LA FE: HACE VISIBLE LA SOLUCIÓN DIVINA - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

LA FE: HACE VISIBLE LA SOLUCIÓN DIVINA

INTRODUCCIÓN

Necesitamos movernos en la dimensión de la fe. La fe es la dimensión de lo invisible; pertenece a la dimensión de lo sobrenatural y lo eterno. Hay otra dimensión que es la de lo visible, lo tangible y natural. Nuestra tendencia es movernos de acuerdo a lo que percibimos en el orden de lo natural. El alma se inclina a percibir a través de los cinco sentidos el mundo natural. Pero, el mundo sobrenatural, o la dimensión invisible gobierna sobre la visible. En otras palabras, la dimensión natural y visible está afectada por la dimensión eterna.

El apóstol Pablo dijo que no debemos mirar las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas (2ª de Corintios 4:18). Hay cosas que son eternas, y nos referimos a la dimensión de lo que no se ve; y hay cosas pasajeras. En la dimensión de lo temporal está el tiempo y el espacio. Todo lo temporal es pasajero, o sea que no tiene trascendencia; mas todo lo que es espiritual e invisible es eterno. Dios se mueve desde lo espiritual y lo espiritual afecta lo natural. La fe, está puesta por Dios y dice la Biblia en Hebreos 11:3: “Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía”. Lo visible surge de lo invisible. La palabra de Dios produce lo temporal; la palabra de Dios produce lo visible y tangible, pero tenemos que penetrar en la dimensión de lo invisible porque desde ahí se entiende mejor lo que sucede en nuestra vida. Tenemos que mirar las cosas desde la perspectiva de Dios. Y la fe nos lleva a penetrar el mundo espiritual para poder ver y entender lo que sucede en el mundo natural.

Dios trasciende el espacio. La Biblia dice: “He aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener” (1ª de Reyes 8:27). Dios trasciende el tiempo; está más allá del tiempo, y éste es un paréntesis en la eternidad. Génesis 1:1 dice: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. Al referirse al principio, lo que quiere decir es que hubo un momento en que empezó a funcionar el tiempo. Trazando una línea imaginaria, desde esa línea funciona el tiempo, pero antes de ésta no hay nada, ni siquiera tiempo. Está Dios y la nada. Y Dios que es Creador crea el universo, y junto con éste crea también el tiempo. Es por eso que el universo tiene un comienzo; la creación tiene un comienzo y está acotada al tiempo. Antes de que existiera el tiempo, estaba Dios en la eternidad, diseñando todo lo que iba a suceder. Dios es un Dios de propósito. No se puso a ver qué salía, entonces aventó unos planetas al espacio a ver a dónde iban a parar. ¡No! ¡Dios planificó todo! El Señor todo lo hace con propósito. Todo tiene diseño, por lo tanto tiene propósito. Antes que Dios ordenara que sea la luz ya tenía concebido dentro suyo todo lo que sería creado. Ya tenía pensado el nacimiento del abuelo de mi esposa, con quien se iba a casar, qué hijos iba a tener para que naciera luego una mujer preciosa llamada Marta, que luego sería mi esposa. Dios, todo lo tiene planeado: Las estrellas, las flores, los perfumes, los colores. ¡Todo estaba planificado antes de que el tiempo fuese!

DIOS  PLANIFICA TODO LO QUE HACE

Yo, como arquitecto que soy, no hago un edificio a ver qué me sale; primero concibo un edificio en mi mente y hago los planos de acuerdo a cómo quiero que sea. Hago un proyecto, de tal manera que conozco las dimensiones de los escalones de las escaleras, de los dinteles y todo lo demás. Lo pienso, hago los planos y después que tengo concebido el proyecto, se comienza la edificación. Por lo tanto, Dios, que está antes del principio, en la eternidad, concibe su proyecto y lo desenvuelve, lo ve y lo entiende perfectamente hasta el final.

“En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz”. En el principio, Dios conocía todos los detalles de la historia de la humanidad. Él está en el principio y en el final, y no le podrás discutir cómo tendrían que ser las cosas porque el Señor las ha planificado todas. Todo lo que sucede está bajo el control de Dios, aun lo que no te gusta y te parece irracional e injusto de Dios, eso que dices que está mal que Dios haya permitido. ¡Todo tiene Dios bajo control!

Todo lo hizo mediante la fe y nos dio la fe, para que penetremos en esa dimensión de lo invisible, para conocer las cosas que Dios está haciendo y para que nos asociemos con Él en lo que quiere hacer. Por lo tanto, la fe sirve para que Dios haga su voluntad en la tierra. Y se asocia el Señor con aquellos que tienen fe y la usan para que se haga en la tierra su voluntad, así como se hace en el cielo. No es que con tu fe puedes ver todo, porque el único que puede ver todo es Dios. Mas Dios nos da fe para que veamos algunas cosas. No te muestra todo porque el Señor quiere que hagas lo que Él ya ha dispuesto que hagas, así que te va a dar fe para que hagas aquello que tiene diseñado para ti. Pero, ¿para qué quieren algunos que Dios les muestre cosas si no les importa mucho hacer su voluntad? La fe es para los que aman la voluntad de Dios. El Señor te da fe, y si no la usas, queda ahí atrofiada. Cuando alguien se lesiona un brazo por ejemplo y lo enyesan, luego de un tiempo de recuperación, le quitan el yeso y si intenta mover el brazo, le cuesta porque ha estado tieso mucho tiempo. Si tú no usas la fe, te mueves solamente en el nivel de lo natural, de lo visible y tangible.

Cuando entramos en esa dimensión se nos trastoca el tiempo y el problema es que Dios no sabe conjugar los verbos. La Biblia utiliza ciertos verbos que a veces nos cuesta entender, pero tratemos de entender cómo funciona la fe. Leemos en Romanos 4:17 “(como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen”. El apóstol Pablo hace alusión a un asunto entre Dios y Abraham. En un encuentro que tuvo Dios con Abraham le dijo: “Te he puesto por padre de muchas gentes”. Lo que significa que lo puso por padre de muchas naciones. Aquí el verbo se conjuga en pasado perfecto. (Pasado o pretérito perfecto: Es una acción realizada en el pasado y que perdura en el presente).

Abraham era un hombre viejo y dice la Biblia que su cuerpo estaba como muerto. Estaba bien viejo, el viejo. Abraham no tenía ni un solo hijo, y además su esposa era estéril. Así que en el mundo visible no había nada que sugiriera que podía llegar a ser padre de mucha gente. Pero eso a Dios no le importó porque eso ya lo tenía predeterminado. Porque cuando se manifestó a Abraham ya Dios había concebido un plan, ya lo había proyectado y estaba todo decidido; y Abraham no estaba enterado, pero Dios sí. El Señor le declaró: “Te he puesto por padre de muchas gentes”. ¿Y qué tenía que hacer Abraham? ¡Tener fe! Al respecto, dice la Biblia en Santiago 2:23: “Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios”. En otras palabras, Dios consideró que Abraham era un hombre justo porque tenía fe en Él. Y dice la Biblia en Romanos 4:19 y 20: “Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años, o la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios”. Según relata Romanos, Dios le dijo a Abraham que lo puso como padre de multitudes en tiempo pasado, pero, ¿en qué tiempo Dios determinó poner a Abraham por padre de multitudes? Mucho antes del principio porque Dios es un Dios de propósito. No sucede nada en el planeta que Dios no lo sepa de antemano. No hay nada que Dios haya decidido que vaya a suceder y que no ocurra.

El pasaje bíblico de Romanos 4:17 que mencioné anteriormente, hace alusión al encuentro entre Dios y Abraham que se encuentra en Génesis 17:1 al 5: “Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto. Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manera. Entonces Abram se postró sobre su rostro, y Dios habló con él, diciendo: He aquí mi pacto es contigo, y serás padre de muchedumbre de gentes. Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes”. La palabra gentes significa: pueblo o naciones. Abram significa: “padre enaltecido”, y Dios le cambió el nombre por Abraham que significa: “padre de multitudes”. Dios decreta aquí que Abraham es lo que no es. La Biblia dice que Dios llama las cosas que no son como si fuesen. Ahí estaba el viejito con noventa y nueve años, todo arrugado, me imagino que ya no tenía ganas ni de soñar. Y oye que Dios le da una promesa que ya había concebido antes. Habrá pensado Abraham: “Si Dios dice que voy a ser padre de multitudes, ¿no me lo podría haber contado cuando tenía cuarenta años que andaba bárbaro?” Dios le habló aquí en términos que no se entienden bien porque el Señor no le dijo: “Te pondré por padre de multitudes”, sino: “te he puesto por padre de multitudes”. ¿Sabes tú qué es la fe? Fe, es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Así está escrito en Hebreos 11:1. La fe trabaja de antemano, antes de que suceda algo. La fe ve, decreta, habla y hace conforme a algo que no se ve, pero que se va a ver después. Dios lo llevó a Abraham al punto de que él ya no sirviera más, para que no hubiera esperanza en el mundo tangible y natural. Y le dijo: “Te he puesto por padre de multitudes. Cree en mí. Yo soy el Dios Todopoderoso”. En la eternidad no hay pasado, presente y futuro; es por eso que Dios usa los verbos como Él quiere.

DIOS YA ESTUVO EN EL PRINCIPIO

Dios habla en tiempo pasado lo que veremos en tiempo futuro. Leemos en Juan 1:29: “El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Juan el bautista no conocía personalmente a Jesús, aunque eran primos. Juan bautizaba en el río Jordán al sur, en el desierto, y Jesús vivía en Galilea; nunca se habían cruzado hasta ese momento. Estaba Juan el bautista bautizando gente y predicando el evangelio del arrepentimiento; y había muchas personas allí, es más, él veía gente todos los días. Sabía Juan que era el precursor del Mesías; él miraba a la gente, pero ninguno era el Mesías. Entonces llega el día en que lo ve y declara: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. ¿Qué hace la fe? Corre el velo y te muestra lo que no ves. Podía haber visto a un hombre cualquiera, como algunos que veían a Jesús como un hombre endemoniado. Pero Juan vio al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. El verbo aquí está en presente. Aún Cristo no había muerto ni derramado su sangre y se supone que es el derramamiento de su sangre lo que produce el lavamiento y el perdón de pecados para vida eterna. Sin embargo, Juan habla como Dios habla. No dijo: “Este será el Cordero que quitará el pecado del mundo”. Nosotros aquí entramos en una confusión. ¿Cuándo es que Cristo quita el pecado del mundo? Cuando él moría, nosotros recibíamos vida.

Yo estaba molesto con alguien que me había traicionado y le escribí: “¡Me has traicionado! ¡Que Dios te perdone!”. A lo que esa persona me responde: “Ya Cristo perdonó mis pecados antes de la fundación del mundo”. Yo reconozco que efectivamente esto es así. Dios vio a María antes de la fundación del mundo. Hay un término que es la presciencia, o sea, el conocimiento previo de Dios. Para el Señor, María era una escogida antes de la fundación del mundo. Yo soy un escogido por Dios desde antes de la fundación del mundo. ¡Dios tiene previsto todo! Èl tenía previsto un apóstol para Uruguay y tenía prevista una palabra para ti, hoy. Debemos poner cuidado cuando oramos y no pedir tonteras, sino que debemos orar conforme a la voluntad de Dios. Y la fe es para orar conforme a la voluntad de Dios.

No confundamos la fe con la pavada. Cuando mi mamá quedó embarazada de mí oraba: “Señor que sea nena”. Ella misma me contó que quería una nena con quien tomar mate y comer tortitas con chicharrones. Soñaba tener una hija que sería su compañera y así la vida iba a ser muy linda, entonces en su primer embarazo oraba a Dios para que fuera una nena. Mi madre vivía en el mundo natural y le gustaba tomar mate, entonces quería una hija que fuera una amiga para charlar. Pero Dios, antes de que exista el tiempo, estaba previendo que naciera un hombre, que sería apóstol en la República Oriental del Uruguay. En su palabra Dios dice: “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55:7 al 9).

