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Vamos a abrir nuestras Biblias en Juan 1:1: “1En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 2Este era en el principio con Dios. 3Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”. Leamos también Mateo 1:1, cuyo libro comienza así: Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham.
Cuando leemos los evangelios detenidamente observamos que el esfuerzo principal de sus autores es presentar una persona, un salvador, un Dios, un rey y Señor. El interés no es que sea conocida una nueva enseñanza o doctrina, o un nuevo mensaje, si bien hay un mensaje sino que el esfuerzo está en dar a conocer e identificar quién es Jesucristo de Nazareth.
El evangelista Juan identifica a Jesús como el verbo eterno de Dios encarnado. Para contestar la pregunta “cuándo”, Juan dice “en el principio era” que traducido significa “en el principio ya existía”. Todos los científicos están de acuerdo en que el universo ha tenido un principio, un origen, y que está envejeciendo, en otras palabras, la ciencia ha aceptado que el universo no es eterno. También los científicos están de acuerdo en que hay dos dimensiones esenciales: una es el espacio y la otra es el tiempo. Y Dios nos ha creado e introducido en estas dos dimensiones, el espacio y el tiempo, y tanto uno como otro tienen un origen. Hubo un tiempo en que no había tiempo ni espacio y está comprobado científicamente que no puede haber espacio sin tiempo ni viceversa. Les estoy hablando de algo en que se han puesto de acuerdo los científicos y sin darse cuenta, se han puesto de acuerdo con la Biblia, que dice que en el principio era el verbo y el verbo era con Dios y el verbo era Dios, y que también afirma que para Dios un día es como mil años y mil años como un día (Salmo 90:4). Sin darse cuenta se han puesto de acuerdo en el sentido de que Dios es el origen de todas las cosas, que hay un principio y hay un fin y que Dios es ese principio y ese fin.
Para contestar la pregunta “dónde”, Juan contesta, “era con Dios”. Frente a Dios, cara a cara con Él. Y para contestar la pregunta de “quién era”, el evangelista dice “era Dios”. San Juan de esa manera identifica a Jesucristo como el verbo eterno encarnado de Dios; el propósito principal de los evangelios no es presentar una nueva doctrina o mensaje para ser creído, sino presentar una nueva persona para ser creída y conocida. Lo esencial en el evangelio es el salvador, es el Señor, ¡es una persona! Es importante pues, que hablemos de eso en diciembre porque en este mes se celebra la llegada al mundo de Jesucristo.
El evangelista Mateo presenta la genealogía de Jesús para identificar el origen o el linaje humano de Jesús y comienza su libro diciendo: Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham. Mateo trata de identificar a Jesús como aquel de quien habían hablado los profetas, de quien había hablado Dios en Génesis 3:15 cuando le dijo a la serpiente: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”, es decir, de la mujer levantaré una descendencia que te pisará la cabeza.
Satanás durante toda la historia de la humanidad ha estado buscando cuál es esa descendencia y ese linaje, y ha tratado de matar y destruir el pueblo que tiene origen en esa descendencia divina que viene a través de Abraham. Siete imperios han perseguido a Israel con el objeto de hacerlo desaparecer del mapa y aún falta que se manifieste uno más. Cuando el imperio romano, a través del emperador Tito, fue a Israel y destruyó todo, de tal modo que durante 2000 años el pueblo judío ha vivido disperso. Satanás siempre ha perseguido a la descendencia de Dios y tengo una noticia para ti: ¡Nosotros somos el pueblo de Dios, hijos de Abraham, el padre de la fe e hijos de Dios por tener la fe de Abraham!
En el evangelio de Mateo 1:14 y siguientes se detalla la genealogía de Jesús. El evangelista usa la expresión, “Fulano engendró a Mengano y Mengano engendró a Perengano”. Pero cuando llegamos a José, no dice más “engendró”, sino, “José era el marido de María, del cual nació Jesús, llamado el Cristo”. Y en el versículo 18 de Mateo, dice: “18El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo”. En toda la Biblia el énfasis principal es la persona de Jesucristo. Dijo Moisés: “15Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis” y el que no le crea, será cortado del pueblo. También vimos anteriormente que Dios también había dicho en Génesis que iba a levantar un descendiente de la simiente de la mujer que le iba a pisar la cabeza a Satanás. Moisés, los profetas del Antiguo Testamento, centran su atención en la persona de Jesucristo. ¿Qué tenía de especial Jesucristo? ¿Cuál es su esencia y su naturaleza? Evidentemente Jesús es un ser especial, tiene un nacimiento extraordinario, el cual está relacionado con cosas que no son las naturales que vivimos cotidianamente, y tuvo una muerte extraordinaria, por tanto, él es un ser excepcional. ¿Qué quiero decir con eso? Que para tener un encuentro verdadero con el evangelio, primero tienes que tener un encuentro verdadero con la persona de Jesucristo.
Antes que Jesucristo comience su ministerio, ya habían muchas personas que creían en él, por lo tanto él puede ser creído antes de conocerse su mensaje. Es esencial que meditemos en estas cosas en este mes en que la humanidad celebra la Navidad.Lamisma palabra “Navidad” deriva de “natividad” o “nacimiento”. Es una fiesta que tiene que ver con nacimiento, así que nada tiene que ver con una reunión familiar; ese concepto vino del secularismo antirreligioso, pero la palabra Navidad significa nacimiento, es la celebración más excelente que cualquier otro nacimiento. Estamos hablando de un Dios todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, que decidió manifestarse a los hombres. Y como los hombres tienen un medio de comunicación que es la palabra, y cinco sentidos, Dios decidió no dejar su naturaleza, pero sí, no dejar el ser igual a Dios como cosa a qué aferrarse, sino que se despojó de eso haciéndose hombre para tomar contacto y manifestarse a nosotros mediante un lenguaje a través del cual pudiéramos conocerle y entenderle. El evangelista Juan dice: “14Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14).
Cuando se habla de Jesús enla Biblia, se refiere al unigénito hijo de Dios, es decir, el único que fue engendrado por Dios; no hubo otro engendrado por Dios en el vientre de una mujer, esto es extremadamente excepcional. Por lo tanto, ese ser que nació, además de ser hombre, también era Dios. Estamos creyendo que Jesucristo es Dios hecho carne y vino a traernos su gloria. ¡Jesús debe ser creído y aceptado! El sujeto a ser creído no es un mensaje, no es una doctrina sino una persona, Jesucristo. Lo más importante, aunque Jesús no me haya dicho una sola palabra, es que cuando entre en contacto con él, sepa quién es Él y le abra mi corazón para que sea el Señor y salvador de mi vida. Quizás digas, ¿cómo puedo creer en alguien a quien ni siquiera he escuchado hablar? ¡Ve a preguntarles a los reyes magos! ¡Ellos no habían aprendido ninguna doctrina de Jesús!
Hay dos maneras de conocer a Dios: Una es a través de razonamientos y especulaciones humanas, y la otra es por medio de la revelación. Los tres reyes magos no creían por causa de algún mensaje o doctrina que habían escuchado sino que creyeron porque tuvieron revelación que ese niño no era meramente un bebé… ¡ellos vinieron a Jerusalén preguntando por el rey que había nacido en Israel! Y cuando llegaron a Belén, dijeron: “… ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle” (Mateo 2:2). Habían dos cosas muy concretas: Primero, Jesús es el rey y ellos lo sabían, lo creían y lo confesaban. Segundo, Jesús es Dios y por eso fueron a adorarle. En la antigüedad era muy claro y muy entendible que ni las personas ni los objetos se adoraban, sino solamente la deidad. Y cuando los reyes magos se presentaron delante de ese niño, no felicitaron a María y a José por su hijo, sino que presentaron oro, incienso y mirra a un rey que era Rey de reyes y Señor de señores, se postraron y le adoraron. ¿Por qué? ¡Porque tenían revelación! Muchos creían a causa de lo que Jesús predicaba, otro por sus obras, pero lo más importante es saber que debo creer en Jesús, ¡en su persona! El hombre utiliza especulaciones y razonamientos acerca de quién es Dios, pero el verdadero conocimiento de Dios es a través de su revelación: El habla y el hombre oye, y luego cree o rechaza. Hay personas que oyen el mensaje de Dios y lo reciben con fe pero hay otros que lo rechazan.
El mundo está muy confundido; tenemos que hablar acerca de quién es el autor dela Navidady por qué la celebramos… porque la gente no entiende ni lo qué celebra, y aún muchas veces los creyentes tampoco entienden lo que celebran. Hay quienes creen que en esta fecha deben hacer buenas obras, esos son los mejores, pero hay otros que se cuelgan de la carroza del secularismo y planifican brindar con sus parientes. El mensaje podemos compartirlo o no; los agnósticos, los ateos, los laicistas y secularistas pueden coincidir con el mensaje de Jesús o no, nadie se va a oponer a un mensaje que pregona la verdad, o la vida, hasta los abortistas dicen que no hay que matar. Es decir, el mensaje de Jesús, puede ser creído por muchos ateos, pero Jesús no se fía de nadie que esté de acuerdo con su mensaje o parte de él, lo que Él demanda es ser creído como persona. Quien cree en Él tiene vida eterna y quien no cree en Él, todavía está en pecado y la ira de Dios está sobre esa persona, por cuanto no ha creído en el unigénito hijo de Dios.
¡Estamos haciendo una clara división entre el mensaje de Cristo y su persona! La persona de Cristo debe creída y recibida en el corazón. ¡Cristo es Dios! El esencial y primer mandamiento es “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón”. ¡Dios debe ser amado! Primeramente debe ser amado el portador del mensaje; hay un principio de liderazgo que afirma que hasta tanto la gente no te considere a ti una persona creíble, no te acepta a ti, tampoco admite tu mensaje. Primero la persona acepta al líder, y después acepta de buen agrado el mensaje que esa persona tiene. Muchos de ustedes escuchan mi mensaje de buena gana, porque primero me han aceptado a mí como una persona buena, creíble y confiable. A veces hablo alguna tontería y les pido que asientan con un “amén” y todos lo hacen, ¡pero están diciendo amén a cualquier cosa! Esto sucede cuando una persona ha llegado a ser querida, aceptada y confiable. Si una persona no es confiable, cada palabra que ella diga será medida y analizada exhaustivamente. Eso me sucede a mí con uno de los canales de TV seculares más importantes del país. Recientemente salió una noticia que en uno de nuestros centros de rehabilitación uno de los internados fue muerto y enterrado en el lugar o presumiblemente fue tirado en uno de los lagos de allí. Para estos periodistas, todo lo que diga o haga el pastor Márquez, será puesto bajo sospecha. Es culpable hasta tanto se demuestre lo contrario, esa es la actitud de ese canal para conmigo. Debo decirles a todos, que se queden tranquilos, que esa noticia es totalmente falsa, pero lamentablemente, ha tenido y sigue teniendo sus consecuencias.
¿Qué es lo que quiere Dios? El dijo: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:17). Dios quiere que su hijo sea amado, aceptado y creído. Se sabe que si amas a Jesucristo, también abrazarás su mensaje, sin especulaciones, sin doble sentido. Él es el hijo del Dios viviente, el Rey de reyes y Señor de señores, el Dios que descendió del cielo, se hizo hombre y subió a la cruz del calvario para morir en tu lugar y cargar en su propio cuerpo con el pecado de todos los hombres, y descendió luego al infierno, bajo la autoridad de Satanás para luego ser levantado con poder por el Espíritu Santo. Cuando tú sepas quién es el y creas en él, entonces tienes vida eterna sin haber escuchado siquiera un solo mensaje. ¿Cuántos mensajes escuchó el ladrón de la cruz? ¡Ninguno! ¿Cuánta doctrina tenía? ¡Nada! Simplemente creyó que él era el Mesías.
Antes de conocer cualquier mensaje, debes conocer al portador del mensaje; antes de recibir el mensaje de Jesús, tienes que recibirlo a Él en tu corazón. La mayoría de los discípulos no conocían el mensaje de Jesús por cuanto Él no había comenzado su ministerio. Juan el Bautista no conocía el mensaje de Jesús, por cuanto Él no había comenzado su misterio cuando dio testimonio de Jesús al decir: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. ¡Cómo quisiera que en esta hora, aquellos que están recibiendo este mensaje pudieran confesar a Jesucristo como el Rey de reyes y el Señor de señores!
El problema más grande que tenía Jesús, es que nada de lo que hablaba, convencía a los fariseos, porque ellos no creían que era el Mesías. Mas Él les decía: “…si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis” (Juan 8:24). Los discípulos todos y Juan el Bautista, creyeron en Jesús antes de escuchar mensaje alguno, ellos supieron por revelación de Dios que Él era el Mesías. Juan el Bautista dijo: “Este es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado” (Juan 1:27) El dijo: “Es necesario que él crezca, pero que yo mengue” (Juan 3:30) y a sus discípulos dijo: “He aquí el Cordero de Dios” (Juan 1:36). Y éstos fueron y preguntaron a Jesús: “¿dónde moras?” Y luego le siguieron. Después, fueron unos que habían conocido a Jesús, y le contaron a otros diciendo: “Hemos hallado al Mesías” (Juan 1:41). ¿Quién es Jesús? El que se predica desde Génesis 3:15, pasando por el Pentateuco, por el período de los jueces, de los reyes y profetas… allí estaba Jesús el enviado de Dios. ¡Es una revelación! “Hemos hallado al Mesías”, y venían a ver quién era Jesús.
Lo que más me impactó, fue el encuentro de Natanael con Jesús. Le dijeron: “…Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret. 46Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve. 47Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño. 48Le dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. 49Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel. 50Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás”. (Juan 1:45-50). ¿Qué mensaje había escuchado Natanael? ¡Ninguno! Jesús le dice: “¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees?” ¡Creyó! ¿En qué creyó? En Jesús. ¿Qué confesó? “tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel”.
¡Cree y verás la gloria de Dios! ¡El verdadero mensaje no es un mensaje sino una persona! Jesús dijo cuando murió Lázaro: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (Juan 11:25). Jesús debe ser creído, amado y predicado. ¡Hasta los judíos celebran Navidad! Esta semana recibimos una tarjeta de Navidad proveniente de la embajada de Israel. Los ateos y los agnósticos también dicen “Feliz Navidad” y yo me pregunto, ¿qué es lo que creen? ¡El mundo está confundido! El origen dela Navidad es este extraordinario personaje que ha venido a ser el personaje central de la historia de la humanidad en quien Dios ha querido reunir todas las cosas y Dios mismo considera que Él es glorificado cuando la gente cree y recibe al Hijo.
No creer en Cristo es un agravio a Dios. El ha puesto a disposición su Hijo, para que todo aquel que en él cree no se pierda sino que tenga vida eterna; ¿y cual es la condenación? ¡Que vino y no creyeron en Él! Es una persona la que debe ser creída y amada: Jesús. Por eso no debemos equivocarnos. Algunas mujeres quieren evangelizar a sus esposos, y les dicen: “Estás bajo maldición hasta que no pongas el diezmo”. Es como decirle a un peral, ¿por qué no me das duraznos? ¡Todo ser humano debe recibir a Cristo! Cuando lo tenga en su corazón, dejará el alcohol, el cigarrillo, dejará de ser estafador y mentiroso. Porque cuando crea el Cristo, el poder de la eternidad entrará en su vida. Por lo tanto no tenemos que predicar lo que quiere Cristo, sino a Cristo.
En Juan 10:24 unos religiosos le dicen a Jesús: “…¿Hasta cuándo nos turbarás el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente. 25Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis”. ¡Ese es el problema principal! En Juan 17:3, Jesús está orando al Padre y le dice: “…que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”. Esa es la preocupación especial de Jesús, que la gente crea en él. Él hacía milagros, no para que la gente creyera en los milagros sino en él. Quien rechaza a Jesús, también rechaza los milagros de Jesús.
Lo esencial no es recibir un milagro, no es conocer el mensaje del evangelio, sino postrarse delante de Jesús y decirle: Tú eres el Señor. Yo quiero confesar públicamente que tú eres el Cristo, el hijo del Dios viviente. Que en este tiempo de Navidad, no te agarre apurado, afanado en comprar sidras, panes dulces y visitando a tus parientes. ¿Dónde queda Cristo? Que sepan todos los niños hoy, que papá Noel es un invento y ha venido a robar la esencia dela Navidad.Enséñalea tu hijo que la verdad dela Navidades Jesucristo de Nazareth. Que Jesús sea tu héroe en Navidad, que tu preocupación no sea el pan dulce, la sidra, el champaña o el arbolito de Navidad, que tu preocupación sea estar feliz por tener a Cristo en tu corazón. Este es el mensaje que debe ser predicado: Que Dios amó al hombre y estuvo dispuesto a dejar la eternidad por amor al hombre y aceptó llevar sobre sus propias espaldas el pecado de todos nosotros y nos demanda que le amemos. El mensaje y la doctrina son secundarios, lo esencial es el amor. ¿Quieres darle tu corazón a Jesús? Que te falte cualquier cosa en esta Navidad, menos Jesús. Si estás dispuesto, haz esta oración ahora mismo: “Padre, recibo a tu hijo Jesús, como mi único y suficiente salvador. Perdona mis pecados, quiero pasar una Navidad distinta, ¡contigo! Con el Rey de reyes y el Señor de señores en mi corazón. Quiero comenzar un nuevo año, guíame en el camino eterno, hasta el momento en que me encuentre contigo en los cielos. En el nombre de Jesús hago esta oración, amén”.
ANEXOS: