HAGAMOS EL BIEN, Y ESPEREMOS EN DIOS - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

HAGAMOS EL BIEN, Y ESPEREMOS EN DIOS

INTRODUCCIÓN

El mensaje de hoy está inspirado en una situación que me tocó vivir cuando mi nieta Justina se quedó a dormir en mi casa. Cuando Justina nos visita, mi señora se va a dormir al otro cuarto y deja que mi nieta que ha hecho cursos de karate y toda clase de artes marciales, duerma en la cama grande. Ella, dormida, me pateó por todos lados, además se destapaba, agarraba frio y le costaba respirar. Me pasé toda la noche tratando de cubrirla para que no se enfriara, una y otra vez, así que no pude pegar un ojo. Como estuve en vela, para colmo me comenzaron a atormentar pensamientos acerca del Congreso Sudamericano por la Vida y la Familia que se llevará a cabo en Uruguay. Pensaba que faltaban muchas cosas para hacer; lo cierto que no la pesé muy bien esa noche. A estas alturas de mi vida necesito descansar. En tanto que estaba desvelado, oraba y le decía a Dios: “Señor, ¿qué voy a predicar mañana?” y Dios me dijo: “Vas a predicar acerca de mi paz”. Y me dio el Salmo 4:8 que dice así: “En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado”.

EL MUNDO NO NOS TRAE PAZ

Pasé la noche mal, ni paz, ni descanso tenía, ¿cómo me iba a hacer predicar sobre eso? Y Dios me dijo: “Precisamente”. Dios quiere que la gente sepa que su descanso está por sobre el sueño, los problemas, las circunstancias difíciles y las patadas de tu nieta. ¡Su descanso está por sobre todo! Es una paz que sobrepasa todo entendimiento. Es mi deseo y el deseo de Dios que todos aquellos a quienes les llega este mensaje puedan disfrutar de esa paz profunda que no depende de circunstancias. Estamos viviendo en un mundo y en tiempos muy complicados donde la definición de las cosas cambia y la gente está mareada porque ya no sabe quiénes son y desconocen la verdad acerca de determinadas situaciones.

He visto en algunas noticias de diferentes medios de prensa que señalan que, por culpa de las redes, cualquiera publica cualquier cosa y no se toman con seriedad las noticias. Hay una confusión muy grande porque la gente no sabe dónde está la verdad. En cambio, hay otros que señalan que, gracias a que todos podemos publicar nuestras verdades, queda al descubierto que la prensa nos está mintiendo todo el tiempo. ¿Cuáles de estas dos afirmaciones son verdad? ¡Ninguna! La prensa profesional nos miente y nos engaña al igual que esos que publican noticias falsas en las redes. Hoy en día es muy difícil saber dónde está la verdad, quién dice lo cierto y quién miente. Y todo esto provoca confusión y anarquía. No se sabe cuál es la verdad o dónde está, pero Dios dice una vez más que su palabra es la verdad y quien la cree no será turbado ni vivirá afanoso porque la palabra de Dios es la que te da seguridad para vivir confiado. Si hay alguien que disfruta de esa paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, son aquellos que creen en su palabra y no se mueven de ese lugar. O sea que eres bienaventurado porque recibes la verdad de Dios; espero que decidas creer en ella.

Estamos viviendo tiempos en que a lo bueno se le dice malo y a lo malo se le dice bueno; vivimos en un mundo donde a lo dulce se le dice amargo y a lo amargo se le dice dulce. Los buenos siempre hemos hecho las cosas que creemos son buenas, pero ahora nos pueden encarcelar por hacer lo que creemos correcto. Lo que antes hacíamos era bueno, era deseable, conforme a la justicia y a la verdad; pero ahora, eso que hacíamos y que aun hacemos, va contra de determinados derechos.

Hemos oído acerca del idioma inclusivo y la gente inclusiva, que son los que apresarán a los que no somos inclusivos. Y lo harán para que la gente pueda creer lo que se le da la gana y para que hagan lo que se les da la gana; menos nosotros. O sea que nosotros no podemos pensar distinto; los demás pueden seguir los dictados de sus conciencias, deseos y valores, etc., menos los no inclusivos que somos nosotros. Lo malo es bueno, lo bueno es malo, y esto acarrea desajustes importantes en la sociedad que generan ansiedad y angustia porque la gente corre y a la hora de tomar decisiones nunca está segura si es correcta o no, si es buena o es mala.

El mundo está lleno de gente que no puede confiar en Dios porque tampoco pudo confiar en su propio padre. Aún en la iglesia hay personas que no le pueden decir papá a Dios porque han sido defraudadas por su propio padre. Entonces la palabra padre les provoca dolor; y no saben quién es Dios porque creen que es como sus padres terrenales. Entonces no quieren a ese Padre del cielo porque no aceptan al que tienen aquí en la tierra. Hay muchas personas que no acceden al bien de Dios porque no le creen o no aceptan quién es Él. Y no aciertan en saber quién es Dios porque no pueden creer que Dios sea bueno y misericordioso, a quien podemos venir realmente con nuestras cargas y nuestras miserias. ¡Podemos venir a Dios porque Él nos ama y es el mejor Padre que existe en el universo!

Vivimos en un mundo donde los laboratorios hacen muy buenos negocios fabricando remedios para sanar enfermedades; y ahora nos enteramos que los laboratorios compran otros laboratorios de pesticidas y también producen enfermedades para poder vender más remedios. La gente camina por la vida con inseguridad y el resultado es la falta de paz. Las naciones se preparan para la guerra continuamente: Israel, Siria, Irán, Estados Unidos, Rusia, entre otras. En la ONU hay una gran confusión porque votan a favor de la mentira y el engaño. Se vota en contra de Israel, se niega la verdad que ese país existe hace miles de años y aseguran que no hay una conexión entre la tierra de Israel y el Israel de hoy. Como si Moisés, David y Salomón no hubieran existido; como si los diez mandamientos tampoco hubieran existido. ¡Vivimos en un mundo contradictorio! La gente busca la paz en el placer y cuando halla placer, aun no encuentra paz y queda presa del placer.

Se me acercó un hombre y me dijo que hacía muchos años que dejó de asistir a la iglesia y le expresé que era una lástima, a lo que me dijo que no necesita la iglesia ya que estaba bien y tenía paz. Le pregunté a qué se dedicaba y me dijo que tenía unas cuantas hectáreas de terreno, pero le fue mal y perdió mucho, sólo le quedaron cinco hectáreas en las que produce todo lo que necesita para vivir. Me aseguró que estaba bien, que no necesitaba a Dios ni a la iglesia. Entre otras cosas me dijo: “Fumo marihuana, me llevo bien con los vecinos”. ¡Encontró la paz! pensé. ¡La gente anda confundida! ¡Son capaces de cambiar a Dios por la marihuana! Los hombres llegan al punto de cambiar el amor de una mujer por el amor de otro hombre y las mujeres cambian el amor natural de los hombres por el de una mujer. ¡Hay confusión! ¡Es muy difícil encontrar la paz! Te venden la paz en forma de pastillas. Y mientras tomas pastillas para poder dormir, el bolsillo sufre y se te va la paz por otro lado. La gente busca paz también consumiendo marihuana… A una persona se le ocurrió hacer una brownie para compartir con sus compañeros de trabajo mientras miraban un partido de Uruguay y le puso marihuana. Mientras estaban disfrutando el partido de futbol tres compañeros se pusieron mal, una mujer se descompuso de tal manera que tuvieron que llamar a la emergencia. Por supuesto, la ambulancia llegó después que terminó el partido. Pero está todo bien porque la marihuana es legal. También tenemos el problema de la creación de leyes injustas; y contamos con una justicia basada en leyes mentirosas que aprueban el mal y la mentira. Este es el mundo que nos ha tocado vivir, pero, ¿qué hacemos los cristianos?

OFREZCAMOS SACRIFICIOS DE JUSTICIA

Estaba mi nieta pateándome y yo recibía de parte de Dios un mensaje para la iglesia que te comparto con mucho cariño. El Rey David escribió el Salmo 4 y evidentemente él no estaba viviendo un tiempo de relax, no estaba acostado en una hamaca paraguaya tomando un refrigerio. ¡No! Estaba viviendo un tiempo de conflicto y escribió lo siguiente: “Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia. Cuando estaba en angustia, tú me hiciste ensanchar; ten misericordia de mí, y oye mi oración”. No la estaba pasando bien; no estaba en una situación de bienestar, sino que estaba en conflicto cuando escribió este Salmo. Continuando con la lectura del Salmo 4, dice el rey David en el versículo 2: “Hijos de los hombres, ¿hasta cuándo volveréis mi honra en infamia, amaréis la vanidad, y buscaréis la mentira?” Parece que en esta época ya se estaba viviendo lo que se vive en el año 2018. “Sabed, pues, que Jehová ha escogido al piadoso para sí; Jehová oirá cuando yo a él clamare”. Estaba en una situación difícil, pero afirmaba que Dios lo iba a oír cuando clamare a Él. “Temblad, y no pequéis; meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad. Ofreced sacrificios de justicia, y confiad en Jehová”.

Hay dos cosas que nosotros debemos hacer; una son los sacrificios de justicia. Esto es un poco complicado de entender. La Biblia habla también de ofrecer sacrificio de alabanza a Dios. Para nosotros alabar a Dios es lindo, pero el Señor quiere que también sea lindo que le alabemos en medio de las dificultades. Y a eso se le llama sacrificio. Cuando no estoy en el mejor momento de mi vida para alabar, alabo igual, y cuando no estoy el mejor momento para confiar, decido confiar. ¡David nos invita a ofrecer sacrificios de justicia! Todo lo que hacemos debe ser en base a la justicia de Dios. El Señor no acepta nada que no se haga en su justicia. Nosotros somos hacedores de justicia y la justicia viene de Dios. Dice la Biblia en Isaías 26:2: “Abrid las puertas, y entrará la gente justa, guardadora de verdades”. Y el rey David dice que tenemos que ofrecer sacrificios de justicia.

Todo lo que es justicia proviene de la ley de Dios, y la ley de Dios dice: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22: 37 al 39). Todo lo que es conforme al amor de Dios y al amor al prójimo es justo y es de Dios. Todo lo que hagas amando a Dios y amando a tu prójimo es justo y estás haciendo justicia. ¡Cuando amas haces justicia! ¡Esa es la ley y la justicia de Dios! “Es que yo hago el bien, pero no me va bien”. “¿De qué me sirvió haber ayudado a esta persona? ¡Mira cómo me pagó!” “Por haber hecho bien me pagaron mal. Me hubiera ido mejor si no me hubiera metido a ayudar”.

¿Te has planteado estas ideas? Vivimos arrepintiéndonos de haber hecho el bien. El diablo nos quiere hacer creer que hacer el bien es inútil, que no sirve. Les decimos a los padres que oren por sus hijos y ellos dicen que, aunque oran no pasa nada. ¡Sigue orando, sigue creyendo! ¿Hasta cuando tienes que orar para que suceda algo? ¡Hasta que suceda! Entonces no te tienes que apartar de la justicia. Amar a un hijo está bien, orar por ellos está bien. Pero viene tu hijo y te roba; tu hijo o tu hija hacen las cosas mal y tú te desgastas y crees que no llega la recompensa por hacer el bien. Te esmeras en hacer bien las cosas para que tu esposo esté conforme, pero él nunca está contento. Tú dices: ¿De qué sirve que le lave la ropa y que le haga la comida? ¿De qué sirve que lo ame y me preocupes por él si él es duro conmigo?” El mundo se mueve de tal manera que te hace llegar a la conclusión de que no vale la pena amar ni hacer el bien; que estás cansada de intentar porque siempre te fue mal.

Mas la Biblia te dice: “Ofrece sacrificios de justicia”. Una cosa es hacer justicia y otra cosa es sacrificarse haciendo justicia, que significa, seguir amando y seguir obrando. ¡Seguir haciendo el bien! “Ya se me fue el amor. Me cansé” dices tú. Y Dios te dice: “Quiero que hagas sacrificios de justicia”. Alguien le dice al padre: “La próxima vez que tu hijo llegue a casa no lo dejes entrar. Dile que en tu casa mandas tú y las normas las pones tú”. El hombre entiende y decide hacer justicia, pero una noche de tormenta, a la madrugada, el hijo golpea a la puerta y el padre le dice que ya no es más su hijo y que no lo va a dejar entrar. Ese hijo se queda en el umbral de la puerta y cuando su padre se levanta de mañana lo ve ahí acurrucado. ¿Actuó con justicia ese padre? Otro le dice: “Abraza a tu hijo y dile que puede venir todas las veces que quiera a casa y que nunca dejarás de ser su padre, pero siempre esperaras que cambie. Dile que vas a orar por él. Dile que su vida es un desastre, pero que la vida que Cristo le ofrece es una vida que vale la pena”. El padre destrozado porque el hijo todo el tiempo le roba, pero le asegura que siempre va a haber un lugar para él en casa. ¿Cuál de los dos padres hizo justicia? Una vez más le preparas la comida a tu esposo que jamás te agradeció, jamás te hizo un gesto de aprobación. Sacrificios de justicia. Cuesta decirle: “Mi amor, nunca dejaré de hacerte la comida como te gusta”. Todo lo que uno hace conforme al amor lo hace conforme a la justicia. Y si lo hacemos sin amor no sirve de nada.

Dice la Biblia en 1ª de Corintios 1:13: “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve”. Así que toda obra de justicia es una obra de amor. “Pero estoy cansado, Dios”. Y el Señor te dice: “Yo pagaré. No sé lo haces a tu esposo, no sé lo haces a tu hijo o a tu hermano. El que da al prójimo a mí me da y yo pagaré”.

“Ofreced sacrificios de justicia, y confiad en Jehová”. Ofrece sacrificio de justicia y quédate tranqui. ¡Ojalá esta palabra de Dios penetre hasta la médula de tus huesos! Tú que quieres el favor de Dios, tú que quieres dormir en paz, no lo lograrás con pastillas ni con alcohol, será la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento. ¡Es un bien que viene de Dios directamente a ti a pesar de las circunstancias que estás viviendo! Hemos hecho sacrificios y nos hemos agotado al punto de no querer seguir porque no hemos confiado en Dios. Otra cosa que debemos procurar es confiar en Jehová y hacer el bien; no nos cansemos de hacer el bien y confiemos en el Señor, y Él nos librará y nos bendecirá.

Estamos librando una guerra contra la mentira y el engaño, y ésta es la verdad: que la luz vence las tinieblas, la verdad vence la mentira y el bien vence al mal. No creas que haciendo el mal vas vencer el mal. No es como las películas en las que los buenos matan en honor a la justicia. Todos los héroes hacen justicia matando y destruyendo todo a su paso. Ese es el mensaje del mundo. Tal vez tú estás siendo muy atacado y te preguntas por qué eres tan atacado si haces el bien. ¿Por qué una persona buena tiene que estar atravesando por cosas malas? Es que, si tú haces sacrificios de justicia, o sea, haces cosas conforme al amor, obras justicia de parte de Dios, estás oponiéndote directamente a satanás y sus demonios; y este es un territorio que por el momento está siendo dominado por el príncipe de las tinieblas. Pero nosotros los que creemos y los que tenemos la verdad, a quienes Dios ha enseñado justicia, tenemos la promesa de que Él estará con nosotros en el valle de sombra de muerte y en el horno de fuego.

“Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas” (Josué 1: 5 y 9). Quizás hiciste el bien, pero te has cansado; quizás has hecho el bien y no has confiado en Jehová. Has mirado a tu alrededor y no has visto a Dios, el que está deseoso de darte la victoria, quien te ha declarado victorioso antes de que pelees la batalla. Dice la Biblia de ti y de mí: “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó” (Romanos 8:37). No dice que seremos más que vencedores. ¡Ya somos vencedores por medio de aquel que nos amó! ¡Eres vencedor! No puedes ir a una guerra pensando que el diablo te va a comer crudo, no puedes ir derrotado por las circunstancias. Tú no puedes ser derrotado porque ya eres vencedor en Cristo Jesús. No te canses de hacer el bien. No te canses de amar. No te canses de hacer sacrificios de justicia. Es lo mismo que hacer sacrificios de alabanza. Es no entender lo que está pasando, pero sigues creyendo que Dios es bueno, que es justo y Todopoderoso. Y te inclinas ante Él. Y aunque las circunstancias te gritan que Dios no es bueno, tú declaras que Él es bueno y lo alabas.

En medio de la turbación, cuando sus enemigos hablaban mal de David y maquinaban contra él, le surge la frase: “Ofreced sacrificios de justicia, y confiad en Jehová”. No busques otra salida, simplemente cree que Dios bendecirá tu vida. “Temblad, y no pequéis; meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad. Ofreced sacrificios de justicia, y confiad en Jehová. Muchos son los que dicen: ¿Quién nos mostrará el bien? Alza sobre nosotros, oh Jehová, la luz de tu rostro. Tú diste alegría a mi corazón mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto. En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado” (Salmo 4: 4 al 8).

En la época en que Dios estaba transformando a un arquitecto y empresario a pastor, era necesario destruir muchas cosas, había que derribar muchos pensamientos y romper proyectos personales. Y Dios se dispuso a romper todo lo que fuera necesario para sacar de un arquitecto a un pastor. En ese tiempo, Marta, yo y mis hijas atravesamos un desierto grande, porque nada resultaba como pensábamos o queríamos. Y Dios estaba haciendo su obra, pero nosotros no sabíamos dónde estábamos parados. Nada de lo que hacíamos nos salía bien. Entonces llegué a una iglesia en la que pastoreaba mi amigo el pastor Rubén Giménez. En ese tiempo me cautivó el amor que tenía a Dios y su corazón de adorador. Él estaba atravesando por circunstancias difíciles como yo. Le dije que con mi esposa habíamos tomado la decisión de congregarnos en su iglesia y de que él fuera nuestro pastor; y me preguntó si estaba seguro de la decisión que estaba tomando. Le dije que estaba muy seguro. Pero estaba ocurriendo algo muy fuerte a nivel interno y resultó que, a las pocas semanas, en una asamblea le pidieron que dejara de ser el pastor de la iglesia.

Él estaba en una crisis igual que yo. En ese tiempo que orábamos mucho y buscábamos el rostro del Señor con todas nuestras fuerzas, un día apareció con una canción que dice: “En paz me acostaré y asimismo dormiré, porque sólo tú Señor me haces estar confiado…” ¡En medio de la turbación! Llorando, cantábamos estas canciones que Dios ponía en su corazón. Aunque hay varios autores que cantan acerca de este pasaje bíblico en diferentes versiones, yo amo la canción que Dios inspiró a mi amigo el pastor Rubén Giménez porque es la que marcó mi vida en tiempos de crisis. “En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque sólo tú, Jehová, me haces vivir confiado”.

CONCLUSIÓN

Yo sé que tú no sabes cómo salir de la depresión y del estrés que te producen los problemas. Yo no encontré mejor manera que seguir haciendo el bien; y no encontré mejor manera que seguir confiando en Dios. De vez en cuando Dios me muestra un premio. Un diario que nunca publicó una noticia acerca de la obra que hacemos, saca una nota de tres páginas en la que cuenta la historia que vive una periodista del diario que concurre a uno de nuestros hogares Beraca y quien le hace una entrevista a una chica del hogar que le cuenta su testimonio. La joven contó que se acostaba con cualquiera por un porro de marihuana. Vivía en la calle y comía de la basura. ¡Una vivencia horrible! Dijo que su vida ya no tenía sentido y no podía regresar a su casa, y es por eso que se encontraba en situación de calle. Pero el evangelio llegó a su vida.

A ti tal vez te llegó la palabra de Dios en el peor momento de tu vida, gracias a que alguien estaba haciendo obras de misericordia y sacrificios de justicia. Los que realmente han sido tocados y perdonados por Dios no pueden parar de hacer obras de justicia, y la mayor obra de justicia es predicarle el evangelio a las personas que no conocen a Jesús. ¡Esa es una tarea que produce vida eterna! ¡El mundo está necesitando la luz! ¡El mundo está necesitando la verdad!

Señor, he decidido que voy a hacer el bien y no voy a dejar de confiar en ti. Cuando tú haces el bien confrontas las fuerzas de maldad del universo. El diablo trabaja para destruirte desde el vientre de tu madre. Tal vez aun te sigues drogando o crees que tu única salida para subsistir es ser violento o violenta; pero hoy está llegando la verdad a tu vida. Alguien a quien le gusta hacer sacrificio de justicia te predica el evangelio que es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree.

El mundo tiene que ver que tienes algo distinto al resto. No puedes pasar desapercibida mujer, no puedes pasar desapercibido varón. ¡Dios te ha rescatado para que alumbres con la luz de Cristo! Satanás no podrá contra ti porque adentro tuyo está Cristo. ¡El invencible! ¡El que resucitó de los muertos! ¡El Rey de reyes y Señor de señores! ¡El que vive! Dios quiere hacer una obra nueva en ti, quiere quitarte el yugo de la angustia, del fracaso, del estrés; el Señor quiere sacar la basura de tu vida. Entrégale ese peso que llevas por causa de tanta mentira que el diablo te ha dicho para que te vengas abajo, para que andes deprimido cargando el yugo del espíritu de mentira que te debilita. ¡Dios quiere renovarte! Toma la decisión de creerle a Dios, decide hacer sacrificios de justicia y confía en Dios. Dile a Dios: “Voy a hacer sacrificios de justicia y voy a esperar en ti. Nunca más diré que no vale la pena hacer el bien y que mejor hubiera sido no hacer nada por esa persona. Seguiré ayudando a quien lo necesite, seguiré creyendo y esperando en ti, Señor”.

Hablé con un hombre cuya esposa se hizo de un grupo de amigas con las que sale muy seguido, va a los boliches, etc. Ella le declaró que se cansó de él y que no quiere saber más nada. Los dos han trabajado en la iglesia con los niños. El muchacho llorando me dijo: “Pastor, yo voy a creer”. Y yo le dije: “No te vas a arrepentir de creer”.

Quizás has creído que has hecho cosas buenas, pero te has dado cuenta que lo hacías por justicia propia. Creyendo que hacías justicia, pero nada fue por amor, y hoy te enteras que si no es en amor no es justicia. El Señor quiere direccionarte y ungirte para esta tarea bendita. No pasarás desapercibido o desapercibida. La gente se preguntará qué tienes y anhelarán eso que tienes. Querrán tener esa fe y esa esperanza que tú tienes a pesar de las circunstancias que estés viviendo. ¿Qué es la paz de Dios? Eso que el Señor te da y que el mundo no te puede dar. No es paz que viene por la ausencia de los problemas ni por la droga. Es tiempo de que las cosas cambien en tu nación, pero es tiempo de que también cambien en tu vida. ¡Cambias tu vida, cambia tu nación!

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