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Leemos en Romanos 14:22 y 23: “22¿Tienes tú fe? Tenla para contigo delante de Dios. Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba. 23Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado”.
Lo que tú apruebas son las decisiones que tomas. Es importante que no te condenes en lo que apruebas, porque a veces aprobamos algo que no está bien delante de Dios o por lo que Él no está de acuerdo. Entonces, ¿cómo hago yo para aprobar algo, o para tomar una decisión en la que Dios me acompañe?
La Iglesia se hizo la idea de que si tenemos fe, podemos pedirle a Dios lo que se nos dé la gana, entonces creemos que la fe lo convence para que Él haga lo que yo quiera, o sea que a través de la fe, tratamos de torcerle el brazo a Dios. Por ejemplo, tomamos algunos versículos de la Biblia como: “al que cree, todas las cosas le son posibles” pero hay que entender bien de qué se trata, a la luz de la palabra de Dios. Santiago 4:3 dice: “3Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites”. A veces pedimos cosas que nos parecen lógicas, pero en realidad, lo que le estamos pidiendo a Dios es que apruebe nuestros proyectos, nuestros planes y deseos y que haga lo que queremos. Hoy aprenderemos un poco más acerca de la fe. ¡Que Dios toque tu corazón en esta hora!
La fe le revela al hombre lo que Dios quiere hacer. La fe es un arma de Dios para que el hombre haga lo que el Señor ha dispuesto. Es revelación de Dios al hombre, de algo que está en sus planes y que Él quiere llevar a cabo. No es un arma para que el Señor haga lo que el hombre quiere. Decimos entonces que la fe sirve para que se cumpla el propósito de Dios y no el del hombre. En Romanos 14:23 leemos: 23Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado”. Todo lo que haces y que no proviene de la fe es pecado, aunque parezca que es buenísimo. La fe es un don de Dios dado al hombre para que éste conozca el propósito del Padre. Hay cristianos que se han enojado con Dios porque Él no ha hecho lo que ellos han querido. ¿Te ha sucedido así alguna vez? La fe no es para que tú le tuerzas el brazo a Dios, ni para que lo convenzas. Quien tiene fe, tiene un plan revelado de Dios, y no uno propio; un plan para que sus manos hagan la obra de Dios. Si tienes fe, verás que el plan de Dios es más grande de lo que te imaginas. ¡Siempre es mucho más grande de lo que podemos llegar a imaginar! Y es que la fe te hace entrar en una dimensión sobrenatural. Pero aquello que el hombre quiere hacer, sus propios planes, no son sobrenaturales sino meramente humanos y egoístas. Pero nosotros queremos tener fe porque anhelamos ver las obras de Dios. ¡Estamos cansados de ver las obras de los hombres! ¡Estamos hastiados de vivir en el nivel humano, queremos habitar en un nivel divino! ¡Estamos cansados de vivir en un nivel natural! ¡Queremos vivir en un nivel sobrenatural!
Hay situaciones que se prestan a confusión porque no entendemos ni sabemos qué es la fe. Muchas veces nos empecinamos en algo que creemos es de Dios, entonces le damos y le damos, y nos rompemos la cabeza.
Hace un tiempo atrás, se me acercó un matrimonio que quería hablar conmigo un tema complicado. Ellos no pertenecían a nuestra iglesia. A la esposa le habían diagnosticado cáncer terminal y ya estaba diseminado en todo su cuerpo. Llevaban tres años peleando una batalla que llamaban, la batalla de la fe, porque al que cree, todo le es posible. Mateo 17: 20 señala, “…porque de cierto os digo, que si tuvieres fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí a allá, y se pasará; y nada os será imposible” ¡Nada es imposible para el que tiene fe! Pero recordemos que quien tiene fe, tiene un plan de Dios en sus manos.
Este matrimonio, estuvo tres años luchando y proclamando que Dios se iba a glorificar en la enfermedad y que el cáncer iba a desaparecer, y cuando la mujer empeoraba decían que el Señor los estaba probando pero seguían luchando. Ya para cuando llegaron a tener la entrevista conmigo, la mujer había decidido que no iba a luchar más y si el Señor se la quería llevar, no se iba a negar. Ella me declaró: “Yo sé que si el Señor me quiere sanar lo va a hacer, pero no quiero más tratamiento de quimioterapia que me ha destruido y me ha quitado calidad de vida. Yo amo a Dios y si Él me quiere con vida, yo soy feliz, y si me quiere llevar, también”. El esposo se agarraba la cabeza y le decía: “¡No, no podemos aflojar! ¡La fe, la fe, la fe! ¡Tenés que creer conmigo, no cuelgues los guantes, no tires la toalla!” Estaba desesperado porque sabía que si tenía fe no podía aflojar. Él no concebía la idea de que su esposa se podía morir porque creía que Dios se iba a glorificar en esa enfermedad. Entonces al final podría declarar: “¿Vieron? ¡Yo tenía fe!” Pero, ¿qué sucedió? ¡La esposa se murió!
¿Qué sucede cuando yo estoy convencido que creo pero no resulta lo que creo? ¿Cabe la posibilidad de que Dios tenía un plan que consistía en llevarse a la esposa? Algunos creen que a veces Dios contesta que sí y a veces contesta que no. Yo estoy convencido de que si tú tienes fe, ¿cómo Dios se va a negar a esa fe si es algo que Él te ha revelado? ¡Si tú tienes fe, Dios te dará lo que estás pidiendo! ¡Él te va a respaldar en lo que estás haciendo! Dios responde, y siempre responde SÍ al que tiene fe.
Entonces, quien tiene un plan de Dios, obra y el Señor lo respalda; habla, y Dios lo respalda, porque tiene fe. Pero si cree que tiene fe y no la tiene, a eso se le llama presunción. Aquel que tiene un plan y cree que es de Dios pero no le sale, entonces, no es fe lo que tenía sino presunción. Presume que tiene fe pero no la tiene. ¡Yo quiero tener fe!
Sucede pues, como señala la Biblia, que pides, pero pides mal para gastar en tus propios deleites. Si el plan es mío, es por mi placer y por mi deleite, es por lo que yo quiero; si ese plan surgió de mí, entonces estoy pidiendo mal y haciendo mal. ¡Dios te abra el entendimiento ahora! Porque lo que necesitas es que se vaya la presunción y venga la fe a tu corazón.
Muchas personas se han vuelto ateas porque le han pedido algo a Dios y Él no se lo dio. “Cuando yo era chiquita le pedí a Dios que no se lleve a mi mamá pero se murió, ahora no creo más en Él. Ahora soy atea”. ¡Mira tú si Dios va a dejar de concretar sus planes porque tiene miedo de que te vuelvas ateo o atea! He conocido cristianos que han estado enojados con Dios por muchos años, pero, ¿les ha servido de algo estar indignados con Dios? ¿Qué has logrado? ¿Qué has hecho y cómo te ha ido? Yo te voy a decir: Tu corazón se llenó de amargura, de angustia y de impotencia. Hay algunos que se contradicen al declarar: “Yo amo a Dios pero estoy enojado con Él”. ¿Cómo puede ser que ames a Dios pero estás enojado o enojada con Él? Yo he llegado a entender que no puedo enojarme con Dios; he llegado a entender que Él es el Señor de mi vida y es dueño de mis tiempos. Hace mucho que entendí, que todo lo que sucede es para mi bien y que yo no puedo juzgar la mente de Dios. Entendí que Él sabe todo y yo no sé nada; ¡Yo tengo que aceptar lo que Dios quiere aunque a mí no me guste!
Lo extraordinario es que la esposa del hermano que te he mencionado, murió en paz y muy bendecida, porque ella quiso glorificar a Dios en su vida y en su muerte. ¿Qué pasa en el corazón de una persona cuando está todo el tiempo confesando que va a suceder lo que ha orado pero sucede todo lo contrario? En esa oportunidad en que los dos hablaron conmigo, noté muy ansioso al hermano, y le dije que yo estaba de acuerdo con su esposa más que con él, porque a ella la veía en paz pero él estaba preocupado para que no se le caiga la estructura de que si creía, la esposa se sanaría; era como que se daba manija confesando que la mujer se iba a sanar. Y sucedió que dos o tres días antes de la muerte de su señora, él comenzó a ser convencido por Dios que su esposa no iba a ser sanada sino que se iba a morir, y empezó a entender algunos sueños que había tenido y palabras que Dios le había dado, que confirmaban que su señora iba a fallecer. También su esposa comenzó a recordarle experiencias que habían vivido juntos y que les demostraban que ella iba a morir. Así que él estaba viviendo en dos mundos, en el mundo de lo que Dios había revelado y en el mundo en que él creía que tenía que confesar, orar y hacer para que no sucediera como Dios había determinado.
Quiero decirte que la fe viene con el fin de revelar el propósito de Dios, y no sólo eso, sino también para destruir el propósito del hombre, y esto es algo que no muchos predicadores dicen; el propósito de Dios es destruir tus propósitos.
Algunos predican: “Pídele a Dios lo que está en tu corazón. Tus sueños son de Dios”. Y yo te digo que eso es mentira porque no todos los sueños que tú tienes son de Dios. ¡Tú tienes que tener fe y debes saber qué es lo que Dios te demanda! Yo tenía un sueño de Dios y era ser arquitecto, ganar dinero, construir edificios, pero el Señor destruyó mis sueños, rompió mis anhelos y cambió mi camino. ¡Dios me mandó a hacer otra cosa que yo no quería hacer! ¡Él me mandó a ser pastor cuando yo no quería serlo, pero gloria a Dios acepté cumplir su propósito! Te voy a decir algo: ¡En el fracaso del hombre, Dios se glorifica! ¡Una persona que es derrotada por Dios y que decide hacer su voluntad, terminará satisfecha! En el fracaso del hombre está la victoria de Dios. ¿Quieres tu victoria o la de Dios? El Señor te va a hacer vencedor contra todo lo que se te presente, cuando tú transites en el camino que Él ha planeado para que camines de antemano. ¿Quién se podrá levantar contra ti si estás en el camino que Dios ha establecido para ti?
Algunos se me acercan y me dicen: “Bendígame pastor, porque me quiero ir con su bendición”. “¿Y a dónde te vas?” le pregunto. “A Nueva Zelanda” responde. “¿Dios te ha mandado para allá? ¿Cómo sabes que el Señor te ha mandado?” “Es que estoy sin trabajo y aquí en este paisito no se puede salir adelante. Me han dicho que allá con un trabajito cualquiera uno puede tener casa, auto y un buen pasar”. ¿O sea que el propósito de Dios es que te vayas a un lugar en donde puedas tener tu auto y tu casita? Recordemos lo que dice la Biblia en Santiago 4:3: “3Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites”.
Si logras la casita y el auto, lavando vasos en otro país dices: “¡Gloria a Dios, el Señor me ha respaldado, tengo su bendición!” El asunto es: ¿Te mandó Dios o no te mandó? “Y bueno pastor, pero aquí no se puede progresar”. Yo no te pregunto si se puede o no se puede aquí, te cuestiono si fue Dios quien te mandó. ¿Le has preguntado a Dios si Él quería eso? “Sí, le dije que me voy”. A más de uno le tuve que decir que no podía bendecirlo porque esa persona no estaba segura que lo que estaba por hacer era en respuesta o en obediencia a una visión de Dios o en obediencia a una pretensión humana. Serás bendecido con una casa y con un auto, pero no serás bendición de Dios. Claro que por allá también Dios trata con sus hijos, porque Él es misericordioso.
Participé del velorio de una hermana que conocía el evangelio hacía muchos años, pero nunca había dejado de fumar y de beber. Por un tiempo asistía a la iglesia y por otro tiempo no. Repentinamente le diagnosticaron una infección en los pulmones y en dos días murió. ¡Pero qué tremenda es la misericordia de Dios! Sucedió que un pastor la visitó y al verlo, le dijo mediante señas: “Dios me ha castigado por tanto fumar y beber”. Y él le señaló: “¿Tú crees que a pesar de todo lo que hiciste, Dios, el misericordioso, puede perdonar tus pecados y llevarte a la vida eterna, y crees que Cristo te limpia de todo pecado?” Ella le dijo que sí, entonces hizo una oración y según me declaró el pastor, la mujer quedó en paz. Fue como el caso del ladrón de la cruz, salvada en el último instante, de los pelos. ¡Ya estaba con un pie en el infierno! ¡Pero llegó Dios y la rescató! ¡Me encanta esos hermanos que trabajan en los CTI y no por un sueño propio sino por rescatar almas del infierno! El pastor que visitó a esa hermana me dijo que ella se fue en paz con Dios.
Si te vas a Miami, a Nueva Zelanda, o algún otro país, no es que yo te voy a condenar diciéndote que te va a ir mal porque creo que en una de esas la misericordia de Dios te rescata de los pelos. ¡Pero no es chiste desobedecer a Dios porque peligras irte al infierno!
La fe es imprescindible. Es imposible hacer lo que Dios quiere si no es con fe. La fe es el ojo del espíritu y debemos mostrarle al mundo las obras de Dios y no las nuestras; tenemos que mostrar cómo se cumplen los planes de Dios y no cómo se cumplen los nuestros, porque todo lo que no proviene de fe es pecado. Así que no vayas allá, ni vengas aquí si Dios no lo quiere. No te quiero asustar con lo que te digo, ya alguno se preguntará si se levanta o no se levanta mañana, si come o no. Se preguntarán: “¿Dios mío, tú quieres que me tome este ómnibus o no?” Y comienza el diablo a influenciarte con temor. ¡No es para que te persigas! Dios quiere que seas feliz y tengas fe, así que, tranquilo. La fe no es para perseguir a la gente sino para levantarla y mostrarle al hombre que puede vivir en un nivel de gloria y de poder como nunca se ha imaginado. ¡Yo quiero que me des fe, Señor! ¡Yo quiero hacer tus obras, Dios mío!
¡La fe es muy loca! ¿A quién se le ocurriría que Lázaro se iba a levantar? Jesús se paró en frente de la tumba y ordenó que corran la piedra. “41Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. 42Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado” (Juan 11: 41 y 42). ¡Jesús sabía que Lázaro se iba a levantar! Ahora, la mente humana le dice: “Señor, hace cuatro días que se murió. Se está descomponiendo el cuerpo, ¿no sientes el hedor? Hay cuarenta y cinco grados de temperatura y no está climatizado allí adentro”. Mas Jesús le dijo: “¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?” ¡Si tienes fe verás la gloria de Dios!
Me lo imagino a Moisés de rodillas, orando y clamando: “¡Dios mío, adelante está el mar Rojo y detrás vienen nuestros enemigos! ¿Qué hacemos Dios?” “15Entonces Jehová dijo a Moisés: ¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen” (Éxodo 14: 15) “¿Para dónde? ¡Allá está el mar y detrás los egipcios!” ¡La fe tiene ideas locas! La fe hace cosas que el hombre no se las imagina. Y Dios le dijo a Moisés: “Abrí el mar”. “¿Cómo?” preguntó él. “Con el palito que tienes”, agregó el Señor. Fíjate que la fe obedece las locuras de Dios. La fe es obediente a Dios, ésta va y hace lo que la razón declara que es imposible.
Para mostrar las grandezas de Dios, necesitamos tener fe. No es necesario tener una gran lógica o una gran razón, ni necesitamos justificar con razonamientos los planes que estamos desarrollando, sólo hay que hablar y actuar en fe. Porque si tenemos fe, ya tenemos el plan de Dios en nuestras manos. La fe nunca le ha torcido los planes a Dios; la fe ha venido para que se haga su voluntad. ¡Muera mi voluntad y viva la voluntad de Dios! En eso es exaltado y glorificado el hombre; en que ha muerto a su propia voluntad, pero está vivo para los planes de Dios. Es exaltado y glorificado en que Dios lo ha vencido a él y ahora, ese hombre, en las manos de Dios, hace las obras del Padre.
¿No te sientes cansado o cansada de hacer tus propias obras y de luchar en tus propios planes, pidiéndole siempre a Dios que te ayude a lograrlos? Y tú clamas: “Dios, ¿dónde estás, por qué me cuesta tanto?” “¡Es que lo estás haciendo sola, yo no te estoy respaldando en esto!”, te dice Dios.
“¡Dios me ayudó, terminé mi carrera! ¡Dios me ha bendecido!” ¿Y qué vas a hacer ahora? “No sé”. ¡No sabes para qué estudiaste eso! ¡Tienes que encontrar el propósito de Dios en cada cosa que haces!
¡La gente me ha criticado tanto! Alguien me dijo: “¡Me arrepiento de haberme bautizado en esa iglesia! ¡Usted se ha corrompido con lo de la política!” ¡Yo no sufro por mí sino por los que tienen un concepto tan malo de mí! ¡Hablan de mí pero no me conocen bien! Algunos dicen: “¡Uh, esa gente que se va herida! ¡Con Jesús se fueron tantos heridos! ¡Qué malo era el Señor! No me ha puesto Dios para agradar a la gente sino para agradarlo a Él, y le dije a un pastor: “Estoy en paz porque yo sé lo que tengo que hacer y lo voy a hacer”. Cómo quisiera, en medio de tantas situaciones negativas, que tú pudieras tener paz. El hermano que se le murió la esposa, a los siete días de haber fallecido, fue a nuestro programa de radio y a los catorce días, filmé con él un programa de televisión. ¡Ni se le nota el luto! ¡Tiene la paz de Dios! Él perdió pero Dios ganó. Y ahora declara que Dios le ha renovado la paz y la fe. Aquellas cosas que vienen sobre ti, que parecen negativas y tú dices que no puede ser que te suceda así, yo no sé cómo hace el Señor, pero a los que a Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien. ¡Él y su hijo están viviendo una nueva etapa! Ellos oran cada mañana y están predicando el evangelio. ¡Dios los ha renovado y los ha bendecido! Yo no quiero la opinión de la gente, quiero la presencia de Dios en mi vida. ¡Yo quiero tener fe!
Hoy, el Señor te dará fe si así lo quieres. Recordemos cuando los discípulos le dijeron a Jesús, auméntanos la fe, y yo pido a Dios que aumente la fe en ti. Que este mundo vea lo que Dios puede hacer con gente que realmente le cree y no se cree a sí misma. ¡El cambio que estás esperando en tu vida puede suceder hoy! Si dejas de vivir en el mundo natural, para vivir en el mundo sobrenatural, y se entra por la fe, dile: “Señor, yo voy a entrar a tu dimensión. ¿Dónde están tus planes y tus propósitos? ¡Yo viviré para cumplirlos! “He entendido que todo lo que no proviene de fe es pecado, Señor; yo he estado pecando y te lo quiero confesar. He vivido para mis planes, para mis deseos y propósitos y he querido que tú me bendigas. He pretendido que tú me obedezcas a mi”. La fe te lleva a obedecer al Señor y la presunción te lleva a pretender que Dios te obedezca a ti. La presunción quiere que Dios haga lo que tú quieres y la fe provoca que hagas lo que Dios quiere. ¿Has estado viviendo por la fe o has estado viviendo en presunción? Tú dices: “Dios no me contesta. Yo oro y parece que mis oraciones pegan en el techo”. ¿Has estado orando para tus deleites? Pedís pero pedís mal para gastar en tus propósitos y en tus deleites. Dile a Dios que ya no quieres vivir en tus deseos y que quieres conocer los suyos. ¡Pídele perdón! Declárale: “Señor, yo he pecado porque no he vivido en la fe. ¡Líbrame, Padre!”
“Padre, oro para que los corazones sean tocados en esta hora con poder, en el nombre de Jesús. No queremos nuestras obras sino las tuyas, Señor; no queremos nuestra voluntad sino la tuya. No queremos nuestra gloria sino la tuya, Dios. Llévanos a ese nuevo nivel; llévanos a esa nueva dimensión Señor, te lo pedimos en el nombre de Jesús. Nos arrepentimos de nuestras obras, perdónanos y líbranos Señor. ¡Úngenos! ¡Bendice a tu pueblo en esta hora! No más yo sino tú, Señor. ¡Que caigan una por una nuestras estructuras mentales! ¡Queremos ver tu gloria, Señor! A partir de este día, viviremos en tu voluntad y no en la nuestra. A partir de hoy podrás contar con nosotros porque vamos a hacer tu voluntad, Señor. En el nombre de Jesús hacemos esta oración, amén”.
ANEXOS: