Dios quiere que entiendas los tiempos.La Biblia señala en varios pasajes: “un tiempo, y tiempos y medio tiempo”. Un tiempo en las escrituras corresponde a un año; y la expresión “tiempo y tiempos y medio tiempo” nos da la pauta de que son tres años y medio, esto es cuando hace referencia al período de la gran tribulación. Dios tiene tiempo para tu vida; yo te aviso que se te acabó uno al terminar este año. 2012 fue un tiempo, ¿y qué has hecho con este tiempo que está finalizando? Pero, te aviso también, que empieza un nuevo tiempo.
Yo me emociono mucho al terminar un año y comenzar otro porque veo los años como oportunidades de Dios para nuestras vidas. No creo en la frase “año nuevo y vida nueva”, pero sí que en el Señor, nuestra vida, nuestros años, tienen un propósito. No creo en eso de que se me fue un año en vano. ¡Qué importante es que tu vida esté en las manos de Dios y en su propósito para que no pierdas tiempo! Muchos son los que andan por el mundo y por la vida perdiendo el precioso tiempo, ya que éste es lo más valioso que tenemos y representa nuestra vida. (más…)
Leemos en Isaías 40:28: “28¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance”.
¿Te imaginaste alguna vez a Dios agobiado sentado en una piedra, diciendo: “Esto me supera”? ¿Te lo imaginas agotado e impotente? La Bibliaseñala que Él no se cansa con cansancio, le llama también el Todopoderoso. Isaías dice que no desfallece, no se fatiga y no hay quien alcance su entendimiento. Y en Isaías 40:29 al 31, leemos: “29El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. 30Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; 31pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”. (más…)
Leemos en Apocalipsis 12:10 y 11: “11Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte. 12Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo”.
Cuando expresa “ellos le han vencido”, se refiere a nosotros los creyentes, los hijos de Dios, quienes dieron sus vidas por su testimonio y vencieron con la demostración de lo que produce la sangre de Jesús sobre los creyentes. Y como satanás fue vencido, ya nunca más pudo acusar, y fue echado fuera porque “ellos” es decir, nosotros, le hemos vencido por medio de la sangre de Jesucristo.
¡No has vencido porque llevas muchos años en la iglesia o porque conoces muy bien la palabra de Dios! ¡No has vencido porque eres sabio o porque tienes muchos músculos y tienes la fuerza de Popeye! ¡No has vencido por ninguna de tus virtudes ni por tu inteligencia! ¡Eres un vencedor por medio de la sangre del Cordero! ¡El poder no está en ti sino en la sangre de Jesús!
Quiero hablarte acerca de la debilidad que envuelve a los creyentes como a los no creyentes que están bajo la autoridad del pecado. El pecado es un poder espiritual que esclaviza a las personas y las debilita a tal punto que les quita toda visión, todo discernimiento o entendimiento espiritual y esos creyentes o no creyentes que están bajo la autoridad del pecado, pelean pero lo hacen como ciegos sin saber a qué pegarle. Pelean pero con sus fuerzas naturales y dicela Bibliaque nuestra lucha no es contra sangre ni carne sino contra poderes espirituales de maldad en las regiones celestes y nuestras armas no son carnales sino poderosas en Dios para destruir las fortalezas del enemigo. (más…)
Leemos en Lucas 9:57: “57Yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré adondequiera que vayas”. ¿Le has dicho alguna vez a Jesús, “te seguiré adonde vayas”? Jesús conocía el corazón de este hombre que le dijo eso, que era muy propenso a actuar o responder por emociones, y le gustaba la comodidad; por ejemplo, a quienes no les gusta comer arroz y tengan que servir a Dios en Haití les va a tocar comer arroz casi todos los días. El primer mes que llegamos a Haití comimos cada día, en el almuerzo y en la cena, arroz con patas de pollo y preparado siempre de la misma manera. Cuando te encuentras con alguien que quiere servir a Dios, que ve el plato de comida y comienza a revolver con el tenedor separando la comida que no le gusta: “El tomate no lo como, esto tampoco…”, el Señor lo mira y le dice lo mismo que le respondió a este hombre de Lucas 9: “…Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza” (Lucas 9:58). Como queriendo decir con esto, que no iba a cumplir con lo que le estaba diciendo y que no estaba dispuesto a renunciar a sus comodidades para seguirlo. Jesús estaba dispuesto a ir donde fuera el Padre, haya cama o no, haya agua o no, Él iba a donde el Padre quería, aunque no tuviese un lugar donde reposar su cabeza. ¡O sea que tienen más seguridad las zorras con sus guaridas y los pájaros del cielo con sus nidos, que el mismo Hijo de Dios!
El hombre se debe haber quedado pensando y posiblemente le habrá respondido: “Voy a orar y ayunar para ver si Dios me muestra que debo acompañarte”.
Lucas 9:59 continúa diciendo: “59Y dijo a otro: Sígueme. Él le dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre”. Este hombre quiso decir que sus padres estaban muy ancianos y no quería abandonarlos, pretendía que Jesús lo aguantara un tiempito, mas el Señor le respondió: “…Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de Dios” (Lucas 9:60). Les llama muertos a los que no pertenecen al reino de Dios, a quienes no conocen a Cristo y no han sido redimidos por su sangre. Si tú no sabes cómo actuar frente a las demandas de Dios en tu vida, lazos familiares te pueden atar para que tú no cumplas con el llamado de Dios. (más…)
Durante mucho tiempo y en muchas oportunidades nos hemos hecho preguntas como por ejemplo: ¿Por qué Dios permite que los cristianos pasemos por determinadas circunstancias? Nos cuestionamos si realmente Dios es justo. La gente pregunta: ¿Por qué Dios permite que le suceda tal cosa a esa persona? ¿Por qué permite que me pase esto a mí? Creemos que somos más justos que Dios pero cuando tú piensas y hablas así, entonces te haces más justo que Dios. No entendemos porque no conocemos la palabra de Dios, la que nos deja bien en claro, desde siempre, que hay cosas que le suceden al justo como si fuera injusto y viceversa. Tú dirás que eso es una injusticia pero no: ¡Eso es parte del plan de Dios! Claro, tú no puedes entender la mente de Dios; solamente amándole podrás aceptar que sus planes son muy diferentes a lo que tú piensas.
Hace muchos años atrás, el Señor dejó asentado en la Biblia lo que escribió el predicador, Salomón, y se encuentra en el capítulo 9 de Eclesiastés, en los versículos 2 y 3: “2Todo acontece de la misma manera a todos; un mismo suceso ocurre al justo y al impío; al bueno, al limpio y al no limpio; al que sacrifica, y al que no sacrifica; como al bueno, así al que peca; al que jura, como al que teme el juramento. 3Este mal hay entre todo lo que se hace debajo del sol, que un mismo suceso acontece a todos, y también que el corazón de los hijos de los hombres está lleno de mal y de insensatez en su corazón durante su vida; y después de esto se van a los muertos”.
Si tú ya sabes esto, ¿por qué cuestionas? Cuando llega el día de la calamidad y golpea la puerta de tu casa, ¿por qué dices que Dios es injusto? Él ya lo había declarado hace mucho tiempo, que un mismo suceso acontece al justo como al impío, al limpio como al no limpio, al que sacrifica y al que no sacrifica, como al bueno, así al que peca, al que jura como al que teme el juramento, les suceden las mismas cosas. ¡Quítate la idea de la cabeza de que a ti no te pasará lo mismo que a los impíos! (más…)
Los que han creído en Cristo Jesús como su Señor y Salvador, han sido llamados para formar parte de una generación de personas que no está limitada, como el resto de la gente que vive en el planeta Tierra, porque Jesús vino a darnos vida y en abundancia. Ésta es otra clase de vida, no la natural, sino eterna y sobrenatural. Para poder tener esa vida sobrenatural debemos creer en aquel que Dios envió al mundo, en Jesucristo, el Hijo del Dios viviente, por lo tanto, la fe, juega un papel muy importante, porque por la fe se entra en esta dimensión, la que el apóstol Pablo llama, la dimensión de la gracia.
Salimos de la dimensión de lo limitado de nuestra mente, para entrar en la mente de Dios, y el apóstol Pablo dijo que nosotros sus hijos, tenemos la mente de Cristo. Salimos de nuestra mente para que ésta esté ligada a la mente de Cristo, salimos de nuestras fuerzas y poder para que éstos estén ligados a las fuerzas y al poder del Todopoderoso. Entonces, salimos de nuestras fuerzas, de nuestros pensamientos y de nuestras obras, morimos a ellas, porque son más fuertes nuestras ganas de hacer las obras de Dios. ¡Ya no son nuestras obras sino las de Dios manifestándose a través de nosotros! ¡Bendito sea Jesús que nos llamó, nos sacó de las tinieblas y nos puso en su luz admirable! ¡Yo me siento bendecido en extremo!
En el mensaje anterior hemos estado hablando acerca del amor, un elemento trascendental e importantísimo, y dije que ninguna obra sirve si no tiene origen en el amor. Todo lo que hagamos, si no proviene del amor de Dios, no sirve para nada, ¡no le sirve a Dios ni a la gente! Dios no está interesado en obras que tienen origen en las buenas intenciones de las personas, sino en sus buenas intenciones. Así que determinamos que no vale la pena hacer nada si no está motivado por el amor. (más…)
He estado en Haití unas cinco semanas… ¡nunca había estado tanto tiempo fuera de la iglesia! Pero fui a allí obedeciendo a Dios y hoy quiero compartir contigo las enseñanzas que Dios me ha dado, porque mientras caminamos con Jesús, aprendemos de Él.
Al margen de todas las cosas que he compartido con la iglesia, de las fotos y videos que hemos publicado en Facebook, Dios ha tenido un trato personal con los que estábamos allí y especialmente conmigo. Ir a Haití a esta altura de mi vida no es un viaje de placer, no es algo que soñé o deseé; lo hice porque Dios me lo demandó y significó enfrentar situaciones que uno podría fácilmente evitarlas. Podría decir que vayan los más jóvenes y aprendan, sin embargo, esa nación vino a ser un desierto para mí, aunque no es lo mismo transitar por el desierto con Dios, que transitarlo sin Él. En ese lugar árido, uno puede florecer aunque no haya agua y puede ver la mano sobrenatural de Dios.
El desierto, especialmente, es un lugar donde comenzamos a depender más de Dios. Cuando te empieza a ir mal y sobrevienen ciertas crisis comienzas a buscar a Dios con todas tus fuerzas. Cuando todo va bien es como que no hace falta, pero si la cosa se pone difícil, comenzamos a clamar: “Dios mío, ¿dónde estás? ¡Respóndeme, bendíceme! ¿Por qué no me escuchas? ¡Apresúrate!” Siempre que atravesé tiempos de dificultad me volví una mejor persona en lo que se refiere a oración.
Tengo un amigo que tiene un llamado de Dios a servirle; él se recibió de agrimensor y siempre ha luchado con el deseo de tener, de ser alguien y al final, después de cuarenta años de haber sido llamado por Dios, nunca ha desarrollado su ministerio. Dios lo ha hecho pasar por momentos terribles y fueron en esos momentos en los que reaccionó y clamó a Él diciéndole: “Si me sacas de ésta, yo te voy a servir”. En una oportunidad iba en un jeep por un camino de cornisa, muy afanado en sus negocios y se salió del camino por lo que el vehículo voló y en ese momento en que estaba en el aire le dijo a Dios: “Si me salvas, te voy a servir”. ¡Y Dios le salvó la vida! En otro momento, a un hijo se le atoró un carozo en la garganta y no había forma de sacárselo; el niño comenzó a ponerse morado, ya se le moría y en ese instante clamó: “¡Dios mío, si salvas a mi hijo, te voy a servir!” ¡El carozo salió al instante! Ahora me contó que llegando al paraje de la Difunta Correa en San Juan, Argentina, un lugar totalmente desértico, le vino un ataque al pecho muy fuerte, se descompuso al punto de no poder manejar, él iba solo con su esposa y en un momento le dijo: “Me voy a bajar”. La dejó en la ruta y se fue a un descampado como cien metros hacia adentro… estaba sudando mucho y con un dolor en el pecho que se hizo cada vez más fuerte… casi desmayándose miró hacia donde estaba su camioneta pero se veía lejos así que no tenía ningún recurso, entonces se desvaneció y cayó al suelo; allí, sin poder levantarse dijo: “Señor, si me libras de ésta te voy a servir”. (más…)