MI MEJOR AMIGO - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

MI MEJOR AMIGO

INTRODUCCIÓN

A la hora de tener amigos hay que saber elegir. Amar, hay que amar a todos, pero, tener amigos significa, confundir o mezclar corazones. Recordemos la amistad entre David y Jonatán, fue una amistad profunda, tanto, que hay gente que cree que fue un amor homosexual. Pero no. Cuando uno tiene amigos se le pegan cosas de la otra persona, como gestos, modismos, se les pega la misma manera de ver y de pensar. Cuando era joven tuve un amigo que “me hacía gancho”, como se dice, con Marta. En realidad, primero le hizo gancho con otro. En una época nos veíamos casi todos los días por cualquier cosa; tanto es así, que varias veces a mis padres les hablaba igual que mi amigo Alberto, y siempre contaba cosas de él. Entonces mi mamá decía: “¡Ya llegó Alberto Ojeda!”.

A la hora de elegir amigos hay que saber discernir porque a muchos se les pega cosas no tan buenas de los amigos. Por sobre todas las cosas, tus amigos tienen que ser espirituales. Hay una frase que dice: “Dime con quién andas y te diré quién eres”. Puedo saber claramente qué clase de persona eres si conozco a tus amigos. Suelen armarse grupitos de amigos y amigas aun en la iglesia, y se juntan a hablar sobre quién le gusta a quién. Muchas veces les dije a los jóvenes que no les convenía andar con determinada persona y algunos me decían: “Pero es mi amigo. ¿Qué tiene de malo que ande con él?”

Un hermano de la iglesia que estaba colaborando en el encuentro que se realizó en Monte Beraca, al finalizar su tarea, estaba en la disyuntiva de que si se quedaba a dormir en Beraca o se iba a una reunión con amigos. Y decidió ir con sus amigos. Al día siguiente me dijo que se había tomado un vaso de cerveza y que al salir de la reunión le quisieron robar, pero no se acordaba de nada. “¿Te hizo tan mal un vaso de cerveza?” le pregunté. “Bueno, fueron varios vasos de cerveza que tomé”, respondió. Me contó que cuando se despertó estaba en su casa y en su cama, pero no se acuerda qué pasó desde ese momento en el que le quisieron robar. El asunto es que cuando llego a la casa rompió varias cosas, y tuvieron que llamar a su pastora, entonces, a las cuatro de la madrugada, ella estuvo haciéndole liberación por teléfono, y el demonio que lo dominaba empezó a confesar cosas que nunca habíamos imaginado. Para corroborar lo que el demonio había dicho, le pregunté si se había acostado con tal chica y dijo que sí. ¡Mejor hubiera sido quedarse a dormir en Beraca!

A la hora de elegir amigos, elige al Espíritu Santo. Él es nuestro compañero, nuestro consolador, nuestro maestro; es quien pone en nosotros el sentir de Cristo Jesús, el que nos hace pensar como el Señor. El Espíritu Santo es nuestro protector. ¡No hay mejor amigo que el Espíritu Santo! Algunos señalan que se sienten aburridos, que no saben con quién hablar y yo les digo que hablen con el Espíritu Santo. ¡Hazte amigo de Èl!

BUSCA LA SABIDURÍA DE DIOS

Leemos en 1ª Corintios 2: 5 y 6: “…que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios. Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen”. El apóstol Pablo le dijo a los corintios que han sido llamados a hablar con sabiduría, pero no cualquier sabiduría, no la de los principales de este mundo ya que estos hombres perecen. Hay una sabiduría que está deseando llenar tu corazón y esa sabiduría viene del Espíritu Santo. Hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez, éstos son los que han crecido lo suficiente, para poder entender y discernir determinadas cosas de Dios que se corresponden con la madurez.

1ª de Corintios 2: 7 dice: “Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria”. La sabiduría que nosotros estamos llamados a ejercer es oculta. La buena noticia es que si creces llegas a un punto en que comienzas a operar en una sabiduría que va mucho más allá de lo que se le ocurre a un ser humano; por más que haya estudiado ciencias. El tiempo aun no existía y Dios ya había predestinado una sabiduría que estaba guardada para nosotros. Antes que tú nacieras, Dios tenía para ti una sabiduría que el mundo no tiene. Sabiduría oculta, la que ningunos de los príncipes de este siglo conoció. Cuando la Biblia habla de príncipes o principales se refiere a las personas más encumbradas y que más estudios tenían. Los príncipes eran preparados en toda clase de artes, de ciencia y de conocimiento de guerra. Eran los más sabios a la hora de tomar decisiones.

“Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria”. (1ª Corintios 2: 7 y 8) Hay dos clases de sabiduría, la que se mueve en el nivel natural y la que se mueve en el nivel espiritual, y éstas son muy diferentes. Una misma situación observada desde el punto de vista de los hombres y observada desde la perspectiva de Dios se ven muy distintas. ¿Cuál es el peligro que corremos los cristianos? El no poder separar lo que es del espíritu y lo de la carne; la Biblia señala que lo que es de la carne, carne es, y lo que es del Espíritu, espíritu es. Entonces corremos peligro de mezclar lo espiritual con lo carnal o natural. Siempre prediqué que hay dos dimensiones que nada tienen que ver una con la otra. Desde el punto de vista natural tú ves algo, pero desde el punto de vista espiritual ves exactamente lo mismo, pero con otra perspectiva y lo entiendes de otra manera. Cuando estás frente a algún problema, lo ves desde el punto de vista natural y no encuentras salida; pero si lo enfocas desde el punto de vista espiritual te resulta fácil y te das cuenta que hay salida.

Dios tiene una sabiduría revelada; esto significa que Él muestra en determinado momento, determinada cosa. Si tuvieses esta sabiduría no errarías a la hora de ponerte de novio o de novia, y no te equivocarías a la hora de elegir con quién te vas a casar. Tampoco te equivocarías a la hora de hacer negocios o cuando se presenta algún problema familiar, no pensarías que lo más fácil es el divorcio. Desde la perspectiva de Dios no existe esa posibilidad. Porque el Todopoderoso, para quien nada es difícil, Èl, que todo lo puede, lo hará. Y si una vez lo hizo, lo volverá a hacer. El tema es que tú eres quien toma las decisiones, y una cosa es tomarlas en virtud de la luz de Dios, y otra muy diferente es tomarla en virtud de mi propia racionalidad o de mi propio intelecto. ¿Y quiénes son los que se pueden mover en esa dimensión? ¡Los que aman a Dios!

Dice la Biblia: “Antes bien, como está escrito: cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1ª Corintios 2:9). Acceden a esta sabiduría los que aman a Dios. No es para los que estudian más la Biblia sino para los que aman a Dios. No es porque asistes a la iglesia, sino porque amas a Dios. Tú puedes congregarte, sin embargo Dios no es tu prioridad. El que ama a Dios lo tiene como la prioridad de su vida. Y Dios tiene guardadas esas cosas que ojo no vio ni oído oyó, ni se han manifestado en el corazón de los hombres, para aquellos que le aman.

Acostúmbrate a decirle al Señor cada mañana al despertar que lo amas. Dile: Quiero amarte Señor como nunca he amado”. Hay mujeres que dejan a Dios por el amor de un hombre, y hay hombres que dejan a Dios por el amor de una mujer. ¡Son ciegos! Eligen un deporte antes que a Dios, eligen una carrera, un placer o un deleite antes que a Dios. El que ama a Dios se acerca y entra en intimidad con Él. Entonces, a esa persona se le pega los pensamientos y los gestos de Dios; porque Dios se revela al que le ama. ¡Dios le abre el corazón al que le ama! Y Él sabe muy bien si lo amas. Dios no se confunde porque tiene discernimiento. Tal vez tú dices que amas a Dios por sobre todas las cosas, pero a Dios no lo confundes porque Él sabe si realmente le amas o no.

