UNA PROMESA PARA TI, MUJER - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

UNA PROMESA PARA TI, MUJER

INTRODUCCION

Muchas mujeres han marcado mi vida. Una de ellas fue mi madre. Cuando ella se casó, quiso tener un hijo enseguida porque se casó grande, y ese hijo no llegaba. A ella le costó cinco años de lágrimas porque no podía quedar embarazada. Valoro a las mujeres que anhelan tener hijos, y sé que es pesado llevar un hijo nueve meses en el vientre; sé que se tienen que sacrificar de muchas maneras por causa del embarazo. Además, el parto no es nada lindo. Sin embargo, cuán valiente es esa mujer que a pesar de todo quiere tener un hijo. Por causa de esto, todos los seres humanos tenemos vida. Yo estoy vivo porque mi madre por cinco años lloró y le pidió a Dios por mí. Tengo vida porque una mujer estuvo dispuesta a luchar por tener un hijo. En un tiempo en que a las mujeres se les dice que no tengan hijos, que es un problema y un hijo te arruina la vida. Para mi madre su vida no fue una ruina, sino que fue una bendición tener hijos. No solo que lloró por cinco años porque no quedaba embarazada, sino que una vez que logró quedar embarazada, luego del parto casi muere desangrada. A pesar de ello, mi madre nunca me recriminó por lo que pasó. Ella me cuidó y me crió con amor. Aun después de tener cuatro hijos más, no dejó de cuidarme ni de amarme. Valoro a las mujeres porque tienen la capacidad de multiplicar el amor, y en muchos hijos.

UN PLAN PARA TI

¿Por qué la mujer tiene valor y de dónde sale ese valor? Hay muchas mujeres que no se sienten valoradas porque no saben el origen de su valor; o, mejor dicho, creen que su valor viene de determinado lugar, pero no es así.  Si tu papá nunca te valoró, es posible que sientas que no eres nadie, que no vales nada, que nadie te va a querer nunca. Tal vez tu papá quiso tener hijos varones, pero naciste mujer. Me he topado con varias mujeres que han querido ser hombres para sentirse amadas por su padre. Esas mujeres veían a su papá disfrutar con sus hijos varones; con ellos iba a pescar o al futbol, etc. Mujeres que me han declarado: “Si yo hubiera nacido hombre mi papá me hubiera amado”. Querida mujer, donde quiera que estés, tu valor no viene de lo que piensa tu padre o tu mamá acerca de ti. Tu valor no viene de lo que dice la sociedad o tu esposo. Te afliges mucho por lo que dicen los demás de ti. Tú tienes valor porque Dios te ha amado con amor eterno. Tienes valor porque Cristo murió en la cruz del calvario por ti. El precio que Jesús pagó por ti es el precio de su propia sangre. ¡Sangre preciosa! ¡Sangre invaluable! Entonces, el entrar en contacto con Dios y el buscar en Èl la razón de tu valor hace que descubras realmente cuánto vales y que la vida tiene sentido.

Dios tiene un plan para tu vida; ya no importa lo que piense la gente de ti. No importa si tu padre te amó o no, no importa si tu mamá te abandonó; Dios jamás te ha abandonado. Si le buscas encontrarás a tu verdadero Padre, el que puede llenar tu vacío existencial y el vacío que te causó el mal trato que te dieron. Muchas mujeres consideran que no valen nada porque han sido maltratadas y abusadas psicológica y físicamente. Ahí no está tu valor; tu valor está en Dios que te ama y te creó con un propósito.

Hay una mujer que erró y erró feo con Dios. Esta mujer cometió un pecado que nos involucró a todos y nos manchó. Se llamó Eva. El pecado que cometió fue desastroso y con él contaminó a toda su descendencia. Todos los descendientes de Eva son pecadores por cuanto ella pecó. Ella contaminó su sangre; contaminó su vida y se convirtió en una mujer sujeta al pecado y a la muerte. Y los que nacieron de ella también fueron sujetos al pecado y a la muerte. No obstante, cuando tuvo un encuentro con Dios; con Adán sintieron miedo de acercarse a Dios, cosa que nunca les había ocurrido, y esto sucede cuando uno se aleja de Dios. Cuando uno se aleja de Dios el temor se acerca. Cuando hay vacío de Dios, viene cualquier otra cosa a la vida de la persona, pero no es Dios. Cuando Dios no es la prioridad de tu vida y no es lo más importante de tu existencia, ésta se llena de otras cosas que no son Dios.  Ahí es cuando viene la falta de paz; porque si hay Dios, hay paz. Ningún demonio ni poder de las tinieblas puede darte paz, no hay persona alguna que te pueda dar paz. La paz pertenece al Príncipe de la paz; Jesucristo. Dice la Biblia que la paz de su imperio no tendrá límites. Los demonios no sólo que no te dan paz; no te dan nada bueno. Los demonios te contagian de esas cosas con las que ellos se han llenado por causa del vacío de Dios en ellos. Los demonios eran ángeles que pecaron y se rebelaron contra Dios perdiendo todas las virtudes, las bondades y las bendiciones del reino de la luz; quedándoles la oscuridad, y junto con la oscuridad les quedó el temor, la angustia, la opresión, la tristeza y el fracaso. Cuando los demonios influyen en tu vida te contagian o te hacen sentir lo que ellos sienten. Si tú sientes temor, hay algún espíritu de maldad que está influenciándote con temor. Cuando Dios es el primero en tu vida huyen esas cosas que no pertenecen al reino de la luz. Se alejan los poderes de las tinieblas y se acerca la paz, el gozo, la benignidad, la templanza, la mansedumbre; y se produce en tu vida una nueva historia. En la otra historia tú tienes poco valor, eres pasto del infierno; pero en esta historia eres una hija de Dios, eres un hijo de Dios, un príncipe en el palacio de Dios. Tú, mujer, y tu varón, pertenecen al reino del Dios viviente.  

Señalé que hubo mujeres que han marcado mi vida y me han bendecido. Una de ellas fue mi madre, Y, cómo olvidar a una maestra en particular, la señorita Codón. Han pasado muchos años y aún recuerdo su nombre. Ella era una mujer dulce, buena, amable, y amaba a los niños. Nunca olvido el día de mi vergüenza, cuando el primer día de clase me dio diarrea y me hice encima. Mi mamá era maestra y estaba trabajando en otra escuela. Yo estaba todo sucio y lloraba. La señorita Codón se acercó a mí y con mucho cariño me dijo: “No llores Jorgito”. Me llevó a un lugar aparte para limpiarme, allí me bajó los pantalones. ¡Más vergüenza! Con ternura mi maestra me limpió la caca. Hay gestos que uno no olvida jamás. Por eso les digo a los maestros de los campamentos: “Los niños que estás cuidando no se van a olvidar nunca más de vos”.

Como la señorita Codón, hubo maestras de la escuela bíblica, cuando era niño, luego cuando fui joven, y uno no se olvida porque ha conocido el bien básicamente a través de las mujeres. Porque las mujeres tienen un espíritu maternal dado por Dios y nos han bendecido siempre. Así llego a mi esposa, a mis hijas y nietas. Los niños no son tan cariñosos, las niñas sí. En la iglesia también estoy rodeado de mujeres que son una bendición. Agradezco a Dios por sus vidas. Son las que sirven con amor, siempre con una sonrisa; y no les importa el cansancio porque ellas no se sienten sirvientas del pastor, ni creen que el pastor las explota, sino que para ellas es un placer porque no están sirviendo al pastor sino a Dios. Las quiero honrar en este día y decirles a esas mujeres que tienen un gran valor. Si para mi valen mucho, ¡cuánto más valen para Dios!

Lamento que hay quienes están provocando que las mujeres no sean mujeres. ¡Por favor no dejes de ser mujer! No se hagan feministas; sean femeninas. Sean esas mujeres que llenan el mundo de ternura y de amor. Sean esas que aplacan la ferocidad de los hombres. No compitan con los hombres porque no han nacido para competir con ellos. Han nacido para cumplir con el rol de mujer porque tienen sensibilidad de mujer, tienen órganos de mujer, tienen corazón de mujer y están llenas de ternura. ¡Gracias a Dios por las mujeres! Mujeres, no se vuelvan contra los hombres porque ustedes los han parido. No hay un solo hombre que no haya salido de una mujer. Ustedes son las responsables de formar hombres, de darles aliento y enseñarles valores. ¡Mujeres, sigan siendo mujeres! A Jesús lo servían mujeres y algunos piensan que esto de servir es de servidumbre; pero fíjate que la madre Teresa de Calcuta fue quien dijo que quien no vive para servir, no sirve para vivir. Hombres y mujeres estamos llamados a servir. Nuestra vida cobra valor cuando servimos a otros. Mientras más servimos, más servimos; más valor añadido a nuestra vida.

Más de una vez se me acercaron mujeres llorando, quebrantadas; como si fuesen un estropajo, lloraban el trato que les había dado la vida y por la impotencia que sentían. Lloraban el dolor que les había generado su padre, su madre o algún otro familiar. Mujeres que recibieron puñaladas de la boca de algún hombre que las destrató, haciéndoles creer que no eran personas de valor; por lo que dejaron entrar algún poder espiritual de maldad que no vino de Dios.

 A esas mujeres les comparto el pasaje que se encuentra en Isaías 54:4 y dice así: “No temas, pues no serás confundida; y no te avergüences, porque no serás afrentada, sino que te olvidarás de la vergüenza de tu juventud, y de la afrenta de tu viudez no tendrás más memoria”. Dios te está dando una palabra que debes creer. Porque quien cree en las promesas de Dios recibirá bendición, no sólo el que oye; porque no son los oidores los que reciben grandes cambios en sus vidas sino los hacedores de la palabra de Dios. Son los que abrazan la palabra de Dios y la creen. La palabra de Dios es viva y eficaz. La palabra que te estoy compartiendo fue escrita setecientos cincuenta años antes de Cristo; para nosotros pasaron unos dos mil setecientos años. ¡Pero la palabra de Dios no muere! La palabra de Dios es viva y eficaz; más cortante que toda espada de doble filo, que penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos. ¡Esta palabra puede cambiar tu vida si la crees! ¡Esta palabra es para ti, mujer! No sé qué habrás vivido, pero seguramente muchas cosas te han avergonzado. Mas Dios hoy te dice que te olvidarás de la vergüenza de tu juventud y de la afrenta de tu viudez no tendrás más memoria. ¿Por qué? “Porque tu marido es tu Hacedor; Yahweh de los ejércitos es su nombre; y tu Redentor, el Santo de Israel; Dios de toda la tierra será llamado”. Así leemos en Isaías 54:5.

Mujer, tu marido es el que te creó. Él es quien llena ese vacío que han dejado en tu vida. Dios te dice: “¡Yo soy tu marido! Voy a obrar de tal manera que te olvidarás de todo lo malo que has vivido”. La Biblia dice que el que está en Cristo es nueva criatura. Así que lo que has vivido pasó, y señala la Biblia: “He aquí todas las cosas son hechas nuevas”. Dios escribe una nueva historia a partir del momento en que le das lugar a Él. Si crees esta palabra, hoy le estás dando lugar a Dios en tu corazón.

Muchas veces has sido confundida, pero el Señor te dice que ya no serás confundida. Una vez que el Señor te alumbra, tú tienes certeza. Presta atención a lo que dice su palabra: “Porque como a mujer abandonada y triste de espíritu te llamó Yahweh, y como a la esposa de la juventud que es repudiada, dijo el Dios tuyo. Por un breve momento te abandoné, pero te recogeré con grandes misericordias. Con un poco de ira escondí mi rostro de ti por un momento; pero con misericordia eterna tendré compasión de ti, dijo Yahweh tu Redentor” (Isaías 54: 6 al 8). Mujer, tu Redentor te dice que Él tiene compasión de ti. Quizás en algún momento lo hiciste enojar, pero te ama por sobre todas las cosas; y por ello te abandonó por un breve momento, pero con grandes misericordias te recogerá.

 Dios ha enviado a un hombre para que te hablara hoy, para bendecirte y para que sepas que el hombre no es tu enemigo. Los cristianos amamos a nuestras esposas, a nuestras hijas, primas, cuñadas; amamos a nuestras hermanas de la iglesia. ¡Así somos los que amamos a Dios! Nosotros no somos lo que divulga la ideología de género o el feminismo radical respecto de nosotros. Si bien hay hombres malos, tienes que saber que hay hombres que han sido tocados por Dios y su amor está sobre ellos. Por causa de este mensaje, hombres que no han sabido valorar a las mujeres, hoy son tocados por Dios y a partir de hoy las verán con otros ojos.

Continuamos leyendo en Isaías 54:10: “Porque los montes se moverán, y los collados temblarán, pero no se apartará de ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz se quebrantará, dijo Yahweh, el que tiene misericordia de ti”. La palabra misericordia viene del latín misericordia y está compuesta por el término miser (miserable, desdichado), y cor o cordis (corazón); este último tiene la misma raíz que cardio y tiene que ver con el corazón. Ser misericordioso significa que tu corazón late por el otro que sufre. Dios te dice que tu dolor es su dolor y tu angustia es su angustia; y te pide que se la entregues a Él porque quiere librarte. Él puede soportar tu angustia y tu opresión. Dale tu dolor, entrégale tu pasado y Él te dará un futuro bendecido.

El Señor te dice: “Pobrecita, fatigada con tempestad, sin consuelo; he aquí que yo cimentaré tus piedras sobre carbunclo, y sobre zafiros te fundaré. Tus ventanas pondré de piedras preciosas, tus puertas de piedras de carbunclo, y toda tu muralla de piedras preciosas” (Isaías 54: 10 y 11). Los edificios se hacían de piedras, y debajo de los muros que eran de piedra, se encontraban los cimientos conformados por piedras especiales, más grandes que las comunes. Las piedras grandes distribuyen sobre el suelo el peso que recibe el edificio arriba. Hay tierra que tiene mayor capacidad portante según la arquitectura, o sea, la capacidad de recibir carga en mayor proporción. Hay tierra que tiene poca capacidad portante y soporta medio kilo por centímetro cuadrado, por lo que no se puede construir sobre ellos estructuras altas y pesadas. Mientras más duro es el terreno, mayor capacidad portante tiene. Hay terrenos que soportan de dos a cinco kilos de carga por centímetro cuadrado. Cuando se quiere edificar sobre una roca no es necesario calcular porque ésta soporta mucho peso. Y el Señor prometió cimentar tus piedras sobre un cimiento de carbunclo y zafiro. El carbunclo es lo que conocemos como rubí, una piedra preciosa, y el zafiro también. Según el diccionario, el rubí es más duro que el acero.

 El Señor te dice que va a edificar tu vida sobre un fundamento que es más duro que el acero. Si la roca es fuerte, cuánto más el acero; pero el rubí es más duro que el acero. Significa que tu vida edificada sobre eso no caerá, sino que estará firme y no la volteará cualquier viento. Tu edificio es de piedras, pero la base que pone el Señor es muy fuerte, más fuerte que el acero. Me refiero al carbunclo o rubí. Respecto al zafiro, el diccionario señala que la piedra más dura que existe es el diamante y la que le sigue es el zafiro, y este también es más fuerte que el acero. No sé si crees o no crees lo que Dios te dice hoy, pero esto es palabra de Dios para ti. Esto se escribió hace dos mil setecientos setenta años, pero la palabra de Dios es viva y eficaz. Oro para que entiendas que hoy Dios te está hablando al corazón y te dice: “Mira que yo te voy a dar una vida firme y estable; y una vida que no se va a tambalear”. No faltará la paz en tu vida, no faltará el bien en tu vida. No faltará el gozo. ¡Te reirás de la tormenta! Ya no te hará daño lo que digan de ti. Ya no te hará daño lo que te digan los hombres; ya no te hará daño aquel que abusó de ti. ¡Dios hace cosa nueva! Si lo crees lo tienes porque la condición es recibir con fe.

Leemos en Hebreos 4:2: “Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron”. A otros también les fue dada la misma palabra, pero no la acompañaron de fe. Tú puedes oír una promesa de Dios y sin embargo te resbala y no te toca. Yo he vivido una experiencia así. La promesa estaba en papel, escrita con tinta, pero no estaba marcada a fuego en mi corazón. Tú tienes una promesa en Isaías 54:14. El Señor te dice: “Con justicia serás adornada; estarás lejos de opresión, porque no temerás, y de temor, porque no se acercará a ti”. Voy a repetir este concepto: el temor es un poder espiritual, y cuando digo que es un poder espiritual me refiero a un ser espiritual; un ser con existencia te introduce temor. El Señor te dice que estarás lejos de opresión porque no vas a temer; y no tendrás temor porque no se acercará a ti. Acercarse a Dios es alejarse del temor.

CONCLUSIÓN

Recuerdo el momento en que Dios me dio el siguiente pasaje en Isaías 54: 15 al 17: “Si alguno conspirare contra ti, lo hará sin mí; el que contra ti conspirare, delante de ti caerá. He aquí que yo hice al herrero que sopla las ascuas en el fuego, y que saca la herramienta para su obra; y yo he creado al destruidor para destruir. Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos de Yahweh, y su salvación de mí vendrá, dijo Yahweh”.

En alguna oportunidad yo estuve muy oprimido. Recién había llegado a Uruguay me habían acusado de tráfico de menores. Me abrieron una causa por haber permitido pasar menores de Uruguay a Argentina. La noticia salió en los diarios. El temor se apoderó de mí; no entendía por qué tenía que estar viviendo eso y por qué Dios lo permitía. Todo estaba dado como para hacerme caer, y como en otras oportunidades pretendían ensuciar mi nombre y desacreditar mi tarea como pastor. La angustia se había apoderado de mí. Yo estaba predicando en la televisión y ahora estaba siendo acusado. La noticia salió en la parte central de un periódico. Entonces comenzaron a pulular los comentarios. Llegó a mis oídos que la masonería estaba detrás de todo esto y un pavor terrible se apoderó de mí. En ese momento yo no sabía qué hacer con mi vida. Por otro lado me decían que estaban haciendo trabajos de umbanda contra mí y eran responsables del delito que se me imputaba. En ese tiempo yo no conocía a ningún abogado en Uruguay y no tenía uno solo en quien confiar ya que cualquiera podía ser masón o de la religión de la umbanda. Una especie de terror había entrado en mí. Pero busqué a Dios y le pedí que me hablara y así lo hizo. Él me dijo así: “Con justicia serás adornada; estarás lejos de opresión, porque no temerás, y de temor, porque no se acercará a ti. Si alguno conspirare contra ti, lo hará sin mí; el que contra ti conspirare, delante de ti caerá” (Isaías 54: 14 y 15). Yo leí esto, pero lo que leí no se apoderó de mí, por lo tanto, el temor no se fue. Y seguí leyendo: “He aquí que yo hice al herrero que sopla las ascuas en el fuego, y que saca la herramienta para su obra; y yo he creado al destruidor para destruir”. “Yo he creado a satanás y a los demonios”, me dijo Dios. “Yo los cree ángeles, querubines y serafines, pero ellos se convirtieron en demonios. Yo los cree, pero te digo que ellos caerán delante de ti, así como caerá cualquiera que conspire contra ti”. Y la promesa que me dio el Señor es esta: “Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos de Yahweh, y su salvación de mí vendrá, dijo Yahweh”.

Yo estaba atravesando un juicio y el Señor me habló clarito. Pero el temor no se fue, porque yo leí esa palabra y no la acompañé de fe. No obstante, seguí orando y repitiendo esa palabra, pero el temor seguía ahí, porque por la fe no me había apoderado de esa palabra. Oro que no te pase a ti lo que me pasó a mí. De haber creído, la paz hubiera invadido mi vida en un instante; de haber creído hubiera sentido gozo, pero no fue así. A pesar de mi falta de fe Dios cumplió su palabra en mí y me dio una gran lección. Aprendí que lo que antes me asustaba ya no me asusta. Si me amenazan con hacerme algo ya no me asusta. Yo sé en quién he creído y confío en su palabra.

Mujer, cualquiera sea el motivo que ha provocado dolor a tu vida, Dios quiere que le creas a esta palabra que Él te da. El Señor te hará libre de opresión y de temor; quitará la vergüenza de tu juventud y el dolor de eso que te dijeron que se clavó en tu alma como un dardo envenenado. Tú has llegado a creer que nunca se iría ese dolor, sin embargo, el Señor te dice: “Si crees en la palabra que yo te he dado, hoy yo te hago libre”. Yo te pido que creas, en el nombre de Jesús; y atesores esta palabra en tu corazón y la abraces. En el mes de la mujer celebramos a las madres, a las esposas, a las hijas y a todas las mujeres valientes. Nos consideramos bendecidos de que las mujeres existan. Las mujeres han amenizado la vida y Dios hoy las quiere bendecir.

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