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MI MEJOR AMIGO

INTRODUCCIÓN

A la hora de tener amigos hay que saber elegir. Amar, hay que amar a todos, pero, tener amigos significa, confundir o mezclar corazones. Recordemos la amistad entre David y Jonatán, fue una amistad profunda, tanto, que hay gente que cree que fue un amor homosexual. Pero no. Cuando uno tiene amigos se le pegan cosas de la otra persona, como gestos, modismos, se les pega la misma manera de ver y de pensar. Cuando era joven tuve un amigo que “me hacía gancho”, como se dice, con Marta. En realidad, primero le hizo gancho con otro. En una época nos veíamos casi todos los días por cualquier cosa; tanto es así, que varias veces a mis padres les hablaba igual que mi amigo Alberto, y siempre contaba cosas de él. Entonces mi mamá decía: “¡Ya llegó Alberto Ojeda!”.

A la hora de elegir amigos hay que saber discernir porque a muchos se les pega cosas no tan buenas de los amigos. Por sobre todas las cosas, tus amigos tienen que ser espirituales. Hay una frase que dice: “Dime con quién andas y te diré quién eres”. Puedo saber claramente qué clase de persona eres si conozco a tus amigos. Suelen armarse grupitos de amigos y amigas aun en la iglesia, y se juntan a hablar sobre quién le gusta a quién. Muchas veces les dije a los jóvenes que no les convenía andar con determinada persona y algunos me decían: “Pero es mi amigo. ¿Qué tiene de malo que ande con él?”

Un hermano de la iglesia que estaba colaborando en el encuentro que se realizó en Monte Beraca, al finalizar su tarea, estaba en la disyuntiva de que si se quedaba a dormir en Beraca o se iba a una reunión con amigos. Y decidió ir con sus amigos. Al día siguiente me dijo que se había tomado un vaso de cerveza y que al salir de la reunión le quisieron robar, pero no se acordaba de nada. “¿Te hizo tan mal un vaso de cerveza?” le pregunté. “Bueno, fueron varios vasos de cerveza que tomé”, respondió. Me contó que cuando se despertó estaba en su casa y en su cama, pero no se acuerda qué pasó desde ese momento en el que le quisieron robar. El asunto es que cuando llego a la casa rompió varias cosas, y tuvieron que llamar a su pastora, entonces, a las cuatro de la madrugada, ella estuvo haciéndole liberación por teléfono, y el demonio que lo dominaba empezó a confesar cosas que nunca habíamos imaginado. Para corroborar lo que el demonio había dicho, le pregunté si se había acostado con tal chica y dijo que sí. ¡Mejor hubiera sido quedarse a dormir en Beraca!

A la hora de elegir amigos, elige al Espíritu Santo. Él es nuestro compañero, nuestro consolador, nuestro maestro; es quien pone en nosotros el sentir de Cristo Jesús, el que nos hace pensar como el Señor. El Espíritu Santo es nuestro protector. ¡No hay mejor amigo que el Espíritu Santo! Algunos señalan que se sienten aburridos, que no saben con quién hablar y yo les digo que hablen con el Espíritu Santo. ¡Hazte amigo de Èl!

BUSCA LA SABIDURÍA DE DIOS

Leemos en 1ª Corintios 2: 5 y 6: “…que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios. Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen”. El apóstol Pablo le dijo a los corintios que han sido llamados a hablar con sabiduría, pero no cualquier sabiduría, no la de los principales de este mundo ya que estos hombres perecen. Hay una sabiduría que está deseando llenar tu corazón y esa sabiduría viene del Espíritu Santo. Hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez, éstos son los que han crecido lo suficiente, para poder entender y discernir determinadas cosas de Dios que se corresponden con la madurez.

1ª de Corintios 2: 7 dice: “Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria”. La sabiduría que nosotros estamos llamados a ejercer es oculta. La buena noticia es que si creces llegas a un punto en que comienzas a operar en una sabiduría que va mucho más allá de lo que se le ocurre a un ser humano; por más que haya estudiado ciencias. El tiempo aun no existía y Dios ya había predestinado una sabiduría que estaba guardada para nosotros. Antes que tú nacieras, Dios tenía para ti una sabiduría que el mundo no tiene. Sabiduría oculta, la que ningunos de los príncipes de este siglo conoció. Cuando la Biblia habla de príncipes o principales se refiere a las personas más encumbradas y que más estudios tenían. Los príncipes eran preparados en toda clase de artes, de ciencia y de conocimiento de guerra. Eran los más sabios a la hora de tomar decisiones.

“Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria”. (1ª Corintios 2: 7 y 8) Hay dos clases de sabiduría, la que se mueve en el nivel natural y la que se mueve en el nivel espiritual, y éstas son muy diferentes. Una misma situación observada desde el punto de vista de los hombres y observada desde la perspectiva de Dios se ven muy distintas. ¿Cuál es el peligro que corremos los cristianos? El no poder separar lo que es del espíritu y lo de la carne; la Biblia señala que lo que es de la carne, carne es, y lo que es del Espíritu, espíritu es. Entonces corremos peligro de mezclar lo espiritual con lo carnal o natural. Siempre prediqué que hay dos dimensiones que nada tienen que ver una con la otra. Desde el punto de vista natural tú ves algo, pero desde el punto de vista espiritual ves exactamente lo mismo, pero con otra perspectiva y lo entiendes de otra manera. Cuando estás frente a algún problema, lo ves desde el punto de vista natural y no encuentras salida; pero si lo enfocas desde el punto de vista espiritual te resulta fácil y te das cuenta que hay salida.

Dios tiene una sabiduría revelada; esto significa que Él muestra en determinado momento, determinada cosa. Si tuvieses esta sabiduría no errarías a la hora de ponerte de novio o de novia, y no te equivocarías a la hora de elegir con quién te vas a casar. Tampoco te equivocarías a la hora de hacer negocios o cuando se presenta algún problema familiar, no pensarías que lo más fácil es el divorcio. Desde la perspectiva de Dios no existe esa posibilidad. Porque el Todopoderoso, para quien nada es difícil, Èl, que todo lo puede, lo hará. Y si una vez lo hizo, lo volverá a hacer. El tema es que tú eres quien toma las decisiones, y una cosa es tomarlas en virtud de la luz de Dios, y otra muy diferente es tomarla en virtud de mi propia racionalidad o de mi propio intelecto. ¿Y quiénes son los que se pueden mover en esa dimensión? ¡Los que aman a Dios!

Dice la Biblia: “Antes bien, como está escrito: cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1ª Corintios 2:9). Acceden a esta sabiduría los que aman a Dios. No es para los que estudian más la Biblia sino para los que aman a Dios. No es porque asistes a la iglesia, sino porque amas a Dios. Tú puedes congregarte, sin embargo Dios no es tu prioridad. El que ama a Dios lo tiene como la prioridad de su vida. Y Dios tiene guardadas esas cosas que ojo no vio ni oído oyó, ni se han manifestado en el corazón de los hombres, para aquellos que le aman.

Acostúmbrate a decirle al Señor cada mañana al despertar que lo amas. Dile: Quiero amarte Señor como nunca he amado”. Hay mujeres que dejan a Dios por el amor de un hombre, y hay hombres que dejan a Dios por el amor de una mujer. ¡Son ciegos! Eligen un deporte antes que a Dios, eligen una carrera, un placer o un deleite antes que a Dios. El que ama a Dios se acerca y entra en intimidad con Él. Entonces, a esa persona se le pega los pensamientos y los gestos de Dios; porque Dios se revela al que le ama. ¡Dios le abre el corazón al que le ama! Y Él sabe muy bien si lo amas. Dios no se confunde porque tiene discernimiento. Tal vez tú dices que amas a Dios por sobre todas las cosas, pero a Dios no lo confundes porque Él sabe si realmente le amas o no.

Hay muchas chicas golpeadas por la vida, rechazadas por sus padres. Hay diferentes tipos de sufrimientos; por ejemplo, el papá que golpea a su hija o el padrastro que la discrimina porque es la hija de la esposa, pero no de él. Esa hija sufre de soledad y está buscando ese cariño de padre que le hace falta. Algunas dicen que no han podido correr a los brazos de su padre para contarles lo que les estaba sucediendo y cuando se han acercado se han ido decepcionadas porque el papá estaba muy ocupado, entonces no han podido abrir su corazón, no han podido decirles que tienen miedo, que se sienten muy solas, etc. Por lo que la jovencita comienza a buscar qué hombre podría darle el afecto que está necesitando. Y en la búsqueda de ese afecto hace cosas que no conviene. Ya estuvo en los brazos de muchos hombres, pero aún tiene el alma sedienta porque los hombres no le han dado lo que ella necesitaba. ¿A quién le debería abrir una mujer su corazón? Le abre su corazón a un hombre que después la escracha en las redes para que todo el mundo se burle de ella. ¿A quién deberías abrirle tu corazón? ¿A quién le vas a contar lo que te pasa? ¡Tienes miedo! Tú le tienes que abrir tu corazón a Dios. Humanamente le tienes que abrir tu corazón al alguien, pero tú tienes que abrirle tu corazón a alguien que te ame. Quien te ame te va a cuidar, no te va a difamar ni se burlará de ti.

DIOS SE REVELA A QUIEN LE AMA

A la hora de abrir el corazón, debes abrírselo a alguien que ame. Esto es una réplica de lo que tiene que suceder con Dios. El que mejor te ama es Dios. A Él le puedes abrir tu corazón. Una vez estaba tan mal y no sabía a quién ir. No tenía un pastor que me pudiera aconsejar. Y encontré un versículo que dice: “No creáis en amigo, ni confiéis en príncipe; de la que duerme a tu lado cuídate, no abras tu boca” (Miqueas 7:5). Yo estaba acostado al lado de mi esposa. No me entendían mis padres, no me entendía mi esposa; yo me sentía literalmente desesperado y Dios me habló por su palabra queriéndome decir: “Búscame a mí, porque mejor que yo no encontrarás a nadie”.

“…Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1ª Corintios 2:9) Yo tengo que abrir mi corazón a alguien que me ame. Quien me ama me comprende más, me valora y me cuida; quien me ama no me va a difamar. Y Dios me dice: “Yo tengo cosas que ojo no vio ni oído oyó”. ¿Qué sucede? Que Dios no le abre su corazón a cualquiera. Tú quieres conocer la voluntad de Dios, quieres que baje un ángel del cielo y te hable. Pero lo que te tienes que asegurar es que amas a Dios. Venga un ángel o no, Dios tiene cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni se han manifestado en el corazón de los hombres, las que tiene preparada para aquellos que le aman. Tienen que ser dos que se amen por supuesto. No puedes ir por el mundo contando a cualquiera tus cosas. No puede ser que entres en tal desesperación que comiences a ventilar tus problemas a cualquiera. ¡No puedes estar desparramando tu vida por todos lados! ¡No todos te van a valorar! La Biblia dice que Dios es nuestro refugio y nuestra fortaleza. ¡Dios es nuestro castillo! ¡Él es mi Dios en quien confiaré! Pero a nivel humano, cuando hay intimidad, tiene que haber amor. En el amor hay verdadera intimidad. Hay muchos que entran en intimidad sin amor y eso se llama idiotez. Chicos que le dicen a la chica que recién conocen: “Mándame una foto tuya sin ropa”. Ella cree que entraron en una relación, entonces se saca una foto y se saca otra. Y después la chica queda escrachada en las redes. La verdadera intimidad es la que se da en el amor, y cuando uno ama a Dios entra en intimidad con Él. Dios le abre su corazón a aquellos que le aman. Dios muestra sus tesoros a aquellos que le aman. El primer mandamiento es: “Amarás al Señor tu Dios con todas tus fuerzas, con toda tu mente y con toda tu alma”.

En cuanto a la sabiduría, 1ª de Corintios 2: 10 dice: “Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios”. Nuestro trato con Dios es a través de su Espíritu. Él limpió la vasija de barro que somos nosotros, y sacó el pecado, para poder habitar en nosotros. Dios habita en nosotros a través de su Espíritu Santo. Entonces, la intimidad con Dios es la intimidad con el Espíritu Santo. Yo tengo que amar profundamente su presencia en mi vida porque todo lo que yo pueda tener de Dios en mí, lo tengo a través del Espíritu Santo. Dios revela a través de su Espíritu lo que tiene para mí. Y no se trata de algo que aprendí sino de algo que Èl me reveló. Dios corrió el velo y me dejó ver, y yo entendí porque Él corrió el velo. Es la visión que Dios me muestra a mí, porque yo le amo. Porque yo le amo, Èl me muestra sus secretos.

Uno a veces sabe cosas porque el Señor le muestra. Yo le digo a un muchacho que la chica no le conviene y entonces salen algunos a decir que yo manipulo a las personas y que no me tendría que meter. Más de uno me dijo qué me creo que lo sé todo. Yo no sé todo; yo sólo sé que esa chica no le convenía y veo al joven y sé que es un hombre de Dios. Uno que ha llegado a cierto grado de madurez ve lo que otro que no ha madurado no ve. Yo tengo que tener cuidado para no invadir la privacidad y el libre albedrío de las personas, si no, parece que me enseñoreo de la gente. Uno puede ver que hay personas que no van a andar bien, pero ellos se empecinan que va a andar. La verdad no es lo que yo pienso; la verdad es lo que Dios revela. Y Dios por su Espíritu Santo nos reveló a nosotros esa sabiduría que menciona 1ª de Corintios 2:10 “…porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios”. El Espíritu Santo conoce profundamente lo más escondido de Dios; lo exprime, lo escudriña, lo discierne y lo entiende. ¡El Espíritu Santo conoce todo lo que es de Dios!

El apóstol Pablo hace una comparación y dice: “Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios” (1ª de Corintios 2:11). Yo no sé si tienes tu espíritu dormido, borracho, muerto, no sé; pero hay una cosa que sí sé, que tu espíritu sabe lo que hay en la profundidad de tu ser. Nadie conoce lo que hay en el hombre, sólo el espíritu del hombre y Dios. Nadie conoce lo que hay en el espíritu de otra persona. Porque sólo el espíritu de esa persona sabe lo que hay en ella.

“…Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido” (1ª de Corintios 2: 11 y 12). Esta es una de las revelaciones, un pasaje bíblico que ha bendecido mi vida. Y Dios me dijo: “Mira Jorge lo que yo te he dado”. Nadie puede saber lo que hay en el corazón de Dios. Pero si ese alguien tiene el Espíritu de Dios, ese alguien puede saber las cosas más profundas de Dios porque el Espíritu se las revela. Yo nunca podré conocer lo que hay dentro de tu corazón porque Dios no ha puesto a mi disposición tu espíritu. Dios no ha puesto a disposición mía el espíritu de nadie, tú eres inviolable. Dios no me va a dejar saber lo que hay en lo más profundo de tu corazón porque el Señor te ha hecho como a mí, único, con libre albedrío. Pero, Dios, sí ha puesto a mi disposición su Espíritu Santo. No sabré lo que hay dentro tuyo; trataré de discernir muchas cosas, pero nunca podré penetrar a lo más profundo de tu ser. Pero Dios ha puesto a mi disposición su Espíritu Santo. Claro, si yo no lo amo no será así. ¡Dios no es tonto! ¿Cómo va a poner su Espíritu a tu disposición si no lo amas, si no es la prioridad de tu vida, si tu sueño no es abrazar a Dios? Tú sueñas con abrazar un mejor sueldo, el tener otra casa y lograr muchas otras cosas. ¡Que tu sueño sea abrazar a Dios!

¿Quién podrá separarnos del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro? ¿Lo alto, lo bajo, lo profundo, lo ancho? ¡Nada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús nuestro Señor! “Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1ª de Corintios 2: 12 al 14). Tal vez en otro tiempo pensabas que los evangélicos éramos locos y ahora te contagiaste de nuestra locura. Era locura para ti lo que yo predicaba, pero un día tu mente y tu corazón fue tocado por Dios y lo que para ti era locura vino a ser un tesoro del cual no te quieres soltar. El hombre natural no entiende estas cosas porque se tienen que discernir espiritualmente. “En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo”. Así dice 1ª de Corintios 2: 15 y 16. A través de esta revelación; a través del amor y de esta comunión que nos une a Dios, terminamos pensando como Él piensa. Ya no es nuestra manera de pensar importante para nosotros porque ahora pensamos diferente. Tenemos otra manera de ver las cosas. Nosotros tenemos la mente de Cristo.

CONCLUSIÓN

¿Es el Espíritu Santo tu mejor amigo? ¿Vives emocionado pensando que, en medio de este mundo oscuro, violento e hipócrita, donde ya no puedes creer ni siquiera en las noticias porque están tergiversadas, le puedes creer a Dios? Si tú caminas con Dios, Él te puede advertir y te puede revelar las cosas que tiene guardadas para ti, para que puedas tomar las decisiones que convienen. Dice la Biblia: “…sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria”. Para que brillemos como brilla Cristo.

Tienes que renovar tu pacto con el Dios. Dile: “Señor, no es verdad que te di el primer lugar en mi vida. Siempre estoy esperando que me muestres algo, pero no me muestras. Camino y tomo decisiones en incertidumbre y no en fe. Y me he preguntado qué te pasa Dios, pero me he dado cuenta que tengo que amarte más. Quiero amarte Señor, y quiero entrar en intimidad contigo. Quiero que tú saques a luz esos tesoros que no se han manifestado en el corazón de nadie y me los manifiestes a mí, porque yo me comprometo a amarte”.

No necesitas ninguna otra virtud para que Dios te revele; sólo tienes que amarle. A los que entran en intimidad con Dios, Él sabe cómo tratarlos. Hoy tiene que ser restaurada tu intimidad con Dios. No es por tu linda cara ni por los méritos que hayas logrado. Ningún merito tuyo sirve, pero tu amor por Dios resplandece más que las estrellas. Y Dios tiene ojos para ver esa luz. La luz de los que le aman resplandece delante de sus ojos. Los que hacen la obra de Dios finalmente son los que le aman. Los valientes a quienes Dios usará para hacer su obra son aquellos que le aman. Los que le aman entran en intimidad con Él y son alumbrados por Él. Y los que son alumbrados por Dios hacen lo que el Señor quiere y tienen su respaldo.

Hoy es día de revisar prioridades. ¿Harás de Dios la prioridad de tu vida o seguirás como estás? Pedro negó a Jesús y dijo que no lo conocía; escupió, maldijo, dijo malas palabras para convencer a la gente de que no conocía a Cristo, pero el Señor no le recriminó: “¿Por qué has hecho esto?” Sólo le preguntó: “¿Pedro, me amas?” Pedro dos veces le declaró que lo amaba, y la tercera vez, llorando le dijo: “Señor, tú sabes todas las cosas. Sabes que no te puedo mentir. Tú sabes que te amo”. Allí quedó sellado el pacto entre el Señor y Pedro cuando Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas”. No hay relación más profunda que la relación de amor con Jesús. Es ahí cuando Èl derrama su Espíritu sobre los creyentes que le aman. Y los creyentes comienzan a descubrir los tesoros escondidos que están guardados sólo para los que le aman. No se trata de qué debes hacer con tu circunstancia, sino si amas a Dios o no.

“Señor, queremos entrar en un nuevo nivel de relación contigo. No te vamos a negar que no te hemos amado como tú te mereces. Tú eres nuestro primer amor. Tócanos Señor, queremos amarte, entrar en un nuevo nivel de intimidad contigo y que nos reveles tus verdades, en el nombre de Jesús, amén”.

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MI MEJOR AMIGO

INTRODUCCIÓN

El mundo está muy confundido, y la confusión tiene origen en el hecho de que se está enseñando la mentira como verdad y la verdad como mentira. La gente está confundida, pero la iglesia de Jesucristo no, y sabe que la verdad es un fundamento inamovible, insustituible, sobre el cual podemos edificar nuestras vidas y nuestras familias sin temor a caer, sin temor a los problemas, a las enfermedades y sin temor a la muerte. La iglesia no está confundida porque camina en la luz de Jesús. ¡La iglesia conoce la verdad!

Aunque hay creyentes que tienen temor a quemarse con la verdad, sienten vergüenza de exponer la verdad; tienen miedo al pensar que al alumbrar con la verdad, el mundo se les vendrá encima. Y esos creyentes viven atados; no defienden la verdad sino la conveniencia; es decir, si se quedan callados la van a pasar mejor. Quiero anunciarte que creo con todo mi corazón que se aproxima un año de mucha lucha, pero tengo que decirte también que en la historia de la humanidad nunca la oscuridad pudo erradicar la luz. ¡Nunca la oscuridad venció la luz! Por muy pequeña que sea la luz, siempre va a atravesar las más densas tinieblas, y nosotros los cristianos no estamos en tinieblas. ¡Nosotros vivimos en la luz de Cristo! Cuando Jesús entró en nuestros corazones, disipó la oscuridad de nuestra mente y de nuestros sentimientos. Por eso siempre celebramos la llegada de Jesús al mundo. ¡Cuando vino Jesús, vino la luz! ¡Fuera diablo! ¡Fuera tinieblas! ¡Cristo reina! ¡Él es el Rey de reyes y el Señor de señores! A veces pareciera que la verdad es increíble, o que no hay que creerla, porque la lógica y la razón se resisten a creer la verdad. La razón vive en oscuridad, pero la verdad sigue en la luz. Si en tu mente y razonamientos hay oscuridad, a la verdad no le interesa porque la verdad sigue siendo luz.

Quiero enfatizar en algunas cosas, presta atención porque esto es una advertencia de parte de Dios; el Señor me ha mostrado que muchos van a retroceder y a caer porque no estarán firmes en la verdad de Dios.

Dijo Jesús: “Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz” (Juan 18:37). Nosotros somos los locos que creemos que el Espíritu Santo engendró a Jesús en el vientre de María. ¡Gloria a Dios! Así dice la Biblia, y esto va contra toda lógica. Yo quiero compartir contigo la palabra de Dios porque sé que su palabra es la que nos alumbra. Es la palabra de Dios la que nos saca de las tinieblas. La palabra de Dios fue enviada para que nosotros entremos en su dimensión.

NADA HAY IMPOSIBLE PARA DIOS

Leemos en el evangelio según San Mateo: “El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo” (Mateo 1:18). Conozco una mamá que era muy cuidadosa con su hija y no la dejaba ir a bailes, cuando salía con el novio, la madre iba con ellos; pero un día sucedió que la chica estaba embarazada. La madre confundida decía que no podía ser posible porque ella no dejaba sola a su hija ni a luz ni a sombra, en el único lugar, recuerda ella, que los dejó estar solos fue en el zaguán de la casa. Entonces, el Espíritu Santo descendió a ese lugar y la embarazó. La mujer cree que su hija quedó embarazada milagrosamente…!

Respecto al nacimiento de Jesús y viniendo esto de la lógica y la razón, estamos hablando de algo imposible, pero para Dios no hay nada imposible. Y si la Biblia dice que la virgen María quedó embarazada del Espíritu Santo, nosotros, los locos, levantamos la bandera de la verdad y declaramos que creemos en ella. La verdad no será destruida y nadie la podrá frenar. Hay predicadores cristianos evangélicos que dicen que Jesús fue sólo un hombre y no Dios. Hoy declaramos que en Belén de Judá nació un niño, fruto de la unión del Espíritu Santo y la virgen María. Esto pone un antes y un después en la historia de la humanidad. Si esto es verdad, y es verdad, cambia todo. Porque nació un ser distintivo, un ser humano único, como ningún otro ha habido jamás. Uno de sus nombres es Emanuel que significa, “Dios con nosotros”. El evangelista Juan dijo: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios… Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Juan 1: 1 y 14). Cuando el hombre decidió independizarse de Dios y determinó que iba a tomar decisiones por cuenta propia, cuando decidió por consejo de la serpiente que sería como Dios, si se independizaba de Él, Dios dijo: “Bueno, ustedes lo quieren así. Yo les voy a mostrar las normas”. Entonces puso leyes y determinó que si los hombres obedecían esas leyes tendrían su favor. Pero los hombres, conociendo la ley, no pudieron cumplirla. Dividimos la Biblia en el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento, fue en la época en que Dios puso a prueba al hombre que había decidido vivir por su cuenta y lo ha juzgado por la ley. Eso es el período de la ley, en el Antiguo Testamento.

Pero cuando llegó Cristo, inauguró una nueva etapa en la historia de la humanidad, la etapa de la gracia y la verdad. Somos dichosos de vivir en esa etapa en que Cristo se ha revelado con mucho amor y misericordia. Y con mucha paciencia se ha manifestado para perdonar nuestros pecados y librarnos de nuestras maldades. ¡Gracias Jesús! Existimos como iglesia porque hemos creído en este ser bendito que descendió del cielo, engendrado en el vientre de María por el Espíritu Santo. ¡La iglesia existe por causa de Cristo! ¡Te amamos Señor! Celebramos su venida al mundo. El mundo andaba en tinieblas, pero vino gran luz.

Continuando el relato de Mateo, dice así la palabra de Dios: “Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”.

Nosotros, los que creemos en Jesús, somos su pueblo. ¡Somos el pueblo que ha sido salvado por Jesús! ¡Él ha venido a salvarnos de nuestros pecados! El Señor nos ha sacado de oscuridad y nos ha puesto en la luz. ¡Bendito sea Jesús! Este versículo que te comparto es el inicio de una historia extraordinaria, en la que Dios humillándose se encarna haciéndose uno como nosotros y vino al mundo en forma de bebé. Siempre que la Biblia enfatiza una verdad, la declara como una verdad firme y fuerte. Dos veces dice en estos versículos que lo que había en el vientre de María, fue engendrado por el Espíritu Santo. Y nosotros somos los locos que creemos en estas cosas. ¡Bendita locura! ¡Bendito Dios!

El que cree no lo hace porque es lógico, sino que cree porque Dios se lo ha revelado, y la persona, o lo rechaza, o lo abraza. La verdad es para abrazarla y no para razonarla. La verdad no cambiará su naturaleza; seguirá siendo la verdad. Debo decirte algo importante mi hermano y mi hermana; tú puedes irte al infierno, pero la verdad seguirá brillando porque es más fuerte que tú y que el universo. La verdad es la palabra de Dios, y Jesús dijo: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mateo 24:35). Será deshecho el planeta Tierra; será deshecho el universo, y está profetizado que Dios va a hacer cielo nuevo y tierra nueva pero su palabra seguirá siendo firme. La verdad no tiene que reñir con nada ni con nadie; es absoluta porque es inamovible, resiste el tiempo y la cultura. No es relativa como te han enseñado en la escuela, o la universidad, ¡la verdad resiste todo! Y Jesús afirmó: “Yo soy la verdad” (Juan 14:6). Y por cuanto es la verdad también dijo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. (Juan 8:12).

Es importante que te grabes esto, porque vienen tiempos de mucha oscuridad y de mucha presión política, en la que vamos a ser perseguidos por creer las verdades de Dios. Jesús también dijo: “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca” (Mateo 7: 24 y 25). La iglesia de Jesucristo es columna y baluarte de la verdad (1° Timoteo 3:15). Esto se lo dijo el apóstol Pablo a Timoteo. Y la verdad es Cristo. La iglesia, es decir, nosotros, somos columna y baluarte de Cristo. Esto no es una historia mitológica como dicen algunos. Es la historia de Dios escribiendo su verdad en su palabra.

Y había una virgen, una jovencita adolescente, en un pueblito llamado Belén, pueblo donde había nacido el rey David. Y los profetas habían dicho que ese niño que iba a nacer, era descendiente de David. No fue un hecho que aconteció intempestivamente, sino que fue muy bien calculado por Dios y profetizado minuciosamente, de quién tenía que nacer el salvador, dónde y cuándo tenía que nacer, porque Dios no anda “payando”, sino que hace las cosas planificadamente. Continúa diciendo el relato de Mateo 1:22 y 23: “Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros”. Esto de Dios es con nosotros es desde que Jesús nación en Belén y hasta el día de hoy. ¡El Señor está vivo! Hace más de dos mil años y hasta este día, la venida de Jesucristo significó: Dios con nosotros. Él vino del cielo y vive con nosotros y en nosotros.

JESUCRISTO, LA VERDAD

Creemos verdad, predicamos verdad y nos afirmamos en ella. Caminamos firmes porque la verdad es un fundamento inamovible. Jesucristo es el Hijo del Dios viviente y es nuestro Salvador. ¡Él es Dios con nosotros! La iglesia es columna y baluarte de la verdad, pero tristemente, los cristianos gastan poco tiempo en leer la Biblia. Necesitamos entender que si vamos a atravesar los tiempos que vienen tendremos que leer la palabra de Dios y abrazarla.

Te voy a compartir otro capítulo de la verdad que se encuentra en Mateo 2: 1 y 2: “Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle”.

Así como sucedió con los magos de oriente, el Señor visita a las personas en donde éstas estén, les enciende una estrella, y los trae el evangelio, los trae a la verdad. Ve tú a saber a qué religión pertenecían estos tres magos de oriente, pero de alguna manera Dios se les reveló; ellos contemplaban las estrellas y así supieron acerca de Jesús. Dios tiene estrategias que ni te imaginas para traer a esa persona dura a los pies de Cristo. En aquel tiempo, algunas civilizaciones transformaban en divinidad a sus reyes, y si eran divinidad, debían ser adorados. Nunca digas que tu hijo o que tu nieto es divino; no trates de divina a ninguna otra persona porque sólo Dios es divino y sólo Él debe ser adorado. Cuando viene la luz y la verdad, y tu razón no tiene nada que ver en esto, cuando se hace la luz en tu interior, tú sabes quién es Cristo, entonces te postras y le adoras. Y los tres magos de oriente llegaron a donde estaba Jesús y lo adoraron. No sabían nada de la ley ni de la historia judía, pero supieron que había nacido un Rey en Belén. Fíjate que llegaron a una aldea tan pequeña, un lugar tan humilde; ¿cómo podía ese niño ser el Rey del universo? Les había sido revelado y la verdad se había apoderado de ellos. No es que la gente tiene que entender; las personas tienen que ser alumbradas. La luz de Cristo tiene que brotar de ti y el amor del Señor tiene que llegar a los que te rodean.

¡Todo el mundo necesita saber que Jesucristo es el Hijo del Dios viviente! Todos deben saber que Él es Emanuel, Dios con nosotros. Todo el mundo debe saber que Jesús es el salvador, quien nos salva de nuestros pecados. Se trata de conocer la verdad mediante la revelación. Tú no sabes cómo, pero la verdad llega al corazón por más que la persona sea dura; la luz de Dios viene y atraviesa sus entrañas. Tú no podías creer pero vas a creer. La fe se está perfeccionando y estás comenzando a entender que Jesús no es uno más sino que es el Rey de reyes y el Señor de señores, el Hijo de Dios en la tierra. “…Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él. Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo” (Mateo 1: 2 al 4). Todos sabían dónde iba a nacer Cristo; los principales sacerdotes y los escribas. “Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta: Y tú, Belén, de la tierra de Judá, no eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; porque de ti saldrá un guiador, que apacentará a mi pueblo Israel”. Esta profecía se encuentra en Miqueas 5.2: “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad”. Siglos antes, ya los profetas dijeron que esto sería así.

“Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella; y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore” (Mateo 1: 7 y 8). ¡Herodes estaba furioso! Pensaría: “¿Quién es éste que va a usurpar mi reino?” Fue el cristianismo el que hizo caer al imperio romano. Los magos se fueron a Belén y allí encontraron al niño; no era diferente a los otros niños, no estaba en un palacio, sus padres no eran príncipes, pero cumplían con las normas de Dios. Ellos pertenecían al linaje de David.

Continuando el relato de Mateo 1, dice así la palabra de Dios: “Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra”. ¿Crees tú esto? Mira, la Navidad no es una celebración que Dios ha ordenado. Yo no creo que Cristo nació un 25 de diciembre, pero celebro que haya una época del año en que recordamos esta historia que para algunos es una tontería, al menos para los laicistas, por eso quitaron todo lo que tiene que ver con lo religioso y declararon que es una fiesta de la familia. Casi cien años han pasado desde que se determinó que la Navidad es una fiesta secular de la familia. Pero nosotros seguimos celebrando el nacimiento de Jesús. ¡La historia de Cristo no la borra nadie! Nosotros gritamos al mundo en esta época: “¡El Rey nació!” Él es Dios con nosotros y aún sigue teniendo misericordia de la humanidad, todavía perdona pecados y sigue siendo el Salvador del mundo. Creer en esto me ha hecho una persona firme y he vencido temores, también venceré lo que venga, pero no me voy a soltar de la verdad.

CONCLUSIÓN

Cristo nació en Belén conforme a lo que declaró Dios en Miqueas 5:2 e Isaías 7:14: “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel”. Todo estaba claramente profetizado y advertido para que hoy tú creas. No te avergüences de la verdad. Jesús dijo: “Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, y en la del Padre, y de los santos ángeles” (Lucas 9:26).

Que no te gane la vergüenza, la timidez o el temor. Sé valiente y habla la palabra de Dios a tu familia, a tus amigos y a toda persona porque ellos tienen que saber de Cristo para que sus pecados sean perdonados, para que sean salvos y tengan vida eterna. Debemos terminar la gran conquista que resta, entonces Cristo vendrá pronto. La Navidad no es una celebración más, sino un recordatorio de que Dios no ha abandonado al mundo y sigue ofreciendo su misericordia a todos.

En este momento, el Señor quiere darle la oportunidad a quienes no han tomado en serio a Jesús. Quizás no te ha importado mucho la historia del nacimiento de Jesús y es sólo eso para ti, una linda historia. Hoy tienes que aferrarte a la verdad; tienes que aferrarte a Cristo y darle la oportunidad de que cambie sustancialmente tu vida. No es problema si tienes conflictos en el matrimonio porque si tienes a Cristo, con Él, los problemas se desvanecen. Yo tengo algo más firme que los problemas y las preocupaciones, tengo a Cristo. Pasaron más de dos mil años y sigue aquí entre nosotros y está más firme que nunca. No se trata de pedirle a Dios que te dé esto o lo otro, sino que le digas a Jesús que entre en tu corazón.

Aprovechando estas fechas tan especiales, tal vez debas acercarte al Señor y decirle: “Creo en ti Jesús. Tal vez he creído a medias o descuidadamente, pero sé que quieres que yo asuma hoy un compromiso contigo de por vida y que me la juegue por ti. Te doy mi vida Señor. Perdona mis pecados y límpiame de mis maldades. ¡Sálvame, Jesús! Perdóname Señor, porque te seguí pero me aparté, te recibí pero después te eché, te recibí pero abracé el pecado. Hoy te pido perdón. Líbrame Dios y sálvame, te lo pido en el nombre de Jesús, amén”.  

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MI MEJOR AMIGO

INTRODUCCIÓN

La mente funciona como un músculo; si ésta no se estimula se atrofia, por lo que la mente debe ser utilizada y correctamente alimentada, y vuelvo a decir, funciona como un músculo, si no se usa, se atrofia. Hay personas que no usan la mente sino se guían por lo que sienten; actúan por impulso según lo que sienten y no piensan. Pero en la Biblia encontramos que no es importante lo que se siente sino lo que se piensa. Leemos en Proverbios 23:7: “Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él”. Esto significa que, de acuerdo a como una persona piensa así es; dicho de otra manera, las personas son como piensan, o, lo que piensas determina lo que eres. Hay una unidad significativa entre lo que piensas y lo que eres; no por lo que sientes sino por lo que piensas. Así que es muy importante pensar.

Hoy quiero hablarte acerca del término meditar, y esto tiene que ver con pensamientos. ¿Es bueno meditar? Hay alguno que medita cómo matar a la suegra o cómo vengarse; hay quienes meditan en lo malvado que es Dios. Meditar es bueno cuando uno usa pensamientos correctos y deseos buenos; es malo, cuando cavilamos maldades. Meditar es pensar atenta y detenidamente sobre algo, puede ser malo o bueno. Si estoy pensando atenta y detenidamente en algo o en alguien, entonces estoy meditando. Definiéndolo de otra manera, meditar, se trata de una práctica en la cual el individuo entrena la mente.

CAMBIA TUS PENSAMIENTOS, Y CAMBIARÁ TU VIDA

A algunos no les gusta pensar, pero la mente debe ser entrenada. Algo más interesante es que, meditar induce un modo de conciencia. O sea que la persona voluntariamente induce sobre sí misma un cierto estado de conciencia. Algunos tienen la conciencia podrida; otros tienen la conciencia muy sensible y hay que ver cuándo la conciencia es sensiblemente buena y cuando es mala. Todo tiene que ver con la mente. Nuestra vida nos identifica a través de lo que pensamos. En realidad, lo que pensamos nos lleva a hacer lo que hacemos, lo que determina quienes somos.

¿Qué es lo que piensas habitualmente? Si vives amargado o triste, eso tiene que ver con cosas que piensas que se mezclan con lo que sientes. La vida de los pensamientos en la Biblia es muy importante; la palabra de Dios no dice que el hombre debe dejar sus sentimientos, más bien dice en Isaías 55:7: “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar”. Tampoco dice el Señor que sus sentimientos son más altos que los nuestros, sino que dice: “Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.

La Biblia le da un lugar predominante a la vida de los pensamientos, por lo que decimos que hay vida en nuestros pensamientos o hay muerte. ¿Dónde hay que meditar o cuando se puede meditar? ¿Hay un lugar especial para hacerlo? ¿Se puede meditar mientras estás realizando alguna tarea? ¡Sí! ¿Puedes meditar en tu cama? ¡Sí! A veces estamos meditando y ni siquiera nos damos cuenta; por ejemplo, vas en el ómnibus y todos te ven carita de bueno, pero tú vas meditando cómo puedes hacer para estrangular a cierta persona. ¿Con un alambre o con una soga? Es una cuestión muy habitual el meditar. Pero hay una meditación que es superior y otra que es nefasta. Meditar es ejercitarse en pensamientos, es hacer ejercicios con los pensamientos.

¿Quisieras que las cosas mejoren sustancialmente en tu vida? La gente espera que las cosas cambien o que los tiempos mejoren, pero lo cierto es que nuestra vida se desarrolla en función de nuestros pensamientos. Lo que estás viviendo no es culpa de otros porque tú tienes capacidad para salir adelante a pesar de los otros. Dios te ha dado facultades; y uno no es cómo lo hizo su padre y su madre, como lo hizo su barrio o el paisito en el que vive. ¡Uno es como piensa! Tal cual uno piensa, así es. Significa que, para que cambie sustancialmente para mejor mi vida, yo tengo que cambiar sustancialmente mis pensamientos para bien. Mis pensamientos correctos me ayudarán a mejorar mi situación y mi futuro. Si sigues pensando como lo estás haciendo ahora, las cosas continuarán siendo igual. ¡No puede haber cambios si no cambias tus pensamientos! Las cosas van a cambiar cuando cambies tus pensamientos; las cosas van a ser mejores, cuando tus pensamientos sean mejores.

Hay personas que tienen meditaciones erradas movidas por malos pensamientos y sentimientos, entonces, algunos se dedican a meditar en sus desgracias. ¡Desde que nací no he hecho más que sufrir! ¡Mi mamá no me quiso! ¡Mi papá no me abrazaba! No han hecho nada por superar ese dolor y viven meditando en eso todo el tiempo. Tu papá nunca te abrazó, nunca te mostró afecto, y además se murió. Por lo visto serás infeliz toda tu vida…. ¡Pero puede cambiar algo dentro tuyo a pesar de las circunstancias exteriores y a pesar de lo que has vivido en el pasado!

Una vez entraron ladrones a mi casa y si no le entregaba ese problema a Dios, todos los días sufriría pensando que iban a venir ladrones a mi casa nuevamente. Andaría meditando en el mal. Y hay personas que viven meditando acerca de una circunstancia que han vivido; que si los asaltan, que si los matan. Claro que te pueden arrebatar algo, pero no puedes andar por la calle como un desquiciado. Claro que alguien puede apuntarte con un revólver y peor aún dispararte provocándote daños, pero no puedes estar meditando en el mal todo el día. No puedes estar meditando en la desgracia; no debes vivir pensando en la escasez. Tú tienes que tener pensamientos buenos. Dios te ha dado pensamientos para prosperar. Dice la Biblia que Dios te ha dado facultad para hacer riquezas.

Yo no sé cómo piensas tú, pero yo pienso como dice la Biblia. Yo digo que Dios me ha dado facultad para hacer riquezas y trabajo dentro de ese pensamiento. No temo por el mañana, que me quede sin trabajo, que no tenga dinero, que mi esposa me abandone porque quede desempleado. Así algunos hacen elaboraciones de fracaso. Nuestras meditaciones deben ser correctas para que nuestros pensamientos sean afirmados y nuestra vida sea victoriosa; que vayamos avanzando sin temor hacia el futuro y sin aferrarnos a los dolores del pasado.

Hay otros tipos de meditaciones malas como el yoga, la meditación trascendental, meditaciones hindúes, etc. Algunas son muy extremas en el sentido que te llevan a eliminar los pensamientos de tu mente, te llevan a poner la mente en blanco. Es peligroso poner la mente en blanco porque eso atenta contra algo esencial que Dios nos ha dado a los seres humanos como la conciencia, el dominio propio, el estado consiente.  Si yo pongo en blanco mi mente, salgo de mi estado consciente y me sumerjo en un estado de inconsciencia, soltando el libre albedrío que Dios me ha dado, dándole cabida a demonios que se meten en mi cabeza y producen pensamientos, sentimientos y deseos ajenos a mí. ¡No te metas en eso! Para que dejes de pensar cosas que te afligen, algunas meditaciones traen un cierto alivio, pero es engañoso. Hay personas que viven atormentadas por temores, o algún sentimiento negativo. Entonces te sientas dos horas pensando que eres una mariposa, te concentras en eso y te ves volando de flor en flor. Bueno, mejor pensar que eres una mariposa volando en libertad y disfrutando de las flores, y no pensar en que eres una mariposa a la que le dan un palazo y la matan. Dios quiere que vivas en un estado consiente y tomes decisiones consientes. No vas a poder excusarte delante de Dios diciéndole que estabas inconsciente cuando lo hiciste. Tú no debes tomar bebidas alcohólicas porque el alcohol te saca de tu estado consciente. Las personas en estado de ebriedad dicen y hacen cosas que no se animan cuando no están alcoholizados. Pierden su dominio propio y los demonios se apoderan de esas personas que por causa del alcohol se vuelven violentos y dicen cosas que no dirían ni locos en estado consciente. Digamos que ciertas meditaciones, son más o menos como estar ebrios. Dejas de ser dueño del control de tu vida y Dios quiere que tengas el control. Cuando el Espíritu Santo viene a tu vida te da dominio propio. Cuando una persona está drogada, también deja su estado consciente. La meditación te introduce en un estado alterado de consciencia. Dios te quiere con los cinco sentidos bien alerta; quiere que tus pensamientos generen bendición y que te vaya bien. Y Dios quiere que medites en su palabra.

¿QUÉ PIENSAS?

Hay meditaciones que son perversas y erradas y debemos aprender a sacar de nuestra mente esos pensamientos de fracaso, de angustia y de rechazo. Tengo que meditar en esas cosas que me sacarán de mis pensamientos incorrectos y me introducirán en los pensamientos correctos. Los pensamientos de Dios tienen vida de Dios. Jesús dijo: “Mis palabras son Espíritu y son vida”. Las palabras componen pensamientos. Cuando Jesús hablaba, hablaba palabra de Dios y Espíritu de Dios entraba en las personas. Los pensamientos de Dios provienen de su palabra y esa palabra de Dios tiene vida espiritual, y la vida espiritual es la mismísima vida de Dios operando en ti. Dios entra a ti por medio de su palabra y de sus pensamientos. ¿En qué debo meditar entonces? ¡Debo meditar en la verdad!

Sófocles, filósofo griego, dijo que la verdad vence a la razón. Podrás tener razonamientos extraordinarios con una lógica extraordinaria y convences a cualquiera, pero si no hablas la verdad, estás engañando. La verdad es esencial. Y Jesús declaró: “Yo soy la verdad”. La lógica del hombre no es nada en comparación a la verdad y la verdad no es difusa; la verdad es una persona y esa persona es Cristo. En Jesús está la verdad de Dios; en Él están los pensamientos de Dios, su poder y su gloria. Y el Señor quiere enviarnos su Espíritu para que tengamos su presencia.

Qué triste cuando gastamos tiempo mirando novelas que nos hacen pensar pavadas; triste cuando cruzamos la calle mirando el celular. La gente conoce más las aplicaciones del celular que a su familia y miran más la pantalla del celular que la cara de su cónyuge o de sus hijos. Todas las cosas en las que nos concentramos generan en nosotros, pensamientos. Meditar significa ejercitar nuestra mente y nuestro pensamiento en esas cosas en las que nos concentramos. Si la Biblia te aburre, mal te veo. ¿De dónde vas a sacar verdad? ¿De dónde vas a sacar fuerza y poder de Dios? La fuerza, el poder y la vida de Dios están en la palabra de Dios; la cual te enseñará en qué tienes que meditar. Leemos en el Salmo 104:31 al 34: “Sea la gloria de Jehová para siempre; alégrese Jehová en sus obras. Él mira a la tierra, y ella tiembla; toca los montes, y humean. A Jehová cantaré en mi vida; a mi Dios cantaré salmos mientras viva. Dulce será mi meditación en él; yo me regocijaré en Jehová”. Esto significa que te despiertas y el primer pensamiento que te viene es importante ya que eso habla de tus prioridades, como alguna preocupación, cosas que te afligen o te demandan atención. El primer pensamiento sugiere algo que estuvo dando vueltas en tu inconsciente mientras dormías. Así que te despiertas a la mañana y el primer pensamiento que te viene es el Señor, entonces dices: “¡Bendito sea tu nombre! ¡Te amo Dios!” No te despiertes pensando qué vas a hacer de comer hoy, o en esa deuda que te tiene preocupado; antes de abrir tus ojos, que tu primer pensamiento sea Dios. ¡Tu Dios es más grande que tus problemas! El centro de tu satisfacción debe ser Dios y no tu problema. Y si tienes conciencia del Dios que tienes comienzas tu día alabándolo y engrandeciendo su nombre. “Dulce será mi meditación en él; yo me regocijaré en Jehová”. Esto es meditar en Dios.

¿Quieres que te vaya bien? ¡Que tu meditación sea Dios! Medita en la verdad porque algunas circunstancias te dicen que Dios se olvidó de ti. Si conoces la Biblia dirás: “Yo sé que tú nunca te olvidas de mí. Así como dice tu palabra yo estoy en la palma de tu mano”. Tú meditas verdad. Hay circunstancias que te dicen a gritos que Dios es injusto porque no tendrías que estar viviendo lo que estás viviendo. Pero tú que conoces la verdad, te despiertas a la mañana y le dices a Dios: “Señor, tú eres justo”. Y eso te da paz. Tu fe en Dios y en su verdad es el principio del crecimiento de la bendición, de la prosperidad y la solución de tus problemas. ¿Cómo esperas que Dios haga justicia cuando tus pensamientos gritan en tu cabeza que Él es injusto y no se cuerda de ti? Piensas mal y hablas mal del Señor. Dios es como dice que Él es no como tú piensas que es, ni cómo piensan los demás que Él es. Dios es quien dice que es en su palabra, la Biblia; y Él declaró que ha extendido su misericordia sobre ti.

Medito en Dios y medito en sus obras y sus obras son magníficas, y han sido hechas para nosotros. Nos puso en la tierra sobre toda creación y en la eternidad seremos reyes y sacerdotes del Dios Altísimo. Dice la Biblia que estaremos sobre los ángeles. Los ángeles son servidores de Dios a nuestro favor y nosotros somos hijos de Dios, príncipes del Rey. Dios ha pensado hacerte príncipe y princesa para reinar juntamente con Cristo en la eternidad. ¡Maravilloso es el Señor y maravillosas son sus obras! Meditar en la verdad de Dios te hace una persona de bien y te hace caminar con Él. Dios no revela su corazón a los que no le aman. ¿Abrirías tu corazón a alguien que te trata mal y habla mal de ti? ¡Dios tampoco! A quien piensa bien de Él y le ama; a quien se deleita en sus obras, Dios le revela sus verdades. Por eso es lindo caminar con Dios. Y es bueno que tu primer pensamiento en la mañana y el último antes de dormir sea para Dios.

 Él es justo aunque a ti a veces te parece que no lo es. Dios es perfecto. Él es Santo y quien reconoce su santidad, reconoce la verdad acerca de Él. ¡Cómo se deben retorcer los demonios cuando declaramos que Dios es Santo, Santo, Santo! ¡El infierno se estremece cuando tú le expresas tu amor a Dios y lo adoras! Los que amamos a Dios destruimos las fuerzas del enemigo dándole alabanzas al Señor. Abrimos nuestra boca para publicar la verdad de Dios. ¡Él es Grande! ¡Dios es Poderoso! ¡Él es amor! ¡Dios es misericordioso! Por medio de este mensaje estás meditando en Dios y en sus grandezas, y el Señor está lavando tu corazón.

Leemos en el Salmo 77:12: “Meditaré en todas tus obras, y hablaré de tus hechos”. ¿Qué es lo que recuerdas y te aflige del pasado? Un día estuve al borde de la muerte, pero Dios me libró; y meditando acerca de lo que el Señor hizo en mí, hablo de sus hechos y me regocijo en Él. Estaba acostado y de repente comienzo a sentir un dolor muy profundo en mi pecho. En ese entonces no teníamos trabajo, no teníamos dinero ni cobertura médica, y yo no aguantaba más ese dolor que cada vez se hacía más agudo. Me entré a desesperar porque no sabía qué hacer ni a donde ir. De pronto me tiré al suelo y le pedí a mi esposa que orara porque sentía que me moría. Cuando vi que me estaba muriendo le dije al Señor: “Dios, si me voy a morir acá, moriré alabándote”. Y comencé a declarar: “¡Gloria a Dios! ¡Aleluya!” En un instante desapareció el dolor. Nunca me hice ver por ese tema ni pregunté qué habrá sido. Pero nunca olvidé que estuve al borde de la muerte y Dios me libró. Pero no me acuerdo de eso como un momento de aflicción, sino que recuerdo que Dios estaba conmigo y me guardó para que yo hiciera la obra que estoy haciendo hoy. No traigas a memoria cosas amargas y tristes. ¡Cuenta las obras que Dios ha hecho en ti!

Cuando fui a la ciudad de Concordia, se me acercó una mujer y me dijo que hacía muchos años, su esposo la había abandonado y no había manera de que ella se pudiera recuperar. La mujer tenía una raíz de amargura que no podía dormir y entonces comenzó a escuchar el programa radial que teníamos a la madrugada. Ella me contó: “Usted sabe que yo estaba tan mal y lo escuche decir: Tú, mujer, que no puedes vivir porque no has podido perdonar al hombre que te abandonó. ¡Lo tienes que perdonar!”. La mujer escuchó eso y le entró convicción de pecado, entonces se arrodilló y comenzó a orar pidiéndole perdón a Dios y decidió en ese momento perdonar a su marido. Cuenta que la opresión se le fue en un instante y de esto hace más de veinte años, y yo me acabo de enterar. Ojalá algún día puedas decir: “Cuando recibí este mensaje mi vida cambió. Yo creí y dejé de hablar con amargura y odio, dejé el resentimiento y empecé a vivir una vida de alabanza y gratitud a Dios. Ese día entendí que el Señor es grande, bueno y poderoso. Entendí que Él estaba a mi favor. Entendí que envió a su Hijo amado, quien murió en la cruz del calvario por mí porque yo estaba condenado. ¡Jesús dio su vida por mí para salvarme! ¡Grandes y maravillosas son las obras de Jehová! ¡Me alegraré y me gozaré en Él!”

Un día se le cerró el pecho a mi hija más chica que tenía meses de vida, estábamos en la misma situación que te mencioné antes, sin trabajo, sin dinero ni cobertura médica. Recuerdo que esa noche tomé a mi hija y comencé a caminar de un lado a otro orando por ella. Era algo casi inconsciente lo que estaba haciendo, pero estaba confiando y esperando que Dios iba a sanar a mi hija. Caminé con mi hijita en brazos, sintiendo como le costaba respirar, de un lado a otro de la habitación toda la noche, de pronto comenzó a respirar mejor cada vez. Hoy mi hija sirve a Dios y a veces cuando la veo recuerdo lo que había pasado esa noche. Y no recuerdo con amargura lo que aconteció ni pienso que mal se portó Dios conmigo. Yo me acuerdo de eso y alabo a Dios porque Él salvó a mi hija de la muerte para alegrarnos a Marta, a mí y a todos los que la rodean. Recuerdo sus días de adolescente cuando llegaba y daba un portazo diciendo: “¡Aquí llegó la alegría de la casa!” ¡Bendito sea el nombre del Señor!

CONCLUSIÓN

Lo que comemos todos los días es gracias al sol que Dios nos dio; eso es fruto del gran amor y de la gran misericordia del Señor sobre nosotros. No digas que Dios es injusto cuando merecías condenación eterna y Él envió a su Hijo Unigénito a morir en la cruz del calvario para que tus pecados sean perdonados, para que tu culpa sea quitada y pases de un estado de condenación a salvación eterna. ¡Cómo vas a pensar que Dios no se acuerda de ti! ¡Cómo puedes pensar que Dios es injusto! Deja ya de ser una persona negativa y quejosa. El Señor te dice hoy: “Medita en mí, medita en mis obras y vas a ver resultados maravillosos”.

El Salmo 119: 27 dice: “Hazme entender el camino de tus mandamientos, para que medite en tus maravillas”. Los mandamientos de Dios son maravillosos. En el Salmo 1 leemos: “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche”.

Sabia es la persona que medita en la ley de Dios. Y hoy has aprendido que debes meditar en Dios, meditar en sus obras y en sus mandamientos. Anteriormente dije que Sófocles afirmó que la verdad vence a la razón. Y Jesús declaró: “Yo soy la verdad”. La ley de Dios, la palabra de Dios, es la verdad, y ésta supera todo. Estoy seguro que más de uno tiene que pedirle perdón a Dios por quejarse tanto; estoy seguro que hay gente que lo apura a Dios: “¿Cuándo lo vas a hacer? ¿Por qué no lo haces?” Hay quienes aún guardan rencores y resentimientos en su corazón.

Tú necesitas meditar en la verdad de Dios, en todo lo que es bueno, en todo lo que es justo, en todo lo honesto. No gastes tanto tiempo con el celular, en programas de televisión o en cosas que te distraen. Invierte tiempo en meditar en Dios, en leer su palabra y alabarle. Si te aburre la palabra de Dios pídele que trasforme tu corazón. El rey David consideraba que la palabra de Dios era lo máximo que él aspiraba. ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca”. David se deleitaba en la ley de Dios y nunca fue vencido en la guerra. El Dios de David también es tu Dios. El deleite de David no eran las victorias que conquistó en las guerras, sino que Dios era quien adiestraba sus manos para la batalla. Lo más excelso de David fue que él no se cansó de bendecir el nombre del Señor.

¿Quieres tener una vida de éxito? No confíes en tus razonamientos porque éstos te hacen perder. Tus razonamientos son soberbios. Mejor deléitate en Dios, apóyate en el Señor y camina con Él. Medita cada día de sus maravillas, reconoce sus grandezas y alábalo.

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MI MEJOR AMIGO

INTRODUCCIÓN

Dios ha inquietado mi corazón y tengo la necesidad de parte del Señor de comunicarle a la iglesia con toda crudeza y certidumbre una advertencia, y se trata de que aquellos que no estén arraigados en la palabra de Dios serán zarandeados, caerán, y muchos se perderán, y no te servirán de nada los diezmos y las ofrendas que has puesto o si has asistido a la iglesia. El sustento de tu vida eterna es la palabra de Dios. Dijo el apóstol Pablo: “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría…” (Colosenses 3:16). Así dice la Biblia en Hebreos 4:12: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”. Al decir que es viva, se complementa con lo que dijo el apóstol Pablo al referirse a que la palabra de Dios more, o sea, viva en abundancia en nosotros. Dios requiere templos vivos, y esos somos nosotros, pero también requiere ese lugar vivo para hacer morar ahí su palabra viva.

¡ADVERTENCIA!

El mundo será terriblemente sacudido y muchos que no conocen bien la palabra de Dios o aquellos que tienen miedo y no se aferran a la palabra de Dios, serán perseguidos y matados. Muchos se perderán. Porque el ancla de la vida es la palabra de Dios. Leemos en Juan 3:31: “El que de arriba viene, es sobre todos; el que es de la tierra, es terrenal, y cosas terrenales habla; el que viene del cielo, es sobre todos”. Aquí queda claro que Jesús viene de arriba, y este versículo también nos sugiere que hay quienes vienen de abajo. Aquí el Señor hace una diferencia entre la naturaleza que Él tiene y la naturaleza que tenemos nosotros los terrenales. Hay una diferencia de sustancia, hay una diferencia en la naturaleza de lo que el Señor es y lo que nosotros somos; y también hace un énfasis en cuanto a lo que habla el que viene de arriba y lo que habla el terrenal. Si yo dijese: “Sea la luz” nada sucede; ahora, Dios dijo: “Sea la luz” y surgió la luz. Todo estaba oscuro, desierto, vacío y en caos; no había nada de luz, ni siquiera un resplandor. No había sol, luna ni estrellas, tampoco había lumbre. Mas Dios dijo: “Sea la luz” y fue la luz.

Yo puedo decir lo mismo que dice Dios y no pasa nada, pero si el Señor habla, suceden cosas extraordinarias. La palabra puede ser la misma, pero, una cosa es si esa palabra sale de la boca de Dios y otra si sale de nuestra boca. La raíz de las palabras terrenales está en el corazón de los hombres y la raíz de las palabras celestiales está en el corazón de Dios. Jesús, refiriéndose a sí mismo dijo: “Y lo que vio y oyó, esto testifica; y nadie recibe su testimonio” (Juan 3:32). El Señor dice aquí que Él no habla por su cuenta, sino que habla lo que ve y oye de arriba, del Padre. El gran poder de Jesús radica en que Él habla lo que el Padre habla. Jesús dijo: “El que me ama, mi palabra guardará…El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió” (Juan 14:23-24). Hay una diferencia abismal en cuanto a la sustancia y al poder de la palabra de Dios.

Por eso dije que el Señor ha inquietado mi corazón porque los que se sustenten en palabras terrenales, serán abatidos en el tiempo que viene. Aquellos que se sustentan en palabras terrenales no cumplen la voluntad de Dios y no hacen su obra. Pero Dios hace cosas extraordinarias con aquellos que creen en Cristo Jesús. Dice la palabra de Dios en Juan 1: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”. Aquí se une el hombre a Dios y comienza a disfrutar de una naturaleza que no tenía, y del poder que opera en la palabra de Dios que sale de la boca del hombre.

Muchos se sustentan en su orgullo; son brabucones y bocones porque son creídos; en cambio, hay muchos que son bravos porque tienen fe en Dios y cuentan con su poder. Tienen el respaldo de Dios y no el del brazo terrenal y humano. Jesús lo dice de una y de otra manera, así lo leemos en Juan 3:34 al 36: “Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues Dios no da el Espíritu por medida. El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él”.

LA PALABRA DE DIOS DA VIDA ETERNA

¿Qué se necesita para creer? Se necesita oír. O sea que oigo la palabra de Dios y creo. Creer en la palabra de Dios que nos da vida eterna. La palabra es eterna y la sustancia también. Jesús declaró: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”. Todo existe por la palabra de Dios. Leemos en Hebreos 11:3: “Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía”. La palabra de Dios produjo el firmamento y todo el universo. Todo lo que se ve fue hecho de lo que no se veía; el universo fue creado y se sustenta por la palabra de Dios. ¿Qué es más importante, el universo o la palabra de Dios? ¡La palabra de Dios! Dijo el Señor: “Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento” (Isaías 65:17). Está dicho en la palabra de Dios que hay un límite en cuanto a la existencia del planeta y del universo. En el libro de Apocalipsis capítulo 21, nos dice Juan: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más”. Por lo tanto, el universo, que funciona de una manera tan extraordinaria va a desaparecer. No sólo lo dicen Isaías y Juan, también lo dicen los científicos, uno de ellos es Stephen Hawking quien declaró que en seiscientos años la tierra se convertirá en una enorme bola de fuego. O sea que la ciencia tiene bien claro que tanto la tierra como el universo van a desaparecer. ¡Chocolate por la noticia! Esto lo declaró Juan hace dos mil años atrás e Isaías setecientos años antes. Y aparece Jesús hace dos mil años, y dice: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”. No se trata de un poema o algo alegórico; el Señor afirma que el cielo y la tierra pasarán, pero la palabra que les dio existencia al cielo y a la tierra no pasará. ¡La palabra de Dios es más firme que el universo!

Lamentablemente suenan tantas campanas en el mundo que nos marean y confunden, y hay muchos creyentes así. Hoy en día las personas no saben si son hombres o mujeres. Yo sí sé porque sigo aferrado a la palabra de Dios. A mí no me enseñan los enseñadores de esta tierra; a mí me enseña y me sustenta la palabra de Dios. Vienen tiempos en que seremos perseguidos e iremos a la cárcel porque nos acusan de que nos levantamos contra los derechos humanos. Por eso les digo a los cristianos que se afirmen en la palabra de Dios. Cuando venga la tempestad no habrá nada más firme que la palabra de Dios y nada te dará más paz que su palabra. No habrá nada que te pueda librar más que la palabra de Dios. Su palabra es su brazo, es su poder. Cuando Dios habla, cosas tremendas suceden.

¿Por qué Jesús sanaba a los enfermos y resucitaba muertos? Si un hombre común se parase ante la tumba de Lázaro y gritara: “Sal fuera”, esa sería una palabra terrenal. Pero Jesús se para ante la tumba y dice: “Lázaro ven fuera”, y el muerto de cuatro días, con olor nauseabundo, se levanta y sale afuera. ¡Esto es el poder de la palabra de Dios! ¿Cuál es la clave? Jesús no hablaba sus propias palabras, sino que hablaba lo que había visto y oído del Padre. El que viene del cielo es celestial y cosas celestiales habla; y manifiesta el gran poder de Dios a través de su palabra. El diablo está generando miedo en cuanto a confiar en la palabra de Dios; el diablo genera confusión porque enseña como verdades las mentiras del infierno, pero yo sé que habrá un remanente que se sostendrá en la palabra de Dios. Y yo soy uno que pertenece a ese remanente. El cielo y la tierra pasarán pero yo no pasaré porque mi sustento y mi comida es la palabra de Dios.

LA PALABRA DE DIOS ES TU PAN

Dijo Jesús: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4). El pan es el sustento de la vida terrenal y biológica; hay un pan el cual no te ayudará a ir más allá del cementerio. Pero necesitas nacer de nuevo para escuchar la palabra de Dios, para creer en Jesucristo, para que tengas vida eterna. Primero es lo terrenal y animal, después es lo celestial. Tienes que nacer de la carne, ser sustentado en la carne, pero mientras vives en la carne tienes que recibir el alimento espiritual ya que no sólo de pan vivirá el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. La palabra de Dios sí te sustentará más allá del cementerio porque tiene y da vida eterna.

Hay dos alimentos, el pan que alimenta tu cuerpo biológico que no dura mucho tiempo, pero en ese lapso escucharás palabra de Dios la cual te da vida eterna y te sustenta por la eternidad. Jesús decía: “Aquel que oye mis palabras…” Y sabemos que esas palabras no eran suyas sino del Padre. “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca” (Mateo 7:24 y 25). ¡La casa que está sustentada en la palabra de Dios no cae!

Hay un matrimonio que se lleva mal y estamos tratando de ayudar ya que se acusan uno al otro, que no tiene sustento porque pretenden sustentarse de argumentos. Ella le dice a él lo que tendría que hacer y él hace lo mismo con ella, pero las palabras terrenales sólo producen caos. ¡Ese matrimonio necesita ser sustentado por la palabra de Dios! Ellos no leen la Biblia; ellos discuten. No oran, sólo discuten. Las palabras terrenales sólo producen resultados terrenales. El resultado terrenal de un matrimonio que se lleva mal se llama separación y divorcio. Pero cuando un matrimonio, y este ejemplo lo podemos llevar a otro orden de cosas de la vida, cuando se apoya en la palabra de Dios y ambos la buscan para sustentarse, esa palabra de Dios mantiene firme la familia, porque quien edifica su casa sobre la roca, y la roca es la palabra de Dios, no sufrirá pérdidas. Cualquiera que oye y pone por obra la palabra de Dios, al estar sustentado en esa palabra, su matrimonio no se rompe. ¡Nada ni nadie puede contra lo que Dios establece con su palabra!

Lo que hoy te predico lo hago en fe, creyendo que Dios me ha puesto para predicar y no hablo palabra de Jorge Márquez, sino que predico palabra de Dios. ¿Cuál es ese problema tan grave que tienes que no lo pueda solucionar la palabra de Dios? Dijo Jesús: “Mis palabras son espíritu y son vida” (Juan 6:63). El Espíritu vive, no muere. Si las palabras de Dios penetran en tu corazón tú tienes vida, y junto con la vida tienes gozo y paz. “Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia” dijo Jesús. ¿Cómo opera el Señor para que tengas vida abundante? Habla. Él predica y tú crees o no, te aferras o no. Es mentira que Dios no te quiere bendecir. Juan 3:16 dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. ¡De tal manera amó Dios al mundo! Tú perteneces al mundo, eres parte del grupo de seres que Dios ama profundamente, tanto, que envió a su Hijo para que todo aquel que en Él cree no se pierda sino que tenga vida eterna.

Jesucristo es la palabra encarnada de Dios, así dice Juan 1:1: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”. Se utiliza la palabra verbo porque denota acción, y como dije, la palabra de Dios es palabra viva. Así que este versículo se podría parafrasear de la siguiente manera: “En el principio era la palabra viva, y la palabra viva era con Dios, y la palabra viva era Dios”. Y agregó el apóstol Juan que esa palabra descendió y se hizo hombre y vimos su gloria, gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. ¡La palabra de Dios es verdad! Aunque digamos lo mismo que Dios, no podremos decir verdad si lo que hablamos no proviene de Dios. Es que podrás decir lo mismo que Dios, pero lo sacas de tu corazón y eso no le sirve al Señor. Sólo lo que viene de Dios produce la obra de Dios.

El Señor nos ha hecho partícipes de su palabra. Nosotros podemos decir como Jesús, que las palabras que hablamos no son nuestras sino que vienen del Padre cuando realmente son del Padre. Dios da su palabra para un momento dado, para una circunstancia dada, en un lugar dado. No andes por ahí hablando sandeces, ponle freno a tu lengua y no hables lo que no proviene de Dios. Habla lo que el Señor quiere que digas y así harás las obras de Dios. Jesús dijo: “El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre” (Juan 14:12). Para que tú puedas creer, primero tienes que escuchar palabra de Dios. En el momento que crees las palabras de Dios, tienes esas palabras en tu corazón y haces las obras de Dios.

LA PALABRA DE DIOS ES TU LUZ

Dios no sólo quiere salvarte y perdonarte los pecados para hacerte sentir bien; Dios quiere usarte para que alumbres donde hay oscuridad. La Biblia señala que en los postreros tiempos los entendidos brillarán como el sol. Isaías 60 dice: “Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti”. ¿De dónde viene tu luz? ¡De la palabra de Dios! Hay alguien que entendía bien lo que te estoy diciendo. Dice el salmista en el Salmo 119: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino”. Es la palabra de Dios la que te alumbra en cuanto a lo que debes o no debes hacer. Llegará el tiempo en que te arrepentirás de lo que dijiste porque entenderás que no debiste haberlo dicho, o de no haber hablado cuando debías haberlo hecho. Viene el tiempo en que Dios te dará certeza y pondrá firmeza en tu corazón; hablarás y no retrocederás porque sabes que lo que dices no es tuyo sino de Dios. ¡Dios no se ha dejado sin testimonio! Él nos ha dado testimonio de su poder a través de su palabra.

Vienen tiempos en que los cristianos sabrán y entenderán que los pensamientos que tienen no provienen de Dios y los desecharán. “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55: 7 al 9). Dijo el salmista: “En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti” (Salmo 119:11).Tú guardas la palabra de Dios, y dejas de pecar. Conocer la palabra de Dios alumbra el pensamiento, el entendimiento y la razón. ¡Bendita sea la palabra de Dios! Si te estás preguntando qué hacer, yo te digo que busques la voluntad de Dios. Hay algo que el Señor te quiere decir, que va a encaminar tu vida. Que la voluntad de Dios sea el sustento de tus decisiones. La palabra de Dios te guiará a hacer su voluntad. ¡Lee la Biblia y ora!

A la edad de diecisiete años yo era maestro de la escuela bíblica, y llegó un momento en que el Señor me quebrantó y me mostró que yo enseñaba la Biblia conforme a lo que mi corazón me guiaba; me mostró que yo no era espiritual y que lo que enseñaba no era lo que Él quería. Puedes enseñar la Biblia y no estar guiando al pueblo de Dios a hacer su voluntad. Yo tenía un versículo bíblico para todo, pero tanto me quebrantó Dios que empecé a ver que lo que yo enseñaba no tenía poder porque no era soplado por el Espíritu Santo. De pronto leí en la palabra de Dios: “Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación” (Santiago 3:1). Yo quería ser maestro, a la gente le gustaba escuchar cuando les enseñaba la palabra de Dios; pero a partir de ese momento desistí y no quise enseñar más porque el temor de Dios cayó sobre mí. Yo no estaba ungido por el Espíritu de Dios para enseñar. Hasta que fui lleno del Espíritu Santo y tuve un nuevo entendimiento acerca de la palabra de Dios y entendí que no cualquiera puede enseñarla porque quien lo haga tiene que estar encendido y tiene que ser lámpara de Dios o recibirá mayor condenación.

CONCLUSIÓN

Tú has nacido para mostrar la gloria de Dios, y tu boca debe hablar palabra de Dios. Entonces, esa palabra producirá las obras de Dios a través de tu boca. Comenzarás a declarar cosas y esas cosas sucederán. Haber hablado no siendo guiado por el Espíritu Santo ha sido causa de pecado en tu vida; haber enseñado la Biblia no por el Espíritu Santo sino por lo que hay en tu corazón es pecado. Debes decidir hoy no hacer nada que no esté sustentado en su palabra. ¡Pídele que te llene y que te transforme! Tú no eres tu dueño, tú no eres tu dueña; Cristo nos ha comprado con su sangre para que seamos suyos y hagamos su voluntad. Haciendo la voluntad de Dios, tu vida es bendecida y la paz del Señor te acompaña.

Haz un pacto de con Dios y dile que vas a respetar su palabra, que cuando Él te hable tú creerás y harás conforme a su voluntad. Si aún no has tomado en serio la palabra de Dios y obras conforme a lo que dicta tu corazón, eres una persona religiosa y no te salvará que cantes al Señor, no te salvará que ofrendes y diezmes ni que seas miembro de ninguna iglesia, porque la salvación viene de Cristo y Él es la palabra encarnada de Dios. Ponte a cuentas con Dios y pídele perdón porque has hablado livianamente. Pídele que haga una nueva obra en ti y que tu vida sea alumbrada por su Espíritu Santo. Desempolva tu Biblia, comienza a amar la palabra de Dios, a valorarla y a aplicarla a tu vida. Lee la palabra de Dios para saber qué hacer y no esperes a que el pastor te diga que hacer. ¡No vivas de la unción prestada! El Señor quiere que su palabra abunde en tu corazón y que tengas el poder de decidir por su Espíritu y por su palabra. El Señor no quiere que tengas dependencia humana, sino que dependas totalmente de su Espíritu para que digas y hagas conforme a lo que Él quiere.

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MI MEJOR AMIGO

INTRODUCCION

Quiero hablarte hoy acerca de la perseverancia. Ésta es una virtud que viene sobre los creyentes que esperan en Dios y los lleva a la victoria. Muchos no llegan a la victoria porque no son perseverantes. La perseverancia es una gracia que Dios derrama sobre los creyentes para que estén firmes en la fe y en la palabra que Él les ha dado. Quiero decirte algo muy importante y haré énfasis en esto hasta la venida de Cristo; los que van a caer en los próximos tiempos son aquellos que no se afirman en la palabra de Dios.

Tú necesitas sustentarte en la palabra de Dios y no moverte de ella. Las circunstancias, satanás y sus demonios vienen con ímpetu para hacerte dudar de la palabra que Dios te ha dado o para que te olvides de ella, pero tú tienes que perseverar en la palabra de Dios que es la espada del Espíritu. Con la palabra de Dios tú combates; no con ideas, razonamientos o emociones. Por lo tanto, es necesario estar firmes en la palabra de Dios. ¡Tienes que leer la Biblia! No puedes correr el riesgo de enfriarte o debilitarte porque la palabra de Dios ha dejado de ser importante en tu vida. Demuestra que tu fe en la palabra de Dios es firme. Estamos acostumbrados a depender de nuestros estados de ánimo.

PERSEVERANCIA Vs. INTELIGENCIA

Se está estudiando un concepto que tiene que ver con el hecho de que la perseverancia vence a la inteligencia. No son los inteligentes los que conquistan las victorias sino los perseverantes. Hay un concepto que se refiere a la inteligencia emocional. Ya a las empresas no les interesa conocer el coeficiente intelectual de los aspirantes. Antes este era un requisito importante, pero fueron descubriendo que tener mucha inteligencia no significa tener capacidad para relacionarse en el trabajo con sus compañeros, con el jefe, o con su cónyuge. Hay muchos que son inteligentes pero no saben cómo manejarse en algunas situaciones de la vida y son manejados por las emociones. Por eso se habla de inteligencia emocional. Ahora, las empresas ponen énfasis en los test que miden habilidades y aspectos de la personalidad que influirán en la futura adaptación a la empresa y al rendimiento. Los empleadores al hacer preguntas al aspirante ven qué capacidad tiene éste para relacionarse ya que el relacionamiento es muy importante. ¿A qué apuntan con esto de la inteligencia emocional? A que no te dominen las emociones. Digamos que las emociones irrumpen en nosotros y van más allá de la racionalidad. La persona no quiso matar, pero lo hizo y no sabe por qué.

Lo que trato de hacerte entender es que las emociones deben ser dirigidas y controladas. Se está estudiando cómo hacer para educar las emociones, y la Biblia señala que Dios nos ha dado a nosotros espíritu de poder, de amor y de dominio propio. Se trata de un estado de ánimo proporcionado y guiado por el Espíritu Santo.

Un matrimonio tuvo una hija que nació descerebrada, o sea, sin capacidad cerebral, y vivió más de doce años. Ellos no se lamentaban por lo que les tocó vivir, porque para ellos su hija era un tesoro. En una oportunidad, viajando en un tren, un barco chocó contra el puente por dónde éste estaba pasando, entonces el tren se sacudió y cayó al agua comenzando a hundirse. Los padres desesperados lograron romper una ventanilla y salvar a su hija, pero ellos murieron. Era una niña en silla de ruedas que no se podía manejar por sus propios medios, ¿era más importante salvarla a ella o que los padres siguieran viviendo? Aquí tenemos un ejemplo de racionalidad versus amor. La razón dice que hubiera sido mejor que los padres vivieran; la vida de la niña no era tan importante. No obstante, lo que prevaleció en los padres no fue la razón sino el amor.

Hay ciertas cosas que operan en nosotros y nos llevan a reaccionar para bien o para mal, fuera de nuestra razón o intelecto. Eso es lo que han descubierto. Y la Biblia señala que Dios nos ha dado un espíritu de poder, de amor y de dominio propio. Cuando los estados de ánimo o la inteligencia emocional operan repentinamente no nos da tiempo a pensar, por lo tanto, las emociones tienen que estar sujetas. Se habla de la educación de los sentimientos, pero según la Biblia hablamos del poder del Espíritu Santo operando en la vida del creyente. La idea es que tenemos que perseverar en esos sentimientos y emociones que son de Dios, porque satanás siempre va a crear argumentos o circunstancias para que nos salgamos de juicio. Aristóteles sugirió que tenemos derecho a enfurecernos contra alguien. “Todos podemos enfurecernos contra alguna persona. El problema es si nos enfurecemos con la persona correcta, en la medida correcta, por la circunstancia correcta, en el momento correcto. Eso es difícil”. La Biblia dice así: “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo” (Efesios 4:26). Puedes airarte con alguien, pero no debe dominarte la ira. El Espíritu Santo quiere obrar con poder y amor en nosotros, y darnos dominio propio para que caminemos por la vida tomando las decisiones correctas y no impulsados por sentimientos repentinos.

Acerca de la perseverancia, dijo Jesús que el sembrador salió a sembrar su semilla. Cuando yo era chico, veía a los sembradores arrojar semillas al viento. Hoy en día las semillas se comercializan envasadas por miles, son transgénicas y no permiten la siembra con semillas orgánicas. Entonces tienes que colocarlas en el surco una por una, aunque antes se arrojaban las semillas sobre la tierra y eran un montón. El sembrador entonces salió a sembrar, y una parte cayó en el camino, otra en el pedregal, otra entre espinos y otra en buena tierra. Y dice Lucas 8:15: “Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia”. La tierra en este caso representa el corazón del hombre. Hay corazones como la tierra con espinas, como pedregales, o como el camino en el cual la semilla es hollada y en donde vienen las aves y se la comen. Pero hay corazones buenos, y la semilla que se siembra es la palabra de Dios. Los que retienen la palabra son los que perseveran en ella y se afirman. Jesús dijo: “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca” (Lucas 6:24 y 25). Lo que le da firmeza a tu vida, a tu matrimonio, a tu familia, tu trabajo y tu economía, es que retengas la palabra de Dios en tu corazón.

En uno de los hogares de Beraca plantaron unos plantines de tomates en un invernáculo, pero en tres días no vamos a ver tomates aún. La persona que no es perseverante es impaciente. “Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia”. El fruto está ligado a la perseverancia y ésta implica esperar con fe, plantarse en la fe, y saber que Dios va a obrar. Entonces no me voy a desesperar porque si lo hago, entonces no soy perseverante; si me angustio menos. No soy perseverante si se me va la boca diciendo que Dios no me escucha, Dios se demora, etc. El perseverante vive seguro y sabe que Dios va a obrar; no se apresura porque hay un tiempo de sembrar y un tiempo de cosechar. Entonces, los corazones buenos dan fruto con perseverancia. Son los que perseveran los que logran las victorias por lo que la inteligencia es vencida por la perseverancia.

Cuando estudiaba en la secundaria, había cuatro alumnos que eran los mejores, y entre ellos estaba yo. Tres éramos amigos y a veces nos decíamos que no íbamos a estudiar para matemáticas por ejemplo y que los ejercicios lo íbamos a sacar en la prueba. Nos desafiábamos a nosotros mismos; éramos inteligentes. Y a nosotros nos gustaba disfrutar la vida, queríamos divertirnos, entonces yo estudiaba muy tarde a la noche. Al otro día, cuando la profesora preguntaba acerca de lo que había estudiado en cuestión, yo levantaba la mano. Aprovechábamos a estudiar en los recreos con mis otros dos amigos. Pero había uno que cada vez que lo invitábamos a salir para divertirnos se negaba porque tenía que estudiar. ¡Qué plomo!” le decíamos. “¡Otra vez vas a estudiar!” Supongamos que era viernes y el lunes teníamos prueba, entonces lo invitábamos para ver algún partido el fin de semana, pero no había caso. “El traga” se la pasaba estudiando. Y nosotros lo despreciábamos porque él nunca disfrutaba de la vida, porque tenía que estudiar. Pero tengo que decirte que nosotros, los tres amigos inteligentes, apenas lográbamos un siete o un siete con cincuenta en calificación y con siete se exoneraba la materia. Y si teníamos seis con setenta y cinco íbamos a llorarle a los profesores: “Me faltan veinticinco centésimos. ¡Póngamelo!” Y ellos accedían. ¡Así fuimos sacando las materias! Yo rendí exámenes unas cuatro veces en todo el período de secundaria, y salíamos aprobados, pero con siete cincuenta como máximo. Ahora, el abanderado era “el burro” que estudiaba mucho y se sacaba nueve y diez. Y ese era el puntaje más alto. Así que todos los años pasaba con nota alta. ¡El perseverante le ganó a los inteligentes!

INTELIGENCIA EMOCIONAL

El perseverante es más inteligente que el inteligente. Me refiero a la inteligencia emocional que nos lleva a ser disciplinados y a perseverar en lo que queremos alcanzar. Yo aprendí de perseverancia cuando me enamoré de Marta. Para los que no saben, ella no se quería casar conmigo y decía que yo era un negro ruliento. Y me sucedió que en mi desesperación por su negativa, yo le preguntaba a Dios por qué tenía que estar viviendo eso, y por qué no me contestaba y me daba una palabra. Yo me compré todos los libros que hablaban acerca de la oración y me los leí todos. Así que yo puedo aseverar que la aflicción produce victoria. No logró Marta arrebatarme la victoria. Yo aprendí a perseverar. Le hablé una, dos, tres veces, hasta que me cansé y la cansé a ella. Pero entonces yo iba a Dios y le decía: “Señor, qué hago? ¡Yo la amo!” Y le pedía al Señor una palabra, y un día, estando yo desesperado agarré la Biblia la abrí y señalé un pasaje: Mateo 21:22: “Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”. “¡Guau!” exclamé. Lo leí y lo volví a leer varias veces. ¡Dios me había hablado! Me volvió la esperanza. Ahí mismo me arrodillé y comencé a orar: “Señor, te pido que me des a Marta”.

Yo creí a la palabra de Dios. Al día siguiente esperaba encontrarla a ver si me miraba, si me hacía una guiñada, lo que fuere. Pero ni una sonrisa. ¡Nada! Ni me registraba. Y ella me había dejado bien claro que conmigo no se iba a casar. Un día su hermano me ve y me dice: “Marta se va a casar en diciembre con el otro”. Enseguida me pregunté qué había salido mal. Pensaba si realmente Dios me había hablado. Me arrodillé al lado de mi cama y llorando dije: “Dios, ¿qué pasó? Tú me dijiste que todo lo que yo te pidiera en oración creyendo lo iba a recibir. ¡Por favor háblame!” Llegó un momento que abría la Biblia y sistemáticamente me salía Mateo 21:22. La cerraba y cuando la abría de nuevo, ahí estaba el pasaje de Mateo 21:22: “Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”. Otra vez me volvía el alma al cuerpo. “Señor, te reclamo que me des a Marta. Yo me afirmo en esta palabra…” A los días volvía el hermano y me decía: “Marta se ha comprado la heladera”. O sea que ya tenía fecha para casarse, tenía cocina, heladera, ¡todo! Y yo sólo tenía ese versículo bíblico. Pero no había nada que me mostrara que algo estaba sucediendo porque las evidencias eran todas contrarias a la fe y a la perseverancia. Yo me enojaba y me daban ganas de aventar la Biblia, de ir y decirle que no la quería más, etc. ¡Ella vivía al lado de mi casa! ¡Por favor! Yo sabía a qué hora salía a estudiar piano y me sentaba un rato antes en la vereda, para verla. Pensaba que me iba a saludar, pero ella pasaba tiesa.

Yo aprendí que, o te aferras a la palabra de Dios o pierdes. Pasados los dos años viene el esposo de la hermana y me invita a salir con ellos y me dijo que también iba Marta, pero me fui a casa y le dije a Dios: “Yo no quiero salir con Marta. Sólo quiero que me quites este amor por ella. Quiero odiarla. Tampoco quiero ser necio porque tú me dijiste que todo lo que pidiera en oración, creyendo lo recibiría. Así que voy a salir con ellos y le voy a hablar por última vez”. Así que me le aproximé y le dije: “Por última vez te voy a preguntar si te queres casar conmigo”. Y ella me dice: “Sí!” Se había peleado con el otro y yo no sabía nada. ¿Dónde quedaron la cocina y la heladera? En la casa de Marta. ¿Con qué cocina y con qué heladera equipamos nuestra casa cuando nos casamos? Con la que se había comprado para casarse con el otro. Ahí aprendí a perseverar en la palabra de Dios. Eso me sirvió cuando comencé mi pastorado en Uruguay ya que muchas cosas sugerían que yo iba a fracasar, pero me aferré a las promesas de Dios y perseveré por veintiséis años predicando el evangelio, y Dios me ha sacado adelante. Yo no recuerdo en todo este tiempo haberle dicho a Dios: “No tengo ganas de predicar. No lo voy a hacer”. Yo sigo sembrando a ver si alguna palabra cae en buena tierra.

Los que no perseveran se apartan del camino y se quedan; los que no perseveran no conquistan las promesas. Viene a mi memoria el caso de una mujer que estuvo orando por su esposo por años. Ella me decía que él era muy duro, que reñía del evangelio y la maltrataba, pero no le importaba porque había creído e iba a orar hasta que la piedra se ablandara. La mujer me hablaba con tanta fe que me maravillaba. Pasaron algunos años y me dijo: “Mi marido no va a cambiar. Es más duro que una piedra”. Le reconvení que había orado mucho por el esposo y tal vez llegó el momento en que él se iba a entregar a Cristo, pero ella había desistido. “Que se busque otra, yo me voy a separar. No quiero saber más nada con él”. Le dije que estaba arrojando a la basura diez años de haber perseverado en oración. “No importa, ya estoy cansada y fastidiada. Se me fue el amor” me dijo. Le informó al esposo que lo iba a dejar, pero él le insistía llorando que no lo hiciera. ¡Y lo dejó! El esposo vino llorando a la iglesia y me preguntaba qué hacer porque la esposa lo estaba abandonando. Yo le dije que debía entregarse a Cristo y accedió, y en su desesperación hizo una oración pidiéndole perdón a Dios por haber sido tan duro con esposa. Estaba feliz y se sentía en paz. Yo llamé a la mujer, le conté lo sucedido y la felicité. Pero ella me respondió: “¡Que se busque otra!” Esa mujer casi venció. Le faltó perseverar un poquito más. Aquellos que dicen que ya no aguantan más, no sean como esa mujer que casi venció. Ella terminó separándose de su esposo y arrojó a la basura diez años de oración.

La perseverancia no entiende de razones. La perseverancia está ligada a la fe y la fe no retrocede. La perseverancia te ayuda en la fe para que alcances la victoria a su tiempo. El fruto tiene un tiempo. Quien no es perseverante, es impaciente, entonces se acelera, se enoja con Dios, con el pastor y con la vida. Y este tipo de actitudes demuestran que no hay paciencia ni perseverancia y sin esta virtud no se alanza la salvación del alma. Los que creemos, somos pacientes y perseverantes hasta la muerte. Dijo Jesús: “Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mateo 24:13).

Recuerdo un hombre que me dijo, se sentía mal; él reconocía que le había sido infiel a la esposa, pero hubo un tiempo en que fue fiel, aunque en ese tiempo no era feliz y no tenía victoria, entonces fue infiel. Después volvió a serle fiel pero no veía avances en su vida así que decidió ser infiel nuevamente. Hay quienes se sienten con derechos habidos porque fueron fieles por un tiempo. Quiero decirte que Dios conoce tu vida y tu corazón; el Señor conoce tu futuro y sabe que vas a caer. Yo le dije a ese hombre: “¿Te crees que Dios es tonto y que te va a bendecir así porque sí porque fuiste fiel un tiempito?” ¡Hay que ser fiel y perseverante toda la vida!

Dios premia la perseverancia. Había un rey que reinó en Jerusalén, su nombre era Uzías; este rey fue coronado a los dieciséis años de edad. Era muy jovencito, pero gracias a Dios había un sacerdote que lo guiaba. Leemos en 2ª de Crónicas 26:5: “Y persistió en buscar a Dios en los días de Zacarías, entendido en visiones de Dios; y en estos días en que buscó a Jehová, él le prosperó”.  Queda claro aquí que ésto le sucedió en los días de Zacarías porque en otro tiempo no buscó a Dios y en los días en que buscó a Dios, señala la Biblia que el Señor lo bendijo grandemente. “salió y peleó contra los filisteos, y rompió el muro de Gat, y el muro de Jabnia, y el muro de Asdod; y edificó ciudades en Asdod, y en la tierra de los filisteos. Dios le dio ayuda contra los filisteos…se divulgó su fama hasta la frontera de Egipto; porque se había hecho altamente poderoso. Edificó también Uzías torres en Jerusalén…Asimismo edificó torres en el desierto, y abrió muchas cisternas…” En ese tiempo en que persistió en buscar a Dios, el Señor lo bendijo. “E hizo en Jerusalén máquinas inventadas por ingenieros, para que estuviesen en las torres y en los baluartes, para arrojar saetas y grandes piedras. Y su fama se extendió lejos, porque fue ayudado maravillosamente, hasta hacerse poderoso”. Y aquí viene la clave: “Mas cuando ya era fuerte, su corazón se enalteció para su ruina; porque se rebeló contra Jehová su Dios, entrando en el templo de Jehová para quemar incienso en el altar del incienso” (2ª de Crónicas 26:16).

Cuando se sintió fuerte creyó que podía hacer lo que se le daba la gana, pero lo que necesitaba era persistir en buscar a Dios y ser humilde. El incienso se quemaba en el altar del incienso y sólo los sacerdotes hacían este trabajo por orden de Dios. Dice la Biblia que su corazón se enalteció para su ruina. Y desde ese momento le empezó a ir mal. La perseverancia es algo que Dios ama hasta el fin de tus días. No se trata de perseverar por un tiempo y después Dios tiene que aguantarte todo lo que se te antoja. Tienes que perseverar en buscar a Dios todos los días de tu vida. El apóstol Pablo les dijo a los gálatas: “No nos cansemos de hacer el bien porque a su tiempo segaremos si no desmayamos” (Gálatas 6:9).

La perseverancia vence la inteligencia. Muchas personas que no son tan inteligentes si perseveran en Dios, serán gobernados por su Espíritu. Mi abuelo murió ya hace más de cincuenta años y puedo decir que aún está cosechando por su perseverancia. La perseverancia te da victoria para el mal o para el bien, todo depende en qué perseveras. Una hermana de la iglesia, una colaboradora muy fiel y eficaz que trabajaba con gozo, tenía un esposo incrédulo y ella creía y declaraba que él se iba a convertir. Un día se encontró con un compañero de la secundaria y fueron a tomar algo y a recordar viejos tiempos. Ella estaba encantada, me contó que le habló del evangelio. Pasados los días, este amigo la invitó otra vez a tomar algo, y así una tercera vez, entonces le advertí del asunto. Y ella me dijo: “Si, no sé qué pretende este hombre. Yo soy cristiana, sirvo a Dios y soy una mujer consagrada al Señor. Y él me habla cosas con doble sentido. ¡Está loco! Yo soy de Dios. No sé qué espera de mí. Él no es mi tipo. Es gordo, petizo y bigotudo. No sé qué se cree.”

Un día vino llorando porque se había acostado con el gordo, petizo y bigotudo. Ese hombre persistió y perseveró hasta que lo logró; él logró debilitar el alma de la mujer. Recordemos la historia de Sansón; la Biblia dice que por causa de que Dalila lo presionaba cada día con sus palabras y lo importunaba, su alma fue reducida a mortal angustia. Una y otra vez la mujer lo importunaba para que le contara el secreto de su fuerza hasta que lo debilitó.

CONCLUSIÓN

¿Sabes tú cuáles son los sentimientos que gobiernan tu vida? Hay sentimientos de odio, de amargura y de tristeza que irrumpen en el alma y te llevan a tomar decisiones, pero esos estados de ánimo te apartan de la autoridad del Espíritu Santo quien te da dominio propio y la capacidad de resistir esos sentimientos.

Las personas que estudian acerca de la inteligencia emocional hablan de educar las emociones, y yo no me refiero a eso ya que la Biblia dice que lo que es nacido de la carne, carne es y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. Necesitamos educarnos en amar a Dios, en buscarlo y someternos al Espíritu Santo, porque nuestras fuerzas no radican en nuestra educación o inteligencia, nuestras fuerzas y nuestra victoria están en el poder del Espíritu Santo que obra en la vida de los creyentes que temen a Dios y guardan sus mandamientos.

Había una viuda y un juez injusto, y este hombre no temía a Dios ni respetaba a hombre alguno pero la viuda era una mujer perseverante. Todos los días iba al juez y le decía: “Hazme justicia de mi adversario. “Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia” (Lucas 18). Y Jesús enseñó por medio de esta parábola: “¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles?” Se refirió aquí a que debemos orar siempre y no desmayar.

La perseverancia es en la palabra, en amar a Dios y en orar. Yo estoy seguro que hay personas que comienzan algo y nunca lo terminan; se casan y se divorcian porque el matrimonio no era lo que esperaba, entre otras cosas más. Y eso no te hace una persona de victoria sino de derrota. La perseverancia es dada por Dios para tener victoria. Quien le da al creyente la inteligencia emocional es el Espíritu Santo; Él es quien te guía a toda verdad. El Espíritu Santo es un Espíritu de poder, de amor y de dominio propio. Su presencia en tu vida hace que no seas una persona variable que hoy está bien y mañana está mal, hoy estás arriba y mañana estas abajo. Y eso son tus estados de ánimo que te dominan pero no vienen del Espíritu Santo. Tus emociones te gobiernan, mas Dios quiere que te gobierne el fruto del Espíritu Santo que es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, templanza, mansedumbre, bondad y fe. ¡Eso es lo que Dios quiere hacer prevalecer en tu vida!

Reconoce delante de Dios que tus estados de ánimo te gobiernan, pídele perdón y dile que te bendiga. Que su Espíritu Santo te guie y en lugar de ser una persona variable, seas firme y perseverante.

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MI MEJOR AMIGO

INTRODUCCIÓN

La palabra que Dios te da, es una palabra para que la creas y para que creyendo, recibas bendición abundante a partir de este día. ¡Pero debes creer y tienes que tomar decisiones! Las decisiones que tomamos generan la clase de vida que vivimos. Tendemos a creer que lo que vivimos es por culpa del gobierno, de mi padre, del clima, de la suegra, culpa de todo el mundo; pero el Señor te dice: “Yo trato contigo en función de tu fe y en función de tus decisiones”. Las decisiones provienen de prioridades. Una persona, se dé cuenta o no, establece prioridades en la vida, por lo tanto, las decisiones que toma, son en función de prioridades. Yo no puedo decir que me va mal pero yo hice las cosas bien. Cuando uno asume las prioridades que corresponde, toma las decisiones que corresponde. Tú estás cosechando hoy, las decisiones conforme a las prioridades que tomaste ayer. Pero hoy puedes cambiar tus prioridades y tus decisiones serán otras para que no te suceda como le sucedió al pueblo de Israel.

PRIORIDADES EN EL ORDEN CORRECTO

Dios le dijo a su pueblo: “Meditad bien sobre vuestros caminos. Sembráis mucho, y recogéis poco; coméis, y no os saciáis; bebéis, y no quedáis satisfechos; os vestís, y no os calentáis; y el que trabaja a jornal recibe su jornal en saco roto”. Estas son las profecías dadas por Dios al profeta Hageo unos quinientos años A.C. Pero veo que también son profecías para nuestro tiempo. ¿No se te esfuma el dinero de las manos? ¿Anhelas tener más dinero? Hablando de la bendición de prosperidad, ¿tú quieres prosperidad? ¿Quisieras ganar un treinta por ciento más de lo que ganas, o el doble de tus ingresos?

¡Dios quiere darte y bendecirte! ¿Por qué? El Señor no te bendice por causa de tus prioridades sino por causa de sus prioridades. Si te da más es porque está interesado en que tengas más porque a Él le importa su reino, y si encuentra a alguien que se interesa en su reino, es muy probable que Dios le dé mucho más porque el Señor necesita que su pueblo generoso tenga mucho más. Tú crees que con un treinta por ciento más podrías vivir mejor, pero Dios no está pensando solo en ti sino en su reino. Tal vez quiera darte diez veces más, pero como tú no sabes de prioridades, como no sabes tomar decisiones que sean de bendición para el mundo, conforme a los planes de Dios y a su voluntad, no recibimos.

A veces no sabemos qué pedir ni cómo pedir nos dice la Biblia. Tenemos que profundizar en este tema; las prioridades que establecemos determinan la calidad de vida que tenemos. Así como te plantee el tema del dinero, te puedo plantear el tema de la familia y una infinidad de temas más. Nosotros debemos tener muy claras nuestras prioridades, porque si no, tendremos conflictos. Te comparto algunas frases importantes que te van a ayudar: “Lo que más amas compite con lo que más deberías amar”. “Lo que más amas puede transformarse en un gran estorbo y compite con lo que más deberías amar”. Nos resulta fácil decir que amamos a Dios, pero a la hora de demostrarlo, notamos que le ponemos muchas excusas; es que hay cosas que amamos que compiten con lo que deberíamos amar por sobre todas las cosas.

Dios le dio un hijo a Abraham que se llamó Isaac. ¡Toda su vida esperó ese hijo! Dios se lo había prometido y cuando lo tuvo lo amó tanto, pero Dios dijo: “Quiero que sacrifiques a tu hijo el que amas”. El amor que Abraham tenía por su hijo Isaac competía con el que debía tener a Dios y el Señor decidió probarlo, quiso ver si en verdad lo amaba y le pidió al hijo en sacrificio. Yo te pregunto, ¿qué estás dispuesto a dejar por amor a Cristo? El amor establece prioridades; yo quedo aferrado a lo que más amo. Has deseado toda la vida tener una casita, se la has pedido a Dios y finalmente lo has logrado. El Señor te concedió una casita de tres dormitorios, te sientes bendecido. Pero ahora el Señor te está mandando a predicar a otra nación y tú no puedes ir porque Él te dio tu casa, y si Él te la dio, ¿cómo te vas a ir ahora? Tienes como cuatrocientos años para pagarla, pero es tuya. Una casa puede enfriar tu amor a Dios y destruir tu relación con Él.

Un hombre tenía un negocio y le pedía a Dios que lo prosperara, entonces el Señor lo bendijo económicamente, y cuando empezó a irle bien deseó tener una casa y se compró un terreno muy lindo pero alejado de la iglesia. La construcción de su casa comenzó a demandarle tiempo por ende asistía menos a la iglesia, y cuando tuvo su casa quería más prosperidad. ¡Le gustó lo de prosperar! Entonces procuró una casa mejor y comenzó a edificarse otra. Cuando quiso acordar estaba lejos de Dios, rodeado de empresarios tomando whisky con mujeres. ¡La prosperidad que le había pedido a Dios le costó la vida! Lo que amas determina tus prioridades y compite con lo que más deberías amar. Tienes que ponerte a pensar si Dios es realmente la prioridad de tu vida.

Nosotros somos probados muy seguido, un nieto puede ser el estorbo de tu vida porque quién no dijo: ¡qué divino es mi nieto! ¡Sólo Dios es divino! Nadie hay más divino que Dios, así que no le digas a nadie que es divino. Y somos probados constantemente a ver si amamos a Dios como deberíamos amarlo o no, y para ver qué estamos dispuestos a perder o a dejar por amor a Él. Yo amo a mis nietos, suspiro por ellos. Me fui de viaje y desde que volví aún no los he visto, y las malvadas de sus madres no me los han traído. Me vuelvo loco por hablar con mi nieta Justina y a veces cuando la llamo por teléfono, me dice: “Hola abuelo, estoy ocupada”. ¡Y me cuelga! Un día la madre le dijo que se iban a ir al día siguiente a ver a su abuela Susana que vive en otra localidad de Uruguay. “¡Qué lindo mamá, nos vamos a Rivera a la casa de la abuela Susana!” dijo Justina. El día que se iban de viaje se despertó a las siete de la mañana, y ella jamás se despierta a esa hora. La madre le preguntó: “Justina, ¿por qué te has despertado tan temprano?” “¡Porque vamos a la casa de la abuela Susana!” Cuando yo me enteré, en tono jocoso me pregunté: “¿por qué existirá la abuela Susana? ¡Esa vieja!” ¿Por qué se tiene que poner tan feliz la niñita por ver a esa abuela? ¿Y yo qué?” El amor establece prioridades. ¿Qué estoy dispuesto a dejar porque amo más a Cristo que esa prioridad?

Otra frase que quiero compartir contigo es ésta: “Aquello en lo que confías reemplaza aquello en lo que más deberías confiar” Supongamos una persona a la que se le detecta una enfermedad de cáncer. Esa persona tiene una confianza tremenda en el Señor y vive sonriéndole a la vida, y declara: “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar; aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza” (Salmo 46). “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento” (Salmo 23). Vas al médico y te dice que tienes cáncer. Allí se te esfuma tu confianza en Dios porque has puesto tu confianza en lo que te ha dicho el doctor. Él te dijo que lo tuyo es grave y que humanamente y científicamente no se puede hacer nada. Al escuchar ese diagnóstico te desmoronas porque en realidad tu confianza no estaba puesta en Dios. Si tienes una cuenta bancaria llena de dinero entonces vives confiado; si el banco da quiebra y te quita todo, y eso es muy probable, se te termina la confianza y comienzas a preguntarte dónde está Dios que permite que te pase esto. Tenemos cierta confianza en Dios, pero es fácil de explicar cuando en realidad nuestra confianza la ponemos en el dinero, en el trabajo, en la casa, etc.

“Las cosas que más nos importan se oponen a que las cosas importantes de Dios prevalezcan”. En realidad, las cosas que más nos importan, son las cosas que más amamos. A veces cambiamos la gloria de Dios por cosas que son nuestra gloria, nuestro deseo y voluntad, y creemos que si tenemos esas cosas vamos a estar bien bendecidos. Quiero que sepas que la única bendición que no se roba ni se pierde es la bendición de Dios en tu corazón; la bendición de la presencia de Dios en tu vida. Si Dios es la prioridad en tu vida, no hay mal tiempo que pueda contigo, no hay escases de dinero, no hay falta de trabajo, ni maldición que te espante.

“¿Qué tanto amas lo que estás amando que te impide que ames de verdad a Dios por sobre todas las cosas?” Pareciera que la prioridad de tu vida es Dios, pero en realidad hay cosas que se interponen para que no hagas su voluntad; y si haces la voluntad de Dios tu vida es bendecida.

¿CUÁL ES TU PRIORIDAD?

En la época del profeta Hageo, según nos cuenta la Biblia, el pueblo de Israel había salido de la esclavitud, en la que permanecieron por setenta años. Un grupo importante había vuelto a Israel, y algunos se acordaron cuando echaron las bases del templo de Salomón y vieron la gloria del templo. Pero cuando llegaron vieron que Jerusalén estaba completamente destruida; los muros, el templo y las casas. Las puertas de acceso a la ciudad habían sido quemadas. Llegaron los que habían estado cautivos y lo primero que hicieron fue tomar decisiones y elegir prioridades. Decidieron hacer lo qué era lo más importante en ese momento, y edificaron los muros porque era necesario tener la ciudad amurallada para estar protegidos ya que así sería muy difícil que los enemigos pudieran prevalecer contra ellos. Entonces edificaron los muros para poder habitar seguros dentro de la ciudad. La prioridad número dos fue edificar sus casas ya que habían vivido en esclavitud y no eran dueños de su propiedad, entonces con las piedras de las ruinas comenzaron a edificar sus casas. La Biblia nos dice que las casas que se habían hecho eran artesonadas o sea que tenían arte, y algunos dicen que las revistieron por dentro con madera. ¡Era un lujo! Ahora ya no vivían como esclavos; ahora estaban en su tierra, tenían un muro de defensa y habitaban tranquilos, entonces se construyeron casas confortables. Ahora, el problema que se planteó en el tiempo de Hageo, fue que esa no era la prioridad de Dios para su pueblo. Leemos en Hageo 1:4: “¿Es para vosotros tiempo, para vosotros, de habitar en vuestras casas artesonadas, y esta casa está desierta?” ¿Es para ti, tiempo para ti? El profeta les preguntó de parte de Dios si era tiempo de habitar en sus casas artesonadas y la casa de Dios estaba desierta. Lo que había quedado sin edificar era la casa de Dios. Habían levantado el muro, sus casas estaban terminadas, pero no pensaron en reedificar el templo. Ellos creían que tenían bendición más Dios les hace ver que no era así. Entonces le dijo el profeta al pueblo: “Pues así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad bien sobre vuestros caminos. Sembráis mucho, y recogéis poco; coméis, y no os saciáis; bebéis, y no quedáis satisfechos; os vestís, y no os calentáis; y el que trabaja a jornal recibe su jornal en saco roto. Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad sobre vuestros caminos” (Hageo 1: 5 al 7).

Hoy nosotros también estamos meditando acerca de nuestros caminos. ¿Qué tan bendecido estás? ¿Qué tanta paz tienes? ¿Qué tan satisfecho estás con la vida que llevas? ¿De qué depende que tú estés bien? Ellos creían que estaban protegidos pero no era así ya que sembraban mucho y cosechaban poco. Comían y no se saciaban, bebían, pero no estaban satisfechos y se vestían mas no se calentaban. Recibían dinero, pero en saco roto. “Piensen bien en lo que están haciendo”, dice el Señor. A continuación, les manifiesta su prioridad: “Subid al monte, y traed madera, y reedificad la casa; y pondré en ella mi voluntad, y seré glorificado, ha dicho Jehová” (Hageo 1:8). Ustedes creen que están bendecidos porque ahora tienen un muro que los protege y una casa propia, pero yo les digo que ustedes no conocen mi voluntad. El Señor quería que ellos edificaran el templo porque allí iba a manifestarles su voluntad y ellos sabrían cuál era su bendición. Ellos no le dieron lugar a lo que era más importante.

¿No es verdad que a veces le damos más prioridad a nuestras cosas y a Dios le damos lo que sobra? Para gozar de bendición lo más importante es conocer la voluntad de Dios y estar dispuestos a hacerla. Pero si no hago primero lo que Dios quiere, ¿cómo voy a conocer su voluntad? ¿Y cómo voy a saber lo que es bendición? A la hora de la insatisfacción del alma, tu casa no va a llenar tu vacío, tampoco lo hará el dinero; a la hora del quebranto matrimonial no será un nuevo esposo o una nueva esposa quien satisfará tu alma. No hay nada que sea más importante cuando llega el día malo, sólo que Dios esté contigo. Y cuando las cosas no van bien es importante que sepas que no es por culpa del gobierno que te va mal, no es por culpa del clima o de otras personas; tú debes examinar tu corazón y meditar sobre tus caminos. Dios quiere que a partir de hoy sepas establecer prioridades para que camines en bendición.

El Señor le dijo más al pueblo por medio del profeta Hageo: “Buscáis mucho, y halláis poco; y encerráis en casa, y yo lo disiparé en un soplo. ¿Por qué? dice Jehová de los ejércitos. Por cuanto mi casa está desierta, y cada uno de vosotros corre a su propia casa”. Cada uno se preocupa por lo suyo. Hablé con una mujer, pastora, a la que su esposo abandonó para irse con otra mujer. Ella comenzó a buscar explicaciones por lo que le sucedió y por eso comenzó a entristecerse y angustiarse al punto de abandonar el pastorado yéndose a vivir con un familiar. Se encerró en sí misma pensando en lo que le había sucedido y cuestionando a Dios. Hace cuatro años entró en un pozo depresivo del que no puede salir. Yo le pregunté: “¿Tú eras o eres pastora?” Llorando, con tristeza en su corazón me dijo: “Yo era pastora”. Entonces le recordé: “¿Sabes que el llamado de Dios es irrevocable? Así que si Dios te llamó a ser pastora no dejaste de serlo porque aún eres pastora. No estás ejerciendo tu profesión ni estás bendiciendo a los demás, pero eres una pastora”. La miré fijo y le dije: “Mujer, tú eres preciosa, eres escogida por Dios. Has perdido cuatro años sumida en tu miseria y en tu problema, pero el día que le des la prioridad a Dios y salgas a hacer la obra que Él te ha encomendado, tu tristeza, tu angustia y tu soledad se irán de tu vida”.

Tu problema no es resolver lo que no puedes resolver. A veces Dios te mete en dificultades que no puedes resolver, así que le tienes que entregar al Señor ese problema y poner en sus manos tu tristeza, tus fracasos y angustias, y decirle: Señor, ¿qué quieres de mí? Vas a tener que aprender a establecer tus prioridades. ¡Dios tiene que ser tu prioridad número uno y su voluntad también! ¿Por qué estará así el clima? Y Dios dijo: “Por eso se detuvo de los cielos sobre vosotros la lluvia, y la tierra detuvo sus frutos. Y llamé la sequía sobre esta tierra, y sobre los montes, sobre el trigo, sobre el vino, sobre el aceite, sobre todo lo que la tierra produce, sobre los hombres y sobre las bestias, y sobre todo trabajo de manos”. Cuando Dios no es la prioridad viene la sequía, los problemas en la tierra; siembras mucho y cosechas poco, etc. “Te estás afanando por producir más; te afanas por tener mejores cosas pero no me has mirado a mí y yo soy el que bendice”, te dice el Señor. “Yo soy el Dios que te da el aceite y la semilla. Yo soy el Dios que te prospera. ¡Mírame a mí!” La lógica dice: hagamos un muro de defensa, hagamos una casa para vivir mejor y Dios te dice: “¡No! La lógica mía es: Yo soy la prioridad. Mi casa debe ser edificada, y ahí pondré mi nombre y mi voluntad. Allí seré glorificado”.

Leemos en Hageo 1:13: “Entonces Hageo, enviado de Jehová, habló por mandato de Jehová al pueblo, diciendo: Yo estoy con vosotros, dice Jehová”. Yo te traigo esta palabra, absolutamente convencido de que Dios está contigo.  “Yo estoy contigo” te dice el Señor. Cuando Hageo les dijo esto al pueblo, leemos en el versículo 14: “Y despertó Jehová el espíritu de Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y el espíritu de Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, y el espíritu de todo el resto del pueblo; y vinieron y trabajaron en la casa de Jehová de los ejércitos, su Dios”. La palabra que se traduce aquí como despertó es: provocó, excitó, motivó o abrió los ojos del corazón. Cuando Dios dijo, yo estoy con ustedes, sucedió que el corazón de Zorobabel, el gobernante, de Josué hijo e Josadac el sumo sacerdote y el del resto del pueblo fue excitado. Incitó el espíritu de todos ellos para que hiciesen la voluntad de Dios y no la suya propia.

Dice el profeta Hageo de parte de Dios a su pueblo en el capítulo 2, versículos 15 al 19: “Ahora, pues, meditad en vuestro corazón desde este día en adelante, antes que pongan piedra sobre piedra en el templo de Jehová. Antes que sucediesen estas cosas, venían al montón de veinte efas, y había diez; venían al lagar para sacar cincuenta cántaros, y había veinte. Os herí con viento solano, con tizoncillo y con granizo en toda obra de vuestras manos; mas no os convertisteis a mí, dice Jehová. Meditad, pues, en vuestro corazón, desde este día en adelante, desde el día veinticuatro del noveno mes, desde el día que se echó el cimiento del templo de Jehová; meditad, pues, en vuestro corazón”.

El Señor está excitando hoy tu corazón, está despertando tu espíritu para que suceda un cambio rotundo en tus prioridades. Hoy tienes que tomar una decisión, y Dios dice: “No voy a esperar que el templo esté construido, voy a contar con la decisión que tomes a partir de hoy. Todavía no se han levantado las paredes, pero desde este día te voy a bendecir”. Y lo que le dijo al pueblo por medio del profeta Hageo, te lo dice a ti hoy: “¿No está aún la simiente en el granero? Ni la vid, ni la higuera, ni el granado, ni el árbol de olivo ha florecido todavía; mas desde este día os bendeciré”. ¡Dios está despertando tu corazón! Sólo tienes que examinar tu corazón y meditar sobre tus caminos, pero el Señor te propone que si cambias tus prioridades desde este día te va a bendecir. Antes que tú hagas algo para Él, te dice que te bendecirá desde este día. ¡El Señor cuenta con tu decisión!

Ya no cambiarás tu amor a Dios por otra cosa; no cambiarás más la voluntad de Dios por algún deseo personal. Vas a rendirte a Dios y te inclinarás delante de Él. ¿Será posible que Dios haga de ti lo que Él quiere? Yo tengo un llamado de Dios y sé que Él quiere que haga su voluntad, quiere que me consagre, pero mi mamá está viejita y ella me dijo: “¿Me vas a dejar sola?” Y la palabra de Dios dice: “Honra a tu padre y a tu madre”. Yo te digo que la palabra de Dios dice: Honra a Dios por sobre todas las cosas incluidos tu padre y tu madre. ¡No cambies oro por espejitos!

He escuchado gente decir: “Esto no es lo mío. No es lo que a mí me gusta”. Gente que no tiene como prioridad hacer lo que Dios quiere. Como que Dios tuviera que citarte a su escritorio y decirte: “A ver mi amor, contame qué te gusta. Dime lo que quieres así no sacrificamos tu voluntad. Yo voy a transformar mi voluntad en tu voluntad. ¿Te gusta tocar la guitarra? Bueno, no te voy a poder mandar a hacer otra cosa. Te propongo que toques la guitarra. ¿Así te gusta?”

¿Podrá Dios disponer de tu vida? ¿No será que pusiste las manos en el arado y después de un tiempo has mirado para atrás? Muchos abandonan el plan o el propósito de Dios. Y el Señor te dice: “Si has entendido cuán importante soy para ti y cuán importante es mi voluntad, entonces debes cambiar tus prioridades”. Muchos cristianos sufren de desinterés o falta de interés. ¿Qué significa tener desinterés por algo que Dios te demanda? Que tienes interés en otras cosas. No mirar con interés algo que Dios te demanda es tener otros intereses que tú consideras prioridad. Por eso es que pones excusas que suenan válidas, pero eso no significa que lo dejas contento al Señor. Porque Dios te dice como a Josué, esfuérzate y sé valiente. Cobra ánimo y no tengas miedo; yo te envío a la guerra. Pelea porque tengo promesas para ti. Tú peleas y yo te doy victoria, te dice el Señor.

A la hora de darte victoria Dios no puede soportar tu desinterés por sus asuntos. Otra actitud es el desaliento o desánimo, es no tener ganas, algo parecido a no tener interés, pero no es igual. El desaliento es no poner el corazón en lo que Dios quiere. Cuando mis intereses son más fuertes entonces tengo ánimo para hacer lo que quiero pero no lo tengo para lo que Dios quiere. Por otro lado está la insatisfacción. Si a mí me satisface tener una casa y mi prioridad es eso, poca satisfacción me va a causar que Dios me quiera mandar a Haití. ¿Dios puede disponer de ti o no? Cristo renunció a todo por ti; murió y derramó su sangre por ti. El Señor postergó su vida por ti y puso como prioridad tu vida. Puso como prioridad su sangre para cubrir tus pecados. Jesús dejó su gloria y se hizo hombre porque te amaba. El amarte te transformó en una prioridad para Dios. Pero hay un trato que tienen que hacer, el Señor te da su todo pero tú debes darle tu todo.

El relato bíblico de libro de Hageo y su historia es igual a lo que acontece hoy, sólo que el templo de aquel entonces era un símbolo de lo que es hoy en día. La Biblia dice que Dios no habita en templos hechos por hombres; el Señor habita en nosotros. Nosotros somos el templo de Dios. Ahí quiere poner su voluntad, ahí quiere ser exaltado; el Señor quiere que su gloria esté en tu corazón. Pedro declaró: “Tu eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”. Jesús edifica la iglesia sobre la verdad de que Él es el Hijo del Dios viviente, el Mesías, el Ungido de Dios. Edificar la iglesia es edificar el templo de Dios; es hermosear la casa para que el Señor habite en las personas. Algo similar dijo Jesús con respecto a lo que les declaró Dios a su pueblo por medio del profeta Hageo: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33).

“No hagan para ustedes casas ni muros de defensa; busquen primero mi voluntad y déjenme que yo me encargue de sus necesidades. Yo tengo provisión para ustedes; yo me hago cargo de las añadiduras. Edifiquen mi casa”, dice el Señor. Estamos en un tiempo en el que Dios está por desatar el avivamiento más grande de la historia de la humanidad, en medio de una crisis mundial como nunca antes ha habido. Habrá un derramamiento extraordinario de su Espíritu Santo y los entendidos resplandecerán. Los creyentes que se la jueguen por Dios serán como estrellas en el firmamento. ¡Su luz se dejará ver!

CONCLUSIÓN

Y Dios te dice que a partir de hoy va a repetir la historia; y aquellos que mediten en sus corazones y examinen sus caminos que están sembrando mucho y cosechando poco, que no les alcanza el dinero, que sufren enfermedades y son acosados por las pestes, que tienen problemas que los oprimen y se llenan de tristezas sumidos en el fracaso. El Señor dice hoy: “Yo estoy con vosotros y si ustedes dan prioridad a mi voluntad, les prometo que entes de que empiecen a hacer mi voluntad, los bendeciré desde este día”. ¡Si has creído arrebata esta palabra para ti! Yo puedo percibir el anhelo ferviente de Dios de bendecir a su pueblo. Veo al Señor repitiendo la historia con su pueblo como en el tiempo de Hageo, bendiciendo a su pueblo a partir de este día.

Sabe que tienes que ir a la cruz para poder recibir esta promesa; es que si el grano de trigo no cae en tierra y muere no lleva fruto y tú tienes que tomar la decisión de morir a tus deseos y a tu voluntad y entregarle a Jesús tu corazón. Dale a Dios tus fuerzas y entrégale tus preocupaciones. No edifiques para ti muros de defensa porque el Señor es tu Roca y tu fortaleza. Dios se encargará de ti y te bendecirá. Te está hablando alguien que vino por mandato de Dios a Uruguay sin sueldo, sin casa, sin muebles, y como digo siempre, ni siquiera los cubiertos para comer me traje. Dios nos mandó a Uruguay y tuve que aferrarme a sus promesas así que ni siquiera trajimos los cubiertos. Pero nuestra prioridad era predicar el evangelio. Y Dios vio, y bendijo. Esto me marcó mucho en mi vida porque mi pastor en Argentina me dijo: “Te necesito en Uruguay”. ¡Yo no tenía en mis planes Uruguay! Pensé que sería mejor mandarme de misionero a Singapur, a Miami, Italia, etc. ¡Pero me mandó cruzar el charco! Entonces resignado le pregunté cuándo quería que partiera para Uruguay y me dijo: “Te necesito ayer. Es urgente que te vayas”. Le dije que iba a orar y me respondió. “Ora ligero porque si no tengo que mandar a otro”.

Cuando llegamos a la ciudad de Colonia, mis hijas tenían que continuar el período de clases que ya había comenzado en Argentina, pero fue un cambio rotundo en cuanto a la historia, a los métodos que aquí se utilizaban, tenían que aprenderse el himno uruguayo. Mi esposa y yo sabemos lo que es renunciar a todo. Yo tenía grandes planes ya que sólo en Capital Federal había diez millones de personas y estaba convencido de que Dios me había puesto allí por esa gran cantidad de gente, pero no, me mandó a Colonia con unos veinte mil habitantes. Y nos vinimos con mi esposa y mis dos hijas. Yo sé lo que es dejar padre, madre, familia, tierra. Sé lo que es que te critiquen como han dicho de mí que llegué para formar una iglesia robando ovejas de otras iglesias. ¡Había pastores que oraban para que Dios me sacara de Uruguay!

Yo no te pido que renuncies a todo, “porque tengo la vaca atada”[1], como dice el dicho popular; yo he tenido que renunciar a muchas cosas, pero he visto la bendición de Dios a través de los años en los que le he servido. He entendido que hacer negocios con Dios vale la pena; un negocio en el que yo pierdo todo para que Él me dé todo. Para que yo no tenga nada mío, sino todo de Él. Dios quiere que le des tu corazón, pero de verdad quiere que decidas hoy cambiar tus prioridades. La calidad de vida que llevas tiene que ver con la calidad de decisiones que tomas y cuáles son tus prioridades.

Si has entendido esto y has creído a su palabra, desde este mismo día, antes de que hayas puesto la primera piedra para edificar su iglesia, antes de que hayas comenzado a trabajar, desde este mismo día, el Señor te bendecirá.

Prefiere hoy la bendición de Dios antes que todos tus anhelos si has entendido que tienes que hacer lo que a Dios le gusta y no seguir tras tus deseos. Si has entendido que tienes que pagar el precio que Dios te demanda por alcanzar su bendición y la bendición no es lo que tú quieres o te gusta, porque bendición es lo que el Señor te quiere dar, haz una oración a Dios y dile: “Señor, hoy renuncio a mis prioridades para que sean establecidas en mi las tuyas. Yo voy a edificar tu templo. Sopla sobre mi tu Espíritu Santo, en el nombre de Jesús, amén”.

 

 

 

 

 

[1] «tener la vaca atada«. Hace alusión al hecho de tener una posición económica asegurada. Por ejemplo, si alguien nace en el seno de una familia muy adinerada, alguien podría decir respecto a esa persona que «la tiene atada» (a la vaca), es decir tiene asegurada su situación económica de por vida, nunca va a necesitar trabajar.

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INTRODUCCIÓN

Leemos en Efesios 2:1: “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados”. Hay dos clases de muertos; hay muertos que están en el cementerio y hay muertos que caminan. El pecador vive en una condición de muerto; para Dios está muerto y no existe conexión o relación con Dios. Está en un estado de muerte o condenación. Es como una flor que fue cortada del árbol y aún tiene perfume, se la ve lozana y está fuerte pero ya no fluye más la savia. Toda persona que ha pecado ha entrado en un estado de muerte, por eso la Biblia dice: “…no hay justo ni aun uno. No hay quien entienda. No hay quien busque a Dios… No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” (Romanos 3). Por eso fue necesario que Dios estableciera un proyecto de salvación, para alcanzar a esos muertos, y por eso decimos que cuando tenemos un encuentro con Jesús y nuestros pecados son perdonados, revivimos o renacemos; se le llama en el evangelio, el nuevo nacimiento. Es decir, se sale de ese estado de muerte o de oscuridad, y se entra en la dimensión del reino de Dios, o la dimensión del Espíritu.

Dice la palabra de Dios en 2ª de Corintios 2:15 y 16: “Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?” Lo que quiere decir el apóstol Pablo es que hay gente que tiene olor de muerte y hay gente que tiene olor de vida. Los que somos de Cristo tenemos olor de vida para los que se salvan y para los que se pierden olor de muerte. O sea, los que se pierden, ven la vida y dicen: “¿Esta porquería qué es?” No entienden, resisten, rechazan, y no consideran buen olor el olor del evangelio y los cristianos llevamos el olor de Cristo.

¿PIENSAS COMO DIOS?

Si no pensamos como Dios, somos enemigos de Dios. Esto es un principio bíblico y la idea es que para pertenecer al reino de Dios hay que estar de acuerdo con Él. Para pertenecer al reino de los cielos debemos pensar como Dios piensa. Hay algunos que escuchan el evangelio y les da asco, nos dicen locos y raros. Ese es el olor de muerte para los muertos, pero para otros que están expectantes de Dios, y a veces ni siquiera están expectantes, tienen contacto con nosotros quienes tenemos la vida encima, y para ellos tenemos un olor o algo que les atrae, y les gusta que les hablemos. Y es que el creyente da fruto de vida. ¡El creyente entrega vida! El creyente tiene esperanza y quien habla con él puede palpar esa esperanza. Sin esperanza, la vida es complicada ya que ésta es un complemento de la fe que te ayuda a esperar con confianza. Entonces, si hablas con un creyente que está lleno de vida y la esperanza que imparte es un soplo que te toca, te hace bien y te da vida. El creyente tiene fe e imparte esa fe. Lo que tiene éste de vida, según Jesús, es como una fuente de agua viva que sale del creyente y salpica a los que están alrededor. Los que tienen vida, tienen el perfume de Dios. Algunos son rechazados precisamente por tener ese perfume. Para Dios, nosotros somos grato olor de Cristo para los que se salvan y para los que se pierden. Para unos es olor de muerte y para otros, olor de vida.

“Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados”. El poder de Dios se manifiesta, no en que da muerte. Las victorias en el mundo se conquistan matando gente. ¿A quiénes se le da gloria y se les hace un monumento? A los caudillos que han matado más gente. Tiene más honor en la tierra aquel que ha matado mucha gente y se le llama padre de la patria. En Argentina, a José de San Martín le dedicaron una poesía que reza: “Padre nuestro que estás en el bronce…” Se honra a alguien que ya está muerto y no tiene poder para la vida.

Pero la Biblia dice que Cristo nos dio a nosotros vida cuando estábamos muertos. El poder de Cristo se manifiesta, no por el hecho de ganar una victoria por el afán de matar, sino que, celebramos en Jesús, el poder y la victoria sobre la muerte. El poder de Cristo tiene que ver con resurrección, mas el poder del hombre tiene que ver con muerte. Ellos ganaron cuando mataron, pero Cristo ganó cuando se levantó de la tumba, y Él levanta a los muertos. ¿En qué consiste el estado de vida y el estado de muerte? Hay pensamientos de vida y hay pensamientos de muerte; los pensamientos de vida son de Dios y los de muerte son del hombre.

“Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia” (Efesios 2:1 y 2). En otro tiempo, nosotros, los que hemos creído, andábamos en un camino de muerte siguiendo la corriente del mundo, pero ya no voy más tras la corriente del mundo, ahora voy contra ésta que es conforme al príncipe de la potestad del aire, este es satanás, quien está impulsando ideologías y pensamientos que tienen que ver con el pecado y la muerte, que son rebelión y desobediencia contra Dios. Nosotros que anduvimos así éramos hijos de desobediencia.

Hay cierta dirección en la vida que si la seguimos, lo hacemos en virtud de la corriente que genera satanás, el príncipe de la potestad del aire, y los pensamientos y deseos que genera esa corriente del mundo es desobediencia y rebelión contra Dios. ¿Qué hace Dios con el creyente cuando éste está muerto en sus pecados? Dios le habla para que resucite. Le envía el mensaje del evangelio, que es un mensaje de poder de Dios para salvación de aquel que cree. La persona escucha el mensaje de Dios y se produce en ella un arrepentimiento, cuya raíz proviene del griego y significa metanoia, o sea, cambio de pensamiento o cambio de mentalidad. Lo que yo pienso o siento, me lleva en determinada dirección, y cuando Dios habla, el Espíritu Santo obra en esa persona que está sensible a la palabra de Dios y se produce el arrepentimiento, o sea, un cambio de mentalidad que me hace girar ciento ochenta grados. Por eso decimos que alguien se convirtió. Convertirse es un término de la jerga militar, es estar en una dirección y cuando el jefe grita “conversión”, el soldado voltea ciento ochenta grados. Es una mentalidad nueva que te acerca hacia Dios y produce una inserción de la mentalidad de Dios en tu mente.

Todo tiene que ver con la verdad o la mentira, con las tinieblas o la luz. Todo lo que proviene de Dios es luz y es verdad. Por lo tanto, para salir del camino de muerte, o para permanecer en el camino de vida, es necesario permanecer en la palabra de Dios, es algo así como asimilar la palabra de Dios y aferrarse a ella. Hay muchas cosas que tú recibes sin cuestionar. Cuando tu mamá te sirve la comida no piensas si tiene veneno. Hay muchas cosas que recibimos automáticamente, y en el mundo hay un sinnúmero de opiniones, pensamientos, corrientes y modas que sin darte cuenta recibes espontáneamente y las incorporas.

Hoy quiero decirte que en la iglesia como afuera hoy en día hay olor de muerte porque las personas no piensan conforme a lo que piensa Dios, sino que piensan conforme a la corriente de este mundo que genera el príncipe de la potestad del aire, o sea, satanás, y que produce oscuridad y muerte. Una jovencita de catorce años que se crió en la iglesia y cuyos padres son cristianos y sirven a Dios, le confesó a su mamá que no le gustaban los hombres sino las mujeres. La madre quedó muy sorprendida al ver que la hija tenía un pensamiento que no proviene de lo que le han enseñado. Ella comenzó a escuchar en el liceo un mensaje distinto al que le habían enseñado de Dios, es más, me dio una tarjeta de un hombre que se puso nombre de mujer, el cual le dijo que quería hablar conmigo. La joven me preguntó: “¿Estás dispuesto a hablar con esa mujer?” “Sí, estoy dispuesto a hablar con ese hombre”, le respondí. Hoy en día, si no estás de acuerdo con la corriente de este mundo te tildan de homófobo, de retrógrado, y de que incitamos al odio, etc. ¡Pero yo no puedo negar la verdad!

Tienes que decidir si recibes la verdad de Dios, si te afirmas en esa verdad y caminas en ella. En estos tiempos me quieren obligar a decir que el color es negro cuando en realidad es blanco. Quieren que yo acepte lo que otros creen y piensan, esa es la corriente del mundo. Pero yo tengo muy metido en mi cabeza y en mi corazón que Dios creó al hombre, hombre, y a la mujer mujer. ¡La Biblia dice que Dios creó al hombre y a la mujer y se terminó la discusión! Yo debo decidir si me aferro o no a lo que Dios piensa, y quien no abraza lo que Dios piensa, entonces piensa en enemistad y en desobediencia contra Dios.

La jovencita me mostró algunas cosas que había escrito y decía: “Yo estoy de acuerdo con el matrimonio igualitario porque todas las personas tienen derecho a ser lo que sienten o les parece”. Yo le dije que no todo lo que uno siente o le parece es verdad. Una noche me puse un pijama rayado para dormir y puse en las redes: “Soy una cebra, y el que no esté de acuerdo conmigo es un retrógrado”. La mentalidad de hoy es que tenemos que estar de acuerdo con lo que las personas hacen, piensan y dicen; debemos respetarlas. Y sí, yo las respeto, pero no me pueden obligar a creer lo que no se puede creer. Si yo sé que una persona es hombre, ni el gobierno, ni el estado, ni nadie me puede prohibir decirle señor y no tratarlo como mujer porque no voy a obedecer al engaño ni a la mentira. Yo creo en la verdad objetiva, y ésta es algo que se puede ver, tocar, analizar y medir. Si tú tienes cromosomas XX, entonces eres una mujer por más que te pongas hormonas y te dejes crecer la barba. Para la biología, esa persona seguirá siendo una mujer siempre y todas sus células y sus órganos serán femeninos. La verdad es objetiva, no es un capricho, no es una idea social o sicológica, no es una ideología.

“…en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás” (Efesios 2: 2y 3). La carne no es sólo huesos, músculos y órganos, sino que también es el alma del hombre que está inclinada a deseos pecaminosos. Cuando nos movemos conforme a nuestros deseos no cumplimos los deseos de Dios. En otro tiempo andábamos haciendo los deseos de nuestra carne y los deseos de nuestros pensamientos.

¿CUÁL ES LA FUENTE DE TUS DECISIONES?

Hay dos fuentes para tomar decisiones, una es la que yo siento o deseo y la otra es lo que yo pienso. Cuando hago conforme a lo que pienso, no obro conforme a los pensamientos de Dios, o hago conforme a mis deseos; éstas son las dos fuentes, una es anímica sentimental y la otra es intelectual. Una fuente es afectiva, sentimental: Es aquello que quiero hacer porque lo deseo, porque se me canta o me parece; y la otra fuente es intelectual: Tengo una lógica muy difícil de controvertir, es más, hasta lo cuestiono a Dios, por qué permite eso o aquello o por qué se le ocurre que las cosas sean así. ¿Por qué Dios hizo la tierra redonda y no cuadrada? ¡Porque se le dio la gana! ¡Él es Dios! En este mundo se ha tergiversado todo. Dios es soberano, es sobre todo, es único, es Señor. ¡Él es así! ¡Él es Dios! Por lo tanto, inventó que lloviera de arriba hacia abajo y no de abajo para arriba, te guste o no te guste. “¿Por qué Dios me hizo mujer?” ¡Porque así lo decidió Él! Él es Dios y soberano. “¡Mejor hubiera sido que me haga hombre!” Eso no cambia la cosa; Dios es Dios y es soberano.

Cuando los discípulos le pidieron a Jesús que les enseñara a orar, el Señor les dijo: “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”. Los que creemos en Él debemos sacrificar nuestra voluntad y pedirle a Dios que se haga su voluntad y no la nuestra. Alguno preguntará por qué. ¡Porque Él es Dios y es soberano! Dios estableció las leyes y creó todo. ¡Dios es Dios! El hombre dice: “A partir de ahora, democracia”. El hombre puede pensar como se le dé la gana y decide que el soberano no es Dios sino el pueblo, y que el gobierno no es de Dios sino del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Entonces, el ser humano cambia, da vuelta el pensamiento y cree que ha hecho gran cosa. Y en las naciones andamos que no sabemos qué hacer con la soberanía que tenemos encima. Para la democracia tú eres soberano, tu voto decide. ¡Qué poderoso eres! La idea de cuestionar a Dios y hacer una lógica que vaya contra su lógica hace que el ser humano se pierda de la verdad y entre en un estado de oscuridad y no entienda ni siquiera lo que razona.

En un evento con el profeta T.B Joshua, pasa una pareja adelante; el profeta le pregunta al hombre cuál es su problema y éste dice: “Es que en mi casa, mi señora es el esposo y yo la mujer. Yo hago la comida y la limpieza, y ella me golpea. Además, ella está casada con un espíritu muy grande, yo lo he visto, y hasta tiene relacione sexuales con ese espíritu”. ¡Contó cada cosa! ¡Un caos! Cuando el hombre se aleja de Dios pierde el norte. ¡No sabe para dónde va! La esposa del hombre confesó todo y dijo que era cierto lo que él contaba. T.B Joshua les dice que no se hagan más problema porque Dios arreglaría todo, les dijo también que su matrimonio era de Dios y el diablo era un intruso. Luego de tres reuniones, vuelve el matrimonio y el hombre dijo que todo había cambiado, él es el hombre de la casa y ahora su esposa lo trata con cariño.

Tú puedes pensar lo que se te dé la gana, pero no significa que lo que piensas es la verdad, o que es correcto, ni que tienes luz por causa de tus pensamientos. No es que hay que ser tan extremista en cuanto a la manera de ver las cosas y en la manera de pensar porque muchas veces, simplemente, estamos en contra de Dios porque no aceptamos algo que Él quiere. Por ejemplo, cuando dices que te gusta alguien y nadie te va a hacer cambiar de parecer, porque lo quieres, o la quieres, y no te importa si es no es la voluntad de Dios. Los que viven confiados y en paz, los que tienen esperanza y fe, se han alineado a la voluntad de Dios. La palabra de Dios es su pensamiento y su voluntad. ¿Qué, Dios no me va a permitir ser homosexual? Dios te dio libre albedrío y puedes pensar y hacer lo que se te dé la gana, pero tienes que saber que hay una mentalidad que va acorde a Dios y una que va en su contra, y toda mentalidad que va contra Dios será juzgada y condenada por Él. Dios te ha dejado su palabra, su voluntad y pensamiento para que te alinees a Él y tengas vida, paz y salud. Sin importar que el hombre considere que Dios no es soberano, Dios es soberano. La condición de Dios no cambia por causa de lo que piensas o sientes. ¡Tú no vas a torcer a Dios ni a sus leyes! Y lo que quiere Dios es que te arrepientas de tu manera de pensar y la cambies, porque sus caminos son más altos que tus caminos y sus pensamientos más altos que tus pensamientos.

La jovencita de catorce años que mencioné, dice estar de acuerdo con el matrimonio igualitario porque las personas tienen derecho a hacer lo que se les dé la gana, y yo la escuchaba. También decía que no estaba de acuerdo con el aborto, pero había casos en los que sí estaba de acuerdo. Yo le pregunté si eso que ella decía venía del Espíritu Santo o era producto de sus pensamientos y venía de su corazón a lo que me respondió que no sabía. Es esencial saber que lo que piensas o sientes viene de parte de Dios o no. ¿Crees que porque tu argumento o tu lógica son extraordinarios, Dios se pondrá de acuerdo contigo? La salvación es para aquellos que creen en Dios porque los que creen en Él aceptan cómo Dios ve las cosas o como piensa. Por ejemplo, la Biblia dice que los que se echan con hombres no entrarán en el reino de los cielos y serán condenados. Tú no puedes cambiar la mentalidad de Dios y si te enojas con Él, pierdes. Por eso la salvación es para los humildes, quienes agachan la cabeza y acatan lo que Dios dice. Los soberbios cuestionan, ¿por qué tiene que ser así? Te aconsejo que te hagas amigo de Dios ya que te va a ir mucho mejor.

La palabra de Dios es el alimento de nuestro espíritu; así como hay vitaminas, proteínas y minerales para el cuerpo, sin la palabra de Dios al espíritu del hombre le faltan nutrientes. El pensamiento de Dios es el alimento de tu espíritu, cuando tu alma se somete al poder del Espíritu Santo, tu espíritu se fortalece y tu comunión con el Señor gobierna tu vida y Dios es soberano, entonces ya no te importa tanto cómo piensas tú sino cómo piensa Dios. Pero la jovencita de catorce años me preguntó: “¿Entonces para qué Dios nos dio mente?” Nuestra mente es muy chatita, sin embargo Dios nos dio una mente extraordinaria para poder aprehender o tomar la mentalidad de Dios.

Dios tiene propósito, Él te deja hacer lo que quieras, pero te dice: “Mira que yo te voy a juzgar y voy a condenar. A algunos les voy a dar salvación y a otros los voy a condenar eternamente”. Cuando piensas algo, cuando emites una opinión, cuando deseas o sientes algo, o cuando simpatizas con alguna idea debes tener en cuenta si eso es de Dios o es de la carne y Jesús dijo que lo que es nacido de la carne, carne es, y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No importa qué tan lógico o convincente seas, o qué tan caprichoso o caprichosa te pongas; delante de Dios cuenta solamente lo que proviene del Espíritu. Y lo que proviene del Espíritu es su soberana voluntad. Y te voy a decir más, esa comida espiritual es Cristo. Dice el libro de Juan 1:1: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”. Jesucristo se encarnó, Él es la palabra de Dios encarnada y quien acepta la voluntad de Dios acepta a Jesucristo gobernando en su corazón. Y esto es sólo para los humildes. El humilde se acerca a la cruz y se niega a sí mismo para poder alcanzar la luz de Dios. Como hizo Jesús porque Él se negó a sí mismo, no era que le gustaba tener que padecer; no era su deseo ni la lógica de Cristo. Ir a la cruz era la voluntad de Dios. Y Él declaró: “Yo he venido no para hacer mi voluntad sino la voluntad de mi Padre”. Hay muchas personas que se creen más que Cristo y dicen: “A mí nadie me va a cambiar mi manera de ser y de pensar”. Dios quiere cambiar tu manera de pensar para que seas su aliado, de lo contrario te constituyes en su enemigo. Si tú piensas distinto a Dios, eres su enemigo; tú resistes la dirección del Espíritu Santo.

Leemos en Efesios 2: 3 y 4: “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)”. No eres salvo por ser lindo, nadie se salva porque tiene una gran lógica y nadie podrá sorprender a Dios con su manera de pensar. Nadie le podrá exponer una razón o alguna lógica que turbe a Dios. ¿Tú crees que lo vas a turbar con algún razonamiento tuyo? ¿Crees que podrás discutir con Él? La salvación no es para los inteligentes ni para los rebeldes; la salvación es para los que se humillan delante de Dios. Esos alcanzarán el perdón de sus pecados, y eliminado el pecado, será eliminada la muerte y la condenación eterna. ¡Ya no tendrás más olor de muerte sino olor de vida! No te creas vivo o viva si eres rebelde; no te creas que estás más cerca de Dios porque tus razonamientos son válidos. Tú estarás más cerca simplemente si te humillas delante de Él.

“El profeta que tuviere un sueño, cuente el sueño; y aquel a quien fuere mi palabra, cuente mi palabra verdadera. ¿Qué tiene que ver la paja con el trigo? dice Jehová” (Jeremías 23:28). ¡Si no es palabra de Dios no digas, palabra de Dios es ésta! Si tienes palabra de Dios, entonces dí, es palabra de Dios. ¡No confundas la verdad de Dios con el sentimiento del hombre! Es por eso que Dios dice: “¿Qué tiene que ver la paja con el trigo?” ¡Lo que es Dios es eterno y es poderoso! ¡Lo que es de Dios es luz! ¡Lo que no es de Dios no sirve! Si es palabra de Dios aférrate, si no es palabra de Dios deséchala; tú no sigues la corriente de este mundo. ¡Tú sigues la corriente del Espíritu! En la palabra de Dios hay poder y eternidad. El evangelio es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree. Muchas personas están enfermas y ni saben que están así por pensar como piensan; no saben lo que sienten. Creen que es justo lo que sienten o que son sabios por lo que piensan.

Viene al altar una mujer que siempre pasa para que oremos por ella, entonces le pregunté que le sucedía y me dijo que estaba muy dolorida de la espalda entre otras dolencias, y mirándola a los ojos le pregunté a quién odiaba. Ella me negaba que sentía odio por alguien, sin embargo, le digo: “Tu enfermedad tiene que ver con el odio que albergas en tu corazón. ¿A quién odias?” “A mi marido” me responde. Tú no tienes derecho a odiar porque te pones en contra a Dios. Tu odio es enemistad contra Dios. No importa lo malo o perverso que sea tu esposo, es su problema con Dios; tú arregla tus cuentas con el Señor y perdona a quien tengas que perdonar. Dios quiere que tu vida esté limpia para que su bendición te alcance. ¿Crees que tienes derecho a tener resentimiento con alguien? ¿O tienes que amar a los pecadores? Porque Cristo murió por todos, aun por los peores y eso es verdadero amor; dar la vida por alguien que no se lo merece y dar la vida por alguien que ha hecho todo mal, eso es ser de Cristo.

CONCLUSIÓN

Dios hoy va a sanar tu corazón, tus pensamientos y tus emociones y al sanar tus emociones sanará también tus enfermedades. ¡Sé libre en esta hora! Algunos dicen que piensan bien o que hacen bien pero les va mal; si yo pienso bien entonces hago bien y me va bien. Ahora, eso de que hago todo bien pero me va mal y Dios es injusto, es una mentalidad ridícula del infierno. Si todo te va mal, algo estás pensando mal y algo estás haciendo mal. ¡Tienes que arrepentirte delante de Dios! Hoy el Señor quiere darte vida y poner en ti, perfume de vida. Si estás arrepentido de tu manera de ser y de pensar, si estás arrepentida de tu actitud dura frente a Dios y a la vida, la unción de Dios desciende sobre ti para quebrantar los yugos del mal.

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INTRODUCCIÓN

Dios quiere traer su reino a la tierra, pero hay algunos elementos que son indispensables y algunas situaciones que deben ser tenidas en cuenta porque Dios es Espíritu y nosotros, los que somos de Cristo, hemos sido nacidos del Espíritu.

Somos hijos de Dios. Dios es Espíritu, su naturaleza es Espíritu y sus hijos tienen naturaleza espiritual, así que somos engendrados por el Espíritu Santo, somos un espíritu habitando en una vasija de barro que es nuestro cuerpo y nuestra alma. Pero lo más importante de nosotros es el espíritu porque Dios se comunica a nosotros de Espíritu a espíritu. Hay un vínculo entre el Espíritu de Dios y el espíritu del hombre, y ese vínculo es la palabra de Dios y su palabra es Espíritu; así que todo es espiritual: Dios es Espíritu, su palabra es Espíritu y es el vínculo entre Él y nosotros.

Él se da a conocer, se manifiesta, se revela; Dios muestra su carácter, su voluntad y su propósito a través de su palabra. Y su palabra no es la letra negra que está escrita sobre papel blanco y que conforma la Biblia, sino que su palabra es Espíritu y es vida. Dios tiene vida espiritual, también nosotros sus hijos, y el alimento espiritual para nuestro espíritu es la palabra de Dios que es Espíritu y es vida. Si entendemos esto, podemos avanzar en el conocimiento de cómo relacionarnos con Dios. Nuestro relacionamiento con Dios no es a través de nuestra alma o nuestra razón; nuestro relacionamiento con Dios es espiritual. Cuando las palabras que están escritas en la Biblia se encienden y yo veo que Dios me está hablando y algo arde dentro de mí, es que se está manifestando o revelando la palabra que es Espíritu y es vida. Algunas personas leen la Biblia pero no se les revela nada; dicen que al leerla se aburren porque no entienden; y es que no se manifiesta la vida del Espíritu mientras esa persona lee la palabra de Dios. De hecho, los satanistas leen la Biblia y la conocen bien; muchos me han mencionado versículos bíblicos y es sorprendente ver cómo conocen la Biblia. No obstante, los satanistas le llaman palabra muerta porque nunca encontraron vida en ella. Lo que pasa es que ellos no tienen el Espíritu de Dios o no han sido renacidos por el Espíritu de Cristo. No tienen relación con el Espíritu Santo, por lo tanto, está bien, ya que para ellos es palabra muerta.

Pero para nosotros, la palabra de Dios es palabra viva. Jesús declaró: “Las palabras que yo les he hablado son espíritu y son vida” (Juan 6:63). Yo debo lograr conectar mi espíritu a través del Espíritu de la palabra, con Dios. Si quieres tener relación con Dios debes estar sintonizado con Él. Dios te va a revelar en esta hora lo que tiene que pasar en ti para que ese fluir exista y para que cuando leas la Biblia, ardas y llegues a entender qué es lo que Dios quiere de ti.

A aquel que no le funciona bien la vida espiritual, no ha entendido la importancia espiritual que opera en la palabra de Dios y le resulta aburrido leer la Biblia o escuchar el mensaje del evangelio. Yo te traigo este mensaje de parte de Dios y algunos entienden, en cambio a otros les aburre porque no logran captar el mensaje de Dios, están fuera de onda. ¿Qué puede romper ese vínculo? Está Dios que es Espíritu, estoy yo que he nacido del Espíritu, está la palabra de Dios que es Espíritu y vida; y a través de la palabra de Dios fluye la revelación de Dios hacia mí, y a través de la revelación que recibo yo fluyo hacia Dios. Entonces oro y pido a Dios conforme a su voluntad y no me encapricho en pedirle lo que no proviene de su voluntad. Yo estoy unido, estoy ligado a Dios y he aprendido de su palabra; Él me ha hablado y me ha enseñado cómo tengo que ir a su presencia, entonces lo que oro o lo que pido está en sintonía con lo que Él quiere. Cuando estoy en sintonía con Dios, lo que yo pido me será hecho. “Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho” (Marcos 11:23)

Aquí entra otro elemento y es la fe. Porque yo tengo que vincularme con Dios a través de su palabra, pero no voy obtener algo, no voy a entender ni se me va a revelar nada si no pongo fe en lo que dice la palabra de Dios. Yo recibo revelación, creo con fe que lo que la palabra de Dios me dice está bien, y va a suceder lo que yo creo; entonces, la fe produce el contacto. La fe vendría a ser el conductor de la palabra de Dios que es el Espíritu de Dios tocando las vidas. Jesús declaró que sus palabras son Espíritu y son vida. Algunos ponen la Biblia abierta en algún lado de su casa como para espantar a los demonios, pero quiero decirte que los demonios no se asustan del papel y la tinta. ¡Los demonios se asustan de la palabra viva que está operando en tu espíritu!

OFENSA CONTRA DIOS

Pero hay cosas que pueden estorbar ese vínculo, esa relación, ese sistema de Dios para que nosotros estemos todo el día llenos de fe, de alegría, de gozo y esperanza, sabiendo que nada nos hará daño y que a los que a Dios aman todas las cosas les ayudan a bien, y que somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó.

David dijo: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo”. Aunque leas esto en la Biblia, y confieses esta palabra, a veces estás temiendo y lamentándote y no te funciona el papel y la tinta porque lo que funciona es el Espíritu. Hay un elemento que Dios quiere que tengas en cuenta.

Lemos en el libro de Hechos 24:16: “Y por esto procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres”. ¿Qué procuraba el apóstol Pablo? Tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres. Esta es la clave fundamental. Pero, ¿qué significa esto? Que si hay ofensas en mi corazón contra Dios o contra alguna persona, tengo un serio problema. La ofensa destruye el vínculo entre Dios y nosotros, y la palabra se hace nula o aburrida, o descubrimos que ésta no tiene fuerza ni poder en nuestra vida. Y no es que no funciona lo que dice la Biblia porque sí funciona, pero en determinadas condiciones.

Yo no puedo tener ofensa en mi corazón contra Dios. Tú me dirás, ¿y quién puede guardar ofensas contra Dios? ¡Hay muchos cristianos que guardan ofensas contra Dios! También, hay muchos que no son cristianos y guardan ofensas contra Dios. Cuando dices: “¿Por qué Dios permite que me pase esto? ¡Es injusto!” Cuando te pones en esa posición cuestionas a Dios y tienes algo contra Él. En el fondo no quieres cuestionar a Dios ni ponerte contra Él, pero hay algo dentro de ti que te dice que Dios es injusto y no debieras estar viviendo lo que estás viviendo. Piensas que Dios no te quiere, que no te escucha o tiene algo contra ti. Quiero decirte que estás dejando entrar en tu corazón una ofensa contra Dios.

Conocí gente que decía ser atea y no creía en Dios. Yo les he preguntado si habían sido ateas desde siempre, pero no siempre fue así ya que antes eran cristianos. Por ejemplo, una persona le pidió a Dios que no se le muriera la abuela, pero se murió, y la mujer tenía ciento veinte años. “Le pedí con fe pero mi abuela se murió…”, dijo. No le importaba que la abuela estuviera postrada porque aun así estaba viva y no quería que Dios se la llevara. Pero como Dios se la llevó y no hizo lo que le pidió, se enojó con Él y dijo: “¡No creo más en Dios!” Esa persona no es atea porque no cree en Dios, sino que está ofendida con el Señor, está enemistado con Él.

También viene a mi memoria la historia de una joven que estaba enamorada de un chico y según ella tenía palabra de Dios y la confirmación de ángeles y arcángeles de que ese joven sería para ella, pero él se casó con otra. La joven se ofendió con Dios y se fue de la iglesia. Estoy dando algunos ejemplos un poco exagerados pero reales. ¡Las personas se ofenden con Dios! A veces se ofenden con Dios cuando se ofenden conmigo. De pronto estoy predicando y digo algo y alguno piensa: “¿Quién le contó acerca de mi vida al apóstol?” Yo predico el evangelio y el Espíritu está actuando, pero esa persona se enoja porque cree que alguien me habló de ella. Ofendida dice que no me va a contar nada porque yo después ando divulgando lo que me dijo; y por eso se enojan contra Dios y dejan de diezmar y de ofrendar también. El diezmo es de Dios y es para Él, pero se enojó con el pastor y no quiere diezmar más. Esas personas creen que están ofendidas con el pastor pero se la agarran contra Dios, lo que provoca que se enfríen y pierdan fuerzas para orar, para leer la Biblia, pierden el gozo y se vuelven como personas naturales enfrentando las cosas en un nivel chato y natural pero no en un nivel espiritual y sobrenatural.

OFENSA CONTRA TU PRÓJIMO

¡La ofensa es algo terrible! Te corta la relación con Dios y destruye tu sintonía con Él porque Dios no acepta que tengas ofensas en el corazón. A ti te ofendieron y puede ser que tú tengas la razón y la otra persona esté equivocada; o puede ser que hayan cometido una injusticia contra ti, pero a Dios eso no le importa. Al Señor le importa que tú no estés ofendido. ¡Dios quiere que ames! El que ama no guarda rencor. El que ama no rompe relación con las personas y las sigue amando a pesar de las ofensas. Dios te dice en esta hora: “Si tú estás bien conmigo y con la gente, ora, lee la Biblia y yo me voy a revelar a ti. Se va a restaurar tu vinculo conmigo y fluirá la luz de mi palabra”. Para David la palabra de Dios no era aburrida; para él era una perla preciosa y declaraba: “Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera en mi camino” (Salmo 119:105). También dice David en el mismo Salmo: “¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra”. Para David era muy importante la palabra de Dios, pero para que esa palabra funcionara, él tenía que guardar su corazón. Es por eso que en Salmo 51 pide perdón a Dios por haber pecado. “Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones… Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos…Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente”. David sabía lo que era disfrutar de la gracia de Dios y tener la luz que venía de su palabra y apreciaba esas cosas.

Pablo, fue un hombre muy ungido por Dios. Dice la Biblia en Hechos 19:11: “Y hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo”. ¿Pero cuál era la prioridad de Pablo? “…procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres”. ¿En qué se yo que estoy ofendido con alguien? Es muy fácil decir que no le haces mal a nadie, o que no te metes con nadie y que no estás ofendido con nadie. Cuando tú no puedes mirar a esa persona a los ojos, algo tienes contra ella. Vas caminando y ves que se aproxima esa persona de la que prometiste que si venía por tu misma vereda, tú te cruzabas a la otra; sin embargo dices que la has perdonado, pero nunca más. Y si ves que no puedes ir a ningún lado y se va aproximando esa persona indeseada, haces como si estuvieras hablando con alguien por celular.

Dios quiere hoy erradicar ese grave problema de tu vida y sucede que Él tiene un trato especial contra aquellos que mantienen ofensas contra su prójimo. Jesús enseñaba a orar al Padre, y en esa oración, el Señor dice: “Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores” (Mateo 6:12). Hay momentos en que mientras oro por alguna persona, ésta se manifiesta muy molesta e irascible porque un espíritu de odio la domina. Pasan para que le ore porque quieren que Dios la toque, quiere su bendición y yo le digo que necesita perdonar porque lo que se manifiesta en su corazón es odio. La persona se resiste y me dice que no quiere perdonar lo que le hicieron, sin embargo quiere que Dios la bendiga. ¡Tú no puedes pedirle a Dios que te bendiga si en tu corazón albergas odio contra una persona! Y no importa si ese odio está bien fundamentado porque actuaron injustamente contigo; no importa si es justo o injusto lo que te hicieron. ¡Dios no quiere que tengas ofensas contra nadie!

Las personas quieren la bendición de Dios pero no quieren perdonar, yo les digo que no pueden pedirle a Dios bendición si albergan odio en su corazón y se resisten porque para ellas lo que le han hecho no tiene nombre, lo que le han hecho no tiene perdón de Dios. Hay una contradicción ahí; te levantas contra la palabra de Dios. Y Jesús enseñó a decir: “Señor, perdóname en la misma medida que yo perdono a los que me han hecho daño”. Piensa en quienes te han hecho daño y medita sobre esto que te estoy diciendo. Porque no querer perdonar, es decirle a Dios, no me perdones a mí. Termina el Señor de enseñarles cómo orar al Padre y en Mateo 6:14 les dice a sus discípulos: “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial”. Si tú perdonas te dice el Señor, yo te perdono.

Cuando viajé a Paraguay a una cruzada con el profeta T.B Joshua, un apóstol, quien me fue a buscar al aeropuerto me invitó a almorzar en su casa; también invitó al director general de la cruzada con T.B Joshua del comité de Paraguay, a un empresario y un político muy importante. Luego nos iríamos a un encuentro con el profeta y unos dos mil quinientos pastores y líderes. En ese almuerzo conocí a su esposa, una mujer linda y agradable, y muy servicial. Yo felicité a ese apóstol y le dije que era muy linda su esposa y me había caído muy bien, que Dios le había dado una compañera y ayuda preciosa. Cuando ya estábamos en la cruzada y el profeta comienza a orar por todos los que estábamos ahí, llega a la esposa de este apóstol, le toca la cabeza y en la mujer se manifiesta un espíritu de odio. Yo estoy viendo todo por la pantalla gigante. T.B Joshua la señala y le dice: “¡Tienes que perdonar a ese hombre!” Ella queda sorprendida pensando a quién tenía que perdonar. El profeta la mira y le vuelve a decir: “Tienes que perdonar. Tienes una amargura contra un hombre”. Y sigue ministrando. Pero unos ayudantes se quedan con la mujer, filmándola, entonces le preguntan qué le pasaba, a lo que la mujer les dice: “El profeta tiene razón. Yo creía que había perdonado a mi primo, pero no lo hice. Mi primo mató a mi padre cuando lo asaltó para robarle. Yo creía que lo había perdonado pero entendí que algo más había dentro de mí”. Ella se había criado con ese primo, pero se metió en el mundo de las drogas y la delincuencia, lo que provocó que terminara matando a su tío quien lo crió desde los doce años. El engaño más grande es cuando crees que has perdonado, pero no lo has hecho.

Veamos lo que dice Mateo 6:15: “más si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas”. Dios mismo se pone un límite para perdonar cuando la persona no está dispuesta a perdonar a otro. ¿Qué pasa con tu pecado cuando Dios no lo quiere perdonar? Y no es que Él no quiera perdonarte sino que tú le estás impidiendo que te perdone. Cristo murió para que todos seamos limpiados de nuestros pecados por medio de su sangre preciosa. Entonces su deseo es perdonarnos y el Espíritu Santo nos anhela celosamente. Pero si tú te resistes a perdonar, Dios te dice, yo no te perdono a ti. ¿Qué pasa entonces si Dios no te perdona? Cuando le pides perdón a Dios, Él te dice, quédate con esa basura infame que es el pecado y ensucia tu vida espiritual y tu interior.

Jesús dijo: “No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen” (Mateo 7:6). Los cerdos no entienden de basura y perlas; los cerdos no aprecian las perlas. Dios no aprecia sentarse a tomar mate dentro de un corazón que es como un chiquero. ¡Dios no quiere! El Señor quiere que tengas un corazón limpio. Si tú retienes la ofensa tu espíritu queda bloqueado, queda encarcelado, porque la ofensa es como un filtro, de tal manera que todo lo que ves, lo ves a través de ese filtro, o sea que quedas a merced de la decisión de ese filtro. Ya no miras como Dios mira, sino que miras a través de la lente de la ofensa y ésta se transforma en la que determina la manera en que tomarás las decisiones y en la manera cómo recibirás alguna palabra que te digan.

Una mujer confesó que su papá le hizo mucho daño, también la dañaron algunos hombres por lo que le tiene fobia a los hombres. Vivía en uno de nuestros hogares de Beraca pero se peleó como con cuatro mujeres del hogar; es que cuando se apodera de ti un mal espíritu, ya no importa si te la agarras con un hombre o con una mujer porque la ofensa domina tus sentimientos, tus decisiones y tus relaciones. Esta mujer se fue del hogar a vivir a la calle porque no soportaba a una de las mujeres que vivía con ella. Todo comenzó con un padre malo y continuó con hombres malos, y ahora ese poder espiritual domina su vida. Ella sabe que no se tiene que alejar de Dios pero se aleja porque ese poder la domina. La Biblia señala que el que hace pecado es esclavo del pecado.

Dios te quiere librar y tú ya sabes si en cierto modo tienes alguna espina clavada contra Él, si tienes alguna bronca porque quisiste algo y no sabes por qué Dios no lo permitió, o le echas la culpa de tus fracasos a otros que se han metido en tu camino y te vuelves contra ellos, cuando en realidad tu trato es con Dios. Si tú tienes paz con Él, y si tu espíritu tiene libertad en Dios nada ni nadie podrá detenerte. Si Dios es contigo, ¿quién contra ti? ¡Ni siquiera yo te voy a detener! Dios hará contigo como hizo con José en Egipto; él fue a parar allá como esclavo pero terminó siendo el gobernador.

En Mateo 18 Jesús por medio de una palabra, enseña acerca de las ofensas: “Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos. Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. A éste, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda. Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda. Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes. Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. Mas él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda. Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado. Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti? Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía. Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas”.

CONCLUSIÓN

¡A Dios no lo podemos engañar! Tú puedes perdonar de todo corazón o puedes hacer como muchos, perdonar de la boca para afuera: “Lo perdoné pero no quiero más trato con esa persona”. Mira si Jesús te dice que te perdona pero te manda al infierno igual. Si no perdonas de todo corazón, Dios hará contigo como ese amo con su siervo. Nosotros justificamos nuestros resentimientos contra Dios o contra alguien por lo que nos hicieron o por lo que no nos hicieron ya que tal vez le pediste algo a Dios y no te contestó. ¡Debes tener una conciencia limpia ante Dios! Jesús no puede reinar en tu corazón si hay basura en él. Si no has sido perdonado, la basura de tu corazón está estorbando la presencia del Espíritu Santo, y tu espíritu está bloqueado por causa del pecado, y el Espíritu Santo está contristado, por lo cual la relación con Dios está cortada, y la comunión, y el fluir de Dios a tu vida, a través de su palabra y de su Espíritu está cortado por más que conozcas la Biblia. Tú puedes conocer toda la Biblia pero no tener ninguna relación con Dios. Puede ser que alguna palabra te toque, pero tú respondes, no con el espíritu sino con tu alma y ésta no está capacitada para responder las demandas de Dios a menos que esté sometida al Espíritu Santo. Dios quiere restaurar su relación contigo; el Espíritu Santo te anhela celosamente. Tú sabes lo que hay en tu corazón, tal vez tienes que pedirle perdón a Dios por haberte ofendido con Él, o pedirle perdón a alguna persona que ofendiste, o perdonar las ofensas que te hicieron.

Dijo Jesús: “Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda. Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre tanto que estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel. De cierto te digo que no saldrás de allí, hasta que pagues el último cuadrante” (Mateo 5:23 al 26). Ni siquiera la ofrenda es aceptable delante de Dios si tu corazón está sucio. Muchos han querido pagar sus pecados dando buenas ofrendas; personas que quieren quedar bien con Dios pero hay pecado en su corazón. A Dios no le importa tu ofrenda sino cómo está tu corazón cuando lo presentas tu ofrenda.

Si tú eres esa persona que necesita que su espíritu sea libre en esta hora, acércate a Dios y pídele perdón por enojarte contra Él, y perdona las ofensas que han cometido contra ti, porque se trata de recibir el perdón de Dios y de quedar libre, de tener un espíritu libre para poder leer la palabra de Dios y encontrar el tesoro que David encontraba en ella. “Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera en mi camino”. No tengas dudas de que Dios te ama y no se trata de que Él no te quiera perdonar, es que no te puede perdonar. ¡Tú necesitas reconocer las ofensas que tienes en tu corazón! Dios quiere romper los yugos de impiedad y las cadenas que te atan y te impiden que tu relación con Él sea la correcta. Sé libre en esta hora, en el nombre de Jesús, amén.

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MI MEJOR AMIGO

INTRODUCCIÓN

Toda guerra o lucha es espiritual. Tú te sientes oprimido o deprimido y es que algo está sucediendo en el mundo espiritual, aunque no digo que no haya problemas orgánicos que acompañen la opresión o la depresión. Tú tienes peleas continuas en tu casa o sufres enfermedades: ¡Algo está ocurriendo en el mundo espiritual! Los problemas económicos del país también son espirituales, aún las guerras culturales. Algunos autores señalan que los grandes problemas de la humanidad son a causa de las confrontaciones culturales.

Leemos en Efesios 6:12: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”. En todo conflicto hay poderes espirituales de maldad operando. Vivimos en un mundo paralelo. Nosotros conocemos el mundo visible, pero en realidad debemos conocer lo que sucede en el mundo invisible. Hay un mundo espiritual de maldad que opera en tus malos deseos, pensamientos y sentimientos. Y hay poderes espirituales de bendición cuando hay pensamientos y sentimientos de bien y cuando hay actitudes positivas. Siempre está operando Dios a través de su Espíritu, o hay ángeles operando, porque el Señor los ha enviado para actuar en alguna circunstancia, o hay espíritus de maldad en una situación de conflicto y de lucha. Decimos entonces que toda lucha es espiritual.

ISRAEL y LOS FILISTEOS

El primer ministro israelí declaró recientemente a la prensa: “Tras el cruel atentado del viernes, hoy afirmamos con decisión: El terrorismo nunca nos vencerá y nunca quebrantará nuestro espíritu”. Israel ha sufrido varios atentados en estos últimos días; han asesinado policías, han matado gente con arma blanca y han disparado algunos misiles, uno de ellos explotó en el aire, desde Gaza hacia Israel. Ojalá hubiera cristianos que pudieran declarar ese tipo de cosas como: ¡Nunca mi espíritu será doblegado! Piensa en las cosas que vienen contra ti que te debilitan y te hacen sentir impotente, y que te sugieren que no lo vas a lograr, que no vas a llegar o hacen que te cuestiones si Dios realmente está contigo o no. ¡Tu fe es muy importante!

Dice en sus declaraciones el primer ministerio israelí Benjamín Netanyahu: “El viernes fuimos testigos de un drama desgarrador de terrorismo, consecuencia de un profundo y desenfrenado odio a los judíos. Hemos estado lidiando con el terrorismo asesino durante cien años y lo derrotaremos. El dolor es profundo, pero nuestras raíces en la tierra también lo son. ¡El terrorismo nunca nos vencerá!” Ojalá hubiera cristianos que declararan con certeza: “¡Esta enfermedad no me vencerá! ¡Este conflicto no va a destruir mi matrimonio! ¡Mi problema económico no me va a llevar a suicidarme! ¡Este asunto legal no podrá derribarme porque Dios está conmigo!” Netanyahu usa con frecuencia pasajes de las escrituras, para apoyarse en lo que dice la Biblia acerca de lo que han declarado los profetas que va a suceder. De algún modo invoca el nombre de Dios. Sería bueno si en sus declaraciones también dijera: “Me estoy apoyando en el nombre de Jehová de los ejércitos”, o: “Puedo declarar estas cosas porque mi sustento y mi fe está puesta en el Dios de Israel”. Evidentemente no lo dijo, pero sin dudas el Dios de Israel está ayudando a esa nación.

Quiero contarte del grave problema que hay en Israel; es la franja de Gaza, el territorio más cercano y beligerante contra Israel. Allí, los terroristas han construido túneles, se gastan el dinero que no tienen, la gente pasa hambre, no cuentan con medicinas. He visto la foto de un terrorista que mató a uno de los policías; estaba siendo atendido en un hospital israelí, y le tomaron una foto en una cama del hospital, herido y riéndose por su hazaña.

Toda lucha es espiritual, por tanto, toda lucha se gana en el mundo espiritual; se gana primero en el territorio espiritual y después en el visible. La victoria la debes conquistar antes de ir a la guerra. Si vamos a la guerra pensando que vamos a perder será imposible ganar si estamos teniendo convicción de que vamos a perder. Me agrada la convicción que tiene el primer ministro israelí cuando declara: “El dolor es profundo pero nuestras raíces en la tierra también lo son. El terrorismo nunca nos vencerá”. Nunca saldremos de Jerusalén, declaran ellos. Jerusalén es la capital eterna de Israel y de ahí no salen. Ellos tienen una convicción muy fuerte por ese territorio que Dios les dio cuando le prometió a Abraham darles la tierra de cananeo, del heveo, del ferezeo, del jebuseo y todos los feos que habitaban el territorio en la antigüedad. Josué conquistó esa tierra y desde esa época se le llama la tierra de Israel. En el año 70 D.C, el imperio romano destruyó el templo de Jerusalén, y qué paradoja porque ese templo era extraordinario, una obra arquitectónica única, hecha por un gobernador romano. Herodes el grande edificó el templo de Jerusalén para que el pueblo de Israel tuviera su culto, y lo hizo con los recursos de Roma. Pero en el año 70 D.C el ejército del emperador Tito destruyó Jerusalén y el templo. Este emperador quiso borrar de sobre la faz de la tierra el nombre de Israel y puso por nombre a esa tierra, Palestina. Lo que era entonces la tierra de Israel ahora era llamada Palestina. Muchos llaman Palestina a lo que nosotros decimos que es la tierra de Israel, compuesta por dos partes: Judea al sur y Samaria al norte. Pero ahora no se le llama más Judea y Samaria sino Palestina, mas los judíos le siguen llamando Eretz Israel o la tierra de Israel. Y hay una puja dialéctica porque las noticias que salen de Israel señalan que esa es su tierra, y las noticias de otros lugares dicen que es Palestina. ¿Por qué hablo de esto? Desde al año 70 D.C en adelante se le llama Palestina a esa tierra, que significa, la tierra de los filisteos. Éstos fueron los enemigos más acérrimos de Israel, los que aparecen en todo el Antiguo Testamento, peleando contra el pueblo de Dios. Y como quiero hablarte acerca de David y Goliat, quiero decirte que Goliat era filisteo y si lo trajéramos al presente sería palestino.

DAVID y GOLIAT el filisteo

Los filisteos vivían en las costas del Mar Mediterráneo y tenían la capital en lo que hoy es la Franja de Gaza. Las luchas más encarnizadas que libró Israel fueron contra los filisteos. Y la historia que te quiero compartir tiene que ver con esta puja entre filisteos e israelíes. En una época en que Saúl era rey sobre Israel, los filisteos salieron para hacer guerra contra él. Éstos tenían un paladín que se distinguía por sus hazañas valientes, era un gran representante valeroso que medía seis codos, más de dos metros y medio de altura y metía miedo. Hay un paralelo en esto; los palestinos están aliados a la UNESCO, o como dicen algunos: UNASCO, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. Es muy poderosa, y allí se ha han votado las peores resoluciones en estos últimos tiempos contra Israel, a tal punto que de la ONU surgió la idea de que a Israel no le corresponde la tierra en la que están asentados porque no hay ninguna relación cultural, histórica ni arqueológica; y eso se decidió por votación. ¡Mira para que ha servido la democracia! Parece que si la mayoría está de acuerdo se hace lo que ésta diga, aunque sea mentira. Una mayoría de países árabes han votado contra Israel y han tomado esta resolución. ¡Son como Goliat! La UNESCO viene a ser como el paladín de estos terroristas palestinos que habitan en la franja de Gaza.

Salió el grandote Goliat y se puso entre medio del ejército de Israel y del ejército filisteo gritando: “Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí. Si él pudiere pelear conmigo, y me venciere, nosotros seremos vuestros siervos; y si yo pudiere más que él, y lo venciere, vosotros seréis nuestros siervos y nos serviréis. Y añadió el filisteo: Hoy yo he desafiado al campamento de Israel; dadme un hombre que pelee conmigo”. En Israel no entendían que la guerra era espiritual y es lo que vamos a ver en esta historia. Leemos en 1ª de Samuel 17:11: “Oyendo Saúl y todo Israel estas palabras del filisteo, se turbaron y tuvieron gran miedo”.

Este hombre por cuarenta días salió y repitió las mismas palabras; y resulta que, tanto Saúl como los soldados del ejército de Israel se escondían por causa de la altura de este hombre y por sus palabras que les infundían temor. Si tú tienes temor no estás listo para la guerra. Quien teme, no puede ganar una batalla; quien tiene temor se transforma en una persona débil que no sabe cómo hacer o qué hacer por cuanto se siente débil y considera que esa guerra es demasiado grande para él o para ella, entonces se paraliza y no puede salir a victoria. Por otro lado, aquella persona que tiene fe no se amedrenta porque la fe lo hace valiente.

Una de las cosas que procura hacer satanás es asustarte; se lo hace a creyentes como a no creyentes. Cuando él logra asustar a una persona lo pone bajo su autoridad y dominio y la persona se vuelve una ovejita mansa del temor. ¡Tú no debes temer! Dios quiere que tengas temor a Él, pero no quiere que temas al hombre, tampoco quiere que tengas temor de los poderes espirituales del infierno. Una mujer me contó que se despertó gritando aterrada. Ella había soñado algo muy feo, entonces despertó al esposo y se pusieron a orar. Hay momentos en que no te puedes tirar de rodillas a orar, así como sucedió con David y Goliat. Imagínate que David se enfrenta al gigante y se arrodilla a orar en lugar de arrojarle la piedra. ¡Viene Goliat y lo mata! Hay momentos en los que hay que pelear. Moisés clamaba a Dios porque venían los egipcios persiguiéndolos, estaba el mar adelante, los egipcios atrás y montañas que los rodeaban. No había dónde huir, entonces comenzó a clamar a Dios, pero el Señor le dice: “¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen. Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, y entren los hijos de Israel por en medio del mar, en seco” (Éxodo 14:15 y 16). Esa no era hora de orar sino de creer lo que ha orado. Hay gente que ora mucho porque no terminan de creer. Igual que esos que han cometido pecado hace como quince años atrás y le pidieron perdón a Dios, pero cada día, por años le siguen pidiendo perdón a Dios por causa de lo que han hecho, y quien hace eso es que todavía no ha terminado de creer, porque cuando le pides perdón a Dios y crees que te perdonó, el Señor te perdona y te quita la culpa. Imagínate que tenga que venir Dios todos los días a limpiarte con la sangre de Cristo el mismo pecado que has pedido por quince años que te perdone. Hay momentos que son momentos de creer. Debes creer, debes enfrentar la lucha y ser vencedor.

1ª Samuel 17:24 dice así: “Y todos los varones de Israel que veían aquel hombre huían de su presencia, y tenían gran temor”. En ese escenario llega David ya que su papá lo había mandado a llevarle comida a sus hermanos y oye lo que está diciendo ese paladín a los gritos y ve a la gente atemorizada, entonces pregunta qué es lo que está sucediendo, por qué estaban tan asustados, y le cuentan los hechos. Entonces David comienza a preguntar algo significativo, porque la gente andaba diciendo que el rey le daría su hija al que venciere al gigante. ¡Nadie quería ser yerno del rey por el miedo que tenían! Cada uno de los de Israel decía: “Al que le venciere, el rey le enriquecerá con grandes riquezas, y le dará su hija, y eximirá de tributos a la casa de su padre en Israel. Entonces habló David a los que estaban junto a él, diciendo: ¿Qué harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el oprobio de Israel? ¡Qué buena oportunidad para ser yerno del rey! pensó David. Continúa diciendo 1ª de Samuel 17:28: “Y oyéndole hablar Eliab su hermano mayor con aquellos hombres, se encendió en ira contra David y dijo: ¿Para qué has descendido acá? ¿Y a quién has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto? Yo conozco tu soberbia y la malicia de tu corazón, que para ver la batalla has venido”.

Cuando Dios tiene un propósito contigo es probable que haya muchos que no te entiendan. Si tienes un llamado de Dios, no le pidas confirmación a la gente, mucho menos a tus parientes; si tienes un llamado de Dios obedece a ese llamado. Siempre habrá un pastor o líder espiritual que te confirme que realmente lo que sientes es de Dios. David no había ido a ver qué sucedía sino que fue porque el padre lo mandó y cuando llegó se encontró con ese espectáculo. Lo que no podía entender David era por qué estaban tan atemorizados porque para él, el filisteo no era un gran problema. Le dijeron que el filisteo era muy grande y él era pequeño pero lo que habrá pensado David fue que al ser tan grande no había forma de errarle. Tuvo que enfrentar al hermano y hacer caso omiso de sus acusaciones. Entonces lo llevaron ante Saúl según señala 1ª de Samuel 17:31 y 32: “Fueron oídas las palabras que David había dicho, y las refirieron delante de Saúl; y él lo hizo venir. Y dijo David a Saúl: No desmaye el corazón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra este filisteo”.

David tuvo determinación, seguridad y fe. Tenía la victoria en el corazón antes de la lucha. Toda guerra es espiritual y éstas se ganan primero en el plano espiritual para luego ganarlas en el mundo visible. ¡Si tienes fe, ya ganaste! No vayas a la batalla titubeando, pensando que vas a perder. Tú tienes que tener una fe firme de que Dios te va a respaldar en esa guerra.

El hermano mayor, aunque le reprochó, tenía autoridad sobre David por ser el hermano mayor. Por ley, en la cultura israelí, el hermano mayor y primogénito es autoridad después del padre. David se presenta ante el rey Saúl que es la mayor autoridad de Israel, entonces dijo Saúl a David: “No podrás tú ir contra aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres muchacho, y él un hombre de guerra desde su juventud”. David tuvo que hacer también caso omiso a las palabras del rey. Entonces respondió a Saúl: “Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba. Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente” (1ª Samuel 17: 34 al 36).

En ese momento David invocó a Dios. Los del ejército de Saúl estaban temerosos, se escondían y nadie se animaba a enfrentar al filisteo, mas David estaba decidido a enfrentar a Goliat y decía que si Dios estuvo con él cuando tuvo que enfrentar al oso y al león también estaría con él al enfrentar al filisteo incircunciso.

Toda lucha es espiritual; la vamos a enfrentar en el mundo físico, visible o tangible pero la victoria la obtendremos primero en el mundo invisible. David no dijo: “Oren por mí y vamos a ver cómo me va”. Él estaba decidido a enfrentar a Goliat y convencido de que iba a ganar. Todavía no tenía la cabeza de Goliat pero ya había conquistado la victoria. David había determinado por la fe que ese hombre no podía burlarse de los escuadrones del Dios vivo. Llegó el momento del enfrentamiento entre David y Goliat. Al muchacho lo quisieron vestir con coraza y le dieron una espada, pero él no se sentía cómodo, así que tomó su honda y su callado y salió a buscar unas piedras. “Y dijo el filisteo a David: ¿Soy yo perro, para que vengas a mí con palos? Y maldijo a David por sus dioses”.

Cuando la hermana me contó que había tenido un sueño aterrador, surgió la posibilidad de que alguien le haya hecho una maldición o algún trabajo de hechicería, entonces le dije que no se hiciera problemas porque el diablo no es tan grande como se cree ni tan poderoso como ostenta. ¡Si pudieras tener una perspectiva de lo chiquito que es satanás delante de Dios! Y nosotros somos hijos del Dios Todopoderoso. ¡Tenemos la genética del Dios viviente! ¡Somos parte de la familia del Dios viviente! ¡Él es nuestro Padre! ¿Tendrá muchas ocupaciones que no puede atenderte? ¿Cuánta certeza tienes de que Dios es tu Padre y que es Todopoderoso y te cuida? ¡El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen y los defiende!

Goliat maldijo a David por sus dioses. Los filisteos eran personas temibles que tenían dioses de toda clase y hacían cosas abominables. Era para tenerles miedo. Y cuando ellos maldecían, sabemos cómo es cuando un brujo hace trabajos maldición y si usa un animal de cuatro patas estás frito, a menos que seas un hijo de Dios. Satanás le va ganando a muchos creyentes porque logra amedrentarlos y cuando él logra amedrentarte, te derriba la fe. Pero tiene una desventaja y es que tú eres más lindo que el diablo y muchos asustan con sus caras, pero a pesar de que tú eres más lindo que él, quien se tiene que asustar contigo es satanás. Hay un juego de poder que ejerce satanás contra los creyentes. Muchos endemoniados me han dicho: “¡Vos no podes conmigo!” Te quiere hacer creer que no vas a poder, que no vas a salir adelante y eso es una lucha espiritual. ¡Quien tiene que huir asustado es el diablo! La autoridad que tú tomas en el nombre de Jesús provoca debilidad en los demonios y éstos tienen que huir de tu vida. Pero tienes que enfrentarlos con la unción del Espíritu Santo y debes tener el respaldo de Dios y comunión con Él.

Goliat amedrentaba al ejército de Israel, pero a la hora de enfrentar a un piojo, porque así se veía David delante de él, era un niño, lo menospreció diciendo: ¿Soy yo perro, para que vengas a mí con palos? Debe haberles causado sorpresa que un muchacho se presentara con una honda y un palo. Goliat esperaba un soldado vestido con su armadura y algún arma, pero apareció el chico con un callado y una honda, y maldijo Goliat a David por sus dioses. A pesar que se hacía el fuerte, invocó contra David a sus dioses. Toda lucha es espiritual. En lo visible había un hombre grande y poderoso, con una facha terrible que metía miedo, pero ese hombre grandote invocó y maldijo a David por sus dioses. Así que la confrontación era entre los dioses de los filisteos y el Dios de Israel. Esta guerra no era de David, no era de Saúl ni de su ejército; esta guerra era de Dios. Tu guerra no es tuya; tu guerra es la guerra de Dios. “Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado”.

Ya estaba lista la guerra. Goliat iba en nombre de los dioses de los filisteos, maldice a David en nombre de sus dioses y David fue en nombre de Jehová de los ejércitos. ¡Sólo se necesita un creyente que no tenga miedo! ¡Sólo se necesita un creyente que crea en Dios y confíe en el Señor! En lo visible estaban David y Goliat, y en lo invisible estaban los dioses de Goliat y el Dios de David. ¡Toda lucha es espiritual! Goliat tenía fe en sus dioses y amenazó a David con darle su carne a las aves del cielo y a las bestias del campo. Mas David le dijo: “Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel”. ¡Qué agrandado David! No tenía espada sino sólo una honda, pero tenía fe. Contaba con cinco piedras, ¿con cuál de ellas le cortaría la cabeza a Goliat? Éste le dijo que daría su cuerpo a las aves del cielo y David dijo que daría los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra, y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. Di con fe: “¡Todos sabrán que hay Dios en mi vida! ¡Toda mi familia sabrá que hay Dios en mi casa! ¡Mis familiares, parientes y vecinos sabrán que hay Dios en Uruguay!”

Añadió David: “Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos” (1ª Samuel 17:47). Todavía no había empezado la guerra pero ya estaba ganada. Para David era algo sencillo, y dice 1ª Samuel 17:50: “Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano”. No era tan poderoso en fuerza David para arrojar una piedra con una puntería precisa, seguro que un ángel dirigió esa piedra hacia la frente del filisteo. “Entonces corrió David y se puso sobre el filisteo; y tomando la espada de él y sacándola de su vaina, lo acabó de matar, y le cortó con ella la cabeza. Y cuando los filisteos vieron a su paladín muerto, huyeron…Y David tomó la cabeza del filisteo y la trajo a Jerusalén, pero las armas de él las puso en su tienda”.

Ganar o perder es una cuestión de creer o temer. A quien tiene fe no le importa lo que está sucediendo en el mundo visible porque sabe lo que sucede en el mundo invisible. Satanás tratará de amedrentarte, pero tú tienes que confrontarlo con fe y hacerlo huir. Cuando tú te presentas en el nombre de Jesús, el que se asusta es el diablo; él ve que vas con fe y piensa que le vas a pegar como David le pegó a Goliat.

Leemos en 2ª Corintios 10:4: “Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”. Estas verdades del Nuevo Testamento respaldan las verdades que hemos estado viendo en el Antiguo Testamento. La Biblia señala que la fe es el escudo de Dios que apaga los dardos envenenados del maligno. Los dardos del diablo son las cosas que profería Goliat contra el pueblo de Israel, debilitándolos en su fe y llenándolos de temor. El arma de David era la fe. El hermano le recriminó el haber ido para ver la batalla, Saúl le dijo que no iba a poder porque el filisteo era un hombre de guerra, y él solo era un muchacho sin experiencia. Pero David tenía certeza de que Dios estaba con él. David miraba no lo que veían los demás. El ejército estaba amedrentado por escuchar lo que satanás inducía al filisteo que dijera, pero David hacía caso omiso de todo lo que acontecía en el mundo visible porque sabía que Dios quería la victoria. ¡Toda lucha es espiritual!

Leemos en Efesios 6:12 al 17: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios”.

CONCLUSIÓN

No es cuestión de hacernos los valientes. Hacerse el matón no sirve para nada. Lo que sí sirve es el valor que te da el saber que Dios está contigo, que eres su hijo y quien atente contra ti se levanta contra tu Dios. Yo no sé qué circunstancia estás viviendo en el mundo visible, mas lo que quiero trasmitirte hoy es la palabra de Dios y que su palabra penetre hasta la médula de tus huesos. Si tú eres un hijo y una hija de Dios, quien tiene que vivir asustado, quien tiene que estar amedrentado y previendo su derrota es satanás. Los poderes espirituales de maldad que te rodean, traman contra ti y no te dejan oír la voluntad de Dios y te infunden temor, y por causa de ese miedo tú no le respondes a Dios haciendo lo que Él quiere.

El Señor tiene un propósito contigo y tiene una visión para ti pero tus temores y excusas no te dejan hacer su voluntad. Y satanás te tiene amedrentado y arrinconado; él te quiere débil y paralizado. La victoria no es de los poderosos sino de Dios. La victoria no es de los que tienen más experiencia, no es de los que tienen más años de cristianos. La victoria es de los que confían en Dios. El Señor quiere que hoy arrebates tu victoria. No sé qué estás enfrentando, pero el Señor te dice: “Yo soy el Dios que te da la victoria. No confíes en tu fuerza ni en tu inteligencia; estoy de acuerdo contigo que tengas miedo, pero deja de sentir temor y pon la mirada en mí. Yo soy tu Dios, el Invencible”.

Tú estás enfrentando una guerra contra los filisteos, ya bastante te ha amedrentado Goliat, bastante te ha mentido el diablo a través de la enfermedad que tienes. ¡No aceptes más la enfermedad ni las mentiras del diablo! La enfermedad tiene origen en las huestes de maldad. Satanás encuentra ocasión en el pecado que hay en el mundo para infundir miedo a las personas a través de las enfermedades. Tal vez recibiste amenazas de tu cónyuge, pero no tengas miedo; tal vez tengas muchos problemas económicos y laborales más el Señor te dice: “Yo soy tu Dios Invencible y tú eres mi hijo”. Somos hijos de Dios engendrados por Él. El nuevo nacimiento es ese, que somos engendrados del Espíritu Santo en un nuevo ser espiritual. Tienes la identidad de tu Padre que está en los cielos. Al verte, satanás tiembla porque tienes el ADN de Dios; en ti está la naturaleza del Dios vivo. ¡No eres un estropajo del que satanás se ríe! ¡No permitas que el diablo se mofe de ti!

El único problema que puedes tener es que no seas hijo o hija de Dios, que tus pecados no hayan sido limpiados y perdonados. Crees que por asistir a la iglesia eres hijo de Dios pero no es así. Quizás crees que eres hijo de Dios porque tienes una cultura cristiana, mas la cultura cristiana no te hace hijo e hija de Dios. Lo único que te hace hijo de Dios es creer en el Unigénito Hijo de Dios, en Jesucristo, a Él tienes que pedirle perdón por tus pecados y pedirle que con su sangre preciosa te limpie de toda tu maldad. Lo que me da identidad como hijo de Dios y me hacer pertenecer e la familia de Jesucristo es la sangre que el Señor derramó por mí. Caminaré, no como un pobre infeliz, miserable, amedrentado por el diablo, sino con certeza, con fe y esperanza porque soy hijo del Dios viviente. Dios es mi Padre y me cuida; Él me sustenta y me provee porque es mi Padre.

Si dudas, no has creído que eres su hijo, porque quien ha creído, ese es hijo de Dios. Satanás miente a la gente diciéndoles que Dios les ha perdonado sus pecados pero hay uno que no se lo perdona, y si tú dices que hay un solo pecado que Dios no te puede perdonar entonces no has creído porque el Señor te perdona de todo pecado. Hoy es el día para venir a Dios y decirle: Señor perdóname, límpiame, quiero ser tu hijo, quiero ser tu hija”.

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MI MEJOR AMIGO

INTRODUCCIÓN

Es terrible para una persona, para un matrimonio o para una nación, ignorar la verdad. La ignorancia de la verdad atrae catástrofes en la vida. Ojalá Dios te marcara hoy para que desearas con todo tu corazón, no solamente conocer la verdad sino también abrazarla y caminar en ella. Si no conoces la verdad, si no la abrazas y caminas en ella te queda una sola opción y es vivir engañado y confiar en mentiras. Y eso significa que cuando tú abrazas la mentira, tomas decisiones conducido por el engaño. Si conoces la verdad y la abrazas, tú tomas decisiones de acuerdo a ella y la verdad te alumbra y te guía.

Una mujer se juntó con un hombre que no quiere saber nada del evangelio; ella se convirtió después de haberse juntado con él y de esto han pasado muchos años. Una vida triste, desgraciada, él nunca se ha querido casar, y la mujer está muy afligida. Ella le echa la culpa al marido que es celoso, malo y no quiere saber nada con Dios; también hace responsable de su desgracia a su familia. La mujer anda buscando a quién echarle la culpa fuera de ella. Yo le hice ver que cuando eligió al hombre, no tenía una revelación correcta acerca de la persona con quién ella tenía que unirse. La verdad te guía a cocinar, al trabajo que debes desempeñar; la verdad te guía en todos los aspectos de tu vida, así como criar a tus hijos y te ayuda para que tu matrimonio funcione bien.

A quien conoce la verdad, el matrimonio y la crianza de los hijos les funciona bien. Algunos padres señalan que han hecho todo bien en cuanto a la crianza de sus hijos, pero no entienden por qué su hijo les salió mal. Si tus hijos te salieron mal, seguramente has hecho todo mal. Tu hijo chiquito era completamente inocente pero luego se volvió rebelde y no supiste cómo trabajar esa rebeldía, te faltó luz. ¡Necesitamos conocer la verdad y abrazarla!, y el dueño de la verdad es Dios. Si necesitas conocer la verdad debes buscar a Dios y por sobre todo, amarlo con todo tu corazón. Quien ama a Dios entra en intimidad con Él; Dios no les da perlas a los chanchos, pero a quienes le aman, les da su revelación y les abre su corazón. ¡Los que le aman tienen abundancia de revelación! La verdad no es matemática, física o filosofía; la verdad la revela Dios. La verdad es revelación y Jesús declaró: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida” (Juan 8:6). También dijo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12).

Cuando hay mucho suicidio en el país es por falta de luz; cuando hay deserción escolar, es por falta de luz. Cuando la deuda de un país se va a más del doble en el período de gobierno de turno es falta de luz. Si hubiera luz y se conociera la verdad, estas cosas no sucederían. Durante muchos años ninguna de las empresas del estado era deficitaria, ahora hay muchas así, y cuando estas cosas ocurren, está faltando conocimiento de la verdad, ya que ésta nos guía por un buen camino. Algunos dicen que la deuda del país se ha triplicado lo que significa que cuando ya no estemos, les dejaremos un legado de endeudamiento a nuestros hijos y nietos. ¡No hemos vivido sabiamente y con falta de luz! Yo no le echo la culpa al estado ni a los funcionarios públicos, tampoco a los políticos, aunque tengo ganas. Ustedes son la luz del mundo, dijo Jesús a sus seguidores. ¡La falta de luz en un país es responsabilidad nuestra! Vosotros sois la luz del mundo…vosotros sois la sal de la tierra. Si la iglesia accede a la luz y obra conforme a la luz, el país va a mejorar.

NEHEMÍAS REEDIFICA LOS MUROS DE JERUSALÉN

Nosotros dimos comienzo a un ayuno de veintiún días porque queremos ver la nación transformada por el poder de Dios. Leemos en Nehemías 1:1: “Palabras de Nehemías hijo de Hacalías. Aconteció en el mes de Quisleu, en el año veinte, estando yo en Susa, capital del reino…” Nehemías era un cautivo más de Israel y llevaba setenta años en cautiverio. En ese momento estaban bajo dominio persa. Hoy en día es Irán. ¡Éstos son los que quieren aplastar a Israel! Continúa diciendo Nehemías: “… vino Hanani, uno de mis hermanos, con algunos varones de Judá, y les pregunté por los judíos que habían escapado, que habían quedado de la cautividad, y por Jerusalén. Y me dijeron: El remanente, los que quedaron de la cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta, y el muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego. Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos”.

Sobre Nehemías cayó un peso muy grande por los hijos de Israel. Dios tenía un plan con él. Nehemías estaba bien, era copero del rey; si bien era un esclavo, era un “esclavo de primera”. Vivía en el palacio y tenía un grado de confianza por parte del rey. Él era quien probaba el vino y luego se lo daba al rey. Ese cargo era muy importante porque en aquel entonces cuando querían matar a un monarca envenenaban el vino o la comida, así que el copero del rey era una persona importante. Digamos que estaba acomodado. Nehemías no tenía necesidad de ir a Jerusalén ni de preocuparse por nada. Él y su familia estaban bien y comían de los manjares del rey. Pero de pronto Dios viene con un plan. Evidentemente Nehemías era un hombre sensible a Dios, y señala la Biblia que cuando se enteró que los muros estaban caídos, las puertas quemadas y el pueblo estaba en gran afrenta, muy mal, este hombre se sintonizó inmediatamente con la situación, se sentó y lloró, entonces oró y ayunó. ¿Por qué? Porque comenzó a buscar en Dios qué hacer con esa circunstancia.

La ciudad llevaba setenta años destruida, pero cumplidos los setenta años, Dios despierta a Nehemías y éste comienza a clamar y a llorar delante de Dios para que pase algo en Jerusalén. Cuando la luz viene, comenzamos a interesarnos en cosas en las que nunca nos interesamos. ¡Cambiamos las prioridades cuando somos alumbrados por la verdad!

Fue terrible saber que todos los muros de la ciudad estaban caídos, o sea que había desprotección, al estar caídos los muros. Hay desprotección en la iglesia o en las familias cuando los muros están caídos. Hay desprotección en las personas cuando sus muros de defensa están caídos. ¿Qué son los muros de protección? Son esas cosas que tenemos de parte de Dios y que nos defienden de los embates de las injusticias, de las circunstancias, del operar de satanás y sus demonios que nos quieren destruir y quieren destruir a nuestras familias. Cuando los muros están levantados hay protección y no hay indefensión. Las personas que viven temerosas, tienen los muros caídos; las mujeres y los hombres que viven en ansiedad, en temor y angustia por el porvenir tienen los muros caídos, no tienen certezas o seguridad.

Para todo lo que quieras hacer, necesitas la luz de Dios; necesitas tener el visto bueno de Dios. Una mujer queriendo escapar de su hogar cree que encontró el príncipe azul, pero resulta que el hombre es un golpeador, alcohólico, drogadicto, y ella no se había dado cuenta porque no tenía luz. Entonces comienza a lamentarse por lo injusta que es la vida, por lo mal que está el mundo. Cuestiona a Dios: “¿Por qué Dios permite esto y aquello?” ¿Pero no viste que ese hombre no te servía? ¿Por qué no viste lo que Dios te quería mostrar? Y bueno, cualquiera comete un error. ¡No! Cualquiera no comete semejante error. Marta, mi esposa, desde chiquita oraba por el hombre que sería su compañero de la vida. Ella buscó en Dios casarse con la persona correcta. ¡Y se casó conmigo!

Yo deseo con todo mi corazón, que Dios alumbre tu camino y te advierta. Conocemos algunos caprichosos que han ido tras sus deseos y yo te advierto hoy, que la verdad no está en el hombre, la verdad no está en los pensamientos ni en los sentimientos del hombre. ¡La verdad le pertenece a Dios! Necesitamos ir al Señor para tener luz a la hora de tomar decisiones. Una vez que conocemos la luz, ya no importa lo que sentimos ni lo que pensamos, sólo obedecemos por fe.

Dice Proverbios 23:23: “Compra la verdad, y no la vendas…” ¡No sacrifiques la verdad por nada! ¡Búscala con todo tu corazón! No significa que no vendrán problemas, y te aseguro que cuando te aferras a la verdad vienen guerras, pero también te aseguro que viene victoria. ¡Hay guerra pero hay victoria! La verdad no te va a dejar postrado en el camino. Necesitas buscar a Dios con todo tu corazón y pedirle perdón por tus caprichos. No digas más que harás como se te da la gana, que no quieres que te estén diciendo lo que tienes que hacer. ¡Cristo quiere alumbrarte para que hagas lo que Él quiere para que te vaya bien! Este consejo es para cualquier persona, para cualquier iglesia u organización y también es para la nación.

En el caso de Nehemías, cayó un peso de gloria sobre él y un deseo inmenso de buscar a Dios para saber qué hacer con la noticia que recibió. Te digo que hay tristeza que viene de parte de Dios para bendición. Hay tristeza que viene del mundo, de las decisiones que han sido mal tomadas, pero también hay tristezas que Dios trae a nuestras vidas para movernos. En cuanto Nehemías se humilló, en cuanto comenzó a orar y a ayunar, Dios comenzó a actuar. El Señor tenía un plan; sólo hacía falta alguien que tuviera la carga de Dios y que le afligiera lo que a Él le afligía. El corazón de Dios estaba afligido por Jerusalén. Entonces, Nehemías empezó a orar y Dios comenzó a actuar. A los días de haber recibido la noticia, en el momento en que le estaba sirviendo el vino al rey, como no había estado antes triste en su presencia, éste lo mira y le dice: “¿Por qué está triste tu rostro?, pues no estás enfermo”. Y aquí ya está Dios desplegando su plan. Nehemías se asustó y oró para que Dios lo pusiera en gracia delante del rey, entonces le dijo: “¿Cómo no estará triste mi rostro, cuando la ciudad, casa de los sepulcros de mis padres, está desierta, y sus puertas consumidas por el fuego? Me dijo el rey: ¿Qué cosa pides? Entonces oré al Dios de los cielos, y dije al rey: Si le place al rey, y tu siervo ha hallado gracia delante de ti, envíame a Judá, a la ciudad de los sepulcros de mis padres, y la reedificaré”.

REEDIFICA LOS MUROS DE TU VIDA

Hoy quiero hablarte acerca de muros y puertas. Los muros caídos significan que la fe ha decaído. La fe es como un escudo de defensa contra los dardos envenenados del maligno. Quien tiene fe no se detiene y avanza contra las circunstancias adversas. La fe es la fortaleza del creyente. No sólo se necesita conocer la verdad, se necesita creer en la verdad. La fe y el amor quitan el temor. Quien tiene fe, camina seguro y confiado. Yo no sé qué pasará conmigo, pero he creído en Dios. Estoy sosteniendo la verdad. Hace un tiempo atrás declaré que la ideología gay está imponiendo las relaciones sexuales de adultos con menores y las relaciones sexuales entre personas y animales. Hoy, en Canadá se considera legal tener relaciones sexuales con animales. Una gran nación en oscuridad, que no ve ni entiende hacia dónde va. Y creen que son una nación de avanzada. Uruguay cree que es una nación de avanzada porque ha sido pionera en aprobar leyes de divorcio y no se dan cuenta de la cantidad de matrimonios y familias que han destruido. ¡Es una calamidad lo que está sucediendo! Los niños necesitan el amor y el cuidado de los padres; necesitan padres presentes. Uruguay ha sido pionero en muchas cosas y ahora sienten orgullo en aprobar la ley que regula la producción, distribución y venta de marihuana. Y el caos de Uruguay es más o menos como el de Jerusalén. Directoras de escuelas han declarado que es imposible dar clases porque los chicos entran drogados y no prestan atención, así no pueden aprender. No sienten motivación para estudiar. Los índices de deserción escolar son alarmantes. Yo te cuento estas cosas, no para echarle la culpa a los políticos sino para que caiga sobre los creyentes el manto del peso del plan de Dios para salvación del Uruguay y de las naciones. ¡Necesitamos tener conciencia de las cosas que están aconteciendo!

Las puertas de Jerusalén estaban quemadas y el enemigo podía ingresar fácilmente. Las puertas estaban abiertas durante el día y en la noche se cerraban, y además había vigías que cuidaban. Si bien las paredes eran importantes para que no entrara el enemigo, también lo eran las puertas, así que tenían que estar bien resguardadas. Las puertas de una nación son los puertos y los aeropuertos; son las rutas de entrada y salida del país. Si no están bien cuidadas las puertas, por éstas entran maldiciones a la nación. Las leyes que se han aprobado en éste último tiempo de la agenda de derechos, han entrado por las puertas del país.

Los ideólogos de esta nueva agenda de derechos dicen entre otras cosas, que no nacemos sexuados y pretenden enseñarles a nuestros hijos esta aberración. Señalan que cada uno tiene que elegir, o sea, hacer una elección de su identidad sexual. ¿En qué fundamentan que no nacemos sexuados? Se fundamentan en el hecho de que somos libres de creer lo que se nos dé la gana. Yo no estoy en contra de ese derecho, si tú crees que eres Gardel yo no me opongo a eso, pero sí me opongo a que les enseñe a mis hijos que pueden elegir ser Gardel.

Hay una conmoción en el mundo, los acontecimientos se están precipitando. Según declara la prensa, me han puesto una denuncia penal, lo que no se arregla pagando fianza, sino que puedo ir preso. Mas yo no voy a dejar de decir la verdad. ¡Es terrible la ley que se ha aprobado en Canadá! Esta ley declara que las personas pueden tener relaciones con animales sin penetración. ¿Cómo van a certificar que no tuvieron sexo con el perrito? ¡El mundo está delirando! Las mascotas ahora andan con “la cola entre las patas” buscando dónde esconderse. En Alemania han empezado a funcionar prostíbulos para tener sexo con animales. ¡Tanto que quieren proteger a los animales! Hay gente que odia a la gente y quiere proteger a los animales, pero aprueba el abuso sexual con éstos, y esto es un muy buen negocio porque los animales no cobran. ¡El mundo está en casos! No soy un predicador del caos y te digo que hay salvación de Dios. ¡El Señor tiene un plan de bendición para el mundo! Falta que los cristianos se planten delante de Dios en oración y ayuno. Por eso hemos comenzado una etapa de ayuno y oración y yo oro a Dios para que caiga sobre ti el peso de su gloria, y en este tiempo ores y gimas por tu nación.

Según mediciones de Uruguay, la principal causa de suicidio es la desintegración familiar. Se enseña la deconstrucción del matrimonio y de la familia tradicionales. Se culpa a Dios y a la iglesia de oprimir a las personas con el tema del matrimonio heterosexual. Hay gente que anda por las calles diciendo: “¡Malditos heterosexuales!” Quieren liberar a la mujer y para ello promueven el aborto por la sola voluntad de ésta y no por una causa importante. La causa primordial es que a la mujer se le da la gana de matar a su hijo. ¡Esto es terrible! Y yo te pregunto: ¿Te pesa esto o no? Mucha gente piensa: “Mientras me vaya bien a mí, los demás que se arreglen”. ¡No te irá bien! Si no oras por tu país, tu país se pudre. La violencia y el abuso a menores, en el año 2016 ha crecido un treinta por ciento respecto del año anterior. ¡Es terrible! Y nosotros sabemos bien del asunto porque los chicos que ingresan a los hogares por causa de las drogas, llegan con el alma herida.

¡Tiene que sucederte como a Nehemías! A medida que escuchaba el relato de lo mal que estaba Jerusalén, su corazón se entristeció, entonces se sentó a llorar. ¡Quiera Dios que un peso de gloria para orar y ayunar por tu país se apodere de ti! Los motivos de oración diarios para los uruguayos que se suman a los veintiún días de ayuno lo encontrarán en las redes de Misión Vida para las Naciones y de Noches de Gloria Uruguay. Esperamos desde ya, grandes milagros de parte de Dios. Señor, te pido que hagas caer sobre tu pueblo un manto de oración y de ayuno. Haznos sensibles a tus demandas, Espíritu Santo. ¡Queremos ver un país distinto, no queremos una nación laicista! He leído en un twitter que los cristianos somos un problema porque no hacemos y no dejamos hacer…

Nehemías era una persona común, no era un estadista ni nada de eso. Fue un hombre que Dios puso en gracia para que sea copero del rey. ¿Qué te quiero decir con esto? Que Dios va a usar personas comunes para hacer su obra. Nehemías se humillo y oró, y Dios lo colocó al frente de un gran proyecto. Él fue quien edificó los muros de Jerusalén y colocó las puertas, por lo que la ciudad ya no estaba indefensa. Tú debes tener las puertas bien cerradas a lo malo y abiertas a lo bueno. ¿Cuáles son las puertas? Los ojos, los oídos, los pensamientos y sentimientos del corazón; ahí el diablo mete toda clase de deseos y codicias. Si eres espiritual te pondrá deseos de hacer cosas buenas, pero no se trata de hacer lo bueno sino lo que Dios quiere, y lo que el Señor quiere es la verdad y no lo bueno que te surge en el corazón. Tienes que edificar los muros; hoy tienes que abrir el corazón a la fe.

Respecto a la denuncia penal que me hicieron, te digo que ya no me importa lo que piensen de mí. Yo sé que digo la verdad así que digan y piensen lo que quieran, yo voy a caminar firme. ¿En qué consiste la fe? En que creo que la palabra de Dios es la verdad. En la Biblia dice que a los que a Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien. No sé qué pasará en cuanto a las declaraciones que hice y la denuncia que me pusieron, pero a mí no me importa porque yo amo a Dios y a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien. ¡Todo será para bien! El apóstol Pablo escribió en prisión: “Quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han sucedido, han redundado más bien para el progreso del evangelio” (Filipenses 1:12).

CONCLUSIÓN

Si tienes los muros levantados, se termina el temor; se termina esa sensación de que estás desprotegido. Yo no estoy desprotegido porque he creído la palabra de Dios que declara que el ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen y los defiende. Yo no tengo temor porque sé que conmigo está el ángel de Jehová. Yo temo al Señor y sé que el ángel de Jehová me defiende. ¡Se terminó! ¡No importan las circunstancias ni las amenazas! ¡Dios está conmigo! He creído, estoy firme, conozco la verdad, avanzo y no me detengo. He creído en la palabra de Dios y su palabra es verdad. Somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. ¡Yo voy a vencer! ¡No hay infierno que me detenga! ¡No hay circunstancia que me frene! ¡Dios me ha dicho que está conmigo y yo le creo! Tienes que conocer la palabra de Dios porque ésta es verdad, y la palabra de Dios no actúa en tu vida si tú no asumes la fe en su palabra y actúas en consecuencia.

Dios quiere mejorar las condiciones de Uruguay y de todos los países del mundo. El Señor no quiere que las leyes humanas prosperen en Uruguay y que esta nación sea un mal ejemplo. Dios quiere derramar su gracia y su amor y yo te desafío. No estás obligado a orar y a ayunar, sólo lo hará aquel que ablanda su corazón delante de Dios y es sensible a su llamado. Dios está llamando. ¿Alguien le responderá? ¿Hay alguien que le diga, yo quiero ser usado por ti? Nehemías podría haberse quedado tranquilo en el palacio del rey, pero tomó el yugo del Señor, se afligió delante de Dios y comenzó a pedirle perdón por el pecado del pueblo. Tú dirás: “Pero, ¿qué vamos a hacer si no estamos en el gobierno y no tenemos cargos importantes?” Dios tiene un plan y puede usar a cualquiera que tenga temor del Señor. ¿Puedes tomar hoy la carga como Nehemías? ¿Sientes la demanda de Dios de orar e interceder por tu país?

Dile: “Señor, pon tu manto de oración y de intercesión sobre mí. ¡Quiero ver tu bendición en Uruguay! Levántame a mí o alguien que comience a levantar los muros caídos y reconstruir las puertas quemadas de la nación. Que no entre más droga por el puerto, por el aeropuerto ni ninguna otra ruta. Que entre bendición al país Padre, y salga bendición a otras naciones. Que sea tanta la gracia y la bendición que derramas sobre nosotros que impartamos bendición a otras naciones. Transforma a Uruguay en una herramienta poderosa en tus manos y así como fuimos a Haití, que podamos ir a muchas naciones más. Venga a nosotros tu reino y hágase tu voluntad como en el cielo así también en la tierra. Ven y bendícenos Dios, en el nombre de Jesús, amén”.

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