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Vamos a meditar en una verdad que está escrita en el evangelio según San Juan 1:17: “Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo”.
¡Cuánta verdad y cuánta sustancia hay en este versículo tan cortito! La ley fue dada por Moisés pero la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo.
¿Qué es la ley? Es la revelación de la condición moral de Dios, es la que determina que somos pecadores, la que determina cuándo infringimos los límites morales de Dios. La ley no tiene virtud alguna para ayudarnos sino para condenarnos; la ley no determina tu absolución sino tu condena, por cuanto dice: “No matarás” o “No mentirás”, y tú mientes. La ley evidencia el pecado porque si no hubiese un estatuto que dijese: “No mentirás” podríamos mentir tranquilos, o si no dijera: “No codiciarás” podríamos codiciar sin ningún problema. Si la ley no dijera: “No adulterarás” podrías adulterar tranquilo o tranquila, pero como lo dice, ahí tienes un problema y si adulteras, la ley evidencia la infracción, pero ésta sirve para condenarte y no para restaurarte.
La ley no tiene fuerza ni poder para determinar sentencia a tu favor, ni te da eximentes ni atenuantes; pero hay un juez que determinó que la justicia no solamente está basada en la ley sino en la misericordia, en la fe, en el amor.
La ley por Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo. La gracia pues, tiene que ver con el favor de Dios. Él tiene una norma moral que te condena pero también tiene un amor tan grande que provee la salida para que tus pecados sean perdonados y para que recibas como su favor o regalo gratuito todo aquello que Él quiere que tú tengas, todo lo que te va a hacer bien.
Estuve escuchando a un predicador el cual señala que, a la iglesia actual le gusta mucho la gracia pero no le gusta la verdad. La gracia y la verdad trabajan juntas, sin la verdad, la gracia tampoco tiene sentido. ¿Por qué decimos que a la iglesia le gusta la gracia? Porque a la gente no le gusta Dios, sólo le gusta la gracia de Dios; por ejemplo, asisten a la iglesia, le preguntas por qué lo hacen y llorando señalan: “Lo que pasa es que tengo una deuda muy grande y vengo a ver si Dios me ayuda” ¡No asisten a la iglesia por Dios sino por la gracia! Otro dice: “¡Estoy perdiendo a mi marido!” “¿Por qué has venido?” “Vengo a buscar a Dios a ver si me arregla mi matrimonio” ¡Cree que va en busca de Dios pero lo que realmente quiere es que Dios le arregle el asunto! Estas cosas caben en la gracia, y ¿qué es la gracia? Es el don de Dios, el favor de Dios sobre su pueblo. Es como un padre que, aunque su hijo se haya portado mal, igualmente lo alimenta y lo viste: ¡Lo ama igual!
Entonces, los creyentes aman la gracia, porque consideran que si lloran lo suficiente Dios les dará lo que piden; se presentan delante de Dios con una enfermedad y oran: “¡Oh Dios, sáname, ten misericordia!” ¡Y Dios sana! Es buena y es necesaria la gracia, e incluye todo lo que Dios tiene para darnos.
Aquella que no tenga novio, pídale a Dios; aquel que no tiene trabajo pídale a Dios, quien tenga suegra, pídale a Dios amarla. La gracia es eso mismo, es el favor de Dios, pero a veces termina siendo un desperdicio porque los creyentes se vuelven adictos a la gracia y se angustian si Dios deja de contestar, hasta se enojan con Él si no hace lo que piden.
Conversé con una chica que conoció el evangelio y lo vivió por algunos años. Se casó con un muchacho creyente; una joven consentida, prepotente, caprichosa, manipuladora, manejaba al marido a su antojo, él quería servir en la iglesia y ella no lo dejaba. Un buen día se enojó y le exigió al esposo debían irse de la iglesia a otra congregación. En su mareo terminó adulterando, dejando a su marido e involucrándose en la droga. Así lleva varios años, metida en la droga. “¡Qué es lo que no he hecho!” me dijo. ¡Se prostituyó por un poco de droga! ¡Ha vivido en la calle! El papá me dijo que la ha encontrado en la calle, sucia, embarrada, harapienta y le han abierto las puertas de su casa una vez más, pero no duró más de tres días y se volvió a la calle. En esta última oportunidad me dijo que hacía seis días que no dormía y quería que la ayudáramos porque ya no daba más. Los padres le abrieron las puertas de la casa y durmió dos días seguidos. La joven me preguntó: “¿Por qué Dios no hace algo? ¿No ve Dios lo que estoy sufriendo? ¿No se da cuenta lo que estoy viviendo?” Yo pensé: “¡Pero ésta no está arrepentida de lo que ha hecho!” La interrumpí y le pregunté: “¿Dios te mandó a drogarte, te mandó a prostituirte, Dios te mandó a vivir esa vida? ¿No eres tú la que se fue? ¿No tendrías que venir un poco más humillada delante de Dios y decirle: ¡Padre he pecado!?”
A veces queremos enseñorearnos de la gracia, queremos manipular a Dios. Lo que tú estás pasando fue por decisión tuya; en muchas circunstancias de tu vida, Dios no dijo: “Bueno, ahora voy a pasar a esta persona por este valle o por el otro”, sino que tus propias decisiones determinaron que pases por ese valle. No obstante, la gracia de Dios está disponible para ti, pero los que acceden a la gracia es necesario que vengan humillados delante de Dios a buscar su misericordia y su verdad.
La gracia deja de funcionar por causa de la ignorancia que produce el desconocimiento de la verdad. Oseas 4:6 dice: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento…” A la iglesia le gusta la gracia porque cree que con ella no necesita ser inteligente, no necesita ser sabia, ya que la gracia vendría a ser un aparatito con botones donde uno le dice a Dios: “Muévete para acá, muévete para acá. Manda esto, manda lo otro”. Entonces, uno no necesita saber cuál es el origen de nuestros problemas ni cuánto pecado tenemos, Dios tiene que compadecerse y tiene que ayudarnos porque es nuestro Padre, pero las cosas no funcionan así. ¡Tú te metiste sólo en el pantano en el que estás!
La verdad es esencial en todas las áreas de nuestra vida. ¿Tienes problemas matrimoniales? No invoques la gracia, primero trata de aprender y de conocer cuál es el verdadero problema de tu matrimonio, porque cuando conozcas la verdad no estarás ninguneando a la gracia. ¿Tienes un problema de deudas? Debes conocer la verdad acerca de las deudas, no sea que estés ninguneando la gracia.
Recuerdo a una hermana desesperada que me dijo: “Pastor, no sé qué hacer, me van a quitar la casa, he caído en manos de prestamistas, tengo una deuda muy grande, estoy angustiada, no he podido dormir. ¡Ore por mi!” Entonces oré por ella: “Padre, bendice a mi hermana, llévate su carga, te lo pido den el nombre de Jesús. Hazte cargo de su deuda Dios mío, haz un milagro, ¡págale esa deuda!” Y se ve que Dios sacó la billetera y se la pagó… A la semana viene la hermana de nuevo, y me cuenta que había ocurrido un milagro, la deuda había sido saldada. ¡Gloria a Dios! Yo me miraba la mano y pensaba: “¡Qué manito que tengo! ¡Cómo oro!” ¡Yo sacaba pecho! ¡Esa fue mi oración! A los tres meses, la hermanita viene llorando nuevamente: “Pastor, tengo otra deuda”. “¿Cómo que tenés otra deuda? ¿Qué has hecho?” “No, es que vi una oportunidad entonces me metí”. Me cuenta cómo fue todo; el asunto es que pasado los tres meses del milagro, otra vez estaba endeudada. Yo pensé que algo estaba fallando. Tan angustiada estaba que le oré otra vez con la misma manito, se la puse en la cabeza y dije: “¡Padre toca, Padre bendice!” ¿Podrás creer que Dios le volvió a pagar la deuda? ¡Le fue bárbaro a la mujer y se ve que le gustó, porque a los meses vino con otra deuda!
“Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento…” Tener la verdad es tener luz, tener la verdad es tener el elemento que se necesita para tomar decisiones correctas en la vida. No tener la verdad es como estar en oscuridad. Sabemos que en la noche todos los gatos son pardos, pero a la luz del día, te enteras de qué color era el gato. Del mismo modo, hasta que no tienes la verdad no tienes una visión correcta para tomar decisiones sabias; necesitas la verdad y San Juan 1.17 dice que la verdad vino por Jesucristo; Él es quien dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida” (Juan 14:6). Eso significa que Él tiene la verdad del átomo, de la energía; Jesús tiene la verdad acerca del sexo, acerca del matrimonio y en todas las áreas. No hay justicia si no hay verdad, por eso, un juez, para poder sentenciar o apresar a alguien primero tiene que indagar la verdad, si no lo hace, sería injusto y no merece ser juez. ¡Seguramente que si no indaga la verdad terminará metiendo a la cárcel a un inocente! Se hace muy necesario siempre, saber dónde uno está plantado porque no se puede hablar con justicia si no se conoce la verdad, y no se puede hacer una obra buena o justa si uno no tiene la verdad; y me corrijo ya que tú no tienes que tener la verdad sino que la verdad te tiene que tener a ti. ¡Tienes que ser prisionero de la verdad! ¡Debes estar sujeto a ella! ¡Debes inclinarte ante la verdad! ¡Tienes que reconocerla y obedecerla! Por eso el salmista dijo: “Envía tu luz y tu verdad; éstas me guiarán” (Salmo 43:3). Aquí se establece un paralelo entre la luz y la verdad. Por eso Jesús podía decir que Él es la verdad y la luz. Él Señor dijo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, y tendrá la luz de la vida”. Si tienes a Jesucristo tienes la luz y la verdad y me rectifico nuevamente, tú no tienes que tener a Cristo, Él te tiene que tener a ti. ¡La luz te tiene que tener a ti! ¡La verdad te tiene que tener a ti! Debemos meternos esto en el corazón y pedirle a Dios que nos alumbre.
Siempre cuento de una mujer que se casó y después de veinte años de matrimonio, llorando me dijo: “¡Pastor, yo me casé con un demonio!” Descubrió que el marido era un adúltero y mentiroso consumado… la mujer se lamentaba: “¡He estado veinte años viviendo con un demonio!” “¿Y te costó veinte años enterarte?” ¡Es importante saber la verdad! Algunos se casan y se acuestan con un demonio, otros se ponen de novio con un demonio. ¡Es importante la verdad!
Recientemente fui a visitar uno de nuestros comunitarios, Beraca Pigs, donde tenemos ciento cincuenta chanchas. Estaba viendo yo las chanchas y por ahí una estornuda; le digo a uno que estaba conmigo que habría que ver si no tiene algo, y me comentó que le hacían la cama con viruta por lo que podría haberle entrado un poco de polvo, lo que la hacía estornudar. Recorro dos chiqueros más y lo mismo, otras chanchas que estornudan; me insisten que podría ser el aserrín la causa del estornudo, pero yo les hago hincapié en que pudiera ser otra cosa que les afecte. “¡No!” me dicen, “puede estar un poco resfriada”. En otro chiquero había como cinco que estornudaban. Enojado les ordené que llamaran a un veterinario ya que se podría tratar de una peste. “¡Ah, apóstol, Dios está con nosotros!” “¡Pero mira que se pueden morir!” “¡No apóstol! ¡Pusimos en las manos de Dios las ciento cincuenta chanchas mugrientas y que Él se las arregle!” Es más, cuando quieres acordar Dios no necesita de nadie porque las cuida Él solito.
Al día siguiente, aún no habían llamado al veterinario y ya habían treinta chanchas estornudando; cuando por fin llegó les ordenó que apartaran a todas las que estaban estornudando y que les suministraran antibiótico por siete días, pero ya se habían contagiado otras que estaban sanas. Así que hubo que darles antibiótico a las ciento cincuenta chanchas durante siete días. ¡Al no conocer la verdad acerca de la chancha no puedes poner un chiquero! Así que pones un chiquero para que Dios te cuide las chanchas, ¡estamos locos! Queremos meter la gracia en todos lados pero lo cierto es que la gracia y la verdad van juntas. La verdad te ayuda a ser inteligente, sabio, comprometido con el conocimiento, con el aprendizaje, porque si no, siempre serás el mismo burro. ¡Es importante conocer la verdad!
Atendí una pareja que ya no pueden estar juntos y piensan separarse; les pregunté qué les sucedía y me dijeron que no podían estar sin pelarse. ¡Pero tenían ningún problema! ¡Se pelaban por cualquier estupidez! Ella dice que no lo entiende a él y él señala que no la entiende a ella. ¡Debes conocer la verdad acerca de cada situación! Hay verdades que son naturales y otras son espirituales. Si se ha metido un espíritu de disensión en tu matrimonio y no sabes qué hacer, pero llevas diez años peleándote, una vez por año tu marido te ha dejado un ojo morado, y has tenido que comprar sartenes nuevos porque le has partido alguno en la cabeza a tu esposo, entonces decides que tienes que divorciarte porque te peleas por cualquier estupidez, tú no estás sabiendo que hay un espíritu inmundo de disensión, no sabes que debes pelar contra un espíritu inmundo y quieres que caiga la gracia pero ni te enteras qué diablos pasa en tu corazón y en tu matrimonio. La gracia y la verdad trabajan juntas, si no te gusta la verdad, la gracia no podrá actuar en ti.
A la iglesia le encanta la gracia, es como un horno microondas, Dios viene y te soluciona el problema en dos minutos antes que te ofendas. El mundo está lleno de injusticias, de dolor, está falto de equidad, y las personas tienen dolor en el corazón; no tienen propósito en la vida porque no conocen la esencia de los problemas que viven, no conocen la verdad. Jesucristo dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida” (Juan 14:6), y también afirmó: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, y tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12).
Te preguntarás qué tiene que ver Jesús con la física. ¡Él es el creador de las leyes de la física! ¡Él es el creador del átomo y del electrón! Te preguntarás que tiene que ver Jesús con la química, Él inventó todas las sustancias que existen. Cuando los hombres descubren algo, lo hacen porque Dios les corre el velo, porque si no, se quedarían “en la edad de los Picapiedra”. Dios quita el velo y las personas aprenden, pero no son muchos los que quieren aprender, porque a la iglesia la gusta más la gracia que la verdad. La verdad te demanda un esfuerzo en escudriñar, en estudiar, en aprender….
¡Es lindo saber! Hace poco compramos un camión viejo, regalado, en dos mil quinientos dólares, que usamos para llevar la comida de los chanchos. “¡Pastor, hemos comprado un camión, anda re bien, le hemos sentido el motor!” ¡Qué lindo el camión! ¡Hizo tres viajes y se fundió! ¡Tuvimos que hacer el motor entero, nuevito! Entonces yo indago, pregunto y me dicen: “¡Nos embromaron pastor!” Yo sigo indagando: “¿No habría algún cañito que perdiera agua?” “Y, parece que tenía una pérdida”. El que manejaba diría: “No importa, cuando llego le pongo agua”. Hasta el día de hoy no sabemos si nos “metieron el verso”[1] con el camión o si nos embaucamos solos. Gastamos mil quinientos dólares más en el motor nuevo; entonces me llaman por teléfono y me dicen: “Y bueno apóstol, no hay mal que por bien no venga, tenemos un camión con motor nuevo”. ¡Me daban ganas de tirarles el camión por la cabeza! ¡Qué lindo es saber y tener conocimiento! Tener conocimiento es tener luz.
Vamos a lo esencial; en el mundo espiritual sucede lo mismo que en el mundo natural, si no tienes la luz de Dios, no entiendes lo que vives, te basas en la razón pero ésta no alcanza para ver en el mundo espiritual. ¡Necesitas terrible reflector y lo único que tienes es un fosforito! Tu razón es un fósforo y necesitas la luz de Dios.
En Jesús, dice la Biblia, están guardados todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento (Colosenses 2:3). ¿Puedes creer lo que dice la palabra de Dios o no? Dice la Bibliaque Él es el principio de la creación de Dios (Apocalipsis 3:14); todo lo que fue hecho, lo fue por Él y sin Él nada de lo que ha sido hecho, lo hubiera sido, y no solamente que fue hecho sino que Él, Jesucristo, sustenta todas las cosas. Si no fuese así, Él no tendría derecho a decir: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. ¿Sigues a Jesús, si o no?
¡Me estremezco cuando veo creyentes que están metidos en un pantano y no salen nunca de ahí! ¿Cuándo te vas a enterar qué es lo que realmente pasa en tu vida? Hay quienes vienen después de veinte años y me dicen: “Pastor, usted me lo había dicho y tenía razón”. ¿Pero tuvieron que pasar veinte años?
En una oportunidad le dije a un muchacho que la chica de la que estaba enamorado le iba a hacer la vida “a cuadritos” y me contestó: “¡No me hable así porque yo la amo!” ¡Se ofendió por lo que le dije y se buscó otro pastor que los case! ¡Siempre hay alguno que lo hace! Fue a ese pastor y le contó lo que le dije. “¡Ah ese Márquez!” habrá dicho. ¡Y los casó nomás! ¡Más bueno el otro pastor! Pues bien, la mujer le hizo la vida a cuadritos, se acostó con su propio amigo… ¡qué es lo que no hizo esa mujer endemoniada! El muchacho volvió como a los tres años, derrotado, y me dijo: “Pastor, usted tenía razón”. ¡Qué importante es conocer la verdad a tiempo! No sólo conocer la verdad, sino conocerla y acatarla a tiempo, someterse a esa verdad a tiempo.
Ya he contado de una chica que se me acerca y me dice: “Pastor, se acuerda que la semana que viene me caso, ¿no?” “Ah no, perdóname, ¿estás contenta?” “Sí, pastor”. “¿Todo bien?” “Sí, todo bien, las invitaciones ya están repartidas, el salón de fiesta pagado, vienen parientes del interior, sólo hay un problemita”. “¿Y qué problema tienes?” “No estoy segura que este muchacho sea de Dios para mí, ¿en qué me puede ayudar usted?” Yo la miro sorprendido, ¿cómo pudo haber avanzado hasta ahí con semejante duda? Le dije: “No te hagas ningún problema, suspende el casamiento”. “¡No pastor!” me dice, ¿qué va a decir la familia? ¡Todas las tarjetas están repartidas, y el club pagado! ¡Mi tía Clota tiene ya los huevos para la torta!” ¡Yo me quedé azorado, porque esa chica, por lo huevos de la tía Clota, por las tarjetas y el salón, se va a acostar con un hombre en la noche de bodas y se dirá: ¡Yo no estoy segura! ¡Es necesario conocer la verdad a tiempo y es necesario someterse a ella!
No sé por qué tanta gente de la iglesia le pide a Dios que le muestre su voluntad, porque debo decirte que un gran porcentaje de las personas que le piden a Dios que le muestre su voluntad no tienen la menor gana de hacerla. El Salmo 85:11 dice: “La verdad brotará de la tierra, y la justicia mirará desde los cielos” ¡Ah, vendrá un tiempo de justicia cuando brote la verdad! ¡Hay de los que piensan que se pueden esconder detrás de la mentira! ¡Hay aquellos que piensan que están seguros detrás del engaño! ¡Hay de los que piensan que nunca serán descubiertos en sus pecados íntimos porque Dios ha dicho que él sacará a luz todas las cosas que están escondidas! ¡La justicia de Dios no permitirá que nada quede tapado o escondido! Por eso es que si necesitas venir a Cristo, más vale que lo hagas hoy, y no que él te tenga que descubrir delante de todos.
El salmo 96:13 dice: “Juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con su verdad”. Tenemos otro tropiezo más con la verdad, y es que la gente cree que la verdad es flexible, que la puedo adaptar a mis necesidades, a mi manera de ver y de pensar. Es más, yo puedo usar versículos bíblicos para justificar mis pecados. El mundo post moderno se caracteriza por el hecho de que no acepta verdades eternas; se señala que toda verdad evoluciona, que lo que ayer fue verdad hoy no lo es, y lo que hoy es verdad, mañana no lo será. Así es que, tenemos que aceptar la verdad de cada uno, tu verdad, la verdad de él o de ella y la mía. Entonces se afirma que la libertad permite que la verdad se acomode. El mundo post moderno cree en la libertad, pero la Biblia dice en Juan 8:32: “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. ¡Es el conocimiento de la verdad lo que te hace libre y no es la libertad la que determina la verdad!
Hay quienes creen que con su libertad pueden fabricar su verdad, no quieren un Dios que establezca una verdad, que diga “esto es así” o “esto es justo”. ¡Ellos quieren hacer sus propias leyes!
Hablemos de la verdad en cuanto al sexo: ¿Cuántos sexos hay? Los niños de primer año lo saben; hay dos, quienes no lo saben son los grandotes. Dios hizo, hombre y mujer. ¿Por qué sabemos que los hombres son hombres y que las mujeres son mujeres? Tú pensarás que un hombre es hombre porque tiene ciertos atributos masculinos, pero quiero decirte que los perros también lo tienen.
Cuando el espermatozoides del varón penetra el óvulo de la mujer, este óvulo fecundado que se llama huevo o cigoto se constituye en una nueva entidad con ADN propio; siendo una sola célula está formada por cuarenta y seis cromosomas, veinte tres que aporta el esperma y veinte tres que aporta el óvulo; cuando se unen los cuarenta y seis cromosomas quedan con una identificación a la que denominan xx o xy. Si los cuarenta y seis cromosomas son xx, lo que hay es una mujer, aunque todavía no haya ni un solo órgano femenino; y si los cuarenta y seis cromosomas que hay en la primera célula son xy, entonces tenemos un hombre. El cigoto se multiplica formando la mórula que es un prototipo de embrión, y todas las células de la mórula siguen teniendo esos cromosomas xx o xy; al convertirse en embrión, todas las células de éste siguen siendo xx o xy. Cuando la persona nace, que ahora sí tiene algunos atributos masculinos o femeninos, todas las células de su ser están gritando: ¡Esto es un hombre! o ¡Esto es una mujer!
Los cromosomas determinan el sexo. ¿Qué es lo que se dice hoy en día? Que uno puede declarar: “Yo soy una mujer que nació en un cuerpo de hombre” ¡Eso no es científico! ¡No funciona! No va a andar bien porque las hormonas que va a generar ese ser, si son xy serán hormonas masculinas, y si son xx serán femeninas. Entonces vivirás confundido o confundida creyendo lo que no es, y tu mente te estará engañando, lo mismo que tu codicia y tus deseo sexuales. ¡A esto le llaman derechos humanos!
Cuando Dios hizo al ser humano, los hizo varón y hembra porque tenía un propósito eterno, para que participásemos en el tremendo acto de la procreación, porque el hombre y la mujer trabajan con Dios en la producción de los seres humanos que Dios quiere traer a la tierra. ¡Otra cosa es ir contra los planes de Dios! ¡Es importante conocer la verdad!
Recuerdo una oportunidad en que me invitaron a un programa de televisión donde había un montón de homosexuales; yo estaba en el medio de ellos y me hacían preguntas. Uno me declaró: “¡Esta es mi elección y este soy yo!” ¡Me atacaba! Yo le respondí: “Yo creo que estás confundido y cada vez que te mires al espejo vas a dudar de lo que me estás diciendo”.
El desconocimiento de la verdad de Dios hace que nuestros legisladores promulguen leyes injustas, leyes que no se atienen a la verdad; y hace que le llamen derechos humanos a la mentira y el engaño. Si tienes inclinaciones homosexuales o lesbianas, pídele a Dios que te alumbre, pídele que haga una obra poderosa en tu vida. ¡Dios puede hacer lo que tú no puedes! Si vives engañado, dirás y harás cosas contra la justicia y contra la verdad y Dios te juzgará; porque Él no va a justificar a alguien que diga: “Lo hice porque lo siento, porque me pareció o porque se me dio la gana”. Porque para Dios no hay muchas voluntades, sólo está su verdad y su voluntad. El Salmo 85:11 habla de su justicia y de su verdad. ¡No la verdad del hombre sino la de Dios! Te aseguro que la justicia de Dios es mejor que la justicia del hombre y que la verdad de Dios es mejor que la verdad del hombre. Mejor dicho: la verdad del hombre es una patraña, es una mentira, es un engaño.
Si eres una persona que se endeuda continuamente, estás abusando de la gracia y estás pisoteando la verdad. Si le estás atribuyendo a tu esposo o a tu esposa que las cosas van mal en tu matrimonio, vives acusando a tu cónyuge y peleando, y quieres que Dios, que el pastor y la iglesia te den la razón a ti, pero tú no conoces la verdad respecto de tu matrimonio, estás esperando que Dios haga algo, pero tú no haces justicia, estás ninguneando la verdad.
Moisés nos dio la ley pero de Jesucristo vinieron la gracia y la verdad. ¿Qué es aferrarse a la verdad? Quien ama a Jesucristo y se aferra a Él, se aferra a la verdad y la gracia le corresponde. Dice la Bibliaque muchos no se han sometido, no amaron la verdad, no obedecieron al amor de la verdad. Para tener la verdad y la justicia tienes que tener a Cristo en el corazón y te reitero: no es que tienes que tener a Cristo sino que Cristo te tiene que tener a ti. Si Cristo te tiene a ti, la verdad y la gracia también te tienen, el favor de Dios está sobre ti y actúa a tu favor. La gracia de Dios se mueve para defenderte, para ayudarte. Jesús dijo: “A ustedes les conviene que yo me vaya, porque si yo me fuese, enviaré a vosotros el Espíritu de verdad, él les guiará a toda verdad”. La verdad acerca de las chanchas, la verdad acerca de las deudas, de las enfermedades, la verdad acerca del hombre o de la mujer con quien me tengo que casar. Por eso, el consejo sabio es: si necesitas novio, pídeselo a Jesús, porque Dios no tiene varios para ti, sólo hay uno. ¡Es importante conocer la verdad!
Jacob se enamoró de una mujer llamada Raquel, fue y se la pidió al suegro, le dijo que la amaba y éste accedió a dársela pero con la condición de que primero trabaje para él, siete años; como Jacob no tenía dinero, la dote por Raquel la pagó con trabajo. Cumplidos los siete años se hizo una gran fiesta de casamiento; en ese entonces el casamiento era algo muy importante, hoy en día no lo es tanto. Era una fiesta a la que asistían todos los parientes y el pueblo. A un costado del lugar donde se hacía la celebración había una tienda donde pasaban la noche de bodas. No se usaba que se fueran a un hotel por ahí, era importante que todos los invitados vieran al novio entrar en la tienda donde estaba la novia, y todos aplaudían, eran testigos de que el hombre había tomado a esa mujer. La fiesta era de noche, no había corriente eléctrica, así que Jacob se metió en la tienda y todo lo hizo usando el método braile, todo al tacto. Disfrutó toda la noche y pensó: ¡Qué linda es Raquel! Pero el suegro atorrante, le había metido en la tienda a la hija más grande y la más fea. Después que estuvo Jacob disfrutando toda la noche a la que él creía que era Raquel, llega la luz, la mira y se horrorizó. ¡Es muy importante conocer la verdad! ¡En la noche todas son Raquel!
Hablé con una mujer que no sabía qué hacer con su vida, me contó que tuvo una pareja y quedó embarazada, luego tuvo otra pareja y también quedó embarazada, ahora tenía una tercera y un tercer embarazo. ¡Qué desorientación! Pensar que cuando uno tiene la luz sabe qué decisiones debe tomar.
El derecho se retiró y la justicia se puso lejos porque la verdad tropezó en la plaza y la equidad no pudo venir. ¡La justicia se aleja! ¡La equidad se aleja cuando la verdad tropieza! El profeta Isaías señala que la verdad tropezó en la plaza; ese era el lugar donde la gente se enteraba lo que sucedía: “¿Viste que la fulana se acostó con el mengano?” “¿Sabes que de tal ciudad vino tal persona?” Digamos que el noticiero era la plaza. Las noticias nos mienten todos los días, nos engañan y nos distraen todos los días. ¡La verdad tropezó en los noticieros de los canales de televisión! ¡La verdad tropezó en los partidos políticos, la verdad tropezó en los sabios de este tiempo y la justicia se alejó! Por eso promulgan leyes injustas. Leí un informe que ha elevado una comisión de diputados a la cámara respectiva, por el tema de la droga; ellos recomiendan legalizar el comercio de las drogas, no sólo de la marihuana sino de todas. Señalan que será un mal menor si a los criminales de la droga se les legaliza el negocio del tráfico de droga. Es más, posiblemente unos cuantos diputados o senadores podrían hacerse de un buen negocio. ¡No hay verdad, no hay equidad! ¡No hay verdad, no hay justicia!
¿Qué pasa cuando no se conoce la verdad? ¿Qué pasa cuando uno vive en oscuridad? Vive tropezando, vive tomando decisiones para un lado y para otro, viven en incertidumbre, se casan y no saben si les va a ir bien, encaran un negocio y no saben si les va a ir bien. Hacen muchas preguntas porque no conocen la verdad, viven en inseguridad. Pero Jesús llamó a los cristianos a vivir en certeza y en seguridad; ¡la fe es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve!
Si estás en Cristo, tomarás decisiones y te irá bien y aún lo que venga para mal contra ti,la Bibliadice que a los que a Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien. ¡Todo lo que venga para mal contra ti, Dios lo cambiará en bendición! ¡Tú puedes vivir tranquilo, puedes vivir en paz si tienes a Cristo en tu corazón!
Si eres consciente de que no te has rendido, que no te has inclinado ante Jesucristo, que aun sigues pataleando en tus propios conceptos, en tus propios deseos y pensamientos, si todavía tomas decisiones con duda, con temor, con angustia; si vives arrepintiéndote de las decisiones que has tomado, lo que necesitas es que Cristo sea tu Señor. Que le puedas decir a Jesús: “¡Tu eres mi Señor!” Pero que se lo digas consciente de que has levantado la bandera blanca, lo que significa que te has rendido y le has dicho: “Señor Jesús quiero que reines en mi vida. No mi voluntad sino la tuya. ¡Me rindo a ti Jesús! ¡Tú eres el camino, la verdad y la vida! Quiero andar en luz, no quiere vivir tanteando ni por las dudas, sino en certeza. Quiero tener la paz que da la fe, quiero que entres en mi vida y no que yo te tenga a ti sino que tú me tengas a mí. Renuncio a mis planes, renuncio a mis ideas.”
¡Cuánta gente basa sus decisiones en su experiencia! ¡Dios no quiere que te bases en tu experiencia! Te has quemado con leche, ahora ves la vaca y lloras, ahora no quieres saber nada ni con la leche, ni con la vaca. No te bases en tus experiencias, tú has fracasado porque no tenías a Cristo en tu corazón, pero ¡se terminó! Las cosas viejas pasaron, Dios hace todo nuevo. ¡No vayas al pasado! ¡No tomes experiencias del pasado! ¡Pídele a Jesús que alumbre tu futuro! Has fracasado en tus negocios pero no es necesario seguir fracasando, ¡Dios puede cambiar tu situación! Has fracasado en tu matrimonio, pero con Cristo no tienes que seguir fracasando, Dios puede hacer las cosas distinto a lo que tú has vivido. Siempre has tomado decisiones basadas en tus experiencias. Hablé con una joven que fue abusada sexualmente cuando tenía cinco años, hoy es una mujer casada y vive en un estado de inseguridad extraordinario, porque, desde que fue abusada, nunca más tuvo seguridad, nunca más pudo confiar. No tienes que tomar las experiencias del pasado como fundamento para tu existencia; el fundamento para tu existencia se llama Jesucristo.
Si no tienes esa certeza para vivir, si no tienes esa seguridad, si sabes que estás haciendo las cosas mal, ¡humíllate delante de Dios, pídele perdón y dile a Jesús que quieres de verdad hacerlo tu Señor!
Si eres uno de esos que tiene que venir a Cristo y rendirte a Él, si sabes que estás tomando ese tipo de decisiones de las que no estás seguro en qué van a terminar, haz una oración y pon a Jesús en el trono de tu vida. Repite esta oración sinceramente, cree y recibe, dile a Dios: “Padre, yo vengo ante ti humillado y necesitado de ti, me rindo a los pies de Jesús, declaro que Él es mi Señor, que su sangre me limpia de todo pecado y me libra de toda maldad. Abro mi corazón para que Jesús me llene con su presencia, con su Espíritu. Señor, que la verdad se enseñoree de mi, que Jesucristo tome el control de mi vida, yo recibo por la fe tu presencia, tu poder, tu vida en mi. Gracias Jesús, amén”.
[1] Meter el verso: Mentir
ANEXOS: