INTRODUCCIÓN
Hoy conocerás qué es la unción; algunos dicen que la unción es el Espíritu Santo, pero se trata de dos términos que son totalmente diferentes uno de otro, porque sería como decir que el cuerpo es el espíritu, pero no es así. No se sabe bien qué es la unción, pero parece ser que tenemos un termostato para medirla, cuando por ejemplo sentimos algo lindo, decimos que la alabanza está ungida, en cambio, otro día no sentimos nada y decimos que no había mucha unción. Algunos dicen que la unción es algo que te llega, que te toca. “¡Qué lindo estuvo el culto hoy!” Y se van como pisando nubes, pero en la calle les ladra un perro, entonces comienzan a proferir cierta clase de insultos y se les cae toda la unción al piso.
Parece que la unción es algo que se pone y se saca, pero la verdad es que la unción no es algo que te pones y te sacas. Dios ungió a Saúl como rey y así quedó, lo mismo sucedió con David; se hayan portado bien o mal han sido ungidos para ser reyes, esto significa que fueron elegidos y escogidos, y han sido revestidos de una posición. La unción entonces, es aquello que Dios te da a ti para que funciones dentro de sus planes; es la posición que el Señor te da.
ANTIGUEDAD: PERSONAS ESPECÍFICAS ERAN UNGIDAS
En la antigüedad se ungían a los sacerdotes, a los profetas y a los reyes, sólo a esas tres clases de personas. Cualquier otra persona no era ungida, porque los oficios de Dios eran precisamente esos y se les ungía a esas personas con el aceite de la santa unción, fórmula que encontramos en el libro de Éxodo capítulo 30, que lo hacía un aceite único. Ese aceite no se podía usar para otra cosa más que lo que tenía que ver con la unción de Dios sobre determinadas personas. No se podía hacer como nosotros hoy en día cuando ungimos a los hermanos de la iglesia y lo hacemos a veces con aceite de maíz o algún otro baratito. Dios le había dado a Moisés la fórmula para hacer ese aceite especial, porque la unción que se le daba a un sacerdote era única y nadie podía cuestionarla, quitarla o reemplazarla.
Leemos en Levítico 8: 10 al 12: “Y tomó Moisés el aceite de la unción y ungió el tabernáculo y todas las cosas que estaban en él, y las santificó. Y roció de él sobre el altar siete veces, y ungió el altar y todos sus utensilios, y la fuente y su base, para santificarlos. Y derramó del aceite de la unción sobre la cabeza de Aarón, y lo ungió para santificarlo”. Vemos aquí que se ungían cosas; Moisés ungió todo el tabernáculo o sea el templo que se construyó en medio del desierto por mandato de Dios, hecho con telas, y todas las cosas que estaban en él, y las santificó. La unción tiene relación directa con la santificación; cuando se ungía a alguien que sería rey significaba que esa persona era santificada, y santificar significa apartar. La noción que se tiene de un santo es de una persona con cara bondadosa, las manos juntas a la altura del pecho y una aureola sobre la cabeza, pero eso no expresa santidad. Santificar es apartar para una función determinada; cuando se aparta algo o a alguien y se santifica, ese algo o ese alguien va a llevar a cabo solamente la función que se le asigna.
Un rey no podía ser sacerdote; el cuchillo que se usaba en el tabernáculo para sacrificar a los animales no se podía usar para otra cosa porque había sido apartado para el servicio de Dios, había sido ungido, santificado o consagrado con un propósito. Del mismo modo, los cristianos somos seres apartados para vivir la vida que Dios ha predestinado para nosotros y funcionar dentro del propósito que Él tiene para cada uno; o sea que el cristiano está ungido para servir dentro de la función que Dios le tiene asignada, y éste puede pero no debe funcionar en alguna otra cosa que no sea el oficio que el Señor le ha dado.
El profeta Samuel ungió a Saúl como rey, pero él se portó mal desobedeciendo y pecando; cuando lo ungieron como rey descendió sobre él, el Espíritu Santo y cuando hubo pecado el Espíritu de Dios se apartó de él. El Espíritu Santo puede venir, contristarse y apartarse pero siempre sigue sobre la persona la unción, y seguía pesando sobre Saúl el hecho de que Dios lo había escogido para ser rey. Todos los días de su vida ha cargado con eso porque fue elegido para ser rey y honrar a Dios pero cuando decidió honrarse a sí mismo haciendo lo que le pareció o quiso, el Espíritu Santo ya no lo llenaba aunque siguió portando esa unción. La Biblia señala que el Espíritu Santo vino sobre David cuando fue ungido, y ese día, el Espíritu Santo se apartó de Saúl. Cuando David tuvo oportunidad de matar a Saúl, y el Espíritu Santo ya se había alejado de él; David dijo que no iba a quitarle la vida al ungido de Jehová. El Espíritu Santo puede operar más o menos en tu vida pero la demanda de la unción que está sobre ti te pesará toda la vida y tendrás que rendirle cuentas a Dios por esa unción que Él ha derramado sobre ti. Tal vez digas: “¡Menos mal que yo no soy ungido!” Quiero decirte que Dios unge a todo el que llama a su reino.
Señalé que en la antigüedad sólo se ungían a los reyes, a los sacerdotes y a los profetas; solamente David operó como rey y sacerdote, y no pecó, no le fue asignado pecado. David es figura de Jesucristo y Jesús es Rey de reyes y Señor de señores; es el Cristo o ungido, el Mesías y opera como profeta, sacerdote y rey. Él ha sido ungido por Dios y todas las cosas han sido puestas debajo de sus pies. Jesús opera bajo la unción de Rey de todos los reyes y Señor de todos los señores, los sacerdotes y no sacerdotes, los profetas y los no profetas, aun sobre los demonios. La palabra Cristo proviene del griego significa ungido, la palabra Mesías proviene del hebreo y también significa ungido. Cuando decimos Jesucristo nos referimos a Jesús el Ungido. Ungidos había muchos pero Cristo es El Ungido; o sea, desde Génesis 3:15 cuando Dios le dice a la serpiente: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”. Desde ese entonces en adelante, todo el pueblo de Dios, todos los que aman a Dios están esperando la venida del Mesías, el Ungido de Dios. Digamos que hay muchos libros, pero la Biblia es El Libro y a Israel se le llama el pueblo del Libro. No puede haber confusión, cuando nos referimos al Mesías sabemos de quién estamos hablando porque hay solo un Mesías. Si decimos Cristo, no es un ungido más sino el Ungido por excelencia.
HOY: TODOS SUS HIJOS SOMOS UNGIDOS
La Biblia dice que somos un pueblo escogido y real sacerdocio, nosotros los que hemos sido rescatados por Cristo y a quienes el Señor ha limpiado de pecado. No había sacerdotes reales por lo que significa que hemos sido llamados a ser reyes y sacerdotes. David fue ungido y ofició como rey y sacerdote; Cristo fue ungido y fue profeta, sacerdote y rey, y el pueblo del Señor es un pueblo de reyes y sacerdotes y no se puede tener estas cualidades sin primero ser ungidos.
Leemos en Levítico 8: 10 al 12: “Y tomó Moisés el aceite de la unción y ungió el tabernáculo y todas las cosas que estaban en él, y las santificó. Y roció de él sobre el altar siete veces, y ungió el altar y todos sus utensilios, y la fuente y su base, para santificarlos. Y derramó del aceite de la unción sobre la cabeza de Aarón, y lo ungió para santificarlo”. Se puede decir que santificar aquí también significa apartar; la santificación es apartamiento, o sea que funciona para lo que Dios ha diseñado y preparado. La unción opera si yo respondo a esa unción que sería la tarea, la función y el rango que Dios me ha dado; si eso está, el Espíritu Santo, su llenura, su autoridad y poder están, porque a Dios le interesa esas personas que responden a la unción que Él les ha dado.
¿Quieres tener unción? ¿Quieres sentir esa cosquillita o ese fueguito? Te preguntarás cuál es tu función y yo te digo que tu función es la de Cristo; la unción de Jesús es la misma del cristiano. Está Cristo en primer lugar y el cristiano en el segundo.
Se dice que hay vida en todos lados, supuestamente la NASA ha entablado conversación con un ser del futuro y esto está en YouTube. Un hombre le pregunta al supuesto ser del futuro quién es, y se puede ver en ese video a un ser horrible, yo no sé cómo la evolución puede llevar a un ser humano a ser tan feo. ¡Es un pedazo de piedra con ojos! Ese ser declara que es un ser humano evolucionado, que viene del futuro. La NASA entabla conversación con un ser que no tiene naso. ¡Andan más perdidos que Adán en el día de la madre!
En los tres versículos que señalamos del capítulo 8 de Levítico la palabra santificación aparece tres veces. O sea, la santificación o el apartamiento del creyente para la función que Dios le ha asignado, es importante. Jesús estaba en la sinagoga en Nazaret, su ciudad, un día sábado, y el ministro de la sinagoga le da a leer la lectura que correspondía a ese día sábado de ese año y se trataba de las profecías del profeta Isaías que se habían escrito setecientos años antes de Cristo y hablaban del Mesías, entonces leemos las declaraciones de Jesús en Lucas 4:18: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos”. Jesús declaró que el Espíritu del Señor estaba sobre Él por cuanto lo ha ungido y le ha indicado cuál es la tarea por la cual ha venido al mundo. Vino a dar buenas nuevas a los pobres, a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos y a poner en libertad a los oprimidos. ¡Esta es la función de la unción que está sobre la cabeza de Cristo! Cuando David fue ungido, tenía que ser rey y debía contar con un ejército y con carros de guerra; pero viene Cristo y es ungido, pero la unción que vino sobre Él no era para poseer carros ni ejércitos, no era para tener una linda casa o una cuatro por cuatro; no era para vivir cómodamente y tranquilo como desean muchos cristianos, salir de trabajar temprano, llegar a la casa y tomar mate. Ellos no quieren que los embromen mucho, todo lo que piden es una vida tranquila y que los demonios hagan lo que se les de la gana en el mundo porque es una persona de paz y no quiere problemas.
Algunos creyentes giles expresan lo que ellos quieren y desean, o sea, quieren servir a Dios pero a su modo y de manera que su carne se sienta cómoda y satisfecha. ¡Quieren servir a Dios pero no quieren ir a la cruz y no quieren negarse a sí mismos! ¡La unción a Jesús le costó la cruz y la unción que hay sobre ti es la misma que hay sobre el Señor! Si eres cristiano has sido ungido y si quieres saber para qué te ha ungido Dios, te digo que te ungió para dar buenas nuevas a los pobres, para sanar a los quebrantados de corazón, para pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos y para poner en libertad a los oprimidos.
¿Conoces la voluntad de Dios para tu vida? “¿Cómo puedo hacer para conocer la voluntad de Dios? Estoy esperando que el Señor me muestre su voluntad”, dicen algunos. Lucas 4:18 te muestra cuál es la voluntad de Dios para que hagas. ¡Ya no podrás decir que no sabes cuál es la voluntad de Dios para tu vida! “Es que en esta iglesia no me tienen en cuenta y no se han dado cuenta quién soy yo”… Si en la iglesia no se han dado cuenta quién eres tú, sal a la calle a ver dónde hay un quebrantado de corazón, donde hay un pobre a quien consolar o alguno que necesite ser liberado de las fauces del enemigo. ¡Ve y hazlo porque Dios te ha ungido para eso!
Hechos 10: 38 dice así: “…cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él”. La unción de Jesús determinó la función que realizó y la unción del Señor sobre tu vida determina la función que debes realizar. ¡No vuelvas a preguntar cuál es la voluntad de Dios para tu vida! Tú tienes que vivir para bendecir a aquellos que están lejos de Dios, lejos de la verdad, en oscuridad, enfermos y trastornados. En 2ª de Corintios 1:21 leemos: “Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios”. Yo soy el pastor de la iglesia Misión Vida para las Naciones porque Dios me dio esa tarea. Yo soy apóstol. ¿Por qué? Por lo que señala este versículo que dice: “Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios”. A mí no me ungió la iglesia ni un pastor, a mí me ungió el Señor y Él es el que me confirma delante de la congregación. Yo sé para qué fui ungido y cuál es mi función. ¡Hay de mí si no cumplo con la misión que me fue encomendada! ¡Voy a seguir trabajando hasta el último día de mi vida!
En la época de Jesús no existía la jubilación así que me van a tener que aguantar por mucho tiempo. Escuché a un pastor decir en un programa que emite la cadena de Enlace que no hay apóstoles, que los apóstoles eran doce y con Pablo fueron trece. Yo no voy a dejar de ser apóstol porque un pastor renombrado declaró que no hay apóstoles. Dios me ha dado esa identidad y me ha ungido con esa función; si yo dudara de eso es como dudar que soy hombre y te aseguro que soy bien hombre. Las personas pueden pensar de mí lo que quieran pero “ni me va ni me viene” porque yo sé bien quién soy en Cristo. El Señor me ha ungido para una función de apóstol y el que me confirma delante de todos es Cristo y el que me ungió es Dios. No hace falta buscar en qué instituto estudié para ejercer el apostolado, porque quien levanta a sus siervos y los forma, y el que equipa a sus siervos aunque éstos sean burros es Dios y si el Señor te llama harás cosas tremendas.
Quiero terminar diciendo que la unción es la investidura de santificación, autoridad y poder que Dios les da a los cristianos para que cumplan la función que Él les ha asignado. Si no sé cuál es mi unción, no tendré autoridad ni poder. Yo me paro delante de la congregación con toda autoridad para darle palabra en el nombre de Jesús porque yo sé para qué he sido ungido; yo no titubeo ni dudo acerca de lo que debo hacer porque sé quién me ha investido. Dios quiere que tengas esa certeza en tu corazón, que eres su ungido, su ungida, y que el Señor tiene un plan específico contigo. El fin de este discurso es: ¿Vives para los fines de Dios o no? Cuando vives ansioso o ansiosa planificando tu vida sin pensar que el Señor te ha llamado con un propósito que debes cumplir, estás pecando, pero Dios hará contigo lo que ha prometido. ¡Busca primero el reino de Dios y su justicia y todas las demás cosas te vendrán por añadidura!
Yo creía que iba a ejercer la arquitectura y me gustaba mi profesión pero resultó que Dios me había apartado desde el vientre de mi madre para ser apóstol. Un día mi pastor me informó que debía viajar y quería que yo predicara el domingo siguiente. Me lo avisó con bastante anticipación y accedí; yo quería predicar pero no quería ser pastor porque no me veía como tal. Entonces me preparé, escribí el mensaje que iba a predicar y me recorría de un lado a otro el predio del fondo de mi casa, que medía unos treinta metros de largo y quince de ancho, tratando de memorizar lo que escribí y así hice por varios días antes de ese domingo. Yo tenía unos veinticinco minutos para predicar y escribí un repertorio que durara ese tiempo. Cuando llegó el día, me paré frente a la congregación, puse los apuntes que me había aprendido de memoria sobre el atril, miré a las personas, miré los apuntes y las palabras se empezaron a mover, ¡se me armó una sopa de letras! Pero comencé a predicar; hablé, hablé, hablé y cuando terminé, me bajé, y cuando miré el reloj habían pasado sólo cinco minutos. ¡Yo decía que no sería pastor porque no tenía palabras! Cuando Dios llamó a Moisés para encomendarle la tarea de liberar a su pueblo y le dijo que debía presentarse delante del faraón, Éxodo 4 nos dice: “Moisés respondió a Dios: “¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?… ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua…envía, te ruego, por medio del que debes envía. Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿O quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová? Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar”.
Dios escoge, forma y equipa a los cristianos para que los cristianos cumplan con los fines de Dios. No pidas unción si no te interesa o no sabes qué es lo que Dios quiere de ti; no quieras poseer mucha sabiduría, gracia y poder si a ti no te interesa cumplir la función de la unción que Dios ha opuesto sobre ti. No hay nadie que se llame cristiano que no esté ungido y que no tenga un llamado y el llamado es claro, vuelve a leer Lucas 4:18: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos”.
CONCLUSIÓN
Tú has sido ungido y tengo una mala noticia para ti y es que si no estás consciente de eso o no te interesa, estás frito, pero la buena noticia es que si te interesa cumplir con la función que Dios te ha asignado entonces estás ungido y eso significa que Dios garantiza que tendrás victoria en todo. La tarea que el Señor te encomendó no es sencilla, hay que arremeter contra los poderes de las tinieblas porque tu lucha es contra demonios, contra los poderes de maldad en las regiones celestes y tu misión es despojar a los demonios de la autoridad y el poder que tienen sobre la vida de las personas. Tú tienes que sanar enfermos, liberar a los cautivos, darle palabra de gracia al cansado y levantar al caído; tú tienes que hacer sonreír al que está triste. ¡Uruguay y las naciones verán la gloria de Dios porque se levantará una iglesia ungida, consagrada y apartada para Dios!
Entiende que eres un ungido y una ungida y que no es elección tuya estar en esa posición, porque es una elección de Dios. Lo que necesitas para cumplir con la misión de la unción para la cual has sido designado, es que tienes que santificarte y apartarte, y tienes que anhelar la llenura del Espíritu Santo. La llenura del Espíritu Santo no es la unción sino el equipamiento de Dios para poder cumplir la misión de la unción y tu misión no son esos planes personales por los cuales te desvelas sino que tu función más trascendente es llevar las buenas noticias a los pobres, a sanar a los quebrantados de corazón y pregonar libertad a los cautivos.
Si hoy le abres tu corazón a Dios el Señor te llenará con ese fuego que necesitas para hacer su obra. Yo no podría hacer mi tarea de pastor si no tuviese ese fuego que me impulsa a ayudar a los necesitados. Entiende que las personas son dignas delante de Dios aunque vivan tirados en una plaza, ellos son fruto del amor de Dios y merecedores de su gracia porque de tal manera amó Dios al mundo y eso incluye al miserable de la calle. Jesús no andaba haciendo planes; Él andaba obrando sanidades y liberando cautivos, cumpliendo con el plan de Dios. Si te propones hacer la voluntad del Padre, el Señor te llenará hoy con la presencia, el poder y la autoridad del Espíritu Santo que es el equipamiento que Dios te da para que puedas cumplir tu función. Será un placer para Dios llenarte con el fuego, con el poder y la autoridad del Espíritu Santo. ¡Ese es su deseo! No es el Señor el que frena tu llenura sino que eres tú, porque pones tus planes y deseos antes que la misión que te encomendó y no quieres someterte y ser obediente.
Toma la decisión de negarte a ti mismo y abraza la misión y el propósito del Señor. ¡Abraza la unción que está sobre ti y pídele a Dios que te llene con su Espíritu Santo en esta hora!
INTRODUCCIÓN
Dios, al crear al hombre y a la mujer pensó llevar a cabo un proyecto eterno; el Señor creó el universo, creó los cielos y la tierra, y su plan fue hacer una familia para vivir Él en familia, pero decide ser el Padre de esa familia. Dios toma el lugar de Padre, por eso es que la Biblia nos enseña que debemos orar así: “Padre nuestro que estás en los cielos…” Un padre tiene hijos, por lo que en los planes del Señor está el engendrar hijos con su mismo ADN y también engendra hijos en nosotros con su naturaleza para que tengamos una familia grande en la eternidad. El proyecto de Dios es grande y eterno, y comienza en la Tierra con un hombre y una mujer y la unión entre ellos. ¡Cuánta bendición puede ofrecer al mundo un matrimonio!
No hay meramente una existencia natural y una sobrenatural sino que de la existencia natural, Dios toma hijos para la existencia eterna. No es que hay dos proyectos: uno carnal y otro espiritual, hay un solo proyecto eterno por lo que Dios trae al mundo hombres y mujeres y forma matrimonios, con éstos forma familias y con las familias forma sociedades. No puede existir una sociedad sin familia y la sociedad no es mejor que las familias que tenemos, sino que es la suma de las familias, por lo que si hay desastre en éstas, si hay violencia e infidelidad entonces hay desastre, violencia e infidelidad en la sociedad ya que la sociedad está formada por familias y éstas están formadas por matrimonios.
PASTORA MARTA: DEBERES DE LAS ESPOSAS
Los que nos hemos casado, no trajimos un librito y nadie nos enseñó nada respecto al matrimonio; fuimos aprendiendo sobre la marcha, lo mismo cuando fuimos padres. Pero qué importante es que en la palabra de Dios siempre contamos con un consejo. Creo que todo matrimonio que esté viviendo un tiempo difícil puede buscar en la palabra de Dios, porque el Señor se encargó de dejarnos esos consejos para que nos vaya bien en nuestra familia. Lo único que puede sostener un matrimonio es el amor, y Dios es amor. Si tú no tienes amor es porque no tienes a Dios y sólo el Señor puede derramar de su amor sobre tu vida para que puedas amar como Él ama, y para que puedas ver como Él ve.
Leemos en 1ª de Corintios 13: 4: “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece…” Donde dice amor puedes poner tu nombre; digamos que: Marta es sufrida, es benigna; Marta no tiene envidia, no es jactanciosa y no se envanece. Sigue diciendo 1ª Corintios 13: “…no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”. ¡El amor es el único que puede derretir las durezas del corazón! Una joven me dijo: “Pastora, cada vez que me encuentro con alguien que me hace algo, comienzo a cantarle: Te voy a amar, te voy amar, ¡y la bronca se me va!” Roces tenemos todos los días y el matrimonio no está exento de esto, ya que tenemos diferente forma de pensar; los esposos y las esposas somos diferentes porque Dios nos ha dado roles y dones distintos pero si hay amor, todo lo áspero se suaviza. Es importante entonces contar con esta clave que es el amor; el amarnos mutuamente. Que vamos a sufrir, sí, que es bueno el amor, sí, que no guarda rencor, no tiene envidia, no se goza cuando al otro le va mal también. Cuando no tenemos amor nos gozamos cuando al otro le va mal y decimos cosas como: “¡Yo te lo dije!” Entonces nos señalamos unos a otros y nos criticamos.
El apóstol Pablo dice en el libro de Efesios 5:21: “Someteos unos a otros en el temor de Dios”. Los esposos debemos someternos en el temor de Dios y hacer las cosas como al Señor le agrada. Efesios 5:22 al 24 dice: “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo”. El estar sujetas es una decisión que debemos tomar y no es algo que tiene que provocarte opresión, tristeza o angustia; es importante estar sujetas a nuestros esposos que son cabeza del hogar, orar por ellos y bendecirlos porque ellos también llevan las cargas del hogar entre otras cosas y en lugar de ponernos mal por esto, debemos alegrarnos y orar por ellos. Mujer, la sujeción es una bendición para nuestras vidas porque el que lleva la carga es nuestro esposo ya que tiene que trabajar para sustentar a su familia aunque hay algunos que no trabajan y son vagos dejándole toda la carga a sus esposas, pero es importante estar sujetas a nuestros maridos y orar por ellos. Yo he tenido que poner en práctica esto de orar por mi esposo siempre, ya que él como líder tiene una visión y ve el cuadro completo; yo desde mi posición veo un poquito, cuando por ejemplo dice que vamos a comprar un terreno y ahí vamos a construir tal cosa, yo pienso: “¡Ah, Dios mío! ¿De dónde vamos a sacar el dinero para tanto y cómo lo vamos a hacer?” Y eso no es nada porque viene con otros proyectos como el hogar de niños en Haití por ejemplo, entonces yo convoco a las hermanas de la iglesia a orar. Hay cosas que a veces nosotras no vemos pero si Dios se las demanda a nuestros esposos, las esposas estamos para apoyarlos, para orar por ellos y bendecirlos.
PASTORA MARTA: DEBERES DE LOS ESPOSOS
Acabamos de compartir tres versículos que hablan a las mujeres, para que amen a sus esposos y sean sumisas pero más adelante hay siete versículos que les habla a los hombres ya que éstos tienen una responsabilidad mayor: “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha”. Aquí la Biblia hace una comparación entre la esposa y la iglesia y manda a los maridos a amar a sus esposas así como Cristo ama a la iglesia, o sea que el amor del Señor es un amor sacrificial. ¡Debes hacer un sacrificio varón! ¡Te va a costar lágrimas amar a tu esposa! “Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama”. Así como cuidas tu cuerpo cuando te alimentas y lo proteges cuando te abrigas porque te amas, así también tienes que amar a tu esposa, cuidarla y protegerla. “Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia”. Varón, tienes que ser semejante a Cristo y buscar en el Señor, ser una bendición para tu esposa así como Cristo lo es para la iglesia. Yo no me lo imagino a Jesús criticándome, ni denigrándome, diciéndome que soy una burra, que no sirvo para nada. ¿Crees que el Señor trata así a su amada? ¡No! ¿Por qué ustedes maridos tratan mal a sus esposas? Sean semejantes a Cristo y como Él ama a la iglesia amen a sus esposas. “…porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia. Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido”. (Efesios 5: 30 al 33) El esposo debe amar a su esposa y ésta debe respetarlo.
PASTORA MARTA: MÁS PARA LAS ESPOSAS
No sólo encontramos estos consejos en esta porción bíblica sino que también el apóstol Pedro reitera conceptos de esta clase. Leemos en 1ª de Pedro 3: 1: “Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa”. Recuerdo una mujer que por mucho tiempo vio a su esposo llegar a su casa de madrugada y encontraba pintura labial en sus camisas, pero ella las lavaba, oraba y bendecía a su esposo día tras día. La mujer me decía que ayunaba y oraba por él porque quería que se convirtiera y fuera tocado por el amor de Dios. Ella batallaba por su esposo, y aunque él llegaba a la madrugada, lo esperaba con la cena pronta; a veces él comía pero otros días llegaba directo a acostarse. Hasta que un día se dio cuenta la clase de esposa que tenía, cómo lo soportaba aún con todo lo que él le hacía y sucedió que este hombre se convirtió a Cristo. ¿Por qué? Porque hubo una esposa que sin palabras y sin reproches, con amor, paciencia, oración y ayuno se ganó el corazón de ese varón y toda su admiración, ya que éste se dio cuenta lo valiosa que era su esposa, que a pesar de todo lo que le hizo nunca lo dejó de amar y le tuvo paciencia.
“Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios. Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos; como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; de la cual vosotras habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien, sin temer ninguna amenaza”. Sara es un ejemplo para nosotras. Recuerdo cuando tuve que salir de mi tierra natal San Juan para ir a vivir a Buenos Aires y de allí a Montevideo, Uruguay; en ese tiempo me acordaba de Sara. Dios le ordenó a Abraham que se fuera de su casa y de su parentela a una tierra que Él le mostraría; Abraham fue a donde Sara y le dijo que tenían que irse, así que comenzaron a juntar todas sus pertenencias y así andaban de un lado para otro, mas ella lo obedecía y lo llamaba “señor”. Hay cosas que las esposas no comprenden, cuando Dios llama al esposo y le da una visión pero no entienden que deben ser obedientes. Muchos matrimonios se disuelven porque cada uno quiere ir hacia lados opuestos y falta sujeción y comunión entre los cónyuges; es necesario estar unidos y orar pidiéndole a Dios ser guiados. Nosotras somos hijas de Abraham también si hacemos el bien, sin temer ninguna amenaza. Cuando una esposa está sujeta a su esposo es libre de temores y de amenazas.
PASTORA MARTA: MÁS PARA LOS ESPOSOS
Pero continúa diciendo 1ª de Pedro 3:7: “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo”. Los hombres tienen que pedirle sabiduría a Dios para poder entender a sus esposas, porque somos bastante complicadas. A veces estamos con cara larga y ellos preguntan: “¿Mi amor, te pasa algo?” “¡No me pasa nada!” Aunque somos complicadas, somos también vasos frágiles y muchas veces me ha tocado atender mujeres destruidas, golpeadas, deprimidas, con ganas de morir. Una mujer me dijo: “Pastora, siete años he aguantado a mi esposo alcohólico; él me ha destratado y golpeado pero durante esos siete años he orado por él y hace unos días asistió a la iglesia. Está hecho una seda, totalmente cambiado, ya no se alcoholiza y no me golpea”. ¡Siete años aguantando los maltratos de su esposo y orando por él! ¡Debes tener paciencia mujer! La bendición para ese matrimonio llegó. Nosotras las mujeres también tenemos herencia de parte de nuestro Dios; somos coherederas de su reino. Hay hombres que destratan a las mujeres y las injurian diciéndoles cosas como: “No servís para nada. No sos nadie”. ¿Crees que Dios trata así a alguna persona? ¡De ninguna manera! El Señor nos trata con amor. Él ve lo precioso que surgirá de ese diamante en bruto y piensa en la obra maravillosa que hará en cada una de las vidas. ¿Quiénes somos nosotros para destratar a alguien o arruinarle la vida con palabras hirientes o con maltrato físico? ¡Qué importante es que podamos ver lo que Dios ve! Así como señala el apóstol Pedro, para que tus oraciones a Dios no tengan estorbo, debes tratar a tu esposa como a vaso más frágil porque si tú la estrás maltratando y denigrando, algún día vas a tener alguna necesidad y orarás a Dios pero, ¿sabes qué te dirá el Señor? “Yo no pienso contestar tu oración porque estoy viendo cómo maltratas a mi princesa, la esposa que te di. Ve primero y trátala como a vaso frágil, cuídala, protégela, amala y bendícela, después ven y ora y yo te responderé”. Las oraciones de los varones esposos son estorbadas por causa del maltrato que ellos tienen hacia sus esposas. Es muy importante buscar en Dios el consejo para nuestro matrimonio, orar juntos y creer que el Señor tiene grandes cosas para nosotros y nuestras generaciones futuras. ¡Hay herencia de bendición para tu vida y para la mía!
APOSTOL: MATRIMONIO, DESIGNIO DIVINO
Todo comienza con un hombre y una mujer que se unen con un proyecto que no es suyo sino de Dios. El Señor diseñó al hombre y a la mujer, y con ellos tiene planes etenos. Comienza en lo natural, pero tienen un trasfondo espiritual y sobrenatural, y según las victorias que logremos con el matrimonio, lograremos también victorias para la sociedad y para las naciones.
¿Cómo hago para amar a mi cónyuge? Tanto los hombres como las mujeres somos complicados. Yo me considero un hombre bendecido porque mi esposa Marta me ama. Los conflictos en el matrimonio no se arreglan razonando o argumentando. Muchos son los matrimonios que se pelean por estupideces y después no saben cómo parar; ni siquiera se acuerdan por qué empezaron a discutir pero se hieren con palabras; si él le dijo algo que la ofendió, ella busca algo que lo hiera más y así se pasan discutiendo a ver quién lastima más a quién. Los razonamientos no arreglan las desavenencias en los matrimonios, tampoco las discusiones o peleas; la solución para los matrimonios, como señaló mi esposa, es el amor.
El amor no es algo que yo fabrico porque Dios es amor y es la presencia del Señor en mi vida la que hará que yo pueda amar mi cónyuge. Es el amor y la presencia de Dios la que te dará mujer, la gracia para soportar a ese hombre que te insulta, a ese hombre que se alcoholiza y te denigra. Dios me ama porque Él es amor, no me ama porque soy lindo o bueno ya que es la condición del Señor la que hace que me ame tal como soy. Cuando una mujer tiene a Dios en su corazón, ama a su esposo como Dios lo ama porque el Señor ama también a los borrachos, a los drogadictos y a los violentos porque Él es amor. Es un error creer que puedo argumentar con mi esposa para cambiarla así yo seré feliz; todos queremos ser felices y llegamos mal al matrimonio porque creemos que en éste encontraremos la píldora de la felicidad. Nos enamoramos y creemos que esa mujer nos va a satisfacer y nos dará la felicidad que necesitamos y ella piensa exactamente igual acerca de nosotros. Yo te digo que un matrimonio se forma con lo que tú traes a él; si sufres amargura desde tu niñez o adolescencia, esa amargura la llevas al matrimonio. Si sufres de rechazo o de baja autoestima, no es que la autoestima se mejora automáticamente porque te casaste; tú llegas al matrimonio con una baja autoestima y eso va formando la relación. Lo que trae el hombre y la mujer antes del matrimonio, eso es lo que forja la relación, entonces se forma un matrimonio con baja autoestima, rechazo, amargura, etc. ¡Formamos el matrimonio con lo que traemos! Si traes felicidad y paz al matrimonio, aportas esa felicidad y esa paz en éste.
Importa más que revises que tienes adentro y no qué te dará el matrimonio a ti. El asunto es poner a Dios en medio de ese matrimonio y traerlo al corazón antes del casamiento. Alguna mujer dirá: “Yo me voy a casar con este infeliz pero voy a orar y lo voy a transformar”. ¡Esa mujer ya viene perdiendo! El matrimonio es un prototipo en la tierra de lo que es Jesús y la iglesia. Cristo no ama a la iglesia porque es perfecta, la ama a pesar de sus imperfecciones. Yo aprendí a amar a Marta a pesar de lo que no me gustaba de ella. Al principio yo la quería cambiar, que ella pensara como yo e hiciera como yo quería para que yo fuera feliz y estuviera satisfecho. ¡Es una tarea de locos tratar de cambiar a la mujer! Los primeros años yo la hacía llorar a mi esposa, cuando nos acostábamos cada uno miraba para el otro lado. Por ahí quería entablar diálogo y le preguntaba por ejemplo: “¿Apagaste la luz de la cocina?” “No sé”, me respondía ella muy seca. ¿Cómo que no sabes? ¿La apagaste o no? Insistía yo. “No, anda y apagala vos”. ¡Era difícil cualquier tipo de acercamiento! Pero pronto nos dimos cuenta que no se arreglaba con argumentos la relación sino con la presencia y el amor de Dios. El amor es sabio e inteligente. El amor todo lo cree, todo lo espera, todo lo sufre y todo lo soporta; no busca lo suyo propio, no se envanece, no guarda rencor, es poderoso. El amor logrará la victoria y no tiene dudas de ella; el amor es poder y presencia de Dios.
LA HISTORIA DE NICOLÁS Y YAMILA
Una joven de la iglesia se peleó con su marido que llegó a la relación con baja autoestima y una necesidad de ser aceptado para levantar su estima; en su casa nunca lo habían tenido en cuenta y nada de lo que él hacía les agradaba a los padres. Cuando este hombre se casó dijo: “Ahora esta mujer me va a admirar, estará orgullosa de mí y me dará para adelante en todo”. Y la mujer ni estaba orgullosa, ni le daba para adelante en nada. Él le exigía que ella tenía que ser así y así; era duro y áspero con ella y la mujer peor se ponía. Se separaron dos o tres veces pero volvieron hasta que un día se separaron para nunca más volver. Él había fracasado una vez más en la vida, estaba solo y se lamentaba que era un fracaso y no pudo lograr sacar adelante su matrimonio. Pero un día la palabra de Dios comenzó a obrar en su corazón; y la palabra de Dios alumbra, entonces empezó a ver sus errores, que había sido malo y áspero con su esposa y sólo pensaba en él; pensaba sólo en cómo ser feliz y para ello su esposa tenía que ser como él quería. Cuando comenzó el cambio en este hombre, la llamaba por teléfono a su esposa y le contaba que había asistido a la iglesia, pero ella lo trataba muy frio. Le confesó que se había dado cuenta que fue muy malo con ella y le pidió perdón, mas ella le respondió: “Muy bien, yo también te perdono pero no quiero saber más nada de vos”. Ella se había enterado de nuestra iglesia y quería visitarnos pero cuando él le dijo que asistía a Misión Vida y la invitó a ir con él, la mujer se negó rotundamente aunque quería ir. El esposo lloraba y la amaba en silencio y un día la pudo convencer para que asistiera a un encuentro y ahí en ese encuentro Dios la comenzó a tratar y le mostró las cosas malas que ella tenía en su corazón.
Ella fue transformada en ese encuentro y ese mismo día los dos asistieron a la iglesia y se sentaron juntos. La mujer pasó a contar cómo Dios la había tocado y pudo perdonar a su esposo; él la estaba escuchando y lloraba, entonces le pregunto por qué lloraba su esposo y ella dijo que era porque estaban separados. El esposo lloraba porque quería estar con ella, él la amaba y le pidió perdón por todo lo que le había hecho. Yo le pedí que le dijera algo lindo al esposo y como no sabía qué decir, yo le dictaba y ella repetía: “Mi amor, perdoname. Yo te perdono y te bendigo”. Yo le iba dictando las frases y en una de esas le pido que repita: “Hoy mismo me voy contigo”. Ella me mira sorprendida pero ese día, delante de la congregación decidió irse con su esposo. El matrimonio comenzó una nueva historia con Cristo en el corazón. ¡Yo soy feliz cuando veo las cosas que Dios hace!
Hace unos meses que los vengo observando y veo que están felices, más unidos y consolados. Ella dice que el esposo no es el mismo y él también dice que ella no es la misma; ya no andan cada uno tratando de transformar al otro sino que ven cómo amar y deleitar a su cónyuge. Con ellos hemos filmado un programa de televisión y en medio de las cámaras, de las luces y de toda la gente que había en el lugar, de repente veo en un rincón a esta pareja orando; vi cuando él dijo amén y le hizo una caricia a la esposa. Yo soy testigo de este gran cambio en sus vidas y me deleito en ver cómo ese hombre ama a su esposa. Con ese material Dios forma familias y con las familias crea la sociedad. Los hijos filman todo lo que ven de sus padres, a ellos les queda grabado en sus cabezas, hechos que han vivido desde la niñez y muchos no quisieran ser como sus padres pero ya han sido sellados en su inconsciente. Mujeres llorando me han dicho que no quieren ser como su madre pero me hablan igual que la madre; hombres que han odiado a su padre porque se alcoholizaban y golpeaban a su madre, dijeron que no serían iguales que sus padres pero terminaron haciendo lo mismo, alcoholizándose y golpeando a sus mujeres. Llevan adentro grabadas esas escenas que vivieron en casa y no pueden librarse de actuar como el padre o la madre.
Pero escuchan la palabra de Dios: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. ¡Eres una nueva criatura! Tenías baja autoestima pero el Señor te la quita de un plumazo. Dios te abraza y derrama su amor sobre ti y comienzas a sentirte como “Tarzán en la selva”. Ahora eres capaz de hacer lo que no te animabas antes. Te entristecías por tus fracasos pero ahora ya no te importa porque tus fracasos son una escuela ya que aprendes con ellos a hacer mejor las cosas y así desaparece tu baja autoestima. No importa el veneno que hayas traído a tu matrimonio, la amargura o la tristeza; no importa la historia que hayas traído a tu matrimonio, si Dios llena tu corazón, todas las cosas son hechas nuevas. ¡El Señor hace nuevas todas las cosas! No sabes el efecto positivo que tiene en un hijo ver a su papá besar y abrazar a su mamá y en una hija ver a la madre que honra a su papá, que le lava la ropa y le prepara la comida con amor y no siente que es una esclava por hacerlo sino una heroína.
Hoy en día están denigrando a la mujer en su función más preciosa que tiene. Mira que a Dios no le interesa tanto qué trabajo tienes o cuánto dinero ganas, tampoco le interesa si tienes el último modelo de vehículo; a Dios le importa qué clase de padre eres. El título más importante que tienes es el de ser padre y el hijo comienza a valorar la paternidad desde pequeño, observando a su padre. La mejor escuela para ser un buen padre, un buen hombre y esposo es ver a su papá cuidando de su esposa y de sus hijos. No es tan importante lo que le dices a tu hijo o a tu hija, lo que importa es lo que ellos ven; cómo eres con los demás, cómo te desenvuelves en tu trabajo, si eres responsable o no. ¡Es importante ser hombre porque trasmite hombría a las generaciones que vienen!
El proyecto de Dios es un proyecto que involucra generaciones, la cosa no termina cuando tú te mueres sino que continúa con tu descendencia. ¡Lo que tú has logrado con tu matrimonio y con tus hijos continúa! La tarea más sagrada de una mujer es ser madre. La Biblia señala que en este tiempo Dios traerá el espíritu del profeta Elías que hará volver el corazón de los padres hacia los hijos y el corazón de los hijos hacia los padres. Muchos chicos no quieren saber nada de sus padres, es más, huyen de ellos, los insultan y les roban. ¡Es triste lo que está sucediendo en la sociedad! Los padres no saben qué hacer con sus hijos y a los hijos les pasa igual, pero Dios sabe qué hacer con los cónyuges, con los padres y con los hijos; el Señor volverá tu corazón papá, tu corazón mamá hacia tus hijos y tú conquistarás sus corazones.
¡Eso de las diferencias generacionales es una gran mentira! Una niña que tiene una buena madre estará orgullosa de su madre y no se despegará de ella, lo he visto con mis hijas y mi esposa. Yo honro a mi esposa porque se dedicó a sus hijas; ella es pastora y esposa pero también es madre y sus hijas la llaman y la buscan para pedirle consejos. ¡Gloria a Dios por mi esposa! Por causa de ella mis hijas también son buenas madres y mis nietos son buenos nietos. Estamos afectando generaciones, hemos afectado positivamente a nuestras hijas y ahora lo hacemos con nuestros nietos. ¡Nuestra descendencia es bendecida! Yo no ando pensando qué será de mi familia cuando yo me muera, qué será de mis nietos y bisnietos; yo estoy feliz y tranquilo porque sé que es lo que sucederá con ellos porque he creído en la palabra de Dios y su palabra me dice: “…yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos” (Éxodo 20:5-6). Mi descendencia será una bendición porque yo amo a Dios y guardo sus mandamientos y no tengo temor de qué pasará después de que yo me muera.
He ido recientemente a predicar a uno de los anexos de nuestra iglesia con mi esposa, una hermana y mi nieta Justina de cuatro años. Cuando finalizó el culto nos dirigimos a Beraca a dejar a mi nieta, pero en el camino paramos para comprar pizza. Era un lugar feo, oscuro, había caras raras y me venían pensamientos como, “aquí me van a asaltar”. Al final nos animamos, en el nombre de Jesús; se bajaron mi esposa y la hermana que iba con nosotros y yo me quedé en el auto hablando con Justina. Ella me dijo: “Abuelito, quiero ir a ver la pizzería”. Yo le había puesto tranca a las puertas del auto y le dije que no, entonces me dice: “¿Qué, no te queres quedar solito?” Le contesté que no quería quedarme solito, pero tratando de que se quedara conmigo en el auto. Justina no le tiene miedo a nada, es una niña confiada, entonces me dijo: “Abuelito, no te vas a quedar solo, Cristo se va a quedar contigo en tu corazón”. Mientras pensaba cómo convencerla, ella me decía: “¡Abrime abuelito!” Le abrí y bajó, y en lugar de ir a la pizzería fue a ver un pozo grande, entonces me dijo: “Abuelo, cuidado después porque hay un pozo grande atrás”. Estoy seguro que ella será una predicadora y que no tendrá temor de hablar de Cristo. Yo estoy saboreando lo que viene después de mí, porque el plan de Dios es eterno. Dios se llama a sí mismo Padre y ha querido tener hijos, y ha declarado que sus hijos somos herederos de su reino. Lo que pasa aquí abajo es una copia de lo que el Señor tiene preparado allá arriba. ¡Dios se deleita en tener familia! ¡Cristo tiene novia! Su novia es la iglesia y Él se casará con ella. Vamos a ser una gran familia en el reino de Dios, seremos sus reyes y sacerdotes.
LA HISTORIA DE DAVID
Leyendo la historia del rey David, él tenía muchos asesores, sacerdotes y administradores entre otros, pero finaliza el pasaje diciendo: “…y los hijos de David eran los príncipes cerca del rey” (1 Crónicas 18:17)
Dios le dio a Adán y a Eva la comisión de multiplicarse; tener hijos y henchir o llenar la tierra porque quiere tener hijos, también les dio la comisión de señorear en la tierra como Él señorea en el cielo. Dios nos da elementos para poder formar parte del reino que ya tiene concebido. El matrimonio no es una cuestioncita de unos jóvenes que se enamoraron perdidamente y se casaron, eso es folklore; la pura verdad es que el matrimonio es un proyecto de Dios porque con ellos Él quiere formar familias fuertes. Dios quiere padres que sepan ser padres, hijos que sepan su lugar y sumen bendición a la nación. Yo digo que mi matrimonio ha bendecido al Uruguay y está bendiciendo a las naciones y no lo digo con vanidad ni orgullo sino que doy gracias a Dios porque su gracia ha hecho posible esto. Y por causa de este matrimonio van a surgir muchos más porque sin temor a equivocarme somos un ejemplo para muchos jóvenes y niños. ¡Tu existencia en el mundo es importante y es trascendente!
La Biblia señala que David fue un hombre conforme al corazón de Dios y otro hombre es Abraham de quien la Biblia dice que fue amigo de Dios, y el Señor le dijo a su amigo: “Te bendeciré y serán benditas en ti todas las familias de la tierra”. Dios encontró un amigo, una persona que lo amó, que lo respetó y guardó sus mandamientos y dijo: “Con este hombre haré grandes cosas”. Le dijo que le daría una descendencia que nadie iba a poder contar.
Dios escogió a Abraham su amigo y de su linaje formó un pueblo y de ese pueblo vino Cristo y el Señor bendijo al mundo entero.
Volviendo a David, él quería hacer una casa para Dios, un templo, entonces dijo el rey al profeta Natán: “Mira ahora, yo habito en casa de cedro, y el arca de Dios está entre cortinas. En aquella misma noche vino palabra de Dios a Natán, diciendo: Ve y di a David mi siervo: Así ha dicho Jehová: Tú no me edificarás casa en que habite”. Entonces Natán fue a donde estaba el rey y le dijo todas las palabras que Dios le había mandado que le dijese. Leemos en 2ª de Samuel 7: 11 en la última parte del versículo: “Asimismo Jehová te hace saber que él te hará casa”. No se refería a una casa para vivir porque David se había hecho una casa de madera de cedro muy hermosa; el Señor hablaba de la descendencia de David. También le dijo el profeta Natán de parte de Dios: “Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino”. Éstas son las promesas del Señor: “…yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos” (Éxodo 20:5-6)
Continuó el profeta Natán hablando palabra de Dios a David en 2ª de Samuel 7: 13 al 16: “El edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino. Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres; pero mi misericordia no se apartará de él como la aparté de Saúl, al cual quité de delante de ti. Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente”. Antes de David, Saúl fue el rey pero Dios quitó a Saúl así como a su linaje, y su descendencia desapareció para siempre. El Señor apartó de Saúl su misericordia y le dijo a David: “Si tus hijos se portan mal yo los voy a castigar pero no apartaré de ellos mi misericordia como lo hice con Saúl”. ¿Por qué Dios le dijo esto a David? Porque David fue un hombre que ha agradado al Señor y su corazón fue conforme al corazón de Dios. ¡Tienes que saber hoy que tu conducta en tu matrimonio, en tu familia y tu conducta delante de Dios afectará a miles de personas después de ti!
Dios le dijo a David: “Tú no me vas a edificar casa; yo te voy a edificar casa a ti”. Con esto quiso decir que después de él Dios se quedaría con su descendencia y la iba a bendecir, y si se portaban mal los iba a castigar pero nunca apartaría su misericordia de ellos. Y agregó el Señor: “Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente”. Esto es una doble profecía acerca de Salomón que es el hijo inmediato de David que se quedaría con el reino y también de Jesús, porque cuando habla de reino eterno se refiere al reinado del Mesías. Hay profecías en la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento que señalan que David reinará personalmente desde Jerusalén en el milenio. La descendencia de David será firme. En Israel habían doce tribus: Rubén, Simeón, Leví, Judá, Dan, Neftalí, Gad, Aser, Isacar, Zabulón, José y Benjamín. David es descendiente de Judá. El término judío viene de Judá. No sabemos qué sucedió con las otras tribus, fueron dispersadas y no se sabe nada de ellas. La promesa de Dios es que juntaría a todas las tribus de Israel pero hay una que está firme e inamovible.
Israel ha tenido seis guerras desde el año 1948 hasta la actualidad, frecuentemente se levantan en guerra contra esa nación. Israel es un pequeño pedazo de tierra y tiene enemigos que se cuentan por millones. Hay veinte naciones árabes que votaron en la UNESCO en contra de Israel diciendo que el Muro de los Lamentos y el lugar donde estaba el Templo de Salomón no tienen ninguna relación con el pueblo judío. El mundo entero está en contra de Israel. La UNESCO está pisoteando la verdad pero el pueblo de Israel sigue firme, los descendientes de Judá, los del linaje de David. La Biblia habla de David como el que tiene el cetro, como el elegido del linaje que viene desde Abraham hasta él. Es en cierto modo el prototipo de Cristo y el león de la tribu de Judá. Hoy vemos con nuestros ojos cómo esta promesa de Dios hecha a David, promesa que él creyó, permanece hasta el día de hoy. ¡Dios cumple sus promesas!
CONCLUSIÓN
El Señor ha declarado: “…hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos” (Éxodo 20:5-6). ¡Dios tiene misericordia de mí y de mi descendencia!
Leemos en 2ª de Samuel 7: 18 y 19: “Y entró el rey David y se puso delante de Jehová, y dijo: Señor Jehová, ¿quién soy yo, y qué es mi casa, para que tú me hayas traído hasta aquí? Y aun te ha parecido poco esto, Señor Jehová, pues también has hablado de la casa de tu siervo en lo por venir”. ¡Señor, me has hecho ver qué es lo que vas a hacer con mi descendencia! David fue un hombre que le creyó a Dios. Tú no estás en este mundo por casualidad ni eres un descarte, Dios hoy te señala y te dice: “Yo no hago acepción de personas, cualquier hombre o mujer que me ame así como Abraham y David, yo prometo bendecir su casa y su descendencia. Naciones serán benditas por causa de ti”. Si sigues con ese corazón que hoy tienes no llegarás a hacer lo que Dios quiere; si sigues con ese corazón amargado, resentido y herido no vas a bendecir a Dios, no vas a bendecir a los hombres y tampoco tu casa. Te he dicho que estas cosas no se hacen con razonamientos sino con la presencia de Dios y con el amor del Señor obrando en tu familia, en tu matrimonio, en tu corazón. ¡Dios te necesita para transformar el mundo y quiere sanar tu corazón hoy! ¡Él quiere limpiarte y perdonarte! Dios está seleccionando descendencia y linaje.
“Glorifícate en cada vida, Dios, sopla tu poder Señor. Te damos toda la gloria. La palabra ha sido sembrada, arrebata los corazones, arrebata las vidas para ti, Señor. Tuyo es el poder y la gloria por los siglos de los siglos”. Haz una oración y dile a Dios en esta hora: “Señor amado, te necesito, limpia mi corazón, yo he pecado y estoy herido. ¡Lávame y límpiame, Señor! Haz tu obra en mí, derrama tu Espíritu sobre mí. Líbrame de poderes extraños y lléname de amor Padre, te lo pido en el nombre de Jesús, amén”.
INTRODUCCIÓN
Yom Kippur, día de la expiación, es la principal fiesta de precepto del calendario judío. Es un día de ayuno y oración que se celebra el 10 del mes hebreo de Tishrei, 10 días después de Rosh Hashanah, el Año Nuevo judío.
En el viaje que hicimos a Israel recientemente, participamos del día de Yom Kippur; como conté, es una fiesta que se celebra diez días después del año nuevo judío y todo Israel ayuna sin comer y sin beber nada; ese día del perdón es un día de retrospección donde los judíos analizan lo que han vivido en el año. La noche previa a este acontecimiento se juntaron en el muro de los lamentos para orar más de cien mil personas celebrando Yom Kippur y pidiendo por la paz de Israel.
La muralla forma parte de la historia de Jerusalén; arriba, donde está la cúpula dorada se encontraba el templo de Dios que edificó Salomón. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) por sus siglas en inglés, es un organismo especializado del Sistema de las Naciones Unidas (ONU). La ONU pretende unificar las naciones y establecer la paz y la seguridad en el mundo. Tres días después de la celebración de Yom Kippur, la UNESCO adoptó una resolución en la que se niega todo vínculo entre el judaísmo y el Muro de los Lamentos, ubicado dentro del Monte del Templo de Jerusalén, y limitándose a considerarlo un lugar de culto musulmán.
Esta organización llevó el tema a votación como si estuvieran en lo cierto, ignorando y pisoteando la verdad. Nadie que tenga dos dedos de frente puede ignorar que quien reconstruyó ese muro fue el rey Herodes así como el templo. En ese lugar, Jesús vio a la viuda poner en el arca de las ofendas dos monedas que era todo lo que tenía, también de ese lugar se maravillaban sus discípulos cuando le dijeron: “Maestro, mira qué piedras, y qué edificios”. Y respondiendo él, les dijo: “¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada” profetizando la destrucción del templo. Y allí mismo el Señor echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas y dijo en su celo: “Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones”.
Con esto quiero decir que el templo no es de juguete sino una realidad que pertenece a la historia, a la cultura y a la esencia del pueblo judío. Hoy en día está ocurriendo como dijo el profeta Isaías: “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!” (Isaías 5:20)
Quiero hablarte hoy acerca de la verdad en contraposición de la mentira y de la luz en contraposición con la oscuridad. Proverbios 23:23 dice: “Compra la verdad y no la vendas; la sabiduría, la enseñanza y la inteligencia”. El fundamento del evangelio y de nuestra relación con Dios es que el Señor es veraz, que Jesucristo es el camino, la verdad y la vida y la palabra de Dios es la verdad. La verdad tiene en sí poder y vida; la verdad es algo que existe y tiene sustancia en sí misma y nunca jamás podrá ser atropellada de ninguna manera. ¡La verdad jamás será vencida por la mentira así como jamás las tinieblas podrán vencer la luz! Cuando encendemos una luz, ésta siempre vence a las tinieblas. Cuando tú abrazas la verdad, cuando la atesoras y hablas de la verdad estás disipando las tinieblas. Si te callas, estás pecando porque la verdad debe ser conocida.
LA VERDAD ES ABSOLUTA, NO RELATIVA
Para Göbbels (quien controlaba la prensa y la radio en el tiempo de Hitler) una mentira repetida mil veces se convierte en verdad. Cuando en este mundo te dicen una cosa y te lo repiten muchas veces, en unos años se transforma en una realidad cultural para la sociedad, y nosotros nos estamos dejando atropellar en ese sentido.
En las tratativas de paz en Colombia, el gobierno colombiano junto con las FARC tuvo arduas negociaciones en las que intervinieron personajes importantes, esto se dio en Cuba. La carpeta que sintetizó ese proceso o firma de paz incluía cosas que no se hablaron y la población nunca se enteró de ello. Dentro de esas doscientas ochenta y siete páginas había también, para que el pueblo aceptara en el referéndum, la enseñanza de la ideología de género. O sea que el pueblo iba a votar la paz con las FARC diciendo sí a ese pacto, sin saber que a su vez estaba firmando un acuerdo que tenía que ver con el ejercicio de la ideología de género en Colombia. Cuando algunos pastores se enteraron de ello manifestaron el asunto en las iglesias y finalmente lo que sería un sí, fue un no rotundo. Uno de los que estuvieron ahí, un gran estadista, declaró en una charla que la mujer no nace mujer, sino que se hace mujer, y el hombre no nace hombre, sino que se hace hombre. Están enseñando con esto, una mentira, poniendo lo dulce por amargo y lo amargo por dulce, porque según ellos no necesariamente la persona que nace con órganos genitales masculinos es hombre, porque ser hombre es una elección o una edificación social; es la formación o creación de una identidad de hombre o de mujer. ¡Ya no importa con qué sexo naces! Las enfermeras ya no podrán decirle a la mamá que nació un varón o una niña y las madres ya no podrán enseñarles a sus hijas a jugar con las muñecas porque la estarían condicionando en su libertad y derecho de elegir si será hombre o mujer.
¿Qué es la mentira? La mentira es una creación o invento; la mentira es algo que no existe. Lo que es y existe es la verdad, pero hay personas que crean una historia para engañar a otros y a sí mismos, de tal manera que hacen pasar la mentira por verdad y la verdad por mentira. La mentira es un invento que se dice con el objeto de tapar la verdad y que ésta no se conozca, pero Dios ha declarado que todo saldrá a luz. ¡Ya no podrás tapar tus pecados y tus mentiras! Quien tiene la verdad, quien se afirma en ella y es veraz, tiene certeza y seguridad. Quien se mueve a través de la verdad lo hace confiadamente pero el que miente tiene muchos problemas ya que tiene que estar acordándose de lo que dijo, tapando la mentira. La mentira aumenta la presión sanguínea, aumenta la ansiedad y el estrés porque el que hace uso de la mentira trabaja contra el poder de la verdad. Jesús declaró: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida” (Juan 14:6). También dijo: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mateo 24:35). La Biblia señala que Jesucristo es el logo de Dios, es la palabra encarnada de Dios. Juan 1:1 expresa: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”. ¡Jesús es la palabra de Dios encarnada! Digamos que el que usa la mentira, se opone a Dios.
La UNESCO ha decidido pisotear la verdad e ignorar intencionalmente la historia; ha decidido vilipendiar una realidad que no se puede tapar. Ellos no pueden decir que esos cien mil judíos que se congregaron en el muro de los lamentos se equivocaron de lugar y tenían que haber ido a otro lado. ¡No pueden cambiar lo que dicen las escrituras! No pueden cambiar lo que dice la Biblia cuando Jesús subió al templo y decir que subió al santuario de Al-Aqsa y echó fuera a los cambistas. Jesús echo fuera a los cambistas en el templo construido por Herodes y esa es la verdad. ¡Ahí se practicaba la religión de los judíos! Quien no entiende éstas cosas, yerra.
¿Qué es el pecado? El pecado es una mentira. Cuando uno peca, sabe o no que está equivocado; puede saberlo o no, pero eso no quita que esté equivocado. La persona cree que va bien o sabe que va mal pero no le hace caso a la verdad y sigue en la mentira. Muchos son los que me han dicho que no pueden dejar la droga o el alcohol; o que no pueden dejar de adulterar. Ellos saben que están mal, sin embargo se consideran débiles para enfrentar la mentira que es un pecado, y obrar de acuerdo a la verdad. La verdad es la que te guía al blanco correcto. Si tú caminas en la verdad vas bien orientado, pero si estás pecando confías en una mentira.
¿Qué es la mentira del pecado? Que te está guiando, pero no al blanco sino a otro lado. ¡Compra la verdad y no la vendas! Quiero que entiendas que la verdad es más importante que el oro y que cualquier posesión; la verdad es más importante que tu familia. Tú no puedes despreciar la verdad, tienes que amarla. Jesucristo es la verdad y tienes que amarlo. Debes conocer la verdad, créela y encaminarte por ella.
Hablé con una mujer que se enamoró de una persona incrédula; ella desde hace tiempo me declaró que había un muchacho que conoció en la universidad y le gustaba mucho, según ella, el joven era muy bueno, pero no era creyente. Ya empezó mal porque la Biblia, que es la verdad, dice en 2ª de Corintios 6:14: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?” Quien cree la Biblia, no dice que es una persona buena sino que es infiel. “Pero es bueno” dicen muchas mujeres y cuando se enamoran de un hombre bueno, oran por él, ejerciendo fe para que Dios lo cambie; pero la palabra de Dios que es la fe de Dios, te dice: “No hagáis yugo desigual con los infieles”. Hay personas que tienen fe contra la fe o fe contra la verdad; Dios te dice que no lo hagas y tú decides hacerlo pero vas a orar para que se convierta al Señor. Creen que tiene fe y que con su oración y ayuno lograrán torcerle el brazo a Dios y convertir a ese hombre o a esa mujer que aman. ¡Están creyendo una mentira! Tal vez conocerás algún caso así, en que el marido o la esposa se convirtieron, y yo te digo que la misericordia de Dios es grande, pero tú no puedes tentar la misericordia del Señor sino que tienes que creer la verdad. ¡Compra la verdad y no la vendas!
La fe y la verdad no se pueden separar; tú no puedes poner fe en lo que no es verdad; lo que está fuera de la palabra de Dios no es la verdad. No puedes poner fe en algo contrario a la palabra de Dios, porque el Señor te da la fe para que creas en su palabra, en su voluntad y propósito, no para que tú pienses que Él cambiará su voluntad, su propósito y su palabra. ¡Dios no te dará fe para que tú le tuerzas en brazo a Él! La fe es para que la verdad brille y la verdad es la voluntad de Dios. ¡La verdad es la palabra de Dios!
VERDAD Y FE VAN JUNTAS
Tuve una experiencia maravillosa con un amigo precioso, judío, con quien organizamos el viaje a Israel; él ama y busca a Dios, pero no tiene a Jesús en su corazón. Mi amigo vive cumpliendo reglamentos; hay seiscientas trece leyes en el judaísmo que ellos quieren cumplir meticulosamente, con los lavamientos de manos como ocurrió cuando confrontaron a Jesús por causa de que los discípulos no se levaban las manos para comer, con las oraciones y la lectura del Antiguo Testamento que deben hacer cada día. Los judíos se ejercitan en la piedad y en hacer el bien, pero no tienen la esencia de la verdad. ¡Cristo es el camino y la verdad y la vida!
Yo le conté a mi amigo la historia de mi abuelo, que éste antes de morir escribió un libro en el que declaró que él moría tranquilo porque sabía que su descendencia quedaba en las manos de Dios. Mi abuelo lo dijo con total certeza en la palabra de Dios. Mi amigo no entendía cómo podía ser así. Él tiene cinco hijas y se desvela por ellas, no quiere que nada malo les suceda ni que se desvíen y sufre al pensar en la posibilidad de que sus hijas se desvíen del camino. Entonces le recordé una promesa de Dios, que está en el Antiguo Testamento y dice: “…yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, 6 y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos” (Éxodo 20:5-6). Yo no necesito estar vivo para garantizar que mis hijos van a caminar en los caminos de Dios; yo sólo necesito creer en Dios y amarlo. El cumplirá su promesa de que bendecirá a miles, a los que le aman y guardan sus mandamientos; yo le amo y guardo sus mandamientos, y tengo paz porque he creído en la verdad. Yo no me apoderé de la verdad, la verdad se ha apoderado de mí. Le dije también que predico lo mismo que él y sé que mi descendencia será bendecida, entonces él se ríe y me pregunta cómo se hace eso, a lo que le respondo: “¡Si esa promesa es tuya y te la dio Dios en el Antiguo Testamento! Se la dio Dios a su pueblo y él no la puede creer pero yo que tengo a Cristo en mi corazón la creo y descanso en el Señor. ¡Cree y descansa tú también!” agregué, a lo que él me dice: “¡Cómo me gustaría tener la fe que tienen ustedes!” Se mata queriendo hacer el bien, pero no encuentra la paz porque la paz te la da la verdad. La verdad te da seguridad y paz; la fe en la verdad, en la voluntad de Dios. Quien está en la mentira vive temeroso y sometido al mal, se siente débil y trata de tapar el pecado y esto es tapar con mentiras la verdad, mas Dios te dice que no tienes que tapar con mentiras la verdad sino confesar la verdad de tu pecado. “Yo te perdono y te limpio”, te dice el Señor. “Yo te haré caminar en la verdad y no tendrás que estar mintiendo para tapar tu pecado. Confiesa tu pecado y yo te haré libre del poder que te está dominando”.
Con un grupo de pastores nos hemos levantado en contra de las declaraciones de la UNESCO y hemos compartido en las redes sociales que la UNESCO nos provoca aversión. Declaramos que este organismo ha atropellado la verdad; que ha vilipendiado la historia y la verdad y en dos días hemos llegado a seis millones de personas. ¡La verdad jamás podrá ser tapada! Más de veinte naciones árabes se han puesto de acuerdo para votar a favor del proyecto que señala que los judíos no tienen nada que ver con el muro de los lamentos y con la historia del templo. Israel tuvo un solo voto y cada país árabe, que son más de veinte, tienen un voto cada uno, pero lo más triste es que hay un gran número de países que tendrían que haber votado a favor de Israel y no lo han hecho por conveniencia política. Yo detesto la conveniencia política porque la conveniencia política también usa la mentira para tapar la verdad. Una gran cantidad de países que han votado a favor de los árabes tienen negocios de petróleo con ellos y no les importa la verdad sino la conveniencia geopolítica del momento. ¡Al mundo ya no le interesa la verdad!
Hemos asistido a esta triste realidad, que la mayoría no tiene la verdad y la pura verdad es que aunque el mundo entero vote en contra de la verdad, la verdad seguirá siendo la verdad. ¡No la podrán tapar! ¡La democracia no podrá tapar la verdad! Tristemente países como México y Brasil han votado en contra de Israel declarando con su voto que esa historia no existe. A lo bueno se le dice malo y a lo malo bueno; a la mujer se le dice hombre y al hombre mujer. Todo se trastorna, según la mentalidad del hombre, la verdad es relativa pero no es relativa según Dios. Cuando Dios estableció la ley de la gravedad, ésta no es relativa y siempre atrae a los cuerpos hacia abajo. Si no lo crees arrójate de un edificio alto y quedará demostrado que eres atraído hacia abajo. ¡La verdad de Dios no cambia! ¡La verdad de Dios es una ley! La verdad no es una cuestión cultural, no es cuestión de la época ni de la cultura de la gente; la verdad es la verdad eternamente. “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mateo 24:35), dijo el Señor.
CONCLUSIÓN
No quiero que sigas dominado por tu pecado; has comprobado hoy que el pecado es un engaño y una mentira y que no te lleva por buen camino. ¡Tienes que aferrarte a la verdad y arrepentirte de tus caminos! Si has estado faltando a la verdad, tapándola con mentiras, has estado levantándote contra Dios, estás opuesto a Él, te mientes a ti mismo y no podrás avanzar. El Señor no va a aceptar la mentira y el engaño. Lo que el Señor puede hacer es extenderte su misericordia, perdonar tus pecados y librarte de toda maldad. Dios lo quiere hacer porque te ama. El Espíritu Santo te ayudará en tu debilidad, si sigues en tu mentira no llegarás lejos. Asistir a la iglesia no es suficiente, tampoco lo es cantar y ofrendar; tú tienes que caminar con Dios. El día domingo eres un santo pero el lunes te conviertes en un demonio; el domingo piensas en las cosas de Dios pero el lunes piensas como tus compañeros de trabajo o de estudio. ¡No puedes tener una doble vida con Dios! El Señor te ama y tiene misericordia de ti. No tengas temor de acercarte a Dios y mostrarle tu pecado porque Él te ama y desea perdonarte y limpiarte. El problema de la mentira es un engaño que opera a nivel mundial, como en el caso de la resolución de la UNESCO, y también a nivel individual. Es el mismo problema, por eso Dios condenará al mundo entero y rescatará para sí a los que amaron y anhelaron la verdad; a los que se aferraron a Cristo y lo dejaron entrar a su corazón. Si tú has estado engañando a tu cónyuge, si has estado engañando a tus jefes, a tu familia, a tu pastor; si estás preocupado o preocupada de que el pastor no se entere lo que estás haciendo a escondidas estás frito, estás frita. El problema no es con tu cónyuge, con tu jefe, no es con tu familia ni con tu pastor sino con tu Dios. ¡No tapes más tu pecado, confiésaselo a Dios antes de que sea tarde! Hoy es el tiempo de la gracia y de la misericordia; hoy es el día que Dios te ha dado para arrepentirte. El Espíritu Santo está golpeando la puerta de tu corazón y te dice: “Pídele a Cristo que te perdone y te limpie con su sangre preciosa”.
“La palabra ha sido dada Espíritu Santo, toca los corazones en esta hora, te lo pido en el nombre de Jesús. Libera de toda cautividad y de toda mentira; libera de todo afán y ansiedad Padre, de toda maldición, de amarguras y temores. Venga tu verdad y tu paz sobre cada vida, en el nombre de Jesús”.
Repite esta oración y dile a Dios: “Padre, vengo a ti en el nombre de Jesús a pedirte que me perdones. La mentira, el engaño y mi pecado han estado hasta este día gobernando mi vida. Perdóname Señor, sólo tú me puedes hacer libre. Por tu misericordia soy libre, por tu sangre soy libre. Yo creo y confieso que en ti hay poder para librarme de las ataduras del infierno; tú me libras de condenación y del poder del mal. Declaro que tuyo es el poder, la gloria y la honra Padre, en el nombre de Jesús, amén”.
INTRODUCCIÓN
Quiero hablarte acerca de conceptos que debemos entender bien y mantener firmes en nuestras vidas; uno de ellos es que el matrimonio no es un proyecto entre dos personas, sino que es un proyecto de Dios. Por lo tanto no existe eso de que ibas pasando, la miraste, entonces vino un angelito y quedaste flechado; esas son cosas que tienen que ver con el folklore del enamoramiento, del noviazgo y del matrimonio pero es Dios el que está en el asunto del matrimonio desde que naces hasta que mueres. Es el Señor el que guía tu vida, sólo que tú tienes que dejar que Él vaya al volante. Dios forma los matrimonios, por ejemplo, lleva a una persona a otro país y allí se enamora; así sucedió con una de las jóvenes que está ayudando en el hogar de niños en Haití: Vanny se fue de Uruguay a servir en esa nación y allá Dios la casó con un hombre de color. En mi caso fue distinto, ya que Marta, mi esposa, vivía al lado de mi casa, así que yo jugaba a la pelota con mis hermanos y la arrojaba para la casa del vecino, entonces me asomaba y gritaba: “Marta, ¿puedo pasar? ¡Quiero sacar la pelota!” Lo cierto es que fue Dios quien intervino, y no cupido. Yo vivía al lado de la casa de Marta y me crié con ella y nunca me había percatado de lo linda que era y un día dije: “¡Uuuuuuuuuu!”
Dios diseñó al hombre y a la mujer, los dos tienen distintos diseños, no sé si estás al tanto del asunto. Debemos tener en cuenta que cuando existe un diseño, existe también inteligencia, por lo que donde hay diseño hay inteligencia; yo no creo que un vaso haya sido pensado por la casualidad sino lo hicieron con un fin y es el de contener líquidos. Alguien lo pensó y alguien lo diseñó y siempre, detrás de un diseño hay inteligencia. En el caso del hombre, la inteligencia es de Dios y no de la madre naturaleza ni del azar; yo no creo que el azar sea tan inteligente para formar un hombre tan bien formado y tan lindo como yo, tampoco creo que haya creado una mujer tan linda como mi esposa. Como yo soy inteligente, no puedo creer que de la nada surgió un ser humano como yo, pero eso es lo que se enseña en las escuelas y universidades para justificar el hecho de que Dios no existe, que provenimos de la materia, que somos fruto de la casualidad o del azar. El azar hizo a una mujer, que vino a existir en el mismo tiempo en que existía un hombre, que también hizo el azar para que ellos se juntaran y tuvieran hijos. ¡Esto es difícil de creer!
Dije que hay diseño y hay inteligencia y si hay diseño e inteligencia entonces hay propósito, porque si tú encuentras algo que no tiene forma ni se sabe para qué es, tal vez lo haya hecho la casualidad, en cambio un tenedor por ejemplo, fue hecho con un propósito, alguien pensó que a la vaca había que pincharla. El tenedor es fruto de un diseño inteligente y el propósito de éste no es tomar sopa sino pinchar los alimentos sólidos y llevarlos a la boca. ¡Todo diseño tiene propósito!
TODO DISEÑO TIENE PROPÓSITO
Cuando Dios hizo al hombre y a la mujer, los hizo con un propósito, y cuando los unió en una relación llamada matrimonio también fue con un propósito; no es una unión casual ni un proyecto entre un hombre y una mujer sino que es un proyecto de Dios, por lo tanto hay propósito y los proyectos de Dios son trascendentes. El Señor no creó a los hombres y a las mujeres y los puso en el mundo para luego observar a ver qué hacían sino que Él tiene proyectos con la humanidad; su plan era poblar el planeta Tierra y rescatarlos para formar una familia, para darles vida eterna y que esas personas poblaran el reino de Dios y reinaran juntamente con Él.
El matrimonio no es la imposición de la religión ni de la sociedad; el matrimonio es un proyecto con propósito de Dios para bendición del mundo y el Señor pensó el matrimonio para que las generaciones a través de éstos fuesen bendecidas, seguras, llenas de esperanza, felices y animadas.
Dios no quiso poner una carga opresora sobre el hombre y la mujer sino que quiso bendecir al mundo, porque su deseo fue que no haya hijos rechazados o no deseados. El Señor siempre quiso que los hombres amaran a las mujeres y que éstas los amen a ellos y deseen tener hijos, y que usen sus diseños tanto de mujer y de hombre para ser los mejores padres y las mejores madres. Para que el plan saliera bien, Dios puso virtudes en el hombre y en la mujer, y les dio a cada uno ciertas cosas que el otro no tiene y desea. La mujer desea tener a su lado un hombre que la cuide, que la ame y la proteja, ella necesita apoyarse en él; la mujer de Dios quiere y necesita ser la ayuda idónea del hombre y luchar junto a él por los proyectos de Dios.
Dice Génesis 2.24: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”. Dios creó a la mujer del costado del hombre; cuando Dios sacó la costilla de Adán sacó algo de él e hizo una mujer y se la presentó al hombre, por lo que Adán declaró: “Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne…” Ya no serían dos sino una sola carne, esto es, unidos en todo lo que tiene que ver con lo natural, unidos en cuerpo, en alma y espíritu. Dios no hizo a la mujer para que ésta sea competencia del hombre. Cuando la mujer se harta del hombre o se desencanta de él, quiere independencia, quiere ser ella y que el hombre no se meta en su vida, de ahí surge el matriarcado, es decir, el gobierno de la mujer en el hogar, donde la mujer lleva los pantalones y el marido no existe. Hay mujeres que dicen que no necesitan un hombre para tener hijos, ellas se eligen a la carta el semen de cualquiera y tienen los hijos que quieren porque se saben manejar solas y no necesitan de nadie. ¡Esas mujeres son una costilla autogestionante!
Cuando el hombre no entiende qué es él es para la mujer, cuando no entiende para qué fue creado en relación a la mujer, se cree el macho, de ahí surge el machismo, esto es cuando el hombre se cree superior a la mujer y ésta tiene que obedecerlo y someterse porque él es el hombre. Cuando éste piensa que es superior se produce un desbalance moral; si para él la mujer es inferior no le tiene que rendir cuentas a ella porque es el macho, entonces se puede acostar con cualquiera, en cambio su mujer no. En el mundo hay muchos hombres que destrozaron sus hogares porque se creyeron que podían adulterar cuanto quisieran.
En un encuentro de matrimonios en el que estuvimos ministrando, una mujer le confesó a su esposo que le había sido infiel en el tiempo en que estuvieron separados; la separación fue provocada por él ya que se drogaba además de ser muy mujeriego. En ese tiempo en el que estuvieron separados y en que él no quería saber nada de su esposa, aunque ella lo buscaba porque quería reconciliarse, viendo que era imposible, sucedió que la mujer se encontró con un ex novio y se acostó con él. El marido se enteró de esto en el encuentro en el que participaron, y se fue muy enojado. Cuando el hombre se cree superior, acepta para él normas morales que no acepta para la mujer.
Dije que cuando la mujer se cree superior al hombre surge lo que llamamos el matriarcado y cuando es el hombre que se cree superior surge del machismo; todo esto son distorsiones del plan de Dios. La Biblia nos enseña que el matrimonio es un prototipo o un reflejo en la tierra de lo que sería la relación espiritual que existe entre Cristo y la iglesia, también nos enseña que Jesús es la cabeza de la iglesia y la ama de tal modo que se entrega, dando su vida por ella, la cuida y la sustenta, así debe ser el varón. La iglesia se sujeta y ama a Cristo y le es fiel; eso es lo que el matrimonio está llamado a ser, un reflejo de la unión entre Jesucristo y la iglesia. El Señor está enamorado de su amada y la iglesia es la unión en un solo cuerpo de todos aquellos que han sido limpiados por la sangre preciosa de Jesucristo y tienen vida juntamente con Él; Jesús ya les ha dado vida y están unidos desde aquí abajo y por toda la eternidad.
Los hombres debemos aspirar a ser con nuestras esposas como Cristo es con la iglesia. Dios decidió que por la unión del hombre y la mujer sean un solo cuerpo, lo cual significa que no hay separación y que esa unión es para siempre hasta que la muerte los separe, y estableció que la relación entre el hombre y la mujer debe ser una relación de pacto así como Cristo estableció una relación de pacto con la iglesia. Al celebrar la Santa Cena, cuando Jesús levantó la copa de vino y la bendijo, dijo: “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por vosotros”. (Lucas 22:20) Jesucristo se comprometió con nosotros mediante un pacto y quiero hablarte acerca de la importancia del compromiso y de lo que nosotros declaramos con nuestra boca ya que cuando un hombre y una mujer hacen un pacto hablan con su boca y prometen mutuamente amarse en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza y ser fieles el uno al otro hasta que la muerte los separe.
Hay algo muy importante a resaltar en un pacto; la Biblia dice en 2ª Timoteo 2:13: “Si somos infieles, él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo”. El amor de Dios con nosotros es un pacto unilateral ya que el Señor se compromete conmigo a ser fiel aunque yo le sea infiel. Cuando existe un verdadero pacto entre un hombre y una mujer no es un contrato entre dos personas sino una unión de dos personas que unilateralmente se prometen amor y fidelidad en cualquier circunstancia. El amor no cobra, sino que da; entonces la mujer promete al hombre amarlo pase lo que pase, aunque él le sea infiel y aunque no cumpla lo que promete y el hombre declara exactamente lo mismo. No depende de cómo se comporte mi cónyuge ni de lo que haga, porque yo he decidido delante de Dios amarlo.
El matrimonio no es un contrato ya que en éstos hay clausulas, por ejemplo, está especificado que si tú pagas tienes derecho a recibir lo que se estipuló pero si no lo haces entonces te cobran multa; en definitiva, un contrato se trata de que si tú cumples con tu parte yo también cumplo con la mía pero si no haces lo que prometiste yo soy libre de no cumplir lo que te he prometido; esto, pues, es muy diferente a un pacto. El pacto matrimonial es como el que Dios tiene con la iglesia; Él nos amó con amor eterno y no lo hizo porque somos buenos, a mí no me amó porque soy bueno ya que no lo soy ni me amó porque soy justo, Dios me amó desde la eternidad con amor eterno porque es su condición y su fidelidad es inamovible. Al hablar de fidelidad entendemos que hablamos de algo que no existe en el corazón del hombre, sólo existe en el corazón de Dios y en quien el Señor ha puesto el poder y la capacidad de ser fiel.
El matrimonio es la unión de personas que han entendido que Dios es el autor del verdadero matrimonio ya que hoy en día vemos unión entre dos hombres, dos mujeres, etc. Yo me refiero al que diseñó el Dios inteligente; el Señor pensó en la unidad entre el hombre y la mujer para cumplir sus proyectos eternos. Yo tomo muy en serio las uniones matrimoniales y me siento un héroe cada vez que caso a una pareja; está tan vapuleado el matrimonio y tan complicado, que aquellos que luchamos por el matrimonio que Dios estableció realmente somos héroes.
Con mi esposa nos fuimos al interior del país a oficiar un matrimonio y nos regresamos enseguida ya que comenzaba en Monte Beraca un encuentro para matrimonios, pero al llegar a la ceremonia les dije a los novios que estaba ahí porque consideraba que el casamiento era un acto sublime ya que donde hay un hombre y una mujer que quieren invitar a Dios a que selle ese pacto es algo maravilloso. Creo que estamos haciendo historia en un país con altos índices de divorcio, más que casamientos, esto es porque la infidelidad es el fruto del corazón del hombre. En la ceremonia de la que participé, el juez de paz dijo a los novios entre otras cosas que se debían fidelidad uno al otro. Yo quedé impresionado porque el estado no enseña de fidelidad, más bien apoya el hecho de que las personas pueden tener relaciones con quien quiera, donde quieran sin que nadie le pueda recriminar, ni siquiera el cónyuge. Según el estado tú puedes acostarte con el vecino a sabiendas de tu esposo porque eso forma parte del derecho al placer sexual de las personas. Así que por un lado te permiten esas prácticas y por otro te dicen que los contrayentes de deben fidelidad mutua. El estado les pide a las personas una virtud que sólo Dios tiene y que existe en un matrimonio, siempre y cuando Dios sea el primero en esa unión. Si Dios es primero en el matrimonio, entonces habrá fidelidad; en cambio, las personas que rechazan y repudian al Señor y se alejan de Él son propensas a infidelidades y divorcios porque salen de la dimensión de la gloria y del poder de Dios.
El Señor exige que tu “sí” sea sí y que tu “no” sea no y no quiere que uses la conveniencia luego de haber empeñado tu palabra. Algunos se casan prometiendo amar a su cónyuge en la salud, en la enfermedad, en la riqueza y la pobreza, etc. Pero al tiempo se lamentan: “¿Qué te habré visto para casarme contigo? Debí haber estado ebrio para haber aceptado”.
Conocí una pareja que estuvo siete años de novios porque querían estar seguros de que se amaban antes de tomar la decisión de casarse; siete años fornicando sin ningún compromiso aparente, para asegurarse de que a la hora del matrimonio todo iba a funcionar bien, pero se casaron y a los tres meses se separaron. ¡La fidelidad no surge del corazón del hombre, sino del corazón de Dios! Cuando un matrimonio busca a Dios con todo su corazón, el Señor resiste los poderes del mal que quieren destruir su proyecto. El matrimonio de Dios está diseñado y pensado por Él desde el Edén; el matrimonio civil del estado es una invención de éste que surgió muchos siglos después. Es infinitamente superior y más importante el casamiento religioso o aquel que se lleva a cabo ante Dios, que el matrimonio civil. Los jueces dicen que es el único matrimonio que reconoce el estado de la República Oriental del Uruguay y no reconoce otro y hay muchas contradicciones al respecto.
Como Dios ama al hombre y desea que las generaciones que nacen sean bendecidas, quiere matrimonios bendecidos, quiere esposos que amen a sus esposas y esposas que amen a sus maridos y que tengan un pacto de fidelidad entre ellos, sustentados en la gracia y el poder de Dios.
Malaquías 2:13 dice así: “Y esta otra vez haréis cubrir el altar de Jehová de lágrimas, de llanto, y de clamor; así que no miraré más a la ofrenda, para aceptarla con gusto de vuestra mano. Mas diréis: ¿Por qué? Porque Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto”. Dios no está obligado a aceptar tu ofrenda, si ésta no le agrada, porque Él ve tu corazón. En estos versículos, la Biblia te enseña que si eres desleal con tu esposa, el Señor no recibirá con agrado tus ofrendas. Yo fui áspero con mi esposa en un tiempo, pero leí en el Nuevo Testamento que no debíamos ser ásperos con nuestras esposas y que debíamos vivir con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso frágil y como coherederas de la gracia de la vida para que nuestras oraciones no sean estorbadas, y yo quería la bendición de Dios. Para que el Señor me escuchara yo tenía que dejar de ser áspero con mi esposa y no era fácil para mí porque muchas cosas que ella hacía o decía me desagradaban, entonces me enojaba, pero cuando entré en razón de que mis oraciones iban a ser estorbadas, decidí tratarla bien. Yo le decía con cariño: “¡Hola, mi amor!” Y lo miraba a Dios como diciéndole: “¿Viste como la trato no?” No te digo que cambié de un momento a otro pero desde ese tiempo hasta hoy he ido mejorando en mi trato con mi esposa. Hoy en día vivo agradecido por ella, lo que antes me molestaba de Marta, ahora me causa gracia. Dios puede transformar tu corazón y tu mirada y llevarte a aceptar a una persona así como es, y aun así amarla igual. Mi esposa se siente bendecida y cuando yo la bendigo y la trato bien ella me bendice, entonces al ser bendecido por ella, la re contra bendigo y ella en respuesta me re contra bendice y así vivimos bendecidos.
EL PACTO CON LOS GABAONITAS
Leemos en 2ª Samuel 21: “Hubo hambre en los días de David por tres años consecutivos. Y David consultó a Jehová, y Jehová le dijo: Es por causa de Saúl, y por aquella casa de sangre, por cuanto mató a los gabaonitas”. Los gabaonitas eran una especie de remanente de los amorreos, eran un pueblo que quedó de la conquista de Israel en la época de Josué, cuando Dios le dijo que le daría la tierra prometida y le ordena que destruya las ciudades de los amorreos, a sus dioses y a sus moradores, hombres y mujeres porque les entregaría la tierra a ellos ya que el Señor estaba hastiado de los amorreos por causa de sus fornicaciones, de su idolatría y crímenes. Entonces Josué salió a conquistar la tierra y la orden fue que no debía quedar nadie vivo, mas los gabaonitas viendo todo lo que había sucedido, armaron un plan para hacer alianza con el pueblo de Israel y en Josué 9 leemos: “Mas los moradores de Gabaón, cuando oyeron lo que Josué había hecho a Jericó y a Hai, usaron de astucia; pues fueron y se fingieron embajadores, y tomaron sacos viejos sobre sus asnos, y cueros viejos de vino, rotos y remendados, y zapatos viejos y recosidos en sus pies, con vestidos viejos sobre sí; y todo el pan que traían para el camino era seco y mohoso. Y vinieron a Josué al campamento en Gilgal, y le dijeron a él y a los de Israel: Nosotros venimos de tierra muy lejana; haced, pues, ahora alianza con nosotros…Y ellos respondieron: Tus siervos han venido de tierra muy lejana, por causa del nombre de Jehová tu Dios; porque hemos oído su fama, y todo lo que hizo en Egipto, y todo lo que hizo a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán… Por lo cual nuestros ancianos y todos los moradores de nuestra tierra nos dijeron: Tomad en vuestras manos provisión para el camino, e id al encuentro de ellos, y decidles: Nosotros somos vuestros siervos; haced ahora alianza con nosotros. Este nuestro pan lo tomamos caliente de nuestras casas para el camino el día que salimos para venir a vosotros; y helo aquí ahora ya seco y mohoso. Estos cueros de vino también los llenamos nuevos; helos aquí ya rotos; también estos nuestros vestidos y nuestros zapatos están ya viejos a causa de lo muy largo del camino. Y los hombres de Israel tomaron de las provisiones de ellos, y no consultaron a Jehová. Y Josué hizo paz con ellos, y celebró con ellos alianza concediéndoles la vida; y también lo juraron los príncipes de la congregación. Pasados tres días después que hicieron alianza con ellos, oyeron que eran sus vecinos, y que habitaban en medio de ellos. Mas todos los príncipes respondieron a toda la congregación: Nosotros les hemos jurado por Jehová Dios de Israel; por tanto, ahora no les podemos tocar”.
A Josué y a los príncipes del pueblo les había parecido veraz lo que les habían contado los gabaonitas y accedieron a hacer alianza con ellos pero no consultaron a Jehová para ver qué debían hacer. Una vez que sale la palabra de tu boca, Dios quiere que seas fiel a lo que has dicho, por eso dice la Biblia que vamos a dar cuenta de toda palabra ociosa que salga de nuestros labios. No podrás justificarte delante del Señor en ese día, que no sabías lo que estabas diciendo. ¡Dios tiene en cuenta y anotada cada palabra ociosa que sale de nuestra boca! Entonces Jesús dijo: “No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies…Pero sea vuestro hablar: Sí, sí y vuestro no, no…” Dios detesta que habiendo hecho un pacto, no lo cumplas.
Cuando el pueblo de Israel se dio cuenta que había metido la pata ya no había vuelta atrás porque sabían que Dios les iba a demandar que cumpliesen el juramento que habían hecho. Pasaron de esto más de cuatrocientos años, ese fue el período de los jueces, después de ellos vino el período de los reyes y entonces llega el primer rey, Saúl; y cuenta la Biblia que éste, por celo a favor de los israelitas mató a casi todos los gabaonitas. Según lo que nos relata 2ª de Samuel, quinientos años después de esto, hubo hambre en Israel y David le pregunta a Dios, y el Señor le dijo: “Es por causa de Saúl, y por aquella casa de sangre, por cuanto mató a los gabaonitas”. Uno se pregunta por qué no sucedió eso en el tiempo de Saúl y ocurrió cuando David estaba reinando; porque Dios es Dios de las generaciones y cuando hay maldad en el corazón de las personas, la maldición puede que le llegue ahora, mañana o pasado mucho tiempo. Si eres fiel a tu esposa o a tu esposo, si tu si es si y tu no es no, Dios te bendecirá a ti y después de ti a tus generaciones. “…Porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos”, dice el Señor. ¡Yo sé que mis generaciones serán benditas! Yo no estoy trabajando sólo para recibir bendiciones en esta tierra, los que me siguen también recibirán bendiciones; tengo muchos hijos espirituales y ellos van a recibir bendición por haber recibido la palabra que les he predicado.
2ª de Samuel 21:2 y 3 dice así: “Entonces el rey llamó a los gabaonitas, y les habló. (Los gabaonitas no eran de los hijos de Israel, sino del resto de los amorreos, a los cuales los hijos de Israel habían hecho juramento; pero Saúl había procurado matarlos en su celo por los hijos de Israel y de Judá.) Dijo, pues, David a los gabaonitas: ¿Qué haré por vosotros, o qué satisfacción os daré, para que bendigáis la heredad de Jehová?” La heredad de Jehová eran los israelitas, ellos eran los bendecidos. Dios le había dicho a Josué que los conquistara y destruyera porque Él estaría con Josué. El pueblo de Israel contaba con el respaldo de Dios pero resulta que ahora había una hambruna tremenda en la nación y tenían que ir a los gabaonitas para saber qué es lo que ellos querían a cambio de que los perdonen y bendigan. ¿Qué tenían que perdonar los gabaonitas a los israelitas? Tenían que perdonarlos porque faltaron al pacto que habían hecho con ellos. En lugar de ir los gabaonitas a pedirles su bendición a los israelitas fue todo lo contrario, porque hubo un pacto que no se cumplió. 2ª Samuel 21: 4al 6 nos dice: “Y los gabaonitas le respondieron: No tenemos nosotros querella sobre plata ni sobre oro con Saúl y con su casa; ni queremos que muera hombre de Israel. Y él les dijo: Lo que vosotros dijereis, haré. Ellos respondieron al rey: De aquel hombre que nos destruyó, y que maquinó contra nosotros para exterminarnos sin dejar nada de nosotros en todo el territorio de Israel, dénsenos siete varones de sus hijos, para que los ahorquemos delante de Jehová en Gabaa de Saúl, el escogido de Jehová. Y el rey dijo: Yo los daré”.
Dios demandó que el pacto sea cumplido y Él te va a demandar a ti lo que le has prometido a tu cónyuge delante de su presencia. En el caso de los matrimonios, Dios va a exigir que se cumpla con fidelidad el pacto y sabemos que esto no será posible si no es con el poder de Dios. Algunas mujeres dirán: “¡Es muy difícil lo que me está pidiendo Dios porque a este hombre no lo aguanto más!” Tendrías que haberte dado cuenta antes de abrir tu boca; tú te comprometiste con tus palabras que ibas a amar a tu esposa y le ibas a ser fiel. “Ah pero ya no puedo serle fiel. ¿Quién la aguanta a mi mujer?” La fidelidad no viene de tu corazón ni de tu voluntad sino de tu relación con Dios. El Señor es fiel y obrará en ti para que tú seas fiel.
Un matrimonio es una relación entre tres personas no dos, es el esposo, la esposa y Dios en el medio; Dios en la cama, en la cocina y en todos lados. Lleva esto también a otros ámbitos de tu vida. ¿En qué te has comprometido en tu trabajo? ¿Qué fue lo que le prometiste a tus amigos? No te desdigas, no seas como los que no tienen Dios porque tú tienes Dios y debes cumplir con las palabras que has hablado. “Pastor, pero es difícil” ¡Claro que es difícil! Si no fuera así entonces no necesitarías a Dios, pero la prueba de que caminas con Dios es que aun en las situaciones más difíciles y complicadas cumples con lo que prometiste porque estás confiando en el Dios que te acompaña, que te respalda, te sustenta, te cubre, te defiende y te bendice. Claro que para poder disfrutar de una vida y un matrimonio bendecido tienes que amar a Dios con todo tu corazón y establecer un pacto con Él. Sucederán muchas cosas que no entiendes y te preguntarás por qué Dios permitió eso y el Señor te responderá: “Prometiste amarme pase lo que pase y confiar en mí en todo tiempo”. Confío en ti Señor, en las tinieblas y en la luz, en la enfermedad y en la guerra, donde sea que me encuentre confío en ti. Te amo, Señor. Yo he hecho un pacto contigo y nunca te voy a reprochar nada. Y Dios ha hecho un pacto conmigo y me ha dicho: “Nunca te voy a reprochar nada, te voy a amar”.
CONCLUSIÒN
Cuando pienso que Dios me amó y no le importó cómo era yo, me maravillo por lo grande de su amor porque no dependió de que si yo lo merecía o no y cuanto más vil era yo, más me amaba el Señor. El vínculo que tenemos con Dios nos ayuda en el vínculo con nuestro prójimo; no amamos a las personas porque nos gustan, porque son lindas y buenas, las amamos porque el amor de Dios está en nosotros y las valoramos porque Dios las valora. El Señor te ayude a mejorar tu relación con Él, con tu cónyuge y con tus hijos. Nosotros no sabemos ser fieles, hemos postergado a nuestros hijos por algún afán de la vida.
El hombre que casé me dijo que le gustaba tanto su profesión y que ésta le demandaba tanto que él podría trabajar diez o doce horas diarias y aun los fines de semana, y por eso fue que perdió su primer matrimonio porque no supo cuidar a su esposa e hijos. Lo que sucede es que si uno valora más otras cosas que a Dios se le desacomodan todos los valores en le vida. No es más tu trabajo que tu esposa, no es más tus ganas de salir a cazar o tu deporte que tu esposa; tu casa y todo lo que puedas conquistar no son más que tú esposa porque el valor más grande que tienes es ella misma. ¡El valor más grande que tienes es tu esposo, mujer! Quien entiende esto, entiende que el valor más grande por sobre todas las cosas es Dios. Sólo entenderás el valor de las cosas cuando entiendas el valor de Dios.
Si le fuiste infiel a tu cónyuge, si fuiste infiel a la hora de cumplir un contrato o una promesa dile a Dios: “Señor, no te valoré a ti y he perdido tanto, me he enfriado y ni siquiera sé cómo pasó. Me enojé con alguien y guardé ese enojo y eso endureció mi corazón entonces dejé de congregarme y de orar. Hoy recibo tu palabra Señor, y entiendo que tengo que temblar a tu palabra, que tengo que valorarla y creerla. Padre, lo que tú me enseñas hoy es de mucho valor y puede repercutir en bendición o en maldición para toda mi vida y después de mi existencia aquí en la tierra. Líbrame de mis maldades, Señor. Ayúdame a cumplir mis pactos y líbrame de tomar livianamente lo que sale de mi boca, te lo pido en el nombre de Jesús, amén”.
INTRODUCCIÓN
La relación más importante que muestra la Biblia es la relación de Dios Padre con su Hijo Jesús y es el modelo de la relación más importante que existe en la tierra, entre un padre y un hijo o un padre y una hija. La figura más importante y más necesaria es la figura del padre. En la sociedad hay una gran falta de paternidad y se les ha transferido esa carga a las madres. La sociedad ha tergiversado la figura paterna y se le han atribuido a la madre un sin fin de roles que debiera cumplir el padre, entonces amamos a mamá porque ella se hizo responsable, ha tomado la carga y vela por los hijos. Pero no fue así el proyecto en el corazón de Dios; en sus planes estaba que el hombre amara a su esposa y a su familia, que la sustentara y les brindara el afecto que su esposa e hijos necesitan.
En una familia, la figura principal es la del hombre ya que él es cabeza en el matrimonio y el sacerdote del hogar, pero esto se ha desfigurado con el tiempo y debemos volver a buscar el modelo bíblico porque hay demasiadas personas muy heridas, yo diría que la mayor parte de la población sufre heridas que son consecuencias de la falta de paternidad. Aunque el padre esté en casa, si el modelo que él es para sus hijos no es el correcto, les hace daño en su formación.
Son muy importantes los padres y no quiero minimizar el rol de la madre, pero la Biblia nos dice que el esposo representa a Cristo, que éste da la vida por su esposa, la sustenta y la cuida. Hay muchas mujeres que son valientes y heroínas pero se han quedado con el deseo de tener un hombre a su lado que las ame, como una mujer de unos cincuenta años que recientemente me declaró sollozando que necesitaba un hombre que la amara. Es importante el rol que cumplen las madres, pero hoy quiero hablar acerca de la importancia del rol del padre. Dios se presenta como un Padre y el modelo o figura que necesitamos conocer y entender es la relación que existe entre Dios el Padre y su Hijo que envió al mundo, Jesucristo. No encontraremos nunca en ningún lugar del mundo una relación tan preciosa entre un padre que ama de verdad a su hijo, como Dios ama a Jesús.
MI PADRE JOAQUÍN
Yo tuve un papá luchador que nos cuidaba mucho; tener cinco hijos varones no resultaba fácil para mi mamá pero la figura de mi padre fue muy trascendente. Para mí, mi papá era Superman, Spider-man, y todos los superhéroes juntos; una vez lo vi saltar una pared y quedé impresionado, yo miraba esa pared y exclamaba: “¡Por ahí saltó mi papá!” La pared no era tan alta, pero yo miré desde mi estatura pequeña y la vi grande. La figura de mi papá me infundía confianza; cuando yo estaba en primer año de escuela, los ómnibus pasaban por la avenida donde se encontraba mi escuela, pero no nos dejaban subir en la puerta sino que debíamos esperar a que diera vuelta y tomarlo al frente. Mi papá fue a hablar con los directivos de la empresa para quejarse, entonces me dijo que no cruzara la calle sino que le hiciera señas al ómnibus cuando pasara por la puerta, mientras él se escondía detrás de un árbol a observar para ver si paraban o no. Mi papá me infundía aliento y confianza, yo sabía que podía contar con él.
He dicho y lo reitero, que los niños vienen vacíos al mundo y muchos padres nunca han podido abrazar a sus hijos porque nunca han recibido un abrazo de su progenitor, o no dan amor porque ellos no han recibido amor. Un domingo, cuando era niño, habíamos ido a la iglesia y al regresar a casa de noche, encontramos todo revuelto; mi mamá era muy miedosa y mi papá si tenía miedo, ni nos enterábamos, porque era el hombre de la casa. Al entrar, se sintieron los gritos de mi mamá: “¡Joaquín, han entrado los ladrones!” Y yo ahí parado mirándolos a los dos: mi mamá inmediatamente me infundió miedo, pero mi papá con voz firme, dijo: “Tranquila, Vicenta. Vamos a entrar, no pasa nada, no hay nadie”. Yo iba detrás de él, investigando lo que había pasado, pero te aseguro que si en ese momento no hubiese estado mi papá, yo no entraba ni loco.
Los padres llenan a los hijos con lo que los hijos después van a dar. Ningún hijo viene lleno de amor, pero cuando el papá le habla, lo abraza y juega con él se va formando un vínculo hermoso. Cuando nace el niño, comienza a reconocer la voz de su mamá y de su papá y se alegra. Mi esposa se deleita con nuestra nietita más chiquita y cuando le habla, la bebé la mira y le sonríe; la niña recibe ese amor, ese afecto que le da a ella aliento para vivir.
Tal vez tu padre nunca te dio un abrazo, si tenías un problema en la escuela no podías contar con él y no sólo no te ayudaba, sino que te maltrataba e insultaba y todo eso va haciendo que las personas se llenen de sentimientos de amargura, de angustia, de resentimiento y rechazo. Y eso, a la hora que un joven o una joven se ponen de novios y planifican casarse, les perjudica. Muchas jóvenes que no han tenido un padre amoroso y cariñoso al entrar en la adolescencia comienzan a buscar hombres con el anhelo de que éstos les den lo que no recibieron de su padre; andan buscando esa cobertura que debe ser el hombre y esas alas donde cobijarse.
¡Cuánta necesidad de padres hay! Una joven que comenzó a asistir a la iglesia necesitaba el afecto y el abrazo de su padre, pero éste estaba muy ocupado en sus negocios, además tanto la madre como la joven sabían que él andaba con prostitutas. Siendo una estudiante universitaria, pensó: “A mi papá le gustan las prostitutas, entonces me voy a hacer una de ellas para ver si me presta atención”. Y así hizo, pero cuando el padre le recriminó por lo que estaba haciendo, ella le respondió: “¿Pero no es que te gustan las prostitutas? Nunca me diste afecto a mí que soy tu hija a ver si ahora tengo tu atención”. Y se volvió una prostituta vip, hija de un empresario.
¿Dónde están esos hombres que la sociedad necesita? La vida se construye con amor y si no es así, se destruye. ¡Gracias a Dios por las mujeres que asumen el rol de padre y madre, pero eso no está bien! ¡Algo tiene que cambiar en el corazón de los hombres! Malaquías 4 dice que antes de que venga el día de Jehová grande y terrible, el corazón de los padres se volverá al de los hijos y el de los hijos hacia los padres. La Biblia señala que nosotros amamos a Dios porque Él nos amó primero. Como dije, un niño nace vacío, entonces el padre comienza a darle afecto al hijo y en respuesta, ese hijo que ha sido llenado con amor, da amor; de esa manera se multiplica el amor, por lo que el amor se extiende de los padres hacia los hijos.
¡Papá, tu hijo te necesita! Hay miles de niños en la sociedad que necesitan de adultos que sean amorosos con ellos, esos niños necesitan conocer el amor. En un culto, dije que quería darles un abrazo a quienes nunca han recibido uno de parte de su papá, y pasó un niño de unos diez años al cual abracé y me dijo que no conocía a su papá. La mamá falleció hace muchos años y vive con su hermana mayor; esa joven se hizo cargo de seis hermanos y además tuvo dos hijos y no es casada. Detrás del niño pasó la hermana de veintiún años a recibir un abrazo y detrás el hijito de ella. ¡Cuánta necesidad de amor! Todos los días trato con personas cuya carencia más grande es la falta de paternidad.
MI PADRE CELESTIAL
No te quiero hablar de la paternidad de un pastor ni de tu padre terrenal sino que quiero hablarte acerca del Padre que tienes en el cielo y te aseguro que aunque tu padre no te haya tenido en cuenta ni te haya dado amor, tu verdadero Padre es el Dios que creó los cielos y la tierra. ¡Ese es tu Padre quien va a cambiar tu vida, va a llenar tu existencia y a darte todo lo que tu padre terrenal no te dio! Dios te dará fuerzas, iniciativas, fe y esperanza; con Él caminarás seguro. Las personas no caminan con seguridad en la vida porque sus padres les han infundido inseguridad. Las madres han hecho de heroínas, pero ellas han sufrido muchas angustias, temores e inseguridades y les han pasado esos sentimientos a sus hijos. Mujeres que no han tenido un buen noviazgo o matrimonio por causa del rechazo y se bloquean afectivamente rechazando el sexo masculino porque quien les tenía que haber dado amor y seguridad no cumplió con su rol. Esas mujeres se han enamorado, pero no confían en los hombres. Son muchas las personas que me dicen que no pueden confiar en mí porque no creen en los hombres, porque su padre le ha fallado. ¡Es muy grande el estrago en la sociedad por la falta de una paternidad responsable!
Cuando Jesús les enseñó a sus discípulos cómo dirigirse a Dios, no les dijo: “Vosotros pues orareis así: Padre eterno que estás en el cielo…” Él les dijo: “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en el cielo…” Digamos que Dios es el Padre por excelencia y le da al hombre la imagen paterna para que se desempeñe como tal. La tarea más importante de los hombres no es ser futbolistas, no es ganar un buen sueldo para llevar a su casa; la tarea más importante de los hombres es la de ser padres. Un buen padre genera afecto, fuerza, ánimo y fe, y con eso sí, los hijos y las hijas pueden enfrentar la vida. Para que las personas dejen de andar por la vida necesitando el abrazo de un padre o de un hombre en su defecto, Dios nos ha dejado su historia, la del Padre con su Hijo amado.
Leemos en Juan 20:16, que Jesús ya resucitado, tiene un encuentro con María Magdalena. “Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios”. El título más importante que tú tienes en la vida no es el de padre sino el de hijo de Dios. ¡Esto no es cualquier cosa! No tenemos que ponernos en el rol de padre sino en el de hijos; los hijos reciben de los padres y nosotros amamos a Dios porque Él nos amó primero. Los hijos aman a sus padres porque éstos aman a sus hijos primero. Un padre no puede dar lo que no ha recibido y lo que tienes que recibir lo recibirás de tu Padre que está en el cielo.
En mis años de pastor he visto hombres que no han tenido un padre que les haya dado afecto, que nunca los tuvieron en cuenta; hombres que se han revolcado en las drogas, los he visto asistir a la iglesia y establecer una relación de padre a hijo y de hijo a padre con Dios y hoy son buenos padres, ellos tienen para dar y aunque sus padres nunca les han dado nada, ahora esos hombres son excelentes esposos y padres amorosos. ¡Qué grande es Dios porque Él te da lo que tu padre no te ha brindado! Dios te adopta como hijo y no se trata de cualquier adopción. Cuando una persona adopta a una criatura ese niño sigue teniendo el ADN de su madre y padre biológicos, pero cuando el Señor nos adopta como hijos nos da su identidad y nos trasmite su naturaleza, a eso Jesús le llama el nuevo nacimiento y nosotros somos renacidos, nacidos del Espíritu Santo, no de un ángel, de un arcángel o querubín; somos renacidos del Espíritu del Dios del cielo. Es Dios mismo quien engendra vida dentro de nosotros, por lo cual no sólo somos adoptados sino que somos hijos. Y como dice el apóstol Pablo en la palabra de Dios: “Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo…” (Romanos 8:17). “No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios”.
Jesús es el Hijo del Dios viviente, tú y yo también lo somos y el Señor te dice hermano, hermana. Hemos admirado tanto la historia de Cenicienta, una joven que no era nadie y al final el príncipe se enamora de ella y se casan, pero eso es una cuento creado, en cambio lo que te estoy predicando hoy acerca de la paternidad de Dios es para celebrarlo y no es una cuento sino una historia real. ¡Así te ama Dios! Tu paz y tu bendición están en tu Padre. ¡Llámale papá! Romanos 8:15 dice así: “Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!” Esta expresión significa: “papito querido”. ¿Puedes entablar una relación así con Dios o tienes miedo de acercarte a Él? ¿Tienes la idea de que Dios no te escucha o no tiene tiempo para ti? ¡No! El Señor no es como tu padre terrenal. ¡El Señor es el padre de los padres! Una abuela de noventa y ochos años pasó a donde estaba yo y me dijo al oído: “Mi papá nunca me abrazó. ¿Usted me puede abrazar?” Hoy tú puedes recibir el más grande de los abrazos, el abrazo del Padre”. Dios ha salido a buscar hijos pródigos, hijos que están estancados en la vida porque algún rechazo o resentimiento los tiene frenados y sin iniciativas.
Leemos en 1ª Juan 3: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él”. Tanto amor tiene el Padre que nos ha hecho hijos; no somos advenedizos, no somos de otra familia, no somos de la calle. El amor de Dios es tan grande que nos ha hecho sus hijos. Oro que esta palabra penetre en tu corazón y que por primera vez en tu vida te sientas hijo e hija del Dios viviente y no un mendigo del mundo. ¡No eres un mendigo! ¡Eres un hijo y una hija de Dios!
CONCLUSIÓN
Cuando tenía unos diez años de edad, mi papá compró su primer auto. ¡Toda la vida habíamos andado en moto! Estábamos contentos por viajar adentro de ese auto. Yo le decía a mis amiguitos: “Vamos a subirnos a mi auto”. Yo no decía “el auto de mi papá” sino “mi auto”. Yo tenía conciencia de que lo que era de mi padre también era mío. Siendo niño no le decía a mi padre: “Oh, padre mío, ¿puedo abrir la heladera y sacar algo para comer?” Yo llegaba a casa, abría mi heladera y me servía lo que quería. Nunca dije: “Voy a la casa de mi papá”, sino que decía: “Voy a mi casa”. La casa de mi papá era mi casa así como la heladera y los alimentos que habían adentro. ¿Tú tienes esa confianza como para sacar de la despensa del cielo lo que necesites para comer? ¿Tienes esa confianza para acercarte a Dios creyendo que eres parte de su familia? Jamás llegarás a ser un gran siervo y servir a Dios si primero no eres un gran hijo de Dios. El hijo de Dios es el que el Padre ama, llena y sustenta y una vez que aprendió a ser hijo y aprendió a acercarse al Señor como tal, entonces puede comenzar a servirle a Él porque ha sido servido por el amor del Padre. “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios” (1 Juan 3:1).
En el libro de San Juan capítulo 1 versículo 12 dice así la palabra de Dios: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. ¡No es cualquier cosa! ¡Es para quienes le han creído! Quizás nunca te sentiste un verdadero hijo o hija de tu padre o de tu madre terrenal pero no puedes desarrollar tu vida si no logras experimentar esta relación de hijo o de hija con el Padre celestial. La relación entre el Padre y Jesús su Hijo era maravillosa. En una oportunidad los discípulos le insistían que tenía que comer y descansar, pero el Señor les respondió: “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (Juan 4:34). El Señor era totalmente Hijo y en el peor momento de su vida, el más difícil que le ha tocado vivir, cuando ya no le quedaba aliento en la cruz del calvario, le dijo al Padre: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lucas 23:46), demostrando la confianza que tenía en el Padre más allá de la muerte. Había cargado sobre Él el pecado de todos nosotros; fue hecho maldición por causa de nuestros pecados y padeció bajo la carga del pecado de todos y cada uno de nosotros. Abandonado por el Padre, Dios se retiró de Él, si no hubiera sido así, Jesús no moría, pero murió y encomendó su espíritu en las manos del Padre. Aún ahí podemos apreciar la confianza que tenía el Hijo en su Padre, y el Señor dijo de Él: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:17).
Si buscas en la Biblia, encontrarás mucho acerca de esta preciosa relación que hubo entre Jesús y el Padre. Un día se les perdió a María y a José, y cuando lo encontraron, su madre le dijo: “Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con angustia. Entonces él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?” (Lucas 2:48 y 49). Jesús tenía una clara identidad en su Padre y sabía con certeza que era el Hijo de Dios.
Hoy el Señor te dice: “La relación que yo tengo con mi Hijo amado es la relación que quiero tener contigo”. Somos coherederos juntamente con Cristo, según Él somos sus hermanos. Sus seguidores eran sus discípulos, pero después de resucitar, cuando se encontró con María Magdalena, le dijo: “Ve y dile a mis hermanos…”
¿Puedes comprender la relación filial que tenemos con Jesús? ¿Te han herido? ¿Te han fallado tu padre y tu madre? ¿Has iniciado una relación de noviazgo y de matrimonio en inseguridad, sin certeza y te ha ido mal? ¿Tu matrimonio va mal y tu familia se desmorona? Hoy el Señor te dice: “Entrégame hoy tus cargas y adóptame como tu Padre aunque yo ya te adopté como mi hijo, como mi hija”.
Necesitas afirmar tu relación con el Padre celestial; tal vez nunca has visto a Dios como un verdadero Padre, pero ahora crees que el Señor te dará todo lo que te falta y necesitas; el amor que te ha faltado, el Padre te lo da en esta hora. Si no tenías clara la relación filial con Dios quiero orar por ti: “Padre, mira por aquellos solitarios que han luchado en la vida, arrastrando angustia, arrastrando su pasado, sin afecto paterno o materno. Tócalos con tu poder, Dios mío. Descienda tu Espíritu de adopción sobre ellos, en el nombre de Jesús. ¡No son bastardos, son hijos! ¡No son allegados, son hijos! ¡Recibe el Espíritu del Padre! ¡Eres amada, eres amado, te dice el Señor!”
INTRODUCCION
En la Biblia, la palabra salvación es muy amplia y abarca muchas cosas; salvación incluye la paz de Dios, que no es cualquier paz, la sanidad del cuerpo, la sanidad del alma, la liberación de la cautividad de pecado y todo lo que puedas imaginar que tenga que ver con la bendición de Dios.
Uno de los objetivos de Dios es la salvación del hombre, digo que es uno de los objetivos, porque Dios tiene otro y es establecer su reino en la tierra y es más grande que cualquier otro objetivo. El Señor te ha dado libre albedrío para decidir si lo amas o no, si te aferras a Él o no y si quieres pertenecer a su reino o no. Aquellos a quienes no les interesa Dios ni su reino se van a perder pero el reino de Dios se va a establecer en la tierra y no se va a perder. A pesar de que Dios te ama y ha hecho tanto por ti, y a algunos los ha perseguido por años hasta que se han rendido a Él, aunque Dios pagó un precio muy alto por tu salvación, ¡te puedes perder!
Yo quiero hablarte de cuánto te ama Dios; digamos que somos cautivados cuando llegamos a entender el amor de Dios, aunque hay personas que rechazan ese amor, y por consiguiente, su salvación.
La salvación incluye ser libres de angustias, de amarguras y tantos otros sentimientos negativos que a veces cargamos sin entender que son una maldición, que son un yugo pesado y nos quitan la paz de Dios. El Señor ama tanto a las personas, que lucha por hacerlas libres de esas cosas pero no puede hacer libre a nadie que no quiere un trato con Él. La condición es que lo ames, que lo anheles y te aferres a Él. Dios no quiere marionetas sino gente que le ame de corazón y su trato es con los que le aman y el Señor cautiva a las personas con su amor.
EL AMOR DE DIOS PROVEE SALVACION
Aquellos a quienes les llega el amor de Dios, se rinden en sus brazos porque toda dureza y tensión se desvanece. A Marta mi esposa, la perseguí dos años. ¡Era dura! Pero no te imaginas cuando se rindió a mis brazos. ¡La perseguí hasta que la doblegué! ¡El amor conquista! El Señor te ama y pagó un precio muy alto por tu salvación. El Padre entregó a su propio Hijo, su Unigénito, para que muriese en la cruz del calvario por nosotros. Pero claro, al amor no lo podemos obligar. Si una persona no te ama no puedes encadenarla y obligarla a que te ame así como hace satanás que ata a las personas y las tiene cautivas. Dios te ama pero nunca te pondrá una cadena al cuello; Él va a esperar siempre por tu respuesta de amor. ¡Dios te ama! Y esta es la revelación más grande ya que no te ama por lo que eres y nadie merece el amor de Dios, pero el Señor ama al hombre porque Él es amor y para Él nosotros somos su creación más especial.
Leí un artículo que hacía referencia a un experimento que se hizo en la ciudad de Nueva York. Dejaron abandonados en un parque, un gato, un perro, una nena y un nene, y colocaron cámaras ocultas para observar qué hacía la gente al verlos. Al primero que rescataron fue al gato, en segundo lugar al perro, luego a la nena y pasaron cuarenta y cinco minutos pero al nene nadie lo rescató. Él estaba sentado, pero nadie se detuvo para socorrerlo. Esto nos hace reflexionar acerca del hecho que se está perdiendo el amor, y las personas no valoran al ser humano. Hoy en día se valora más a algún animal que está en peligro de extinción y se invierten millones de dólares a la causa. Se armó un escándalo mundial por un león que mataron y salió en toda la prensa, en cambio se matan personas todos los días pero ya estamos acostumbrados. No obstante, ¡Dios no está acostumbrado! ¡Dios quiere salvar al hombre y da la vida por Él! Y para la salvación del hombre el Señor ha previsto el evangelio que significa “buena noticia”; el evangelio es la buena noticia de Dios. ¿Cuál es la noticia? ¡Que Dios te ama! Y porque te ama, quiere acercarte hacia Él para que puedas disfrutar de su reino, de su paz, y seas libre de toda maldición y todo yugo del pecado. Jesús dijo que el que hace pecado es esclavo del pecado y no se entiende bien en qué consiste esto de la esclavitud del pecado pero toda persona que está sometida a la amargura, está sometida al pecado y si vives con cara de amargado, no reflejas la gloria de Dios. Si pasas todo el día angustiado y triste, si la depresión te gana, las personas no verán en tu rostro la gloria de Dios y eso no te hace bien a ti ni a nadie.
Cuando el Espíritu Santo gobierna en tu vida se apodera de ti la paz de Dios y el gozo del Señor. No importa qué esté sucediendo en el mundo ni la circunstancia que estés viviendo porque cuando la paz de Dios se apodera de ti, no te la puede quitar tu suegra, ni tu cónyuge, no te la quita el gobierno de turno ni la escasez porque donde está Dios hay bendición. Donde está Dios se manifiesta su reino y su reino es un reino de justicia y de paz. Mientras Jesús predicaba el evangelio del reino manifestaba las obras de Dios; manifestaba los hechos que producen la presencia del reino de Dios en la tierra. El Señor declaró: “Mas si por el dedo de Dios echo yo fuera los demonios, ciertamente el reino de Dios ha llegado a vosotros” (Lucas 11:20). Hay cosas que suceden donde está el reino de Dios, que manifiestan la presencia del reino y esto es cuando las personas se sanan porque el Señor no te quiere enfermo. ¡No es la voluntad de Dios que estés enferma! El gobierno del pecado es el que produce enfermedad en el mundo. Dios no te quiere endemoniado; Él quiere hacerte libre de los demonios. El Señor quiere hacerte libre de la amargura porque no quiere que estés así, tampoco te quiere fracasado y ha provisto de un equipamiento para que seas más que vencedor. ¡Te espera algo más valioso que la medalla de oro!
Jesús comenzó a predicar y cosas maravillosas comenzaron a suceder; la gente daba gloria a Dios y saltaba de alegría porque veían a los ciegos ver, a los sordos oír y a los paralíticos caminar. La alegría comenzó a fluir en las ciudades y aldeas; hombres y mujeres se regocijaban, personas que tenían su vida frustrada como el paralítico que llevaba años postrado al lado del estanque y cuando el ángel agitaba las aguas él no podía llegar porque estaba sin poder moverse por sus medios, pero llegó Jesús y llegó la esperanza. El hombre no tenía quien lo ayudase a meterse en el estanque cuando el ángel llegaba a agitar las aguas y por ende no tenía esperanza, mas el Señor lo sanó. ¡Cuando llega Jesús al corazón comienza la esperanza! Aunque todo esté oscuro ya el corazón tiene luz y cree que la circunstancia va a cambiar y todo cambia.
LA SALVACION DE DIOS PROVEE LIBERACION
Cuando Jesús comenzó su ministerio y una vez que hubo elegido a sus doce discípulos, los envió a predicar de dos en dos y nos dice Mateo 6:7 al 13: “Después llamó a los doce, y comenzó a enviarlos de dos en dos; y les dio autoridad sobre los espíritus inmundos. Y les mandó que no llevasen nada para el camino, sino solamente bordón; ni alforja, ni pan, ni dinero en el cinto, sino que calzasen sandalias, y no vistiesen dos túnicas. Y les dijo: Dondequiera que entréis en una casa, posad en ella hasta que salgáis de aquel lugar. Y si en algún lugar no os recibieren ni os oyeren, salid de allí, y sacudid el polvo que está debajo de vuestros pies, para testimonio a ellos. De cierto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para los de Sodoma y Gomorra, que para aquella ciudad. Y saliendo, predicaban que los hombres se arrepintiesen. Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos, y los sanaban”. Comenzó a verse que las obras que Jesús hacía también las hacían sus discípulos y que el poder que tenía el Señor para liberar a la gente de los demonios también estaba sobre sus discípulos. Jesús les ha dado autoridad a sus discípulos para echar fuera demonios y para sanar a los enfermos; también les dio autoridad para que prediquen el evangelio del reino. ¡Eso es lo que Dios quiere manifestarte hoy!
Me alegra la vida recordar las caras de los chicos que entraron a los hogares Beraca aunque cuando ingresaron, en sus rostros se reflejaba el fracaso y la depresión; algunos estaban muy delgados, incapaces de reaccionar con alguna sonrisa o con amabilidad sino más bien con golpes. Pero después de un tiempo es impresionante cómo les cambia el rostro. ¡Me llena el corazón! Ahora son serviciales, nos manifiestan su amor y nos sonríen porque Dios ha cambiado su estado de ánimo y por ende su rostro es transformado porque Dios transforma de adentro hacia afuera. ¡Su presencia se manifiesta dentro y sale para afuera!
La salvación viene cuando llega el evangelio y si llega el evangelio, las personas se liberan de demonios y se sanan; si viene el evangelio, la paz de Dios se manifiesta en el corazón y la cara cambia, cambian también las expectativas. ¡Viene la fe y se va la frustración! ¡La opresión del pecado huye! ¡El poder del pecado y de la muerte huye y entra la vida, el poder y la gloria!
Luego, Jesús envía setenta discípulos y les da poder y autoridad para liberar a los endemoniados y para sanar a los enfermos; a éstos les dice exactamente lo mismo. “Id; he aquí yo os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado; y a nadie saludéis por el camino. En cualquier casa donde entréis, primeramente decid: Paz sea a esta casa. Y si hubiere allí algún hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; y si no, se volverá a vosotros. Y posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os den; porque el obrero es digno de su salario. No os paséis de casa en casa. En cualquier ciudad donde entréis, y os reciban, comed lo que os pongan delante; y sanad a los enfermos que en ella haya, y decidles: Se ha acercado a vosotros el reino de Dios. Más en cualquier ciudad donde entréis, y no os reciban, saliendo por sus calles, decid: Aun el polvo de vuestra ciudad, que se ha pegado a nuestros pies, lo sacudimos contra vosotros. Pero esto sabed, que el reino de Dios se ha acercado a vosotros. Y os digo que en aquel día será más tolerable el castigo para Sodoma, que para aquella ciudad” (Lucas 10: 3 al 12).
LA INCREDULIDAD DETIENE LA MANO DE DIOS
Jesús dijo que quien rechaza el evangelio será condenado, peor de lo que sucedió con Sodoma y Gomorra, tal es así que será más tolerable el castigo sobre esas ciudades que sobre quien rechaza el evangelio. Sodoma y Gomorra fueron condenadas por el homosexualismo y la violencia entre otros pecados que dominaban, pero más condenación le espera a aquella persona que rechaza el evangelio. Rechazar el evangelio es rechazar el don más precioso de Dios, es peor que cometer otros pecados. Rechazar el evangelio es rechazar a Dios, es rechazar su amor y su deseo de bendecirte, de vivir adentro de tu corazón y rodearte de bendición.
Mateo 6:12 dice: “Y saliendo, predicaban que los hombres se arrepintiesen”. Cuando Jesús comenzó a predicar el evangelio decía: “Arrepentíos porque el reino de los cielos se ha acercado”. Quiero profundizar sobre la palabra arrepentimiento y sobre la palabra incredulidad. Dice el capítulo 6 de Mateo que Jesús vino a su tierra y comenzó a enseñar pero a su gente le molestaba verlo enseñando en la sinagoga y hacer milagros, por lo que decían: “¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es esta que le es dada, y estos milagros que por sus manos son hechos? ¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él”. Entonces, en los versículos 5 y 6 dice la palabra de Dios: “Y no pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos. Y estaba asombrado de la incredulidad de ellos”. Incredulidad significa imposibilidad de creer o rechazo a creer. Jesús decía que los incrédulos no creen aunque alguien se levante de entre los muertos.
La incredulidad es un poder espiritual que sigue rechazando a Dios aunque vea milagros; es el peor de todos los pecados porque el incrédulo no puede recibir perdón ni vida eterna. Quien rechaza hasta el final a Dios, será condenado, irá a un lugar que Dios no quiere que vaya, porque su voluntad es que todos se salven. El Señor quiere librarte de la incredulidad y quiere salvarte. La incredulidad es un poder de pecado que te lleva a rechazar a Dios o a lo que viene de Él; la incredulidad te lleva a rechazar su palabra total o parcialmente.
Los demonios creen y tiemblan a la palabra de Dios pero lo rechazan y para que tú seas un verdadero creyente debes creer a la palabra de Dios y aceptar la verdad porque todo aquel que no acepta la verdad entonces acepta la mentira. Si esto es la verdad y yo la rechazo, acepto inmediatamente otra cosas totalmente distinta a la verdad y eso se constituye en un pecado y el pecado es el aguijón de la muerte. El dominio del pecado nos lleva a la condenación, por lo tanto es imprescindible que el hombre reciba el perdón de sus pecados y para ello debe arrepentirse primero. ¡La salvación comienza con el arrepentimiento! Tu salvación nada tiene que ver con que asistas todos los domingos a la iglesia, con que ofrendes y diezmes; no tiene que ver con que cantes o tengas algún puesto en la iglesia, tu salvación tiene que ver con el hecho de que el pecado ya no gobierna en tu vida, que la sangre de Cristo te ha limpiado de todo pecado y que hayas recibido la llenura del Espíritu Santo. Si Dios te da lo que le estás pidiendo es pura cháchara; lo más importante es el perdón de tus pecados y tu salvación. ¡No permitas que el pecado te domine! ¡No permitas que la amargura te dibuje la cara y tome posesión de ti! ¡Debes venir a Cristo para que te limpie!
La barrera más grande que encuentra Dios para salvar al hombre es la incredulidad y la falta de fe; ésta es un rechazo a lo que Dios quiere, es un rechazo al Señor y un rechazo total o parcial a su palabra. Si tú no crees a la palabra de Dios no le crees a Él. ¿Cómo sanamos la incredulidad? Todo pecado comienza a ser limpiado cuando es reconocido. ¿Tú reconoces algún grado de incredulidad en tu vida? ¿Llevas veinte años de cristiano, o más arrastrando la miseria? ¿Sigues en pobreza cuando la Biblia te promete bendición y prosperidad? Que se enoje quien quiera, pero la pobreza es una maldición y todos los gobiernos trabajan para erradicar ese flagelo aún los pastores desde el púlpito. Te repito, la pobreza y la miseria son una maldición. Esta es la evidencia que el poder y la gloria de Dios no conducen tu vida.
Yo llevo veinticinco años en Uruguay enseñando la Biblia y diciéndole a la gente que no pida prestado, que el que pide prestado es esclavo del que presta. ¡Incrédulo! ¿Estás endeudado? Algún grado de incredulidad hay en ti. Hay gente que en lugar de creerle a Dios sacan un préstamo para pagar otro que ya tenían. ¡No creen a la palabra de Dios! Recuerdo una mujer que tenía camiones con los que vendía leña; un día viene desesperada pidiéndome que orara por ella porque estaba a punto de quebrar; entonces yo oré y Dios hizo un milagro. A los días vino contenta porque las ventas aumentaron, porque quienes le debían le pagaron y ahora ella estaba libre de deudas, pero pasaron unos meses y volvió como al principio. “¡Pastor otra vez estoy endeudada porque pedí un préstamo que ahora me cuesta pagar!”
¿La vida que tú llevas es acorde a tu fe o a tu incredulidad? Si tienes fe en la palabra de Dios no te va a faltar ningún bien. Podrás pasar por alguna dificultad pero es para probar tu fe y ésta va a terminar más pura que el oro fino, así que estarás atravesando por una situación de escasez pero te vas a gozar, te burlarás del diablo y le dirás: “¡Yo creo en Dios! Esto es sólo una prueba, no creas que me vas a dejar atado porque tengo un Dios poderoso en quien he creído”. Puede ser una circunstancia, un valle de sombra de muerte, mas el rey David declaraba: “Tú Jehová estás conmigo. Tu vara y tu callado me infundirán aliento”. Declara: ¡No me voy a quedar ahí!”
La fe destruye la incredulidad; y la fe viene por el oír y por el oír de la palabra de Dios. ¡Ésta es palabra de Dios para ti hoy! Hablando recientemente con una persona, me decía: “¿Pero qué queres que piense de Dios? ¡Es un sinvergüenza! ¡Mira que matar a su propio Hijo por nosotros! ¿Qué clase de padre es?” ¡Me decía cosas durísimas contra Dios! Yo lo miraba y no decía nada y al verme así pensó que me mató con lo que me dijo, entonces me reí y le dije: “Todo lo que me dices proviene de tu razonamiento pero no sabes qué distinto se ve todo eso desde la fe”.
Si tú oyes la palabra de Dios, la fe viene por su palabra. El Señor está golpeando la puerta de tu corazón para que tengas fe y te está dando entendimiento para hacerte libre de algunas cosas que te tienen esclavo. Lo primero que necesitas es perdón de Dios, si nunca le has pedido que venga a reinar a tu corazón. Tal vez nunca has hecho una decisión de fe de pedirle a Jesús que perdone tus pecados y te limpie y que te libre del dominio que este ejerce en ti. Si tu rostro está radiante, si tienes gozo y paz quédate tranquilo o tranquila, pero si tienes cara de preocupación, de afán, de ansiedad, angustia, soledad o fracaso pídele perdón a Dios y dile que te libre de esos demonios que están llenando tu mente y tu corazón. Donde está el Espíritu de Dios, no hay lugar para la angustia ni para la tristeza; sólo hay lugar para el gozo y para la paz de Dios.
La Incredulidad es muy sutil. Tú asistes a la iglesia, lees la Biblia pero hay cosas que no estás creyendo, por ejemplo, tú piensas que la solución para tu problema matrimonial es el divorcio pero nada más lejos de la verdad de Dios. ¿En qué crees? ¿En tu sentir o en lo que dice la palabra de Dios? Tienes muchos años de cristiano pero hay cosas que no olvidas y no perdonas. No juegues con el pecado porque éste te va a condenar. El rey David oraba: “Señor perdona los pecados que me son ocultos”. Cuando uno reconoce su pecado, lo confiesa y por medio de la confesión el pecado sale. Así funciona en el mundo espiritual. 1ª de Juan 1:9 dice así: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. Los pecados salen cuando uno los confiesa, ahí comienza la salvación. ¡Los demonios de amargura ya no pueden amargarte más! Cuando confiesas tus pecados, entra la paz de Dios, entra la fuerza y un espíritu de victoria y no importa qué tan negro esté todo, porque tú crees en la victoria, entonces atraviesas la oscuridad y llegas a la luz porque te guía la verdad, te guía el Espíritu de Dios.
Te ha hablado de salvación, de incredulidad y de arrepentimiento. Antes del perdón de pecados se produce en el corazón de la persona, el arrepentimiento y éste es una convicción seria y profunda de que mi relación con Dios está rota porque quien domina es el pecado y no el Espíritu Santo. El arrepentimiento te lleva a levantar la mirada al cielo y clamar a Dios por su perdón y su liberación porque no te quieres perder, y ya no quieres que te domine el pecado sino que te domine el Espíritu Santo. Más importante que todo lo que anhelas en el mundo es que no termines en el lago de fuego y azufre porque lo más importante es la vida eterna. Por sobre todas las cosas tienes que valorar tu relación con Dios y la vida eterna. La salvación se manifiesta aquí abajo y culmina en la eternidad; por otro lado, el castigo eterno comienza aquí abajo y culmina también en la eternidad. Es el Espíritu Santo quien produce el arrepentimiento cuando la persona oye la voz de Dios y eso es una convicción profunda. Algunos confunden el arrepentimiento con el remordimiento. El que tiene pecado tiene culpa y el que tiene remordimiento también, pero éste no te quita la culpa ni te perdona. El remordimiento es una especie de miedo a las consecuencias del pecado. Yo he hecho lo malo y ahora voy a perder a mi esposa, mis hijos no me van a querer, Dios no me va a perdonar; entonces la persona llora y no porque su relación con Dios está rota y porque no podrá entrar a la vida eterna sino por lo que le va a suceder por causa de ese pecado que ha cometido. Esa persona tiene su mirada puesta aquí abajo y no arriba. Quien está con remordimiento vive con ese sentimiento y con la culpa del pecado encima porque el remordimiento nunca va a guiar a nadie al perdón de Dios. El remordimiento produce lágrimas de cocodrilo y no lleva a nadie a una convicción profunda delante de Dios.
CONCLUSION
Mi oración es que el Espíritu Santo te convenza de pecado, de justicia y de juicio. Hay muchas personas que no han llegado a creer de verdad y necesitan perdón y salvación. Quien recibe perdón de pecados está en condición de ser lleno del Espíritu Santo y cuando su presencia viene a tu vida, huyen la angustia, la amargura, la soledad, la tristeza, la frustración y viene sobre ti el poder de Dios, no sólo para poder sonreír y creer que saldrás adelante cualquiera sea la dificultad que se te presente, sino también para que hagas la obra de los discípulos de Dios. Te entra un fuego que no te deja estar sin ayudar a una persona que está quebrantada, no te deja hasta que le des una palabra de fe y de aliento a alguien; ese fuego no te deja estar sin orara por un enfermo o por una persona endemoniada y es que ya no te resbalan las cosas sino que anhelas que el Señor te use para ayudar a otros. Les hablas a las personas de Cristo y produces en ellas salvación, sanidad, liberación, etc. Eso es lo que le sucede a quienes aman a Dios y realmente están libres de la esclavitud del pecado. Eres libre de ansiedades y ya no te preocupa el dinero como antes, o el trabajo, ya no te preocupan las añadiduras como te preocupaban antes, porque ahora estás consagrado y consagrada al Señor y Dios está dándote lo que necesitas porque Él ha prometido darte el reino.
Dios nos dice que no nos hagamos tesoros en la tierra sino en el cielo; lo que se ve no es importante sino lo que no se ve, eso es lo que importa. Dios te ha hablado, sabe que el Señor es buen pagador y no es deudor de nadie. ¿Seguirás viviendo igual o vendrás a Cristo para que tu vida sea transformada radicalmente? Viene el perdón, viene la salvación, viene el Espíritu; viene el poder de Dios y la victoria. ¡El equipamiento de Dios para tu vida es para que seas más que vencedor en todo! Ya no quieres seguir viviendo como hasta ahora lo has hecho, reconoces que tu vida así no sirve porque no muestra la gloria del Padre. Reconoces que con esa cara que tienes no glorificas a Dios y tampoco puedes decir que eres una persona cristiana.
El Señor está golpeando a la puerta de tu corazón; no te resistas más y ya no lo esquives si estás arrepentido o arrepentida y has entendido que lo más importante no es lo que Dios te pueda dar aquí abajo sino que te dé el perdón de tus pecados y la salvación. ¡Lo más importante es tu comunión con Dios!
“Espíritu Santo, sólo tú puedes convencer y traer arrepentimiento, sólo tú puedes traer perdón de pecados. Perdona Jesús, los pecados, corta toda maldición. Trae salvación Padre, trae sanidad y liberación, en el nombre de Jesús. Que no quede el pecado adentro sino que salga afuera y sean libres, te lo pido en el nombre de Jesús, amén”.
INTRODUCCIÓN
Debemos diferenciar dos clases de vida, las cuales tienen dos orígenes distintos, y se contraponen. El apóstol Pablo presenta en el libro a los Romanos, capítulo 7 una gran disyuntiva que está viviendo como cristiano y habla de las fuerzas que combaten dentro de él y la lucha interior que libra. Romanos 7:7 dice: “¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás”.
Aquí se presenta un dilema porque cuando no existe la ley, no existe el delito, ya que si la ley no dijera: no mentirás, entonces mentir no sería delito, por lo que todo delito es una infracción de la ley. Si yo hago algo que no está en ninguna ley no es ninguna infracción. Primero existe la ley y luego el delito. El apóstol Pablo dice que la ley le muestra que es un infractor pero que ésta no tiene fuerza para ayudarlo a cambiar y no lo libra del pecado; él nos señala una cantidad de cosas que se mueven en su interior y expresa lo siguiente: “Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí” (Romanos 7:15 al 17). Pablo nos dice que peca porque el pecado vive en él. Debemos entender que el pecado no es algo sin poder en sí mismo ya que es un poder espiritual. Jesús dijo que el que hace pecado es esclavo del pecado. Lo que está declarando aquí es que el pecado tiene poder para enseñorearse, subyugar y esclavizar a las personas. Pablo nos dice: “Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí”. De esta manera ya no tenemos culpa sino que le echamos la culpa al pecado. ¡No! Si dejas entrar en tu casa un chancho, ¿quién es culpable, el chancho o quien lo dejó entrar? ¿Por qué está el pecado dentro de ti? Porque cuando pecaste dejaste entrar el pecado y éste se constituye en un poder que te subyuga; el pecado produce pecado dentro de ti y te lleva a pecar pero tú eres el culpable porque dejaste entrar el chancho. Hay quienes disfrutan de las chanchadas del chancho; otros dicen que no lo quieren, pero igualmente lo dejaron entrar y ahora no saben qué hacer.
VIVIR CONFORME AL PODER DEL PECADO
“Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo” (Romanos 7:18). En nuestra naturaleza no mora el bien, o sea que de nosotros no sale el bien, no pensamos bien, no hablamos y no hacemos el bien. ¿Qué es la carne? Es la naturaleza pecaminosa que está compuesta por el alma y el cuerpo. Al alma la constituye la mente, la voluntad y las emociones, o sea, lo que pensamos, la fuerza que ponemos en hacer o no hacer algo y los sentimientos, y ahí mora el mal. Digamos que no tenemos fuerzas para hacer el bien pero sí para hacer el mal. El mal te gobierna y eres valiente para adulterar pero tienes miedo de que tu esposa se entere; o sea que tienes voluntad para hacer el mal y cuando vienes arrepentido y me preguntas qué hacer, yo te digo que se lo cuentes a tu esposa pero te aterra el hecho de hacerlo. ¡Te acobardas! ¡Tienes fuerza de voluntad para hacer el mal pero no para hacer el bien! Cuando lo que domina es el pecado, entonces hago lo que no quiero, y lo que quisiera hacer, que es lo bueno, no lo hago y me encuentro que soy impotente porque el pecado es un poder que se enseñorea de las personas.
Hablemos de pecados que generalmente no consideramos como tal, por ejemplo la amargura; no sabemos definir bien este sentimiento, pero cuando miramos a la cara de una persona decimos que es amargada. La amargura es un estado de ánimo que domina a algunas personas, ¿y por qué la domina? Porque la amargura es un pecado, es un chancho que has dejado entrar a tu vida. ¿Quién quiere ser amargado? ¡Nadie! ¿Pero por qué eres una persona amargada? Porque la amargura te gobierna; el pecado se enseñorea de ti. O sea que la amargura es un pecado y ese poder espiritual te gobierna y se enseñorea de ti. La tristeza también es un pecado porque atenta contra tu felicidad, contra tu paz y tu bienestar físico. No conozco a nadie que tenga ganas de estar triste. La tristeza tiene que ver con el pasado y eso te ata, estás triste por algún familiar o amigo que perdiste o por algo material; tal vez sientes tristeza porque has deseado ser feliz con el flaco con quien bailaste hace veinte años atrás, en la noche de la nostalgia, pero ahora estás casada con un gordo feo y esa tristeza te domina. Nadie quiere estar triste pero ese sentimiento te domina porque el pecado domina a las personas. La conclusión es que la soledad, la angustia y la amargura son un pecado. También lo es la incredulidad; algunos dicen que oran a Dios pero Él no les contesta y eso produce un estado de ánimo negativo. Quiero decirte que cuando el Espíritu Santo gobierna tu vida la amargura no tiene cabida, tampoco la tiene la angustia ni la soledad entre otras cosas. Es fácil saber si te domina el Espíritu Santo o un chancho; es fácil ver si eres espiritual o carnal.
Como dije, hay dos clases de vida. El apóstol Pablo dijo: “Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí”. En mi carne y en mi naturaleza no está el bien, por eso nadie puede decir que agrada a Dios si hace algo que surge de su propia naturaleza. Podrás cantar alabanzas a Dios pero no podrás agradarlo si no lo haces por la obra de su Espíritu Santo; cuando adoras a Dios en espíritu y en verdad, le agradas a Él, tú lo bendices y ministras su Espíritu a las personas, impartes su presencia, la paz y la vida del Espíritu a quienes te escuchan. Puedes tocar muy bien algún instrumento pero si tocas sólo porque te gusta la música o para que todos te vean, si sale de ti no es bueno sino que es obra de la carne por lo tanto es malo y Dios lo rechaza. Cuando David tocaba el arpa, los demonios huían. Si tú te estás dando cuenta que estás llevando una vida sin sentido y que no vale la pena todo lo que estás viviendo hasta ahora, debes tomar una determinación, así ya no tendrás que andar con cara de amargura, de tristeza o de resentimiento sino que tu rostro irradiará gozo, paz y vida abundante.
VIVIR CONFORME AL PODER DEL ESPÍRITU SANTO
En el capítulo 8 del libro de Romanos el apóstol Pablo llega a una conclusión; en el versículo 1 dice así la palabra de Dios: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”. Aquí aparece la otra clase de vida. Pablo declara que hay algunos que andan conforme a la carne pero también señala que no hay condenación; dice que aunque en él no está el bien, no hay condenación porque no anda conforme a la carne, o sea, el mal está en mi pero yo ando conforme al Espíritu. No trato de venderle a Dios carne consagrada porque hay carne religiosa a la que le gusta la música cristiana, le gusta predicar, bendecir y echar fuera demonios pero la carne nunca echará fuera los demonios y nunca va a bendecir porque en mí no está el bien.
Pero dice Pablo que no hay ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús. A mí me costó entender esto de que estoy en Cristo y que no hay condenación para los que están en Él. Los que hemos creído en Jesús no somos cosa extraña al cuerpo del Señor; los creyentes somos la iglesia y ésta es el cuerpo de Cristo, y lo que funciona en Él funciona en mí. Lo que es de Cristo es mío y lo que produce el Señor lo produzco yo porque no soy separado del Señor sino que formo parte de Él. Mi dedo índice no es mi cuerpo porque es sólo el dedo pero es mi cuerpo porque forma parte de él. ¡Yo soy parte de Cristo! Por mi dedo circula la sangre que circula por mi pierna porque es el mismo cuerpo, entonces, lo que sucede en Cristo sucede en mí. Sucede que cuando yo estoy en Cristo opera en mí, otro poder; así como el pecado opera para producir pecado, el Espíritu de Dios produce vida y paz.
Romanos 8:2 dice: “Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte”. Hay una ley que no es: no matarás, no mentirás, no robarás; hay una ley que es del Espíritu y esa es la ley de vida en Cristo. Si mi vida está en Cristo funciona la ley del Espíritu y de ser así, el Espíritu produce en mí las obras de Jesús. No es lo que yo puedo hacer sino lo que el Espíritu de Dios hace en mí; no es que tomo una decisión para agradar a Dios, ya que no puedo hacer eso porque el mal está en mí y mora en mí no me lo permite, pero si estoy en Cristo el Espíritu opera en mí, y cuando Él opera y llena a los creyentes no acepta convivir con otros espíritus. ¡No puede un espíritu de pecado dominar a un cristiano! Cuando el Espíritu Santo está hay paz y vida, ya no está la amargura, la angustia y la soledad que son espíritus del infierno. ¡Son cerdos que tienen que salir fuera! ¡No pueden permanecer en el creyente!
Hay una ley que es la ley del pecado y de la muerte, y el pecado es el aguijón de la muerte. La ley del pecado y de la muerte produce muerte y en mi ser opera esa ley del pecado y de muerte, pero el estar en Cristo hace que opere en mí la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús. ¿Qué es esto? Que ya no me tengo que preocupar por agradar a Dios cumpliendo los mandamientos sino que debo ocuparme de mi relación con el Espíritu Santo. Yo no produzco el bien; el bien lo produce el Espíritu Santo. Mi amor a Dios y mi relación con Él hace operar una ley más poderosa que la ley del pecado que me lleva a pensar bien, a hablar bien y a actuar bien. El apóstol Pablo va destilando el conocimiento y la sabiduría de Dios y dice en Romanos 8:3: “Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne”. ¡Es imposible que la ley me ayude! Para entenderlo mejor, el semáforo se pone en rojo advirtiéndonos del peligro pero no nos frena ya que no tiene poder para hacerlo; así es la ley, ésta opera indicándonos lo que está mal en nuestras vidas pero no puede librarnos del pecado ya que no tiene poder para ello. Según este pasaje, la ley es débil porque la carne es poderosa para producir pecado. La ley te pone en conocimiento del peligro pero quien decide lo que va a hacer es uno.
“Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne”. Dios envió a su Hijo en semejanza de carne de pecado, pero no es carne de pecado, eso somos nosotros. Jesús tiene ojos pero no pecó, tiene boca como todos los pecadores y todo lo que tienen los pecadores, parece un pecador pero no lo es; es semejanza de carne de pecado. El diablo lo ve como a uno de nosotros y piensa que se lo va a “comer crudo”; Jesús vino en semejanza de carne de pecado pero Él no ha pecado. El dominio del pecado no está sobre Jesús, todo lo contrario, el poder del Espíritu Santo está sobre Él. Dios cargó en Jesús el pecado de toda la humanidad y esto lo debilita hasta la muerte; Cristo muere y el Padre lo abandona, desciende al infierno y allí satanás y los demonios lo escarnecen celebrando la victoria sobre Jesús pero Él era semejanza de carne de pecado, no era pecado ni estaba dominado por éste. Por eso señala la Biblia que el Espíritu Santo lo levantó de entre los muertos.
A causa del pecado condenó al pecado en la carne de Cristo. El pecado dijo: “Yo domino a todos los hombres”. Entonces llega Cristo en semejanza de carne de pecado y el pecado se quiere enseñorear de Él pero no puede por lo que Dios condenó al pecado. Éste es un poder espiritual, si no fuera así no podría dominar a las personas, mas Dios lo hace fracasar en la carne de Jesucristo. ¡En Cristo, satanás, el pecado y el poder que este ejercía sobre la humanidad se estrelló! ¡Cristo es vencedor y nosotros somos de Cristo! Yo formo parte del cuerpo de Cristo, estoy unido al Señor y ando con Él. Yo no ando haciendo el bien, yo ando con Cristo; no ando haciéndome el bueno, yo ando con Cristo porque soy parte de Él. Por lo tanto, la condenación del pecado sobre la carne de Cristo también es condenación del pecado en mi carne porque no hay diferencia ya que el Señor me hace de Él. El Señor es mío y yo de mi Señor. ¡Soy parte del cuerpo de Cristo! “Para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”. La ley nos condenaba, nosotros éramos impotentes para cumplirla y era necesario hacerlo. Cristo cumplió la ley y Dios condenó al pecado en la carne de Cristo, entonces, se cumplió la justicia de la ley en nosotros que somos de Él, que creemos en Él y formamos parte de Él.
¿QUÉ PENSAMIENTOS TE DOMINAN?
Romanos 8: 5 dice: “Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu”. ¿Quieres saber quién es espiritual o quien es carnal? Escucha sus conversaciones, el que es de la carne habla carnalidades y cuestiona todo. Cuando yo era joven, en el grupo de jóvenes de mi iglesia discutíamos si era malo o no ir a bailar. Alguno decía que allí se movía el diablo, que allí había muchas tentaciones. Enseguida otro discutía: “¿Qué tentaciones? ¿Qué tiene de malo ir a bailar? Si bailo con mi hermana no pasa nada”. ¡Es feo bailar con la hermana! Y agregaba: “Yo voy pero bailo con mi hermana”. Supongamos que eso de bailar con la hermana es un argumento excelente pero, ¿es un argumento espiritual o carnal? Los que son de la carne piensan en las cosas de la carne y dicen cosas como: “¿Se puede hacer esto o no se puede?” Cuando le dices que no, saltan: “¿Y qué tiene de malo?” Está pensando a ver cómo encontrarle la vuelta para poder pecar sin pecar. Si tengo una voz maravillosa y tengo unas ganas terribles de cantarle a Dios, entonces me paro en el púlpito y le canto, pero si es de la carne y no proviene del Espíritu, la canción es carnal, o sea que es producida por mi carne y eso a Dios no le agrada. Los que son del Espíritu piensan en las cosas del Espíritu. Examínate, es fácil, no se necesita saber de teología o doctrina para ver si una persona es carnal o espiritual, observa si se levanta la persona temprano pensando qué va a hacer de comer. ¿Qué tiene de malo pensar en la comida? Si lo primero que sale son pensamientos de comer y si ocupas toda tu mañana en ver qué vas a hacer de comer, ¡no te estás dedicando a cosas espirituales! Sí, hay que comer y comprar para hacer los alimentos pero tus pensamientos no tienen que estar enfocados sólo en eso. Si piensas sólo en la comida, sales a hacer las compras, pasas por al lado de un indigente o de una persona que está mal y tú ni te enteras y tampoco te importa.
El carnal ve determinadas cosas, el espiritual ve todo lo contrario; en la persona carnal opera el poder del pecado, mas en el espiritual opera un poder más grande y es el poder del Espíritu Santo. ¿En qué vamos a terminar? Romanos 8:6 dice: “Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz”. Si te ocupas todos los días todo el día en qué harás de comer, nunca vas a salvar a nadie y tampoco te salvarás tú; no te dedicarás nunca a extender el reino de Dios ni te preocupará su voluntad ni sus propósitos porque tu mente está ocupada en cosas que tienen que ver con la carne. El apóstol Pablo aclara la cosa y dice: “Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios”.
Dios quiere que haya personas que le sirvan tocando los instrumentos pero si eso lo haces en la carne, es enemistad contra Él. Dios quiere predicadores pero si estos predican porque quieren fama y gloria, si lo hacen por dinero o lo que sea, ese predicador está en contra de Dios. Los designios son los planes y los planes de la carne siempre, de continuo, son enemistad contra Dios. No hay forma de que un ser humano pueda agradar a Dios, solamente le agrada aquel que es dominado por el Espíritu Santo. Si el Espíritu Santo es tu Señor, entonces lo que dices y haces le agrada a Dios. El apóstol Pablo dice que los que viven según la carne no pueden agradar a Dios y agrega: “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él”.
¡Se pone más duro el asunto! Si eres cristiano pero un espíritu de frustración te domina todo el tiempo, la Biblia dice que los que son guiados por el Espíritu de Cristo son de Él. Un espíritu de frustración no es de Cristo. ¡El Señor es victorioso en todo y hace a los creyentes victoriosos en todo! Si el espíritu de frustración domina tu vida, domina tus pensamientos, tus sentimientos, emociones y hasta tus decisiones. Quien tiene un espíritu de frustración dice: “Me quemé con leche y ahora veo la vaca y lloro”. Una persona frustrada es alguien que ha fracasado pero como no quiere fracasar más no quiere hacer más nada. ¡El que es guiado por la frustración no es del Señor!
Te domina la amargura pero tú te excusas que es culpa de tu suegra; tienes un espíritu de amargura que domina tu vida. Dices que es por culpa de tu esposo porque es malo, pero tú le abriste la puerta al chancho, en este caso la amargura, y lo dejaste entrar. Si te guía el Espíritu Santo el resultado es vida y paz; si te guían la amargura, la frustración u algún otro espíritu negativo, estás siendo dominado o dominada por un poder de pecado y para esto la única solución es la sangre preciosa de Cristo porque vivir amargado o amargada no glorifica a Dios, no muestra el poder del Señor ni su victoria. Debes ir a Cristo y decirle: “Perdóname Señor, cúbreme con tu sangre, líbrame de la atadura del pecado”. Si el Espíritu Santo domina tu vida el rencor no podrá permanecer dentro de ti. ¡No puedes sentir rencor porque quien tiene al Espíritu Santo tiene amor! Podrás hacer fuerza para odiar pero no podrás, porque el Espíritu Santo no puede odiar. ¡El Espíritu Santo ama! Él no puede inducirte nunca a la tristeza ni a la soledad; sí te puede inducir a una clase de tristeza para salvación pero no es esa tristeza que te estoy hablando.
Dice Romanos 8:13 y 14: “Porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios”. Volvamos al versículo 6: “Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz”. No se trata de qué hay que hacer para agradar a Dios sino qué poder te domina. ¿De qué te ocupas? ¿Te ocupas de la carne? Producirás carnalidades. ¿Te preocupa tener una buena relación con el Espíritu? Vas a producir vida y paz. ¿Qué estás produciendo?
CONCLUSIÓN
La conclusión es que necesitas que Dios perdone tus pecados ya que has estado dando un mal testimonio por causa de tu angustia, de tus tristezas, por causa de los rencores y la amargura que hay en tu corazón, pero no entendías que era un pecado que moraba en ti y te justificabas diciendo: “¿Cómo no voy a estar amargada con lo malo que es mi esposo?” Les echas la culpa a otros pero resulta que la amargura la tienes tú. Si una suegra o tu cónyuge son capaces de quitarte la paz y el gozo, estás declarando así que Dios no sirve para nada. Ninguno de estos poderes que te he mencionado puede contra el Espíritu Santo. No necesitas proponerte ser mejor sino someterte a Él. Pídele a Jesús que te perdone y te cubra con su sangre preciosa y después pídele que te llene con su Espíritu Santo.
El problema más grande que tienes no son los familiares que te rodean, no son los gobernantes de turno, no es la situación económica ni las enfermedades; el problema más grande que tienes es el pecado y Cristo apareció para condenar el pecado en su propio cuerpo. El Señor vino para perdonar y limpiarnos de todo pecado y una vez que te limpia te transformas en una vasija vacía que debe ser llenada con el Espíritu Santo. Cuando entra el Espíritu Santo no es suficiente ser limpio, es necesario que entre ese poder superior al poder de la carne y del pecado. ¡Es un poder que produce vida y paz! Si alguna circunstancia te roba la paz es porque no tienes una buena relación con el Espíritu Santo pero si puedes burlarte de los problemas y seguir confiando en el Señor entonces Él gobierna tu vida. No importa lo grave del problema o lo grande del poder del mal que ha venido sobre ti porque el poder del Espíritu Santo es más grande que todos los males. Si eres feliz con la vida que llevas, quédate tranquilo pero si estás cansada o cansado del fracaso, de la frustración y la tristeza, reconoce que has pecado, acércate a Jesús, pídele que te perdone, que te limpie y que te llene con su Espíritu Santo.
Tú te preguntarás cómo haces para saber cuál es la voluntad de Dios y yo te digo que no es tu problema, porque el Espíritu Santo te va a guiar a toda verdad. Si me preguntas por qué vine a Uruguay yo te contesto que no sé pero sí sé que fue el Espíritu Santo quien me trajo. Yo busqué a Dios y Él me metió en su voluntad. ¡Debes saber que el Espíritu Santo guía tu vida! ¡Deja que te lleve!
Sueño con que Dios levante siervos y siervas que conquisten las naciones. Es necesario que dejes que Dios disponga de tu vida, ofréndasela a Él. Necesitas entender que no puedes seguir luchando con tus propias fuerzas y que no transformarás tu carne y harás de ella carne consagrada para agradar a Dios porque no lo agradarás ya que para Dios la carne está condenada. Dice Romanos 8:11: “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros”. Lo que hizo el Espíritu Santo con Jesús levantándolo del infierno, también hará con tu cuerpo mal trecho y muerto. ¡El Señor vivificará tu cuerpo muerto y te dará un cuerpo glorificado! Esto no es obra tuya sino del Espíritu Santo. ¡No te conformes con lo que eres porque Dios quiere hacer cosas grandes contigo!
“Espíritu Santo, la palabra ha sido dada, toca las vidas. Aquellos que son llamados por ti para ser transformados, sean tocados hoy con tu poder, en el nombre de Jesús, amén”.
INTRODUCCIÓN
Leemos en Hechos 10:37 y 38: “Vosotros sabéis lo que se divulgó por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que predicó Juan: cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él”.
Dios el Padre ungió a Jesús, Dios el Padre estaba con Jesús y Él anduvo haciendo el bien. A veces ni descansaba; sus discípulos le indicaban que debía descansar y también que debía comer, mas Jesús les dijo: “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra”.
¿Tú quieres ser como Jesús? El propósito o la pretensión de Dios es que todos lleguemos a ser uno, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo, y también, el Señor declaró que nosotros haríamos las mismas obras que Él. Todos miraban lo que Jesús hacía y escuchaban lo que decía, y en un momento, dijo: “Ustedes van a hablar como yo hablo y harán las obras que yo hago”. El Nuevo Testamento hace mención del crecimiento que Dios le quiere dar a la iglesia y la edificación de ésta hasta que todos lleguemos a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.
Te pregunto nuevamente: ¿Quieres ser como Cristo? ¿Te gustaría que te clavaran las manos en una cruz con un clavo herrumbrado? En la época de Jesús los clavos tenían herrumbre y no se había descubierto aún el acero inoxidable. Ser como Cristo significa también padecer como Él. Al Señor lo tildaron de endemoniado y decían que echaba los demonios por el poder de Beelzebú. ¡Querer ser como Jesús tiene un precio! Ser como el Señor no se trata de tener un buen negocio o hacerse rico; querer ser como Jesús no significa que tienes que tener una vida cómoda sino que incluye vivir una vida complicada pero también incluye ser investido por la unción de Dios, tener poder y convicción y experimentar una pasión que hace que tú no te detengas por nada.
DESPOJARNOS PARA SER COMO CRISTO
Debemos entender que para ser como Cristo nos tenemos que despojar de nosotros mismos según la enseñanza bíblica; tenemos que despojarnos de nuestros pensamientos, conocer los pensamientos de Dios y abrazarlos con la convicción de que sus pensamientos son mejores y más altos que los nuestros. Tenemos que despojarnos de nuestros planes, convencidos de que los planes de Dios son mejores que los nuestros. Cuando retenemos algunas cosas y no las queremos soltar, no nos despojamos de nosotros mismos, entonces no podemos hacer la voluntad del Padre. Cuando queremos hacer lo que deseamos, dejamos de hacer lo que Dios desea y lo que yo deseo o lo que a mí me gusta se transforma en una trampa, porque lo que yo anhelo me aleja de lo que el Señor anhela. ¡Mis deseos no son los deseos de Dios!
Cuando yo me aferro a algo que quiero, cuando me aferro a mis planes, caigo en una trampa que no me deja hacer la voluntad de Dios. Te lo explico muy sencillo: cuando tú haces tu voluntad, pecas, en cambio cuando haces la voluntad de Dios, no pecas. Toda obra que sale del corazón del hombre, por buena que parezca, está contaminada por el pecado y a Dios esa obra no le sirve. Por eso Jesús declaró: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame”. Tomar la cruz significa negarse a uno mismo. La cruz representa la voluntad del Padre para Jesús; no era su voluntad ir a la cruz. El Señor oró en el Getsemaní sudando gotas de sangre, diciéndole al Padre: “Para ti todas las cosas son posibles. Tú puedes hacer que yo no beba esta copa. Eres el Todopoderoso y para ti no hay nada difícil. Yo no quiero beber esta copa y tú puedes hacer algo para que yo no la beba pero que no se haga mi voluntad sino la tuya”. ¡Para ser como Jesús hay que despojarse!
Dice Filipenses 2:4 al 7: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres”. ¿Quieres ser como Jesús? ¿Cómo fue el despojamiento de Jesús? Él estaba con el Padre en la gloria, “la pasaba bomba”, millones de ángeles lo servían y estaba muy bien allá. Pero había un problema y es que de tal manera amó Dios al mundo que envió a su Hijo Unigénito… ¡Dios también se despojó!
¿Qué es lo más preciado para un padre? ¡Sus hijos! Sin embargo, el amor por la humanidad hizo que el Padre enviara a su Hijo para que todo aquel que en Él cree no se pierda sino que tenga vida eterna. Dios le dijo a Jesús que tenía que bajar a la tierra pero debía dejar su gloria y su poder en el cielo. “Vas a encarnarte y serás un hombre en debilidad como cualquier hombre. Sujeto a todos los problemas que enfrentan los hombres así que debes dejar tu gloria acá”. ¿En qué consiste esto? Jesús no estimó en ser igual a Dios como cosa de qué aferrarse sino que se despojó a sí mismo y tomó forma de siervo, es decir que vino a servir y no a servirse, vino a servir al Padre y no a hacerse servir. Dice la Biblia que estando en forma de siervo se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz. He visto personas que no quieren despojarse de un novio o una novia, de una carrera, de una casa que tienen que pagar en veinte años; entonces, la casa, el novio, la novia o cualquier otra cosa de la que está aferrado impide que entre en el propósito o la voluntad de Dios.
DESPOJARNOS TIENE UN PRECIO
¿Sigues diciendo ahora que quieres ser como Cristo? Yo he visto que los hermanos que fueron a servir a Dios a Haití se despojaron. ¿Qué muebles podían llevar? ¿Qué dinero podían haber llevado? Se fueron con lo puesto, esperando que si algo llegaban a necesitar, Dios se los iba a proveer. No fueron a forjar un futuro para ellos sino que fueron a promover un futuro para Haití y para los niños que allí viven. ¡Renunciaron a todo! Algunos renunciaron a su padre y a su madre. Sucede que no sólo son los programas de televisión que difaman a la iglesia, quienes se oponen a que tú te consagres. Ellos te dicen que Márquez te está robando, esclavizando y manipulando, pero muchas veces son los parientes los que te frenan. Cuando uno se despoja, puede dejar su patria, y deja padre y madre entre otras cosas. Pedro le dijo a Jesús: “He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos?” Y el Señor le respondió: “Cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna” (Mateo 19: 27 y 29). Está el cristiano que le dice al Señor: “Te voy a seguir pero después que entierre a mi padre y a mi madre”. Mas el Señor a ese le responde: “Deja que los muertos entierren a sus muertos y tú ven y sígueme”. ¡Hay un precio que pagar!
¿Aún quieres ser como Jesús? Hay una joven que me viene diciendo hace tiempo que tiene un llamado para ir a Haití. Su mamá la dejó con una vecina y se fue. Cuando la vecina se cansó de ella, fue a parar al INAU donde se crió con amargura, con resentimiento y rechazo, preguntándose siempre por qué su madre no la quiso. Ella no podía perdonar a sus padres porque la habían abandonado, pero cuando llegó a los hogares Beraca y el amor de Dios la cautivó, ella pudo perdonar a su madre y a su padre. La joven trabaja en un jardín maternal y está muy feliz, pero quiere irse a Haití. Su madre y su padre que nunca se han preocupado por ella, cuando se enteraron que se quería ir a Haití, me mandaron un mensaje amenazándome que irían al programa de televisión que se ha encargado de difamarme a mí y a los hogares Beraca, para contar que yo quiero dividir a las familias. A veces no sólo se opone el diablo, se opone hasta la familia.
Nunca olvidaré cuando mi hermano que estaba cursando tercer año de ingeniería, fue a mis padres con la noticia de que se iría al seminario teológico bautista porque quería ser pastor. Mis padres que toda la vida dijeron que la única herencia que nos iban a dejar era el estudio y una carrera, no soportaban la idea de que abandonara la carrera. Mi madre le dijo que finalizara y después que hiciera lo que quisiera. ¡Era el orgullo de nuestros padres que tuviéramos un título! Fue una lucha muy dura, pero mi hermano les dijo: “Ustedes me han enseñado el evangelio desde que soy chiquito y me dijeron que eso era lo mejor que hay para bendecir al mundo, entonces renuncio a mi carrera y me voy al seminario porque quiero ser pastor”. ¡Y se fue! ¡Dios ha bendecido grandemente a mi hermano! Tiene un ministerio grande en la ciudad de Neuquén. Tienen primaria, secundaria y universidad; también tienen radio y televisión.
DESPOJARNOS PARA SER UNGIDOS
Quiero decirte que a quien Dios no ha despojado, no lo puede revestir. Si el Señor no saca de ti todo eso que a Él le molesta conforme a su propósito, no te puede ungir con su Espíritu Santo. Piensa qué cosas te están estorbando e impiden que te puedas consagrar cien por ciento. ¿Qué cosas hay que no quieres renunciar? ¿Qué le estás negando a Dios? Los que quieren ser como Jesús tienen que despojarse como Él se despojó. El Señor fue revestido con el poder del Espíritu Santo después de haber venido al mundo y nacer despojado y después de dar prueba que no le interesaban sus propios planes. Jesús declaraba: “Las palabras que oyen de mí no son mías sino de mi Padre que está en los cielos”. Jesús podía hablar lo que quisiera pero se había despojado, había renunciado a hablar por su propia cuenta y dijo: “Sólo lo que el Padre me da que hable, eso es lo que hablo”. Es por eso que también declaró: “Mis palabras son Espíritu y son vida”. Porque las palabras venían del Padre y no de Él. Aun estando aquí y habiendo tomado forma de siervo se hizo obediente, y como el Padre había ordenado que los pecadores se bautizaran, Jesús se bautizó aunque era sin pecado porque dijo que era conveniente obedecer en todo.
Dice la Biblia que a Jesús le era necesario pasar por Samaria. A esa región no iban los judíos porque era una ciudad idólatra, contaminada y ellos no querían contaminarse pisando el polvo de esa región. Cuando la gente venía del norte de Galilea a Jerusalén, los judíos esquivaban Samaria. ¡No querían pasar por nada del mundo por ahí! Pero la Biblia dice que a Jesús le era necesario pasar por Samaria, mas no era una necesidad suya porque Él no obedecía a sus necesidades, sino que Dios tenía algo con esa región ya que cuando Jesús pasó por allí se encontró con una mujer en un pozo: La mujer samaritana de la que la Biblia hace mención. A ella Jesús le predicó el evangelio; le pidió agua y la mujer le dio de beber. El Señor en un momento le dijo: “Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva… Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed”. ¿Jesús tenía la necesidad de pasar por Samaria? ¡No! Era el Padre que tenía una mujer señalada para que sea salva y para que muchos sean salvos por su testimonio. Los discípulos llegaron y lo vieron hablando con una mujer y un judío no podía hablar con una mujer samaritana. Ellos lo observaban a la distancia pero en un momento se le acercaron y le dijeron: “Maestro tienes que comer”. Pero Jesús les respondió: “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra”. ¡Así debe ser un cristiano! Por sobre todo debo hacer la voluntad de Dios. “No la mía sino la tuya Señor. Quiero despojarme como lo hizo Jesús y que me uses como lo usaste a Él. Padre, quiero que la unción que había sobre Jesús esté sobre mí porque quiero hacer las obras que el Señor hacía”.
Si yo no hubiera dejado de lado el coro que dirigía, la iglesia que amaba y mi tierra natal que tanto amaba, la ciudad de San Juan, Dios no hubiera cumplido en mí, su perfecto propósito. Allá cantábamos una canción que dice así: “Ay San Juan, ay San Juan, mi tierra querida. Ay San Juan, ay San Juan, ay San Juan de mi corazón. Ay San Juan, ay San Juan, ay San Juan, por ti doy la vida. Ay San Juan, ay San Juan, ay San Juan de mi corazón”. En esa última estrofa se nos caían las lágrimas… ¡Era más importante San Juan que Cristo! La canté tantas veces y lloré tanto, que dije: “De aquí de San Juan no me saca nadie”. ¡Pero Dios me sacó! ¡Amar a Dios es peligroso! Si no hubiera renunciado a la tierra que amaba, a la profesión que amaba y a otras cosas, no estaría en Uruguay y la iglesia Misión Vida para las Naciones no existiría. ¡Qué importante es una decisión!
LA IMPORTANCIA DE NUESTRAS DECISIÓNES
En este último viaje que hice a Haití casé a Carlos y Vanny, y cuando estaba celebrando la ceremonia yo lo miré fijo y le dije: “Qué importante son las decisiones, ¿no?” Él asentía, pero no entendía lo que yo le estaba diciendo. Cuando comenzamos la obra de Haití, Carlos era nuestro traductor y cobraba veinte dólares diarios por hacerlo, hasta que un día le dije que no le iba a pagar más y que decidiera si sería uno de nosotros, o sea, si se iba a despojar de sus pretensiones o no. Eso fue una puñalada en el corazón, ya que para él eran muy importantes esos veinte dólares diarios, unos seiscientos al mes, lo que era mucho para vivir en Haití. Pero algo le dijo a su corazón como hoy te está diciendo a ti: “Quedate, aquí hay propósito y llamado”. Carlos tomó la decisión, pero después quiso retroceder porque despojarse duele, pero él perseveró y se transformó en un líder. Yo le dije en su casamiento: “Carlitos, si no hubieras tomado la decisión de quedarte, no tendrías la esposa que tienes hoy”. Él dijo delante de todos los que estábamos allí: “No entiendo cómo Dios me ha dado una esposa tan linda, siendo yo tan feo”. “Lo que pasa es que Dios paga bien”, le dije.
Eran dos parejas que se casaban ese mismo día y a los cuatro les dije: “Este casamiento es el mejor que he realizado en los hogares Beraca y digo que es el mejor porque ustedes han dejado muchas cosas por servir a Dios en este lugar” ¡Quién honra a Dios será honrado por Él! Yo espero mi galardón de parte del Señor, no lo espero de los políticos y mucho menos de los que conducen programas televisivos; no espero mi galardón de la gente, porque mi galardón viene de Dios. ¡Dios paga! ¡Él no es deudor de nadie, dice la Biblia! Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús, entonces, ¿para qué quieres la unción y el poder del Espíritu Santo? Le pides al Señor que te unja y te llene y no sabes para qué. Ser como Cristo significa tener la pasión que tuvo el Señor. ¿En qué consiste esa pasión? Es un fuego y una fuerza que te mueve en determinada dirección; la pasión es la decisión de sufrir por una causa. Es un fuego que te lleva a avanzar pase lo que pase porque es más fuerte que tú y ese es el fuego que Dios puso en Jesucristo y anhela poner en los que hoy se quieren despojar. ¡Dios quiere poner pasión en ti!
Él dijo de Jesús: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”. Significa, este hijo me hace sentir bien porque me obedece, entonces descendió el Espíritu Santo sobre Jesús en forma de paloma y desde ese momento comenzó el ministerio de Cristo. Dice la Biblia que el Señor fu ungido con poder. Hechos capítulo 10 dice. “Vosotros sabéis lo que se divulgó por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que predicó Juan: cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él”. ¿Para qué tenía Jesús esa pasión y ese fuego? Para andar por ahí sanando a los oprimidos del diablo y haciendo bienes. Así debe ser contigo, no hacer lo que te conviene sino el bien a los demás.
CONCLUSIÓN
La pasión de Dios y de Jesús es la gente y si tú quieres ser como Cristo, la gente se transformará en tu pasión para sanar a los oprimidos del diablo y bendecir. Lo que ocurrió con Jesús fue porque Dios estaba con Él. Ser como Cristo no consiste en lograr grandes emprendimientos personales; Jesús anduvo por todas partes consolando, sanando y liberando endemoniados. Mal que le pese a quien sea, las opresiones que hay en el mundo son ocasionadas por demonios y dentro de la iglesia hay mucha gente que también vive oprimida. Si vives oprimido no es por la causa de Dios sino por causa del diablo porque aquel que es atacado con dardos venenosos del maligno, pero es como Cristo, se goza en las tribulaciones y no vive oprimido. Vive con fuego y pasión en su interior y declara que no lo van a detener porque lo que Dios le ha mandado hacer lo hará.
¡Dios nos ha mandado a bendecir y así lo haremos! El Señor nos ha hecho bendición y nosotros vamos a bendecir. Fortaleceremos a los débiles y daremos ánimo al cansado porque somos como Cristo, porque la unción que hay sobre mí es la misma unción que hubo sobre Cristo. ¿Cuál es la unción? ¡La presencia poderosa de Espíritu de Dios!
Abre tu corazón al Señor y piensa si sinceramente estás honrando a Dios. Muchos viven para el evangelio pero muchos viven del evangelio. El desafío que se te presenta hoy es para que vivas para el evangelio.
“Señor, establece tu reino y tu voluntad en lo más profundo de nuestros corazones. Si hasta hoy no se ha visto tu poder en mi vida, que sea visto a partir de hoy y que puedas decir de mí que soy tu hijo amado, tu hija amada en quien tienes complacencia. No quiero temer ser despojado o despojada, quiero rendirte todo. ¡Obra con tu poder en mí, Padre! Líbrame de mi egoísmo y de mis temores. Que tú puedas contar cien por ciento conmigo. Quiero andar por todas partes haciendo bien y sanando a los oprimidos del diablo como lo hizo Jesús. Libra de opresión y de temor, Padre; libra de egoísmo, en el nombre de Jesús. Sean rotas las opresiones y caigan los muros de contención; sean rotas las cadenas y los lazos del infierno, en el nombre precioso y bendito de Jesús, amén”.
INTRODUCCIÓN
Quiero hablarte acerca de algo que hace mucho daño a cristianos y a no cristianos; los creyentes no se han dado cuenta de la manera en que determinadas cosas golpean y demuelen su fe y los transforman en personas débiles y fracasadas, las transformen en gente que no tiene fuerzas ni iniciativa alguna y no cree en la victoria: Me refiero al temor.
Este es un poder espiritual que paraliza a las personas, que las transforma en cobardes e impide que puedan enfrentar determinadas circunstancias. Los cristianos creemos que las circunstancias que vienen a nuestras vidas son un ejercicio que nos impulsa a salir adelante y a vencer; creemos que después de cada dificultad salimos fortalecidos, estamos más crecidos y maduros, y que a través de las pruebas aprendemos cosas nuevas que quedan grabadas en nosotros y son elementos que nos llevan a ser victoriosos en nuevas circunstancias.
Las personas que no logran atravesar las dificultades se quedan paralizadas en el tiempo y comienzan a comer y a beber el fracaso, y tienen falta de idoneidad para enfrentar las cosas que les depara la vida. Las personas que tienen temores dejan de ejercitarse, por ende dejan de crecer y madurar. Los temores son una fuerza negativa y operan como una especie de fe negativa que no viene de Dios sino del infierno: Tienes fe de que algo malo te va a suceder, sientes miedo de enfermarte o que tu hijo se enferme de algo malo; sientes miedo a la hora de emprender una relación sentimental porque ya has sufrido y crees que los hombres te van a lastimar, entonces decides juntarte a un hombre pero te abstienes de amarlo. El temor produce desconfianza, inseguridad, angustia y falta de iniciativa. Si vives atemorizado o atemorizada no digas que tienes fe en Dios; si ante alguna circunstancia te angustias, no digas que tienes fe en Dios. Si ante una circunstancia declaras: “Esto no lo puedo enfrentar”, o “esto es más de lo que puedo soportar”, o como dicen los jóvenes: “esto me puede”, si como muchos, dices que ya no aguantas más, has determinado un decreto contra ti: ¡Has decretado que tienes límites que no podrás sobrepasar!
El apóstol Pablo, ante los problemas declaró: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). Con Él puedo enfrentar cualquier circunstancia y no se trata de que el apóstol Pablo fuera orgulloso o soberbio sino que había conocido el poder de Dios sobre su vida y sabía que era más grande y más poderoso que todos los problemas que pudiera enfrentar. ¡Pablo no confiaba en él sino en Dios!
UTILIZA LOS RECURSOS DE DIOS
Es importante que el creyente confíe en sí mismo pero no que lo haga ausente a la seguridad o a la certeza de que Dios está con él. Lo más importante que tiene un cristiano es la presencia del Espíritu de Dios en su corazón y no ha surgido ninguna fuerza en el universo que pueda doblegar la fuerza del Espíritu Santo, es más, no ha habido circunstancia o poder que haya vencido a Dios. Tú puedes declarar como el apóstol Pablo que todo lo puedes en Cristo que te fortalece, no porque confías en ti sino porque confías en el poder de Jesús que lo levantó de entre los muertos. El Señor venció la muerte, que fue el poder más importante que tenía satanás; él tenía las llaves del abismo y de la muerte, pero Cristo le arrebató esas llaves venciendo con poder.
Hay cosas que tenemos en nuestro armario de recursos a las que echamos mano a veces, como algún medicamento para calmar alguna dolencia; en nuestro diario vivir tenemos un armario con recursos para enfrentar circunstancias y hay armas que no son buenas, porque las armas que no son de Dios, no son buenas. Reitero, si las armas que usas no son de Dios, no son buenas. Por ejemplo, con mi esposa cumplimos treinta y nueve años de casados y hemos enfrentado juntos muchas adversidades pero en nuestro armario de recursos no contamos con un arma que diga “divorcio”. Muchos creen que pueden poner fin a un problema matrimonial con el divorcio pero ni Marta ni yo tenemos en nuestro armario la alternativa “divorcio” y jamás se nos cruzó por la mente semejante planteo, y eso que hemos tenido muchos problemas como cualquier matrimonio, pero nunca echamos mano a un recurso que no es de Dios. La Biblia dice que Dios abomina el divorcio o la disolución del matrimonio. Por lo tanto, con mi esposa hemos solucionado nuestros conflictos con otras armas pero el divorcio no está en nuestra lista.
Cuando no cuentas con las armas de Dios surgen otras armas que te dan soluciones que no vienen de Dios, pero las soluciones que no vienen de Dios, no sirven. En este tiempo, la iglesia y yo estamos atravesando circunstancias adversas; Uruguay está sufriendo una persecución religiosa. Hemos salido en los periódicos y en los programas de televisión, lo cierto es que le están pegando a muchas iglesias. ¡Nos están persiguiendo por causa de nuestra fe! Yo vengo a ser “el cuco” o “el viejo de la bolsa” y se han dicho muchas cosas acerca de mí y de mi iglesia; lo cierto es que la angustia y la impotencia han golpeado a la puerta de mi corazón pero yo no tengo en mi armario la idea de que “esto me puede” porque yo no cuento con esa arma ya que no hay nada que me pueda a mí porque yo soy de Cristo. ¡La Biblia declara que soy más que vencedor por medio de Aquel que me amó! (Romanos 8:37). Date cuenta cuáles son las armas que sirven… ¡Las que sirven están en la palabra de Dios! Si la Biblia señala que todo lo puedo en Cristo que me fortalece yo tengo que echar mano de esa arma.
El cristiano que usa la palabra de Dios, opera con ella, que es la espada del Espíritu, y señala la Biblia que la palabra de Dios es más cortante que toda espada de doble filo y penetra hasta partir el alma y el espíritu. ¡No hay arma más poderosa que la palabra de Dios!
Yo que estoy atravesando muchas dificultades, busco en la palabra de Dios y me encuentro con el Salmo 37: 32 y 33: “Acecha el impío al justo, y procura matarlo. Jehová no lo dejará en sus manos, ni lo condenará cuando le juzgaren”. Otra versión declara: “Acecha el malvado al justo, y procura matarlo. Jehová no lo abandonará en sus manos, ni tolerará que sea condenado en el juicio”.
Por un lado escucho voces que me dicen que me van a comer crudo; algunos hermanos y amigos me dicen: “¡Cuidate! Me he enterado que te van a comer”. Ellos me ayudan con eso a tener miedo. Lo que me produce temor no viene de Dios ya que todo lo que viene de Él nos da fuerza y aliento; tú no debes tener miedo de tus circunstancias sino que debes tener temor de Dios y cuidar tu relación con Él. Si haces eso, los problemas que estás atravesando estarán en las manos de Dios y el Señor te ayudará. Dios declaró que no dejará que seas condenado en el juicio y tampoco te va a abandonar en sus manos. ¡El Señor no te dejará en manos del malvado! ¡Él no te va a abandonar! ¡Créelo!
La palabra de Dios tiene poder; cuando el Señor dijo: “Sea la luz”, su palabra fue pronunciada y se hizo la luz. Dios le dijo a Moisés que extendiera su vara sobre el Mar Rojo y le ordenara que se abra. ¡La palabra de Dios es poder! Moisés obedeció a Dios, extendió su vara, le dijo al mar que se abriera y éste se abrió. Tu recurso más importante es creer en la palabra de Dios y alimentarte de ella. Si desconfías de la palabra de Dios, continuarás con tu angustia y tu temor pero si atesoras la palabra que el Señor te dio y declaras que Él no te abandonará en las manos de los malvados, así será. Leemos en el Salmo 37:39: “Pero la salvación de los justos es de Jehová, y Él es su fortaleza en el tiempo de la angustia”. Alimentarte todos los días te mantiene fortalecido y aseguras que tu cuerpo reciba vitaminas y proteínas y que tus defensas estén altas; la vida espiritual se alimenta con la palabra de Dios y la palabra de Dios debe ser tu comida de cada día.
Como señala el Salmo 37, tu salvación no es un mérito tuyo sino que viene de Dios ya que el Señor es el responsable de tu salvación. Confiar es no temer, es no sentirte angustiado; confiar es luchar contra el temor y la ansiedad, y ¿cómo se lucha? ¡Creyendo en la palabra de Dios! El Señor habla y no miente. Dice el Salmo 37:3: “Confía en Jehová, y haz el bien; y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad”. Según el diccionario, “apacentar” es alimentar con pastos o con enseñanzas espirituales; apacentar la grey de Dios es darle de comer alimento espiritual. ¿Y cuál es ese alimento? ¡La verdad! Tú confías en el Señor y haces el bien, entonces habitarás en la tierra y serás fortalecido y renovado con la verdad. La verdad no está en los sabios ni en la vuelta de la esquina; la verdad está en la palabra de Dios. Dijo Jesús: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida”.
Vienen circunstancias que quieren angustiarte y debilitarte, de modo que termines declarando que no puedes más. ¡Yo no voy a declarar tal cosa! Voy a decir: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. ¡Soy más que vencedor por medio de Aquel que me amó! El diablo quiere que desconfíes, así encontrará una brecha para debilitarte y derrotarte. ¡Confía en Dios y créele a su palabra!
Leemos en el Salmo 23:5: “Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando”. De este versículo aprendí que a Dios le importa un bledo lo que está sucediendo a tu alrededor; no hace caso de tus angustiadores ni de las angustias. Él te dice: “No mires a tus angustiadores, mira la mesa que te estoy sirviendo”. Muchos son los cristianos que no ven la mesa que Dios les está sirviendo porque están asustados por causa de los angustiadores. ¡Tú estás en la mesa de Dios y el Señor te está dando de comer! No mires a tu alrededor, mira la mesa que Dios te está sirviendo y quédate tranquilo. El Señor te va a agasajar, a Él no le importa qué rango de demonio te está atacando. Dios te dice: “¡Yo soy tu cuidador!”
DESECHA LOS RECURSOS QUE NO PROVIENEN DE DIOS
Estuve ayudando a un hermano muy amado que dejó de mirar el plato; no viene al caso contar lo que él está viviendo pero lo cierto es que una persona que según él tendría que estar presa amenazó con matarlo y este hermano se turbó. Entonces dijo: “Dios, ¿no vas a hacer justicia?” Y después pensó: “Si la justicia no hace justicia, entonces la voy a hacer yo”. Entonces tomó un revolver y decidió que antes de que esa persona lo mate, él lo mataría primero. ¡Un cristiano!
Hay herramientas que tú no puedes tener en tu armario. O te ayuda Dios o te vas al diablo. Es importante que te concentres en esto que Dios te está enseñando. ¡No mires a los costados! ¡Mira que el Señor está contigo! El rey David estaba siendo perseguido, en el salmo 23, él no estaba tocando un arpa debajo de un árbol al lado de un arroyo tratando de escribir una poesía. “Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará…” El rey David estaba siendo perseguido, pero aun así escribió: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tú vara y tu cayado me infundirán aliento. Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores…” Como él estaba absorto mirando la clase de Dios que tenía y lo que el Señor le estaba ofreciendo, pudo declarar: “… unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando”. Estaba feliz y gozoso sin importar que le haya tocado atravesar el valle de sombra de muerte. Por eso, David pudo confesar que su copa estaba rebosando, porque estaba lleno del Espíritu Santo. ¡Qué importa lo que me está pasando, lo que importa es que Dios está sobre mí!
El hermano que mencioné me dijo: “¿Qué quiere que yo haga? ¡Póngase en mi lugar! Tengo esposa e hijos y no se van a quedar solos”. Yo le dije que tenía bien claro que había un montón de demonios que lo querían comer crudo y verlo muerto pero yo conozco un versículo de la Biblia que dice así: “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen y los defiende”. (Salmo 34:7) ¿Está presente este versículo en tu vida? ¿Te comiste ese plato o lo vas a desechar? ¡Hay mil demonios merodeando pero el ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen y los defiende! Si logras enfocarte en la palabra de Dios, te olvidarás de todos los demonios; yo sé que el diablo es malo y feo y le gusta matar a la gente pero si el Señor está contigo no importa qué tan grande sean las circunstancias que tengas que atravesar y cuán fieros sean los demonios, porque Dios te va a defender.
Si pudieras creer lo que te digo hoy, y esto no viene de mi corazón sino que viene de Dios para ti; recibe esta palabra que es tu alimento y no te faltarán fuerzas sino que tendrás paz y las herramientas que no sirven, esas que están en tu mente y en tu corazón caerán al suelo y te quedará solamente la espada del Espíritu que es la palabra de Dios.
¡Hemos sido creados por Dios para ser invencibles! Algunos dirán que soy un soberbio al declarar esto, pero no es así; Dios nos ha hecho victoriosos y no somos por nosotros, sino por la presencia del Señor en nuestras vidas. ¿Está la presencia de tu Dios en tu vida? He atendido a una mamá con dos hijos que no sabía por qué motivo quiso suicidarse tomando toda clase de pastillas. Su papá, que va poco a visitarla, decidió ir a verla y la encontró tirada en el piso. Ella tenía una profunda tristeza… Comer bien espiritualmente hablando, te quita la tristeza y la depresión, y te quita las ganas de suicidarte. Ella dijo que era muy amada y que amaba a sus hijos pero no entendía por qué decidió quitarse la vida. Me contó que ayudaba mucho a todo el mundo pero se sentía vacía. Entonces le pregunté: “¿Así pretendías ayudar a tus padres y a tus hijos?” Ella inclinó la cabeza y se puso a llorar… ¿Cómo puede decir que ama cuando le va a quitar a quienes la aman, su propia vida? La mujer le entregó su corazón a Jesús y después que oramos tenía en su rostro una sonrisa muy hermosa. Le pidió perdón a Dios y ella sintió que el Señor la ha perdonado, ahora tenía paz porque Cristo había entrado en su corazón.
Fíjate que Cristo es el verbo o la palabra de Dios encarnada. Juan capítulo 1 dice así: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”. Jesús dijo: “Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo”. (Juan 6:49 al 51) Esa palabra encarnada de la que habla Juan es Cristo y Él es la palabra de Dios encarnada, o sea hecha carne. Es difícil de entender pero en resumidas cuentas, Cristo es la palabra de Dios que descendió al mundo y Él declaró que era el verdadero pan. O sea que todo lo que Jesús dice es tu verdadero alimento. En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”. La palabra que salió de la boca de Dios fue: “Sea la luz”, y fue la luz. El poder de Dios reside en su palabra; lo que el Señor dice genera planetas, sistemas solares, etc; lo que Él dice sostiene el planeta Tierra en la nada. ¡Lo que Dios dice es verdad y poder! ¡Y Cristo es la palabra de Dios encarnada en el mundo!
CONCLUSIÓN
Lo que Dios hoy te ha dicho viene de Jesucristo; si puedes encarnar esto en ti, si puedes procesar esto y que no quede sólo en tu mente sino que lo atesores en tu corazón. Tal vez te sientes débil ante los problemas y crees que ya no puedes seguir; sientes que eres un fracaso, pero Dios te dice que Él no te ha creado para el fracaso. El Señor te ha creado a su imagen y semejanza y ha puesto en ti su Espíritu, y te ha dado su palabra que es la que te sustenta cada día.
No eches mano a los argumentos que te dictan las circunstancias, más bien echa mano a la palabra de Dios. Tal vez estás cansado o cansada, tal vez has probado el polvo y te has convencido de tus fracasos. Estás listo o lista para “colgar la toalla” y no quieres volver a intentar porque ya has intentado varias veces y en todas has fracasado, y has hecho tuyo ese ese refrán que dice que “el que se quema con leche ve la vaca y llora”. Has probado el desánimo y el fracaso porque no has contado con las armas de Dios pero el Señor te dice: “Mi palabra te hará más fuerte que tus circunstancias. Mi poder se perfeccionará en tu debilidad. Tú dependes de mí. Tu causa ya no es tuya; tu causa es ahora mi causa. Dame tu causa y yo te voy a sustentar y te voy a defender. No te fijes en cuán grande es tu problema o qué tan grandes son los demonios que se mueven para destruirte a ti y a tu familia. ¡Yo estoy contigo! Muchos te han fallado pero yo nunca te voy a fallar. Entrégame tu cansancio, tu fracaso, entrégame tu soledad y tu debilidad. Deja que yo entre a tu vida y te llene con mi Espíritu. Nadie ha podido vencer a mi Espíritu Santo y quiero dártelo como un regalo a ti”.
Dile: “Señor, yo recibo esta palabra que es mi comida y mi bebida. No echaré mano a otras armas ni argumentos. Si tú me has dicho que me amas, entonces me amas; si has dicho que me cuidas, así lo haces. Yo confío y espero en ti y aunque las circunstancias me digan lo contrario, yo creeré lo que tú me digas. Señor, he pecado porque he estado con mi mirada puesta en las circunstancias y no me he alimentado de tu palabra; he pecado porque dejé que el temor, la angustia y la impotencia se apoderaran de mí. Mas yo quiero tomarme del Espíritu de victoria que tú tienes para darme en esta hora, en el nombre de Jesús, amén”.
INTRODUCCIÓN
Quiero compartir una enseñanza bíblica que debiera estar clara para los cristianos, y es que a veces no vemos, no sabemos o no entendemos cómo opera un ser humano. No logramos entender que hay determinadas áreas de nuestras vidas, que no conocemos cómo funcionan y confundimos conceptos como el alma y espíritu, por ejemplo. Muchos creen que alma es igual a espíritu pero son dos cosas bien distintas. El alma es lo que nos asemeja a los animales y estas palabras, -animal y alma- tienen la misma etimología; ánimo proviene del término alma y el alma está constituida por la mente, la voluntad y las emociones, lo cual sería la esencia de nuestro yo y la parte natural del hombre, pero no la sobrenatural. El alma es el centro de nuestras emociones, de nuestra voluntad y pensamientos
Cuando hablamos de pensamientos nos referimos a la razón y al intelecto; si decimos que alguien tiene voluntad, hablamos de la fuerza que nos mueve en determinada dirección después de haber tomado una decisión, y en cuanto a las emociones, nos referimos a los sentimientos. Lo que sucedió con el alma es que el pecado la atrofió, de modo que el hombre no puede manejarse con su alma o psiquis.
Si nos referimos al término espíritu, este tiene que ver con otra área de nuestro ser. El alma nos conecta con lo tangible o visible y es movida por ejemplo de acuerdo a lo que se nos dice, porque esto influye en nuestras emociones. Pero Dios nos dio espíritu para que tengamos conexión con Él y vendría a ser ésta, el área sobrenatural del hombre, lo que nos identifica con Dios. El espíritu vendría a ser la conexión con lo sobrenatural ya que nos conecta con el Espíritu Santo; nuestro vínculo con Dios no se da a través del alma sino por medio del espíritu. El hombre y la mujer que no ha conocido a Dios y que no ha sido limpiado o limpiada con la sangre de Jesús, aquel que no ha sido perdonado de sus pecados, tiene su espíritu muerto y no opera en lo sobrenatural de Dios, y si opera, lo hace en lo sobrenatural de los demonios.
Lo espiritual prevalece sobre lo natural. Si el Espíritu Santo es el principal actor de mi vida entonces Él, a través de mi espíritu, alumbra mi alma.
LA PRIORIDAD CORRECTA
El alma es trastornada por causa del pecado, y señala la Biblia que el alma que pecare morirá o sea que el pecado oscureció el alma, de modo que el hombre anda enredado a la hora de tomar decisiones o cuando se maneja por emociones.
Hubo una etapa en la revolución francesa en la que se le dio prioridad a la razón, llegando a endiosarla, pero la gente se cansó de la razón y de los pensamientos porque se dieron cuenta que habían razones sin razón y que ésta no guiaba al bien, más bien llevó a desencadenar la primera y la segunda guerra mundial además de todas las bombas que se construyeron y todo lo que sucede que uno no entiende cómo la razón puede razonar tan irracionalmente.
Hubo una época en la que se creía que la razón lo podía todo pero en este tiempo la gente está contaminada con otro pensamiento y es que según la ideología de hoy, hay que guiarse por los sentimientos y las emociones, hasta los cristianos dicen que hacen determinadas cosas porque lo sienten. No importa si está bien o mal, si es razonable o no, yo me guio por mis sentimientos y emociones.
Yo quiero que nos desplacemos de ese lugar que nos tiene mal posicionados. Los cristianos estamos acostumbrados a decir: “me parece que…” y eso significa que estás dando tu opinión y no lo que opina el Espíritu Santo. O cuando dicen: “Yo siento tal o cual cosa” hablan de sus sentidos y sentimientos. Son muchas las frases que empleamos las que demuestran que estamos viviendo en el área de nuestra alma. Sería bueno entrar en la otra dimensión que te lleva a declarar: “Hago esto porque me ha alumbrado y guiado el Espíritu Santo. El Señor quiere que lo haga, yo no lo hago porque lo siento”.
Aún no hemos entendido la importancia del Espíritu Santo; o el principal actor de mi vida soy yo, o es el Espíritu Santo. Se puede ser cristiano, conocerse la Biblia, creer en Dios, cantar himnos y ofrendar pero hacerlo todo en un nivel chato y natural; hacerlo en las fuerzas del hombre, y hay oscuridad en las decisiones que se toman en ese sentido.
Una de las cosas que tratamos de enfatizar en cada encuentro es la importancia de tener una relación genuina con el Espíritu Santo; qué Él tenga libertad y afecte mi alma de tal manera que me dé cuenta que es Dios el que está actuando. Veamos algunos pensamientos de Dios: Isaías 55: 7 al 9 dice lo siguiente: “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.
Nuestros caminos son del alma, de nuestros pensamientos y emociones y el Señor dice que así como son más altos los cielos que la tierra, así sus caminos son más altos que nuestros caminos y sus pensamientos más altos que los nuestros. La vida cristiana consiste en aprender a renunciar a mis pensamientos y conocer los pensamientos de Dios, y entender que sirven más sus pensamientos que los míos porque son más altos y más importantes sus pensamientos y sus caminos. Esos caminos tan altos son el resultado de una vida espiritual activa. Hay inteligencia espiritual e inteligencia natural; hay sabiduría espiritual y sabiduría natural. El cristiano no puede y no debe moverse guiado por su inteligencia y por su sabiduría natural porque Dios no lo ha creado para que viva en esa dimensión. ¡El Espíritu Santo nos anhela y nos cela profundamente! Él quiere habitar en nosotros y producir cosas sobrenaturales y quiere que abunden sus pensamientos. ¡Los pensamientos del hombre son muy pequeños!
En las escuelas y universidades la ciencia nos enseña que venimos del mono. ¡Hemos caído bajo! Cuando no hay vida espiritual, hay explicaciones naturales. No es lo mismo descender del mono que ser creados por Dios, porque dependiendo de si creemos que venimos del mono o de Dios, cambia la dirección de la vida y la concepción de quiénes somos, y para qué existimos. Si vengo del mono, ¿qué futuro tengo? Me espera un cajón y gusanos que me comerán y ese será todo mi futuro. ¡No hay nada de trascendencia! Pero si vengo de Dios, vivo en su dimensión. Cuando creo que desciendo del mono me pregunto para qué vine al mundo, doy por hecho que nací en el día equivocado, en el lugar equivocado y pienso muchas estupideces. Además, muchos han escuchado de labios de su madre que han nacido por casualidad y que no lo esperaban, lo que los hace cuestionarse, ¿para qué vive entonces? ¡Pero tú vienes de Dios! No estás en el mundo por la voluntad de tu madre porque ella no quería tenerte, pero Dios decidió que nacieras. ¡Qué bueno es saber que provengo de Dios y que Él no hace cosas improvisadas ni al azar! Qué bueno saber que el Señor ya me había proyectado antes de que mis padres se conociesen y Él me estaba esperando. Y no sólo me diseñó sino que pensó en un plan para mí. Yo soy un convencido de que cada uno de nosotros viene de Dios y no de un barrio bajo ni de un apellido tal, somos una concepción de su mente y el Señor tiene un propósito con nosotros.
No sólo tengo que conocer que hay Dios sino que hay un plan que Él creó y no es natural, no está en mi mente, en mi voluntad o emociones sino que está en su corazón y el Señor me lo revela a través de su Espíritu Santo. Así la vida se convierte en algo transcendente. Hay tres preguntas que muchos no saben responder: ¿De dónde vengo? Hay personas que viven frustradas por el apellido que tienen ya que los identifica con su origen; otros se sienten miserables porque nacieron en un barrio pobre y lleno de violencia pero ese no es tu origen. ¡Tu origen está en Dios! Hay mujeres que no quieren tener hijos y los tienen, otras quieren concebir pero no pueden, ¿de quién depende eso? ¿De la mujer, del hombre? Es Dios quien decide quién viene al mundo y decidió que tú vinieras, así que deja de amargarte porque el Señor tiene un propósito contigo. La otra pregunta que muchos se hacen es, ¿para qué existo? La razón y los sentimientos tienen tan confundidas a las personas que hay hombres que no saben aún si son hombre o mujer y hay mujeres que no saben si son mujeres u hombres. Si estás errado en esto, el propósito de tu existencia es un caos.
EL ESPÍRITU SANTO TE ANHELA CELOSAMENTE
En mi nivel natural, en mi alma, yo proyecté ser arquitecto y me preparé para ello; tenía mis ideas claras de qué quería ser y a dónde quería llegar y quería cumplir mis propósitos. Pero un día le pedí a Dios que en mi vida se haga su voluntad y eso cambió todo. Yo no tenía la menor intención de ser pastor ya que no tenía un corazón pastoral, es más, rechazaba la idea de serlo porque en los proyectos de mi alma no estaba ese anhelo. Y cuando le dije a Dios que quería que en mi vida se hiciera su voluntad, el Espíritu Santo comenzó a operar cambios y produjo circunstancias que me hicieron estrellarme en el área de la arquitectura y me fueron llevando a ser pastor. Hoy puedo decirte que sé quién soy porque hallé el plan que Dios diseñó para mí aun antes de que mi papá y mi mamá se conocieran. ¡Tengo un propósito claro en mi vida! Yo sé de dónde vengo, sé quién soy, cuál es mi propósito en la vida y sé también a dónde voy. Mi vida no terminará en un cajón, en el cementerio sino que mi futuro está en la eternidad. Claro que para llegar a eso el Espíritu Santo tiene que guiar tu vida.
Hay cristianos que no tienen conciencia que son de Dios y que hay un propósito para ellos. El Señor quiere que seas lleno de su Espíritu y el Espíritu Santo te anhela celosamente porque Dios te ha creado para Él, para que vivas un compañerismo con Él y seas su familia. No te ha creado para que andes perdido o perdida por ahí. ¡Es imprescindible darle prioridad a la relación que debo tener con el Espíritu Santo! Cuando Él entra en el corazón de la persona y vivifica su espíritu, esa persona comienza a ver con claridad y a entender lo que antes no entendía, a caminar en la dirección que no conocía y a sentir el respaldo de Dios, cosa que no sabía, entonces conoce el poder de Dios y vive en un nivel sobrenatural. ¡Los caminos altos y los pensamientos altos de Dios!
La iglesia de Jesucristo está compuesta por personas que han sido perdonadas de sus pecados, lavadas con la sangre de Jesús y guiadas por su Espíritu. Jesús les dijo a sus discípulos: “He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto” (Lucas 24:49). También les refirió: “…recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8).
Para que no vivas una vida chata como si no fueras cristiano, se tiene que despertar tu espíritu; el Espíritu Santo tiene que entrar con fuego de Dios en tu corazón y despertarte a una nueva dimensión espiritual. Algunos no le dan importancia a este tema y viven como cualquier hijo de vecino, no hay fuerza, no hay visión ni poder en sus vidas, pero la iglesia de Jesucristo nació bajo el signo de la presencia poderosa del Espíritu Santo en los creyentes. Los discípulos permanecieron orando hasta el día en que llegó Pentecostés, cuando el Espíritu Santo descendió sobre los que estaban en el lugar, entonces las personas comenzaron a hablar en otras lenguas, a predicar el evangelio con denuedo y a hacer milagros como hizo Jesús, porque el Espíritu que había en Jesús es el mismo que descendió sobre sus discípulos. El libro de los Hechos en la Biblia se dio en llamar Hechos de los apóstoles pero muchos opinan que debió llamarse Hechos del Espíritu Santo ya que uno puede notar que el actor principal en la iglesia en el mundo, es el Espíritu de Dios. Si lees desde el principio al final verás que el Espíritu Santo está en todas partes.
Leemos por ejemplo en Hechos 13: “Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Níger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo”. Saulo era un creyente nuevito que hacía sus primeras armas en el evangelio, el que luego fue llamado apóstol Pablo y escribió varios libros en el Nuevo Testamento. Nos dice Hechos 13: 2: “Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado”. Ellos esperaban ser guiados por el Espíritu Santo y Él que es el autor principal, les respondió.
¿Quién es el que da las directivas y toma las iniciativas en la vida del cristiano? Es el Espíritu Santo, cuando la persona le da libertad de obrar. Pero cuando alguien está lleno de sus planes y ansioso por conquistar lo que anhela, el Espíritu Santo no lo puede dirigir sino que se contrista y se aparta porque Él no somete a nadie; Dios no quiere títeres sino personas que de su propia voluntad y por el amor que le tienen, se sometan al Espíritu Santo, entonces en esa relación de amor su Espíritu alumbra, gobierna e impulsa. Cuando buscaron la guía de Dios, dice Hechos 13:4: “Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre”. No es que fueron porque le vinieron ganas de ir a predicar a ese lugar sino que el Espíritu Santo los estaba llevando. “Y llegados a Salamina, anunciaban la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos. Tenían también a Juan de ayudante. Y habiendo atravesado toda la isla hasta Páfos, hallaron a cierto mago, falso profeta, judío, llamado Barjesús…” Este hombre estaba estorbando la obra que hacían Pablo y Bernabé. “Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijando en él los ojos, dijo: ¡Oh, lleno de todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo de toda justicia! ¿No cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor? Ahora, pues, he aquí la mano del Señor está contra ti, y serás ciego, y no verás el sol por algún tiempo. E inmediatamente cayeron sobre él oscuridad y tinieblas; y andando alrededor, buscaba quien le condujese de la mano. Entonces el procónsul, viendo lo que había sucedido, creyó, maravillado de la doctrina del Señor”.
Pablo se enojó con el hombre. “¡Un creyente no puede enojarse!” dicen algunos. Sí puede enojarse, siempre y cuando esté lleno del Espíritu Santo; si está guiado por su carne, más vale que no se enoje. Si está lleno del Espíritu Santo se puede enojar con el enojo de Dios. Vemos aquí que nada se hacía sin la guía y la dirección del actor principal, el Espíritu Santo. Si se enoja carnalmente y le dice que se va a quedar ciego, no sucederá tal cosa porque no fue el Espíritu Santo quien lo mandó, entonces Él lo deja que se haga cargo de lo que ha dicho. Si no dejas que el Espíritu Santo actúe, Él no te acompañará en lo que hagas. “…la palabra del Señor se difundía por toda aquella provincia. Pero los judíos instigaron a mujeres piadosas y distinguidas, y a los principales de la ciudad, y levantaron persecución contra Pablo y Bernabé, y los expulsaron de sus límites. Ellos entonces, sacudiendo contra ellos el polvo de sus pies, llegaron a Iconio. Y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo” (Hechos 13: 49 al 52).
Donde estaban ellos y ocurriera lo que ocurriera, el Espíritu Santo era el actor principal. En Hechos capítulo 15, Pedro, ante el concilio declaró: “Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros”. La discusión era porque los judíos decían que los gentiles debían circuncidarse si querían participar del Espíritu Santo y del evangelio. “Y después de mucha discusión, Pedro se levantó y les dijo: Varones hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio y creyesen. Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones”.
El imperio romano cayó, también el griego y el medo persa; cayó el imperio asirio y aún Hitler, y todos ellos eran sostenidos con fuerza e inteligencia humana. La Biblia señala que hay sabiduría terrenal, animal y diabólica. La iglesia lleva más de dos mil años siendo guiada por el Espíritu Santo y no hay imperio que la haya podido detener. Observa el poder de la iglesia, observa el resultado del poder del Espíritu Santo en la dirección de la iglesia. Por eso, el libro de Hechos de los apóstoles que muestra el nacimiento de la iglesia de Jesucristo hace un énfasis grande en mostrar cómo era el Espíritu Santo quien guiaba todo. Luego de tanta discusión decidieron enviarles una carta a los cristianos gentiles diciéndoles: “Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien”. Tienes que pedirle permiso al Espíritu Santo a la hora de hacer algo y preguntarle si es que puedes hacerlo o no. ¡Él te guiará en todo! Sé lleno, sé llena del Espíritu Santo en esta hora. Qué Él se transforme en la guía de tu existencia cada día, que los ames y lo respetes como se merece para que te guíe en el camino de Dios.
Leemos en Hachos 16:6 y 7: “Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia; y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió”. Lo que el Espíritu Santo les permitía, ellos hacían, y si no les permitía alguna cosa, no la hacían.
CONCLUSIÓN
Un día le dije a Dios: “Señor, quiero que en mi vida se haga tu voluntad”. A partir de ese día yo perdí el control de mis decisiones y el Señor comenzó a tomarlas por mí. Al tiempo le pregunté enojado: “¿Qué estás haciendo conmigo? ¡No entiendo nada!” Pero Dios no respondía. Para Él fue suficiente cuando le dije que quería que en mi vida se hiciera su voluntad, entonces comenzó a producir circunstancias, también me alejó de determinadas personas y me acercó a otras, y se frustró para siempre mi carrera de arquitecto, pero surgió un pastor. ¡Aún no puedo creer lo que Dios ha hecho conmigo!
Recientemente, una iglesia comenzó a desmoronarse por causa de una crisis que estaba atravesando; el pastor cometió delitos sexuales y la iglesia se quebró. Fuimos unos días con mi esposa al lugar y vimos a la gente destruida, entonces orábamos por ellos y los alentábamos. Viendo eso, me pregunté: ¿Dé donde salió este Jorge si el que yo conocía no tenía tiempo para sentarse con la gente? Cuando dejé a Dios que hiciera lo que quería, Él hizo de mí lo que había pensado. Este es el día en que tienes que decirle a Dios que te llene con su Espíritu ya que no sabes en qué dirección estás yendo con tu vida. Sabe que su Espíritu te va a guiar a toda verdad porque es un Espíritu de verdad y de poder. Mira que se levantarán contra ti y no podrán frenarte porque Dios te da un espíritu de fe, de poder y de victoria que no te permite sentirte fracasado. El Señor te guía sobre los problemas y las circunstancias adversas, pasarás por el fuego pero la llama no arderá en ti y si por las aguas, éstas no te anegarán, cuando pases por el valle de sombra de muerte el Señor estará contigo, su vara y su callado te infundirán aliento, preparará una mesa delante de tus angustiadores y te ungirá con aceite. ¡Dios te llevará de victoria en victoria! No importa si te meten en la cárcel como lo hicieron con el apóstol Pablo por predicar el evangelio, porque la victoria estaba en su corazón y él cantaba himnos allí en prisión hasta que se produjo un terremoto. ¡Dios hará que toda circunstancia difícil se transforme en bendición para ti! ¡Dios hará!
“Extiende tu mano, Señor. Hemos venido de ti. ¿A dónde iremos sin ti, Señor? Preferimos que seas tú nuestro Padre y no el mono. ¡Cuánta gente desorientada que no conoce tu voluntad y cuál es tu propósito! Llena las vidas hoy, Señor, te lo pido en el nombre poderoso de Jesús. Tuyo es el poder y la gloria, Señor. Como hiciste con la primera iglesia hazlo hoy, Padre”.
A ti te digo, renuncia hoy al espíritu de fracaso y sé lleno del Espíritu Santo, deja atrás esa vida de derrota y sé lleno hoy, en el nombre de Jesús. Dile a Dios: “Enciende una nueva pasión por ti en mi vida, Señor, no quiero pasar desapercibido en el mundo. ¡Quiero dejar tus marcas! No quiero obrar bajo la influencia de pensamientos humanos o con fuerza humana, yo quiero conocer tus pensamientos y caminar tus caminos que son más altos que los míos. Lléname Señor, con tu fuego hasta la médula de mis huesos, te lo pido en el nombre de Jesús, amén”.