GUARDA SILENCIO Y ESPERA EN DIOS - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

GUARDA SILENCIO Y ESPERA EN DIOS

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INTRODUCCIÓN

Esta semana, Dios me habló a través del Salmo 37:7: “Guarda silencio ante Jehová, y espera en él”. Guardar silencio es un mandamiento especial para las mujeres… ¡Y para los hombres también! Quiero hablarte acerca de los verbos esperar y callar.

Una virtud especial que tienen algunos cristianos, no todos, es saber esperar y callar, y hay bendición en esto. Más de uno estará de acuerdo conmigo en que, en lugar de callarse, cuando habló, empeoró la cosa. Dijiste que ibas a aclarar las cosas hablando pero se puso más turbio, porque para hablar hay que saber hacerlo y para callar, lo mismo. Y para actuar, también hay que saber esperar.

Según la Real Academia Española, esperar es tener esperanza de conseguir lo que se desea. El verbo esperar tiene una connotación positiva. Un dicho popular expresa: “el que espera desespera” pero yo digo que no es así porque el que sabe esperar no se desespera, es más, yo diría que el que no espera, desespera. Quien sabe esperar tiene un cierto grado de fe y de confianza, además tiene un cierto grado de sabiduría, porque sabe que no tiene que actuar precipitadamente. El mismo diccionario dice: “no comenzar a actuar hasta que suceda algo”. Esperar significa entonces, no apresurarse a hacer algo. Es la habilidad de quedarse quieto y decidir no hablar ni actuar hasta que sea el momento correcto; dicho de otra manera, hay un momento correcto para hablar y para actuar. Esto sucede especialmente ante esas circunstancias que se nos presentan y son muy difíciles de resolver, en esos momentos en que no podemos decir ni hacer nada porque la empeoramos. Y Dios que es hábil en meternos en circunstancias críticas, necesita hacerse ver como Dios, como Señor y Todopoderoso, y también necesita que aprendas a esperar en Él.

El que no sabe esperar se pone ansioso, afanoso, desespera y actúa fuera de tiempo. Hay cosas que tú puedes resolver fácilmente, pero hay momentos en que Dios te pone ante una situación en la que no sabes qué hacer. Tal vez el médico no sabe qué hacer contigo, ni siquiera sabe qué decirte. Un doctor le dijo a una mujer: “Lo suyo es difícil”. “Dígame doctor qué tan difícil”, le preguntó. “Es complicado señora”, continuó el médico. “Pero dígame algo” insistió la mujer, a lo que él le respondió: “Señora, usted tiene un tumor y le queda poco tiempo de vida”. El médico, en su impotencia no sabía ni qué decirle a la mujer y le pasó la carga, ahora ella no sabía qué hacer con semejante noticia. A menudo nos llegan noticias como estas u otra clase de problemas complicados.

Muchas veces ocurre que un hombre ama profundamente a una mujer, pero a ella aún no la flechó cupido, entonces él comienza a hacer cosas para demostrarle su amor, mas aún así la mujer no se da por enterada, ni quiere saber nada. ¿Qué haces tú en este caso? Le mandas mensajes, le regalas flores, pero ella rechaza todo lo que venga de ti porque no te ama. ¿Cómo resuelves eso? Llega el momento en que te enojas con Dios y lo apuras para que haga algo. Tú, que la amas tanto, comienzas a decir: “¿Pero qué le pasa a ésta? ¿Se cree Lady Di?”  Si no tienes respuesta, tendrás que aprender a esperar en Dios y callar. Tú no le puedes reclamar: “¿No ves todo lo que he hecho por vos? ¿No te das cuenta que te amo?” ¡La mujer lo mira indiferente! Eso es un caso difícil de resolver. No la puedes agarrar del cuello y obligarla a que te ame. Pero, ¿cómo haces si no siente nada por ti? Hay muchas circunstancias como éstas, o como la muerte inesperada de un ser querido por ejemplo, que no podemos resolver por nosotros mismos, por más que pongamos empeño; la única opción es esperar en Dios.

                ESPERAR: VIRTUD DE DIOS

Llegó a mis oídos la historia de un hombre que enfrentó cosas complicadas como la muerte de su padre, quien murió muy joven por causa de un cáncer. Al poco tiempo se enamoró de una joven bella y dulce y comenzó a superar la muerte de su padre, la chica le correspondió y en pocos meses se casaron. Él era un fotógrafo profesional y la joven, para ayudarlo, hizo un curso de fotografía, pero al poco tiempo de haberse casado, ella se enfermó y murió. Este hombre entró en una depresión tan profunda que pasó cuatro meses en cama, ni siquiera quería salir de su dormitorio. Esto muestra incapacidad de confiar y de esperar. Yo sé que hay circunstancias duras, pero es en esos momentos en que tenemos que aprender a confiar si o si en Dios y a esperar en Él.

La Biblia cuenta con muchos consejos que hablan acerca de esperar. Nosotros nos ponemos ansiosos y queremos apurar a Dios. Algunos hacen huelga de diezmo, si el Señor no les responde rápido; o le recriminan: “Yo oré y no me contestaste”. Pero el Señor te introduce en esas circunstancias para que quede claro si reamente eres una persona que confía en Él o no, porque para Él no importa qué tan difícil está la cosa.

Hay una tendencia a pecar cuando uno se pone ansioso; queremos apurar a Dios, aunque, que yo sepa, el Señor no está apurado. Dios no actúa porque tú estés ansioso o ansiosa o porque creas que se te termina el tiempo. Algunos le dicen: “Te doy hasta el 23 de diciembre para que respondas y si no lo haces voy a hacer lo que me parece”. Llega el 23 y no ves respuesta de parte de Dios. “¡Te dije hasta el 23 y hoy es el día!” Pero Dios no contesta… “¿Por qué no me respondes, Dios? ¡Yo te puse una fecha límite!” Y el Señor te responde: “¡A mí nadie me pone fecha!” ¿Eres de los que le ponen plazo a Dios y si no te contesta haces lo que se te da la gana? Me imagino que Dios te dice desde el cielo: “¡Mira cómo tiemblo! Si quieres hacer lo que se te da la gana estás en tu derecho, pero después no vengas lamentándote”.

Esperar es una virtud espiritual que está ligada a la fe. La Biblia señala que la fe es la certeza de lo que se espera; fíjate que la fe espera. No tiene lo que quiere pero lo espera, porque lo que uno espera está en el futuro, así que el creyente sabe esperar porque la fe lo lleva a eso. El afán, la ansiedad y la preocupación te llevan a actuar apresuradamente, antes de tiempo, sin tener certeza o seguridad de que lo que estás haciendo es lo que Dios quiere. Entonces es cuando sales reprobado en esa prueba.

Muchas mujeres tomaron una decisión apresurada para casarse, no quisieron escuchar ni esperar el tiempo de Dios; lo mismo sucede con los hombres. Hay chicas que estaban apresuradas para casarse y en ese afán tuvieron un novio, luego otro y otro; tuvieron hasta cinco. Claro, porque Dios no las guiaba bien, ¿no? ¡No! ¡Es porque tomaron decisiones apresuradas! Aparece una joven  y me dice que se va a casar, yo le pongo peros, y ella me dice: “¡Yo no me voy a quedar para vestir santos! ¡Se me está yendo la vida!” Chicas que vi cómo despreciaron un buen muchacho y se casaron con el peor. Nunca voy a olvidar a una joven a la que le dije: “Tú eres una sierva de Dios, tienes que servirle”. Un día, se enamoró de ella un predicador, él la amaba y se quería casar con esa chica. “No, no” dijo la joven. “Yo no quiero un siervo de Dios, quiero un hombre para mí”. Tuvo varios pretendientes y los descartó a todos, y al final se casó con uno que le fue infiel, la golpeaba y la denigraba.

Cuando uno actúa apresuradamente, es señal de que no anda buscando el consejo de Dios, Pero después dicen: “Dios me soltó”, “¿Por qué me abandonaste, Dios? ¿Por qué permitiste que tomara esta decisión?” Dios permite que tomes la decisión que a ti se te dé la gana. ¿Quieres casarte con un mono? ¡Dios no te va a frenar! Porque el sometimiento a Dios es en amor, es un deseo profundo de unirte a Él en sus planes y proyectos. ¡Si entras en sus planes, el Señor tiene para ti una novia o un novio!

He estado conversando recientemente con dos hermanas de la iglesia, solteras las dos, que pasaron los cuarenta. Mi esposa y yo oramos por todas las chicas preciosas que tenemos en la iglesia y se quieren casar. Pero, ¿qué pasa cuando tienes determinada edad y no llega el amor de tu vida? Una de ellas me dijo: “Pastor, ¿no te parece que ya es tiempo que nosotras nos casemos? ¡Ya pasamos los cuarenta y no vamos a poder tener hijos!” ¡Yo la miraba y no sabía qué responderle! Ella insistía con la pregunta, entonces me encogí de hombros y le dije: “¡Yo no soy Dios!” Todos enfrentamos situaciones problemáticas, y si Dios no las resuelve, ¿qué podremos hacer nosotros?

                DIOS ME ENSEÑÓ A ESPERAR

Jesús Adrián Romero, un día se puso mal con Dios porque estaba atravesando circunstancias muy complicadas y le vinieron ganas de quejarse delante del Señor. Yo nunca me involucré con ninguna mujer mientras esperaba que Dios me diera la que Él quería, a quien yo iba a amar. Cuando le declaré mi amor a Marta, ella me dijo que no quería saber nada conmigo. Y yo le dije a Dios: “Señor, si Marta no me quiere, ¿para qué quiero la vida? ¿De qué sirvió serte fiel?” Unos amigos míos, de la iglesia, eran bastante sinvergüenzas con las chicas, pero yo tenía temor de Dios, así que me quejé delante de Dios por lo que estaba viviendo. Un día, medio decepcionado, Jesús Adrián Romero decidió escribir una canción con la intención de quejársele a Dios, porque no sólo estaba atravesando un tiempo de enfermedad sino también una crisis emocional y comenzó a sufrir temores, ataques de pánico, de tal manera que se desesperaba y pensaba que Dios no escuchaba su oración y se había olvidado de él, entonces se sentó en el piano a quejarse delante de Dios y la canción que salió es la siguiente: “Esperar en ti, difícil sé que es, mi mente dice no, no es posible. Pero mi corazón, confiado está en ti, tu siempre has sido fiel, me has sostenido. Y esperaré pacientemente, aunque la duda me atormente, yo no confío con la mente, lo hago con el corazón. Y esperaré en la tormenta, aunque tardare tu respuesta, yo confiaré en tu providencia, tu siempre tienes el control”. ¡Hoy te vamos a dar el control de todo, Dios! Queremos entregarte a ti nuestras cargas, Señor. Perdónanos porque nos apuramos a actuar, en el nombre de Jesús.

En las circunstancias difíciles, la mente anda buscando cómo resolver el asunto, pero Jesús Adrián Romero le dio a la tecla, él dice en su canción: “Esperar en ti difícil sé que es, mi mente dice no, no es posible…y esperaré pacientemente…yo no confío con la mente, lo hago con el corazón”. Mi mente es finita y no puede resolver todas las cosas; se tiene que dar cuenta que alguien más grande está gobernando mi vida. ¡Dios es mi Señor! Es bueno que vengan imposibles sobre ti, para que se manifieste en tu vida la mano poderosa de Dios, para que aprendas a humillarte y declares: “Yo sé que no puedo con esto, pero Dios está conmigo”. Y entonces, cuando llegue la solución, le des la gloria a Dios.

Cuando te has apresurado a hablar y a actuar te lo has echado a Dios de enemigo porque no lo has dejado obrar a Él. Recuerdo cuando me enamoré de Marta y me dispuse a contarle de mi gran amor por ella. Marta se había ido de vacaciones unos veinte días, y para mi fueron larguísimos, pero decidí que apenas regresara, le hablaría, y así lo hice. ¿Qué me respondió ella? “Me puse de novia en las vacaciones”. ¡La tuve toda la vida viviendo al lado de mi casa! Su casa estaba pegada a la mía. ¡Cuando me decido a hablarle se va y se pone de novia a dos mil quinientos kilómetros! ¿Cómo seguiría todo? ¡A partir de ese momento comenzó la vía crucis para mí porque no podía soportar la idea de que tuviera novio y no era yo precisamente! Le dije a Dios: “¿Cómo se va a ir con ese otro si yo la amo más que nadie en el mundo? ¿Habrá alguien que la ame más que yo?” ¡Me peleé con Dios! Pasó un año y Marta seguía de novia con ese gil; ya habían puesto fecha de casamiento y compraron la heladera y otras cosas para la casa, pero me dije: “¡Yo le voy a hablar de nuevo! ¡Qué me importa!” Esa es mi forma de ser, ¡soy de actuar! Así que después de un año, me atreví a hablarle otra vez y le confesé que la quería, entonces ella me respondió: “¿No te dije el año pasado que con vos no quiero nada?” ¡Fue un tiempo muy difícil! ¡Todo se me vino abajo! Hasta Palito Ortega estaba conspirado contra mí cuando cantaba: “Al lado, justo al lado, vive, la que me tiene enamorado, ilusionado, trastornado, yo la tengo de vecina, por desgracia está viviendo justo al lado”. Yo le decía a Dios: “Quiero odiarla y que este sufrimiento se termine”. ¡Y no se terminaba! Yo buscaba a Dios y leía la Biblia, entonces apareció el Salmo 40: 1 Pacientemente esperé a Jehová, Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. 2 Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso…”¡Yo quería salir pero no podía! Nos apresuramos a hablar o a actuar y la empeoramos, y a veces, Dios nos manda circunstancias en las que tenemos que callar y esperar. Y no te enojes con Dios, yo no te lo recomiendo. Dile siempre: “Dios te amo, tú tienes el control de todo, esperaré pacientemente aunque la duda me atormente”. Jesús Adrián Romero quiso escribir una letra para quejársele a Dios pero terminó creando una tremenda canción, declarándole al Señor que iba a esperar en Él.

ESPERAR TIENE RECOMPENSA

Dice el Salmo 27:14: 14 Aguarda a Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová”. Encontramos muchos versículos en la Biblia que hablan acerca de esperar, como también el Salmo 42:11: 11 ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío”. Leemos asimismo en Lamentaciones 3:26: 26 Bueno es esperar en silencio la salvación de JehovᔡNo hay otra que esperar! Dios siempre te pondrá situaciones que tú no podrás resolver para que aprendas a confiar o te revientes. 31 Porque el Señor no desecha para siempre; 32 Antes si aflige, también se compadece según la multitud de sus misericordias; 33 Porque no aflige ni entristece voluntariamente a los hijos de los hombres”(Lamentaciones 3:31 al 33). Y en Isaías 40:31 leemos: 31pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”.

Fíjate que quien no espera se agota; el que no espera en el Señor se debilita, corre para acá y para allá, se cansa y se le acaban las fuerzas. Como dije, yo no soy hombre de esperar sino de actuar; cuando era joven y tenía que ir a la universidad por ejemplo, me iba a la parada de ómnibus pero no me gustaba esperar, entonces miraba para ver si venía y como me impacientaba, me iba a la próxima parada; al llegar, volvía a mirar pero nada, y me dirigía hacia la siguiente parada. ¡No me gustaba estar quieto en un lugar! Cuando salgo de la segunda parada, miro hacia atrás y veo que viene el ómnibus. Yo no sabía si volver a la parada de atrás o seguir hacia la próxima, entonces me ponía a correr hacia adelante porque se acercaba el autobús; y corría y corría, ¡y el ómnibus me pasaba por al lado! Así que corría más rápido, entonces llegaba a la parada justito… ¡Justito cuando el ómnibus se iba! Dios dijo: “Yo voy a enseñarle a éste a saber esperar”. Desde ese entonces hasta hoy, el Señor me ha hecho pasar por varias circunstancias, de esas que yo no puedo resolver. Y a pesar de que la gente me ve como un hombre de fe, que todo lo que emprendo sale bien, debo confesarte que hay muchas cosas que no me han salido y hay situaciones que no he podido superar, pero lo que he aprendido de la palabra de Dios es que cuando hay algo que yo no puedo resolver, lo mejor que puedo hacer es confiar, esperar y callar. ¿Por qué mejor no te callas y esperas en el Señor?

¡Los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas! Parece que al esperar te puedes debilitar cuando comienzas a declarar: “Dios se está tardando”, “Dios no ve y no escucha”, “Dios no se acuerda de mí”, pero quien tiene un corazón correcto delante de Dios, se fortalece en fe; en el proceso de esperar, el Señor lo fortalece, mientras que el que no confía corre, corre, corre y se debilita.

31pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”. ¡Si aprendes a esperar, el resultado será que Dios te dará nuevas fuerzas!

Leemos en el Salmo 32:10: 10 Muchos dolores habrá para el impío; Mas al que espera en Jehová, le rodea la misericordia”. El Señor te dice: “¿Quieres mi misericordia? Entonces aprende a esperar en mí. Yo tengo reservadas para ti muchas cosas que tú no podrás resolver por tus propios medios”.

PERSEVERA EN ESPERAR EN DIOS

Escuché la historia de un ex presidente argentino, Marcelo Torcuato de Alvear. Él había ido a un teatro en Europa a ver a una cantante lírica y se enamoró de ella. Le envió flores, se le presentó en el camarín y la mujer lo despreció. Alvear era un hacendado de mucho dinero en Argentina, así que volvió a su país pero averiguó en dónde hacía sus presentaciones la mujer y no faltó a ninguna de ellas. Viajó a Europa para poder verla y en cada oportunidad se presentaba en el camarín de la mujer y le llevaba flores, pero ella no quería saber nada con él. Hasta que un día se le ocurrió comprar todas las entradas de un teatro en donde la cantante hacía su presentación. Cuando llegó la hora de salir al escenario, le informaron que no había nadie en el teatro; la mujer no entendía nada, porque se habían agotado todas las entradas. Agregaron que sólo había un caballero; entonces salió al escenario, y Alvear, que estaba sentado en un palco preferencial, le arrojó todas las entradas al suelo y le dijo: “Hoy vas a cantar para mí solo”. Un ex presidente de Argentina que tenía mucho dinero pero murió en la miseria. Un hombre que perseveró hasta que la mujer se enamoró de él. Si fuéramos así con Dios y si apostáramos todo a Él, ¡qué distinto sería todo! De hecho, la mujer no llenó el corazón de ese hombre porque fue bastante mujeriego, considerando que ella había dejado su carrera por casarse con él. ¡Pero Dios no es infiel! Puedes apostar al Señor porque Él se hará cargo de tu problema y tus conflictos. Lo que debemos resolver hoy delante de Dios es el hecho de que no lo hemos esperado y nos decidimos a actuar por nuestra propia cuenta. Al final nos ofendimos con Dios porque no hizo lo que nosotros queríamos, cancelamos nuestra amistad con Él, le hicimos huelga de diezmos o dejamos de asistir a la iglesia. Muchos que no han sabido esperar en Dios se enfriaron espiritualmente, y se alejaron de Él y de la iglesia; hoy están fríos y tristes, y todo porque no supieron esperar en el Señor. Si tú eres consciente de que tienes un futuro venturoso con Dios, entonces sabrás esperar en Él. ¡Nada de lo que venga contra ti te destruirá! ¡Nada te detendrá!

Tuve una linda experiencia con un hermano de la iglesia, empresario, que tiene un negocio de venta de vehículos. Nos juntamos para hablar en el auto, yo en una butaca y él, en la otra, se reclinó hacia atrás y me dijo: “Pastor, todo anda mal. Si Dios quisiera que todo anduviera bien sería así pero Él quiere que todo ande mal”. Continuó diciéndome: “Hoy entraron cinco cheques al banco y no había fondos”. Yo le pregunté qué iba a hacer al respecto, a lo que me responde: “Voy a esperar a ver qué hace Dios. Yo estoy en sus manos”. ¡Me agradó su actitud y lo quiero honrar hoy! Podría haberme encontrado con un hombre desesperado, frustrado y enojado con Dios. En un momento me dijo: “Si Dios quisiera que vendiéramos muchos vehículos, no faltaría dinero para la construcción del templo pero estamos en sus manos y vamos a esperar y ver qué hace el Señor”. Yo lo reprendí porque sé que es de librar muchos cheques, y sé muy bien lo que sucede con esos cheques voladores, entonces le recriminé que tenía que dejar esa costumbre que le hacía daño. Él reconoció su error y dijo que iba a cambiar. A pesar de todo su problema lo vi bien plantado a este hermano y entendí que la misericordia de Dios está disponible para los que han hecho bien y también está disponible para los que han hecho mal. No pierdes el acceso a la misericordia de Dios a pesar de que hayas hecho mal, si tu corazón se pone en la actitud que el Señor quiere. Porque si has hecho mal, ¿a quién vas a ir? ¿Quién tendrá misericordia de ti sino sólo el Señor? Y si has actuado bien, la misericordia de Dios te rodea. Sea que hayas hecho bien o mal, Dios está dispuesto a extenderte su mano misericordiosa. Yo quedé contento en esa charla. Cuando estábamos conversando me había dicho que hacía seis meses que no vendía nada. En un momento entendí que no tenía sentido seguir hablando, así que oré por él, le pedí a Dios que lo bendiga y lo guarde. A los dos días me llama y me dice: “Pastor, entre ayer y hoy vendí siete vehículos” y agregó: “¿Te acordás que te conté que había una persona que me debía cien mil dólares y me dijo que nunca me los iba a pagar? Bueno, me aseguró que me iba a pagar todo y me lo firmó” Le pregunté por los cheques sin fondo y me dijo: “Quedate tranquilo que los cheques están cubiertos”. ¡Se terminó el problema!

Salmo 33:18 y 19 afirma: 18 He aquí el ojo de Jehová sobre los que le temen, Sobre los que esperan en su misericordia, 19 Para librar sus almas de la muerte, Y para darles vida en tiempo de hambre”. Los ojos de Jehová hoy te están mirando. Dios está viendo si hay alguien que le teme y espera en su misericordia. ¿Para qué? ¡Para librarle y sustentarle! Yo sé que Dios es misericordioso porque lo ha sido conmigo y aún sigo aprendiendo que en mis crisis, esas que yo no puedo resolver, no me queda otra que esperar en Dios y guardar silencio delante de Él.

CONCLUSIÓN

Yo sé que hay madres y padres que lloran en silencio por sus hijos y esperan en el Señor pacientemente pero hay muchos que no lo hacen. Recuerdo una mujer que me dijo: “Mi marido es muy duro pero estoy orando y voy a doblegar en el nombre de Jesús al enemigo. Dios va a tocar a mi esposo y él va a cambiar, entonces vamos a ir juntos a la iglesia”. ¡La mujer parecía una topadora! Al tiempo vino y me dijo: “Mi esposo está más duro que nunca, pero no importa porque yo estoy orando y Dios lo va a transformar. Usted me va a ver en la iglesia con él”. Luego de dos años me declaró: “Mi marido está muy duro, no va a cambiar nunca. Me está cansando, ya no quiero saber nada con él. Le tengo bronca, es un incrédulo”. Yo le reproché: “Me parece que tú te estás volviendo incrédula. ¿Vas a arrojar a la basura las oraciones de tantos años?” “Si, él no quiere nada así que le voy a decir que me quiero divorciar”. ¡Y lo hizo! El esposo comenzó a desesperarse y le pidió que no lo dejara. Pero la mujer lo abandonó. Entonces, él apareció en la iglesia, llorando. Yo le dije que tenía que entregarse a Cristo y no puso objeción, todo con tal de que Dios le devolviera a la esposa. Llamé a la mujer y le conté: “Tu marido está asistiendo a la iglesia, se convirtió, Dios contestó tu oración”. Y ella me respondió: “Qué bien, pero que se busque otra porque yo…” ¡Hay algunos que esperan hasta dos centímetros antes de la victoria! Cuando están a un paso de llegar y de vencer, dicen: “Me cansé, no quiero más nada” ¡Pobrecitos! ¿Hasta dónde tienes que perseverar? ¡Hasta la victoria! ¡Hasta el final! ¿Cómo vas a perseverar hasta dos centímetros antes? Yo sé quiénes son los que perseveran en esperar, en confiar y callan delante de la presencia de Dios. Se de unas cuantas madres que oran y lloran en silencio delante de la presencia de Dios. Yo quiero decirles a esas madres que Dios les va a dar la victoria. ¡No dejes de confiar ni de esperar! ¡No dejes de orar! La victoria es de los que saben esperar delante de Dios.

Si hasta aquí has sido una persona que no sabe esperar, que se apresura y se afana, o te pones ansioso y ansiosa, si tú quieres paz, tienes que decirle a Dios: “Hoy vengo a entregarte mi carga y a pedirte perdón por mis pecados, quiero poner en tus manos mis circunstancias”.

Te doy una clave: alguien que le entrega a Dios sus problemas, puede esperar y el resultado es que tiene paz. Si dices que le has entregado tus cargas a Dios pero continúas ansioso o ansiosa, entonces no le has entregado nada. Muchas veces entregamos de boca pero no de corazón. Leemos en Filipenses 4: 6 y 7: 6Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. 7Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. Cuando le entregas al Señor ese problema imposible, ya deja de ser tuyo; ahora ese problema es de Dios.

Dile: “Señor, te pido perdón por dejarme dominar por la ansiedad y por haber actuado precipitadamente; perdón por no haber sabido esperar. Estoy sufriendo las consecuencias por no haber esperado y por haber actuado por mi cuenta. Te quiero entregar mis imposibles. Yo te entrego mi problema y voy a descansar en ti. Te doy el control de mi vida, no lo quiero tener yo, Señor. Perdóname porque me he apresurado y me he llenado de tensiones, de angustia, de enfermedad. He tomado decisiones apresuradas y me ha ido mal, Padre. Yo recibo ahora la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, que guarda mi corazón y mis pensamientos en Cristo Jesús, amén”.

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