LA IDOLATRÍA - Misión Vida para las Naciones

Av. 8 de octubre 2335

Montevideo

WhatsApp:(+598) 095333330

MENSAJES DEL CIELO

LA IDOLATRÍA

INTRODUCCIÓN

La idolatría es algo que Dios abomina y detesta. Estábamos de visita en el departamento de Florida y se estaba celebrando el día de san Cono, un santo de yeso. A raíz de este acontecimiento entendí que Dios quería que yo hablara acerca de este mal que aflige a la sociedad y lo pone muy molesto. Mira que se han inventado toda clase de cosas para invocar, como piedras, madera, hierro. Están también las cintas coloradas, las ristras de ajo; y la gente va esos lugares como la Virgen del Verdún a pedirle milagros. Ya he contado de una tía mía a quien le hablaba de Jesucristo, pero ella me decía: “Jesús a mí nunca me ha contestado. Pero le hago mis rezos a una tía que ya está muerta y ella me si me contesta. ¡Es una bendición!”

Muchos no toman conciencia hasta qué punto se han normalizado estas prácticas de idolatría, de no ponerlo a Dios en primer lugar de todas las cosas y que Él sea el centro de nuestro amor, de nuestra adoración. ¡Hasta qué punto se ha metido la idolatría en nuestra sociedad y en nuestras vidas! Yo estaba muy molesto al ver a tanta gente paseando por esa ciudad, celebrando el día del santo, contentos como si no se tratara de un acto de idolatría que Dios detesta. Sabemos que nunca Dios le quiso dar su gloria a nadie ni a nada. Y nosotros hemos terminado dándole la gloria piedras, a las pirámides, a patas de conejo, y ve a saber a qué más. Yo me lo imagino a Dios mirando todas esas estupideces en que hemos puesto nuestra confianza, y no lo hemos puesto a Él en el primer lugar de todo en nuestras vidas. La idolatría no te deja enfocarte en Dios; no deja que tú pongas toda tu esperanza y tu confianza solo en Él. La idolatría aparece cuando yo tengo algo que me supera, algo que necesito hacer o conseguir y me obliga a dejar de lado a Dios.

Tuve la oportunidad de hablar con una hermana que tiene más de 20 años de conocer el Evangelio. Toda su vida se dedicó a trabajar y resulta que tiene una hija que no cuenta con la madre porque tiene tres empleos y trabaja día y noche. Ah, pero según ella tiene que trabajar mucho por el bien de su hija. Y la nena sale de noche y anda, vaya a saber con quién. Ha tenido ya varios intentos de suicidio y siente una soledad increíble. Las amistades con las que se ha involucrado son una desgracia para ella. Por causa de sus empleos la mujer no tiene tiempo de ir a la iglesia. Ella me dice que tiene que trabajar, aunque el trabajo la saca de su posición delante de Dios y de su responsabilidad, la que Dios le ha dado, que en este caso es la hija. Estoy cansado de ver madres que dicen que no han tenido tiempo, que tenían que trabajar. Eso es idolatría, sacar a Dios del medio y poner en su lugar otra cosa. Tu trabajo te da dinero y puedes comprar lo que quieras. Mientras tanto, tu hija o tu hijo se te van al infierno.

La idolatría surge cuando Dios no tiene autoridad sobre tu vida y otra cosa lo suplanta a Él. El fútbol se ha transformado en una idolatría. ¡Cuidado con el fútbol! Hay gente que por un partido deja a Dios y eso es idolatría.

LA IDOLATRIA CIEGA TUS OJOS

Me llamó la atención Dios acerca de un pasaje que está en el libro de Hechos 17:16. El apóstol Pablo andaba predicando el evangelio. Cuando iba a alguna ciudad, en esos lugares se veía mucha idolatría, tenían muchos dioses de toda clase y para cada cosa. Y cada vez que él predicaba el evangelio, la idolatría se levantaba contra Dios y las ciudades se alborotaban. Yo pensaba que tendríamos que haber alborotado la ciudad de Florida. Tendríamos que haber salido a las calles los cristianos, y me lo reprocho a mí mismo. Yo iba descuidado, no me acordaba, no sabía que era el día de san Cono y que la ciudad estaba llena de una romería. Pero nosotros estamos tomando mate o hablando de muchas cosas y descuidados.

Cuando el apóstol Pablo predicaba en alguna ciudad, esta se alborotaba, a tal punto que lo querían apedrear y aun matar. Los discípulos le dijeron que lo iban a llevar a Atenas, y le enviaron a unos que lo acompañaran para que cesara el alboroto por causa de la predicación del evangelio. Entonces llegó a Atenas, pero tenía que esperar que los otros vinieran con él. Y estando allí, dice la palabra de Dios: “Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía, viendo la ciudad entregada a la idolatría”. No ha llegado el punto de que los cristianos estemos enardecidos, viendo las ciudades entregadas a la idolatría. Vamos a tener que salir más a la calle a predicar el evangelio. Y cuando hagamos esto de predicar en serio, agarrarte porque se va a levantar guerra en la ciudad. Dios quiere una iglesia llena de fuego; quiere una iglesia que lo entronice a Él y lo ponga en primer lugar por sobre todas las cosas. La Biblia dice que había uno que quería seguir a Jesús y se sabía todos los mandamientos, los había cumplido a todos, pero amaba las riquezas que tenía, y estas se habían convertido en su dios. Él no iba a soltar las riquezas por causa de Cristo, pero fue capaz de soltar a Cristo por causa de las riquezas que poseía. Entonces Jesús le dijo: “Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme” (Mateo 19:21).

Dios detesta la idolatría, y es que hay que dejar de lado muchas cosas que amamos para seguir al Señor, ya que esas cosas se pueden transformar en un foco de adoración. Tu cónyuge se puede transformarse en un ídolo, un abuelo, una abuela o algún otro ser querido se puede transformar en un ídolo. Algunos dicen: “Si se muere mi abuela yo no quiero vivir”. ¡Ojalá tuvieras tanto celo por Dios! Yo te profetizo que tu abuela se va a morir.

La idolatría estupidiza a la gente. La idolatría mete a la gente en una especie de sopor, de oscuridad y de penumbra al punto de que estos caminan sin saber bien a dónde van, y no disciernen bien entre el bien y el mal. Dios no quiere meterse ahí donde está esa persona que tiene muchos consejos, pero no tiene el consejo de Dios o no sabe discernir entre el consejo de Dios y todos los otros consejos que tiene dando vuelta en la cabeza. La idolatría produce ceguera y no sabes si es de Dios o no es de Dios. No sabes a dónde vas a llegar y estás esperando que Dios hable, sin embargo, Dios ya te habló mil veces y no lo escuchaste. Lo que pasa es que Dios no es el centro de tu vida. El día que deseches toda la idolatría vas a poder ver claramente la visión de Dios sobre tu vida. Donde hay idolatría, hay una especie de anarquía y cada uno hace lo que quiere, lo que le parece y lo que siente que está bien.

LA HISTORIA DE MICAÍA

Había en la época de los jueces una confusión grande. Dios era uno más entre muchos dioses y dice el libro de jueces que la gente hacía lo que bien le parecía. Entonces relata el libro de jueces en el capítulo 17 que hubo un hombre del monte de Efraín. que se llamaba Micaía y resulta que este hombre le había robado dinero a su madre; era mucho dinero. Y la madre buscó al ladrón por todos lados, pero nunca lo encontró. ¿Quién era el ladrón? Su hijo. Aunque ella no lo sabía, entonces profirió una maldición contra ese ladrón. Hay religiones que necesitan un dios que una a las parejas y un dios que desuna a las parejas, un dios del agua o del fuego, de la montaña o del valle. Las personas necesitan una cantidad inmensa de dioses porque son dioses específicos, y de acuerdo al problema que tienen, es el dios que buscan. Y esos dioses les piden algún sacrificio de dos patas, de cuatro patas, a veces demanda que compren un jabón especial o algún yuyo. ¡Eso es idolatría! Pero nosotros no estamos tan enardecidos por esas cosas como Pablo.

Micaía se habrá asustado pensando: “Me maldijo mi madre y no sabe que fui yo quien le robó”. Entonces le dijo: “Mamá yo te robé los ciclos de plata”. Entonces la madre empezó a bendecirlo. Lo había maldecido y ahora le dice: “Bendito seas de Jehová hijo mío”. Y dice la Biblia en Jueces 17:4: “Mas él devolvió el dinero a su madre, y tomó su madre doscientos siclos de plata y los dio al fundidor, quien hizo de ellos una imagen de talla y una de fundición, la cual fue puesta en la casa de Micaía”.

Hay imágenes de talla, hay imágenes de yeso, hay imágenes de hierro fundido. Las imágenes de talla son de madera, de árboles que Dios hizo. De talla significa tallado. Era un dios de madera.

Isaías también enojado contra la idolatría, dijo: “Parte del leño quema en el fuego; con parte de él come carne, prepara un asado, y se sacia; después se calienta, y dice: ¡Oh! me he calentado, he visto el fuego; y hace del sobrante un dios, un ídolo suyo; se postra delante de él, lo adora, y le ruega diciendo: Líbrame, porque mi dios eres tú. No saben ni entienden; porque cerrados están sus ojos para no ver, y su corazón para no entender. No discurre para consigo, no tiene sentido ni entendimiento para decir: Parte de esto quemé en el fuego, y sobre sus brasas cocí pan, asé carne, y la comí. ¿Haré del resto de él una abominación? ¿Me postraré delante de un tronco de árbol?” (Isaías 44:16 al 19).

La idolatría es una estupidez que saca a Dios del centro de tu vida. Este hombre, cuando su mamá hizo esta imagen de madera y de hierro, dice la Biblia en Jueces 17:5 y 6: “Y este hombre Micaía tuvo casa de dioses, e hizo efod y terafines, y consagró a uno de sus hijos para que fuera su sacerdote. En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía”.

Todavía hay de esos lugares donde hay una piecita y en esa piecita velas prendidas y varios dioses. Es una casa de dioses. Pobrecitos los que caen bajo las garras de esa estupidez. Oro por quienes quizás todavía tienen alguna reminiscencia de cuando le hicieron algún trabajo de brujería, de hechicería, porque siempre andan dando vuelta alrededor de las idolatrías y de poderes demoníacos de maldad. La idolatría incluye orarle a un muerto. Hay gente que en vida no le habla a alguna persona ni lo visita, pero se muere y después lo va a ver al cementerio y le habla al muerto. Entonces le piden al muerto en vez de pedirle a Dios. “Juancito, te fuiste y me dejaste sola con los chicos, mira estos desgraciados, se están alcoholizando. Ayudame vos desde donde estés”.  ¿Dónde estará el muerto y dónde estará su poder?

¡Líbrate hoy de toda idolatría! Capaz que hay alguien que tiene una foto del abuelo, del tatarabuelo o del padre y cada vez que pasa por allí se persigna. Lo mira y lo venera por lo que decía su papá. Parece que tiene más peso lo que decía el papá que lo que dice Dios. En cuanto a Micaía, estaba completo, se había puesto un negocio de dioses. Levantó de sacerdote a un joven que apareció por ahí. Entonces éste invocaba al palo y le decía: ¡Oh, palo, ¿qué le digo a esta gente? Le venía algo en la mente y decía: “Dice el palo que sigas tu camino que va bárbaro”. Y las personas agradecidas. En aquel tiempo no había rey en Israel y cada uno hacía lo que bien le parecía. El verbo parecer no es lo mismo que el verbo ser; una cosa es lo que es y otra lo que parece. Puedes ver una bella dama y le dices: “Pase señora”. Entonces se te enoja y te dice: “Yo soy caballero”. Hoy en día hay que tener mucho cuidado porque hay mujeres con barba y con pelo en las axilas. Cuando vayas a saludar a alguien, tienes que tener muchísimo cuidado, no vaya a ser que te hagan un juicio por odiar la autopercepción del otro. Cada uno hacía lo que bien le parecía.

¡Pero en el reino de Dios no es así! En el reino de Dios existe solo la voluntad del Padre y todo el que pertenece al reino de Dios desea hacer la voluntad del Padre y la hace. Entra en el tema de la idolatría todo aquel que dice, por ejemplo: “A mí me molesta que me digan lo que tengo que hacer. Yo sé lo que quiero hacer”. No querés recibir la palabra de Dios, no querés que te aconsejen, querés hacer lo que sentís porque te parece que está bien, pero no todo lo que parece bien está bien.

Dice la Biblia en Jueces 17:7 y 8: “Había un joven de Belén de Judá, de la tribu de Judá, el cual era levita, y forastero allí. Este hombre partió de la ciudad de Belén de Judá para ir a vivir donde pudiera encontrar lugar; y llegando en su camino al monte de Efraín, vino a casa de Micaía”. Algo importante; o era levita o de la tribu de Judá. Los levitas eran de la tribu de Leví y los judíos son de la tribu de Judá. Aquí hay una contradicción. Hay algunos que tienen el llamado de Dios para ser predicadores del evangelio, pero son zapateros o carpinteros. ¿Cómo puede ser de la tribu de Judá? Los levitas eran aquellos que Dios había escogido para que fueran los funcionarios del templo, y hacían, por ejemplo, las tareas de la limpieza del templo, cortaban la leña, encendían el fuego, y elaboraban los panes de la proposición. Los de la tribu de Judá no tenían parte en esto. Este joven se levantó un día y dijo: “¿Qué hago acá? Me voy a ir a algún lugar”. Mucha gente ha dicho que no se sentía bien en Misión Vida. “¿Pero te hicimos algo?” yo pregunto.  Alguien me dijo: “No, estoy muy agradecido, pero siento que me tengo que ir”. “¿Pero te habló Dios?” insisto. “No, pero me quiero ir” “¿Y adónde te vas?” “Y no sé, a dónde Dios diga” ¡Y se van! Lo cierto es que van y vienen, y pasean de una iglesia a otra. Para colmo dicen: “Este pastor es más bueno, aquel otro era malo”. Esas personas tendrán un conocimiento cristiano, pero no tienen paz en sus corazones porque no están cumpliendo el propósito de Dios.

“Ah, sos levita”, le dice Micaía al joven. Dije que la idolatría te oscurece el entendimiento y no te das cuenta. Leemos en Jueces 17:10 al 13: “Entonces Micaía le dijo: Quédate en mi casa, y serás para mí padre y sacerdote; y yo te daré diez siclos de plata por año, vestidos y comida. Y el levita se quedó. Agradó, pues, al levita morar con aquel hombre, y fue para él como uno de sus hijos. Y Micaía consagró al levita, y aquel joven le servía de sacerdote, y permaneció en casa de Micaía. Y Micaía dijo: Ahora sé que Jehová me prosperará, porque tengo un levita por sacerdote”. El joven habrá pensado que Dios lo había llevado a ese lugar. El muchacho dijo: “Ahora ya tengo donde ejercer el sacerdocio”. Y hasta tenía un efod, ese que había hecho Micaía y que tenía en la casa de dioses. Este era un hombre totalmente confundido y se juntó con otro totalmente confundido.

La persona que está bajo la influencia de la idolatría no sabe qué cobertura espiritual tiene. No tiene pastor. Le pregunto a una chica: “¿Quién es tu pastor?” “¿Usted es mi pastor?” responde.  “No, yo no soy tu pastor”. “¿Cómo que usted no es mi pastor?  me pregunta sorprendida.  “Pero si yo ni te conozco”, le digo. Hay un versículo que dice: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen”, así dijo Jesús. Hay gente que se deja pastorear por pastores que están a 10 mil millas de distancia. Te podrá predicar desde allá, pero pastorear desde allá no.  Yo he visto en la iglesia la gran necesidad de cobertura paterna que hay. Micaía reconocía su necesidad. Encontró un joven. y lo tomó de hijo, y le dijo vos vas a ser mi padre y vos vas a ser mi sacerdote. Así hay quienes van cambiando de padre porque al estar confundidos, al vivir de pareceres y de sentimientos, por un tiempito escuchan a algún pastor, pero se cansan y se consiguen otro que les caiga mejor y le guste más; y eso es por un tiempito, porque al final nunca llenan el alma porque no han puesto a Dios en primer lugar. Si buscas a Dios con todo tu corazón, Él te va a mostrar quién es tu pastor.

En aquel tiempo, como todo era confusión, no había rey en Israel y cada uno hacía lo que bien le parecía. ¿Quién le iba a decir a Micaía, estás haciendo mal? No tenía padre espiritual, no tenía quién le guiara. Y el joven este, que no le sabemos el nombre, que vino desde Belén, y salió para ir anda a saber a dónde, llegó a ese lugar; y tampoco tenía paternidad o dirección espiritual. Así que se encontró con Micaía que le daba lo mismo Jehová o el palo de madera. Jehová era un dios más en esta casa de dioses, pero Dios no estaba ahí porque a Él no le gusta la idolatría.

En Jueces 18 leemos: “En aquellos días no había rey en Israel. Y en aquellos días la tribu de Dan buscaba posesión para sí donde habitar, porque hasta entonces no había tenido posesión entre las tribus de Israel”. La tribu de Dan andaba buscando algún territorio donde establecerse, porque estaban en la época de la conquista de la tierra prometida y todavía no tenían tierra. Enviaron cinco espías a explorar un territorio, y de camino llegaron a la casa de dioses de Micaía. El dios de palo estaba ahí; y estaba Jehová, además del dios de hierro, y entre ellos los terafines y el efod. Habrán dicho los de la tribu de Dan: “¡Hay sacerdote acá! ¡Tenemos un sacerdote! ¡Gloria a Dios!” Dice la Biblia: “Cuando estaban cerca de la casa de Micaía, reconocieron la voz del joven levita; y llegando allá, le dijeron: ¿Quién te ha traído acá? ¿y qué haces aquí? ¿y qué tienes tú por aquí? Él les respondió: De esta y de esta manera ha hecho conmigo Micaía, y me ha tomado para que sea su sacerdote. Y ellos le dijeron: Pregunta, pues, ahora a Dios, para que sepamos si ha de prosperar este viaje que hacemos. Y el sacerdote les respondió: Id en paz; delante de Jehová está vuestro camino en que andáis” (Jueces 18:3 al 6).

El muchacho, que no sabía dónde estaba parado, le dijo: “Vayan, Dios va adelante de ustedes en el camino”. “¡Ay, gloria a Dios!” habrán celebrado.  Y se fueron. Entonces volvieron a donde estaba la gente de la tribu de Dan y le dijeron: “Encontramos en un lugar a cuya gente podemos sorprender. Le vamos a caer de noche y le vamos a quitar todo lo que tienen”. Formaron un pequeño ejército de 600 personas con armas y se dispusieron a ir a la conquista. Llegaron a la casa de Micaía. Entonces los cinco espías se dijeron entre ellos: Aquí hay una casa de dioses. Si no nos responde bien el de madera, nos puede responder el de hierro y si no nos puede responder Jehová. Tenemos varias personas a quien preguntarle”.

Estuve hablando con uno que se casó tres veces. Esta persona predica y te toca el corazón, Hablando con él le hice ver que a mí no me asusta la palabra poderosa que da en el púlpito, porque yo observé que se ha casado tres veces. Y le dije: “Si la palabra que les das a otros no sirve para tu propia vida entonces andas despistado”. La idolatría te aleja del conocimiento de Dios. Dios tiene una sola mujer y un solo hombre para ti. El que está cerca de Dios conoce su voluntad. Los de la tribu de Dan fueron a conquistar el territorio y pasaron por la casa de Micaía, en donde se encuentran con todos esos dioses y con el muchacho que estaba más perdido que a Adán en el día de la madre. Es que él no sabía ni por qué había salido de Belén. Él salió a ver si había algún lugar donde pudiera vivir y cayó allí. Dice la Biblia en Jueces 18:18 al 20: “Entrando, pues, aquellos en la casa de Micaía, tomaron la imagen de talla, el efod, los terafines y la imagen de fundición. Y el sacerdote les dijo: ¿Qué hacéis vosotros? Y ellos le respondieron: Calla, pon la mano sobre tu boca, y vente con nosotros, para que seas nuestro padre y sacerdote. ¿Es mejor que seas tú sacerdote en casa de un solo hombre, que de una tribu y familia de Israel? Y se alegró el corazón del sacerdote, el cual tomó el efod y los terafines y la imagen, y se fue en medio del pueblo”.

Le dijeron, ¿qué es mejor para vos, ser sacerdote de una familia o ser sacerdote de una tribu entera? Al muchacho le gustó, y lo levantaron como sacerdote de una tribu entera.  Estaba perdida la tribu de Dan, estaban perdidos Micaía y el sacerdote. ¿Por qué? Porque era un tiempo de los jueces, en que no había rey. Significa que no había cabeza, por lo tanto, no había dirección; y cada uno hacía lo que bien le parecía. Hoy dicen: “No me gusta el líder que me pusieron. No me gusta el pastor que tengo. Me gusta cómo predica, pero no me quiero acercar a él porque no vaya a ser que me mande o me pida que haga alguna cosa”.

La idolatría está metida dentro de la iglesia porque cuando alguien hace lo que bien le parece, está confundido como los idólatras. Y toda forma de pecado, dice el apóstol Pablo, es idolatría. Todo lo que responde a lo que a mí me parece, es pecado. Así define el apóstol Pablo que es la idolatría; todo lo que yo quiero hacer porque a mí se me canta y porque a mí me parece, y eso responde a mí, entonces la idolatría me transforma a mí en mi propio dios. Dios no puede hablar porque yo ya tengo una opinión formada. Me he dado cuenta que mucha gente está trabada y no conoce la voz de Dios. Hay quienes han estado hablándole a los muertos y se dice cristiana. Y han entrado en una tristeza profunda. Al hecho de hablar con los muertos y de orarle se le llama necromancia. Y hay personas que tiene algunas fotos o cuadros que no causan gozo ni alegría, sino tristeza. ¿Has visto ese cuadro del niño que llora? El ver a ese nene no produce devoción a Dios, sino que produce tristeza y depresión. Hay por ahí alguna hermana que tiene en un cajón guardada todas las fotos y las cartas de un novio del pasado y no las quiere romper ni quemar porque lo amó mucho y cada vez que las ve lo recuerda y sufre por lo que no fue.  Tienen algunas cosas guardadas en algún cajón, del esposo o del hijo que murió, y no se quieren desprender. Es que le parece un pecado desprenderse de esas cosas que la tienen atada o lo tiene atado.

CONCLUSIÓN

Espero que seas sensible a la voz de Dios, porque Él te dice hoy: “Deja a tu abuela muerta, deja a tu abuelo muerto, deja a tu hijo muerto. Entrégame a mí todo y descansa en mí”. Estás teniendo tropiezo porque te has aferrado a cosas que no te tenías que aferrar. Tu casa no te va a salvar, tus familiares no te van a salvar. Él es tu Dios, tu Señor y tu Salvador. Cristianos que todavía tienen miedo. Han venido a los brazos de Cristo, le han pedido perdón por los pecados, le han pedido a Cristo que entre al corazón, pero resulta que tienen miedo por alguna brujería que le hicieron. Tienes algún pariente que estaba en la hechicería y hacía invocaciones, y entonces vives atemorizado de que todavía hay algo dando vuelta, y es que no has logrado poner toda tu fe y tu esperanza en Jesucristo. Hay personas que sufren espantos por las noches. ¡Se libre de todo tormento en el nombre de Jesús! No divagues más. Dile al Señor que se siente en el altar de tu corazón y entra en la paz de Dios que sobrepasa todo el entendimiento. No estés ansioso o afanoso por nada. Todo esto forma parte de la idolatría; creencias que no te traen paz ni bendición.

Tal vez creías que ibas a ser feliz y dejaste a Dios por un hombre o por una mujer. Estuve hablando con una joven que nació en la iglesia, hija de pastor, pero se casó con alguien que le hizo la vida miserable. Estas cosas no le pasan a aquellos que se refugian en el Padre. Algunos hasta se enojaron con Dios porque permitió que sucediera tal o cual cosa. ¡Pero si fuiste tú quien dejó a Dios por un hombre o por alguna mujer! Cambiaste la voluntad de Dios por alguien y encima te enojaste con Él y te apartaste, pero el llamado de Dios nunca se fue de tu vida. Necesitas aferrarte a Dios. Has perdido la paz, te persigue el mal y tomas malas decisiones. Y el Señor hoy te dice: “Deja todo tu pasado en mis manos. Entrégame todos tus temores y todas tus ansiedades que son fruto de tus creencias. Tus creencias son idolatría. Tú creíste, te pareció, sentías que, y le obedeciste a tu corazón, pero tu corazón no es Dios. ¡Yo soy Dios!”

El Señor quiere tomar tu vida, quiere tomar tu pasado y enterrarlo en lo más profundo del mar y que quede atrás la idolatría. Quiere que el único amado, adorado, reconocido y obedecido sea Él, el creador del cielo y de la tierra.

Oramos por ti: “Padre, tu palabra ha sido sembrada. Te pedimos que traigas a tus brazos a aquellos que han entendido que te necesitan desesperadamente. Aquellos que se han aferrado a muertos, aquellos que se han aferrado a determinadas amistades o a alguna persona. Que fueron llevados a alguna casa donde se invocaban dioses cuando eran chicos y fueron maldecidos por la inmundicia de la idolatría, y aún están afectados. Rompe toda atadura. Deshace toda maldición, te lo pedimos en el nombre bendito de Jesús. En tu nombre, echamos las redes; que vengan a esas redes, aquellos que tú has llamado. Vengan ahora aquellos que saben que tienen que dejar atrás cosas que están ligadas a la idolatría. No sigas aferrado a ese novio o a esa novia que te maldijo, que te abandonó y nunca más se acordó de ti. ¡No seas idólatra! Ordenamos que huyan los demonios que han tenido tu vida atada a maldiciones, a temores, a engaños y a falsos amores. Envía tu salvación ahora Dios mío. Espíritu Santo, haz tu obra. Destruye fortalezas, deshace ataduras rompe cadenas, deshace brujerías, hechicerías y todo temor. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Proclamamos libertad sobre las vidas en tu nombre Jesús, y para tu gloria, amén”.  

MENSAJES

MISIÓN

VIDA

PARA LAS NACIONES

Av. 8 de octubre 2335

Montevideo, Uruguay

WhatsApp: (+598) 095 333 330

email: info@misionvida.org

twitter: misionvidauy

facebook: iglesiamisionvida

Diseño: VerakaWeb