¿QUÉ DA VALOR A TU VIDA? - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

¿QUÉ DA VALOR A TU VIDA?

INTRODUCCIÓN

 

¿Qué calidad de vida aspiras vivir? ¿Qué estás haciendo para que tu vida tenga valor? Lo que te planteo con esto es que la calidad de tu vida no tiene que ver con lo que logras para ti, sino que, la calidad y el valor de tu vida, tiene que ver con lo que logras para otros. Nadie sigue a una persona egoísta y nadie piensa que esa es una buena persona. Toda persona que se dedica a sí misma es hedonista o egoísta y no llega a ser líder de nadie. Los que se destacan como líderes, son aquellos que viven para ayudar a otros.

Mucha gente en el mundo vive necesitada, pero muy pocos son los que están dispuestos a darle a la gente lo que necesita. A veces, lo que hay que dar es muy económico porque no se trata de alimentos, dinero u alguna otra cosa material; a veces sólo se trata de dar afecto, amor, comprensión, buenos consejos. Las personas que se destacan como líderes y llegan a ser importantes son esas que se han sacrificado por otros. Una madre llega a ser importante para su hijo en función del amor que ha puesto para criarlo. Ahora les están argumentando a las mujeres que es esclavizante tener hijos, darles el pecho, y que eso forma parte de una estructura patriarcal, etc. La idea es que las mujeres detesten ser mujeres, madres y esposas. No se les motiva a la abnegación. Pero los grandes héroes de las naciones son aquellos que han estado dispuestos a dar sus vidas por su gente; han peleado por la independencia y luchado por el pueblo. Esos héroes son honrados y sus monumentos se erigen en las plazas, porque no son personas que se beneficiaron a sí mismas, sino que lucharon para otros.

Deslígate de esa idea de que tienes de amarte a ti mismo porque nadie te va a amar como tú te amas y de que si no te ayudas a ti mismo, quién te va a ayudar mejor que tú. La autocompasión, la autocomplacencia y la autoayuda no benefician en nada al mundo, ni te hace a ti una persona destacada. Y Dios quiere que sus hijos sean personas destacadas y de influencia. El Señor quiere que sus hijos sean personas de bendición y eso tiene que ver con lo que tienes y estás dispuesto a dar al que no tiene. Ahí juega un papel importante el amor, la misericordia y la compasión, y entra el ejercicio de servir a los demás, con el entendimiento y el conocimiento de que todo lo que yo haga por otra persona lo estoy haciendo por Dios. Jesús te dice en su palabra: “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mateo 25:40).

Dios es Señor y Padre de esos hijos que no están siendo atendidos, de esas personas que no pueden disfrutar de la vida y carecen de gozo. Te digo un secreto, el gozo no es de las personas que luchan por tener una casa, un auto, un buen pasar. ¡Eso no produce gozo! El gozo de Dios se produce en la persona que sacrifica y ofrenda su vida por el bien de otros. El apóstol Pablo dice, en Gálatas 6:7: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”. Hay quienes quieren segar sin haber sembrado. Gente que trabaja para sí misma y nunca está satisfecha porque no entiende que la cosecha es el resultado de una siembra. Por eso Jesús dijo: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33).

Deseo que las personas entiendan que solamente sirviendo a Dios de corazón obtenemos una cosecha que vale la pena. Ahí aparece la satisfacción que Dios pone en el corazón de aquel que siembra.

 

MI EXPERIENCIA EN HAITI

 

En el último viaje que hice a Haití me encontré con muchas cosas para solucionar; no pudiera ser que una persona tan importante como yo tenga que estar enfrentando semejantes situaciones y tener que resolver asuntos ridículos. Es que yo, apóstol, tendría que estar detrás de un escritorio. No tendría que estar atendiendo esos temas. Pero estamos aprendiendo qué es lo que Dios quiere de nosotros. ¿Qué sucede? Es que las personas andan buscando ser alguien, buscan una posición y no quieren ser pisoteadas ni burladas. Entonces se andan cuidando a sí mismas cuando es Dios que los quiere proteger. Se siembran a sí mismas cuando lo que Dios quiere es que en primer lugar amemos a nuestro prójimo como nos amamos a nosotros mismos. Algunos piensan que se tienen que amar primero para amar a otros; o sea que tengo que aprender a amarme yo para amar al prójimo. De ese pensamiento surgen pastoras que dan clase de cómo arreglarse, cómo ser mejores y cuidar el templo del Espíritu Santo. Y eso lo vemos en las redes sociales; la pastora en el gimnasio: “Hermana querida, dele con la gimnasia”. Se piensa mucho en uno y no en los demás. Hay quienes creen que son siervos de Dios y no entienden que lo que buscan es una posición de reconocimiento, pero en realidad no tiene un corazón de siervo.

Una de las cosas que sucedió en Haití es que precisamente hay un hermano que quiere predicar los domingos en la iglesia. Nuestra iglesia en Haití es chiquita y tenemos un encargado, y entre el hermano y el encargado se enfrentan porque uno quiere predicar, pero el encargado le dice que él lo tiene que hacer. El hermano desea predicar y quiere que el encargado le traduzca, pero éste no le quiere traducir. Muchas veces queremos ocupar un lugar que nos haga sentir que somos alguien. Yo lo huelo en algunas personas que quieren estar al lado mío; quieren estar al lado mío para no estar debajo de la autoridad de otro pastor. Entonces, le dicen a alguien: “De parte del apóstol hay que hacer esto y esto”, “lo dijo el apóstol”. Creen que alcanzaron una posición por estar al lado del apóstol. ¡Cuídate de esas cosas! Dios te va a poner en un lugar de honor cuando te haya despojado totalmente de ti mismo, porque Dios no puede usar a nadie que primero no despoja.

Lo que necesitamos es la gloria de Dios en tu vida porque no es tu cara la que nos hace bien sino Dios en ti. Se necesita gente despojada de sí misma, no aquellos que quieren un título o una posición; no esos que se enojan si no les reconocemos lo que son o lo que hacen. Dios usa personas muertas. Primero te lleva a la cruz, a despojarte; porque, la única manera que tú no aparezcas y arruines la obra de Dios es que estés muerto y lleno del Espíritu Santo. La única manera que Dios puede usarte es que estés sometido a la autoridad y al poder del Espíritu. ¡Ahí está la unción! No se trata de que te veamos predicar para que reconozcamos que estás ungido. ¡No! Es que tienes que estar muerto para que venga la unción. La presencia del Espíritu Santo en tu vida se hace manifiesta a causa de que tú te has despojado y te has consagrado; ya no te importará ocupar una posición, o si tu vida tiene valor o no porque el valor que tiene tu vida es que, esta, está a disposición de Dios. Y el amor que el Señor te da a ti es tu satisfacción. Tú no necesitas paga, no necesitas que te respeten determinados horarios de trabajo, porque trabajas para Dios todo el día, aun de noche, cuando te vas a dormir, oras por alguien, y cuando te despiertas oras por alguien; y no tienes un trabajo de ocho horas solamente porque tú trabajas para Dios todo el día. Dios te dará todo lo que necesitas si le das a Él todo lo que Él quiere.

Esto no es nuevo; hay cosas similares que también acontecieron en la época de Jesús. Eran doce los discípulos del Señor, dos de ellos eran hermanos, Santiago y Juan, hijos de Zebedeo. Leemos en Mateo 20: 20 y 21: “Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo. Èl le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda”. Para la madre, sus hijos eran una joyita y sólo le importaban ellos, los otros diez, no.

¡Ah Señor, yo sueño con cantar! Algunos me piden que les dé un lugarcito en la obra para servir. Yo los motivo a predicar el evangelio en donde están, en su hogar, en sus trabajos y donde sea necesario. Y se molestan porque dicen que eso es lo que hacen, pero quieren servir en la obra. Entérate que predicar el evangelio es lo más importante para Cristo. No sólo cantar o tocar un instrumento. Al hermano que insistía en predicar los domingos en Haití le recordé que él tiene un grupo amigo y en ese grupo él era una autoridad, es líder y pastor. Lo incentivé a que siguiera predicando y ganando almas, muchas, y levantara de ahí una iglesia.

Las personas quieren ocupar un lugar de autoridad para demostrar quiénes son, pero en realidad tienen que demostrar quienes son en el lugar donde están. Si eres de Cristo te digo que la gente de Cristo brilla esté donde esté. Estando en Haití, recibí una llamada de mi hermano Hugo de Argentina. Es un hombre con muchas ocupaciones, pero es sencillo y humilde. Él es presidente de la Asociación Bautista de Argentina, que comprende unas mil doscientas iglesias. Fue invitado a la OEA y hablamos mucho de las leyes que surgen en las naciones. Nosotros formamos parte del Congreso Iberoamericano por la Vida y la Familia y tratamos muchos temas de relevancia. Cuando llegamos con mi esposa a Haití tuvimos que resolver varios asuntos, uno de ellos era que en el baño de las niñas hay tres inodoros y dos de ellos estaban averiados. Como en ese país hay falta de agua potable tenemos que abastecernos con camiones cisterna; pero a veces no hay dinero para comprarla y otras veces el camión se rompe. Hemos invertido miles de dólares en cañerías, grifos, cisternas, etc. Pero en el hogar, para ellos es más fácil manejarse con unos tachos de pintura donde acarrean el agua para echar en los inodoros, para bañarse, para cocinar. Tienen que caminar unos cien metros desde donde está la cisterna a los baños y se hace pesado con todas las personas que van al baño durante el día. Cuando mi esposa fue a los baños de las niñas se espantó al ver los inodoros tan tapados y por más que le echaba agua no había caso.

Te vengo hablando de servir a Dios, y una de esas tareas es ir a inspeccionar baños. Mi hermano me preguntó qué estaba haciendo. ¿Y qué se espera de un apóstol? Estar sentado detrás de un escritorio organizando una jornada teológica. Le respondí que estaba haciendo un gallinero para que los del hogar comieran huevos. ¡Mi hermano no lo podía creer! Entonces me dijo: “Todavía me falta conocer muchas cosas de vos”.

Yo vi que, aun siendo apóstol, era importante para Dios lo que estaba haciendo en el hogar de niños de Haití. Marta me pedía ácido muriático para echar en los inodoros y poder disolver todo el depósito que había allí pero no encontrábamos por ningún lado, hasta que llegamos a un supermercado grande y ahí conseguimos el ácido para limpiar los inodoros. Era imperioso hacer esa limpieza porque no queremos niños enfermos. Queremos que los niños estén limpios y aseados. No queremos niños apestados, y es que trato de levantar una generación que tenga otra cultura que no sea la cultura de la peste y de la muerte temprana de los haitianos. Quiero levantar una generación de gente que ame a Dios y cuide los detalles. ¿Y qué gano yo con todo eso? Dios me dijo al respecto: “Jorge, el que lo hace a uno de estos mis pequeñitos, a mí me lo hace”. Pastor, si estás muy ocupado solucionando temas muy importantes, pero no estás atendiendo a la gente, te digo que no estás sembrando bien. No te olvides de la gente, porque lo más importante para Dios son las personas. La gente está esperando que nosotros les demos el amor que ellos necesitan y el mundo no les da.

 

MI VALOR ESTÁ EN HACER LO QUE DIOS QUIERE

 

“Entonces Jesús respondiendo, dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? Y ellos le dijeron: Podemos”. Los otros discípulos de Jesús se enteraron que Santiago y Juan pretendían en el reino sentarse uno a la derecha y el otro a la izquierda del Señor y se enojaron. Todos querían ese privilegio y nosotros somos iguales, queremos un lugar o una posición que nos de valor, pero yo aprendí en mi último viaje a Haití que mi valor es hacer lo que Dios quiere porque esos niños de Haití valen tanto como los demás niños y Dios los ama a ellos como a los demás. Mamá, no te creas una gran mujer por cuidar a tus propios hijos, mira que el mundo está lleno de hijos rechazados, no amados. Mamá, papá dedícate a amar también a los niños que no son tuyos. A esos niños que no son tuyos, pero son despreciados, Dios te los da a ti para que les des amor y los bendigas. Y el Señor te va a pagar por eso, porque quien lo haga a uno de sus pequeñitos, a Él se lo hace. Esos niños haitianos tienen que ser líderes en su país. Esos niños serán personas limpias, trabajadoras, que amen a Dios; personas llenas del Espíritu Santo, confiables y veraces.

En Haití hay una avidez sexual y estamos luchando contra eso. La mayoría de las niñas son abusadas. Tenemos que cuidar de ellas aun en el hogar porque si alguna de ellas quedara embarazada nos pueden cerrar el lugar. Hemos invertido mucho en este proyecto en Haití y si no logramos cuidar a esos niños, Dios nos va a quitar la tarea que nos dio. ¿Y yo tengo que sentirme un desgraciado por estar haciendo esta tarea? ¡No! Me siento feliz porque mi paga es el amor que me retribuyen esos niños. ¡El amor no cobra! ¡El amor se deleita en amar! Si siembras amor cosecharás amor.

La tarde en que yo me iba para Haití, un hermano se me acerca y me dice: “Pastor, Dios puso en mi corazón la carga por Haití”. Y me dio una ofrenda en dinero para el hogar. A este hermano no le sobra el dinero, tiene muchas deudas que saldar y mucho que trabajar; pero el amor se deleita en dar.

Nosotros andamos buscando posición como Santiago y Juan. Leemos en Mateo 20: 25 al 28: “Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”.

No es el más mandón, el que logro una posición o el que buscó dominar. “Entre ustedes no será así” dice el Señor. “…sino el que quiere hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor”. El que más sirva será el más grande. Dijo Jesús: “Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve” (Lucas 22:27). El que más se humilla y se despoja es el más grande.

Dice la Biblia en Filipenses 2: 5 al 11: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”.

¿Quién es el más grande? Él siendo Dios se hizo siervo y humilde. Él es quien en Getsemaní se negó a sí mismo y le dijo al Padre: “No se haga mi voluntad sino la tuya”. Jesús no buscaba una posición sino obedecer al Padre y por esa causa el Padre lo exaltó y le dio un nombre que es por sobre todo nombre. Tener una posición no le da valor a tu vida. No hagas cosas para que los demás te vean y te reconozcan porque lo único que necesitas es el reconocimiento de Dios y el Señor no falla y paga bien. Dice la Biblia que Dios no es deudor de nadie. Y, por último: hay otros que parece que sirven, pero no sirven. Los vemos muy activos y metidos en muchos asuntos, y parecen consagrados, pero no lo están.

David tenía un hijo llamado Absalón quien se hizo de cincuenta hombres que corrían delante de él a donde iba. Él se estaba haciendo un nombre. No cualquiera tenía cincuenta hombres que corrían delante de su carro. La gente al escuchar el tumulto sabía que se acercaba Absalón. El pasaba saludando al pueblo. La Biblia dice que Absalón se ponía al costado del camino en la puerta de la ciudad y atendía a la gente que venía a Jerusalén de otras ciudades, entonces cuando se le acercaban le besaban la mano, pero él se les acercaba y les daba un beso. Dice la Biblia en 2ª Samuel 15:2-6: “Y se levantaba Absalón de mañana, y se ponía a un lado del camino junto a la puerta; y a cualquiera que tenía pleito y venía al rey a juicio, Absalón le llamaba y le decía: ¿De qué ciudad eres? Y él respondía: Tu siervo es de una de las tribus de Israel. Entonces Absalón le decía: Mira, tus palabras son buenas y justas; mas no tienes quien te oiga de parte del rey. Y decía Absalón: ¡Quién me pusiera por juez en la tierra, para que viniesen a mí todos los que tienen pleito o negocio, que yo les haría justicia! …De esta manera hacía con todos los israelitas que venían al rey a juicio; y así robaba Absalón el corazón de los de Israel”.

No era amor lo que lo movía sino la ambición de poder. Y señala la Biblia que al cabo de cuatro años Absalón armó una revolución contra su propio padre. Pidió permiso para ir a Hebrón, donde David había sido ungido como rey de Judá, allí llevó a una multitud de gente y dijo: “Cuando oigáis el sonido de la trompeta diréis: Absalón reina en Hebrón”. Él no estaba sirviendo, sólo era una apariencia lo que hacía; y hay muchos que sirven en apariencia para lograr una posición en la obra. Así que están los que no hacen nada y los que hacen, pero lo que hacen no sólo no sirve, sino que crea rebelión. Muchas personas en las iglesias comienzan a robar el corazón de miembros y se los llevan, partiendo la iglesia y quitándole las ovejas al pastor. En nuestra iglesia, algunos pastores se fueron, pero gracias a Dios en veintiocho años nunca se partió.

 

CONCLUSIÓN

 

Puede ser que no estés haciendo nada porque no tienes amor; puede ser que estés haciendo mucho, pero es para ti mismo y no siembras para otros. Y puede ser que la siembra que haces en otros no sea para tu iglesia sino para ti. Cuando David se enteró de la rebelión de Absalón tuvo que salir corriendo descalzo y llorando porque no podía enfrentar a su hijo. Me viene a la mente las palabras que vinieron del cielo cuando Jesús se bautizó: “Este es mi Hijo amado en quien tengo complacencia”. Imagino que dijo: “Este no me va a confrontar ni a armar revueltas como satanás. Este me ama y quiere hacer mi voluntad. Este es mi ungido. Es mi Hijo amado”. Y descendió sobre el Señor el Espíritu Santo en forma de paloma y fue ungido para la obra del ministerio. Fíjate que la disposición del corazón es antes que la unción. ¿Para qué te va a ungir Dios si tu corazón no le va a responder? Dios no va a usar a nadie a quien primero no despoje. No le sirves a Dios si estás lleno de ti mismo. ¡Dios quiere corazones enteramente consagrados!

Entendí estando en Haití, algo que Dios me mostró y es que lo mejor que podía hacer era sembrar donde Él quería que lo hiciera, y no he necesitado paga porque esos niños que ponían su cabecita en mi panza y me acariciaban, me pagaban con cariño. Sólo el que ama entiende lo importante que es esa paga. Yo ya recibí mi paga y es el cariño de esos niños de Haití y de los hermanos que entienden la obra que se hace en aquel lugar y nos bendicen, y oran por nosotros, y nos alientan a seguir adelante con esa obra.

¿Para qué quiere hacer desaparecer tu yo, Dios? ¡Para que aparezca el Espíritu Santo! Si estás lleno de ti mismo, el Señor no puede llenarte con su Espíritu Santo. Despójate de ti mismo y conságrate, y dile a Dios: “Toma mi vida y pídeme lo que tú quieras. Te voy a entregar lo que yo tengo y voy a hacer lo que quieres que yo haga. No voy a pasar desapercibido en este mundo, yo voy a dejar rastros. Hoy decido consagrarme para que me uses Señor, decido servirte; voy a sembrar amor y sé que mi paga vendrá de ti, amén”. 

 

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