CREADOS PARA BUENAS OBRAS - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

CREADOS PARA BUENAS OBRAS

                 INTRODUCCIÓN

Cuando haces cosas importantes para la sociedad muchos se ponen contentos, pero otros no. Hay quienes nos odian cuando hacemos buenas obras, de igual manera le sucedió a Jesús, porque hay espíritus de maldad que usan a las personas y las llevan a detestar lo que apreciamos. Nosotros creemos que un embrión humano es importante y no es parte de una mujer sino un ser humano en pleno desarrollo pero algunos detestan que estemos en contra del aborto. Entonces se levantan guerras, pero como decía Don Quijote de la Mancha: “Ladran Sancho, señal que cabalgamos”. Hay quienes han modificado esta frase, y dicen: “Ladran Sancho, señal que hay perros”. ¿Y los perros, qué hacen? ¡Ladran! Entonces si ladran sabes que son perros, si graznan son patos, y si hacen obras buenas sabemos que es un cristiano. Dios hizo al pato para graznar, al perro para ladrar y a nosotros sus hijos, nos creó para hacer buenas obras. Jesús dijo que nuestras buenas obras tienen que ser vistas por los hombres. A Él lo acusaban de estar endemoniado y un día les dijo a todos esos que le ladraban: “¿Por cuáles de las buenas obras que he hecho de mi Padre me quieren apedrear?” Jesús evidenció que había venido al mundo para hacer las obras de Dios.

Toda cosa creada tiene un propósito, tiene una función y una razón de ser; un revólver fue hecho para disparar balas. Hay una división abismal entre los que creemos en Dios y los que no creen, y nosotros los que creemos hacemos sus obras. No sólo creemos en la eternidad sino también, las cosas que hacemos son eternas. ¡Son trascendentes! ¡Van más allá de nuestra existencia! Dice la Biblia que hemos sido creados por Dios para buenas obras y eso es lo que nos identifica: Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” Efesios 2:10.

                ¿QUÉ OBRAS ESTÁS HACIENDO?

Ahora veamos cuáles son las buenas obras. Le preguntamos a alguien qué obra está haciendo y responde: “Bueno, yo me llevo bien con todo el que puedo, no le hago mal a nadie. Amo a mi esposa, cuido a mi familia”. Cuando llegues al cielo, el Señor te dirá que eso que has hecho no sirve. “¡Pero yo he sido carpintero!” “¿Y de qué me ha servido a mi tu profesión y tu trabajo?” te dirá el Señor. “No, yo trabajé para comer y mantener a mi familia”. “Pero eso no alcanza”, te responderá. Debemos caer en la cuenta que no alcanza con hablar bien o hacer lo que nos parece correcto; hay muchos que alardean que van a hacer esto y aquello pero no lo hacen. Una joven sueña, se ilusiona y habla acerca de que se va a casar de blanco pero no salió así como ella pensaba. Un día decidió no esperar más y se agarró al primero que vio, con quien se acostó, pero la relación no funcionó, entonces fue en busca de otro. Después dice: “Yo siempre soñé que iba a entrar a la iglesia vestida de blanco y que iba a llegar virgen al altar”. Muchas cosas que se piensan o dicen no se concretan y a Dios no le alcanza con que declares: “Yo voy a hacer lo que me digas, si quieres, voy a predicar donde me mandes”. Porque si el Señor te manda a Haití por ejemplo, tú dices: “Ah no siento de ir a Haití”. ¡Lo que le habías prometido a Dios no lo cumpliste! Muchos saben que tienen un llamado de parte de Dios y cuando le preguntas qué está haciendo, responden: “Estoy esperando porque hay algo que me detiene”. Yo digo que ese algo es un demonio. ¿Quién es tu Señor? Algo te detiene para que no hagas aquello para lo cual fuiste creado. Los patos graznan, los perros ladran y los creyentes dicen que algo les impide hacer la obra de Dios.

Los resultados de tu existencia en el mundo deben ser evidentemente las obras de Dios. Las obras de Dios son trascendentes, y nosotros somos eternos, tenemos eternidad y las cosas que hacemos son para la eternidad, porque los planes de Dios trascienden el límite de tu existencia.

Es fácil determinar si una persona trabaja para Dios o para sí misma. Alguien dice: “Me ha costado veinte años hacerme una casa. ¡Gracias a Dios que me ha bendecido y me permitió hacerme una linda casa!” ¡Tu vivienda no es eterna! Es fácil entender cuánto invertí de mi vida, mis fuerzas y mi tiempo para Dios y cuánto invertí sólo para mí. No digo que no tengas derecho a tener una vivienda pero esa no es la obra que evidencia que eres un cristiano bendecido. En una de esas, esa casa que has construido es la causa de tu perdición. Dejaste de asistir los domingos a la iglesia porque tenías que terminar de construirla; terminaste enfriándote y ya no ofrendaste ni diezmaste más y cuando al final lo lograste, tu mujer te dejó porque se cansó de ti y terminaste casado con tu casa. Corremos el riesgo de invertir nuestra vida en cosas que no aprovechan y el Señor pregunta: “¿Por qué gastan el dinero en lo que no aprovecha y su vida en lo que no sirve?” En Isaías 55: 1y 2 leemos: “A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura”. “¡Yo soy el Señor de las añadiduras, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia y yo me encargaré de que a ustedes no les falte lo que necesitan!”

En un tiempo atrás yo miraba al pastor Cash Luna con un poco de escepticismo y decía de él: “Este hombre que está lleno de plata y gasta tanto…” Y mi interior lo resistía hasta que lo conocí bien y dije: “¡Yo tengo que aprender de él!” Entonces me hice su amigo y le conté acerca de él a mi hermano Hugo Márquez que está construyendo un templo en la ciudad de Neuquén. “¡Es un tipazo!” le dije. “El pastor Cash Luna es una persona sencilla, ya ha gastado más de cien millones de dólares en la construcción de un templo, pero el hecho no es que tenía dinero para un proyecto tan caro. Él me contó que no tenía dinero para construirlo, lo que sucede es que sintió de parte de Dios que tenía que hacer un templo grande y excelente y comenzó la obra con los recursos que tenía. Lo cierto es que si la obra es de Dios, el Señor la respalda. ¡Dios está detrás de las buenas obras que ha preparado para que nosotros andemos en ellas!

Están los cristianos que dicen que siempre les falta “cinco pal peso” y los que dicen: “Estoy lleno, no me falta nada, soy feliz. Con Dios tengo todo”. Yo declaro: ¡Con Dios lo tengo todo, Él es mi Padre y mi sustentador! ¡No me deja faltar nada! Yo hago su obra y Dios la banca, Él es quien provee para la visión. El Dios de la visión es también el Dios de la provisión.

Hablando con el pastor Cash Luna me dijo: “Jorge, cuando yo empecé a hacer el templo ingresaba en ofrendas y diezmos una determinada cantidad por año, y al iniciar la obra, por mes comenzó a ingresar la misma cantidad que ingresaba por año”. Y él dijo en un mensaje: “Si yo hubiera tenido que construir esta iglesia con el dinero que entraba antes de comenzar la obra, hubiera tardado sesenta años en edificarla. Pero cuando empecé a hacer la obra, se multiplicaron las entradas de dinero y finalizamos en seis años un templo para trece mil personas”.

Yo comencé la edificación de un templo y nos está costando muchísimo económicamente pero es el más grande de Uruguay. Las últimas semas me sentía un poco triste porque cada vez costaba más librar cheques, ya que no había dinero en la tesorería, y la secretaria me decía que no largara tantos cheques y tuviera cuidado porque había que cubrirlos, así que yo cuidaba mucho los gastos. Unos hermanos que ayudan en la obra me dijeron que necesitaban cuatro mil tornillos y yo trataba de no gastar mucho dinero. Venía trabajando a media máquina, empujando la obra, y un domingo prediqué acerca de la ofrenda de David, la más grande registrada en la historia de la Biblia. Él tuvo en su corazón ofrendar para la construcción del templo de Jerusalén. Esta ofrenda consistía en cien mil talentos de oro y un millón de talentos de plata. Un talento equivale a treinta y cuatro kilos o sea que cien mil por treinta y cuatro serían tres millones cuatrocientos mil kilos de oro. Hablando de la ofrenda de David incentivé a los hermanos de la iglesia a dar una ofrenda especial para la construcción del templo. Casi me olvido de que cuando uno hace la obra de Dios, el que banca es el Señor y me estaba poniendo ansioso y afanoso; comenté con varios pastores acerca de que estaba difícil la cosa, y la economía del país se enfrió, etc. La economía de nuestros bolsillos está fría hace años pero la del país se acaba de enfriar. Aun así un hermano en Cristo ofrendó una gran cantidad de dinero para la obra y me dijo: “Nuestra familia quiere que puedas terminar el templo tranquilo”. Una parte del dinero era una ofrenda y la otra parte un préstamo. Este hermano me dijo que lo ocupara, que terminara la obra tranquilo, y después me fijara cómo se lo devolvería.

También, hace meses queremos comprar un terreno en la Ciudad de la Costa pero me negué porque la prioridad era el templo. Este hermano me preguntó acerca de ese terreno y le dije que en la tesorería no había dinero para semejante inversión, pero que, con la ofrenda que me estaba dando llegaríamos a terminar el templo y con el dinero del préstamo tal vez podríamos comprar ese terreno, entonces me dijo: “No, eso es aparte. Si el negocio de la compra del terreno es bueno te presto también para que hagas el negocio”. En definitiva, estamos terminando la construcción del templo en Beraca y comprando el terreno en la ciudad de la Costa. Cuando me preguntaron los hermanos que ayudan en la obra si podían comprar los cuatro mil tornillos les dije: “¡Si claro, cómprenlos!” “¿Y podemos comprar madera también?” “¡Si dale comprá!” ¡Vamos a terminarlo! ¡Las obras de Dios son grandes y Él nos ha creado para hacerlas! ¡Dios banca sus obras!

Leemos en Mateo 16:27: “Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras”. Hay algunos que hablan lindo. ¡No paran de hablar! Especialmente si son mujeres. ¡Cómo hablan! Con eso de que las mujeres usan los dos hemisferios del cerebro y pueden hacer varias cosas a la vez y los hombres usamos solo una, es común ver a una mujer amamantando al bebé, haciendo de comer y viendo que su otro hijito no se caiga por la ventana, y además, gritándole al marido: “¡Cuidado que se cae!” Y él le responde: “¡No me molestes!” ¡Está viendo el partido concentradísimo!

Dios pagará a cada uno conforme a sus obras. ¡No, según lo que decimos u opinamos, sino según lo que hacemos! ¿En qué barrio del cielo vas a vivir? No sea que salgas de Pocitos y te vayas a vivir en el Borro del cielo. Dios te va a pagar de acuerdo a tus obras y hay obras que son grandes e importantes como el templo que construyó el pastor Cash Luna, pero hay otras que son el fruto natural del creyente. Dios ha creado a las mujeres para que ellas hagan cosas que ha determinado que hagan; y ha creado a los hombres para que hagan tareas de hombres. Si alguien te hace creer que somos iguales, no lo somos.  Las mujeres tienen una contextura ósea diferente a los hombres, por eso, cuando ellas quieren jugar al fútbol, lo hacen mujeres contra mujeres. Pero si ponen a los hombres a jugar contra las mujeres terminarán todas lastimadas. La fortaleza de la mujer está en otro lado. ¡Ten cuidado con el sexo débil! Nos dicen que la mujer es más sensible, inclinada a lo sentimental y el hombre es más práctico. El cerebro de la mujer funciona distinto al cerebro del hombre. ¿Por qué? Porque Dios nos ha creado para hacer distintas tareas y hay cosas que tienen que funcionar de acuerdo al corazón de Dios.

Estuve ministrando a una pareja con problemas bastante serios. A ella varias veces le dije que era manipuladora, lo tenía al marido como en el ejército: ¡Cuerpo a tierra, salto de rana, carrera mar! Se creía que tenía la sartén por el mango. Has visto que las sartenes tienen tres remaches pero estaban flojos. El marido comenzó a mirar cómo otra mujer trataba a su esposo, y pensaba: “¡Qué linda! ¡Si yo me hubiera casado con una así!” Se fijó en ella y le empezó a mandar mensajes en los que le decía: “¡Me encanta cómo tratas a tu marido! ¡Qué linda que sos!” Después le escribe: “Mi mujer ya me tiene cansado”. Él va haciendo, no precisamente la obra de Dios. En otro mensaje, le dice: “Hace un año que te vengo observando”. Entonces ella le responde: “¿En qué te puedo ayudar?” Hasta que se arma y la mujer que creía que lo tenía agarrado, se siente destruida y no puede creer lo que le está pasando. Estaba segura que nunca le iba a suceder lo que le estaba sucediendo. El marido, es una persona que la verdad a mí me tenía cansado. Le dábamos trabajos para hacer, se comprometía, pero después nos decía que no había podido hacerlo. Nos quería cobrar más porque el dinero no le alcanzaba, hasta que lo mandé sacar de la obra porque no quería que estuviese más. La esposa me dijo que no podía perdonarlo, a lo que le pregunto: “¿Cómo que te es difícil perdonarlo? Además de tener un problema con tu esposo tienes un problema con Dios.” ¿Por qué digo que tenía un problema con Dios? ¡Porque un cristiano tiene el deber de perdonar! Yo puedo estar muy herido pero debo tener claro que soy cristiano. ¡Si no perdonas no puedes entrar al cielo aunque hayas sido el más servicial en la iglesia! En un momento la miro fijo a la mujer y le digo: “¡Tu marido es un turro, a mí también me cansó! ¡Me ha vuelto loco! Pero he decidido amarlo y ayudarlo. ¿Lo perdonas o no?” Ella lo mira y le dice: “Te perdono”. Yo le pregunté: “Si se hubiera acostado con la otra mujer, ¿lo perdonarías?” “¡Ah no, si se acostó no lo perdono!” Se supone que el creyente tiene el Espíritu Santo. ¿Con qué espíritu un cristiano puede decir que no perdona? A veces Dios te manda a hacer una obra muy grande pero en todo caso simplemente Él te manda a amar a tu enemigo. ¿Y si te manda amar a tu enemigo, cómo no vas a amar a tu esposo o a tu esposa? ¿Con qué excusa quieres entrar al cielo si tienes un resentimiento? Aunque tú no le llamas resentimiento sino dolor. Si sientes dolor tómate un calmante y se te irá enseguida, pero si el dolor en tu corazón lleva muchos años, se llama resentimiento…

“Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.” ¿Has perdonado lo que te hicieron o no? “Es que lo que me hicieron fue muy grande…” ¡Lo que te han hecho no es nada! Jesús te dice: “Cuando estuve en la cruz del calvario con mis manos clavadas, no pensaba en mi dolor sino en el infierno que iban a vivir los que me crucificaron, pero clamé a Dios: “¡Padre perdónalos porque no saben lo que hacen!” La pregunta es: ¿Tienes el espíritu de Cristo o no?

CONCLUSIÓN

¿Son importantes las obras? Los proyectos son importantes a menos que se lleven a cabo. Lo que soñaste no es importante a menos que se realice ese sueño, porque lo que importa es el resultado. Y si lo que soñaste no era de Dios pero lo conseguiste, no quiero estar en tu pellejo porque hemos sido creados para hacer las buenas obras que Dios preparó de antemano para que nosotros andemos en ellas. Cuando Dios te mandó al mundo lo hizo con un manual de cosas que tienes que hacer. ¡No has venido al planeta Tierra de vacaciones! ¡No has venido a pasarla bomba sino a desalojar los poderes de las tinieblas! ¡Has venido a confrontar a satanás! Cuando con todo amor te has dispuesto a hacer lo que Dios quiere, aparecieron los demonios del infierno infundiéndote temor y tú dices: “Me da miedo, ¿será de Dios esto o no?” Tú tienes que saber si es de Dios o no, y si es, enfrentas el miedo y le dices: “¡No importa lo que hagas, yo voy a hacer la obra de Dios a pesar de sentir miedo! ¡Voy a pasarte por encima temor pero haré la obra de Dios!

Han sido varios los creyentes que me han dicho: “Yo sé que tengo un llamado de Dios pero tengo muchos problemas que resolver”. A ellos, de parte de Dios les pregunto: ¿Qué estás esperando? ¿Tienes comprada tu vida como para darte el lujo de vivir gastando oxígeno y gastando tu existencia sin hacer la voluntad de Dios? ¿Así que tienes muchos problemas? ¡No me digas! Yo estoy haciendo la obra de Dios pero te aseguro que problemas no me faltan. ¿Pretendes hacer la obra de Dios cuando ya no tengas inconvenientes? “Lo que pasa es que algo me frena…” ¿Pero quién es tu Dios? ¿Qué es eso que te está frenando? ¿Quién será señor de esas personas que no se animan a enfrentar a ese algo? ¡Echa fuera ese espíritu de algo que te agobia! Tú dices: “Quiero ir a la iglesia pero algo no me deja…” “Quiero orar pero algo no me deja…” ¡Es bárbaro ese espíritu de algo! No te deja orar o asistir a la iglesia y no te deja perdonar. “¡Es difícil perdonar pastor!” ¡No es difícil! ¡Al Señor no le cuesta nada perdonar! “Ah, el Señor es el Señor y yo soy yo”. Si es así tú eres el señor de tu vida y no Dios. ¡El Señor no gobierna tu vida si no puedes perdonar! ¿Vas a vencer o seguirás siendo un cobarde? Dice la Biblia que los cobardes no entrarán en el reino de los cielos.

Quiero decirte que el diablo trata de asustar a todos los que se disponen a hacer la obra de Dios. Yo sentí miedo muchas veces pero debía elegir entre hacer la voluntad de Dios o retroceder. También te abruman las dudas pero te pregunto, ¿sabes lo que Dios quiere de tu vida? ¿Dudas si Dios te va a proveer por eso no te animas a hacer su obra? Es que el diablo te hace dudar pero así y todo tienes que arremeter,  enfrentar la duda, enfrentar el temor y hacer las obras de Dios.

Pregúntale al Señor cuáles son esas obras que debieras hacer pero no estás haciendo y cuáles son esas obras que estás haciendo pero no son suyas. Entra en una relación profunda con Dios de tal manera que tengas la certeza de que harás lo que Él quiere, no porque a ti te gusta o te parece sino porque sabes que es lo que el Señor quiere para ti. Dios te creó para que hagas su obra y para que la gente la vea y se maravillen. Porque nuestras buenas obras, dijo Jesús, deben ser vistas por los hombres; y no son las obras de cualquier vecino que dice: “Yo no me meto con nadie así que no se metan conmigo. Yo no le hago mal a nadie, quiero vivir y que me dejen vivir”. Las obras de Dios tienen sus raíces en el amor; el amor te motiva a hacer las obras de Dios. ¿Por qué te lo digo? Porque la Biblia dice que si no lo haces con amor de nada sirve lo que haces; si lo que haces no sale del amor de Dios no sirve de nada que ofrendes ni que entregues todos tus bienes para ser repartidos a los pobres.

Si dejas que Dios te llene de amor nunca más serás inútil para el reino de los cielos. ¡El Señor quiere transformarte hoy! Sabes que Dios te está demandando hacer algo pero algo no te deja hacerlo. Dile: “Perdóname, Señor. He estado esperando que aparezca un ángel o que me des una visión y me muestres qué es lo que debo hacer, pero tú ya me lo has mostrado. Ayúdame a hacer tus obras Padre, te lo pido en el nombre de Jesús, amén”.

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