¿QUÉ ES LA LIBERTAD? - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

¿QUÉ ES LA LIBERTAD?

INTRODUCCIÓN

Este es un tiempo muy convulsionado y las personas no entienden bien que significa libertad. ¿Qué es la libertad? El antónimo de la palabra libertad es esclavitud. Hay tres elementos en la Biblia que interactúan entre sí que son la libertad, la esclavitud y el pecado.

Hay muchas ideas acerca de la libertad. La letra de los himnos nacionales de los países que se independizaron lleva la palabra libertad. El emblema de la Revolución Francesa es: Libertad, Igualdad y Fraternidad. El ideal es que todos somos hermanos; todos somos iguales por lo tanto vamos a matar a todos los que no son iguales ni hermanos para que podamos disfrutar de la libertad, la fraternidad y la igualdad. En la Revolución Francesa se mataron millones y millones de personas. En ese tiempo se inventó la guillotina con la que mataban a quienes no pensaban como ellos.

El hombre vive deseando la libertad, pero no sabe lo que es la libertad. Leí un libro de un grupo de gente de la elite mundial que está planeando instaurar el gobierno mundial, y dice en el libro que la libertad es un concepto que no se puede definir y que es muy ambigua. Su intención es decirle al mundo que libertad es hacer todo lo que les permita la ley. Hay otro concepto en la democracia que señala que en la libertad uno puede hacer todo lo que no prohíbe la ley.  Pero le ponen un límite allá, otro acá, esto permiten hacer y esto no. En definitiva, solo podrán hacer lo que la ley les permite; eso será libertad.

Todos tienen una idea acerca de la libertad; por ejemplo, un concepto de libertad sugiere que a mí nadie me va a decir lo que yo tengo que hacer y voy a hacer lo que se me dé la gana. Los hijos dicen: “Cuando tenga 18 años voy a hacer lo que yo quiera”; y están esperando con ansias que lleguen los 18 para poder ser libres. “Cuando cumpla 18 me voy de esta casa”; cree que eso es libertad. El himno argentino dice: “Oíd mortales el grito sagrado; ¡Libertad, libertad, libertad!…y finaliza: “¡Coronados de gloria vivamos o juremos con gloria morir! El himno uruguayo dice: “Orientales, la Patria o la tumba.  Libertad o con gloria morir”. Hay un deseo de que nos dejen hacer lo que se nos venga en gana y que nadie nos estorbe. Voy a hacer a escondidas lo que los demás no quieren, es así como voy a disfrutar mi libertad.

Es importante saber qué es la libertad. Desde la Revolución Francesa hasta el día de hoy se decidió que todos los reyes eran tiranos y que solo el pueblo es soberano. ¡Ahora manda el pueblo! ¡Pobre pueblo! ¿Dónde andará la libertad? ¿Qué es la libertad? Para poder entender esto no podemos obviar los términos esclavitud y pecado.

Si para el mundo la libertad es un concepto difícil de definir, no es así para Dios. Debemos recordar que todos los seres humanos nacemos en esclavitud; nacemos pecadores. Nace un niño, nace una máquina de pecar; porque lo decidieron nuestros padres Adán y Eva. Ellos decidieron pecar y se hicieron cautivos del pecado, y contaminaron su descendencia que somos nosotros. Entonces, los seres humanos no solo nacen pecadores sino también bajo el poder de la esclavitud. En la tierra hay un reino que es el reino de las tinieblas gobernado por satanás. Los que hemos creído en Cristo somos una especie de usurpadores y terroristas en un gobierno que nuestro padre Adán le entregó a satanás. Sabemos entonces que el pecado produce esclavitud. Somos esclavos de nuestras codicias o concupiscencia según afirma la Biblia. Dicho de otra manera, somos esclavos de nuestros deseos. Nacemos bajo un poder extraño; siempre estamos luchando y nunca llegamos a la libertad. Muchos han dado su vida por la libertad, pero sin saber qué es eso.

¿Qué relación tiene la esclavitud con el pecado? El mundo no puede resolver este asunto porque el tema del pecado, de la esclavitud y de la libertad es netamente espiritual. No es un tema político o ideológico; no es un tema filosófico. Aquellos que encuentran la libertad han resuelto un problema netamente espiritual.

NACEMOS EN ESCLAVITUD

Hay quienes creen que fumar, drogarse o alcoholizarse es libertad. Otros creen que tener sexo es libertad. Cuando yo era estudiante en secundaria y luego en la universidad, me decían el cura. Se burlaban diciendo: “Al cura no lo dejan fumar, al cura no lo dejan acostarse con mujeres”. ¡Qué lucha tenía yo porque no era igual a los demás! Ellos podían hacer lo que querían, pero yo no. Yo me sentía esclavo sin saber que en realidad era libre. Hablo con muchos adolescentes y jóvenes de la iglesia, entre ellos hijos de pastores, que me dicen: “Yo quiero hacer lo que hacen mis compañeros. ¿Por qué no tengo libertad para hacer lo que ellos hacen?”. Y dicen, por ejemplo: “¿Por qué no puedo ir a bailar?” Pareciera algo inofensivo el hecho de ir a bailar; en los boliches corre la droga, los jóvenes se alcoholizan. Es en los boliches donde comienzan a relacionarse con el pecado. Alguien me preguntó, cuando yo era joven: “¿Qué tiene de malo ir a bailar con la hermana?” Es que después conoces una chica y terminas bailando con ella; y lo que sucede es que te dejas influenciar por todo lo que se mueve en esos lugares.

Dije que nacemos pecadores; aunque no hayamos pecado somos pecadores. Por lo tanto, estamos metidos en un mundo de esclavitud. El rey David declaró: “He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre” (Salmo 51:5). Mi madre era pecadora, mi padre era pecador y yo fui concebido por esas dos personas pecadoras.

En la Biblia podemos ver el paralelo de la vida del creyente y la vida del pueblo de Dios, los descendientes de Abraham. Hubo hambruna y mucha necesidad en Canaán donde habitaban los descendientes de Abraham y decidieron ir a Egipto por alimentos. Estos fueron Jacob y sus hijos. Jacob es Israel; Dios le había cambiado el nombre y dejó de llamarse Jacob para llamarse Israel. Aunque todavía no eran pueblo sino una familia. Jacob tenía 12 hijos. Dice la Biblia en Génesis 46:6 y 7: “Y tomaron sus ganados, y sus bienes que habían adquirido en la tierra de Canaán, y vinieron a Egipto, Jacob y toda su descendencia consigo; sus hijos, y los hijos de sus hijos consigo; sus hijas, y las hijas de sus hijos, y a toda su descendencia trajo consigo a Egipto”.

Toda la familia de Jacob fue a vivir a Egipto. Allí estaba José, uno de sus hijos. Él mismo los mandó a buscar y les dijo que iban a estar bien en Egipto y no les iba a faltar nada. Llegaron entonces a Egipto y parece que se olvidaron que Dios les tenía una tierra prometida para ellos, y según leemos en la Biblia, vino un faraón que no conocía a José y empezó a ver que toda esta gente crecía en número y prosperaba y comenzó a tener temor; entonces los subyugaron. Entraron a Egipto y ahí nació un pueblo; todavía no era un pueblo, eran una familia, pero eran todos. Y los egipcios hicieron servir a los hijos de Israel con dureza. Egipto era el imperio más poderoso que había. No había forma que un pueblo de esclavos pudiera hacerse libre. Satanás nunca le da libertad a nadie. La libertad que te da es la de hacer algo en contra de Dios. La libertad con la que te seduce es para hacer algo que ofenda a Dios. Él hace que te sea codiciable hacer eso que a Dios no le agrada; y a eso le llama libertad.

