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Salmo 119:140-144: “Sumamente pura es tu palabra, Y la ama tu siervo. 141 Pequeño soy yo, y desechado, Mas no me he olvidado de tus mandamientos. 142 Tu justicia es justicia eterna, Y tu ley la verdad. 143 Aflicción y angustia se han apoderado de mí, Mas tus mandamientos fueron mi delicia. 144 Justicia eterna son tus testimonios; Dame entendimiento, y viviré”.
Hubo un tiempo en que Dios me estaba preparando para ser pastor. Transitaba por un desierto y nada me salía bien; en ese tiempo, experimenté el sentirme desechado. Hay mucha gente que uno no desecha sino que quiere corregir, pero no acepta la corrección sino que se vuelve en contra y se siente desechado. Creo que en ese tiempo no era que me desechaban sino que yo me sentía desechado. Cuando te dicen: “No, esto está mal” y ves caras que te dicen: “¡No te aguanto!”, te muerdes la lengua y dices: “No le caigo bien a éste, tampoco al otro, aquel me corrige, aquel no me entiende… me siento desechado”. Esa experiencia la viví yo; parece ser que buscamos a Dios con más ganas en tiempos difíciles; parece ser que en tiempos de crisis nos aferramos a él, buscamos más su palabra, oramos más; en ese tiempo Dios me dio el pasaje que acabamos de leer. Yo tomaba mi Biblia y decía: “Señor, nadie me entiende, Padre, dime algo…” Cuando puse mis ojos en el versículo 140 del Salmo 119: “Sumamente pura es tu palabra”… yo lloré y dije: “Señor, qué lindo, no tendré muchas cosas, no le caeré bien a muchos, pero me he aferrado a tu palabra y la amo”. Lloré más cuando llegué al versículo 141: “Pequeño soy…” Porque antes de estar en un púlpito y ser el “apóstol Márquez”, yo estuve sentado en un banco de la iglesia, como muchos, preguntándome qué haría Dios conmigo. El deseo de Dios es sacarte de donde estás, Dios no quiere que permanezcas en el mismo lugar; quizás hace 10 años subiste a un lugar, al lugar en que estás, y el Señor te dice: “Me duele verte en el mismo lugar. Está bien que subiste, pero yo tengo tanto para hacerte subir, tanto que me da pena que estés estancado en el mismo lugar”. Ningún cristiano puede estar conforme con permanecer en el sitio donde está. Nadie puede decir: “Yo soy feliz, Dios me trajo aquí hace diez años y estoy feliz donde estoy”. Es sumamente aburridísimo estar en el mismo lugar cuando tenemos un Dios que nos quiere llevar de gloria en gloria, de victoria en victoria, más arriba cada día, con nuevas revelaciones, con nuevas visiones, con más poder y más gloria. ¡No me quedaré estancado!
Entonces, en aquel tiempo yo leía: “Pequeño soy yo, y desechado, mas no me he olvidado de tus mandamientos”. Yo lloraba y decía: “No me he olvidado de tus mandamientos… tus promesas son mi esperanza…” ¡Y aquí estoy! El Señor me sacó del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso y me puso en alto. Yo no era digno pero él me hizo digno, era sucio y me limpió. Aun está tratando conmigo, pero voy para arriba y no para abajo.
Dios me ha traído a memoria esos días en que me habló a través de su palabra, y me aferré a ella. Entré en un desierto, no tenia iglesia, no tenia pastor y llegó el momento en que dije: “¿Dónde estoy?” Hasta temí perder la salvación, estaba trastornado, sólo tenía mi esposa, mis hijas, y la palabra de Dios junto con la esperanza de que él iba a hacer algo conmigo. ¿Habrá alguien que está necesitando esta palabra? ¿Habrá alguien que entienda que antes de ser pastor, estuve sentado en una butaca? Quizás estuve peor que tú pero si te aferras a su palabra y le dices: “Tu palabra es mi consuelo y mi esperanza…”, él te sacará del pozo de la desesperación y te levantará.
Estamos tratando insistir en la importancia de conocer la palabra de Dios, abrazarla, amarla, no dejar escaparla, tenerla presente, porque quien ama la palabra de Dios, ama a Dios y quien conoce la palabra de Dios, conoce a Dios. Porque para conocer a Dios hay que conocer su palabra. Muchos han estado dependiendo de otras cosas para conocer a Dios pero no de su palabra. Tenemos en claro que la palabra de Dios no es algo que esté fuera de él sino que es Dios mismo, es parte de él, es él mismo. Leamos el versículo 89 del capítulo 119 de Salmos: “Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos”. ¡Para siempre! Significa que eternamente permanece su palabra en los cielos; es una palabra permanente, vigente, inmutable. Hoy hablaremos de este tema: La palabra de Dios no se envejece ni cambia de moda, tampoco hay que renovarla, porque ella no muda.
Veamos lo que dice Hebreos capítulo 6, versículo 17: “Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento…” Es muy importante que entendamos esto: Sólo el que no conoce la palabra, vive asustado con lo que Dios pudiera hacer. Hay quienes creen que Dios es imprevisible: “¿Qué hará Dios conmigo?”, se preguntan algunos pero el que conoce su palabra, está tranquilo porque conoce a Dios, sabe como él se comporta. Dios no tiene conductas imprevisibles, él ya ha dicho cuándo es que se enoja… Si no conoces bien la palabra de Dios, en cualquier curva, en cualquier esquina, te asustarás y te afligirás pero si conoces su palabra, estarás confiado en lo que él hace.
“Para siempre … permanece tu palabra en los cielos”, dice el salmista. Este pasaje tiene un mensaje escondido; se asemeja a otro versículo que dijo Jesús: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mateo 24:35). Estos dos versículos hablan de la inmutabilidad de la palabra de Dios; ella no cambia, permanece inmutable por los siglos de los siglos. Lo que él ha dicho, sucederá, lo que él promete, lo hará. ¡El te canta la justa! De modo que cuando te cae una maldición, tienes que conocer su palabra y saber por qué te vino la maldición; si conoces la palabra de Dios, sabes como manejarte. Si Dios dice que te ama, él te ama, puedes confiar en lo que él te ha dicho, aunque eso no sucede con los seres humanos. Entre nosotros hay que hacer un contrato, firmarlo, llevarlo a un escribano y si es posible, registrarlo por todos lados, y aun así no es seguro. Pero Dios nunca te engaña, su palabra es inmutable, fiel y verdadera, nadie podrá decir: “Dios me jugó por la izquierda… o me hizo un dribling”. ¡No! Él desde la eternidad tiene establecida su palabra, está atada en el cielo, por eso dice que para siempre permanece su palabra en el cielo. Ella no es como los carteles de la Intendencia Municipal que a la mañana son puestos sin previo aviso, y a la tarde ya te multan. Aquí abajo tienes que tener mucho cuidado, porque los hombres van cambiando: Cambia la ética, la moral, los sexos, etc, pero Dios no cambia.
Me conmueve un libro en el que una mujer cuenta cuando visitó el infierno en compañía de Jesús. Allí encontraron una mujer que le dijo a Jesús: “Sácame de aquí, te prometo que te voy a servir” y Jesús, llorando le contestó: “Sigues mintiendo…” Qué fuerte, que Dios siga amando a alguien que está condenado. ¡El nos ama con amor eterno! ¡No nos dejará de amar nunca!
Conozco cristianos que están estudiando el origen de las estrellas y las constelaciones así como el origen de sus nombres y han llegado a la conclusión de que toda la historia de la humanidad está escrita en los cielos. Asimismo, los signos del zodíaco tienen un mensaje distinto del que nos enseñan los diarios y su verdadero significado tiene que ver con la palabra de Dios y el evangelio de la salvación de Jesucristo. Las civilizaciones les dieron otro significado y a algunas estrellas y constelaciones le han cambiado el nombre pero la Biblia nos enseña que Dios ha creado cada una de las estrellas y le ha dado una ubicación; las estrellas no andan como tontas vagando por el universo sino que tienen una posición en referencia al resto de los astros y su trayectoria se puede identificar perfectamente e incluso se puede saber dónde estarán dentro de 10 años, como sucede con algunos cometas, por ejemplo.
Dios le ha dado a la estrellas una ubicación y un nombre. Adán le puso nombre a todos los animales y plantas de la tierra pero Dios le puso nombre a todas las estrellas; los que están investigando este tema, han llegado a la conclusión de que no se sabe quién le ha puesto nombre a las estrellas, ¡Dios mismo lo hizo! Job 38:31-33 dice: “¿Podrás tú atar los lazos de las Pléyades, O desatarás las ligaduras de Orión? 32 ¿Sacarás tú a su tiempo las constelaciones de los cielos, O guiarás a la Osa Mayor con sus hijos? 33 ¿Supiste tú las ordenanzas de los cielos?”. ¡Qué pasaje más extraño! ¿No? Los cielos tienen ordenanzas, las ordenanzas son la palabra de Dios; están donde están por la palabra de Dios.
Leamos Salmo 147:4-5: “El cuenta el número de las estrellas; A todas ellas llama por sus nombres. 5 Grande es el Señor nuestro, y de mucho poder; Y su entendimiento es infinito”. No hay telescopio en el mundo que pueda contar las estrellas y mucho menos ponerles nombre, pero la Biblia dice que Dios las cuenta a todas y las llama por sus nombres, y hay una versión de la Biblia que dice que él les puso nombres a todas las estrellas. Dios nada hace sin propósito, sin un por qué y las estrellas tienen su ubicación, su nombre y su propósito. ¿Qué les quiero decir con ésto? Que según este pasaje que hemos leído, Dios tiene un mensaje en los cielos y podemos entender por qué tres astrólogos, los reyes magos, contemplando los astros y las estrellas, descubrieron una estrella y supieron que esa estrella tenia un mensaje, tenia un trayecto, un fulgor, tenia un nombre y estaba indicando la venida del Hijo de Dios a la tierra. Daniel era el jefe de los astrólogos en Babilonia. Yo afirmo basado en la palabra de Dios, que su palabra está atada firme en los cielos, es inamovible, es inmutable, la Biblia dice que los cielos cuentan la gloria de Dios (Salmo 19:1). No les digo que vayan a leer el horóscopo a la mañana… les estoy diciendo que hay un mensaje en el cielo y que la palabra de Dios, el evangelio del Dios viviente, está en los cielos. Esto demuestra que Dios es un Dios confiable, su palabra es inmutable, no cambia, él es el mismo ayer, hoy y por los siglos (Hebreos 13:8). Los hombres cambian la moda, y emiten leyes que cambian aún la moral, el hombre cambia sus estados de ánimo, pero Dios es inmutable, lo que la Biblia dice que lo hace enojar, es así, y lo que la Biblia dice que lo alegra, lo alegra. Tú puedes saber cómo alegrar a Dios y cómo enojarlo también. Si quieres vivir bajo el amparo de su gloria, la Biblia te indica cómo hacerlo porque su palabra es inmutable. ¡Puedes confiar plenamente en la palabra de Dios!
Tan importante es la palabra de Dios que el salmo 119 usa muchas palabras que la identifican: Ley, preceptos, estatutos, justos juicios, mandamientos, decretos y testimonios. ¡Eso es la palabra de Dios! Es tan importante su palabra que él le da status legal. La Biblia está compuesta por el Antiguo testamento y el Nuevo Testamento. ¿Qué es testamento? Es un pacto; tan importante es su palabra que le dio carácter legal y la escribió en un contrato para que supiésemos que ella es cosa seria y que lo que él ha escrito, sucederá y para que cuando seas condenado no tengas excusas y sepas perfectamente por qué fuiste condenado.
¡Dios es justo! Hoy tienes todas las posibilidades de salvarte porque la justicia de Dios prevé salvación para aquellos que se arrepienten de sus pecados y creen en Jesús como su Señor y salvador o puedes irte al infierno si quieres, nadie te lo va a impedir, si rechazas el mensaje de la cruz de Cristo. Grande es Dios y misericordioso, poderoso y compasivo, él quiere hacerse presente en tu vida y limpiarte tus pecados; lo único que necesitas es que le abras tu corazón y le digas “Señor, creo en ti”. Todo el mundo tiene testimonio, hasta está en el calendario, de que hace 2003 años Dios envió a su Hijo para que todo aquel que en él cree no se pierda sino que tenga vida eterna. Creer en Cristo es creer en la palabra de Dios. El que cree en Cristo está creyendo en toda la palabra de Dios, quien recibe a Cristo, recibe el verbo de Dios, Jesús es el todo de Dios, es la suma de la palabra de Dios encarnada y revelada al hombre.
El versículo 105 del Salmo 119 dice: “Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino”. Este pasaje habla de luz que alumbra el camino y Jesús dijo que él era la luz y el camino… él es las dos cosas: El camino y la luz que necesitas para alumbrar el camino. El deseo de Dios es que no te vayas sin recibir salvación y perdón de pecados. Necesitas el pan de vida, necesitas conocer el camino, necesitas luz para el camino, necesitas palabra, verdad, Jesús es todo eso. Si necesitas abrir tu corazón a Jesús, repite esta oración: “Padre celestial, te doy gracias porque me has revelado a Jesucristo; por tu palabra vengo a ti, necesito perdón de mis pecados y necesito tu salvación. Lávame y límpiame de todos mis pecados y de todas mis maldades. Declaro que eres mi Señor y mi salvador, en el nombre de Jesús, amén”.
ANEXOS: