El privilegio de ser HIJO DE DIOS - Misión Vida para las Naciones

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Montevideo

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MENSAJES DEL CIELO

El privilegio de ser HIJO DE DIOS

INTRODUCCIÓN

Toda la historia de la humanidad en el planeta, todos los hijos que han nacido, las familias y las naciones que se han formado van hacia un punto, y el punto es, una fiesta de bodas. Toda la historia de la humanidad finaliza con una gran ceremonia de bodas; y es que Cristo pronto se casará con su iglesia. Nosotros no somos conscientes de que lo que ha estado haciendo Dios durante miles y miles de años fue limpiar, purificar, perdonar y santificar una novia para su Hijo.

Dios quiere tener una familia, y va a celebrar una boda entre la iglesia y su Hijo. Para ésto es la existencia del cristianismo y el por qué de la unión entre un hombre y una mujer; para ésto es que el matrimonio tenga hijos y forme una familia. Existe la familia para que Dios pueda formar su familia. ¿Y qué es lo que se combate? La familia, el matrimonio; la existencia del hombre y la mujer. Un tema de discusión es que si los hijos son de los padres o le pertenecen al estado.

Mi abuelo vivió la primera guerra mundial y la segunda, y muchas veces estuvo al borde de la muerte. Sufrió mucho; además de sufrir el desprecio de la familia, de Italia, por haber aceptado el evangelio, él, al final de su vida, cuanto estaba por morir, escribió un libro que tituló: “La historia de un hombre feliz”. Yo honro la fe y la memoria de mi abuelo, y puedo decir como él, que aquel que cree en Cristo tiene felicidad.

LOS PRINCIPES son LOS PRINCIPALES

El libro de Crónicas en la Biblia relata los términos técnicos, o hace las descripciones del gobierno de los reyes de Israel. El libro de los Reyes cuenta la historia y el de Crónicas hace referencia a cuántos fueron, cuántos vinieron, cuántos nacieron, cuántos había en la guerra, la cantidad de generales que había, etc. O sea que el libro de Crónicas nos da información. Entonces leemos en 1ª de Crónicas 18:14 al 17: “Reinó David sobre todo Israel, y juzgaba con justicia a todo su pueblo. Y Joab hijo de Sarvia era general del ejército, y Josafat hijo de Ahilud, canciller. Sadoc hijo de Ahitob y Abimelec hijo de Abiatar eran sacerdotes, y Savsa, secretario. Y Benaía hijo de Joiada estaba sobre los cereteos y peleteos; y los hijos de David eran los príncipes cerca del rey”.

De todas las personas que se mencionan aquí, ¿quiénes son los más importantes de los que rodeaban a David? Eran los hijos. Estaba el general del ejército, el canciller, los sacerdotes, el secretario; y Benaía y Joiada que estaban sobre los cereteos y los peleteos. Esta era gente de otros pueblos que estaban sujetos o subyugados por Israel. Pero los hijos de David eran los príncipes cerca del rey. El general del ejército puede ser una persona muy importante, el canciller, etc., pero los príncipes o principales aquí, son los hijos.

Te repito el siguiente concepto y es que toda la historia de la humanidad se resume en la intención de Dios de tener en su reino una familia que lo secunde. Cuando Dios puso a los seres humanos en el planeta, los hizo a su imagen y semejanza. Los hijos se forman a imagen y semejanza de los padres; se parecen a ellos. Ha salido en las noticias acerca de unos policías que mataron a un perro y enseguida salieron los defensores de los animales a protestar. Está mal que maten un animal y no estoy de acuerdo, lo aclaro. Aunque esta gente levantaba una pancarta que decía que algún día se le daría la misma pena por homicidio a quienes matan a un animal como a quienes matan a una persona; levantando la dignidad del perro a la altura de la dignidad del ser humano. ¡No es lo mismo la dignidad de los animales que la de los hombres! Perdónenme si con esto los ofendo. Dios creó toda clases de animales y son criaturas de Dios. Pero cuando Dios creó al hombre lo hizo especial porque tenía un plan para la humanidad. Y los hombres debían ser hechos a su imagen y semejanza porque estos llegarían a ser los hijos de Dios.

Él ha pensado tener una familia en el reino de los cielos conformada por hijos; reino en el que Él es el Padre. Dios creó al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza y les dijo: “Multiplíquense, fructifiquen, llenen la tierra”. Dios pretende tener muchos hijos en la gloria, y Él quiere ser el Padre. Declaró a Abraham su amigo y le dijo: “Haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Génesis 12.2 y 3). Y en el Nuevo Testamento, señala el apóstol Pablo: “Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa” (Gálatas 3:29). Somos aquellos que tenemos la fe de Abraham. Cuando Caín mató a Abel, Dios le dio a Abraham a partir de Set un tercer hijo, aunque después le dio muchos hijos e hijas más. Y comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra; a unos se les llamaban hijos de Dios, y de otros se decía que eran hijos de los hombres; por lo que hay dos linajes en la tierra: los hijos de Dios y los hijos de los hombres. A partir del pecado en el planeta Tierra hay un linaje que le pertenece a Dios y es el de los hijos de Dios. Acerca de esto hay discusión. La Biblia  dice en Génesis 6:2 y 4: “Viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas….Había gigantes en la tierra en aquellos días, y también después que se llegaron los hijos de Dios a las hijas de los hombres, y les engendraron hijos. Estos fueron los valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre”. Algunos creen que eran ángeles que vinieron a acostarse con las mujeres, o que eran demonios… pero sabemos que los ángeles no se casan, como aclaró Jesús (Mateo 22:30). Vemos pues, que hay dos linajes en la tierra, y los hijos de Dios eran los descendientes de Set.

Entonces, desde el origen mismo de la humanidad, Dios tiene en su corazón que el planeta es un semillero, un invernáculo donde Él está sembrando simiente de hombres que lo amen, que le crean y le sigan. Toda la historia de la humanidad se resume al trabajo que Dios tiene de formar una familia en su reino. Observamos en la visión que Juan vio, en Apocalipsis capítulo 4, que en su reino hay cuatro seres vivientes que lo adoran y hay veinticuatro ancianos que lo adoran junto a millones y millones de ángeles. Pero no se describe que en el cielo haya hijos. ¡La gran fiesta comienza cuando los hijos de Dios llegan al reino!

Hay personas que no están enfocadas en esto. Tú te enfocas en tu salario, en tus planes y deseos, pero Dios sabe muy bien en qué está enfocado. Debes preguntarte si eres hijo de Dios o no lo eres. Kahlil Gibran dijo que todos somos hijos de Dios, así como lo afirma mucha gente por ahí. Pero la Biblia no dice eso. En Juan 1:12 leemos: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. Hay algunos de los seres humanos a quienes Dios les da potestad. Potestad es poder y jerarquía. ¿A quiénes Dios les da ese poder o estatus de hijo entonces? A los que le recibieron y a los que creen en su nombre.

Leí una noticia triste y es que en Israel han clausurado una televisora acusada de hacer proselitismo, y es que se supone que se le dio a alguien un programa de televisión para predicarles a las personas cristianas que hay en Israel. En ese programa comenzaron a predicar de Cristo y las autoridades los acusaron de proselitismo y pretenden que los judíos crean en Cristo. Algunas autoridades no respetan la libertad de expresión y de conciencia. Por supuesto que difundir nuestras ideas o creencias y predicar el evangelio es un derecho humano universal. En Israel hay ciertas personas que lo ven como algo agresivo el hecho de que se predique de Jesucristo y ellos animan a que prediquen ya que tienen libertad pero sólo a los que son cristianos. Y hay una puja en esto. Mas la Biblia dice que los que le recibieron y a los que creyeron, Dios les dio potestad de ser hechos sus hijos.

Los hijos de David eran príncipes o los principales. ¡Gózate! El coronavirus te quiere matar pero Cristo te da vida juntamente con Él y te hace partícipe de su palacio y su herencia. ¡Cristo te quiere hacer príncipe en el reino de Dios! Si tuvieras conciencia de lo que significa que Cristo murió en la cruz del calvario, para que a ti que crees en Él y le has recibido en tu corazón, se te sea dada la potestad de que seas un hijo de Dios. ¡Este es un privilegio que no tienen los animales ni los ángeles! Me encanta la naturaleza y los animales pero yo sé bien el estatus que me pertenece a mí porque Cristo dio su vida, no por los animales, sino para que aquellos que han sido creados a imagen y semejanza de Dios sean hecho sus hijos. Dijo el apóstol Pablo que los ángeles están al servicio de Dios para cuidarnos a nosotros que somos sus hijos. Los ángeles son como ayos; estas, son personas que los reyes contrataban para que criaran a sus hijos y los instruyeran. Los ángeles cuidan a los hijitos de Dios, a los príncipes que tienen toda la autoridad. Los príncipes tienen más autoridad que los ángeles, y éstos están al servicio de Dios para cuidarnos a nosotros. Los ayos no eran más importantes que los hijos pero tenían autoridad sobre ellos para enseñarles ciencias, cálculos, modales, etc. Los ayos son los ángeles. Pero cuando los hijos crecen tienen autoridad sobre los ayos. Cuando llega el tiempo adecuado, el que tiene autoridad y privilegios es el hijo. Los ángeles en el cielo serán servidores nuestros.

Dios te ha llamado a ser príncipe y a estar en el palacio. El Señor durante toda la historia de la humanidad ha estado juntando a todos aquellos que serán parte de su reino. Dios tiene millones y millones de ángeles que le sirven; pero Él está por celebrar una gran fiesta a la que estamos invitados porque somos los que nos casaremos con su Hijo. Hay muchos invitados a las bodas del Cordero, mas dijo Jesús acerca de un hombre que hizo una gran cena, y convidó a muchos: “Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado.  Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses. Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses. Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir” (Lucas 14:16 al 20).

Jesús declaró que son muchos los llamados pero pocos los escogidos. Jesús continuó su relato de la cena y dijo: “Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Ve pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos. Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar. Dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa. Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena” (Lucas 14:21 al 24).

Llegó la pandemia y mucha gente se ha enfriado. Mucha gente asiste a la iglesia por costumbre, o para ver si Dios le hace un favor. Mucha gente termina enfriándose porque su relación no es con Dios sino con las cosas de Dios. Ama a la iglesia, al pastor o a la gente pero el centro de su adoración, y lo que más ama esa persona no es precisamente Dios. Este tiempo de pandemia es un tiempo en que hay que decidirse amar a Dios por sobre todas las cosas. Tú decides si vale la pena amar a Dios o no. Con todo este caos te preguntas dónde está Dios, y es ahí donde decides cuánto vale Dios para ti. Las circunstancias marcan el grado de conexión que tienes con Dios; si ésta es firme y fuerte, o no.

Este tiempo de crisis en el mundo es un tiempo de definiciones, y es cuando se conocen los verdaderos cristianos. Cuando escucho que un 48 por ciento de cristianos ha quedado desconectado de su iglesia local, me estremezco. Yo no digo que está mal ver los mensajes de otros predicadores, pero me pregunto: ¿Qué grado de compromiso tienes con la familia  que Dios te dio y con el lugar donde tienes que batallar? No trabajas para el reino, pero miras las predicaciones de otros pastores en otra parte del mundo. Piensas que para qué vas a ofrendar y diezmar si te predican gratis, y no te comprometes con el trabajo de tu iglesia local. ¿Perteneces a la familia de Cristo? ¿Eres príncipe en el palacio del rey? ¿Qué tan conectado estas con Dios? ¿Qué tan involucrado estás en la causa de Dios? ¡Es un tiempo en que tienes que venir a Dios! Los pastores estamos orando por tu vida para que Dios te aguarde y te cubra.

CONCLUSIÓN

Quiero darte la oportunidad de reconocer lo poco que has buscado a Dios. Reconoces que lo has buscado porque tienes problemas con tu cónyuge, porque te has quedado sin trabajo o por alguna enfermedad. Lo que has buscado es aquello que Dios tiene para darte; pero Él llevará al cielo gente que le ame. Llevará a su reino a las personas que consideren el mayor privilegio ser hijo o hija de Dios; que consideren que Jesucristo es la perla preciosa y no un aumento de sueldo, o que le arregle el matrimonio. ¿Está mal pedirle a Dios que me arregle el matrimonio? ¡No! Pero tiene que quedar claro que Dios tiene que ser lo primero en tu vida. Dice la Biblia: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. El primer mandamiento es: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas” (Marcos 12:30), no amar las cosas que el Señor te da.

Alabo al Señor porque Él es maravilloso y grandes son sus obras. Claro, si no lo conoces, ¿cómo lo vas a alabar? Tienes que acercarte a Dios y buscar su rostro; y decirle que quieres conocerlo más. Porque quien más lo conoce, más le adora. ¡Qué privilegio es formar parte de la familia de Dios! La gente sufre porque no puede ver a su familia; yo hace muchos años que no veo a mi familia. Pero estoy en Uruguay porque amo más a Dios que a mi familia. Hace veintinueve años que me vine de Argentina a Uruguay y dejé a mi familia, y apenas los veo una vez por año o cada dos años. ¿Y qué dijo Jesús? “Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre” (Mateo 12:50).

“Padre, enciende el fuego en nuestros corazones y que aprendamos a amarte y a adorarte en los tiempos difíciles. Que aprendamos a valorarte por sobre todas las cosas. ¡Tú eres nuestro Dios! ¡Bendito sea tu nombre! Gracias Señor, porque nos has hecho entrar en conciencia que todo tiene como fin el plan que has ideado de tener familia en el reino de los cielos. ¡Gracias por los hermanos en la fe que me has dado! ¡Gracias por la familia que me has dado! Son aquellos que tú has rescatado; son aquellos que te recibieron y creyeron en ti. Son aquellos a los que les has dado la potestad de ser tus hijos. Sopla tu Espíritu sobre ellos, Padre. Sana las enfermedades y toda dolencia, arranca los temores y las angustias. Que sean llenos del gozo del Señor y de la paz de Dios que sobre pasa todo entendimiento. Te alabo y te bendigo, Dios. Reprendo y echo fuera de las vidas toda enfermedad. Sana Padre, en el nombre de Jesús. ¡Dios misericordioso, Dios piadoso. ¡Glorifica tu nombre Dios mío! Libra de angustia a tus hijos. ¡Dales tu gozo! Que en este tiempo en que muchos se angustian vean a tus hijos alabarte, felices, con esperanza y con fe. Corta toda cadena de maldición, Padre. Destruye todo trabajo de hechicería, en el nombre de Jesús. Levanta a tus hijos Señor y hazlos resplandecer. Te lo pido en el nombre glorioso y bendito de Jesús y para tu gloria Señor, amén”. 

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