EL TODO POR EL TODO - Misión Vida para las Naciones

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Montevideo

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MENSAJES DEL CIELO

EL TODO POR EL TODO

INTRODUCCIÓN

Viene a mi memoria, la oportunidad en que, a quien fuera mi pastor, Roberto Passo, y quien nos casó a Marta y a mí, le hicimos una ceremonia de reconocimiento por todo su trabajo y trayectoria. Muchos de sus hijos espirituales, entre ellos mi hermano Hugo y yo participamos del evento. ¡Más de treinta pastores salieron de sus lomos! Doy gracias a Dios, por la vida de este hombre que nos marcó inmensamente. Sus palabras, que quedaron grabadas a fuego en nuestros corazones eran que no tenemos que deberle nada a nadie; y al que merece honra tenemos que darle honra. El pastor Passo es un hombre que ha honrado a muchas personas que aman a Dios y le sirven o hacen algún bien por la sociedad; y así como él ha hecho, nosotros hicimos con él.

              LA VIDA DEL PR. ROBERTO PASSO

Tenemos muchas cosas en común el pastor Passo y yo. Él fue constructor y se recibió como maestro mayor de obras. Vivió en un conventillo en la ciudad de Buenos Aires. Recuerda que era un pasillo largo con muchas piezas y en la última pieza al fondo vivían, él, su madre, su padre alcohólico y cuatro hermanos. Era una familia muy pobre. Su corazón fue muy herido por causa de su padre por lo que a muy temprana edad comenzó a alcoholizarse y se iba de su casa para evadirse de la dura realidad que estaba viviendo. Según cuenta él, le gustaba la farra; con algunos amigotes se iban todos los fines de semana a disfrutar del alcohol y de las mujeres. Sin embargo, hubo algo que lo marcó. En una de esas veladas de borrachera, de pronto amaneció en el piso y vio al lado de su cabeza un fondo de botella rota lo que lo hizo estremecer al ver que podía haber muerto esa noche.

Sucedió un día que en el barrio donde él vivía había un templo y los encargados del lugar querían hacer unas refacciones por lo que lo llamaron para que haga el trabajo. Entró al lugar a trabajar y allí había una abuelita que lo iba a buscar y le pedía que le leyera la Biblia porque no podía ver bien. Entonces le hizo leer Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Cuando terminó de leer, la abuelita le dijo: “Mire usted, Dios ama a todo el mundo y a usted también”. Así hacía la viejita cada vez que lo veía, y en un momento él le dijo: “¿Pero estos versículos que usted me hace leer son para mí o para usted?” En realidad, la abuelita le pedía que le leyera para que conociera a Dios. Y al final, el amor de esa abuela lo capturó. Como él tenía una vida familiar muy complicada, encontrar gente que lo amara lo hizo sentir especial y lo acercó a la iglesia. Y un buen día decidió entregarle su corazón a Jesús, sin saber que Dios tenía un plan extraordinario con él. Llegó el tiempo en que se enamoró de una joven con quien luego se casó. Pero la joven de quien se enamoró estaba estudiando en un seminario teológico y le dijo que si él quería algo con ella tenía que orar mucho porque ella era una sierva de Dios y se iba como misionera a Tierra del Fuego, al sur de Argentina. Él pensó en ese momento que, si ella iba a ser misionera, entonces él quería ser un misionero. Así empezó a sentir en su corazón el llamado de Dios para ejercer el pastorado.

Un día escuchó predicar a un pastor acerca de Lucas 5:27 y 28: “Después de estas cosas salió, y vio a un publicano llamado Leví, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y dejándolo todo, se levantó y le siguió”. Publicano era una persona judía que le cobraba tributos o impuestos a los judíos para el imperio romano. Eran personas odiadas por los judíos, por eso, ellos no entraban a la casa de un publicano; ya que éste había elegido trabajar para el imperio romano. Aunque perdiera la relación con su propio pueblo pese a que disfrutaba de una buena posición con los romanos y tenía soldados que lo custodiaban, eran personas odiadas por sus propios conciudadanos.

Un día Jesús salió a caminar y encontró a este publicano llamado Leví sentado en el banco de los tributos y le dijo que lo siguiera. Leví tenía que decidir si sería un creyente común o sería un seguidor de Cristo tiempo completo. Entonces, dice la palabra de Dios que dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Hay decisiones que debes tomar para Dios que no son para andar pensando porque si la piensas la quedas. Recuerdo cuando le dije al pastor Robert Minondo y a la pastora Marcela que llegaban de su luna de miel, que quería enviarlos a la ciudad de Salto. Robert me miró raro. Insistí en preguntarle si iba a ir o no, y entonces me dijo que le diera un tiempito para orar y ayunar. Y agregó que tenían un llamado de parte de Dios para ir a España. Entonces le dije: “Orá y ayuna y mañana me das una respuesta”. Y le dije más: “Si no quieres ir, no cuentes con que yo te vuelva a hacer un desafío”. Porque cuando alguien me esquiva ya veo que no puedo contar con esa persona.

Tengo un grupo de pastores que son de hierro; les digo que vayan y van. Soy como el centurión que le dijo a Jesús: “Porque también yo soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y digo a este: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace” (Lucas 7:8). La obra de Dios se hace con gente que está disponible para servirle a Dios; gente que no tiene otras prioridades y no pone peros. Gente que no tiene que orar y ayunar mucho para obedecer un llamado de Dios. La obra más bonita que tiene la iglesia Misión Vida y que es una antorcha para las naciones son los hogares Beraca. Pero los hogares Beraca exigen que haya pastores y líderes que tengan como prioridad el reino de Dios.

Aprendí de la Biblia que el amor al prójimo por sobre todas las cosas es el amor a los quebrantados, a los débiles, a lo vil y menospreciado, el amor a los pecadores, aquellos desechados por la sociedad porque la sociedad tampoco sabe qué hacer con ellos. Los padres no saben qué hacer con sus hijos, los médicos no saben qué hacer, tampoco sabe la policía ni el estado. Mas Dios me dijo: “Esto es el amor al prójimo”. Jesús murió en la cruz por ellos. Los pastores de Misión Vida no han titubeado y los que titubearon se fueron. Alguien me dijo que estamos desperdiciando un potencial importante y sería bueno tener pastores encargados de hogares Beraca y otros que se dediquen a predicar en la iglesia. Alguno me dijo también que no quería estar más en el ministerio porque quería su espacio, porque se sentía oprimido y creía que terminó una etapa. Le pregunté si Dios le había dado alguna revelación o tenía un llamado para irse.

Yo no razono si es conveniente o no que los pastores de Misión Vida sean encargados de los hogares; yo sólo obedezco porque Dios me dio palabra y me mostró lo que yo tenía que hacer. Yo solo obedezco un llamado de Dios, y al obedecer su llamado significa que le doy la prioridad a lo que yo sé que Dios tiene para mí. La Biblia dice que muchos son los llamados y pocos los escogidos. Y te digo más; todos son llamados, pero, ¿cuáles son los escogidos? Son los que han decidido que la prioridad es Dios y lo que Él quiere. Después vine la duda: ¿Será que lo que el pastor quiere es lo que Dios quiere?

Decide tú si recibes lo que te digo de parte de Dios o lo desechas. El pastor Passo era constructor, tenía obras, tenía un socio; y de un momento a otro entendió que Dios lo estaba llamando, y desde ese entonces ha predicado toda su vida un mensaje que definió como: El todo por el todo. Esto significa que para que yo reciba todo lo que Dios quiere darme, tengo que darle a Él todo lo que soy y todo lo que tengo. Nada a medias tintas. No ponerle excusas es imprescindible. En este tiempo de oscuridad que viene sobre las naciones y cuando no se sabe si los de la izquierda gobiernan mejor que los de la derecha o al revés, yo creo que lo mejor es el reino de Dios y el evangelio de Jesucristo. La justicia y la solidaridad no es la que establece las leyes ni el estado. La justicia de Dios viene por medio del amor, por lo que, quien ama hace la justicia de Dios. El amor es ley. Jesús dijo: “Amarás al Señor tu Dios”, y: “Amarás a tu prójimo”. Así que la obediencia a la ley es justicia.

O sea que amar es hacer justicia. El pastor Passo quedó impactado al oír lo que dice Lucas 5:27: “Y dejándolo todo, se levantó y le siguió”. Tuvo unas luchas tremendas, pero finalmente se dio cuenta que tenía que dejar lo que más amaba que era su profesión y su empresa. Entonces le dijo a su socio que no podía seguir trabajando porque le tenía que decir sí a Dios y dejar todo y servirle. El socio se quedó con la empresa, dividieron las herramientas y las maquinas; y cuando llegaron a un lugar donde iban a dejar las herramientas, escuchó: “El todo por el todo”. Recordó el versículo de Lucas 25:7: “Y dejándolo todo, se levantó y le siguió”; entonces le dijo al socio que le dejaría todas las herramientas y las máquinas porque Dios le exigía que dejara todo para dedicarse a Él. Muchos le dijeron que estaba loco; mas él aseguraba que si Dios lo estaba llamando, también lo iba a sustentar. ¡Y vaya que lo ha sustentado! Como lo ha hecho con muchos que trabajan tiempo completo en la iglesia. Porque Dios sustenta a los que Él llama.

Otro pasaje que marcó la vida del pastor Passo se encuentra en Mateo 4:18 en adelante: “Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores. Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres. Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron”.

Hacer la obra de Dios y obedecerlo, no es cuestión de pensarlo mucho ni de razonar. ¡Es simple! Lo hago o no lo hago; obedezco o no obedezco. Hay ejemplos en la Biblia de gente que le dijo: “Te quiero seguir pero…” Y en la iglesia están esos que decidirán más adelante si le van a servir porque ahora no pueden por esto y por aquello. No están disponibles para Dios; y la obra de Dios se hace con gente que está disponible. El pastor Gabril dejó todo para irse a Haití. El apóstol Andrés González dejó todo y se fue a San Juan. Cuando me vine de San Juan a Uruguay dejé todo.

La obra se hace con gente que le dice sí a Dios. No necesariamente se trata del pastorado, se trata de que tu prioridad sea Dios. Dije que el testimonio del pastor Roberto Passo es semejante al mío. Yo estudié arquitectura y me recibí de arquitecto. Compré junto con mi socio en un remate, maquinarias, herramientas, etc. Estaba listo para armar mi empresa. También hice el servicio militar. Pero Dios me dijo hasta acá y me fui de mi tierra San Juan a la ciudad de Buenos Aires. Yo no sabía que luego me mandaría a Uruguay. Entonces le dejé todo a mi socio. Yo tenía muchas ilusiones con la construcción. Pero con el tiempo Dios me consoló; me hizo ver que de alguna manera iba a usar todo lo que sabía y me permitió construir varios templos. Dios toma lo que tú tienes y lo usa, así como Moisés que tenía una vara y esa vara abrió el Mar Rojo; también se transformó en serpiente delante de faraón. Dios me ha permitido deleitarme haciendo obras, pero para Él, no para mi empresa ni para mi bolsillo.

MI TESTIMONIO

Me ha impactado mucho la vida el pastor Roberto Passo. Cuando yo tenía 15 años me dijo que yo iba a ser pastor, yo me reí en su cara y pensé: “¡Este está loco! ¡Yo no voy a ser pastor!” Pero un día le dije a Dios: “¡No aguanto más! Quiero que en mi vida se haga tu voluntad”.

Aprendí en el ejército siendo soldado lo que cuesta dejar lo que uno tiene y quiere. Yo había pedido una prórroga por causa de mis estudios, pero se me terminó y me dijeron que tenía que presentarme en el ejército. En esa época era obligatorio hacer el servicio militar en Argentina. Yo estaba construyendo obras luego del terremoto de 1977. Y me citaron un día determinado, pero yo pensaba que Dios no iba a permitir que yo hiciera el servicio militar. Tenía un negocio de compra y venta de vehículos, estaba casado y tenía muchas obras; y no quise asumir que Dios iba a permitir que yo hiciera el servicio. Me presenté en el regimiento, pero me había ido en mi camioneta y la dejé estacionada afuera. Pensé que me iban a encontrar algo y no me dejarían ingresar por no ser apto. Esperaba que algo pasara para no quedar. En una me llaman y me derivan al peluquero y me rapan la cabeza. Luego nos ponen a todos en fila y nos entregan el uniforme. Nos dijeron que a partir de ese día ya no éramos civiles, sino que éramos reclutas y nos explicaron que el recluta está bajo una ley especial. No se puede dar el lujo de faltar por ningún motivo y tiene que estar disponible. Le dije a Dios: “¿Me vas a dejar acá nomás Señor?” ¡La camioneta quedó afuera y yo quedé en el regimiento! Recuerdo que me quería ir a mi casa, estaba muy nervioso y cuando me dejaban salir la peleaba a Marta. En ese tiempo entendí lo que significaba dejar todo. Entendí que cuando en este caso por ejemplo tenía el llamado de la patria, aunque no era el de Dios, no había esposa que sirviera de excusas, no había obras, negocio, empresa y no había camioneta que sirviera de excusa. No podía decirle al sargento: “¿Me deja ir a llevar mi camioneta y vuelvo?” ¡Nada! ¡Quedó afuera!

Yo quedé a disponibilidad del ejército. Recuerdo una vez, que iba de visita un general y nos dijeron que teníamos que hacer unos planos para presentarle. Entonces le dije al mayor que era demasiado para tan poco tiempo, que no lo podíamos terminar para la mañana siguiente. Él me miró y me dijo: “¿Cómo que no puede terminarlo? Tiene toda la noche”. Aprendí que, para cumplir el deber, si es necesario no se duerme. Todo lo aprendí del ejército, el regimiento 22 de infantería, para aplicarlo hoy en el ejército de Dios que lidero. A los colaboradores que me dicen que no podrán terminar el trabajo por falta de tiempo les digo como me dijeron a mí, que tiene toda la noche para hacer el trabajo. Me hubiera gustado comer algunas cosas ricas, pero me daban lo que había. Recuerdo cuando nos hacían correr sobre las piedras y en medio de cactus y en un momento me dio diarrea. Yo puse cara de lástima y le dije al sargento que necesitaba ir al baño. “¡Salga de acá soldado inútil! ¡Corra, carrera, cuerpo a tierra!” Había encontrado unos trozos de carbón en un lugar donde habían hecho fuego. Logré esconderme detrás de un montículo de tierra y me puse un trozo de carbón en la boca ya que se decía que las pastillas de carbón eran buenas; pidiéndole a Dios que se me vaya la diarrea. ¡Yo ya no estaba disponible para mí! Un día pedí permiso para tomar agua. ¡Para qué pregunté! “¡Salga de aquí cobarde! Suba al árbol y tome agua allí arriba”, me dijeron. Yo aprendí lo que era dejar todo. Aprendí lo que es sacrificar mis ideas, mis pensamientos y proyectos. Estaban los cargos mayores discutiendo un asunto y uno de ellos dice: “A ver, Márquez sabe de esto. A ver soldado díganos, ¿es así?” “Es así, así y así mi sargento”, le dije. “Bien, listo, gracias”, señaló. ¡Yo me había inflado! Entonces siguieron hablando y discutiendo, y yo intervine otra vez y dije: “Miren, lo que pasa es que…” “¡Usted se calla la boca! ¡Usted es un soldado!” Yo no era ni siquiera dueño de mi opinión, aunque haya estudiado y sepa del tema. Si me preguntaban contestaba; si no me preguntaban no podía decir nada.

Agradezco a Dios por ese tiempo, porque entendí lo que significa estar alistado y a disposición. Pasé esa etapa y Dios me preparó para ser pastor. Si estás dispuesto o dispuesta a tomar una decisión firme de obediencia al llamado de Dios y no le pondrás excusas respecto de tu casa, tu trabajo, tu familia dile al Señor que haga de ti lo que Él quiera.

CONCLUSIÓN

Por último, leemos en Hebreos 10:35: “No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa”. No pierdas la confianza porque tiene premio. Algunos dicen: “¿Qué voy a comer? ¿De dónde saco dinero? ¿Y si no me va bien?” Dios nunca ha abandonado a ningún soldado en el campo de batalla. Es indispensable la confianza y la paciencia. No digas que Dios no te escucha o que no te responde; porque se necesita confianza y paciencia para que, después de haber hecho la voluntad de Dios, heredes las promesas. Primero considera si haces la voluntad de Dios antes de decir que Él no te contesta. ¿Hiciste la voluntad de Dios? ¿Esperaste con paciencia y con confianza? Después que has ejercido la confianza y la paciencia y has hecho la voluntad de Dios alcanzas las promesas. Las promesas de Dios son condicionales. Tú cumples tu parte y porque Dios es fiel, Él cumplirá su parte. Si no es así el problema lo tienes tú y no Dios. ¡Si Dios ha dicho, Dios hará! Si algo sale mal, algo mal hiciste tú.

Leemos en Hebreos 10:37 y 38: “Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará. Mas el justo vivirá por fe; y si retrocediere, no agradará a mi alma”. Para Dios un día son como mil años y mil años como un día. A ti te parece una eternidad, pero Dios no se tarda. Soporta un tiempo más, ten paciencia, ten confianza. ¡Haz la voluntad de Dios porque la promesa viene! El Señor te ha prometido que viene, entonces viene. Toma la decisión de jugarte el todo por el todo. El todo de Dios viene cuando tú le entregas tu todo. Y tu todo no vale nada, pero lo tienes que soltar. Tienes que poner en las manos de Dios todo. Eres del Señor, no te perteneces. Tu mente debe pensar lo que el Señor piensa.

No se trata de lo que tú sientes sino de lo que Dios siente. Entiende que tienes que negarte a ti mismo, tomar tu cruz y seguirle. Un día tuve que decirle “no” a mis planes de arquitecto, tuve que decirle “no” a mi tierra, al coro que dirigía, al instrumento que tocaba en la iglesia. Dios me dijo: “¡Ya está Jorge! Yo tengo planes para ti”. No te digo que Dios te está llamando al pastorado; me refiero a que, hacer la voluntad de Dios debe ser la prioridad de tu vida.

Dios no es deudor de nadie, si él te llama tú vas a ver la promesa, después de aplicar la paciencia y la confianza y después de haber hecho la voluntad de Dios. Yo ya lo estoy viendo y estoy disfrutando de su promesa. Estoy viendo mis generaciones de pastores y mis generaciones familiares. Estoy viendo la mano de Dios sobre mi descendencia. Cuando le dices sí a Dios tienes que dejar todo en ese instante. No es una cuestión de tiempo sino de obediencia. Si entiendes que debes dejar todo para hacer la voluntad de Dios, haz una oración y dile: “Padre, respondo a tu llamado, te ofrezco mi vida, tómala para tu gloria. Enciende tu fuego en mí, lléname de ti, Señor. He decidido tomar la cruz y he decidido renunciar a todo lo que te estorba y no me deja hacer tu voluntad. Nada de lo que soy y nada de lo que tengo tiene valor, sólo tiene valor la vida que has predestinado para mí y los planes que has dispuesto para mí. Dejo hoy delante de ti todo para abrazar todo lo que es de ti, en el nombre de Jesús, amén”.

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