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Hubo un tiempo de mucho conflicto en mi vida, en que andaba a tientas, no sabía lo que Dios quería de mí, no sabía para dónde ir y todo lo que hacía me salía mal. ¡Ese fue un tiempo bueno para aprender a esperar en Dios! Había dejando mi familia y mis amigos en San Juan y cuando llegué a Buenos Aires dije: “¡Esta es mi tierra! Ya Dios me dirá qué debo hacer…” Sin embargo, ¡estuve cinco años en ascuas! Llegó un momento en que le dije a Dios: “Dios, ¿qué hago en Buenos Aires? ¿Me equivoqué? ¡Dios! ¡No me contestas! ¿Nos volvemos a San Juan?” ¡Silencio! Parecía que Dios estaba paseando…un día, buscando dirección de Dios, él puso en mi corazón este versículo: “La suerte se echa en el regazo; mas de Jehová es la decisión de ella.” (Proverbios 16:33) Este método no se lo recomiendo a nadie pero sé que Dios me lo dio en ese momento específico. Entonces dije: “Si Dios no me contesta hasta esta noche, tiraré una moneda, si sale cara, me quedaré en Buenos Aires, si sale cruz, regresaré a San Juan” ¡Salió cara y nos quedamos en Buenos Aires!
Yo seguí caminando sin saber a dónde ir ni qué hacer pero con la tranquilidad que de alguna manera Dios me guió a quedarme en Buenos Aires. En ese tiempo aprendí lo que es orar porque en medio de la aflicción es cuando se quebranta el vaso de alabastro y sale el perfume; cuando estás quebrado es la oportunidad que Dios tiene para actuar y es cuando tu espíritu comienza a buscar a Dios. El alma es psiquis (mente, voluntad y emociones) y nunca satisfará el espíritu. “En Dios solamente está acallada mi alma…” dice el salmo 62:1. “Bendice alma mía a Jehová y no olvides ninguno de sus beneficios…” (Salmo 103:2) David le decía a su alma: “Cállate, no hables, reconoce que todos tus beneficios vienen de Dios” En mi alma está mi conexión con el mundo exterior, en mi espíritu está mi conexión con Dios…Pasaron años hasta que entendiera que mi tierra prometida era Uruguay…
En ese sequedal, Dios me dio Isaías 42:16-17 “Y guiaré a los ciegos por camino que no sabían, les haré andar por sendas que no habían conocido; delante de ellos cambiaré las tinieblas en luz, y lo escabroso en llanura. Estas cosas les haré, y no los desampararé. ¡En un día Dios puede dar vuelta toda la torta! Cuando te pones en las manos de Dios, te subes a una barca y no sabes dónde terminará el viaje, pero sí sabes cuál será el puerto: la eternidad. No confíes en ningún otro más que en Dios, él actúa en su tiempo, “solamente en Dios está acallada mi alma” decía el rey David; si no estás en Dios, estás ansioso: “¿Cuándo Dios hará algo?” Lo importante no es si Dios está haciendo lo que yo quiero sino si estoy en sus brazos. ¡Necesito saber si estoy en los tiempos de Dios! Si le has hecho tus peticiones a Dios quédate tranquilo esperando porque verás la gloria de Dios en tu vida. ¡Dios está incubando algo en ti! Necesitas creer que Dios te está guiando en medio de las tinieblas y en un momento abrirá tus ojos y te dirá: “¡Esto es lo que tenía preparado para ti!”
Quiero compartir la historia de la reina Ester: (capítulo 6) Había un hombre malvado que se llamaba Amán y era tan honorable que el rey había ordenado que todos los siervos se tiren de rodillas y le hagan reverencia; también había un judío llamado Mardoqueo quien sabía que sólo se podía arrodillarse delante de Dios, por lo que decidió no hacerlo delante de Amán; éste entonces, se enojó grandemente y comenzó a odiar a Mardoqueo y cuando se enteró que era judío, tramó la muerte de todo el pueblo judío. Mardoqueo se entristeció y pidió ayuda a la reina Ester que era su ahijada y también pertenecía al pueblo judío. No obstante ser la reina, no podía entrar delante del rey sin antes ser llamada, había una ley que prohibía presentase delante del rey sin ser llamado, la persona que lo hiciese merecía la muerte, a menos que el rey levantase su cetro dándole así la vida. No era fácil levantarse contra Amán, era un príncipe de mucha estima delante de los ojos del rey Asuero, prácticamente era llamado cada día delante de su presencia, en tanto que seguramente pasaban meses sin que Ester fuese llamada. En medio de este panorama, la reina Ester decidió hablar con el rey y le pidió a Mardoqueo que él y todo su pueblo ayunasen por ella. Al entrar Ester al palacio, el rey levantó su cetro y dijo: “¿Qué quieres reina Ester? Hasta la mitad del reino te será dado…” “Mi petición”, respondió la reina Ester, “es que venga el rey a una fiesta conjuntamente con Amán”. En esa fiesta el rey volvió a preguntarle qué quería y Ester no se animó a decirle lo que había en su corazón, de modo que lo invitó nuevamente a otro banquete junto con Amán. Este salió contento de la presencia del rey pero cuando vio a Mardoqueo que no se movía de su lugar, se llenó de ira. Cuando llegó a su casa, contó a los suyos de sus victorias y honores y aún del beneplácito de la reina Ester quien lo invitó a un banquete pero añadió al final: “…Pero todo esto de nada me sirve cada vez que veo al judío Mardoqueo sentado a la puerta del rey”. El consejo de su esposa y sus amigos fue que preparase una horca para matar a Mardoqueo y ésto le agradó.
Y observen cómo continúa la historia, en el capítulo 6 de Ester: “1Aquella misma noche se le fue el sueño al rey, y dijo que le trajesen el libro de las memorias y crónicas, y que las leyeran en su presencia. 2Entonces hallaron escrito que Mardoqueo había denunciado el complot de Bigtán y de Teres, dos eunucos del rey, de la guardia de la puerta, que habían procurado poner mano en el rey Asuero. 3Y dijo el rey: ¿Qué honra o qué distinción se hizo a Mardoqueo por esto? Y respondieron los servidores del rey, sus oficiales: Nada se ha hecho con él.4Entonces dijo el rey: ¿Quién está en el patio? Y Amán había venido al patio exterior de la casa real, para hablarle al rey para que hiciese colgar a Mardoqueo en la horca que él le tenía preparada. 5Y los servidores del rey le respondieron: He aquí Amán está en el patio. Y el rey dijo: Que entre. 6Entró, pues, Amán, y el rey le dijo: ¿Qué se hará al hombre cuya honra desea el rey? Y dijo Amán en su corazón: ¿A quién deseará el rey honrar más que a mí? 7Y respondió Amán al rey: Para el varón cuya honra desea el rey, 8traigan el vestido real de que el rey se viste, y el caballo en que el rey cabalga, y la corona real que está puesta en su cabeza; 9y den el vestido y el caballo en mano de alguno de los príncipes más nobles del rey, y vistan a aquel varón cuya honra desea el rey, y llévenlo en el caballo por la plaza de la ciudad, y pregonen delante de él: Así se hará al varón cuya honra desea el rey. 10Entonces el rey dijo a Amán: Date prisa, toma el vestido y el caballo, como tú has dicho, y hazlo así con el judío Mardoqueo, que se sienta a la puerta real; no omitas nada de todo lo que has dicho. 11Y Amán tomó el vestido y el caballo, y vistió a Mardoqueo, y lo condujo a caballo por la plaza de la ciudad, e hizo pregonar delante de él: Así se hará al varón cuya honra desea el rey”.
“Excelente”, dijo el rey, “ve, busca a Mardoqueo, súbelo al caballo, ponle las vestiduras y haz con él como dijiste”. Amán venía a pedir permiso para ahorcar a Mardoqueo y en un instante Dios “dio vuelta la torta” ¡Dios tiene recursos inimaginables! Amán entonces, sube a su enemigo más odiado sobre un caballo, le pone las vestiduras reales, la corona real y lo pasea por toda ciudad diciendo: “Así se hará al varón cuya honra desea el rey”. Regresó a su casa temblando de bronca y le contó a su esposa lo sucedido quien le responde: “Si es judío éste delante del cual has comenzado a caer, no lo vencerás sino que caerás delante de él”. Al instante, vinieron a buscar a Amán para el banquete con el rey y la reina. Ya en el banquete, nuevamente el rey Asuero le dice a la reina Ester: “¿Cuál es tu petición? Lo que me pidas te lo daré, hasta la mitad del reino te daré”. La reina se anima y le dice: “¡Oh rey! Mi pueblo y yo hemos sido vendidos para muerte; si hubiésemos sido vendidos para esclavos yo lo aceptaría pero hemos sido vendidos para muerte. ¡Hay un complot contra mi y contra mi pueblo!” El rey enojado le pregunta quién es el autor del complot y la reina dice: “Está aquí, ¡es Amán!” El rey, enojado, va al patio a meditar en tanto que Amán se queda temblando para interceder por su vida porque se dio cuenta que estaba determinada la muerte para él. Al entrar el rey nuevamente, ordena que lleven a Amán a la horca que él mismo había preparado para Mardoqueo. ¡Dios cambió la historia en un instante! Posteriormente el rey hizo otro decreto y autorizó a los judíos a defenderse y matar a quien viniera a hacerles daño, hasta el día de hoy el pueblo judío celebra esta gran salvación de parte de Dios. Para Dios un día es como mil años y mil años como un día, si estás en las manos de Dios, nada malo ocurrirá. ¡El no se tarda! ¡El viene en el momento justo! Quizás digas: “Dios llegó tarde”. Dios nunca llega tarde, en todo caso, ¡te está preparando un milagro! Dios hace obras que muchas veces no entendemos… ¡Dios te ama! Si tu eres un hijo de Dios, por sobre todas las cosas estás en sus brazos. Si pasas por las aguas, no te anegarás y si pasas por el fuego, éste no arderá en ti. ¡En un instante vendrá tu salvación! Tu lloras, pero en un momento Dios te dirá: “¡Mira lo que he preparado para ti!”
Quizás muchas veces te has preguntado: “¿Cuándo veré la luz? ¿Por qué tengo que vivir esto?” Dios te lleva por un camino que tu no conoces pero en un instante, te abrirá los ojos y te dirá: “Aquí estoy, te amo y estoy velando por ti. Aunque nadie se interese por ti, ¡yo te amo y te he creado a mi imagen y tengo un futuro para ti! ¡Es bueno esperar en Dios! Muchas personas, por no esperar en Dios han preferido hacer lo que no conviene. Muchos dicen: “¡Ah! ¡Se me esté yendo la vida!” ¡Dios no trabaja con tu reloj! Dios tiene su tiempo y sus planes contigo, el día que tu entres en su plan, te darás cuenta que su voluntad es agradable y perfecta. Es necesario que hoy le entregues tu vida, ¡él tiene lo mejor para ti!
Si estás dispuesto a hacerlo, haz esta oración que cambiará tu rumbo:
“Señor, perdóname por haber pecado contra ti, me he afanado, he tratado de hacer las cosas por mi cuenta pensando que tu no te ocupabas de mí, pero ahora creo que sí lo haces. Enséñame a esperar en ti, te entrego mi vida, entra a mi corazón y límpialo, en el nombre de Jesús, amén.
ANEXOS: