¿QUÉ SIEMBRAS? - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

¿QUÉ SIEMBRAS?

Leemos en 2ª Corintios 12:15: “Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas, aunque amándoos más, sea amado menos”.

Esto es lo que dice un hombre que ha consagrado su vida a Dios, que no estima su propia vida como preciosa para sí mismo sino que la estima preciosa por causa de los demás. ¡Esta es la visión que debe tener todo cristiano! No vivimos para nosotros, no existimos para nosotros, no somos dueños de nosotros, sino que hemos sido creados por Dios, somos de Él y existimos para su gloria, para sus planes. El apóstol Pablo había encontrado esta satisfacción: “Y yo con el mayor placer…” No solamente estaba diciendo que iba a gastar lo que tenía, su propia vida y su propio cuerpo sino que lo haría con el mayor placer. ¡Las personas que están llenas de Dios gastan su vida con mucho placer en lo que Dios quiere y no en lo que ellos quieren!

Te quiero hablar de la vida como una inversión, como una ofrenda, como una dádiva; hay muchos que desconocen en qué están invirtiendo su vida,  y no entienden que lo que están gastando no lo gastan en algo que aprovecha. Dios te ha dado un determinado tiempo para vivir y tú estás gastando ese tiempo que él te ha dado. ¡Invertir bien el tiempo es muy importante! ¿En qué inviertes tu tiempo? ¿Cuánto crees que te queda de vida? 

LA LEY DE LA SIEMBRA

Estaba trabajando en la oficina y me sacudió la noticia de la muerte del ex presidente de Argentina, Kirchner. ¿Cómo que murió? ¿Por qué murió? ¡Simple y llanamente se le terminó el tiempo! ¿Habrá tenido tiempo este hombre para pensar si ha invertido bien su vida o la ha invertido mal? ¿La invirtió en beneficio de los argentinos, en beneficio del mundo o en el suyo propio?

Hace unos años cuando me llevaron a conocer Puerto Madero, una zona vial en Buenos Aires donde se han construido edificios muy costosos; me quedé maravillado y dije: “¡Mira qué edificio, mira la empresa que lo está haciendo!”, y la persona que estaba conmigo me contesta: “Esta es la empresa de Kirchner”. Fuimos unas cuadras más adelante y me señaló otro edificio del ex presidente, unas cuadras más y había otro y otro; se apreciaba en todos ellos, el sello de la empresa, y parece ser que esa empresa tenía muchos edificios. Dicen los informes que en el período del ex presidente argentino sus bienes le aumentaron como por arte de magia unas diecisiete veces, algo así como que de dos millones de dólares de bienes aumentó a treinta y cuatro.

Cuenta Jesús enla Bibliade un hombre que tenía graneros, y vivió toda su existencia afanado por acumular granos en sus graneros, porque construyó muchos, y cuando los hubo llenado se dijo: “Alma mía deléitate, muchos bienes has acaparado”. Acababa de hablar y una voz del cielo le dijo: “¡Necio, hoy han venido a buscar tu alma!” Yo me pregunto si no habrá sido así con Kirchner, un hombre lleno de proyectos políticos y personales, pero en un momento se te termina la vida y tienes que rendir cuentas acerca de cómo la has invertido, porque tu vida no te pertenece. Tú tienes que llegar al punto de entender que Dios te ha creado con un plan y que no te perteneces sino que le perteneces a Él, y tendrás que rendir cuentas de cómo has invertido tu tiempo.

Quiero hablarte de dos leyes que tienen que ver con la siembra, porque invertir la vida es sembrarla en algo. Algunos siembran o invierten su vida en sus hijos, otros en los negocios, en los deportes y otros la invierten pensando en qué van a comer o vestir, qué casa o qué auto quieren; y todas esas inversiones son para uno, pero esa inversión no es siembra.La Bibliahace referencia a la ley de la siembra y la cosecha y dice: “Todo lo que el hombre sembrare, eso también cegará”. Si tú siembras tu vida cosecharás vida, si siembras dinero cosecharás dinero, si tú siembras sonrisas cosecharás sonrisas. Uno puede sembrar buenas semillas pero también puede sembrar malas semillas. ¡Todas nuestras obras, todo lo que hacemos es una inversión, hay que ver para qué es la inversión y a quién le sirve! Cada vez que tú hablas estás sembrando; cuando yo predico siembro palabra de Dios en los corazones, las palabras que tú hablas son muy importantes, porque pueden ser semillas que bendicen, que sanan, que multiplican la esperanza, la fe o semillas que producen bronca, odio, rencor. ¡Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará!

Una persona con una cara sonriente, de buenos modales, atenta, recibe atenciones porque los que están alrededor de ella se sienten bien y le quieren devolver sonrisas, le agradecen, en cambio hay otros que andan con cara de limón o de vinagre. ¡Cuidado con la cara que siembras! Tu propia cara es una siembra. Si andas todo el día con cara larga, ¿pretendes que la gente te diga: ¡Qué tipo más simpático!? Uno cosecha hasta con la cara que pone, si pones esa cara de vinagre, la gente comienza a hablar a tus espaldas: “¡Esta vieja amargada! ¿Qué le pasa?”

Cuando el evangelio llega a las personas les cambia la cara, les dan ganas de vivir, de sonreír, la persona que cree en Cristo se llena de esperanza, no tiene miedo al futuro, no le teme a las enfermedades ni a la muerte; sabe que está en las manos de Cristo. ¡Tiene una cara linda!  El asunto es: ¿Qué tienes para sembrar? Se le dice a alguno: “Andá a testificar” y responde: “Yo no tengo palabras”. “A ver, haz una oración” “A mi me da vergüenza orar en público” ¿En qué estás invirtiendo tu vida? ¡Cuando llegues al cielo serás condenado o entrarás al reino de Dios conforme a las obras que has hecho! Las obras que realizas son una siembra, tú compartes tu pan con alguien que tiene hambre, eso es un acto de justicia, es una siembra que Dios toma en cuenta; hay cristianos que visitan a los enfermos, que van a las cárceles a visitar a los presos. ¿Eres de esos cristianos que nunca tiene tiempo para nada ni para nadie y que los fines de semana está cansado porque ha laburado toda la semana? ¿Has laburado para qué o para quién? Trabajas para tu techo, para tu cuenta, para tu ropa, ¡eso no es sembrar! Eso es acumular y el Señor dice que no acumules riquezas en la tierra porque se pudren, se corrompen; pero hay obras que hacemos, que son riquezas acumuladas en el cielo. A esto se refería el apóstol Pablo: “Yo gustosamente con todo placer gastaré de lo mío y aún me gastaré yo mismo por amor a vuestras almas.”  ¡Era tan grande el amor del apóstol Pablo que no le interesaba gastar su vida por amor al prójimo! ¡Qué Dios te toque hoy! Imagínate un país donde cada uno ame a su prójimo y se preocupe por él. ¡Qué lindo sería si todo el mundo decidiera gastar su vida por los demás! En otras palabras, donde todos quieran ser como Cristo porque Él invirtió su vida, la ofrendó por salvar nuestras almas, por amor a nosotros; y lo que quiere Cristo es que nosotros entendamos que para estar con Él, para andar con Él y ser de Él tenemos que ser del mismo pensamiento, del mismo sentimiento y tener el mismo corazón que Él. A quien no le sale o no le nace hacer esto, yo digo que no es de Cristo. Cuando estemos en el cielo delante del trono de Dios, el Señor Jesús apartará a las ovejas de los cabritos: 33Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. 34Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. 35Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; 36estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí”. (Mateo 25:33 al 36). ¿Has ido a visitar a alguien a la cárcel que no sea algún familiar o has ido al hospital a visitar a alguno pero que no sea un pariente tuyo?

LA VIDA DE NÉSTOR KIRCHNER

Yo he sido muy sacudido por la muerte de Kirchner porque uno no espera que un hombre como él termine de la manera que él terminó. Los titulares dicen que ahora, “Kirchner está descansando en paz en Río Gallegos”, y yo me pregunto: ¿Ese lugar será el cielo o el infierno? Han llevado sus restos para que éstos descansen en Río Gallegos, su tierra natal. Yo me pregunto: ¿Estará descansando el hombre, estará en la presencia del Señor? ¿En dónde estará?

Una semana atrás estuve esperando un camión de un hermano empresario de la iglesia, para llevar unos libros y estantes a Monte Beraca, pero primero llevaría unos obreros a trabajar. A las diez de la mañana me avisan que el camión no llegaría porque había chocado y los tres obreros que iban adentro murieron instantáneamente. Esos obreros trabajaban para alimentar a su familia, eran padres de adolescentes, pero me pregunto: ¿Habrán invertido bien su vida? ¿Eso es todo lo que ellos hacían? Porque hay muchos creyentes que todo lo que hacen es trabajar y ganar dinero para comer, para vestirse, pero no tienen claro que tienen que invertir toda su vida en las manos de Jesús. Dios te demanda, no a ser una persona especial, sino ser simplemente como Él. ¡Jesús dio su vida por ti y quiere que des la tuya por los hermanos! Alguno se preguntará: ¿Si yo hago esto quién me va a dar de comer? Tengo una palabra para ti: “Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia,…” (2ª Corintios 9:10). Si tú siembras tienes que saber que la semilla no la has fabricado tú sino que hay alguien que le da semilla al que siembra, no puedes sembrar la semilla que no tienes. Hablando en términos espirituales, si tú no tienes a Cristo como Señor en tu corazón, no tienes buena semilla para sembrar. ¡Tú necesitas que Cristo se siente en el trono de tu vida! Él pondrá en ti toda gracia, toda sonrisa, toda fe, toda palabra buena, quitará toda palabra ociosa de tu boca, quitará toda tristeza, toda amargura, quitará la incredulidad y pondrá en ti buena semilla para que siembres.

El que da buena semilla no solamente te la da para que la siembres sino que también te dará alimento. ¡No te faltará el sustento te dice el Señor! “Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia,…” (2ª Corintios 9:10). El apóstol Pablo llama “fruto de justicia” a los resultados de una siembra correcta, porque toda obra buena es una obra de justicia; darle de comer al hambriento es una obra de justicia, visitar a los que están en la cárcel es una obra de justicia. A Dios no le importa si es un criminal, es una vida que merece ser visitada, y tiene que ser bendecida. ¡Hay esperanza para el peor de los seres humanos porque Dios lo ha creado! Si nosotros no le damos la buena semilla, esa persona no fructificará, no crecerá; pero cuando alguien se le acerca con el amor de Dios será tocada, reverdecerá y llegará a ser aquello para lo cual Dios lo ha creado. Es una injusticia que alguien quede preso 40 o 50 años o el resto de su vida y nadie le de una palabra de aliento, de esperanza. Algunos dicen: “¡Hay que colgarlo de algún árbol!” Otro dice: “¡Hay que fusilarlo!” Pero Dios dice: “¡Hay que salvarlo!” Uno de los que murió al lado de Jesús en la cruz era un sinvergüenza pero ahí en la cruz le dijo: “Acuérdate de mi cuando vengas en tu reino” y el Señor le respondió: “Hoy mismo estarás conmigo en el paraíso”. ¡El que se estaba muriendo, colgado, estaba creyendo y confesando que Jesucristo era el Señor y que la esperanza era Él!

Primero: Dios provee la semilla. Segundo: Él hará que no te falte alimento. Tercero: Él multiplicará tu sementera y hará crecer los frutos de tu justicia. ¡Dios hace crecer los frutos de nuestra justicia! ¡Él multiplica bendición para nosotros cuando nosotros hacemos actos de justicia! ¿Tú crees esto? Entonces tendrás que darle de comer al pobre, tendrás que visitar enfermos. ¡Él multiplicará tus actos de justicia!

Vi recientemente un programa de televisión donde había un nutricionista que ha establecido en Argentina varios centros de nutrición para niños; este hombre señalaba que hay miles y miles de niños desnutridos en ese país, niños que no podrán terminar la primaria, por causa de la desnutrición, la cual provoca que no tengan suficiente inteligencia, así que no podrán desenvolverse ni desarrollarse. Éste médico dijo: “¡Es una injusticia que un país que produce alimentos para cuatrocientos millones de habitantes del planeta, no pueda darle de comer a los hijos de los cuarenta millones de habitantes que hay!” Un país que puede producir comida para 1500 millones de habitantes en el mundo es Argentina. ¡Cómo puede ser una injusticia tan grande que un niño no tenga que comer! ¡Dios detesta esto!

¿A quién le pedirá cuentas Dios? ¿Al Estado? Dios no ha creado al Estado, nos ha creado a nosotros, los que conocemos a Dios somos responsables de que no falte la comida. ¡Somos responsables delante de Dios! ¿Quién hará buenas obras sino un hijo de Dios? Un hijo de Dios es una persona que hace obras de justicia que a Dios le agrada. Pero se necesita un toque especial de Dios; no cualquiera puede decir: “Voy a gastar de lo mío con placer, y voy a gastar mi vida”. ¡Sólo un cristiano lo puede decir!

Yo te pregunto: ¿Has conocido el placer de darte? ¿Has conocido el placer de dar? ¿Tienes la libertad de decir: “Yo no considero mi vida preciosa para mi”? Hechos 20:22 al 24 dice: “22Ahora, he aquí, ligado yo en espíritu, voy a Jerusalén, sin saber lo que allá me ha de acontecer; 23salvo que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio, diciendo que me esperan prisiones y tribulaciones. 24Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios”.  El apóstol Pablo dice: “¡No me importa lo que va a pasar porque estoy ligado al espíritu y voy a allí sin saber lo que me sucederá.” Él sabía que le tenían mucha bronca y lo iban a acusar pero dijo: “No considero mi vida preciosa para mí con tal que acabe mi carrera y el ministerio para el cual fui llamado”. Pablo fue una persona que no valoró su vida para sí mismo sino para el propósito sublime de Dios en la tierra. Esto es el placer, el privilegio de quemarse por Cristo, por amor a las almas como lo hizo Cristo. ¡No me importa lo que voy a padecer con tal que acabe el propósito, el llamado y el ministerio para el cual Dios me escogió!

¡Dios necesita gente que esté dispuesta a que la mecha de la vida se le gaste en el servicio a Dios! ¿Conoces el placer de entregarte para servir a otros? Eso lo experimentan aquellos que tienen una relación muy cercana con Cristo. Habrás conocido algo parecido, por ejemplo: Una madre tiene placer al darse toda por su hijo, ella lo hace con gusto, y se puede gastar toda y gastar todo porque tiene amor por su hijo.

Cuando uno está ligado a Cristo y al proyecto de Dios mira a la gente como si fuera su propio hijo y es capaz de dar la vida por la gente. Yo tengo este privilegio y soy un hombre feliz, estoy gastando mi vida en un proyecto que vale la pena. Yo estoy experimentando ese raro privilegio y digo: “Dios me sacó de mi tierra y me sembró en Uruguay”. ¡Mis huesos no van a descansar en paz en San Juan, Argentina, mis huesos van a descansar en la tierra donde Dios me sembró! Estando en Beraca he notado que se me vinieron los años encima; estaba cansado, se me saltaban las lágrimas y pensaba: “Dios, ¿cuándo será el día que le entregue esto a mis pastores? ¡Estoy cansado!” Pero también le dije: “¡Estoy feliz!”

El apóstol Pablo decía: “Si me voy, para mi estar con Cristo es mejor, pero si debo estar con ustedes por su causa, entonces me quedo por amor a ustedes”. Si me dieran a elegir me voy con Cristo, yo no voy a pedir que me entierren en San Juan, yo sé dónde Dios ha sembrado mi vida. Todos mis planes se desvanecieron, todos mis anhelos y proyectos se estrellaron aquel día que entendí que Dios me había creado para este ministerio, pero no sufro nada. Allá sufría por lo que estaba dejando, hoy digo: “¡Señor, gracias por lo que he dejado!” He entendido que vale la pena sembrar la vida en el reino de Dios. ¿Podrás tú experimentar esa gracia, ese placer y habiendo perdido todo sonreír y ser dueño de todo aunque uno no es dueño de nada? ¡Qué seguridad te da Cristo! A los que hablan de más les cuento que yo no tengo nada a mi nombre, ni de mi esposa, ni de mis hijas, nada de lo que tengo me pertenece, así que yo no soy dueño de nada, todo lo que se ha invertido y se ha comprado está a nombre de una Asociación Civil que se llama Iglesia Misión Vida para las Naciones. Pero yo no tengo inseguridad para nada, estoy seguro en las manos de Dios, he gastado lo mío y estoy gastando mi vida con mucho placer en el territorio que Dios me ha dado; y estoy feliz de poder trasmitirles esto, no para hacerme ver sino para hacerles ver que vale la pena hacerlo.

Algunos no quieren consagrarse porque piensan que van a perder, eso lo habrás leído en la biblia del diablo porque en mi Biblia dice que el que te da la semilla te dará también la comida y multiplicará tu sementera y el fruto de tu justicia. “24Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios” (Hechos 20:24). ¡Mi vida no es importante para mí, mi vida es importante por causa de Dios, de su reino y de ti!

CONCLUSIÓN

Quiero orar por ti, quiero bendecirte, quiero que tengas el gozo, el privilegio y puedas vivir la experiencia que yo viví y que me costó dejar todos mis planes, mis pretensiones, renunciar a mi mismo y decirle al Señor: “¡Toma mi vida!” Lo más lindo que yo podría lograr es que miles de personas pudieran experimentar el llamado que yo experimenté y pudieran ser valientes para ofrendar sus vidas donde el Señor se los pida. Bendigo a los hermanos y hermanas que sin pensar ni un instante que les puede dar el cólera dijeron: “¡Yo voy a Haití!” ¡Los bendigo en el nombre de Jesús! El Señor les va a multiplicar el gozo, la alegría y los frutos de su justicia. Muchos dicen: “Dios me ha llamado a un ministerio en Miami”. ¡Qué raro que es Dios! ¿Sabes la cantidad de ministerios que se han ido a Estados Unidos? ¡Cómo si allá estuvieran los negros del África! ¡Cuándo llegues a África y no encuentres hoteles y alguien te diga: “Venga a dormir a mi casa”!

En una oportunidad me invitaron a predicar a Ecuador, unos indígenas que viven en una montaña, ellos nunca comen carne, solamente lo hacen en algún casamiento o celebración importante. Cuando yo fui a predicar habían matado una vaca e hicieron un menjunje que cuando lo vi dije: “¡Esto no lo pruebo!” y la persona que estaba conmigo me señaló: “Mire que esto lo hicieron especialmente por usted, es un desaire si usted no lo come.” ¡En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo me lo comí! ¿Estás dispuesto a ir a donde sea y a comer lo que te den? Quiero orar por ti y pedirle a Dios que te toque, que ablande toda dureza en tu corazón, y entiendas qué es consagrarse y darle la vida a Jesús. ¡Nadie puede experimentar el gozo si no tiene a Cristo en el corazón!

“Después de haber compartido tu palabra Señor, oro para que tú toques la iglesia y levantes un ejército de gente que no le tenga miedo a nada, que sólo tenga temor de Jehová. Oro Señor que sean tocados por tu gracia, que derrames tu Espíritu Santo sobre ellos y levantes hombres y mujeres valientes que desde esta hora te ofrezcan sus vidas, que no consideren sus vidas preciosas para sí mismos con tal de alcanzar y terminar el ministerio, de hacer la obra que tú tienes planeada para ellos. ¡Yo bendigo a tu pueblo en el nombre de Jesús! Cubre con tu sangre y limpia pecados en esta hora. ¡Derrama Señor tu Espíritu Santo, derrama tu vida sobre ellos! Levanta un pueblo consagrado, un pueblo valiente, te lo pido en el nombre de Jesús. No importa la edad que tengan, tócalos, que no se les termine la vida sin poder decir: He hecho lo que mi Padre quería. Que no se les acabe la vida sin poder disfrutar y sin decir: ¡He hecho la voluntad de Dios. ¡Ahora llena, sopla tu Espíritu, caiga tu gracia en el nombre precioso de Jesús! ¡Toca a hombres y mujeres, quita los temores! Echo la red para pescar en tu nombre, levanta muchos Saulo de Tarso que se conviertan en apóstol Pablo, en Pedro, en Juan, en el nombre de Jesús. Gente que haga tu obra Señor, que tenga tus dones, gente que tenga el fuego, la pasión y que se goce y se deleite en darle la vida a Cristo. ¡Sean llenos de tu presencia! ¡Destruye la incredulidad, destruye la duda, el temor, en el nombre de Jesús! ¡Tú eres poderoso y te bendecimos Señor!”

Ahora repite esta oración y dile a Dios: “Señor amado, perdóname, yo he estado viviendo mi vida para mí y no para ti. He sido egoísta, límpiame, lávame, te lo pido en el nombre de Jesús. Hoy me consagro a ti, te doy mi vida, te entrego mi corazón, lléname de tu Espíritu, sálvame. ¡Quiero ser como tú! En el nombre de Jesús hago esta oración, amén”.

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