¿SOY YO ACASO GUARDA DE MI NACIÓN? - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

¿SOY YO ACASO GUARDA DE MI NACIÓN?

INTRODUCCIÓN

Yahweh es Señor de las naciones. Nuestro Dios es Señor de las naciones. Nos gusta el hecho de recibir, pero no podemos recibir sin antes dar. Si tú quieres cosechar algo mejor de lo que estás recibiendo, tienes que revisar la semilla que estás sembrando, porque no hay cosecha si no hay siembra. Hoy queremos darle a Dios toda la gloria que se merece, y honrarlo. Debemos darle reconocimiento y declarar con nuestra boca que Él verdaderamente es el Señor de las naciones. No sólo es Señor de tu vida o de la nación en la que vives; Él es Señor de todas las naciones y debemos reconocer que las naciones existen porque Dios las ha creado. Ha creado las naciones a partir de los matrimonios de hombres y mujeres y a través de la familia. A Abraham le dijo: “…haré de ti una nación grande” (Génesis 12:2). ¿Cómo se forman las naciones? ¡A partir de una persona!
Hoy declaramos que Dios es el Señor de todo, y no sólo de las naciones sino de todas las cosas. Dice la palabra de Dios: “Excelso sobre todas las naciones es Jehová, sobre los cielos su gloria” (Salmos 113:4). Excelso significa, “por encima de”. ¡Dios está por encima de todas las naciones! ¡Él es el Señor y el Juez de las naciones! Dios es quien guía los destinos de la historia y le da a cada nación lo que cada una merece; como también le da a cada persona lo que se merece. Uruguay y las naciones tienen lo que se merecen porque Dios es un Dios justo que le da a cada uno conforme a sus obras. Si quieres tener una mejor cosecha que aquella que venías cosechando hasta ahora, revisa la semilla que estás sembrando.

DIOS DE NACIONES

Hay dos cosas en las que quiero hacer énfasis: Dios es el Señor de mi vida y es el Juez. Si una persona peca, contra Yahweh peca. Tenemos que acostumbrarnos a pronunciar bien el nombre del Señor y decirle de aquí en más Yahweh. ¡El nombre de nuestro Dios es Yahweh! Le podemos decir: Señor, Altísimo, Omnipotente, etc, y estas son cualidades; pero Él tiene un nombre que es sobre todo nombre. ¡Su nombre es Yahweh! Si una persona peca, contra el Señor peca, y el Señor le juzgará. Podemos referirnos a Él como el Señor, no hay problema, pero será conocido en todas las naciones y en todo lugar por su nombre. La Biblia dice que todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo; esto lo encontramos en Joel 2:32 y Hechos 2:21. Todo aquel que invoque el nombre de Yahweh será salvo. Hoy mencionamos su nombre reconociéndolo e identificándolo, porque hay muchos dioses y cada cual tiene su nombre y cualidad; pero hay un Dios que tiene un nombre que nadie tiene en el universo.
Cuando una persona se desvía, el juez es quien lo juzga; y Dios es quien recompensa o da castigo a las personas. Nosotros tenemos una visión muy cortita y pensamos que con que estemos nosotros bien, todo está bien. Con que yo esté bien no significa que está todo bien. La Biblia afirma que todas las almas son suyas: “He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá” (Ezequiel 18:4). Yo quiero llevarte más allá. Así como nosotros tenemos un corazón y un alma, varias veces en la Biblia se ve que una ciudad tiene una inclinación, tiene una mentalidad, una manera de sentir y una manera de reaccionar. Entonces, Dios trata con una ciudad igual que con una persona. Yahweh es Señor de la ciudad. Tú eres parte de una ciudad, no sólo eres responsable de tus decisiones personales; eres un representante de Dios en la ciudad en la que moras. Por lo tanto, eres responsable delante de Dios de lo que suceda en tu ciudad. Según la Biblia, si una ciudad peca ocurre igual que si peca una sola persona. Si una persona peca, contra Yahweh peca, y Yahweh juzgará a esa ciudad. Le dará a esa ciudad la recompensa que merece, sea elogio o bendición, así como también un castigo.
Jesús se lamentó: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!” (Mateo 23:37). No es que se volvió poeta Jesús, le habló a una ciudad como le habla a una persona. Parece ser que una ciudad tiene alma y Dios trata con ella como con una persona.
Recordemos cuando el Señor mandó a Jonás a predicar a Nínive para advertirles que serían castigados si no se arrepentían de sus pecados; Jonás estaba molesto porque creía que no tenía nada que ver con eso, pero finalmente fue y les predicó. Entonces, los de Nínive se arrepintieron y Dios no los castigó. No los castigó porque Jonás les predicó y la ciudad se arrepintió.
Pero se enojó Jonás con Dios, según nos relata la Biblia en Jonás 4:1, 2, 4 y 11: “Pero Jonás se apesadumbró en extremo, y se enojó. Y oró a Jehová y dijo: Ahora, oh Jehová, ¿no es esto lo que yo decía estando aún en mi tierra? Por eso me apresuré a huir a Tarsis; porque sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de grande misericordia, y que te arrepientes del mal…Y Jehová le dijo: ¿Haces tú bien en enojarte tanto?… ¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?” Dios le muestra misericordia a una ciudad que está corrompida y a la cual iba a enviar un castigo de no ser porque se arrepintieron cuando Jonás les predicó.
El 25 de agosto se celebra en Uruguay la Declaratoria de la Independencia, y yo como hijo de Dios y su representante en esta nación, me siento hoy más responsable que nunca de lo que está sucediendo en la nación. Si los cristianos nos hubiéramos involucrado en cosas que estaban aconteciendo en Uruguay, esas cosas no hubieran ocurrido. Están ocurriendo cosas que a mí me alertan y estoy siendo alertado desde hace mucho tiempo atrás.
En una oportunidad, Jesús les habla a dos ciudades, Corazín y Betsaida, contra quienes está enojado porque en estas ciudades el Señor hizo hecho muchos milagros, y en un momento alza su voz y les habla a esas dos ciudades diciéndoles: “¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, tiempo ha que se hubieran arrepentido en cilicio y en ceniza. Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para Tiro y para Sidón, que para vosotras” (Mateo 11:21-22).
Dios tiene una manera de medir que no es como la nuestra. Si más se le dio a Corazín y a Betsaida, y Tiro y Sidón eran ciudades duras, pero no se les dio lo que a las primeras, entonces les dijo a Corazín y a Betsaida que el castigo sería más tolerable para Tiro y Sidón que para ellas. Hoy estamos reflexionando y reconociendo que Yahweh es Dios de nuestras vidas, de nuestra familia y de nuestra ciudad. De la misma manera, si una nación peca, contra Yahweh peca, y Yahweh la juzgará. Entonces, si una persona peca, Dios la va a juzgar; si una ciudad peca, Dios la va a juzgar, y si una nación peca, Dios va a juzgar a esa nación. O sea que Dios trata a una nación como trata a un individuo. Hay un sentir dentro de una nación, lo mismo que en una ciudad, que la vuelve más dura contra Dios o lo reconoce como Dios. Dice la Biblia en Proverbios 14:34: “La justicia engrandece a la nación; mas el pecado es afrenta de las naciones”. Dios trata de más pecadora o menos pecadora, no sólo a las personas sino también a las naciones.
Hoy exaltamos al Señor reconociendo que Él es Dios de todo. Así como creó Dios a las personas también creó ciudades, y así como creó ciudades, también creó naciones. En otras palabras: ¡Todo le pertenece! Yo hoy me presento delante de Dios para pedir su favor sobre la República Oriental del Uruguay y pedirle que se abran ventanas en los cielos que favorezcan esta nación que se ha endurecido, y a cuyos gobernantes no les importa si hay Dios o no hay Dios. ¡Sufro al ver lo que está aconteciendo en Uruguay! ¡Esta nación es un mal ejemplo a las otras naciones y todavía se jactan de que este país es un laboratorio para América Latina! ¡Estoy avergonzado delante de Dios! ¡Me duele! ¡Esta nación está afrentando al Señor del cielo y de la tierra!
Hoy arengo a la iglesia diciéndoles que nosotros tenemos la responsabilidad de lo que está pasando en Uruguay. Somos responsables en cuanto a las declaraciones que hacen nuestros gobernantes. Si fuésemos luz, habría menos oscuridad y si falta luz no es por causa de los gobernantes; si falta luz es por causa del pueblo de Jesucristo que fue enviado para ser sal y luz de la nación.
La justicia engrandece a la nación. La justicia no proviene de las leyes humanas sino de la voluntad de Dios; y Dios es justo y establece justicia. Él es el que decide lo que está bien y lo que está mal y juzga sobre lo que está bien y sobre lo que está mal. Dios condena a quien tiene que condenar. Y nosotros somos embajadores en nombre de Cristo dice una de las cartas a los Corintios. Dice la Biblia que Jesús está sentado a la diestra del Padre intercediendo por nosotros; y nosotros somos embajadores del que está sentado a la diestra del Padre. En otras palabras, nosotros somos sacerdotes e intercesores. Él es el sumo sacerdote y nosotros somos los que abogamos por la paz y la bendición de Dios y los que advertimos a la nación. ¡Somos responsables! La viveza criolla no va con Dios. Mientras yo esté bien todo está bien. ¡Mentira! No hemos sido llamados a ser como el Caín de nuestro prójimo. Cuando Dios le preguntó a Caín por el hermano, él le respondió: “¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?” (Génesis 4:9). La respuesta es: ¡Sí! ¡Soy guarda de mi prójimo! Desde el momento en que Dios te dijo: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:39), te puso por guarda de tu hermano.
Hay un pasaje de la Biblia que es muy usado a la hora de ministrar las ofrendas que dice: “Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado” (Malaquías 3:9). No se trata sólo de una maldición que cae sobre un individuo o sobre una familia; se trata también de maldición sobre naciones. Cuando Dios juzga una nación, toda ella cae sobre opresión extraña. Y nosotros, observamos que están pasando cosas en Uruguay que no alegran el corazón de Dios y como cristianos somos responsables por ello.
Todas las naciones se van a presentar delante de Dios, así lo expresa el Salmos 83, versículo 9: “Todas las naciones que hiciste vendrán y adorarán delante de ti, Señor, y glorificarán tu nombre”. Dios llamará a todas las naciones. En el libro de Filipenses 2 el apóstol Pablo nos dice: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”. Cuando dice que toda rodilla se doblará y toda lengua confesará, se refiere a naciones y pueblos. Todos vendrán y se presentarán delante de Él, se postrarán y proclamarán: “¡Jesucristo es el Señor!” Somos los guardas de nuestra nación; somos los representantes de Jesús en la tierra. Deseamos y esperamos que las cosas cambien, pero si quieres tener una mejor cosecha, debes revisar la semilla que estás sembrando. ¿Cuánto te duele tu ciudad y tu nación?

CONCLUSIÓN

“Señor, derrama amor en nosotros para amar nuestra tierra. Danos amor para amar a nuestros niños, a nuestros adolescentes y jóvenes. Derrama amor sobre nuestros corazones para amar la familia que nos has dado. Enséñanos tus caminos y úsanos como instrumentos de tu gracia a favor de nuestra nación”. Todas las naciones que hiciste vendrán y adorarán delante de ti Señor, y glorificarán tu nombre. No significa que todas las naciones serán salvas; se tendrán que postrar delante del Señor y reconocer su Señorío, les guste o no, quieran o no. Y queremos que la nación por la que intercedemos se postre delante de ti, no por obligación sino por amor, por haber reconocido al Dios creador del cielo y de la tierra.
Salmos 72:11 dice: “Todos los reyes se postrarán delante de él; todas las naciones le servirán”. Me asombra cuánta soberbia hay en el ser humano como para no reconocer que hay un Dios, que es dueño, Señor y Soberano de todo cuanto existe. Debemos reconocer que Él es Dios, que es el Creador y el Juez de todo. Mientras la soberbia del hombre dice: “Yo creo en el hombre, Dios nada tiene que ver con el gobierno humano porque es de los hombres y no de Dios”, hoy yo me humillo delante de Dios y declaro: “¡Señor, todo es tuyo! Digan lo que digan, yo me inclino delante de ti y predico a los cuatro vientos que tú eres Señor, eres Rey y Soberano del mundo, y lo proclamo para Uruguay y para todas las naciones. De acuerdo con lo que dice la Declaratoria de la Independencia uruguaya declaro que somos independientes de todo poder extraño, de todo principado y toda potestad demoníaca. Somos independientes de los gobernadores de las tinieblas. Declaro la independencia del Uruguay de todo poder ateo y agnóstico, y de toda maldición invocada sobre esta nación. Declaramos hoy que somos dependientes de aquel que nos juzgará y juzgará todas las cosas, en el nombre de Jesús”.

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