¿Qué ocurrió en Egipto? Todos fueron subyugados. ¿Qué pasó en el planeta Tierra? ¿Qué pasó con nuestra familia? Nacemos bajo un pode extraño y estamos en esclavitud. En cuanto hacemos algo, cometemos pecado, porque somos una máquina de pecar. Hasta en la más santa familia, el hijo más grande tiene celos del más chico. Hay maldad en el corazón del ser humano. No creas que cuando el mundo habla de libertad es exactamente libertad. No creas que la libertad es un bien que va a alcanzar algún partido político o alguna ideología porque no lo van a lograr. Jesús sí sabe cómo definir el pecado, la esclavitud y la libertad. Todo el que hace pecado esclavo es del pecado. Egipto jamás iba a dejar libre al pueblo de Dios porque ellos eran mano de obra barata. Ellos trabajaron en la edificación de las pirámides, también los hacían trabajar en el campo, etc.; la economía se movía a causa del trabajo de los esclavos. Además, los egipcios eran poderosos y no había forma de que fueran libres.

Del mismo modo, no hay forma que una persona pueda ser libre del pecado porque no hay cómo poder librarse de las tinieblas. Si estás en pecado no puedes escapar de las garras de satanás porque vives en un mundo sometido por él. Entonces hay una contradicción entre lo que es libertad y esclavitud. El apóstol Pablo le dijo a los romanos: “Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia” (Romanos 6:20). O sea que hay una libertad de hacer lo malo; o eran libres de la obligación de hacer lo bueno. Pero a esa libertad la Biblia la llama esclavitud. Eran esclavos de lo que pensaban, de lo que sentían y deseaban. Hay muchas cosas que parecen buenas, pero no son buenas.

Hay argumentos como, por ejemplo, cuando decimos: “¿Y por qué Dios no quiere que yo haga esto?” “¡Tengo unas ganas de hacer lo que Dios no quiere que me lleva el diablo!” ¡Y te lleva! Hay jóvenes que hacen cosas a escondidas de los padres o de los pastores. A una chica le habíamos sacado el celular y ella conseguía a través de los teléfonos de sus amigos mandar mensajitos al chico que le gustaba. Todo lo que haces a escondidas para que nadie lo sepa o que solo lo sepan los que te van a cubrir; eso es pecado.

Tú piensas que está bien lo que haces, aunque el pastor te dijo que está mal; aun así, lo haces a escondidas sin importar lo que te dijo el pastor. Eso que haces a ocultas es pecado. El pecado ocurre en el mundo del ocultismo, de la oscuridad; el reino de las tinieblas. En el reino de las tinieblas no existe la verdad. El hombre se acuesta con otra mujer que no es su esposa, pero no puede ir a decirle que se acostó con otra. Es que en el reino de las tinieblas tu esposa no se debe enterar. Entonces hay que hacerlo a escondidas. Ahí hay esclavitud dice el Señor. Hay un paralelo en esto.

LA LIBERTAD ES OBRA DE CRISTO

Dios envía a Moisés, el libertador del pueblo; lo manda a enfrentar al faraón y a exigirle que deje ir a su pueblo. Moisés no era nadie, no sabía cómo iba a hacerlo. Y entonces con la vara que tenía en su mano fue a presentarse ante el faraón. No había manera de armar un ejército del pueblo hebreo para pelear por su libertad. Pero Moisés fue a hacer la obra de liberación que Dios le había mandado para que el faraón soltara al pueblo esclavo. Tu libertad no es obra tuya; tu libertad es obra de Cristo. Es Dios quien te libera. Es Jesús tu Salvador y tu Libertador. Hacer lo que se te da la gana no te hace libre. Para Jesús las cosas son sencillas. Él dijo: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:31 y 32).

Según la palabra de Dios, la libertad es el conocimiento de la verdad. Tú te enamoras, pero no conoces la verdad, y a ti no te preocupa tanto si es que Dios está de acuerdo o no. Lo importante es que te gusta esa persona. No puedes concebir que Dios tenga otra persona para ti porque quieres que sea esa. Te casas y lo haces en oscuridad porque no sabías cuál era la voluntad de Dios. Creías que esa era la persona para tu vida porque la habías elegido tú porque te gustaba. Después de un tiempo la ves con malos ojos y ya no la soportas y encima dices que por qué Dios te exige que ames a alguien que ya no amas y no soportas. Tú dices: “¡Se me fue el amor! ¿A caso Dios me puede obligar a estar con alguien que ya no amo?” Es que no era amor. Tú eras esclavo o esclava y hacías lo que tu codicia te ordenaba; hiciste lo que tus emociones te dictaban. Le prometiste a Dios que ibas a amar a esa persona hasta que la muerte los separe, pero a la vuelta de cambio se te fue el amor. Y encima ya tienes otra persona en la mira. ¡Así anda el mundo, a los tropezones!

Una joven contó que en el colegio al que iba se hizo amiga de otra chica. Estaban contentas y disfrutaban mucho de esa amistad. Además, eran muy parecidas las dos. En un momento una le pregunta a la otra cómo se llamaba su papá. “¡Mi papá se llama igual!” le dijo la otra. A las dos les pareció mucha coincidencia y quedaron en que cada una llevara al otro día una foto del padre. ¡Resulta que era la misma persona en las fotos! Cada una tenía como mejor amiga a su propia hermana sin saberlo.

Lo que se hace en oscuridad tiene consecuencias terribles. Eso hace que los corazones sean lastimados; las emociones se trastocan y se pisotea la verdad. Todo lo que se hace en oculto es malo. La verdad saca a luz todas las cosas. Es por eso que en los encuentros la gente tiene la oportunidad de abrir el corazón y confesar cosas que hicieron o les han hecho, que están ahí guardadas y que son un cáncer. En la confesión comienza la luz. En Juan 8:34 leemos que todo el que hace pecado esclavo es del pecado. Tú lo haces y dices que no lo vas a hacer más, pero te dan ganas de hacerlo de nuevo. Sabes que está mal y dices que no lo vas a hacer, pero lo vuelves a hacer. ¡Eres esclavo del pecado! Una vez que pecaste quedas bajo el yugo y el poder del pecado; creyendo que tienes fuerza de voluntad y que cuando tú quieras lo dejas, pero no sabes ni te das cuenta que estás atado al pecado. Necesitas ser libre pero no como tú crees.

Tú necesitas de esa libertad de la cual habló Jesús. Conocerás la verdad y la verdad te hará libre. Es cuando tienes la palabra de Dios, como la llamó Juan: el Logo de Dios, que es Jesús mismo. Él declaró: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida”. La palabra de Dios tiene esa libertad. Tú conoces la palabra de Dios, entonces conoces la libertad. Conocer a Cristo es conocer la palabra de Dios, y esto es conocer la verdad; y cuando conoces la verdad eres libre. Es cuando incorporas la verdad en tu vida, lo que significa, cuando has incorporado a Cristo dentro de ti; ahí está la libertad. El pecado no lo tienta a Jesús. Cuando opera el poder de Jesús en tu vida le dices ¡No! al pecado porque el poder de Dios está adentro tuyo y opera en ti.

LA LIBERTAD ES NACER DE NUEVO

Romanos 8:36 dice: “Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres”. Tu libertad no es hacer lo que quieres, tu libertad es si Cristo te libera; entonces eres verdaderamente libre. Tu libertad no depende de que te propongas hacer el bien o que vas a ser bueno. Hay quienes se esfuerzan por ser buenos porque quieren agradar a Dios. Tú no puedes cambiar tu corazón, no te lo permite el pecado porque este ha cautivado tu corazón y entonces no puedes cambiar. Para lograrlo necesitas un cambio de naturaleza. A esto Jesús lo llama nacer de nuevo. Y el nuevo nacimiento es obra del Espíritu Santo. Cuando el Espíritu de Dios tiene libertad en tu vida entonces tú tienes poder contra el pecado. Necesitas a Cristo para ser libre. No logras ser espiritual por ti mismo. Espiritual es quien tiene por Señor a Cristo. Si Él domina en tu vida eres verdaderamente libre. Recuerda que la libertad es una condición espiritual; no surge por cantar el himno nacional. La libertad no es una cuestión filosófica ni política. La mentira y el engaño generan esclavitud. Todo lo que haces en oscuridad, todo lo que tapas para que no se entere nadie, eso genera pecado y este te esclaviza. Es la verdad lo que produce libertad y es Cristo quien liberta.

Hay tres cosas que el hombre en su anhelo de libertad o de agradar a Dios hace y está mal. Por un lado, están las obras de la ley; estas son las cosas buenas que yo hago para justificar que soy buena persona. Se supone que estas son obras que cumplen las demandas de Dios como: no matarás, no adulterarás, no mentirás, etc. Leemos en Gálatas 3:10: “Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas”. La ley no te salva. Te salva Cristo de la maldición de la ley. Si eliges hacer el bien para agradar a Dios te pones bajo la ley, pero esta no te puede salvar; y si dependes de la ley estás bajo maldición. Tú vas a hacer todo lo posible por no mentir, pero vas a mentir; así como cuando no quieres tomar de lo ajeno haces todo lo posible por no hacerlo, pero terminas robando. Siempre vas a errarle a algún mandamiento. Por causa de que el hombre no puede cumplir los mandamientos, el padre envió a su Hijo Jesucristo para que todo aquel que en Él cree no se pierda más tenga vida eterna. Jesús sí cumplió la ley. ¡Él nunca pecó! Dice la Biblia que Él fue tentado en todo, pero no pecó. El pecado no logró hacer mella en Él porque el Señor mantenía una fuerte unión y comunión con el Padre.

La fuerza de Jesús no estaba en Él sino en el Espíritu del Padre que estaba en Él. Dice la Biblia que cuando Jesús fue lleno del Espíritu Santo, fue llevado al desierto por el Espíritu Santo para ser tentado; y allí satanás intentó de varias maneras hacerlo fracasar, hacerlo dudar y desobedecer a Dios obedeciéndolo a él. Pero no lo logró. Es que el poder del Espíritu Santo estaba sobre Jesús.

Nadie podrá agradar a Dios porque se proponga hacer el bien. Las obras de Dios las hace Él a través de nosotros. Somos como un guante; este no puede hacer nada por sí mismo si no hubiese una mano adentro que lo mueva. Somos un recipiente de Dios, somos vasija de barro y adentro nuestro está el tesoro, el cual tiene que ser visto. El tesoro tiene que tener el dominio y el gobierno. Ese tesoro es Cristo. Él es la perla de gran precio.

ESCLAVOS DE LAS TRADICIONES

Dice la Biblia en Mateo 15:3: “Respondiendo él, les dijo: ¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición?” Otro de los puntos es que cuando queriendo ser un buen creyente te sometes a mandamientos que no son de Dios. Han surgido en las iglesias lo que llamamos tradiciones. La iglesia católica tiene la Biblia como fuente de inspiración divina y como fuente de toda fe y práctica, y tiene además la tradición romana, como son las encíclicas papales, los concilios romanos, etc. Pero Dios detesta las tradiciones de los hombres. La Biblia que es la palabra de Dios es suficiente. Todo lo que necesitas para tu salvación y para estar en una buena relación con Él no viene de las tradiciones eclesiásticas sino de la palabra de Dios. Tu norte es la palabra de Dios.

Aparecen costumbres y estatutos en las iglesias; cosas que se pueden hacer y cosas que no, y surgen así las enseñanzas de hombres. Los mormones tienen el libro mormón, los testigos de Jehová han traducido la Biblia como les ha placido. Los hombres inventan cosas para agregarle a la palabra de Dios. A veces obedecemos a mandamientos de hombres que no son precisamente los que señala la palabra de Dios. Es mejor tener una buena relación con Dios para saber qué hacer y estar seguros de que estamos obedeciendo lo que Dios quiere. Tu puerto seguro es la palabra de Dios; esa que no lees. La palabra de Dios te da certeza y seguridad.

En la época de Jesús estaban los fariseos que tenían los reglamentos para cumplir la palabra de Dios. A Jesús lo quisieron matar porque hizo milagros en día sábado porque, ¿cómo va a trabajar en día sábado? Resulta que Jesús es el Señor del sábado. Jesús se fastidiaba con quienes se aferraban a mandamientos de hombres. En la tradición judía está el Talmud, este es un reglamento de los ancianos de Israel. Y saben más del Talmud que de la palabra de Dios los judíos. Eso es fuente de pecado y de esclavitud.

Por último, leemos en Romanos 6:12: “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias”. No obedezcas a tus deseos por más fuertes que sean. No argumentes diciendo qué tiene de malo esto o aquello. Los deseos normalmente están contaminados por la codicia que hay en nuestros corazones. Dice la Biblia en Santiago 1:13 al 15: “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte”.

Si a ti te gusta el dinero, satanás no te va a tentar con mujeres; te va a tentar con negocios o con dinero. Y si te gustan las mujeres no te va a tentar con dinero sino con mujeres. Algunos se lamentan que no quieren pecar, pero recaen en el pecado. Es que te está tentando satanás porque ese el deseo que hay en tu corazón. De tus codicias vienen tus tentaciones. No repares en los deseos de tu corazón; no obedezcas a tus codicias. Busca a Dios en todo. No se trata de buscar dejar de pecar. Cristo es quien te hace libre del yugo de la esclavitud del pecado. Esa es la verdadera libertad; que Cristo sea realmente tu Señor. Señor significa amo, dueño. No soy dueño de mi tiempo; Jesús es el dueño de mi tiempo. No soy dueño de hacer lo que se me da la gana. Yo le di mi vida a Cristo para hacer lo que Él quiera. Debemos orar: “Venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad. No se haga la voluntad del hombre”.

CONCLUSIÓN

Despójate de ti mismo y de tus anhelos. Tus bienes y tu familia le pertenecen. Todo lo que eres y todo lo que tienes es del Señor; eso significa que Él es tu amo y tu dueño. Cuando una persona es esclava, su amo dispone de todo lo que tiene. Y cuando el esclavo tiene un hijo, ese hijo es del amo, porque el hijo del esclavo es otro esclavo. ¡Yo me declaro esclavo de Cristo! Yo proclamo que Él es mi amo y Señor.

Hay un problema me dijo el pastor Miguel Diez. El problema es que hay muy pocos militares en el reino y hay muchos civiles, y estos hacen lo que se les da la gana. Los soldados de Cristo hacen lo que el Señor quiere. ¿Quieres ir al reino de los cielos? En el reino de Dios sólo se hace la voluntad de Dios. Para entrar al reino de los cielos tienes que estar persuadido de que no vas a hacer nada fuera de la voluntad de Dios. Aprenderás a ser humilde y obediente; y vas a conocer la verdad y la verdad te hará libre.

Dios quiere gente que esté dispuesta a renunciar a todo con tal de pertenecer a Cristo y que Él sea su amo y Señor. Si Cristo no es tu amo entonces nunca le has entregado tu vida. Por eso el pecado tiene cabida en ti y te atormenta porque pecas y luego te arrepientes, pero vuelves a reincidir. Deja de ser civil y enrólate como un soldado de Cristo dispuesto y dispuesta a hacer su voluntad. Dile que quieres ser totalmente suyo. ¡Entrégale a Cristo tu vida hoy! No te creas que por asistir a la iglesia eres de Él. Le perteneces a Él cuando conoces su palabra y la cumples; es entonces cuando conoces la verdad y la verdad te hace libre.

El Espíritu Santo te está diciendo que todavía no eres de Él; y tú lo sabes. Tú haces lo que quieres, pero no lo que Dios quiere. ¡Arrepiéntete y entrégale tu vida! Dile al Señor: “Padre, perdóname, quiero entregarte mi vida de verdad. Entiendo que tú no estás señoreando mi vida y quiero que lo hagas. ¡Sé mi amo y mi Señor! Siéntate en el trono de mi vida y produce tus obras, las que a ti te agradan. Hoy renuncio a mí mismo, renuncio a mis deseos y a mi voluntad, y someto todo a tu voluntad y a tu poder. Lléname con tu Espíritu Santo, te lo pido en el nombre de Jesús”.

Te necesitamos, Padre. Sin ti nada somos. El bien no está en nosotros. El bien está en ti, Señor. Las buenas obras no están en nosotros sino en ti Señor. Apodérate de nosotros. Que tu pueblo conozca tu libertad Dios. Que caigan las cadenas, que el poder del pecado sea destruido. Limpia con tu sangre preciosa. ¡Vive tu vida en nosotros, te lo pedimos en el nombre de Jesús, amén!

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