¡VÉNGATE DE TU ENEMIGO! - Misión Vida para las Naciones

Av. 8 de octubre 2335

Montevideo

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MENSAJES DEL CIELO

¡VÉNGATE DE TU ENEMIGO!

En el tiempo de mis más grandes frustraciones le pedí al Señor que me permita vengarme de mi enemigo. Y al ver el panorama de la obra que Dios está haciendo con esta iglesia, Dios me dijo: “¿Te acuerdas que me pediste vengarte de tu enemigo? ¡Te di la venganza!”

Meditando en todas las bendiciones de Dios sobre nuestras vidas, vino a mi memoria un pasaje que se encuentra en Jueces 16:23-30: 23Entonces los principales de los filisteos se juntaron para ofrecer sacrificio a Dagón su dios y para alegrarse; y dijeron: Nuestro dios entregó en nuestras manos a Sansón nuestro enemigo. 24Y viéndolo el pueblo, alabaron a su dios, diciendo: Nuestro dios entregó en nuestras manos a nuestro enemigo, y al destruidor de nuestra tierra, el cual había dado muerte a muchos de nosotros. 25Y aconteció que cuando sintieron alegría en su corazón, dijeron: Llamad a Sansón, para que nos divierta. Y llamaron a Sansón de la cárcel, y sirvió de juguete delante de ellos; y lo pusieron entre las columnas. 26Entonces Sansón dijo al joven que le guiaba de la mano: Acércame, y hazme palpar las columnas sobre las que descansa la casa, para que me apoye sobre ellas. 27Y la casa estaba llena de hombres y mujeres, y todos los principales de los filisteos estaban allí; y en el piso alto había como tres mil hombres y mujeres, que estaban mirando el escarnio de Sansón. 28Entonces clamó Sansón a Jehová, y dijo: Señor Jehová, acuérdate ahora de mí, y fortaléceme, te ruego, solamente esta vez, oh Dios, para que de una vez tome venganza de los filisteos por mis dos ojos. 29Asió luego Sansón las dos columnas de en medio, sobre las que descansaba la casa, y echó todo su peso sobre ellas, su mano derecha sobre una y su mano izquierda sobre la otra. 30Y dijo Sansón: Muera yo con los filisteos. Entonces se inclinó con toda su fuerza, y cayó la casa sobre los principales, y sobre todo el pueblo que estaba en ella. Y los que mató al morir fueron muchos más que los que había matado durante su vida”.

Ésta es la historia de un hombre que habiendo contado con el favor de Dios, perdió su rumbo, su dirección y de pronto se encontró preso de sus enemigos y no solo eso sino que sus enemigos estaban celebrando y diciendo: “Nuestro dios dagón nos entregó a Sansón”. Y cuando estaban ebrios, mandaron traer a Sansón para divertirse, entonces comenzaron a escarnecerlo. Anteriormente lo habían capturado y le habían quitado los ojos.

Sansón se encontraba en una situación de debilidad e impotencia, y al parecer, el Señor se había apartado de él. Pero mientras los filisteos estaban celebrando y escarneciéndolo, él le pedía al muchacho que lo guiaba que lo lleve a las columnas principales porque se quería apoyar en ellas, entonces, Sansón hizo una última oración y le pidió a Dios: “Señor acuérdate de mí, fortaléceme y permíteme vengarme de los filisteos”.

Sin percatarme de este pasaje dela Biblia, yo hice una oración similar a ésta, en un momento de mi vida.

MI TESTIMONIO

Dios me llevó a una situación de impotencia, debilidad y fracaso. Fui un niño, un adolescente y un joven impetuoso, inteligente, muy lindo y emprendedor; estudié muchas cosas, entre ellas música y arquitectura. Todo me sonreía en la vida,nada me detenía, yo sorteaba las dificultades, pero en algún momento, Dios quiso cambiar el rumbo de mi existencia, porque yo no estaba yendo en la dirección que Él quería, sino que iba en la dirección de mi propia voluntad y mis planes. En mi mejor momento, cuando me recibí de arquitecto, y después de haber ejercido la construcción y de haber armado una empresa constructora, Dios se encargó de que me quede sin trabajo. Todo lo que había deseado era recibirme de arquitecto, ya era técnico constructor y tenía varias obras, pero se me terminaron. Hasta el momento en que me recibí tenía varios contratos, pero después de esto, ¡no aparecieron más! Me tuve que ir de mi provincia de San Juan de una manera inconcebible, porque hasta ese momento, parecía que nada me iba a sacar de ese lugar. Pensaba quede San Juan se podían ir muchos, pero yo me iba a quedar allí, como dice el dicho popular, “sosteniendo el palo de la carpa”. Sin embargo llegué a la conclusión de que Dios me quería fuera de mi provincia, así que me fui. Mi hija Cecilia era muy chiquita y mi esposa estaba embarazada de Viviana. Nos fuimos ala ciudad de Buenos Aires donde comenzó nuestro desierto.

Estuvimos unos cinco años tratando de saber y entender que quería Dios de nosotros. Orábamos pero no obteníamos respuesta, Dios guardaba silencio, leíamos la Biblia y de vez en cuando Dios nos daba un versículo como por ejemplo el Salmo 40: “Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos”. Yo leía este pasaje bíblico y sabía que era de Dios para mí, pero yo estaba en el pozo, y no entendía porque está en “tiempo pasado”. Mi pensamiento era: “¡A mí no me puso nada, ni me enderezó mis pasos porque yo todavía estoy en el pozo!” Eran versículos que me marcaban, aún más la palabra “pacientemente” entonces yo le decía a Dios: “Voy a esperar en ti, pero por favor dime qué es lo que tengo que esperar”. ¡Y Él no me contestaba!

Con mi esposa buscamos una iglesia donde congregarnos en Buenos Aires, Argentina, y dimos vueltas y vueltas pero no encontrábamos ninguna de la que pudiéramos decir: “Dios nos manda a este lugar y tenemos que ponernos bajo la cobertura de algún pastor”. Yo era líder nacional de la iglesia bautista y los pastores amigos nuestros que me conocían me invitaban a sus iglesias, particularmente uno me invitó a predicar y yo con “la gripe AH1N1” encima, con escasez de fuerza, de trabajo y de dinero fui a predicar, pero no había ninguna iglesia que Dios nos mostrara que sería para nosotros. Empecé a hablar con los pastores amigos para que me dieran un consejo, pero ellos no sabían qué decirme. A mi gran amigo,el pastor Rubén Giménez, lo visitaba para hablarle de mi aflicción, de lo mal que yo estaba, y al final él me decía: “¿Tienes dinero?” Yo le respondía que no, entonces él sacaba un billete de su bolsillo y me daba, y me declaraba: “¡Dios te va a bendecir!” Yo me iba mal y pensaba: “¡No necesito que Dios me bendiga más adelante, lo que necesito es que me bendiga ya!” Así que me iba igual que como había llegado.

Una noche lo fui a buscar a este pastor amigo a la una de la madrugada, ¡era tanta la desesperación! Golpeé la puerta pero el pastor no estaba, y la pastora no era como Marta mi esposa; me pregunta qué hacía ahí, y le respondo que quería hablar con el pastor; ella me dice: “Él no está, y estas no son horas de venir a molestarlo”. Y claro… ¡era la una de la mañana! Yo me dispuse a esperarlo igual, así que me senté en el cordón de la vereda, y al fin el pastor llegó como a las dos de la mañana; me paro delante de él y le digo: “Rubén, necesito una palabra”. Me miró y me dijo: “Y, Jorge…Dios te va a bendecir…” Esa noche me fui caminando triste, porque me prometían que Dios me iba a bendecir, pero yo no veía la bendición.

Con mi esposa sabemos lo que es quedarse sin comida; Marta le ponía mitad leche y mitad agua a la mamadera de nuestras hijas para que no se queden con hambre, y otras tantas cosas. Nos tuvimos que ir de la casa que alquilábamos, llevábamos tres meses sin pagar y la dueña estaba desesperada, porque ya había tenido como inquilino antes que nosotros a otro evangélico, al que le tuvo que hacer un juicio y le costó más de un año sacarlo de su casa. Yo le aseguraba: “Señora, no se preocupe yo me voy a ir”. “¿Pero a dónde se van a ir y con estas criaturas?” me decía, yo le respondí: “No se, pero yo me voy”. Ella agregaba: “Pero ustedes me van a embromar a mí”. “No señora, no la vamos a embromar, le prometo que si el próximo mes no le pago el alquiler, nos vamos”. Le propuse a la mujer que si me tenía que ir, antes le pintaba la casa, y ella debía tomarme ese trabajo como parte de la deuda del alquiler, a lo que ella accedió. Así que sacamos todo y con mi esposa llenamos de diarios el piso y empezamos a pintar, mientras las dos nenas dormían sobre los diarios. Esto lo cuento porque hay quienes piensan que yo nací “con la vaca atada”, como dice el dicho popular.

¡Las que tuvieron que pasar mis hijas! Y tengo muchas historias más, como esa vez que me fui de la casa y no dejé dinero ni comida; me había ido a pelear con Dios a una plaza, así pase todo el día, peleando con Él, cuando volví, mi hija Cecilia me esperaba con una caja de bombones. ¡Dios había hecho maravillas mientras yo estaba peleando con Él! Resulta que unas personas que me debían dinero vinieron a pagar pidiendo perdón por la demora y de regalo trajeron una caja de bombones. Nos teníamos que ir de la casa que alquilábamos, y un amigo me dijo: “Te vienes a mi casa”. Esos amigo tenían una casa de dos dormitorios, tenían dos hijas y la mujer estaba embarazada, pero se instalaron con las dos hijas en un dormitorio y el otro nos lo dieron a nosotros junto con las nenas. Creíamos que era provisorio, ¡pero pasaron tres meses! En una oportunidad me fui a duchar y en el baño había una planta tan linda que deje llena de jabón, luego de ducharme. Resulta que la dueña de casa era una mujer maniática de la limpieza: ¡Me agarró y me dio un sermón porque le arruiné la planta! En esa casa había un lugar específico para cada cosa, mis hijas se ponían a jugar con los lápices de colores y vaya a saber cuál era el lugar de esos lápices… ¡Así que empezamos a ser un estorbo para ellos! Otra vez me rezongó porque no había secado los azulejos, diciéndome que si no se secan, se estropean. En una oportunidad Marta viene llorando y me dice: “No doy más, nos tenemos que ir”. Le contesté que no teníamos a dónde ir. “Pero yo me quiero ir, estamos siendo un estorbo para esta gente”, me dice mi esposa, y yo le contesto que sentía que Dios quería probar a esa gente usándonos a nosotros. ¡Así que nosotros estábamos siendo probados pero ellos también por causa nuestra!

Recuerdo lo deprimido que llegué a estar, habiendo sido un joven pujante, inteligente, ya con un titulo de arquitecto, pero estaba frustrado y paralizado… ¡no veía nada en el horizonte! Estando en la casa deestos amigos, mi hermano que tenía un flete me llama desde San Juan y me dice: “Jorge, vuélvete a San Juan, mañana en la noche el camión estará en Buenos Aires, aprovecha y manda todo lo que tienes”. En la ciudad deSan Juan yo tenía un apartamento que había alquilado y con ese dinero pagaba el alquiler en Buenos Aires, pero me dejaron de pagar el alquiler en mi apartamento por lo tanto yo dejé de pagar el alquiler en Buenos Aires. Hablaba con Dios diciéndole: “Si yo tengo un apartamento en San Juan, ¿para que me vine hasta acá? ¿Quieres que me quede aquí? ¿O me equivoqué y debo regresar de nuevo a mi provincia? ¡Contéstame!” Abría la Bibliapero no me decía nada, ayunamos con mi esposa y le pedíamos una palabra, pero Dios no respondía. Por allá encuentro un versículo que dice: “La suerte se echa en el regazo; más de Jehová es la decisión de ella”. (Proverbios 16:33) así que como Dios no contestaba si nos íbamos o no, saco una moneda, y le digo a mi esposa: “Si sale cara, nos vamos a San Juan y si es cruz nos quedamos en Buenos Aires”. La lanzo y sale cruz, ¡y nos quedamos en Buenos aires! Y tuve paz, aunque no tenía trabajo, ni dinero, ni nada; seguía en el desierto, pero me quedé. Dios comenzó a darnos palabra, y en ese tiempo su gracia comenzó a manifestarse en nuestras vidas, por cuanto buscábamos de Él. Te doy un consejo: Aprovecha las crisis para buscar a Dios. Nunca busqué a Dios tan genuinamente como en el tiempo de crisis. Yo nunca le había dicho “Papito” ahora le decía: “¡Papito, Papito!” ¡Me volví más espiritual! Es que nos pasa así, nos acordamos de Dios y oramos profundamente en medio de terribles dificultades. Dios me daba palabras, como: “…la llevaré al desierto y  hablaré a su corazón” (Oseas 2:14). El asunto es que ahí estaba yo en medio de mis depresiones…

Recuerdo la vez en que estaba sentado en el piso con mi guitarra tratando de componer alguna canción, deprimido y llorando; hice dos o tres canciones y cual de todas más horrible; allí estaba en esos días en los que no quería ni salir a buscar trabajo, queriendo que pase algo ¡por amor a Dios! Uno de esos días me da una dolor en el pecho, (después de un tiempo me dijeron que podía haber sido infarto), era una puntada fuerte, así que me acosté para ver si se me pasaba, pero muy fuerte, el dolor se agudizaba más así que me tiré al piso y le dije a Dios: “Si me muero acá, lo voy a hacer alabándote”, y empecé a decirle: “Te alabo, te alabo, te alabo…” En ese tiempo no teníamos cobertura médica y no sabíamos a qué hospital ir. Sucedió en ese tiempo también que mi hija Viviana se había atacado de los bronquios y no podía respirar, no sabíamos a dónde llevarla, así que la agarré en mis brazos (era la una de la mañana), empecé a caminar con ella en mis brazos, orando, y dije: “Me voy a quedar en vigilia, dándole gracias a Dios por la oportunidad de estar en vigilia, cuánto hacía que no estaba así”. Y le pedía: “Señor, sana a mi hija”. Yo caminaba para acá y para allá, con ella en brazos y le costaba respirar; a las 5 de la mañana ya respiraba mejor. En uno de esos días de lucha, oré: “Señor, antes de morirme quiero que me permitas vengarme de mi enemigo”. Le dije más: “Señor, todo lo que te pido es que antes de morirme me permitas meterle una linda bomba en el cuartel del enemigo”. ¡Y parece que el cuartel estaba en Uruguay!

Llegamos a Uruguay con pocas cosas ¡era tan difícil para nosotros abrir una obra aquí! En Argentina, le dices a alguien: “Soy predicador del evangelio”, y te responden: “¡Qué bien, lo felicito!” Aquí, fui a comprar un equipo de sonido, y le dije al vendedor que iba a empezar una obra, que necesitaba equipo de audio, y le comenté que era  pastor. El hombre me responde: “¿Y qué?”

Lo cierto es que: “Pacientemente espere a Jehová, y se inclinó a mi, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios”. ¡Realmente Dios puso en mi boca cántico nuevo, enderezó mis pasos y fui fortalecido por Él!

En estos días, Dios me hizo acordar la oración que le hice, pidiéndole vengarme de mis enemigos; Él me ha mostrado cuánta gente por causa de la predicación enla iglesiay en la radio ha sido liberadas de sus ataduras, cuántos matrimonios han sido restaurados, cuántas personas sanadas por el poder de Dios, cuántos borrachos y drogadictos han sido librados. ¡Gloria a Dios! ¡La bomba fue puesta!

¿Tú sabías que Dios te ha traído a este mundo y te puso en medio de un territorio de guerra espiritual o no estabas enterado? ¿Sabes que Dios te ha llamado para que le tires bombas y granadas al enemigo, que tienes que conquistar esta tierra y extender el reino de los cielos o no estás enterado? Mucha gente vive como si no estuviéramos en guerra, como si no tuviéramos enemigos, viven sin percatarse que a nuestro alrededor hay demonios que están destruyendo los matrimonios, a los hijos, a las mujeres y hombres. No le agrada a Dios que su pueblo procure su propio bien, su trabajo y su casa, su propia esposa e hijos, eso no es conquista para Dios sino para uno mismo. ¡El territorio debe ser conquistado!

Llegamos a Uruguay, donde  comenzamos a predicar por radio por televisión y plantamos varias iglesias. ¡Armamos un lío aquí en Uruguay! Ni los evangélicos sabían qué era lo que estaba pasando, pero lo que sucedía es que había una guerra y le estábamos arrebatando al diablo la gente que él tenía atada. El lugar donde actualmente está nuestro templo central era un boliche donde dos de nuestros pastores,el pastorMartín yel pastorGustavo se drogaban. ¡Ahora son pastores del “bolicheMisión Vida paralas Naciones”!

Hay gente que está cansada de fracasar; ha fracasado en su negocio, ha fracasado en su matrimonio, ha fracasado económicamente, moralmente, ha negado a Dios, no encuentra la salida, no encuentra el camino, clama a Dios y Él no responde, no sabe dónde está Dios. Pero es hora que hagas una oración como la que yo hice: “Padre me quiero vengar de mi enemigo, quiero meterle una bomba en el cuartel central”.

El ha querido destruirme, ha querido destruir mi iglesia y mi familia, ha querido destruir mi cuerpo. He hablado con un hombre que se alcoholiza, quien me dijo: “Yo no le hago mal a nadie, tengo un corazón limpio, sólo me hago mal yo”; y tenía una esposa y tres hijos heridos, uno de ellos que se droga. Ni siquiera entiende que le ha hecho daño a su propia familia y cree que se ha hecho daño solamente él. El hijo que se droga le dice: “Papá, por culpa tuya me drogo”. A los diez años de edad ese chico que se droga lo vio a su papá borracho agarrándola del cuello a la madre y nunca más olvido esa escena.

Te quiero hablar del consuelo que Dios me ha dado. Él me ha hecho ver cuánta gente se ha salvado, pero eso es poco para mí. Tengo en mi poder una carta de un muchacho que tiene 23 años que dice lo siguiente: “Le escribo esta carta para expresarle mi gratitud hacia usted. Hace 5 años que llegué a Beraca por primera vez, con mi vida arruinada, estaba perdido y sin saber qué hacer para poder cambiar. Después de intentar salir de la droga de muchas formas y después de algunas recaídas, logré entender que era mi corazón el que necesitaba sanidad. Sus prédicas llegaron a lo profundo de mi corazón y cada adoración que sonaba me hacía llorar. Dios empezó a sacar de mí la amargura, el rechazo, la soledad, la rebeldía; por fin pude perdonar. Después de un largo proceso Él pudo cambiar mi vida. No hay palabras para explicar la felicidad que Dios me da. Como dice el pastor Andrés, estoy viviendo días extras acá en la tierra, porque en mi barrio ya murieron 8 chicos y otros están presos, pero Dios tenía un plan para mí, que ya empezó a formar. Hoy la gente del barrio me respeta y me quiere, cuando hay alguno que quiere cambiar me busca a mi. Hace un poco más de dos años llegó Agustín a mi vida, un niño de 7 años con una historia tremenda: una mamá adicta a la droga, sin papá, criándose en un basural, robando y fumando; no asistía a la escuela, se lo iban a llevar al INAU (Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay). Un día lo invito a comer a mi casa, desde ese día ya no se fue más, ahora está en tercer grado escolar y vive como un niño normal”.

¡¿Si esto no es venganza entonces qué es?! Este muchacho tiene 23 años, es soltero y ya adoptó dos niños. Cuando llegó nuestro centro comunitario “Beraca”, en una oportunidad que había que pintar las torres del escenario, Rodrigo se subía a pintar y quedaba petrificado; lo llamábamos y no respondía. Lo que ocurría es que empezaba a recordar cosas de su pasado. Entonces nos subíamos a la torre para ayudarlo a bajar, al rato se le iba todo y decía: “Ahora me siento bien”, y subía de nuevo a pintar. ¡Estaba mal! Se fue varias veces de “Beraca” y varias veces volvió a recaer en la droga, pero finalmente se encaminó. Continúa diciendo en la carta: “Unos meses atrás íbamos caminando con mi amiga, eran las dos de la madrugada, miramos hacia la parada de ómnibus y vimos a un niño fumando de remera y short (hacía mucho frío); nos arrimamos, le hablamos, y lo invitamos a comer. Éste niño nos contó que estaba esperando el ómnibus para ir a trabajar al mercado. Denis tiene 13 años y también empezó la escuela, con una historia bastante fea; tiene 8 hermanos, la mamá se prostituye y no conoce a su papá”. Agrega Rodrigo: “¡Dios me bendice tanto con ellos! Ellos cuentan cómo cambiaron, en las reuniones alaban a Dios, en la mesa oran y dicen: Gracias Dios por estos alimentos, bendícelos, que sean de provecho para nuestros cuerpos y ayúdanos a bendecir a los niños de la calle, en el nombre de Jesús, amén. Con lágrimas en los ojos le cuento que estos niños me dicen papá. ¡Dios ha sido muy bueno conmigo! Pienso: Yo que no tuve papá, nadie me había enseñado, no tuve un ejemplo a seguir hasta que conocí el evangelio. Si hoy puedo ser algo es gracias a Dios y a ti, apóstol. Un día dijiste: En el cielo voy a descansar, así que voy a predicar hasta el día que me muera. ¡Gracias por ser como eres!”

¡Esta es mi venganza! Nunca me olvidaré cuando estaba echando un demoniode la vida de unmuchacho y este demonio empezó a llorar diciéndome: “Déjame este, tú vas a tener miles”. ¡Así me dijo ese demonio! ¡Es dulce la venganza, me hace feliz! Si quieres vengarte de alguien, véngate del diablo. ¡Pídele a Dios que te permita vengarte de tu enemigo!

Dios me ayudó a ver hasta dónde llega en este momento mi venganza; cuento con todos los pastores de mi iglesia, porque ahora no soy yo solo predicando sino que ellos están haciendo junto conmigo la misma obra. El diablo me quería hundir pero aquí estoy “vivito y coleando”, y tengo a mi lado 15 pastores junto con sus esposas, que ahora tienen tanta bronca como yo. Si por la predica del pastor Márquez, miles llegaron a los pies de Cristo, miles llegarán por la prédica de cada uno de estos 15 pastores. Hay algunos pastores que fueron levantados en la iglesia MisiónVida para las Naciones pero que ya no están, sino que están pastoreando en otras iglesias, 8 pastores que ya no pertenecen a Misión Vida pero que predican el evangelio en otro ministerio. Pero la venganza no termina ahí, hay algunos hermanos que se han ido de esta iglesia y que han sido levantados como pastores fuera de Misión Vida,aunque salieron de aquí. ¡La venganza será terrible! ¡Porque tenemos otro tanto de hermanos para levantar de pastores!

CONCLUSIÓN

Si tienes ganas de odiar, odia al diablo. Dios no te permite odiar a tu hermano, el mandamiento es: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No te vengarás de tu hermano pero te puedes vengar del diablo que es tu verdadero enemigo, porque nuestra guerra no es contra sangre y carne, sino contra poderes espirituales de maldad en las regiones celestes. ¡Y los agentes espirituales de la droga, de la enfermedad,de la muerte de la angustia, de la amargura, del odio van a soltar a las personas, en el nombre de Jesús!

Te aseguro que tienes muchas razones para vengarte del diablo. Pero no termina ahí mi venganza; con motivo del día del niño, les dije a los chicos: “Vamos a cambiar al mundo, no van a jugar más con revólveres, ni ametralladoras ni espadas. Dejarán de jugar a esos juegos de matar personas”. Y ellos decían: “¡Amén!” ¡Ya gané otra generación!

Mi pastor Roberto Passole pidió a Dios levantar en su ministerio 25 pastores y levantó 35; yo soy uno de ellos. No todas las cosas van mal. Mi hermano, el pastor HugoMárquez de NeuquénArgentina (uno de esos 35), está levantando otros pastores, y otro pastor de esos35, es el propio yerno del pastor Passo, que está levantando pastores y abriendo obras por todos lados. Dijo Jesús que el evangelio del reino es como una medida de levadura que se coloca en tres medidas de masa, y crece la levadura hasta leudar toda la masa. La palabra deDios dice: “Porque la tierra se llenará del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar” (Habacuc 2:14). Existe el odio para odiar las obras del diablo, para odiar el pecado, para odiar a satanás y a sus ministros. Yo llegué alpunto de la aflicción, de la soledad, de la impotencia y debilidad, y en ese punto cuando ya no podía hacer nada, le dije a Dios que me quería vengar de mi enemigo, y aquí estoy “vivito y coleando”. ¡Hoy esel tiempo de vengarte contra el diablo! Dios le concedió a Sansón vengarse de los filisteos y mató el día de su muerte más filisteos que los que había matado en toda su vida. Viendo como van las cosas me puedo morir feliz, porque he sembrado minas en el territorio del enemigo; cada líder y cadapastor de esta iglesia son minas y el enemigo se tiene que cuidar de ellos.

El reino de Dios está viniendo, hay muchos que no lo ven, es hora de que veas.

Aquellos que quieren vengarse del enemigo hagan conmigo esta oración: “Señor amado, tú vales la pena, tu causa vale la pena, es un honor pertenecer a tu reino, tu pueblo te ama y se compromete contigo. Tú tienes guerra con el diablo y nosotros también; a nosotros nos ha ofendido, nos ha herido, nos ha quitado parientes, nos ha hecho pecar. Dios amado, danos el poder vengarnos de nuestro enemigo, él nos ha enfermado, nos ha hecho temer la muerte, ha inyectado el veneno de la angustia, de la amargura. ¡Queremos venganza en el nombre de Jesús! Permítenos, Señor, apuntar nuestras armas a los cuarteles del enemigo, en el nombre de Jesús. A Ti sea la honra y la gloria. Sean liberados los cautivos, sean sanados los enfermos, sean restaurados los corazones, sean restaurados los matrimonios y las familias en el nombre de Jesús. Vuelvan los corazones de los padres hacia los hijos y el corazón de los hijos hacia los padres. Sea la tierra llena de tu gloria como el agua cubre al mar. ¡Ayúdanos a soñar! Enséñanos las estrategias de la guerra, en el nombre de Jesús, amén”.

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