Dios quiere hacerte entrar en sus caminos y en sus pensamientos. Dijo el Señor, de unos profetas: “Pero si ellos hubieran estado en mi secreto, habrían hecho oír mis palabras a mi pueblo, y lo habrían hecho volver de su mal camino, y de la maldad de sus obras…El profeta que tuviere un sueño, cuente el sueño; y aquel a quien fuere mi palabra, cuente mi palabra verdadera. ¿Qué tiene que ver la paja con el trigo? dice Jehová…Mas si dijereis: Profecía de Jehová; por eso Jehová dice así: Porque dijisteis esta palabra, Profecía de Jehová, habiendo yo enviado a deciros: No digáis: Profecía de Jehová” (Jeremías 23:22, 28 y 38). Hay una diferencia abismal entre los proyectos invisibles de Dios, entre sus propósitos eternos y nuestros planes. Mi mamá estaba enfocada en un proyecto humano. Humanamente no está mal, pero nosotros no hemos nacido por deseo o voluntad de nuestros padres sino por el deseo y la voluntad de Dios. Nuestros padres fueron partícipes necesarios de nuestra existencia, pero nosotros nos debemos a Dios y tenemos que entrar en sus proyectos.

Juan dijo del Señor: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. No dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que quitará el pecado del mundo”. La fe no propone soluciones, ya tiene la solución de antemano. La fe descubre la solución que Dios tiene planeada desde antes de la fundación del mundo. Tú no sabes qué hay más allá de ti, pero Dios ya pasó por ahí. El Señor llegó hasta allí y Èl conoce todo. ¿Cuándo encuentra descanso un ser humano? Cuando entra en los planes de Dios. Cuando entra en la voluntad de Dios. Por eso la Biblia señala que la voluntad de Dios es agradable y perfecta. Así dice Romanos 12:2: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. Yo no lo entendía. Yo no quería ser pastor por nada del mundo; prefería hacer cualquier cosa para Dios y le dije que me pidiera cualquier cosa menos ser pastor y mucho menos abrir una iglesia de cero. Me podía animar a pastorear una iglesia ya constituida, pero iniciar una de cero jamás. ¿Qué me pidió Dios? Que abra una iglesia en Montevideo y fuera el pastor. Yo peleaba contra eso y me sentía oprimido porque yo no quería ser pastor. Pero cuando se me abrió el entendimiento y supe que Dios me había concebido, no como un arquitecto, sino como pastor, y entré en ese territorio de la voluntad de Dios, tuve una paz que nunca antes había experimentado. ¡Esa es la paz de Dios! Porque la voluntad de Dios es agradable y perfecta. Me han ocurrido cosas horribles, y si no hubiera sido llamado por Dios para ser pastor, ya hubiera dejado todo. Pero no puedo dejar de ser pastor porque he nacido para eso. ¡Dios me ha concebido para eso! Y a pesar que el pastorado tiene grandes dificultades, yo soy feliz y tengo paz, porque estoy haciendo aquello para lo cual Dios me había concebido.

La fe a veces viene como un chispazo, así como le ocurrió a Pedro. Está con los demás discípulos en una barca en el mar, de noche. De pronto creen ver un fantasma caminando sobre el agua y tuvieron miedo. Pero Jesús les dijo que no tuvieran miedo, y cuando Pedro ve que era Jesús que se acercaba caminando sobre las aguas le dijo: “Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame!” (Mateo 14: 28 al 30). Pedro tuvo un destello de fe. Mientras miraba a Jesús caminaba sobre el agua, pero en un momento vino un viento fuerte y Pedro saca la mirada de Señor, ahí se le fue el chispazo de fe. Caminó sobre las aguas mientras tuvo fe. Cuando miró el mundo natural y vio la dimensión tangible se asustó y perdió la fe. Dios quiere que nos mantengamos en una lucha por la fe. Al Señor le agrada la fe y no los caprichos. Algunos confunden la fe con la pavada. Debemos luchar por la fe porque por la fe entenderemos lo que Dios quiere y haremos lo que Él quiere. Sin la fe nada de lo que hagamos será agradable a Dios. Mientras más buscas la fe, más te acercas a ella. Mientras más hablas de la fe, más te acercas a ella. Mientras más oyes de la palabra de Dios, más cerca estás de la fe. Hoy esta enseñanza puede cambiar tu familia, tu vida, tu entorno. ¡Llénate de fe!

El apóstol Pablo les habla a los efesios acerca de un tema interesante. Leemos en Efesios 2: 4 al 6: “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús”. Aun estando nosotros muertos en nuestros delitos y pecados, Dios nos dio vida juntamente con Cristo. Estábamos en un estado de muerte, y en ese estado de muerte Dios nos dio vida. No andábamos buscando la vida; es más, no sabíamos que había vida espiritual. Pero un buen día nos llega el evangelio y se despierta la fe, entonces entramos en la dimensión de lo invisible. Los muertos no oyen, no ven ni entienden. Cuando estábamos en el pecado, éramos muertos y no veíamos ni entendíamos las cosas de Dios. Pero, estando muertos nosotros en nuestros delitos y pecados, Dios nos dio vida juntamente con Cristo. El verbo aquí está conjugado en el tiempo pasado. ¿Cuándo nos dio vida Dios? Antes de que fuera el principio. Tú ibas a nacer un determinado día, y estabas destinado a ser un sinvergüenza, es más, eras un sinvergüenza. Pero Dios te dio vida juntamente con Cristo. ¿Cuándo te dio vida? Antes de que nacieras. El Señor sabía los pecados que ibas a cometer antes de que nacieras. ¿Crees que no conocía Dios los pecados que ibas a cometer? Entérate bien que Jesucristo murió para rescatar la vida de pecadores; no porque son buenos sino por malos. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). Es el dolor de Dios por los seres humanos, que hace un lado el pecado y decide darles vida, entonces les manda un destello de fe; y el que estaba muerto oye y ve, y es movido por el Espíritu Santo a entender, y es llevado al arrepentimiento para recibir el perdón de sus pecados desde antes de la fundación del mundo. Tú no estabas buscando a Dios; eras un hombre o una mujer que hacía las cosas como bien te parecía. O a veces hacías las cosas mal, pero creías que Dios estaba de tu lado.

CONCLUSIÓN

Solamente la fe puede entender un pasaje tan difícil como el de Efesios 2: “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús”. Nos hizo resucitar dice la palabra de Dios; por lo que, para resucitar primero hay que estar muerto. Nos sentó en lugares celestiales juntamente con Cristo. ¿Dónde te ves tú? Cuando Cristo concibió darte vida, muriendo en la cruz del calvario por ti, te incluyó en su muerte y en su resurrección. Y cuando el Señor se sentó a la diestra del Padre, Él concibió llevarte a ti. Y cuando habla de que nos hizo sentar, el verbo está conjugado en tiempo pasado. Debieras estar sentado o sentada en lugares celestiales, pero te ves sentado en un mundo visible y natural. Si te vieras sentado o sentada en los lugares celestiales juntamente con Cristo, no estarías preocupado o temeroso. ¿Qué hay en los lugares celestiales? ¡Hay ángeles! ¡Hay alabanza! ¡Hay gozo y paz! ¡Todo lo bueno está ahí y tú estás sentado juntamente con Cristo! Si el Señor dice eso de ti, es como Él lo ha dicho.

El Señor te ha sentado en los lugares celestiales. No dudes acerca de eso, más bien disfruta de lo que acontece en el mundo celestial. Desde ese lugar te puedes reír de las circunstancias que vienen contra tu vida y decirle al diablo: “¡No me vas a destruir! ¡No me vas a hacer caer! ¡Esta enfermedad no va a terminar conmigo porque estoy sentada en lugares celestiales! ¡Estoy bendecido! ¡La paz de Dios está sobre mí!”. Tú piensas que te van a robar, que te van a matar, pero salte de donde estás y siéntate en los lugares celestiales juntamente con Cristo. Solamente puedes estar sentado o sentada en los lugares celestiales si le crees a Dios. Tienes problemas económicos y laborales; sientes angustia por algo que te ocurrió, más Dios te invita a subir con Cristo y sentarte en los lugares celestiales.

El Señor te anima a creer en su palabra así con el verbo conjugado en el tiempo en que Èl lo conjuga. El apóstol Pablo te dice “No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas”. (2ª de Corintios 4:18) Si tuvieras más presente lo invisible mirarías con otros ojos lo visible.

Dice la palabra de Dios en Isaías 53:5: “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados”. Setecientos cincuenta años antes de que naciera Jesús, Isaías escribe esto, describiendo lo que iba a vivir el Señor.  Pero no dice aquí: “Vendrá el Mesías y será crucificado”. No dice: “El castigo de nuestra paz será sobre Èl”. Setecientos cincuenta años antes del nacimiento de Jesús, el profeta declaró: “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados”. Isaías ve que ya Jesús ha sido herido por nuestras rebeliones por eso habla en tiempo pasado.

Cuando la fe te toma, tú puedes ver para atrás o para adelante; puedes ver en el pasado lo que va a suceder en el futuro. No había que esperar que Cristo viniera, creciera y muriera en la cruz del calvario; Isaías ya lo vio porque la fe le permitió ver lo que Dios ya había planificado antes que comenzara el tiempo. Jesucristo es el Cordero de Dios inmolado desde antes de la fundación del mundo. Digamos que hay una relatividad en el tiempo eterno de Dios. El Señor ha planificado todas las cosas y nosotros estamos descubriendo por la fe el cumplimiento de lo que ya está decidido. Por su llaga ya fuimos curados. A nosotros que vivimos dos mil años después de Cristo, quizás nos suena más lógico que declaremos que por su llaga fuimos nosotros curados porque ya hace más de dos mil años que Jesús murió. Pero Isaías declaró esto setecientos cincuenta años antes de que naciera el Señor. Él vio las llagas del Mesías, y vio la sanidad cientos de años antes que el Mesías viniera.

¿Te imaginas lo que sucedería con los problemas que tienes si pudieras entrar en la dimensión de lo invisible y ver cuál es la puerta que Dios tiene para ti? ¡Si pudieras penetrar en esa dimensión y ver tu sanidad! ¡Si pudieras ver que Dios tiene recursos! “Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos” (Hageo 2:8). Y tú estás hambreando. Tú no tienes un problema de dinero o de trabajo; tú tienes un problema de fe, porque los recursos están y Dios ha provisto para ti.

“Padre, te pedimos que nos ayudes para recibir fe. Danos fe Señor en esta hora. ¡Te necesitamos! Bendice a tu pueblo y líbralo de toda maldición, de toda aflicción y toda acechanza de demonios que se quiere apoderar de sus sentimientos robándoles la fe. Hoy queremos llenarnos de la fe que viene de ti Señor. No cualquier fe sino la fe de Dios. Desato el poder de tu Espíritu Santo para liberar a los cautivos en el nombre de Jesús. ¡Libra de pensamientos que generan dudas y temores, Padre! Danos fe para que podamos disfrutar de tu paz Dios, que sobrepasa todo entendimiento y de hacer tu voluntad que es agradable y perfecta, en el nombre de Jesús. ¡Libera a tu pueblo de maldiciones! Libera ahora de todo trabajo de hechicería en el nombre de Jesús. Que tu pueblo no camine en escases, en la falta de fe y en la inseguridad. Que tu pueblo no viva en angustia ni en tristeza. ¡Libéralos hoy! Dale a tu pueblo fe para salir adelante. Que aprendamos a llamar a las cosas que no son como si fuesen por la fe. Que le podamos dar el nombre a las cosas que tú has planificado para nosotros, así como cambiaste el nombre de Abram a Abraham. ¡Decidimos creer, Padre! Declaramos que hemos sido llamados a ser más que vencedores por medio de aquel que nos amó, amén”.

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