SALA DE EMERGENCIAS - Misión Vida para las Naciones

Av. 8 de octubre 2335

Montevideo

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MENSAJES DEL CIELO

SALA DE EMERGENCIAS

¡Dios está necesitando obreros y nosotros andamos despistados! Una de las cosas que me sucede los domingos cuando termina el culto es que hay tantos que quieren hablar conmigo, y no tengo a veces quien me ayude a atender a esa gente; veo que lo colaboradores hablan, van y vienen, los chicos saltan, se tiran de cabeza y gritan. Yo estoy sentado con alguien que está quebrantado, angustiado y trato de penetrar en la problemática que tiene esa persona, darle un consejo y orar por ella, cuando de repente se acerca algún hermano y me dice: “Apóstol, sólo lo quiero saludar”. ¡Pasan por encima del que está llorando y me dan un beso! “Lo molesto un segundo…” Me da un beso y me dice: “¿Se acuerda que una vez le dije tal cosa y que usted me dijo…?” y el otro está llorando al lado. ¡Es que no tenemos el corazón preparado para ser sensibles a los que están quebrantados! No es que no hay gente, hay mucha gente que está quebrantada y necesitada, y Dios está necesitando obreros. Mi oración es que todos aquellos que necesitan ser sanados en su alma, en su corazón reciban sanidad. Oro para que recibas la gracia del cielo y Dios hoy te dé libertad y sanidad. Pero también voy a orar para que si eres cristiano Dios te unja con la presencia poderosa de su Espíritu Santo para que te suceda como le ha sucedido a Jesús.    

 OVEJAS SIN PASTOR

Estuve leyendo un pasaje de la Biblia en el que, Jesús, cansado de atender gente y después de escuchar a sus discípulos que vinieron a contarle todo lo que habían estado haciendo  y enseñando, les dijo a ellos: Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco” (Marcos 6:31). Señala la Biblia que se subieron solos en una barca y se fueron a un lugar desierto para poder descansar. Pero la gente que estaba ahí rodeando a Jesús vio para donde iban, entonces se fueron caminando y dieron la vuelta al mar de Galilea llegando antes que Jesús. ¡Cuando llegó al lugar donde quería descansar, ya la gente estaba allí esperándolo! Dice la Biblia que Jesús salió y vio a la multitud y tuvo compasión de ellos porque eran como ovejas que no tenían pastor. Y yo veo a la gente que no sabe a quien pedirle consejo; alguno le dice: “Allá hay un lugar donde te van a ayudar” y allí le mandan a ponerse una cinta colorada y se la ponen; otro le dice: “Cómprate un corazón de Jesús” y se lo compra. En otro lado le mandan a poner en su casa un cuadro de san Jorge y lo hacen; cuando le preguntas por qué tiene ese cuadro te contesta: “Lo puse porque me dijeron que te protege”; y por otro lado le aconsejan que ponga una ristra de ajo. Es que muchos andan buscando consejo entonces hacen todo lo que les dicen porque son muy crédulos. ¡Creen cada pavadas! La gente hace lo que le mandan hacer, pero hay pocos que les pueden decir a ellos: “¡Deja la idolatría, deja la estupidez y ven a Jesucristo!” Hay pocos que quieran abrir su boca. Hemos comprobado que cuando hay mucha gente que predica como lo han hecho en la ciudad de Maldonado los chicos que enviamos al “Rescate de una generación”, hay mucha gente que se salva. Pero tristemente hay quienes se meten en la iglesia para ver qué le pueden sacar al evangelio.

Me enteré de un muchacho que comenzó a asistir a la iglesia y ya se acostó con dos chicas de la iglesia y casi se come a besos a otra también, ¡ya lo voy a agarrar! Hay gente que se quiere aprovechar de las bendiciones del evangelio y nos toman de tontos. Dios me mostró que el mundo entero es una gran sala de urgencias. ¿Cómo me lo mostró? ¡Me mandó a una sala de urgencias! Había terminado la reunión el domingo a la noche, cansado de predicar y atender gente, y después despedí a los jóvenes que se iban a la ciudad de Maldonado al “Rescate de una generación”. ¡Esos chicos tenían una alegría tremenda y yo tenía el corazón henchido porque estaba seguro que algo precioso iba a suceder en esa ciudad! Terminamos a la media noche e invité a una de mis hijas y a su esposo a cenar una corvina que había quedado del mediodía. Resulta que cuando estaba comiendo, ¡me tragué una espina! Comí pan para que se vaya, por momentos sentía que se había ido pero seguía ahí. De pronto pensé en un pariente mío que se había muerto por tragarse un escarbadientes pero él no le dio importancia, y consecuencia de ello, a los días contrajo una infección mas los médicos ya no pudieron hacer nada por él. A eso de la una de la mañana decidí que lo mejor era ir a urgencias; llegué y lo primero que hicieron fue tomarme la presión y la temperatura. Le hice notar a la enfermera que lo único que tenía era una espina en la garganta, que no tenía ni fiebre ni presión pero insistieron en hacerlo. ¡Resulta que a todo el que ingresa en emergencia le toman la presión y la temperatura! Le conté a la enfermera lo que me sucedió y me dijo que tenía que esperar a la doctora. Cuando llega ésta le vuelvo a contar todo: “Mire, yo estaba comiendo corvina y de pronto sentí que se me atragantó una espina”. ¡Ahí empieza la vía crucis del apóstol Márquez! La doctora me dijo que ellos no eran especialistas en eso así que tendría que esperar a que venga el especialista, mientras tanto me sacarían unas radiografías. Sentado en la sala de espera de urgencias comienzo a ver el panorama: En un momento ingresó una mujer toda hinchada por causa de una alergia y llena de ronchas y a ella también le tomaron la presión y la temperatura y la dejaron esperando. Yo estuve sentado allí una media hora, ¡menos mal que no tenía clavada la espina! Sólo me costaba tragar… llega un enfermero y me dice que me siente en la silla de ruedas; yo le respondo: ¡No, yo soy el de la espina, puedo ir caminando! ¡No, no siéntese, yo lo tengo que llevar en la silla de ruedas! Porque si usted se llega a caer y se quiebra nosotros somos los responsables.

Me sacaron la radiografía y la pusieron en un sobre; luego me sentaron en la silla nuevamente y me llevaron a otro lugar, a todo eso eran las dos de la madrugada. El día domingo es el día en que deseo llegar a mi casa y acostarme. Pero ahí estaba yo en la sala de urgencias esperando y me digo: “¡Dios mío! ¿Le habrán avisado al especialista para que venga?” En una cabina estaba la doctora y las enfermeras, yo deseando que miren la placa, vi que la agarraron y la pusieron no sé dónde. Cuando viene la enfermera le pregunto si la vieron y me señala que no se ve nada; otro médico me dijo que como la espina no tiene calcio no se puede percibir en una radiografía.

A mi lado había un hombre de unos 75 años que llegó mal… ¡A él también le tomaron la temperatura y la presión y le preguntaron qué le había sucedido! Este hombre les dijo que se despertó sobresaltado con náuseas y un poco mareado; le señaló al enfermero que como vivía solo tenía miedo de que le sucediera algo y decidió ir a urgencias. Entonces le informan a la doctora del caso y ésta viene donde está el hombre y le pide que le cuente qué le había sucedido, así que le cuenta todo lo ocurrido y como tenía miedo de morirse solo se fue al hospital. ¡La verdad es que no se si es mejor morirme en mi casa o en un sanatorio! Había también una ancianita que se levantaba a cada rato para ir al baño, que también la sentaron ahí a esperar. Yo comencé a ver el trajín de todo lo que sucede en una sala de emergencias. Por allá a las cuatro de la mañana les pregunto si había llegado el especialista; yo me lamentaba: ¡Señor me hubiera quedado a dormir en mi casa y venía a la mañana! Me informan que el especialista no llegaría porque no sabían dónde estaba, no se había reportado, tenía un plazo de dos horas para reportarse pero no lo hizo; no sabían que sucedió con él pero me dijeron que no me hiciera problemas porque a las siete y media de la mañana llegaba otro, así que me sugieren que me acueste en una camilla a descansar. Dormité un ratito y al rato me despertaban las carcajadas de los enfermeros, o alguna persona que se quejaba. Yo trataba de dormir y de pronto sentía que llegaban con una camilla, pensé que me iban a llevar a que me revisen pero no era para mí. De pronto llega una mujer a la que inyectaron y se ve que le hizo mal y se desvaneció. El enfermero asustado le dice: “¡Manuela despiértese!” Yo pensaba: “¡Lo único que falta es que se le muera ahora! Llega la doctora y la llama: “¡Manuela, despiértese!”

¡Pasé una noche hermosa en la emergencia! Por allá me dormí, quejido por acá, lamento por allá… cuando me despierto veo que era de día, casi las siete, y yo feliz porque vendría el especialista pero se hicieron las diez de la mañana y nada. Yo me sentía impotente, abandonado, no se ocupaban bien de mí, tenía una sensación de indefensión. Yo creía que era más sencillo, porque cuando era chiquito si se me atragantaba con una espina me llevaban al médico y me la quitaban. Les dije que me iba a casa y que volvía al otro día pero la doctora me responde: “¡No, usted con esta espina no se va!” ¡Me hizo ver que me estaban cuidando! En un momento Dios me dice: “El mundo está lleno de gente que va y viene y nadie les da importancia. El mundo entero es una sala de emergencias”. La gente corre, a una persona le viene un cáncer y no sabe que se le desató un día que tuvo una gran pelea. No saben que las enfermedades somáticas tienen una interacción y una relación con las enfermedades del corazón. Digo que son enfermedades del corazón esas heridas a las que llamamos resentimientos, soledad, angustia, amargura, tristeza, depresión.

            LOS OJOS DE JESÚS SON TUS OJOS

Una de las conferencias que tuvo lugar en el “Rescate de una Generación” de la ciudad de Maldonado se llamaba: “Depresión, epidemia mundial”. Una mujer de esa ciudad a la que le predicaron contó que su hermana se había tirado de un edificio y llevaba meses sumida en una depresión tremenda; en el momento en que la encontraron llevaba quince días que no comía, por momentos sentía ganas de salir corriendo y arrojarse debajo de un auto. Pero esa no es la única mujer que existe en una situación semejante. ¡Benditos los pies de aquellos que fueron a golpear a la puerta de esa mujer! Esos pies salvaron esa vida de un posible suicidio. Este no es el único caso, hay muchos más a tu alrededor, hay mucha gente sangrando por dentro. ¿Tienes sensibilidad o no? Dice la Biblia que Jesús salió y al ver la multitud tuvo compasión de ellos. Compasión significa compadecerse, es “padecer con…”, es sentir en las propias entrañas el padecimiento del otro; compasión es sufrir juntamente con el otro, que yo pueda entender lo que le sucede al otro. No está mal que te diga que tus ojos son los ojos de Jesús, y te pregunto: ¿En qué se ocupan tus ojos? No está mal que yo te diga que tus manos son las de Jesús, y te debo preguntar: ¿A qué se dedican tus manos? No está mal que yo te diga que tu boca es la boca de Jesús, de ella tiene que salir el remedio para el quebrantado, de ella tiene que salir la palabra que libera al cautivo. La pregunta es: ¿Qué haces con tu boca? ¿Por qué estás tan ocupado en tantas cosas que no tienes tiempo de ver la necesidad de otros? ¡Si viajas en un ómnibus seguramente allí hay gente afligida!

Cuando Jesús vio que era mucha la tarea escogió setenta discípulos y los mandó delante de Él a las ciudades donde luego Él iría y les dijo: “Vayan a las ciudades y sanen a los enfermos que en ellas hayan y díganles: Se ha acercado a vosotros al reino de Dios”. Dice la Biblia que esos setenta volvieron con gozo. Del mismo modo, cuando volvieron los chicos que mandamos a Maldonado, los vi llegar y pude ver sus caras de gozo por haber hecho la obra que el Señor les mandó hacer. Jesús envió setenta y le dijo: “A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos”, o sea que con los setenta no alcanzaba, “Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies” (Mateo 9:37 y 38). ¡Yo voy a orar para que Dios te sacuda!

Hace unos días atrás teníamos ochenta personas que iban a viajar a la ciudad de Maldonado a las que les dijimos: “Ustedes van comisionados con la misión y la unción de Jesús. Van a ir por las calles y van a orar por los enfermos y a liberar a los endemoniados” La sorpresa de ellos es que oraban y la gente se sanaba. Cuando oramos la gente se sana de lo contrario si no lo hacemos no se sanarán. La iglesia tiene una visión distorsionada de la verdad, la iglesia cree que hay mucha gente que no quiere recibir a Cristo, que hay muchos que no quieren escuchar el evangelio pero la iglesia está tremendamente equivocada. No saben que la iglesia debe tener fruto, los creyentes tienen que producir frutos. Los cristianos no toman en serio que si no tienen fruto serán cortados y echados al fuego, así dice la Biblia: “El pámpano que en mí no lleva fruto será cortado y será echado al fuego”.

En el centro comunitario de Beraca hemos estado perfeccionándonos en el tema de criar chanchos; nosotros creíamos que para tener chanchitos sólo era necesario tener una chancha, pero teníamos una que tuvo cría y se los comió; y hablando con un pastor amigo que tiene un criadero de chanchos le preguntamos que hacíamos con esa chancha que sólo tuvo cinco chanchitos y encima se los comió, y él nos responde: ¡Hagan chorizos! Hemos ido aprendiendo, por ahí una chancha tuvo nueve chanchitos pero según ese pastor con eso no alcanza, la que tiene menos de diez hay que hacerla chorizos.

Las chanchas se alimentan con ración pero para que la inversión valga la pena este animal tiene que tener más de diez crías.

Si tienes un limonero en el fondo de tu casa pero no da limones lo cortas y te compras otro con la esperanza de recibir frutos de él. ¿Crees que puedes ser cristiano y no dar cristianitos? ¿Tú no eres consciente de lo que Dios está esperando de ti? ¡Con tanta gente que necesita de Dios! ¡Tanta gente que necesita una palabra, un consejo, una oración! ¡Este es un llamado de Dios muy fuerte para este tiempo! ¡Mira que hay cada vez más drogadictos, hay cada vez hay más violencia! Hay más delincuencia, hay muchos más padres y madres desesperados, se hacen colas de personas que quieren ingresar en nuestros centros comunitarios. Dios me mostró que cuando hay muchos obreros hay muchas cosechas, sácate la idea de la cabeza de que la gente es dura y no quiere escuchar el evangelio, la calle está llena de gente que está esperando que tú abras tu boca.

Una joven que fue a la ciudad de Maldonado con el grupo de Rescate de una generación, era sumamente tímida, el primer día que la mandaron a predicar no hizo nada, no se animaba a hablar; el líder a su cargo le oró y echó fuera de su vida el espíritu de timidez y de vergüenza, la chica comenzó a predicar, al día siguiente entregó a Cristo más de quince personas, ahora no la podían parar. ¡Con tu vergüenza y tu timidez deshonras a Dios!

En la iglesia hay gente atada, hay quienes no saben cómo hacer para hablar conmigo; tal vez hablas con una persona e ignoras o pretendes ignorar el grave problema que tiene; no tiene fuerza ni siquiera para pedir ayuda y te tiene a ti al lado. ¡Algo tiene que pasar hoy! ¡Tiene que producirse un clic dentro de tu corazón! Por donde yo voy hay gente que me cae encima, afligida. ¡Eso tiene que sucederte también a ti! ¡Dios quiere ungirte con la misma unción de Jesús!

¿Has descubierto que el evangelio es de extraordinario valor? ¿Has descubierto que el evangelio es lo que realmente la gente está necesitando? ¿Te has dado cuenta que lo que necesita la gente no es una cinta colorada ni una ristra de ajo? ¿Te has dado cuenta que aquellos que tenemos familias bien constituidas es porque el evangelio nos ha dado gracia, sabiduría e inteligencia? ¿Te has dado cuenta que los que conocen el evangelio saben tomar decisiones y tienen vidas sanas, y no se sienten oprimidos sino que son fuertes y tienen gozo de vivir? ¿Te has dado cuenta que las enfermedades del cuerpo provienen del alma? Creo que más del noventa por ciento de las enfermedades son sicosomáticas, como el cáncer; son enfermedades que operan desde la psiquis al cuerpo, se somatizan. Y el evangelio es el remedio para ese esposo que ya no sabe qué hacer con su esposa, es el remedio para ese hijo que no sabe qué hacer con su padre o su madre. El evangelio es la solución para esa madre que ya no sabe qué hacer con su hijo. ¡Cuándo se sana el corazón, se sanan las relaciones y también las enfermedades del cuerpo! ¿Has descubierto el gran valor del evangelio? ¿Es para ti de gran valor el evangelio o será que estás menospreciando su poder? ¡El evangelio es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree!

            CONCLUSIÓN

Si tú entiendes que algo te falta y debes ser lleno de la gracia del cielo, que no hay fruto en tu vida, si has entendido que tienes que darle el lugar que no le has dado a Jesús y que de alguna manera has menospreciado el evangelio y no lo has puesto como prioridad en tu vida, porque vives ocupado u ocupada en muchos quehaceres, hoy necesitas pedirle a Dios que te perdone y te llene. ¡El evangelio no es un complemento, el evangelio es el fundamento de la vida! ¡Necesitas tener fuego en tu interior que te producirá gozo! Cuando volvieron los setenta después de haber echado fuera a los demonios y sanado a los enfermos, dice la Biblia que volvieron con gozo. Créeme que si predicas el evangelio tendrás gozo, la medicina moderna señala que la alegría, la sonrisa sana enfermedades. ¡Predica el evangelio y se te irán muchos dolores!

Tienes que abrirle tu corazón a Jesús; yo quiero orar por ti: “Señor, entendemos que la mies es mucha y los obreros son pocos, y queremos presentarte nuestras vidas, nuestras manos y nuestros pies; queremos presentarte nuestros ojos y nuestra boca. ¡Glorifícate Señor! Comienza a romper ataduras, libera a los cautivos, en el nombre de Jesús. ¡Extiende tu mano Rey!

Dile al Señor: “He dejado contaminar mi vida con otras cosas que no eran el evangelio, límpiame Señor, me he afanado tanto como Marta y no he estado como María, a los pies de Jesús. No he hecho la obra que debía hacer, no he elegido la mejor parte. ¡Ven sobre mí, Señor! Llena mi corazón, cúbreme con tu sangre preciosa, límpiame, perdona mi pecado, te lo pido en el nombre de Jesús, amén”.

Extiende tu mano preciosa Señor, obra sobre tu pueblo, obra sobre aquellos que están a lo lejos recibiendo este mensaje. Venga tu reino a nosotros Señor, que no nos pase desapercibido el sediento, el hambriento, el débil. ¡Llena el corazón! ¡Bautiza con tu Espíritu Santo! Señor Jesús, tú que bautizas con Espíritu Santo y fuego bautiza a cada persona, llena de fuego, de poder y de gloria, te lo pido en el nombre de Jesús. A ti Señor sea toda gloria y toda honra, tuyo es el poder por los siglos de los siglos, amén.

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