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Hay muchos prepotentes, que se ofenden con Dios, que lo mandan, le piden cosas y si no se apura, se enojan con Él. ¡Deberíamos agradecerle toda la vida! No nos alcanzará la existencia para agradecerle la salvación que nos ha dado. Oh Señor, ¡que grande es tu misericordia! Que Dios nos ayude y nos enseñe a entender y conocer su verdad. Mi deseo es que Dios toque tu corazón con su poder.
La carne para nada aprovecha, el espíritu es el que da vida, por favor piensa en esto. Jesús dijo: “El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida”. Juan 6:63. La palabra “carne” es muy repetida y muy conocida enla Biblia, desde el Génesis hasta el Apocalipsis, pero muy poco se sabe acerca de su esencia, de su significado, de su operación y de los peligros en que ella introduce al creyente por no conocer la verdad acerca de su obrar y de su sustancia. Es el deseo de mi corazón y el de Dios, que la iglesia reciba enseñanza acerca de este tema.
Jesús dijo: “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” (Juan 3:6).La Biblia establece una clara diferencia entre lo que es de la carne y lo que es del espíritu, tiene completamente identificada a la carne, la tiene definida y evaluada y también tiene muy bien identificado y definido al espíritu. El problema es cuando nosotros, que nos llamamos cristianos, no tenemos claro qué es la carne y cuáles son sus obras ni tampoco tenemos claro qué es el espíritu ni cuales son sus obras y confundimos la carne con el espíritu, y sus obras, sin darnos cuenta que también la carne produce “buenas” obras. ¡Ella no solamente sabe hacer malas obras sino buenas! Ese es el peligro más grande, que en nuestro anhelo y deseo de servir a Dios, nos esforcemos en hacer cosas sin entender que es nuestra propia carne la que quiere agradar a Dios, ¡y ella jamás podrá agradarle! Ya he predicado acerca de estos conceptos, pero también se que es necesario hablar una y otra vez acerca de esto porque las verdades espirituales deben penetrar hasta la médula de los huesos; también pecamos los predicadores cuando hemos ensañado algo y creemos que ya se recibió y ya se asumió, tenemos un deseo muy grande de escuchar mensajes nuevos, pero el apóstol Pablo decía a los corintios, “Estuve entre ustedes con temor y temblor porque me propuse no hablarles ni enseñarles nada que tenga que ver con palabras de humana sabiduría sino que me propuse a predicarles a ustedes la cruz de Cristo”. (1ª Corintios 2:2-5)
¿Tendremos suficiente conciencia del significado de la cruz? El mensaje de la cruz, de la sangre preciosa de Jesucristo derramada en la cruz del calvario se ha transformado en un mensaje poco popular. Esta semana tuve un encuentro con un muchacho que me vino a presentar un dvd y comenzó diciéndome que la música que él hacía era diferente a todas las demás, “todos hacen adoración y alabanza” decía él, y ponía a éstos en un lado… pero él tiene una música distinta… “yo quiero llegar al mundo, así que mi música tiene un mensaje para que no choque, para poder entrar, o sea, el mensaje que yo canto y predico no es un mensaje directo sino indirecto”. Le digo “no eres el único, conozco un montón que quiere llegar al mundo con un mensaje que no sea tan directo”, y me acordé de ese pasaje donde Jesús dice: “…A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. 33Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos”. Mateo 10:32-33. Te imaginas a Jesús diciéndole al mundo, “bueno yo voy a derramar una cosa por ustedes que no se la voy a decir tan directamente, digamos que voy a derramar un líquido sumamente poderoso…” me vinieron a la mente un montón de músicas y de letras que tienen ese tipo de mensajes, no tan directos, de modo que no sabes si le está cantando a Cristo o a la novia. Si no eres cristiano, lo primero que dices es: “le está cantando a la novia”, y si eres cristiano dices: “no, esta es música gospel, le está cantando a Jesús”. Estaba pensando en una de esas músicas cristianas que dice: “no hay que estar frío como un pingüino, hay que estar caliente”, (perdón que use esa, hay muchas); de pronto me imaginé esa música cantada delante de diez mil jóvenes no cristianos, (el cristiano sabe perfectamente que hay que estar calientes para Cristo), entonces un muchacho le da un codazo a la chica y le dice: “¡Hay que estar caliente!”
Pero el apóstol Pablo dice: “me he propuesto predicar a Cristo y a este crucificado porque no he querido que la fe de ustedes esté fundamentada en palabras de humana sabiduría y no en el poder de Dios”. El mensaje de la cruz es un mensaje de poder; decía el apóstol Pablo, “porque no me avergüenzo del evangelio porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree”. Lo que es nacido de la carne, carne es y lo que es nacido del espíritu, espíritu es. Lamentablemente, a veces no hacemos diferencia ni nos preocupa ver las diferencias, ni tampoco entendemos las diferencias entre lo que nace de la carne y lo que produce el espíritu y ahí está el error más grande del creyente. El Señor dice, “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento” (Oseas 4:6). ¡Cuando uno no conoce se equivoca!
La primera vez que aparece en la Bibliapalabra “carne”, es en Génesis 6:3, al ver Dios la maldad y el pecado del hombre: “No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne”. Pero en Génesis 1 y 2 el hombre no era carne; dice el versículo 26 “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza” y tomó Dios polvo de la tierra y formó al hombre y sopló sobre él su aliento, el aliento de vida y vino el hombre a ser un ser viviente, un alma viviente. El hombre vino a ser un alma viviente sujeta al espíritu, conformado por espíritu, alma y cuerpo. Pero Dios le había dicho al hombre que el día que coma del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal, de cierto moriría, por tanto, ese día que el hombre decidió por su propia cuenta salirse de la cobertura de Dios y caminar solo en las decisiones de su propia alma, ese día murió el espíritu del hombre, quedando así desconectado de Dios. Vino entonces a ser el hombre, carne, una alianza del alma con el cuerpo, y con un espíritu atrofiado, muerto, desconectado, separado de Dios. Ese día, algunos hombres comenzaron a preguntarse qué era el mal y qué era el bien y lo decidieron por su cuenta, no estaba la luz de Dios en sus almas y cuando hablamos de alma, nos referimos a la mente, voluntad y emociones… ¡el alma del hombre no podía entender las cosas de Dios! Dicela Biblia que el hombre natural no puede entender las cosas de Dios porque se han de discernir espiritualmente porque para el hombre natural son locura (1ª Corintios 2:14).La Biblia separa lo que proviene de la fe, de lo que proviene de la razón, hay cosas que la fe aprueba, que la razón no aprueba, aunque la fe es lo más razonable que existe. Pascal decía “el corazón tiene razones que la razón no conoce”. La palabra “ciencia” proviene de la palabra “conocimiento”, el árbol de la ciencia del bien y del mal es el árbol que comió el hombre para adquirir conocimiento sin Dios, independientemente de Él, dejándole de lado. ¡Ese fue el día que el hombre quedó sin Dios! La palabra carne aparece en Génesis a partir de ese momento, ahí el hombre dejó de ser un ser “espíritu, alma y cuerpo” para ser un hombre cuyos pensamientos y sentimientos en alianza con el cuerpo, comienzan a vagar sin conocer ni saber de Dios.
Leamos Gálatas 5:16-24: “16Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. 17Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. 18Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. 19Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, 20idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, 21envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. 22Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. 24Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos”.
Este pasaje habla de dos frutos: Por un lado habla del fruto de la carne, que son las obras de la carne, y hay una lista grande de obras que evidentemente son de la carne, y por otro lado, el fruto del espíritu; más adelante el apóstol Pablo enseña acerca de otras obras de la carne, como por ejemplo, la jactancia de la carne. Decía que si alguien tiene de qué jactarse en la carne, ese es él, porque fue celoso de servir a Dios, fariseo, de la tribu de Benjamín, comenzó a explicar todas las cosas que él era en la carne, y no hablaba de adulterio, ni de fornicación, ni de borracheras o de lascivias, él hablaba de servir a Dios. Pero dijo, “todo eso lo tengo por basura, con tal de alcanzar a Cristo”. Así que las obras de la carne tienen que ver con todas esas cosas feas que no queremos hacer, pero también tiene que ver con todas aquellas otras cosas buenas que queremos hacer para agradar a Dios.
Hay dos árboles que producen esos frutos, uno es la carne y el otro es el espíritu. ¿Cuál es el problema más serio del creyente? Hemos focalizado la atención en las obras de la carne, como hijos de Dios queremos agradarle y hacemos cosas para ello. Muchas veces hacemos cosas y nos sentimos vacíos porque hemos orado, hemos ayunado, hemos ofrendado, pero hemos sentido que la situación sigue incambiada. Asimismo, muchas veces se han apoderado de nosotros algunos pecados que nos afligen y no queremos cometer, porque anhelamos servir a Dios y agradarle. Hacemos pues, un tremendo esfuerzo para librarnos de lo que llamamos las obras de la carne: malos pensamientos, malos deseos, codicias, envidias, celos, enojos, disensiones, divisiones… he visto dentro de la iglesia, hermanos que si pudieran colgar a otros hermanos, lo harían, he visto a hermanos arder de envidia contra otros hermanos, … pero como amamos a Dios y queremos hacer sus obras, nos proponemos hacer cosas buenas y tratamos de echar las cosas malas, pero vivimos en una impotencia espiritual. Hemos centrado nuestra atención en lo que debemos hacer y en lo que no debemos hacer… ¡hemos centrado nuestra atención en las obras!
Pero Gálatas 5:24 dice: “Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos”. ¡Está hablando en tiempo pasado! Dios centra más su atención en la carne que en las obras de la carne, porque, como dice el antiguo dicho, “muerto el perro se acabó la rabia”. Es más importante matar la carne que luchar contra nuestros pecados. En su amor, Dios ha provisto victoria para nosotros, su sangre nos limpia de todo pecado, pero nosotros al otro día seguimos pecando. Sé sincero, ¿qué es peor, el pecado o la carne? La carne produce pecado. ¿Qué es la carne? Mi alma y mi cuerpo en alianza, tienen independencia del espíritu por eso el pasaje que leímos dice, “andad en el espíritu y no satisfagáis los deseos de la carne porque los deseos de la carne son contra el espíritu y los deseos del espíritu son contra la carne”. Tú quieres agradar a Dios y Él te dice, “no lo vas a lograr, porque los deseos de la carne son contra el espíritu, están en enemistad”. ¿Será entonces que tenemos que lograr una alianza entre la carne y el espíritu? ¡No! No hay alianza entre ambos. Todo lo que produce la carne está contra Dios, sea bueno o sea malo, porque Él tiene otro concepto de lo bueno y de lo malo, a Él le agrada todo lo que viene del espíritu, por tanto, la guerra entre el espíritu y la carne es irreconciliable.
Si le das lugar a la carne, ésta matará al espíritu y si le das lugar al espíritu, éste matará a la carne. Tenemos que caer en la realidad de que cuando estamos queriendo agradar a Dios no necesariamente estamos siendo espirituales, lo que sucede es que la carne no quiere morir, no quiere fracasar, no quiere salirse del trono de nuestra vida, por eso, tratará de ser espiritual, hará un curso de santidad si fuere necesario, pero la Bibliasigue diciendo que “lo nacido de la carne, carne es, y lo nacido del espíritu, espíritu es, la carne para nada aprovecha, el espíritu es el que da vida”. Tenemos que lograr conocer la carne y el espíritu, más importante que conocer las obras de la carne, es conocer la carne. Si el árbol es cortado ¿debo temer que va a seguir dando fruto? ¡No! Si corto el árbol, no tengo que tener más miedo de ese fruto malo. Vamos a suponer que tenemos un árbol que da un fruto venenoso, estamos corriendo peligro, y existe una inyección para neutralizar el veneno, y curo cada uno de los miles de frutos contaminados; no obstante, mientras hacemos esa tarea, el árbol produce miles de frutos más. ¿Qué es más importante? ¿Ponerle neutralizante al fruto del árbol o cortar el árbol? ¡Debemos cortar el árbol! Dios en su misericordia y en su amor derramó su sangre preciosa para perdonarnos de todos nuestros pecados y para librarnos de la carne, decidió matarnos. ¡Dios te quiere bien muerto! “Muerto el perro se acabó la rabia”, dice el apóstol Pablo que el que ha muerto ha sido justificado del pecado, la paga del pecado es muerte. Si has muerto, ya has pagado, ya no hay de qué acusarte, si estás muerto, vas a dejar de ser venenoso. Es más importante tratar con la carne que tratar con las obras de la carne, pero lo que más nos ha preocupado han sido nuestras malas obras y con muy buenas intenciones hemos tratado de hacer buenas obras intentando así agradar a Dios, pero a Él no le importa lo que tú haces, sino el origen de lo que tu haces: Si el origen es de la carne, Dios no lo quiere y si es del espíritu, le agrada.
Jamás un árbol de manzanas tiene que hacer esfuerzo para producir manzanas, ellas son el fruto natural de un árbol que se llama manzano, no tienes que imaginarte un árbol de manzano haciendo fuerza para dar manzanas. Cuando tú dices “¡no tengo que pecar!” esa es tu carne tratando de esforzarse por hacer las obras del espíritu. Este jamás va a tener que decir “¡no tengo que pecar!”, siempre está dispuesto, porque el fruto del espíritu es gozo, paz, paciencia, benignidad, templanza, mansedumbre, fe, contra tales cosas no hay ley, y el espíritu lo da sin problemas.
¿Cómo hago para agradar a Dios? La respuesta está en la cruz del Cristo. La libertad está en la cruz de Cristo, está en la gracia, no en la ley; no está en hacer cosas buenas sino en rendirme totalmente a Cristo, Él debe reinar en mí, entonces haré lo que Él quiere porque el espíritu está vivo y la carne está crucificada. Muchas veces he hablado con creyentes que me han dicho: “Yo estaba lo más bien pero vino éste, me mojó la oreja, me bajé de la cruz y le di un puñetazo” ¡Ese nunca estuvo en la cruz! Si estás en la cruz, estás muerto, y si estás muerto, no oyes la ofensa, estás muerto para el mundo pero vivo para Cristo, oyes la voz de Jesús y entiendes las cosas del espíritu.
Tus pecados fueron perdonados y limpiados en la cruz del calvario, Jesús conocía tu nombre, conocía tu cara, cada uno de tus pecados y los aceptó como culpa de él mismo; todos tus pecados, los que has cometido y los que vas a cometer, ya estaban escritos y fueron puestos sobre sus hombros. Si lo puedes creer, tienes perdón de pecados. Y no solamente Jesucristo murió por nosotros en la cruz del calvario sino que nos incluyó en su muerte. En tus vivencias diarias, necesitas crucificarte pero la verdad de Dios no es que necesitas ir a la cruz, tú ya fuiste crucificado juntamente con Él en la cruz del calvario. ¡Dios ya concedió tu redención desde antes de la fundación del mundo! Jesucristo es el cordero inmolado de Dios desde antes de la fundación del mundo, ya Cristo murió en los planes de Dios antes que existiera el universo. Lo que sucede es que comienzas a experimentar esas realidades eternas de Dios cuando las conoces y las crees. ¡Es por la fe!
La Bibliahabla de dos clases de justicia, una justicia que es por la ley y otra que es por la gracia. La justicia que es por la gracia tiene que ver lo que ha hecho Cristo en la cruz del calvario por ti, en la justicia de Dios, las cosas que hago en el espíritu, son obras que Él ha preparado de antemano, para que camine en ellas, son obras suyas y no mías; cuando yo creo que he muerto en la cruz del calvario juntamente con Cristo, mi carne ha sido crucificada y vive mi espíritu. La carne se esmera por cumplir, y esto tiene que ver con religión, mas ésta no tiene espíritu, no tiene vida, sólo impone leyes, de tal manera que la gente a veces entra a la iglesia y pregunta qué se permite hacer y qué no. Pero el apóstol Pablo dice: ¡No! No vamos a servir a Dios por las obras de la ley sino por las obras del espíritu. Me encanta cuando llega gente a la iglesia que fuma y deja de hacerlo sin que le enseñemos que es un pecado, Dios obra en ellos de tal modo que comienzan a sentir asco de fumar, hay un nuevo sentir, que es el del espíritu.
Si miro mis miserias voy a pensar que necesito ser crucificado pero si miro a Cristo creo que ya fui crucificado y me limpia de todo pecado. Claro que tenemos un cuerpo que todavía está vivo y que forma parte de la carne por lo tanto esta fe tiene que ser una fe viva, diaria; cada día debo creer que la sangre de Cristo me limpia de todo pecado.
Leamos Colosenses 2:20-21: “Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos 21tales como: No manejes, ni gustes, ni aun toques 22(en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que todas se destruyen con el uso”. Si has muerto juntamente con Cristo, ¿por qué vas a empezar ahora a hacer fuerza para hacer esto y para no hacer aquello? El espíritu jamás hará fuerza para producir las obras de Dios, tú no tienes que levantarte a la mañana y decir “tengo que hacer las obras de Dios”. Tienes que confiar, creer en las obras de Dios y decir: “¡Señor estoy crucificado juntamente con Cristo, estoy muerto para el mundo!” La vida eterna no comienza después de la muerte sino que comenzó aquí y ahora, desde el mismo momento en que he sido muerto juntamente con Cristo en la cruz del calvario y en que he sido resucitado juntamente con él. La vida eterna, la vida de Cristo ha sido liberada y está en nosotros. ¡Créelo!
Este mensaje debe ser creído y tiene el potencial de hacer que tú puedas resucitar muertos, sanar enfermos, liberar endemoniados, porque esas son las obras de Dios, esas son las obras del espíritu. Es momento que hagas una oración ahora mismo:
“Señor, recibo por la fe, la verdad eterna que fue concedida antes de la fundación del mundo, de que yo he muerto juntamente con Cristo en la cruz del calvario; por la fe declaro que estoy muerto, lo cual hace posible que sea liberado el poder del espíritu, creo que he sido resucitado juntamente con Cristo y que la vida resucitada de Cristo está en mí. Por cuanto he creído y soy tu hijo, veré tu gloria en esta tierra y haré tus obras. Lo creo y lo confieso por este acto de fe, declaro que satanás no tiene poder contra mí y que la carne está muerta; muerta al mundo y viva para ti, sometida al Espíritu de Dios. Lo creo señor, lo confieso, en el nombre de Jesús, amén”.
ANEXOS: