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Yo sé lo que es dejar todo por servir a Dios, y hoy puedo decir que su palabra se cumple: Que aquellos que dejan padre y madre, casas y tierras por el reino de Dios, recibirán cien veces más en la tierra y en el siglo venidero la vida eterna. Si Dios lo ha hecho conmigo, lo puede hacer contigo porque esa promesa no es sólo para mí sino para cualquiera que crea. ¡Dios me ha bendecido! ¡Me ha multiplicado amigos, hermanos, abuelas, etc.! Abuelitas que no tienen suficiente dinero, han juntado sus ahorros para regalarme una corbata o un perfume en el día de mi cumpleaños. ¡Dios las bendiga! ¡Yo tengo abundancia de abuelas, de padres, de madres, de tíos, de todo! ¡Dios me ha dado todo en esta tierra!
Cuando José tuvo su segundo hijo, le puso por nombre Efraín que significa próspero. ¡Llamó Efraín a su hijo cuando aún vivía en Egipto! Y declaró: “Dios me hizo fructificar en la tierra de mi aflicción” (Génesis 41:52). Yo hoy puedo declarar que Dios me ha bendecido y me ha prosperado en la tierra de mi aflicción. Y con autoridad te puedo decir que si dejas padre, madre, hermanos o hermanas, casas o tierras por causa del reino de Dios recibirás cien veces más aquí en la tierra. ¡Tú que te afanas tanto por tu vivienda, por tu familia, tu sueldo, tus deudas, créele a la palabra de Dios!
Precisamente, hoy quiero hablarte de las prioridades. El problema de algunos cristianos es que no saben poner prioridades. En el mundo latino podemos ver que la gente vive gobernada por circunstancias, ¡no saben bien lo que quieren! Les surge cualquier cosa y les cambia el programa que tenían para el día. Una mujer que se encuentra con una amiga, se pierde toda la tarde con ella, y después se lamenta porque se le fue la tarde y no hizo lo que había programado. ¡Así pasa con cualquier asunto que se presenta de improvisto! ¡Es difícil para la mente latina saber cómo enfocar la vida y decidir cuáles son las prioridades!
Hay personas que logran manejar las circunstancias y hay quienes son manejados por éstas; son llevados de aquí para allá por los acontecimientos. Pero Dios, es un Dios enfocado, es un Dios de propósito. ¡Él sabe a dónde va! ¡No lo va a detener un volcán que comenzó a hacer erupción! A Dios no le preocupa ningún acontecimiento del momento porque Él sabe todo lo que va a hacer y nada ni nadie le va a torcer el camino. ¿Quién podrá torcer lo que Dios ha enderezado y quién podrá enderezar lo que Él ha torcido? ¿Quién podrá cerrar una puerta que Dios ha abierto y quién podrá abrir una puerta que Él ha cerrado? ¡Nadie! ¡Dios sabe lo que quiere y sabe lo que va a hacer!
Dios nos ha enseñado acerca de las prioridades; si tú no sabes cuáles son tus prioridades estás perdido, engañado y enredado. ¡Cualquier cosa puede cambiar tu rumbo! ¡Cualquier cosa hará que cambie tu estado de ánimo! Pero si tú sabes quién eres y cuáles son tus prioridades, nada ni nadie te podrán desenfocar de la voluntad de Dios.
El reino de los cielos es la prioridad número uno de Dios. Cuando he preguntado, cuál es la prioridad de Dios, me han respondido: la gente. ¡Pero no es así! Dios ha pagado un precio para que las personas se salven pero no todos se van a salvar y quienes lo logren, entrarán en la prioridad de Dios. ¡La prioridad de Dios es establecer el reino de los cielos en la tierra! Déjame explicarte cómo es el asunto. Cuando Jesús trató este tema con sus discípulos, les dijo que no se enfocaran, que no se afanaran ni se pusieran ansiosos por esas cosas por las que la gente se afana. ¡Es fácil notar cuál es la prioridad de una persona si la observas bien! Muchas mujeres por ejemplo, ni bien se levantan, lo primero que se les cruza por su cabeza es: ¿qué voy a hacer de comer hoy? Entonces se enfocan en ello, deciden qué es lo que harán, hacen una lista, se van a hacer las compras, se encuentran con una vecina y se ponen a conversar. Llegan a la casa y ven que se les fue la mañana y aún no han comenzado a cocinar, entonces se ponen ansiosas.
Cuando llamas por teléfono a una mujer y no te deja decir nada porque en enseguida se pone a hablar de su nieto, que esto y aquello, que no pudo ir a la iglesia porque tenía que cuidarlo, etc. ¿Cuál te parece que es la prioridad de esa mujer? ¡Su nieto! Otros dicen: “¡No me alcanza la plata! ¡No llego a fin de mes!” ¡Viven amargados porque no llegan a fin de mes! ¿Cuál es su prioridad? ¡El dinero!
Encontramos también, personas que tienen tres trabajos y señalan que lo hacen por su familia. Quiero decirte que un alto porcentaje de personas que he atendido ha perdido a su familia por trabajar mucho. Llegas agotado a tu casa, quieres silencio, no quieres que te hablen, te sientas a mirar la tele para desestresarte, y tu esposa se va cansando de esto y te reclama, pero tú dices que no tienen derecho a quejarse porque trabajas para darles todo. Y cuando quieres acordar, perdiste a tu familia. Justo, al lado de tu casa hay un vecino que no trabaja tanto y es muy atento con tu señora… ¡Esto no es algo que he inventado, es algo que lo he visto!
Cuando las prioridades no son tenidas en cuenta, uno anda perdido. El hombre cree que está salvando a su familia pero la está perdiendo; cree que está ganando la vida pero la está perdiendo. ¡Cree que sus hijos lo van a admirar pero ellos lo terminarán odiando!
Quiero hablarte acerca de la prioridad número uno de Dios, la cual también debe ser tu prioridad. Jesús habló con sus discípulos y les dijo: “26Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?” (Mateo 6:26). Luego agrega el versículo 28 y 29: “28Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; 29pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos”. Un lirio del campo es una flor silvestre, pero Salomón no se pudo vestir como un lirio. Y el Señor agregó: “30Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? 31No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?” (Mateo 6:30 y 31) Entonces Jesús les reconvino: “33Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33).
Dios no va a perder el reino que tiene preparado para gobernar el planeta Tierra y por eso Jesús nos enseñó a orar: “10Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mateo 6:10). Mucha gente se va a perder, pero el reino de los cielos no se perderá. ¡Dios tiene una prioridad absoluta sobre el reino!
¿Qué es el reino de los cielos o el reino de Dios? En el Nuevo Testamento he encontrado más de cien referencias acerca de esto. Y en el capítulo siete del libro de Daniel, éste, tuvo una visión anticipada de la manifestación del reino de los cielos aquí en la tierra, seiscientos años antes de que Jesús naciera. Daniel lo vio venir en las nubes: “13Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él” (Daniel 7:13). Él señala que tenía una cabellera blanca, fueron puestos tronos y se sentó el Juez y juzgó, y ese que vino en las nubes desde el cielo, se presentó delante del anciano de días, que es Dios mismo, el Padre, y le fue dado dominio, gloria y reino. Y su reino será eterno y jamás será destruido. ¡Eso vio Daniel!
Dijo Daniel que la visión que vio lo dejó turbado, porque acababa de ver una bestia terrible que destruía la tierra, pero uno de los ángeles le dijo: “Quedate tranquilo, va a haber mucho lío, pero el reino será dado a los santos del Altísimo”. Así que Cristo recibirá el reino y también los santos del Altísimo. ¡Yo me encuentro entre ellos, los que hemos sido limpiados por la sangre del Cordero, los que hemos sido purificados y santificados con esa sangre preciosa!
Cuando Cristo comenzó su ministerio, fue a Galilea y predicaba el evangelio del reino. El evangelio es la puerta de entrada al reino, este último es lo importante, la herramienta, es el evangelio. Quiero decirte que hay gente que conoce el evangelio pero se irá al infierno. Por otro lado, a través del evangelio, la gente entra en el reino de Dios, por lo tanto, lo importante es entrar en el reino de los cielos y no solamente conocer el evangelio, porque aunque lo conozcas puedes perder la vida en el infierno.
Leemos en Marcos 1:14 y 15: “14Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, 15diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio”.
El evangelio es la buena noticia que cuando es creída te habilita a entrar en el reino de Dios, o sea, te hace ciudadano del reino de los cielos. ¡El reino que tenemos aquí abajo está perdido! El reino de Dios no es una democracia, donde la mayoría gana; allí, sólo Dios gana porque es solamente su voluntad la que se hace.
La primera vez que se manifestó el reino de Dios en la tierra, ha sido cuando Jesús fue ungido con poder, autoridad y gloria, cuando Dios declaró: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:17). ¿Y en que se complacía Dios? En que Jesús hacía la voluntad del Padre costara lo que costara; aún a costa de morir, Cristo estuvo dispuesto a hacer la voluntad de Dios siempre y ninguna otra. ¡El reino de Dios es el lugar donde se hace sólo su voluntad! ¡Se terminará tu voluntad, se terminará la voluntad de los partidos políticos y de toda forma de gobierno y sólo la voluntad de Dios se hará en la tierra! ¡Vamos a vivir en un reino donde hay verdaderamente justicia! Por lo tanto, busca primeramente el reino de Dios y su justicia, porque su reino es un reino de justicia; y el fundamento de ésta es el amor. La ley fundamental que establece justicia es el amor. La principal ley del reino de los cielos es el amor a Dios y el amor al prójimo.
¡El reino de los cielos es un reino de paz, de justicia y de poder y no está lejano, es un reino que está cercano! Tal como lo declaró Jesús en Mateo 1:14 “…el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos…” El Señor comenzó a manifestar la gloria y el poder del reino de Dios en la tierra. ¡Jesús sí que amó a la gente y tuvo misericordia de ellos! ¡Sus entrañas eran conmovidas por las necesidades de la gente! Pero no sólo se quedó con ese sentimiento, Jesús tenía poder para bendecir a la gente, por eso, cuando alguien estaba atado a poderes de maldición, Jesús echaba fuera los demonios y de esa manera se manifestaba el poder del reino de Dios en la tierra. En una oportunidad, Jesús dijo: “20Mas si por el dedo de Dios echo yo fuera los demonios, ciertamente el reino de Dios ha llegado a vosotros” (Lucas 11:20).
Una de las manifestaciones del reino de Dios en la tierra es que los demonios huyen. El poder se manifiesta en el hecho de que los creyentes echan fuera a los demonios y éstos no pueden resistir la autoridad de los creyentes. Hablo de Cristo y de los creyentes porque es en éstos últimos que se manifiesta la unción y el poder del reino de Dios. El Padre envió al Espíritu Santo y ungió con poder a Jesús, y el reino comenzó a manifestarse ya que la prioridad del Señor era el reino.
En el reino, la prioridad número uno es la voluntad del Padre y Jesús dijo: “…la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió” (Juan 14:24). También declaró: “Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió” (Juan 6:38). ¡Todo lo que Jesús hacía era la voluntad de Dios! Entonces, a través de Él comenzó a manifestarse el reino de Dios en la tierra y el Señor mandaba: “Arrepiéntanse porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17). También dijo: “16La ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces el reino de Dios es anunciado, y todos se esfuerzan por entrar en él” (Lucas 16:16). “12Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan” (Mateo 11:12). La Biblia señala que los cobardes no heredarán el reino de los cielos porque es para valientes. El poner excusas como: no puedo, estoy ocupado, tengo que trabajar, que cuidar a mis hijos, etc., es de cobardes. Todos nosotros somos probados en cuanto a qué estamos dispuestos a perder con tal de ganar el reino de los cielos, porque para ganarlo, es menester perder todo: “24Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. 25Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará” (Mateo 16:24 y 25).
Es fácil saber cuál es la prioridad de un cristiano; si éste está demasiado ocupado con el trabajo y no tiene tiempo ni para asistir a la iglesia, si se excusa de que está cuidando a su familia, su prioridad no es el reino. El principio de Pareto o la regla del 80/20, señala que, para poder enfocarse en lo que uno debe, hay que confeccionar una lista de responsabilidades y una vez que se haya elaborado, el siguiente paso es ordenar las prioridades, o sea, decidir qué es lo más importante que la persona tiene que hacer y ponerlo en primer lugar, luego continuar con el número dos, tres, cuatro etc. Tal como manifiesta esta ley, las dos prioridades más importantes deben insumir el ochenta por ciento del tiempo, del conocimiento y de las fuerzas de la persona. Las empresas y las personas que se han enfocado de esa manera logran los objetivos más importantes que se han planteado. Entonces, ellos dicen: Dedique el 80% de su vida al 20% de sus prioridades. ¿Qué se hace con el 80% restante de las prioridades? Señalan que, las que están en el lugar tres, cuatro, cinco, seis, hay que dedicarles el 20%; la persona o empresa debe buscar gente que le ayude, debe delegar las tareas y dedicarse a lo más importante. ¡Dios quiere que aprendas a dedicarte a lo más importante! ¿Qué hago con el punto ocho, nueve y diez? ¡Déjalo para otro momento! Si no lo concretas nunca, no importa; lo que importa es lo que has puesto como prioridad.
Personas que han tenido éxito en su vida han aplicado este principio, se han enfocado en lo más importante. ¡Dios quiere que te enfoques y no que te desenfoques con banalidades! El sistema democrático está lleno de banalidades y de opiniones. ¡En el Palacio Legislativo no tratan asuntos importantes, se están tratando estupideces! ¡Es que no están enfocados! ¡No saben cómo enfrentar los problemas del país!
¿Crees que Dios se va a detener porque no puede solucionar el problema con la marihuana? ¿Crees que Él legalizaría la marihuana porque ha fracasado en contenerla? ¡Mi Dios no se detiene ante nadie! ¡Dios le pedirá cuentas a esos que confiesan que están derrotados con el tema del narcotráfico por lo tanto deciden legalizar la droga! Sabe que nuestros gobernantes han aprobado una ley inmunda. Uno de los que votó a favor del proyecto de ley de marihuana declaró: “¡La marihuana es una bosta!” ¡Y votó a favor! ¡No saben qué hacer!
Escuché argumentos extraordinarios en contra de la legalización de la marihuana por parte de legisladores que al final decidieron votar a favor. Ellos no están trabajando sólo para legalizar la droga, sino también para producir y vender todas las drogas. Primero, aprobaron una ley que autorizaba a las personas a tener pequeñas cantidades para consumo personal, pero después debatieron: ¿Cómo le iban a autorizar que tengan una cantidad personal y no autorizar la venta de la droga? Entonces decidieron autorizar la regulación, por parte del Estado, de la marihuana. ¡Ese mismo argumento cabe para los demás estupefacientes y lo han declarado en la Cámara de Diputados! O sea que ahora se viene también la libertad para consumir cualquier tipo de droga y el derecho del Estado de regular, lo que significa, que cobrará impuestos, controlará la producción, la venta, etc. La ONU trasmitió su inquietud por la posibilidad de que la iniciativa se transforme en ley, y en ese caso, advirtió a Uruguay que se expone a violar tratados internacionales a los que el país se ha adherido. Así que ahora va a ir el presidente Mujica a explicarle a la ONU por qué se están violando pactos internacionales.
¡Dios está cansado de éstos sistemas humanos de gobierno que le han dicho: Dios allá, acá gobernamos nosotros! ¡Dios gobernará y Él tiene gente con quienes lo hará!
Ahora, la gente que va a gobernar junto con Dios es la que le da prioridad a su reino y a su justicia. ¡Busca primeramente el reino de Dios! ¡Pon en primer lugar de tu lista el reino de Dios! Seguro que jamás te has levantado clamando: “¡Oh Dios mío, establece tu reino!” Más bien has orado: “¡Dame un nuevo trabajo! ¡Aumentame el sueldo! ¡Dios mío bendice la comida! ¡Dios mío dame, dame, dame; sáname, sáname, sáname!”
Caigamos en la realidad de que el reino de Dios no ha sido una prioridad para muchos cristianos. Hemos predicado: “Ven a Cristo, Él te va ayudar, te va a saldar las deudas, te va a sanar…” Y tú llegas al evangelio creyendo que Dios es un sirviente y tú un rey. Yo quiero que sepas que Dios es el Rey, Él es el Señor y tú eres un servidor del reino de los cielos. Cuando uno pone como prioridad al reino de los cielos, Dios lo ve y dice: “¡Este me sirve!” Y es a ese que le da unción, le da poder y lo llena de gloria, porque Dios necesita manifestar su reino aquí en la tierra.
He participado recientemente de una reunión de jóvenes, en la que había muchos con carita expectante, escuchándome predicar y Dios me dijo: “Míralos, estos van a continuar la obra que yo comencé contigo. ¡La conquista va a ser grande!”
¡Dios está necesitando gente que le de prioridad a su reino! Esto significa, darle prioridad a su voluntad, porque en el reino de Dios se hace solamente la voluntad del Padre. Así que deja de decir: “Yo no lo siento. Yo tengo otras prioridades. Quiero terminar mi carrera. Quiero edificar mi casa primero…” ¡Termina todo eso! ¡Quien le da prioridad al reino puede renunciar a todo, porque todo es menos importante que el reino de los cielos! Lo más importante no es tu casa, no es tu familia. Muchos dicen: “Primero Dios, después la familia, y por último la iglesia”. Hay quienes se van de vacaciones para cuidar a su familia, no asisten a la iglesia, no sirven a Dios por cuidar a la familia. ¿Por qué? ¡Porque su prioridad es la familia! Pero Jesús le dio tanta importancia al reino de Dios por lo que declaró: “29Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna” (Mateo 19:29). ¿Cómo es eso de dejar casa, familia, hermanos, hermanas, padre y madre? Yo sé de qué se trata porque dejé a mis padres y a mis hermanos hace unos treinta años atrás para cumplir con el llamado de Dios. ¡Él me demandaba salir! Cuando le pregunté: “¿Qué hago yo acá en Buenos Aires? Él me dijo: “Vete de tu tierra y de tu parentela a la tierra que yo te mostraré”.
El diablo acusa a los creyentes diciéndoles: “¿Cómo vas a dejar a tus padres tirados?” Si Dios te demanda alguna cosa acerca del reino que te obliga a dejar a tu padre y a tu madre, obedécele. Los padres de Carolina, una de las hermanas que está al frente del hogar de niños en Haití, no le permitían irse a esa nación, pero ella les respondió: “¡Yo me voy!” ¡Los padres no entendían nada y le dijeron cosas durísimas que la hicieron llorar! Y satanás la acusaba: “Vas a dejar a tus padres así, ahora se van a volver en contra del evangelio y nunca se van a convertir”. Carolina se fue a Haití llorando pero les dijo a sus padres y a su hermana: “Ahora no lo entienden, pero un día lo van a entender”. ¡Y se fue porque Dios se lo demandaba! Allá en Haití se ha constituido en una líder muy importante dentro de su equipo. ¡Dios bendiga a mis hermanos que están llevando a cabo la obra en Haití!
Hace unos meses, de una manera que no sabemos, estando Carolina en Haití, Dios llamó a su padre, a su madre y a su hermana; ellos se convirtieron al evangelio, se bautizaron y ahora son siervos fieles. La hermana, que le había dicho que estaba loca y que yo la explotaba, le dijo: “¡Ahora estoy tan loca como vos!” ¡Es miembro de nuestra iglesia! Dios se ocupará de tu familia si tú te ocupas por hacer su voluntad. ¡Él te va a honrar! Dios no va a honrar a aquellos que se quieren deshacer de la familia, porque, con la excusa de que tienen que servir a Dios, la abandonan, pero esa no es la voluntad de Dios.
La esposa de Miguel, otro hermano que está sirviendo a Dios en Haití, decidió irse para estar al lado de su esposo, y la familia le recriminó: “¡Cómo vas a ir! ¿Dónde vas a criar a tu hija? ¿A dónde va a estudiar?” ¡Pero allá está y Dios la va a honrar!
El papá de Vanny, cuando ella estaba por irse a Haití, le dijo: “Si vos te vas a Haití, yo me mato”. Entonces ella le respondió: “Papi, si te vas a matar, hacelo ahora porque si estoy allá no voy a poder venir a tu velorio”.
¿Estos son cristianos malvados? ¿Cristianos que no conocen sus prioridades? En realidad, Vanny dejó a su mamá con cincuenta y tres años de edad, con quien ha convivido porque su padre abandonó su familia hace muchos años. Mi mamá ya tiene noventa años, y hace treinta años que yo me fui de mi tierra. ¡Sé de lo qué te estoy hablando! ¡Yo se lo qué es dejar padre, madre, hermanos…! No tomé en cuenta la listita que dice, primero Dios, después la familia y por último la iglesia. Y por cuanto hemos puesto como prioridad las demandas de Dios, Él nos ha bendecido. ¡Honro a Dios y le doy la gloria por mi esposa, mis hijas, mis yernos y mis nietos! ¡Honro a Dios por la iglesia preciosa que tengo, de donde saldrán personas desafiadas con el mismo poder y la misma unción que Dios me dio a mí, o mayor aún! ¡Veremos la gloria de Dios en Uruguay y las naciones pero con gente que está dispuesta a perder todo lo que haya que perder por causa del reino de los cielos! ¡Busca primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas las demás cosas te serán añadidas!
Hay muchas chicas preciosas y muchachos en la iglesia cuya prioridad no es el reino de Dios sino conseguir novio o novia y casarse, pero no puedo contar con ellos porque están enfocados en lo que ellos quieren alcanzar. Recuerdo una joven que me decía: “Yo no quiero un esposo para Dios, lo quiero para mi”. ¡Se casó y lo perdió! Es que si tu prioridad no es el reino de Dios, su prioridad no es honrarte, bendecirte o darte victoria. Pero si pones como prioridad su reino, la unción de Dios está a tu disposición, su poder y su gloria están a tu disposición.
¡Muchos anhelan la unción de Dios pero no saben para qué la quieren! ¿Para qué te la va a dar Dios si tu prioridad no es su reino? ¿Para qué querría gastar Dios pólvora en chimango? El chimango es un ave que no sirve para nada, los cazadores le disparan pero no sirven ni para comer, de ahí surgió la frase: “¿Para que gastar pólvora en chimango?”
Algunos me han dicho: “Yo fui fiel pero en el tiempo en que he servido a Dios no me fue bien, así que me alejé de todo”. A mí me ha costado casi veinticinco años ser fiel a Dios en Uruguay, pero hoy me río porque satanás no pudo ni podrá jamás frenarme porque el Señor está conmigo. ¡Y mi prioridad es gastar mi vida totalmente en el reino de los cielos!
La gran jugada de Dios no es que te va a llevar al cielo, sino que traerá el cielo a la tierra. Muchos cristianos sueñan con dejar este mundo vil e irse con Cristo porque es mucho mejor. ¡Cristo vendrá a la tierra! ¡Dios va a instaurar su reino en el planeta y manifestará su gloria al mundo! Y con Él reinarán aquellos que han recibido la gloria de su reino.
CONCLUSIÓN
¿Reconoces que has estado perdiendo demasiado tiempo, que Dios no ha podido contar contigo porque siempre has tenido algún asunto que quieres que Él solucione primero, antes de servirle? ¿Reconoces que tu prioridad no ha sido el reino de los cielos? ¡Dios está necesitando gente que se juegue la vida! ¿Te jugarás la vida o no? ¿Le abrirás el corazón y dejarás que su Espíritu venga y se siente en el trono de tu corazón y gobierne?
Si tu prioridad no es el reino de Dios, tú estás pecando. ¿Te está faltando valor para dejar todo? Un joven rico se acercó a Jesús y le dijo: “Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Entonces el Señor le respondió: “19Los mandamientos sabes: No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre. 20El entonces, respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud. 21Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. 22Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones” (Marcos 10:19 al 22). El muchacho amaba sus riquezas, él no quería dejar de ser rico. El joven no tenía riquezas, las riquezas lo tenían a él. ¡Cómo supo Jesús tocar el punto neurálgico de ese joven rico! No se trata de que Dios no quiera ricos, Él quiere ricos que consideren sus riquezas como basura, que no dependan de éstas ni sean importantes para ellos. Para ese joven, las riquezas eran importantes.
Yo no sé cuál es tu riqueza, no sé cuál es tu fortaleza… Cuando llega un joven que ha estado en la droga y es experto en algún área, por ejemplo, es electricista, no lo ponemos a trabajar en su área fuerte, aunque andemos desesperados por conseguir algún electricista, sino que lo mandamos a cuidar chanchos porque no queremos que se quede aferrado a sus áreas fuertes que le pueden hacer sentirse vanidoso.
El día que nada sea importante para ti y lo que más te importe sea el reino de Dios en la tierra, ese día verás la gloria de Dios. ¡Su poder obrará sobre ti! Dios está necesitando gente a través de la cual mostrar las glorias del reino en la tierra. ¡Bendito sea Jesús que está tocando tu corazón! ¡Bendito sea el Espíritu Santo de Dios que hoy está llamándote! ¡La gloria de Dios será vista en Uruguay y en el mundo!
¿Serás de los que miran y opinan o de los que hacen? El apóstol Pablo le escribe a los corintios y les dice: “19Pero iré pronto a vosotros, si el Señor quiere, y conoceré, no las palabras, sino el poder de los que andan envanecidos. 20Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder” (1ª Corintios 4:19 y 20). ¡La gente quiere ver el poder de Dios obrando a través de tu vida! ¡Charlatanes y opinólogos hay muchos! ¡Lo que importa es si la gloria de Dios y su poder están en ti! ¡Ya no hables más! ¡Muestra la gloria de Dios! ¡Muestra su poder! ¡Muestra lo que Dios hace a través de ti!
Si eso no está ocurriendo en tu vida, preséntate delante de Dios, pídele perdón y dile: Señor, quiero que tu gloria y tu poder se vean en mi vida. ¡Quiero manifestar tu reino! ¡Ven a establecer tu reino en mi vida, Señor! Tal vez, con miedo te preguntarás: ¿Será que Dios quiere que deje esto? ¡Sí! ¿Será que quiere que suelte aquello? ¡Todo! ¡Dios quiere que tu prioridad sea su reino! ¿Estás dispuesto a renunciar e ir a donde Dios te mande? ¿Estás dispuesto a dejar lo que haya que dejar?
Sus discípulos le dijeron: “Señor, nosotros hemos dejado todo por seguirte”, y el Señor les respondió: “29Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna” (Mateo 19:29). ¿Crees esta palabra? ¡No es algo místico! ¡Es una demanda muy real de Dios! ¡No verás su gloria en tu vida hasta que no estés dispuesto a renunciar a todo lo que te retiene!
Es hora de venir a Dios y decirle: “Señor, lo que tú quieras, lo que tenga que dejar lo dejo”.
“¡Sé bendecido, sé ungido, sé lleno de la gloria del reino de Dios! Venga el poder de Dios sobre ti, y su gracia. Sé libre de maldiciones, de persecuciones, de enfermedades, de temores, de angustias, de timidez. ¡Se lleno de Dios, ahora! Sé libre de todo poder extraño, en el nombre bendito y poderoso de Jesús, amén”.
ANEXOS: