UNA CASA DIVIDIDA - Misión Vida para las Naciones

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Montevideo

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MENSAJES DEL CIELO

UNA CASA DIVIDIDA

INTRODUCCIÓN

Aquellos que amamos a Dios y nos ponemos en sus manos, muchas veces, aun sin darnos cuenta, Dios nos usa de una manera que tal vez no entendemos, que no alcanzamos a valorar o a dimensionar. Porque el Señor hace con nosotros cosas que parecen triviales, pero no, en realidad no son nada triviales. Las obras que Dios hace, según la Biblia, son eternas. Nosotros hacemos cosas que nos parecen naturales o humanas, pero el resultado es grandioso. En una oportunidad, estábamos en la cama con mi esposa; nos miramos con cierta picardía y entonces hicimos algo que es habitual en un matrimonio. Al tiempo Marta me dijo que estaba embarazada y a los nueve meses nació nuestra primera hija Cecilia; y ella no es una hija más, mi hija es una adoradora. Y cuando escucho sus canciones me la imagino adorando al Señor por la eternidad junto a millones y millones de voces escogidas de Dios, cantando delante de su presencia. Porque todo lo que Dios hace con los creyentes es trascendente; hasta lo que hicimos con mi esposa la noche que concebimos a Cecilia.

Con esto te quiero decir que cuando Dios hace algo no es sólo algo que se ve a simple vista. Cuando me la imagino a mi hija adorando en el cielo por la eternidad, me maravillo porque Dios me usó a mí. Dios usa hombres y mujeres sencillos para hacer cosas extraordinarias, y Él quiere hacer cosas maravillosas contigo. ¡No es sólo lo que se ve! Más grande que lo que se ve es lo que no se ve. ¡El Señor te ayude a ver y a entender! ¡El Señor te ayude a dimensionar y a valorar lo grande y extraordinaria que es su tarea en nosotros, a través de nosotros! Por supuesto que Dios no sólo me usó para traer una hija al mundo, también me usó para traer otra hija y por medio de ellas a mis nietos. Mi nieta Justina ha cumplido ya seis añitos, ¡qué bendición es esa niña! Yo miro a mis hijas y nietos, y pienso ¡qué bendición! Y si solo con verlos me maravillo por tal bendición, ¿qué producirá saber, entender, dimensionar y valorar lo que Dios se ha propuesto con mi nieta Justina y con mis otros nietos? ¡Ojalá pudieras ver y entender! Si pudieras dimensionar mejor, entender las cosas que vives y valorarlas, te enamorarías de Dios. La obra de Dios es extraordinaria y el Señor ha querido mostrarse al mundo a través de aquellos que le amamos.

Hablar de casa dividida es lo mismo que hablar de una iglesia dividida, o un matrimonio dividido, o un reino dividido. Cuando hay división hay debilidad, hay fracaso y derrota. No hubiera traído Dios a Cecilia al mundo si Marta y yo nos hubiésemos peleado esa noche, o si nos hubiésemos separado y por causa de la división ya no fuésemos un matrimonio. La división entorpece la obra que Dios quiere hacer con nosotros. Aunque Dios va a hacer su obra contigo o sin ti. ¡Dios no fracasa! ¡No hay infierno que pueda frenar el plan de Dios! Lo maravilloso es que puedas entrar en el plan de Dios y puedas ser la persona que Èl soñó.

SATANÁS TRABAJA EN LA DIVISION

Leemos en Lucas 11:14: “Estaba Jesús echando fuera un demonio, que era mudo; y aconteció que salido el demonio, el mudo habló; y la gente se maravilló”. En ciertos ámbitos no es muy común experimentar la presencia o la actividad de demonios, aunque en la iglesia Misión Vida sí, y una de las cosas que nos ha dado Dios son el poder, la unción y la autoridad de Jesús para hacer las obras que el Señor hace. Y Jesús no está en persona con nosotros a la hora de echar fuera demonios, pero sí está en nosotros, y trata con esos demonios a través nuestro. El Señor nos ha hecho partícipes de su obra. Y es un honor para Jesús hacer que personas tan pecadoras como nosotros puedan echar fuera demonios. Imagínate el orgullo del Señor al ver que una persona que estaba en la droga, en la prostitución, el orgullo de ver como una persona que no servía para nada, ahora echa fuera demonios. Y esta es una obra extraordinaria ya que satanás, al cual se le denomina en la Biblia como el príncipe de este mundo, es quien toma poder sobre las personas, en la economía, en la educación; el mundo está totalmente contaminado con conceptos, con preceptos e ideologías que tienen origen en el mismísimo infierno y se levantan contra Dios. Echar fuera demonios es destruir la obra de satanás, y eso era lo que hacía Jesús. Dijo Jesús: “De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente” (Juan 5:19). También dijo: “Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar”. Tanto lo que hace como lo que dice Jesús es poderoso. Fue el Señor que declaró: “Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios…” (Marcos 16: 17) Así como también: “El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre” (Juan 14.12). Jesús echó fuera un demonio y se armó lio por lo que leemos en Lucas 11:15: “Pero algunos de ellos decían: Por Beelzebú, príncipe de los demonios, echa fuera los demonios”.

Presta mucha atención a esto: tal vez has oído decir que una blasfemia contra el Espíritu Santo no será perdonada. Personas se me han acercado y me han dicho que en alguna oportunidad han blasfemado contra el Espíritu Santo y tienen miedo a no ser perdonados. La blasfemia contra el Espíritu Santo se menciona en la Biblia como un pecado que no tiene perdón ni en este siglo ni en el venidero. ¡Cuida tu corazón y cuida tu boca! Y Jesús tomó esto para decir que aquel que le atribuía a la obra del Espíritu Santo como que es una obra de demonios, ese no tendrá perdón, ni ahora, ni después. Cuida de abrir tu bocota para hablar lo que te parece aun usando la Biblia para denostar y destruir lo que un siervo de Dios hace al predicar o cuando hace algún milagro. ¡Ten temor de Dios! Mi postura personal es que yo no voy a tratar de endemoniado a alguien que predica el evangelio, que libera a los endemoniados y hace la obra de Dios. ¡No quiero estar en el pellejo de la persona que se atreve a tal cosa! Yo no quiero ver ni escuchar nada que tenga que ver con acusaciones a siervos de Dios como andan diciendo de Cash Luna, Marcos Witt y otros más. Los siervos de Dios tienen que predicar el evangelio, no levantarse contra sus consiervos. ¡Ten mucho cuidado!

En el pasaje de Lucas 11, algunos se levantaron contra Jesús diciendo que lo que Él hacía no era por el Espíritu de Dios sino por un príncipe de los demonios. Y fue por eso que el Señor dijo: “Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; más la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero”. Esto lo encontramos en Mateo 12: 31 y 32. Te evitarás problemas si dejas de juzgar si es o no es de Dios lo que hacen o dicen los siervos del Señor. ¡Deja que sea Dios quien los juzgue! Una cosa es opinar que te parece que lo que está haciendo está mal, pero otra es decir que lo hace bajo el poder de algún demonio. La blasfemia consiste en asignarle al Espíritu Santo que ese poder que Él está manifestando proviene de demonios. ¿Te quedó claro? ¡Líbrate de eso!

A continuación, se plantea una situación muy incómoda. En Lucas 11: 17 Jesús dijo: “Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado; y una casa dividida contra sí misma, cae”. En otras palabras: todo matrimonio dividido termina destruido, toda iglesia dividida, termina destruida, cualquier empresa dividida, termina destruida. El plan de satanás es dividir para destruir, y el plan de Dios es derramar su amor para que estemos unidos. El Espíritu de Dios se mueve por medio del poder de la unidad, y es el poder de la unidad que viene por el amor. Lo único que mejor nos une, y la Biblia le llama el vínculo perfecto, es el amor. ¡No te olvides de eso! Si te olvidas de amar, vas a terminar dividido y separado de tus pastores y hermanos; si se te va el amor, hasta vas a inventar que Dios te mandó irte de la iglesia. El amor te hace permanecer en la familia que Dios te ha puesto. Mucha gente que no tiene un llamado claro de Dios, lo único que tiene claro es que se tiene que ir. Entonces Jesús plantea lo siguiente: “Y si también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo permanecerá su reino? ya que decís que por Beelzebú echo yo fuera los demonios”. ¿Puede satanás echar fuera a satanás? Y agregó: “Pues si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿vuestros hijos por quién los echan? Por tanto, ellos serán vuestros jueces”.

Esto le pegó muy duro a Jesús porque dijo que las palabras que Él hablaba no eran suyas sino de su Padre, y que nada hacía si no era la voluntad de su Padre. Era una acusación muy seria y Jesús no soportó lo que esa gente hizo, entonces les dijo: “Y si también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo permanecerá su reino? ya que decís que por Beelzebú echo yo fuera los demonios. Pues si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿vuestros hijos por quién los echan? Por tanto, ellos serán vuestros jueces”. Es tarea de Dios echar fuera los demonios. Si satanás se pone a echar fuera demonios se pone del lado de Dios. Y tiene la casa dividida, porque él envía demonios a perturbar personas, matrimonios, familias, instituciones, iglesias, etc. Los demonios del infierno son divisores y satanás usa gente chismosa que levanta falso testimonio o que les resulta muy fácil opinar. Yo te recomiendo que cada mañana te laves bien la boca con agua y jabón. ¡Cuidado lo que habla tu boca! Proponte que lo que hables sea de Dios, guiado por el Espíritu Santo. ¡No te hagas el justiciero o la justiciera!

DIOS TRABAJA EN LA UNIDAD

Permanezcamos en amor. Las palabras que Jesús oró al Padre fueron: “La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad…” (Juan 17). No es por tus chismes o habladurías, no es por tus quejas hacia los hermanos, hacia los líderes o pastores que se va a ganar el mundo, sino por el amor que nos une entre nosotros y el amor que nos une a Dios. ¡No creas que estás haciendo una gran obra para el reino de Dios cuando estás introduciendo división! El apóstol Pablo le dijo a Tito: “Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo, sabiendo que el tal se ha pervertido, y peca y está condenado por su propio juicio” (Tito 3: 10 y 11). ¡Cuidado con los que estiran su lengua para hablar mal de la iglesia, de los hermanos, de los líderes o pastores! ¡Límpiate la boca! ¡Líbrate de todo espíritu divisor y contencioso! ¡Líbrate de sembrar malestar contra las personas!

En la iglesia nosotros hacemos una obra de amor y me conmueve ver a los pastores de Misión Vida que salieron de historias terribles y hoy ayudan a otros; y salieron adelante porque los amamos. Recuerdo cuando Martin, hoy pastor de Misión Vida, llegó a la iglesia: tenía una melena bien larga y era flaco. No lo criticamos cuando llegó porque nuestra obra es una obra de amor. Atraemos a la gente amándola y bendiciéndola. Cuando abrimos células en casas de familia no lo hacemos para hablar de los problemas de la iglesia sino para bendecir a las personas, para orar por ellas, sanarla y liberarlas de los demonios. Es para que las personas puedan vivir mejor. Para que los que no aman puedan hacerlo, y esto es unidad y poder. La división causa debilitamiento y fracaso. Algunos dirán que es una herejía lo que diré a continuación: ¡Dios nos dé sabiduría para saber desechar de Misión Vida a los que causan división!

 Entonces Jesús les dice que están pensando mal el asunto ya que Él echa demonios porque trabaja conjuntamente con su Padre echando fuera los poderes del infierno que aquejan a las personas. Entonces, el Señor se levanta con poder y declara: “Mas si por el dedo de Dios echo yo fuera los demonios, ciertamente el reino de Dios ha llegado a vosotros” (Lucas 11:20). ¡Qué dedo el dedo de Dios! Echar fuera demonios es una señal de que el reino de Dios está en la tierra: En el reino de las tinieblas, donde satanás es príncipe de este mundo, el reino de Dios se manifiesta porque el dedo de Dios echa fuera los demonios. Y Jesús agrega otra enseñanza: “Cuando el hombre fuerte armado guarda su palacio, en paz está lo que posee. Pero cuando viene otro más fuerte que él y le vence, le quita todas sus armas en que confiaba, y reparte el botín” (Lucas 11: 21 y 22).

¿Quién es el hombre fuerte? Cuando satanás está tranquilo adentro de una iglesia se considera el hombre fuerte, y todo está en paz en la iglesia. La iglesia no crece, pero hay una especie de paz; el pastor predica, el coro canta, todo funciona. Cuando un demonio está en la vida de una mujer o un hombre, ese demonio tiene algo así como derechos posesorios; cuando entra a la vida de una persona, se acomoda y adquiere derechos legales llamados derechos posesorios, y dice: “Esta casa es mía”. Sabe que tu cuerpo es una casa; la Biblia señala que nosotros somos templo del Espíritu Santo. Tú no fuiste creado para ser templo de demonios. Pero cuando algún demonio viene a la vida de una persona, entonces se acomoda y se hace el fuerte porque está en paz. Imagina un esposo malo y agresivo que le dice a su esposa cristiana: “Te voy a agarrar del cuello y te voy a matar. ¡No vayas más a esa iglesia de Márquez!” La mujer no se da cuenta que es un demonio que está hablando y le dice: “No te pongas así mi amor por favor”. Él sigue maltratándola. La mujer es cristiana pero no tiene el poder de Dios, ella no sabe cómo hacer, le preguntará llorando al pastor qué hacer. ¡Ata ese demonio en el nombre de Jesús! “¡No pastor, no puedo hacer eso! ¡Me va a matar!”

A veces, los creyentes vivimos situaciones en las que desconocemos que hay un demonio y ni sabemos cómo enfrentarlo. No echamos fuera demonios y no manifestamos la presencia del reino de Dios en la tierra. La mujer está deseando que llegue el domingo para ir a la iglesia; llega a la iglesia donde se siente bien, alaba a Dios, levanta las manos, canta, ora, siente paz en la presencia de Dios. El pastor predicó fabuloso, la palabra de Dios llegó a sus tuétanos. Sale de la reunión alabando a Dios: “¡Ahora sí, estoy llena del Espíritu Santo! ¡Ahora voy a mi casa con la paz de Dios!” Llega a su casa y el marido le dice: “¿Qué pasa que llegaste tan tarde? ¿Otra vez estuviste con Márquez? ¿Qué te pasa con Márquez? ¿Te acostas con él?” “No mi amor, no digas eso. Yo voy a pedirle a Dios por vos, por la casa y que no nos falte nada”. “¡Yo soy dios en esta casa! ¡Yo te doy de comer a vos! ¡Márquez te saca toda la plata!” El hombre la maltrata y a la hermanita se le va saliendo por los poros el Espíritu Santo, empieza a levantar presión y termina arrojándole un sartén por la cabeza al marido. Y este le dice: “¿Eso te enseñó Márquez hoy? ¡Mira la cristianita!” Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. ¡A la mujer se le fue el Espíritu Santo! Se inspiró para decirle al marido insultos especialmente escogidos para herirlo en lo más profundo.

El diablo trabaja para dividir y si tú no ves que está haciendo de las suyas, y no sabes cómo atacar la obra que está haciendo; cuando son demonios hay que tomar autoridad y echarlos fuera. El demonio tiene que responder a la autoridad de Dios y no a la fuerza del brazo de los hombres. Jesús echó fuera al demonio mudo y sordo del muchacho, y cuando fue echado ese demonio, el hombre que estaba mudo y sordo habló y oyó. ¡Es hora de que seas lleno del poder de Dios! Tú no puedes tener un pastor en tu casa las veinticuatro horas por si el demonio se aparece. ¿Tienes la gloria de Dios o no la tienes? ¿Tienes el poder de Dios o no? Dijo Jesús: “Cuando el hombre fuerte armado guarda su palacio, en paz está lo que posee. Pero cuando viene otro más fuerte que él y le vence, le quita todas sus armas en que confiaba, y reparte el botín. El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama”. ¡Tienes que hacer la obra de Dios! ¡Es hora de que operemos en el poder y en la autoridad del Espíritu Santo! Es hora de que demostremos que el Espíritu Santo está en nosotros.

¿Crees que el reino de Dios se manifiesta porque eres buenito o eres buenita? Hay gente que es, como se dice en inglés: “Good for nothing” lo que significa: Bueno para nada. Mira que si el Espíritu de Dios está en ti, tienen que suceder cosas. ¡El reino de las tinieblas tiene que ser avergonzado! El poder de Dios operando a través de ti manifiesta que el reino de Dios está en ti y que tú eres un emisario de su reino.

Había unos que andaban queriendo echar fuera demonios, los hijos de un tal Esceva, entonces, cuando vieron al apóstol Pablo echando fuera demonios quisieron hacer lo mismo, y dice la Biblia en Hechos 19: 13 al 16: “…algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo: Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo”. ¡No era el dedo de Dios! ¡Era el dedo de don Esceva! A continuación dice la Biblia: “Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois? Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos”.

¡El que tiene el reino de Dios tiene poder! El que es de Cristo evidencia los poderes del reino de Dios. Tú tienes que creer que Dios te ha dado autoridad para sanar enfermos y para echar fuera demonios; tienes que mostrarle al mundo que Dios opera en ti. ¡Tú eres casa del Dios Altísimo! Cristo se manifiesta a través de tus palabras y tus hechos. El reino de los cielos no está constituido por cobardes sino por valientes. Dios hace entrar al reino de los cielos a los valientes. Dijo Dios a Josué: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas” (Josué 1:9). ¡Toma la palabra de Dios que es la espada del Espíritu, y ve, y haz la obra de Dios!

CONCLUSIÓN

Cuando se convirtió mi yerno Álvaro, él estaba en el mundo, tenía una novia y había concurrido a toda clase de brujos para poder ayudar a la suegra ya que estaba poseída con un espíritu de odio, tanto así que la ataban a la cama porque siempre estaba intentando quitarse la vida. Incluso le habían puesto cámaras para controlarla, y se quedaban en otra habitación toda la noche, jugando a las cartas y observándola en un monitor. Su familia había concurrido a todos los lugares que se pueden imaginar y en todos les pedían mucho dinero. Hasta que un día apareció alguien con un pastor; la mujer se retorcía y gritaba, entonces, el pastor la señaló con su dedo y le dijo: “Demonio, te ato en el nombre de Jesús”. ¡La mujer se quedó inmóvil! Y Álvaro, que en ese tiempo se drogaba, un hombre de mundo, vio eso; después de haber recorrido toda clase de brujos y hecho toda clase de trabajos con diferentes animales, pero sin ningún resultado, ahora, escuchó lo que el pastor dijo y vio que luego que ministró a la mujer, ella fue libre de sus demonios. De esa experiencia salió un pastor. Cuando él vio que nada había dado resultado, pero que un hombre que usó su dedo y dio una palabra ordenando a los demonios que salieran, dijo: “Yo quiero tener ese poder”. Y decidió creer en Cristo; comenzó a ir a la iglesia, dejó la vida que llevaba.

¿Cómo funciona esto? “Cuando el hombre fuerte armado guarda su palacio, en paz está lo que posee. Pero cuando viene otro más fuerte que él y le vence, le quita todas sus armas en que confiaba, y reparte el botín” (Lucas 11: 21 y 22). Tú serías el hombre fuerte, y no es por tu cara sino por lo que tienes adentro; el demonio se va a encontrar con que la gloria y el poder de Jesús están en ti. Vienes tú, el más fuerte, le quitas las armas con las que cuenta y repartes el botín. Significa: todo aquello que logré con una persona que liberé sirvió para bendecir a su familia también y repartimos el botín. Vino el Espíritu Santo, hizo estragos, le quitó todo el poder que tenía el demonio. No sólo la persona fue libre, se entregó a Cristo la mujer, el esposo, se entregó a Cristo Álvaro, que vino a estudiar a la capital del país, años más tarde se enamoró de mi hija Viviana, se casaron, me dieron dos nietas hermosas. Hoy Álvaro es diputado de la nación. Él recibió de los despojos del poder de los demonios que tuvieron años oprimiendo a la mujer.

Dios quiere que seas la mujer más fuerte que los demonios; Dios quiere que seas el hombre más fuerte, que ate a los demonios, que le quite las armas y reparta el botín. Veremos la gloria de Dios en la nación; veremos también la gloria de Dios en tu vida, en tu familia, en tu trabajo. El mundo necesita ver que realmente Cristo está en ti y opera a través de ti. Ya no más hablar lo primero que se te ocurre, tú hablarás palabra de Dios. ¡Ya no más hacer lo primero que te parece, tú harás la obra de Dios!

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