EL ESPÍRITU SANTO: LA PRIORIDAD CORRECTA - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

EL ESPÍRITU SANTO: LA PRIORIDAD CORRECTA

Leemos en Lucas 11:13 que estaba Jesús enseñando acerca de orar, de pedir, acerca de buscar, de llamar y de insistir; enseñaba acerca de la oración y termina la charla diciendo: 13Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”

Les preguntó a los padres: ¿Ustedes les dan cosas buenas a sus hijos? Si tú siendo malo les das cosas buenas a tus hijos, ¿cuánto más hará Dios, que es bueno? ¡Él les dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!  ¡El Espíritu Santo es un gran regalo de Dios para los creyentes! ¡El Espíritu Santo es el mejor regalo que Dios tiene para ellos! ¡Es el más poderoso! ¡Hoy, Dios le va a regalar el Espíritu Santo a más de uno! Más de uno tendrá que cambiar sus prioridades en cuanto a qué es lo que quiere, porque dijo el Señor: “¿Cuánto más hará vuestro Padre en dar el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan?” El problema es, qué le pides a Dios.

Durante dos años le pedí a Dios que me diera a mi esposa Marta, hasta ayuné, lloré y patalee. Muchas veces lloramos, ayunamos, pataleamos, nos esforzamos y pedimos a Dios, y decimos: “¿Por qué Dios no me escucha?” Cuando hacemos esas cosas, como ayunar, orar, le golpeamos las puertas a Dios de mañana, de tarde, de noche, ¿por qué lo hacemos? Supongamos que le pides una bicicleta o un novio, ¿por qué llegas a ayunar hasta enflaquecer de angustia pidiéndole algo a Dios? ¡Porque le pedimos a Dios con más vehemencia las cosas que consideramos importantes! Aquello a lo que tú le das prioridad, por ejemplo un título universitario, ya que quieres ser un profesional, se transforma en algo muy importante en tu vida, entonces oras así: “¡Ayúdame Señor, en el nombre de Jesús que pueda rendir esta materia que no la entiendo mucho, ayúdame a sacarla adelante! ¡Ayúdame a sacar adelante esta carrera Dios mío aunque no sepa geografía o historia pero dame ese título para tu gloria, para tu honra!”

Cuando alguien quiere una novia, ora así: “¡Oh Padre, te pido dámela, dámela, dámela!» Y te agotas, ayunas, enflaqueces y oras; pero viene alguien y te dice: “Acá hay otra más linda”. Pero tú quieres a Juanita, Juanita, Juanita. Es que la consideras algo muy importante, por eso se lo pides a Dios con tanta vehemencia.

Le pedimos a Dios algo que consideramos importante, pero que no es exactamente importante. Te reitero el concepto: Muchas veces no le pedimos a Dios cosas verdaderamente importantes, sino lo que consideramos importante. Entonces, de acuerdo a nuestras prioridades, pedimos. Pero Dios tiene otras cosas para darte, que son regalos preciosos, y Él tiene otras prioridades. ¿Estás necesitando una casa? ¿Se la estás pidiendo o no? Pero tendrías que preguntarle a Jesús: “¿Señor cuál es el regalo más importante que tienes para darme?” Imaginémonos a Jesús; Él está en el cielo, intercediendo por nosotros al Padre: “Padre, Padre, quiero darle una casa de dos pisos a Fulanito, con tres baños. Padre, Padre, Padre”. ¡Preocupado Jesús de que tengas tu casa! Si le preguntas a Jesús cuál es el regalo más grande que Él quiere darte, estoy seguro que diría: “Yo quiero llenar a mi pueblo con mi Espíritu. Quiero darle a mi pueblo una llenura tal, que abunden la gloria, el fuego y el poder en mi iglesia.”

Te lo vuelvo a decir: ¡El regalo más grande que Dios tiene para nosotros es el Espíritu Santo! ¡La llenura del Espíritu Santo! ¿Quién ha ayunado hasta enflaquecer pidiendo la llenura del Espíritu Santo?

¿QUÉ PIDES CON VEHEMENCIA?

Jesús dijo: “Si ustedes que son malos saben dar buenas dádivas a sus hijos, ¿cuánto no hará Dios en darles el Espíritu Santo a los que se lo piden?” ¡O sea que da por descontado que eres malo! ¿Alguna vez has pedido con vehemencia, con ganas, con fuerza, con ayuno, y has llorado delante de Dios pidiéndole que te llene de su Espíritu? Es que esa petición no forma parte de nuestras prioridades y no forma parte de la lista de regalos que quisiéramos recibir de Dios. Pero ese es el regalo que Jesús prometió para los creyentes a los efectos de que éstos pudieran tener toda la sabiduría, la inteligencia, el poder, la gloria, para que pudiesen tener luz y conocer la verdad, para que pudiesen ser guiados en las decisiones que deben tomar; pero a algunos creyentes no les importa mucho el camino que deben caminar, porque tienen que pedirle a Dios alguna otra cosa que ellos tienen pensado. En otras palabras, no le hemos dado al Espíritu Santo el valor que tiene en la vida del creyente; si el Espíritu Santo te estuviese llenando, si te estuviese guiando a toda verdad, sería innecesario que le pidas a Dios muchas de las cosas que le demandas.

Dios ha querido que la vida cristiana sea de una clase sobrenatural, marcada por la presencia, el poder y la luz del Espíritu Santo en el creyente. ¡Eso es la vida cristiana! No es para que el creyente ande tanteando como ciego cuál es la voluntad de Dios. Cada vez que le pregunto a algunos hermanos si conocen la voluntad de Dios para sus vidas, se quedan como Adán en el día de la madre. ¡No saben qué contestar! Otros dicen sandeces como: “Bueno, la voluntad de Dios es que me porte bien con mi esposa, no mentir, ser bueno, llevarme bien con los vecinos.” ¡Eso no es una vida poderosa! ¡Eso no es una vida sobrenatural! El negocio de Dios es instaurar el reino de los cielos en la tierra y el regalo de Dios sobre los creyentes es la presencia y el poder del Espíritu Santo para llegar a instaurar su reino en la tierra. ¡Quiere transformarte en una terrible herramienta!

Juan 1:33 dice: 33Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo”.

Dios le dio una señal a Juan el bautista; él reconoció a Jesús como aquel que iba a bautizar con el Espíritu Santo. En una oportunidad dijo: “11Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego” (Mateo 3:11). ¡Esa es la marca de Jesús, el que bautiza con Espíritu Santo! La obra que hizo el Señor, o el ministerio que tuvo, lo hizo a partir del día que recibió la llenura del Espíritu Santo. Cuando Jesús se bautizó en agua, recibió otro bautismo que fue el del Espíritu Santo, el cual vino sobre Él corporalmente, y reposó sobre Él como paloma. Fue bautizado en agua y en la plenitud, según dicela Biblia, del Espíritu Santo, y fue llevado por él. Hasta ese día los discípulos le decían: “Vamos a comer higos” y Él les respondía: “Bueno, vamos a comer higos”. Pero a partir de ese día, el Espíritu Santo lo llevaba a Jesús, a partir de ese día fue ungido con poder por lo que dijo: “El Espíritu del Señor está sobre mi, por cuanto me ha ungido, me ha enviado a dar libertad a los cautivos”. ¡Fue ungido con poder! ¡Los enfermos se sanaban porque la unción y el poder del Espíritu Santo estaban sobre Jesús! El Señor no andaba haciendo fuerza para ser un buen cristiano, Él era un cristiano, era seguidor de Cristo, es decir, ¡un seguidor de sí mismo!

Jesús sanaba a los ciegos porque el poder de Dios estaba sobre Él para sanar, y ese poder venía de la unción del Espíritu que reposaba sobre Él, y que habitaba en Él. Sanó a los sordos por ese mismo Espíritu y levantó a los muertos por el mismo Espíritu, porque el Espíritu de Dios estaba sobre él. Jesús caminó sobre las aguas porque el poder de Dios estaba sobre Él para hacer milagros, multiplicó los panes y los peces porque el Espíritu de Dios estaba sobre Él. ¡Nada podía hacer Jesús sin el Espíritu Santo! ¡No podía hacer algo que estuviese fuera del propósito, de la voluntad, de la visión del Espíritu de Dios que estaba sobre Él! La obra que Él hizo fue bajo la unción del Espíritu Santo. Le dio sanidad a los quebrantados de corazón, liberó a los cautivos, predicó buenas noticias a los pobres. ¿Por qué? 18El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; 19 A predicar el año agradable del Señor” (Lucas 4:18-19). Todo lo hizo bajo la unción del Espíritu Santo, y cuando murió, al tercer día el Espíritu Santo, dicela Biblia, lo levantó de entre los muertos. Si no hubiese sido por el obrar del Espíritu Santo, Jesús aún estaría en la tumba, ¡pero se levantó porque el Espíritu Santo le dio vida!

El Espíritu Santo engendró a Jesús en el vientre de María. El Espíritu Santo es el poder obrador de Dios en toda la obra que Él hace, y un cristiano no puede ser tal cosa y no puede hacer la obra de Dios, es más, no puede hacer nada si no está bajo la poderosa unción del Espíritu Santo.

            LA ERA DEL ESPÍRITU SANTO

Cuando los discípulos se pusieron tristes porque Jesús les había dicho que se iría al cielo y que los dejaría, también les dijo: “A ustedes les conviene que yo me vaya porque si yo me voy vendrá sobre ustedes el Espíritu Santo” (Juan 16:7). Yo creo que hay muchos creyentes que no han experimentado de qué se trata esto, porque ellos todavía están pensando en comprar una casa, en salir de una deuda, en conseguir novia, en conseguir un mejor puestito en la iglesia. ¡Los cristianos piden cosas que no hace falta pedir! Pero si ustedes son malos y dan buenas dádivas a sus hijos, imagínense las ganas que Dios tiene de darnos su Espíritu Santo, si se lo pedimos, porque ¿para qué te va a dar algo que no anhelas? ¡Dios quiere hacer obras maravillosas!

Yo estoy orando bajo la convicción total y absoluta, que Dios va a enviar a mi vida y a mi iglesia una nueva unción. ¡Dios enviará un avivamiento! ¡Enviará un derramamiento poderoso del Espíritu Santo! ¡Yo quiero más! ¡Yo se que hay más! ¡He visto mucho en mis veinte años de ministerio pero se que Dios tiene mucho más de lo que he visto, y si yo hubiera pedido más del Espíritu Santo, más hubiera hecho Él!

¡Nos está faltando ese poder que envuelve al creyente, que le habla a las cosas que no son como si fuesen! Nos está faltando ese revestimiento poderoso, de modo que en lugar de decir: “Oh Dios sana, sana, colita de rana”, en vez de estar llorándole a Dios una sanidad, le diríamos a un cáncer: “¡Tumor sécate en el nombre de Jesús!” Nos está faltando mucho si no le pedimos el Espíritu Santo, si no le pedimos el regalo más grande que Él tiene… ¿Crees que Él tiene algo más grande y más poderoso para darnos? A veces nos ponemos contentos cuando Dios nos da un nuevo empleo, o si nos paga una deuda, ¡qué milagro! Si hubieras estado bajo la unción del Espíritu Santo ni te hubieras metido en la deuda, no hubiera sido necesario pedir un préstamo, porque cuando uno está en la visión de Dios, la provisión de Dios está sobre uno. Dios no te mandará a pescar si no hay peces, y si Él te manda a edificar un templo te dará los ladrillos y todo lo que necesitas. A veces nos metemos en un proyecto que no es de Dios y le decimos: “Por favor Dios, danos, danos. Ayúdanos a hacer esto, sopla, multiplica.”

Si estás en la llenura del Espíritu Santo, estás en la visión de Dios. Dicela Bibliaque el Espíritu Santo nos guía a toda verdad, nos aconseja, nos fortalece, nos consuela, nos llena de poder. ¡Pero no lo consideramos tan importante! ¿Verdad? ¡Señor, que gane Nacional! ¡Qué gane Peñarol! ¡Hay Diosito que gane Uruguay! ¡Hay cosas por las que se nos conmueve las entrañas! ¡Ahhh, la celeste! ¡Pero Dios quiere que se nos conmuevan las entrañas por ser llenos del Espíritu Santo! Te pregunto: ¿Qué peticiones estarías dispuesta o dispuesto a dejar de lado para que Dios te llene con su Espíritu Santo?

Cuando Jesús resucitó de entre los muertos antes de ir al cielo, juntó a sus discípulos, sopló sobre ellos y dijo: “Reciban el Espíritu Santo”. Jesús tenía que morir y resucitar, así comenzaría la nueva era, la que estamos viviendo desde el primer siglo, la era cristiana que aún no ha terminado. Y esa nueva era que no es la del mundo sino la del cristianismo, comenzó con la señal inequívoca del bautismo del Espíritu Santo en el primer siglo de la iglesia cristiana, en la que los discípulos se transformaron en personas llenas de poder y de gloria, y comenzaron a hacer las mismas obras que Jesús hacía. Jesús levantó muertos, también los discípulos, sanó a los cojos, también los discípulos; y hacía Dios, milagros portentosos por la mano de Pablo. Usaba Dios a Felipe el evangelista, y a Pedro, haciendo milagros extraordinarios, porque la misma unción que estaba sobre Jesús descendió sobre los creyentes. Jesús en una oportunidad dijo: “Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” (Lucas 18:8)

Los cristianos de hoy dicen: “¡Ah pero yo no soy Pablo!” o “¡Yo no soy Pedro!” otros dicen: “¡Cristo era Cristo!” Pero el Señor declaró: “El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre” (Juan 14:12). Yo creo que Dios está anhelando lo que nosotros no anhelamos, también creo que Él quiere poner hoy en tu corazón ese anhelo que no tienes. Dicela Biblia que el Espíritu Santo nos anhela celosamente. ¿Qué es lo que está fallando? Que yo no lo anhelo celosamente, los cristianos no lo anhelan celosamente. Ellos anhelan celosamente por ejemplo, una nena, una casa, anhelan cosas y hasta se deprimen, y dicen cosas como: “Dios no me escucha, está enojado”. Yo creo que Dios está cansado de recibir peticiones pavas. “¡Ayúdame Señor, prospérame!”

Cuando tú vas por la vía de la voluntad de Dios, Él prospera tu camino, cuando haces lo que Dios quiere, a Él le interesa lo que estás haciendo y provee del banco de cielo, que tiene más oro que todo el mundo y más provisión que todo el planeta. Dios ahí nomás manda al cajero para que te dé dinero porque estás haciendo lo que Él quiere. Cuando entras en la voluntad de Dios y es el Espíritu Santo que te ayuda en eso, ¡ahí está la provisión de Dios! Yo, hace rato dejé de preocuparme de la ropa, de mi casa, ¡me vienen! Tengo camisas, corbatas, zapatos para regalar, ¡tengo bendición abundante! ¡Soy una persona bendecida! Jamás he dicho: “¡Ah Dios, quiero una camisa!” Me acuerdo que cuando no estaba en la voluntad de Dios tenía una sola camisa para salir y una sola corbata, ¡cómo la cuidaba! ¿Has visto cuando usas una corbata por años? Era “pasa de corbata”, como las pasas de uva. Pero desde que estoy en la obra de Dios, en aquello que Él me ha puesto, ¡a mí no me falta nada! Cuando estás en la visión de Dios, la provisión está sobre tu vida. ¡Hay muchas oraciones que te podrías ahorrar!

Juan el bautista identificó a Jesús como aquel que iba a bautizar con Espíritu Santo y fuego. El Espíritu Santo te lleva a la voluntad de Dios, pero, para poder tener su llenura tienes que anhelar ser lleno o ser llena de Él y tienes que anhelar vivir en comunión con el Espíritu Santo. Él, cada día te va a marcar lo que debas hablar. ¿Hay alguno que pueda confesar el pecado de lengua larga? Seguramente varias veces te has arrepentido por haber dicho lo que dijiste. ¡El Espíritu Santo te llevará a hablar lo que debes! Jesús dijo: “Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras” (Juan 14:10). El Señor ahorraba palabras, hablaba sólo lo que el Padre le daba que hablase, y decía: “Las obras que ustedes ven que yo hago, no son mías, sino que son las obras que mi Padre quiere que yo haga”. Para ello, Jesús tenía al Espíritu Santo, para que Él hiciese, solamente, lo que el Padre quería. Por eso agradó al Padre y Dios dijo de Jesús: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:17). ¿Por qué? ¡Porque el Espíritu Santo guió a Jesús a hacer siempre la voluntad del Padre!

¿Por qué preguntas cuál será la voluntad de Dios para tu vida? ¡Porque no estás lleno del Espíritu Santo, porque de otra manera, Él te estaría guiando a hacer la voluntad de Dios! “Aquí estoy, esperando que Dios me muestre qué es lo que quiere de mí”. ¡Hace cuarenta años se entregó a Cristo y aún sigue esperando que Dios le muestre su voluntad! El Espíritu Santo muestra la voluntad de Dios, te guía a hacerla, pero, tendrías que poner como prioridad tener el mismo anhelo que el Espíritu Santo tiene por ti. Tú me anhelas celosamente y yo ni me di por enterado, Espíritu Santo. He estado muy ocupado en otras peticiones, he ignorado que tú querías llenarme y que me anhelas celosamente. ¡He pecado! Lo que más debiera haber anhelado en mi vida para ser un cristiano es ser lleno de ti, ser guiado y alumbrado por ti. ¡Espíritu de Dios, te necesito!

El Espíritu Santo es el que lleva a los creyentes a hacer las cosas del Espíritu. Jesús dijo: 6Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” (Juan 3:6). El Espíritu es quien nos lleva a hacer las obras espirituales que agradan a Dios. Los creyentes se equivocan en cuanto a agradar a Dios y creen que por dejar de fumar agradan a Dios. “Hace días que no se me escapa una palabrota, Dios debe estar contento conmigo”. ¡Eso es obra de la carne! Si el Espíritu Santo te guía, jamás te saldrá una palabrota. Estás tratando de dejar el whisky y piensas que Dios está contento contigo porque lo estás logrando. ¡Dios no se alegra de eso! Si el Espíritu Santo te llena, jamás harás un esfuerzo por dejar el whisky, no lo querrás ver ni cerca.

¡La obra del Espíritu viene sola! Cuando el Espíritu te llena, tú produces el fruto del Espíritu. Imagínate un árbol de naranjos diciendo: “¡Ah Dios ayúdame, no quiero hacer ciruelas, quiero dar naranjas!” Es natural que el naranjo dé naranjas, ¡está en su naturaleza dar naranjas! ¡No tiene que esforzarse en hacer naranjas para que el dueño del naranjero esté contento! Y el creyente tiene en su naturaleza que sea lleno del Espíritu Santo y que produzca sus obras. ¡Es el fruto del creyente! ¡No tiene que andar haciendo fuerza para ser bueno!

“Sabe pastor que yo no me quería pelear con mi marido, me propuse no hacerlo porque soy una cristiana. Vengo a la iglesia, me bendice la palabra, voy a mi casa y digo que no me voy a pelear con mi marido”. El marido la espera endemoniado; “Ah, llegaste, ¿por qué viniste a esta hora?” “¡Estuve en la iglesia!” “¿Con quién estuviste, con el pastor Márquez que te saca la plata?” La mujer se las aguanta porque no se quiere pelear, hace fuerza para ser cristiana. “¿Qué andarás haciendo con ese Márquez? ¡Me tenés podrido, lo voy a matar a ese!” Hasta que la mujer explota y le dice: “Anda a……….” ¡Se le sale todo el Espíritu! ¡Se le escapó el cristiano! Al otro día viene esa hermana afligida porque se había propuesto que no se pelearía con el esposo y no aguantó. ¡Eso sucedió porque no está llena del Espíritu Santo! Porque cuando la obra del Espíritu Santo arrolla, cuando te llena, la carne no tiene tiempo y lugar, queda muerta y no puede producir sus obras porque el Espíritu Santo está produciendo las suyas y lleva nuestra carne a la cruz.

“Estoy intentando no adulterar”, “intento dejar el cigarrillo”, “estoy haciendo lo posible por no enojarme”. ¡Está intentando ser carne consagrada, carne santificada! ¡No existe tal cosa! Lo que existe es la carne muerta llevada a la cruz por el poder del Espíritu Santo. Los que andan en el Espíritu, piensan en las cosas del Espíritu y hacen morir las obras de la carne, por ese Espíritu, no por voluntad humana.

CONCLUSIÓN

¡Ojala te penetraran estas palabras bien en el corazón! Ya no vivirías resentido como algunos creyentes que están resentidos por años, ¡tiene años en la iglesia pero también tiene un demonio adentro! ¿Cómo puede ser eso? A un cristiano carnal le puede suceder pero un creyente lleno del Espíritu Santo no tiene lugar para ello. ¡Esas carnalidades no surgen porque el creyente lleno del Espíritu Santo está muerto juntamente con Cristo!

“Sí pastor, pero hay que aguantar que mi suegra me diga esto y lo otro. Si su suegra le dijera lo que me dice la mía, ¿no reaccionaría como yo?” Yo le respondo que los muertos no reaccionan. La carne muerta del creyente, no reacciona. “¡Pero duele pastor!” ¡Es que todavía no estás muerta! ¡Cuando estés muerto no te dolerá! Repite: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, ya no vivo yo sino que vive Cristo en mi”.

El tema central de este mensaje es: ¡Dios tiene que hacer algo conmigo! Tienes que anhelar esa vida que Él te ha contado que existe y tú creías que era un cuento de hadas. Tú creías que era para los ultra – mega – archi cristianos. ¡No! ¡Es para los cristianos comunes, es para los que creen en Jesús!

El Espíritu Santo te anhela celosamente. Tú estarás pensando qué buen mensaje es este para tu suegra o para tu esposo. ¡No! Dios te ha hablado a ti, Él no se equivoca. Dios te anhela celosamente a ti y quiere hacer algo contigo. ¡Dios quiere llenarte!

¡Llénanos Señor, te lo suplico! Que sea nuestra prioridad anhelarte, Espíritu Santo. Pon en mí el anhelo más profundo por recibir cada día de mi vida, el regalo más grande que tienes para mí, tu Espíritu Santo. Que yo no lo contriste, que Él no se aleje, que no se aparte de mí, te lo suplico Señor en el nombre de Jesucristo hago esta oración, amén.

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