prestado! ¡Eres sabio usando lo que tienes cuando cuentas con la sabiduría de Dios! Necesitamos sabiduría para tratar con nuestros hijos, con nuestros cónyuges, con los vecinos, etc. Necesitamos sabiduría para tratar con las personas que nos rodean. Si tu jefe se da cuenta que tienes sabiduría, te quiere retener, te sube el sueldo o decide “cortarte las patas” porque le vas a ganar. Pero tú con sabiduría vas para adelante igual. ¡Nadie te va a frenar!

Debemos tener entendimiento de cómo nos vamos a manejar con todo lo que está sucediendo en el mundo, que se nos viene encima y nos quiere destruir como creyentes, quiere destruir nuestra familia, nuestra descendencia, el matrimonio y toda la trama social. Yo digo que son endemoniados aquellos que están tratando de destruir el matrimonio y la familia convencional. ¡Estamos enfrentando fuerzas del infierno! Hay parientes que nos tratan mal y nos hacen daño y no sabemos cómo enfrentar la situación. Proverbios 3:15 hace mención de la sabiduría y dice así: “Más preciosa es que las piedras preciosas; y todo lo que puedes desear, no se puede comparar a ella”. Dios te dice que de nada sirve tener mucho oro si te falta sabiduría, porque la sabiduría es más valiosa que las piedras preciosas. Dios les da a las cosas el verdadero valor que tienen, y si la Biblia dice que la sabiduría es más importante que el oro, la plata y las piedras preciosas, hoy tienes que pedirle al Señor que derrame sobre ti la sabiduría del Espíritu Santo. ¡No hay nadie más sabio que el Espíritu Santo!

Dice la Biblia que con sabiduría creó Dios la tierra y la fundó con inteligencia (Proverbios 3:19). Todo lo que hay en el planeta Tierra, los metales, las piedras preciosas. todo lo bueno, lo grande, hermoso y glorioso que hay en el planeta se logró con sabiduría e inteligencia. ¿Tú quieres eso que Dios tiene para ti? Fíjate cómo te encegueces cuando deseas algo y lo codicias; hasta dejas de tener sabiduría por la concupiscencia o codicia que hay en tu corazón, por obtener eso. Y Dios no quiere dártelo, pero tú peleas con el Señor para obtener eso que no te hace bien, para obtener aquello que no te va a llevar a la prosperidad ni le dará gloria a tu vida.

Oramos: “Señor, queremos el más importante de los dones. Yo no sé cómo hacer con la economía de mi hogar; no sé cómo tratar con algunos vecinos. No sé cómo hacer para que lo que tú me has dado, produzca; no sé cómo hacer con mis hijos. Mas te pido sabiduría, en el nombre de Jesús. ¡Por sobre todo dame palabra de sabiduría! Que en el momento preciso, en esa circunstancia precisa y en el lugar preciso yo tenga la palabra acertada y tome la decisión acertada. ¡Yo anhelo recibir aquello que tienes para mí, Padre! Toma ahora mi corazón, sopla tu Espíritu Santo, te lo pido en el nombre de Jesús. Espíritu Santo te necesito, no puedo vivir la vida ni tomar las decisiones si tú no me alumbras. Hazme sabio Dios mío, te lo pido en el nombre bendito de Jesús, amén”.

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