Hay muchas chicas golpeadas por la vida, rechazadas por sus padres. Hay diferentes tipos de sufrimientos; por ejemplo, el papá que golpea a su hija o el padrastro que la discrimina porque es la hija de la esposa, pero no de él. Esa hija sufre de soledad y está buscando ese cariño de padre que le hace falta. Algunas dicen que no han podido correr a los brazos de su padre para contarles lo que les estaba sucediendo y cuando se han acercado se han ido decepcionadas porque el papá estaba muy ocupado, entonces no han podido abrir su corazón, no han podido decirles que tienen miedo, que se sienten muy solas, etc. Por lo que la jovencita comienza a buscar qué hombre podría darle el afecto que está necesitando. Y en la búsqueda de ese afecto hace cosas que no conviene. Ya estuvo en los brazos de muchos hombres, pero aún tiene el alma sedienta porque los hombres no le han dado lo que ella necesitaba. ¿A quién le debería abrir una mujer su corazón? Le abre su corazón a un hombre que después la escracha en las redes para que todo el mundo se burle de ella. ¿A quién deberías abrirle tu corazón? ¿A quién le vas a contar lo que te pasa? ¡Tienes miedo! Tú le tienes que abrir tu corazón a Dios. Humanamente le tienes que abrir tu corazón al alguien, pero tú tienes que abrirle tu corazón a alguien que te ame. Quien te ame te va a cuidar, no te va a difamar ni se burlará de ti.

DIOS SE REVELA A QUIEN LE AMA

A la hora de abrir el corazón, debes abrírselo a alguien que ame. Esto es una réplica de lo que tiene que suceder con Dios. El que mejor te ama es Dios. A Él le puedes abrir tu corazón. Una vez estaba tan mal y no sabía a quién ir. No tenía un pastor que me pudiera aconsejar. Y encontré un versículo que dice: “No creáis en amigo, ni confiéis en príncipe; de la que duerme a tu lado cuídate, no abras tu boca” (Miqueas 7:5). Yo estaba acostado al lado de mi esposa. No me entendían mis padres, no me entendía mi esposa; yo me sentía literalmente desesperado y Dios me habló por su palabra queriéndome decir: “Búscame a mí, porque mejor que yo no encontrarás a nadie”.

“…Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1ª Corintios 2:9) Yo tengo que abrir mi corazón a alguien que me ame. Quien me ama me comprende más, me valora y me cuida; quien me ama no me va a difamar. Y Dios me dice: “Yo tengo cosas que ojo no vio ni oído oyó”. ¿Qué sucede? Que Dios no le abre su corazón a cualquiera. Tú quieres conocer la voluntad de Dios, quieres que baje un ángel del cielo y te hable. Pero lo que te tienes que asegurar es que amas a Dios. Venga un ángel o no, Dios tiene cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni se han manifestado en el corazón de los hombres, las que tiene preparada para aquellos que le aman. Tienen que ser dos que se amen por supuesto. No puedes ir por el mundo contando a cualquiera tus cosas. No puede ser que entres en tal desesperación que comiences a ventilar tus problemas a cualquiera. ¡No puedes estar desparramando tu vida por todos lados! ¡No todos te van a valorar! La Biblia dice que Dios es nuestro refugio y nuestra fortaleza. ¡Dios es nuestro castillo! ¡Él es mi Dios en quien confiaré! Pero a nivel humano, cuando hay intimidad, tiene que haber amor. En el amor hay verdadera intimidad. Hay muchos que entran en intimidad sin amor y eso se llama idiotez. Chicos que le dicen a la chica que recién conocen: “Mándame una foto tuya sin ropa”. Ella cree que entraron en una relación, entonces se saca una foto y se saca otra. Y después la chica queda escrachada en las redes. La verdadera intimidad es la que se da en el amor, y cuando uno ama a Dios entra en intimidad con Él. Dios le abre su corazón a aquellos que le aman. Dios muestra sus tesoros a aquellos que le aman. El primer mandamiento es: “Amarás al Señor tu Dios con todas tus fuerzas, con toda tu mente y con toda tu alma”.

En cuanto a la sabiduría, 1ª de Corintios 2: 10 dice: “Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios”. Nuestro trato con Dios es a través de su Espíritu. Él limpió la vasija de barro que somos nosotros, y sacó el pecado, para poder habitar en nosotros. Dios habita en nosotros a través de su Espíritu Santo. Entonces, la intimidad con Dios es la intimidad con el Espíritu Santo. Yo tengo que amar profundamente su presencia en mi vida porque todo lo que yo pueda tener de Dios en mí, lo tengo a través del Espíritu Santo. Dios revela a través de su Espíritu lo que tiene para mí. Y no se trata de algo que aprendí sino de algo que Èl me reveló. Dios corrió el velo y me dejó ver, y yo entendí porque Él corrió el velo. Es la visión que Dios me muestra a mí, porque yo le amo. Porque yo le amo, Èl me muestra sus secretos.

Uno a veces sabe cosas porque el Señor le muestra. Yo le digo a un muchacho que la chica no le conviene y entonces salen algunos a decir que yo manipulo a las personas y que no me tendría que meter. Más de uno me dijo qué me creo que lo sé todo. Yo no sé todo; yo sólo sé que esa chica no le convenía y veo al joven y sé que es un hombre de Dios. Uno que ha llegado a cierto grado de madurez ve lo que otro que no ha madurado no ve. Yo tengo que tener cuidado para no invadir la privacidad y el libre albedrío de las personas, si no, parece que me enseñoreo de la gente. Uno puede ver que hay personas que no van a andar bien, pero ellos se empecinan que va a andar. La verdad no es lo que yo pienso; la verdad es lo que Dios revela. Y Dios por su Espíritu Santo nos reveló a nosotros esa sabiduría que menciona 1ª de Corintios 2:10 “…porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios”. El Espíritu Santo conoce profundamente lo más escondido de Dios; lo exprime, lo escudriña, lo discierne y lo entiende. ¡El Espíritu Santo conoce todo lo que es de Dios!

El apóstol Pablo hace una comparación y dice: “Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios” (1ª de Corintios 2:11). Yo no sé si tienes tu espíritu dormido, borracho, muerto, no sé; pero hay una cosa que sí sé, que tu espíritu sabe lo que hay en la profundidad de tu ser. Nadie conoce lo que hay en el hombre, sólo el espíritu del hombre y Dios. Nadie conoce lo que hay en el espíritu de otra persona. Porque sólo el espíritu de esa persona sabe lo que hay en ella.

“…Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido” (1ª de Corintios 2: 11 y 12). Esta es una de las revelaciones, un pasaje bíblico que ha bendecido mi vida. Y Dios me dijo: “Mira Jorge lo que yo te he dado”. Nadie puede saber lo que hay en el corazón de Dios. Pero si ese alguien tiene el Espíritu de Dios, ese alguien puede saber las cosas más profundas de Dios porque el Espíritu se las revela. Yo nunca podré conocer lo que hay dentro de tu corazón porque Dios no ha puesto a mi disposición tu espíritu. Dios no ha puesto a disposición mía el espíritu de nadie, tú eres inviolable. Dios no me va a dejar saber lo que hay en lo más profundo de tu corazón porque el Señor te ha hecho como a mí, único, con libre albedrío. Pero, Dios, sí ha puesto a mi disposición su Espíritu Santo. No sabré lo que hay dentro tuyo; trataré de discernir muchas cosas, pero nunca podré penetrar a lo más profundo de tu ser. Pero Dios ha puesto a mi disposición su Espíritu Santo. Claro, si yo no lo amo no será así. ¡Dios no es tonto! ¿Cómo va a poner su Espíritu a tu disposición si no lo amas, si no es la prioridad de tu vida, si tu sueño no es abrazar a Dios? Tú sueñas con abrazar un mejor sueldo, el tener otra casa y lograr muchas otras cosas. ¡Que tu sueño sea abrazar a Dios!

¿Quién podrá separarnos del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro? ¿Lo alto, lo bajo, lo profundo, lo ancho? ¡Nada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús nuestro Señor! “Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1ª de Corintios 2: 12 al 14). Tal vez en otro tiempo pensabas que los evangélicos éramos locos y ahora te contagiaste de nuestra locura. Era locura para ti lo que yo predicaba, pero un día tu mente y tu corazón fue tocado por Dios y lo que para ti era locura vino a ser un tesoro del cual no te quieres soltar. El hombre natural no entiende estas cosas porque se tienen que discernir espiritualmente. “En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo”. Así dice 1ª de Corintios 2: 15 y 16. A través de esta revelación; a través del amor y de esta comunión que nos une a Dios, terminamos pensando como Él piensa. Ya no es nuestra manera de pensar importante para nosotros porque ahora pensamos diferente. Tenemos otra manera de ver las cosas. Nosotros tenemos la mente de Cristo.

CONCLUSIÓN

¿Es el Espíritu Santo tu mejor amigo? ¿Vives emocionado pensando que, en medio de este mundo oscuro, violento e hipócrita, donde ya no puedes creer ni siquiera en las noticias porque están tergiversadas, le puedes creer a Dios? Si tú caminas con Dios, Él te puede advertir y te puede revelar las cosas que tiene guardadas para ti, para que puedas tomar las decisiones que convienen. Dice la Biblia: “…sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria”. Para que brillemos como brilla Cristo.

Tienes que renovar tu pacto con el Dios. Dile: “Señor, no es verdad que te di el primer lugar en mi vida. Siempre estoy esperando que me muestres algo, pero no me muestras. Camino y tomo decisiones en incertidumbre y no en fe. Y me he preguntado qué te pasa Dios, pero me he dado cuenta que tengo que amarte más. Quiero amarte Señor, y quiero entrar en intimidad contigo. Quiero que tú saques a luz esos tesoros que no se han manifestado en el corazón de nadie y me los manifiestes a mí, porque yo me comprometo a amarte”.

No necesitas ninguna otra virtud para que Dios te revele; sólo tienes que amarle. A los que entran en intimidad con Dios, Él sabe cómo tratarlos. Hoy tiene que ser restaurada tu intimidad con Dios. No es por tu linda cara ni por los méritos que hayas logrado. Ningún merito tuyo sirve, pero tu amor por Dios resplandece más que las estrellas. Y Dios tiene ojos para ver esa luz. La luz de los que le aman resplandece delante de sus ojos. Los que hacen la obra de Dios finalmente son los que le aman. Los valientes a quienes Dios usará para hacer su obra son aquellos que le aman. Los que le aman entran en intimidad con Él y son alumbrados por Él. Y los que son alumbrados por Dios hacen lo que el Señor quiere y tienen su respaldo.

Hoy es día de revisar prioridades. ¿Harás de Dios la prioridad de tu vida o seguirás como estás? Pedro negó a Jesús y dijo que no lo conocía; escupió, maldijo, dijo malas palabras para convencer a la gente de que no conocía a Cristo, pero el Señor no le recriminó: “¿Por qué has hecho esto?” Sólo le preguntó: “¿Pedro, me amas?” Pedro dos veces le declaró que lo amaba, y la tercera vez, llorando le dijo: “Señor, tú sabes todas las cosas. Sabes que no te puedo mentir. Tú sabes que te amo”. Allí quedó sellado el pacto entre el Señor y Pedro cuando Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas”. No hay relación más profunda que la relación de amor con Jesús. Es ahí cuando Èl derrama su Espíritu sobre los creyentes que le aman. Y los creyentes comienzan a descubrir los tesoros escondidos que están guardados sólo para los que le aman. No se trata de qué debes hacer con tu circunstancia, sino si amas a Dios o no.

“Señor, queremos entrar en un nuevo nivel de relación contigo. No te vamos a negar que no te hemos amado como tú te mereces. Tú eres nuestro primer amor. Tócanos Señor, queremos amarte, entrar en un nuevo nivel de intimidad contigo y que nos reveles tus verdades, en el nombre de Jesús, amén”.

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