CONVOCATORIA A LAS FIESTAS DE PRIMAVERA - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

CONVOCATORIA A LAS FIESTAS DE PRIMAVERA

INTRODUCCION: LA PRIMERA PASCUA

 

Quiero compartir contigo acerca de hechos históricos muy importantes en la historia de la humanidad que sucedieron en Pascua. Me refiero a la muerte y la resurrección de Jesucristo. En la Biblia encontramos varios autores que fueron testigos de las cosas que sucedieron; otras personas estudiaron e indagaron bien acerca de estos hechos, de lo que sucedió en esos días. Tal vez no tenemos mucho entendimiento acerca de los elementos que componen esta celebración de la Pascua y lo que gira en torno a ésta.

La Pascua, según la Biblia, se celebra un día solo; ese día el cordero pascual era sacrificado. Esta celebración tiene origen en Egipto, cuando el pueblo hebreo fue libre de la esclavitud y del poder opresor de los egipcios, y salió de allí hacia la tierra prometida. El pueblo hebreo fue liberado sin ejércitos, sin caballos y sin armas; fue el poder de Dios quien los liberó, doblegando el orgullo de faraón y todos los dioses que ellos adoraban. La noche en la que iban a salir de Egipto se cumpliría la décima plaga que Dios había mandado para quebrantar la dureza de corazón del faraón. Y esa plaga consistía en la muerte sobre todo hijo primogénito en Egipto. Faraón era dios para ellos, y su primer hijo era el sucesor al trono, por lo tanto, el hijo también era considerado un dios. La muerte de todos los primogénitos incluía al primogénito del dios de Egipto. Dios iba a juzgar a todos los dioses de Egipto, pero previó una salida para su pueblo.

Este hecho histórico fue la fiesta de la independencia del pueblo de Israel; la Pascua. Cada año los judíos recuerdan la liberación de la esclavitud de Egipto. Esta gran liberación conllevó la muerte de todo primogénito de los egipcios, así como los primogénitos de los animales, y también el hijo primogénito del faraón. Previamente, Dios le había ordenado a su pueblo que debían sacrificar un cordero el día 14 de mes de Abib, y éste sería el primer mes del año del calendario de los israelitas. El día 10 debían apartar un cordero, pero antes tenían que examinarlo minuciosamente por cuatro días porque no podía tener defecto ni mancha alguna; el animal tenía que ser perfecto. El día 14, ese cordero era sacrificado. Dios les dijo que debían tomar la sangre del animal y mojar los postes y dinteles de las puertas porque el Señor iba a salir por en medio de Egipto hiriendo a los egipcios, pero al ver la sangre, no dejaría entrar al heridor en sus casas, e iba a pasar por alto, y no iba a haber mortandad en las casas de los hebreos.

Pascua significa “pasar por alto”. Esa noche Jehová pasó por Egipto e hirió a todo primogénito desde el hijo del faraón, los primogénitos de todas las familias, el primogénito del que estaba en la cárcel y todo primogénito de los animales; mas trajo salvación y libertad a su pueblo. Tal era el espanto que tenían, que los egipcios echaron a los hebreos y los apremiaban para que se fueran, y aún les daban todo lo que los hebreos les pedían, como plata, oro, etc. Dios ordenó que la Pascua se celebrara por siempre, y hasta hoy, los judíos recuerdan el día que fueron liberados del yugo del faraón y de Egipto.

 

LA PASCUA MÀS IMPORTANTE

 

Pero había una celebración que el mundo entero esperaba, y esa Pascua sucedió hace más de dos mil años. En esa Pascua no tenía que morir un animal, un cordero sin manchas ni defectos, sino que tenía que morir el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y ese era Jesús, el Hijo de Dios. En el mes de marzo, en todo el mundo se celebra la Pascua y nosotros, en este año celebraremos esta fiesta ordenada por Dios durante 7 días.

El día 14 se celebra Pascua, y a partir del día 15 y por 7 días se celebra la fiesta de los panes sin levadura. Nota aparte: estos 7 días, quienes celebremos esta fiesta comeremos panes sin levadura. Al tercer día, después del día 14, los israelitas debían presentar una ofrenda que era la ofrenda de las primicias. Estos tenían que rebuscar entre las espigas de cebada, las que estuviesen maduras y ofrendarlas como una primicia de la cosecha. En el Nuevo testamento, Jesús es la primicia de los que resucitan. El primer fruto de su obra fue la resurrección. No hay acontecimiento más importante en la historia que la muerte de Jesús, el Hijo de Dios, engendrado por Dios. No hay acontecimiento más importante en la historia que la resurrección de Cristo, el Hijo de Dios; quien declaró: Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar” (Juan 10:17 y 18).

Jesús es el Autor de la vida, la muerte no pudo contra Él, el pecado no puedo con Él. El pecado trajo destrucción al mundo; el pecado se enseñoreó del mundo, y la confusión que vivimos es fruto del pecado del hombre. Pero Cristo vino a quitar el pecado; vino a ofrecerle al hombre salvación. Su justicia incluye una misericordia y un amor tan grande por los pecadores, los perdidos y condenados, que Él mismo decidió salvar poniendo su vida, pagando el precio que nos correspondía a nosotros y ser condenados. Jesús fue a la cruz por nosotros.

No tomes la fiesta de Pascua livianamente porque los tiempos se acortan y tú tienes que estar preparado y preparada, y conocer los tiempos que vives. Previo a la Pascua, el día que Jesús fue crucificado, tomó pan y dio gracias, y lo partió y les dio diciendo a sus discípulos: “Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mi” (Lucas 22:19). Hasta ese momento la celebración era la Pascua de Jehová, la Pascua que Dios había ordenado que se celebre, y cuando Cristo dijo que debíamos hacer esto en memoria de Él, significa que Él es nuestro libertador quien nos libró, no del yugo de faraón, sino del yugo de satanás. Jesús nos libró de la condenación y del poder de la muerte. Nos libró de la tiranía del pecado. Todo esto incluye hechos extraordinarios, porque Juan dijo: Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios” (Juan 1:12 y 13). A partir de esa Pascua comienza a surgir en la tierra hijos de Dios, engendrados por Él; con vida eterna, con vida de Cristo. Gente con otra naturaleza, con otro corazón y con otro pensamiento.

 

JESUCRISTO: LA PRIMICIA DE RESURRECCIÓN

 

Los días previos a la Pascua no fueron fáciles para Jesús. En medio de una turbación creciente, en aquel entonces, Jesús resucitó a su amigo Lázaro. El pueblo judío consideraba que cuando alguien moría, el alma sigue dando vueltas por ahí por tres días; así que los velorios tenían que ser de tres días porque podría ser que el alma volviera al muerto y éste se levante. El número tres es un número clave en la Biblia; aunque todos los números tienen un significado importante en la palabra de Dios. En el día tres se verifica la muerte. Cuando alguien moría, pasado los tres días se decía que el muerto estaba bien muerto. Cuando le avisaron a Jesús que su amigo Lázaro había muerto, dice la Biblia que a propósito se demoró en ir unos días. Cuando llegó, era el cuarto día que Lázaro había muerto y lo habían enterrado. Jesús se demoró a propósito porque Lázaro tenía que estar bien muerto para que quedara registrado históricamente que Jesús tiene poder sobre la muerte. Cuando el Señor llegó a donde lo habían puesto a Lázaro, mandó a sacar la piedra. Entonces la hermana de Lázaro le dijo: “Señor hiede ya. ¿Qué pretendes hacer?” Fue entonces cuando Jesús le dijo: “¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?” Eres de Cristo; eres de fe. Ante la tumba de Lázaro, Jesús alzó sus ojos y oró al Padre, y después, dice la Biblia que clamó a gran voz: “¡Lázaro ven fuera!” ¡El muerto escuchó y se levantó!

Cuando se levantó el muerto, se levantó también el infierno. Los fariseos, los saduceos, los doctores de la ley comenzaron a decir de Jesús: “Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los romanos, y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación” (Juan 11:48). Se complotaron para matarlo. Esto ocurrió unas cuatro semanas antes de su muerte.

Jesús que sabía todo; les dijo a sus discípulos: He aquí subimos a Jerusalén, y se cumplirán todas las cosas escritas por los profetas acerca del Hijo del Hombre. Pues será entregado a los gentiles, y será escarnecido, y afrentado, y escupido. Y después que le hayan azotado, le matarán; mas al tercer día resucitará” (Lucas 18:31 al 33). La Biblia señala que Jesús estuvo muerto tres días y tres noches. ¿Por qué? Porque tenía que quedar certificado que estuvo bien muerto. Mas al tercer día resucitó de entre los muertos. Todo lo que el hombre ha logrado a través de los siglos es irrelevante. Lo realmente relevante es que la muerte fue vencida y que nuestro Señor y nuestro libertador venció el pecado y venció la muerte; y también declaró: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (Juan 11:25).

 

LA ENTRADA TRIUNFAL A JERUSALEN

 

No fueron días fáciles para Jesús. Dice la Biblia que Él se encontraba en Cesarea de Filipo y decidió subir a Jerusalén. Esta es una ciudad ubicada sobre el monte de Sión, y siempre, cada año, los judíos subían a Jerusalén. Se decía que allí lo iban a matar y los discípulos le reconvenían para que no subiese, pero Jesús estaba decidido porque se tenía que cumplir todo lo que los profetas dijeron acerca de Él. Jesús les anuncia que sería entregado en manos de los gentiles, que sería escarnecido, afrentado, escupido, azotado, y aún lo iban a matar, pero al tercer día resucitaría. Nosotros, instintivamente, guardamos nuestras vidas y consideramos que esto justifica tomar cualquier decisión para no morir. Pero Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Mateo 16:24). No hay vida eterna sin muerte. Dijo Jesús unos días antes de ser crucificado: “De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto” (Juan 12:24). Jesús enfrentó su destino y no huyó, sino que subió a Jerusalén sabiendo lo que le iba a suceder. En el trayecto sanó a un ciego, le predica el evangelio a Zaqueo y enseña varias parábolas; hasta que llega a Jerusalén y dice la Biblia en Lucas 19:28 al 31: Dicho esto, iba delante subiendo a Jerusalén. Y aconteció que llegando cerca de Betfagé y de Betania, al monte que se llama de los Olivos, envió dos de sus discípulos, diciendo: Id a la aldea de enfrente, y al entrar en ella hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado jamás; desatadlo, y traedlo. Y si alguien os preguntare: ¿Por qué lo desatáis? le responderéis así: Porque el Señor lo necesita”.

Se estaba por cumplir en esos días lo que la iglesia católica llama, domingo de ramos. Cuando Jesús llegó a Jerusalén faltaba más o menos, una semana para ser crucificado; pero antes debía acontecer algo importante. El Señor había hecho tantos milagros, había ayudado a tantas personas que hubo una gran multitud que comenzó a seguirlo en su entrada a Jerusalén. La fiesta de la Pascua no es cualquier fiesta; es la primera fiesta del año del calendario de Dios, la más importante del primer mes del año, y todos suben a Jerusalén para celebrar la Pascua que era la fiesta de la independencia. Los judíos llegaban de Asia, de Egipto, y varios lugares más. Se congregaban miles y miles de personas en Jerusalén. Mientras duró la peregrinación hacia Jerusalén, y fueron varias semanas, Jesús enseñó muchas cosas, y fue criticado y confrontado por los doctores de la ley quienes decían que Él no tenía autoridad para hacer lo que hacía. Cuando llegó a Betfagé y Betania que quedaban cerca de Jerusalén; pasó por el monte de los Olivos, y fue entonces que mandó a sus discípulos a buscar al burrito y montado en el pollino entro a Jerusalén, lo que conocemos según la Biblia como la entrada triunfal en Jerusalén. Entonces leemos en Lucas 19:37 al 40: “Cuando llegaban ya cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas! Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. Él, respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían”.

 

DIAS PREVIOS A LA CRUCIFIXIÓN

 

Esto está documentado. La Biblia no es un libro cualquiera ni de mentira; la Biblia es un documento histórico real, escrito por personas que vivieron y conocieron los hechos. Jesús subió a Jerusalén, pero como sabía que lo querían matar no se quedaba a pasar la noche allí, sino que se iba a dormir a Betania. Allí vivían sus amigos: Lázaro, Marta y María. La gente cada día lo esperaba en Jerusalén y se juntaba gran multitud de personas para verlo y escucharlo; entonces Jesús enseñaba muchas cosas y entre ellas habló acerca del tiempo del fin y de su segunda venida, lo cual leemos en Mateo 24.

En Lucas 22:1, 2,7 y 14 leemos lo siguiente: Estaba cerca la fiesta de los panes sin levadura, que se llama la pascua. Y los principales sacerdotes y los escribas buscaban cómo matarle; porque temían al pueblo…Llegó el día de los panes sin levadura, en el cual era necesario sacrificar el cordero de la pascua…Cuando era la hora, se sentó a la mesa, y con él los apóstoles”. Ese día, el 14 del mes de Abib, Jesús celebró su última cena con los discípulos.

Juan escribió lo siguiente en el capítulo 12 del libro de Juan, en el versículo 1: “Seis días antes de la pascua, vino Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto, y a quien había resucitado de los muertos”. Aquí vemos que Jesús iba a Jerusalén y volvía a la casa de sus amigos; y seis días después fue la muerte de Jesús. Él sabía muy bien lo que iba a pasar, sin embargo, seguía enseñando y haciendo milagros. Jesús fue un hombre extremadamente valiente y obediente al Padre. Él había venido a hacer la voluntad del Padre. En Juan 12:12 leemos: “El siguiente día, grandes multitudes que habían venido a la fiesta, al oír que Jesús venía a Jerusalén…” Mucha gente se agolpaba para ver a Jesús porque habían oído acerca de todos los milagros que había hecho. En cada una de estas narraciones vemos que Jesús estaba cumpliendo todo lo que los profetas habían profetizado acerca de Él.

La señal de que se le había terminado el tiempo a Jesús se encuentra en Juan 12:20 al 24: Había ciertos griegos entre los que habían subido a adorar en la fiesta. Estos, pues, se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaron, diciendo: Señor, quisiéramos ver a Jesús. Felipe fue y se lo dijo a Andrés; entonces Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús. Jesús les respondió diciendo: Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado. De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto”.

Jesús no vino a predicarles a los gentiles sino, como Él dijo, vino a predicar a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Y esperaba esta señal, cuando los gentiles comenzaron a buscarlo porque se enteraron acerca de todos los milagros que hizo. Esto es un adelanto de lo que vamos a compartir durante la fiesta de los siete días de los panes sin levadura. También te voy a compartir acerca de la fiesta de las primicias, o de las primeras ofrendas, que es una fiesta instaurada por Dios, y es cuando Jesús resucitó. Jesús nació en una fiesta ordenada por Dios, murió y resucitó en una fiesta ordenada por Dios; y vuelve en una fiesta ordenada por Dios. Y luego, el juicio sobre el mundo será en una celebración ordenada por Dios. También el gobierno del milenio de Jesús será en una fiesta establecida por Dios. Todas estas fiestas constituyen el calendario de Dios y tenemos que escudriñar acerca de esto porque los tiempos que vienen son difíciles. Este es un tiempo para valientes. La Biblia señala que el reino de los cielos sufre violencia y los valientes lo arrebatan.

 

CONCLUSIÓN

 

Jesús fue a Jerusalén porque el Padre así lo quería. Y fue a Jerusalén a morir por ti. Allí lo azotaron por ti, lo escupieron y se dejó escupir por ti; lo desnudaron y Él se expuso a la vergüenza por ti. Lo clavaron, y dejó que lo clavaran por ti. Estuvo dispuesto a sufrir lo que sufrió porque sabía que estaba pagando el precio de tu rescate. ¿Crees en Jesús? Muchos serán probados en este tiempo y me preocupa los cristianos que no están firmes y cuando viene la prueba se desalientan y dejan de seguir a Jesús. Sabe que Jesús fue probado en todo y estuvo dispuesto a todo porque sabía que al tercer día iba a resucitar; y sabía que después de muerto llevaría mucho fruto para el reino de Dios.

¿Estarás dispuesto a pagar el precio que haya que pagar por seguir a Jesús? Te pregunto: ¿No estás seguro o segura del perdón de tus pecados? ¿Sabes a dónde irás cuando mueras? ¿Al infierno o al cielo? Quiero ayudarte a hacer una oración. Dile a Dios: “Señor, te entrego mi vida y lo hago de verdad. Te pido que perdones mis pecados. Líbrame de condenación Padre, te lo pido en el nombre de Jesús. Dame vida, Señor. Tú has ido a la cruz por mí y no te has avergonzado al hacerlo. Has muerto por mí y yo hoy te recibo a ti como mi Señor y mi salvador. Te abro mi corazón y recibo el perdón; recibo paz y salvación, ye te doy gracias por eso Jesús, amén”.

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