LA IGLESIA: UNA INSTITUCIÓN DIVINA - Misión Vida para las Naciones

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MENSAJES DEL CIELO

LA IGLESIA: UNA INSTITUCIÓN DIVINA

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INTRODUCCIÓN

La iglesia de Dios es un organismo extraordinario, es una institución divina y no hay otra igual en el mundo. Jesús fundó la iglesia y dijo que Él la iba a edificar. Los dos primeros capítulos del libro del Hechos de los apóstoles hablan del nacimiento de la iglesia en el primer siglo de la era cristiana. Los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan nos hablan del ministerio que Jesús inició, y Hechos de los apóstoles explica cómo continúa su ministerio a través de sus discípulos. Mientras el Señor estuvo en la tierra, ejerció personalmente el ministerio de la predicación del evangelio del reino de Dios y después que se fue al cielo, ese ministerio quedó en manos de la iglesia, compuesta por aquellos que le siguen, hasta el día de hoy.

Tanto el Padre como Jesús tenían previsto que la iglesia iba a gozar de un favor y un poder especial y que iba a disfrutar de una gloria y una comunión especial. En el capítulo 17 del libro de San Juan, el Señor oró al Padre lo siguiente: “22La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno” (Juan 17:22). ¡Es la misma gloria de Jesús y la única! Jesús continuó orando: 23Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado”. Hay una identificación especial y una unidad entre el Padre, el Hijo y la iglesia. Unas semanas antes, Jesús había dicho en Juan 14:12: “12De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre”. Y cuando estaba cerca el día de su ascensión al cielo, Jesús habló con sus discípulos y les dijo: 49He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto” (Lucas 24:49).

Era necesario que sucediera algo especial sobre la gente que tomaría la responsabilidad del ministerio del reino de Dios en la tierra. ¡Era necesario que el pueblo de Dios fuese revestido de poder y de autoridad!

Hechos 1:4-5 dice: “Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre…” Aquí se refiere a la promesa del bautismo del Espíritu Santo. Y continúa diciendo: “…la cual, les dijo, oísteis de mí. 5Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días”.

Los discípulos le preguntaban cuándo iba a restaurar el reino y el Señor les respondió: “7Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; 8pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:7-8). Algo debía ocurrir sobre los creyentes y era que tenían que ser revestidos de poder, y eso sólo sucede cuando viene sobre ellos el Espíritu Santo. ¡¡Un cristiano que no tiene el bautismo o la llenura del Espíritu Santo es alguien que no tiene poder, habla pero sus palabras carecen de poder!!

                EL ESPIRITU SANTO Y SU OBRA

Hay dos eventos importantes que tienen que ver con el Espíritu Santo y no debemos confundirlos. Por un lado, el Espíritu Santo interviene en la regeneración del creyente, interviene en su nuevo nacimiento, y le pone a éste, el ADN de Dios, dándole nueva vida. Pero el creyente necesita tener otra experiencia con el Espíritu Santo y es el ser revestido o lleno del Él. Es el Espíritu de Dios en el creyente, sobre éste, arriba y debajo. ¡Eso es la llenura del Espíritu Santo! No es lo mismo tomar un vaso de agua para refrescarse, la que fluye en el interior de nuestro cuerpo, que tirarse en una pileta. ¡Cuando estás mojado por dentro y por fuera, entonces, tú tienes el poder del Espíritu Santo!

La tarea que debe hacer la iglesia no puede hacerse con el poder que tienen los creyentes porque Dios nunca contó con tus fuerzas. Tú sabes que eres débil. ¡Dios nunca contó con tus fuerzas! Muchos dicen: “Yo soy débil y no me animo”. ¡Dios sabe que lo eres y Él nunca te eligió por tus fuerzas! ¡Dios quiere tu corazón! Él anhela hacerte fuerte y quiere soplar su Espíritu sobre ti y revestirte de poder. ¡Dios no cuenta con tu poder sino con el suyo! Dios no cuenta con la astucia del creyente para que lleve a cabo su tarea, tampoco puede contar con la sabiduría e inteligencia que éste posea. Por lo tanto, el Señor ha provisto un equipamiento que capacita al creyente y le da poder para vencer cien por ciento todo aquello que tiene que enfrentar.

Es triste ver a un cristiano luchando en la vida, lamentándose que se siente débil, que se siente fracasado y que no puede. Lo que está confesando con esas declaraciones es que no está lleno del Espíritu Santo. ¡Un conflicto matrimonial no es nada para el Espíritu Santo! ¡Un problema laboral o una crisis económica no es nada para el Espíritu Santo! ¡Una enfermedad, cualquiera que sea, no es nada para el Espíritu Santo! ¡El diablo, con todo el infierno y sus demonios no es nada para el Espíritu Santo! La Biblia señala que Jesús estaba muerto y el Espíritu Santo lo levantó con poder. El diablo y el infierno tenían señorío sobre Jesús muerto. ¡Satanás tenía la potestad sobre la muerte pero el Espíritu Santo levantó a Jesús de entre los muertos con poder! ¡Ese es el Espíritu que Jesús ha querido derramar sobre los creyentes!

Leemos en Hechos 1:8: “8pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. ¿Dónde será lo último de la tierra? Yo he estado en varios lugares que me han parecido, eran los últimos de la tierra. Me falta ir a Tierra del Fuego, donde, según se dice, está la iglesia más austral del mundo, la que está en lo último de la tierra. ¡A mí me admira, cómo Jesús sabía lo que estaba declarando! Hace dos mil años atrás, en una nación no muy grande, en una ciudad pequeña, Jerusalén, Jesús le dijo a sus discípulos: “…recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo y me seréis testigos…” Un testigo es alguien que presenta evidencias. Jesús presentó evidencias cuando echó fuera los demonios, cuando sanó a los enfermos, etc. ¡Esas eran las evidencias del reino de Dios! Cuando el Señor, con unos pocos peces y panes alimentaba a unas cuatro o cinco mil personas, estaba testificando acerca del reino y del poder que se mueve en ese reino de Dios. Cuando levantó muertos e hizo que los paralíticos caminaran, cuando transformó el agua en vino, Jesús estaba dando evidencias y les dijo a sus discípulos: “Ustedes serán mis testigos. Vayan a todas las naciones y prediquen este evangelio. Sanen a los enfermos y liberen a los endemoniados”. ¿¡Cómo sabía Jesús lo que iba a suceder!? Para el mundo y para los cristianos pasa desapercibido lo qué es la iglesia y a dónde ha llegado ésta. ¡La iglesia ha entrado en los lugares más recónditos que tú te puedas imaginar! ¡Es increíble cómo lo que Jesús profetizó se está cumpliendo al pie de la letra! ¡Es que a la iglesia la acompaña un poder extraordinario!

Sucede que aunque un cristiano esté preso, el Espíritu Santo no lo está; sucede que el cristiano es visible pero el Espíritu que se mueve en él es invisible. ¡Nadie le va a decir al Espíritu Santo “no puedes pasar” porque Él arremete igual! En las naciones donde no se permite que se predique el evangelio, el Espíritu Santo entra y levanta cristianos. En lugares como Corea del Norte o China, se mata a las personas por profesar la fe cristiana; hay países musulmanes, donde quien mata a un cristiano, no es culpable porque le está quitando la vida a un hereje. ¡Pero el Espíritu Santo está en esos lugares! Allí hay gente que está predicando el evangelio y da testimonio en medio de situaciones muy conflictivas.

Algunas proyecciones que se han hecho señalan que en China, en donde se están destruyendo templos, iglesias subterráneas, y donde está prohibido tener un culto familiar en el cual se alabe y se ore a Dios, ya que serán encarcelados quienes sean sorprendidos en ello, aún en medio de esa persecución, para el año 2025, según declaran las proyecciones, China será la nación con más cristianos en el mundo.

El sistema comunista ruso, que implantó el comunismo en toda la Unión Soviética, que ha matado, martirizado y encarcelado a pastores y líderes cristianos, no pudo contra la iglesia. ¡La iglesia prevaleció en las más grandes persecuciones! En el primer siglo de la era cristiana, el imperio romano persiguió de una manera increíble a los cristianos, a quienes quemaban o hacían que las fieras los devorasen en los circos romanos. Pero el imperio romano sucumbió y la iglesia permaneció firme. ¡El diablo no sabe qué hacer con la iglesia! ¡No entiende que a la iglesia la protege el Espíritu de Dios! Leemos nuevamente en Hechos 1:8: “8pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”.

¡Cómo disfruto ver las cosas que hace Dios! Fui a predicar a la ciudad de Tacuarembó y en la primera fila había un hombre llamado Enerino, -le pusieron ese nombre porque nació en Enero- el cual es un pastor y amigo mío que conocí tiempo atrás. La primera vez que fui a predicar a esa ciudad, el hombre me comentó que escuchaba mis mensajes a través de CX 14, radio El Espectador. Le pregunté dónde vivía y me dijo que era de la localidad de Batoví, a unos cincuenta kilómetros de Tacuarembó y me invitó a conocer el lugar. Enerino tiene muchos hijos, y no vive precisamente en Batoví, que no es un pueblo tampoco sino una aldea donde residen unas veinte familias. Su casa está situada hacia afuera de Batoví, y allá me dirigí con mi vehículo. Al final de la ruta entramos a un camino de tierra; cuando éste llegó a su fin entramos a una huella, y luego nos metimos en el barro donde casi nos quedamos enterrados, pero llegamos a la casa de Enerino. Allí vivía junto con su esposa, sus hijos, nueras, yernos y nietos. Se me saltaron las lágrimas y exclamé: “¡Hasta aquí llegó el evangelio! ¡Hasta aquí se ha extendido la iglesia! ¿Cómo es que sucedió?” Es que Enerino tenía un receptor de radio y se levantaba a escuchar nuestros programas a las tres de la madrugada cada día; como la señal no entraba bien, se iba a una cocina afuera de la casa y apoyado en un palo, el único lugar donde entraba bien la señal, escuchaba mis mensajes. ¡Hay que ver cómo Jesús calculó las cosas! ¡Que hubiera un palo donde don Enerino podía escuchar la radio! Él se apoyaba en ese palo y la onda venía, aunque a veces se iba, pero se quedaba quietito porque volvía. Por ahí escuchaba partes sueltas del mensaje pero él había sido bendecido a través de la palabra de Dios. El Señor ya había previsto la radio, la televisión, los satélites y tantas otras cosas para impartir el mensaje del evangelio.

¡La iglesia es una institución extraordinaria! ¡No hay problemas de idioma! Tú vas a la India y allí se predica el evangelio en ciento ochenta idiomas y dialectos. ¡Es maravilloso ver cómo Dios lleva el evangelio a lugares increíbles! Benita es una amiga alemana, preciosa, que se casó con un profeta de la India. Allá formaron un ministerio al cual me han invitado a predicar. En la India vive muchísima gente, hay mil quinientos millones de habitantes en esa nación. En Uruguay hay tres millones y medio de habitantes, en Argentina, cuarenta y tres millones, en Brasil, ciento noventa y ocho millones y en Estados Unidos, trescientos millones de habitantes. ¡Pero en la India hay mil quinientos millones de habitantes! ¡Hay ciudades donde viven cuatro millones de personas! Sin embargo, Dios previó que el evangelio llegue a ese país y se predique en los ciento ochenta idiomas que se hablan en ese lugar.

Rumbo al lugar donde me habían invitado a predicar, me llevaron por un camino, y así como me sucedió con Enerino, salimos de la ruta y entramos en un camino de tierra, luego en una huella y después, entre unas rocas supuestamente estaba la entrada. Yo miraba para todos lados pero no veía nada. El asunto es que llegamos a un desierto donde han levantado algunos edificios, en donde me hospedé. Me informaron que al día siguiente llegaría la gente y a la mañana temprano comencé a sentir ruido de vehículos. ¡A ese desierto llegaba gran cantidad de gente! En ómnibus, caminando, y en motos de tres ruedas tipo taxi. Yo pensé: “¡Dios mío! ¿De dónde sale esta gente?” Me enteré luego que asistían de Nepal y otros países para escuchar la palabra de Dios. En ese desierto se congregaron más de mil pastores, profetas y apóstoles. ¡Yo he visto la capacidad que tiene el Espíritu Santo para congregar gente a donde uno ni se espera que llegue nadie!

Cuando compré el predio de Beraca muchos pastores me cuestionaron: “¿Qué vas a hacer acá?” Yo les compartí la visión que tenía, de utilizar el lugar para realizar campamentos, reuniones y para edificar un templo, pero seguían preguntando: “¿Cómo vas a hacer para congregar a la gente en ese lugar?” ¡Mira que hemos juntado gente allí! ¡Esas son las ocurrencias de Dios! En breve, culminaremos allí, la obra del templo más grande de Uruguay.

La gente no se da cuenta que la iglesia está metida en los rincones más escondidos del mundo. Donde menos te lo esperas hay creyentes predicando el evangelio. En las naciones donde más persecución hay contra los cristianos, allí se predica el evangelio. Los predicadores no pueden entrar a esos países como tal, pero entran como empleados de alguna ONG. Una chica que está visitándonos en este tiempo, estuvo en Uzbekistán con sus padres; nos contó que para poder ir a predicar el evangelio a esa nación, su padre tuvo que declarar que era criador de pollos. Emprendió la tarea de criar pollos y de venderlos, también enseñó a otros el oficio, en tanto que predicaba el evangelio. ¡Uzbekistán es un país donde matan a la gente por predicar pero nadie es culpable por ello!

¿Qué hace que el evangelio se extienda de esta forma? Ocurre por el poder que opera en la iglesia. Fíjate que la iglesia no es una institución grandilocuente como la FIFA, pero abarca más lugares que ésta. La iglesia no necesita tener el dinero que tiene la FIFA pero está más extendida y es más grande que ésta. La FIFA se enorgullece porque es más grande que la ONU ya que tiene más países asociados que ésta, pero la iglesia ha llegado a lugares recónditos donde no ha entrado la FIFA.

Si un creyente declara: “Yo no tengo palabras” está contando con su astucia pero no con el revestimiento y el poder del Espíritu Santo. A muchos he oído decir: “Yo no me quiero consagrar porque tengo miedo de fallarle a Dios”. ¡Esa persona no está contando con el poder del Espíritu Santo! Hay que ser tonto al declarar: “No me quiero comprometer con Cristo porque tengo miedo de fallarle”. Si no te comprometes con Cristo ya has hecho el pacto con el diablo. ¡Dios nunca contó con tus fuerzas! ¡Él siempre contó con el poder de su Espíritu Santo en ti! Ya sabemos que eres débil, sabemos que no tienes palabras ni poder para convertir, para salvar ni sanar a nadie. ¡No sirves para nada, salvo que le des tu corazón a Jesús y que la unción de su Espíritu descienda sobre ti!

Hay dos etapas en la extensión del reino de los cielos y la primera la cumplió Jesús. Lo encontramos en Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Hasta los treinta años Jesús no hizo milagros, por lo menos no tenemos ningún registro, salvo el conocimiento de una tradición extendida en la iglesia católica, la cual señala que cuando Jesús era chiquito resucitó un pajarito. Eso es algo que forma parte de la tradición pero no de la palabra de Dios.

El ministerio de Jesús comenzó en el Jordán. La Biblia declara que cuando el Señor fue bautizado se escuchó una voz que venía del cielo y dijo: “Este es mi Hijo amado en quien tengo complacencia”. Luego reposó sobre Él el Espíritu Santo en forma de paloma. Juan el bautista fue testigo de eso y declaró: “Este es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. ¡Allí comenzó el ministerio de Jesús! ¡A los treinta años de edad!

Jesús era Dios despojado de sí mismo. En cuanto a la carne, era débil como nosotros, pero fue lleno del Espíritu Santo y revestido de poder, entonces, el Espíritu lo impulsó al desierto para ser tentado por satanás. Y con ese revestimiento y la llenura que tenía, el Señor no sólo venció a satanás sino que también venció la tentación, las enfermedades, la muerte de las personas, venció todo mal y a la misma muerte después de haber sido crucificado, porque el Espíritu de Dios estaba sobre Él.

Jesús oró al Padre: “La gloria que me diste, yo les he dado”. Anteriormente habló con sus discípulos y les dijo: “A ustedes les conviene que yo me vaya”. También oró: 12Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese” (Juan 17:12). Jesús trabajaba arduo para guardar a sus discípulos. Si los dejaba dos días, éstos hacían lío. ¡No los podía dejar solos! Pero le pidió al Padre que los guardara: “15No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal” (Juan 17:15). También les prometió a sus discípulos que serían revestidos con el Espíritu Santo: “16Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: 17el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros…26Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Juan 14: 16,17 y 26).

                ANHELA SER LLENO DEL ESPÍRITU SANTO

Ocurre algo muy penoso y es que los cristianos no están contando con la llenura, la unción y el poder del Espíritu Santo. Yo, por más de treinta años me reía del bautismo del Espíritu Santo, creía que era suficiente haber nacido de nuevo y que el Espíritu de Dios ya estaba en nosotros. Pero Dios me mostró personas con una unción tremenda y yo deseaba tener eso. Esa gente que sanaba enfermos, que tenía palabras de ciencias, de sabiduría y de fe y producía milagros, hablaban del bautismo y la llenura del Espíritu Santo. Yo me había negado durante años a creer que era eso lo que me faltaba, pero un día humillado, le dije a Dios: “Señor, si eso es lo que me está faltando dámelo” y comencé a pedirle que me llenara con su Espíritu Santo. Por más de treinta años no gané un alma para Cristo porque en mí no había poder. ¡Quien tiene poder para transformar una persona y convencerla de pecado, de justicia y de juicio es el Espíritu Santo! ¡El que tienen poder para sanar y para consolar es el Espíritu Santo! Si yo voy solo, ¿qué voy a lograr? ¡Nada! Entonces oré, oré y lloré, y un día el Señor me llenó con su Espíritu Santo. ¡Una noche me desperté ardiendo! Antes de eso, había visto una hojita de oro que caía desde el cielo, entonces corrí para tomarla y cuando la toqué sentí un fuego que me quemaba. Pensé que estaba soñando pero no, el Señor me había llenado con su Espíritu, entonces comencé a glorificarlo. ¡Desde ese entonces mi vida cambió! A partir de esa experiencia dejé mi carrera de arquitecto para dedicarme al pastorado, porque cuando viene el poder del Espíritu Santo sobre tu vida ya no haces lo que te parece sino lo que el Señor quiere.

¿Cómo hago para saber lo que Dios quiere? ¡Tú no tienes fuerzas para hacer lo que el Señor quiere! Cuando seas revestido con el poder del Espíritu Santo, Él te llevará a donde tú ni te imaginas. Jesús dijo: “8El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu” (Juan 3:8). ¡No tengo idea a dónde voy a ir a parar pero sé que el Espíritu de Dios está conmigo!

El Señor dijo: “Me seréis testigos, ustedes presentarán evidencias”. Así que Cristo presentó evidencias en una etapa, y nos encomendó la tarea de presentar evidencias en la era del Espíritu Santo. Desde Pentecostés en el año treinta y tres o treinta y cuatro de la era cristiana, hasta hoy, estamos en la era del Espíritu Santo. Y la promesa del Padre es que la gloria postrera de la iglesia será mayor que la primera.

Los evangelios hablan acerca de la venida del reino ministrada por Jesús y el libro de Hechos de los apóstoles habla de la venida del reino ministrada por sus seguidores. Así que el libro de Hechos de los apóstoles todavía se está escribiendo. ¡Está por verse lo que va a pasar en el mundo con gente unida por Dios!

¡La iglesia ha llegado a lugares inimaginados! Un día Dios puso en mi corazón hacer un hogar para niños en Haití. Allá encontramos en una montaña perdida, una ladera, donde no había agua ni luz, pero nos instalamos ahí, ¡e hicimos cada locura! Pero quedó instalado el hogar de niños a donde fueron veinte uruguayos movidos por el fuego del Espíritu Santo. Quiero decirte que si estás muy aferrado a tus problemas, no irás a Haití, ni al África, ni a ningún lado sino que quedarás agarrado a tus cosas. Pero si el Espíritu Santo te llena, no sabrás a dónde vas a parar.

Yo creía que estaba en el fin del mundo cuando había ido a Batoví pero al llegar a Haití me di cuenta que el fin del mundo estaba allá. ¡Sólo Dios nos pudo haber llevado allí! Luego, un pastor me extendió una invitación para ir  predicar a su iglesia y acepté. El hombre me dijo que su iglesia era muy chiquita. Le pregunté dónde quedaba y me señaló hacia arriba de la montaña. Nosotros habíamos establecido el hogar de niños en la montaña, pero era en la falda de ésta. Le pedí que me informara cómo llegar y me dijo que con la camioneta que teníamos, una cuatro por cuatro poderosa, con un motor grandote, podíamos llegar bien. Cuando salimos para la iglesia, notamos que no había camino sino piedras que por causa de las lluvias, sobresalían puntiagudas y se formaban en medio de ellas, unos surcos tremendos. En realidad, nunca habíamos visto ningún vehículo que subiera o bajara por ese camino, sólo gente en burro o a caballo. Yo exclamé: “¡Dios mío! ¿A dónde estamos yendo?” En el trayecto se nos enterró una piedra puntiaguda que nos perforó un neumático que valía unos trescientos dólares. Para poder cambiarlo tuvimos que poner piedras en la parte de atrás, para que no se nos fuera la camioneta porque era un camino empinado, y después seguimos hasta llegar a un lugar donde había un templito chiquito. A esa iglesia llegaba gente que se iba sentando en las primeras filas y comenzaban a cantar himnos a Dios. Cuando escuché, me dije: “¡Yo conozco esos himnos!” En ese lugar, perdido en la montaña, sin luz y sin agua, comencé a llorar porque ellos cantaban los mismos himnos que cantaba mi abuelo en su iglesia. Yo le dije a Dios: “¡Señor, hasta aquí has traído esos himnos! ¿¡Cómo has hecho para desparramarlos por todo el mundo!?”

¡Qué FIFA ni que FIFA! ¡La iglesia se mueve con un poder increíble que nadie ve ni entiende! Quiera Dios que hoy recibas revelación acerca de esta institución gloriosa que en un tiempo no muy lejano va a brillar con una luz más poderosa que el sol. ¡La iglesia de Jesucristo! Y aún tenemos que escuchar a esos que dicen: “Yo no necesito la iglesia. En mi casa, con la Biblia, ya está. ¡Yo y Dios!” Otros expresan: “No necesito de los pastores ni de iglesias”. ¡No saben lo que dicen! ¡No aman la iglesia que Cristo ama! ¡Jesús ama profundamente a su iglesia! El Señor te ama porque Él es amor y no por tu linda cara. Si tuviera presente tus pecados no te amaría pero te ama porque Él es amor. ¡Jesús se enamoró de la iglesia! En cambio, algunos le encuentran todos los defectos, pero como Cristo está enamorado de ella no le ve defecto alguno. Señala la Biblia que Él la ha purificado para presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga. Tanto ama Jesús a la iglesia que derramó sobre ella el mismo Espíritu que lo ungió a Él. Eran ciento veinte los que estaban reunidos perseverando en oración; de esos salió el evangelio a Haití, a Batoví y a todos los rincones del mundo. Donde menos te lo imaginas, allí está el evangelio. ¿Por qué? Porque Jesús dijo: “Me seréis testigo en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra”. ¡No hay nada ni nadie que pueda detener el avance de la iglesia! Nadie podrá decir: “Aquí no entrará Dios”, o “Aquí le hemos puesto límites al Espíritu Santo. ¡Eso es imposible! ¡El cielo y la tierra le pertenecen a Dios!

Entonces, debes amar a la iglesia porque Cristo la ama. Uno ama a alguien, no por lo bonito que habla o como hace determinadas cosas sino porque tiene amor. Nace un niño peludo y feíto y cuando van a visitarlo, la mamá les dice: “¡Viste qué lindo es mi negrito!” La mamá no se fija si es peludo o negro, ¡ella ama a su hijo! No podemos entender qué le ve un hombre a una mujer flaca, huesuda, narigona de la que está enamorado, o cuando una mujer cuyas medidas son noventa, sesenta, noventa se enamora de un hombre petiso y horrible y la gente comenta: “¿Qué le vio a ese hombre? ¿Cómo puedo haberse enamorado de eso?” Ella se enamoró y muy orgullosa va de la mano del hombre. Una persona que ama no ve los defectos de su amado o a su amada. Así que no hay virtud alguna en encontrarles defectos a los pastores o a los hermanos, si Cristo en su corazón y en su mente los cubrió, los limpió y hermoseó. ¡Dios te ha hecho precioso!

Lo que se ve en tu rostro es el reflejo del pecado, pero Dios ha quitado tu culpa y algún día vas a brillar como la luz del sol. ¡Eres una joya! Leemos en el Salmo 133:1: ¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!” ¡Eso es la iglesia! “Porque allí envía Jehová bendición, y vida eterna” finaliza diciendo este salmo. ¿Seguirás diciendo que no necesitas la iglesia, que basta con que tengas la Biblia y tengas a Dios? 

La iglesia es el lugar donde Dios te prueba el corazón porque es ahí donde congrega al flaco, al gordo, al lindo, al feo. La iglesia ha entrado a todas las culturas e idiomas; no tiene problemas de clases sociales porque en ella caben los pobres y los ricos, los que saben leer y escribir y los que no saben, los que han estudiado y los que no, los profesionales y los burros. ¡La iglesia ha llegado a todos lados y abarca a todos! Porque Dios lo ha querido así y así lo ha profetizado.

Dije que en la iglesia Dios prueba a las personas porque hay gente a quienes no les caen bien los hermanos y les encuentran defectos, pero Cristo no se fijó en nada de eso sino se entregó en la cruz del calvario y dijo: “Yo pago por esa persona”. ¡Es preciosa la iglesia! Allí envía Dios bendición y vida eterna. Y allí envió Jesús el Espíritu Santo a los ciento veinte. Ahí nació la iglesia, bajo el poder del Espíritu Santo. Ese mismo día, Pedro, quien había negado a Jesús, el timorato que no se animaba pero que tenía buenos deseos de seguir al Señor y dar la vida por Él, se levantó lleno del poder del Espíritu Santo, predicó, y ese día se entregaron a Cristo tres mil personas. Ya no le importaba si lo azotaban o si lo mandaban a la cárcel. ¡Nadie lo podía frenar! Pedro fue quien dijo: “Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios”. ¡Enfrentó a las autoridades que habían prometido encarcelarlo, azotarlo y matarlo! Y ya no temía porque tenía un fuego en su interior que no podían detener.

                CONCLUSIÓN

Al Espíritu Santo no le importa si eres una persona de muchas o pocas palabras, Él quiere tomar el dominio de tu lengua. No le importa si estudiaste mucho o poco; Dios prepara a los que envía. La preparación humana no es importante para Dios a menos que Él lo requiera. ¡Dios capacita a los que llama y quiere enviar gente llena del Espíritu Santo para que hagan su obra!

Si vas por tu propia cuenta a la India, a Haití o a la China pero no te envió el Espíritu Santo, comenzarás a extrañar y a preguntarte por qué estás ahí, y es porque has ido por entusiasmo, en cambio hay otros que han sido enviados bajo el poder y la unción del Espíritu Santo, y están firmes haciendo la obra de Dios.

¡Tú no puedes vivir fuera de la unción del Espíritu Santo y sin su llenura! De todo lo que anhelas, lo que más debes desear y pedirle a Dios es ser lleno o ser llena del Espíritu Santo, y Dios quiere llenar a aquellos que lo anhelen. Tú que le pides muchas cosas a Dios, pídele ser lleno de su Espíritu Santo porque Él te llevará a conquistar eso que anhelas. ¡Dios quiere revestirte con su presencia! Dios te dice: “No me sirves si no estás bajo la unción del Espíritu Santo. ¿A dónde irás sin mi Espíritu y que vas a hacer? ¡Si es mi Espíritu quien levanta a los muertos y sana a los enfermos!”

Leemos en Hechos 2:4: 4Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen”. ¡Se armó un alboroto tremendo ese día allí! Muchos pensaban que los creyentes estaban ebrios y los que habían ido de varias partes estaban confundidos porque les oían hablar en sus propias lenguas. ¡Dios ya estaba haciendo milagros! Pero cuando comenzaron a murmurar, se levantó Pedro y les dijo: “Estos no están ebrios sino que les sucede como lo ha profetizado el profeta Joel”. “16Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: 17 Y en los postreros días, dice Dios, Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; Vuestros jóvenes verán visiones, Y vuestros ancianos soñarán sueños; 18 Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán” (Hechos 2:16 al 18).

“¡Es que hemos comenzado la era del Espíritu Santo!” ¡Y yo te digo ahora a ti que Dios está preparando un derramamiento de su Espíritu mayor que el primer siglo de la era cristiana porque ha prometido que la gloria postrera de ésta casa será mayor que la primera! ¿A dónde irás sin el Espíritu Santo? ¿Qué vas a hacer sin su llenura? ¿A quién le vas a predicar si no es bajo el poder del Espíritu Santo? ¡Él te quiere llenar! ¡Quiere cambiar tus valores y tu visión, y derribar en ti toda estructura mental! ¡El Espíritu Santo quiere darte una nueva visión y una nueva manera de entender las cosas! ¡Él quiere mostrarte lo que tú no ves porque tus ojos están nublados! ¡El Espíritu Santo quiere llenarte ahora mismo!

 

 

 

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