LA EXTRAORDINARIA DIMENSIÓN DE LA FE - Misión Vida para las Naciones

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Montevideo

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MENSAJES DEL CIELO

LA EXTRAORDINARIA DIMENSIÓN DE LA FE

Los que han creído en Cristo Jesús como su Señor y Salvador, han sido llamados para formar parte de una generación de personas que no está limitada, como el resto de la gente que vive en el planeta Tierra, porque Jesús vino a darnos vida y en abundancia. Ésta es otra clase de vida, no la natural, sino eterna y sobrenatural. Para poder tener esa vida sobrenatural debemos creer en aquel que Dios envió al mundo, en Jesucristo, el Hijo del Dios viviente, por lo tanto, la fe, juega un papel muy importante, porque por la fe se entra en esta dimensión, la que el apóstol Pablo llama, la dimensión de la gracia.

Salimos de la dimensión de lo limitado de nuestra mente, para entrar en la mente de Dios, y el apóstol Pablo dijo que nosotros sus hijos, tenemos la mente de Cristo. Salimos de nuestra mente para que ésta esté ligada a la mente de Cristo, salimos de nuestras fuerzas y poder para que éstos estén ligados a las fuerzas y al poder del Todopoderoso. Entonces, salimos de nuestras fuerzas, de nuestros pensamientos y de nuestras obras, morimos a ellas, porque son más fuertes nuestras ganas de hacer las obras de Dios. ¡Ya no son nuestras obras sino las de Dios manifestándose a través de nosotros! ¡Bendito sea Jesús que nos llamó, nos sacó de las tinieblas y nos puso en su luz admirable! ¡Yo me siento bendecido en extremo!

En el mensaje anterior hemos estado hablando acerca del amor, un elemento trascendental e importantísimo, y dije que ninguna obra sirve si no tiene origen en el amor. Todo lo que hagamos, si no proviene del amor de Dios, no sirve para nada, ¡no le sirve a Dios ni a la gente! Dios no está interesado en obras que tienen origen en las buenas intenciones de las personas, sino en sus buenas intenciones. Así que determinamos que no vale la pena hacer nada si no está motivado por el amor.

El amor te saca también de la dimensión chata y te coloca en la dimensión de Dios, en sus anhelos; el amor te cambia la perspectiva de lo que ves y de lo que haces. Una cosa es hacer algo por deber o por conciencia y otra es hacerlo porque así Dios lo quiere, por su conciencia y su proyecto.

Hoy quiero hablarte de otro elemento esencial que es la fe. Ninguna obra sirve si no proviene de la fe.La Bibliadice que todo lo que no proviene de la fe es pecado, por lo tanto, si haces las cosas dudando, estás pecando. Tienes que sacarte la idea de la cabeza de que harás alguna cosa para probar, que primero lo harás y después verás qué sucede, tienes que sacarte de la cabeza el hacer algo por las dudas porque a Dios no le agrada. Él no quiere que hagas algo para ver cómo sale, quiere que estés seguro de que saldrá bien desde el principio: ¡Así opera la fe!

La fe es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve. Primero se tiene la fe y después se actúa por la fe.

“¡Ah me casé con tanta ilusión! ¡Yo creía que era el hombre de mi vida!” ¿Y qué pasó? “¡Hay!” Encima preguntan qué le pasó a Dios que los soltó. El creyente ha sido llamado por Dios para caminar en fe, esto significa, caminar en certeza, en seguridad. Haces lo que haces porque estás seguro de que así Dios lo quiere, lo haces en obediencia a Dios. ¿Y cómo se que Dios lo quiere? ¡Lo se por la fe!

            LA FE SINTONIZA LA REVELACIÓN DE DIOS

Hay un aparatito que sirve para sintonizar ondas de FM, no es para sintonizar otra cosa, no quieras ver televisión en el dial de la radio, porque está hecha para sintonizarse con frecuencias moduladas. No pretendas escuchar radio AM a través del televisor porque éste es un aparato que sirve para sintonizar otro tipo de ondas. Del mismo modo, la fe sintoniza a Dios y  nada más que a Dios. La fe sintoniza la visión de Dios, sintoniza su revelación; quien tiene fe, tiene revelación, quien tiene fe, tiene visión. Si tú tienes fe, tienes visión; si tienes visión, sabes a dónde vas y tienes provisión, porque el mismo Dios de la visión es el Dios de la provisión. Los cristianos que andan rogándole a Dios que les ayude a llegar a fin de mes no tienen fe ni visión, por eso no tienen provisión. Los cristianos que viven endeudados están bajo opresión del enemigo, éste no les deja ver cuál es la salida de Dios, y no están obrando en fe.

El creyente no ha nacido para hacer lo que le parece, sino para hacer lo que Dios tiene establecido, lo que Él quiere. Es por eso que oramos: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino y hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo”.

La fe es para detectar, para sintonizar la revelación de Dios, lo que Él quiere que yo haga, donde quiere que viva, qué es lo que quiere que hable. Cuando sintonizo por la fe lo que Dios quiere, ya entro en otra dimensión distinta a la del resto de los seres humanos. Si entro en la visión de Dios puedo confiar en su provisión; ya no serán mis fuerzas sino las de Dios, ya no será mi astucia ni mi sabiduría sino la de Dios, ya no será mi inteligencia sino la de Dios. El todo de Dios está a favor de su visión y el que tiene la visión de Dios, lo tiene a Él a su favor.

Así que el creyente no tiene que hacer algo. “¡Yo quiero hacer algo apóstol!” No quieras hacer algo, pídele a Dios entrar en su visión y conocerás su provisión. Nada podrá detener lo que Dios ha determinado hacer a través de ti si es que tienes fe, de lo contrario usará a otro porque Él hará lo que quiere. ¡No habrá infierno, ni demonio ni diablo, no habrá nada que pueda detener la visión de Dios en un creyente! Es por eso que un creyente ungido, con fe, se hace detestable en el reino de las tinieblas. Una mujer o un hombre ungidos, son conocidos en el infierno. Allí le tienen miedo, pretenden ponerles toda clase de obstáculos, pero no hay nada que pueda detener la obra de Dios cuando Él respalda a alguien que tiene fe. ¡Nadie lo puede detener!

Así como Pablo dedica en 1ª Corintios 13, un capítulo entero para hablar del amor, en Hebreos 11 también dedica un capítulo entero para hablar de la fe, y comienza diciendo: 1Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1).

La fe apunta al futuro, apunta a lo que Dios quiere, a lo que Él está por hacer; es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve. ¿Cómo fue hecho el universo? ¡Fue hecho por la fe! 3Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía” (Hebreos 11.3).

Aquí entra otro elemento: La fe y la palabra. El libro de Santiago, en el capítulo dos, señala la palabra de Dios que la fe sin obras es muerta. Cuando tú alcanzas a sintonizar algo que Dios quiere, te tienes que jugar la vida por eso, tienes que abrir tu boca y declararlo, y apostar todo lo que tienes y lo que eres por lo que has creído porque viene de parte de Dios, entonces verás su mano.

¿Cómo hizo Dios el universo? ¡Por la fe! ¿Cómo que por la fe? Por la palabra de Dios, porque cuando no había nada y no se veía nada, entendemos que todo lo que ha sido hecho y lo que se ve, fue hecho de lo que no se veía, por la fe, por la palabra de Dios. Por lo tanto, la fe es la sustancia de lo que aún no se ve. ¿Cómo lo hizo Dios? Habló en fe y dijo: “Sea la luz”, y fue la luz. ¡Gloria a Dios! ¡Sólo había oscuridad! Dios es el único capaz de sacar luz de la oscuridad. Trata de investigar cómo podrías hacer para sacar luz de la oscuridad, mas Dios habló y dijo: “Sea la luz” y fue la luz. Dijo también: “Produzca la tierra hierbas verdes, plantas y árboles según su especie, que den semillas según su género”. ¡Habló Dios y la tierra produjo! Produjo árboles de eucaliptos que dan semillas de su misma especie, árboles de pino que dan semillas de pino. También produjo la tierra árboles de naranjas que dan semillas de naranja, cada uno según su especie. Habló también y ordenó que la tierra produzca animales según su especie y las chanchas desde ese entonces hasta hoy siguen dando chanchitos, los burros tienen burritos, las vacas, terneritos, cada uno según su especie y no como enseñan en las escuelas y la universidad que de un mono puede salir un hombre. ¡A mí me gusta la banana pero no soy mono!

La ciencia ha inventado la idea de la trasmutación de genes y cambio de géneros pero no lo ha podido demostrar. ¿Tú crees que falta algún eslabón perdido? ¡A la ciencia se le ha perdido todos los eslabones! Pero eso no es científico ni es demostrable porque Dios habló y se terminó. ¡Dios habló y fue!

La fe pronuncia palabras; no es lo mismo orar que pronunciar palabras de fe. No quiero decir con esto que esté en contra de la oración, tú puedes pedir con fe cosas que Dios te va a dar, pero hay un nivel de fe superior y es cuando yo llego a creer que lo que yo digo por la fe, Dios me lo concede porque lo declaré. Jesús dijo: “Tened fe en Dios. 23Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho” (Marcos 11:23). Estoy hablando de pronunciar palabras! ¿Entrarás en la dimensión de la fe?

Te voy a explicar cómo funciona; tú no lo ves a Jesús diciendo: “¡Oh Dios te pido por favor que levantes a Lázaro!” ¡No habló así! Jesús alabó al Padre y dijo: “Te alabo Padre porque siempre me has escuchado, yo se que tú me escuchas Señor, esto lo digo por causa de los que me están escuchando, pero tú ya me has oído”. Entonces ordenó que removieran la piedra y gritó a gran voz: “¡Lázaro sal fuera!” Dios te ha dado la boca y no para hablar pavadas sino para declarar su palabra en fe. Dios te ha hecho a su imagen y semejanza, cosa que el mono nunca llegará a ser porque Dios le ha dado al hombre la boca y la lengua para que emita palabras y declare cosas, y si el hombre llega a decir con su boca lo que está en la boca de Dios, lo que éste diga, entonces sucederá porque proviene de la fe. La fe te introduce en la dimensión eterna de Dios, la dimensión espiritual, sobrenatural de Dios.

¡Necesitamos caminar en la dimensión de la fe y experimentarla! ¡Necesitamos luchar por esa dimensión en nuestros corazones para no movernos en el nivel chato! Sin la fe, uno se mueve en el mundo natural, se mueve en sus propios proyectos y en sus propias obras que son pequeñas. ¿Crees que un viaje a Marte es algo grande? ¡No, es algo pequeño! Yo lo llamo “un salto de pulga”. ¡Se creen que han ido lejos, cuando la galaxia en la que vivimos es un puntito en el universo! Resulta que aún no hemos salido del Sistema Solar y creemos que somos grandes. Las obras del hombre son muy pequeñas, pero las obras de Dios son grandes.

Recuerdo la primera vez que estuvimos buscando el satélite de Enlace en Uruguay; fue en el techo de la iglesia: ¡Qué desesperación teníamos por alcanzar esa señal! Es una señal que viene del cielo, está en un satélite, éste está fijo en un punto respecto de nuestro territorio y nosotros tenemos que apuntar en un ángulo vertical y otro horizontal, y en algún punto está la señal del satélite que emite Enlace. Recuerdo que nos pasábamos tardes enteras buscando esa señal, teníamos un aparato que emitía un sonido acelerado cuando nos acercábamos a la señal. ¡Es un punto en el espacio! ¡Hasta que por fin la encontramos! Con ese aparatito sintonizamos una señal de televisión, y con la fe, sintonizamos la gloria de Dios, su voluntad, su poder, sus obras y sus palabras.

Palabras de Dios no sólo son las que están enla Biblia, son las que están en las escrituras y vienen directo a tu corazón en un espacio y un tiempo dado. Es la palabra “rhema”, la que viene de Dios en el momento oportuno para la circunstancia oportuna.

El capítulo 11 de Hebreos habla de todas las proezas que hicieron los grandes hombres de Dios; todos ellos, dice el autor, obraron por fe, creyendo que recibirían lo que Dios les había dicho que recibirían.

Hago un paréntesis aquí; si a ti te detiene el pasado, si te aflige algo que pasó, si estás preocupado por algo que te dijeron, tú no estás obrando en fe. La fe mira hacia adelante, no le importa lo que ya pasó, a la fe le importa lo que Dios quiere hacer. ¡No te detengas en tu pasado! Si estás triste, estás estancado en tu pasado, si te preocupa el enfrentar algo porque crees que no te irá bien ya que antes te fue mal, tú estás anclado en el pasado. “Yo hago todas las cosas nuevas” dice el Señor. ¡Quien cree en Jesús, transita por un camino que es siempre novedoso!

Leemos en Hebreos 12:1 y 2: 1Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, 2puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios”.

Consumador significa, el que puso por obra los hechos de la fe. Debiéramos buscar eso más que todas las demás cosas que buscamos. ¡Sintonízate con Dios! Busca en Él lo que debes o no debes hacer.

Viene a mi memoria una hermana se fue de la iglesia hace siete años aproximadamente; resulta que ella comenzó a asistir porque tenía un problema conyugal, su esposo quería divorciarse, éste se había ido con su secretaria. La vi tan acongojada a esta hermana que quise ayudarla. Un día vino una cuñada y le dijo: “Te digo de parte de Dios que tienes que venirte conmigo a congregarte donde estoy yo”. ¡Y se fue con ella! Después de siete años vuelve; se había casado con un carpintero que yo conocía, y era un desastre. Me comentó que se había casado con él y yo me agarré la cabeza. Hoy me cuenta que se divorció de ese hermano carpintero, el segundo esposo que tuvo, porque siente que tiene que conquistar nuevamente al primero. Después de varios años me dice que la iglesia donde se estaba congregando no era la de ella, y reconoce que Misión Vida es su iglesia, porque en aquella iglesia no le permitían ir de pantalones, no la dejaban usar el pelo suelto, le decían que tenía que bautizarse allá cuando se había bautizado hacía años en esta iglesia. ¡Yo sufro por eso! Me agregó que alguien le dijo que ésta es su casa y no la otra congregación. ¡Chocolate por la noticia! ¿Cómo puede ser que los cristianos anden rodando por la vida? ¿Cómo puede ser que se pierda siete años de su vida para entender o decidir que ese hombre con el que se casó no era el correcto? ¡Yo sufro! No es que me burlo de esa hermana, es que sufro por ella. ¿Cómo puede ser que arrojemos siete años a la basura, o diez, o veinte? ¡No puede ser! ¡Tengo que vivir en fe! ¡Tengo que saber lo que hago! ¡Debo tener certeza antes de hacer algo!

            LA VISIÓN DE HAITÍ

Uno de los hechos de fe que más me ha impactado en este tiempo ha sido ver crecer la visión en el trabajo que estamos realizando en Haití. Esa obra nació como una semillita; Jesús dijo: “Si tuvieres fe como un grano de mostaza…” La fe no aparece como algo grande: “Dios me ha dicho que voy a tener una flota de aviones para viajar a todas las naciones y así predicarle al mundo entero”. Dios te manda ir a algún lado, y a otro y a otro, entonces te dice: “Habla esto y esto”. Él te va llevando y llevando y la visión va creciendo… ¿Para qué te va a contar que tendrás cuatro aviones si te vas a enloquecer de orgullo y de vanidad y te enfocarás en la búsqueda de los aviones?

El proyecto de Haití nació con una idea. Las visiones de Dios son sus ideas, sus planes. Entonces, lo de Haití apareció como una idea pequeña, tan pequeña y tan débil que se podía romper fácilmente como los bebés que son tan frágiles. ¡Cómo hay que cuidar y amar a los bebés! La visión de Dios puede nacer como una idea y puede ser que esté por años dentro de tu corazón, pero tú no te has animado, no has creído que era para ti. ¡Has creído que era un sueño vano, y has dudado pensando si será de Dios o no!

La idea de Dios era construir un hogar de niños en Haití. ¡Estaba tan desconcertado yo con esa idea que no sabía por dónde empezar! Pero había algo que sabía, algo que ya he aprendido; muchas veces, cuando Dios me dijo que hiciera alguna cosa, yo tenía una voz que me decía: “no lo digas porque si esto no es de Dios vas a quedar pegado y la gente se va a burlar”. Entonces, por muchos años creí que era prudente no comentar lo que Dios me había dicho que quería hacer. Pero la pura verdad es que cuando uno tiene una visión de Dios y la cree, tiene que abrir la bocota y declararlo, ¡y que pase lo que pase! Si no fue de fe, me estrello, pero si provino de la fe: ¡Gloria a Dios! ¡Dios está en el asunto!

Entonces empecé preguntándome: “¿Dios mío, por dónde empiezo? Y Él me respondió: “Comienza por hablar la visión, cuéntale a la iglesia”. Y mi respuesta fue: “Pero no hay dinero, Haití está muy lejos, Señor ¿qué hago?” Entonces hice lo que debía hacer, me paré frente a la congregación y les conté de la visión. De esto hace dos años y medio o tres y yo tenía que decidir si era una loca idea que se me cruzó o era una idea de Dios. La cosa no es como algunos piensan: “Lo que se le ocurre a Márquez, lo hace”. ¡No, ya me estrellé varias veces también! Lo que sucede es que cuando Márquez tiene fe que algo es de Dios, no hay quien lo detenga.

Entonces comenzó a rodar la visión, ¡muy débil todo! Yo no sabía por dónde vendrían la ayuda o los recursos humanos y económicos pero Dios me dio sabiduría, Él me dijo que hiciera lo que podía hacer. Cuando tienes una visión de Dios, debes avanzar en lo que puedes avanzar. Yo me di cuenta que había algo que no requería gasto alguno, porque como soy arquitecto, no tengo que pagar un estudio de arquitectura; yo podía hacer los planos, así que me aboqué a eso. Enseguida apareció una chica de la iglesia ayudante de arquitecto que comenzó a ayudarme, así que estuvimos trabajando sobre ese proyecto por dos años. Esa joven ahora se encuentra en Haití y está viendo cómo resulta en la construcción de un edificio lo que ella dibujó. A mi no me costaba nada diseñar, así que proyecté la visión. El primer paso que di fue hablar de la visión con la iglesia y ésta comenzó a rodar.

Dios le dijo a Habacuc: “Escribe la visión en tablas para que las generaciones futuras lo sepan” (Habacuc 2:2). ¡La tierra será llena de la gloria de Dios así como las aguas cubren el mar! ¡Los cristianos estamos creyendo que esa gloria vendrá y va a inundar el mundo! Parece que tarda pero se apresura hacia el final, le dijo Dios a Habacuc. ¡Entonces él lo creyó y lo escribió! Abraham creyó y le fue contado por justicia, y en cuanto él creyó echó a rodar la historia de la humanidad y nació el pueblo de Israel, por cuanto le creyó a Dios.

Le preguntaba a Dios cómo debía hacer, y la visión siguió creciendo. ¿Qué otra cosa podría hacer yo? No tengo dinero ni recursos, no tengo gente pero puedo ir a Haití a ver qué pasa, así que me aventuré. Cuando llegué, ¡qué lío! Lo que vi iba en contra de la visión, porque generalmente las circunstancias te quieren robar la fe; en Haití es todo más complicado de lo que uno se puede imaginar, pero yo tenía la convicción adentro de que Dios quería que hagamos el hogar para niños y continué adelante.

Hay una pastora que puso una frase en twitter y dice lo siguiente: “Quien no tiene revelación, se tiene que conformar con información”. Si tú recabas información del mundo natural, éste mandará sobre tu visión, pero si tienes revelación, tú mandarás sobre el mundo natural, transformarás las circunstancias y éstas no te ordenarán a ti sino que tú les ordenarás a ellas.

Comencé a avanzar y le pregunté a Dios: “¿Y ahora cómo sigo?” Fui a Haití, hice los planos, se lo dije a la iglesia, entonces Dios comenzó a empujar la visión porque el Dios de la visión es el Dios de la provisión. Así que comenzaron a aparecer los hermanitos que me decían: “Apóstol, cuente conmigo para ir a Haití” ¿Estos de dónde salieron? me pregunté. Resulta que Dios estaba motivando corazones, Él comenzó a marcar desde el principio a algunas personas, aunque hay otros que como ven que la cosa funciona se quieren subir al carro y quieren ir a Haití. Éstos no se mueven ni por visión ni por revelación sino por sentimientos y emociones. Así que tuve que decidir quién iría a Haití y quién no, varios fueron descartados, pero también, varios que creíamos que irían se echaron para atrás porque no estaban dentro de la visión de Dios, a quienes los movía el entusiasmo pero no Dios. ¡Lo que Dios mueve prospera!

Hice cuentas; el proyecto cuesta un millón de dólares, y pensé: “¡Dios mío, nunca he tenido una cifra así! ¿De dónde vamos a sacar el dinero para esto?” Él me respondió: “Haz lo que tienes a mano”. “Pero yo no tengo nada a mano, ¿cómo le  voy a pedir a la iglesia que ofrende un millón de dólares?” Y me volvió a decir: “Comienza con lo que tienes”. Y yo le reiteré: “Yo no tengo nada”. “Sí tienes”, me dijo Dios. Recordé que tenía una casa de dos plantas que me habían ofrendado, en la que vivió cuatro años uno de nuestros pastores. Dios me dijo: “¿Cómo me dices que no hay nada si tienes una casa para comenzar la obra?” Vendimos la casa en ochenta mil dólares y dinero que entró en los fondos que se usarían para construir el hogar de niños en Haití. Cuando yo hice lo que me correspondía, Dios comenzó a hacer su parte. Él comenzó a juntar la gente, luego nos topamos con la organización Smile of a Child que pertenece a un ministerio muy grande de Estados Unidos. Los responsables directos de esa organización tienen un avión que vale cincuenta millones de dólares. Nosotros no fuimos a Estados Unidos sino a Haití, allí nos dijeron de esta organización y fuimos a ver a la persona responsable; entonces nos dijeron que nosotros seríamos sus asociados y ellos nos darían un predio para construir el hogar. ¡Me volví más contento que perro con dos colas! ¡Ya teníamos tierra, teníamos proyecto y ochenta mil dólares para comenzar! Me dije: “¡Está funcionando!” Recuerdo cuando hice otro viaje y recorrí las seiscientas hectáreas y comencé a imaginarme cómo sería todo pero el manager me señaló hacia la montaña y me dijo que la construcción se haría ahí. Lo miré sorprendido y pensé: “¡Allá va a ser muy difícil! ¿Cómo vamos a llegar a la montaña?” Él me dijo que ese era el lugar que tenían para nosotros, así que se nos encareció el proyecto; había que alquilar máquinas, tendríamos que hacer pozos de agua, el asunto es que todo comenzó a complicarse porque siempre las circunstancias hablan en contra de la fe. ¡Pero llegamos! Una institución nos dijo que si teníamos ciento cincuenta mil dólares, nos darían otros ciento cincuenta mil más y no nos dieron nada, sólo teníamos lo nuestro, pero a la hora de llevar el equipo a Haití teníamos trescientos mil dólares en nuestros fondos. Dios me dijo: “¿Qué estás esperando?” “Pero Señor, la obra cuesta un millón de dólares”, y agregó: “¿Quieres tener un millón para empezar?” “No Dios mío, comienzo la obra ya”. Entonces me fui, llevé conmigo un equipo de gente y comenzamos a hacer la obra; entonces se comenzó a ver la mano de Dios en todo.

Uno de los manager de ese lugar daba gracias a Dios que nos hay mandado a Haití, y nos dijo que desde que hemos llegado el ambiente espiritual de ese lugar ha cambiado… ¡También nos declaró que nos necesitaban! ¡Bendito sea Jesús! ¡Comenzaron a aparecer otros recursos! He contado que nuestra intención era hacer un pozo de agua pero su costo ascendía a diez mil dólares. ¡Me espanté! ¡Diez mil dólares un pozo al que había que agregar la bomba además de otras cosas! Pero surgió la posibilidad de comprar una máquina de cincuenta mil dólares y después un arquitecto que está involucrado en el asunto me dijo que quería formar parte del proyecto y quería poner dinero para el pozo; había decidido poner la mitad de lo que costaba la inversión. Cuando fue a comprar la máquina, decidió que en lugar de comprar una de cincuenta mil dólares compraría una  de ciento sesenta mil. Me asusté y dije: “Dios mío, ¿de dónde va a salir el dinero?” Le pregunté al hombre cómo pensaba gastar semejante cifra y me respondió que le dieron una ofrenda de ciento diez mil dólares así que seguiríamos manteniendo el negocio del cincuenta por ciento, nosotros pondríamos veinticinco mil y él pondría otros veinticinco mil. Luego me llaman diciéndome que teníamos que depositar la parte que nos correspondía; llamé al hermano que se hizo responsable de poner el dinero y me dice: “¡Ya te la voy a dar, no te hagas problema!” Pero no lo hizo, aunque ya no importa porque se me acercó otro hermano con un paquetito que contenía treinta mil dólares y me dijo que era una ofrenda para Haití. Así que ya giramos el dinero como parte del pago para la máquina, la misma que en Uruguay cuesta trescientos mil dólares. ¡Todavía no comenzamos a levantar las paredes y Dios ha hecho que tengamos un presupuesto que dobla el que teníamos al iniciar!

Llevamos una doctora y las personas de la organización quedaron encantadas con ella y quieren que regentee el proyecto de salud el cual es muy grande, y están poniendo a nuestra disposición muchas cosas. Le han prometido un vehículo para trasladarse, una ambulancia, computadoras, etc. todo lo que ella necesite. ¡El Dios de la visión es el Dios de la provisión!

Yo he podido ver la mano de Dios porque todo comenzó como una idea pequeña pero así es la fe. La fe es la que hace que yo le diga a una montaña: “¡Quítate!” ¡Una palabra! “¡Desarráigate y plántate en el mar!”, y la montaña obedece. ¿Tú quieres entrar en esa dimensión? ¿O estás aún en la dimensión en la que tienes que pelear todos los días por la ollita condenada, por la luz, por el alquiler? ¡Estás luchando por tu vientre, luchas por cosas que no aprovechan, cosas secundarias, estás luchando por las añadiduras! Y el Señor una vez más te vuelve a decir: “Busca primeramente el reino de Dios y su justicia”. Mucha gente que jamás iría a Haití, ahora me pide para ir… ¡Ahora todos se suben al carro!

Hay un matrimonio en la iglesia, empresarios, que hacían planes para ir al CAP, un evento grande que organiza el ministerio del apóstol Guillermo Maldonado en Miami. Ellos me dijeron que estaban mal, y que sabían que tenían que consagrarse a Dios; aunque sirven a Dios, andan en sus planes, pero no saben qué hacer. El hombre me preguntó: “¿Qué hago?” Yo le hablé muchas veces, le aseguré que no le iba a decir que vaya a Haití porque sabía que antes de ir a ese lugar él preferiría viajar en un crucero. Quedó pensando en lo que le dije, ¡flor de espina le quedó clavada! Le dije que siguiera orando y buscando la voluntad de Dios. Me buscaron para hablar conmigo porque habían escuchado el mensaje que hablaba de las obras del amor y se habían ido tocados a su casa. No podían conciliar el sueño, en un momento se sentaron en la cama y se miraron, ¡estaban mal! Entonces se dijeron: “¡Nosotros no tenemos amor! ¿Cómo podemos hacer una obra de amor?” Los dos dijeron a la misma vez: “¡Ir a Haití!” Me buscaron entonces para decirme que querían que les diera permiso para viajar a Haití por un mes. ¡Gloria a Dios! ¡Esto es un toque, un llamado de Dios! Y hay varios así que quieren viajar a esa nación para colaborar con el proyecto del hogar de niños, personas que financian sus pasajes y van a hacer lo que haya que hacer. ¡Van surgiendo los recursos humanos y los materiales! Nada nos preocupa porque estamos seguros que esto es un plan de Dios. Desde que nació hasta hoy se ha multiplicado la visión, ya que antes era solamente un hogar de niños pero ahora se ha formado una iglesia, en breve van a bautizar el primer grupo de creyentes en Haití, tenemos un plan de salud, y no sé cuántas cosas más. Mi intención era poner un criadero de cabras para vender y con eso solventar el hogar de niños, pero cuando llegué, la montaña estaba llena de cabras y todos los vecinos tenían una. Plantamos unos arbolitos y ellos nos advirtieron que las cabras se los comerían, así que el proyecto de las cabras terminó antes de empezarlo, pero Dios me dio uno nuevo y se trata de una empresa que cava pozos para sacar agua. ¡Dios es más sabio que yo! ¡Que nos ayude para que todos los proyectos que emprendamos sean de fe! ¡Que tengan origen en el corazón de Dios y no en el nuestro! No quiero hacer nada que se me ocurra a mí sino que quiero saber cuáles son las ocurrencias de Dios, porque yo he visto su mano en este proyecto.

            CONCLUSIÓN

¿Qué tiene Dios para ti? Esa es la pregunta, porque Él no trae a nadie al mundo sin un proyecto. ¡Dios tiene un plan para tu vida! ¿Seguirás arrastrándote por la vida pidiéndole a Dios que te solucione algunos de los problemitas en los que te has metido? ¿Pidiéndole que te ayude a salir de alguna deuda en la que te has metido? ¿O que te de un trabajo mejor para cubrir todos tus gastos? ¿Seguirás en esa dimensión o entrarás en la dimensión de Dios? ¿Habrá algo en tu corazón que el Espíritu Santo ha puesto hace tiempo pero no te has movido porque tuviste miedo, no has creído, no lo has declarado y no has hecho nada al respecto? ¡Y sigues patinando en el mismo lodo! ¿Tiene algo Dios para ti? ¿Tienes alguna ideíta por la que el Espíritu Santo te está convenciendo que es de Dios y a ti siempre te pareció que era demasiado loco? ¡Es que Dios es un Dios loco! ¡Es un Dios grande! ¡No pretendas que Él quepa en tu mente finita de mosquito! ¡Los planes de Dios son grandes! Menos mal que me mostró una ideíta porque si me mostraba todo, le diría: “¡Con todo lo que tengo que hacer en Uruguay a ti se te antoja que vayamos a hacer semejante cosa allá!” Yo te digo hoy a ti que el proyecto que tiene Dios en Haití es tan o más grande que lo que hemos hecho en veinte años en Uruguay. Dios apresura los tiempos porque se aproximan los tiempos finales. ¡No le hagas perder el tiempo a Dios! ¡No desperdicies sus tiempos!

¡Todo comienza con creerle al Señor! Una hermana lloraba y decía: “¡Yo le creo a Dios, yo creo en Él, yo creo en Jesús!  ¡Dígale a Dios que sane a mi hijo por favor!” ¡Hija! ¿Estás creyendo o no? Yo oré con todas mis fuerzas que Dios visite a ese hombre en su lecho, y lo sane. La mujer me agarraba la mano y decía: “No deje de orar, ore más”. ¡Todo comienza con creerle a Dios!

Padre confirma en esta hora lo que has puesto en el corazón de cada persona. ¡Confirma ahora Señor! ¡Que se vaya la duda y la incertidumbre! ¡Echo fuera el demonio de la duda y de la inseguridad en el nombre de Jesús! ¡Glorifícate, Padre! Tú nos has creado para cosas grandes Señor, nos creaste para hacer tus obras; nos has creado para ser como tú, para operar como lo haces tú, para hablar y producir. ¡Sea vista tu gloria en nosotros, Señor amado! ¡Tú tienes planes para cada uno de nosotros! ¡Queremos que se haga tu voluntad y no la nuestra!

El apóstol Pablo dijo: “Puestos los ojos en Jesús el autor y el consumador de la fe”. Inclínate delante de su presencia, busca su rostro, únete a Él, ámalo. Puestos los ojos en Jesús y no en las necesidades ni en el dinero, no puestos en las circunstancias, puesto los ojos en Jesús, autor y consumador de la fe. Por la fe entendemos que han sido hechas todas las cosas, el universo que se ve fue hecho de lo que no se veía, por la palabra de Dios.

“Señor, yo quiero que tus palabras estén en mi boca, quiero que mis palabras sean tus palabras. ¡No quiero que sean mías! ¡Tu palabra quiero pronunciar Señor para cada circunstancia, para cada hecho, para cada momento! Quiero que tú me des la palabra, Señor, quiero hablar como Jacob habló sobre su descendencia, como David habló sobre su descendencia. Lo que mi abuelo Felipe declaró sobre su descendencia, tú lo harás Señor. ¡Creo en ti, Jesús! No me importa lo que se opone, importa que si es tuyo, yo lo voy a hacer. En el nombre de Jesucristo hago esta oración, amén”.

Te lo digo una vez más: ¡Hay algo en ti que tú sabes que es de Dios! Tienes que pedirle perdón a Dios por haber dejado de lado su visión y decirle que te unja porque estás decidido a hacerlo.

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